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martes, 6 de junio de 2017

Mitología y superstición manchega

Hay unos blogs bastante interesantes consagrados a supersticiones antiguas de La Mancha:

1. Este es el primero.

2. Este es el segundo.

3. Este es el tercero.

Contienen algunos trabajos de campo interesantes y documentaciones sin referencias claras sobre la estantigua, los duendes martinicos y motilones, Maraúña o Mariuña, especie de deidad acuática, nereida o ninfa maligna de las aguas, moras, pejigueras, marimantas, peregrinos, remolinos, saetones o setones, trocanta, zarramaca, etc., etc., etc. 

El mayor compilador, del que veo beben muchos, creo yo es Carlos Villar Esparza, porque repiten muchos textos suyos aparecidos en la Revista de Folklore.

domingo, 21 de agosto de 2016

Los vinos españoles fastidian a los vinateros del Languedoc

Vins espagnols: les producteurs du Languedoc crient à la concurrence déloyale
Par Julia Blancheton  Le Figaro, 20/08/2016

Grâce à une réglementation plus flexible et un coût du travail moins élevé, les vins espagnols sont vendus à des prix qui tirent à la baisse le cours du vin.

A 32 euros l'hectolitre, les vins espagnols sont deux fois moins chers que les vins de table français et tirent à la baisse le cours du vin de table. Les producteurs du Languedoc voient rouge et le Conseil Interprofessionnel des AOC du Languedoc et des IGP Sud de France dénonce une concurrence déloyale. «En Espagne, le coût du travail est amplement inférieur et les réglementations sont beaucoup moins strictes. Certains producteurs sont même autorisés à utiliser des produits interdits en France», affirme Xavier de Volontat, le président du conseil.

De plus, l'étiquetage des vins espagnols n'est pas clairement défini et peut être trompeur pour le consommateur. En effet, sur les étiquettes, les vins espagnols sont indiqués comme étant des vins de la communauté européenne. Xavier de Volontat considère que «le consommateur voit que le vin vient d'Europe, il n'imagine pas forcément que ce n'est pas français. La qualité n'est évidemment pas la même, mais pour du vin de table, le consommateur ne fait guère la différence.»

«On doit s'adapter aux prix espagnols et on souffre»

Cependant, cette problématique n'est pas nouvelle et les importations ne sont pas plus élevées que l'an dernier. Mais le marché est plus perturbé aujourd'hui car la récolte a augmenté par rapport à 2014. «En 2014, le vin espagnol venait combler le manque de production du Languedoc. Pour 2015, on a plus de stock à vendre. Or, avant, les prix étaient entre 70 et 75 euros l'hectolitre, maintenant on doit s'adapter aux prix espagnols et on souffre», ajoute Xavier de Volontat. «On demande simplement une concurrence loyale. Les Espagnols doivent s'aligner à notre marché et à notre réglementation. On doit également revoir l'étiquetage qui, aujourd'hui, floute le consommateur.»

Au total, 6 millions d'hectolitres de vin espagnol arrivent chaque année en France (la production française est de 47,3 millions d'hectolitres). Cependant, les producteurs ne connaissent pas la répartition. Une partie est simplement en transit dans l'Hexagone, une autre se retrouve dans les vins aromatisés et la dernière partie, celle qui pose problème, met en danger nos vins de table.

jueves, 12 de mayo de 2016

Nueve palabras del dialecto manchego

Aquí.

Son rochero, galgo, chusmear, rodilla, curro, mangurrián, bacín, reviejo y cascante.

sábado, 16 de abril de 2016

El Quijote para Francisco Rico

Francisco Rico, "‘Don Quijote’, es decir, la historia de la novela", en El País, 15-IV-2016:

El libro y su protagonista ilustran en grado supremo la dimensión narrativa de la vida provocando a un tiempo la risa y la adhesión con la tranquilizadora distancia de la ficción

Se ha dicho que toda filosofía es una nota a pie de página de Platón. Puede decirse que toda la ficción en prosa es una variación sobre ‘el tema del Quijote’. Es muy cierto el juicio de Lionel Trilling, y en parte se entiende porque ‘el tema del Quijote’ tiene mucho que ver con las raíces mismas de la ficción como dimensión constitutiva del ser humano y como sustancia primordial de toda literatura.

La más difundida de todas las interpretaciones del Quijote, hasta el punto de convertirse en la explicación estándar que en principio viene acompañando durante dos siglos a quien se dispone a leerlo por primera vez, la dio el romanticismo alemán: en palabras de Schelling, el tema de la obra es “das Reale im Kampf mit dem Idealem”, ‘la lucha de lo real con lo ideal’. Hay un fondo indudable de verdad en esa interpretación, pero si hubiera que proponer un núcleo último de significación, una significación a todas luces no buscada por Cervantes y sin embargo admisible sin la menor violencia, yo personalmente me atrevería a razonar que don Quijote ilustra en grado superlativo un rasgo fundamental de la condición humana.

Vivir, en efecto, es contar, ir contándonos historias. La más modesta acción cotidiana, no digamos si crucial, supone imaginar una narración en que nos corresponde el papel de protagonistas, ponerla a prueba frente a los condicionamientos de las circunstancias, para volvérnosla luego a contar dentro de una trama más compleja, mejor estructurada. Don Quijote y el Quijote ilustran en grado supremo, digo, esa dimensión constitutivamente narrativa de la vida, y la ilustran provocándonos a un tiempo la risa y la adhesión, llevándonos a contemplarlos con la cercanía de nuestros propios relatos, pero con la tranquilizadora distancia de la ficción.

Ese trasfondo universal, esa referencia más o menos implícita del Quijote a una constante de la condición humana, reviste en él la forma de polémica literaria, en la medida en que confronta las dos grandes direcciones de la especie de ficción que actualmente llamamos novela, en principio autónomas: una antigua, inmemorial, la otra sustancialmente moderna.

La antigua se centra en el relato de sucesos y pasiones extraordinarias, protagonizado por personajes que reúnen perfecciones de todo orden y se mueven en escenarios inaccesibles para el común de las gentes, a menudo con elementos fantásticos o sobrenaturales, en un mundo de nítidas jerarquías y fronteras entre el bien y el mal. Cervantes ha empezado justamente su carrera con una de las variedades de esa especie, La Galatea (1585), en la línea de la fábula pastoril de filiación clásica asociada con el relato sentimental de la tardía Edad Media. Y su última obra serán Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617), con su incesante despliegue de peripecias (raptos, naufragios, maravillas...) que complican el destino de los dos jóvenes y modélicos enamorados.

Al margen de esa tradición milenaria, desde el siglo XVI fluye independientemente otra modalidad de escritura: las ficciones que se presentan como relatos de hechos reales, efectivamente acaecidos; cuya acción se desarrolla entre las cosas y personas de la vida diaria, y que adoptan las formas corrientes en los escritos del mundo real: cartas, memorias, biografías, relaciones, crónicas..., unas veces en primera persona, como en el Lazarillo de Tormes o en la picaresca, y otras en tercera persona, como en el Diario del año de la peste de Defoe o en las biografías inglesas de criminales.

Pues bien: la historia de la novela es la historia de la confluencia del antiguo ideal romancesco y una narrativa moderna inspirada por la ficción pseudo-real, una confluencia en la que será aquél quien a la larga más honda y perdurablemente acoja las propuestas y los procedimientos de ésta. La culminación del proceso sólo se alcanza cuando la estética más prestigiosa en los siglos XIX y XX acoge en su marco y superpone a título de iguales la ficción pseudo-real, los simulacros de prosa de hechos reales, y las especies de ficción que hasta entonces había tenido como propias el establishment literario. Pero todo ese proceso está prefigurado ya en el Quijote: el Quijote adelanta, contiene y en medida importante inventa (no temamos decirlo: inventa) no ya la novela, sino la historia de la novela.

Por otra parte, la novela se nos presenta hoy como la forma por excelencia híbrida, polifónica, para decirlo con Bajtin, o, en la fórmula de Marthe Robert, “totalitaria”: el género de géneros, el cajón de sastre donde se mezclan y conviven todas las modalidades literarias y expresivas. El Quijote, a la altura de su tiempo, concuerda sustancialmente con esa concepción de la novela que llegó a formarse el siglo XX.

El Quijote ensancha con categorías nuevas el espacio de la ficción, pero, se diría, sin desechar ninguna de las viejas. De la teoría clásica le viene el problema capital de cómo concertar la admiratio con la verosimilitud. El grand roman está reelaborado no sólo en diálogo crítico con los libros de caballerías, sino en episodios pastoriles como el de Grisóstomo y Marcela o en las aventuras del Capitán Cautivo. El relato folkórico y la novella corta a la italiana se emulan al par que se critican, por ejemplo, en el cuento de Lope Ruiz (I, 20) y en El curioso impertinente.

Si en la Primera parte (1605) los materiales de diversas tradiciones tienden a yuxtaponerse, al arrimo de la noción renacentista de que la varietas es fuente a la vez de verdad y de belleza, la Segunda (1615), sin renunciar a ellos, los ensambla en un hilo conductor que enlaza desde el trasmundo onírico de la Cueva de Montesinos hasta la crónica de actualidad de Roque Guinart, pasando por la farsa cortesana de los Duques. La mise en abîme y la metaficción tienen en la Segunda parte un papel sobresaliente a través de las conspicuas referencias a la Primera y a la continuación del apócrifo Avellaneda.

Todos los géneros y los estilos literarios, del teatro a la épica, y todos los tipos de discurso, de la pieza oratoria al documento legal, se someten a revisión. Todos los niveles del lenguaje, en fin, de los artificiosos arcaísmos del caballero a la fraseología popular de Sancho, se conciertan con la prosa limpia y natural que da el tono de la narración, en una fascinante polifonía. Con una modernidad perenne, el Quijote se configura, así, como un completo universo a la vez de realidad y de literatura.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Moltó, condenado a 2 años


Dos años de cárcel para el expresidente de Caja Castilla-La Mancha. La Audiencia Nacional atribuye a Hernández Moltó falsedad en las cuentas de la primera entidad quebrada en 2009. El País, 23-II-2016:

La Audiencia Nacional (AN) ha condenado al expresidente de Caja Castilla-La Mancha (CCM) y exdiputado del PSOE Juan Pedro Hernández Moltó y al exdirector general Ildefonso Ortega por"un delito societario de falsedad contable cometido al manipular las cuentas de la entidad, a la pena de dos años de cárcel y a otra de inhabilitación para ejercer cargos de administración o dirección en el sector financiero durante el tiempo de su condena.

En la sentencia también se impone a cada uno el pago de una multa de 29.970 euros y les obliga a satisfacer la mitad y a partes iguales las costas causadas, incluidas a las de la acusación particular y popular, ejercidas por la asociación Adicae y la propia caja de ahorros. El juez de lo Penal José María Vázquez Honrubia absuelve a ambos directivos del delito societario de administración fraudulenta que les atribuían ambas acusaciones. Hernández Moltó fue diputado por el PSOE y portavoz de la Comisión de Economía del Congreso. Su enfrentamiento con Mariano Rubio, exgobernador del Banco de España, tuvo una gran repercusión en los medios.

Caja Castilla-La Mancha fue la primera caja de ahorros española en ser intervenida y nacionalizada, en marzo de 2009, después de que se aprobara un rescate que necesitó una inyección de liquidez de 9.000 millones de euros. Tras ser recapitalizada por el Fondo de Garantía de las entidades financieras, fue vendida con importantes ayudas a Liberbank.

El Banco de España cuantificó en 253,8 millones las operaciones y los perjuicios económicos que los gestores causaron en la entidad. Según Anticorrupción, el 10 de febrero de 2009, con la "aquiescencia" de Hernández Moltó, Ortega envió al Banco de España unos estados financieros y consolidados públicos de la entidad que ignoraron los requerimientos que el supervisor había venido haciendo desde 2004 y no reflejaban su "situación financiera real"

sábado, 13 de febrero de 2016

Sin forma definida. La transición cultural en Ciudad Real (III)

Cuando uno mira atrás, solo echa de menos la gente; eso decía Holden Caulfield al final de El guardián entre el centeno. Pero Holden Caulfield tenía el talón de Aquiles de su hermana Phoebe, que es el común de todos los adolescentes; y se lo dijo a la cara de esta manera: "No sabes lo que quieres". La juventud siempre está abierta a todo y es pura contradicción; es un rasgo tan característico como el de no estar para nuevos trotes en el caso de la vejez. Y eso nos pasaba a todos los adolescentes creciditos de entonces. Pero a estas alturas he de confesar sinceramente que no echo de menos a algunos a quienes preferiría olvidar o enviar a tomar por culo (y a alguno además le gustaría), mientras que a otros los evoco con pena porque se han ido o con satisfacción, porque pasamos buenos ratos juntos: son ese tipo de gente a la que gusta recordar. Y también a otros que poseían el don de saberlo todo sobre todos. Todavía he visto que hay algunos de esos, no diré cuáles. De ellos se puede decir lo que sobre sí mismo dice Nick Carraway al principio de El gran Gatsby de Scott Fitzgerald, o el hermano lego en Crónica del Alba de Ramón J. Sender: no juzgan a nadie y poseen almas líquidas, que se adaptan a la forma de cualquiera. Como el alma del pobre John Keats:

¿Dónde se halla el poeta? ¡Mostrádmelo, mostrádmelo, / oh Musas, que yo pueda conocerlo! / Es aquel hombre que, en presencia de otro, / se sentirá su igual, sea éste rey / o el más pobre del clan de los mendigos, / o cualquier otra cosa sorprendente / que entre un mono y Platón el hombre pueda ser. / Es aquel que ante un pájaro, / águila o reyezuelo, encuentra su camino / a todos sus instintos. Le ha escuchado / al león su rugido y puede hablar / de lo que su garganta endurecida expresa. / A él el grito del tigre / le llega articulado y se abre paso / como lengua materna entre su oído.

Y son estos los que podrían referir con más extensión y profundidad lo que yo cuento, pero tienen miedo, ese miedo tan característico del español y que tanto asombraba al César de Shakespeare. Son demasiado discretos y no divulgan lo que han visto o lo que han sacado en limpio de lo que han llegado a saber; una pena. Jamás escribirán sus experiencias. Nunca sacarán la prosa a pasear o hacer gimnasia, y se les morirá en la cabeza, como las últimas coplas populares en la de los viejos. El español, por lo general, es un avaro de sus propios recuerdos, no los comparte con nadie y se muestra remiso a escribir biografías o autobiografías: es “largo en hacerlas y corto en contarlas”, como dicen que escribió Santiago Ramón y Cajal, aunque ya en el historiador del XVII Francisco de Moncada se lee que somos “largos en hazañas, cortos en escribirlas”.

Yo mismo no digo todo lo que sé porque eso me metería en honduras que no darían término a esta serie, pero también porque temo implicarme o implicar a otros demasiado. Muchos se marcharon o murieron, o se quedaron aquí envueltos en la sábana del silencio, que es otra manera de inexistir. Este mismo escrito se debe solo a que alguien quiere que se escriba y se lea y por eso os pertenece más que a mí. Porque habla sobre la gente y lo que hacían y deseaban hacer entonces y, como he dicho, solo la gente es lo que interesa realmente. Solo ella puede dar significado a las cosas. Luego está la forma, quiero decir la poesía: para ello se requiere la ayuda del yo y unas pocas metáforas. Es lo único que puedo aportar a los hechos, pues, como ya dije en un poema, "escribo para ver si es verdad".

Durante la Movida el mundo era ligeramente distinto al actual. No había móviles y la gente conversaba mirándose a la cara... Pero ya empezaban a ponerse distancias de soledad: instalaron mirillas telescópicas en las puertas cuando antes se abría con confianza y la gente se empezaba a encerrar en sus habitaciones dentro de su misma casa como los otakus cuando empezaron a instalarse los primeros ordenadores con Internet y los móviles (que otros llamaban celulares o “manglanillos”). La gente dejó de ser gente y se transformaron en individuos metidos en celulillas de colmena; los móviles acompañaban hasta la cama y dormían con nosotros; eso provocó que la juventud se "socializase" demasiado (hipersocialización) y que las relaciones humanas se volvieran superfluas o degradantes, relaciones de mero consumo, incrementando exponencialmente los casos de acoso, bullying, ninismo, fobia social y patologías como la anorexia, la bulimia, la vigorexia y la ebriorexia en la juventud, víctima de esa excesiva conexión del individuo a su imagen, sometido a una expansión y deformación de su yo exterior (su "maquillaje", diría Mecano) y además a una publicidad sin control y sin escrúpulos y mucho más maleducada que antes. El mundo, además, excluía cada vez más la cultura y la identificaba con la moda; los libros eran cada vez más caros y con IVA cada vez crecido y las librerías dejaban de ser negocio y empezaban a cerrar y las sustituían las peluquerías y los bares. Se leía ya solo por obligación, no por gusto; ni siquiera apoyaba el Estado, como antes, colecciones sociales de libros baratos o la industria de la historieta o tebeo, que algunos llaman comic, y que tan importante es para extender el hábito de la lectura en edades infantiles y juveniles.

Antes de transformarme en un ludita por el estilo de Ray Bradbury y escribir un artículo sobre la quema de libros en la cultura (que fue bastante comentado), fui uno de los primeros en comprarle un PC1 a mi novia que me costó el sueldo de un mes; también me pasé años colaborando en una Wikipedia entonces muy verde, donde redacté unos tres mil artículos, corregí muchos más y me peleé con otros wikipedistas; todavía sigo haciéndolo, pero ya con pocas ganas, porque cada vez encuentro menos sentido a esa tarea y a la muerte más cerca. Nunca me arrepentiré bastante de haber envidiado a los muertos, como Leopardi: la vida, sí, es mil veces mejor, pese a todos sus cansancios; y también me arrepiento de haber escrito tanto. Primum vivere, deinde philosophare. Pero yo entonces no hacía ningún caso: aprendí lenguaje de marcas y levanté algunos portales que derribaron luego los mismos que los albergaban, como el de Geocities; todavía quedan otros, pero no dudo que tendrán la misma suerte. Nada interesa lo que otro ha escrito; lo borrarán para escribir encima, y ni siquiera quedará el palimpsesto. Me maravillaba ver que mis hijas aprendían ese lenguaje con más facilidad que yo, pero no seguían ese camino, a pesar de dárseles muy bien la escritura y el dibujo. Me desencanté de la tecnología al sufrir sus obsolescencias programadas y su servil seguimiento del dinero, como en esos asqueabundos cajeros automáticos. Hoy por hoy una tercera revolución industrial, la de la robótica, destruirá cinco veces más empleos de los que cree... Y todavía creemos que la tecnología mejorará a la especie humana. Lo que si lo hará será una mejora de las instituciones sociales. Hoy en día soy uno de esos que no usan móvil, por lo que nunca podré ser de Podemos, esa paradoja, y tendré que poner en mi tumba el pingüino Tux de Linux o nada en absoluto, como hacen las monjas de clausura (véase Cementerio de Ciudad Real).

Por entonces Jesús Barrajón, uno de la movida valdepeñera de mis tiempos universitarios con el que coincidí en alguna oposición madrileña, que ahora es profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha, publicó una edición eminente del Teatro completo de Francisco Nieva con magníficos grabados (como artista plástico es casi mejor que como escritor). Nieva, un antiguo postista, como Ángel Crespo, publicó luego sus magníficas memorias bajo el título Las cosas como fueron, que recomiendo os leáis, pues más friki que este abuelo nunca nadie lo podrá ser en La Mancha. Junto con el toledano Antonio Martínez Ballesteros (siempre atento a la actualidad, por más que la actualidad no esté atento a él: ha pasado desapercibida su obrita Desahucio, de 2013) y Domingo Miras, autor de La Saturna (1973), son los únicos dramaturgos manchegos que merecen crédito hoy y están realmente vivos, cuando insisten en estrenar cualquier gilipollez extranjera o moderniense. Un defecto les veo, la verbosidad y la pedantería; él único que no la padece es Martínez Ballesteros.

Siempre he sido asiduo lector de autobiografías, que prefiero a las novelas por tratarse de experiencia genuina calificada por quien la sufrió: no hay nada más directo que eso, cuando en todo busco a la gente, como he dicho. También en la lírica y en el ensayo se puede encontrarla, o más bien sus sentimientos, sus ideas, su concepción del mundo. La narrativa, por el contrario, es biografía degradada con mentira... salvo la que tenga componentes autobiográficos, que es la más rara. Pero lo peor de todo son los que confunden la literatura con el paisaje: para algunos escritores, en realidad aficionados, no hay otra cosa que el paisaje, la pintura y el cromo de chaval y se pondrían malos si tuvieran que escribir sobre personas o sobre sí mismos (véase lo dicho sobre la autobiografía).

Poco a poco me fui transformando en un ácrata barojiano sin espoleta (ya en la bachillería me había leído esa especie de breviario de dogmatofagia que es Juventud, egolatría) y era incapaz de negarme a considerar cuestión alguna y ponerme límites, algo que incluso ahora padezco y lamento. Por eso procuraba entender incluso a fanáticos que no querían entender, los tradicionalistas, entre ellos algún colega profesor del Opus al que llegué a tomar afecto pese a su pornográfico amor a un papa polaco que lo hizo prelatura personal. Las chaladuras poseen algo de admirable, pero solo terminan pareciéndome tolerables si cuentan con ancho de banda o perspectivas que no embotellen el entendimiento aislándolo de otros mundos, de otras gentes y de otras ideas y sentimientos. Y el Opus, del que me maravilla no lo que ha hecho, sino todo lo que no ha hecho más todo lo que ha impedido, posee las perspectivas de un pozo en que algunos pueden caer y no salir y aun si salen llevarlo puesto. De hecho, desde que el Opus hace de las suyas el Diablo no para de matar moscas con el rabo.

Una parte muy grande de los católicos que he conocido es profundamente hipócrita (si es que un hipócrita puede ser profundo), perdona al enemigo después de haberlo matado y, como decía Gandhi, son muy poco seguidores de su Cristo y muy remisos a soltar sus bienes, sus prejuicios y sus ideologías para seguirlo con más soltura. El protestantismo (que estudié en la persona del hereje manchego y exfranciscano Juan Calderón), el budismo, y la lectura de los Pensamientos sobre la muerte de Feuerbach y las Preguntas de Zapata de Voltaire, entre otros, me permitieron liberarme de concepciones cristianas cerriles como las que entonces "dominaban" en / a España, fuera de que pronto reparé en que en la Iglesia Católica andaban encerrados entonces (y ahora) bastantes orates, cuando no almas programadas por su entorno social y pederastas confesos o inconfesos al lado de personas admirables que eran capaces de salvar el proyecto como Dios salvaba ciudades llenas de sodomitas solo con que hubiera un inocente. Y en la Iglesia católica hubo, hay y habrá muchos inocentes y solo unos pocos sinvergüenzas que viven de ellos. Se salvará, claro, y salvará a muchos también, si asume realmente su limpieza, que ha empezado al parecer y al padecer con el pobre Francisco. Pero los católicos, con su falta de fe en el hombre, que la historia parece justificar en parte, jamás admitirán que la ética es una categoría de orden superior a toda religión, por más que siempre constituyan con su mala conciencia uno de los dos pilares de la cultura occidental: otras culturas no han poseído nunca esa mala conciencia.

No sé cómo, se empezó a reunir en el Guridi, un local de la pintoresca larga calle Libertad (con su nueva Gata Loca, con su Compás, su Hermandad de la Flagelación y sus prolongaciones y cortes ácratas y tabernarios y sus tres cipreses) que había comprado un ebanista de Piedrabuena llamado Juan, un grupillo de gente de todas edades y sesgos. Me condujo  a esa guarida Javier Trujillo Sánchez, prematuramente fallecido con 57 años de un tumor cerebral. Era un tullido del brazo derecho que pasaba mucho tiempo en la calle y llegó a ser mi más fraternal amistad en una época en que andaba buscando una Arcadia imposible y un amigo verdadero. Lo conocí cuando "echaban" por la televisión una serie que me hizo mucho efecto sobre una novela de Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead. Sus escenas de decadencia y calaveradas juveniles eran muy de nuestra época, aun correspondiendo los felices veinte: nos sentíamos así. En mi biografía, la entrada de Javier Trujillo fue providencial: fue la ventana por la que entró a raudales un aire vivo que me hizo descubrir a muchos otros buenos amigos y fertilizó un tiempo muerto de estéril sequedad. Cantaba en el Coro de la Universidad y todavía lo echo en falta, como él mismo echaba en falta mover su brazo derecho a causa de una meningitis que lo dejó tullido a edad muy temprana; esa pérdida tuvo unas consecuencias encadenadas imprevisibles: siendo de suyo apuesto, esta minusvalía lo transformó en un paria bohemio y greñudo, que no podía andar correctamente y aparecía desaliñado porque no podía manejar el peine y ajustarse la ropa con el arte que todos los que usamos la extremidad natural damos por supuesto. Era difícil también distinguir sus palabras, porque el tener que usar el brazo izquierdo siendo diestro y la mitad derecha del cerebro le había provocado una dislexia oral que perdía al momento cuando arrancaba a cantar como los ángeles (si linguis angelicis / loquar, et humanis...). Era muy devoto del Cristo de la Buena Muerte y la Hermandad del Silencio, a cuya procesión no faltó nunca. Ahora podrá integrarse en los coros de los serafines e incluso tocar la guitarra celestial con un brazo nuevo. Su minusvalía, que podría haberle hecho  solitario y gruñón, era compensada y superada con una gran nobleza y bonhomía y facultad para hacer amigos hasta en las cloacas. Le dedico estas palabras de afectuoso recuerdo, donde quiera que esté, por los buenos ratos que me hizo pasar; a él, a una de esas pocas personas que siempre es grato recordar.

La tertulia reunía al escritor y sociólogo Francisco Chaves Guzmán, gran lector de Pier Paolo Pasolini y apasionado denigrador de la modernidad; a José Luis Margotón (un  cineasta y escritor que era además factor de RENFE, y marxista y sindicalista irredento; al juez de menores, dramaturgo, crítico  y poeta Carlos Cezón, al pintor Paco Carrión, a mí mismo y a unos cuantos más. Juntos editamos los cuatro números trimestrales de la revista Ucronía, que dirigía y componía yo, con vistosas portadas de Paco Carrión. Por la órbita de la tertulia circulaban de vez en cuando personajes como el novelista y profesor de informática en la Universidad Macario Polo Usaola, quien junto a Teo Serna, es el único al que con justeza se le puede llamar novelista Afterpop y el único al que se le puede asignar la ración de humor, de intrascendencia y de ludismo que se asocian a esta estética, y el filósofo, poeta y novelista inédito Javier Lumbreras, envuelto en una nube de humo, Gran Duque del Bartolillo y Marqués de La Poblachuela, amigo, por cierto, del gran poeta satírico "fray Josepho", pseudónimo del historiador José Aguilar Jurado; el poeta ciego y premio Tiflos Maximiliano Mariblanca, un amigo mío de lengua satírica peor que la mía, que ya es decir, Mari Carmen Matute, autora de brutales cuentos y poemas, el jurista Fernando Martínez Valencia, amante de los aforismos y los cigarros de hoja, y la pintora Olga Alarcón, responsable por cierto de la vistosa decoración del local conocido como La gata loca y adaptadora de los dibujos con que un premiado pintor madrileño, de cuyo nombre no alcanzo a acordarme, decoró mi primer y hasta ahora único libro de versos impreso, Palabras acabadas (1992). De Carlos Cezón guardo el manuscrito de El discípulo amado, una tragedia al estilo "inmersión" de Buero Vallejo donde se desmonta de forma realista la farsa de la muerte y resurrección de Cristo, y su libro de poemas La tumba de Julio II. Por cierto que la asociación Quijote 2000, ideada en 1994 por un pepero llamado José Luis Aguilera que se estaba muriendo y que no odiaba la cultura (que reducía a un solo libro), al contrario que otros de esa mierda, nos requirió para organizar algunos actos antes del Cuatricentenario del Quijote y luego nos olvidó cuando hicimos un viaje a Tomelloso, creo, con el fin de organizar unas conferencias. Siempre recordaré que, al bajarnos del coche a medio camino, la vistosa pluma de un cometa lucía en el firmamento.

Junto a esta tertulia seguía la añosa del Grupo Guadiana, a la que pertenecí tangencialmente. Llevé unos cuantos poemas al fallecido Vicente Cano, ya por entonces devorado por un cáncer, que gentilmente accedió a publicarlos. En seguida percibí en él a un hombre que ansiaba comunicarse y un verdadero poeta, de los que nacen con el verso en la boca, que tuvo la escasa fortuna de no poder formarse regularmente. Me llamaron la atención sus vistosas estanterías de tablas y ladrillos de obra que siempre he soñado reproducir: puro Ikea desmontable y prolongable. Vicente Cano fue un excelente antologista, de gusto infalible para cribar los poemas que recibía la revista del grupo, Manxa, muchos de ellos de Hispanoamérica. Cuando murió la revista dejó de ser lo que era y entró en una decadencia que nadie ha podido ya detener.

El grupo Guadiana, tan odiado por los de Cálamo y por Arcos en particular, y que se había llevado a los niños de papá que no quisieron seguir en el Postismo ciudarrealeño (cuyas máximas figuras eran Ángel Crespo y Francisco Nieva, además del tempranamente fallecido Chicharro, que prometía tanto como los otros dos), tuvo después a excelentes sonetistas, como mi amigo y colega Jerónimo Anaya, Julián Márquez Rodríguez y Raimundo Escribano, pero siempre se mostró poco abierto a corrientes innovadoras. En su seno había un cierto regionalismo manchego y un formalismo que impedía la entrada de cualquier aire fresco, no en vano el crítico Pedro Antonio González Moreno tachó a la mayor parte de su grey con el marbete, bastante ajustado, de "devocionalismo". No es así totalmente y yo salvaría y salvo a esos cuatro autores citados, cuyos versos perduran en mi selectiva memoria. 

Junto a estos añadiría yo también a unos cuantos amigos míos escritores. Al eslavista Ángel Enrique Díez-Pintado Hilario lo conocí en la entrega de premios de poesía de El Doncel; yo había ganado el primero y el el tercero. Se sacó tres carreras de filología en Granada: la de Hispánica, la de Inglesa y la de Eslava y ahora es profesor de su Universidad. Mantuvimos correspondencia sobre Cernuda y tradujimos a medias poemas del polaco Adam Zagajewski para la revista de la tertulia que dirigía yo entonces, Ucronía. Solo recuerdo un verso: "¿Ha venido por el Vístula?" y vagos poemas sobre la reconstrucción después de la desolación nazi. La feminista Aurora Gómez Campos escribía entonces en Canfali (hoy publica todos los miércoles un artículo en La Tribuna) y me pedía colaboraciones para su periódico a través de su hermana Paloma, una profesora de lengua de Valdepeñas amiga mía. Se le da ese género y el relato corto y erótico muy bien, como el artículo sesudo a Rafael Torres, un filósofo islamófilo (e incluso iranólogo) que se ha trotado todos los países del mundo, desde Estados Unidos a China, Irán y la República Checa; una cabeza de primer orden que de vez en cuando asoma por Miciudadreal, Lanza o La Tribuna, con varios libros publicados (entre ellos Leer Don Quijote en Teherán) y que es bloguero, como yo mismo y Macario Polo, autor este de deliciosas y divertidas novelas como Tendiendo al equilibrio, premio de narrativa de la Universidad de Sevilla, o La ruta no natural, cuyos capítulos estuvo publicando por entregas en el corcho del Guridi. También publicamos un cuento suyo en Ucronía. Por demás, y volviendo a Torres, siempre me he quedado con ganas de preguntarle qué piensa sobre Marjane Satrapí y su Persépolis. En cuanto a mi amigo Julián Martín-Albo, autor de Los poemas para un dios (1989), un libro muy marcado por los sonetos de William Shakespeare, de quien es gran estudioso, hay que decir que es un gran director teatral. Conseguí que viniera como profesor a mi instituto entonces, el Hernán Pérez del Pulgar, y allí consiguió levantar un formidable montaje, de rango profesional, de El mercader de Venecia de Shakespeare, crear un notable grupo de actores, montar varios happenings y dejar a todo el mundo patidifuso, incluido el director del centro, un matemático que, asustado, cerró cuando al fin se trasladó de centro la asignatura de teatro porque todos los chavales se querían apuntar a ella. Ahora Julián reside en Valencia felizmente casado con su esposo (con -o). Otro novelista interesante era mi amigo Paco Arenas, profe ultradedicado a sus alumnos y que en esos tiempos andaba enredado en una embarullada relación sentimental, de la que salió felizmente casado hoy, bloguero también, marxiano y autor de Los manuscritos de Teresa Panza entre otros libros de los que, si me extendiera, no podría jamás terminar. De otros autores un poco más alejados del Guridi y de mí ya hablaré más adelante.

Los gustos musicales de mi familia iban del Juanito Valderrama y Pepe Marchena de mi padre al muy Asperger de mi hermano, quien no dejaba de machacarme con los lisérgicos Emerson, Lake & Palmer, las versiones a sintetizador Moog de Bach del transexual Walter/Wendy Carlos, el caos dentro de un orden del jazz rag dixie Nueva Orleáns y la melancolitis biteliana de The Mamas and the Papas, que pasaban mucho frío en Nueva Inglaterra y parecían creados a propósito para generar trastornos alimentarios.

De ahí pasamos a las grandes canciones de los ochenta, que a mi juicio no son precisamente las punteras de las listas. Había de todo, incluso diagnósticos sociales como el que pinta el comienzo de una letra de Mecano: "No pintamos nada / no opinamos nada / todo lo deciden / y sin preguntarnos nada. / Dicen que preparan / una gran batalla / el este contra el oeste / y nuestra casa / destrozada". Si se lee Derecha por Este e Izquierda por Oeste, se entenderá lo que ya decía Sting en su Russians. Por demás, la canción sigue con una profecía de Isaías respecto a la Gran Depresión de 2008: "No pintamos nada / no pedimos nada / va a haber una fiesta / y después no va a haber nada". O sea, lo que hoy.

Quiero apercibir, sin embargo, que hay dos canciones de la Movida verdaderamente ponzoñosas que constituyen un eje cósmico entre el cenit del despegue afectivo  y el nadir de la dependencia total: "Déjame", de Los Secretos, con sus eneasílabos estirados, y "El amante de fuego", de Mecano, que evoca el incendio de la discoteca Alcalá-20 y cuatro o cinco lecturas más, todas perturbadoras. Esa es la única materia oscura que he podido hallar en las noches de luna y vinilo de entonces, cuando además todavía se acostumbraban los casetes. Los Cano tenían el coco comido con Lorca (sus letras están llenas de reminiscencidas del poeta a quien los falangistas llamaban García "Loca") y se les dio bien su duende. Se lo leía mucho, además de al liberador Cernuda y al reciente nobeliano Aleixandre (al que hay que ser un auténtico desesperado para entender), pero la gente nunca apercibía el carácter homosexual y marginado de los tres, como desconocía y sigue desconociendo el asexualismo del impotente Dalí, al que su padre, un notario carca, había vuelto lacio para el amor enseñándole desde niño grabados y fotos de sexos purulentos comidos por enfermedades venéreas. Tal vez por ello se inventó la anécdota de que se hizo una paja ante su padre y se la tiró diciendo: "¡Toma: lo que te debo!".

El pasotismo individualista e impotente de la época está perfectamente resumido en esos versillos de Mecano: "No sé si seré sensato / lo que sé es que me cuesta un rato / hacer las cosas sin querer". Por demás, la música de entonces era el mero jolgorio de lo intrascendente que ya expresaba como característico de esa juventud el citado Tierno Galván ("la realidad tiene el sentido que tiene en su momento... y no tiene otro") y se lo reparte la crítica taurina de los Toreros muertos (que citan ocasionalmente a Góngora en "Dejadme llorar" y carecen de las señas de identidad de llamarse Javier), Objetivo Birmania (cuyas birmettes son perseguidas por todo el sofá), Siniestro total (con sus pequeños y liberales renacuajos), Radio Futura (poetianos más que poetas en su "Annabel Lee", cuyo protagonista es el perro melancólico de una niña sureña ante su tumba, no vayan a pensar), la erudita, ronca y mínima Alaska (de quien me encanta su mistérica "Isis" y su vivísimo y elegebetiano "A quién le importa", coreado hasta por las niñas de la guardería) y, por qué no decirlo, todos los demás, brillantes a su modo, incluso la hipstérica Chica de ayer, que podría ser hasta mi abuela, que esa sí que es remota.

martes, 9 de febrero de 2016

Sin forma definida. La transición cultural en Ciudad Real (II)

Como es natural, unos jóvenes con estas apetencias tuvieron que terminar estudiando Filologías en el reciente Colegio Universitario de Ciudad Real. Era esta una institución que, al abrirse las puertas del empleo con la naciente democracia, había servido de coladero a los que tuvieron el aviso de pegarse a un carnet del PSOE; estaba llenito de profesores de ese sesgo, aunque también de algunos fachas que se habían rellenado muy bien el currículo con notas hinchadas en coles privados e innumerables artículos publicados en revistas del Opus Dei; sirvió, en fin, para taponar las vías de acceso al poder a los que venían de una generación posterior sin coleguillas ideológicos y por eso les llamaron con alguna justicia la “generación tapón”. 

En el primer año un catedrático venido de las estepas leonesas, Joaquín González Cuenca, que descabezaba colillas contra el suelo con tal furia que les hacía soltar chispazos de soldadura autógena, nos advirtió de que nos iría bastante mejor si poníamos una ferretería; éramos entonces unos sesenta estudiantes; en segundo ya éramos treinta y en tercero quedábamos unos diez tontolhabas (dos de ellos venidos del llamado “curso puente” de Magisterio). Yo era uno; la mayoría ya estaban desencantados o buscaron acomodo en otros estudios, en parte huyendo del griego y de un legendario profesor de latín, Luis de Cañigral (al que llamaba yo “indeclinable” cuando González Cuenca me corrigió a “defectivo y semideponente”); entre nosotros algunas chicas prometedoras fueron abducidas por el matrimonio pueblerino y la cría de niños y melones, así que no ejercieron otra cosa que sus labores; en la enseñanza solo acabamos cinco, de los cuales tres resultamos plumillas: Fernando Carretero Zabala, José Antonio Alcaide Negrillo (un benetiano que me enganchó a Celine con el extraordinario Viaje al fin de la noche) y yo; otros, sin duda con papás más forrados, prefirieron irse a continuar estudios a Madrid, donde había profesores más blanditos, o más lejos incluso. 

Tras el mentado filtro darwinista los que quedábamos aquí éramos unos voraces ratones de biblioteca y bastante chalados, la verdad. Éramos tan pocos que conocíamos a los otros de promociones anteriores o posteriores, entre ellos mi amiga María Elena Arenas Cruz, luego mujer del citado Joseantonio, gran cabeza que ha dejado estudios de primer orden sobre el ensayo como género y sobre el afrancesado daimieleño Pedro Estala, a quien llamaban “Damón” los arcades no por ser un pastorcillo arcádico o evocar al escritor griego precisamente, sino por ser aumentativo de “dama” (por nuestro XVIII mariposeaba además un Gran Inquisidor, el obispo Bertrán, y un poeta pedófilo y deslenguado como el padre José Iglesias de la Casa, gran perseguidor de culos tiernos). Yo me había topado con ese tema de investigación y se lo indiqué a Elena, que nos dio luego el libro magistral sobre el personaje que nos faltaba. Yo lo habría hecho sin duda peor. Ella correspondió dedicándome el libro... junto al ninot Luis de Cañigral, quien, a pesar de ser un grecizante por muchos motivos, no tenía ni idea de quién era este quídam.

Por entonces, en 1980, empecé a escribir poesía, arribada ya la Movida. Yo había ido a hacer los dos últimos cursos de la carrera a Madrid porque aún no podían hacerse en Ciudad Real. Me instalé en Canillas, al extremo de la línea marrón o cuatro del metro, dos horas de ida y dos horas de vuelta desde la facultad, en el apartamento de un solo dormitorio de mi hermano, un ingeniero de telecomunicaciones medio autista, y estuve durmiendo en el sofá cama de su salón durante dos años, muy encogido, porque soy muy alto y me asomaban los pies. Cuando se me agotaba el presupuesto me pasaba hasta tres días sin comer, pues mi hermano tenía un ligue y había fines de semana en que no venía por casa; me nutría de una mezcolanza que entonces denominaba “ensaladilla universal” y cuando se acababa el combustible no había otra manera que mantenerse del aire en esa orilla de Madrid (más allá de campiña y estercoleros, se atisbaba el aeropuerto de Barajas) hasta que venían los fondos. Pasaba tardes enteras en la biblioteca resumiendo libros. Por cierto que un día intentó forzar la puerta el marido divorciado del ligue de mi hermano sin saber que yo estaba; abrí, lo pillé en bragas y el interfecto salió corriendo despavorido, no sé si por mi aspecto barbudo y feísimo o porque no se lo esperaba.

Mis notas, bastante desiguales en Ciudad Real, aumentaron prodigiosamente; tal vez los profesores de Madrid eran más blandos que los zurrados de aquí. La verdad, algunos eran muy vagos, incluso en el sentido de “difusos”, como Antonio Prieto, a cuyo libro homenaje de jubilación contribuí con un artículo, porque para ahorrarse papeleo y tiempo recurría al examen oral. En fin, leía y anotaba muchísimo, no como ahora, que casi todo se me cae de las manos; me despaché a los clásicos: Lope, Quevedo y Góngora, Cervantes, rarillos del XVI y del XVII como Aldana, Bocángel, Villamediana. Poesía francesa (Paul Valéry, sobre todo, y luego Leiris y Jude Stefan, comprados en el boulevard Saint Germain en una excursión para jóvenes -todavía no he conseguido traducir la Letanía del escriba; desafío a cualquiera a hacerlo, si puede), alemana (Goethe, especialmente sus Epigramas venecianos y las Elegías romanas, G. Benn, Brecht, Celan) italiana (el genial y deprimente Leopardi, el irredento Pasolini, y buenas ediciones de Dante y Cecco Angiolieri, compradas en el viaje de fin de curso a Roma, llena de gatos), española (entre los modernos, especialmente Ángel González, el José Ángel Valente de Mandorla, Cernuda y el último Aleixandre; admiré el J. R. J. modernista y el de Espacio, pero no conseguí entusiasmarme con el seco Guillén)... Conocía al hijo de Ángel Crespo, pero en esa época solo lo leí como traductor de la Divina Comedia; después compré y admiré los aforismos de su Claroscuro, sus ensayos y sus últimos poemarios, los mejores. 
Sin embargo, la lírica que más me atrajo entonces porque la encontré verdaderamente cercana a mí fue la anglosajona, que ya conocía de tiempos del bachillerato cuando F. J. Carretero me interesó por el canadiense Leonard Cohen, “el depresivo no químico más fuerte del mundo”. Compré una antología bilingüe de Claribel Alegría y D. J. Flakoll, Nuevas voces de Norteamérica (Barcelona: Plaza y Janés, 1981) de la que me impresionó definitivamente la llamada “Escuela del cuarto cerrado”: Mark Strand, ante todo, aunque también poetisas rebeldes, sociales y feministas como Susan Griffin. De ahí pasé a sus antecesores de la generación Beat: Allen Ginsberg y Gary Snyder; por supuesto, y remontando aún más en el tiempo se añadió un puñado de clásicos imprescindibles: a la Balada de la cárcel de Reading de Wilde se añadieron Walt Whitman y Emily Dickinson, mal vistos, Poe, disfrutado como nunca, T. S. Eliot y lo poco que pude descifrar de los frikis decimonónicos Robert Browning y Charles A. Swinburne, ambos aún sin traducir (que parece mentira).

Los sábados me iba a la Cuesta de Moyano en busca de gangas y empecé a frecuentar la Biblioteca Nacional con motivo de mi tesina sobre el cervantista, gramático y protestante manchego Juan Calderón, cuya Autobiografía estudié viajando en busca de documentos además a varios pueblos y al sótano del colegio El porvenir de Madrid, en busca de la tercera edición barcelonesa, que doy definitivamente por perdida. En Madrid encontré a otros estudiantes con más dinero o con mejor acomodo que se habían instalado allí desde primero sin pasar por el Colegio Universitario de Ciudad Real. Alguno que logró entrar en el círculo del llorado Bousoño, a quien llamaban Bucéfalo no diré por qué, se fue a Italia, como el budista valdepeñero Fernando Martínez de Calzada. 

Yo ya era cinéfilo desde que me colaba en el hoy destruido Gran Teatro de Puertollano, calado por manchas de humedad, para ver programas dobles; costaba cinco duros que no siempre tenía y me veía cada película dos veces muchas tardes; como procuraba reducir a letra todas mis aficiones me compré libros sobre cine y escribí un pequeño trabajo sobre la materia, además de estudiar más tarde el coleccionismo de programas de mano (de los que me gustaban especialmente esos alucinantes carteles de color antirrealista por Josep Saligó). Pero la generación siguiente era aún más cinéfila: un curso después de mí en el instituto ya venía un tal José Luis Vázquez, a quien recuerdo llevaban en silla de la reina por los pasillos del instituto. Entre mis compañeros tenía algún proyecto de novia que siempre terminaba desastrado; eran unas Antimusas gamusinas y aburridas, aunque con más curvas que la cara oculta del As. La más estimulante fue una con la que vi Terciopelo azul en Madrid del neosurrealista David Lynch; andando el tiempo la dejó embarazada un fotógrafo y pasados los años me hizo una de esas llamadas telefónicas descolgadas en el tiempo que son como una llamada de arrepentimiento y auxilio ya imposible; al menos he recibido dos de esas que sin duda algunos de mis lectores habrán también recibido. Solo vi Blade runner cuando nadie entonces le hacía caso y que fue una de las grandes películas de entonces. En esa época solo lograron conmoverme además filmes como La commare seca, de Bertolucci, y las obras maestras de Bergman en las incómodas lunetas del cine club Juman, cada vez menos “dirigido” por el característico Long Silver Paco Badía (otro coleccionista de programas de cine).  

Contemplo todo eso a la vez con melancolía y algo de grima, pero cuando veo hoy que hacen tertulia solamente las viejas en cafés donde antes habitaba la inteligencia, y la muerte pura y dura de la cultura asesinada por el pepeísmo, sin esperanza de resurrección o metempsicosis, la verdad es que siento que las cosas, sí, han ido a peor, definitiva e irremediablemente.

La Facultad de Letras del antiguo Colegio Universitario de Ciudad Real era un bar en cuyo entorno se daban más o menos clases; por entonces estaba decorado con pinturas rupestres, y es cierto que era una nada platónica taberna con tabernícolas que iban a dar clase medio mamados. En su biblioteca, presidida por una marmórea señorita Prado de ojos azules como el mar, me pasé interminables horas traduciendo y midiendo hexámetros de Virgilio y dísticos elegíacos de Ovidio, aunque el latín que había aprendido me había venido más de forma auditiva e infusa, como la paloma a los apóstoles, que por arte de codos. Un cierto tipo de conocimiento no se aprende, se contagia. Y yo me contagié de latín, no sé muy bien como. Se nota que virus ("veneno") es una palabra latina.

Yo me juntaba con una pandilla de raros de los que luego surgió la tertulia del Guridi. En aquella árida Ciudad Real iba a comprar pipas a una lesbiana llamada H. que luego resultó ser una dolida poetisa; luego di clases de Instituto y la veía venir a recoger a su novia, una rubia virago que estudiaba COU y apenas le hacía caso; anda por Toledo y publicó un libro de versos. Un empleado de banco, Federico, que colaboró luego con cuentos en la revista que dirigí, Ucronía, terminó por hacer de conductor suicida en la carretera de La Coruña y se cargó a una familia entera, además de a él mismo. Nunca se me ocurrió pensar que terminaría así una mosquita muerta (o más bien suicida) como él, al que ya le habían salvado la vida unos amigos de la tertulia; no sirvió de nada. Otro personaje de ese grupo era mi amigo Paquillo, con más cociente que Einstein y que no pudo acabar la Secundaria, expulsado del PSOE por faltón y que fue víctima de penosas circunstancias familiares que me ahorro mencionar. Pasamos noches interminables hablando de libros y mujeres, jugando al ajedrez y analizando todo lo habido y por haber. Se lio porque quiso con una profesora divorciada en Murcia y ganó algún que otro concurso de poesía. No lo he vuelto a ver, pero sé dónde está y desde luego no voy a decir dónde, pues eso solo le incumbe a él. Si entonces andaba en la Movida ciudarrealeña no me daba cuenta porque, la verdad es estuve tangente, secante e incluso circunscrito en algunos de sus grupúsculos, unas veces dentro, otras fuera y otras mirando desde el burladero. Pero ya contaré.

jueves, 7 de enero de 2016

No es Cataluña, es Castilla la que más sufre el centralismo madrileño.

Julio Llamazares, "Castilla", en El País, 7-I-2016:

Aunque les extrañe saberlo a los nacionalistas periféricos, esta región es la que más sufre el centralismo de Madrid.

Una pequeña editorial de provincia, Rimpego, acaba de publicar por enésima vez un libro que a mí me marcó en su momento como pocos y que sigo teniendo entre mis favoritos: Donde la vieja Castilla se acaba, de Avelino Hernández. Se trata de un libro que, tras su apariencia de guía para viajeros por Soria, esa provincia olvidada por los españoles, cuyo conocimiento general de ella se limita a la historia de Numancia, esconde una honda reflexión sobre el destino de una región, Castilla, que languidece entre la indiferencia general tras siglos de decadencia y de incuria y después de ver desaparecer incluso su nombre tras su desmembramiento y despojo autonómico, en el que vio cómo la dividían en dos, le añadían otro territorio histórico: el antiguo Reino de León, igualmente decadente y olvidado, y le arrancaban sus tres provincias más ricas, ésas que deberían tirar de ella hacia la prosperidad: Santander, Logroño y Madrid. La reflexión de Avelino Hernández, literariamente a la altura de sus maestros, Machado al frente de ellos, y conceptualmente desesperanzada como correspondía a alguien que ya veía en aquel momento, principios de los ochenta del siglo XX, años de la movida y de la posmodernidad españolas, el derrotero por el que se precipitaba una antaño región pudiente y dominadora, imperialista y rica gracias a sus conquistas en otras tierras, que no por sus riquezas naturales, que, tras siglos de progresivo declive económico y moral, veía cómo sus gentes la abandonaban en masa y sus antiguas glorias y construcciones (catedrales, castillos y palacios) se caían a pedazos sin que nadie atendiera a su ruina ni lamentara su irreversibilidad. Sólo Avelino Hernández y algunos otros alzaron la voz en aquel momento para denunciar lo que estaba sucediendo ya en su tierra sin que nadie les hiciera el menor caso: al revés: acusándolos de noventayochistas y conservadores, calificativos que aún usan hoy en la periferia muchas personas desconocedoras de la verdadera realidad de una región a la que siguen estigmatizando de imperialista y depredadora como si el tiempo no hubiera pasado por España y culpándola de sus problemas, ignorando que Castilla hoy ya no pinta nada en el concierto político nacional, convertidas sus ciudades, salvo excepciones, en monumentos para turistas y sus antiguas villas y poblaciones llenas de historia en geriátricos en los que solitarios ancianos sostienen con sus hombros la ruina de una tierra que, como anunció en su día Avelino Hernández, se acaba sin remisión. Porque, aunque les extrañe saberlo a los nacionalistas periféricos, la región que más sufre el centralismo de Madrid, y la que más carencias tiene, es Castilla, no las suyas.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Entrevista con Reyes Estévez, consejera de Educación de Castilla-La Mancha, y dos artículos más sobre reducción de fondos para educación pública

I

Pilar Álvarez, entrevista a Reyes Estévez, Consejera de Educación de Castilla-La Mancha, “La deuda nos impide bajar las tasas universitarias”, en El País, 25 de septiembre de 2015:

La nueva consejera llega a la política directa del aula. Estévez ve "reversibles" los recortes que aplicó Cospedal en la región, que ha perdido 5.000 docentes y un 30% del presupuesto.

Acabó el curso dando clases en un instituto y empezó el verano en el equipo de Gobierno del socialista Emiliano García-Page. La consejera de Educación de Castilla-La Mancha, Reyes Estévez, es profesora en un instituto de Guadalajara, doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Vigo y licenciada en Filología Germánica por la de Santiago de Compostela. Entre 2009 y 2011 fue delegada provincial de Educación en Guadalajara. Ahora vuelve a la política con un equipo formado íntegramente por docentes. Gestionan la política educativa en una de las regiones en las que se han aplicado más recortes bajo el mandato de la expresidenta María Dolores de Cospedal (PP). Castilla-La Mancha ha perdido 5.000 docentes durante la crisis y un 30% del presupuesto, hasta 1.497 millones. Todo pasa por Hacienda, admite Estévez.

Pregunta. ¿Mejor el aula o la política?

Respuesta. He disfrutado mucho de los alumnos y de las clases. Los profesores no envejecemos porque los chicos nos demandan que estemos actualizados. Esta nueva faceta la disfruto cuando las cosas van bien y la padezco cuando van mal. Ambas me gustan, es bueno alternar.

P. Ha mantenido los currículos de secundaria y bachillerato que aprobó el Gobierno anterior tras perder las elecciones.

R. Los decretos que desarrollan la LOMCE [Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa] se aprobaron dos días antes de la toma de posesión, con el curso terminado y sin dar margen a los docentes ni para elegir los libros. Pero si lo hubiéramos modificado, habríamos contribuido más al descontrol.

P. ¿Cómo prevé paliar la LOMCE como prometieron las comunidades del PSOE?

"Invirtieron en ordenadores sin ver si había cobertura en las aulas"

R. La reforma educativa no nos conviene como región. Esta es una comunidad de una gran dispersión y esta ley no da la atención necesaria a la escuela rural ni tiene medidas de atención a la diversidad. Facilita la cesión de suelo público a entidades privadas, que no compartimos. La financiación se ha destinado a programas como la mochila digital. Se compraron ordenadores y no se valoró que había lugares a los que no llegaba la cobertura. No lo digo yo, lo confirmaban los informes de los inspectores. Pasó igual con los programas lingüísticos. Se decidió por decreto que 84 centros debían ser bilingües, sin contar con el claustro. Los idiomas y las tecnologías deben de estar en las aulas, pero con criterio.

P. ¿Son reversibles los recortes?

R. Se avanzará en función de lo que diga Hacienda y de los fondos de los que dispongamos. Para que se haga una idea, decidimos adelantar la contratación de profesores interinos el 1 de septiembre en lugar del día 9. Son solo ocho días, pero cuesta un millón de euros. De momento ha habido fondos para reabrir escuelas rurales, recuperar ayudas para libros de texto y para comedores.

P. ¿Incluirán dinero en los próximos presupuestos para recuperar docentes?

R. En 2015, con unos presupuestos que no son nuestros, ya hemos recuperado 404. Pero no soy capaz de cuantificar cuántos más habrá ni en qué medida. Se verá en función de disponibilidad presupuestaria. Estoy convencida de que las medidas que estamos poniendo en marcha requerirán más profesores, pero en nóminas invertimos 1.100 millones. Incrementar esa partida puede conllevar disminuir en otra. Hay que hacer un planteamiento equilibrado.

P. ¿Considera entonces que se pueden revertir los efectos de los recortes?

"La reforma educativa no nos conviene como región"

R. Poco vengo a hacer aquí si no los considerara reversibles. Tiene que ser así.

P. ¿En su región hay universitarios que abandonan por problemas económicos?

R. Pregunté lo mismo a los rectores. Me dijeron que no, gracias a las líneas de ayudas que han abierto. Me gustaría intentar incrementarlas por si acaso e ir a una reducción de las tasas universitarias.

P. ¿Cuándo reducirán las tasas y cuánto?

R. No creo que sea este curso. Los presupuestos se aprueban por año natural. En la consejería se debían 77 millones. Ojalá pudiera ir más allá, pero tenemos un déficit superior al 0,8% y hay que ver cómo acaba el año. En estos momentos no puedo reducir las tasas por la deuda.

P. ¿Sus hijos estudian en centros públicos o privados?

R. Tengo un hijo biológico y una hija adoptada china. Mi hijo sufre una discapacidad severa. Siempre estudió en la pública hasta hace tres años, cuando accedió a secundaria y no había recursos para atenderle. Mi hija empezó en la pública como su hermano. Es una alumna de altas capacidades. Ahora ambos están en la concertada por temas de horarios, que no cubre la pública. Mi planteamiento en Castilla-La Mancha es que la pública debe dar iguales recursos que el resto de modelos. Tiene que ser la mejor.

P. ¿Volverá al instituto el día que deje la política?

R. Claro. Imagino que cuando vuelvan mis compañeros me dirán: 'esto funcionó o esto no funcionó'. Tengo ya una edad, pero aún me quedan muchos años por cotizar, así que volveré a mis clases de inglés en el instituto. 

II


Educación dio 23.000 becas menos el curso pasado, según datos del ministerio. Se pierden más de 200.000 ayudas para material escolar.

Menos beneficiarios de becas y ayudas, menos gasto para la educación en relación con el PIB y menos dinero por alumno. El último informe Datos y Cifras 2015-2016, que edita anualmente en Ministerio de Educación, deja al descubierto cifras como la referida al gasto por alumno en los centros públicos españoles, que ha caído cerca de 500 euros de media, un 7% menos.

El número total de becarios en España durante el curso 2014-2015 fue de 757.027 beneficiarios, 23.000 estudiantes menos que el anterior. Representa la cifra más baja de toda una legislatura marcada por la crisis. En el curso pasado se concedieron además 200.000 ayudas menos para material escolar y libros, las que financian tanto el ministerio como las comunidades autónomas. Hubo 122.508 beneficiarios de ayudas, según los datos todavía provisionales del Ministerio que, si se confirman, supondrían la cifra más baja al menos de los últimos 10 cursos. Para el curso que acaba de empezar y el que viene, Educación ha recuperado parte del fondo para becas de libros. Transferirá 25 millones a las comunidades autónomas para materiales y la misma cantidad para el curso que viene. Esta partida pasó de 100 millones en 2012 a 20 en 2013 y a 1,4 en 2014 (solo para Ceuta y Melilla, que son competencia directa del Ministerio de Educación), informa Europa Press.

El gasto educativo por alumno en las instituciones educativas públicas ha descendido 500 euros de media hasta los 6.940 euros por estudiante (un 7% menos), según la estadística oficial. En este caso son datos de 2012, los últimos disponibles en este informe que, este curso, a diferencia de años anteriores, no ha sido presentado por el actual ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo. España está por detrás de Alemana, Francia, Reino Unido o Finlandia, entre otros.

El gasto público en Educación ascendió a 46.469 millones de euros en 2015. Es la suma del dinero que aportan todas las Administraciones, aunque más del 80% proviene de las comunidades autónomas.La mayoría de ese dinero, el 65%, se destina a gastos de personal, es decir, a pagar a profesores. En este año, la cantidad ha subido sensiblemente con 1.563 millones más. Pero el porcentaje de riqueza española destinada a la educación ha descendido. Equivale a un 4,23% del Producto Interior Bruto (PIB), el más bajo de la última década, según los datos recogidos por el Ministerio de Educación en su informe de inicio de curso.

El Gobierno se comprometió con la Unión Europea en reducir el porcentaje por debajo del 4% del PIB. La media de la Unión Europea supera el 5%. El porcentaje del PIB destinado al gasto público educativo comenzó a caer en 2009, a mitad de la última legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se situaba en el 4,99%.

El responsable de educación del sindicato Comisiones Obreras, Francisco García, considera qeu los datos "son la radiografía de la demolición del sistema educativo, de la desinversión que hemos denunciado en los últimos años y suponen el mayor ataque a la igualdad de oportunidades".

III

Pilar Álvarez, "El gasto público en educación en España cae a niveles de 2006", en El País, 27-VI-2015:

En cuatro años se han perdido más de 7.760 millones de euros para profesores, aulas, becas o refuerzos.

El gasto público en educación lleva cuatro años de descenso continuado en España. Los últimos datos del Ministerio de Educación, correspondientes a 2013, indican que las distintas Administraciones destinaron 45.245,2 millones de euros, un 4,31% del Producto Interior Bruto (PIB) que lo sitúa a niveles de 2006, con el mismo porcentaje de riqueza y 42.480 millones de inversión.

España comenzó a recortar en educación en 2010 por primera vez en 30 años. En los últimos cuatro años analizados se han perdido 7.764 millones para profesores, aulas, apoyos o becas. Entre 2012 y 2013, el descenso es de 1.231 millones menos (-2,6%), según los datos que refleja la Estadística del Gasto público en educación, que el ministerio acaba de publicar y cuyas cifras son aún provisionales.

El porcentaje de la riqueza española destinado a la educación, ese 4,31% del PIB, desciende y se aleja unas décimas más tanto de la media europea —un 5,25% según datos de Eurostat correspondientes a 2011— como de la de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), con un 5,6% también correspondiente a 2011.

Diferencias regionales.

la educación infantil y primaria le corresponde más de un tercio del gasto total (34,9%), seguidas de la Secundaria y FP (28,9%) y de la etapa universitaria (20,7%). La partida de becas representa el 3,6% del total. Todas ellas han caído en el último año analizado. Sobre todo la formación ocupacional, con un 30,4% menos y la correspondiente a las ayudas de estudio, que se reduce un 9,9%.

El ministerio señala en el avance de los datos que los programas estatales de becas que supedita al “cumplimiento de requisitos socioeconómicos y/o académicos” para estudiantes universitarios y no universitarios han subido respecto a 2012 un 2,6% al pasar de 1.171 a 1.202 millones, con lo que el recorte debe provenir de las partidas regionales.

El 84% del gasto total en educación corresponde a las comunidades autónomas. Siete redujeron su inversión en 2013: Castilla - La Manchja, con un 6,2% menos; País Vasco (4,2%); Cataluña (-3,2%); Castilla y León (2,8%); Andalucía (2,2); Cantabria (0,6%) y Galicia (0,5). En Extremadura subió un 3,7% y en La Rioja el 1,6% mientras se mantuvo en Aragón, Madrid 

viernes, 28 de agosto de 2015

Según El País, Cospedal ha doblado el déficit manchego, hinchado los presupuestos y mentido en las cuentas

Fernando J. Pérez, "Los nuevos Gobiernos autónomos denuncian deudas impagables", El País, 28 de agosto de 2015:

Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana o Aragón acumulan desfases presupuestarios de miles de millones.

Los nuevos Gobiernos autónomos encabezados por el PSOE tras las elecciones del 24 de mayo han descubierto un abismo financiero al asomarse a las cuentas regionales. Comunidades como Castilla-La Mancha, la Valenciana o Aragón acumulaban a finales de junio, coincidiendo con el fin de los mandatos del PP, desfases presupuestarios por valor de miles de millones de euros. Casi todas las regiones habían superado a mediados de año los objetivos de déficit para todo el ejercicio 2015. Los recientes Ejecutivos de izquierda prevén dificultades para prestar los servicios y pagar las nóminas a los funcionarios.

Los nuevos Gobiernos regionales llegaron al cargo con el propósito declarado de no invocar la “herencia recibida”. Es el mantra de que “en política se viene llorado de casa”. Sin embargo, la profundidad del agujero que han encontrado en las cuentas, y la rigidez de los objetivos de déficit que impone el Ministerio de Hacienda a las comunidades, han trastocado esas buenas intenciones.

Este jueves, el consejero de Hacienda y Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha, Juan Alfonso Ruiz Molina, desgranó en las Cortes de Toledo, los datos de la contabilidad regional. Y trazó con ellos un paisaje en tono gris oscuro. El consejero informó de que, a 30 de junio pasado, cuatro días antes de que Emiliano García-Page, tomara el relevo de Dolores de Cospedal en la presidencia castellano-manchega, la deuda viva de la región ascendía a 13.146 millones de euros frente a los 6.260 millones de cuatro años antes.

La presidenta del PP de Castilla La-Mancha y expresidenta de esa comunidad, Dolores de Cospedal, rechazó ayer las críticas a su gestión económica durante la legislatura anterior. Para Cospedal, el PSOE de Emiliano García-Page “quiere buscar excusas para ya antes de empezar a gobernar, -porque hasta ahora no han hecho nada-, decir que no van a poder hacer aquello a lo que se comprometieron”.
La número dos del PP nacional calificó de “bochornosa” y “demagógica” la intervención en las Cortes del consejero de Hacienda castellano manchego, Juan Alfonso Ruiz Molina. Cospedal lamentó “el hecho de que ahora quienes dejaron una previsión del déficit (en 2011) del 12% estén discutiendo sobre si el déficit de este año será del 0,7% o del 0,8%, cuando antes no decían absolutamente nada”.
Según la presidenta del PP regional “hay que tener caradura para decir, como ha dicho el PSOE, que se ha destruido el Estado del Bienestar, cuando hace cuatro años los que llegábamos al gobierno no teníamos para pagar la dependencia, ni los gastos de farmacia y había deudas con las universidades que no estaban ni tan siquiera reconocidas”.

El 30 de junio, fecha que coincide con el ecuador del ejercicio 2015, en la Consejería de Sanidad se había ejecutado el 93,5% del presupuesto y en la Consejería de Educación se había gastado el 82,3% de lo previsto para todo el año. El servicio regional de Salud (Sescam) apenas disponía a principio del verano del 15% de los fondos presupuestados hasta diciembre, según el consejero.

Ruiz Molina informó de que para que los 70.000 funcionarios y empleados públicos autonómicos puedan cobrar sus nóminas —incluida la extra de Navidad— faltan 99 millones. También apuntó un déficit de 32 millones en el gasto de las consejerías y de 143,7 millones en el Sescam. A estas cifras hay que añadir más de 37.000 facturas por 119 millones.

El consejero denunció que el Ejecutivo de Cospedal elaboró para 2015 un presupuesto en el que se infravaloraron los gastos y se inflaron los ingresos. El 30 de junio, las arcas solo habían ingresado el 40,5% del dinero previsto para todo el año: 6.249,8 millones. La situación era especialmente grave en los impuestos que dependen de la comunidad autónoma. Así, en el impuesto de sucesiones solo se había recaudado el 27,8% de lo presupuestado, cifra que caía al 22,5% en el impuesto de actos jurídicos. De los fondos europeos Feder, a mediados de año no se había ingresado ni un euro de los 53 millones previstos.

Ruiz Molina puso de relieve un dato que considera “grave” para demostrar que el Gobierno de Cospedal hinchó artificialmente el presupuesto de ingresos: la diferencia entre los impuestos regionales efectivamente recaudados en 2014 y la previsión para 2015 es del 22,9%.

Comunidad Valenciana, unas cuentas llenas de sorpresas

JOAQUÍN FERRANDIS

El Gobierno valenciano no podrá cumplir el objetivo de déficit fijado por el Ministerio de Hacienda para este año. “El 0,7% del déficit ya lo alcanzó el anterior Gobierno del popular Alberto Fabra en el mes de mayo pasado”, asegura la Consejería de Hacienda, que prevé cerrar el ejercicio con un déficit superior al 2%.

El Gobierno de la Generalitat (una coalición entre el PSPV y Compromís) se encontró el pasado julio, tras la toma de posesión, con el 81% del presupuesto ejecutado, según fuentes de Hacienda. No ha sido la única sorpresa con la que se ha encontrado el Gobierno que preside el socialista Ximo Puig. La Consejería de Hacienda ha detectado gastos por importe de 280 millones de euros sin cobertura presupuestaria y otros 400 millones de euros de gasto sanitario anotados en una cuenta extrapresupuestaria que se tendrán que pagar con el presupuesto de 2016.

A ello hay que añadir la enorme deuda acumulada durante los años de Gobierno del PP: 37.615 millones de euros en el primer trimestre del año, según los últimos datos del Banco de España, lo que representaba un 37,5% del producto interior bruto (PIB) regional y situaba a la Comunidad Valenciana como la autonomía más endeudada en términos relativos. Un porcentaje cinco puntos por encima de Cataluña, la región más asfixiada en cifras absolutas.

La Comunidad Valenciana sigue haciendo frente a los pagos a proveedores, gracias al Fondo de Liquidez Autonómico, aunque Puig ya ha insistido en que si no se cambia en profundidad el sistema de financiación autonómica la Generalitat será inviable.

Entre mayo y junio pasados, con Cospedal gobernando en funciones, el déficit se disparó del 0,41% del Producto Interior Bruto al 0,84%. Este incremento se produjo por el aumento del gasto en el periodo preelectoral, según el consejero. “Durante cuatro años, han incumplido todos los objetivos de déficit a favor de los cuales había votado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que tiene narices, con perdón, y siguen votando a favor de una senda injusta de objetivos para las comunidades autónomas”, recriminó el consejero a los diputados del PP.

El agujero de las arcas castellano-manchegas no para de crecer. En la actualidad, las cuentas corrientes de la comunidad solo tienen 43 millones de euros, una cifra que “es como no tener nada”, según el consejero. Las proyecciones de su equipo apuntan a que el saldo de tesorería a final de año será negativo: -347,9 millones.

La situación no es mejor en otras comunidades que han cambiado de Gobierno. En Aragón, el desfase presupuestario es de 800 millones de euros, según el consejero de Hacienda, Fernando Gimeno. “Tenemos que preparar un plan para poder pagar las nóminas en septiembre”. Este plan implica modificar en 130 millones de euros el presupuesto. “No cumplimos ni de lejos los objetivos de déficit marcados por la UE y el Gobierno —un 0,7%—, los vamos a duplicar”, advierte Gimeno.

En Extremadura, el Ejecutivo de Guillermo Fernández Vara se encontró con un presupuesto ejecutado en un 78% a mitad de año y un déficit del 0,97%. “Existen ingresos ficticios por valor de 600 millones”, afirman fuentes del Gobierno regional.

En Cantabria, el Gobierno del regionalista Miguel Ángel Revilla —apoyado por el PSOE— habla de una deuda “descontrolada”, que alcanzará los 2.735 millones a final de año, 1.442 millones más que en 2011. El pasado julio, la vicepresidenta cántabra, Eva Díaz Tezanos (PSOE) aseguró que el Ejecutivo del popular Ignacio Diego hacía unos presupuestos “falsos y tramposos”, con “ingresos imposibles”.

Con información de Concha Monserrat.

jueves, 27 de agosto de 2015

El mejor vino español y segundo del mundo para 10 millones de catadores es manchego, el de la marca Alaya, de Almansa


El mejor vino español es de Almansa. Sí, de Almansa, Albacete, concretamente nace entre Jumilla y Albacete. Se llama Alaya, está elaborado con una variedad no especialmente conocida ni popular, la garnacha tintorera, y nace de un viñedo muy concreto a 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar. "¿Y dices que es el mejor vino español?", preguntarás, extrañado. Pues no lo digo yo –aunque reconozco que me encanta–, lo dice Vivino. Bueno, lo dicen los usuarios de Vivino, que según ellos ya son casi 10,5 millones en todo el mundo.

¿Dato fiable? Pues toda la fe que queramos tener en la opinion del consumidor. O sea, la tuya y la mía. Vivino es una suerte de, llamémosle 'comunidad de amantes del vino' que, a través de una App (aplicación móvil), fotografían las etiquetas de los vinos que van probando, los suben a la aplicación, ésta los reconoce siempre que otro antes lo haya subido, y ya del tirón los puntúan con las típicas estrellitas (de 1 a 5). Pues entre los 100 vinos mejor puntuados con un precio menor a 50 dólares (45,25 euros) se ha colado en segundo lugar –por detrás de un pinot noir francés- nuestro querido tinto almanseño.

Ni reservas de Rioja, ni vinos de grandes pagos, ni tempranillos de Ribera del Duero. Na de ná. Postureo, el justo. Al universo mundial de bebedores de vino le gusta la garnacha tintorera. Olé ahí Albacete y su vetusto viñedo.

Llama la atención no solo por lo inusual del origen de este tinto o de la uva, si no porque parece que cuando nos saltamos a los periodistas (sí, también somos culpables), críticos, blogueros, gurús de tres al cuarto, trendsetters y todo aquel que habitualmente juzga vinos para crear opinion, los resultados son bien distintos. Cuando se le pregunta al público, que es quien finalmente se rasca el bolsillo para probar vinos (este en cuestión ronda los 20 euros en tienda en España), los resultados son sorprendentes.

Como curiosidad, en el ranking aparecen 17 vinos españoles (el siguiente es Belondrade y Lurton, blanco de Rueda que copa el puesto 25). Y es curioso ver cómo aparecen vinos de Almansa, Jumilla o Moncayo, por poner algunos ejemplos, mejor clasificados que otros que a priori copan páginas de la prensa.

¿Y qué tiene ese Alaya que no tenga otro? Alaya es un vino prácticamente único. Nace en un viñedo a 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar en los alrededores de Almansa, tierra cuya uva hasta no hace mucho se destinaba solamente a la venta a granel. Lo que le hace único no es solo la tierra en la que nace sino la uva con la que está elaborado: 100% garnacha tintorera. Una uva muy difícil de cultivar y de elaborar. Una uva guerrera y difícil de domar.

Cuando me crucé con este ranking me puse en contacto con Miguel Gil, que es el autor de este vino, el gestor/bodeguero/enólogo, alma mater a fin de cuentas, de Bodegas Atalaya, donde nacen los tres tintos Laya, Atalaya y nuestro protagonista, Alaya. Miguel me dijo que a él mismo también le había sorprendido, especialmente al ver el gran número de consumidores de todo el mundo que habían votado alto por este tinto. “A nosotros nos interesan mucho los prescriptores de opinión, pero a fin de cuentas nos debemos al gran público, que es quien a fin de cuentas consume el vino”, comenta este bodeguero murciano.

También le sorprendió que fuera justo este vino. Un vino no especialmente fácil, por la idiosincrasia de la garnacha tintorera, quizá la única uva del mundo que tiene el mosto rojo (al resto tintos lo que le da el color es la piel de la uva, el mosto es incoloro), lo que lo convierte en un vino absolutamente opaco. Un rojo muy rojo incluso para un tinto de crianza y de cepas viejas.

Tuve la suerte de pisar el viñedo de Bodegas Atalaya hace poco más de un año junto a Miguel Gil y me contó que decidieron elaborar Alaya al encontrar un viñedo muy exclusivo de garnacha muy vieja. Empezaron a experimentar hasta encontrar lo que querían. “Es un vino muy exclusivo, por lo de estar solo elaborado con una uva muy denostada, que sorprende a todo el que se atreve a probarlo”, me decía. Yo doy de fe ello. Ah, y Dani Rovira también. Para lo que sirva…

El resto de vinos de la casa (Laya y La Atalaya), otras dos maravillas, tienen porcentajes de monastrell en la mezcla con la tintorera para que se muestren, digamos, más fáciles y bebibles. Pero Alaya no. Esto no es Bambi, como dijo el filósofo. Alaya es pura garnacha tintorera, uva más conocida fuera de España como alicante bouschet, y que es el resultado del cruce de las francesas grenache y petit bouschet.

Así que ya lo sabes, la próxima vez que te cruces con un vino de Almansa y alrededores, o elaborado con garnacha tintorera, piensa que miles de consumidores en todo el mundo creen que quizá sea el mejor vino español del momento. ¡Viva Almans