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miércoles, 14 de febrero de 2024

Relatividad del atraco

Pocos escritores del desastre tan interesantes como el cervantista y regeneracionista Antonio Ledesma Hernández (1856-1937), autor de una de las mejores continuaciones modernas del Don Quijote, La nueva salida del valeroso caballero don Quijote de la Mancha (1905), donde el protagonista, revivido en el siglo XX, conquista Gibraltar, logra la Unión Ibérica y consigue crear una mancomunidad con Hispanoamérica. No menos llenas de ideas se hallan sus novelas Canuto Espárrago (1903) o El diácono Dionisio, aún inédita, la trilogía de los reformadores.

En un apólogo en que unos españoles son robados por unos salteadores estadounidenses, escribe:

      Yo pregunto a MacKinley:

“Si eso en Washington pasa,

¿a esa canalla no arrasa,

prende y castiga la Ley?”

     Mas responde, y con razón, 

que "El atraco es, no te asombre,

delito, si lo hace un hombre,

y gloria, si una nación”

viernes, 1 de diciembre de 2023

Análisis de libros, portales en Internet

¿Dónde puedo encontrar crítica literaria y análisis crítico detallado de libros premiados, orientados a adultos instruidos?

Estos son algunos entre los mejores:

Crítica de libros (contiene reseñas y recensiones de libros clásicos de todas las culturas y épocas)

Revista de Libros (Contiene reseñas y recensiones de libros más actuales)

El Cultural (suplemento cultural del diario madrileño El Mundo. Contiene reseñas y recensiones de libros actuales agrupados por géneros, y además tiene secciones dedicadas a otras ramas de la cultura)

TodoLiteratura (Contiene reseñas y recensiones por géneros y temas, y además permite suscribirse a su boletín de novedades en línea)

domingo, 22 de octubre de 2023

Enciclopedia de ejemplos en Lengua y Literatura

Aquí hay un enlace muy bueno con recursos ejemplificados para la asignatura de lengua y literatura

https://www.ejemplos.co/categoria/lengua-y-literatura/





martes, 1 de agosto de 2023

Consejos a escritores de Ray Bradbury

Una hora de escritura es tónica

Bradbury abogó por una dosis diaria de escritura como una cura contra los males y las penas de la vida cotidiana, un tónico que tiene el potencial de energizar todo lo que experimentamos. En los artículos recopilados para su libro de 1990 El zen en el arte de escribir y en conferencias dadas a lo largo de su vida, compartió el poder benéfico de la palabra escrita. Porque el acto de escribir no necesita ser tratado como una tarea, ni debe ser el dominio de solo un grupo elegido.

Siga leyendo y escriba con la voz de Bradbury como guía. Que sus ideas sobre el valor de la escritura lo lleven a través de una oración, un párrafo y tal vez incluso una historia corta, pero, lo que es más importante, a través de su vida más allá de la página.

Zen en el arte de escribir — extracto del Prefacio. ¿Qué nos enseña la escritura?

Ante todo, nos recuerda que estamos vivos y que es un don y un privilegio, no un derecho. Debemos ganarnos la vida una vez que nos ha sido otorgada. La vida pide recompensas porque nos ha favorecido con animación.

Así que mientras nuestro arte no puede, como quisiéramos, salvarnos de las guerras, las privaciones, la envidia, la codicia, la vejez o la muerte, puede revitalizarnos en medio de todo.

En segundo lugar, escribir es sobrevivir. Cualquier arte, cualquier buen trabajo, por supuesto, es eso.

No escribir, para muchos de nosotros, es morir.

Debemos tomar las armas todos los días, tal vez sabiendo que la batalla no se puede ganar por completo, pero debemos luchar, aunque solo sea un combate suave. El menor esfuerzo por ganar significa, al final de cada día, una especie de victoria. Recuerda a ese pianista que decía que si no practicaba todos los días lo sabría, si no practicaba dos días, los críticos lo sabrían, después de tres días, su público lo sabría.

Una variación de esto es cierto para los escritores. No es que tu estilo, sea lo que sea, perdería forma en esos pocos días. Pero lo que pasaría es que el mundo te alcanzaría y trataría de enfermarte.

Si no escribieras todos los días, los venenos se acumularían y comenzarías a morir, o actuar como un loco, o ambas cosas.

Porque la escritura permite las recetas adecuadas de la verdad, la vida, la realidad, ya que puedes comer, beber y digerir sin hiperventilar y revolcarte como un pez muerto en tu cama.

He aprendido, en mis viajes, que si dejo pasar un día sin escribir, me inquieto. Dos días y estoy temblando. Tres y sospecho locura. Cuatro y yo bien podría ser un cerdo, sufriendo el flujo en un revolcadero. La escritura de una hora es tónica. Estoy de pie, corriendo en círculos y gritando por un par de polainas limpias.

De modo que, de una forma u otra, es de lo que se trata este libro. Tomar tu pizca de arsénico todas las mañanas para poder sobrevivir hasta el atardecer. Otro pellizco al atardecer para que sobrevivas hasta el amanecer. . .

Ahora es tu turno.

¡Que haya palabras, muchas de ellas!

Bradbury, el hombre de muchas palabras, historias, libros e ideas, ofrece algunos consejos inspiradores y prácticos para impulsar su práctica diaria de escritura. Estos son algunos de los consejos de Ray interpretados por Colin Marshall en openculture.com

Creo que eventualmente la cantidad contribuirá a la calidad. . . . La cantidad da experiencia. Sólo de la experiencia puede surgir la calidad.

Comience corto. No empiece a escribir novelas, toman demasiado tiempo, "escriba un montón de cuentos", dijo. Date tiempo para mejorar; con cada semana y mes, verás mejorar tus historias. Afirma que simplemente no es posible escribir 52 malas historias seguidas.

Simplemente escriba cualquier cosa vieja que se le venga a la cabeza. Recomendó la "asociación de palabras" para romper cualquier bloqueo creativo, ya que "no sabes lo que hay en ti hasta que lo pruebas".

Haz una lista de diez cosas que amas y diez cosas que odias. Luego escribe sobre los primeros y “mata” a los segundos, también escribiendo sobre ellos. Haz lo mismo con tus miedos.

Vive en la biblioteca. Aléjese de su computadora y expóngase a nuevos libros con frecuencia. Hay numerosos mundos por descubrir más allá de tu pantalla.

Escribir no es un asunto serio.

Escribe con alegría. Si una historia comienza a sentirse como un trabajo, deséchela y comience una que no lo haga.

Examine las historias cortas de "calidad". Sugirió leer obras de Roald Dahl, Guy de Maupassant, Nigel Kneale y John Collier. Acude a historias con metáforas; ¡Sorprendentemente, consideró que las últimas historias del New Yorker carecían de este departamento!

Lea, mucho, pero seleccione sabiamente. Lectura completa recomendada por Bradbury para la hora de acostarse: un cuento, un poema (especialmente Pope, Shakespeare y Frost) y un ensayo. Por supuesto, no cualquier ensayo. Deben provenir de una diversidad de campos, incluida la arqueología, la zoología, la biología, la filosofía, la política y la literatura.

No  te alejes de lo que eres, el material dentro de ti que te hace individual y, por lo tanto, indispensable para los demás.

Aprende de los grandes, pero sé tú mismo. Aprende de tus escritores favoritos, en lugar de imitarlos. Bradbury también imitó inicialmente a HG Wells, Jules Verne, Arthur Conan Doyle y L. Frank Baum antes de desarrollar su propio estilo único.

Enamórate de las películas. Preferiblemente viejas.

Desarrolle un fuerte sistema de apoyo. ¿Tiene amigos que se burlan de sus ambiciones literarias? El consejo de Bradbury: “Despídalos” sin demora. El objetivo es que solo una persona se acerque y te diga: "Te amo por lo que haces". O, en su defecto, estás buscando a alguien que venga y te diga: “No estás loco como dice la gente”.

Cuando la gente me pregunta de dónde saco mis ideas, me río. Qué extraño, estamos tan ocupados mirando hacia afuera, para encontrar formas y medios, que nos olvidamos de mirar hacia adentro.

Lista de raros de Javier Memba

Lista de 75 escritores raros y frikis (o, como él dice, malditos, heterodoxos y alucinados) tomada de El Mundo. Todos los entretenidos artículos correspondientes escritos por el cinéfilo periodista Javier Memba (un especialista en ello, o en el ello, para ser (im-) precisos) sobre estos autores y sus obras pueden leerse en este enlaceNo halagaron opiniones (2014), es su último libro, un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada

Louis-Ferdinand Céline (I)

Howard Phillips Lovecraft (II)

Jean Genet (III)

Yukio Mishima (IV)

Emilio Carrere (V)

Boris Vian (VI)

Algernon Blackwood (VII)

Alejandro Sawa (VIII)

François Villon (IX)

Neal Cassady (X)

Julio Verne (XI)

Arthur Machen (XII)

Marqués de Sade (XIII)

Rutebeuf (XIV)

Leopoldo María Panero (XV)

Malcolm Lowry (XVI)

Guy de Maupassant (XVII)

Eduardo Haro Ibars (XVIII)

Remigio Vega Armentero (XIX)

Andrés Carranque de Ríos (XX)

Cecco Angiolieri (XXI)

Arthur Rimbaud (XXII)

Hölderlin (XXIII)

Antonin Artaud (XXIV)

Robert Ervin Howard (XXV)

Luis Cernuda (XXVI)

Philip K. Dick (XXVII)

August Strindberg (XXVIII)

Pierre Drieu La Rochelle (XXIX)

Edgar Allan Poe (XXX)

Charles Baudelaire (XXXI)

Alfred Jarry (XXXII)

Paul Verlaine (XXXIII)

William S. Burroughs (XXXIV)

Joseph-Pétrus Borel (XXXV)

Horacio Quiroga (XXXVI)

Bram Stoker (XXXVII)

Julio Herrera y Reissig (XXXVIII)

Carson McCullers (XXXIX)

H.P. Blavatsky (XL)

Anne Radcliffe (XLI)

John Polidori (XLII)

Percy Bysshe Shelley (XLIII)

Raymond Radiguet (XLIV)

Djuna Barnes (XLV)

Chester Himes (XLVI)

Anaïs Nin (XLVII)

Flannery O'Connor (XLVIII)

Hunter Stockton Thompson (XLIX)

Jaime Gil de Biedma(L)

William Hope Hodgson (LI)

Maurice Sachs (LII)

Sheridan Le Fanu (LIII)

Charles Robert Maturin (LIV)

Mary Wollstoncraft Shelley (LV)

André Breton (LVI)

Kurt Siodmak (LVII)

Blaise Cendrards (LVIII)

H. G. Wells (LIX)

Jean Cocteau (LX)

Pierre Boulle (LXI)

Jack London (LXII)

Oscar Wilde (LXIII)

Francis Scott Fitzgerald (LXIV)

Charles Bukowski (LXV)

William Gibson (LXVI)

Thomas de Quincey (LXVII)

Dylan Thomas(LXVIII)

Paul Bowles (LXIX)

Guillaume Apollinaire (LXX)

Aphra Behn (LXXI)

Jan Potocki (LXXII)

Mijail Bakunin (LXXIII)

Samuel Butler(LXXIV)

Leo Ferré (y LXXV)

sábado, 5 de junio de 2021

Entrevista a Ray Loriga

Casi le mata un tumor cerebral que le ha dejado con un parche en el ojo. Por Iñako Díaz Guerra "Acabé harto de ser Ray Loriga", El Mundo, 7 marzo 2019:

En los años 90 fue el novelista de una generación, casi una estrella del rock de las letras, pero logró acabar con el personaje y quedarse con el escritor. Ahora publica Sábado, domingo, su reencuentro con el primer Loriga.

Ray Loriga. Madrid, 1967. En los años 90 fue el novelista de una generación, casi una estrella del rock de las letras, pero logró acabar con el personaje y quedarse con el escritor. Ahora publica Sábado, domingo, su reencuentro con el primer Loriga.

'Sábado, domingo' parece una novela escrita por el Ray Loriga veinteañero. ¿Es un juego o la crisis de los 50?

Es una idea consciente. Se relaciona con Lo peor de todo, mi primera novela, que escribí hace 27 años. Hay una causa meramente personal, que espero que al lector le interese: quería ver si todavía tenía esa voz o la había perdido. Hablando de fútbol, quería ver, llevando unos zapatos puestos, si me quedaba algún regate de aquellos que alguna vez tuve o si había perdido el toque ya del todo. He hecho otras cosas en estos años con las que estoy medianamente contento, pero me apetecía ver si aquella voz todavía existía. Y, luego, hay otro motivo que tiene que ver, este sí, con la propia historia. Es una historia partida en dos voces con un lapso temporal de veintitantos años entre medias y la narración requería esa voz juvenil. No me sentía del todo bien escribiendo otra vez como ya escribí entonces, pero sí me apetecía contrastar esa voz con la actual y observar esa distancia en mí como escritor.

La adolescencia es una época que nos parece principio y fin de todo cuando la vivimos, pero tendemos a despreciar cuando maduramos. ¿Cómo ha sido volver a ella?

Sí, cuando la dejamos atrás la tratamos como un borrador de la vida, un simple bosquejo. Decía Peter Handke que el tiempo sagrado es el de la infancia. Me gusta mucho esa expresión y estoy de acuerdo. De niño, estás tomando las distancias de las cosas literalmente, como en Barrio Sésamo: lejos y cerca, blanco y negro, frío y caliente, buen y mal humor... En la adolescencia te sientes el capitán de una aventura, pero, vista unos años después, te pareces el grumete de la nada. Una sucesión de torpezas, errores e imposturas. Ese empeño en demostrar lo hombres que somos, con unas opiniones de una solidez bochornosa... Todos esos ridículos propios de la adolescencia forman un territorio que me parecía bonito volver a visitar.

El libro plantea que, por más que intentemos ignorarla, la adolescencia nos deja marcas indelebles.

Sí, porque son las primeras veces que pones a prueba tus capacidades en choque con la vida real. Empiezas a salir de la familia como círculo máximo de conocimiento y amparo y, con unas capacidades que tú crees que tienes, te empiezas a chocar con la vida, las emociones, los sentimientos y tus propias limitaciones. Lo que tú decías antes se ve hasta en las fotos: uno no siente la misma vergüenza viéndose con 5 o 6 años, que siempre pareces encantador, que viéndote con los peinados ridículos y la moda absurda que te tocó con 16. Y a mí me tocaron los 80, que era una moda especialmente jodida. Hasta la música que me fascinaba acabó por parecerme muchas veces insoportable. Quería volver a mirar todo eso sin ira y dándole su valor.

Uno de tus hijos está en plena adolescencia y el otro la pasó hace poco, ¿has notado muchas diferencias generacionales?

Distintas vías, mismos problemas. En redes están pasando las mismas cosas que antes pasaban en directo. Ellos lo llaman bullying y nosotros los llamábamos abusones, pero te pegaban las mismas hostias. Ahora muchas de esas hostias son emocionales en vez de físicas, pero igual de dolorosas. Esos vacíos a los chicos y chicas que nadie mete en su grupo de WhatsApp o acepta en Facebook, o la humillación en redes. Es la misma mierda en otro envase. No creo que la experiencia de la adolescencia haya variado en lo esencial. Y los padres, ni antes ni ahora, sabemos casi nada. En el colegio, que era nuestra cárcel, había una ley sagrada que era nunca hablar ni con los adultos. Podían pasar cosas tremendas y se normalizaban. A nadie se le ocurría entonces que pudieras ir a un psicólogo o, al menos, quejarte a un profesor o en casa. Era sálvese quien pueda. Por eso en la novela muestro cómo todo eso te hace, simultáneamente, la piel muy dura y a ti muy cínico y muy cobarde, porque con tal de que no te peguen, miras hacia otro lado. Es una etapa en la que rara vez levantas la voz contra la injusticia por muy flagrante que sea. Sólo escurres el bulto, que es a lo que íbamos al colegio. Todo eso te marca una herida en el carácter que arrastras siempre.

¿Qué herida arrastraste tú?

Me he acordado de algunas cosas al escribir. De algún chaval del colegio al que se ponía de moda reírse de él, meterle la cabeza en el váter y hacerle todo tipo de putadas. Veías que iba cayendo en una depresión profunda y tú lo más que hacías era no participar activamente en aquello, pero tampoco salías en su defensa. No eras capaz de enfrentarte a la masa, que en esa edad lo domina todo. Ahora te das cuenta de que has cometido una omisión de auxilio, que es un delito ético y legal. A esa edad eso no lo sabes, pero sí sabes que es pura cobardía.

¿Cómo lleva hacer promoción de sus libros un apologeta de la soledad como tú?

Bien... porque lo llevo haciendo 27 años. Es raro, porque es lo contrario al trabajo real, que es soledad y silencio. Se lee y se escribe así. Esto es todo lo contrario. Por un lado está bien, porque al menos me pongo de pie un rato y, ya que me paso todo el día sentado y no hago nada de ejercicio, al menos me estiro, que voy a acabar con el culo así de gordo. Son muchos viajes, muchos aeropuertos... pero lo comparas con la otra opción, que es que nadie te haga ni puto caso, y no te puedes quejar.

¿Te gusta tanto la soledad porque te permite escribir o te gusta tanto escribir porque te permite estar solo?

Pues lo pienso a veces, si es causa o efecto. Está claro que si te gusta mucho leer, ya empiezas a ser un niño más solitario. Primero, te quedas leyendo en vez de salir a jugar y, más tarde, en vez de salir por la noche. Aunque yo he salido mucho por las noches, más de lo que mi cuerpo ha aguantado, pero siempre he tenido muchos ratos de reclusión. Si no te llevas bien con la soledad es imposible ser escritor. No quiere decir que no seamos sociales, pero el 90 por ciento de tu existencia transcurre en soledad y o estás a gusto así o es imposible.

Pero cuando te fuiste a vivir a Nueva York, a finales del siglo pasado, para perderte del mundo sí fue una decisión vital y no laboral.

Sí, eso fue una decisión racional de alejarme, no tanto de los demás, sino de mi propia imagen. De pronto, llegar a una ciudad como Nueva York en la que no te conoce ni Cristo y si te quedas quieto te pisan, para mí era necesario y agradable.

Aquí llegamos al tópico, pero tópico cierto: Ray Loriga, el novelista estrella del rock. En los 90, para los jóvenes, esa era la liga en la que jugabas.

Sí, es una figura de escritor que en España no ha dado mucho. En otros países es más habitual. Hay un Martin Amis, un Irvine Welsh, un Bernard Levy... O, incluso, el escritor socialite, a lo Truman Capote. El escritor como figura pública y social en España no era muy común. Cuando yo era pequeño, estaban Cela y Umbral, que salían en la tele, pero era otra cosa. Yo me vi en una corriente generacional en la que te leías un libro mío e ibas a un concierto de Los Planetas. Esa era más mi liga que otros escritores. Fue un fenómeno extraño que la gente pudiera juntar mis libros con un disco que le gustase e, incluso, con una moda. Se creó una marea generacional, de modos de vivir. Y, desde luego, no fue un fenómeno planeado por un chaval de 22 años. Simplemente, funcionó. Con estos éxitos repentinos y generacionales siempre se habla de operaciones de márketing y tal, pero son cosas que no se pueden diseñar. Suceden por accidente, porque si fuera tan fácil todas estas empresas editoriales o discográficas lo harían cada año. El éxito no es previsible.

Han pasado casi 30 años de lo tuyo y seguimos viendo esas sospechas en fenómenos como el de Rosalía...

Salvando las distancias, porque Rosalía tiene mucho más éxito del que yo tuve nunca, pero es eso. ¿Cuántas discográficas han querido un éxito así y lo han probado con las mil de Operación Triunfo mezclando flamenco fusión, pop-rock y bases? Si miras los ingredientes, parece que todas las ensaladas son iguales, pero resulta que no todas son Rosalía. Si lo pudieran repetir, lo harían de serie y no lo consiguen.

Bien, una vez que hemos cumplido con el requisito de hablar de Rosalía, volvamos a lo que estábamos: tu huida de aquel éxito.

Acabé harto de ser aquel Ray Loriga y lo que suponía. Yo en aquella época salía mucho, tenía un hijo y quería alejarme de todo eso y volver a lo mío, que era escribir. Nunca quise ser un personaje, sólo un escritor. Me pasaba como a los humoristas, que se espera que sean graciosos todo el rato. "Oiga, que yo cobro por esto: hago mi show y cuando llego a casa igual veo una de Bergman y me deprimo". Hubo un momento en aquella época en que pasé de ser el que hace cola para entrar en las discotecas a que aparten a los demás para que tú entres. Es una sensación muy rara, y el que lo haya vivido y lo niegue es un hipócrita. No es natural ni normal. En vez de pedir las copas, te las traen sin parar a la mesa. Todo alrededor es raro y con la juventud se te puede ir la pinza. Te diviertes un mes y medio o dos, pero cuando empiezas a desbarrar tienes que frenar y recordarte que tú estabas allí para hacer literatura. Es un poco lo que siempre se dice de los futbolistas, que no están preparados para tener tanto éxito tan jóvenes. A nosotros nos salva una cosa: el dinero (risas). No ganamos esas millonadas y no te puedes dejar ir mucho, pero ellos, con tres Ferraris en el garaje y pagadas su casa y las de toda su familia, ¿cómo no se les va a ir la cabeza? Poco se les va. A mí me pones con 52 años y todo lo que ellos tienen y vuelvo a perder la cabeza. El caso es que me largué escapando de todo esto.

En estas profesiones siempre te dicen que si desapareces, es para siempre. ¿Tuviste ese miedo?

Me lo decían todos los que me rodeaban en aquella época: "Como te vayas, cuando vuelvas ya te habrá olvidado todo el mundo". No sucedió y si hubiese sucedido, pues muy bien. Al fin y al cabo me iba huyendo de aquella fama.

Eres muy futbolero, madridista en concreto. ¿Por qué el fútbol siempre está bajo sospecha en el plano cultural?

Yo he escrito de fútbol en Marca, AS, El Mundo, El País... Me encanta el deporte. El boxeo, el atletismo, la natación, hasta el curling. Soy un fanático del patinaje artístico. Debí ser de las primeras personas que hablo en los medios de este país de que había un tal Javier Fernández que era la hostia. Me miraban como si fuera un snob. Cuando vivía en Nueva York, iba al Yankee Stadium a ver béisbol con mi gorra y todo. En el periodismo deportivo se escribe muy bien. Cuando era muy joven, tuve la suerte de contactar en seguida con un núcleo de escritores muy futboleros, como Vázquez Montalbán o Javier Marías. Con Javier, que es muy amigo mío, de lo que más hablamos es de fútbol. Salimos a comprar libros y estamos todo el día con el Madrid. Tenemos otros amigos a los que no les gusta, como en cualquier profesión, pero nunca ha sido un anatema. Yo creo que es un prejuicio que se venció y volvió. No sé si es por Podemos, que todo lo que se identifica con deporte de masas es malísimo, poco intelectual... Llegaron otra vez las élites estajanovistas y empezaron a pensar que todo lo que es popular es malo, el opio del pueblo y todas esas gilipolleces. Lo que no deja de ser curioso pues ellos nacieron de un evento popular en una plaza.

domingo, 14 de marzo de 2021

Libros tristes

De Ana Belén Ruiz, argentina, en Quora:

Uno de los libros más hermosos que leí en mi vida, pero en su momento me llenó de tristeza. Leyéndolo de grande, recién pude apreciar el mensaje esperanzador, pero siempre te deja el sabor amargo por el tema que toca: la muerte: “El enigma y el Espejo” de Jostein Gaarder

Este libro trata básicamente sobre la aceptación con tranquilidad de la muerte, y cuenta la historia de una niña, Cecilia, que tiene una enfermedad grave y vive aparatada del exterior, postrada en su cama. Vive un poco amargada al ver que ya no puede hacer las cosas que hacia antes, que no se cura, y que depende de su familia todo el tiempo. En parte esta un poco enfadada con Dios, con el mundo, ya que no acepta ni concibe que este enfermar una niña tan joven, y lo paga con su familia y los que le rodean. Recibe tratamiento médico en casa y muy controlado, pero no mejora. Su familia la apoya en todo momento, y aunque siempre están pendientes de ella, son los primeros que van aceptando que va a morir.

Un día recibe la inesperada visita de Ariel, que dice ser su ángel de la guarda. Al principio se muestra escéptica, pero solo hasta que delante de ella hace cosas impensables para el ser humano. Ariel y Cecilia mantienen conversaciones durante casi todo el libro, explicándose el uno al otro lo que es ser espíritu, y los que es ser humano, los secretos de la creación y la concepción de lo que es ser un ángel y ser humano a la vista del Dios Padre. Ariel le habla también de dos mundos: el mundo terrenal, y el mundo del otro lado del espejo, el espiritual.

Y no agrego más porque vale la pena leerlo

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Schul, un médico, en Quora:

Dos libros rusos que leí últimamente

Israël Metter La quinta esquina

Vassily Grossman, Vida y destino

El primero es cortito, pero profundo y poético. Es una autobiografía. Tiene una manera de contar su vida en la Unión Soviética, además de un gran amor, como jamás había leído antes. Lo leí dos veces.

La quinta esquina es la esquina inexistente de una habitación cuadrada con la cual los interrogadores de la KGB hacían enloquecer a los prisioneros.

El segundo es considerado por los rusos el Guerra y Paz del siglo XX y retrata las aventuras de un matemático bajo Stalin y la Segunda Guerra Mundial en Rusia. Es admirable.

Lo trate de leer durante años y no le entraba hasta que cuando mi padre falleció, como ya no lograba leer literatura menor, necesite algo grande. Me devore el libro en francés y luego lo volví a leer en español. Un coloso de la literatura universal.

Bueno, a los doce años llore a moco limpio con el Principito, y sin duda hubo otros. Ah si: el libro Sans Famille  de Hector Mallot. Y creo que todos los Jack London me desgarraron.

Otro que me hizo llorar fue La Storia de Elsa Morante. Contiene la más bella descripción de un perro que jamás halla leído. También lo leí dos veces.

De Ferdinand Céline, Viaje al fondo de la noche: no es triste sino que es tan pero tan pesimista que te deja una sensación amarga. Es para mí una de las mejores novelas del siglo XX.

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Gabi Gamboa, en Quora:

Voces de Chernóbil de Svetlana Alexievich. Esta no es la historia de que pasó el fatídico 26 de abril de 1986, de eso, como lo dice la misma Svetlana, ya hay muchos otros libros. Este es el relato de después. La historia de los “sobrevivientes”. Acá, aunque se habla de la muerte (¿y cómo no hacerlo?), el protagonismo lo tienen las emociones de cada uno de los entrevistados -viudas, liquidadores, madres, niños, campesinos, ingenieros- su culpa, amor, miedo y aceptación. Su desesperanza.

“Un niño de siete años. Cáncer de tiroides. Quise distraerlo con bromas. El chico se giró cara a la pared: «Sobre todo no me diga que no me moriré. Porque sé que me voy a morir».”

Es imposible leer este libro sin que se te fracture, no el corazón, sino el alma. Cada entrevista es tan dolorosa que tienes que hacer pausas para poder soportarlo. Es una tristeza tan profunda que no lloras, es peor: sientes que te mueres un poco.

Son personas relatando como sus vidas comunes se convirtieron en tragedia. Como lo que alguna vez fue esperanza se convirtió en desgracia.

“Hubo un tiempo en que envidiaba a los héroes. A los que habían participado en los grandes acontecimientos. A los que habían vivido épocas de ruptura, momentos cruciales de la historia. Soñaba [...] Pero ahora pienso de otro modo; no quiero convertirme en historia, no quiero vivir una época histórica como la de ahora.”

Un testimonio que me ha afectado tan profundamente (más de lo que creía posible), que no estoy segura de recomendarlo. Tal vez, solo si te sientes preparado para no volver a ser el mismo.

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Memoria por correspondencia (2012), de Emma Reyes. Un libro brutal que, en forma de cartas, cuenta el drama de la narradora y su hermana en los años 1920, en una Bogotá asquerosa y clasista, en la que los niños de origen humilde eran considerados estorbos, casi meros animales. Son 23 cartas que Reyes envía a un antiguo ministro e intelectual, a quien trató cuando ella vivía en París y él era embajador en ese país.

Protectora de artistas, escritores y de cuanto colombiano varado visitaba la Ciudad Luz durante los años 50 y 60 del siglo pasado, de Emma Reyes se sabía muy poco. Era pintora, pero la crítica vanguardista no la valoraba. Eso no le impidió viajar por México y otros países latinoamericanos donde fue reconocida en cenáculos cercanos al realismo socialista y al arte muralista.

¿Cuál había sido su vida antes de ser la famosa anfitriona parisina? Las cartas lo cuentan de una manera desgarradora (no quiero adelantar más para no hacer perder el interés a los posibles lectores). Hace poco leí un comentario del libro que hicieron en Facebook dos editores ecuatorianos y que sintetiza muy bien el valor de esta obra.

El libro lo leímos con mi pareja durante tres sábados, en la tarde. Al comienzo yo leía en voz alta, pero pronto el dolor de lo que leía me alteraba emocionalmente de tal modo, que empecé a llorar. Mi novia siguió leyendo despacio, oralmente, afectada también pero con la voz firme para seguir la narración; entre tanto yo maldecía a todos los hijos de p… que le habían hecho daño a Emma y a su hermana Helena, incluida la madre de las niñas, los padrastros, monjas, cura y adultos ruines que culpaban de su desgracia a las niñas por ser hijas “naturales” (extramatrimoniales, sin padre conocido).

Es un libro crudo, que toca, que hace saltar de ira, pero que tiene en medio de la crueldad momentos breves de gran dulzura, que dan fuerza para seguir leyendo, para creer que es posible lo humano en medio de lo inhumano: que la fuerza de creer en la esperanza, la rebeldía para superar el presente en situaciones límite, salva, empuja a la libertad.

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Angela Brown, en Quora:

Watership Down (La colina de Watership) de Richard Adams.

"Hazel ha vivido mucho tiempo, mucho más de lo que los conejos viven. Una mañana fría de marzo...."

Lo leí de niña y el final me mató. Me pareció sumamente triste y me hizo sentir todo lo trágico de la transitoriedad de la vida, del mundo, de absolutamente todo. El tiempo todo lo devora, irrevocable, irremediablemente; todo se convierte en meras memorias y éstas se pierden en el olvido. En aquel momento experimenté esta mezcla de tristesa, nostalgia y melancolía por todo lo perdido en el tiempo, por lo efímero que todas las cosas. Lo recuerdo hasta hoy, y es un sentimiento que de vez en cuando vuelve, se queda un ratito y se va...

“Time is a sort of river of passing events, and strong is its current; no sooner is a thing brought to sight than it is swept by and another takes its place, and this too will be swept away.” Marco Aurelio

PD: Este libro lo leí de niña; no tengo ni idea como lo percibiría leyéndlo de adulta, igual es horrible. Pero no lo voy a saber ya que no lo volveré a leer. Otro de mis libros favoritos de niña que leí incluso varias veces por lo mucho que me gustaba fue The Call of the Wild de Jack London (también me producía nostalgia)... y este sí que lo volví a leer de adulta y ya no me hizo tanta gracia. Lo despojé de una buena parte de la magia que tenía para mí y la verdad es que me arrepiento. No debería haberlo vuelto a leer. Las memorias de la niñez deben quedarse ahí...en la memoria :)

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Juanan Nuevo, escritor, en Quora:

Hay un montón de autores cuya producción es principalmente melancólica. Por ejemplo Camus con El extranjero y El mito de Sísifo podría optar a ese título, con permiso de Faulkner (El ruido y la furia, v.gr.), Marsé (Si te dicen que caí), Houllebecq, Delibes, Cela, Rulfo, Laforet, etc. En un tono sombrío, las obras de Céline, Vonnegut o Baricco elevan el poso de tristeza a tema principal. Algunas son obras maestras, y no hemos empezado con los poetas. Si la pregunta pidiera los cinco autores de las obras más tristes tendríamos un problema a la hora de elegir.

Ahora: sólo pide el más triste y eso es fácil. Antonio Lobo Antunes y cualquiera de sus novelas. Lobo Antunes (Lisboa, 1942) sólo podía ser portugués: la idea que recorre toda su obra como tema central es la pérdida, la añoranza y la inevitabilidad de la decadencia, lo que aproximadamente define la saudade.

Este sentimiento, en el que se recrea toda la cultura de un país a la que le gusta identificarse con el tópico de disfrutar de la tristeza, es inseparable de Pessoa, sobre todo del Libro del desasosiego, pero sólo Lobo Antunes, con sus relatos de la descolonización, llenos de horrores y decadencia lo usa como principal argamasa de su creación.

Si no hablas portugués, en la traducción se pierde una buena parte del ritmo. Aún así, por ejemplo, para empezar a disfrutar de una buena dosis de tristeza, te recomiendo escuchar esto mientras lees, por ejemplo, El orden natural de las cosas.


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David Sánchez, en Quora:

No me gusta leer libros tristes, no los buscaría, pero a veces cae en mis manos un libro triste [sólo te das cuenta si un libro es triste cuando lo lees]. El que recuerdo me ocasionó más angustia y congoja fue: México bárbaro (el artículo de Wikipedia da un excelente resumen, capítulo a capítulo que es bastante recomendable).

El libro fue escrito por el periodista estadounidense John Kenneth Turner, en 1909, donde resumía su trabajo de periodismo de investigación en México. Turner había pasado tiempo en México investigando los abusos de la dictadura de Porfirio Díaz, describe como el ejército mexicano capturaba, torturaba y vendía personas para trabajar en haciendas bajo condiciones de franca esclavitud (nominalmente en México no existía la esclavitud, pero varios generales se hicieron millonarios con el tráfico de hombres y mujeres, especialmente indígenas yaqui y de otras etnias).

A veces leo cosas que pasan en México y me pregunto si de alguna manera siempre ha habido un grupo de gente desalmada que se las ha apañado para perpetuar el horror acongojante sobre el que leí en México Bárbaro. Según sé en hacia los años 1960 muchas mexicanos tenían ese libro como lectura recomendada, creo que nunca debió dejar de ser lectura recomendada, y creo que actualmente casi nadie lee ese libro ya.


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La Antología del cuento triste, elaborada por Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs: “La vida es triste. Si es verdad que en un buen cuento se concentra toda la vida, y si la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste”.

También La balada del café triste, de Carson McCullers. Un fragmento: “Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor…


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Jaqueline Alexia Prado Prado, en Quora:

Los que en este momento se me ocurren son:

La tregua de Mario Benedetti.- trata sobre un señor de 50 años que, mediante entradas en su diario, va describiendo su vida, y nos enteramos así que perdió a su esposa hace muchos años, tiene tres hijos adultos y no le ve mucho sentido a la vida. Sin embargo, con el tiempo se enamora de una practicante en su trabajo, de 23 años, y empieza a tener muchas dudas existenciales, por su lealtad a su difunta esposa, por la diferencia de edad, por lo que pensarán sus hijos, etc. Es triste tanto en el sentido de que tiene una perspectiva de la vida muy desesperanzada, como en su final.

Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez.- basta decir que es una tragedia en todos sus aspectos, pero además da una mezcla y rabia saber que todos los problemas que habían pudieron haber sido evitados por una suerte diferente, circunstancias diferentes, y una mentalidad menos cerrada y paranoica por parte de algunos personajes.

1984 de George Orwell.- es un libro que, por las dimensiones que abarca, uno ya se imagina hacia qué dirección irá. Pero aun así, la historia logra matar la esperanza de una forma abrumadora, que hace que uno no pueda más que resignarse a ver cómo todo empeora.


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Luis Lozano, escritor, en Quora:

La pregunta es interesante por su finalidad. Hubo un tiempo que pensé que los buenos libros y las buenas películas tenían que ser irremediablemente tristes. Craso error.

No recuerdo un libro con residuo de tristeza, sin embargo, Ana Karenina, Crimen y Castigo, Viaje al fin de la noche, El Desbarrancadero, Bajo el volcán, Trilce, son libros que podrían entristecer al lector. Pero en muchos casos creo que depende de la circunstancia en que sean leídos, sin embargo, cualquier sugerencia hace del juico demasiado subjetivo.

Para mí es mas fácil identificar películas tristes, incluso discos. Pero remiten nuevamente a la pura experiencia personal.

Parece que todo libro “triste” guarda también una alegría, que es dejarse cautivar y sentirse movido. Si bien no todo libro bueno debiera entristecer, sí debería calar, poner en crisis (quebrar), incluso fraccionar de alegría, melancolía o enojo, no solo de tristeza, de ahí mi confusión inicial.

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Nación Prozac de Elizabeth Wurtzel es el libro más triste y angustiante que he leído en mi vida. Es una autobiografía de quien sufrió depresión y ansiedad durante su juventud en los años 90. Su autora falleció hace poco de cáncer.

"A veces desgarrador, a veces cómico, indulgente consigo mismo, consciente de sí mismo, Nación Prozac posee el candor crudo de los ensayos de Joan Didion, el irritante exhibicionismo emocional de Sylvia Plath en La campana de cristal y el humor oscuro de una canción de Bob Dylan", escribió el mismo mes Michiko Kakutani, la afamada excrítica literaria de The New York Times.

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Oswaldo Goite, Quora:

Uno que encontré muy triste fue Vidas Oscuras” de José Rafael Pocaterra. Es una historia sobre una relación amorosa entre una chica del campo, hasta cierto punto inocente e ingenua y su primo, un caraqueño aficionado a la vida disipada y la bohemia. La historia transcurre en la Caracas de finales del siglo XIX.

Por lo otro, me llama la atención que Vivian Schul traiga a colación en su respuesta un libro de Vasili Grossman. A mi me pareció particularmente triste, no el que ella señala (no lo he leído aún) sino otra obra del mismo autor: Todo fluye. Libro terrible, si, pero muy recomendado.

Acabo de terminar de leer Los perros hambrientos de Ciro Alegría. Libro conmovedor y triste donde los haya. Sin desmerecer los que ya había señalado, es menester agregarlo a la selección

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Ojo de gato de Margaret Atwood

El libro trata de uno de los temas, que considero, menos explorados en la literatura: la infancia y sus consecuencias. No me refiero a las infancias felices, alegres, sino a las infancias con la dureza y egoísmo de los niños, con su determinación y forma tan fácil de lastimar a otros niños.

Ojo de gato trata sobre una artista, Elaine, que regresa a su ciudad natal para una exhibición en una galería mientras examina su vida, y como sus inseguridades y traumas, provienen de la niñez, una época que tantos consideran como gloriosa e inocente, pero no lo es para todos.

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Karhiann González,

Anand Nagar (La ciudad de la alegría) de Dominique Lapierre.

Invita a reflexionar y recordar que tu realidad está mejor que la de otros. Muestra la vida entre chabolas de la India, el sistema de mafias, explotación humana, las influencias religiosas impregnadas de ignorancia, el amor humilde y desinteresado de un padre entre tanto infortunio.

Su veracidad lo hace rico en drama, su cruda y radical trama eriza los sentidos. Es mi favorito. Quizás no es Cisnes Salvajes o Ana Karenina de el gran Tolstói, pero es muy triste ya que persiste en la actualidad.

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Enrique Pareja, 

Yo encontré tristísimo (o, más bien, amargo y sobrecogedor) La sombra del ciprés es alargada, gran libro del grandísimo Miguel Delibes. Tiene ya unos años, y de hecho fue su primera novela: Premio Nadal en 1947, publicada en 1948.

Lo recomiendo fervientemente. No sólo por la novela en sí, sino también por la maestría, la belleza y la precisión quirúrgica con la que (como siempre) maneja Delibes el idioma castellano. No en vano, y repito, ha sido uno de los muy, muy grandes.


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El árbol generoso de Shel Silverstein. Es un libro infantil.

La verdad es que siempre lo he leído en versión original, “The Giving Tree”. Solía leérselo a mis pequeños estudiantes, pero siempre terminaba llorando, sin excepción. Los pobres niños lloraban también, no sé si por el contenido del libro o de verme llorar a mí.

Así que hace años dejé de leérselo a mis estudiantes . Lo sigo teniendo en casa y a veces lo leo con mi hijo y lloramos juntos.


Las penas del joven Werther

Eleni el triste amor de una madre, basado en una historia real dela guerra en Grecia. Lo escribió su hijo un periodista norteamericano (nacionalizado) después del terrible episodio vivido por su Madre.

El viejo y el mar de Ernest Hemingway, la historia de un pescador sin suerte que un día sale al mar y pesca un gran pez espada, después de 3 días de lucha consigue matarlo y en su regreso a la costa el pez es devorado por tiburones y finalmente regresa solo con el esqueleto.

“Arrancad las semillas, fusilad a los niños”

Unos muchachos japoneses de un reformatorio huyen durante la segunda guerra mundial a una aldea. A pesar de los horrores de la guerra tratarán de recuperar su infancia, pero al horror precede el horror y la impiedad de sus compatriotas. Me recuerda mucho a La tumba de las luciérnagas.

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Elizabeth Cerón, Profesor

Tendría que decir El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince o Johnny empuñó su fusil de Dalton Trumbo: ambos hablan tanto desde la realidad como desde la ficción de la guerra, el conflicto y sus funestas consecuencias.

También me puso a llorar mucho El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide, pero no precisamente por lo ‘triste’ (bueno, al final sí fue tristísimo), sino por la belleza de la narración.

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Carlos Maldonado Villaverde,

Tuve que leer todas las respuestas para darme cuenta de que variaban porque nadie ha leído todos los libros. En mi limitada bibliografía, el libro más triste e impactante es la Oración del 9 de febrero, donde Alfonso Reyes habla sobre su padre, el General Bernardo Reyes.

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Mags Sutton, 

Hay una autora interesante de los anos 1880–1943. Ella era una lesbiana, muy abierto, y sufría mucho por su sexualidad en aquellos tiempos. Se llamaba Radcliffe Hall, sus libros están escrito en un Ingles muy bonito. Para mi su libro mas triste es Adams Breed, que es la vida de un camarero, desilusionado con su vida, y sufre un trastorno mental. Es el único libro que me a hecho de llorar!

Las orquídeas rojas de Shanghai, sin duda. Es un libro que me dejó triste muchos días. Se lo dejé a mi hermana y cuando lo leyó me dijo que no volviera a recomendarle un libro tan triste porque le había hecho llorar mucho….y es que su relato penetra en el alma y te encoge. No apto para personas muy sensibles.

Mortal y rosa, de Francisco Umbral, es un sobrecogedor monólogo íntimo sobre la muerte de un hijo

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq. No lo calificaría como un libro triste sino más bien deprimente. Recuerdo que cuando lo acabé de leer sentí un vacío, como si ya nada tuviera sentido. Lo recomiendo ampliamente, tanto al libro como al autor.

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Otros propuestos:

Paula de Isabel Allende

El principito

El Diario de Ana Frank

Flores en el ático

Hachiko

Las cenizas de Ángela de Frank McCourt

Humillados y Ofendidos. F. Dostoyevski.

Leopardi

Celine

“Nudo de víboras” de François Mauriac

Mi planta de naranja lima de Vasconcelos

Marianela de Galdós

Excerpta de respuestas a para qué sirve la literatura tomadas de Quora

 ¿Sigues alguna serie de televisión? ¿Te gustan las películas? Todos esos son ejemplos de literatura.

Mucha gente cree que la literatura son sólo libros, y la verdad es que no es cierto. Ningún programa de televisión, ninguna película surge sin literatura, esto es, sin un guion escrito.

Algunas telenovelas tienen diálogos malísimos, y también algunas series de televisión. Son pésima literatura. Pero algunos son chispeantes, bien estructurados, con la lógica propia del género. Hay películas que de veras que sus diálogos son malísimos.

Pero hay joyas literarias fílmicas o televisivas que no se clasifican como tales a pesar de que su guion es genial.

Esos programas y películas nacieron del teatro, arte que llevaba ya siglos si no es que milenios de practicarse, en especial en Grecia. Hasta cierto punto es un arma de control ideológico para la cultura.

Así que la literatura está más que viva, y hoy se ha trasmutado en lo que se llama "contenido" para blogs, páginas web, Facebook, YouTube, Instagram, Quora, etc.

Algunos debates en esos sitios son verdaderas obras del arte literario: hay gente que le pone alma y corazón a sus escritos.

Esto se está extendiendo a los juegos de mesa y de video. Hace poco vi un juego de mesa muy bien escrito, poético, bien estructurado, y he encontrado ejemplos sobre todo en los juegos de rol. Éstos son buenos ejemplos de lo que podríamos llamar literatura efímera: se olvidan en el momento en que ocurren, son únicos. Es fascinante participar en ellos como entretenimiento, y si se da, como literatura filosófica. Es toda una experiencia.

Un buen blog va a tener buena literatura.

Nos olvidamos que la literatura tiene un substrato doble: la lingüística y gramática, y la retórica (que puede estudiarse lingüísticamente). Que nos puede enseñar a escribir de manera tal que persuada a nuestro lector con respecto a alguna idea, y hasta, pragmáticamente, a comprar algo. Es fundamental para la educación de los niños.

Sin la literatura simplemente nadie podría vender nada, te puede parecer increíble, pero sirve para eso, entre otras cosas. Ha formado civilizaciones enteras, les ha dado una narrativa coherente, ha sido el sustrato fundamental de las diversas religiones, es el elemento básico para nuestro avance cultural.

Además es divertido leer.

La literatura tiene una importancia enorme para la civilización. De ella depende que nos podamos comunicar siendo miembros de ella. Nos enseña idiomas, nos enseña a entender otras culturas, aun en traducciones.

De paso nos enseña historias, nos hace soñar, nos divierte, angustia, aterroriza, y nos hace vivir vidas paralelas, ilusiones sin duda. Nos vuelve más humanos y a veces más espirituales.

La literatura es el arte en sí que conforma los sueños de una civilización. Sin ella, jamás habríamos avanzado hasta donde estamos. Homero, Víctor Hugo, Cervantes, Molière, Shakespeare, por nombrar sólo a algunos, nos moldearon de alguna manera u otra y todavía podemos adquirir filosofía y sabiduría de sus escritos, después de tanto tiempo.

Sin la literatura no existiríamos ni como cultura ni como civilización. Habríamos desaparecido hace milenios

La literatura es un arte que se presenta escrito.

Primero, la escritura permite la transmisión atemporal de ideas. Permite echar un vistazo a las mentes de gente con la que no te cruzarías normalmente por la calle. Enriquecerá tu mundo interior con nuevos conocimientos y nuevos puntos de vista.

Segundo, es un arte. No sólo transmite los datos fríos y calculados como en una noticia periodística. Transmite emociones y experiencias. El conocimiento de experiencias ajenas y la posibilidad de contemplar la propia reacción ante esas experiencias. “Vivir un millón de vidas”, decía un viejo anuncio.

Tercero, es divertido. La técnica literaria permite muchos juegos, giros inesperados, sutilezas y ambigüedades que a veces, un lector poco experimentado puede pasar por alto.

De acuerdo con las respuestas que han dado los compañeros. Añado otra perspectiva del asunto, histórica. Aclaro que, por mis competencias, en un primer momento hablo del mundo occidental u oriental cercano, no de las grandes culturas asiáticas, africanas o americanas. En Occidente la literatura surge con la obra de Homero, que va a constituir la base de la cultura griega. Esta expresión de Homero como educador de Grecia, que ya se encuentra en Platón, República 10.606e, no quiere decir solamente que el sistema educativo griego se basaba en la memorización de los poemas homéricos y en el estudio de todas sus características. Para entender en profundidad lo que significa que Homero es el educador de Grecia y, con ello, de todo Occidente, hay que tener presente que los poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea, son las primeras composiciones importantes –y casi que absolutamente, salvo algunas inscripciones– escritas con el actual sistema alfabético de una letra por un fonema, lo que constituye un perfeccionamiento decisivo del silabario que los griegos habían recibido de los fenicios. Nótese que entender por primera vez la lengua escrita como una composición de un número bastante limitado de signos, veinticuatro en el caso del griego, trajo consigo una revolución de la que nos seguimos beneficiando. En primer lugar, por la facilidad de aprender a escribir y la universalidad en el leer, ya que por primera vez dejó de ser necesario conocer una lengua para leer un texto escrito en esa lengua, como ocurría con los silabarios y los ideogramas. Esto, por supuesto, no es conocer la lengua, pero sí es un primer paso decisivo hacia su aprendizaje. Más importante que ello, sin embargo, es el hecho de que a partir de esto, los griegos estuvieron en posición de comenzar a entender los hechos del mundo de un modo analítico. Les resultó ahora claro que las cosas materiales deben de estar compuestas de principios más elementales a partir de cuya composición, según ciertas reglas, se forman todas las cosas. A lo largo de la historia hubo estancamientos y desvíos de este principio comprensivo, pero nunca se perdió del todo y constituye la base del conocimiento y la investigación moderna y contemporánea. Esto al nivel de los elementos de la escritura. Pero desde la perspectiva del contenido, los poemas homéricos indicaron también una revolución decisiva. En efecto, la obra de Homero no es el simple relato de acontecimientos acaecidos, sino que en ella los acontecimientos se ponen al servicio de una idea constructiva del poema, la cólera de Aquiles en la Ilíada, el regreso de Odiseo en la Odisea. A partir de esta idea central el poeta articula el paso del tiempo, los caracteres de los personajes y los eventos acaecidos, con lo cual crea una realidad que no existía en el mundo empírico y que ayuda a entenderlo. La literatura ofrece, entonces, la primera idea verdaderamente eficaz de la comprensión del mundo mediante la construcción de un modelo interpretativo. Esta idea va a extenderse después a otras áreas del quehacer humano, como la medicina, la historia, la filosofía y la geometría, entre los griegos, y luego, con tiempo, a todas las áreas de la actividad humana, pero sigue estando viva en las grandes construcciones literarias y sigue siendo uno de los medios más poderosos de comprensión de la realidad

Si quieres una respuesta objetiva, primero habría que decir qué es la literatura, lo que ha sido un problema durante un buen tiempo. Creo que a diferencia de las ciencias, sería erróneo buscarle un objetivo pragmático a la literatura. Simplemente, como toda manifestación artística, ha de ser contemplada. En algunos casos, la contemplación de la literatura y del arte puede ampliar nuestro horizonte estético, en otros casos nuestro horizonte moral, en otros casos nuestra percepción de las condiciones socioculturales de un período y un lugar, etc., pero no existe una regla fija que nos de un propósito general, pues todo texto literario es diferente y pareciera no haber un rasgo común que los encierre a todos. Diría, sin temor a equivocarme, que sirve para el deleite.

Para nutrir el alma y la mente, despertar la imaginación, adquirir nuevas percepciones del mundo, de la vida y de los otros. La literatura es un puente entre tus pensamientos y los pensamientos de alguien más. Un instrumento para la soledad, una compañía que depende de tus elecciones y no de la sociedad. Para perderte del ruido del mundo, para extasiarte, llenarte o vaciarte, simplemente para hacerte sentir frágil y humano. Para estar contigo por un rato.

Primero y antes que nada: sirve para disfrutarla.

Además y por fortuna, sirve para expandir el horizonte de tu realidad.

La literatura, al conservar y reinventar la experiencia humana, te permite darte cuenta de todo lo que es posible vivir, porque lo que le ha sucedido a uno, le puede suceder a todos

Nietzsche en el origen de la tragedia viene a patear el tablero de Aristóteles y dice que la función de la tragedia, es decir del teatro griego que es literatura, no es disipar energías negativas, como pensaba lo catártico de la tragedia Aristóteles, sino para volver más recargado, energizado y como en lo más profundo y misterioso de la vida, está el dolor, la muerte y la contienda.

La literatura nos saca de nosotros mismos para permitirnos ver el mundo desde “los otros”.

Nos proporciona el punto de vista de otras personas sobre la realidad, lo que nos permite ampliar nuestra percepción sobre la misma y nos permite conocernos mejor a nosotros mismos

domingo, 28 de febrero de 2021

Los escritores más inteligentes

Los escritores más inteligentes según los expertos:

Johann Wolfgang von Goethe

Blaise Pascal

George Berkeley

Voltaire

Alexander Humboldt

Giacomo Leopardi

Francis Bacon

Jacobo Benigno Bossuet

Lord Byron

Thomas Chatterton

Nicolas de Condorcet

Charles Dickens

Desiderius Erasmus

Francois Fénelon

Edward Gibbon

Victor Hugo

David Hume

Michelangelo

John Stuart Mill

John Milton

Alfred de Musset

Alexander Pope

Madame de Staël

Torquato Tasso

Samuel Taylor Coleridge

Wilhelm von Humboldt

Ben Jonson

Thomas Macaulay

Robert Southey

Edmund Spenser

Lope de Vega

Pedro Calderón de la Barca

Benjamin Constant de Rebecque

Alexandre Dumas (padre)

Washington Irving

August von Kotzebue

Henry Longfellow

Pietro Metastasio

William Penn

Jean Racine

Ernest Renan

Alfred Tennyson

Christoph Martin Wieland

Joseph Addison

Pierre Bayle

Pierre Beaumarchais

Charlotte Brontë

Edmund Burke

Thomas Carlyle

Daniel Defoe

Denis Diderot

Benjamin Disraeli

Henry Fielding

Francesco Guicciardini

Francois Guizot

Heinrich Heine

Johann Gottfried Herder

Thomas Hobbes

Samuel Johnson

Friedrich Klopstock

Montesquieu

John Henry Newman

Walter Raleigh

William Robertson 

Charles Augustin Sainte-Beuve

Friedrich Schiller

Walter Scott

Richard Brinsley Sheridan

Emanuel Swedenborg

Ludwig Tieck

William Wordsworth

Vittorio Alfieri

Ludovico Ariosto

John Bunyan

François-René de Chateaubriand

Pierre Corneille

William Cowper

John Dryden

George Sand

George Eliot

Benjamín Franklin

Elizabeth Gaskell

Jacob Grimm

George Grote

Alfonso de Lamartine

Gotthold Ephraim Lessing

Molière

Madame de Sévigné

Adolphe Thiers

Honoré de Balzac

Pierre Jean de Béranger

Edward Bulwer-Lytton

Miguel de Cervantes

Ralph Waldo Emerson

Nathaniel Hawthorne

Jean de La Fontaine

Tomás Moro

William H. Prescott

Jonathan Swift

Robert Burns

Jean Jacques Rousseau

William Makepeace Thackeray

Hans Christian Andersen

Oliver Goldsmith

viernes, 17 de julio de 2020

Escritores hablando de escritores

Día del libro: Lo que los escritores piensan de otros escritores

MANUEL LLORENTE, El Mundo, 22 ABR. 2018 04:05

Cuenta Mario Vargas Llosa que la lectura de Madame Bovary, cuando tenía 23 años, le cambió la vida. En el verano de 1959 se encontraba en París con poco dinero y la promesa de una beca, pero tenía lo suficiente como para comprarse el libro de Flaubert que devoró en el hotel Wetter hasta terminarlo. Parece ser que de un tirón. Algo parecido le ocurrió a Antonio Muñoz Molina. En 2013, escribió, no tenía noticias de James Salter pero abrió Años luz y estuvo leyendo sin parar la novela hasta que al día siguiente acabó con ella. La pasión con que estos dos escritores contagian su entusiasmo por un autor o un libro es impagable. No sólo sugieren sino que te convencen de que debes leer a tal autor o tal libro con la fe de un converso. Vargas Llosa reunió en La verdad de las mentiras (Suma de letras) algunos de los títulos clave de la narrativa de los siglos XIX y XX. En 10/20 páginas persuade de la necesidad de leer Lolita (Nabokov), Sostiene Pereira (Tabucchi), El corazón de las tinieblas (Conrad), La señora Dalloway (Virginia Woolf), El extranjero (Camus), Dublineses (Joyce)... con un lenguaje claro, directo, imbatible. ¿Que alguien no tiene claro qué libro empezar? Aquí está no una sino hasta 35 posibilidades.Fernando Aramburu firmó con Las letras entornadas (Tusquets) un peculiar libro: cada jueves visitaba a un hombre anciano, casi ciego, en su ático y allí, con una botella de vino que compartían, iban hablando de Cernuda, Thomas Mann, Gabriel Celaya, Ramiro Pinilla o Mercè Rodoreda. A través de estas páginas nos enteramos también de que el primer libro que leyó Aramburu fue Lazarillo de Tormes en la "edición económica Austral" y cómo mediante el duro que le daba su abuela Juana Goicoechea fue comprándose tebeos en una librería del barrio de El Antiguo, de Roy Rogers o El Llanero Solitario y luego El gran torbellino del mundo, de Pío Baroja, Larra, Bécquer (siempre en Austral). Más tarde fue profesor en Alemania durante 24 años y con el tiempo surgiría Patria.También de San Sebastián es Fernando Savater, acérrimo defensor de los clásicos que han sido consuelo y cobijo en nuestra infancia. No ahorra adjetivos el catedrático de Filosofía y uno de los más grandes divulgadores (y no sólo) de la literatura de aventuras. En La infancia recuperada (Taurus) da buena cuenta de ello. Allí se agolpan Tolkien, Julio Verne y Emilio Salgari, pero también Richmal Crompton, Daniel Defoe y Zane Grey. Y Jack London y sir Arthur Conan Doyle. Y Karl May, del que escribe: "El lector de Karl May se encuentra en la estupenda disposición del perfecto aficionado literario a la aventura: saber que en cada página va a pasar algo y que ese algo puede ser cualquier cosa". De Savater también cabe mencionar Aquí viven leones. Viaje a las guaridas de los grandes escritores (Debate), firmado con su mujer, Sara Torres, su particular viaje por los lugares que habitaron Shakespeare, Leopardi, Agatha Christie, Valle-Inclán o Stefan Zweig. Y quien quiera lograr una brújula con la que adentrarse por los universos de todas las artes que interesan e inquietan al poeta y periodista de EL MUNDO Antonio Lucas, no hay como sumergirse en Vidas de santos (Círculo de Tiza). El "príncipe de los poetas", como le bautizó hace ya años Raúl del Pozo, ató algunos artículos publicados en este periódico por los que van y vienen su Arthur Rimbaud, Félix Francisco Casanova, Carson McCullers, Anaïs Nin, Sánchez Ferlosio y Carlos Oroza: "Era el beat de la bohemia de los cafés. El poeta que escribía prendiendo un barreno de dinamita (...), Carlos Oroza, vivía con una dieta de saimazas que nunca pagaba. Algunos días echaba el lazo a una estudiante con los dedos manchados de boli y entonces cambiaba el registro del cortado largo de leche por unas espinacas rehogadas en El Comunista".

Un sabio de las letras es/fue Vladimir Nabokov, que jamás tejió una frase que no hubiera escrito antes (ni siquiera para las entrevistas). Fruto de su trabajo como profesor en las universidades de Wellesley y Cornell (EEUU) se recogieron sus lecciones de clase en Curso de literatura rusa (Chejov, Tolstoi, Dostoyevski...) y Curso de literatura europea (Austen, Dickens, Proust, Kafka...), los dos títulos en Ediciones B. Puede que no se comulgue con todas sus ideas (sus recelos sobre el Quijote, por ejemplo), pero ahí están.La recuperación de series de artículos publicados anteriormente en prensa y luego editados en libros permite recuperar textos perdidos. Es el caso de la galería de personajes que Manuel Vicent reunió en Los últimos mohicanos (Alfaguara). Por allí desfilan, a su particular modo, Azorín, Umbral, Gómez de la Serna, González-Ruano, Vázquez Montalbán o Chaves Nogales. Javier Marías nos acerca en Vidas escritas (Debolsillo) a la obra de escritores conocidos o no tanto a través de algunas de sus peripecias vitales, otro modo de adentrarnos en los complicados y curiosos autores tan dispares como Lampedusa, Djuna Barnes, Adah Isaacs Menken, Mishima, Laurence Sterne o Faulkner ("Quiere la leyenda cursi de la literatura que William Faulkner escribiera su novela Mientras agonizo en el plazo de seis semanas y en la más precaria de las situaciones, a saber: mientras trabajaba de noche en una mina, con los folios apoyados en la carretilla volcada y alumbrándose con la mortecina linterna de su propio caso polvoriento").Hace una semanas hubo noticias (escasas) de Philip Roth, ya retirado voluntariamente de la literatura. Contaba sus numerosas lecturas, sobre todo de Historia, pero para nuestro consuelo pueden conseguirse las entrevistas que mantuvo en su momento con algunos de sus compañeros de armas más próximos (El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras, Seix Barral), muchos ya fallecidos: Primo Levi, Aharon Appelfeld, Saul Bellow, Mary McCarthy, Bruno Schulz, Malamud o Edna O'Brien.Y quien logre hallar Los hechiceros de la palabra (edciones m.r.), de Montserrat Roig, tendrá un tesoro. La escritora recopiló unas atrevidas, respetuosas y sugerentes entrevistas a personajes como Llorenç Villalonga (un encuentro inquietante), Benet (la tensión entre ellos se palpa) o Josep Pla ("sus palabras resultan fehacientes, fecundas, vivas"). El periodista Xavi Ayén aunó en el volumen La vuelta al mundo en 80 autores (librosdevanguardia) a un buen puñado de autores que fue entrevistando y que suponen todo un referente: Günter Grass, Imre Kertész, Lawrence Ferlinghetti, Wislawa Szymborska, Naguib Mahfuz, E.L. Doctorow, Haruki Murakami, Toni Morrison...Hay que tener, también, muy en cuenta el libro Hablan los escritores (Kairós), pues además de un largo encuentro (a veces en varios momentos) con el autor se incluye una introducción que siempre viene bien. Una breve lista que habla por sí sola: Ezra Pound, T.S. Eliot, Hemingway, Saul Bellow, Norman Mailer, Henry Miller, Evelyn Waugh... Y en otro volumen de la misma editorial, Conversaciones con escritores, la nómina se amplía: Robert Graves, Steinbeck, Kerouac, Burgess, Updike...La poeta Ana Maria Moix vivió aquella Barcelona irrepetible de los 60 y 70 cuando coincidieron en esa ciudad un tropel de creadores que hoy son leyenda. A algunos les engatusó para que hablaran de lo suyo y así nos dejó en herencia 24 x 24 (Península), unos encuentros fascinantes fijados con fotos de Colita: Carlos Barral, Rosa Chacel, Ángel González, su hermano Terenci, Pere Gimferrer, García Márquez, Mario Vargas Llosa y Jaime Gil de Biedma. Gracias a Ana Maria Moix sabemos cómo y por qué escribía el autor de Moralidades en 1973: "Escribo poco, sólo lo hago cuando es absolutamente necesario. A veces se me ocurre un poema y luego se me queda en una sola frase. Un poema viene cuando estoy andando, afeitándome, o hablando... No lo escribo. Intento olvidarme de él, que se vaya. A veces insiste, y vuelve a insistir. Si tanto insiste lo escribo para sacudírmelo de encima".José Manuel Caballero Bonald mantiene un vigor y una claridad de ideas asombrosos. Celebró su 90 cumpleaños (en 2016) con Examen de ingenios (Seix Barral), un centón de daguerrotipos de buena parte de la literatura en español de todo el siglo XX: Borges, Cela, García Márquez, Rulfo, Gil de Biedma, José Ángel Valente... No le tembló el pulso en sus opiniones. De 2013 es su Oficio de escritor (también en Seix Barral), en el que el autor de Entreguerras se remonta a Cervantes, Góngora, Cadalso y Quevedo. Y a Dostoievski, Mallarmé, Eliot, Onetti y Lezama Lima, de quien escribió: "Siempre asocio la imagen de Lezama a la de un docto caballero renacentista bien acomodado entre los estudios nobles, la vida contemplativa y la buena mesa". El que fuera el enfant terrible de las letras británicas de los 70/80, Martin Amis, publicó La guerra contra el cliché. Escritos sobre literatura (Anagrama), donde recoge sus textos sobre Lowry, J. G. Ballard, Updike, Lolita, Ulises, Las aventuras de Augie March o Truman Capote (además de sobre el ajedrez, el fútbol y el póker).Otros libros que deben tener su hueco: Enemigos de lo real. Escritos sobre escritores (Galaxia Gutenberg), de Vicente Molina Foix; Horas en una biblioteca (Seix Barral), de Virginia Woolf;Nuevas maneras de matar a tu madre (Lumen), de Colm Tóibín;Desde la ciudad nerviosa (Alfaguara), de Enrique Vila-Matas, o Doctor Pasavento, sobre Robert Walser, aunque toda su obra es un continuo vaivén de escritores; El amor de mi vida (Alfaguara), de Rosa Montero; Efectos personales (Anagrama), de Juan Villoro; Los abogados de la literatura (Galaxia Gutenberg), de Marcel Reich-Ranicki...Y Lecturas compulsivas (Anagrama), de Félix de Azúa, por donde desfilan Kafka, Unamuno, García Hortelano y, por supuesto, Sánchez Ferlosio y Juan Benet. En un texto sobre el autor de Nunca llegarás a nada, escribe: "Reconozco que es muy difícil prestar atención a la lectura, a cualquier lectura, dada la enormidad de entretenimientos que nos torturan todos los días, pero cada cual ha de saber lo que espera recibir a cambio de la diversión o del esfuerzo". Pues eso.Vargas Llosa sobre 'El Gran Gatsby' en 'La verdad de las mentiras"El gran Gatsby resulta la personificación del tiempo que describe, mundo fastuoso en el que coexistían el arte y el mal gusto, el honesto empresario y el rufián, la pacatería y el desenfreno y la arrolladora abundancia de una sociedad que, sin embargo, se hallaba al borde del abismo".Vladimir Nabokov sobre Tolstoi en 'Curso de literatura rusa'"Lo raro es que, de hecho, Tolstoi era bastante descuidado a la hora de tratar la idea objetiva del tiempo. Los lectores atentos han observado que en Guerra y paz hay niños que crecen demasiado deprisa o más despacio de lo debido". Somerset Maugham sobre 'Madame Bovary' en 'Diez grandes novelas y sus autores'"En términos generales, Madame Bovary da una impresión de realidad intensa, y eso se debe, a mi juicio, no sólo a que los personajes de Flaubert son sin duda verosímiles sino a que describe el detalle con extremada fidelidad". Javier Marías sobre Rilke en 'Vidas escritas'"Como buen poeta, Rilke comulgaba mucho, no sólo con los animales sino con los astros, la tierra, los árboles, los dioses, los monumentos, los cuadros, los héroes, los minerales, los muertos (sobre todo con las muertas jóvenes y enamoradas), algo menos con sus vivos semejantes".J. M. Coetzee sobre 'Don Quijote' en 'Las manos de los maestros'"El lector del Quijote nunca sabe con seguridad si el héroe de Cervantes es un loco afectado por un delirio, si, por el contrario, interpreta conscientemente un papel -viviendo su vida como una ficción- o si su mente oscila de manera impredecible entre el delirio y la conciencia". Fernando Savater sobre 'La isla del tesoro' en 'La infancia recuperada' "La narración más pura que conozco, la que reúne con perfección más singular lo iniciático y lo épico, las sombras de la violencia y lo macabro con el fulgor incomparable de la audacia victoriosa, el perfume de la aventura marinera (...) con la sutil complejidad de la primera y decisiva elección moral, en una palabra, la historia más hermosa que jamás me han contado es La isla del tesoro".Caballero Bonald sobre Camus en 'Oficio de lector' "Denostado por la derecha, zaherido por la izquierda, instalado en los cómodos extrarradios de la política -o de las políticas al uso-, Camus pactó con Camus y se impuso sus privados estatutos para poder seguir siendo ese inflexible fustigador de todo cuanto llevara implícito el germen de la lectura".Manuel Vicent sobre Umbral en 'Los últimos mohicanos'"Francisco Umbral tenía un ángel lírico, libre y violento en cada yema de los dedos con que machacaba el teclado de la Olivetti según se levantaba de la cama ese día, unas veces marxista a la violeta, otras revolucionario, liberal, fascista, lambiscón, perdulario, machista, faltón, tierno o provocador, solo a condición de que el artículo fuera una pequeña obra de arte para subirse a su alero y tirarse al vacío para suicidarse". Martin Amis sobre Mailer en 'La guerra contra el cliché'"Norman Mailer es capaz de ser pícaro, de mostrarse petulante y de escribir con prisas, pero no de imaginar una amplia trama cómica. No obstante su ironía, su ingenio y su seguridad en sí mismo, carece, en esencia, de sentido del humor: en Mailer la risa es consecuencia de la certera observación de cosas que, por así decirlo, ya son risibles de por sí". Ignacio Echevarria sobre Onetti en 'Los libros esenciales de la literatura en español'"La publicación de La vida breve en 1950 jalona un cambio de rasante en la narrativa de toda Latinoamérica y, por extensión, en la de toda la lengua castellana (...). El estilo tortuoso, sensual e hipnótico de Onetti, su profunda y sombría visión del hombre y su ironía remota alcanzan su madurez en esta novela fundacional, a la que seguirán obras maestras como El astillero y Juntacadáveres".Félix de Azúa sobre Juan Benet en 'Lecturas convulsivas'"Una prosa a la que en ocasiones se acusa de difícil o tediosa. No lo puedo comprender. Es probable que quien eso diga también se aburra leyendo la Ilíada. La prosa de Benet es un instrumento de precisión, sólido y complejo, que exige una atención especial".

sábado, 9 de mayo de 2020

Entrevista a Fernando Vallejo

Fernando Vallejo: "La humanidad no tiene salvación"

ANTONIO LUCAS

Domingo, 29 septiembre 2019 - 02:02

El escritor colombiano, una de las grandes figuras de la literatura en español, publica 'Memorias de un hijueputa' (Alfaguara), una novela feroz sobre el presente de su país y del mundo occidental donde casi nada queda en pie

Fernando Vallejo acumula una voz suave, cadenciosa, cercana. Casi inesperada. Podría ser una voz perfecta para las cosas del alma si no contuviese una altísima dosis de lucidez y dinamita intelectual. Articula desengaños con una fiereza de colmillo asomado. Certezas crudas sobre el mundo contemporáneo, sobre su país (Colombia) y sobre la especie humana. Fernando Vallejo (Medellín, 1942) derriba con una sola frase hipocresías de todo corte y confección. Pero es un ciudadano de educación exquisita que cree en el fin de la especie humana y ama los perros sobre todas las cosas.

Cada uno de sus libros literarios (también ha publicado biografías, libros científicos y de lingüística) lleva adosada una importante carga desestibilizadora. Es autor de piezas memorables como La virgen de los sicarios o El desbarrancadero. La familia, la religión, Colombia, la política y la injusticia son algunos de los temas en los que clava la dentellada.

Después de 47 años fuera de su país natal, en marzo de 2018 dejó México para regresar a Colombia tras la muerte de su compañero, el escenógrafo David Antón, con el que convivió casi medio siglo. En absoluta soledad ha levantado su última novela publicada, Memorias de un hijoeputa, publicada por Alfaguara, una distriba contra la clase política y lo que sucede en el mundo, con todo el desacato de una escritura dotada de la mejor perturbación, de todo lo que el lenguaje puede hacer de insólito cuando queman las palabras.

Después de tantos años fuera de Colombia, que no sin Colombia, ¿en qué le ha gustado o disgustado el regreso?

No me quedó más remedio. Dadas las circunstancias en que vivía después del último terremoto y de la sucesiva muerte de mi amigo David, quien allá me ayudó a vivir durante 47 años, si me quedaba en México me iba a morir muy pronto y no podía dejar huérfana a nuestra perra 'Brusca', quien hoy me acompaña. Ella es la única razón que tengo para seguir viviendo. Y la falta de un revólver, que cuando llegue el día algún alma caritativa me conseguirá.

Sus 'Memorias de un hijueputa' abunda en la tradición de la literatura contra los tiranos que tanto pesó en parte de la literatura escrita en Latinoamérica durante el siglo XX, ¿de qué manera su libro está o escapa de ese canon?

De ninguna manera está. No está. Si yo ocupara el puesto del que dice "yo" en mi libro, mataría en un fusiladero a decenas de miles de colombianos. O a cientos de miles. Incluso a dos o tres millones. Más no porque entonces el país estaría irremediablemente perdido y yo perdiendo mi tiempo. ¡Pero para qué hablo de Colombia si la humanidad no tiene salvación!

¿Entonces para qué seguir escribiendo, por qué no esperar ya quieto?

Yo no escribo para salvar a la humanidad sino para desenmascarar a los bribones. Y esos son los que no se quedan quietos: siguen con su hipocresía estafando.

Hay algunos ajustes de cuentas, como los que perpetra contra varios presidentes de la república de Colombia, y también contra García Márquez, entre otros. ¿Quien queda en pie en este libro?

Nadie. Y García Márquez era un mal escritor. Su libro más famoso empieza diciendo que en Macondo el mundo era tan reciente que había que nombrar las cosas señalándolas con el dedo. ¡Y lo está diciendo en una de las pocas lenguas de civilización de las que hablaba Toynbee! Justo en la del 'Quijote'. Y el libro empieza con esto: "Muchos años después el coronel Aureliano Buendía...". Si era coronel, entonces en el país de Macondo había una jerarquía militar, y para que esta apareciera en la historia de la humnidad se necesitaron milenios. Y si el coronel tenía nombre y apellido, entonces no había que señalarlo con el dedo. Gabito era un pendejo, entendida esta palabra con la carga semántica que tiene en México.

El 'boom' latinoamericano dejó notables novelas sobre tiranos, ese mismo fenómeno literario (el 'boom') del que se siente tan alejado. ¿Hay reconciliación?

Mi novela no trata de un tirano: el que en ella dice yo soy yo, un santo. ¿No ve que yo amo inmensamente a los animales? Si por mí fuera fusilaría ya a los matarifes, a los carniceros y a los restauranteros que venden carne. Acabaría con la ganadería, la industria porcina, la industria avícola, la caza y la pesca en los ríos y en el mar. Quemaría las carnicerías, los rastros y las iglesias, y de la infame religión de Cristo no dejaría ni un rescoldo. El Cristo que hoy tenemos es uno armado por la secta católica (nombre que conserva hasta ahora la Iglesia de Roma), una de las 20 sectas cristianas que había en el año 320 cuando se subió al carro del triunfo de Constantino y al poder y reprimió a las otras, y estas cada una con su Cristo, todos inexistentes, legendarios, y todas posteriores al año 100. De antes nadie puede probar que hubiera cristianismo. Y el Cristo que quedó, el que conocemos en Occidente y al que detesto, no tuvo ni una sola palabra de compasión por los animales. Insultaba como Lenin o como Fidel Castro con nombres de animales: a los fariseos los llamaba serpientes, a Herodes Antipas zorro, y decía que no había que echarles las perlas a los cerdos. Yo les tiro hostias consagradas a estos pobres animalitos, mi prójimo, mis hermanos. 'Brusca', mi perra, duerme conmigo, y gracias a que la abrazo cuando se me antoja puedo conciliar el sueño.

'Hijueputa', en el ámbito del español, es igual insulto que elogio...

¿También en España? No sabía. En Colombia sí y allá decimos, por ejemplo, para ponderar la inteligencia de alguien: "¡Qué hijueputa tan inteligente!" Los idiomas son locos. Todos. Y ni se diga el español, que nació en España. Es un loco mayor, un hiperloco, un megaloco. ¡Cómo quieren que ande yo!

¿Quiénes soy hoy los peores tiranos?

Maduro, Putin, el engendro de Corea del Norte, los reyes sauditas, los ayatolas...

¿Las tiranías en Latinoamérica desaparecieron o sólo cambiaron la máscara?

Nada más fíjese en la tiranía de Maduro en Venezuela y en la de Daniel Ortega en Nicaragua para que se sienta en el siglo XIX. Ahí tiene una máquina para viajar en el tiempo. Mejor que la que inventó Wells.

¿De qué le ha salvado la literatura, si es que salva de algo?

De la aburrición. Y de mí mismo y del vacío de mi vida, que en buena parte he llenado con libros, ajenos o propios, y con muchachos. De los unos y de los otros no me queda sino el recuerdo.
La ironía es parte también de este libro, ¿como ejercicio de cinismo o de escepticismo?
La ironía pertenece no solo a la literatura, sino también al lenguaje de la vida. Una forma entre muchas de decir las cosas. Y yo no soy cínico ni escéptico: soy optimista. Ya esto se va a acabar. Y muy pronto. La vida mía y la del planeta. Por el desastre ecológico o por una guerra nuclear. ¿Cuántas es que son las ojivas nucleares que hay en el mundo? ¿Veinte mil contando las de Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra, Francia, Israel, Corea del Norte, Pakistán y la India? ¿Veinte mil? ¿O un poco más? Póngale veintiunmil. ¡Qué dicha! Va ser una fiesta de fuegos de artificio. Como los de Medellín el 24 de diciembre en plena noche, a las 12, cuando nacía el Niño Dios. El tal Niño ya creció y se está muriendo junto con Dios.

La blasfemia es otro de sus 'recursos' más reconocibles. La Iglesia es una de sus dianas (recuerdo 'La puta de Babilonia'). ¿En qué momento tomó conciencia de ese rechazo?

Cuando adquirí plenamente el uso de la razón, a los 12 años, o sea cuando mastiqué mi primera hostia: pan ázimo, insípido, bobalicón. ¡Puf! Me alejé del colmulgadero y la escupí.
La injusticia y la estupidez son también motivo de batalla en su escritura.
¿Cuando media humanidad, sin contar los académicos de la lengua, se sienta a ver veintidós adultos infantiles dándole patadas un balón, lo podemos calificar de estupidez? ¿Y qué injusticia mayor que la reproducción, sacar a un ser que está en paz en la paz de la nada para traerlo al horror de la vida y al horror de la muerte?

¿Le interesa la literatura de intención moral?

A mí lo único que me interesa hoy día es la moral, pero no la de las infames religiones semíticas, a saber el judaísmo, el cristianismo y el mahometismo, ni la de las otras, sino la mía, la que dice: "No te reproduzcas, que no tienes derecho; y respeta a los animales, que son tu prójimo". Y sí. Son personas como tú y como yo, individuos con recuerdos únicos, irrepetibles por más vueltas que den los mundos. En cuanto a la literatura, no tiene que ver con la moral. Y mucho menos los catecismos y los devocionarios. Mis libros sí. Y no podrá haber más moral en el mundo que la mía, la única posible. ¡Bendita sea la lengua española en que estoy hablando! Pero no pensando porque yo ya no pienso, divago arrastrado por el caos. ¿O usted cree que la del judeocristianismo es moral? Lea el Levítico y verá. Ahí encontrará a Yahvé, el que hizo el mundo en seis días, excitado por el olor de la carne asada de los animales que le sacrifican. A mí se me hace que a Yahvé no se necesitaba asarle la carne. Dada su omnipotencia Él la podía digerir cruda.

¿Cuál es para usted la literatura más cobarde?

Tampoco la literatura tiene que ver con la valentía. Borges, por ejemplo, y según afirmación de él mismo, no opinión mía, era un cobarde.

¿La literatura es una experiencia política?

La política es despreciable: ambiciones personales disfrazadas de altruismo. Mire a esos mequetrefes que tienen ustedes de jefes de los partidos políticos. A Pablo Iglesias, por ejemplo, quien le pone de nombre a la coalición de partidos que preside "Unidas podemos". ¿Por qué en femenino? En español "unidas", como en este caso, solo significa a las mujeres. "Unidos", en cambio, significa tanto a los hombres como a las mujeres. No puede este tontarrón violentar de semejante manera a una lengua de mil años. Que se dedique mejor a cambiar el genoma humano a ver sin en vez producir atropelladores y ambiciosos y mentirosos de la política produce gente honorable.

¿Se reconcilió con España?

Cuando en una reunión de esas de burócratas de la Unión Europea pagados con millones se votó para ponernos visado a los colombianos para entrar a sus países, Mariano Rajoy, el representante de España como vicepresidente que era entonces de Aznar, se abstuvo. Nos pusieron el visado, que seis escritores y un pintor colombianos ya veíamos venir de tiempo atrás y por ello habíamos dirigido una carta al gobierno español advirtiéndole de que si permitía que nos lo pusieran no volveríamos nunca más a España. De los siete que firmamos [también Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Héctor Abad Faciolince, Darío Jaramillo, William Ospina y el pintor Fernando Botero] solo yo cumplió su palabra y nunca he vuelto ni volveré. Los demás volvieron. Entre ellos el Gabito.

¿Cuál es el terror más insoportable para usted?

Morirme asfixiado en un ataúd o en un avión que cae al fondo del mar, o dejar a mi perra 'Brusca' huérfana. Cuando la recogí en la calle, en México, perdida, hace cinco años, lo hice renunciando a la bendición de morirme mientras ella viviera. En esas estoy. Ahora ya ni sé cómo va a terminar esto. Dificilísimo el asunto. Otro más para el que no tengo solución. Tampoco he podido entender nunca la gravedad ni la luz. Ni el espaciotiempo del marihuano Einstein.

¿Y el problema más acuciante de este momento histórico?

Con el desastre ecológico y el arsenal nuclear de que le hablado siento que estamos a un paso del final de la Historia. ¿Se imagina usted el planeta Tierra sin historiadores? ¿Tantas guerras e infamias realizadas, quién las va a contar?

En esta sociedad cada vez más tecnologizada y robótica, ¿qué lugar ocupan el pensamiento crítico y el arte?

Ninguno. Además ya no existen. Lo poco bueno que había lo acabaron. Aquí abajo no quedó piedra sobre piedra ni va a quedar pájaro cantando.

¿Se considera un autor incómodo?

¡Pues claro! Para los que se ofenden con mi optimismo.

¿Sigue tocando el piano?

Machacándolo, como decíamos en el conservatorio