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lunes, 18 de mayo de 2020

Discurso, o más bien monólogo, de Greta Thurnberg

Mi mensaje es que os estaremos vigilando. Todo esto está mal. No debería estar aquí. Debería estar de vuelta a la escuela al otro lado del océano. ¿Por qué sin embargo todos ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven? ¡Han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías! Y sin embargo, soy una de las afortunadas. La gente está sufriendo. La gente está muriendo. Ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva... y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas, de crecimiento económico eterno.

Durante más de 30 años, la ciencia ha sido clara como el cristal. ¿Cómo os atrevéis a seguir desviando la mirada y a venir aquí diciendo que estáis haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?

Decís que nos escucháis y que entendéis la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté: no quiero creer eso. Porque, si realmente entendisteis la situación y aún no actuasteis, entonces serías perversos, y me niego a creerlo.

La idea popular de reducir nuestras emisiones a la mitad en 10 años solo nos ofrece un 50% de posibilidades de permanecer por debajo de 1.5 grados Celsius y de reducir el riesgo de desencadenar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano.

El cincuenta por ciento puede ser aceptable para ustedes. Pero esos números no incluyen puntos de inflexión, ni la mayoría de los circuitos de retroalimentación y calentamiento adicional ocultos por la tóxica contaminación atmosférica o los aspectos referentes a la equidad y justicia climáticas. También dependen de que mi generación absorba cientos de miles de millones de toneladas de su CO2 fuera de la atmósfera con tecnologías que apenas existen.

Por tanto, un riesgo del 50% simplemente no nos es aceptable: nosotros somos quienes tenemos que vivir con las consecuencias.

Para albergar un 67% de posibilidades de permanecer por debajo de un aumento de temperatura global de 1.5 grados, las mejores probabilidades concedidas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el mundo tenía 420 gigatoneladas de CO2 para emitir el 1 de enero de 2018: hoy esa cifra ya se ha reducido a menos de 350 gigatoneladas.

¿Cómo os atrevéis a fingir que esto se puede resolver con "negocios como siempre" y algunas soluciones técnicas? Con los niveles de emisiones actuales, ese presupuesto restante de CO2 desaparecerá por completo en menos de 8 años y medio.

Hoy no se presentarán soluciones o planes que asuman estas cifras, porque estos números son demasiado incómodos. Y todavía no sois lo suficientemente maduros como para decirlo como es. ¿Cómo os atrevéis?  Nos estáis fallando. Pero los jóvenes están comenzando a comprender vuestra traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre vosotros. Y si elegís fallarnos, yo digo: nunca os perdonaremos.

No dejaremos que os salgáis con la vuestra. Justo aquí es ahora donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y el cambio está llegando, os guste o no.

Gracias.

domingo, 26 de abril de 2020

martes, 2 de abril de 2019

Inutilidad de discutir con los que no usan la mollera

TECETIPOS
Manual (realista) para sobrevivir a los ultras en redes
GERARDO TECÉ, en Público, 31 DE MARZO DE 2019

Fue hace un par de días. Acababa de compartir, desde mi cuenta de Twitter, una información de los amigos de Maldito Bulo en la que explicaban cómo unas supuestas imágenes –muy compartidas en redes sociales– de unos jóvenes rumanos jactándose de haber venido a España para robar con impunidad, correspondían en realidad al videoclip grabado hace diecisiete años por un grupo de música ruso.

Como nunca tiro papeles al suelo por la calle y siempre intento decir buenos días cuando me cruzo con algún vecino en el portal, pensé que también sería buena idea desmentir bulos racistas como pequeña contribución a la sociedad en la que vivo. Menudo ingenuo. Al cabo de unos segundos de la publicación de mi tuit compartiendo el desmentido al bulo llegaban las primeras respuestas. Todas en la misma dirección. Un tipo con la bandera de España en su foto de usuario pasaba olímpicamente del desmentido y me acusaba de defender la inmigración masiva porque, al parecer, alguien me paga por ello. Estuve muy tentado de responderle con datos: me llevo 15 céntimos por cada kilo de extranjero que llega a España. Después de tener escrita la respuesta, decidí no arriesgarme a publicarla por si Eduardo Inda andaba merodeando en busca de un titular para el día siguiente. Otro usuario, en este caso con la foto de un personaje de dibujos animados, me respondía con un collage de imágenes que demostraban claramente que Podemos es una tapadera para que violadores, etarras y traficantes de droga tomen el control del país. Mientras terminaba de reponerme del patatús y aún sin entender qué tenía todo aquello que ver con el vídeo de los rumanos, una pareja de usuarios se coordinaba como guardias civiles de tráfico, en mi muro de Twitter. Mientras uno de ellos me respondía al desmentido racista pidiéndome explicaciones por la tesis de Pedro Sánchez, el otro le daba la razón y subía la apuesta involucrándome en la hipoteca de “la mansión” de Pablo Iglesias. Como si no tuviera yo suficiente con pagar el alquiler de mi piso.

Fue entonces cuando me di cuenta –reconozco que me ha costado–. No merece la pena perder un segundo de vida en esto. Por muy importante que sea el asunto a tratar. Por muy de la misma especie que sea quien está al otro lado de la pantalla. No compensa. Como una plaga de cotorras verdes, los ultras han llenado de mierda y estupidez un espacio público como las redes quitándole la única utilidad que tenían: el debate, el buen ambiente. Los ultras no debaten y de buen ambiente ni hablamos. Los ultras son carteles con patas en los que en lugar de poner “Compro oro”, se lee “Vendo odio”. No hay debate posible con quien tiene como único oficio cagar en cada esquina. Ni en las redes sociales ni en otros espacios. La semana pasada, cuando por televisión le preguntaban a Ortega Smith, uno de los cabecillas del movimiento ultra, por una exclusiva de los compañeros de La Marea –en su partido había un neonazi condenado por una brutal agresión que le dejó secuelas a un profesor universitario en el pasado–, el cabecilla, que en un principio reaccionó diciendo no saber nada del asunto, se lo pensó un instante y decidió que sí sabía: eso es una fake news de un panfleto izquierdista, despachó el asunto sonriendo a cámara porque mandar a fusilar ya no se lleva. Es imposible hablar sobre la realidad con alguien a quien la realidad no le importa un carajo. Tiene el mismo sentido que hablar sobre la burbuja inmobiliaria con un ladrillo recién encementado. 

Estos meses que han pasado desde la puesta de largo institucional del fascismo hasta hoy me han dejado agotado. Tengo la conciencia tranquila. A pesar de los insultos diarios, lo he intentado. Sin ningún resultado, eso sí. Durante las semanas posteriores a la llegada de la extrema derecha al Parlamento de Andalucía, me puse en contacto con varios de los cabecillas del Sindicato Vertical Ultra-Sección Redes Sociales. Mi propósito era hacer un artículo basado en un debate entre personas de varias tendencias políticas con una pequeña trampa, había que usar para el debate fuentes que aportaran datos reales. La respuesta más habitual por parte de los ultras al ofrecimiento fue que me fuera de España, seguida muy de cerca por que me muriera. En la tercera posición del pódium, una tercera variable: “qué poco os queda para que se os acabe el cuento”. Más allá de insultos o amenazas ni uno solo aceptó participar.

Los medios de comunicación que gastan un mínimo sentido de la responsabilidad andan sumergidos en el mismo dilema. ¿Qué hacer ante la invasión real de cotorras verdes que todo lo ensucian? El consejo editorial de este medio, CTXT, decidió a principios de esta misma semana no hacerles el juego. En el debate interno que tuvimos yo tuve grandes dudas. No hablar de lo que sucede no es la solución nunca, pero el hecho es que lo que sucede es un ruido fachoso/infantil que impide el debate adulto. Esto provoca una situación de excepción que te obliga a aislar el ruido, por muy real que sea. 

Es exactamente el mismo dilema que cada día vivimos quienes estamos en redes sociales. Nos sabemos de memoria la teoría de que los ultras se alimentan del juego de la provocación y el desprecio a la realidad, pero qué difícil se hace mirar para otro lado y callar cuando tienes a un maleducado delante. Si los ignoramos, ¿estamos dejando de combatir la mala educación? Puede que sí, pero quizá no haya otra alternativa si queremos que el nivel de ruido baje. ¿Y si el no combatirlos los hace crecer? Pues que así sea. Si España decide darles poder a las cotorras verdes que todo lo cagan, será que eso es lo que España merece.

Por mi parte, no me queda otra, me agarraré al humor para sobrevivir a esto. El humor es el único refugio seguro que nos queda ante los maleducados. He tomado una decisión drástica que pienso aplicar hasta las últimas consecuencias. De ahora en adelante mi única respuesta cada vez que una cotorra venga a mi muro de Twitter a cagar sobre las mujeres maltratadas, los inmigrantes, la convivencia o la libertad, será una foto de Franco dibujando con sus manos un corazón cuqui. Si no puedes convencerlos, si no puedes ni entablar diálogo, al menos, confúndelos un poco

viernes, 1 de junio de 2018

Inteligencia colectiva

Varias cabezas piensan mejor que una
ELENA SANZ, El Mundo, 30 may. 2018 01:59

Existen numerosas evidencias científicas que confirman que los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado

Año 1906. Feria de ganado en una campiña al oeste de Inglaterra. Una muchedumbre se agolpa alrededor de un colosal buey. "¡Hagan sus apuestas señores! ¡Atrévanse a adivinar a ojo de buen cubero cuánto pesa el ejemplar por sólo seis peniques!", grita alguien. Un divertido concurso rural que no hubiera tenido la menor importancia si no le hubiera dado por asomarse por allí a un estadista llamado Francis Galton, al que le encantaba analizarlo todo. Aquello despertó su curiosidad. Pidió copia de las 800 apuestas que habían hecho los agricultores y ganaderos locales. Y comprobó que, si las analizaba individualmente, había respuestas de todo tipo, algunas totalmente disparatadas, otras que no andaban demasiado lejos. Pero cuando calculaba la media de las respuestas, ¡'voilà'!, ésta coincidía casi exactamente (con un margen de error de sólo un 1%) con el peso del animal. Así fue como, en una recóndita feria de ganado, Galton llegó a una interesante conclusión: los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado. La inteligencia común supera a la de la suma de las inteligencias individuales.Ideas genialesLa teoría de Galton -que publicó la revista 'Nature'- no sólo no ha sido desmentida con el tiempo. Un siglo después, existen aún más evidencias de que en grupo pensamos mejor que solos. Incluso hay iniciativas exitosas basadas en este fenómeno, como las plataformas 'crowdsourcing', que tienen su máximo exponente en Wikipedia, o las iniciativas de co-creación e innovación abierta, que pretenden que surjan ideas geniales pensando en masa. Eso sí, en estos años hemos añadido algunos matices. El más importante de ellos es que las multitudes son más inteligentes que los individuos en muchas ocasiones pero, sobre todo, "en esas situaciones en las que hay opiniones muy diversas (no solamente 'sí' o 'no') y podemos conseguir que las personas las expresen de manera independiente", tal y como le explica a ZEN Bahador Bahrami, neurocientífico y experto en comportamiento humano del University College de Londres. En otras palabras, la inteligencia colectiva funciona mejor cuando ignoramos lo que responden los demás.Si las personas comparten información antes de contestar, empiezan a notarse los efectos de la influencia social, es decir, nuestra "tendencia a cambiar opiniones y preferencias observando lo que otros piensan", aclara Bahrami. Neurocientíficamente tiene sentido: somos animales sociales, y en cierto modo actualizamos nuestras ideas escuchando a los demás. "Nosotros mismos hemos demostrado incluso que somos más fácilmente influenciables cuanta más cantidad de materia gris tenemos en la corteza orbitofrontal lateral del cerebro", explica el investigador. Sin embargo, esta flexibilidad social no nos beneficia a la hora de resolver ciertos problemas en grupo, sino todo lo contrario.ExperimentoLa última prueba de ello la puso sobre la mesa el mes pasado un equipo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Harvard y el Instituto de Santa Fe. En su experimento no trabajaban con bueyes sino con tarros de caramelos. Les pedían a distintos sujetos que dijeran una cifra "a ojo" de cuántas golosinas había en los botes. De esta forma, comprobaron que si a los participantes se les informaba de que otros compañeros habían propuesto cifras mucho más altas que las suyas, casi siempre modificaban su respuesta. Con un desastroso resultado, porque al "rectificar", la media se alejaba de la realidad. El cálculo era mucho más atinado cuando nadie compartía información. Dice Bahador Bahrami que también hay que tener en cuenta que la fiabilidad de la inteligencia grupal depende del tipo de problema que se aborde. "Si el asunto requiere conocimientos expertos, entonces los grupos no lo hacen tan bien; pero si la pregunta es una sobre la que cualquiera tiene alguna noción, aunque sea imperfecta, como por ejemplo '¿cuál es la altura de la Torre Eiffel?', ahí los colectivos son sin duda mucho más listos que los individuos por separado", aclara.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Novela autobiográfica de Sergio del Molino sobre su juventud y un profesor de filosofía suicida

Carmen Morán, "Adolescencia y culpa en la última novela de Sergio del Molino. El suicidio de un profesor y activista local permite al autor de 'La España vacía' abordar su época en un instituto en Zaragoza", en El País, 8-IX-2017:

La adolescencia le ha proporcionado a Sergio del Molino un buen caldo para el libro que ya tienen en las tiendas: La mirada de los peces (Random House). Un caldo donde se recuecen la música de vinilo y los sinsabores generacionales, el aburrimiento en un banco del parque con los pies enterrados en cáscaras de pipas, las ganas de coger un tren que lleve lejos, los primeros coqueteos con la literatura, las drogas y la violencia, el amor y los estudios, el instituto. Así estaba el tema, dando vueltas en la cabeza, cuando la llamada de un viejo profesor que anuncia que ha decidido poner fin a su vida ordenó las ideas en 200 páginas escritas “a borbotones” en unos pocos meses.

El profesor de filosofía es Antonio Aramayona, uno de esos maestros que los alumnos guardan siempre en la memoria porque sacan lo mejor de ellos, un personaje controvertido que pasó sus últimos meses de vida defendiendo unas pocas causas: el laicismo, la enseñanza pública, el derecho a morir dignamente, y que se apostó frente a la puerta de la consejera de Educación de Aragón durante meses acumulando multas de la policía que se negó a pagar. Aramayona se transformó en un héroe local de Zaragoza, donde se desarrolla esta historia, estaba enfermo, se movía en silla de ruedas y decidió que se quitaría la vida. Hizo de ello partícipes a varios amigos y antiguos alumnos. Sergio fue uno de ellos y de ahí nació esta obra, muy autobiográfica aunque, como avisa el autor, se trata de su mirada, distorsionada "por la miopía y el astigmatismo", sobre una época y un lugar.

Un barrio periférico de Zaragoza con nombre de santo, como tantos barrios obreros, el San José es el escenario donde un puñado de muchachos aburridos e hiperactivos orbitan alrededor del profesor que les agita las conciencias. “La adolescencia es muy atractiva literariamente porque permite abordar las contradicciones. Somos unos idiotas inconscientes a los que se suelta al mundo sin que sepamos qué hacer con él. Pero es bueno ser idiota a esa edad, porque aquel que no lo practica entonces corre el riesgo de hacerlo a los 50 y causar mucho daño. De jóvenes deberíamos tener una reserva animal, una barra libre de idioteces para llegar saludables a la edad adulta. El adolescente transita entre la infancia y la edad adulta, entra y sale, entre la irresponsabilidad de ser un niño y las consecuencias de sus acciones. Tiene la posibilidad de ser cínico y entonces habrá mordido la manzana, ahí está ya el pecado original. Es una etapa idónea para plantear dilemas morales”, dice Del Molino.

El autor moldea una crónica social de la España de los años ochenta, cuando las drogas hacían estragos

Periodista también, el autor moldea una crónica social de la España de los años ochenta, cuando las drogas hacían estragos sin que las casas de la juventud ni los maestros más esmerados pudieran hacer mucho por los muchachos que daban vueltas alrededor de los descampados que bordeaban su barrio y la ciudad entera. Y la entremezcla con la actualidad, en la que esos alumnos han crecido y se dedican a sus vidas que, en ocasiones, como es el caso de Sergio, autor y protagonista, ya les ha dado algún zarpazo sin remedio. No hay tiempo que dedicar a esos viejos maestros, sus causas ya no son las propias, a veces hay que disimular, tristemente, el desinterés. Y de ahí nace la culpa. “Eso es lo que es este libro, la asunción de la culpa por haber dejado de lado a estos maestros a lo que un día idealizábamos y con el tiempo los hemos visto solo como humanos. Pero es a la edad adulta cuando, si lo sabes mirar bien adquieren todo su interés”, dice. Cuando ya no se mira por encima del hombro se ve al amigo y quizá la distancia se ha vuelto insalvable.

Del Molino pasó el 15-M viendo morir poco a poco a su hijo en un hospital. Cuando salió de aquella cámara aislante España se había transformado un poco, el friso político era distinto, muchas causas que compartía habían salido a la calle y su viejo profesor era el protagonista de provincias de varias de ellas. “Lo habían convertido en un santo, lo habían beatificado. Se hicieron de él semblanzas donde yo casi no le reconocía. Era casi un gurú. No me irritaba lo que él hace sino lo que los demás hicieron de él y que él mismo impidiera ver al hombre real, mil veces más interesante, amable y querible que aquel de resonancia pública. Él lo alentó, en eso sí puedo tener un reproche”, explica Del Molino.

En un barrio periférico de Zaragoza un puñado de muchachos orbitan alrededor del profesor que agita sus conciencias

Pero este libro no es sobre Antonio Aramayona, es sobre Sergio del Molino. Él es el protagonista que se desnuda ante los que le conocen evitando el pudor que congela a algunos escritores. “Eso es justo lo que no hizo Antonio. En los libros que escribió él no estaba, no se oía su voz, ni se percibía su aguda ironía, ni su forma de hablar”. Ya no era aquel personaje del que se enamoraron los alumnos, por el que ciegamente podían convertirse en terroristas si él se lo pedía, que los arrastraba como una ola en bromas macabras que exprimía sin piedad para extraer el sentimiento crítico con el que un maestro enseña a sus alumnos a pasar a la edad adulta.

No era fácil en aquella época. La fauna de los institutos era cruel e impía, y entonces, dice Del Molino, “cerraban la puerta de la sala de profesores y que el patio del recreo ardiera si quería”. Cristales rotos, mesas con las patas destornilladas, maltrato adolescente que ahora tiene nombre propio: bullying. “Aquella España ya no existe, ahora somos más civilizados, las familias se ocupan de que sus hijos no sufran maltrato, las Administraciones procuran combatirlo, los periódicos lo cuentan, lo mismo que pasa con la violencia contra las mujeres. Y los chicos tienen más recursos y se aburren menos. Hasta en la España más tocada por la crisis se vive mejor que entonces, cuando no había ni sesión doble ni simple, es que no había cine, ni hablar de móviles o tabletas. Yo creo, con Steven Pinker, que le pone cifras a esto, que el mundo cada vez esta mejor”.

Para demostrarlo, en este libro vuelve a asomarse con maestría aquella España que se fue vaciando para reunirse en las periferias de las ciudades, en barrios con nombre de santo donde algunos maestros se empeñaban en que sus alumnos pudieran soñar sin que fuera en un tren que les llevara lejos.

sábado, 24 de junio de 2017

Entrevista al benedictino Moisés Salgado

Antonio Lucas, "Los intelectuales y España  / Moisés Salgado "Es horrible la ligereza con la que se roba y se falta a la sociedad", en El Mundo, (24-VI-2017):

El monje benedictino Moisés Salgado (Gumiel de Izán, Burgos, 1953) es un hombre que abraza la duda como motor a la vez que exhibe una inamovible fe. Desde el monasterio de Silos, donde es prior, atiende a las convulsiones del presente reivindicando el legado pacifista de Gandhi y el pensamiento crítico del pensador británico (de origen polaco) Zygmunt Bauman. Un monje distinto
En un rincón del huerto del monasterio de Silos el monje prior, Moisés Salgado, busca sombra. Sobre la ropa de civil, el hábito negro de la orden benedictina. El sol se lanza desde el cielo con algo de pájaro en llamas. Lleva 51 años en este lugar que comparte con 28 monjes más. De treintañeros a nonagenarios. Desde aquí también se avista el mundo, pero con una mansedumbre que deshecha decibelios. Este hombre mantiene una atención inquieta ante las cosas que suceden fuera de estos muros. Lee, reza, intenta entender las razones del otro. No impone sus certezas, pero no cede en sus convicciones. No duda de la existencia de Dios, pero acepta la duda. Incluso la negación. Cada cual con lo suyo. No tiene estudios, sino lecturas. Muchas lecturas. De filosofía, principalmente. En Silos el canto gregoriano enmudece a los jilgueros.

¿Desde aquí dentro se ve con nitidez el mundo de fuera?

Claro que sí, aunque lo veamos desde la retaguardia. No somos ajenos a la realidad. Estamos dentro del mundo, pues el ser humano es el mismo esté donde esté. Quiero decir: existe guerra y violencia fuera, igual que existe violencia y guerra en los monasterios.

¿Guerra y violencia?

Es que son condiciones que todos llevamos dentro. Hablo de guerra desde el punto de vista de la convivencia diaria, de las tensiones que se producen en la convivencia. Las situaciones de rechazo, de antipatías e, incluso, de odio momentáneo forman parte, por desgracia, del hecho de ser hombre.
Singular escucharle decir eso.

Es que donde esté el ser humano está la guerra y la violencia. Aunque nosotros, los monjes, tenemos la ventaja de que el contacto diario con Dios, la palabra del Evangelio y el maestro que es Jesús de Nazaret nos ayudan a entender que el camino es otro: amar y perdonar.

¿Qué idea tiene un monje de Silos como usted de lo que es hoy este país?

En nuestra vida de monjes también vivimos los acontecimientos dolorosos del mundo. Y lo vivimos con dolor. Hay quien cree que aquí nada nos afecta, que nos hemos retirado del mundo. Que hemos abandonado. Pero no es así. Esto no es un retiro para dejar a un lado la realidad, sino una forma de tomar distancia por la necesidad de realizar nuestra vocación. Nunca por egoísmo.

¿Y el panorama político?

Pues es ciertamente preocupante. Hay demasiada gente pasándolo mal mientras ves la deshonestidad de otros, la falta de responsabilidad con los deberes que uno ha asumido. Es horrible la ligereza con la que aquí se roba y se falta el respeto a la sociedad. Y no sólo sientes una preocupación, sino una indignación. No hay derecho a lo que algunos han hecho. Ni a lo que siguen haciendo.
Es un sentimiento muy compartido.

Aunque la diferencia de uno de nosotros ante ese sentimiento es que al estar identificados con el Evangelio tenemos especial cuidado con extremar los aspectos animalescos de la indignación, porque ésta prende de un modo muy fácil. La reacción humana de furia tigresca te sale, pero debemos controlarla. La furia es la raíz de los movimientos populistas que están tomando presencia y fuerza en nuestros días. Yo estoy indignado con ciertas cosas de lo que veo, pero cuido cómo lo expreso. Para mí, después de Jesús, Gandhi es el referente. Un gran maestro en el autodominio y la no violencia. Sus palabras parecen bajadas del cielo.

Lo de Gandhi fue una revolución.

Sí, pero de un modo distinto a las que conocemos en Occidente. Las revoluciones occidentales han conseguido muy poco, aunque parezca lo contrario. Dejan demasiada sangre por el camino para nada. Creo que es mejor la evolución que la revolución. Me gusta aquello que dijo Benedicto XVI: "Debemos tener paciencia histórica".

¿Más?

Toda la posible. Los hombres, cuando ocurre algún fenómeno social adverso, nos indignamos y quisiéramos tirarlo todo al suelo. Es muy importante transmitir este mensaje en momentos de tensión social: controlemos nuestras reacciones y busquemos alternativas. Todos estamos metidos en la misma jaula y nadie está libre de culpa. Algunos que, por ejemplo, tanto critican a los políticos corruptos evaden el IVA en cuanto pueden. Todos, de algún modo, estamos pringaos. Quién no ha cometido alguna injusticia. Como dijo Gandhi: "Sé tú el cambio que quieras ver en los demás".

¿El Papa Francisco es un revolucionario?

No lo expresaría así. Cada Papa tiene su personalidad, como cada uno de los directores de EL MUNDO tiene la suya. Estoy encantado con este Papa. Es un hombre evangélico que ha sabido bajar a la arena escuchando a la gente sencilla. Eso le ha dado una escuela que no tenemos los que no hemos andado ahí. Me gusta la manera que tiene de sacudirnos a los católicos para que espabilemos. Eso no lo han hecho igual otros Papas. Es valiente, más en un momento en el que cuando nos llaman la atención sacamos la pistola.

Denuncia los abusos del capitalismo, pide repensar el papel de la mujer en la Iglesia o promueve un acercamiento de la Iglesia a los homosexuales.

Así es. Son frentes nuevos. La homosexualidad existe desde que el hombre está aquí, pero hasta no hace mucho era algo oculto, desconocido y perseguido. Una cosa es estar de acuerdo con su comportamiento y otra muy distinta no respetarlo. El Papa Francisco no se inventa nada, todo lo que dice está ya en el Evangelio. No imagino a Jesús fustigando o condenando a los homosexuales. Les diría también las verdades, pero los acogería. Además, qué homosexual se inventa su condición de homosexual. ¡Ninguno! Eso es algo que uno se encuentra, no se construye. Así que debemos respeto, lo que no quiere decir que se aprueben determinadas actitudes. El tema es delicado y hay quien ha sufrido mucho con este asunto. Por eso también es importante tener un alto sentido de acogida y de misericordia. Incluso desde el desacuerdo.

Pues ya tiene usted algo en común con Pablo Iglesias: la admiración a Bergoglio.

Ya me gustaría a mí hablar con Pablo Iglesias.

¿Y eso?

Porque conviene que alguien le diga que reflexione sobre la línea política que ha escogido. Y eso que en algunas cosas entiendo y atiendo a lo que propone.

¿Qué línea política es esa?

Una muy exagerada desde la que no vamos a lograr lo que conviene lograr. Es muy extralimitado y percibo en él cierta violencia, animadversión y odio de clase. Preferencia por la gente sencilla y los pobres, perfecto, pero no hay que machacar porque sí a los ricos. Pablo Iglesias no va por buen camino. Me gustaría que fuese un político más sensato. Para qué repetir la historia.

¿Y con Pedro Sánchez no le interesa sentarse a hablar?

Bueno, he visto lo del congreso socialista unos 15 minutillos diarios. A mí me interesan las bases éticas y morales de los partidos. No me meto en más.

Ha hablado antes de populismo...

Es que un verdadero monje no puede prescindir de los dolores que hay fuera de su monasterio.

¿Y el populismo es un dolor?

Es inquietante.

¿Y cómo entiende este galope del mundo tecnificado, urgente, hiperconectado?

Vivimos en una época muy compleja. La inmensa mayoría de la gente no tiene conciencia clara de lo que está sucediendo. De esto ya habló mejor que yo Zygmunt Bauman, entre otros. No llegamos al fondo de la complejidad de la que formamos parte. Todo, absolutamente todo, está en crisis.

¿También la Iglesia?

Sufrimos la misma crisis que todas las instituciones. Dentro de la Iglesia tienes las mismas corrientes y tensiones que se dan fuera. Miremos lo que sucede en Europa, construida sobre tres bases: el judeocristianismo, el Derecho Romano y la filosofía griega. Al alejarse de ellas la fragilidad es alarmante. En el fondo de muchos ciudadanos hay una mezcla de ansiedad, vacío y desconcierto. No estamos serenos. El hombre necesita certezas, aunque sean falsas. Al menos creer en algo. Pero en un momento como el de ahora casi nada es seguro. La vida nos golpea constantemente y hemos perdido demasiados valores por el camino. El monasterio es una escuela para conocer en toda su intensidad al ser humano. Aquí vivimos en comunidad toda la vida. Por decirlo de un modo exagerado, esto es un Gran Hermano a lo bestia.

¿?

Con diferencias sustanciales, evidentemente.

¿Qué relación tiene con la duda?

El hombre es duda.

Pues hoy abundan las verdades absolutas.

Y el relativismo voraz. Ahora no son los curas los que hablan en términos absolutos, sino los políticos y los economistas. Es curioso. Sí creo en alguna verdad absoluta, pero entiendo que tenga una cierta dosis relativa. En este mundo, fuera de los números, no hay nada cierto.

¿Ni Dios?

Hablo desde un punto de vista de ciudadanía. Para mí es una certeza, pero toda certeza integra la duda. El que no haya experimentado a Dios lo tendrá muy difícil en muchas cosas.

¿Cómo explica que algunos creyentes recen por la paz y otros, igual de creyentes, recen por ganar la guerra?

Un verdadero creyente no puede ser partidario de la guerra. No hay guerra justa. Eso es un concepto confuso. Aunque entiendo que si te invaden algo tendrás que hacer.

¿Qué cosas le preocupan?

Muchas. Demasiadas. Pero hay dos que hoy nos interpelan a todos: el terrorismo islamista (que usa a Dios como excusa) y los nacionalismos.

Dos formas de revancha.

Los monjes no entramos en política como tal. Juzgamos desde los grandes valores. Pero me preocupa que una región española pueda equivocarse y arrastrar a la gente al sufrimiento. Quisiera que los independentistas de Cataluña se paren a pensar. Su problema es la ceguera. ¿Quién los frena ahora? No creo que sea ningún disparate apuntar que un día España pueda ser más federal, pero de ahí a querer una ruptura total hay un salto difícil. Sería lanzarse al abismo sin paracaídas.

¿Sabe que el Banco de España advierte de que la banca no devolverá 60.000 millones de dinero público del total que el Estado prestó para su rescate?

En eso me pillas con el pie cambiado. Yo de asuntos de economía...

Pero no sólo es economía.

Pues claro que no voy a bendecir algo así. ¿Qué pienso del asunto? Que estamos ante otro fiasco. Otro mal comportamiento. Otra falta de ética.

¿Se imagina fuera de este monasterio?

Llevo aquí 51 años. Para mí es impensable. Estoy muy identificado con esta vida. Es un privilegio. Sólo pensarme fuera del monasterio me provoca mareos.

¿Por qué pierde la Iglesia tantos seguidores?

No es un fenómeno sólo español, sino que afecta a toda Europa. La crisis, en todos los sentidos (sociales y espirituales), tiene mucho que ver. Pero Europa regresará un día a sus raíces, a sus grandes valores. Y volveremos a hacerlos nuestros. Yo no encuentro una fuente de sentido mayor que la que ofrece Jesús de Nazaret. Seguirlo es un camino de madurez humana. Los monjes, como dijo San Benito, somos buscadores de Dios. Porque a Dios hay que buscarlo, no es un ser evidente.

¿Existen los santos?

Los he conocido y los conozco, así que existen. Aquí, en el monasterio, tenemos un hermano de más de 90 años que es para muchos de nosotros un referente. Es decir, un santo.

¿Se permite usted dudar?

No me permitiría no hacerlo.

miércoles, 7 de junio de 2017

El experimento de la cueva de los ladrones y el Efecto Joker

I

La cueva de los ladrones

(Véase también aquí)
  En The Robbers Cave Experiment -Experimento de la cueva de los ladrones- los psicólogos Muzafer Sherif y Carolyn Sherif realizaron un experimento en 1954 dentro del Parque Estatal Cueva de los Ladrones de Oklahoma (EE.UU.) para intentar averiguar las claves del prejuicio en los grupos sociales. Para ello reunieron a veintidós adolescentes varones y los dividieron en dos grupos de once miembros cada uno. Ambos grupos fueron llevados al parque a pasar unos días de campamento en autobús cada uno por un lado y sin saber de la existencia del otro. En una primera fase del experimento cada grupo permaneció aislado del otro y sus integrantes interactuaron en actividades creándose estructuras de jerarquía, roles y vínculos de amistad. Esto sirvió para que hubiera una cohesión grupal, un sentido de pertenencia, solidaridad y camaradería entre los jóvenes que pertenecían al mismo grupo. En la siguiente fase del experimento los organizadores propusieron a ambos grupos actividades deportivas para que se desarrollara una competencia entre ambos grupos. Fue entonces cuando aparecieron las primeras fricciones entre los integrantes de ambos grupos, surgiendo una rivalidad y un rechazo intergrupal con insultos y conductas agresivas incluidas, hasta el punto de que tuvieron que parar las actividades conjuntas. En la tercera fase, y para disminuir esta hostilidad, los psicólogos propusieron tareas comúnes para fomentar la cooperación como la búsqueda de agua o empujar a un coche averiado en la carretera que llevaba al parque. Estas actividades ayudaron a que volviera la calma entre los integrantes de ambos grupos y al final, cuando se acabó el campamento, todos querían volver juntos en el mismo autobús.

A las actividades que realizaron en la última fase se les denominan metas supradesarrolladas, son metas compartidas que requieren un esfuerzo cooperativo para poder lograrse y que anulan las diferencias entre las personas. Según la teoría del conflicto realista de estos psicólogos la resolución de conflictos de forma conjunta favorece la desaparición de los prejuicios entre los miembros de dos grupos.

Algo parecido a esta unión del grupo ante la resolución de una tarea común es el efecto del enemigo común: establecer -o incluso crear- un enemigo común para conseguir la unión del grupo, diluyendo los problemas internos. Tenemos claros ejemplos de este efecto en la propaganda antisemita de Hitler o la lucha contra el cambio climático, en política es un recurso muy socorrido.

II

Efecto Joker: tendemos a unirnos contra un enemigo común

Como miembros de una sociedad necesitamos compartir nuestros recursos para sobrevivir. Por eso hablamos de “bienes públicos” de los que todos nos podemos beneficiar y que normalmente se financian con los aportes que hacemos en nuestros impuestos.

Sin embargo, no todas las personas tienen la misma disposición a entregar parte de sus pertenencias para apoyar al bien común. Existe un experimento que ayuda a demostrar esto. El juego de los bienes públicos (Public goods game) está diseñado para conocer qué tanto aportan las personas al bien común. Consiste en reunir a un grupo de participantes (simulando una sociedad o comunidad) y entregando a cada uno un número determinado de fichas. Posteriormente se le pide a cada uno que entregue voluntariamente cualquier cantidad de sus fichas a un fondo común. A diferencia de nuestros impuestos, el aporte en el juego es voluntario, porque se quiere medir la disposición o voluntad de una persona a ofrecer sus recursos, independientemente de cuánto podría dar si se le obligara.

Los investigadores multiplican lo recolectado en el fondo común por un valor determinado, con lo que se simulan una especie de “intereses”. Al final, el fondo común y sus intereses se regresan, en partes iguales, a todos los participantes.

Con las reglas así expuestas, está claro que lo ideal sería que todos los participantes entregaran parte de sus fichas, teniendo en cuenta que, gracias a los intereses, recibirían más al final. Pero el resultado ideal solo es posible si TODOS aportan al fondo común de forma voluntaria.

¿Puedes adivinar cuál suele ser el comportamiento de los participantes en este experimento?

Lo más común es que pocos participantes donen sus fichas al fondo común. La mayoría prefiere no entregar nada (Chen et al., 2016).

En ese caso, el resultado es que las personas que no aportaron, reciben unas ganancias del fondo común (se reparte de forma equitativa entre todos). Pero las personas “generosas” que sí decidieron aportar sus fichas, van a recibir menos de lo que entregaron, ya que los intereses no son suficientes para cubrir a las personas “Oportunistas” (freeriders) que no dieron nada.

¿Te resulta familiar?

En la medida que se juegan varias rondas, el bien común tiende a desaparecer, y solo quedan las fichas individuales que cada uno haya acumulado.

Entra el Joker

El Joker o Guasón es un rol que, como en las películas y cómics de Batman, se encarga de introducir caos en el juego de los bienes públicos.

Recordemos que el Joker es un “agente libre”, no responde ante nadie y suele dedicar sus esfuerzos a eliminar a Batman o poner en peligro a Ciudad Gótica. Además, el Joker es diferente a otros villanos porque no le interesa hacerse rico ni dominar al mundo; es como si el crimen en sí le diera suficiente satisfacción al personaje.

En el experimento que mencioné antes, el Joker es un personaje que infringe daño en los bienes públicos, pero no recibe ninguna ganancia al final de la ronda. Esto lo diferencia de los “Oportunistas”, que no aportan al bien común (generando un daño), pero sí reciben ganancias al final.

Juntos contra un enemigo común

Arenas, Camacho, Cuesta y Requejo (2011) propusieron que el Joker podría, paradójicamente, beneficiar los bienes comunes. Diseñaron un modelo matemático que simula infinidad de escenarios en los que se desarrolla el juego de los bienes públicos, y encontraron que incluir al Joker obliga a los demás participantes a crear alianzas en contra del enemigo común.

Entonces, se observan “estallidos” de solidaridad en los que todos los participantes aportan al fondo común y, como el Joker no recibe dividendos del bien público, esto resulta en ganancias para los otros participantes. De esta forma, tanto “Oportunistas” como “Generosos” terminan beneficiados gracias a su coalición. Finalmente, el bien común se preserva, a pesar de los esfuerzos del Joker por destruirlo (algo que no pasa cuando solo hay “Oportunistas” gastando el bien común hasta que se agota).

Es posible que hayas intuido similitudes entre este experimento con la sociedad de la que haces parte. Solemos criticar a esas personas que dañan nuestros bienes comunes, y rechazamos a esos “Oportunistas” que aprovechan los beneficios del estado sin hacer ningún aporte evidente. En las noticias escuchamos sobre evasión de impuestos, desfalcos y corrupción; formas de quedarnos con nuestras propias “fichas” en vez de compartirlas responsablemente. Esbozando una comparación con el experimento de los bienes públicos, podríamos decir que estamos agotando progresivamente nuestro fondo común.

¿Será que necesitamos de un enemigo común para darnos cuenta que necesitamos aliarnos y trabajar juntos? ¿Qué nos impide ser más solidarios para aprovechar todos el bien común? ¿Por qué tenemos que esperar a las situaciones extremas, difíciles y adversas para unirnos como sociedad?

martes, 18 de octubre de 2016

Entrevista al Gran Wyoming, que presenta un nuevo libro

El Gran Wyoming: "¿Por qué tiene que gobernar el PP si la gente no quiere eso?", Huffington Post, 18-X-2016 

Jose Miguel Monzón pertenece a "una generación que conoció los campos de Castilla tal y como los vio el Cid camino del destierro". Tiene 61 años, es del madrileño barrio de La Prospe (Prosperidad) y ha ejercido de médico, humorista, actor, músico y, durante los últimos diez años, presentador del programa El Intermedio. El Gran Wyoming acaba de publicar su séptimo libro, ¡De rodillas Monzón!, en el que narra cómo vivió la recta final del franquismo durante su niñez y su juventud.

A pesar de que a Wyoming no le gusta el papel de referente de la izquierda -"creo que es de los papeles más incómodos que hay"- e intenta ceñirse al tema de su nueva obra, resulta casi imposible no preguntarle por la situación política española. "Yo manifiesto mi opinión porque estoy más protegido, soy de las pocas personas que, por desgracia, en este país donde se supone que hay libertad de expresión, puede opinar sin que le pase algo", explica a El Huffington Post. "A veces me veo en la obligación de hablar por los que no pueden", dice. Es el objetivo de muchas críticas de la derecha porque "está en su naturaleza; no tienen rivales, tienen enemigos a los que hay que batir como sea".

Considera que la división de la izquierda y la dificultad para formar un gobierno progresista los últimos meses "es lo normal" y que "lo que no es normal es que la derecha esté siempre unida". Para él, "la división es un acto de coherencia". "También son normales los gobiernos de coalición, aunque aquí no tenemos tradición", continúa. "Me duele mucho que el PSOE diga que con 85 diputados no se puede formar un gobierno, ¿cómo que no? Lo que tienen que lograr son los apoyos necesarios". Cree que "estos señores lo que buscan es volver a la situación de privilegio que tenían, el bipartidismo, pero es normal que haya fricciones".

El hecho de que el PSOE se esté planteando abstenerse para que Rajoy sea investido al mismo tiempo que se celebra el juicio por el caso Gürtel al Gran Wyoming le parece "terrible". "Los votos que no quieren que gobierne el PP son muchísimos, el doble; así que cuando se habla de que tiene que gobernar el más votado me parece una tomadura de pelo, es ridículo", lamenta. "Sólo Podemos y el PSOE juntos tienen un millón más de votos que el PP, ¿por qué tiene que gobernar el PP, si la gente no quiere eso?", se pregunta. Asegura que "cuando el PSOE dice que está dispuesto a abstenerse para que gobierne el PP porque es lo que quiere la gente, miente a sabiendas".

Wyoming tiene tres hijos que pertenecen a las nuevas generaciones que se están enfrentando a las consecuencias de la crisis (precariedad, inmigración, subida de tasas universitarias...) "Me parece absolutamente injusto", señala sobre la situación de los jóvenes en España, "soy totalmente partidario de la igualdad de oportunidades y por eso no soporto esta generación de políticos crueles que vienen de familias privilegiadas y que quieren acabar con estas cosas. Quieren que los ricos sigan siendo los mismos y los pobres no tengan acceso a la cultura ni a los estudios".

"Con este libro quería recordar que detrás de toda gran estrella hay un ser humano", bromea el presentador que, al contrario que la editora que le acompaña (que asegura que Wyoming "no para de hacer cosas"), explica que gracias a que no ha trabajado nunca, ha podido ser un observador objetivo de todo lo que pasa: "He tenido la suerte de no estar empleado nunca y eso me convierte en un observador frío y distante, eso me permite tener este tipo de recuerdos". Los escribe como una "maniobra de rescate" de la memoria personal, "como las que se llevan ahora en el Mediterráneo".

"Como creo que mi vida personal no tienen ningún interés, lo que he hecho ha sido contar mi punto de vista de todo lo que pasaba entonces, hasta los 17 años", dice. Según él, pertenece a "una de las últimas generaciones que tuvo una infancia feliz", a pesar de la enfermedad mental de su madre, que se perdió parte de la infancia de sus hijos por estar ingresada en el hospital. "Nunca se recuperó", escribe el autor, "cuando estudié medicina entendí lo que era la depresión, que era lo que ella tenía". "Ahora los niños no tienen la libertad que teníamos antes. Hay que dejarles su espacio. 24 horas de educación para ellos es una tortura", asevera.

La transición no fue gran cosa

Wyoming, que tuvo una breve experiencia con el Opus Dei y otra con la falangista Organización de la Juventud Española (OJE), también vivió la Transición. Aunque para él, "no fue gran cosa". "No fue el paso de la dictadura a la democracia, fue la reconversión de la dictadura en democracia", opina.

El primer contacto consciente que tuvo el joven Monzón con la dictadura fue al entrar en la universidad para estudiar Medicina: "Cumplí los 17 años sin haber oído la palabra comunismo. No era consciente de lo que era una dictadura, creía que todo el mundo era así". "Cuando entré en la carrera hubo un boicot a los exámenes y la universidad estaba tomada por policías con metralleta", recuerda, "cuando tuve que atravesar la barrera de agentes para entrar en la facultad, comprendí que ellos eran los malos".

El Wyoming de hoy se considera "un hombre intoxicado por la información": "Estoy destrozado por la realidad que cuento cada día". Asegura que con el tiempo ha visto "lo que se ha movido hacia la derecha este país: lo que antes era derecha ahora es centro y también han dicho que yo soy de extrema izquierda y antisistema".

Tiene clara una cosa: la generación del 55 "es la mejor". Pero no se siente nostálgico, ya que lo que vivieron sus padres y abuelos "fue una mierda". "Viví cosas como mayo del 68 o la liberación de la mujer y tengo claro que la generación de mis hijos va a sufrir muchísimo más que la mía", asegura El Gran Wyoming quien insiste en que a día de hoy, para una familia obrera con cuatro hijos es muy difícil mandar a todos a todos a la universidad por la carga económica que supone. "Están creando una nueva clase dominante", denuncia el que un día fue un niño que corría por los descampados de Prosperidad.

viernes, 7 de octubre de 2016

Los remedios científicos contra la pobreza existen. Así lo explica la economista Esther Duflo

Rebeca Gimeno, "Esther Duflo y la ciencia contra la pobreza", en El País Semanal, 7 de octubre de 2016: 

Economista y profesora en el MIT, de 43 años, Esther Duflo ha creado un laboratorio, con un método muy parecido al que emplea en los ensayos clínicos, para diseñar estrategias nuevas en la lucha contra un problema global.

DE PEQUEÑA PENSABA que la vida de los más pobres era “el único tema interesante sobre el que pensar”. Esta francesa ha logrado cambiar las políticas para combatir la pobreza. Su método de investigación se parece al que utiliza la medicina para averiguar si un medicamento funciona.

“Estamos cambiando el mundo. Lo estamos haciendo ya”. Esther Duflo pronuncia estas palabras justo antes de lanzarse a cruzar una calle huyendo de una lluvia torrencial.

Cuesta seguirle el ritmo a esta profesora de economía. Tiene 43 años y acumula premios, incluido el Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, en su despacho del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde aquí lidera una revolución en la lucha contra la pobreza con un enfoque original y radical, dos términos de los que ella rehúye. “Es verdad que al principio nos consideraban unos locos que criticaban a otras personas por lo que hacían: lo mismo de siempre”, admite.

A diferencia de muchos economistas, Duflo no tiene ideas preconcebidas de cómo mejorar la vida de los más pobres, pero sí tiene muy clara la forma de averiguarlo: utilizando pruebas aleatorias controladas, muy parecidas a los ensayos clínicos. “La medicina selecciona aleatoriamente a personas para que se tomen el fármaco y forma dos grupos. Si al final se encuentra alguna diferencia entre ellos se sabrá que se debe al medicamento. Lo que hacemos con las políticas sociales es muy parecido. Imagina que quieres probar cuál es el impacto de introducir tabletas en los colegios. Lo que tienes que hacer es seleccionar aleatoriamente un grupo de escuelas en las que los niños recibirán las tabletas y otro grupo en el que no. Si comparas la evolución de ambos grupos, sabrás cuál es el efecto del programa”.

ESTHER DUFLO CREÓ EN 2003 JUNTO A DOS PROFESORES MÁS EL LABORATORIO DE LA POBREZA (J-PAL). HOY SON UNA RED DE 136 ECONOMISTAS

Para impulsar este tipo de experimentos creó en 2003 junto a dos profesores más el laboratorio de la pobreza (J-PAL). Hoy son una red de 136 economistas dedicada a investigar y evaluar programas a base de pruebas aleatorias. Así es como descubrieron que con un kilo de lentejas gratis para las familias la tasa de vacunación se multiplicaba por seis. O que dar una vaca a los que sufren pobreza extrema y enseñarles a cuidarla (en vez de comérsela) mejoraba notablemente su situación económica al cabo de los tres años. “Los experimentos tardan lo que tarde en aplicarse un programa. En algunos casos hemos estado siguiendo a gente durante 10 años.”

Antes de embarcarse en un ensayo es imprescindible viajar al terreno y conocer los problemas de primera mano. “Me encantan estos viajes, son una recompensa. No creo que fuera posible hacer un buen trabajo sin pasar tiempo en los países en desarrollo. No soy la única economista de mi campo que lo hace”.

La joya de la corona de estos economistas es un experimento para reducir el absentismo escolar. “Lo más efectivo y más barato para que más niños vayan a la escuela es darles una pastilla que les quite los parásitos intestinales”, asegura Duflo con rotundidad. Unos 600 millones de niños en edad escolar están infectados con algún tipo de lombriz según la Organización Mundial de la Salud. Sin el tratamiento adecuado, estos parásitos limitan la absorción de micronutrientes. Los niños simplemente están muy cansados para poder ir al colegio. Curarlos puede reducir el absentismo en un 25% e incrementar sus ingresos en el futuro. La idea convenció al Gobierno de India: 140 millones de niños fueron tratados en las escuelas el pasado 10 de febrero. “Esto es un logro nuestro, es un avance enorme”.

El éxito supone solo una pequeña batalla ganada contra la pobreza. “No hay soluciones milagrosas. No llegaremos nunca a un punto en el que una única teoría resuelva los problemas del mundo. Lo que sí podemos hacer es empezar a comprender algunas piezas del puzle”.

La principal crítica que recibe su investigación es que demuestra que algo funciona en un contexto muy concreto, pero nada más. “Es un argumento coherente al que podemos empezar a responder. Los microcréditos, por ejemplo. Se han realizado siete evaluaciones aleatorias en siete lugares muy diferentes y en ninguna de ellas se ha encontrado ningún impacto. Podemos entonces estar razonablemente seguros de que los microcréditos no son muy efectivos para reducir la pobreza porque lo hemos visto ya siete veces”.

El sector financiero se tomó muy mal en su día estas conclusiones, pero luego algunas entidades empezaron a introducir cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los más pobres. El pragmatismo de Duflo se abre paso en los despachos de los Gobiernos (asesora a una veintena) y las ONG que reclaman políticas basadas en pruebas. “Cada vez hay más gente interesada en los experimentos. Llevamos más de 750 por todo el mundo. Es verdad que hay muchas cuestiones que generan interés sobre las que no tenemos respuestas todavía. Dentro de 20 años sabremos mucho más”.

Es más que probable que para entonces el Nobel de Economía luzca también en su despacho. Hasta en eso esta tímida profesora lideraría otra revolución: sería la segunda mujer en conseguirlo.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Globalización

Es uno de los pasajes que he escrito en la Wikipedia de los que estoy más orgulloso:

El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la globalización (2002), define globalización como

Constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos.4

Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores de la Humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni sancionado por los que sufren sus consecuencias,5 algo jurídicamente muy discutible.6 Contra esto (la falta de perfeccionamiento de los procedimientos democráticos de control del gobierno de los estados nacionales quienes, por ejemplo, son incapaces de concordar o ponerse de acuerdo para evitar el fraude fiscal global, o de otra forma explicado, solo se ponen de acuerdo en no ponerse de acuerdo) y la venta del sistema político al capitalismo en general, ha surgido la llamada globalización del descontento,7 plasmada en movimientos como el 15-M, Occupy movement o los Indignados y organismos independientes de denuncia como Wikileaks, o en protestas más desorganizadas y violentas como los disturbios de Francia de 2005. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global que la controle, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería desacreditar definitivamente en esta esfera el demasiado prestigiado derecho positivo que esgrimen los estados nacionales para no ponerse de acuerdo en medidas beneficiosas para todos. En ese sentido, afirma Hans Küng en el contexto de la confección de una Declaración universal de los deberes del hombre:

La globalización de la economía, de la tecnología y de los medios de comunicación lleva también a la globalización de los problemas, desde los de los mercados financieros y del trabajo hasta a los de la ecología y de la criminalidad organizada. Esta globalización de los problemas demanda, por tanto, también, una globalización ética -del ethos-: no un sistema ético uniforme; pero sí un necesario mínimum de valores éticos comunes, de actitudes fundamentales y criterios, a los que puedan comprometerse todas las religiones, naciones y grupos de intereses. Por tanto, un ethos fundamental común de los hombres. Ningún nuevo orden mundial sin un ethos mundial8

martes, 12 de julio de 2016

Citas de Antonio Gramsci

1. “El Estado es apenas una trinchera avanzada tras la que se asienta la robusta cadena de fortalezas y fortines de la sociedad civil”.
2. "La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad".
3. "Decir la verdad es siempre revolucionario".
4. "El poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad".
5.  "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos".
6. “Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido”.
7. "La indiferencia es el peso muerto de la Historia".
8. "La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados 'orgánicos' infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”.
9. "Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad".
10. "El paso de la utopía a la ciencia y de la ciencia a la acción. La fundación de una clase dirigente equivale a la creación de una concepción del mundo".

viernes, 15 de abril de 2016

El derecho natural es el derecho de la especie humana

Hay en el De re publica (III, 17) de Cicerón uno de los párrafos más hermosos que se han escrito sobre ese derecho natural cuya existencia discuten tanto los juristas (la traducción es la española de 1818, poco después de que el cardenal Ángelo Mai descifrara con la ayuda de los reactivos químicos de Niebuhr el palimpsesto que contenía gran parte del texto perdido de obra:

Existe una ley verdadera, la recta razón, conforme a la naturaleza, universal, inmutable, eterna, cuyos mandatos estimulan al deber y cuyas prohibiciones alejan del mal. Sea que ordene, sea que prohíba, sus palabras no son vanas para el bueno, ni poderosas para el malo. Esta ley no puede contradecirse con otra, ni derogarse en alguna de sus partes, ni abolirse toda entera. Ni el Senado ni el pueblo pueden libertarnos de la obediencia a esta ley. No necesita un nuevo intérprete, o un nuevo órgano: no es diferente en Roma que en Atenas, ni mañana distinta de hoy, sino que en todas las naciones y en todos los tiempos esta ley reinará siempre única, eterna, imperecible, y la guía común, el rey de todas las criaturas, Dios mismo da el origen, la sanción y la publicidad a esta ley, que el hombre no puede desconocer sin huir de sí mismo, sin desconocer su naturaleza y sin sufrir por esta sola causa la más cruel expiación, aunque haya evitado en otro tiempo lo que se llama suplicio.

Para mí hay algo de poético en que el derecho natural se encontrara perdido y se recuperara en unos años tan trascendentales como esos, en plena época de las revoluciones.

viernes, 8 de abril de 2016

Empieza a llenarse una plaza de indignados en París

Ana Teruel "El movimiento de los indignados toma fuerza en Francia. La ocupación de la plaza de la República, que surgió tras las protestas contra la reforma laboral, cumple una semana", en El País, 8 abril 2016:

Solo los más optimistas esperaban aguantar tanto. Los indignados de París, reunidos en torno al lema #NuitDebout (noche en pie), han cumplido ya más de una semana ocupando la simbólica plaza de la República de París. Aquí vinieron el pasado jueves 31 de marzo después de la manifestación contra la reforma laboral con el mensaje de que no regresaban a casa porque la lucha no había finalizado. Desde entonces, se reúnen cada tarde hasta entrada la noche y algunos se quedan acampando de forma simbólica. De unos escasos centenares han pasado a ser más de 2.000 asiduos en las asambleas ciudadanas, inspiradas en las del 15-M español.

Ahora, todas sus fuerzas están puestas en la jornada del sábado. Los sindicatos de estudiantes, la Confederación General de Trabajadores (CGT) y Fuerzas Obreras (FO) han convocado para mañana una nueva manifestación contra la reforma, que ha servido para cristalizar las reivindicaciones del movimiento todavía en formación. Al acabar la manifestación, la NuitDebout llama a acudir en masa a la plaza, donde tienen autorización para permanecer hasta el domingo por la noche. En paralelo, convocan a toda Europa a unirse a la iniciativa. Otras ciudades francesas, como Toulouse, Nantes o Marsella ya se han sumado.

El movimiento #NuitDebout nació el 31 de marzo, tras una gran manifestación contra la reforma laboral. Por eso, según el calendario de los indignados, este viernes es 39 de marzo. Sin embargo, su germen organizativo se remonta al pasado 23 de febrero, a una jornada convocada en torno a la película documental Merci Patron (Gracias jefe) del periodista militante François Ruffin. “Nos dimos cuenta que todos luchábamos cada uno por separado. Nació la idea de unir los combates. La reforma laboral, que supone más precariedad para los trabajadores, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Lo que queremos es cambiar el sistema”, explica Sophie Tissier, del colectivo Convergence des Luttes (Convergencia de las Luchas), creado tras aquella reunión y que convocó la quedada en la plaza de la República. “Fue un momento mágico, sentí que estaba naciendo algo, que hacíamos Política con mayúscula”, añade esta joven ayudante de cámara.

El movimiento se reclama horizontal, desvinculado de toda formación política y sin ningún líder destacado, aunque se van imponiendo algunas figuras, como el economista y filósofo Frederic Lordon. Desde el principio, recibe el apoyo de la conocida asociación Droit Au Logement (Derecho a una vivienda), muy activa en la lucha contra los desahucios. Fue una de las tres organizaciones que presentaron la primera petición de ocupación de la plaza, junto al colectivo altermundialista Attac y el sindicato SUD Solidaires.

En la plaza de la República de París, la asamblea diaria se celebra a las 18h en la esquina sureste de la explanada. Mientras, a medida que pasan los días, la mitad norte se va llenando de lonas donde instalan desde una “cantina rebelde” hasta la editorial alternativa Libertalia. En la caseta de acogida y bienvenida, unas pizarras recogen las diferentes “iniciativas colectivas” y “convergencias de luchas” del día, como la reunión de la comisión “voto en blanco” y las acciones puntuales previstas en diferentes lugares de la capital. Al lado, una gran carpa con un letrero de Refugees Welcome espera la llegada del grupo de refugiados sudaneses que se acerca habitualmente a última hora de la noche.

Desde el miércoles, se ha puesto en marcha la radio del movimiento, que se puede seguir en Internet y que da voz a los ciudadanos que se acercan a la plaza. El jueves por la tarde se ha sumado la televisión, con la misma idea. Un sofá blanco y un cartel de cartón, con las letras TV DEBOUT en hueco de fondo, sirven de plató donde llegan a expresarse diferentes colectivos. Desde el principio, las asambleas se transmiten en directo en la Red a través de la aplicación Periscope, donde las siguen decenas de miles de personas que no pueden acercarse a la plaza.

Al margen de la asamblea principal, las comisiones que se van creado a diario organizan sus propios debates a escala más pequeña en diferentes esquinas de la plaza. A medida que se hace de noche, la reunión toma aires de fiesta, con la música de tambores en una parte y charanga en otra. Los vendedores de comida ambulantes aprovechan la concentración para traer sus camiones. Cada madrugada, los voluntarios presentes tienen que desmontar las tiendas para dejar a los equipos del Ayuntamiento limpiar la plaza. A medida que va pasando el día, se van volviendo a colocar una tras otra.

La reforma laboral ha servido de catalizador para los indignados de París, pero las preocupaciones expresadas en la plaza abarcan mucho más: el estado de excepción, decretado en Francia tras los atentados yihadistas del 13 de noviembre —todavía en vigor—, la falta de solidaridad con los refugiados, la denuncia del discurso del miedo del poder político y la crítica al sistema capitalista y la economía liberal en general. “Tenemos que cambiar de modelo y de sistema, reconstruirlo todo a nivel local”, resume así Vanya, joven franco-búlgara que acude cada día a la plaza junto a su marido Samuel.

Algunos políticos de izquierda se han acercado también a lo largo de la semana. Unos lo han hecho de incógnito (caso del primer secretario socialista, Jean-Christophe Cambadélis), otros han tomado la palabra (como el secretario nacional del partido comunista, Pierre Laurent), pero todos han acudido como simples ciudadanos y no como representantes de una fuerza política, según aseguran los organizadores. El movimiento ha recibido también el apoyo explícito de Podemos y reciben consejos de miembros del grupo en París, aunque aseguran también hacerlo independientemente de las etiquetas y como simples ciudadanos.

“Este movimiento en Francia tenía que ocurrir porque se reúnen todas las condiciones”, asegura el joven sociólogo Geoffrey Pleyers, investigador de la universidad belga de Louvain, que sigue de cerca este tipo de protestas. “Primero, hay un Gobierno de izquierdas que pone en marcha medidas de derechas. Luego, está muy presente el tema de la preocupación por el futuro de los jóvenes”, añade. “Además, esto es una ciudad global, la gente que vivió el 15-M está muy presente y hay sed de aprender de ellos”, añade.

“La suerte que tenemos es que podemos ser más inteligentes gracias a la experiencia de España, a las redes sociales y a Internet”, confirma Raphaël Millon, profesor de deporte de 45 años. “Nos dan muchos consejos los españoles, como no eternizar las asambleas. Sobre todo, tenemos que exportar el movimiento fuera de la plaza de la República, a nivel de barrios, para implicar a la gente. Eso es muy importante”, añade. “Lo que pase ahora dependerá de la respuesta de las instituciones y de si consiguen salir de República”, confirma Arantxa, antigua del 15-M, que ayuda a nivel personal. “Eso va a llevar un tiempo, no ocurre de la noche a la mañana”, concluye.

jueves, 7 de abril de 2016

El gorrión y Bernie Sanders

San Francisco sermoneaba a los pájaros... y los pájaros le escuchaban y se le paraban encima. Bernie Sanders ha repetido el milagro mientras soltaba un mitin en Portland, Oregón: un gorrión vino a escucharlo y se le paró delante en sus mismas narices. Es una señal. Como es natural, se ha convertido en un tópico global y muchos artistas han sacado partido del incidente, como puede verse en el enlace.



Bernie Sanders se describe a sí mismo como un socialista democrático, progresista, admirador del modelo del socialismo democrático prominente en los países nórdicos y defensor de la democracia laboral. Muchos comentaristas han resaltado la consistencia de su perspectiva ideológica a lo largo de su carrera política. El 19 de noviembre de 2015, Sanders pronunció un discurso en la Universidad de Georgetown sobre su postura acerca del socialismo democrático, incluyendo el papel ideológico que tuvo en las políticas de los presidentes Franklin D. Roosevelt y Lyndon B. Johnson.

Definiendo lo que el socialismo democrático significa para él, Sanders dijo: "No creo que el gobierno deba adueñarse de la tienda de la esquina o poseer los medios de producción de la sociedad, pero sí creo que la clase media y las familias trabajadoras que producen la riqueza de EE. UU. merecen un nivel de vida decente y que sus ingresos deberían incrementar, no disminuir. Apoyo el que las compañías privadas prosperen, inviertan y crezcan en EE. UU., compañías que crean trabajos aquí, a diferencia de las compañías que cierran sus sedes en EE. UU. e incrementan sus ganancias a partir de explotar a los trabajadores con bajos sueldos en el extranjero.”

Economía

Bernie Sanders se enfoca en asuntos económicos como ingresos y desigualdad en la distribución de riqueza, el incremento al salario mínimo, la asistencia universal de salud, la necesidad de mitigar la carga de las deudas estudiantiles, instituir que la matrícula en las universidades públicas sea gratuita por medio de un impuesto a la especulación en Wall Street, así como ampliar los beneficios de seguridad social eliminando el límite en el impuesto de nómina para todos los ingresos por encima de $250,000.10

Sanders se ha convertido en un destacado defensor de leyes que obliguen a las compañías a proporcionar a sus empleados permisos de ausencia laboral por maternidad, incapacidad por enfermedad con goce de sueldo y derecho a vacaciones, resaltando que en la actualidad tales leyes ya han sido adoptadas por casi todos los países desarrollados. También apoya leyes que permitan a los trabajadores formar sindicatos con mayor facilidad.

Sanders defiende acciones contundentes para invertir en infraestructura y revertir los efectos del cambio climático, con la instauración de sistemas de "energía eficaz y sostenible" y creación de empleos como objetivos primordiales. Es un opositor al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica con el argumento de que tal acuerdo es perjudicial para los trabajadores.

Es también un defensor de exhaustivas reformas financieras y favorece la división de las instituciones financieras consideradas "demasiado grandes para fallar", que se reforme el Banco de Reserva Federal y que se restaure la Ley Glass-Steagall fundada tras la Gran Depresión y derogada en 1999, lo que permitió la constitución de Citigroup y otras megacompañias financieras.

Política interna

Sanders ha defendido una mayor participación democrática por parte de los ciudadanos, una reforma al financiamiento de la campañas políticas y la revocación del Caso Ciudadanos Unidos contra la Comisión de Elecciones Federales. Ha denunciado la existencia del racismo institucional, ha hecho llamados a favor de una reforma al sistema de justicia criminal para reducir el número de personas en prisión, ha defendido medidas disciplinarias severas para combatir la brutalidad policial, apoya la abolición de las prisiones privadas y con fines de lucro, así como la pena de muerte. Sanders apoya la legalización de la marihuana en el nivel federal.

Sanders adopta una postura liberal en asuntos sociales, defiende los derechos LGBT, se opone a la Ley de defensa del matrimonio y mantiene una postura pro-elección respecto al aborto y se opone al desfinanciamiento de Planned Parenthood, organización sin fines de lucro que ofrece servicios de salud reproductiva.

Política exterior

Sanders fue un enérgico opositor a la invasión de EE. UU. de Irak y ha sido crítico respecto a varias políticas aprobadas durante la Guerra contra el terrorismo, particularmente la vigilancia masiva de la población y la Ley "Patriota" de los EE. UU.
En respuesta a los atentados en París del 13 de noviembre de 2015 perpetrados por el Estado Islámico, Sanders hizo un llamado a la cautela contra la islamofobia y dijo que en la guerra contra el Estado Islámico "tenemos que ser tenaces, no estúpidos", y que los EE. UU. debería continuar recibiendo a refugiados sirios.180 En entrevistas ha afirmado que los atentados terroristas y las divisiones raciales con frecuencia se utilizan para infundir miedo en la población.

Inmigración

El senador Sanders defiende el derecho de familias extranjeras de vivir y trabajar en los Estados Unidos, sobre este principio ha elaborado una plan de 6 puntos para cambiar la actual política de inmigración de los EEUU de ser electo:

Desmantelar los programas de deportación y los centros de detención.

Trabajar en una legislación que facilite a las 11 millones de personas indocumentadas en los Estados Unidos.

Asegurar que las fronteras permanezcan seguras, respetando a las comunidades locales.

Regular el flujo de inmigrantes modernizando el sistema de visas y reescribiendo los tratados defectuosos.

Mejorar el acceso a la justicia y terminar con la criminalización de los inmigrantes

Establecer parámetros de supervisión independiente de agencias claves del Departamento de Seguridad Nacional.

Respecto la a esto el senador Sanders declara:


"Somos una nación de inmigrantes. Yo mismo soy el hijo de un inmigrante. Su historia, mi historia, nuestra historia es la historia de los Estados Unidos: Familias trabajadoras viajando a los Estados Unidos para crear un mejor futuro para sus hijos. La historia de los inmigrantes es la historia de los Estados Unidos, una historia arraigada en la familia y potenciada por la esperanza. Y esta historia continua hoy en día en familias por todo Estados Unidos."

domingo, 21 de febrero de 2016

Una Europa sin vergüenza

Xavier Vidal-Folch "28 Gobiernos egoístas e ignorantes. La cumbre de esta semana ha sido la más ignominiosa de la historia europea", en El País, 21-II-2016:

Ha sido la cumbre más ignominiosa de la historia europea. Hubo alguna inútil, incapaz siquiera de redactar conclusiones: la de Atenas, en diciembre de 1983. Otras, confusas y paralizantes: la de Niza, que alumbró la reforma más tonta del Tratado, en 2000. Pero ninguna como ésta, pletórica de retrocesos.

Casi cada gobernante estuvo peor que su vecino. David Cameron tuvo el rostro de proclamar que la cosa iba de vivir y que le dejasen vivir, como si la Unión fuese un egoísta apañete de pago y week-end, y no un proyecto de vida en común. Y fue el campeón del cinismo al asegurar que nada de lo que proponía perjudicaba a la libre circulación. Olvidaba, claro, que ese tráfico, húerfano de la prohibición de discriminar a los socios, será circulación: pero no libre.

Aunque justificados, fueron penosos —pero atención, seguirán amenazando el pírrico logro británico— los quejidos del Este: el checo, que no se discriminase a sus obreros por más de cinco años; el rumano, que nunca; el polaco, que solo a los ya emigrados; el búlgaro, que qué pena tanta mala noticia. Mucha jeremiada para acabar cediendo indignamente, sin obtener a cambio siquiera un plato de lentejas.

La misma humillante distancia entre deseo y voto caracterizó a las mejores soflamas, a cargo del francés François Hollande y del italiano Matteo Renzi. Abogó el francés por una fórmula que permita a la Unión avanzar y no romperse, bravo, pero se plegó al acoso británico al inmigrante; quizá se miraba en su espejo. Y el efervescente italiano, que se proclamó federalista y diametralmente opuesto a la felonía en cocción, pero la votó.

El egoísmo y el cinismo se turnaron con la ignorancia, sabiendo que lo era. Sostuvo la canciller Merkel que como hay mercado único pero no unión social, pues vale discriminar a los hijos de los inmigrantes.

Menuda falacia. El esbozo de la unión social es tan antiguo como el del mercado común: data de 1957. El principio de no discriminación laboral por razón de nacionalidad figuraba desde esa fecha en el Tratado de Roma (arts. 7 y 48)... mucho antes de que el Informe Werner imaginase por vez primera, en 1970, la unión monetaria. ¿Cómo ignora la unión social ya lograda —aunque aún sea muy incompleta— labrada en decenios de reglamentos y sentencias, la presunta adalid de una completa unión política federal?

¿Y Mariano? Bueno, él solo balbuceó cuatro frases, que estaba en funciones, que ojalá la limitación a la libre circulación de los trabajadores fuese solo temporal, que prefería no cambiar los Tratados. La nada