Mostrando entradas con la etiqueta Acoso escolar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Acoso escolar. Mostrar todas las entradas

martes, 15 de agosto de 2023

Formas de criar depresión por acoso ambiental

 -Las malas experiencias.

-Estar bajo la influencia de mucho stress.

-Las decepciones: que las cosas no te salgan como esperabas.

-Hacer cosas que no quieres o no te gustan.

-Estar confundidos, perdidos, no saber qué hacer, o como afrontar una situación.

-Estar rodeado de gente inconforme que solo te critica, te juzga, te humilla, que no le gusta lo que haces, o siempre le encuentra un pero.

-Que trates de encajar con personas que no te comprenden, o que son diferentes a ti, ya sea porque tienen gustos distintos a los tuyos.

-Que las cosas te salgan mal o al revés.

-Meterte en problemas, en situaciones difíciles inesperadamente, o en cosas que te parecen injustas.

-Ganarte enemigos gratis que te meten en dramas, polémicas o en envidias.

-Que no se vean los resultados de tus esfuerzos, que lo que haces sea en vano, nadie lo reconozca, y sea mal remunerado o mal recompensado.

-Que no consigas superar una situación, y siempre estés estancado tratando de superarlo sin conseguir resultados favorables. (Todo te sale mal, y por mucho tiempo sigues en la misma.)

-Que te traicionen, se aprovechen de ti, perder dignidad, te engañen, jueguen con tus sentimientos, burlas, menosprecios, insultos, que te hagan sentir poca cosa, que te dejen en tus peores momentos, que nadie te ayude, y que te quieran ver mal.

-Nos hace negativos perder la esperanza, la fe, la confianza, el creer que las cosas no se pueden lograr, no pueden mejorar, el creer que somos insuficientes, incapaces, que no merecemos estar mejor, nos hace inseguros, cobardes y baja nuestra autoestima.

martes, 30 de octubre de 2018

Clases de alumnos, según el AS


1. El empollón
No confundir con aquel que es un hacha en alguna asignatura. El empollón supera al especialista en Historia o Matemáticas sin despeinarse. Sabe de absolutamente todas las materias y responde cualquier pregunta del profesor, incluso aquellas que parecía no tener respuesta.

2. El que come en clase
Siempre hay alguien en clase que aprovecha cualquier momento para darle un bocado a ese sándwich, bolsa de patatas o bizcocho que tiene para el recreo. Tiene mucho apetito y las clases no son impedimento alguno para saciar su gula.

3. El del móvil
Los millennials nacidos hasta 1992 o 1993 afortunadamente no han vivido el boom de los smartphones. De haber tenido conexión a internet en los móviles, muchos no se habrían sacado ni el graduado escolar, como ese estudiante que no para de utilizar el móvil en clase.

4. El que siempre llega tarde
Un día es el atasco, otro la climatología la que le juega una mala pasada pero lo cierto es que siempre hay un estudiante que jamás llega a la hora a clase. La impuntualidad es una falta de educación pero él siempre le echará la culpa al empedrado.

5. El que tiene siempre excusas
Miente más que habla para disimular su vagueza extrema. Siempre hubo un compañero de clase que dijo que su perro se había comido los deberes. Pues bien, es este tipo de estudiante el que siempre tiene excusas.

6. El pelota
No es brillante como el empollón pero tiene cierto encanto y sabe medir bien el momento de piropear al profesor y ganarse así su confianza. Es un adulador nato siempre y cuando pueda conseguir algo de la persona a la que adula.

7. El de las chuletas
Siempre hay un estudiante que pone en riesgo su continuidad en el examen fabricando varias chuletas y utilizándolas en los exámenes. Normalmente suelen pillarle porque no es lo suficientemente inteligente para no ser descubierto pero él lo sigue intentando.

8. El que siempre se queja
Porque el profesor va muy deprisa, porque le ponen deberes en época de exámenes o porque no le dejan terminar un control en la hora del recreo. Se queja por activa y por pasiva de todo lo que ocurra en el instituto. Es más quejica que contestatario.

9. El que hace los deberes en clase
Llamado también 'monje copista' si además de hacerlos en clase los copia de un compañero. Se ha pasado toda la tarde anterior sin hacer nada y aprovecha la misma clase para hacer los ejercicios. Todo un clásico.

10. El cotilla
Se entera de absolutamente todos los líos y tejemanejes de la clase y además es una persona que le encanta criticar a los demás. En ocasiones es capaz de crear bulos y así provocar conflictos.

11. El despistado
No se suele enterar de cuándo tiene excursión y es el típico que se queda solo esperando en clase a que venga el profesor cuando todos los alumnos ya están en clase de audiovisuales. El despiste es parte de su vida y sufre a menudo las consecuencias.

12. El que se cree gracioso
No es el gracioso de la clase sino esa persona que se quiere parecer al gracioso. De su boca saldrán los chistes más fáciles y estúpidos posibles. Suele provocar sentimiento de vergüenza ajena tanto en profesores como en el alumnado.

13. El que se chiva de los deberes
El profesor se ha olvidado de corregir los ejercicios pero siempre está el típico listo, muy cercano al empollón, que dice que tiene deberes que corregir y que debe pasar lista. Poco solidario con sus compañeros.

14. El deportista
Es capaz de traerse pesas a clase, de hacer flexiones en el cambio de clase o de jugar con la pelota de fútbol entre pupitre y pupitre. Vigoréxico desde joven.

15. El que pide cosas todo el rato
No tiene lápiz, ni bolígrafo ni seguramente cuaderno, folios o goma de borrar. O es un absoluto desastre o no tiene dinero para comprarse lo básico para ir al instituto.

16. El que huele mal
Persona totalmente rechazable debido a la falta de higiene aunque posiblemente él no sepa que huele un 'poco' fuerte.

17. El repetidor
Tiene tres o cuatros años más que el resto de alumnos de la clase y parece tu padre. Seguramente trabajó durante unos meses en un taller o en una obra como peón antes de volver al instituto por mandato de sus padres. Suele tener barba cerrada

martes, 12 de diciembre de 2017

Las redes sociales y los móviles son intrínsecamente malos

I

R. J. C., "El primer presidente de Facebook dispara contra la red social. El polémico Sean Parker considera que explora una vulnerabilidad humana", en El País, San Francisco 10 NOV 2017 

Sean Parker ha reaparecido. El primer presidente de Facebook vuelve a la escena para criticar a la compañía, alertando del supuesto daño que hace en el cerebro. Durante un evento organizado por Axios en Filadelfia. Parker se basa en su conocimiento de la gestación de la red social para avisar del daño a gran escala que podrían hacer en varias generaciones.

Parker se considera a sí mismo un objetor de conciencia de las redes sociales: “Recuerdo a gente que me decía que se había salido de Facebook y de las redes sociales. Y yo pensaba que volverían, pero ahora valoro más la presencia, la intimidad, el vivir el momento. Realmente, no sé las consecuencias de lo que decía porque ha cambiado la forma en que se relaciona la sociedad. Solo Dios sabe lo que está haciendo con el cerebro de los niños”.

El ejecutivo sostiene que Facebook se fundó así de manera consciente: “¿Cómo podemos consumir la mayor parte de tu tiempo consciente? Esto significa que teníamos que dar un poquito de dopamina cada rato. O bien porque alguien había dado a me gusta o porque habían comentado tu foto. Y a eso contribuye la creación de contenido para, de nuevo, crear más comentarios y me gusta”.

Otro de los ingredientes de este cocktail es el factor social: “La validación en bucle de los contactos, eso es exactamente lo que se buscaba. Eso explota una vulnerabilidad de la psicología humana. Los inventores de esto, tanto yo, como Mark (Zuckerberg) como Kevin Systrom (Instagram), y toda esa gente, lo sabíamos. Y lo hicimos igualmente”.

La validación en bucle de los contactos, eso es exactamente lo que se buscaba. Eso explota una vulnerabilidad de la psicología humana
Parker es uno de los personajes más controvertidos de Silicon Valley. Sus escándalos y fiestas se cuentan como hazañas entre los asistentes a sus desmanes. En la película que recrea la gestación de Facebook, equipo al que se sumó en 2004, su papel lo ejerce Justin Timberlake. Su nombre ha estado relacionado en escándalos de drogas. En 2005 fue detenido por posesión de cocaína.

Fue uno de los grandes villanos de Internet en la primera ola de Internet, cuando creó Napster, un sistema de intercambio de archivos, utilizado sobre todo para piratear archivos MP3. Su última aparición pública relevante fue durante su boda, en junio de 2013, evento en que desembolsó 7,5 millones de dólares y reunió a la sociedad techie y del espectáculo de California en Big Sur.

Multimillonario gracias a sus acciones de Facebook hoy es fundador y presidente del Parker Institute for Cancer Immunotherapy. Su riqueza se estima en más de 2.600 millones de dólares.


La nueva misión que afronta es alargar la vida humana: “Como soy multimillonario voy a tener acceso a mejor sanidad. Es posible que llegue a 160 años y siga siendo parte de esta nueva clase de señores inmorales. Yo quiero vivir más años y ser productivo más tiempo, pero también que más gente lo consiga”.

II

"“Las redes sociales están desgarrando a la sociedad”, dice un exejecutivo de Facebook. Chamath Palihapitiya lamenta haber participado en la construcción de herramientas que destruyen el tejido socia"l en El País, Madrid 12 DIC 2017

El primer presidente de Facebook dispara contra la red social
Instagram, la peor red para la salud mental de los adolescentes

Un antiguo alto ejecutivo de Facebook ha entonado el mea culpa por su contribución al desarrollo de unas herramientas que, a su juicio "están desgarrando el tejido social". Chamath Palihapitiya, que trabajó en la compañía de Mark Zuckerberg de 2007 a 2011 y que llegó a ser su vicepresidente de crecimiento de usuarios, opina que "los ciclos de retroalimentación a corto plazo impulsados por la dopamina que hemos creado están destruyendo el funcionamiento de la sociedad. Sin discursos civiles, sin cooperación, con desinformación, con falsedad".

Palihapitiya hizo estas declaraciones sobre la adicción a las redes sociales y sus efectos en un foro de la Escuela de Negocios de Stanford el pasado 10 de noviembre, pero la web de tecnología The Verge las ha recogido este lunes y, a través, de ella, diarios como The Guardian. Palihapitiya, que en su día trabajó para aumentar el número de personas que usan las redes sociales, recomendó a su audiencia que se tomara un "descanso" en su uso.

Aclaró que no hablaba solo de Estados Unidos y de las campañas de intoxicación rusas en Facebook. "Es un problema global. Está erosionando las bases fundamentales de cómo las personas se comportan ante sí y entre ellas", subrayó, para añadir que siente "una gran culpa" por haber trabajado en Facebook. Habló de cómo las interacciones humanas se están limitando a corazones y pulgares hacia arriba y de cómo las redes sociales han conducido a una grave falta falta de "discurso civil", a la desinformación y a la falsedad.

En la charla, Palihapitiya, ahora fundador y CEO de Social Capital, desde la que financia a compañías de sectores como la salud y la educación, se declaró una especie de objetor de conciencia del uso de redes sociales y anunció que quiere usar el dinero que ganó en Facebook para hacer el bien en el mundo. "No puedo controlar [a Facebook] pero sí puedo controlar mi decisión, que es que no usar esa mierda. También puedo controlar las decisiones de mis hijos, que no pueden usar esa mierda", declaró, para aclarar que no se ha borrado del todo de las redes pero que sí trata de usarlas lo menos posible.

El ex alto cargo de Facebook alertó de que los comportamientos de las personas están siendo programados sin que se den cuenta. "Ahora tienes que decidir a cuánto vas a renunciar", añadió. Palihapitiya hizo referencia a lo sucedido en el Estado indio de Jharkhand le pasado mayo, cuando unos mensajes falsos de WhatsApp sobre la presencia de supuestos secuestradores de niños acabaron con el linchamiento de siete personas inocentes. "A esto nos enfrentamos", criticó Palihapitiya, que añadió que este caso "llevado al extremo" implica que unos delincuentes "puedan manipular a grandes grupos de personas para que hagan lo que ellos quieran".


Pero Palihapitiya no solo censuró los efectos de las redes en cómo funciona la sociedad, sino todo el sistema de funcionamiento de Silicon Valley. A su juicio, los inversores inyectan dinero en "empresas estúpidas, inútiles e idiotas", en lugar de abordar problemas reales como el cambio climático y las enfermedades curables.

Las críticas de Palihapitiya a las redes se suman a las del primer presidente de Facebook, Sean Parker, que censuró la forma en que la compañía "explota una vulnerabilidad en psicología humana" al crear un "ciclo de retroalimentación de validación social". Además, un exgerente de producto de la empresa, Antonio García-Martínez, acusó a Facebook de mentir sobre su capacidad para influir en las personas en función de los datos que recaba sobre ellos, y escribió un libro, Chaos Monkeys, sobre su trabajo en la empresa. En el último año se ha producido una creciente preocupación por el poder de Facebook, su papel en las elecciones estadounidenses y su capacidad para amplificar noticias falsas.

III

Javier Salas, "Instagram, la peor red para la salud mental de los adolescentes. Un estudio británico le da la peor nota por su capacidad para generar ansiedad entre los jóvenes", en El País, 21 de mayo de 2017:


Las redes sociales más populares son fuente de innumerables beneficios y ventajas para sus usuarios, pero también generan efectos secundarios poco saludables. Un nuevo estudio, realizado entre jóvenes británicos, se centra en un problema muy particular: el bienestar y la salud mental de los usuarios de estas aplicaciones. Según este trabajo, Instagram podría terminar siendo la más nociva entre los adolescentes, por su impacto en la salud psicológica de este grupo de edad más vulnerable. Por detrás, aunque con notas también negativas, estarían Snapchat, Facebook y Twitter. La única red analizada con valoración positiva es YouTube, el portal de vídeos del gigante Alphabet.

"Instagram logra fácilmente que las niñas y mujeres se sientan  como si sus cuerpos no fueran lo suficientemente buenos", denuncia un joven en el estudio

"Los jóvenes que pasan más de dos horas al día en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram son más propensos a sufrir problemas de salud mental, sobre todo angustia y síntomas de ansiedad y depresión", recogen en el estudio, realizado por la Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge. Para analizar el posible impacto en la juventud británica, los especialistas estudiaron las actitudes hacia estas redes en 1.500 británicos de entre 14 y 24 años. España es el país con mayor penetración de redes sociales y de telefonía móvil de la Unión Europea.

Se valoraron 14 factores, tanto positivos como negativos, en los que estas aplicaciones impactan en la vida de este grupo de edad en el que su personalidad aún está en formación. Instagram suspendió en siete de estos aspectos: notablemente, los jóvenes reconocían que esta app para compartir fotografías afecta muy negativamente en su autoestima (imagen corporal), en sus horas de sueño (asociado a múltiples problemas que se derivan de dormir poco) y en su miedo a quedarse fuera de eventos sociales (conocido por las siglas en inglés FoMO). Además, consideran que fomenta el ciberacoso, que les genera ansiedad y, en menor medida, síntomas depresivos y sensación de soledad.

"Instagram logra fácilmente que las niñas y mujeres se sientan como si sus cuerpos no fueran lo suficientemente buenos mientras la gente agrega filtros y edita sus imágenes para que parezcan perfectas", asegura uno de los jóvenes estudiados. "El ciberacoso anónimo a través de Twitter sobre temas personales me ha llevado a autolesionarme y a tener miedo de ir a la escuela. El acoso en Instagram me ha llevado a intentar suicidarse y también a lesionarme. Las dos me hicieron experimentar episodios depresivos y ansiedad", confiesa un menor de 16 años que participó en el estudio.

"Ser un adolescente es ya suficientemente difícil, pero las presiones a las que se enfrentan online los jóvenes son sin duda únicas para esta generación digital", aseguran los autores
Snapchat obtiene unas notas casi tan negativas como Instagram, aunque es más perjudicial para las horas de sueño y para la ansiedad social que genera perderse eventos sociales. En el ranking negativo le sigue Facebook, que es la red más propicia para el ciberacoso, según el estudio. Twitter mejora levemente las notas de las anteriores y casi compensa sus efectos negativos con sus aportaciones positivas. YouTube, finalmente, logra el aprobado gracias a que sus efectos tóxicos son más escasos, según la encuesta, salvo en el caso de las horas de sueño: este portal para ver vídeos es el que menos deja dormir a los jóvenes.

No todo es malo en estas redes: los aspectos más positivos en los que destacaron estas apps fueron la capacidad de tomar conciencia (sobre todo en YouTube), de expresarse y encontrar una identidad propia (Instagram) y de crear comunidad y de dar con apoyo emocional (Facebook).


"Ser un adolescente es ya suficientemente difícil, pero las presiones a las que se enfrentan online los jóvenes son sin duda únicas para esta generación digital. Es de vital importancia que intervengamos poniendo medidas preventivas", aseguran las autoras del estudio. El informe propone algunas de estas medidas, como que los usuarios reciban una notificación de la propia aplicación avisándoles del exceso de uso, que la red advierta cuando una foto está manipulada o que se realicen campañas de formación sobre estos riesgos en el ámbito escolar.

IV

Cariño, hemos creado un monstruo
Dos de los fundadores de Facebook reniegan del invento. Recopilamos sus frases explicando que quizá su idea se les haya ido de las manos.
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ | 19 DIC 2017 07:50
FacebookMark Zuckerberg. FOTO: GETTY
0
Se cree que cinco meses antes de morir, en noviembre de 1954, Albert Einstein dijo que sólo había cometido un gran error en su vida: enviarle una carta al presidente Roosevelt recomendándole crear la bomba atómica utilizando sus descubrimientos en torno a la relatividad. El científico se justificó, porque existía el peligro de que los nazis la crearan antes. Algunos de los creadores de Facebook no han tardado tanto en arrepentirse de su creación. Hace apenas unos días, Chamath Palihapitiya, ex vicepresidente de crecimiento de usuarios en la empresa de Mark Zuckerberg, declaró que siente una “culpa tremenda” por haber creado las herramientas que están “destrozando el tejido social” y “erosionando la misma base del comportamiento de las personas”.

Palipahitiya, que se unió a Facebook en 2007, unos meses después de que la red social se expandiera de los campus universitarios estadounidenses a cualquiera que tuviera un correo electrónico, hizo esas declaraciones en un foro de graduados de la universidad de Stanford, el vivero intelectual de Silicon Valley, ante los que se presentó como un profeta que había visto el mal desde demasiado cerca.

“No os dais cuenta, pero estáis siendo programados –dijo a los estudiantes– Tenéis que decidir a cuánto estáis dispuestos a renunciar, a cuánta de vuestra independencia intelectual”. Él, que ahora es el presidente ejecutivo de una sociedad de inversiones, ya no usa “esta mierda” y a sus hijos tampoco se lo permite, por lo que recomendó a los presentes romper ya con todas las redes sociales. “Organizamos nuestras vidas alrededor de esta sensación de perfección, porque recibimos premios a corto plazo. Corazones, me gusta, pulgares alzados los igualamos a un valor, los igualamos a la verdad. Pero en realidad ocultan una popularidad falsa y amarga que te deja, admitidlo, más vacío de lo que estabas antes”, exhortó.

El ex vicepresidente no es el único miembro emérito de la empresa que ahora pone seriamente en duda la red social. Sean Parker, el inversor inicial y primer presidente de Facebook, al que interpretó Justin Timberlake en la película La red social, declaró en una entrevista reciente que el principal objetivo que tenían al fundarla era “consumir la mayor cantidad de tiempo y atención posible” de cada usuario, y que en consecuencia, Facebook y el resto de redes “literalmente cambian nuestra relación con la sociedad e interfieren con nuestra productividad”. “Dios sabe qué estamos haciendo con los cerebros de nuestros hijos”, lanzó al aire. Parker reconoció que Facebook cuadraba con una mentalidad de hacker como la suya “porque estás explotando la vulnerabilidad de la psicología humana”.

La pregunta es: ¿sabían lo que hacían cuando legaron al mundo este juguete irresistible? Claro que lo sabían. “Lo entendimos conscientemente y lo hicimos de todas maneras”, dijo en la misma entrevista. Palihapitiya se expresó en términos parecidos: “en el fondo, en los lugares recónditos de nuestras mentes, sabíamos que algo malo podía pasar”.

Una portavoz de Facebook, Susan Glick, le respondió de inmediato señalando que el ex vicepresidente lleva seis años fuera de la empresa, que era entonces muy distinta. “Ahora hemos crecido y nos hemos dado cuenta de nuestras responsabilidades y estamos trabajando para mejorar”, dijo. Mark Zuckerberg lleva todo el año inmerso en un tour “de crecimiento personal” por cada uno de los estados de su país, que se leyó inmediatamente como una precampaña presidencial a larguísimo plazo. Lo que sí admitió Zuckerberg en septiembre es que fue demasiado rápido cuando ridiculizó la idea de que Facebook había tenido un rol fundamental en la elección de Trump. Entonces, tildó esa noción de “loca”, pero después reconoció que el asunto es “demasiado importante” para ser tan derogatorio. Cuando pareció evidente que Rusia había gastado al menos 100.000 dólares en anuncios de Facebook para promover mensajes divisivos y anti-Trump, la empresa recolectó 3000 de esos anuncios para presentarlos ante una comisión en el Congreso estadounidense.

En las últimas semanas también se ha señalado el papel de la red social en la crisis de los Rohingya, donde habría servido para amplificar la propaganda contra esta minoría. Y desde el Brexit hasta la crisis catalana, no ha habido acontecimiento político significativo donde no haya aparecido la sombra de Twitter y Facebook. Palipahitiya también se refirió a eso en su exabrupto y puso el ejemplo de un suceso que tuvo lugar en India la pasada primavera, cuando uno de los mensajes virales de Whatsapp (propiedad de Facebook) llevó al linchamiento de siete personas. “Esto es lo que tenemos entre manos. Imaginad que lo llevamos al extremo en el que los agentes malos pueden manipular a enormes cantidades de personas para hacer lo que ellos quieren. Es un estado muy, muy malo de las cosas”.


Artículo actualizado el 20 diciembre, 2017 | 12:18

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Acoso lingüístico en Cataluña

Olga R. San Martín, "El acoso a una madre que pidió más clases en español para sus hijos: "Que pasen vergüenza"", en El País, 27 de septiembre de 2017:

Casi todos los vecinos de Balaguer se pusieron en contra de Ana Moreno hace dos años por reclamar para sus hijos una asignatura más en castellano en el colegio. Por tres horas adicionales a la semana, le hicieron un boicot a su negocio. Dejaron de invitar a los niños a los cumpleaños. Fingían que no la veían cuando se cruzaban con ella por la calle. Como la Bittori de Patria, como el doctor Stockmann de Un enemigo del pueblo, esta granadina de 37 años se quedó sola frente a una mayoría irracional que vivió como un ataque que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dictaminara que en las aulas de los niños de Ana, que ahora tienen seis y ocho años, se debía impartir un 25% de las horas lectivas en castellano. «Soy la apestada, si hablas conmigo te miran mal. Los padres del colegio decían a sus hijos que no jugaran con los míos», cuenta intentando sonreír, sentada en una terraza de este municipio ilerdense de 17.000 habitantes. El mes que viene, Ana Moreno recibe el premio de la Asociación por la Tolerancia.Balaguer, por fuera, es una ciudad normal, con su Mercadona y su HiperEuroAsia, su paseo de chopos junto al Segre y su polideportivo de césped bien cortado donde los críos se juntan a la salida del colegio. En la puerta de la escuela pública Gaspar de Portolà hay madres con hiyab, padres con chándal y abuelos con la merienda. Los niños salen de clase haciendo bromas. Pero un cartel en el tablón de anuncios advierte: «Per un país de tots, l'escola en català».Lo que rumia el pueblo por dentro es difícil de explicar. Nadie se siente mal por lo que pasó en septiembre de 2015. Resumiéndolo mucho, alguien filtró detalles que permitieron identificar a esa familia que había pedido castellano como los dueños del único parque infantil de la localidad, el Petit Món. Y les hicieron la vida imposible.Por los grupos de padres de WhatsApp y las redes sociales se viralizó un mensaje que los señalaba y llamaba a movilizarse. Hubo una concentración a las puertas del colegio a la que acudió hasta el alcalde. Se encargaron camisetas de protesta. Una madre dijo que ella no la iba a llevar. «Si no te la pones, te trataremos igual que a ellos», le respondieron. Mensaje de Facebook que insta a hostigar a los niños.Entonces comenzó el apartheid lingüístico. «Esto sólo lo podemos solucionar los padres, cuando toque hacer Matemáticas en castellano, el resto de alumnos se van todos a la biblioteca con algunos padres y que pasen vergüenza (aunque no tengan la culpa) los alumnos que quieren castellano», escribió un progenitor en Facebook.Ana tiene más mensajes que prueban una pequeña parte de lo que vivió aquellos días. Los llevó a la Fiscalía, pero la denuncia se archivó. Una madre avisa: «Esto no quedará así. El día 14 ya se verá cómo se recibe a la familia». Un vecino sugiere: «Yo esto lo arreglaba rápido» con «una cartita a los servicios sociales» para «retirar la custodia de los hijos». Una conocida advierte: «Pues no es muy inteligente montar estos líos teniendo un negocio así». Una amiga aconseja: «Esto os va a repercutir a todos y a tu negocio también».Hay un chat especialmente triste. Dos madres convocan para el cumpleaños de sus hijos en el parque infantil de Ana. Las familias van dando las gracias y confirmando su asistencia hasta que, dos días después, una de ellas señala al Petit Món. Entonces todo el mundo se horroriza y cambian de planes: la fiesta de los niños no será en el chiquipark, sino en la discoteca Beach. «No pienso ir más al Petit Món».«Ese fin de semana se cancelaron todas las reservas. No fue nadie al local», recuerda Ana. Las amigas dejaron de hablarla y, una a una, fueron saliendo del grupo de WhatsApp. Sólo quedó ella como administradora. «Es una locura», dice. «¿Cómo les explico yo a mis hijos que los otros niños no juegan con ellos por el castellano? Yo sólo quería que tuvieran mejor formación, porque reciben dos horas a la semana en esta lengua. Dan más horas en inglés que en castellano. Pero la gente creyó que quería quitarle sus derechos. El rechazo social es la pena que hay que pagar por ser diferente».El alcalde de Balaguer, Jordi Ignasi Vidal (ERC), trata de quitarle hierro al asunto: «No hubo acoso. ¿Boicot? La gente es libre de ir a los locales que quiera», expresa. «Esta mujer antepuso sus intereses a los del resto del colegio. Los otros padres se encontraron con una persona que había pedido una cosa y todos tenían que cambiar por ella. No fuimos a la concentración en su contra, sino para que los jueces no se entrometan en la escuela».El Síndic de Greuges ha dado amparo a Ana y ha instado a la Generalitat a tomar medidas para asegurar «la protección de los derechos de todos los alumnos y el cumplimiento del pluralismo». También le emplaza a abrir un expediente informativo para aclarar si el colegio o el Departamento de Enseñanza facilitaron información que permitió identificar a los niños. Nadie ha investigado nada. La semana pasada, el Parlament rechazó, con la mayoría de todos los grupos menos el PP y Ciudadanos, una propuesta de resolución presentada por la formación naranja para condenar el caso de Ana. La historia termina mal. Tanto presionaron los vecinos que Ana sacó a sus hijos del colegio y los llevó a un concertado de Lérida, a 30 kilómetros de su casa. Cada día tienen que hacer la ruta en autobús. «No he conseguido nada, ni siquiera en ese centro ofrecen más asignaturas en castellano», se lamenta. ¿Por qué tiró la toalla? «Pues porque me quebré, porque vi que no podía seguir cuando una amiga vino un día y me contó que había hablado con una nena que iba a clase de mi hija. '¿Vas a estar con C. en clase, ¿verdad?', le preguntó. 'Sí, pero ya no me dejan ser amiga suya', respondió la niña».

"NO AL PETIT MÓN"

Grupo de WhatsApp en que las madres dicen que no irán más al 'chiquipark': «No es muy inteligente montar estos líos teniendo un negocio así». A la dcha., el mensaje viral: «Los propietarios del establecimiento infantil Petit Món han pedido hacer más horas de castellano, una decisión que afectará a más de 50 alumnos de P5 [3º de Infantil] y Segundo [de Primaria]. Digamos basta a la injusticia y a las imposiciones de una ley injusta».

domingo, 11 de junio de 2017

El síndrome del profesor quemado

(En este artículo se ofrece una versión ridícula y muy superficial del problema, pero al menos lo aborda)

Cristina Galafate, "Estrés y ansiedad entre los docentes", El Mundo, hoy:

Más de la mitad del profesorado vive con tensión los conflictos y no puede desarrollar su tarea con normalidad. La fotografía subida de tono del profesor J. R. B. estuvo circulando por grupos de WhatsApp y redes sociales durante varios días hasta que llegó a empapelar las paredes del instituto donde el protagonista daba clase. Nunca se supo quién fue responsable de colgarla, pero gran parte del alumnado e incluso algunos padres ya incorporados a las nuevas tecnologías contribuyeron a su difusión. La situación en los siguientes meses en el instituto madrileño fue tan insostenible que J. R. B. fue dado de baja y después se procedió a su traslado.

Según el Defensor del Profesor, Jesús Niño, los casos de 'ciberacoso' han aumentado un 10% en el último curso y son los más numerosos, junto a las faltas de respeto y los problemas de conducta en las aulas. El insulto, la amenaza y la intimidación cuentan además con la pantalla del ordenador, la tableta o el teléfono móvil como sofisticado estilete ofensivo. 

El coordinador nacional de este servicio creado por el sindicato ANPE (Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza) en 2005 recuerda, por ejemplo, los 'e-mails' en tono amenazador del padre de un alumno a un compañero que pidió la ayuda del organismo por vía telefónica: «He recibido una respuesta incluso peor que la anterior. En 20 años de profesión nunca me había pasado nada parecido. (...) ¿Puedo llevar los correos a la Policía?».

«Las Tecnologías de la Información y la Comunicación son las herramientas que se han utilizado, en ciertas situaciones, para generar el resto de problemas. En un 19% de los sucesos atendidos se señalaban las redes sociales como herramienta de acoso y agresión», indica Niño. 

Lo que antes se circunscribía al ámbito educativo y se situaba en un espacio y tiempo determinados se extiende a cualquier lugar y momento del día. «Ahora el docente puede estar fuera de su horario lectivo, lejos de su lugar de trabajo y, sin embargo, continuar siendo víctima de vejaciones», asevera Niño.

Aunque esta tipología aumenta en Educación Primaria, es especialmente significativa en la ESO y, en ocasiones, se hace difícil el control del uso de la tecnología en las aulas. Sin duda, opina el Defensor del Profesor, la figura del docente ha perdido autoridad. 

«Conviene recordar el cambio social en relación con el papel de la escuela, que ha pasado de ser un lugar de aprendizaje respetado a un espacio donde se manifiestan insatisfacciones y controversias. Ambos aspectos producen en el profesorado un notable desgaste, contribuyendo a la aparición de ciertas alteraciones emocionales, como la ansiedad o la depresión».

Más de la mitad del profesorado vive con tensión los conflictos y prácticamente un tercio no puede desarrollar su tarea con normalidad, recoge ANPE en su último informe.

Datos y cifras aparte y al margen de la intensidad y gravedad de las agresiones, Jesús Niño califica el hecho de que estos acontecimientos se estén produciendo como «grave». Elevados picos de ansiedad y estrés, un sentimiento de baja realización personal, agotamiento emocional, trato distante con los alumnos y descenso del estado de ánimo son algunas de las señales del 'profesor quemado', indica David Lanzas, psicólogo de Álava Reyes.

«Siempre que haya violencia, habrá que denunciarlo a los responsables del centro para que se tomen las medidas oportunas. Quizá necesitemos aprender estrategias para manejar las problemáticas por las que estamos pasando. Tanto para disponer de ellas como para efectuar una buena evaluación de las alternativas y un análisis de consecuencias ajustado, sería bueno acudir a terapia».

En otro centro se ha abierto expediente a un alumno de 4º de la ESO que ha colgado un vídeo en internet ridiculizando a dos docentes. Mientras se decide el castigo, pasan los días y estas profesoras deben lidiar con el alumno sin que el muchacho haya visto las consecuencias de su conducta. «No se debe entrar a dialogar en el momento de ira o pico de violencia, ya que en este momento la emoción está disparada y no atendemos a razones; además, el alumno puede ponerse a la defensiva y aumentar la violencia».

viernes, 26 de agosto de 2016

La construcción social del mal

Tal vez la historia más siniestra de violencia que conozco  es la de Gertrude Baniszewski con ‎Sylvia Likens. En ella está recogida en su génesis, antecedentes y consecuencias la "construcción" social de lo que es el mal.

viernes, 5 de agosto de 2016

Personas tóxicas en el trabajo

Dr. Travis Bradberry Autor de 'Inteligencia emocional 2.0' y presidente de TalentSmart

Seis tipos de relaciones tóxicas que deberías evitar en el lugar de trabajo, en Huffington Post, 05/08/2016

En el trabajo o en cualquier parte, casi todo el mundo ha tenido alguna experiencia con una relación tóxica. Si es tu caso, ya sabrás que las personas tóxicas absorben la energía, la productividad y la felicidad.

Según un estudio de la Universidad de Georgetown, el 98% de las personas dicen haber experimentado conductas tóxicas en su lugar de trabajo. El estudio llegó a la conclusión de que las relaciones tóxicas influyen de manera negativa en los empleados de nueve formas distintas:

El 80% perdía tiempo de trabajo preocupándose por algo que hubiera pasado.

El 78% afirmaba que su nivel de compromiso con la empresa había disminuido.

El 66% afirmaba que su rendimiento había disminuido.

El 63% perdía tiempo de trabajo al intentar evitar a la persona tóxica.

El 47% aseguraba reducir intencionadamente el tiempo que pasaba en el lugar de trabajo.

El 38% provocaba la disminución de la calidad de su trabajo intencionadamente.

El 25% reconocía pagar su frustración con los clientes.

El 12% afirmaba haber dejado el trabajo por culpa de una relación tóxica.

El 48% reconocía esforzarse menos en el trabajo intencionadamente.

Aunque las consecuencias de las relaciones tóxicas se pagan caro, lo que más caro se paga es la productividad perdida y el sufrimiento emocional que experimentan las personas que se ven atrapadas en este tipo de relaciones.

Puede que no seamos capaces de controlar la toxicidad de otras personas, pero lo que sí podemos controlar es nuestra manera de responder ante ellas. Antes de poder anular una relación tóxica, tienes que entender qué es lo que la hace ser tóxica. Las relaciones tóxicas son aquellas en las que las necesidades de una persona ya no se cubren o en las que algo o alguien interfiere con la capacidad de mantener una relación sana y productiva.

Reconocer y comprender la toxicidad te da la capacidad de desarrollar estrategias eficaces para repeler las interacciones tóxicas en el futuro. A continuación encontrarás los tipos de relaciones tóxicas más comunes acompañados de estrategias que te pueden resultar útiles para lidiar con ellas.

Relaciones pasivo-agresivas.

Este tipo de toxicidad puede estar representado de muchas formas en el lugar de trabajo. Desde el jefe que te da de lado hasta el compañero que pone en copia a tu jefe en todos los correos electrónicos. Una de las manifestaciones más comunes de agresividad pasiva es la reducción drástica del esfuerzo. A las personas pasivo-agresivas no les gusta recibir retroalimentación, lo que puede llevarles a irse antes del trabajo o a no trabajar tanto como los demás. La agresividad pasiva resulta mortífera en cualquier entorno de trabajo, que debe ser un lugar en el que las opiniones y los sentimientos se pongan sobre la mesa para seguir progresando.

Cuando alguien se comporte de manera pasivo-agresiva contigo, tienes que hacerte cargo de la situación y comunicar el problema. Las personas pasivo-agresivas se comportan así porque intentan evitar el asunto en cuestión. Si no puedes obligarte a establecer una vía de comunicación, puede que te veas envuelto en manipulaciones o juegos psicológicos. Recuerda que los pasivo-agresivos tienden a ser sensibles y a evitar los conflictos, así que, cuando les saques el tema, asegúrate de hacerlo de la manera más constructiva y armoniosa posible.

Relaciones que carecen de perdón y de confianza.

Es inevitable cometer errores en el trabajo. Algunas personas se centran tanto en los errores de los demás que es como si creyeran que ellos nunca cometen errores. Te darás cuenta de que esas personas están resentidas, están constantemente preocupadas por si alguien va a hacerles daño y puede que incluso hagan lo posible por echarte de un proyecto importante. Si no tienes cuidado, este tipo de cosas pueden frenar tu avance profesional al quitarte oportunidades de crecimiento.

Lo más frustrante de este tipo de relaciones en que basta con un error para perder cien "puntos de confianza", pero cien acciones perfectas solo sirven para recuperar uno de esos puntos. Para volver a ganarte su confianza, es crucial prestar muchísima atención a los detalles y que no te desanimes por el hecho de que la otra persona busque errores constantemente. Tienes que ser lo más paciente posible mientras tratas de salir del agujero de subjetividad en el que estás metido. Recuerda, Roma no se hizo en un día.

Relaciones unidireccionales.

Se supone que las relaciones tienen que ser beneficiosas para ambas partes. Son un toma y daca. En el entorno de trabajo, esto se aplica tanto a las personas que están por debajo de ti (que tienen que hacer lo que les mandes y a las que tienes que enseñar) como a tus superiores (de los que debes aprender y a los que debes aportar). Estas relaciones se vuelven tóxicas cuando una de las partes empieza a dar una cantidad desproporcionada, o cuando solo quiere recibir. Podría ser un jefe que tuviera que guiar a un trabajador en cada mínimo detalle o una compañera que se diera cuenta de que está haciendo todo el trabajo ella sola.

Si es posible, lo mejor que se puede hacer con este tipo de personas es dejar de dar. Desafortunadamente, esto no es siempre posible. Cuando no lo sea, tienes que hablar con sinceridad con la otra parte para recalibrar la relación.

Relaciones idealistas.

Las relaciones idealistas son aquellas en las que ponemos a la otra persona en un pedestal. Cuando crees que tu compañero es capaz hasta de caminar sobre el agua, la relación se vuelve tóxica porque careces de los límites necesarios en una relación laboral sana. Por ejemplo, puede que, en consecuencia, dejes pasar un error que necesitaba más atención o traspases tus límites éticos al asumir que tu compañero lleva razón.

Esta pérdida de límites es extremadamente tóxica para ti, pero tienes la capacidad de enderezar la relación. Independientemente de lo estrecha que sea tu relación con alguien o de lo genial que consideres su trabajo, tienes que seguir siendo objetivo. Y si tú eres el que está siendo idealizado por los demás, lo que tienes que hacer es decirlo e insistir en que quieres que te traten igual que a los demás.

Relaciones punitivas.

Las relaciones punitivas son aquellas en las que una persona castiga a la otra por comportarse de una manera que no coincide con sus expectativas. El mayor problema de este tipo de relaciones es que su objetivo es castigar, sin la comunicación, las críticas constructivas y la comprensión adecuadas. Esta denigrante perspectiva provoca conflictos y malos sentimientos.

Para sobrevivir a una relación punitiva, hay que ser sabio a la hora de elegir las batallas que se van a librar. Para que se te tenga en cuenta, no puedes entrar al trapo en cada conflicto. Si lo haces, te colgarán la etiqueta de "demasiado sensible".

Relaciones basadas en mentiras.

Hay personas que se centran tanto en dar buena imagen que pierden la noción de lo que es realidad y lo que es ficción. Entonces, las mentiras se amontonan hasta que son la base de sus relaciones con los demás. La gente que no da respuestas directas no merece tu confianza. Después de todo, si están dispuestos a mentirte, ¿cómo vas a poder depender de ellos?

Cuando en una relación no hay confianza, no hay relación. Construir una relación sobre mentiras es como construir una casa sobre un montón de arena. Lo mejor que puedes hacer es un recuento de pérdidas y seguir adelante.

Cómo protegerse de una persona tóxica:

Las personas tóxicas vuelven loco a cualquiera porque su comportamiento es irracional. Que no te quepa duda: su comportamiento va contra la razón. Entonces, ¿por qué permitirse responderles de una forma emocional y dejarse arrastrar por el torbellino?

La capacidad para gestionar las emociones y mantener la calma bajo presión (un componente muy importante de la inteligencia emocional) está directamente relacionada con el rendimiento y la felicidad. Una de las mejores ventajas de tener inteligencia emocional es poseer la capacidad de identificar a las personas tóxicas y de mantenerse alejado de ellas.

Cuanto más irracional sea alguien, más fácil debería resultarte librarte de sus trampas. Deja de intentar ganarles a su propio juego. Distánciate emocionalmente de la persona tóxica y concibe tus interacciones con ella como si de un experimento científico se tratara (o como si fueras su psiquiatra, si te gusta más esa analogía). No tienes que responder al caos emocional, solo a los hechos.

Mantener la distancia emocional requiere cierta concienciación (que puedes aumentar con un test de inteligencia emocional). No puedes hacer que alguien deje de sacarte de quicio si no reconoces cuándo lo está haciendo. A veces te verás en situaciones en las que necesitarás reorganizarte y elegir la mejor manera de proceder. Esto está bien, y no deberías tener miedo a concederte un tiempo para hacerlo.

La mayoría de la gente se siente así porque, aunque trabajan o viven con alguien, no tienen forma de controlar el caos. Nada más lejos de la realidad. Una vez hayas identificado a una persona tóxica, su comportamiento te parecerá más predecible y fácil de entender. Gracias a esto, podrás pensar racionalmente en qué situaciones tienes que tolerar sus comportamientos y en qué situaciones no. Podrás establecer límites, pero tendrás que hacerlo de manera consciente y proactiva. Si dejas que las cosas sigan su curso natural, estás destinado a verte envuelto constantemente en conversaciones difíciles. Si pones unos límites y decides cuándo y dónde te enfrentarás a una persona difícil, podrás controlar gran parte del caos. El truco es mantenerse firme y mantener los límites en su sitio cuando la otra persona intente cruzarlos (que lo intentará).

En resumen:

Hay muchos tipos de relaciones tóxicas en el lugar de trabajo. Cuando te veas involucrado en una, merece la pena evaluarlo todo detenidamente y desarrollar un plan de acción que salve tu cordura y tu vida laboral.

domingo, 1 de mayo de 2016

Una estrategia funcional para impedir el bullying

Leslie Blanchard, madre de cinco hijos, esposa, escritora: "Mi peor pesadilla: ¿y si estoy criando a una abusona?", Huffington Post 1/05/2016 

Nunca olvidaré el día en que mi hija me contó que Bethany, una niña de su clase de cuarto de primaria, la estaba molestando.

"¿Qué te hace?", pregunté, instintivamente protectora.

"¡Me sigue por el patio y se sienta a mi lado en la comida!", me respondió, como si esa frase lo explicara todo o fuera a hacer que me pusiera de su parte.

"¿Quieres decir que está intentando ser tu amiga?", pregunté, incrédula.

Me di cuenta inmediatamente de que tenía un problema delante de las narices. Estaba criando a mi peor pesadilla. En medio de mis cinco hijos, estaba mi hija: carismática, pícara, danzarina, atlética, rebosante de autoestima, rubia, de piernas largas y, aparentemente, un incordio para otra niña que no había tenido tanta suerte de ser como ella. Por desgracia para mi hija, su propia madre fue como Bethany en primaria. Mi padre era militar, tenía la cara llena de pecas y el pelo enmarañado, siempre era la nueva que pedía un amigo a gritos y que se sentía atraída por la seguridad de niñas como mi hija. Esta conversación me dejó debatiéndome entre sentirme furiosa o triste, pero había algo de lo que estaba segura: mamá iba a demostrar con hechos algo que llevaba defendiendo con palabras todos estos años.

A la mañana siguiente, mi casa se convirtió en una batalla entre dos fuerzas muy tercas. No fue agradable, pero me impuse. Mi hija iba a un colegio católico privado, en el que ella y su séquito partían el bacalao. Llamé por teléfono a la madre de Bethany esa misma tarde y mis miedos se confirmaron. Mi hija y su cuadrilla intentaban de todo para deshacerse de la molesta Bethany.

Estoy segura de que habrá padres y madres que pensarán que reaccioné exageradamente, pero yo creo que tenemos que enfrentarnos a la epidemia de bullying que nos asola de raíz; y, para ello, tenemos que redefinir el concepto. Para mí, el rechazo y la completa falta de interés que mi hija y su grupito demostraron hacia Bethany era el sutil comienzo de un tipo de bullying. Lo cierto es que (por lo que me confirmaron la madre de Bethany y los profesores) no había crueldad pública ni motes ofensivos de por medio, solo rechazo; una falta de interés total en alguien que habían asumido que no tenía nada que ofrecer. Después de mis experiencias de la infancia y de criar a cinco hijos, me he visto en todas las facetas de la dinámica social del bullying y estoy convencida de que así es como empieza. Con la evaluación trivial y el descarte rápido de alguien nuevo.

En mi opinión, a nuestros hijos podría servirles que tuviéramos con ellos una charla sobre el darwinismo social y sobre lo que motiva a los seres humanos a aceptar o a rechazar a los demás. Pasa a cualquier edad y en cualquier etapa de la vida, independientemente de la raza o la religión. Se basa en nuestro propio miedo al rechazo y nuestra falta de confianza. Todo el mundo compite para conseguir un buen puesto en la cadena alimentaria social. Me siento como si hubiera experimentado un éxito demostrable con mis hijos por haber puesto esta dinámica sobre la mesa. Es necesario que los padres llamen a las cosas por su nombre, que hablen alto y claro y que arrojen luz sobre los asuntos más feos. Tenemos que admitir ante nuestros hijos que nosotros también lo experimentamos, incluso siendo adultos. Por supuesto que es tentador lamerle el culo o hacerle la pelota a alguien que se encuentre un par de niveles por encima de ti en la pirámide social, pero todo el mundo merece nuestra atención y nuestro máximo respeto. A pesar de esto, tenemos que recordar constantemente a nuestros hijos y a nosotros mismos que todo el mundo puede aportarle un valor inesperado e imprevisto a nuestra vida. Pero, para eso, tenemos que dejarles.

No basta con enseñar a los niños a "portarse bien". Hay que ser un poco más específico. Los niños piensan que si no están siendo abiertamente crueles, se están portando bien. Nosotros sabemos más. Atemos cabos. Expliquémosles el instinto de supervivencia del darwinismo social que motiva y lidera sus impulsos. Te aseguro que podrán digerirlo. De hecho, ya lo están viendo de un modo u otro. Simplemente, necesitan que sus padres se lo expliquen y les propongan una dirección alternativa.

En el caso de mi hija, le he enseñado que tiene que invertir algo de tiempo y energía en conocer a Bethany. Le mandé que cuando llegara a casa al día siguiente me contara tres cosas guays que hubiera descubierto de Bethany y de las que antes no se hubiera dado cuenta. Mi hija no dio su brazo a torcer. No quería hacer lo que le había pedido. Y yo tampoco cedí. La mañana siguiente, me negué a llevarla en coche al colegio hasta que accedió. Parecía que, por lo menos hasta ahora, yo tenía el poder (y las llaves del coche). Como se resistió, nos dio tiempo a hablar del darwinismo social. Le expliqué mi "analogía del cajero automático". Le expliqué que ella tenía ahorros de sobra en el banco social. Así que podía sacar algo para esta chica arriesgando muy poco.

"¡Invirtamos!", la animé, entusiasmada.

Se vistió de mala gana y la llevé en coche al colegio. Tuvo un buen día (lo que quedaba de día), pero todavía estaba mohína conmigo cuando fui a buscarla y me dijo que las madres de sus amigos "no se metían en esos asuntos" y dejaban a sus hijos "elegir a sus propios amigos". (Qué mujeres tan sabias). Y después me dijo tres cosas guays de Bethany de las que no se había dado cuenta antes.

Llamé a la madre de Bethany por teléfono dos semanas después. Es lo que se llama hacer un seguimiento. (No creo que muchos padres lo hagan. Nos limitamos a "sobrevolar" las necesidades de nuestros hijos en lo que se refiere a ropa, nutrición, sueño, higiene y trabajos manuales del colegio y luego nos enorgullecemos de lavarnos las manos en lo que a temas sociales respecta. Ojalá me dieran un dólar por cada vez que me gustaría decir "¿En serio? ¿Gestionas todas las mierdecitas de tu hijo, desde la ingesta de gluten hasta los tacos de las botas de fútbol, pero en ESTO no te vas a meter?". Está claro por qué hay tan poca responsabilidad y por qué la cultura del bullying está tan extendida). La madre de Bethany me aseguró que su hija se había sentido bienvenida y que todo iba bien.

La familia de Bethany se mudó unos años más tarde. Mi hija lloró cuando sus caminos se separaron. Y todavía siguen en contacto gracias a las redes sociales. Era y sigue siendo una chica muy guay con mucho que ofrecer a los demás. Pero la que más ganó de esta experiencia fue mi hija, obviamente. Ahora va a la universidad y tiene un grupo de amigos muy diverso. Es amable, le gusta incluir a todo el mundo y está abierta a todo tipo de personas. Cuando era maleable, impresionable y yo estaba ahí para guiarla:

- Aprendió que la primera impresión no siempre es acertada.

- Aprendió que podía ser amiga de la persona más inesperada; las mejores amistades no tienen por qué ser "tu tipo". En el ámbito de la amistad, el contraste suma puntos.

- Aprendió que hay veces, en un marco social determinado, en las que estás en posición de retirar parte de tus fondos para ayudar a alguien. Que hay que ser generoso e invertir. Da sus beneficios.

Pero lo más importante es que aprendió que, aunque no me preocupo mucho por sus manualidades del colegio, por si es intolerante a la lactosa o por si lleva el pelo enredado, me preocupo de que trate bien a la gente.

Padres: vuestros hijos en algún momento desarrollarán el sentido común suficiente como para ponerse una chaqueta si hace frío y para comer verdura, invertid vuestra energía en guiar sus interacciones con la sociedad. Si insistimos en seguir sobrevolando superficialmente las vidas de nuestros hijos, por lo menos, hagámoslo en las áreas adecuadas.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

jueves, 3 de marzo de 2016

La presunción de culpabilidad en el caso del profesorado demuestra cuánto se desprecia al profesorado

Estoy de acuerdo en que se puedan investigar los antecedentes penales del profesorado... pero yo pediría que se hiciera lo mismo con curas, pastores de ovejas y de grey protestante, políticos, militares, médicos, enfermeros, pediatras y así hasta llegar al kiosquero y al peón friegaplatos... ¿o es que existe presunción de culpabilidad? Porque los políticos han tenido y tienen bula para dar por culo a todo el pueblo por igual y en particular al alumnado y al profesorado con tanta reforma irreformable. Yo los llevaría al reformatorio o a la cárcel, con las hermanitas penitenciarias de los desamparados,. En especial a Rajoy, al que algunos llaman "la trotona de Pontevedra", que merece de sobra las amorosas atenciones de toda una serie de madres superioras.

De Jaime López Fernández, "Soy profesor, no pederasta" en Huffington Post, 3/03/2016 

A partir del 1 de marzo, para ser profesor, al menos en la Comunidad Valenciana, además de aportar los títulos que te acrediten como tal, será requisito imprescindible presentar un certificado negativo del Registro Central de Delincuentes Sexuales; es decir, demostrar que no eres ni un pederasta ni un violador. Para los que nos dedicamos a la docencia desde antes de esa fecha, se accederá a tal información desde el Ministerio de Hacienda. Es una exigencia del Ministerio de Justicia, en virtud de la aplicación de la Ley de Protección Jurídica del Menor.

No deja de ser curioso que uno siempre tenga que andar demostrando que no es culpable de algo, y pongan en entredicho su presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario, o al menos lo acredite. A nadie se le ha pasado por la cabeza exigir este requisito para emprender el sacerdocio, habida cuenta de los escándalos sexuales que, a la sombra de las sotanas, salen a la luz todos los días. O que un pediatra tenga que acreditar que no es un delincuente sexual porque el objeto de su estudio y de su trabajo sean los niños.

Por supuesto que no, porque la buena fe es un principio que prevalece sobre todos los demás, aunque no parece de aplicación en el colectivo del profesorado, que con medidas como esta, una vez más, se encuentra socialmente cuestionado. Cabría preguntarse el porqué de la medida y su efectividad, y del mismo modo, si se considera que la educación puede convertirse, o lo ha hecho ya, en un reducto de pederastas.

La verdad es que parece existir en este Gobierno un interés cicatero y singular en estigmatizar un colectivo, el docente, que, a pesar de todas las sospechas que ha vertido sobre él, ha seguido trabajando con una ilusión muy difícil de mantener en las condiciones en las que ha quedado la enseñanza tras la desastrosa política en materia educativa. Circunstancia que se debe a que la inmensa mayoría de los que lo componemos amamos lo que hacemos, y con ello hacemos que gran parte de nuestros alumnos se implique y se ilusione con el futuro que le aguarda. Todos los que formamos la comunidad educativa. Los que estamos y los que estarán. Con certificado negativo del Registro Central de Delincuentes Sexuales o sin él. Y sobre todo, a pesar de ustedes.

Harían bien en dejarse de tantas chorradas dirigidas a la galería y en dedicar todos sus esfuerzos en revertir las nefastas "soluciones pedagógicas" adoptadas con el único fin de ahorrar dinero a costa de la educación de los chavales, empezando por reducir las ratios en el aula y ampliar las plantillas que diezmaron.

Y ya puestos, me pregunto si para ser congresista o senador es necesario presentar el Certificado de Antecedentes Penales. Dada la vergonzante trayectoria de muchos de nuestros políticos y asesores, estabulados en la Administración por ellos mismos, no estaría de más contemplar su necesidad y exigirlo al Ministerio de Justicia, para acreditar fehacientemente la carencia de antecedentes o su existencia, no vaya a pasarse por alto algún chorizo del que no hubiera constancia.

A fin de cuentas, la presunción de inocencia (o de culpabilidad, según se mire) es idéntica para todos los ciudadanos. Y puestos a computar, es mucho más alarmante el número de ladrones que ha sumado la política en nuestro país los últimos años que el de pederastas en el sistema educativo. Es más, no conozco a ningún delincuente entre mis compañeros. No sé si podrán decir lo mismo quienes nos gobiernan.

viernes, 19 de febrero de 2016

Respuestas individuales al acoso escolar

Isabel Miranda, «Nunca contaba nada a mis padres»: así se enfrentan los menores españoles al acoso escolar, El País, 18-II-2016:

Buscar ayuda en la familia es la quinta opción, según un informe de Save the Children

«Nunca contaba nada a mis padres... con mis padres no había mucha relación, no busqué su apoyo, sentí que no tenía apoyo de nadie. Un día pedí ayuda a los profesores, lo pasaron por alto... entonces me empezaron a pegar, el bullying fue a más». Es el testimonio de Jasper, que ahora tiene 20 años, tras sufrir años de acoso escolar.

Al igual que Jasper, otros menores españoles prefieren no acudir a los padres o, al menos, prefieren probar otros medios antes de hacerlo. En concreto, «buscar la ayuda de un familiar» sería su quinta opción según se desprende de un estudio realizado por Save The Children, en el que se realizaron 21.487 entrevistas a estudiantes españoles de entre 12 y 16 años.

De una lista con 30 estrategias para afrontar la situación, las opciones que mayor acuerdo medio lograron entre los jóvenes fueron (por orden) la de «solucionar activamente el problema», «parar la situación», «pensar diversas soluciones», «no parar hasta resolver el problema» y, en quinto lugar, «buscar ayuda de un familiar».

Por eso, según la responsable de incidencia de la ONG, Ana Sastre, es vital que los padres «escuchen mucho a sus niños, que nunca menosprecien ningún comentario» porque «si no lo tomamos en serio la primera vez, puede que nunca más vuelvan a contarlo».

«Resignarse» o «dormir más»
Si bien la mayoría de los menores acosados utilizaron estrategias adecuadas para enfrentarse al problema, según analiza el informe, también hubo un grupo que eligió ampliamente como estrategia «no pensar en el problema» (en noveno lugar); «convencerse de que todo mejorará» (undécimo lugar); «dar vueltas repetidamente a su estado de ánimo» (decimotercer lugar) o «concentrarse en sí mismo para no pensar» (décimo quinto lugar).

Peor aún, aunque con menor prevalencia, hubo quienes optaron por «dormir más», «resignarse» o «vengarse», un grupo de víctimas que utiliza estrategias poco adecuadas y que «quizás requieran ayuda especial», dice el informe.

«En el caso de las niñas, nos hemos dado cuenta de que es más fácil que pidan ayuda o que lo gestionen mediante trabajo interior, pero en el caso de los niños, su estrategia va más enfocada al enfrentamiento o la evasión», reconoce el director General de la ONG, Andrés Conde.

También se ven diferencias en función de la edad, analiza el informe. Los estudiantes del primer ciclo de la ESO prefieren las estrategias de reevaluación (como pensar positivamente, tomárselo con buen humor, etc) y también de gestión interna en casos de ciberacoso. En el segundo ciclo, en cambio, se decantan más por las estrategias de enfrentamiento.

viernes, 22 de enero de 2016

La gordofobia

Rebeca Yanke, "Cristina Vallejo: "La 'gordofobia' minó mi vida estudiantil", en El Mundo, 22/01/2016

Helena Guerrero: "No soy guapa de cara, soy bonita entera""Si naciera de nuevo, me gustaría volver a ser gay pero no gordo"

Hoy, Cristina Vallejo trabaja de recepcionista, cría a su hija de ocho años, Inés, de cuyo padre está divorciada, estudia Historia del Arte a distancia y hasta tiene tiempo de hacerse su propia ropa. Las cosas no fueron siempre así. "Nací pesando más de cinco kilos, siempre he sido la típica niña gorda, he sufrido acoso en el colegio y eso minó mi carrera estudiantil, y eso que siempre me encantó estudiar pero, como centras todo lo que te pasa en el problema que tienes y en cómo deshacerte de él y evitar que te digan cosas... Pues vas dejando de lado lo importante: llegué a dejarme tres asignaturas en 6º de E.G.B para repetir y poder cambiar de compañeros...", resume. La Cristina adolescente estaba convencida de que jamás aprobaría Educación Física - "me va a quedar la gimnasia de primero, la de segundo y la de tercero" -pensaba que jamás llegaría a C.O.U-, dejó los estudios, comenzó a trabajar de dependienta... hasta que descubrió que en el instituto nocturno de su barrio no existía Educación Física, y vio la luz. "Se me abrió el cielo, lo hice todo del tirón, pero ya llevaba un retraso de cuatro años...", se lamenta. También ella, como Helena, comenzó a ejercer de gorda con alegría cuando descubrió el grupo on-line Stop Gordofobia, «Mi empoderamiento es reciente. Siempre estuve acomplejada, siempre iba de negro, primero siniestra, luego gótica, ahora más Lolita, por rejuvenecerme, pero el tema de los kilos siempre me ha condicionado, no quería conocer chicos, no me lié con nadie hasta los 18 años, pese a tener candidatos, no me miraba al espejo...». Tras un accidente de tráfico y dañarse la espalda, Cristina se enfrentó a la gordofobia donde parecería imposible, en principio: la consulta del médico. "Desde el principio, lo único que me dijo fue que tenía que perder peso, hasta tuve que decir: 'Por favor, si yo estuviera delgada, qué otras indicaciones me darías, dámelas, por favor, qué tipo de ejercicios me convienen, que los hago....'" Al igual que Helena, cree que "la gente asocia la palabra gorda a insulto y sólo es un adjetivo calificativo". "Esto hay que pararlo, la gente ha aprendido a no meterse con un homosexual o un transexual o a no hacer chistes de mujeres pero, ¿con los gordos qué pasa? Todo es risa...".

jueves, 21 de enero de 2016

El acoso en toda plaza

Todo el mundo se ha escandalizado al leer la carta de un niño de once años que se ha suicidado al parecer por un acoso escolar no detectado. A través de esa Carta aflora una España negra de miseria social y económica que más de uno quisiéramos no ver y los gobernantes, desde luego, con su malsano optimismo e inacción, están contribuyendo a aumentar. Es la diferencia que establecía el 98 entre España oficial y España real. En dicha carta se insinúa el papel vertebral de los abuelos en la consolidación económica, social y moral de familias sometidas a todos tipo de tensiones desestructurantes: divorcio, paro, pobreza, desigualdad... Dicen sus padres que el niño era inteligente. Y este niño inteligente no quería ir al colegio. Se entiende: los inteligentes son más sensibles de lo normal y suelen padecer más que nadie la crueldad que, de forma difusa, se está esparciendo por toda la sociedad española. Los niños dicen las verdades; su comportamiento es una verdad: nos habla del suicidio de un país y de una cultura entera. Cuando nuestros niños se suicidan es que hay algo que verdaderamente no funciona. Y ese pilar siempre ha sido en una identidad colectiva la dignidad, la justicia.

Esta crueldad, cuya definición exige que la víctima sea siempre persona débil e indefensa (la crueldad contra los instalados en el poder es menos ilegítima, porque los débiles siempre son los primeros en padecer las consecuencias de sus errores y corrupciones), se infiltra sobre todo mediante los procedimientos anónimos del móvil, de Internet, de la prensa, de la radio, de la televisión. Aparece en los comentarios a las noticias, en los insultos y denuestos vertidos hasta el punto de que la mayoría de la gente se cubre de esta basura con el paraguas del pseudónimo, incluso para atacar a su vez con violencia extrema, lo que indica ya que incluso toda franqueza y toda nobleza se ha perdido en una sociedad mentirosa, traicionera y, sobre todo, violenta. 

En esta sociedad de masas la formación de grupos y mafias es esencial incluso para presionar (nuestros jóvenes están demasiado socializados y carecen de individualidad: la información y la publicidad abusiva y constante los trata siempre en conjunto, como masas), una niña puede "desaparecer" del mapa si no tiene móvil, no podrá "quedar", no será invitada a cumpleaños ni a eventos, y si tiene móvil podrá ser acusada de gorda, sucia, solitaria o tonta de forma anónima a través de grupos de internet, donde se podrán difundir fotografías retocadas que la desfiguren, siendo odiada sin remite y sin responsabilidad y sin que siquiera se enteren profesores, padres, autoridades.

El asidero del odio es, frecuentemente, cualquier diferencia o heterodoxia: color de piel, delgadez, acento, origen... la lista es interminable y afecta a los llamados argumentos ad hominem, que se reducen simplemente al "usted es despreciable porque no es como yo". La pluralidad, algo que garantiza la emigración y que siempre se ha indentificado con el progreso mismo de una sociedad, es ahora objeto de oprobio y desprecio. Grecia, Europa misma pudo progresar más que otros lugares del mundo porque el extraño podía emigrar a otro país cercano y ningún poder podía imponerse al del individuo. Y alguien que se sale de la media por su inteligencia, por su humildad, por su independencia, por su voluntad y ganas de trabajar, por su físico excesivo, por sus enfermedades, por sus orígenes, por sus costumbres, por su religión, por cualquier cosa buena, mala o extraña, puede ser atacado de consuno y en forma anónima. 

Y puede ser peor: el extraño es cosificado como un bolso al que no se dirige la palabra porque no pertenece al rango de lo humano y solo se encuentra aquí sordo, mudo y ciego, como ha establecido en su jerarquía de exclusiones el lucido sociólogo Zygmunt Bauman, que mencionaba hace unos días nuestro ilustre comentarista Hobbes. Una ignorancia muy propia de los comportamientos ideológicos conservadores y que es etapa previa a todo fascismo. Después cuenta la historia que se emprenden procesos de expulsión y de eliminación o simple exterminio. 

Y, en el caso del niño, toda esa alienación, toda esa falta de respeto y de vergüenza que es común incluso entre los nefandos políticos que padecemos y esos debatidores incapaces de comunión, los "matones del espíritu" de que hablaba a comienzos del XIX nuestro gran maestro de tolerancia, José María Blanco White, unidos solamente en ser el gran hermano charlatán del siglo XXI, seguirá atontando a los más superficiales y ágrafos consumidores de imágenes y enviando a la muerte a pobres inocentes asqueados y sedientos de espíritu, decencia, cultura, limpieza y comprensión.

jueves, 18 de junio de 2015

Un nuevo juego electrónico "educativo": matar al profesor

Julio Llamazares, "Pegar al profe", en El País, 18 JUN 2015:

No se sabe qué juego es peor; si el virtual de una juventud que pega a los profesores como diversión o el real de una sociedad que lo hace con su desconsideración.

Tras el juego de atropellar ancianos, tan divertido, parece que ahora el que va a triunfar entre nuestros jóvenes es uno que consiste en pegar al profesor, ese enemigo público para muchos de ellos y más en tiempo de exámenes como el de estos días. Las imágenes que he visto por la televisión no pueden ser más explícitas: el alumno le pega al profesor con una silla, le clava unas tijeras en el cuello, se ensaña con él cuando está en el suelo… Comparado con el de atropellar ancianos, tal vez sea un poco ligth, pero a buen seguro que tendrá éxito.

Sin reparar en el trauma que pueden provocar en nuestros jóvenes, muchas personas han pedido enseguida la prohibición del juego, algo difícil de conseguir porque la libertad de expresión ampara su difusión y, si no, tampoco importa demasiado: la piratería ya se encargará de que llegue al último iPad, PC, Mac, smartphone, iPhone, Play Station y demás apéndices tecnológicos a los que nuestra población más joven permanece conectada día y noche como los enfermos a sus goteros en el hospital. El prestigio del que gozan los piratas informáticos no lo han ganado a la lotería.

Como miembro de una familia de profesores (uno prefiere decir maestros, una palabra que debería recuperarse por lo que significó y significa para mucha gente), el cuerpo también me pide rasgarme las vestiduras y poner el grito en el cielo por lo que parece un paso más hacia el envilecimiento de una juventud que, al parecer, ya no respeta ni a los ancianos, ni a sus padres, ni a los profesores; es más, que disfruta despreciándolos y humillándolos, ya sea en sus juegos, ya sea en la realidad. El problema con el que me encuentro es que comparto aún menos las opiniones de los que se escandalizan del jueguecito, entre los que reconozco a muchas personas que llevan culpando a los profesores de todos los problemas de sus hijos y desautorizándolos ante éstos, que han aprendido a verlos así como sus enemigos. Que políticos que han acusado de vagos y de ignorantes a nuestros profesores, que tertulianos que han opinado de ellos que son unos egoístas por oponerse a ciertas políticas ministeriales de restricción más que por ellos por sus alumnos, que la misma sociedad que los considera unos pobres hombres sin aspiraciones por dedicarse a una actividad tan poco gratificada económicamente se erijan ahora en sus defensores invita a uno a situarse en la trinchera opuesta. Juego por juego, no sé cuál es peor, si el virtual de una juventud que pega a los profesores como diversión o el real de una sociedad que lo hace de verdad desde hace tiempo con su desconsideración.

martes, 16 de junio de 2015

Síndrome de Burnout

I
Ana Torres Menárquez, "El síndrome del trabajador quemado", en El País, hoy:

El desgaste profesional puede deberse a una mala organización de las tareas por parte de la empresa o a la propia autoexigencia. 

Sobrecarga de trabajo, expectativas demasiado altas o falta de directrices claras por parte de los responsables de una empresa. Hay múltiples factores que pueden conducir a un empleado a sufrir burnout, en español síndrome del trabajador quemado. “Todavía se está estudiando la definición más exacta, pero se refiere a un estado de agotamiento y un sentimiento de falta de eficiencia que derivan en negligencia con los objetivos a cumplir por parte del trabajador”, señala Jesús Montero-Marín, psicólogo clínico e investigador en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.

El término no es nuevo. El psiquiatra estadounidense Herbert Freudenberger lo acuñó en 1974 en el libro Burnout: The High Cost of High Achievement y lo definía como la falta de motivación o incentivos, especialmente cuando no se alcanzan los resultados deseados. Freudenberger publicó este estudio después de trabajar como voluntario en una clínica de desintoxicación neoyorkina y observar que la mayoría de sus compañeros sufría una progresiva pérdida de energía al año de empezar a trabajar, acompañada de síntomas de ansiedad y depresión. Todo ello por la falta de recompensa o satisfacción con ese tipo de empleo.

“El síndrome se origina por el padecimiento de estrés laboral crónico y la principal diferencia con una depresión es que mientras ésta conlleva agotamiento y falta de ilusión por la vida en general, el burnout se restringe al ámbito del trabajo. Si no se trata a tiempo, puede acabar afectando a todos los niveles”, señala Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y la Depresión.

¿Cómo puede una persona saber si lo padece? Si se levanta habitualmente cansado y sin ganas de ir a trabajar pese a haber descansado más de siete horas, siente que está dejando de lado su vida personal para atender sus tareas laborales y lo que inicialmente le proporcionaba desafíos y gratificaciones le resulta indiferente, ahí puede saltar la alarma. Otro indicador es que la calidad de las interacciones con las personas a las que atiende sea cada vez peor, o que tenga el sentimiento permanente de ser ineficiente. “A nivel psicosomático se puede manifestar con insomnio, problemas en la piel, dolor de cabeza… A cada uno se le puede manifestar de una forma distinta, según su tolerancia al estrés y sus características personales”, indica el psicólogo Jesús Montero-Marín, miembro de un grupo de investigación sobre burnout integrado por la Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.

Tres niveles de burnout

El grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud ha identificado tres perfiles de burnout:

- Frenéticos: son aquellos trabajadores que tienen la sensación de estar sobrecargados, abandonando su vida personal y su salud para atender las tareas laborales.

- Sin desafíos: se sienten indiferentes hacia las tareas que tienen que realizar. No se sienten motivados y tienen en mente cambiar de trabajo. Suele asociarse a profesionales ligados a trabajos de tipo administrativo o burocrático.

- Desgastados: sienten que no controlan los resultados de su trabajo y que no se les reconoce el esfuerzo. Finalmente, optan por ser negligentes y por abandonar sus responsabilidades.

Los tres estadios requieren de un terapeuta que diagnostique el grado y ayude a reorganizar los pensamientos, sentimientos y conductas.

Montero sostiene que el papel de las empresas para prevenir este síndrome es esencial, ya que muchas veces se debe a la falta de organización de la propia compañía. “Estilos de mando excesivamente rígidos que no permiten al trabajador tomar decisiones, horarios poco flexibles o formas inconsistentes de premiar o castigar el esfuerzo son algunas de las dinámicas que deben analizarse y modificarse”, asegura el psicólogo. Una de sus recomendaciones es que las empresas integren en sus programas formativos talleres que enseñen a sus empleados herramientas para hacer frente al estrés. El procedimiento a seguir es que un grupo de expertos evalúe el nivel de agotamiento de la plantilla, diagnostique el estado de los trabajadores y ofrezca un tipo determinado de intervención, normalmente basado en técnicas de relajación como el Mindfulness -práctica de origen budista que sirve para tratar problemas a asociados al estrés y al dolor crónico-.

Su última experiencia fue con el grupo Inditex, donde comprobaron que tras dedicar los últimos diez minutos de la jornada laboral a realizar ejercicios de estiramientos, los indicadores de agotamiento de los empleados se redujeron de forma notable. “El capital humano es un valor muy importante de las compañías. A una persona formada que desempeña bien su trabajo, hay que cuidarla”, remarca Montero.

Aunque las personas que sufren este síndrome requieren la intervención de un terapeuta para restaurar sus pensamientos, emociones y conductas, este especialista recomienda seguir estas pautas:

Reducir los niveles de activación. “Se trata de hacer higiene a nivel de carga de trabajo”, señala Montero. Si en la oficina es complicado disminuir las tareas, hay que buscar un momento del día para dedicarse al ocio, tanto a practicar deporte como a hacer vida social para no tener la sensación de soledad y aislamiento. Este punto también implica cambiar los esquemas mentales. “Hay mucha gente que cree que si no hace las cosas perfectas no están bien hechas. Hay que enseñarles que los resultados no dependen únicamente de ellos. Otros piensan que no se valora su esfuerzo y que hagan lo que hagan cobrarán lo mismo a final de mes. Esa es una respuesta de adaptación al estrés que provoca que de manera inconsciente vayan reduciendo su nivel de implicación”, explica.
Llenar de significado el trabajo. Consiste en identificar nuevas metas y desafíos. El modo de conseguirlo es abandonar la conducta de hacer las tareas de forma rutinaria y hacerlas de manera consciente. “A través de técnicas como el Mindfulness se desarrolla la atención plena que permite ser consciente de lo que se hace en cada momento y centrarse solo en eso”.

Disfrutar con el mero hecho de hacer bien las cosas. Esperar únicamente gratificaciones económicas al final de mes es un error. “Aprender a sentirse satisfecho con un trabajo bien hecho es crucial, entender que las recompensas nunca van a ser al 100% porque no existe la perfección”, detalla Montero.

En España no existen datos del nivel de burnout entre los trabajadores. El grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud publicó en 2011 un estudio que señala que el 30% de los profesores de primaria de las escuelas públicas aragonesas podría sufrir el síndrome, un porcentaje que en el caso de los docentes de secundaria podría superar el 40% y en el de los empleados de las universidades -personal administrativo, investigadores y profesores- podría rondar el 18%. “El diagnóstico no es fácil. En España hay muy pocos psicólogos especializados en burnout. Todavía queda mucho por investigar”, apunta Jesús Montero.


II

Ana Torres Menárqguez, "Calentar la silla no es productivo" El País, 17 FEB 2015:

Pese a las políticas de conciliación, los trabajadores hacen más horas por la presión de los jefes y la cultura del presentismo en España. Los horarios flexibles aumentan hasta un 19% la productividad.

En los países nórdicos a las 17.00 horas se apagan las luces de la oficina. Si alguno de los empleados sigue ocupando su silla, debe tener un motivo de peso. La jornada laboral está programada para trabajar de forma intensiva y obtener a cambio un equilibrio entre la vida personal y la profesional. En España ya se han empezado a instaurar los horarios flexibles, que dan un margen de varias horas tanto en la entrada como en la salida, también funciona el trabajo a tiempo parcial o el remoto desde casa. Pero a diferencia de lo que sucede en países como Noruega, se sigue valorando el presentismo. Pasar largas horas frente al ordenador está bien visto.

“Muchas empresas del IBEX 35 tienen políticas de conciliación, pero no siempre se cumplen”, opina Esther Jiménez, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia de IESE Business School. Tras haber realizado un estudio en 23 países de África, Asia, Europa y América Latina con más de 30.000 personas, una de las conclusiones es que en una misma compañía unos departamentos fomentan la conciliación y otros no; depende de los jefes y no del protocolo aprobado. “Se crean entornos contaminantes en los que los trabajadores sufren mayores niveles de estrés, tienen mayor intención de dejar la empresa y baja su productividad. Todo como respuesta a las exigencias de sus superiores”, señala Jiménez. Por el contrario, según esta investigación, el rendimiento se incrementa un 19% en entornos laborales que promueven la flexibilidad.

Uno de los retos en España es conseguir que las compañías implanten “horarios racionales”, que implican flexibilidad en el acceso y la salida, un máximo de 45 minutos para comer y que la jornada no finalice más tarde de las 17 horas, defiende Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Estas medidas aumentan la productividad entre un 11 y un 15% y reducen considerablemente los gastos de las empresas (entre ellos el energético), según las estimaciones de este organismo. “El presentismo está muy arraigado a nuestra concepción del trabajo. Es un gran error y debería ser reemplazado por prácticas que promuevan la eficiencia”, destaca.

Pero más allá de las buenas intenciones de las empresas, está la cultura laboral, y el hecho de abandonar la oficina después que el jefe es un hábito difícil de esquivar. Un ejemplo de ello es lo que le sucedió al estudio de arquitectura noruego Snohetta en 2005. La apertura de una sede en Nueva York y su intento por implantar su modelo se dio de bruces contra el modus operandi de los estadounidenses. El horario de 9 a 17 horas no casaba con su estilo de vida; estaban acostumbrados a entrar más tarde, hacer largos descansos para comer y marcharse después de las ocho de la tarde, siempre después que su responsable. Los gerentes insistían para que se ciñeran al horario noruego pero no había forma, relata la investigadora Elin Kvande, que estudió el caso de esta empresa y lo presentó en la Nordic Working Life Conference, organizada en 2012 por el centro nacional de investigaciones sociales danés.

El equilibrio entre el trabajo y la vida familiar es básico para esta compañía noruega y por ello sus empleados gozan de cinco semanas al año de vacaciones. Algo que levantó ampollas entre sus trabajadores al otro lado del Atlántico y que finalmente se calmó con un pacto: solo descansarían tres semanas y por ese motivo cobrarían más que el resto de sus compañeros de la sede escandinava.

Buenas prácticas para la conciliación:

Promover horarios inteligentes. Reducir los periodos de descanso (desayuno, almuerzo y comida) y adelantar el final de la jornada. 

Flexibilizar el horario de entrada y salida e implantar jornadas intensivas.

Formar a los directivos en liderazgo flexible. El directivo líder inspira confianza y construye vínculos fuertes y estables con la gente de la empresa. Lidera una cultura empresarial que tiene en cuenta el bienestar de las personas.

Potenciar el talento de las mujeres. "El mundo empresarial está dominado por valores masculinos y una visión rígida y cortoplacista de la empresa. Es necesario valorar la incorporación de la mujer a puestos directivos”, señala Esther Jiménez, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia de IESE Business School. “La mujer es más dada al trabajo en equipo, utiliza más el lado derecho del cerebro y por lo tanto tiene mayor capacidad de conexión con las emociones. El hombre utiliza más el izquierdo y es más sistemático”, explica en relación al libro Cerebro de mujer y cerebro de varón, de Natalia López Moratalla, catedrática de la Universidad de Navarra.

Armonizar los horarios españoles con los de los países europeos.

Conceder ayudas para guarderías.

Estos consejos han sido proporcionados por Esther Jiménez, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia de IESE Business School..

En España compañías como Iberdrola han dado un paso al frente en cuanto a la racionalización de horarios. En 2008 acordó con su plantilla, unos 9.000 trabajadores, universalizar la jornada intensiva y trabajar de 7.15 a 14.50 con 45 minutos de flexibilidad a la hora de entrar o salir. Según datos de la propia empresa, han mejorado la productividad; ganado más de medio millón de horas de trabajo al año; reducido en un 20% el absentismo y un 16% los accidentes laborales.

Otras más pequeñas, como Grupo17 (1.000 trabajores), dedicada a la prevención de riesgos laborales, también se han puesto las pilas. Hace cuatro años establecieron para algunos de sus empleados el teletrabajo, disponen de una hora para comer y de 45 minutos de margen tanto a la entrada como a la salida. A las 18 horas todos están fuera. La productividad de los empleados ha aumentado un 30%. “Los trabajadores saben que pueden contar con la empresa. Les escuchamos y si tienen motivos para llegar dos horas más tarde, no les pedimos justificantes”, explica María Jiménez, gerente del grupo.

En compañías como la consultora tecnológica Neoris, con más de 3.500 empleados en todo el mundo (750 en España), los horarios no son fijos; ya hace tiempo que se mide a los trabajadores por objetivos. “Hay muchas empresas en las que nadie ficha. Importan los resultados y se incentiva la autogestión”, asegura el vicepresidente de la compañía en Europa, Oriente Próximo y África, Pedro Irujo. Ahora están volcados en el “bienestar” de su plantilla y les pasan encuestas para medir su grado de satisfacción con los jefes, la luminosidad de sus lugares de trabajo, el ruido o el salario. Su intención es que sus empleados sientan que se preocupan por ellos. “Ya lo dijo Napoleón, un soldado motivado vale por tres”, añade Irujo.


Además, han contratado una serie de servicios para “hacerles la vida más fácil”, como uno de lavandería en la misma sede, o los conocidos tiques guardería o restaurante, con los que la empresa paga en especies y los trabajadores tributan menos IRPF. “Programamos actividades fuera de la oficina como carreras para fomentar el team building (trabajo en equipo). En el ambiente laboral se está más cohibido. Al salir, se habla de otros temas, se crea compañerismo y se confía”. No hay retorno económico. “Es una inversión en la felicidad de los trabajadores”, zanja.