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domingo, 24 de mayo de 2020

Solución final en Egipto para 15 millones de perros: uno por cada siete habitantes

Ferrán Barber, "Los egipcios buscan una "solución final" para sacar de las calles a 15 millones de perros", en Público, 23/05/2020
  
Cortados en rodajas; destrozados a machetazos o a golpes de garrote; envenenados con estricnina o asesinados con cartuchos. Así es la vida de muchos canes en la tierra de los faraones. Una parlamentaria propuso vendérselos como carne a los filipinos. Ni es final, ni es solución.

Una turba de jóvenes destrozó un perro a cuchilladas la víspera de la pasada Nochebuena en el distrito cairota de Al-Matariya. Antes de que el vídeo se retirara de Youtube se convirtió en viral, y su historia se paseó por los tabloides europeos como ejemplo de brutalidad oriental junto a algunas fotos aterradoras del animal literalmente sajado en transversal como un lomo de merluza dentro de un tuk-tuk egipcio, la versión motorizada de un ricksaw. Solo un día después, la policía detuvo y arrestó a los salvajes por torturar y asesinar al perro. Lo mataron de ese modo -argumentaron- porque había acabado con la vida de una cabra. Ojo por ojo, perro por cabra.

No era la primera vez que sucedía un incidente semejante. En 2015, tres hombres de la gobernación de Qaliubeya -Shubra Al-Jaima- fueron condenados a tres años de prisión por atar un perro llamado Alex a una farola y degollarlo. Un tribunal de El Cairo redujo algo después la pena. También la atrocidad fue grabada y difundida por las redes. Semanas antes, una perra a la que alguien arrojó ácido salvó la vida por los pelos y en mayo de ese mismo año, se supo de una hembra y sus cachorros asesinados a golpes de garrote remachado con clavos. Lo que indignó a la gente en un país donde se asesinan millares de perros cada año no fue la muerte de los animales, sino el modo completamente sádico en el que se ensañaron con las criaturas. El hecho de que exhibieran sus actos de barbarie aún los hizo más obscenos.

Con certeza, la policía y los jueces no hubieran intervenido si las muertes de Alex y el perro de la calle Al Jaima no hubieran sido registradas y posteriormente divulgadas, levantando una densa polvareda de ira internacional que apuntaba, en efecto, hacia los bárbaros que habían martirizado a los animales, pero también hacia el Gobierno y la sociedad que toleraban actos semejantes y hacia las instituciones islámicas que les venían dando amparo con indulgentes fatwas que sirven de coartadas para esos actos de crueldad. Con el Islam no se bromea en los países de la Sharia. Una poeta llamada Fatima Naoot fue condenada a tres años de cárcel en 2016 por ofensas a la religión tras criticar en Facebook el asesinato de animales durante el Eid o Festival del sacrificio.

La manera en que cada día se asesinan estos perros sin hogar egipcios es tan atroz que las protectoras de animales se niegan a menudo a divulgar algunas de las fotos con las que los turistas llenan sus buzones de correo. "No todos los egipcios somos unos brutos ignorantes ni actuamos de ese modo", nos dice un funcionario en un salón de té situado junto al Ramses Hilton. Es cierto. A menos de cien metros de nosotros, un par de muchachos dan de comer a unos cachorros acurrucados bajo la carcasa de un viejo automóvil mientras dos bandas rivales de canes se enfrentan por el territorio ante la mirada indolente del resto de los clientes del salón. A los fumadores de narguile les intriga más nuestro interés que la trifulca de los perros y sus intentos por intimidar a sus adversarios. Lo que se halla en disputa es la basura de un mercadillo popular que alguien desparramó entre los escombros.

Su aniquilación masiva ha provocado el retorno de los lobos, las hienas o plagas de víboras
Hay quince millones de perros callejeros en Egipto y resulta de algún modo fascinante ver el modo en que han hallado su nicho en la metrópolis como basureros carroñeros. Están por todas partes, a millares. Hay jaurías pajareando en los aledaños de la esfinge de Gizeh y en los barrios residenciales de las clases más acomodadas, exactamente igual que en esos asentamientos informales de chabolas a los que los egipcios llaman "ashwiyats" y donde viven dos tercios de los parias.

Se podría decir que están por debajo de los humanos en la cabeza trófica, pero por encima de las ratas, cuyas poblaciones mantienen a menudo bajo control. En algunas zonas del desierto, su aniquilación masiva ha provocado el retorno de los lobos, las hienas o verdaderas plagas de víboras cornudas (Cerastes cerastes).

Siempre han estado allí hasta donde alcanza la memoria histórica. Es muy probable que fueran ya domesticados en las eras predinásticas del Antiguo Egipto. Lo que es seguro es que, al igual que los gatos, se hallaban bien considerados en los tiempos de los faraones, mucho antes de que el Ejército de Alá extendiera sus prejuicios por el norte de África. Algunos egipcios de la Antigüedad hacían mención a sus canes en los textos mortuorios, lo que demuestra la intensidad del vínculo con los humanos que se había creado.

Tampoco es la primera vez en que la disparatada densidad de población canina de Egipto les hace colisionar con los primates. En uno de sus libros, Juan Cole explica que las tropas francesas de Napoleón llegaron a sentirse tan exasperadas por los ladridos nocturnos de las jaurías que un comandante en jefe ordenó su ejecución en masa, lo que le tomó a la soldadesca dos noches enteras. La decisión no solo fue cruel, sino absolutamente estúpida, porque la masacre privó a El Cairo de sus más diligentes basureros y llenó de cadáveres en putrefacción las calles de la gran ciudad, lo que las tornó aún más insalubres.

Los asesinatos en masa no han cesado desde entonces y aunque son muchas las ciudades y las gobernaciones que han ensayado diferentes variantes de la solución final canina, la población de perros continúa aumentando. Ni es final, ni es solución. El problema, colosal, no ha dejado de crecer. En Egipto hay un perro callejero por cada siete humanos, lo que a su vez ha provocado -nadie duda acerca de ello- una verdadera crisis que amenaza la salud pública y, eventualmente, la seguridad de las personas.

Que el grueso de los perros no muestren habitualmente conductas agresivas no significa en ningún caso que no puedan actuar de un modo violento, especialmente cuando se les hostiga o sufren alguna clase de trastorno de conducta provocado por la rabia. Al igual que en América Latina, esa variante canina de la encefalitis viral es endémica en Egipto, aunque la verdadera extensión de la enfermedad es exagerada de forma deliberada para reforzar los prejuicios religiosos que estigmatizan a los cánidos. Ni en el Islam ni en el judaísmo rabínico se les tiene en gran estima.

En Egipto hay un perro callejero por cada siete humanos

Estos animales son, de forma simultánea, las víctimas de brutales campañas de exterminio y el origen de un problema singular de superpoblación. En Egipto viven la mitad de perros callejeros que en la India, pero su población humana es de una treceava parte. Uno de cada catorce perros sin hogar del mundo habitan junto al río Nilo. No es, como acostumbra a convenirse, una bomba de relojería, porque el artefacto ya ha estallado.

Un funcionario del Ministerio de Sanidad citado por el Egypt Independent aseguraba hace dos meses que su departamento registró 482.200 casos de mordeduras de animales tan solo en 2018, y 303.000 de ellos se atribuían a los canes. Durante ese mismo año, se produjeron 32 casos de contagio de rabia, frente a los 65 del año precedente. Entre 2014 y 2017, un millón trescientas mil personas fueron mordidas en Egipto, y 231 de ellas fallecieron, como consecuencia de ello.

Son muchos los egipcios que dicen sentirse intimidados o simplemente repelidos por los perros así que las autoridades del país han respondido organizando campañas masivas de exterminio. Los abaten a disparos o, más frecuentemente, mediante el uso de venenos como la citrinina -una micotoxina- o, lo que es peor, mediante estricnina, importada de manera ilegal y sembrada a menudo sin control en el interior de cebos que se arrojan en los parques y otros espacios públicos. Niños, basureros, jardineros han terminado envenenados. Son la víctimas colaterales del canicidio egipcio.

En 2017, la Prensa local informó de que al menos 17.000 perros callejeros fueron fulminados de ese modo en el sur de El Cairo, en respuesta a las denuncias de molestias del vecindario de Beni Sueif. Los vídeos de los funcionarios del gobierno descerrajando cartuchazos de postas a sangre fría a confiados animales o de los canes agonizantes sufriendo convulsiones sobre las aceras y destrozados por el dolor en sus postreros estertores incendiaron las redes europeas. Ese mismo año, la Gobernación del Mar Rojo ofrecía cerca de seis euros por capturar cinco perros callejeros y llevarlos a la autoridad veterinaria para ser exterminados. Los propios funcionarios dieron alas de esta forma a la barbarie.

Un año después, en octubre de 2018, el Ministerio de Agricultura puso en marcha un plan sistemático de exterminio para desembarazarse de los perros con veneno. Las autoridades veterinarias argumentaban que el Estado no podía permitirse los 32 dólares por perro en los que estimaba el coste de implementar un plan basado en un protocolo "más civilizado" de actuación. Esto es, capturar, esterilizar, vacunar y volver a liberar. Envenenar a un animal apenas cuesta algunos céntimos.

Es un problema que se percibe como casi irresoluble en un país paupérrimo y ultracorrupto, regido por una dictadura que, al igual que el Gobierno precedente, es incapaz siquiera de disimular las formas más obscenas de miseria humana. El PIB per capita de un egipcio es de apenas 2.200 euros y se necesitarían al menos 435 millones para aplicar el protocolo de esterilización por el que abogan las protectoras europeas y locales. ¿De dónde va a salir ese dinero? De la manga de políticos corruptos que dirigen el país no parece muy probable y los occidentales son más proclives a indignarse en las redes y a insertar emoticonos que a donar dinero a las organizaciones que trabajan sobre el terreno.

Tras los perros, las serpientes

Así las cosas, tal solo en Albehera, cerca de Alejandría, se asesinaron 18.000 perros, lo que allanó el camino al retorno de las serpientes. Otros 14.000 murieron en los aledaños de la ciudad de Janka. La lista de caídos para "limpiar las calles" es casi tan escabrosamente extensa como indecentes son las fotos que documentaron sus asesinatos. Aquí y allá, la prensa local glosaba las cifras de los animales chapucera y brutalmente aniquilados mediante todos los procedimientos y todos los venenos –legales o no– a su alcance. Sulfatos, estricnina, disparos de cartuchos... Pero la población de canes no ha dejado de crecer.

Una perra acostumbra a traer al mundo dos veces al año una camada de entre seis y diez cachorros. Una y otra vez las protectoras egipcias de animales han tratado sin éxito de persuadir a las autoridades de que asesinar los animales no reduciría la población de perros. El resultado de décadas de planes de exterminio es ninguno. Su número no ha dejado nunca de crecer. El dinero. Ese siempre es el problema. ¿Quién pagaría la factura?

Así que mientras se debatía acerca del procedimiento más viable y apropiado para acabar con la superpoblación de perros, a una diputada egipcia se le ocurrió una idea genial: capturarlos y venderlos como carne a los surcoreanos o los chinos. A la parlamentaria Margaret Azed le cuadraban las cuentas. Le parecía mucho más piadoso concentrarlos en granjas y engordarlos, para después sacrificarlos y vendérselos a los asiáticos a razón de 25 céntimos de euro por perro que dejarlos malvivir entre las basuras de los "ashwiyats" de El Cairo o Alejandría o en las márgenes de las aldeas del desierto.

Además -argumentaba-, el erario público egipcio podría obtener de esta manera una nada desdeñable nueva fuente de divisas. La propuesta hubiera parecido una simple extravagancia. Pero es obvio que la alternativa fue, cuando menos, seriamente considerada y contestada. El Middle East Eye llegó a acusar al Gobierno del país de aprobar una licencia para exportar a Asia 2.400 gatos y 1.700 perros. Un portavoz del Ministerio de Agricultura lo desmintió de manera inmediata el 28 de noviembre de 2018, claro que es complicado, por no decir que imposible, averiguar qué hay de cierto en un país sujeto a una férrea censura donde sus gobernantes acaban siempre encenagados en desmentidos y contradicciones. Azed no fue la única parlamentaria que propuso vender la carne de los perros. Un alto funcionario de la Autoridad Veterinaria, Jaled Fouda, propuso venderlos a los filipinos. Como a las tropas de Napoleón, le irritaban los ladridos nocturnos de las jaurías.

Frente a ese estado de opinión, y frente a la miseria moral de las alternativas que son capaces de parir algunos funcionarios egipcios, se han fortalecido durante los últimos años algunas asociaciones protectoras de animales que abogan por los perros, claro que su importancia y su capacidad para influir en la sociedad es insignificante cuando se las compara, por ejemplo, con la Casa de las Fatuas, un organismo presidido por el gran muftí de Egipto que, siguiendo las órdenes de Dios, se pronuncia acerca de qué es no correcto, con arreglo a la ley islámica.

En 2007, ésta llegó a emitir un pronunciamiento en el que afirmaba que era legítimo matar a los perros cuando dañan a la gente. En su definición de 'daños' se incluía la intimidación mediante ladridos, así que, definitivamente, era un cheque en blanco de Mahoma para empujar el canicidio. Acabar con ellos era, a su juicio, la opción más adecuada, en oposición a quienes alentaban las adopciones o cualquier otra manifestación de la piedad humana. La avalancha de críticas internacionales adquirió tal relevancia que, con el paso de los años, han rebajado el tono, y ahora ponen el acento en la misericordia de Alá. En septiembre del pasado año, una fatua aseguraba que la caridad hacia las criaturas es el principio básico y enviar a los perros a los refugios o adoptarlos, la solución que tendría que ser prioritariamente considerada. Su saliva sigue siendo sucia y contaminante.

Y en Egipto, entre tanto, se continúa matando perros a cañonazos. Se discute, por ejemplo, acerca de un modo de diezmarlos, cuando nadie ha sido capaz hasta la fecha ni siquiera de resolver el problema de la basura que se acumula por las calles, su principal fuente de sustento, y el caldo primordial de los vectores que provocan las enfermedades. El código penal contempla penas de prisión para los maltratadores de animales, pero no define ese maltrato, ni considera las campañas de exterminio dignas de inclusión en el listado de barbaries. Claro que, ¿por qué habría de respetar a los perros callejeros un Gobierno que no respeta ni a los niños?

jueves, 27 de octubre de 2016

Jesús Mosterín, la filosofía y los toros

Cristina S. Barbarroja, Jesús Mosterín: “La clase política y judicial española es de un analfabetismo despampanante” en Público, 27-X-2016:

El catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia tilda de “chorrada” la sentencia del Constitucional contra la prohibición de las corridas de toros en Cataluña: “La tauromaquia es cultural. Pero también lo es la ablación del clítoris o la Inquisición”.

“Uno puede ser partidario de la libertad económica, cultural y personal, y yo lo soy, pero frente a las manifestaciones de la crueldad hay que ser intolerantes y hay que romper con las tradiciones que haga falta hasta acabar con ellas” (Jesús Mosterín)

Se expresa lentamente, con la paciencia del profesor que tiene a un zoquete enfrente. Y no anda mal encaminado el filósofo cuando diserta sobre pensamiento y ciencia. Porque Jesús Mosterín (Bilbao, 1941) no entiende lo uno sin lo otro: “Siempre me ha interesado el conocimiento riguroso, fiable, serio. La vida es muy corta y es mejor pasarla con los ojos abiertos y con la imagen más verídica y precisa del mundo en que vivimos”, recomienda el Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia. 

Así que cuando de jovencito tuvo que elegir entre las ciencias y las letras del bachillerato, escogió las dos. Y las hizo de golpe el cerebrito, que “no entendía por qué tenía que elegir”. Universitario en Madrid y Barcelona, hizo estudios postdoctorales en Alemania, Francia y Estados Unidos, investigó la lógica matemática en Munich, hasta que en 1982 obtuvo la cátedra en la Universidad de Barcelona.

“Estudié muchas cosas, porque me interesaban muchas cosas. Y al final elegí ser filósofo por comodidad. Si hubiera sido catedrático de Derecho Administrativo, no podría haberme salido de ahí. Pero como nadie sabe bien qué es la filosofía, te permite hablar de lo que te dé la gana sin que nadie te lo eche en cara”. Con esa “patente de corso”, Mosterín ha hablado –y sobre todo escrito- sobre todo: desde la cosmología hasta las matemáticas, pasando por la biología, el lenguaje, y los animales. Sobre todo los animales.

Con poco más de veinte años, la editorial Salvat le hizo responsable de ‘Fauna’, la versión enciclopédica de la serie televisiva de Félix Rodríguez de la Fuente con quien pasó alguna que otra temporada en África. Autor de ensayos como ‘A favor de los toros’ o ‘El triunfo de la compasión’, en 2010 fue uno de los ponentes en el debate del Parlament que desembocó en la prohibición de las corridas de toros, anulada ahora por el Tribunal Constitucional. 

Es comprensible el cabreo del profesor, que dulcifica con un hablar pausado la dureza de sus expresiones contra el TC. “Es un sinsentido, una chorrada”, dice del argumento de los magistrados sobre la invasión de competencias del Estado en materia de cultura. “La clase política y judicial española en este tema es de una especie de analfabetismo despampanante”. Y empieza el filósofo, introductor en España de la llamada filosofía analítica, por la vertiente lingüística de la sentencia… y de la ignorancia. 

“El Congreso aprobó que la tauromaquia era parte del patrimonio cultural español. Y es cierto. Pero es que toda la información que no se transmite genéticamente, sino por enseñanza o imitación, es cultural. O sea: que la tauromaquia es cultural, naturalmente. Pero también lo es el maltrato a las mujeres, la ablación del clítoris o la Inquisición”, dice Mosterín que continua su crítica con la filosofía de la decisión. 

“No sé si la filosofía sirve para algo, pero la mala filosofía es desastrosa. Y los miembros del Constitucional han ejercido, no de juristas, sino de filósofos. Se han posicionado en una metafísica obsoleta, que ningún filósofo sostendría hoy, al afirmar que existen naciones y que las naciones tienen una esencia metafísica que incluye las tradiciones más cutres de cada sitio. Las naciones no existen”, concluye y se adentra en otra de las innumerables cuestiones que han preocupado y preocupan al pensador.

En 2008 escribió ‘La cultura de la libertad’, en defensa de la libertad individual frente a la “arrogancia” de los políticos y frente a “entidades estadísticas hipostasiadas como la nación, la iglesia o el partido”. Mosterín, viajado profesor invitado a las universidades de medio mundo, reconoce que no siente respeto por ningún tipo de nacionalismo y, sobre el de su tierra de adopción, afirma: “Los catalanistas creen que la nación catalana es una diosa a la que sirven y que las decisiones e intereses de los individuos son menos importantes que los de la nación. Pero también hay un nacionalismo español que se le parece mucho”. 

Frente a esas ataduras propone el filósofo un mundo “sin estados nacionales, sin fronteras, sin poder que frene la libre circulación de personas, ideas y mercancías”. Y pone internet como modelo mucho más atractivo que los “obsoletos” estados nacionales. “Es más libre que las sociedades políticas a las que estamos acostumbrados. En Internet las naciones no tienen ningún papel, nadie te pregunta de dónde eres, y en internet tienes la capacidad de formar comunidades virtuales que no necesitan de ejércitos ni de tribunales”, explica. 

No hay cuestión que se le resista al Profesor de Investigación en el CSIC y miembro del Center for Philosophy of Science de Pittsburgh. “Por eso soy filósofo”, recuerda. Defensor de la eutanasia, ha tratado de explicar qué es la vida; ha estudiado ‘La naturaleza humana’ en un proyecto que abarcaba desde la genética hasta la lingüística, pasando por la arqueología; o el conjunto de los números naturales como base de datos universal, según su ‘The natural numbers as a universal library’. “Pero esto no es algo que se pueda explicar por teléfono”, se ríe. 

Estos días Mosterín disfruta del olor a libro recién impreso: la cuarta edición de sus ‘Conceptos y teorías de la ciencia’. “Una rareza, porque normalmente estos libros de filosofía tienen una edición, o media, porque se retiran enseguida de la circulación”, reconoce. Sigue escribiendo, impartiendo clases en la Universidad de Barcelona y escapándose a la naturaleza… ¡cuando puede! Y es el catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia el que pone las exclamaciones al gran problema de su vida, la ausencia de otro concepto tan filosófico como científico: el tiempo. 

“La vida es formidable y maravillosa en la medida en que tenga componentes formidables y maravillosos. Cuando ya no los tiene, la vida puede convertirse en una farsa". Jesús Mosterín

viernes, 10 de junio de 2016

Algunos animales que son conscientes de sí mismos pueden suicidarse

Jaime Rubio Hancock, "¿Los animales se suicidan?", en El País, 10-VI-2016:

La orca Morgan del Loro Parque habría intentado suicidarse, según un vídeo. El zoo lo niega

Este vídeo, publicado por la asociación defensora de los animales Dolphin Project, muestra a la orca Morgan fuera del agua durante uno de los espectáculos del zoológico Loro Parque, en Tenerife. Según la asociación, la orca se quedó allí al menos diez minutos, en una escena que, para muchos de los que vieron y comentaron el vídeo, suponía un intento de suicidio. La grabación se ha visto más de 700.000 veces en dos semanas y se ha compartido también en redes sociales: este tuit del partido animalista Pacma, por ejemplo, lleva unos 1.500 retuits desde el martes.

En un comunicado, el parque asegura que no se puede llegar a esas conclusiones “con un video de esta duración y calidad”. También explica que “el varamiento voluntario es un comportamiento natural en orcas salvajes”. El zoo tiene en su web información acerca de la orca Morgan, narrando cómo se rescató a este animal y por qué liberarlo “habría significado su sufrimiento y su muerte”: como explicaba Materia, Morgan padece una “deficiencia acústica severa” y no se sabe cuál es su familia.

Al margen de la situación concreta de Morgan, nos surge una duda: ¿los animales pueden suicidarse? En este artículo de Time se recogen las referencias históricas a suicidios de animales: desde Aristóteles, que narra cómo un caballo saltó al vacío al darse cuenta de que le habían engañado para aparearse con su madre, hasta la historia de Kathy, uno de los delfines que en los años 60 protagonizó la serie de televisión Flipper y que, según Richard O’Barry, se suicidió dejando voluntariamente de respirar (en los delfines, la respiración es un acto voluntario, no reflejo). Precisamente esto llevó a O’Barry a dejar su trabajo como entrenador de delfines y a fundar Dolphin Project.

La duda principal en este tipo de casos es si se puede hablar de una decisión consciente de renuncia a la vida o si estamos cayendo en el antropomorfismo, es decir, en atribuir características humanas a los animales.

Según Javier de Miguel, profesor de biología de la Universidad Autónoma de Madrid, hay varios tipos de suicidios animales. “Entre comillas”, remarca, porque hay muchos matices, tal y como explica a Verne en conversación telefónica. Por ejemplo:

- Suicidios accidentales. Al huir de depredadores, algunos animales se pueden despeñar de forma accidental. De Miguel también recuerda el caso del puente de Overtoun, en Dunbartonshire, Escocia: desde los años 60, unos 50 perros han perdido la vida tras saltar de él, además de otros centenares que resultaron heridos por hacer lo mismo. Es más, algunos de estos supervivientes volvieron a intentarlo una segunda vez, explica Slate. Tal y como nos cuenta De Miguel, recientemente se supo que los perros se veían atraídos por el fuerte olor a visón que procedía de debajo del puente.

- Por conducta antidepredatoria. Algunos animales muestran una conducta suicida (y altruista) cuando atacan a un depredador para salvaguardar así al resto de la especie, como en el caso de las abejas, que pican a pesar de que eso las mata.

- Por parasitismo e infecciones. Por ejemplo, las ratas y ratones infectados por el toxoplasma sienten menos miedo de los gatos y reaccionan de forma más lenta. El objetivo de estos parásitos es que los roedores se dejen atrapar más fácilmente y poder saltar a los gatos, que es donde se reproducen. En cuanto a las infecciones, esta es una de las explicaciones que se da al varamiento de los cetáceos, que en ocasiones se ha identificado con una forma de suicidio.

- Por reproducción. De Miguel explica que hay animales que “se dejan comer para reproducirse, como pasa con los machos de mantis, tarántulas y algunas moscas. Desde luego, si pueden, intentan escapar, pero si no lo consiguen, al menos se han reproducido, que es de lo que se trata. Los ‘suicidios’ de los salmones, que en realidad son muertes por agotamiento, también tienen como resultado la reproducción y serían un caso parecido”.

- Por ambiente. Algunos animales pueden dejarse morir, renunciando a alimentarse. De Miguel nos habla de gansos que han perdido a su pareja o de perros cuyos dueños han muerto. “Se trataría de una muerte producida por la depresión o el estrés -explica De Miguel-, cosa que también puede darse en ambientes desfavorables, como es el caso de los animales que están en cautividad”. Miguel Ibáñez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y veterinario especialista en comportamiento animal, añade que se trata de “un proceso común y más frecuente de lo que creemos”

¿Sabe un perro que está muriendo?

La principal dificultad es que no hay forma de saber si un perro que deja de comer es consciente de lo que está haciendo ni de las consecuencias, aunque, por lo general, “suponemos que no", como apunta De Miguel.

Es decir, sabemos que algunos animales tienen conciencia de sí mismos (como los grandes primates, delfines y elefantes) y también podemos saber si un animal sufre. Pero no es tan sencillo averiguar si este animal ha tomado una decisión consciente y voluntaria para acabar con ese sufrimiento.

Para De Miguel no hay diferencia tajante entre los suicidios de animales y de personas. Recuerda que los animales pueden pasar por problemas psicológicos y que “todo se puede reducir a componentes muy similares, como los neurotransmisores”. De hecho, explica que hay investigadores “que estudian los suicidios animales para intentar entender mejor los suicidios de los seres humanos”. Es difícil meterse en la mente de los animales, sin duda, "pero también de las personas".

Y añade que “hay investigadores, como Edmund Ramsen, que sugieren que el suicidio, incluso en la especie humana, nunca es realmente intencionado. Hay una situación que provoca estrés, lo que a su vez lleva a que la percepción de la realidad se altere y a que el suicidio parezca una solución válida”.

Por otro lado, Ibáñez recuerda que se pueden medir conductas y parámetros fisiológicos para saber qué siente un animal, si bien estas mediciones son ”muy complejas y muy difíciles”. En esta línea, Nicholas H. Dodman, de la Universidad de Tufts (en Boston) explicaba a Mic que ha visto animales con trastornos de ansiedad, fobias, trastornos obsesivo compulsivos e incluso autismo.

Teniendo en cuenta todo esto, Ibáñez es aún más contundente. En su opinión “sí podemos hablar de suicidio, ya que hay animales que se quitan voluntariamente la vida”. Incluso apunta que “es muy probable no solo que estos animales deseen morir, sino también que vivan esta situación de forma más natural y menos traumática”. Eso sí, admite que todo esto es, en gran medida, especulación. A fin de cuentas, “no podemos conversar con un perro”.

Y entonces, ¿qué pasa con Morgan?

En cuanto a la orca Morgan, Ibáñez recuerda que en estos casos, a pesar de que “los cuidadores ponen todo de su parte para que los animales estén bien cuidados”, vivir en cautividad es causa de problemas, tanto físicos como psicológicos.

De Miguel añade que tanto por esto como por su sordera, la orca podría estar “a disgusto y estresada”, pero para saberlo a ciencia cierta habría que hacer pruebas, por ejemplo, midiendo sus niveles de cortisol.

Eso sí, también recuerda que es cierto que “los cetáceos varan en estado natural, como dice el comunicado de Loro Parque. Lo hacen por ejemplo para cazar focas o a modo de juego, lo que a su vez es un ejercicio para aprender a cazar”.

Es un caso, apuntan ambos, complejo, sobre todo porque incluso aunque quedara claro que Morgan lo está pasando mal, no parece que liberar a la orca sea una solución factible.

miércoles, 8 de junio de 2016

Avances en Lingüística animal


Hace más de un siglo, en 1915, cuando estaba en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, un joven ingeniero llamado Hugh Lofting se sintió conmovido por los sufrimientos de los caballos y las mulas inocentes arrastrados al horripilante torbellino de la destrucción humana. Como tenía que contar algo en las cartas a sus hijos pequeños, se inventó un doctor que asistía a los animales. Ese hombre extraordinario –explicaba Lofting a su prole– podía hablar con ellos. Herido gravemente por una granada de mano, Lofting volvió a Inglaterra, y más tarde se trasladó a Estados Unidos con su familia. En el barco, durante la travesía del Atlántico, releyó las cartas de la guerra. Llamó a su doctor “Dolittle” y lo situó en la Inglaterra victoriana, entre los numerosos descubrimientos del mundo vivo que se hicieron en ese periodo. El caballeresco científico de Lofting demostró que los humanos no eran los únicos seres verdaderamente pensantes. El pasado siglo ha sido el peor de la historia en cuanto a relaciones entre humanos y entre animales humanos y no humanos. Quizá tendríamos que mirarnos al espejo y preguntarnos si deberíamos seguir aspirando a hablar con los animales –¿quién no comparte el sueño de Lofting?–, o si, por el contrario, deberíamos esforzarnos en bajar el volumen de nuestro parloteo y escuchar mejor lo que los animales necesitan que oigamos.

El filósofo del siglo XX Ludwig Wittgenstein pronunció la famosa frase según la cual “si un león pudiese hablar, no podríamos entenderle”. Con ello quería decir que los leones habitan un mundo incomprensiblemente diferente. En todo caso, si un león pudiese hablar, probablemente nos aburriría con cosas prosaicas: la charca, los jabalíes, ñus hasta la saciedad; el sexo y los cachorros; la inquietud por esos dos nuevos hermanos con sus pobladas melenas. Sus preocupaciones –el alimento, la pareja, los hijos y la seguridad– son las nuestras. Al fin y al cabo, los seres humanos somos animales. Conviviendo con los leones en las mismas llanuras bajo el arco del mismo sol, persiguiendo las mismas presas y robándonos mutuamente las piezas, nos hicimos humanos. Tenemos mucho en común. No es culpa de los leones que después algunos humanos se convirtiesen en filósofos.

Acabo de salir del estudio donde escribo. Los perros Chula y Jude están tendidos en una agradable mancha de sol sobre un montón de hojas secas, haciendo lo mismo que haría yo: mantenerse calentitos y sentirse a gusto. Mientras camino hacia ellos, hago crujir algunas hojas. Chula me mira a los ojos preguntándose si vengo a pedir o a ofrecer algo. Me quedo quieto y su mirada se dirige hacia la calle. El sonido del autobús escolar nos es familiar a ambos. No necesita ir a investigar. En territorio conocido, oyendo sonidos conocidos, absorbiendo el escaso calor de ese sol invernal, compartimos en gran medida el mismo momento.

El pasado siglo ha sido el peor de la historia en cuanto a relaciones entre humanos, y entre animales humanos y no humanos.

Pero ni siquiera Chula y Jude pueden hablar. Millones de especies se comunican utilizando el lenguaje corporal y las llamadas instintivas. Los seres humanos también tenemos llamadas instintivas: nuestros gritos de dolor, la risa, el llanto. Además, tenemos una plantilla cerebral para adquirir el lenguaje. Sobre esa plantilla aprendemos italiano, malgache, etc. Los chimpancés pueden aprender a indicar cosas como “dame manzana” (los simios no pueden articular sonidos humanos). “Dame manzana” puede ser explícito, pero el vocabulario extenso con gramática y sintaxis parece exclusivo de los humanos. El lenguaje complejo permite contar historias. No solo el “¡Peligro! ¡Serpiente!” en presente de un mono o un pájaro, sino la capacidad humana de transmitir “Ayer vi una serpiente allí. Ten cuidado”.

Cuando una criatura humana dice “andé” en vez de “anduve” está aplicando intuitivamente una regla gramatical. El psicólogo de Harvard Steven Pinker cree que los cerebros humanos están preprogramados con un instinto del lenguaje para crear estructuras verbales, adquirir la gramática y emplear la sintaxis. Así, a los seres humanos hablar les resulta tan natural como a los elefantes barritar y trompetear, a los lobos aullar y gruñir, y a los delfines chasquear y silbar. Lo cual, si lo pensamos, parece algo obvio.

Las implicaciones son inquietantes. A lo mejor nosotros somos tan verdadera, profunda y constitucionalmente incapaces de entender la riqueza que otras especies perciben en su propia comunicación como ellas lo son de entender la conversación humana. ¿Y si sus modalidades de comunicación son fronteras que podemos difuminar pero nunca cruzar del todo? Tal vez “hablar con los animales” sea imposible. Puede que seamos tan definitivamente incapaces de tener una conversación en elefante como un elefante lo es de comentar las previsiones de lluvia en vietnamita o en farsi. Es posible que uno de los grandes sueños de la humanidad, la habilidad de Dolittle para “hablar con los animales”, quede descartado.

Pese a ello, la cosa no queda aquí. A veces los orangutanes indican por gestos lo que les gustaría que hiciese un humano. Cuando parece que el humano entiende en parte lo que le quieren decir, los orangutanes repiten sus gesticulaciones. Pero cuando no se les entiende, prueban con señas nuevas. Si se les pide que busquen un objeto que no está en la piscina, los delfines y los leones marinos bien lo buscan con especial empeño, o bien ni se molestan en buscar. Conocen lo que están buscando, y saben si está allí o no. Los delfines pueden comprender la diferencia entre “coge la anilla de John y dásela a Susan” y “coge la anilla de Susan y dásela a John”. Entienden que el orden puede cambiar el significado; eso es sintaxis, el rasgo distintivo del lenguaje humano.

Cuando alguien insiste en que no podemos saber lo que piensan otras especies porque no podemos hablar con ellas, tiene buena parte de razón. Pero, en el mejor de los casos, las palabras son una imprecisa red de etiquetas que lanzamos sobre nuestras alocadas y confusas percepciones. La comunicación oral es un asidero resbaladizo para capturar los pensamientos. La gente miente. Decir “te quiero” es suficiente, pero es más fiable si se demuestra en silencio. Si estás pasando un bache con la persona amada, mejor “díselo con flores”. Las artes visuales, la música y la danza son la continuación de conversaciones ancestrales cuando las palabras cesan.

Los elefantes africanos tienen una alarma peculiar que, al parecer, es su palabra para “¡abejas!” Una amiga vio cómo unos impalas huían cuando oyeron a los elefantes gritar a una jauría de perros salvajes. Su guía le dijo que los impalas nunca echan a correr cuando los elefantes gritan a la gente o se chillan entre sí. Eso quiere decir que los elefantes dicen determinadas cosas que los impalas entienden. Las crías de elefante tienen dos “palabras” muy diferentes para expresar alegría o enfado. Cuando las consuelan, responden diciendo aauurrrr, y cuando las molestan –las empujan, les dan golpes con los colmillos o con las patas, o su madre les niega el pecho– dicen barúuu. Determinados murmullos de las madres tienen el efecto inmediato de devolver a su lado a una cría descarriada. Parece lógico interpretarlo como que le están diciendo “ven aquí”.

A lo mejor nosotros somos tan verdadera, profunda y constitucionalmente incapaces de entender la riqueza que otras especies perciben en su propia comunicación como ellas lo son de entender la conversación humana.

Los cercopitecos verdes utilizan llamadas con diferentes significados. Dicho de otro modo: utilizan palabras. Si detectan a un felino peligroso, la alerta hace que todos trepen a la copa de un árbol. Cuando un águila amenazadora se cierne sobre ellos, su toque de alarma hace que otros monos miren arriba y corran a ponerse a cubierto en el suelo (no en la copa de un árbol). No lanzan avisos cuando el águila es de una especie que no ataca a los monos. Cuando un mono ve una serpiente peligrosa emite un “gruñido” que hace que sus congéneres se levanten y registren el suelo en su busca. En resumidas cuentas, los cercopitecos verdes tienen palabras que significan “leopardo”, “águila”, “serpiente”, “babuino”, “otro mamífero depredador”, “humano desconocido”, “mono dominante”, “mono subordinado”, “cuidado, otro mono” y “grupo rival”.

Los titís, los cercopitecos de nariz blanca y los colobos añaden información por el orden de las llamadas. Si la amenaza está lejos, los monos de Campbell introducen su toque de alarma con una especie de adjetivo, un bum grave que significa, esencialmente, “veo un leopardo a lo lejos y lo estoy vigilando. Solo para que tengáis cuidado”. Sin el boom, el aviso significa, en tono de apremio, “¡Aquí! ¡Un leopardo!” Tienen tres secuencias de avisos para los leopardos y cuatro para las águilas coronadas. Cuando, en Trinidad, un mono capuchino se separó de su grupo, se subió a un árbol por encima de nuestras cabezas y se puso a arrancar ramas y a lanzárnoslas, claramente nos estaba comunicando “fuera de aquí”. Una mañana, nuestro guía nos contó que había oído a un pájaro llamado momoto decir “¡serpiente!” Y en efecto, al poco vimos al agitado momoto en una ramas elevadas revoloteando alrededor de una boa de Cook, alertando a otros pájaros y echando a perder el sigilo de la boa. Tiko, el loro del Amazonas de la profesora de la Universidad de Rutgers Joanna Burger emite diferentes sonidos para halcón, persona, gato o un perro en el patio. Ella me cuenta: “Antes de mirar, ya sé qué es lo que hay”.

Cuanto estoy en mi despacho, por los ladridos puedo saber si Jude y Chula están ladrando a alguien que pasa solo o con un perro, a un recadero, a una ardilla que han asustado y está trepando a un árbol, o si se ladran el uno al otro cuando juegan a pelearse. Las burdas palabras como “chillar” o “ladrar” que empleamos para sus expresiones y su vocabulario matizados ponen trabas a lo que nosotros entendemos que ellos entienden que significan. No es que no nos estén diciendo nada. Pero, la mayoría de las veces, no somos capaces de oírlo.

Cuando tu perro quiere entrar o salir, lo indica apoyando el hocico en la puerta y meneando la cola. Solo hay que saber a qué lado de la puerta está. La idea queda transmitida. Resulta que nosotros hablamos, pero la mayoría de nuestro parloteo es banal. Pensemos en todas las palabras malgastadas. Terapeutas profesionales intentan ayudarnos a cruzar los puentes levantados sobre los violentos rápidos de las palabras fallidas. Guerra significa balas, bombas y miedo a hablar. Millones de palabras se han demostrado ineficaces para cerrar las brechas de las injusticias étnicas, las ideologías y las religiones. Ahí está la ONU, las conversaciones sobre el clima, el “proceso de paz”.

Los elefantes africanos tienen una alarma peculiar que, al parecer, es su palabra para “¡abejas!”
Pensemos en cómo es posible expresar cosas realmente importantes con unos brazos abiertos, la yema de un dedo o una sonrisa, sin necesidad de frases ni sintaxis. Billones de criaturas sobreviven a existencias sumamente difíciles indicando claramente sus intenciones, sin adverbios ni gerundios. Es el poder silencioso del verdadero propósito.

Hay misterios aún más profundos. Cuando Phoenix y Akeakami, dos delfines de nariz de botella hawaianos que vivían en cautividad recibieron la indicación “haced algo nuevo”, se dirigieron nadando al centro de la piscina y estuvieron unos segundos describiendo círculos bajo el agua, como si planeasen algo. Luego salieron disparados en vertical atravesando la superficie en perfecta coordinación e hicieron girar sus cuerpos en el sentido de las agujas del reloj mientras lanzaban un chorro de agua por la boca. Nada de eso lo habían ensayado. El investigador Lou Herman no tenía la menor idea de cómo lo hicieron. Dijo que había sido “absolutamente misterioso”. Parece que los delfines son capaces de deliberar utilizando alguna clase de lenguaje para planear y ejecutar una acrobacia nueva y compleja. Desde entonces se ha entrenado a muchos otros delfines y responden de forma similar. Ningún ser humano sabe si es que existe otra manera de comunicarse –¿telepatía entre delfines?– que no alcanzamos a imaginar. Hasta la década de 1960 ni siquiera sabíamos que los delfines usan un sónar. Sea lo que sea, por lo visto para ellos es algo tan normal como cuando los niños dicen: “Vamos a hacer tal cosa”.

En una ocasión, el barco de la investigadora Denise Herzing se estaba aproximando a un grupo conocido de delfines que habían estado estudiando. Ellos “nos saludaron, pero se comportaron de una manera muy rara”. No se acercaron a menos de 15 metros de la embarcación y, cosa extraña, rechazaron las invitaciones a nadar en la estela de la nave. Uno de ellos se acercó un poco más durante un instante y huyó rápidamente. En ese momento alguien descubrió que una de las personas que iban a bordo acababa de morir mientras echaba una cabezada en su litera. Espeluznante. Pero entonces, cuando viraron para volver a puerto, “los delfines se pusieron al lado del barco, no nadando en nuestra estela, como solían hacer, sino flanqueándonos a 15 metros de distancia en una escolta acuática... Nadaron organizadamente en paralelo a nosotros”. Después de ocuparse del luctuoso asunto, cuando la embarcación volvió a la zona de los delfines, “estos nos saludaron normalmente, nadaron en nuestra estela y jugaron como solían hacer”. En los 25 años de trato con esos delfines, Herzing nunca los vio comportarse como cuando en el barco había una persona muerta. Al parecer, de un modo u otro se dieron cuenta y se comunicaron entre sí que, en la embarcación, el corazón de una persona había dejado de latir. ¿Qué significa para los delfines la solemnidad ante la muerte de un ser humano?

Las preocupaciones de un león –el alimento, la pareja, los hijos y la seguridad– son las nuestras. Tenemos mucho en común. No es culpa de los leones que después algunos humanos se convirtiesen en filósofos.

Los investigadores han dado a conocer recientemente un avance en la traducción. Resulta que todas las especies de grandes simios que viven en libertad emplean gestos para comunicarse que todos los miembros del grupo entienden. Van dirigidos a individuos determinados, que saben lo que quieren decir, y se utilizan de manera intencionada y flexible. En Uganda, los expertos han elaborado un primer “diccionario” de 66 gestos empleados por los chimpancés para transmitir 19 mensajes con sentido como “ven”, “vete”, “vamos a jugar”, “dame eso” o “me gustaría que me dieses un abrazo”. Los gorilas utilizan más de 100 gestos con significado. Y los bonobos hacen una seña con la mano parecida a la de los humanos para indicar a un congénere que se acerque y, a continuación, añaden un airoso giro de la palma para mostrarle la dirección en la que el saludador invita a dirigirse al saludado para un discreto encuentro sexual privado.

Una mujer llamada Dawn Prince-Hughes, que de pequeña padecía autismo y tenía dificultades para adquirir el lenguaje, descubrió una especie de identidad con un grupo de gorilas del zoo de Seattle y acabó contratada como su cuidadora. Ella los califica de “los primeros y mejores amigos que he tenido nunca... Son gente de una antigua nación”. Al mismo tiempo, en un laboratorio del lenguaje de Georgia, el bonobo Kanzi había visto vídeos del gorila Koko. Cuando Kanzi conoció a Prince-Hughes, observó un instante su manera de actuar y, acto seguido, indicó por señas: “¿Eres un gorila?”

Tal vez el dilema de Dolittle se haya enfocado erróneamente. A lo mejor en vez de querer aprender a hablar con los animales lo que necesitamos es bajar la voz y aprender a escuchar.

Carl Safina es catedrático de Naturaleza y Humanidad en la Universidad Stony Brook. Su libro 'Beyond Words; What Animals Think and Feel' será publicado a finales de 2017 o principios de 2018

Traducción de NewsClips.

jueves, 7 de abril de 2016

El gorrión y Bernie Sanders

San Francisco sermoneaba a los pájaros... y los pájaros le escuchaban y se le paraban encima. Bernie Sanders ha repetido el milagro mientras soltaba un mitin en Portland, Oregón: un gorrión vino a escucharlo y se le paró delante en sus mismas narices. Es una señal. Como es natural, se ha convertido en un tópico global y muchos artistas han sacado partido del incidente, como puede verse en el enlace.



Bernie Sanders se describe a sí mismo como un socialista democrático, progresista, admirador del modelo del socialismo democrático prominente en los países nórdicos y defensor de la democracia laboral. Muchos comentaristas han resaltado la consistencia de su perspectiva ideológica a lo largo de su carrera política. El 19 de noviembre de 2015, Sanders pronunció un discurso en la Universidad de Georgetown sobre su postura acerca del socialismo democrático, incluyendo el papel ideológico que tuvo en las políticas de los presidentes Franklin D. Roosevelt y Lyndon B. Johnson.

Definiendo lo que el socialismo democrático significa para él, Sanders dijo: "No creo que el gobierno deba adueñarse de la tienda de la esquina o poseer los medios de producción de la sociedad, pero sí creo que la clase media y las familias trabajadoras que producen la riqueza de EE. UU. merecen un nivel de vida decente y que sus ingresos deberían incrementar, no disminuir. Apoyo el que las compañías privadas prosperen, inviertan y crezcan en EE. UU., compañías que crean trabajos aquí, a diferencia de las compañías que cierran sus sedes en EE. UU. e incrementan sus ganancias a partir de explotar a los trabajadores con bajos sueldos en el extranjero.”

Economía

Bernie Sanders se enfoca en asuntos económicos como ingresos y desigualdad en la distribución de riqueza, el incremento al salario mínimo, la asistencia universal de salud, la necesidad de mitigar la carga de las deudas estudiantiles, instituir que la matrícula en las universidades públicas sea gratuita por medio de un impuesto a la especulación en Wall Street, así como ampliar los beneficios de seguridad social eliminando el límite en el impuesto de nómina para todos los ingresos por encima de $250,000.10

Sanders se ha convertido en un destacado defensor de leyes que obliguen a las compañías a proporcionar a sus empleados permisos de ausencia laboral por maternidad, incapacidad por enfermedad con goce de sueldo y derecho a vacaciones, resaltando que en la actualidad tales leyes ya han sido adoptadas por casi todos los países desarrollados. También apoya leyes que permitan a los trabajadores formar sindicatos con mayor facilidad.

Sanders defiende acciones contundentes para invertir en infraestructura y revertir los efectos del cambio climático, con la instauración de sistemas de "energía eficaz y sostenible" y creación de empleos como objetivos primordiales. Es un opositor al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica con el argumento de que tal acuerdo es perjudicial para los trabajadores.

Es también un defensor de exhaustivas reformas financieras y favorece la división de las instituciones financieras consideradas "demasiado grandes para fallar", que se reforme el Banco de Reserva Federal y que se restaure la Ley Glass-Steagall fundada tras la Gran Depresión y derogada en 1999, lo que permitió la constitución de Citigroup y otras megacompañias financieras.

Política interna

Sanders ha defendido una mayor participación democrática por parte de los ciudadanos, una reforma al financiamiento de la campañas políticas y la revocación del Caso Ciudadanos Unidos contra la Comisión de Elecciones Federales. Ha denunciado la existencia del racismo institucional, ha hecho llamados a favor de una reforma al sistema de justicia criminal para reducir el número de personas en prisión, ha defendido medidas disciplinarias severas para combatir la brutalidad policial, apoya la abolición de las prisiones privadas y con fines de lucro, así como la pena de muerte. Sanders apoya la legalización de la marihuana en el nivel federal.

Sanders adopta una postura liberal en asuntos sociales, defiende los derechos LGBT, se opone a la Ley de defensa del matrimonio y mantiene una postura pro-elección respecto al aborto y se opone al desfinanciamiento de Planned Parenthood, organización sin fines de lucro que ofrece servicios de salud reproductiva.

Política exterior

Sanders fue un enérgico opositor a la invasión de EE. UU. de Irak y ha sido crítico respecto a varias políticas aprobadas durante la Guerra contra el terrorismo, particularmente la vigilancia masiva de la población y la Ley "Patriota" de los EE. UU.
En respuesta a los atentados en París del 13 de noviembre de 2015 perpetrados por el Estado Islámico, Sanders hizo un llamado a la cautela contra la islamofobia y dijo que en la guerra contra el Estado Islámico "tenemos que ser tenaces, no estúpidos", y que los EE. UU. debería continuar recibiendo a refugiados sirios.180 En entrevistas ha afirmado que los atentados terroristas y las divisiones raciales con frecuencia se utilizan para infundir miedo en la población.

Inmigración

El senador Sanders defiende el derecho de familias extranjeras de vivir y trabajar en los Estados Unidos, sobre este principio ha elaborado una plan de 6 puntos para cambiar la actual política de inmigración de los EEUU de ser electo:

Desmantelar los programas de deportación y los centros de detención.

Trabajar en una legislación que facilite a las 11 millones de personas indocumentadas en los Estados Unidos.

Asegurar que las fronteras permanezcan seguras, respetando a las comunidades locales.

Regular el flujo de inmigrantes modernizando el sistema de visas y reescribiendo los tratados defectuosos.

Mejorar el acceso a la justicia y terminar con la criminalización de los inmigrantes

Establecer parámetros de supervisión independiente de agencias claves del Departamento de Seguridad Nacional.

Respecto la a esto el senador Sanders declara:


"Somos una nación de inmigrantes. Yo mismo soy el hijo de un inmigrante. Su historia, mi historia, nuestra historia es la historia de los Estados Unidos: Familias trabajadoras viajando a los Estados Unidos para crear un mejor futuro para sus hijos. La historia de los inmigrantes es la historia de los Estados Unidos, una historia arraigada en la familia y potenciada por la esperanza. Y esta historia continua hoy en día en familias por todo Estados Unidos."

sábado, 27 de febrero de 2016

Maltrato animal y maltrato humano

Ha salido la noticia de que han metido en una bolsa a una perra, la han apaleado brutalmente y la han tirado a un estercolero en Carrión de Calatrava. Unos la han oído quejarse y la han  salvado. Tenía un ojo fuera. Por mi hija me he enterado de casos de brutalidad semejantes. El más espeluznante, una perra a la que han violado y luego la han dejado morirse con la vagina fuera. Por eso he dicho alguna vez que eso de que "cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro" no es misantropía, es bestialismo.

Un bienintencionado ha dicho que debía haber leyes contra el maltrato animal. El bendito ignora que ya la hay, incluso una autonómica. Pero no se aplica. Como la Constitución, esa ley para impedir el maltrato humano. Debía haber una Constitución universal, pero solo hay pepel pintado, cuando no mojado: una ridícula Declaración de los derechos del hombre que se pasan por el culo hasta merdócratas como Rajoy. Esa es la peor tragedia que hay en España: que existe todo lo necesario para hacer justicia y no se hace. Como esos que se quejan de la corrupción y saben dónde hay corrupción, pero... no la denuncian. ¿Para qué? ¿Para que se aforen? 

Yo diría que eso lo hemos aprendido de la España de Franco: una España corrupta donde no se podía denunciar la corrupción porque no era posible y cuando lo era era inútil y hasta peligroso, hasta el punto de que se acuñó una frase que solo en España tiene sentido: "Usted diga lo que quiera, que yo haré lo que me dé la gana". En España las leyes están para decir, no para obrar. No hay cojones (y los cojones empiezan con un presupuesto correcto para justicia). Y tampoco hay cojones porque el miedo se hereda, se ha heredado de la España de Franco. Está tan mal vocear que hasta Marianico, el Roosevelt que nos va a sacar de la Gran Depresión de 2008, ha hecho una ley para que nos callemos y solo hable él.

Y creo que la mayoría de nuestros políticos son así: se llaman democráticos, pero no creen en la democracia porque se han educado sin democracia o con gentes que no han creído nunca en la democracia o son sencillamente esas mismas gentes que no han creído nunca en la democracia. Como nosotros.

jueves, 8 de octubre de 2015

Las metamorfosis de Louis Wain

Seguramente no les sonará este nombre de este artista, porque fue un genio de tono menor; a lo largo de su vida no hizo sino pintar la misma cosa: gatos. Hoy, con Youtube, un Paraíso lleno de vídeos de mininos, habría disfrutado de lo lindo. De los gatos londinenses y naturalistas de sus principios pasó a los gatos transfigurados y abstractos de cuando mudaba, dicen sus biógrafos, a ser un completo esquizofrénico. Son estos gatos, nada nocturnos, sino solares y esplendentes, fruto enfermizo de una fantasía desquiciada en un millón de colores, formas y variantes, siempre majestuosos como el Fénix, y más parecen búhos deslumbrantes que felis catus.







domingo, 27 de septiembre de 2015

Argumentos insostenibles para sostener la tauromaquia

Jesús Mosterín, "Mitos de la tauromaquia", en El País, 27 de septiembre de 2015:

Mitos de la tauromaquia. Los aficionados a los toros intentan esconder la crueldad de las corridas con argumentos insostenibles.

La corrida de toros es el espectáculo público de la tortura sangrienta, cruel y prolongada de un mamífero superior capaz de sentir dolor. El toro, al salir al ruedo y siguiendo su tendencia natural, se quedaría quieto o se volvería de cara a la puerta cerrada. A fin de evitarlo, se le clava la divisa, un doble arpón hendido en sus carnes para provocar una agresividad de la que carece. En la suerte de varas el picador martiriza al toro hundiendo la garrocha en su carne, rompiéndole los músculos del cuello y produciéndole enormes heridas por las que la sangre brota a borbotones. El resto de la corrida se lleva a cabo con el toro chorreando sangre. La corrida continúa con el tercio de banderillas, en que al bovino se le van clavando palos con lacerantes arpones de acero. Finalmente el aquelarre termina con la matanza del ya destrozado animal por el matador, un carnicero patoso que no siempre acierta la estocada.

La crueldad de la tauromaquia no logra ser escondida por los mitos que la rodean. El primer mito es el de la presunta agresividad del toro. El toro español no sería un bovino de verdad, sino una especie de fiera agresiva, un “toro bravo”. Como rumiante que es, el toro es un especialista en la huida, un herbívoro pacífico que solo desea escapar de la plaza y volver a pastar y rumiar en paz.

El segundo mito es la ficción de un combate que no existe. Dos no se pelean si uno no quiere, y el toro nunca quiere pelear. Como la corrida es un simulacro de combate y los toros no quieren combatir, el espectáculo taurino resultaría imposible, a no ser por toda la panoplia de torturas a las que se somete al pacífico animal, a fin de irritarlo y volverlo loco de dolor, a ver si de una vez se decide a pelear.

El tercer mito es que el torero corre un gran riesgo toreando a un animal mayor que él. De hecho, el riesgo del torero es mínimo. Aunque a veces se producen heridas lamentables, no hay que exagerar el presunto peligro mortal. El último torero muerto toreando fue José Cubero, el Yiyo, en 1985, en Colmenar Viejo. En los últimos 30 años ningún torero ha muerto en la plaza, mientras más de un millón de toros han sido matados en las corridas. El riesgo objetivo del torero es mínimo, un millón de veces menor que el del toro.

El cuarto mito es que todo lo tradicional, por cruel y abominable que parezca, estaría justificado por ser cultural. Pero el adjetivo “cultural” no es laudatorio, sino meramente descriptivo, y no implica juicio de valor alguno. Tan poderosa es la cultura que, sobreponiéndose al natural instinto de conservación, puede convertir a un hombre adoctrinado en un mártir suicida que se autoinmola para provocar una matanza. También puede sobreponerse al natural sentimiento de compasión, provocando el voyerismo taurino de la crueldad y la sangre.

Jesús Mosterín es filósofo.

martes, 28 de abril de 2015

Teratología barroca

Siempre he sentido curiosidad por lo oscuro, fantástico y anormal. En el barroco, periodo ya de por sí susceptible de deformidades, muchas relaciones de sucesos se espantan ante diversos prodigios, por lo general partos monstruosos o alimañas verosímiles como el lagarto de Jaén, posiblemente un caimán que algún avispado colono se trajo de América de pequeño para ver si lograba reproducirlos y vivir del hermoso cuero que producen estos animales. Muchos de estos personajes fetiches, para los que han inventado incluso una pseudociencia, la criptozoología, pueden explicarse por fenómenos perfectamente estudiados como el hibridismo, como el chupacabras, que es una mezcla de coyote y chacal, pese a lo cual todavía algunos siguen figurándoselo esotéricamente como si fuera una especie de alien animal. No me extrañaría que al primer europeo que viese una jirafa terminase por hablar de un cordero bicornudo con cabeza de dos metros. O un dragón chino o quilín; los chinos se figuraban al león como si fuera un perrito pequinés.

El libro de Ana Mancera Rueda y Jaime Galbarro García Las relaciones de sucesos sobre seres monstruosos durante los reinados de Felipe III y Felipe IV (1598-1665). Análisis discursivo y edición. Berna: Peter Lang (Colección: European University Studies, 93), 2015, recoge y transcribe algunos casos falsos o de dudosa veracidad acaecidos en la época y divulgados por medio de relaciones de sucesos: el parto de Hernando de la Haba, el ferocísimo Corlisango, el peje Nicolao, el monstruo profeta de Bengala, el niño de Bayona, los hermanos Coloreto de Génova, la fiera asesina de Tralos montes, el pez del reino de Polonia, el niño nacido en Ostraviza, el niño monstruoso de Lisboa, los siete hijos de Brunete, los siameses de Tortosa, el grifo de Loyes y el heptacéfalo del Ampurdán, casos todos que podrían haber aparecido en el Jardín de flores curiosas, la miscelánea de Antonio de Torquemada que tanto espantaba a Cervantes. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Dicurso antitaurómaco del ilustrado ciudarrealeño Manuel Núñez

He aquí un discurso ilustrado antitaurino (o sea, anticospedal y antipepe) escrito por un ciudarrealeño, oculto bajo el pseudónimo de El escrupuloso, que llamó la atención de Paul Guinard y he identificado con Manuel Núñez de Arenas, párroco de Cardenete (Cuenca) y primer peticionario de la creación de una sociedad económica de amigos del país en Ciudad Real, en época de Carlos III. Este monarca, el único realmente ilustrado, era contrario a la tauromaquia. Su nieto (en realidad no lo era y ni siquiera era vástago de Godoy, sino de un valenciano llamado Ruiz, según Félix Mejía, para quien era uno de los amantes que la reina María Luisa solía elegir entre los miembros de la guardia de corps), Fernando VII, por lo contrario, restablecedor de la tortura judicial, de las penas crueles e infamantes (que aplicó, por ejemplo, arrastrando por las calles en un saco a Riego antes de su ahorcamiento y descuartizamiento, habiéndole salvado la vida Riego al menos en una ocasión) y restablecedor asimismo de las hogueras del Santo Oficio, por el contrario, era un gran amante de los toros. Hasta el punto de que protegió la publicación de la Tauromaquia de Pepe-Hillo y fue el primer rey que ordenó, en Sevilla, la creación de una Escuela de Tauromaquia (decreto de mayo de 1830).

Si comparamos a este grotesco personaje (Fernando VII) con el pobre y sabio párroco Manuel Núñez de Arenas, defensor de los pobres oprimidos y denunciador de la malversación de los fondos públicos de propios y del real pósito de la villa de Cardenete, enajenados ilegalmente por parte de las familias que regentaban la jurisdicción del pueblo (Archivo Histórico Nacional, Consejos, 12002-1, exp. 16), la verdad es que los protaurinos no salen muy bien parados. Por cierto que Jerónimo López Salazar nos ha descubierto otra hazaña de este héroe manchego, por supuesto más ignorada que las felonías y asesinatos del antepasado de Felipe VI el Urgente; copio de Jerónimo López-Salazar Pérez, “Clérigos y resistencias antiseñoriales en Castilla La Nueva”, en Máximo García Fernández y M.ª de los Ángeles Sobaler Seco (coords.) Estudios en homenaje al profesor Teófanes Egido, Valladolid: Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2004, I, pp.  223-244, p. 240-1 (perdón por usar citas de libros y no electrónicas de Internet al estilo Wikipedia):

No faltaron sacerdotes que intentaron limar los odios originados por la policía local. Sánchez González recoge el caso de don Antonio de Medina, párroco de Chinchón afines del XVII, elogiado por los visitadores por su dedicación a la causa de la paz entre bandos. Otros clérigos presentaron memoriales al rey o al señor, en apariencia desinteresados, contra el mal gobierno local y los excesos y violencias de los oficiales. Pueden encontrarse en cualquier época, pero parecen más jugosos los de fines del Antiguo Régimen. El párroco de Cardenete (Cuenca) acudió al Consejo en 1808 a denunciar los abusos, el yugo y el manejo de una liga, de la que en quince años no había salido la vara de la Justicia. A sus integrantes los calificó de “Ladrones con honra” y a su cabecilla de “Licurgo”. El clérigo, fecundo en calificativos, “en los bordes del sepulcro”, supo predecir el proceso de proletarización que se avecinaba, pues anunció que su villa pronto sería una población de mendigos. (AHN, Consejos, leg. 2.675, núm. 5). Cardenete por cierto, era señorío del marqués de Moya. Todavía hay por C. Real algunos que llevan el apellido Núñez de Arenas (hay un comercio de ropa que se llama así) y seguramente ignoran que tuvieron a este ilustre antecesor. Tal vez con esto se enteren.

 Y os dejo ya con la palabra de este escritor, olvidado por ser una buena persona, como tantos otros que nunca mataron a nadie. Está publicado en el Memorial Literario de Madrid, adonde envió varios artículos junto a su sobrino, el abogado Fernando Camborda, (amigo de Félix Mejía), de los que ya me he cansado de escribir en varias ocasiones.

Discurso contra la perniciosa costumbre de correr toros. Escrito por El escrupuloso en la palestra literaria del rectorial colegio cardenetense.

¿Qué importa, ignorante vulgo, menosprecies mi discurso, si siguiendo de ordinario el rumbo de tu capricho, una tradicional doctrina es la norma que te guía a aplaudir lo que puede acarrear un conocido atraso en las ciencias; las artes, la población, el comercio y la policia? Así es. Cualquiera útil proyecto suele desvanecerse por la oposición vulgar. No pueden discurrir los hombres, ni lo que es más, atender a las razones, si por el contrario los estimula una pasión vehemente aunque indiscreta. Vanos serán entonces todos los conatos. No sería capaz de persuadirlos el estilo tuliano. Hacer una verídica pintura de los perjuicios que causan a la España las fiestas de toros juzgo será suficiente para convencer a el que no quiera abusar de las luces que le suministra su entendimiento. Al asunto.
Ve el pobre labrador, no sin sentimiento consumirse una gran porción de toros en las plazas de muchas ciudades, villas y lugares de España. Precisa ilación es de este consumo indiscreto que los bueyes adquieran un subido precio. Compra mulas para cultivar sus tierras. Y, si es cierto que no labra tan bien con estas como con aquellos, según la común sentencia corroborada con la experiencia, viene con este medio a perder el Estado algunos productos más que con la labor bovina pudieran sacarse muy cómodamente. Y el infeliz labrador suele quedar en una suma indigencia, perder de un golpe lo que mucho tiempo, a costa de derramar su sudor, estuvo afanando con indecibles trabajos; si a un año en que no cogiese frutos, o por falta de agua, o por abundancia de ella, o por piedra, o por hielo, o por langosta se le sigue la desgracia de que se mueran sus mulas. He visto labradores honrados casi pedir limosna por esta causa. Evitaríase parte de estos inconvenientes si el precio de los bueyes no fuera excesivo y esto se conseguiría con suprimir del todo las fiestas de toros.
Consúmense en estas funciones muchos caballos de que usan los picadores de vara larga. ¡Se celebra mucho si un toro mata diez, veinte o treinta de estos animales! ¿No sería mucho mejor repartirlos entre los pobrecitos labradores que sostienen con su trabajo el peso de la nación, que dan de comer al caballero, al eclesiástico, al militar, al artesano, al comerciante, al pobre y al rico?
A porfía se incitan los caballeros en estas fiestas a arrojar plata y oro por las que llaman saludes o favores, porque el que juega con los toros puso diestramente una banderilla, porque clavó con tino una espada etc. Se tiene por gran descrédito no cumplir, y se expone a los silbidos de todo el concurso el que no hace aprecio o se desentiende de esta (al parecer) obligación. ¿No sería mucho mejor consignar este dinero para fondos de industria, o bien distribuirlo entre los verdaderamente necesitados e imposibilitados de trabajar?
Parece que autorizan estas fiestas (a lo menos según cree el vulgo) todo género de pullas y palabras deshonestas que no cesan en los caminos al ir y al venir. Todo se mete a bulla. ¡Que vamos a los toros, ande la gresca! De las burlas y chanzas se pasa a lo serio: se originan riñas y, a veces, muertes. Se mantienen entre los dos sexos conversaciones muy tiradas. Se arrojan las primeras chispas de amor. Se abren los ojos a las doncellitas. Ser pervierten las costumbres. Se arruinan, de un golpe, los fundamentos que a costa de mucho tiempo consiguió consolidar una buena educación. Se abre la puerta a la prostitución, a las pasiones impuras. Se... Mejor será apartar la pluma y la consideración de semejantes objetos. No exagero. A cualquiera hombre reflexivo, a primera vista se le ponen delante de su entendimiento estas consecuencias inevitables mientras subsistan las fiestas de toros, estos espectáculos más que gentílicos, indignos a la verdad de las luces de nuestro siglo.
A lo menos es una diversión (dicen los apasionados). Eso es lo que yo niego. La diversión (es claro) busca el sosiego de ánimo, busca el reposo en todos los sentidos, busca conmociones alegres (estas no perturban su reposo), aborrece las melancólicas. La diversión pide que los sentidos, que la imaginación y la fantasía, no estén en un continuo temor y sobresalto. ¿Y qué sosiego, qué natural quietud, qué descanso puede haber en el que está en semejantes funciones? Allí se ve que una fiera va llena de brutal ira corriendo tras de un hombre, tras de un individuo de la humana naturaleza, en todo semejante a nosotros. Allí se ve que falta poco para alcanzarlo. Allí se ve que suele a veces tropezar o resbalar, que persigiéndolo la bestia, al fin, se levanta con prontitud. Allí se ve que, al tiempo de ir a subir a la talanquera, suele juntarle de una testarada las vértebras con el esternón. Allí se ve que lo prende con las astas. Allí se ve que lo saca a la plaza, que jugando con él lo voltea por tres o cuatro veces en el aire. Allí se ve recurrir otros tres o cuatro hombres a libertar a su compañero. Allí se ve a el [sic] toro burlarse de todos, saciarse de carne humana. Allí se ve un hombre muerto violentamente por una fiera, todo su cuerpo lleno de heridas penetrantes, regada la plaza de sangre. Allí, finalmente, se ve a los espectadores pálidos, sobresaltados, llorosos. No se oye decir otra cosa que: “¿Lo ha muerto? Pobrecito. ¡Dios lo haya amparado!”. No se oye otra cosa que llantos, suspiros, ayes, vocería; todo es confusión, tristeza, lágrimas... ¡Ah! ¡Qué horroroso espectáculo! ¡Qué escena tan lastimosa! Vulgo impertinente: ¿es esta tu diversión, esto te complace? Si no estás despojado de los sentimientos humanos, ¿no te causa sumo dolor ver un hombre semejante a ti mismo, destituido de todo socorro, arrojar sangre por muchas heridas, ser juguete de una fiera y concluir sus días en esta lucha? ¿Es esto lo que te divierte? No puedo creerlo. Me responderás que rara vez sucede. Si, aunque te lo conceda, sabiendo tú que sucede (aunque rara vez) no podrá causarte diversión la memoria de si sucederá. Luego ¿por qué vas de veinte o treinta leguas, dejas el reposo de tu casa, faltas a tus obligaciones? ¿Por qué vas, vuelvo a decir, a ver las fiestas de toros? ¿Qué es lo que buscas? No sabrás responderme a esta pregunta.

¡Nobles españoles! Los que seáis ilustrados (con vosotros hablo), dad a vuestro augusto padre y protector, a  vuestro benéfico soberano, a el mayor de todos los monarcas, dad a el grande Carlos III todos con sinceridad las mayores gracias por haber en gran parte desterrado de España esta bárbara costumbre. ¡Ojalá que del todo se desterrase! Dije.

sábado, 28 de febrero de 2015

Entrevista a César Millán

Fernando Bruccoleri: "César Millán: "La vida es simple. No la hagas más complicada", en Huffington Post, 28/02/2015:

César Millán, más conocido como el "encantador de perros" posee una interesante personalidad que cautiva a miles de personas alrededor del mundo.

El nombre de sus dos famosos programas televisivos, transmitidos por las pantallas en más 80 países, retrata fielmente el perfil de este mexicano de origen humilde, que llegó ilegalmente a Estados Unidos sin un dólar en el bolsillo: El encantador de perros y El líder de la manada.

Millán responde aquí a nuestras preguntas sobre su pasado, presente y futuro.

¿Cómo comenzó su relación con la televisión?

No mucho tiempo después de llegar a Estados Unidos, empecé mi propio negocio independiente para rehabilitar perros y me especialicé en casos extremos. Lo llamé Pacific Point K-9 Academy, y obtuve la mayoría de mis clientes a través del boca a boca. Un día, yo estaba en casa de un cliente cuando una amiga de ella se acercó con su perro y me contó su problema. Esa amiga resultó ser Jada Pinkett Smith. Ella y Will Smith me presentaron a un montón de gente famosa que también tenía problemas con su perro, e incluso pagaron a un tutor para que me enseñara inglés durante un año. Esto hizo que publicaran una historia sobre mí en el diario Los Angeles Times, y de repente me empezaron a abordar muchos productores que querían hacer un programa de televisión conmigo. Finalmente decidí trabajar con Emery/Sumner Productions, porque a mi pitbull Daddy le gustaron las productoras Sheila Possner y Kay Bachman Sumner. Y eso hizo que me convirtiera en el presentador Dog Whisperer, al igual que de mis otros espectáculos, como César 911.

¿Cuándo descubriste que tenías la capacidad de comunicarte con los perros?

Muy temprano en la vida, y gracias a mi abuelo, que también tenía una especial habilidad con los animales. Cuando iba a su granja, algo que hacía muy a menudo, vi cómo él seguía sus instintos, lo cual me enseñó a trabajar con la madre naturaleza, no contra ella. Siempre he amado a todos los animales, y todavía lo hago, pero además tenía una conexión especial con los perros casi desde el principio. A los trece años decidí que quería ser el mejor entrenador de perros en el mundo. Pero nunca pensé que iba a terminar formando a personas con el fin de rehabilitar a sus perros.

César, ¿cuál es tu lema? ¿Y por qué?

En este momento, es 'La vida es simple. No la hagas más complicada'. Creo que eso habla por sí mismo, pero es todo parte de mi creencia de que nosotros, como seres humanos, tenemos que volver a sintonizar con la naturaleza con el fin de restaurar las partes instintivas y espirituales de nosotros mismos.Los perros y los humanos tienen ambos cuatro áreas en las que operan: intelectuales, emocionales, instintivas y espirituales. Pero los humanos se centran en los dos primeras, mientras que los perros viven en los dos últimas. Esta es la razón por la que las personas pueden tender a pensar demasiado las cosas y hacerlas más complicadas de lo que deben ser, o a reaccionar de forma exagerada a las cosas y hacerlas de forma más dramática de lo que necesitan ser. Si permanecemos en calma y escuchamos a nuestros instintos, podemos evitar complicar las cosas.

¿Recuerdas algún momento en que hayas tenido miedo ante un perro?

Yo no diría miedo, pero hubo un caso de un perro muy agresivo en la zona roja con el que yo sabía que no podía trabajar. Con sólo mirarlo, pude ver que él estaba esperando la oportunidad de atacarme, y estaba decidiendo si apuntar alto o bajo. Sin embargo, ese tipo de cosas son muy, muy raras. Entre de miles de perros, eso sólo ha ocurrido dos, tal vez tres veces.

¿Cuál ha sido tu caso más complicado?

Mis casos más difíciles son siempre aquellos en los que los seres humanos no quieren cambiar su comportamiento. Es la gente la que tiene que asumir su responsabilidad en la ecuación y hacer las cosas correctas para solucionar los problemas. Puedo entrar y conseguir que un perro agresivo mantenga la calma o que un perro temeroso deje de sentir miedo, pero si la gente no continúa el proceso, entonces mi trabajo no sirve de nada.

¿Qué factores se deben tomar en cuenta en el momento de elegir un perro?

En primer lugar, incluso antes de tomar la decisión de tener un perro, tienes que preguntarte si estás listo para un compromiso que podría durar hasta quince años. Esto significa: ¿tienes el tiempo para pasear a tu perro tres veces al día? ¿Tienes el dinero para pagar la comida, la atención médica, y cosas como correas, juguetes, camas, y así sucesivamente? ¿Y por qué quieres adoptar un perro? Hacerlo para que pueda tener un hijo sustituto o porque te sientes solo o, sobre todo, porque es un capricho son las razones equivocadas. Hacerlo para salvar la vida de un perro y compartir la suya con él es la razón correcta. Después de haber considerado todo eso, tienes que elegir al perro adecuado de acuerdo con tu energía y estilo de vida. Si vives en un apartamento pequeño en la ciudad, un gran danés es probablemente la decisión equivocada, y si no puedes estar físicamente activo, entonces un perro muy enérgico como un dálmata es erróneo. Si vas a estar fuera de casa durante mucho tiempo todos los días, una raza curiosa e inteligente como el terrier no sería una buena opción, a menos que quieras que se aburran y rompan cosas. Más allá de la raza, igualar el nivel de energía del perro con el tuyo es la mejor manera de conseguir una situación adecuada. ¿Quieres un perro con un nivel de energía ligeramente inferior al tuyo? Si tienes otros perros ya, entonces el nuevo perro debe tener un nivel de energía más bajo que tu perro menos enérgico. Al adoptar, utiliza tus instintos y no tus emociones. No adoptes al perro emocionado que está saltando por todo el refugio sólo porque pienses que es lindo si no puedes manejar ese tipo de energía todo el tiempo y dar el ejercicio necesario para reducirlo. En su lugar, busca al perro que sabe sentarse bien el solo. Por supuesto, como siempre digo a la gente, nunca se tiene el perro que uno querría, pero siempre conseguirás al perro que necesitas. Lo más importante de recordar es que debes enseñar al perro una vez lo hayas adoptado, nunca renunciar a él y nunca devolverlo al refugio. Una vez has hecho el compromiso, te toca asegurarte de que eres un buen líder de la manada y que haces lo necesario para que tu perro sea equilibrado y tranquilo.

¿Recomienda aplicar el contacto físico con un perro agresivo? ¿En qué medida?

Hay dos formas generales para hacer frente a un comportamiento no deseado en un perro. Puedes redireccionar el instinto o puedes bloquearlo. Para los perros de menor energía - aquellos que son de 5 o menos en mi escala de diez puntos -puedes redirigirlos sin tocarlos, ya sea a través de un sonido que les ha entrenado para que lo asocien con una golosina, o por medio del olfato, o incluso un gesto. Por encima de 5, sin embargo, es necesario bloquear el instinto, y darle un toque es lo único que va a conseguir la atención del perro en este punto. Ten en cuenta que la palabra es "tocar" y nunca "pegar". Aunque toque a mi perro con un pie, no es una patada. Se parece más bien un codazo. La idea es que el toque lleva la atención del perro lejos de lo que estaba haciendo. Puedes verlo en los propios perros, que lo hacen entre sí todo el tiempo, como cuando un perro da un codazo a otro cerca de donde está la comida. Ahora, la clave para el uso táctil con éxito es en el momento. En el caso de un perro agresivo, tienes que hacerlo en el instante en que el perro decide atacar. Si lo haces demasiado pronto o demasiado tarde, entonces sólo va a aumentar la agresión del perro y vas a hacer que su comportamiento sea peor. La primera vez que se trabaja con los perros agresivos, yo prefiero usar un "e-collar" en lugar de contacto debido a que la vibración en el cuello del perro tiene el mismo efecto. Y ten en cuenta que se trata de un collar que vibra, no un collar de choque. La única vez que debe recurrir a un collar de choque es en el caso de la agresión extrema, o cuando se enseña a un perro algo que salvará su vida, como evitar las serpientes venenosas.

¿Hay algún alimento específico que usted recomienda dar a un perro? ¿Es específico para el tipo de perro?

Todo depende del tipo de perro, de la edad, raza, peso, nivel de energía, condiciones médicas, y así sucesivamente. Realmente no puedo hacer una recomendación general para todos los perros, pero la gente puede y debe preguntar a su veterinario recomendaciones al respecto, ya que su veterinario sabrá necesidades de su perro mejor que nadie.