domingo, 29 de julio de 2012

Cine, teatro, series.

Parece ser, amigos y amigas, por lo que voy leyendo por ahí, que el Prometheus de Ridley Scott no defrauda. Espero verlo el tres de agosto. En el canal digital clásico de la Metro he disfrutado muchísimo Two for the seesaw (1962), que horrorosamente reformularon como Cualquier día en cualquier esquina, de Robert Wise, con unas interpretaciones memorables de Robert Mitchum y Shirley McLaine. Se le nota el origen teatral, una pieza bien dialogada de William Gibson, (no el novelista friki, sino el dramaturgo autor de otras memorables como El milagro de Ana Sullivan) Ha sido todo un descubrimiento, una película que trata solamente sobre una relación amorosa honesta y sincera entre dos personas realmente humanas y zarandeadas por la vida, que no se engañan por nada y se analizan cruda, dura y visceralmente, pero con algo más que amor, inteligencia y comprensión. Una película para maduros y maduras, en blanco y negro, con una penetración muy parecida a la de Bergman antes de sus sañudas disecciones de parejas burguesas de fin de siglo. 

En Almagro he visto En la vida todo es verdad y todo es mentira, de Pedro Calderón de la Barca, por el Centro Dramático Nacional. Una obra de las mejores suyas, con los típicos conflictos edípicos de Calderón llevados a su paroxismo en el desquiciamiento del emperador bizantino Phocas, al que le es imposible distinguir apariencia y realidad, no sólo en el plano filosófico del desengaño barroco, sino en lo que toca a su hijo y heredero del hijo de su enemigo y futuro vengador, verdadero nudo de la obra: ¿Heraclio o Leonido? Ni siquiera el mago Lisipo logra despejar la patológica inseguridad del tirano Phocas. Luego está la cuestión política debatida en trastienda entre maquiavelismo o razón de estado y probabilismo o humanismo cristiano. La obra está llena de simetrías, contrastes, esquizofrenias, juegos escénicos, retórica, magia, músicas, alegoría, símbolos, lirismo. He disfrutado muchísimo, a pesar de las leves extravagancias de la puesta en escena moderna de Ernesto Caballero (ese oso polar en escena que recuerda a Perdidos, por ejemplo).

En series poco puede uno ver actualmente con algún interés: solamente Torchwood.

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