lunes, 14 de septiembre de 2015

Figuras históricas españolas atractivas para rodar una serie de televisión

(Verdaderamente hay muchos personajes atractivos para rodar una serie de televisión: Recaredo y otros muchos reyes godos, San Isidoro, Pedro I el Cruel, los hermanos Valdés, Luis Vives, el doctor Constantino Ponce de la Fuente, el almirante Pedro Menéndez de de Avilés, Juan de Austria, el capitán Alonso de Contreras, Garcilaso, Francisco de Aldana, Baldomero Espartero, Julián Sanz del Río... pero los que ha escogido este artículo tampoco están nada mal): 

¿Qué personaje histórico español merecería una serie de televisión? en Jot Down Magazine, 14 -IX-2015:

Esta semana, como recordarán, se estrenó Carlos, rey emperador, la serie de TVE heredera de Isabel, centrada en otra gran figura nuestro país, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Un primer episodio que tuvo una aceptación desigual. Quizá las expectativas eran muy altas o quizá sea demasiado pronto para juzgarla y mejore en sucesivos capítulos, pero en cualquier caso se agradece el intento. A menudo se ha dicho que es la falta de una industria audiovisual lejanamente comparable a la del ámbito anglosajón el único obstáculo para estas recreaciones, pues de acontecimientos históricos dignos de ser narrados y de personalidades con vidas desde luego nada aburridas estamos bien servidos. En estas últimas nos centraremos a continuación, ya que no hay dos sin tres y así a ver si algún productor o la misma televisión pública se anima a continuar en esta senda. De manera que voten o añadan algún otro ejemplo si lo desean.


Blas de Lezo

«Todo buen español debería mear siempre mirando a Inglaterra». ¿Cómo olvidar a alguien que deja semejante frase para la posteridad? Este azote de corsarios nacido a finales del siglo XVII en la localidad vasca de Pasajes fue ascendiendo en la jerarquía militar a base de demostrar audacia en el campo de batalla, aunque pagando a cambio un alto precio, pues le faltaban más partes que al Señor Patata de mi sobrino: perdió una pierna en la batalla de Málaga, un ojo en la defensa de Tolón y un brazo en el asedio de Barcelona. Lo que le quedó fue sin embargo suficiente para frenar al ladino Imperio británico en Cartagena de Indias, pese a luchar en una proporción de diez a uno. Su historia sin duda nos dejaría pegados a la pantalla, pero plantea una incertidumbre: si es una producción española las imprescindibles escenas de acción causarán cierto bochorno y solo incluirán primeros planos, pero si es estadounidense Blas de Lezo pasará a ser un apasionado amante latino y arderán santos en las fallas de Sevilla. A ver entonces una coproducción en la que cada uno aporte lo suyo.

Hernán Cortés

En realidad no deberíamos mencionarlo porque de hecho ya hay anunciadas no una sino tres adaptaciones al cine y la televisión (y en la mencionada sobre Carlos I también aparece como personaje secundario), pero como no nos perdonarían su ausencia y ciertamente aún no han sido emitidas, pues ahí va. Su vida ya sería trasladable a la pantalla cuando aún no había partido hacia las Américas, pues se lesionó un tobillo saltando de la ventana de una amante ante la llegada del marido. Con eso un guionista español ya tiene para un episodio de una hora. Lo que vino después —una vez partió con la idea muy clara en mente no de labrar tierras sino de conseguir oro— es una sucesión tan asombrosa de aventuras y peligros que desembocaron en la conquista de Tenochtitlan que pondrían a prueba la suspensión de la incredulidad de más de un espectador. Su habilidad negociadora y táctica, el vértigo de explorar un mundo desconocido, la relación que mantuvo con la indígena Malinche, su valor en combate y su proverbial buena suerte conformarían una narración inolvidable aunque pusieran de protagonista al mismísimo Antonio Resines.

Inés de Suárez

Como en el caso anterior, incluimos a esta figura histórica por los pelos pues una televisión chilena tiene previsto realizar una serie sobre ella, concretamente adaptando la novela histórica Inés del alma mía de Isabel Allende. Nació en la localidad extremeña de Plasencia en 1507, aprendió el oficio de costurera y al desembarcar en América para reunirse con su marido descubre que este ya había muerto. Como viuda se le concedieron unos terrenos y dado que no eran tiempos blandengues como los actuales y la gente se sobreponía mejor a las adversidades, poco después se convirtió en la amante de su vecino, Pedro de Valdivia. Junto a este partió a la exploración y conquista de lo que hoy es Chile y fundaron Santiago de Chile, durante cuya defensa tuvo la feliz idea de decapitar a siete caciques indígenas capturados y lanzar sus cabezas contra los atacantes, haciéndolos huir espantados. Más adelante se casó con otro hombre y llevó una vida piadosa hasta su vejez.

Juan Sebastián Elcano

Hollywood adora los biopics, da igual qué logro caracterice tu vida que tarde o temprano algún guionista comprimirá tu historia insuflándole algo de épica y un actor más guapo que tú intentará ponerse en tu pellejo. Así, por ejemplo, Genghis Khan tuvo como intérprete a John Wayne, todo un acierto de casting. Pero no hace falta ser siquiera un líder que arrastre a las masas ni un artista con un rico mundo interior; el creador de Facebook tuvo el suyo antes de cumplir veintiséis años y Steve Jobs contará dentro de apenas un mes con su tercera película biográfica. En vista de todo esto… ¿El marinero que dio la primera vuelta al mundo, en un viaje que es toda una epopeya como tal vez nunca haya visto la humanidad, no merecería pues algo de atención? Una expedición que duró más de tres años, repleta de contratiempos a los que solo sobrevivieron dieciocho de los más de doscientos hombres iniciales quizá merezca más una serie que una película, pero hasta el momento no hay nada en ninguno de los dos formatos.

Bernardo de Gálvez

Nacido en la provincia de Málaga en 1746, este macharatungo —hay gentilicios que parecen insultos— combatió en Europa, África y América y resultó gravemente herido en varias ocasiones hasta que fue designado gobernador de Luisiana, donde ejercería una labor crucial en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Un papel que no obtuvo desde entonces demasiado reconocimiento… al menos hasta ahora, pues el próximo domingo Obama entregará a Felipe VI el título de ciudadano honorario estadounidense para Bernardo de Gálvez.

Hermenegildo

Sí, lo sabemos, algún lector señalará que es una ligereza esto de llamar español a un visigodo, pero permítannos dicha licencia en este caso y en los dos que vienen a continuación por economía expresiva y con los sobreentendidos que se deseen. Respecto a este príncipe visigodo del siglo VI convertido en mártir, la narrativa lleva mal el enfrentamiento entre corrientes religiosas o ideológicas en abstracto y requiere que se personalicen, dotar de nombre y rostro a cada una y a ser posible de parentesco entre ambas, así que su caso no puede resultar más oportuno. Hermenegildo, tras casarse con Ingunda, hija de Sigeberto y Brunegilda (por qué la gente ya no se llamará así), se convirtió al catolicismo y eso le llevó al enfrentamiento con su padre, partidario del arrianismo. La disputa familiar acabó en guerra y con el hijo finalmente apresado y muerto por orden de su propio padre. Un dramón que exige su sitio en la parrilla televisiva.

Urraca I de León

Dueña de otro bonito nombre que ha caído en desuso, nació en León en 1081 y fue también miembro de una familia disfuncional que terminó resolviendo sus disputas personales con su marido, su hijo y su hermana a base de batallas y asedios a castillos.

Wifredo el Velloso

En esta figura histórica del siglo IX se han entremezclado los hechos con la leyenda, como la creación con su propia sangre sobre su escudo de la Señal Real de Aragón, que forma parte de las banderas de Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares. Una hipotética serie en torno a él debería dirigirla qué menos que alguien catalán y con una amplia experiencia en televisión, se nos ocurre por ejemplo Albert Boadella.

El gran duque de Osuna

Pedro Téllez-Girón y Velasco murió en una mazmorra en 1624, donde fue enviado por orden del conde-duque de Olivares. Pero en su medio siglo de vida le dio tiempo a protagonizar múltiples aventuras amorosas, disputas y gestas militares, algunas contadas por su amigo Quevedo.

Isabel de Farnesio

Nació en Parma en 1692 y gozó de una esmerada educación en todos los ámbitos del saber, desde la política a las artes, que le hizo dominar siete idiomas. Cuando Felipe V quedó viudo encontró en ella la sustituta idónea, hasta tal punto que según el embajador francés «el monarca se está destruyendo visiblemente a causa de la utilización excesiva de la reina. Está completamente agotado». Pero semejante devoción por su esposa —que la HBO nos mostraría con detalle— resultó fructífera, pues tuvieron nada menos que siete hijos y con ellos Isabel dio rienda suelta a su carácter intrigante y manipulador para colocarlos en las cortes europeas. Según dijo de ella Federico II: «Habría querido gobernar el mundo entero; no podría vivir más que en el trono (…) el carácter de esta mujer singular estaba formado por la soberbia de un espartano, la tozudez de un inglés, la sutileza italiana y la vivacidad francesa. Andaba audazmente hacia la realización de sus propósitos; nada la sorprendía, nada podía detenerla».

Ramón María Narváez

El siglo XIX español sencillamente no se entendería sin él. Su biografía sería una excelente manera de asomarnos a un periodo histórico tan convulso en el que no hubo un solo follón en el que no estuviera él en medio y a pesar de todo sobrevivió, prosperó y llegó a ser presidente del Consejo de Ministros en siete ocasiones.

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