sábado, 19 de abril de 2014

Razones para una sinrazón

La muerte es una forma de diluirse en el universo y formar parte de él. La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. La vida es energía, y la muerte solo una transformación de la misma. No sólo somos un cuerpo, somos también un espíritu y el espíritu vive. Algo hay, porque las formas de vida son muy perfectas como para hacerse solas. Somos energía y materia, la materia puede desaparecer, la energía queda en latente en algún sitio. La duda es si esa energía es consciente o no. Si lo es, sería en otro plano. Es mejor no cancelar las cuentas de facebook o wasapp porque si la muerte no existe, ya las tienes abiertas en la otra vida y ahorras tiempo. Si hay algo que no se acaba en esta vida es el amor, otra cosa somos energía, algo que no se destruye... pero sí se transforma. Por tanto no creo en la muerte si no en una transformación , otra vida. Pero diluirse con el universo o ser solo energía... no es ningún tipo de vida. Aunque el alma no pueda morir nunca. Alguien se ha podido comunicar con su padre muerto por medio de una médium y le ha contado muchas cosas que hay después de la muerte física del cuerpo. Por ejemplo, que en el más allá está lleno de niños y el tiempo discurre de forma muy diferente. ¿Y si lo que estamos viviendo es la muerte y la vida viene después? Estoy de acuerdo en que no existe la muerte. Sólo existe una transformación de nuestro ser en otros seres y materias. Nos transformamos en materia orgánica que alimentan a otros seres y dan lugar a otras vidas diferentes a la que tenemos actualmente. El cuerpo es finito, pero intuyo que el espíritu sobrevive en una dimensión nueva y totalmente desconocida e inimaginable en la que prevalecerá el amor que es lo único por lo que merece la pena vivir. Todos los ateos lo dejan de ser, cuando "el avión se cae..."
No somos tan valiosos y complejos como para que todo nos lleve a creer en una continuidad y pensemos que lo contrario sería un desperdicio. Pero hay gente que ha tenido la suerte de tener experiencias con seres que dejaron su cuerpo.. Y ahora viven en otra dimensión y puntualmente, si lo deseamos, se comunican con los que aún siguen "encarnados". De todas formas eso depende de la naturaleza del universo. En un universo finito de tiempo infinito, sin duda, toda combinación de materia haría que acabáramos volviendo a existir...
Pero creer no es del todo humano; creer algo sin saberlo es de idiotas, pero si resulta que la vida es una inutilidad sin sentido, menudo desperdicio, pues. Me fascina la gente que está convencida de que su vida es completamente inútil y aun así, sigue viviendo... Eso sí, vivimos porque somos conscientes de ello y esto es lo que desaparece, la conciencia de vida. La materia puede cambiar de forma pero la conciencia de una mismo es irrepetible. Es a esto a lo que llamamos ''muerte''. Los avances de la física cuántica muestran que existen partículas sin masa o de pura energía que no interactúan con las masas circundantes. Se ha dicho que los neutrinos pueden ser los ladrillos del alma. Pero la pregunta puede estar mal formulada: después de la vida no puede haber vida por definición y lógica. Ahora bien, la creencia en la inmortalidad del alma es algo defendido por Buda, Hermes, Sócrates, etc. y en primer lugar por Cristo, que niega la existencia del Infierno.Hay planos de purificación intermedios. Si nuestra identidad se plasma en estructuras de energía a nivel atómico, no desaparecemos sin más. Cambiamos nuestra estructura molecular, ascendemos o descendemos, llámalo X, pero algo hay, sí o sí. Muere solo lo que es finito y lo que ahora nos sirve como instrumento para crecer. Pero nosotros seguimos vivos y nos preparamos para una nueva encarnación y así seguir nuestro proceso de crecimiento o decrecimiento. Y, si somos energía, podemos vivir en cualquier otro sitio. No habría argumentos para probar y defender la pervivencia, ya que es un dogma. Preferible sería creer que habrá algo más que la nada. Pero es tan solo eso, una postura. Pero una vida de ultratumba flotando por el espacio... pues no. Biológica y bioquímicamente hablando, cuando morimos nuestras moléculas se van degradando y, empíricamente, seguimos existiendo, ya sea en carne podrida o en otra cosa, pero nuestros mismos átomos formarán otros organismos, reciclando la materia orgánica. Es más lo que ignoramos, sin duda. Sólo la soberbia nos hace pensar que sabemos algo -que años después se corrige-
Si está comprobado que la energía guarda conciencia, esto es, información, y esta viaja o se va del cuerpo mortal, la energía regresa al origen de la que un día salió. Lavoisier decía: "En la naturaleza nada se crea ni se destruye, solo se transforma"; por ende la vida y la muerte son estados de transformación, nada más, somos ciclos y partes de una misma conciencia colectiva que se regenera y adquiere sentido solo en su totalidad, y solo al ser únicos en un momento percibimos esa vida plena y no parcial; si somos un ciclo y un proceso, debería haber vida después. Mucha gente ha tenido vivencias al respecto, y es falso que nadie haya regresado de la muerte; incluso hay demasiados casos, más de los que se pueden contar, de personas que han visto el túnel y han podido regresar. El cuerpo físico caduca rápido, el cuerpo astral o de sentimiento tarda más, el cuerpo mental subsistiría mientras alguien piense en nosotros y así sucesivamente. El alma es inmortal por definición, pero, ¿qué definición no es lo que es? Así como en el espacio exterior existen miles de planetas, aquí en la tierra existen cientos de dimensiones que solo un pensamiento superior podría reconocer; nosotros solo podemos reconocer nuestra ignorancia, nuestro fragmentarismo, nuestro formar parte de algo superior, por lo que es ilógico pensar que solo se reduce a una parte nuestra esencia, estamos conectados al todo y cualquiera de esas partes puede ser su centro; en una de esas partes podemos habitar solo si nos olvidamos de las demás; acaso la conciencia sea nada más que la constatación de ese olvido, de esa insatisfacción, como ya plasmaba Platón, ya que al morir en una parte cualquiera del universo podemos volver a nacer en otra, y dar paso a otras vidas. Pero esas preguntas y filosofías podrán dar un gran paso el día que constatemos que hay otros otros, otras existencias humanas o no humanas, otras civilizaciones; lo demás es darle vueltas a esa rueda que descubrimos en el Neolítico. El experimento de la doble rendija nos hace comprender que es posible que dos cosas distintas y antitéticas puedan coexistir en las mismas coordenadas de la realidad. Si es así, ¿por qué no puede ser que estemos vivos en la muerte y en vida muertos, como el gato de Schrödinger?  Un entorno solo puede crear lo que ya de por sí contiene en su esencia, como ámbito de información, inteligencia y consciencia son el resultado final de la combinatoria milimétrica que permite la creación de vida orgánica. La vida es una obra de teatro donde la conciencia representa un papel. La muerte no es más que el final de esa representación y la vuelta a otra "realidad" para empezar una nueva obra. Todo esto solo para combatir el eterno aburrimiento de la conciencia. Y, si no existiera otra vida, no merecería la pena crear el ser humano para vivir sólo unos ochenta años. Pero no merecería la pena para nuestra conciencia. ¡Qué soberbia pensar que la realidad que perciben los sentidos del cuerpo humano es la única que existe! La conciencia vive más allá del tiempo y el espacio, pues la vida es una sola ¿Qué sería exactamente lo que se muere? Todo depende del punto de vista. Mi madre estaba viva y nos dio la vida. La Diosa Madre, en su gran sabiduría, nos permite reencarnarnos en dioses y vivir una existencia de felicidad junto a ella después de haber sufrido las injusticias de esta existencia terrenal. Resultaría genial que se llegara por la física cuántica a la conclusión de que la base de la vida es la conciencia, porque, después de la vida biológica, se sigue siendo consciente en otro plano, si hay otro plano. Pero también sería correcto pensar que no es eso la inmortalidad al estilo de un vampiro, sino solamente "atemporalidad". Si bien mente y organismo funcionan solamente por medio de energía,  la energía se elabora en forma de información de impulsos y patrones que nos dan conocimiento, memoria y personalidad; si al morir esa energía no puede acabarse, ya que no se destruye ¿adónde va? ¿Conserva su estado último de información?  Se observa que el mundo no se acaba cuando muere la gente, por tanto, si existe la vida tras la muerte (aunque sea una que no conocemos y que nadie puede saber en vida cómo es o será, el país sin descubrir del Hamlet de Shakespeare), no sería lo mismo creer que con la muerte del cuerpo se acaba todo o que la vida es algo más que la muerte del propio cuerpo, sino solo importaría lo que tenemos, en qué dirección nos llevan nuestras creencias, lo que es mejor, dando sentido a la vida, que el absurdo de la muerte. La vida es un dado, te ha tocado, y listo. Puedes tirar los datos, en esta ocasión tú mismo, pero desde luego hay algo seguro, que la partida se acabará. No sabemos cuándo empezará otra, ni quién echará los dados, ni quién nos invitará a jugar. Eso no significa que no exista algo que transciende. Quien se niega a transcender, suele negarse porque se siente sobrecogido, pero realmente no puede negar la transcendencia de la vida, el deseo de pensar, porque pensar es existir.. Serían tal vez estúpidos los argumentos que se oponen. El Hombre habla de algo que está al limite de la ciencia y fuera de la biología.La  "conciencia de sí", se llama, y nos difiere de las máquinas, de los animales y de las puras energías. Esa es la que no muere, y otros le llaman ánima o alma... que en latín significa vida. Nuestra existencia no tendría un propósito si solo fuera lo que conocemos y en tan corto período. No es cabal que tanta grandeza en el universo no sea conocida, no tenga propósito, se desperdicie, que solo esté por estar. La casualidad no tiene asidero. DEBE haber algo más. Mucho más. Y si pensamos que, esencialmente, somos energía que va cambiando de cuerpo porque de alguna forma se aprende o evoluciona en el plano físico, si morimos físicamente seguiremos el camino de otro cuerpo y sucesivamente hasta llegar a un punto en que ya no necesitemos uno. Reencarnación y transmigración o samsara se llama eso. Pero el pensamiento cristiano supone que hay un final en ese proceso, y no una rueda infinita, como razona el budismo. Hay muchas cosas inexplicables por la razón, que se muestra insuficiente para poder abarcarlo todo y no dispone de los medios o instrumentos necesarios para poderlo hacer e incorporarlo a la conciencia. Eso murió con Leibniz, último que pudo pretenderlo. Pudiera ser posible que la información que conforma mi identidad y mi experiencia se pudiera reorganizar en otra cosa que no sea como cerebro... Pero, si alguien o algo no sabe cómo y no hace algo por reubicarla... ¿seguiría siendo eso un yo entonces? ¿Qué voluntad podría impulsar ese deseo de pervivencia si se extingue como voluntad? Decíamos que si la energía no se crea ni se destruye, sino que se trasforma, ¿se transformará en algo que no sea energía, que no tenga ni siquiera la identidad de serlo, se transformará en caos? ¿Todo en nosotros se transforma o perdura parte de ello? ¿Solo se transforma aquello que se purifica? ¿Y qué es lo puro o impuro? ¿Quién nos lo dice? ¿La identidad del todo del que formamos parte? Podríamos creer en alguna posibilidad de que algo en nosotros es trasformado. Que realmente cambiamos, que es posible cambiar, mejorar o empeorar, pero parece más posible lo segundo que lo primero. Y después de años de estudio continuo sin tener nada claro, cada día sé menos. ¿Qué de nuestra energía es distinto de la de, por ejemplo, otros seres que habitan la tierra y otros mundos, si tenemos que devolverla como ellos? Ya lo dice el Eclesiastés. ¿Esa diferencia es que podemos purificarla y evolucionarla? ¿Que podemos aprender de nuestra experiencia? ¿Que puede trascender espacio y tiempo, formas puras de la sensibilidad? La energía se expande, pero jamás muere. Se enfría, se apaga, se dispersa. Pero no se destruye. Pero la teoría de los universos alternativos, cada vez más reafirmada, pone entre paréntesis nuestra existencia misma. La conciencia que algunos dicen es el tema del cuerpo, si muere el cuerpo, muere también; con un nuevo cuerpo nace una nueva conciencia. La conciencia la suministra el cuerpo, no viene de ninguna otra parte; es la objetivación del cuerpo. Solo nos falta saber qué limita a ese cuerpo y de qué forma podríamos llegar a expandir esos límites, mediante la ciencia; podríamos así traspasarnos la vida con lo que llaman transhumanismo, creándonos nuevos cuerpos más capaces, incluso maquinales, reduciéndonos a software y pudiendo ampliar nuestra memoria base y ram. Pero la vida no solo se tiene, se da y se comunica, es una vida también compartida, global y general, y está demostrado que la vida individual no hace feliz a la gente; solo la vida que se tiene con los demás, de los demás, por los demás, en los demás, ante los demás, para los demás, hacia los demás, contra los demás, junto a los demás, no sin los demás. Si la vida es transformación de esa energía, ¿por qué entonces imaginamos tal transformación de modo lineal? ¿Quién puede afirmar qué sea así? Si la sabiduría es poder real, todavía sabemos muy poco, y la información es poder temporal. Así que necesitamos vaciarnos de información falsa para dejar espacio a información más veraz. Hay que saber preguntar, y la respuesta aparece. Buscad y encontraréis, dice la Biblia...eso si es verdad. Mas, tristemente, la educación cristiana recibida ha permeado en sentido negativo nuestra cultura llenándola de falacias, miedos y muros; y una de tantas falacias (o formas de dominación) podría ser la resurrección así como la pintan, el cuerpo físico quedándose sin vida, y todo se acaba. Por eso en vida hay que tener la vida... Si todos volveremos como Él vino, nos dejó esa promesa de que "yo soy la resurrección y la vida y el que cree en mí, aunque muera, vivirá". Nada tendría sentido si tras la vida hemos de morir. ¿Pedimos vivir? ¿Pedimos morir? ¿Podemos pedir? ¿Tiene sentido? ¿Somos dueños de nuestro destino, realmente? ¿Solo durante un pequeño espacio de tiempo? ¿Nos han escrito el final? ¿La muerte es el final? ¿Es el final de uno de los actos de la obra? ¿Un entreacto? Si realmente nuestro paso por la vida fuera el final con la muerte, nada tendría sentido; ni las ilusiones, ni los sentimientos, ni el amor, ni la compasión... Seríamos como robots programados genéticamente...Y, si yo no soy un robot programado, ¿por qué tengo todo lo antes descrito? ¿No es inapropiado? ¿De qué depende que el tiempo avance o no?
¿Cómo, cuándo y con quién avanza o no? Solo te das cuenta de eso cuando has disfrutado tanto de un momento que se ha vuelto una vida entera. El tiempo no existe... se contrae cuando se vive de verdad. 
Si se cree en la resurrección y se confía en la transformación de la materia y la vivencia inmortal en otra dimensión, con una continuidad trascendida en una dimensión nueva y consciente, que va hacia la identificación plena con todos los extremos de Dios, se está viviendo, simplemente. Somos materia que se transforma. Y el Dios que cree en mí, muriendo, vivirá; él dice que quien cree en mí no morirá, y el que muere y cree en mí vivirá para siempre. Vivimos en él. Y para quienes hemos perdido una persona amada, nos conviene creer que así es, y no tanto querer creerlo. Vivir en estas dimensiones es morir poco a poco; ¿es morir vivir poco a poco? Dado que todo lo que nos rodea tiene su paradoja, se diría que sí. Los budistas creen en un paraíso tras la muerte, algo irreal, tras el cual pasamos a un infierno, también irreal, y luego de nuevo a esta vida, en la que todo está mezclado, paraíso e infierno, algo también irreal. Y, en todo caso, no tenemos que hacernos excesivas ilusiones, y aun ninguna. Y no solo morimos nosotros, la naturaleza también sufre esas transformaciones, también se calienta como el infierno por el efecto invernadero. La energía es tangible e intangible; dicen los cosmólogos que hasta el vacío tiene algo. Solo existen campos de fuerza en perpetuo pulso y transformación y oleaje. Somos esencia que se transforma, como quiere el budismo. Lo que sea que somos, seremos, tan permanentemente como impermanentemente, porque no hay estabilidad en ese ser, sístole sin diástole, si sin no, no sin si, pensamiento sin sentimiento, sentimiento sin pensamiento, esencia sin existencia, existencia sin esencia. La vida debería tener un sentido, pero probablemente tiene tantos que solo podemos descubrirle uno, el nuestro, inevitablemente relacionado con todos los demás. Es tal nuestra ignorancia sobre todo lo que existe, vivimos en un rincón tan alejado del centro del universo que estamos llenos de creencias, suposiciones y vidrios a través de los cuales analizamos distintas versiones de lo que llamamos "realidad". Todo concepto que conocemos en la forma de conocer humana es creado por nuestros instrumentos de percepción y pensación, y sin nosotros no hay "explicaciones"; puede ser que cuando una persona "muere" vayamos a dejar de pensar en todas estas cosas, nos tomemos un descanso quizá definitivo en un lugar más tranquilo en el que la gente se olvide un poco de la fatigosa lógica de las cosas. La muerte sería una forma de fatiga, una forma de caminar hacia la ignorancia todal y total. Nuestro cuerpo está hecho de energía concentrada, y nuestra identidad es energía disuelta, o suelta simplemente. Todas las manifestaciones de nuestro cuerpo tangibles o intangibles son energía, y tras morir la energía cambia de foco. Por otra parte, si hay vida después, podría ser tan ilusoria como la o las del antes y como la misma muerte también, y todo serían recreaciones del noconsciente, del no-yo ¿Y qué es eso? Otra palabra de la mente para entretenernos, mentirnos y seguir experimentando... la vida. El cuerpo quere perdurar en el ser, y recurre a todo tipo de triquiñuelas para engatusarnos y conseguir que sigamos interpretando nuestro papel... ¿A un público distinto del que creemos? ¿Con qué intención? Todo muere y renace eternamente. El tiempo que nos hizo nos deshace, dice Octavio Paz. Pues no podemos autodestruirnos aunque queramos, morir según el significado que conocemos o que nos han enseñado no existe ni tiene sentido preguntarse por él. Y todo lo que pasa por la mente del ser humano es porque ha existido, existe o existirá. No podemos pensar en algo que no sea, que no sea realmente, si pensamos en ello es porque existe y es más, "alguien" o más bien "algo" nos lo instaló en nuestra consciencia para que lo tuviéramos presente. Ese algo enajena y conduce al manicomio a muchas personas. "Cuando los dioses quieren destruir a alguien, primero lo vuelven loco". Pura hybris. Vivimos por intuición, porque es un milagro que vivamos. ¿Cómo pudo crearse algo, incluso la identidad, de la pura nada? Es asombroso. Y si es un milagro, había que agradecerlo a quien lo hizo. Vivir ese milagro capacita para darle sentido a la existencia más allá de toda razón. Vivir y hacer vivir es la única palabra que tiene sentido. La vida continúa en nosotros y hacerla crecer es nuestro cometido: ayudar en el jardín del Edén. Y todo lo de las chorradas cuánticas se desvanece al considerar que, si todo existe "porque lo creemos y pensamos", ¿cómo es que existen las cosas desde antes que existiera yo (o tú)?

No hay comentarios:

Publicar un comentario