jueves, 28 de mayo de 2015

Epigramas del filósofo ecologista Edward Paul Abbey (1927-1989)

Cuando el mejor amigo de un hombre es su perro, ese perro tiene un problema.

El crecimiento por el crecimiento mismo es la ideología de la célula cancerígena.

Cuanto más corrupta una sociedad, más numerosas las leyes.

La creencia en lo sobrenatural refleja un fracaso de la imaginación.

Las doctrinas fantásticas (como el cristianismo, el islam o el marxismo) requieren unanimidad de creencias. Un disidente proyecta dudas sobre el credo de millones. De ahí el miedo y el odio; de ahí la cámara de tortura, la estaca de hierro, las galeras, el campo de trabajo, la vigilancia psiquiátrica.

Como la guerra y el gobierno demuestran, la locura es la más contagiosa de las enfermedades.

La tragedia de la guerra moderna es que los hombres jóvenes mueren luchando entre sí, en lugar de luchar contra los verdaderos enemigos de vuelta a casa en sus capitales.

La naturaleza no necesita defensas, sino más defensores

La vida salvaje no es un lujo sino una necesidad del espíritu humano, y tan vital para nuestras vidas como el agua y el buen pan.

Prefiero intercambiar ideas con las aves en la Tierra, que aprender a desarrollar comunicaciones intergalácticas con una raza humanoide en un planeta o satélite de Betelgeuse.

El poder siempre resulta peligroso. El poder atrae a los peores y corrompe a los mejores.

El anarquismo se basa en la observación de que si pocos seres humanos son lo suficientemente inteligentes como para regirse a sí mismos, aun menos son lo suficientemente inteligentes como para regir a otros.

Nuestros "neoconservadores" no son ni nuevos ni conservadores, sino viejos como Babilonia y malos como el infierno.

Un patriota debe estar siempre dispuesto a defender su país contra su gobierno.

A todo lo que no comprendemos fácilmente lo llamamos Dios. Esto ahorra mucho desgaste al tejido cerebral.

No puedes estudiar la oscuridad inundándola con luz.

La sociedad es como un guiso. Si no se remueve de vez en cuando una capa de escoria flota en la superficie.

En una nación de ovejas, un hombre valiente forma una mayoría.

Mejor una cruel verdad que una cómoda ilusión.

El anarquismo no es una fábula romántica, sino el duro despertar, basado en cinco mil años de experiencia, de que no podemos confiar el manejo de nuestras vidas a reyes, sacerdotes, políticos, generales y comisionados de condado.

El cielo es el hogar. La utopía esta aquí. El Nirvana es ahora.

Las armas no matan gente, la gente mata gente. De acuerdo, la gente con armas mata más gente. Pero eso es natural. Es duro. Pero es justo.

Nosotros somos todos elementos indeseables bajo el punto de vista de alguien.

El tanque, el B-12, el bombardero, la policía y el ejército son las armas de la dictadura. El rifle es el arma de la democracia. No en vano el revólver fue llamado "empatador". Igualdad implica libertad. Esperemos que nuestras armas no sean nunca necesarias (pero no olvidemos que el pueblo sabía esto al incluir en la Declaración de Derechos: "Una ciudadanía armada es la primera defensa, la mejor defensa y la última defensa contra la tiranía").

La dominación de la naturaleza permite la dominación de la naturaleza humana.

Pueden los senderos torcidos, sinuosos, solitarios o peligrosos conducir a la vista más increíble. Y puede que vuestras montañas se levanten dentro y sobre las nubes.

Mi lealtad no será limitada por fronteras nacionales, o limitada por la historia de una nación, o limitada a la dimensión espiritual de una sola lengua o cultura. Yo comprometo mi lealtad a la maldita raza humana y mi amor eterno a las verdes columnas de la Tierra, y mis insinuaciones de gloria cantando a las estrellas hasta el fin del espacio y el tiempo.

Un párrafo final de aviso: no os queméis a vosotros mismos. Sed como yo soy, un entusiasta reacio, un cruzado a tiempo parcial, un fanático a medias. Guardar la otra mitad de vosotros mismos y a vuestras vidas para el placer y la aventura. No es suficiente luchar por la Tierra, es más importante disfrutar de ella. Mientras puedan. Mientras estéis todavía aquí. Así que salid y pescad y cazad y perded el tiempo con los amigos, pasead de aquí para allí, explorad los bosques, escalad montañas, acumulad cumbres, recorred los ríos, respirad profundamente el dulce aire, sentaos y contemplad la belleza del silencio, el hermoso, maravilloso y misterioso espacio. Disfrutad de vosotros mismos, mantened la cabeza firmemente unida al cuerpo, el cuerpo activo y vivo. Y yo te prometo mucho más. Yo te prometo una dulce victoria sobre nuestros enemigos, sobre los hombres atados a un escritorio, sobre las mujeres con el corazón en una caja de seguridad y los ojos hipnotizados por los número de una calculadora. Yo te prometo que sobreviviremos a esos hijos de puta.

Este es el lugar más bello en la Tierra. Y hay muchos de esos lugares. Cada hombre, cada mujer lleva en su mente la imagen del lugar ideal, el lugar correcto, el único y verdadero lugar, conocido o desconocido, actual o visionario. Una casa flotante en Cachemira, unas vistas a la Avenida Atlantic en Brooklyn, un caserío gótico gris de dos pisos al final del camino del perro rojo en las montañas de Allegheny, una cabaña a la orilla de un lago azul entre pinos y abetos, una casa en las cercanías del paseo marítimo de Hoboken, o incluso, posiblemente, para aquellos de sensibilidad menos exigente, el mundo para ser visto desde un confortable apartamento en oferta en la parte aterciopelada de ​​Manhattan, Chicago, París, Tokio, Río de Janeiro o Roma, no hay límite alguno a la capacidad humana para el sentimiento de hogar.

Yo prefiero intercambiar ideas con las aves en la Tierra, que aprender a llevar a cabo comunicaciones intergalácticas con una raza humanoide.

Soy un humanista: prefiero matar un humano que una serpiente.

Todos los seres del planeta son parientes.

No tengo ninguna preferencia entre las flores, en tanto que sean silvestres, libres y espontáneas.

Amo mejor a las flores en libertad.

Cada cosa a su manera, cuando responde a su carácter, es hermosa.

Una gran sed es una gran alegría cuando se apaga a tiempo.

¿Tiene la alegría alguna importancia evolutiva? Sospecho que sí, sospecho que el mal humor y el temor están condenados a una rápida extinción. Donde no hay alegría no hay valor, y sin valor las demás virtudes son inútiles (reformula una famosa sentencia de Wilde: "Todas las virtudes son inútiles sin una esencial: el encanto").

Ser salvaje no es un lujo, sino una necesidad del espíritu humano.


Un trago al día impide echarte atrás.

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