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domingo, 3 de marzo de 2024

Hacer o no hacer: la importancia de la ética en la enseñanza

Alfonso de Tomás, "Hacer o no hacer: la importancia de la ética en la enseñanza", en The Conversation, 17 noviembre 2020:

“Ser o no ser” es una pregunta clave en la filosofía. Pero no menos relevante es la pregunta de “hacer o no hacer”, otro de los tópicos centrales de la filosofía: remite a la capacidad del ser humano de actuar de maneras distintas y, por tanto, de responsabilizarse o hacerse cargo de ello. Es la pregunta de la ética.

Preguntarse y pensar sobre aquello que hacemos y que tiene un impacto en nuestro entorno, personal, familiar, social y natural es interrogarse por nuestra vida moral. Atribuimos una responsabilidad moral a las personas en función de su capacidad para actuar de una manera u otra y por ello la libertad es una condición necesaria para la vida moral.

Las raíces de la moral se encuentran en la libertad del ser humano en tanto en cuanto se ve en la necesidad de “elegir” entre una gama de posibilidades y, sobre todo, dicho individuo debe hacer la buena elección y hacerse responsable de ella.

Seres sociales, seres morales

‘Bien’ y ‘deber’ son los dos términos morales fundamentales y el ser humano, en tanto que ser social, es necesariamente también un ser moral. Y la moral es un hecho social constatable por dos vías:

Tiene un lenguaje específico: imperativos, expresiones normativas (deber, permiso, obligación, prohibición), expresiones valorativas (justo, recto, injusto, bien, mal…) relativas a aprobación o desaprobación.

Su institucionalización parcial en el Derecho. Así, la moral es un hecho social (toda sociedad posee un código de normas) que es vivido colectiva e individualmente (dimensión social y personal de la moral).

Moral vivida, moral pensada

Cuando justificamos racionalmente la moral, estamos haciendo ética. Por tanto, la ética es una reflexión acerca de la moral, acerca de los fundamentos de la propia conducta.

La ética (que es prescriptiva) tiene por objeto el establecimiento y justificación de criterios muy generales que pueden ser recomendados como preferibles y que permiten una fundamentación de las normas morales concretas (“algo es un deber”) y, más en general, de los juicios morales (“algo es bueno”). Aranguren llama a la moral “moral vivida”, y a la ética, “moral pensada”.

La ética es, por tanto, la rama de la filosofía que reflexiona precisamente sobre el bien y el deber, y está indefectiblemente ligada a la acción y a la dimensión práctica y vivencial de la conducta humana. ¿Pero sólo a las acciones? ¿Y las omisiones?

No hacer: la omisión

Una omisión consiste en no hacer algo que uno podría hacer (y en ocasiones debería) haber hecho y no hace. Así como la acción consiste en un obrar positivo, un hacer, la omisión en cambio, consiste en un no hacer, en un no actuar, en un abstenerse.

Pero no todo lo que no hace una persona es una omisión. Hablamos de omisión cuando pudiendo hacer una actividad y teniendo alguna razón para hacerla, no se lleva a cabo. Las omisiones implican eludir una conducta “esperada” en algún sentido (como cuando unos padres no alimentan ni cuidan a sus hijos, o cuando no se socorre a quien está en peligro) y estas omisiones pueden ser no solo intencionales sino también por negligencia y abandono.

El ejemplo de la eutanasia

Sin embargo, no es fácil distinguir las acciones de las omisiones. Por un lado, la propia caracterización de las conductas como activas u omisivas viene determinada por las valoraciones que se hacen de esas conductas: las personas tendemos a clasificar como omisivos los comportamientos que nos parecen moralmente más aceptables y como activos los que nos resultan más inaceptables.

Por ejemplo, en cuestiones tan debatidas como la eutanasia, se sostiene que no se puede actuar para matar aunque está permitido omitir para dejar morir (limitación del esfuerzo de soporte vital).

Pero la cuestión se complica si se puede matar por medio de omisiones (no suministrando un medicamento vital) y dejar morir por medio actos (quitando un respirador a petición de un paciente) o si se entiende que hay omisiones que merecen más reproche moral que acciones con idénticos resultados (dejar morir de hambre y sed a un enfermo desahuciado o suministrarle una sedación terminal).

En definitiva, nuestra valoración previa condiciona de antemano lo que distinguimos como acciones y como omisiones.

¿Es peor hacer algo malo o no hacer algo bueno?

Por otro lado, se ha demostrado en psicología el llamado “sesgo de la omisión”, esto es, la tendencia que tenemos la mayoría de los individuos a juzgar como moralmente más graves los comportamientos dañinos fruto de una acción que los que son resultado de una omisión.

Además, parece que entre acciones y omisiones cabe considerar un abanico más amplio de posibilidades: no impedir, facilitar hacer, contribuir. Por ejemplo: empujar a alguien desde un acantilado al mar constituye hacer un daño; si veo que alguien se va lanzar al agua con riesgo de su vida y no hago nada, no impido el daño; si no le lanzo una cuerda que tengo a mano, permito el daño con mi omisión; si no dejo que otra persona le lance una cuerda para evitar que se ahogue, estoy facilitando un daño.

Quien facilita o no impide un daño no inicia el proceso causal por el cual se comete el daño, pero sin su conducta, el daño en cuestión no se llevaría a cabo del todo.

El efecto espectador

Y en este punto hay que hablar sobre la dilución de la responsabilidad y el “efecto espectador”, según el cual la probabilidad de intervenir en situaciones de emergencia es inversamente proporcional al número de espectadores que las presencian.

¿Cuál es nuestra responsabilidad como observadores y conocedores del mal, pero que no actúan? ¿Son la dejación, la pasividad, la indiferencia, la apatía o la inacción aceptables éticamente? Podemos planteárnoslo desde la perspectiva de algunos de los más acuciantes y urgentes desafíos globales de nuestro tiempo, como la pobreza y la exclusión, las migraciones o el cambio climático, sin duda relacionados entre sí.

En definitiva, la cuestión ética no pivota solo sobre el hacer, sino también y mucho sobre el no hacer y todas las variantes entre uno y otro. No hacer nada es, evidentemente, una forma de hacer algo. Como sujetos de un mundo de espectadores, profusamente interconectado, no podemos eludir nuestra responsabilidad, ni por acción, ni por omisión.

Un mundo de espectadores sin ética en los colegios

Este tercer jueves del mes de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Filosofía. Este 19 de noviembre de 2020 también se vota definitivamente en el Parlamento español la inclusión o no de la asignatura de Ética en 4º curso de la Enseñanza Secundaria Obligatoria.

Sus señorías tienen la posibilidad de hacer o no hacer, de posibilitar o no una docencia rigurosa de los conceptos, teorías y argumentos de la ética para que nuestros jóvenes, las futuras generaciones, se hagan las preguntas sobre hacer o no hacer y no se conviertan en meros espectadores de un futuro desafiante y por construir.

Hacer o no hacer para ser sujetos activos de la vida social. Esta es la cuestión.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Dos secretos de la educación antigua

De Anahí en Quora:

Hay mucha gente que se pregunta "¿Cómo le hacían los papás de antes para mantener a tantos hijos , sacar carro y casa?". Pues les digo, fuera de que la capacidad adquisitiva era mayor en esos tiempos, los padres de antes tenían un secreto y se los voy a compartir.

El secreto de los papás de antes es: ¡NO GASTABAN EN COSAS INNECESARIAS! A nosotros nunca nos faltó nada, porque se nos compraba lo necesario... teníamos la ropa necesaria, no la de moda.

Los juguetes eran esperados en Navidad y cumpleaños, no cuando los pidiéramos ni por portarnos bien, o pasar las materias de la escuela, esa era nuestra responsabilidad. Y era un "intercambio" justo. Ellos nos daban comida y sustento, y nosotros no éramos un dolor de cabeza y nos preparábamos para cuando ellos nos hicieran falta. Al paso que van, los niños van a querer un sueldo por cumplir con sus labores.

Ahorita a los niños se les da toda clase de premios y reconocimientos. ¿Medallas de participación? ¿neta? O sea premios por existir. Por eso tú que eres padre de familia te vuelves casi en esclavo de tus hijos, unos hijos que casi no ves por trabajar para ellos. Y en tu afán de darles todo, lo único que has conseguido es tener a un pequeño jefe bien vestido, mal educado, con mal carácter, que cree que merece todo, pero inseguro y con baja autoestima. Niños con el closet lleno y el interior vacío.

Tu hijo no necesita todos los juguetes. Tu hijo no necesita los tenis más caros ni ropa de marca. Tú hijo te necesita a ti, dale tu tiempo. La segunda pregunta del tema que más se hacen es "¿De dónde sacaban los papás de antes la paciencia para aguantar tanto chamaco?"

Ah, pues, ¿recuerdan que les dije que nosotros no éramos un dolor de cabeza? Ok, aquí el segundo secreto. Los papás de antes NO TENÍAN PACIENCIA. No había tolerancia, nos portábamos bien sí o sí, había disciplina. Por educación no te tiras al piso, por educación no gritas en el centro comercial, por educación no contestabas, por educación respetaba las cosas ajenas, y un interminable etcétera.

Entiendo que quieran ser amigos de sus hijos, pero primero sean sus padres, edúquenlos... Yo no sería amigo de alguien que llora por nada, no me respeta o me hace pasar un mal tiempo ¿Tú sí?

Y muchos dirán: "cuando tengas hijos entenderás". No, yo ya entendí y estas dos razones me regirán.

martes, 3 de octubre de 2023

El genio pedagógico de Euler

De Jay Matthews, en la Quora en inglés

¿Qué persona de la historia tuvo una vida tan loca, disparatada y llena de logros que resulta casi increíble cuando se resume todo?

Leonhard Euler (1707-1783) tuvo una vida tan loca y llena de logros que resulta increíble. Cuando se describe a Euler, la primera frase es una mezcla de logros insólitos. Fue un brillante matemático, físico, astrónomo, lógico, ingeniero y teórico de la música. Sin exagerar: Era de clase mundial en todos estos campos. Fue quizá el matemático más grande que haya existido y el más prolífico. Sólo en matemáticas, Euler publicó más de 800 trabajos extraordinarios. Creció en Basilea, Suiza.

Su padre era pastor y él llevaba una vida normal. Era una persona de buen corazón procedente de una familia de gente normal. Su genio se manifestó pronto, e ingresó en la Universidad de Basilea a los 13 años. A los 19 ya había terminado su doctorado sobre la propagación del sonido. Comenzó su carrera en una época de agitación política y financiación errática.  Se consideraba afortunado si conseguía un trabajo universitario en San Petersburgo (Rusia), y  lo consiguió. A pesar de su enorme rendimiento, no ganó dinero de verdad hasta 40 años después, cuando Catalina la Grande llegó al poder. Pero siempre tuvo que enfrentarse a intrigas, inestabilidad y el recelo a los extranjeros. Mantuvo el empleo gracias a su increíble diligencia y a su enorme habilidad para llevarse bien con la gente. Él y su esposa, Katharina, tuvieron 13 hijos. No estoy seguro de si Euler tuvo alguna vez un despacho privado. De ser así, no lo utilizó. Cuando no estaba enseñando o asesorando, estaba en casa con los niños. Hizo descubrimientos fundamentales en teoría de números, análisis complejo y cálculo mientras correteaba a sus hijos. Gracias a su extraordinaria paciencia y amabilidad, Euler pensaba que las matemáticas debían ser para todos, y así lo hizo. Sigue siendo la mejor persona a la que leer si se quieren entender las matemáticas.

En su tiempo libre (ja, ja) escribió Los elementos del álgebra. Este asombroso libro es una exposición fundamental de lo que son las matemáticas y cómo funcionan. Explica cómo sumar dos números y luego lleva al lector hasta el álgebra. Con demasiada frecuencia, la enseñanza de las matemáticas es como pedir instrucciones y recibir una serie de aciertos y errores. Si te pierdes un detalle, estás perdido.

Los Elementos nos muestra exactamente cómo funcionan las matemáticas, para que sepamos con precisión dónde estamos en cada momento. Era un buen escritor, que explicaba claramente y sin saltarse los pasos, algo que hacen los malos matemáticos con frecuencia. Citaré algunos pasajes. Los dos primeros párrafos:

Cualquier cosa que pueda aumentar o disminuir se llama magnitud, o cantidad. Una suma de dinero es una cantidad, porque podemos aumentarla o disminuirla. Lo mismo ocurre con el peso y otras cosas por el estilo.

A partir de esta definición, está claro que hay tantos tipos diferentes de magnitud, que sería difícil enumerarlos todos. Este es el origen de las distintas ramas de las matemáticas. Cada una de ellas se ocupa de un tipo diferente de magnitud. Las matemáticas son la ciencia de la cantidad: investigan cómo se mide la cantidad.

Cuando termina de explicar qué son las matemáticas, explica las operaciones.

8. Cuando tenemos que sumar un número a otro, esto se indica mediante el signo +, que se coloca antes del segundo número, y se lee más.

Así, paso a paso, nos lleva desde las matemáticas más elementales hasta el álgebra. Euler creía que cualquier hombre o mujer podía tener conocimientos matemáticos perfectos.  Todos podemos tener una comprensión perfecta del funcionamiento de las matemáticas y una capacidad perfecta para resolver problemas matemáticamente. Y todos podemos hacer aportaciones a las matemáticas, como todos podemos escribir poemas o música, una vez que conocemos los fundamentos. No existe nadie que sea malo en matemáticas. Sólo existe una enseñanza defectuosa, que se salta pasos, sin darse cuenta.

martes, 29 de agosto de 2023

Cómo evitar la procastrinación

De Leonardo Cardillo, en Quora:

Procrastinar: La ardua tarea de posponer lo importante

1. ¿Qué es procrastinar?

Procrastinar es postergar una actividad que percibamos como incómoda, difícil o frustrante. No se trata solo de pereza, sino de la dificultad de enfrentar los requisitos emocionales que esa tarea demanda.

2. Origen histórico del término

El verbo procrastinar no era muy utilizado hasta principios del siglo XXI, cuando se hizo relevante debido al efecto distractor de las redes sociales. Proviene del latín "procrastinare", que significa dejar las cosas para mañana, en contraposición al dicho popular "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".

3. La procrastinación como un asunto emocional

Contrario a lo que suele creerse, la procrastinación es un problema emocional. Es un comportamiento distractor que nos impide enfrentar actividades que percibimos como dolorosas, incómodas, angustiantes, inquietantes, difíciles o frustrantes. Postergamos estas tareas en busca de un futuro idealizado donde todo sea más fácil.

4. Ejemplos de procrastinación

La procrastinación puede manifestarse de diversas formas, como:

- Preparativos interminables para enfrentar una tarea, como tomar una taza de café, ajustar la silla, cambiar de lápiz, hacer mantenimiento al ordenador, ir al baño, y así sucesivamente.

- Dedicarse a tareas menores e poco importantes para evitar enfrentar la tarea principal y relevante.

- Distraerse con múltiples distracciones al comenzar la tarea importante, como abrir pestañas en redes sociales o iniciar conversaciones por chat.

5. Cómo dejar de procrastinar

Si bien no hay una solución única o sencilla para dejar de procrastinar, algunos cambios de actitud pueden ser útiles, como:

- Dividir la tarea en tareas más pequeñas y manejables.

- Hacer un borrador o versión previa imperfecta de la tarea para disminuir las presiones de perfeccionismo.

- Aceptar nuestras decisiones, deseos y necesidades para restar presión externa y miedo al qué dirán.

- Crear un entorno de trabajo libre de distracciones, como desactivar el teléfono, cerrar sesiones en redes sociales, etc.

- Disminuir las excusas y no culpabilizarnos en caso de evadir la tarea importante.

- Aplicar técnicas de trabajo interrumpido, como el método pomodoro, que divide el trabajo en pequeños lapsos con pausas intermitentes.

En conclusión, procrastinar implica postergar tareas importantes por dificultades emocionales. Para dejar de procrastinar, es importante hacer cambios de actitud y dividir la tarea en pequeñas partes manejables. Así, lograremos ser más eficientes y evitar la frustración de dejar las cosas para después. ¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!

martes, 15 de agosto de 2023

¿Se sale ileso de la infancia?

De Quora, no queda claro de quién:

Casi nadie sale "ileso" de su infancia.

Algunas personas sufren problemas emocionales, otros sufren abusos físicos, otros ofensas y traumas.

Nadie le explica a un niño como vivir, nadie le explica a un niño que los adultos tienen problemas en su interior que también les falta resolver.

Aún eres ese niño o niña herida dentro de ti. Reclamando las mismas cosas.

Me han llegado a decir "mis padres me dan todo, tengo todo lo que quiero, pero eso no me hace feliz". ¡Obvio que no!

Están llenando con objetos los vacíos en ti que ellos mismos tienen.

En su mente ellos piensan "Cuando yo era pequeño quería que me dieran todo, por tanto si yo le doy todo a mi hijo soy buen padre o buena madre" y no es necesariamente así. Ellos tienen ese vacío del pasado y creen que con "cosas" lo llenarán.

Háblale a la versión de ti de hace 10 años, de hace 20 años, anda atrás el tiempo que sea necesario y sana esos recuerdos.

Dile a ese niño o esa niña que llora, que esas personas no son malas y que no querían hacerle daño. Reconócelos inocentes, reconócete consciente y libérate de esa carga.

Veo personas que les cuesta expresar sus sentimientos, les cuesta abrirse en sus relaciones, les cuesta permitirse ser vulnerables.

Hay una coraza que no les deja vivir. Y en casi todos los casos ocurre que venían de una familia donde nadie se demostraba cariño, entonces "ser fuerte" era lo normal.

Y está bien, pero ser fuerte y estar dentro de esa coraza te presiona, te asfixia, te aplasta... ¡Lo sé porque también he estado ahí!

¿En tu familia te hicieron sentir mal por expresar una idea diferente?

¿Te avergonzaron o minimizaron por simplemente querer ser tú?

Eso te puede llevar a que sientas odio, tristeza, rabia, desesperanza. El niño no sabe lo que pasa. Se dice ¿Por qué son así conmigo?

Dale el amor que necesita.

Si tienes uno/unos hijos, dales amor, no los llenes de juguetes o cosas.

Darle "todo" al hijo le da en realidad al hijo la sensación de que todo no es suficiente.

Darle todo es en realidad un mal sustituto del amor de los padres

"Darle todo" les impide valorar lo que tienen.

lunes, 7 de agosto de 2023

¿Cuál es el origen de la epidemia de mala ortografía actual?

¿Cuál es el origen de la epidemia de mala ortografía actual?

La cultura de la imagen y, con frecuencia, los irresponsables estados y autonomías por sus políticas. En España, por ejemplo, por las siete vacilantes reformas educativas con que cada gobierno castiga sucesivamente, creyéndose que puede mejorar algo que solo empeora un poco más y que no tiene ni idea de como atajar. Por ejemplo, una institución que pagamos todos, la RAE, debía ofrecer copias gratuitas de su ortografía tantas veces "re-reformada" y ya no radicalmente prescriptiva en la red o impresas, pero solo lo permite en la primera por párrafos sueltos, y el monstruoso mazacote que ha publicado con sus manías y "sugerencias" que dice consensuadas es ya para los simples entre los que me incluyo un auténtico horror. Le gusta el negocio, y prefiere hacer dinero a generar buenos y correctos escritores.

Ya no se practican la lectura en voz alta, la redacción, los dictados y la caligrafía. También se ha expulsado la literatura en los currículos, donde no para de encogerse el lugar que ocupaban las humanidades. Los profesores de latín, griego, historia y filosofía solo cuentan con una presencia testimonial. Y los de ciencias no suelen superar un nivel mínimo de ortografía en no pocas ocasiones.

Asimismo, pretender bilingüismo por un lado, mientras por el otro se ejerce una violenta inmersión en una sola de esas lenguas, provoca diglosias. Como los alumnos confunden en una dos ortografías y dos gramáticas, terminan sufriendo diglosias en una y otra lengua, y hablando y escribiendo mal las dos.

Es también nefasta la costumbre de dictar apuntes apresuradamente que se escriben de cualquier manera a causa de la premura y de que solo nosotros los vamos a leer. Deberían existir libros de texto baratos, para que eso no fuera necesario y pudiesen estudiar textos correctamente escritos; pero en esos libros de texto o manuales he visto con frecuencia tipografías horribles, párrafos ambiguos, mal escritos e insuficientes y escaso uso del párrafo largo, de sintaxis compleja y de largo alcance. Incluso mal puntuados. Tampoco sabían equilibrar las frases ni sostener un ritmo de expresión.

También tiene que ver la costumbre de escribir con indolencia y descuido en redvistas, bitácoras y redes sociales como esta. Y emplear correctores de ortografía automáticos de esos que, cuando se escribe Garcilaso, te corrigen a Gracilazo (así de mal están hechos) o con taquigrafías o estenografías telegráficas en chats, "guasaps" y mensajes chorras desde que se es niño o niñato, demasiado pronto echado a pastar en un teclado, cuando todavía no se sabe ni siquiera escribir en papel con lápiz, y aún menos con caligráfica letra inglesa. Quora mismo es testigo de todos esos errores por correcciones automatizadas simplificantes o conducta relajada y anónima.

Existe también el horrendo hábito de usar formularios para todo y tests o pruebas de preguntas cortas en vez de preguntas de ensayo, que exigen algo más que escoger entre sí y no o V y F.

Porque es general la actitud relajada y el descuido del lenguaje, no ya en la ortografía, sino al hablar, cometiendo faltas de ortología de las que se imitan casi siempre las de la ortografía.

Antiguamente los muchachos aprendían a leer correctamente por medio de historietas, de enciclopedias y de libros que había en todas las casas. Pero en las casas modernas ya no hay nada de eso, ni se siente la necesidad de proveerse de esos productos, porque su lugar lo ha tomado el ordenador y el iPod, instrumento este último que solo usa lenguaje oral, no el escrito, los llamados audiolibros. Con eso no se aprende ortografía.

El consumo de historietas ha pasado a ser sustituido por el de anime sin apenas lenguaje escrito. La crisis que experimenta la lectura se refleja en la ausente venta de tebeos o libros de historietas baratas, un instrumento que siempre se mostró muy eficaz para introducir a la lectura y la ortografía, como asimismo las novelillas de a duro de vaqueros o amoríos. Las revistillas de adolescentes están llenas de fotos y narcisismo, y los textos son escasos, cortos y pobres de léxico y sintaxis, muy surtidos de anglicismos innecesarios y horteras. Ahora se prefieren las carísimas novelas gráficas, los también onerosos álbumes en tapa dura y los videojuegos. Y el Estado no sufraga ni subvenciona, como hacía antes, colecciones populares de clásicos.

Otro motivo de esta especie de conspiración técnica, económica y social contra la lectura se debe también al hecho de que no existan planes de lectura en muchas escuelas e institutos.Tampoco hay bibliotecas de uso efectivo en las instalaciones educativas, o que abran por la tarde y en festivos, como tampoco, en los muertos pueblos de la España vacía, por la incuria de los ayuntamientos (que prefieren construir estadios y piscinas) y por la efervescencia de las presuntas sociedades "culturales" dónde esa cultura se restringe a fomentar el deporte y el fútbol local y llenar la panza con convites de gastronomía local. Por no hablar de los grupos de coros y danzas regionales para alegrar la memoria de las abuelas, etc. etc. etc.

Por último, en los periódicos en red se prefieren ahora las entrevistas en vídeo y habladas en vez de los artículos de fondo bien escritos. Si quieres leerlos te hacen pagar. De exagerarse esto en el futuro, solo aprenderán a escribir bien los pudientes.

En los comentarios escritos a cada noticia electrónica se ha permitido y permite publicar textos escritos poco menos que por analfabetos y no se desprecia la incultura y la insuficiencia formal porque se iguala siempre por lo bajo. El remedio: actuar desde arriba, no permitir grosería ni vulgaridad en forma alguna y fomentar la cultura de la corrección.

Aprender ortografía es necesario por una cuestión muy simple: no en vano los test o pruebas psicotécnicas incluyen una sección de preguntas ortográficas que sirve para barrer al 80 % de los que buscan un empleo. A los empresarios no les interesan empleados ágrafos y analfabetos funcionales que no prestan atención a puntos y comas y a la forma correcta y propiedad precisa de las palabras: por extensión, no prestarán atención alguna a otros detalles buenos para el negocio. Estos afásicos no leen habitualmente o no entienden lo que leen por su pereza en leer; no están habituados a usar un léxico rico, preciso y abstracto y son por esa falta de curiosidad incultos y descuidados, incapaces de redactar y comprender una carta, un impreso, un formulario o un manual técnico.

Así que, si queremos que nuestros alumnos encuentren trabajo, debemos exigirles la ortografía, en especial la de las siempre omitidas y resignadas tildes, y hacerles paladear las palabras por medio de dictados y la lectura en voz alta de textos literarios. Asimismo, la ortología, el léxico y la caligrafía han de ser asiduas.

domingo, 6 de agosto de 2023

Sobre educación

 "Mi escuela es mi segunda casa, pero mi casa es mi primera escuela"

domingo, 8 de enero de 2023

domingo, 4 de diciembre de 2022

Teoría del aprendizaje. El abandono de la ignorancia.

De Quora:

Hay un principio en Teoría del aprendizaje que menciona cuatro pasos para adquirir el conocimiento.

No sabes que no sabes

Sabes que no sabes

Sabes que sabes

No sabes que sabes

Pondré un ejemplo con aprender a montar bicicleta:

Ves a alguien montando bicicleta y te parece natural (nunca has montado una) te imaginas que obviamente puedes montarte y hacerlo fácilmente. Crees que sabes

Efectivamente, te subes a una bicicleta y te caes. Ahí te enteras de que en realidad no sabes

Aprendes, tomas clase, lo intentas varias veces hasta que ya puedes subirte a una bicicleta y concentrado en pedalear y mantener el manubrio recto, conservar el equilibrio. Sabes montar bicicleta y es un saber consciente en todo momento

Después de años de hacerlo, tus manos cogen el manubrio automáticamente, te subes casi con ella en movimiento, puedes hacer mil cosas mientras la bicicleta rueda entre tus piernas, nunca estás pensando en que debes hacer para que ello suceda. Ya introyectaste el saber y ahora no sabes que sabes.

Por otra parte, siempre pienso en cosas que damos por sobreentendidas y de las que, en realidad, no tenemos ni idea:

Preguntas sobre la naturaleza: ¿Qué es el viento, la lluvia, los relámpagos y los truenos?, el porqué de las flores, ¿por qué nos gusta el dulce?, ¿qué le da color a los frutos?, ¿por qué las plantas no se mueven?, ¿de dónde salen los hongos?, Actitudes y aptitudes de los animales, sobre su conciencia y capacidades, límites, origen y final del universo, el por qué de las leyes físicas que lo rigen

Preguntas sobre los sistemas sociales: ¿Quién definió las fronteras?, ¿son traducibles los conceptos de un idioma a otro?, ¿de dónde salieron las normas de conducta, los gestos faciales?. Inquietudes sobre el dinero, los cambios de moneda, los indicadores de valor

Preguntas sobre nosotros mismos: ¿Por qué lloramos? (que tiene que ver un dolor emocional con secreciones lacrimales) ¿por qué sonreímos? ¿Qué es la música y por qué nos altera tan profundamente? ¿Qué es la conciencia, el ego, la identidad? ¿Es el alma algún tipo de energía? ¿Por qué soñamos? ¿Son necesarios los clanes, las familias? ¿Es el amor algo natural o un dictado impuesto por el modelo económico/gubernamental? ¿Existe un camino natural del destino (premoniciones, sueños, adivinaciones)? ….

Preguntas sobre todo lo hecho: ¿Quién y como se hace todo lo que usamos a diario (cables de energía, platos, pomos de puertas, puertas, pinturas, latas de pinturas, etiquetas de latas de pinturas, máquinas para etiquetas de latas, luces, bombillos, envases, rejas, cojines, parlantes y un enorme etc.)?

domingo, 30 de enero de 2022

Profesiones que requieren psicopatía

9. Chef

La mayoría de los psicópatas se 'limitan' a carecer de empatía, pero no matan ni mutilan. Suelen ser personas capaces de lograr el éxito en situaciones poco propicias para ello; es por esto que son capaces de concentrarse entre cacerolas y ruido de cuchillos.

8. Religiosos

Según el agente del FBI Joe Navarro, la inmensa presencia de psicópatas en la Iglesia se debe a que es un entorno en el que pueden aprovecharse de los otros con facilidad, además de que tienen acceso a información confidencial que puede serles útil llegado el caso.

7. Policía

Los psicópatas tienen la cualidad de permanecer tranquilos en situaciones de estrés; es por ello que el puesto de policía encaja muy bien en su perfil.

6. Periodista

Si un psicópata necesita obtener información (de una fuente periodística, por ejemplo) puede ser encantador, pero es capaz de pasar al otro extremo y ser cruel sin ningún problema. Además, les gusta la acción y tienen mucha capacidad de concentración. Cualidades importantes para un periodista...

5. Cirujano

Según un informe publicado por The Bulletin of the Royal College of Surgeons of England, los psicópatas tienen en común con los cirujanos puntos como que se mantienen tranquilos ante el estrés (algo necesario en operaciones).

4. Comercial

Los psicópatas no son capaces de trabajar en equipo, y, al no tener empatía, harán lo que sea necesario con tal de lograr sus objetivos: robar contactos a compañeros, entorpecer su labor... 

3. Presentador de TV o radio

Una de las características de los psicópatas es su narcisismo; por ello, es normal encontrarlos en puestos públicos, como presentador. Su tranquilidad ante las situaciones de estrés también les ayuda en este puesto.

2. Abogado

Según Confessions of a Sociopath: A Life Spent Hiding In Plain Sight, una obra autobiográfica de M. E. Thomas, el autor afirmó que la psicopatía le sirvió para su trabajo de abogado, ya que se sentía más seguro de sí mismo, y era capaz de mantenerse calmado en todo momento.

1. CEO

sábado, 25 de abril de 2020

Cómo nos manipulan para desmantelar la educación pública

Cómo nos manipulan para desmantelar la educación pública


Ansiedad, estupefacción, incertidumbre. Nos encontramos, desde hace tiempo, bajo una avalancha de mentiras y manipulaciones orquestada por los gobiernos, los medios de comunicación y los gabinetes de prensa de las grandes corporaciones. Su intención: anular nuestra capacidad crítica y paralizarnos ante este saqueo de lo común que algunos llaman “crisis”. Para escapar a tanta propaganda, tal vez nos puedan ayudar las diez técnicas de la manipulación política que enumera Noam Chomsky.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La polémica sobre la materia de Educación para la ciudadanía y los derechos humanos, una mera introducción a la asignatura de Ética, fue utilizada para desviar la atención sobre los primeros graves recortes que realizó el Gobierno actual. Centrarse en partes concretas de medidas, para silenciar otras partes tanto o más impopulares, es otra de las estrategias habituales de manipulación. Ante el desmantelamiento actual de las universidades públicas, se llama la atención sobre la desmesurada subida de tasas o la disminución de becas, pero no se habla del ataque contra la autonomía de los centros o el desembarco de las empresas privadas en la universidad. En el último decreto contra la sanidad y la educación públicas, que supone un atentado contra los derechos humanos y lo que quedaba de estado del “medioestar”, los mass media han estado más centrados en temas tan importantes como las desventuras cinegéticas de la casa real, la expropiación por Argentina de la filial de una empresa privada o eventos deportivos. ¿Qué medidas terribles tomará pronto el gobierno contra la población, sabiendo que dentro de poco se juega la Eurocopa de fútbol y después las Olimpiadas?

***

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desea hacer aceptar.

En el caso de la educación, entre los principales objetivos del gobierno, la banca y las corporaciones están:

a) el desmantelamiento de la educación pública para favorecer a la educación privada, sea concertada o no;

b) la distribución clasista, desigual, de los recursos dentro de la educación pública: más recursos para los centros de las zonas de mejor nivel socioeconómico, a costa de restar recursos a los de las zonas con más carencias;

c) imponer un modelo de educación autoritaria, preferentemente dentro del ideario más ultracatólico, frente al modelo de educación en valores de autonomía moral, democracia y defensa de los derechos humanos.

Las medidas del gobierno van a provocar la degradación de la educación pública y la aparición de guetos educativos en los que las subidas de las ratios van a dificultar gravemente la práctica educativa.

Estos problemas pueden servirle al poder para la consecución de sus planes no declarados, utilizando el método de “problema-reacción-solución”:

a) Problema provocado por las medidas: degradación (provocada) de la educación pública; reacción buscada en la opinión pública: reclamar mejor gestión de los centros educativos; solución propuesta desde el poder: aumentar la financiación pública de centros privados y promover la gestión privada de centros públicos. La rentabilidad en la dirección de los centros ya es más importante que el mismo proyecto educativo: en el nuevo procedimiento para optar a la dirección de los centros educativos en la Comunidad de Madrid, se valora más  la viabilidad del proyecto que la adecuación a las características del centro y su entorno educativo (fuente: http://www.madrid.org/boletin/CM_Orden_BOCM/2012/04/26/BOCM-20120426-6.PDF pág. 7).

b) Problema provocado por las medidas: formación de guetos educativos; reacción buscada en la opinión pública: demanda de una (ilusoria) libertad de elección; solución propuesta desde el poder: modelo de área única para afianzar una distribución desigual de los recursos.

c) Problema provocado por las medidas: en esos futuros guetos educativos habrá cada vez más problemas de convivencia debido a los recortes (falta de presupuestos, subida de las ratios, aumento de las horas lectivas, competencia entre centros por recursos, etc.); reacción buscada en la opinión pública: demanda de más disciplina en las aulas; solución propuesta desde el poder:establecimiento de un enfoque autoritario y represor en la educación y promoción de los centros privados más ultraconservadores.

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3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas.

Por ejemplo: en los institutos públicos, la Comunidad de Madrid está despidiendo una media de 2.500 profesores por año. Gradualmente, también, se van aumentando las ratios, el número de periodos lectivos y se van disminuyendo los presupuestos. Pero además, en España, se utilizan los recortes en las distintas Comunidades Autónomas como una manera de ir convenciendo al público de la inevitabilidad de ellos.  Cataluña, Valencia o Madrid –y ahora también Castillala Mancha– se van convirtiendo en avanzadillas de medidas impopulares que, poco a poco, van compartiendo el resto de autonomías.

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4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

En el caso del desmantelamiento de la educación pública, debido a la falta de argumentos a su favor, el gobierno no tiene más remedio que inscribirlo en el discurso general de las exigencias ineludibles de la crisis (reducir el déficit, calmar a los mercados), cuando todos sabemos que más que hablar de crisis, habría que hablar de estafa–un trasvase de recursos de las clases populares a la élite financiera y corporativa.

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5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad”.

Por ejemplo,  la implantación de centros mal llamados “bilingües” –un verdadero caballo de Troya que sabotea desde dentro la educación pública– se ha querido vender por la Comunidad de Madrid mediante una campaña protagonizada por niños y grafismos infantiles, para anular así la capacidad crítica de los adultos.



6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

Por ejemplo, la campaña dela Comunidad de Madrid “Respetemos y apoyemos a nuestros profesores”, que trataba de infundir miedo en la gente acerca de un supuesto problema actual de agresión en los centros educativos. Fue una campaña que pretendía reforzar una idea autoritaria de la enseñanza, y promover centros, como es el caso de muchos privados, más basados en la disciplina que en la formación de ciudadanos libres y autónomos.



7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores.

Las élites promueven la ignorancia ente las clases populares y se nutren de esa misma ignorancia para conseguir sus fines. El gobierno promueve la ignorancia de variadas maneras:

Desprestigia todos los conocimientos que no tengan un valor inmediatamente práctico; de hecho, en la legislación ya se está utilizando la palabra “competencias” en vez de “conocimientos”.
Los saberes humanísticos o artísticos son gradualmente suprimidos de los planes de estudio. Se cierran escuelas de arte y los centros dejan de ofertar distintos itinerarios de bachillerato.
Se quiere que los alumnos cada vez más pronto deban inclinarse por el bachillerato o la formación profesional. A esta misma formación profesional se le resta su componente de formación teórica –necesaria para dotar de una base al trabajador que le sirva para toda su vida profesional– a cambio de realizar más horas de práctica en empresas.
En cuanto a la universidad, se suben las tasas y se reduce la posibilidad de acceso a las mismas, para dificultar su entrada a los que menos tienen. Además, se pone en peligro el futuro de carreras de humanidades que no cuenten con una demanda muy alta.
Se promueve la escuela concertada de carácter religioso. En Madrid se está dejando a la mitad de la población que se eduque en centros de este tipo. El que sean centros donde se paga una aportación no significa que la calidad esté garantizada, ya que no pasan por los controles que pasa la enseñanza pública. Quizá deberíamos empezar a pensar en que la mediocridad está garantizada en la mayoría de éstos centros, dónde los profesores trabajan más horas, y los medios son menores.
Además, los políticos y los medios propagan prejuicios en la población que luego servirán de caldo de cultivo para la aceptación de sus medidas impopulares:

Se mercantiliza la educación difundiendo la idea de que el conocimiento debe estar en función de aumentar la “empleabilidad” del estudiante, no del afianzamiento de su autonomía personal o de su sensibilidad.
Se permite la entrada de empresas privadas que infunden la identificación del alumnado con los intereses empresariales: ideología del “emprendedor”, aprendizaje de la sumisión mediante la llamada “gestión de las emociones”, etc. Por ejemplo, se han introducido nuevas asignaturas en las que se muestra cómo crear empresas −en el IES Beatriz Galindo imparte ponencias un miembro de la plantilla de ING Direct.
Se repite la falsa idea de que hacer estudios superiores no sirve de nada, cuando es un hecho que hay menos desempleo entre universitarios.
Es más: ¿llegará a ser penalizado quien enseñe “más de la cuenta”?


8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto… En las películas y series de televisión dirigidas al gran público la figura del niño o adolescente con interés por el saber suele ser objeto de escarnio (es el “empollón”, el “nerd”, el “friki”, etc.). Al que quiere estudiar se le tacha de inadaptado, y la señal del triunfo es ser muy “popular” en el instituto o tener éxito como deportista.

Apenas se promueve la divulgación de saberes en los medios. Lo único que prolifera son anécdotas banales sobre famosos o eventos deportivos. Las decisiones políticas se dejan en manos de expertos tecnócratas, que tratan de convencer a la población de la inaccesibilidad de sus conocimientos usando terminología científica para conceptos fácilmente comprensibles, cuando no eufemismos que rayan lo ridículo.

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9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Este ataque propagandístico está siendo realizado a dos colecticos: profesores y alumnos.

El vapuleo al colectivo de profesores desde los medios y los gobernantes (“sólo trabajan 18 horas”, “son unos vagos”, “si no votan a favor del bilingüismo es porque no quieren aprender inglés”, etc.) es un ataque inscrito dentro del ataque general que se está haciendo al funcionariado, elegido como chivo expiatorio, para convencer a la población del desmantelamiento y privatización de la sociedad del bienestar (“los funcionarios deben olvidarse del cafelito y de leer el periódico”, etc.) Se nos intenta convencer de que los problemas de la educación son debidos al profesorado.Por ejemplo, el testimonio de una profesora de matemáticas que ha estado siendo acosada por inspección por los bajos resultados en selectividad de un grupo suyo de ¡38 alumnos! Una muestra de cómo se quiere culpabilizar a los profesores de fracasos que tienen que ver con causas sistémicas provocadas por decisiones políticas tales como las subidas de las ratios. Por otra parte, a los estudiantes que tienen peores resultados debido a su entorno familiar y socioeconómico se les persuade para que no achaquen su fracaso a la escasez, cada vez mayor, de medios que le ofrece el sistema social y educativo. En su lugar, se trata de que atribuyan, tanto ellos como sus padres, estas dificultades en el aprendizaje a una presunta “falta de esfuerzo” individual. Y al menosprecio hacia este alumnado se le añade la idea elitista de que los alumnos con mejores resultados lo son por ser “excelentes”.

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10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

En este caso, es significativo cómo se ha puesto de ministro de educación no a alguien procedente del sector educativo sino a un sociólogo, José Ignacio Wert, experto en sondeos de opinión y análisis de audiencias, que ha sido vicepresidente dela Asociación Mundial de Profesionales de la Investigación de Mercados (ESOMAR), así como Director de Relaciones Corporativas del Grupo BBVA.

miércoles, 22 de abril de 2020

El hombre en la cofa del palo mayor

El virus ha cogido en bragas a todo el mundo, pero en especial a los que mandan el barco, que se supone han de avistar los peligros de lejos. Contaban con prismáticos adecuados, que sirvieron, por ejemplo, para ver venir el otro coronavirus, el SARS, de periodo más corto y menos encriptado, pero igual de mortífero. Entonces el vigía en la cofa del palo mayor pudo apercibir el iceberg y se logró cambiar el rumbo predestinado y esquivar la pandemia; ¿por qué ahora no?

Cabe imputar no poco en esta debacle al carácter sigiloso y subrepticio de la nueva variante. Pero debe notarse que, aunque el puesto de vigía en la cofa es de mucha responsabilidad, a menudo lo desempeña un marinero de mérito dudoso y que ha sido puesto ahí por castigo o porque nadie lo aguanta. Estar en la alta cofa del palo mayor (mal llamado carajo en el argot naviero) provoca mareos, pulmonías, caídas, descargas de fuego de San Telmo a la gente común. Por eso los embarcados en el rol del navío evitan el puesto y el capitán solo lo otorga al marinero más vago o sinvergüenza. De lo que vino la expresión "mandar al carajo", esto es, a la cofa o cofia del palo mayor, junto a las gavias, a aguantar la marimorena, pero también para otear el horizonte en busca de amenazas sobre el helado imperio de la sombra, un tigre como el de Blake, que aunque a veces duerme otras ruge agitando sus onduladas estrías; en cambio, el que lo ha puesto ahí duerme confortablemente en su camarote, como si con él no fuera.

Por tanto, en la vida real, que también es un océano de inquietudes (o dormitudes), los puestos de más alta responsabilidad suelen otorgarse muchas veces a las personas más dudosas, no a las más fiables, trabajadoras o preparadas. Los inteligentes suelen huir de esos cargos como de la peste (negra), así que suelen detentarlo ambiciosos sociópatas, listillos ruines o borderlines incapaces de encontrar las puertas de salida. No tengo que señalar la larga nómina de ladrones y violadores que han presidido el FMI y los increíbles sinvergüenzas que han pasado por monarquías o incluso presidencias sin contrapeso (en especial las autoritarias o las dictaduras) arrasándolo todo a  su paso y dejando una larga cohorte de amiguetes y lameculos instalados. Mencionaré tan solo que, por ejemplo, el avisado y diestro director de la OMS que destruyó el SARS dejó su puesto y ahora le tocó por vez primera a un hombre del tercer mundo, buen político y de notable trayectoria profesional, pero con fama (que solo ahora se ha hecho visible) de haber participado en un régimen genocida, prochino y antitaiwanés y de haber ocultado tres epidemias de cólera en su país en 2006, 2009 y 2011. Cosas todas que todavía es difícil encontrar escudriñando los entresijos, escondrijos y grietúsculas de Internet.  

¿Cómo puede resolverse el problema? Sin duda la prioridad en la solución, más que política, ha de ser solo técnica. No debería haber limitaciones políticas ni económicas en temas que afectaran a obligaciones que todos los estados (no digo que naciones) deben asumir: la salud, la educación, la ciencia. La industria farmacéutica debía nacionalizarse o incluso mundializarse, sometiéndose a leyes que tengan el interés general como mejor criterio; algunos estados no alineados ya hicieron mucho en ese sentido, como por ejemplo India o Brasil en el caso del SIDA; resulta paradójico, por ejemplo, que la drogadicción más severa tenga cura (la ibogaína) pero no pueda dispensarse porque la desintoxicación es un negocio con clínicas que necesitan las recaídas para poder seguir ganando dinero, o que una farmacéutica norteamericana recete opiáceos fuertes porque causan dependencia. Y es que lo que llamamos "dependencia" es solo una manifestación del capitalismo buitre y de obsolescencia programada que pretende "fidelizar" al cliente: hay que pagar dos veces o más por un producto que debería solucionar un problema para siempre. Y hay financieros que compran medicamentos investigados por universidades públicas para subirles el precio al tres mil por ciento, como ha ocurrido con el tratamiento de la hepatitis B.

La educación hace que los gobiernos empiecen a ser más odiados por un pueblo menos ignorante de sus trapacerías. Que los productos malos tengan que superar un creciente sentido crítico; que no se venda el baratillo ideológico. No es extraño que se esté estropeando tanto en Iberoamérica y en nuestro país; en Portugal, por el contrario, mejora continuamente, según revelan los índices del informe Pisa.

El fomento de la ciencia, por otra parte, va unido al ítem anterior. No hay ciencia ni prosperidad económica sin educación de base. Los países nórdicos, a los que ninguna crisis ni epidemia parece afectarles nunca, sometidos a impuestos grandes pero repartidos y razonados, han entendido que la educación es algo que no termina nunca: sus ciudadanos afirman que es uno de los fines de la vida el saber más y ser más sensible a lo que nos rodea. Seguramente porque en lo alto del palo mayor de la nave del estado hay gente sabia y sensible. Gente que, lejos del cortoplacismo, contempla el horizonte más lejano.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

José Francés, creador de un semanario en Ciudad Real (1898)

José Francés (1883-1964) fue uno de los más importantes críticos de arte y escritores del país antes de la Guerra Incivil; lo que no se sabe es que anduvo escribiendo e imprimiendo un periódico en Ciudad Real con su amigo, el futuro musicólogo José Subirá. Ambos estudiaron (como el novelista Gabriel Miró, entre otros) en el Instituto Santa María de Alarcos. Estas noticias que les voy a comunicar proceden en su mayor parte de una magnífica tesis de 2002 dirigida por Francisco Calvo Serraller que solo ahora se ha divulgado. Su autora es M.ª Piedad Villalba Salvador.

José Francés andaba rodando por todo el imperio colonial español con su familia a causa de la profesión funcionarial de su padre homónimo, quien por cierto también se dio al periodismo y reunió sus artículos en Galeradas (1898). Estuvieron en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y, ya en España, el joven y su única hermana estudiaron en León, Ciudad Real y Oviedo, donde el futuro escritor se graduó en el año 1900. 

Su vinculación con esta ciudad manchega, antes villa, venía de lejos, ya que su abuelo Jacinto Banqueri Roldán fue secretario y gobernador civil interino de Ciudad Real precisamente en la época en que vivieron allí, para volver a ser secretario después. Este personaje dejó un recuerdo pintoresco, ya que hubo una serie de tumultos y se vio obligado a firmar un bando que le hizo famoso al prohibir a los ciudadrealeños salir a la calle con lanzas y garrotes... Lo cuenta uno de sus descendientes, Alberto Francés, que fue entrevistado por María Piedad. En cuanto al futuro escritor, ganó su primera peseta en Ciudad Real, entre 1897 y 1898, con el periodismo:

Tenía yo catorce años y cursaba el último año de Bachillerato en el Instituto de Ciudad Real. Escribía versos, cuentos patrióticos y dibujaba caricaturas. Todo en secreto, claro es. Pero, como no me resignaba a que permanecieran inéditas mis audacias precoces, fundé con otros cuantos  compañeros de clase y novillerías –más de lo último que de lo primero– un periódico titulado Calínez. Los gastos de composición y tirada no eran muchos. Con seis pesetas de gelatina y cola de pescado, dos latas para contener la pasta y el administrador, que se copiaba todo el original literario de la redacción, conseguíamos lanzar cada sábado cien ejemplares. Yo era el director y el dibujante, y le confieso a usted que me enorgullecía más de lo segundo que de lo primero. 

El periódico tuvo gran aceptación. Las suscripciones aumentaban. Tuvimos que adquirir una segunda “rotativa” de hojadelata, glicerina y cola de pescado… Incluso tuvimos anuncios y yo empecé a dibujar las tapas para encuadernar una novela de Balzac que publicábamos en un folletín. Al liquidar el primer mes repartimos ganancias y nos correspondió a cada uno de los propietarios y redactores siete pesetas. En ellas está, pues, incluida mi primera peseta

La proximidad de los exámenes obligó a suspender la publicación de Calínez para reanudarla en el otoño “con grandes reformas”, como dicen todos los periódicos fracasados, con el pudor de su desaparición definitiva. Calinez no volvió a publicarse; pero yo no me desanimé por ello. Quería ser caricaturista a toda costa. Y tres años después me presenté en la redacción de Vida Galante con una cartera de dibujos. Zamacois no fue aquella tarde... (José Francés, 1922)

El que sería gran crítico de arte de La Esfera quería ser entonces solamente un caricaturista, pero terminó convirtiéndose, de la mano de Eduardo Zamacois, en uno de los maestros del relato corto en la Edad de Plata y en un crítico de arte eminente por méritos propios. Por entonces escribió su primera pieza teatral, La intención basta, firmada a fines de 1899 y que no "intentó" siquiera estrenar. En realidad, Calínez era una imitación de un efímero semanario satírico de cuatro páginas que imprimió ocho números en Madrid entre 1898 y 1899, Calínez, impulsado por el gran cervantista Francisco Navarro Ledesma, pero dirigido por José de Roure Mesquiriz; tomaba su título de un personaje cómico habitual en el semanario cómico Gedeón, habitualmente secuestrado por sus críticas. En su versión manchega, de la que no conozco testimonios, firmaba Francés las caricaturas con el sobrenombre de Córcholis. Por entonces era un chico muy revoltoso; Andrés González Blanco lo retrata así:

Me parecía un mozalbete republicano con visos de ácrata, que hablaba mal de todo el mundo, que adoraba a Blasco Ibáñez como un supremo dios del Arte, que colaboraba en La Vida Galante y que silbaba en las calles tortuosas de las capitales de provincia cuando pasaban las procesiones de Semana Santa. ("Prólogo" a J. Francés, Miedo, 1907)

¡Vaya si era ácrata el muchacho! Ya lo veremos. En el instituto se topó con otro inquieto aspirante a escritor,  José Subirá, quien andando el tiempo sería académico como él y uno de sus mejores amigos. Lo refiere el propio José  Subirá en "Mi amigo Pepe Francés" (1964), una semblanza que escribió con motivo de su fallecimiento:

Nos conocimos en Ciudad Real. Éramos compañeros de aulas y de estudios en aquel antiguo convento mercedario que tuvo destinos civiles tras la desamortización y que en nuestra infancia y juventud albergó un Instituto de Segunda Enseñanza inolvidable.

"Un instituto de segunda enseñanza inolvidable". Caray. Cuántas cosas se perdieron con la guerra. Pero don José continúa su narración:

Allí él y yo habíamos incubado idealismos inconcretos e hicimos los primeros pinitos de índole artística: él emborronando cuartillas blancas y yo trazando notas sobre el papel pautado. Entonces había estallado el conflicto de Melilla produciendo sensibles pérdidas el Ejército Español, siendo una de las víctimas el general Margallo. Pepe Francés encendió al punto los ánimos de la grey estudiantil, organizó una manifestación callejera, formada por chicos de diez a quince o dieciséis años y en nombre de todos elevó ante las autoridades su voz indignada por obra de la tropelía marroquí. Al hablar en público allí por primera vez, poniendo acentos exaltados y conmovedores, inició así una carrera de conferenciante que tanto prestigio le había de dar al defender causas nobles con objetividad suma por amor a la verdad ya la belleza...

El Margallo ese era un general, bisabuelo del político pepero, principal motivo de la I.ª Guerra del Rif o "Guerra de Margallo" (1893-1894) al provocar a los integristas islámicos construyendo una fortaleza militar en un lugar de Melilla santo para ellos. Sin embargo, José Subirá, que ya tenía sus años, recuerda mal, ya que eso pasó antes de su estancia en Ciudad Real. Seguramente junta unos recuerdos con otros. 

No acabó José Francés su relación con Ciudad Real pese a vivir tan poco tiempo en ella; ofreció en su Casino una conferencia en 1922: El paisaje en la moderna pintura española. No en vano el pintor manchego Ángel Andrade, seguramente promotor de esa visita, era un experto en este género.

sábado, 16 de febrero de 2019

Educación, II. Patologías del trabajo.


La mayor parte de los afectados por estrés son aquellas personas cuyos trabajos requieren una implicación personal, una relación constante y directa con personas, incluyendo aquí a los profesionales de la sanidad, la enseñanza, los funcionarios de prisiones, los servicios públicos y los servicios sociales. El mundo moderno y un pensamiento único que asume el capitalismo como una ética de consumo y deshumanizada, si tal cosa es concebible, ha transformado también las relaciones personales en relaciones de consumo, y eso se refleja más fuertemente en la despersonalización de los trabajos que requieren una implicación mayor de lo individual y que operan en la esfera de lo interpersonal.  
En consecuencia, es preciso deslindar dentro de los trastornos por estrés una categoría diferenciada de trastorno que afecta a las profesiones donde el individuo implica algo más que su trabajo físico. Es el síndrome de burnout, de agotamiento emocional por el trabajo, del quemado o, más exactamente, de desgaste profesional, un tipo característico de estrés que suelen sufrir los trabajadores que realizan su labor en contacto con otras personas; se trata, pues, de un trastorno en gran medida psicosocial y estructural (1) e implica en su sintomatología mucho de lo que atañe a las relaciones entre individuo y sociedad. 

Los síntomas de este síndrome son los mismos que los del estrés, con el añadido del cambio de actitud del individuo con respecto a su trabajo y la gente que le rodea, causa de que se vuelvan fríos y despersonalicen completamente su relación con los demás. Los conceptos de origen marxista de alienación, masificación y reificación o cosificación tienen mucho que ver con este síntoma particular, degradando las relaciones humanas en relaciones de consumo, degradación o dominio absoluto en todas las esferas de la actividad: la anomia social, pues, se incrementa y se expresa a través de divorcios, abortos, alcoholismo, drogadicción, inestabilidad, violencia física, emocional e intelectual y, por supuesto, del burnout y otras patologías psicosociales bastante frecuentes en el profesorado.



Por otra parte, tanto el burnout como el estrés en general no afectan de forma homogénea a todas las personas; la sintomatología y las causas, tanto endógenas como exógenas, por las que se producen son variables. Así, por ejemplo, dentro del ámbito educativo al que me refiero, los profesores de griego o de religión (2) asumen una sintomatología diferente en cantidad y cualidad a la de un profesor de asignaturas troncales o instrumentales más masificadas, como la lengua o las matemáticas, y también hay diferencias en el caso de que su situación administrativa sea de interino, de funcionario de carrera o de catedrático (reparto de horarios mejores o peores, turnicidad diurna o nocturna, mejores o peores cursos, mayor o menor trato y aceptación social en el grupo etc.), o según el centro en que se encuentren (privado, público, concertado) o la modalidad de enseñanza que impartan (primaria, secundaria, bachillerato, universidad, educación especial, apoyo...) por más que los síntomas de este mal sean comunes: falta de ilusión que lleva a la apatía, agotamiento psicofísico, frustración, ansiedad, inseguridad... El afectado de burnout siente que no encaja en su contexto, y reacciona ante él de la misma manera antisocial y nihilista que un doctor Gregory House, por poner un ejemplo al alcance de esta cultura audiovisual y de un ámbito en que este tipo de síndrome es incluso más frecuente.

 Cuantitativamente, las cifras de las enfermedades profesionales y de accidentes en el sector docente revelan la importancia del problema, puesto que éste se constituye en la segunda causa de baja laboral del sector. Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, apunta en una entrevista que, entre las profesiones más estresantes, el sector educativo tiene el mayor índice de estrés del Estado: un 47.9% de los profesores se reconocen “siempre” o “frecuentemente” estresados, lo que en cualquier otra profesión exigiría un plus de peligrosidad. Que se tolere, sin embargo, esta desproporción se debe a la contención que imponen las vacaciones estivales para paliar este enorme desequilibrio, si bien los dos meses conceptuados en ellas son descontados en las retribuciones globales que imponen un sueldo de funcionario de clase A. Que las vacaciones no solucionan el problema se demuestra con el hecho colateral de una estadística de divorcios y separaciones particularmente alta en esta profesión, así como en el creciente número de bajas durante el calendario escolar. 

Entre las causas cualitativas de que en el curso de los últimos años el campo de la docencia se esté viendo tan afectado por este síndrome están: la desintonía y disparidad entre lo que se enseña en la universidad y lo que se aplica en la enseñanza; los cambios continuos en las materias y los procedimientos de enseñanza; la escasa remuneración;  la perentoria necesidad de actualización; la inseguridad e inestabilidad laboral; la imposibilidad de progreso y promoción profesional y social y la falta de reconocimiento que acarrean; las presiones y procedimientos coercitivos respecto al modo de educar; el nulo reconocimiento social de los profesores –ya ni siquiera los alumnos desean serlo–; la falta de salidas laborales alternativas; la nula formación de los cuadros directivos de instituciones educativas en recursos humanos: el desprecio generalizado a las opiniones del profesorado por parte del Estado y de las Comunidades Autónomas; la elaboración de planes educativos impermanentes y contradictorios; el trato, a menudo cargado de violencia emocional, psíquica o incluso física, implícita o explícita, de alumnos, padres y jefes; la antigüedad y estancamiento de los baremos, que, por ejemplo, no reconocen o degradan méritos realizados en soporte informático, la formación o experiencia suplementaria incluso en otros ámbitos, la creatividad o los premios; el excesivo número de alumnos por clase; el hecho de alargar la escolarización hasta los 16 años; la general desmotivación y desinterés del alumnado; el escaso y anticuado material educativo disponible; las exigencias socioeconómicas que promueven un alumno ignorante y acrítico para venderle productos aculturales de peor calidad; la mala educación de un sector pequeño, pero que basta para impedir u obstruir el trabajo, de los alumnos; el enfrentamiento puro y directo con la anomia social y la cultura de masas; la diversidad étnica, lingüística, social, psíquica y física del alumnado;  el nulo reconocimiento de las actividades extraescolares y su lamentable falta de protección jurídica; la repetitiva monotonía y poca variedad del trabajo; el entorno ruidoso y degradado del ámbito laboral; la ausencia de un estatuto del docente y de una ética profesional común; la visión peyorativa –apoyada por los medios de masas– de las humanidades y otras concausas afectan negativamente a las personas que se dedican a esta profesión, llegando a provocarles el síndrome del quemado o burnout.

NOTAS



    (1) Los estudios modernos señalan que la mayoría de los factores estresores de la enseñanza son de naturaleza social y estructural “El análisis de regresión efectuado muestra la importancia en el desarrollo del burnout de las fuentes potenciales de estrés propias de la organización en la que el profesor desempeña su trabajo.” Así Bernardo Moreno-Jiménez en su “Burnout docente, sentido de la coherencia y salud percibida”, en Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 4, (1999, 3), pp. 163-180, e igualmente el estudio de B. Moreno Jiménez y E. Garrosa Hernández, Las condiciones de Salud Laboral en el colectivo de: Trabajadores de enseñanza de la Comunidad de Madrid. Madrid: Fundación Prevención de Riesgos Laborales. UGT, 2002.

(2)  El griego, el latín y las asignaturas humanísticas como la Filosofía sufren una continua crítica y remodelación por parte de los sucesivos planes de enseñanza que se replantean su necesidad y obligatoriedad; además son asignaturas minoritarias, devaluadas en los planes de estudios (reconvertidas a la llamada Cultura clásica), así como desprestigiadas entre los profesores y alumnos y expuestas a diversos vaivenes de horarios. Por otra parte, la Iglesia católica rechaza renovar la contratación de profesores divorciados, por ejemplo, y sus exigencias en el ámbito privado e irregulares contrataciones imponen un estrés suplementario al profesor de esta área.

viernes, 8 de febrero de 2019

Educación (I)

Se suele valorar mucho el papel de los maestros; lo malo es que ya solo se hace entre los maestros; yo lo valoro, aunque no demasiado; desde luego, no tanto como se valoran algunos, que están encantados de haberse conocido y son personas redundantes, dos veces ellos mismos o más; yo creo que lo que más valoran son las mentiras, porque les permiten ir por ahí con la barbilla muy alta; eso está más claro que el agua, cuando el agua está clara. Yo mismo no me valoro nada de nada; considero que mi preparación científica es incompleta y mis conocimientos pedagógicos nulos, no precisamente por falta de ganas o interés; no me han formado bien al respecto (y ahora, gracias a la supresión de los Centros de Profesores y Recursos, uno de los discutibles "avances" de la enseñanza moderna, mucho menos). Incluso he pensado alguna vez en estudiar Magisterio, ya que lo que he aprendido en la Universidad no me sirve actualmente para nada, sino para que los alumnos no me entiendan en una cultura donde ya no se lee y no se ve teatro. Por ejemplo, ya no se aprende bien literatura: solo el mecanicismo de la gramática, de la lengua y del texto. El buen maestro es tan escaso como el oro y mucho más valioso; pero para poder aprender de él son necesarias unas circunstancias especiales de marginado o friki, algo así como un Castillo de If, un abate Faria y diez años cavando en uno mismo y en el suelo a lo Conde de Montecristo, para darse cuenta de que se estaba en un profundo error desde el principio. Eso es la cultura. Algo que cuesta mucho y deja mala cara. O un sentido crítico como la copa de un pino: hecha de agujas que pinchan.

Hay otra sabiduría que no es nada oficial. Se aprende más de los padres, de los amigos, de la novia, de la naturaleza, de los libros que uno busca, en un taller, en un trabajo, en una tertulia, en un cine, en unos billares, en una biblioteca pública. Y se aprende más del conjunto de todo eso y de todos los maestros que de uno solo. Para aprender no se necesitan maestros ni libros, sólo una curiosidad tremenda, devoradora, obsesionante que te haga buscarlos. Es una pasión, y una gran parte de nuestra juventud es demasiado desapasionada y desencantada. Busca la superficialidad per se: en esa sociedad se desprecia tener mala cara.

Mis primeros maestros se me aparecen hoy borrosos. Recuerdo a don Sabino, profesor de matemáticas, ahogado en nuestra ciclópea ignorancia de lo abstracto. Me pidió que le dibujase una pirámide, y yo le dibujé una pirámide con unas palmeras al lado. El hombre se resignó; eso de las abstracciones geométricas y de los volúmenes sólidos no estaba diseñado para mí; me había impresionado una película de Howard Hawks, Tierra de faraones, y se ve que ya por entonces las humanidades eran lo mío; el mocoso que yo era ya tenía suficiente léxico como para saber qué era una pirámide en el sentido egipcio del término, pero no en el abstracto. Creo yo que se necesitaban más horas y más material que se pudiera coger con la mano, y que los profes de matemáticas se limitaban solamente a recoger las espigas más granadas del secano y tiraban el resto a las piedras, como en la parábola del sembrador. Se esforzaban en enseñarnos a resolver raíces cuadradas, pero a la mayoría nos mandaban a los niveles superiores ya con esa habilidad olvidada.

Mis padres no me ayudaban directamente; yo manoseaba continuamente la Enciclopedia Durvan que había comprado mi padre y me leía cada vez tres o cuatro artículos, incesantemente.; además suscribieron a mi hermano, que iba para ingeniero, al Círculo de lectores. Pero como él sólo se interesaba por cosas técnicas, pronto fui yo el único que seleccionaba los libros, los pedía y los leía.  Mi padre poseía también una preciosa (por su prólogo y sus notas, no por sus grabados)  edición del Quijote de Martí de Riquer con tapas de corcho; mi padre solo leía cosas sobre la Guerra Civil y la II Mundial, biografías de Franco y el Quijote. Su curiosidad no pasaba de allí; era milagroso cómo al segundo párrafo se quedaba profundamente dormido, virtud que siempre he envidiado de él. El hecho es que me lo leí por primera vez en esa edición impecable, que ahora ha superado la de Rico, con quien en alguna ocasión he hablado; todavía conservo la de Riquer, aunque está desencuadernada y con tiritas a causa del manoseo.

Así llegué a sacarme una culturilla, pero no precisamente del cole adocenado y aburrido. Además pienso que lo que me ayudó a leer con soltura y buscar libros no fue precisamente el cole, sino los tebeos y la existencia de tiendas donde se podían cambiar a precio prácticamente de baratillo; creo que pocos habrán leído tantos tebeos, cómics e historietas como yo. Pero ahora ya no hay esas cosas, que son caras y ni siquiera se subvencionan (una de tantas cosas como se hacen mal en política cultural). Además, la ciencia-ficción nos hacía interesarnos por la ciencia, la tecnología, el vocabulario científico. También el diccionario agregado a la Enciclopedia Durvan, consultado cada vez que alguien usaba una palabra rara en televisión, terminó prácticamente desencuadernado por el sobo y su atlas-apéndice. Pero de la escuela elemental recuerdo solamente las interminables tablas de multiplicar, las ilustraciones del libro de religión (Zaqueo subido en la higuera: algo con lo que me identificaba) y las clases de lectura en voz alta, tal vez porque se me daban muy bien... y me gustaban. Así leí por vez primera un pasaje inolvidable de Galdós. Pero nunca he podido subir a un árbol como el envidiado Zaqueo: no soy lo bastante ágil.

Del colegio nacional de Jaén pasé a los Salesianos de Puertollano. Recuerdo a don Anselmo, un cura salesiano que se dormía en las clases, del que no aprendí nada. Recuerdo a don Chema, otro cura, pero con voz de pito, que enseñaba ciencias naturales y secuestraba ranas atontándolas con cloroformo para luego diseccionarlas. De este asesino en serie aprendí tan sólo que no me gustan las ranas y que es dudosamente ético matarlas sin qué ni para qué, ni siquiera para aprender que no te gustan las ranas y que es dudosamente ético matar ranas sin qué ni para qué. Tenía el hombre una paciencia de santo Job y aburría de un modo cómo solo he podido comprobar más tarde en los profesores de Geografía, esa carrera en crisis. Los niños se le ponían a hablar porque no lo entendían; yo, y quizá alguno más, era el raro, me interesaba lo que decía a pesar de todo; daba vueltas a los nombres de las taxonomías minerales como si fuesen dulces en el paladar; sus propiedades me parecían casi mágicas; miraba los fósiles con arrobamiento y los iba a buscar a las tolveras y derrubios de las minas de carbón; de mi padre obtuve piritas, plata, plomo, mercurio, galena, cinabrio; también me agencié yo mismo algunos fósiles de helechos e incluso encontré un cristal mineral precioso en la laguna de Caracuel, un día que paramos allí; también me compraron, tras mucho machacar a mis padres, un juego de química, aunque mi entusiasmo se detuvo un poco cuando me estalló un tubo de ensayo; algo parecido me pasó con un microscopio de juguete. Supongo que quería emular a mi hermano, que hacía radios de galena con un Scatrón usando el somier de la cama como antena, y machacaba todo el día en el tocadiscos música lisérgica de Emerson, Lake & Palmer y Walter Carlos.

Luego estaba don Ángel, el profesor de francés; sus interminables fichas de ejercicios me hicieron padecer mucho, porque yo era de los pocos que intentaba hacerlas; de conjugaciones verbales hice muchísimas, pero lo único que conseguí es cogerle odio al idioma a causa de la brutalidad de su mecanicismo repetitivo; él se ponía unas gafas de sol y nos interrogaba por orden alfabético golpeando la mesa para indicar que pasaba el turno, un ritual sádico para alguien a quien le gustaban los rituales. En vez de poemas en otros idiomas nos enseñaban luego otros profes diálogos tontos o de besugos que traducir, al estilo de los que tanta gracia le hacían a Ionesco, hasta el punto de que un método de inglés que seguía con ese tipo de sonserías le hizo engendrar el teatro del absurdo. Un profe de historia, don Fernando, era seglar, y por eso tenía un cierto encanto explicando; su aroma era algo más liberal y diferente al de un salesiano; estos tenían algo, no sé, de pasota o de contradictorio; eran muy hipócritas y les gustaba mandar al estilo divino, como por la gracia de un rey absoluto. Para ellos éramos como una especie de reclutas que pasaban la inspección en busca de pecado; pero aunque así les gustaba creerlo eso no era un seminario, aunque revivían así su experiencia de esos modos. Era bastante frecuente que nos enviasen por sorpresa a la iglesia o para darnos alguna instrucción religiosa o con flores a María; de vez en cuando nos insinuaban que nos hiciésemos curas; sin embargo había algo de triste, de hipócrita y de frío en esa actitud que no terminaba de cuadrarme, aunque yo sentía en mí una disposición espiritual que nunca he podido negar, incluso en la actualidad, en que tan crítico me he vuelto. Nos obligaban a ir a misa todos los domingos, incluso nos pedían un resumen del sermón, y esa especie de estado policial religioso terminó por resultarme insufrible: parecía que en el mundo no había otra cosa que salesianos, misas, Juan Bosco, Domingo Sabio, María y Domund; era una especie de Amarcord soso y sin encanto; y cuando me castigaban a venir temprano por no ir a misa, los reverendos padres no se habían levantado todavía y pasaba frío y soledad hasta que las clases comenzaban. Esos castigos eran contraproducentes y tan hipócritas como ellos mismos: no controlaban que se cumplieran porque no se esperaban que se cumplieran. Creo que desde entonces detecto las comeduras de coco y los discursos totalitarios a cien kilómetros. ¡Y eso que los salesianos se consideraban los más progresistas entre los católicos! Pues yo creo que si hubiera caído en un lugar más estrecho de miras, me habría muerto de verdad de puro asco. Quien no destacaba en baloncesto o balonmano o era una nulidad en fútbol, o quien no iba para cura o para técnico, no interesaba nada a los Salesianos. Yo destacaba en letras, y eso a los santos padres les daba igual. Devoraba una revista salesiana juvenil a la que estaba suscrito, J20, y participaba en cualquier cosa que tuviera que ver con papel o cine. Nadie, sin embargo, se ocupó en despabilar mi imaginación ni mi interés por la literatura, ni siquiera cuando gané el concurso de redacción provincial de Coca-Cola; yo tenía un teatro en el cuerpo que nadie me hizo sacar.

Por el contrario, la biblioteca pública de Puertollano y el cine Gran Teatro eran lugares mágicos para mí. Me pasaba las horas muertas de las tardes en ambas instituciones, leyendo tebeos y libros o viendo programas dobles dos veces; colarse en el cine era muy fácil, pero yo recurría a esa estratagema pocas veces, porque me daba vergüenza. Siempre echaban las mismas películas y dos veces cada tarde, y yo, para no aburrirme, me fijaba las segundas veces en los detalles y en la estructura del filme. Ahondé en esas pasiones hasta ser el que soy ahora mismo, un modesto cinéfilo y bibliófilo, pero nunca logré sentirme parte de nada salesiano; nada de lo que ahí se hacía me parecía sincero y estuve muy solo, de no ser por mis amigos proletarios: Vitoria, Santiago, Quique, Alfonso, Godeo y Emiliano el panadero; de este último he heredado mi afición a los loros.

jueves, 6 de diciembre de 2018

La educación moderna en vídeo con humor

Vídeo sobre la educación moderna.

Vídeo breve sobre lo que es realmente Vox

Este vídeo no tiene desperdicio. Es un pasaje de un cortometraje educativo y antifascista de 17 minutos realizado por el departamento de Defensa de EEUU en 1947. Se llama Don’t be a sucker.

Una versión más completa

Y la  versión entera en inglés.

martes, 30 de octubre de 2018

Clases de alumnos, según el AS


1. El empollón
No confundir con aquel que es un hacha en alguna asignatura. El empollón supera al especialista en Historia o Matemáticas sin despeinarse. Sabe de absolutamente todas las materias y responde cualquier pregunta del profesor, incluso aquellas que parecía no tener respuesta.

2. El que come en clase
Siempre hay alguien en clase que aprovecha cualquier momento para darle un bocado a ese sándwich, bolsa de patatas o bizcocho que tiene para el recreo. Tiene mucho apetito y las clases no son impedimento alguno para saciar su gula.

3. El del móvil
Los millennials nacidos hasta 1992 o 1993 afortunadamente no han vivido el boom de los smartphones. De haber tenido conexión a internet en los móviles, muchos no se habrían sacado ni el graduado escolar, como ese estudiante que no para de utilizar el móvil en clase.

4. El que siempre llega tarde
Un día es el atasco, otro la climatología la que le juega una mala pasada pero lo cierto es que siempre hay un estudiante que jamás llega a la hora a clase. La impuntualidad es una falta de educación pero él siempre le echará la culpa al empedrado.

5. El que tiene siempre excusas
Miente más que habla para disimular su vagueza extrema. Siempre hubo un compañero de clase que dijo que su perro se había comido los deberes. Pues bien, es este tipo de estudiante el que siempre tiene excusas.

6. El pelota
No es brillante como el empollón pero tiene cierto encanto y sabe medir bien el momento de piropear al profesor y ganarse así su confianza. Es un adulador nato siempre y cuando pueda conseguir algo de la persona a la que adula.

7. El de las chuletas
Siempre hay un estudiante que pone en riesgo su continuidad en el examen fabricando varias chuletas y utilizándolas en los exámenes. Normalmente suelen pillarle porque no es lo suficientemente inteligente para no ser descubierto pero él lo sigue intentando.

8. El que siempre se queja
Porque el profesor va muy deprisa, porque le ponen deberes en época de exámenes o porque no le dejan terminar un control en la hora del recreo. Se queja por activa y por pasiva de todo lo que ocurra en el instituto. Es más quejica que contestatario.

9. El que hace los deberes en clase
Llamado también 'monje copista' si además de hacerlos en clase los copia de un compañero. Se ha pasado toda la tarde anterior sin hacer nada y aprovecha la misma clase para hacer los ejercicios. Todo un clásico.

10. El cotilla
Se entera de absolutamente todos los líos y tejemanejes de la clase y además es una persona que le encanta criticar a los demás. En ocasiones es capaz de crear bulos y así provocar conflictos.

11. El despistado
No se suele enterar de cuándo tiene excursión y es el típico que se queda solo esperando en clase a que venga el profesor cuando todos los alumnos ya están en clase de audiovisuales. El despiste es parte de su vida y sufre a menudo las consecuencias.

12. El que se cree gracioso
No es el gracioso de la clase sino esa persona que se quiere parecer al gracioso. De su boca saldrán los chistes más fáciles y estúpidos posibles. Suele provocar sentimiento de vergüenza ajena tanto en profesores como en el alumnado.

13. El que se chiva de los deberes
El profesor se ha olvidado de corregir los ejercicios pero siempre está el típico listo, muy cercano al empollón, que dice que tiene deberes que corregir y que debe pasar lista. Poco solidario con sus compañeros.

14. El deportista
Es capaz de traerse pesas a clase, de hacer flexiones en el cambio de clase o de jugar con la pelota de fútbol entre pupitre y pupitre. Vigoréxico desde joven.

15. El que pide cosas todo el rato
No tiene lápiz, ni bolígrafo ni seguramente cuaderno, folios o goma de borrar. O es un absoluto desastre o no tiene dinero para comprarse lo básico para ir al instituto.

16. El que huele mal
Persona totalmente rechazable debido a la falta de higiene aunque posiblemente él no sepa que huele un 'poco' fuerte.

17. El repetidor
Tiene tres o cuatros años más que el resto de alumnos de la clase y parece tu padre. Seguramente trabajó durante unos meses en un taller o en una obra como peón antes de volver al instituto por mandato de sus padres. Suele tener barba cerrada

martes, 9 de octubre de 2018

En la clase de lengua

En la clase de lengua. Hay aspectos de la enseñanza del lenguaje que alejan de lo fundamental: saber expresarse, leer con gusto y hablar en público

LOLA PONS RODRÍGUEZ

9 OCT 2018

De la larga lista de preposiciones que aprendíamos en el colegio dos me resultaban intrigantes: cabe y so. No recuerdo si alguna maestra se apiadó de nosotros y nos explicó que esas preposiciones ya no se usaban (como sí antiguamente: cabe el monte, so pena), pero igualmente ahí quedaron ambas en la lista, año tras año. Las preposiciones —en la gramática, básicamente palabras que vinculan elementos entre sí: lápiz con goma, libro sobre arte— se convirtieron para el alumnado de mi generación en una cadena de unidades que funcionaban solo en esa lista. Sabérsela era un fin en sí mismo.

Enseñar la lengua es, claro, enseñar un lenguaje especializado (que llamamos técnicamente metalenguaje, en tanto que usamos las palabras para hablar de las palabras); tecnicismos de la lingüística son etiquetas como sujeto, oración coordinada o la propia de preposición. Este metalenguaje respalda a una teoría que puede ayudar a mejorar nuestra práctica del idioma: saber de metalenguaje, entre otras cosas, sirve para conocer los componentes que usamos al hablar y sus estructuras subyacentes, y puede ser un buen auxilio cuando se aprende una segunda lengua. Nadie niega que este sea un contenido relevante en el proceso educativo, pero viendo cómo están las cosas en nuestros libros de textos y qué conseguimos con ellos en los resultados de nuestros alumnos, a lo mejor es necesario pararse a reflexionar sobre cuánto metalenguaje enseñamos y, sobre todo, cuándo lo hacemos.

Entre los contenidos que los escolares españoles de primaria estudian antes de los nueve años se incluyen conceptos como saber qué es un determinante, qué es la sílaba tónica o qué es un adjetivo. La que firma es una profesora de Lengua a la que esto le parece espeluznante, ya que, en la práctica, supone que al tiempo que se está enseñando a los niños a leer y a escribir, el maestro se ve obligado a explicar (lo dice la normativa, lo pone en los libros) que un adjetivo acompaña al sustantivo y lo explica o especifica según su posición, o a exponer que este y otro son determinantes, o que hay sílabas átonas y tónicas. La hipertrofia del metalenguaje en primaria resulta llamativa en tanto que estos contenidos no resultan particularmente difíciles de entender ni de aplicar en secundaria. Es lógico que los estudiantes piensen que la gramática sigue siendo para ellos un intangible que les causa extrañeza y es lícito que los profesores bufen porque los alumnos ya no recuerdan un contenido que se les lleva enseñando desde pequeños; transmitir ese metalenguaje en edades cortas roba tiempo para lo fundamental: aprender a expresarse, a leer con gusto, a saber hablar en público... Son los otros objetivos que se recogen en los programas y que resultan perjudicados por el peso de la enseñanza teórica: la inflación de contenidos metalingüísticos en las escuelas merma la capacidad de los profesores para enseñar a expresarse.

Desconfiaríamos de una profesora de flauta que no consiguiera tras un año entero de clases que nuestro hijo tocase al menos una melodía fácil

Desconfiaríamos de una profesora de flauta que no consiguiera tras un año entero de clases que nuestro hijo tocase al menos una melodía fácil con el instrumento. Pídale a un niño de primaria que explique qué pasó ayer por la tarde en la plaza y verá si es capaz de hacer un discurso coherente, con riqueza léxica y argumentando un punto de vista. Tal debería ser el objetivo de una clase de Lengua impartida a un niño. De su logro se beneficiarían todas las otras materias escolares.

Por supuesto, las sucesivas reformas educativas (o sea, la reforma de la contrarreforma de la enésima ley educativa no consensuada) han ido introduciendo la necesidad de enseñar a usar la lengua. Y claro que hay maestros que se esfuerzan por poner a sus alumnos a hacer cosas con palabras: los espacios docentes en la Red nos han permitido asomarnos a los blogs de clase de profesores que nos muestran a alumnos escribiendo de forma creativa, argumentando, explicándose. Pero, cuidado: también ellos han tenido que perder un buen rato explicando a los de segundo de primaria qué es un adjetivo.

No tiene sentido que saber usar la lengua sea lo que nos queda cuando olvidamos lo que aprendimos en las clases de Lengua del colegio. Por eso, si usted ve que el maestro de Lengua de su hijo lo pone a preparar una entrevista, o a hacer fotos de carteles de la calle para que entienda que vive en una sociedad multilingüe, si su hija tiene que hacer un trabajo de Lengua que consiste en leer y contar a los demás una noticia de prensa, si la profesora del niño monta una obra de teatro en clase, si entre los deberes del fin de semana está aprender un poema o ir a una biblioteca y hacer una ficha de un libro, o si en el colegio lo están estimulando a leer dos libros al mes, piense que su hijo está recibiendo la enseñanza de Lengua más importante. Está aprendiendo a hacer cosas con, contra, de, para, por, sobre las palabras. Y el resto de preposiciones de esta frase las puede completar el lector si aún recuerda la lista que le enseñaron en la clase de Lengua.

Lola Pons Rodríguez es profesora de Historia de la Lengua en la Universidad de Sevilla.