miércoles, 7 de octubre de 2015

Buenas novelas escritas por mujeres

Lara A.Serodio, "20 libros escritos por mujeres que merece la pena leer", El País, 7de octubre de 2015:

Al faro, de Virginia Woolf (1927). Más allá de lo que podemos conocer de Virginia Woolf gracias al cine, la autora merece ser leída sin miedo y sin contemplaciones debido a lo imponente de su estilo tan marcado; su obra puede y debe ser alcanzable para muchos. Al faro es un bello ejemplo del tan latente viaje por el subconsciente en la pluma Woolf pero, sobre todo, es una oda al paso del tiempo. La Parte II de Al Faro debería poder enmarcarse y admirarse como un cuadro.

Mansfield Park de Jane Austen (1814). No hay lista que se precie que no cuente con Jane Austen. A pesar de que puede resultar repetitivo, Austen sigue presente no por moda sino por mérito propio: su prosa habla directamente al presente cómo pocos se pudieron imaginar que haría un texto que el año pasado cumplió 200 años. Os animamos a que paséis por las páginas de Mansfield Park, una de las obras de la autora más controvertidas en su época.

Cómo las hermanas García perdieron su acento, de Julia Álvarez (1992). Entre temas tales como hacerse mayor y el cambio y asimilación de una nueva cultura, la narración de la autora dominico-americana vuelve a mezclar la autobiografía con la ficción, narrando cómo unas jóvenes inmigrantes se ven afectadas por la terrible sensación de pertenecer a dos culturas y a ninguna a la vez.

El amante, de Marguerite Duras (1984). De nuevo, una novela con grandes dosis de autobiografía, es la obra de mayor éxito mundial de la autora criada en la indochina francesa Marguerite Duras. Llena de tormento, destrucción y erotismo, El amante hace querer adentrarse más en la vida de su enigmática autora.

Tell me a riddle, de Tillie Olsen (1961). La historia de la propia autora es tan fascinante como su primera obra publicada, un conjunto de desgarradores relatos escrito cuando contaba con más de 50 años. De origen judío y pobre, Tillie Olsen tuvo que posponer el derecho a dedicarse a la escritura para educar a sus hijos mientras hacía malabares entre decenas de trabajos. Conocer y leer Tell me a riddle es un regalo como pocos.

El cuaderno dorado, de Doris Lessing (1962). Un libro que pide de la alta participación del lector y que parte de la premisa de cuatro cuadernos que documentan la vida de su protagonista entremezclando la narración entre sí. Antibelicista, feminista, política en cada tema de cada una de sus obras, Lessing traslada como nadie la crítica social y el conflicto cultural buscando siempre despertar la conciencia sobre la situación de la mujer en la sociedad.

El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers (1940). La primera novela de su autora, escrita cuando esta tan solo contaba con 23 años, dibuja como es habitual en autoras de esta época narraciones autobiográficas. Esta novela abre una puerta al sur profundo de los Estados Unidos de la década de los 30 de la mano de un sordomudo solitario y el grupo disparatado de personajes a los que atrae.

Beloved, de Toni Morrison (1987). Esta desgarradora novela, ganadora del Pulitzer en 1988, está dedicada a todos los esclavos que murieron a causa del tratado Transatlántico, y constituyó uno de los primeras alegatos en el camino entorno a honrar el recuerdo de ese episodio de la historia afro-americana.

A girl is a half-formed thing, de Eimear McBride (2013). Pese a ser la ganadora de infinitos premios por esta, su novela debut, todavía no contamos con la traducción al castellano del texto. Tal vez tarde en llegarnos como tardó la nueva autora favorita de Irlanda en publicarla desde su escritura, 9 años. La narración, al más puro estilo Virginia Woolf y de influencias tales como Joyce o Faulkner, nos habla de las complejas relaciones familiares a través de la enfermedad de uno de sus miembros.

Nubosidad variable, de Carmen Martín Gaite (1992). Parece que hay un tiempo y un lugar de nuestras vidas para leer y sentirnos identificados con la narración de Martín Gaite entorno al reencuentro de dos amigas y la reconstrucción de su relación a través de cartas. De manera inequívoca, esta narración nos anima a reorganizar los rincones más caóticos de nuestra mente y trasladarlos al papel.

El cuento de la criada de Margaret Atwood (1985). Alejándose de las narraciones clásicas, y asentando un futuro alejado de la realidad a modo distópico como punto de partida, Atwood nos plantea una sociedad sin valores y donde la mujer pasa a tener únicamente un uso reproductivo. Activista política y pro-derechos humanos, la autora no deja el tema de género fuera de vista en ninguna de sus obras.

NW London de Zadie Smith (2012). Como si de la Hanif Kureishi femenina se tratase, Zadie Smith lleva desde bien joven (apenas tiene 40 años) sorprendiendo al panorama actual de las letras británicas. NW London, escrita de la manera más fresca y experimental, es su última contribución al retrato de una vasta ciudad como es la capital inglesa y de su multicultural vida urbana.

Cómo ser mujer de Caitlin Moran (2011). Caitlin Moran es un personaje en sí misma y tanto es así, que ha conseguido enganchar a millones de personas gracias a sus opiniones y vivencias. De manera nada convencional, esta crítica, columnista y ahora escritora de ficción es el epítome del movimiento feminista que, sin pelos en la lengua, ha conseguido darle una bocanada de aire fresco a temas que parecían absurdamente casi tabúes hasta el día de hoy.

La pianista de Elfriede Jelinek (1983). Aunque mundialmente reconocida por la adaptación cinematográfica que dirigió Michael Haneke y protagonizó Isabelle Hupert en 2001, esta perturbadora historia  que trata la sexualidad femenina de manera desgarradora es una de las novelas más significativas de la austríaca Elfriede Jelinek, ganadora del Nobel de Literatura en 2004.

La campana de cristal, de Sylvia Plath (1963). Denominada en ocasiones como El guardián entre el centeno femenino, la única novela publicada de la poetisa Sylvia Plath es una narración prácticamente autobiográfica sobre el descenso hacia la enfermedad mental que sufrió la autora en los años 50. Su calidad basta como mérito, aunque igualmente alcanzó la fama por el sonoro suicidio de Plath meses después de su publicación.

¿Hay alguien ahí fuera?, de Marian Keyes (2006). Erróneamente metida en el mismo saco del resto de autoras chick-lit, género que se ha visto vapuleado desde su auge a inicios de los 90, Marian Keyes no solo consigue erigirse como la reina del género, sino que lo lleva siempre un paso más allá, tratando temas para nada habituales en narraciones similares. Probablemente ¿Hay alguien ahí fuera? no sea el más famoso de su amplia bibliografía, pero es el más emotivo y el que seguro consigue convencer a los escépticos de su talento.

El buen nombre, de Jhumpa Lahiri (2003). De origen indio, esta autora traslada a las páginas de El buen nombre dos historias relacionadas con el sentimiento de verse atrapado entre dos culturas: la de una pareja India que lucha por lograrse un porvenir en América con sus consiguientes problemas de adaptación, y la de sus hijos, que pese a haber nacido estadounidenses, se ven arrastrados por su bagaje cultural.

Perdida, de Gillian Flynn (2012). Uno de los últimos superventas es, además de la sorpresa de los últimos años, un libro que rezuma calidad en cada página. Lo que en términos anglosajones se define como page-turner (un libro cuyas páginas se pasan casi como se respira), Gillian Flynn tiene el arrollador talento como para engancharnos a una narración tan bien escrita e incluso como para encargarse personalmente de la maravillosa adaptación cinematográfica que vino de la mano de David Fincher en 2014.

Cuentos completos, de Dorothy Parker (1995). Llena de su clásico humor mordaz y su sátira que tantos elogios como críticas le reportaron, esta compilación de toda su narrativa es la mejor manera de adentrarse en una autora imperdible como es Dorothy Parker. Un personaje ya en sí misma, retrato clave de cómo entender el empoderamiento de la mujer en América durante la primera parte del siglo XX.

Silas Marner de George Eliot (1861). Mary Ann Evans es el nombre que se esconde tras el pseudónimo de George Eliot, autora que, como muchas otras del siglo XIX, tuvo que hacerse servir de un nombre de hombre para poder ver su obra publicada. George Eliot aparece habitualmente en todas las listas de mejores novelas con Middlemarch, considerada una de las grandes novelas de la literatura inglesa, otra gran recomendación.

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