martes, 18 de septiembre de 2012

Vic, Vic

Como el rápido Correcaminos, Vich ha sido la primera localidad catalana que se ha declarado independiente del estado español. Se nos ha quedado cara de Coyote. No sé cuándo acuñará moneda, levantará murallas e impondrá gabelas para mantener a su corrupta signoria municipal; es la patria del general Prim, no en vano ha sido Primera. Yo también querría declararme independiente, pero un tratado internacional me liga a mi esposa y a mis hijos, un contrato laboral al IES y a la Consejería, un bautismo y una religión a ir a misa, aunque no sea practicante, y una numerosa y formidable y espantosa hipoteca a servir de esclavo a un banco público, que todas las semanas se acuerda amorosamente de mí y me escribe alguna carta: es pródigo (sólo) en esos detalles. Vamos, que, aunque quisiera, no podría establecer la república independiente de mi casa; ni siquiera Vallecas, con todo lo que es y podría ser, se permitiría tal lujo, cuanto más Miguelturra, aun poseyendo un Vaticano de Torre Gorda que es como el Taj Mahal, "donde el infinito lloró una lágrima". Pero los catalanes son así, muy chipriotas e insulares ellos, y quieren verderse el cava a ellos mismos y Sagrada Familia. Son muy trabajadores: "Los catalanes, de las piedras hacen panes", dice el refrán. El demonio tentaba con eso a Jesús, con el nacionalismo de los pedruscos, por lo que los catalaicos, para algunos casteplanos, tienen cuernos y rabo, aunque no corridas de toros. Pues a mí no me asustan, ele, y tengan su independencia enhorabuena y con su butifarra se la coman. Ni sé cuál sería mi nacionalidad: mi hermano es catalán, mis padres manchegos venidos de Murcia con antepasados catalanes y calabreses, tengo un tío valenciano y otro madrileño, yo nací andaluz pero estuve un tiempo viviendo en el País Vasco y mi mujer es de ascendencia aragonesa, aunque se siente manchega. No hablaré de mis parientes isleños ni de mi prima lejana, que es una negrita india, ni de mis antepasados judaicos, godos, moros, neandertales y atapuercos. ¡Y todavía hay quien habla de nacionalidad! Yo, la verdad, soy charnego, maketo y manchurriano.

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