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miércoles, 31 de enero de 2024

Kafka y la muñeca perdida

De Quora:

Franz Kafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, caminaba un día por un parque en Berlín cuando se encontró con una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.

Kafka le dijo que se encontrarían allí al día siguiente y que volverían a buscarla.

Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca que decía "por favor no llores. Hice un viaje para ver mundo. Te escribiré sobre mis aventuras". 

Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka.

Durante sus encuentros, Kafka leía las cartas de la muñeca cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que a la niña le parecían adorables.

Finalmente, Kafka trajo de vuelta el muñeco (compró uno) que había regresado a Berlín.

"No se parece en nada a mi muñeca", dijo la niña.

Kafka le entregó otra carta en la que el muñeco escribía: "mis viajes me han cambiado". La niña abrazó a la nueva muñeca y se la llevó a su feliz hogar.

Un año después murió Kafka. Años después los nazis anexionaron Chekia y aniquilaron a los judíos que pudieron encontrar, entre ellos las hermanas de Kafka.

Muchos años después, la niña, ahora adulta, encontró una carta dentro de la muñeca. En la minúscula carta, firmada por Franz Kafka, este decía:

"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera".

martes, 12 de septiembre de 2023

Un viaje sin prisa

De Anahí Michel, en Quora:

Cuentan que un taxista de Nueva York llegó a la dirección desde la que habían solicitado sus servicios y tocó el claxon. Después de esperar unos minutos volvió a tocar el claxon. Como esa iba a ser la última carrera de su turno, pensó en marcharse, pero en su lugar, estacionó el automóvil y caminó hacia la puerta y llamó... "Un minuto", respondió una frágil voz de anciana. El taxista oyó algo que se arrastraba a través de la puerta. Después de una larga pausa, la puerta se abrió. Una pequeña mujer de unos 90 años estaba de pie ante el taxista. Llevaba un vestido estampado y un sombrero con un pequeño velo, como alguien sacado de las películas de los años 40. A su lado había una pequeña maleta de nailon. El apartamento parecía que no había sido habitado durante años. Los muebles estaban cubiertos con sábanas. No había relojes en las paredes, ningún trasto ni utensilio en los mostradores. En el rincón había una caja de cartón llena de fotos y cristalería."¿Sería tan amable de llevarme la maleta al coche?", dijo. El taxista llevó la maleta al taxi y regresó para ayudar a la anciana. Ella se agarró a su brazo y lentamente caminaron hacia la acera. La anciana no paraba de agradecer la amabilidad del taxista. "No es nada", le dijo, "Solo intento tratar a mis clientes del modo en que me gustaría que trataran a mi madre"."Oh, usted es un buen muchacho", dijo ella. Cuando se metieron en el taxi, ella le dio una dirección y entonces le preguntó al taxista: "¿Le importaría llevarme por el centro?""No es el camino más corto", respondió rápidamente el taxista."Oh, no me importa", dijo ella, "No tengo ninguna prisa. Voy de camino a un Asilo". El taxista miró por el retrovisor. Los ojos de la anciana brillaban. "No me queda familia ninguna", prosiguió con una suave voz. "El médico dice que no me queda mucho tiempo." El taxista extendió el brazo lentamente y paró el taxímetro."¿Qué ruta quiere que tome?", preguntó. Durante las siguientes dos horas, dieron vueltas por la ciudad. Ella le enseñó al taxista el edificio donde años atrás había trabajado de ascensorista. Pasaron por el barrio donde ella y su esposo había vivido de recién casados. La anciana le hizo parar frente a un almacén de muebles que una vez había sido un salón de baile en el que ella había bailado de joven. Algunas veces, la anciana le pedía que aminorara la marcha enfrente de algún edificio o esquina en concreto y se sentaba mirando fijamente en la oscuridad sin decir nada. Cuando el primer esbozo de los rayos de sol aparecían por el horizonte, ella dijo de repente: "Estoy cansada. Vámonos ya". El taxista condujo en silencio hacia la dirección que ella le había dado. Era un edificio bajo, como un pequeño sanatorio, con un camino de entrada que pasaba por debajo de un pórtico. Dos camilleros salieron tan pronto como pararon. Eran solícitos y resueltos, observando cada movimiento de ella. Debían de haber estado esperándola... El taxista abrió el maletero y llevó la maletita hasta la puerta. La mujer ya estaba sentada en una silla de ruedas."¿Qué le debo?", preguntó buscando en el monedero."Nada", dijo el taxista." Por favor, tiene que ganarse la vida", respondió ella."Hay más clientes", respondió el taxista. Casi sin pensar, el taxista se inclinó y le dio un abrazo. Ella se abrazó a él fuertemente."Usted ha dado a una vieja un pequeño momento de alegría", dijo ella. "Gracias". El taxista caminó hacia la tenue luz de la mañana... Detrás de él se cerró una puerta. Fue el sonido del cierre de una vida. El taxista no recogió ningún cliente más en aquel turno. Condujo sin dirección alguna, sumido en sus pensamientos. Durante el resto de aquel día, apenas pudo hablar. ¿Qué hubiera ocurrido si a aquella señora le hubiese tocado un taxista furioso o impaciente por terminar el turno? ¿Qué hubiera ocurrido si él se hubiera negado a hacer la carrera o si solo hubiese tocado el claxon una vez y se hubiera marchado? Entonces pensó que no había hecho nada más importante que aquello en su vida.

Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas giran alrededor de grandes momentos. Pero los grandes momentos muchas veces nos pillan desprevenidos y por sorpresa, envueltos maravillosamente en lo que otras personas considerarían un momento sin importancia.

viernes, 1 de septiembre de 2023

El concepto de pobreza. Apólogo

De Quora:

UN DÍA, UN PADRE RICO llevó a su hijo de viaje a un pueblo.

Quería mostrarle lo pobre que puede ser alguien. Pasaron un tiempo en la granja de una familia pobre…

A la vuelta del viaje, el padre le preguntó a su hijo:

¿Qué tal el viaje? "Fue genial papá".

¿Has visto cómo vive la gente pobre? Preguntó el padre.

"Oh, sí", dijo el hijo.

Entonces, dime, ¿qué has aprendido del viaje? Preguntó el padre.

El hijo respondió: tenemos un perro, ellos tienen cuatro, tenemos una piscina, ellos tienen ríos, tenemos luces de tubo por la noche, ellos tienen estrellas, compramos alimentos, ellos cultivan los suyos, tenemos muros para protegernos, ellos tienen amigos.

Nosotros tenemos televisión, ellos pasan tiempo con la familia y los parientes.

El padre del niño quedó sin palabras:

Entonces su hijo añadió: "Gracias papá, por mostrarme lo pobres que somos".

martes, 29 de agosto de 2023

Empleos y enchufes

De Quora:

LA TRISTE REALIDAD


Un muchacho termina el Bachillerato y no tiene ganas de estudiar nada. El padre indignado le dice:

—¿Ah? ¿No quieres estudiar? Bueno, yo no mantengo vagos, así que vas a trabajar. ¿Estamos?

El padre, que es un hombre con mucho dinero y metido en la política y tiene algunos amigos políticos, dada su larga trayectoria, trata de conseguirle un empleo y habla con uno de sus compañeros del partido que están en el gobierno.

—López ¿te acuerdas de mi hijo? Bueno, fíjate que terminó el bachillerato y no quiere estudiar.

Si puedes, necesitaría un puesto como para que empiece a trabajar ya, mientras decide si va a seguir una carrera... El asunto es que haga algo y no esté vagando ni se la pase en casa haciendo nada, y así ver si se compone y hace algo de provecho. ¿Me explico?

A los tres días llama López:

–José, ya está. Asesor del Secretario de Energía. Unos US $ 40,000 al mes ¿conforme, verdad?

—¡No, no, López! ¡Es una locura!, recién empieza. Tiene que comenzar de abajo y con esa cantidad de dinero se va a poner peor.

A los dos días, llama de nuevo López:

—José, ya lo tengo. Le conseguí un cargo de asistente personal de un diputado. El sueldo es más modesto, de US $ 25,000 al mes.

—¡No, López!, ¡Acaba de salir del bachillerato! No quiero que la vida se le haga tan fácil de entrada. Quiero que sienta la necesidad de estudiar. ¿Me entiendes?

Al otro día:

—José, ahora sí... Director de compras de la Secretaría de Comunicaciones, ya está; claro que el sueldo se va muy abajo... Serán US $ 15,000 nada más.

—Pero, López, ¡por favor! Consíguele algo más modesto. Está empezando, algo de unos US $ 5,000 a US $8,000 al mes...

—¡Ah, no! ¡Eso es imposible, José!

—Pero ¿por qué?

—Tendría que ser un cargo de maestro, médico, psicólogo, ingeniero..., y esos cargos son por convocatoria; necesita: currículum, título universitario, certificación cada cuatro años, haber hecho méritos, ganar el examen de la convocatoria, competencias docentes, carta de desempeño de su director... Está difícil José, está difícil. Trabajos así no se encuentran fácilmente.

domingo, 27 de agosto de 2023

Apólogo hindú del elefante

Apólogo hindú del elefante

Cuando Edward Witten consiguió unificar y simplificar las cinco teorías físicas sobre los superfilamentos (mejor que supercuerdas, como se suele decir) que definen la materia última en once dimensiones, plegadas las más de ellas constituyendo el universo íntimo de las particulas elementales y la mecánica cuántica, en una sola explicación, la teoría del Todo o teoría M, pensé en el famoso apólogo hindú del elefante (por cierto, el dios hindú de la sabiduría en el hinduismo, Ganesha, venerado también por los budistas, se representa con una cabeza de elefante, en un cuerpo humano con cuatro brazos). Y lo hice porque trata de describir nuestra ignorancia de un modo muy socrático, revelando que es incluso mayor que la de un político, sectario por definición, que ya es decir. La teoría M es la teoría que domina después de la corrección que le impusieron los trabajos suscitados esta vez en la física grande y la cosmología, del macrouniverso holográfico (discontinuo y formado simplemente por fragmentos y grumos de información) concebido por las ecuaciones de Juan Martín Maldacena, el físico argentino más prestigioso y respetado de la historia:

Cuatro ciegos palparon el cuerpo de un elefante. Uno le toco la pierna y exclamó:

-El elefante es como un pilar.

El segundo tocó su trompa y dijo:

-El elefante es como una serpiente. El tercero le palpo la barriga y afirmo:

-El elefante es un tonel.

Y el cuarto le tocó las orejas y aseguró:

-El elefante es como un abanico.

Comenzaron a disputar los cuatro, entre ellos, sobre la figura del animal, sobre su aspecto. Y casi llegaron a las manos.

Un transeúnte, viéndoles reñir, les preguntó qué ocurría, y ellos le refirieron lo que defendían y le pidieron que fallara en su disputa. El transeúnte pensó un instante.

-Ninguno de vosotros ha visto el elefante. El elefante no es como un pilar: sus piernas son pilares. Ni es como un tonel: su barriga es como un tonel. No es tampoco como un abanico: son sus orejas las que parecen abanicos. Y tampoco es como una serpiente, porque únicamente su trompa tiene semejanza con una serpiente. El elefante es como una combinación de todo eso, pero es también mucho más que eso.

De la misma manera disputan muchos sectarios que han vito un solo aspecto de la verdad. Pero aquel que ha visto toda la verdad en todos sus aspectos, también puede fallar en todas las disputas.


miércoles, 2 de agosto de 2023

Apólogo anónimo de la bolsa de piedras

Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras pensaba:

– “Si tuviera un auto nuevo, sería feliz”

– ” Si tuviera una casa grande, sería feliz”

– ” Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz”

– ” Si tuviera pareja perfecta, sería feliz”

En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”

Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa, la cual guardó. Al llegar a su casa se dio cuenta de que aquella piedrita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?

¿Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos cerca de nosotros?

sábado, 29 de julio de 2023

El cielo

Un apólogo de Anahí Michel, en Quora:

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera.

Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.

Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

- El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- EL CIELO.

- ¿El Cielo?

- Sí

- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!.

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

jueves, 13 de julio de 2023

El sabio ignorante

Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:

- Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como sabio que no podamos hacer los demás?

El anciano le contestó:

- Bueno, cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo y, cuando hablo contigo, solo hablo contigo.

El hombre lo miró con asombro y le dijo:

- Pero yo también puedo hacer esas cosas, y no por eso soy un sabio.

No creo - replicó el anciano - cuando duermes, recuerdas los problemas que tuviste durante el día o te preocupas por los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás pensando en qué harás después. Y mientras hablas conmigo estás pensando en qué vas a preguntarme, o en cómo vas a responderme antes de que termine de hablar.

Moraleja: el secreto es estar consciente de lo que estamos haciendo en el momento presente y así podremos disfrutar de cada minuto de nuestra maravillosa vida.

lunes, 13 de julio de 2020

El hombre que era más rico que Bill Gates

Un día, yo estaba en el aeropuerto de Nueva York. Me acerqué a un vendedor de periódicos, pues quería comprar un diario, pero, al sostenerlo en mis manos, me di cuenta de que no tenía dinero suficiente y desistí de la idea. De pronto el vendedor me dijo que lo tomara. "No hace falta que lo pagues, yo te lo doy gratis". Yo ni le había preguntado, pero él se dio cuenta, y ante su insistencia, acepté agradecido por el regalo.

Tres meses más tarde me encontré con el vendedor en el mismo aeropuerto, y de nuevo estaba sin cambio para comprar el periódico. "Puedes tomarlo. Estoy compartiendo esto de mis ganancias. Así que no te preocupes, no estaré perdiendo nada". De nuevo lo tomé y le di las gracias.

Diecinueve años después me hice rico y famoso. Cierto día, recordé al vendedor y decidí buscarlo. Después de un mes de búsqueda, finalmente lo encontré. Y cuando pude reunirme con él, le pregunté: "¿Recuerdas que una vez me diste el periódico gratis? Quiero pagar la ayuda que me ofreciste; lo que tú quieras, yo te lo cumpliré". Pero el vendedor se negó y me dio una respuesta que me dejó extrañado. "¿Usted cree que podrá igualar mi ayuda? Yo lo ayudé cuando era un  pobre vendedor de periódicos. Usted está ayudándome ahora que es el hombre más rico del mundo. ¿Cómo podrá su ayuda igualar a la mía?" Y ese día entendí que aquel hombre era más rico que yo, ya que no esperó a tener dinero para ayudarme, sino que lo hizo por bondad cuando probablemente le faltaba para llegar a fin de mes.

Otra anécdota emparentable es la que le ocurrió a Humphrey Bogart con Harry Truman. Bogart, ya cincuentón, iba a tener su primer hijo y se apostó veinte dólares con el Presidente a que sería niña. Pero fue niño. Bogart le envió un cheque de veinte dólares a Washington; pero Truman se lo devolvió endosado al neonato con una carta donde le expresaba cuánto respetaba a un hombre que recuerda sus deudas y las paga.

domingo, 29 de abril de 2018

Blancanieves según la justicia española

Antonio del Moral, magistrado del Tribunal Supremo, participó en la tarde noche del martes en el teatro Liceo de Salamanca en una jornada sobre delitos económicos y responsabilidad penal de las empresas, organizada por Tormes Motor, cuya intervención concluyó con una singular interpretación del cuento de Blancanieves para ejemplificar cómo el exceso legislativo puede hacer que la vida diaria y acciones cotidianas terminen en la Justicia.

Y es que, analizando el popular cuento infantil, el cazador al que la madrastra encargó matar a Blancanieves para que no fuera la más bella del reino fue objeto del delito de inducción al asesinato. Finalmente, como no tuvo valor para hacerlo, la dejó huir y mató a un ciervo para llevar a la madrastra su corazón. Delitos contra la flora y la fauna según el Código Penal español actual.

Blancanieves huyó hasta encontrar una cabaña del bosque, delito contra la ordenación del territorio, pues estaba construida en suelo no urbanizado.

Además, la mera alusión a sus dueños en el título del cuento, enanitos, es peyorativa e indica un menosprecio, “personas de verticalidad limitada”, apostilló el juez para corregir la denominación.

La protagonista del cuento entró en la casa. Por tanto, incurriendo en un delito de allanamiento de morada. Sus inquillinos regresaban a casa cantando, a buen seguro, una canción por la que no pagaban el correspondiente canon a la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Al escuchar la historia de Blancanieves se apiadaron de ella y le permitieran quedarse, eso sí, a cambio de realizar las tareas del hogar, como planchar, lavar, coser, hacer la comida, sin remuneración alguna ni contrato ni alta en la Seguridad Social, por tanto, un delito contra los derechos de los trabajadores.

La madrastra descubre que Blancanieves seguía viva y hace que caiga en un sueño profundo tras comer una manzana, delito contra la salud pública por envenenamiento. Letargo del que la protagonista del cuento despierta porque recibe el beso de un príncipe, que, con la ley en la mano, es un delito de agresión sexual al propasarse con una mujer privada de sentido.

Por tanto, de acuerdo al Código Penal, todos los protagonistas del cuento de Blancanieves tendrían cuentas pendientes con la Justicia y a buen seguro hubieran terminado en la cárcel.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Dilemas políticos

Tomado del blog del demonólogo padre Fortea:

Lo interesante del gobernante, del que tiene el Poder, es que a veces hay que hacer elecciones entre lo malo y lo peor. En ocasiones, pocas, el que tiene un gran poder tiene la posibilidad de debilitar un mal muy grande a costa de permitir otro mal menor. 

He tenido largas conversaciones con un amigo mío, profesor de universidad, acerca de mi opinión (llena de matices) respecto a cierto régimen autoritario de carácter hispano dominado por un gallego. Mi postura se resume en que cuando le preguntaron a Churchill por qué apoyaba (con armas y recursos) a la Unión Soviética frente a Alemania cuando la segunda atacó a la primera. La respuesta de Churchill fue: Si Hitler atacara al infierno, me aliaría con el Diablo para acabar con Hitler.

Imaginemos ahora que tenemos que elegir entre dos posibilidades dejar que Europa sea dominada entera por la Unión Soviética tal como era en 1940, o dejar que sea dominada por Alemania tal como era en esa misma época.

¿Los dos eran igual de malos? ¿Alguno era menos malo? ¿Alguno era más perverso pero, de hecho, hizo menos mal? Lanzo la pregunta. Yo me la llevo haciendo durante muchos años. Al final, no he llegado a una conclusión clara. Aunque sí que parece que, en términos tanto absolutos como relativos (muertes, torturas, represión) el régimen soviético fue peor, incluso incluyendo los campos de concentración, aunque descontando las muertes por la guerra. Insisto, parece que es así. Tampoco pongo mi mano en el fuego.

Lo interesante es eso: si hubiera que elegir, pero no se puede ir contra los dos, sino sólo contra uno, ¿qué monstruo nos parecería preferible con independencia de su perversidad, digamos, inherente? Yo sólo lanzo la pregunta. No tengo clara la respuesta.  

viernes, 14 de octubre de 2016

Gonzalo Plaza, Apólogo sobre la democracia

De Gonzalo Plaza: "No es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros", en Miciudadreal, 14 octubre, 2016:

Imaginémonos una situación de gran carestía. Unos pocos controlan los bienes básicos, como por ejemplo, la comida. El pan.

ciuadadano-en-blancoSupongamos que las familias más pobres tienen 5 euros al día para comer. Los acaparadores lo saben y, por ello, se ponen de acuerdo y comienzan a vender una barra de pan a 5 euros.

Las familias pobres no tienen más remedio que gastar todo su dinero para alimentarse de una barra de pan al día. Malcomen, pero eso es lo menos malo. Lo peor ese día es, en principio, no comer.

Pero los acaparadores son avariciosos. Y calculan que puede ser beneficioso para ellos subir el precio de la barra de pan a 6 euros.

Las familias de clase media, que antes pagaban 5 euros por su pan, ahora pagan 6, porque siguen necesitando pan. Los acaparadores ganan. En cambio, las familias más pobres, que sólo tienen 5 euros, tienen que comprar una porción (5/6) de la barra que antes adquirían entera. Su situación empeora, y los acaparadores siguen ganando lo mismo con ellos. Aunque en ese momento, otra vez, parece la opción menos mala.

Pero claro, la carestía sigue, y los acaparadores suben el precio a 7 euros.

Y a 8. Y a 10. Y…

Al final, las familias más pobres pueden adquirir tan poca cantidad de alimento que sufren malnutrición, enfermedades, muerte. Cuando eso ocurre, los acaparadores pierden clientes, pero ganan tanto con el precio hiperinflado del pan que les compensa de sobra. Se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

Ya ha pasado más de una vez en la Historia. Está pasando ahora.

Las familias pobres aceptaron la opción que les ofrecían los acaparadores, comer menos pagando lo mismo. La opción menos mala, en principio. Antes que no comer.

Pero al final la opción menos mala se revela como la peor. Aquello que quieres evitar, es lo que sucede.

Oligopolios y control de la escasez.

En esas condiciones, aceptar lo menos malo es un error. Siempre acaba llevando al mal mayor.

La única salida posible es negarse a aceptar el chantaje de los acaparadores. Unirse, organizarse y actuar colectivamente para garantizarse el pan a un precio justo.

La elección aparentemente más arriesgada. El camino difícil.

Lo mismo ocurre en política.

Escoger un partido político malo porque los demás son pésimos lleva a que, las siguientes elecciones, todos los partidos sean todavía peores para los ciudadanos de a pie.

Si aceptas elegir un partido por ser el “menos malo”… ¿por qué no vas a hacerlo otra vez si es un poco más “malo”, siempre que creas que los demás partidos van a ser aún peores?

Y la siguiente vez, lo mismo.

Y la siguiente.

Y…

Escoger una y otra vez lo menos malo lleva al mal mayor.

Y bien que ha quedado probado en nuestro país, tras muchos años ya de elegir lo “menos malo” de entre las diferentes ofertas basura del Poder establecido.

Pero claro, “no es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros”.

O eso dicen los manipuladores. Y los que se tragan y repiten lo que dicen los manipuladores.

Pero sí es lo mismo. Gobiernen unos o gobiernen otros, es el resultado de elegir una y otra vez lo menos malo. A la larga, es el mal mayor. 
Es el camino del Régimen.

¿Y a día de hoy? ¿Que va a gobernar otra vez el PP?
¿Y qué importa eso?

Después gobernará otro. Uno “menos malo”.

Que no reparará apenas el daño que va a hacer el PP. Que dejará todo prácticamente igual, o peor.

Porque es el menos malo.

No es “el bueno”. No es el nuestro.

Da igual que gobiernen Rajoy y Rivera. Que se vaya Sánchez. Que después venga Iglesias. O lo que nos coloquen después.

Da igual Cospedal que Page.

Incluso a nuestro pequeño nivel, da igual Romero que Zamora.

No importa nada de eso. Todo ello es el camino que lleva al mal mayor. El camino del Régimen.

La única salida posible empieza por negarse a aceptar el chantaje del Poder establecido. Y sigue uniéndonos, organizándonos, actuando colectivamente. Para hacer nosotros la política. Para decidir. Para construir -nosotros, directamente- una realidad donde todo eso sea posible.

En una palabra: DEMOCRACIA.

Pero la de verdad.

P.D. Nos comemos la basura que nos ofrecen. Una y otra vez.

¿De verdad pensáis que puede haber algo peor que eso?

domingo, 17 de julio de 2016

Falacia de la ventana rota y obsolescencia programada

La falacia de la ventana rota fue propuesta por el economista liberal Frédéric Bastiat en su ensayo de 1850 Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas ("Lo que vemos y lo que no vemos") para ilustrar la idea de los costes escondidos o costes de oportunidad: si un niño rompe el cristal de un comercio, al principio, todo el mundo simpatiza con el comerciante, pero algunos pronto empiezan a sugerir que el cristal roto beneficia al cristalero, que comprará pan con ese beneficio; a su vez beneficia al panadero, quien con ese dinero comprará zapatos, beneficiando al zapatero y así sucesivamente. En fin, el pensamiento capitalista vulgar, imbuido de un patológico optimismo emprendedor y cortoplacista llega a la conclusión de que el niño no es culpable de vandalismo: ha hecho un favor a la sociedad creando beneficio a toda ella.

Bastiat indica que la falacia consiste en que se consideran los beneficios del cristal roto pero se ignoran los costes escondidos: el comerciante está obligado a comprar un cristal nuevo cuando con ese dinero habría ido a comprar pan beneficiando al panadero de un modo más legítimo a largo plazo. Al final, mirando al conjunto de la industria, el resultado es negativo: se ha perdido el valor de un cristal, llegando Bastiat a la conclusión de que «la sociedad pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos» y que «la destrucción no es beneficio».

Pues bien, esto se asocia estrechamente al defecto principal de la sociedad capitalista: produce demasiada basura (incluso basura humana, gente que en sí misma es basura porque no se les castigan este tipo de conductas: el niño al que se le permite romper ventanas, banqueros con contratos blindados que provocan la ruina de varias familias impunemente, políticos que se acogen a la prebenda de no ser juzgados y pasan o se desentienden de toda responsabilidad moral o no, técnicos que escogen tuberías de fibrocemento porque son más baratas aunque al cabo resulten más caras etc.), y esa basura, a la larga, perjudicará seriamente a la humanidad (o a nosotros, que duele más) porque, malthusianamente, los bienes son más escasos que nuestra capacidad para procesarlos. La obsolescencia programada es el resultado más perverso de esa manera capitalista de concebir el beneficio atendiendo solo a bienes particulares y no a bienes generales, como pretende el imperativo categórico kantiano. El mejor resumen de lo que expreso lo hizo un basurero al indicar que "quienes no recogen la basura que tiran con el pretexto de que así le dan trabajo al basurero deberían dejar que les rompiera la dentadura de un puñetazo para que los dentistas tuvieran trabajo".

La falacia de la ventana rota sirve para determinar si una medida es buena o mala mirando sus consecuencias a largo plazo para toda la población, y no sólo las que tienen lugar a corto plazo para una parte de la misma (por ejemplo, para ese porcentaje mínimo de ricos que se ha beneficiado de las políticas de Rajoy o, a mayor escala, de la patrona a la que sirve, la Merkel -y en el pasado a los políticos del pan para hoy y hambre para mañana: Thatcher y Reagan- a costa del adelgazamiento de un mucho mayor sector de la clase media, como ha señalado Thomas Piketty, y una mayor oscilación y falta de estabilidad en la economía a causa de la desregularización promovida por el neoliberalismo y sus no declarados discípulos socialistas: Blair, González etc.: la existencia de contrapesos reguladores garantiza la estabilidad a largo plazo. Y también a largo plazo es el cuidado de la buena calidad educativa de la población: ya se ve que ni Thatcher ni Reagan cumplían con un mínimo de humanidades, ni mucho menos de humanidad. En ellos eso era cuando menos rudimentario.

Y al final, resulta que la mayoría de nuestros políticos son unos niños irresponsables a los que hay que culpar de haber roto el cristal del futuro de la mayor parte de la sociedad, la clase media.

martes, 3 de mayo de 2016

Fahrenheit 451

Es una de las películas más inquietantes que he visto, Fahrenheit 451 de François Truffaut, sobre una novela de Ray Bradbury. Hoy tendría más sentido hacerla que antes, porque la cultura audiovisual está aplastando a la escrita. La escena en la que la mujer se quema viva entre sus libros me conmocionó.

1. Avance, o, como se suele decir, trailer.
2. El discurso del jefe de bomberos.
3. Película pirateada completa. Véase especialmente a partir de 47 minutos 12 segundos. Es una escena que me impresionó y a la que pertenece la imagen de abajo. 

En El nombre de la rosa también se quema una biblioteca. Se oponen apocalípticos e integrados:

4. La risa y el segundo libro de la Poética de Aristóteles


5. Artículo mío sobre la quema de libros en la literatura.

viernes, 15 de abril de 2016

Una parábola reescrita por Somerset Maugham

-¿Recuerda cómo Jesús fue llevado por el desierto y allí se quedó cuarenta días en ayuno? Entonces, cuando tenía hambre, el Diablo vino a él y le dijo:

"Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan."

Pero se resistió a la tentación. El Diablo entonces le puso sobre el pináculo del templo:

"Si eres hijo de Dios, tírate abajo." De hecho, los ángeles velaban por él y habrían apoyado. Pero Jesús siguió resistiendo. El diablo le llevó a un monte alto, le mostró todos los reinos del mundo y le dijo que se los daría si se postrase ante él para adorarle. Pero Jesús dijo: "¡Fuera de aquí, Satanás!"

Y así termina la historia según el simple y bueno de Mateo. Pero hay una segunda parte.

El demonio, que era muy inteligente, volvió a Jesús y le dijo: "Si aceptas la vergüenza y la confusión, los azotes, la corona de espinas y la muerte en la cruz, vas a salvar a la raza humana, porque el amor más grande que un hombre puede probar es aquello que le hace sacrificar su vida por sus amigos ".

Jesús cayó. Y el diablo se rio hasta que le reventaron los costados: había previsto el mal que los hombres presuntamente cometerían en nombre de su Redentor .

Isabel me miró indignada.

-¿Dónde descubriste esto?"

-En ninguna parte. Lo he inventado para ti.

-Es una idiotez, una blasfemia.

-Solo quería hacerle entender que el autosacrificio es una pasión tan abrumadora que incluso el hambre y la lujuria empalidecen en comparación. Sus enredos conducen a la destrucción de sus víctimas en la más alta afirmación de su personalidad. El fin no cuenta: puede ser digno o no. No hay vino tan embriagador, no hay amor tan apasionado, no hay vicio tan atractivo. El momento del autosacrificio es un buen momento para Dios, ya que, como es tan infinito y omnipotente ¿cómo podría Dios sacrificarse? A lo sumo solo puede sacrificar a su único hijo. Asegúrate de que el Diablo refleje placenteramente a la hora de cerrar su balance las crueles guerras causadas por el cristianismo, las persecuciones, la tortura que los cristianos han infligido a los cristianos; la falta de caridad, la hipocresía y la intolerancia . Y al recordar cómo el cristianismo ha impuesto a la humanidad la carga amarga del sentido del pecado que ha eclipsado la belleza de las noches estrelladas y proyectado una sombra sobre los malinos placeres fugaces de un mundo hecho de alegría, debemos sin duda murmurar con una mueca y dar gracias al Diablo.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Apólogo del rey Sabiondón

De Gonzalo, en Miciudadreal, 4 de diciembre de 2015:

El rey Sabiondón y la Unidad de la Izquierda

En cierta ocasión se hallaba el rey Sabiondón, conocido por haber heredado la sabiduría de un antepasado famoso, de visita en cierta nación mediterránea. Su colega, el rey de esa nación, no ignorando esa virtud, le invitó a presenciar cómo impartía justicia, como era acostumbrado por esos lares.

Su primer asunto le resultó familiar a Sabiondón. Un adorable bebé de rizos pelirrojos estaba sobre una mesa en el centro de la sala, y dos mujeres situadas a ambos lados afirmaban ser su madre verdadera.

La primera madre, pelirroja también -aunque de bote- exclamó: “¡La Unidad de la Izquierda es mía, siempre lo ha sido!”.

La segunda madre, que lucía una larga coleta también de color rojo -y también teñido-, aunque su pelo tenía mechones de casi todos los colores, afirmó por su parte: “¡Yo soy la que Puede, y esta niña ahora es mía!”.

El rey Sabiondón le pidió permiso a su anfitrión para resolver él la cuestión. “Sé cómo hacerlo”, le dijo, guiñando un ojo. “Tengo una vieja estrategia familiar que nunca falla en estos casos”.

Y así, el rey Sabiondón, convencido de que resolvería rápidamente la cuestión, sacó su espada justiciera, y les dijo a las madres que, ante la imposibilidad de saber quién era la verdadera, partiría a la niña en dos y les daría a cada una un trozo.

Al instante, ambas madres se pusieron a chillar desconsoladas ante la sentencia. “¡Que horror!”, gritaban una y otra vez. Sin embargo, súbitamente, ambas se calmaron y, fríamente, dijeron al unísono: “Adelante, majestad, nos llevaremos cada una nuestra parte”.

El rey Sabiondón, que no se esperaba esa reacción, se quedó petrificado. Y, ante su pasividad, las madres se lanzaron sobre Unidad y la descuartizaron salvajemente tirando de sus miembros. Y no sólo eso. Otras madres sin hijos que estaban entre el público saltaron hacia los despojos y pugnaron por conseguir algún pedazo de la niña.

Cuando todo terminó, el rey Sabiondón se fijó en una de esas madres, vestida con una camiseta con el lema “NO A LAS CORRIDAS DE TOROS”, que salía de la sala, feliz y sonriente, con una oreja y la nariz sangrantes de la finada Unidad en sus manos, mientras las acunaba y les cantaba una nana.

Y pensó: “Luego se extrañarán de que gane otra vez la derecha”.

Gonzalo Plaza

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Los chistes y apólogos filosóficos de Slavoj Zizek

¿Saben aquel que Zizek...?, en El País, 1-III-2015:

Slavoj Zizek, estrella pop del pensamiento, suele echar mano de los chistes para explicar asuntos más opacos. Así en 'Mis chistes, mi filosofía', Barcelona, Anagrama, 2015:

I

La lógica de la tríada hegeliana se puede transmitir perfectamente mediante las tres versiones de la relación entre el sexo y las migrañas. Comencemos con la escena clásica: un hombre quiere tener relaciones con su mujer, y ella le contesta: “Lo siento, cariño, pero tengo una terrible migraña, ¡ahora no puedo hacerlo!”. Esta posición de arranque es negada/invertida con el apogeo de la liberación feminista: ahora es la esposa la que exige sexo, y el pobre hombre, cansado, el que contesta: “Lo siento, querida, tengo una terrible migraña...”. En el momento concluyente de la negación de la negación que de nuevo invierte toda la lógica, transformando esta vez el argumento en contra en un argumento a favor, la mujer afirma: “Cariño, tengo una terrible migraña, ¡así que vamos a hacerlo para que se me pase!”. Y uno incluso puede imaginarse un momento bastante depresivo de negatividad radical entre la segunda y la tercera versión: tanto el marido como la mujer sufren migraña, y acuerdan simplemente tomarse una taza de té.

II

Así pues, el “populismo” es por definición un fenómeno negativo, un fenómeno arraigado en un rechazo, incluso en una admisión implícita de impotencia. Todos conocemos el viejo chiste acerca de un tipo que ha perdido la llave y la busca debajo de una farola; cuando le preguntan dónde la ha perdido, admite que ha sido en un rincón sin luz. ¿Por qué la busca debajo de la farola, entonces? Porque la visibilidad es mucho mejor. En el populismo siempre hay algo parecido a este truco. Busca las causas de los problemas en los judíos, pues estos son más visibles que los procesos sociales complejos.

III

En cuanto introducimos la paradójica dialéctica de la identidad y la similitud cuyo mejor ejemplo son los chistes de los hermanos Marx (“No es extraño que se parezca a X, ¡es que es usted X!”. “Este hombre puede parecer un idiota y actuar como un idiota, pero no se engañe, ¡realmente es un idiota!”) se hace evidente lo rara que resulta la clonación. Supongamos que muere un hijo único muy querido por sus padres, y que estos deciden clonarlo para recuperarlo: ¿no está más que claro que el resultado es monstruoso? El nuevo niño posee todas las propiedades del fallecido, pero esa mismísima similitud hace que la diferencia sea más palpable. Aunque parezca exactamente el mismo, no se trata de la misma persona, por lo que es un chiste cruel, un impostor espeluznante; no es el hijo perdido, sino una copia blasfema cuya presencia no puede dejar de recordarnos ese chiste de los hermanos Marx en Una noche en la ópera: “Todo me recuerda a ti: tus ojos, tu cuello, tus labios... Todo excepto tú”.

IV

En los primeros tiempos de su gobierno, a Tony Blair le gustaba parafrasear el famoso chiste de La vida de Brian de los Monty Python (“Muy bien, pero, aparte del alcantarillado, la medicina, la educación, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras, el sistema de agua potable y la sanidad pública, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?”) a fin de desarmar a sus críticos con ironía: “Ellos han traicionado el socialismo. Cierto, han traído más seguridad social, han mejorado mucho la asistencia sanitaria y la educación... pero, a pesar de todo eso, han traicionado el socialismo”.

V

En un viejo chiste de la difunta República Democrática Alemana, un obrero alemán consigue un trabajo en Siberia; sabiendo que todo su correo será leído por los censores, les dice a sus amigos: “Acordemos un código en clave: si os llega una carta mía escrita en tinta azul normal, lo que cuenta es cierto; si está escrita en rojo, es falso”. Al cabo de un mes, a sus amigos les llega la primera carta, escrita con tinta azul: “Aquí todo es maravilloso: las tiendas están llenas, la comida es abundante, los apartamentos son grandes y con buena calefacción, en los cines pasan películas de Occidente y hay muchas chicas guapas dispuestas a tener un romance. Lo único que no se puede conseguir es tinta roja”.

¿Y no es esta nuestra situación hasta ahora? Contamos con todas las libertades que queremos; lo único que nos falta es la “tinta roja”: nos “sentimos libres” porque carecemos del lenguaje para expresar nuestra falta de libertad. Lo que esta carencia de tinta roja significa es que, hoy en día, todas las principales expresiones que utilizamos para designar el presente conflicto —“guerra contra el terror”, “democracia y libertad”, “derechos humanos”— son falsas, enturbian nuestra percepción de las cosas en lugar de permitirnos pensar en ellas. La tarea que se nos plantea hoy en día es darles a los manifestantes tinta roja.

VI

Los chistes acerca del presidente croata, Franjo Tudjman, en general muestran una estructura de cierto interés para la teoría lacaniana. Por ejemplo: ¿por qué es imposible jugar al escondite con Tudjman? Porque si se escondiera, nadie se molestaría en buscarlo... He aquí una interesante cuestión libidinal que nos indica que esconderse sólo tiene sentido si alguien pretende encontrarte. El ejemplo supremo nos lo ofrecen Tudjman y su gran familia en un avión que vuela sobre Croacia. Consciente de los rumores de que muchos croatas llevan una vida desdichada y miserable, mientras él y sus compinches amasan una gran riqueza, Tudjman dice: “¿Y si lanzara un cheque por un millón de dólares por la ventanilla? Entonces al menos un croata, el que lo cogiera, sería feliz, ¿no?”. Su aduladora esposa dice: “Pero Franjo, querido, ¿por qué no arrojas dos cheques de medio millón cada uno, y así tendrás a dos croatas felices?”. Su hija añade: “¿Y por qué no cuatro cheques de un cuarto de millón cada uno, y harás felices a cuatro croatas?”. Y así sucesivamente hasta que, al final, su nieto —el proverbial niño inocente que sin darse cuenta suelta la verdad— dice: “Pero, abuelo, ¿por qué simplemente no te tiras tú por la ventanilla, y así todos los croatas serán felices?”.

VI

En los buenos tiempos del socialismo real, a todos los escolares se les repetía una y otra vez que Lenin leía vorazmente, así como su consejo para los jóvenes: “¡Aprended, aprended, aprended!”. Un chiste clásico de la época del socialismo produce un interesante efecto subversivo utilizando este lema en un contexto inesperado. A Marx, Engels y Lenin se les pregunta qué prefieren, si una esposa o una amante. Marx, cuya actitud en cuestiones íntimas se sabe que era bastante conservadora, contesta: “Una esposa”. Engels, que era un hombre que sabía disfrutar de la vida, por supuesto contesta: “Una amante”. Pero la sorpresa llega con Lenin, que contesta: “Las dos cosas, una esposa y una amante”. ¿Acaso, sin que nadie lo supiera, era muy amante de los placeres sexuales? No, puesto que explica con rapidez: “Así le puedes decir a tu amante que estás con tu mujer, y a tu mujer que estás con tu amante”. “¿Y qué haces en realidad?”. “Me voy a un lugar solitario y aprendo, aprendo, aprendo”.

VII

En una de sus cartas, Freud se refiere al chiste del recién casado que, cuando sus amigos le preguntan qué aspecto tiene su mujer, si es guapa, contesta: “A mí personalmente no me lo parece, pero es cuestión de gustos”.

VIII

El efecto de lo real aparece en el chiste en el que un paciente se queja a su psicoanalista de que hay un enorme cocodrilo bajo su cama. El psicoanalista le explica que se trata de una alucinación paranoica, y con el tiempo lo acaba curando, con lo que el paciente deja de ver el cocodrilo. Unos meses después, el psicoanalista se encuentra por la calle con un amigo del paciente que veía el cocodrilo y le pregunta si sabe cómo le va, a lo que el amigo contesta: “¿A cuál se refiere? ¿Al que murió porque se lo comió un cocodrilo que estaba escondido debajo de su cama?”.

lunes, 14 de septiembre de 2015

El microrrelato más breve de la literatura española

No recuerdo el autor, pero lo que escribió es, desde luego, bastante fácil de recordar:

LUIS XIV

Yo.

lunes, 29 de junio de 2015

Apólogo del Ubasute

Una hermosa leyenda japonesa, que encontré aquí.

Durante la mayor parte de su historia, Japón ha sido un país pobre, donde la mayor parte de la población vivía en los límites de la subsistencia. En algunas zonas, se extendió la costumbre (o la ley) de llevar a morir a los ancianos a los bosques y montañas cuando comenzaba el invierno, una costumbre japonesa denominada ubasute. De hecho, “Ubasuteyama” puede traducirse como “montaña (‘yama’) en la que se abandonan (‘sute’) los ancianos (‘uba’)”. 

A lo que parece, debido a la ley establecida por el señor feudal (‘daimyo’), un hijo hubo de cumplir el penoso deber de llevar a su anciana madre a Ubasute, cargándola a su espalda. Según caminaba, oía de vez en cuando el crujido de las ramas secas a su paso. Al llegar a lo profundo del bosque, se detuvo y bajó a su madre; ésta le instaba a que se fuese antes de anochecer, pero él se resistía a abandonarla. Finalmente emprendió el camino de regreso, pero la oscuridad y la niebla se echaron encima y no acertaba a encontrar el camino, hasta que encontró un rastro de ramas rotas: su madre las había ido partiendo para evitar que se perdiera.

No pudo más; volvió con su madre y a la mañana siguiente regresó con ella a casa, ocultándola para no ser denunciado. A los pocos días, el ‘daimyo’ paso por el pueblo para comprobar que su ley se había cumplido y ofreció un premio a quien pudiera resolver unas pruebas (hacer una cuerda con ceniza, acertar qué extremo de un bastón era el de la raíz y hacer un tambor que sonase sin ser golpeado). En cada prueba, el hijo volvía a su casa y su madre le ofrecía la solución.

El ‘daimyo’ quedó asombrado y antes de darle el premio, le preguntó cómo había encontrado la solución. Entonces el hijo confesó que había incumplido la ley y que había sido su madre quien se las había dado. El ‘daimyo’ no sólo le dio el premio prometido sino que reconsideró su postura y abolió la ley, reconociendo que los ancianos, incluso cuando no fueran capaces de hacer el mismo trabajo físico, sí podían ser de gran utilidad gracias a su experiencia.

Junto al árbol,
seco, llamo a mi padre,
no Ubasute

sábado, 7 de marzo de 2015

El Demonio y Charles Fefferman

Para Charles Fefferman enfrentarse a un problema matemático hipercomplejo es como jugar al ajedrez con el diablo, pero pudiendo dar marcha atrás en tus movimientos. “Juegas una partida y, como el diablo es mucho mejor jugador, te aplasta. Pero te preguntas cómo ha hecho para ganarte y detectas tu error. Así que vuelves a intentar otra cosa diferente. Las primeras veces que lo vuelves a intentar, te vuelve a aplastar, pero tarde o temprano no te podrá derrotar de la misma manera. Descubrirás los trucos del diablo. Será necesario intentar muchísimas cosas, pero podrás acabar ganando. Yo habré ganado al diablo unas 20 veces en toda mi vida”, resume orgulloso, como si fuera Johnny, el niño que gana al demonio en un duelo de tocar el violín en la canción The Devil Went Down to Georgia, de la Charlie Daniels Band.

“Investigar es como jugar al ajedrez contra el diablo. Yo le habré ganado unas 20 veces en toda mi vida”

Sin embargo, el diablo ha aplastado a Fefferman en muchas ocasiones. En una de ellas, la batalla duró 15 años. El problema que le obligó a claudicar era el siguiente: “Si coges un electrón y un protón, se combinarán para formar un átomo de hidrógeno. Los cálculos para demostrar esto están en cualquier libro de texto de mecánica cuántica. Pero si coges miles y miles de millones de electrones y protones y los metes en una caja y la agitas bien, no está tan claro por qué los electrones y protones se emparejan para formar átomos, porque intervienen billones de fuerzas”. Finalmente, tuvo que aceptar el jaque mate del demonio. Y el problema, que no tiene ninguna aplicación concreta, sigue a día de hoy sin solución.

“A veces me siento deprimido, pero estoy obligado a continuar, porque los problemas me agarran y no me dejan irme”, confiesa. Actualmente, Fefferman, investigador en la Universidad de Princeton desde los 24 años, trabaja en varios problemas. Uno de ellos es comprender las llamadas singularidades de tipo splash, el fenómeno que cualquier bañista puede observar en una playa al ver cómo rompen las olas, girando sobre sí mismas y tocándose. El matemático estadounidense se enfrenta al problema con los miembros del laboratorio que dirige a distancia en el ICMAT. De momento, su equipo, con el matemático español Diego Córdoba a la cabeza, ha demostrado la existencia de estas splash en mundos teóricos en los que no existe la playa, ni el fondo marino, ni el viento. Sin embargo, las olas, sólo con agua y aire, se siguen produciendo. “Podemos imaginar que Dios empieza el movimiento del agua y luego se aleja. Pero no tengo ni idea de quién es Dios aquí”, reconoce Fefferman.

Hijas matemáticas

El matemático no se preocupa en exceso por las aplicaciones de sus comecomes cerebrales. Como ocurrió en el caso del .jpg y el .mp3, sabe que llegarán. “Los fluidos están por todas partes, son muy importantes y no los comprendemos muy bien. Hemos hecho progresos, pero lo que hemos descubierto es poco comparado con lo que todavía no conocemos”, explica.

El investigador lamenta enfurecido que una muñeca Barbie repitiera la frase “Las matemáticas son difíciles”

A sus 65 años, Fefferman continúa con pasión dando clases en Princeton, una de las mejores universidades de EEUU. “Allí no todos los alumnos son buenos, pero los mejores son impresionantes. Los peores, en cambio, no son brillantes en absoluto. No me gustaría trabajar en las oficinas de admisión. Si quieres que tu hijo vaya a Princeton pagando, tendrás que desembolsar una cantidad brutal de dinero. No sé lo que pasa dentro de las oficinas de admisión de Princeton, pero veo los resultados, veo cómo llegan los estudiantes”, lamenta.

Cuando no está jugando al ajedrez con el diablo, el matemático estadounidense pasea, nada, escucha música o juega “muy mal” al ping-pong. Sus dos hijas han seguido los pasos de su padre. Una de ellas, Lainie, es profesora de matemáticas en un instituto de Nueva York, aunque también es una compositora relativamente conocida en EEUU. La otra, Nina, es una bióloga que aplica modelos matemáticos para estudiar los sistemas biológicos complejos.


Sus hijas son dos excepciones en un mundo, el de las matemáticas, dominado por los hombres. “Yo no veo diferencias particulares en los procesos mentales de hombres y mujeres. Este problema [de la falta de mujeres] es un asunto cultural. Una de mis hijas levantaba el brazo de pequeña en clase de matemáticas  y el profesor ni la miraba”, señala. “Recuerdo que había una muñeca Barbie que decía 10 frases y una de ellas era ‘Las matemáticas son difíciles’. ¿Cuántas decenas de millones de niñas habrán jugado con una Barbie que les decía ‘Las matemáticas son difíciles’?”, expone enfurecido. Pero, por suerte para el mundo, Fefferman no tuvo que sufrir la cantinela de ninguna Barbie estúpida.