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lunes, 4 de septiembre de 2023

Edward Bernays, el genio de la manipulación que además era sobrino de Freud

Edward Bernays y el arte de manipular, El Mundo, 22 NOV. 2017:

Tal día como hoy nació el creador de esta idea: un automóvil no lo necesitas [hace más me medio siglo] pero te hará más feliz. Y EEUU fue un país sobre ruedas. Y logró que las mujeres fumaran, que el hombre llevara el reloj en la muñeca. El Reina Sofía le recupera

Como los de muchos hombres verdaderamente poderosos o inmensamente ricos, el nombre de Edward Bernays, inventor de la propaganda y las relaciones públicas, resulta desconocido pese a haber sido uno de los más influyentes del siglo XX, que vivió casi completo. Si usted se siente atraído irremediablemente por un producto que, si se para a pensarlo, en realidad no necesita o siente simpatía por un partido al que no sabe por qué vota, es porque ha sucumbido, como todos, a las artes de ese mago de la manipulación que fue Edward Bernays.Antes de él, los estadounidenses no desayunaban huevos con panceta, los varones no llevaban reloj de pulsera y las mujeres no fumaban porque estaba mal visto. Todas estas transformaciones las ideó este vienés nacido el 22 de noviembre de 1891 y doble sobrino de Sigmund Freud: la madre de Bernays era Anna Freud, hermana del creador del psicoanálisis, quien estaba casada a su vez con Martha Bernays, hermana del padre de Edward. La familia de éste emigró a Estados Unidos siendo él niño. Para 1912, Bernays se había graduado en agricultura y en periodismo, a partir de lo cual empezó a publicar una revista sobre investigación médica. Desde Europa, su tío Sigmund le enviaba sus escritos por si eran de interés para el boletín, y así fue como el joven supo de la existencia de un conjunto de pulsiones inconscientes, a las que su tío aludía como el ello, que gobernaban buena parte del proceder de cualquier individuo. Todo el trabajo de Bernays tomó como fundamento el descubrimiento de esos mecanismos que pronto entendió susceptibles de ser manipulados con fines económicos -de consumo- y políticos. No había atisbo de mala conciencia en él, convencido como estaba de que la propaganda y su versión light, las relaciones públicas, eran disciplinas necesarias para «convivir en una sociedad funcional sin sobresaltos». En su libro de 1928 titulado precisamente Propaganda, resumía su maestría en el arte de conseguir que las personas se comportaran de manera irracional si se lograba vincular los productos (o las políticas) con sus emociones y deseos más acendrados. Durante la I Guerra Mundial, se puso al servicio del Gobierno de EEUU para motivar a los jóvenes para que se alistaran en el ejército. Después lo contrató la Compañía Americana de Tabaco, que no tenía bastante con los millones de fumadores varones que había en el país. Bernays envió a un grupo de jóvenes modelos a marchar en el desfile de Pascua de Nueva York y avisó a la prensa de que aquellas mujeres iban a encender «antorchas de libertad». A su señal, las chicas encendieron cigarrillos Lucky Strike frente a los fotógrafos. La operación la remató contratando a cientos de mujeres para que fumasen en lugares públicos y pagando a directores de cine para que las actrices fumasen en sus películas, hecho que al poco tiempo se consideró moderno y sofisticado. Las tabacaleras y el propio Bernays se hicieron ricos con aquella campaña maestra en lo que hoy llamamos normalización de un hábito mal visto con anterioridad. El agrónomo y periodista vio antes que nadie el potencial mercantilista de las teorías de su tío. Él hizo surgir la asociación entre automóvil y masculinidad, y la del reloj de muñeca -que por iniciativa suya comenzaron a llevar los soldados en las trincheras- con la hombría y el coraje. La conquista por las tabacaleras del mercado femenino obedecía a un mecanismo semejante que debía mucho a Freud: fumar era para ellas una manera de apropiarse de un atributo masculino, algo que según el eminente psiquiatra desea inconscientemente toda mujer. Bernays, de confesión judía, dijo haberse distanciado del término propaganda cuando se enteró de que Goebbels consultaba su libro Cristalizando la opinión pública. Pero propaganda era convencer a cada estadounidense de que necesitaba un coche -y que, por tanto, había que desmantelar los tranvías- y, sobre todo, orientar al electorado hacia un modelo de dos partidos hegemónicos para evitar la fragmentación del voto y el «caos».

Los lobbies estaban encantados con Bernays. El del sector cárnico lo enroló para hacer ver a todos los norteamericanos que un desayuno en condiciones debía incluir bacon, y así quedó establecido en cada hogar del país y luego en los hoteles de todo el mundo. La United Fruit Company acostumbraba a poner y quitar gobernantes en las repúblicas centroamericanas, que Bernays bautizó como «bananeras». Cuando el Gobierno reformista de Guatemala quiso frenar su poder, el publicista se las arregló para hacerlo quedar ante el mundo como «comunista».En sus más de 103 años de vida -falleció en 1995-, Bernays trabajó para mejorar la imagen de firmas como Monsanto, Shell, Boeing, General Motors, Pfizer y Goodyear. Asesoró en cuestión de relaciones públicas a varios presidentes de EEUU, entre ellos Wilson, Hoover y Eisenhower. Calvin Coolidge fue quien más necesitó de sus servicios: para contrarrestar su imagen de persona distante y poco empática, a Bernays se le ocurrió organizar desayunos en la Casa Blanca a los que acudían estrellas de Hollywood, maniobra con la que logró que apareciera en las portadas de los periódicos.Una buena manera de profundizar en la figura de Bernays se presentará el próximo 4 de diciembre con la proyección en el Reina Sofía de la serie de Adam Curtis para la BBC El siglo del yo, que presentará el periodista de EL MUNDO Luis Martínez.

Cómo hay que manejar la mente sin que se note

El sueño de Bernays se ha materializado, dos décadas después de su muerte, en realidades hoy comunes como los expertos en mejorar reputaciones en internet y, a nivel general, en el manejo de los asuntos mundiales por parte de grandes corporaciones. Él hablaba de un «gobierno invisible» que todo lo podía: «Nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos son formados, nuestras ideas son sugeridas, mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar...». Hombres como él mismo. En 1955 publicó el libro 'La ingeniería del consentimiento', que definió como «la manera de controlar la mente de la gente sin que ésta lo note» y que venía a ser, claro, 'la negación del consentimiento'.

jueves, 1 de abril de 2021

La prueba del cinco

Antonio Escohotado. "La prueba del cinco", en Libertad Digital, 2018-10-14:

La prueba del cinco

La afasia más reciente y extendida insiste en pontificar sobre economía, política y sociedad apoyándose sobre un puñado de clichés anacrónicos. Me refiero concretamente a cinco términos: "izquierda", "derecha", "extrema", "ultra" y "fascista".

La afasia más reciente y extendida insiste en pontificar sobre economía, política y sociedad apoyándose sobre un puñado de clichés anacrónicos. Me refiero concretamente a cinco términos: "izquierda", "derecha", "extrema", "ultra" y "fascista".Dolores Delgado, uso repetidamente los calificativos "derecha, extrema derecha y extrema extrema derecha" en su última comparecencia | EFE

Que las palabras tengan sinónimos es la mejor demostración de que ninguna monopoliza el pensamiento o, si se prefiere, de que la inteligencia desborda siempre cualquier modalidad fija de expresión. Amor sugiere afecto, cariño, devoción; longitud evoca distancia, espacio, etcétera, y ningún término hay carente de análogos salvo para el afásico, alguien que por distintas causas –sobre todo traumatismos o una tara congénita- resulta incapaz de hablar y escribir creativamente, aprendiendo de manera simultánea multitud de palabras y la sintaxis de cada lengua, cierta lógica tan estricta como restringida a ella. La creatividad le resulta vedada porque no logra participar en ese aprendizaje paralelo, o algo como un balazo afecta parte de su cerebro, y pasa de manejar digamos 1.000 términos a 10 o 37.

Wittgenstein, padre del positivismo lógico, exhibió a mi juicio una afasia siquiera sea muy leve cuando propuso que "los límites del lenguaje son los límites del mundo", aunque quizá se tratase solo de maximalismo combinado con incultura filosófica, pues la historia del pensamiento enseña hasta qué punto hay o no hay oídos sensibles a sentidos implícitos. De lógoi, por ejemplo, que Homero usa en plural como sinónimo de cosas dichas junto al hogar, Heráclito extrae el singular lógos, definiéndolo como lo común y rector del cosmos; de indivisible (átomos) extrajo Demócrito la física más aceptada, y de aspecto (eidos) extrajo Platón nada menos que el concepto de idea.

El enjambre potencialmente infinito de cosas y relaciones es lo que compartimos con los demás.

Digamos que la inteligencia percibe los secretos del lenguaje, como un virtuoso descubre las posibilidades de su instrumento, y que los sinónimos en general son las modulaciones que cada intelecto añade a cada cosa, por supuesto relacionada con todas demás en mayor o menor medida. El enjambre potencialmente infinito de cosas y relaciones es lo que compartimos con los demás; así como aquello que permite al poeta y al sabio ensanchar de vez en cuando el campo del significado, nombrando lo hasta entonces inefable. Antes o después esas innovaciones se incorporan al acervo común, y el tesoro resultante no es el límite del mundo sino más bien el principio de su expansión, donde qué y quién –lo objetivo y lo subjetivo- van fecundándose por ósmosis conceptual.

Naturalmente, los esquimales tienen más palabras para hielo que las gentes de climas templados, y los tuareg más palabras para arena; pero el lenguaje es para todos nosotros un vehículo de comunicación, y también de expresión, que puede estudiarse con la exactitud más rigurosa en términos gramaticales y fonéticos, sobre todo desde el oscilógrafo acústico. No hay duda que letras y sonidos van de la mano con la geografía, por ejemplo, y que más allá de tal río o cordillera se pronuncia de manera marcadamente distinta, cosa tan asombrosa como innegable, y que la anatomía de cada individuo –garganta, mandíbula, dientes- juega un papel no menos destacado.

El fascismo dejó hace mucho de representar a Mussolini o a Hitler, y hoy significa "ideología del que no profesa la mía".

Pero lo divino del ser humano es su mente o espíritu, como decía Aristóteles, no un lenguaje que compartimos con muchos animales, pues ningún órgano de comunicación y reflexión agota la inteligencia capaz comunicarse y reflexionar, y el error más común entre nosotros es identificarla con el pensamiento consciente. La esfera del designio es solo lo visible de ese iceberg, cuyas nueve partes sumergidas son para nosotros impersonales e inconscientes, inasequibles para el delirio yoico del corazoncito, que solo pasa a merecer el nombre de corazón cuando cada cual reconoce la mezquindad del discurso autoreferencial.

Pero traigo este largo prólogo a colación de la afasia más reciente y extendida, que insiste en pontificar sobre economía, política y sociedad apoyándose sobre un puñado de clichés anacrónicos, puro corazoncito sin corazón, que caben en los dedos de una mano y desafían la facultad universal de encontrarle sinónimos a todo. Me refiero concretamente a cinco términos: "izquierda", "derecha", "extrema", "ultra" y "fascista".

El domingo pasado, ante la visita de dos amigos, les propuse hablar del actual Gobierno sin mencionar ninguno de ellos, y tras acordarlo -en principio sin la más mínima vacilación- ninguno acertó a formar dos frases sin recurrir a ellos. Yo iba levantando la mano cada vez, mientras decía "sinónimo por favor", y el amistoso intercambio de pareceres acabó como el rosario de la aurora. Me pareció que el experimento prometía, y el martes tuve ocasión de repetirlo con tres personas, incorporando a una dama que, por cierto, fue junto conmigo capaz de sortear los clichés en todo momento, aunque la charla terminase en términos todavía más destemplados, entendiendo los otros dos que somos "extrema derecha fascista".

El tesoro lingüístico se cortocircuita al tocar ciertos campos, como en el test de asociaciones libres la coherencia cesa al aparecer palabras ligadas con complejos

De nada sirvió recordar el punto inicial de coincidencia –esto es: que, por fortuna, tanto el nazismo como el fascismo no sobrevivieron a la segunda guerra mundial, y son desde entonces mini-grupúsculos muy desperdigados-, porque fascismo dejó hace mucho de representar a Mussolini o a Hitler, y hoy significa "ideología del que no profesa la mía". Al menor indicio de disidencia conceptual, la falta de aparato histórico y léxico instalada con la corrección política estalla, y antes de reconocer que por una razón u otra la afasia reina en este terreno, los contertulios nos mandan a freír espárragos.

Pero ¿por qué la prueba del cinco sume en silencio, o desata invectivas, en vez de sugerir que el tesoro lingüístico se cortocircuita al tocar ciertos campos, como en el test de asociaciones libres la coherencia cesa al aparecer palabras ligadas con complejos? Ya he explicado, y por largo, el malentendido de llamar con el mismo término al socialismo democrático y al mesiánico, pues ser programas incompatibles convive con llamamientos continuos a una "unidad de la izquierda". También expliqué por largo cómo la derecha se fue al centro desde finales de los años 40, estimulada por el Plan Marshall.

Por eso mismo, me parece actual y urgente hacer la prueba del cinco con amigos y conocidos, y que cada cual le busque explicación a ese colapso del verbo. Pero preparémonos, en ese caso, para que no queden ni cinco.

sábado, 25 de abril de 2020

Cómo nos manipulan para desmantelar la educación pública

Cómo nos manipulan para desmantelar la educación pública


Ansiedad, estupefacción, incertidumbre. Nos encontramos, desde hace tiempo, bajo una avalancha de mentiras y manipulaciones orquestada por los gobiernos, los medios de comunicación y los gabinetes de prensa de las grandes corporaciones. Su intención: anular nuestra capacidad crítica y paralizarnos ante este saqueo de lo común que algunos llaman “crisis”. Para escapar a tanta propaganda, tal vez nos puedan ayudar las diez técnicas de la manipulación política que enumera Noam Chomsky.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La polémica sobre la materia de Educación para la ciudadanía y los derechos humanos, una mera introducción a la asignatura de Ética, fue utilizada para desviar la atención sobre los primeros graves recortes que realizó el Gobierno actual. Centrarse en partes concretas de medidas, para silenciar otras partes tanto o más impopulares, es otra de las estrategias habituales de manipulación. Ante el desmantelamiento actual de las universidades públicas, se llama la atención sobre la desmesurada subida de tasas o la disminución de becas, pero no se habla del ataque contra la autonomía de los centros o el desembarco de las empresas privadas en la universidad. En el último decreto contra la sanidad y la educación públicas, que supone un atentado contra los derechos humanos y lo que quedaba de estado del “medioestar”, los mass media han estado más centrados en temas tan importantes como las desventuras cinegéticas de la casa real, la expropiación por Argentina de la filial de una empresa privada o eventos deportivos. ¿Qué medidas terribles tomará pronto el gobierno contra la población, sabiendo que dentro de poco se juega la Eurocopa de fútbol y después las Olimpiadas?

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2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desea hacer aceptar.

En el caso de la educación, entre los principales objetivos del gobierno, la banca y las corporaciones están:

a) el desmantelamiento de la educación pública para favorecer a la educación privada, sea concertada o no;

b) la distribución clasista, desigual, de los recursos dentro de la educación pública: más recursos para los centros de las zonas de mejor nivel socioeconómico, a costa de restar recursos a los de las zonas con más carencias;

c) imponer un modelo de educación autoritaria, preferentemente dentro del ideario más ultracatólico, frente al modelo de educación en valores de autonomía moral, democracia y defensa de los derechos humanos.

Las medidas del gobierno van a provocar la degradación de la educación pública y la aparición de guetos educativos en los que las subidas de las ratios van a dificultar gravemente la práctica educativa.

Estos problemas pueden servirle al poder para la consecución de sus planes no declarados, utilizando el método de “problema-reacción-solución”:

a) Problema provocado por las medidas: degradación (provocada) de la educación pública; reacción buscada en la opinión pública: reclamar mejor gestión de los centros educativos; solución propuesta desde el poder: aumentar la financiación pública de centros privados y promover la gestión privada de centros públicos. La rentabilidad en la dirección de los centros ya es más importante que el mismo proyecto educativo: en el nuevo procedimiento para optar a la dirección de los centros educativos en la Comunidad de Madrid, se valora más  la viabilidad del proyecto que la adecuación a las características del centro y su entorno educativo (fuente: http://www.madrid.org/boletin/CM_Orden_BOCM/2012/04/26/BOCM-20120426-6.PDF pág. 7).

b) Problema provocado por las medidas: formación de guetos educativos; reacción buscada en la opinión pública: demanda de una (ilusoria) libertad de elección; solución propuesta desde el poder: modelo de área única para afianzar una distribución desigual de los recursos.

c) Problema provocado por las medidas: en esos futuros guetos educativos habrá cada vez más problemas de convivencia debido a los recortes (falta de presupuestos, subida de las ratios, aumento de las horas lectivas, competencia entre centros por recursos, etc.); reacción buscada en la opinión pública: demanda de más disciplina en las aulas; solución propuesta desde el poder:establecimiento de un enfoque autoritario y represor en la educación y promoción de los centros privados más ultraconservadores.

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3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas.

Por ejemplo: en los institutos públicos, la Comunidad de Madrid está despidiendo una media de 2.500 profesores por año. Gradualmente, también, se van aumentando las ratios, el número de periodos lectivos y se van disminuyendo los presupuestos. Pero además, en España, se utilizan los recortes en las distintas Comunidades Autónomas como una manera de ir convenciendo al público de la inevitabilidad de ellos.  Cataluña, Valencia o Madrid –y ahora también Castillala Mancha– se van convirtiendo en avanzadillas de medidas impopulares que, poco a poco, van compartiendo el resto de autonomías.

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4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

En el caso del desmantelamiento de la educación pública, debido a la falta de argumentos a su favor, el gobierno no tiene más remedio que inscribirlo en el discurso general de las exigencias ineludibles de la crisis (reducir el déficit, calmar a los mercados), cuando todos sabemos que más que hablar de crisis, habría que hablar de estafa–un trasvase de recursos de las clases populares a la élite financiera y corporativa.

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5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad”.

Por ejemplo,  la implantación de centros mal llamados “bilingües” –un verdadero caballo de Troya que sabotea desde dentro la educación pública– se ha querido vender por la Comunidad de Madrid mediante una campaña protagonizada por niños y grafismos infantiles, para anular así la capacidad crítica de los adultos.



6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

Por ejemplo, la campaña dela Comunidad de Madrid “Respetemos y apoyemos a nuestros profesores”, que trataba de infundir miedo en la gente acerca de un supuesto problema actual de agresión en los centros educativos. Fue una campaña que pretendía reforzar una idea autoritaria de la enseñanza, y promover centros, como es el caso de muchos privados, más basados en la disciplina que en la formación de ciudadanos libres y autónomos.



7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores.

Las élites promueven la ignorancia ente las clases populares y se nutren de esa misma ignorancia para conseguir sus fines. El gobierno promueve la ignorancia de variadas maneras:

Desprestigia todos los conocimientos que no tengan un valor inmediatamente práctico; de hecho, en la legislación ya se está utilizando la palabra “competencias” en vez de “conocimientos”.
Los saberes humanísticos o artísticos son gradualmente suprimidos de los planes de estudio. Se cierran escuelas de arte y los centros dejan de ofertar distintos itinerarios de bachillerato.
Se quiere que los alumnos cada vez más pronto deban inclinarse por el bachillerato o la formación profesional. A esta misma formación profesional se le resta su componente de formación teórica –necesaria para dotar de una base al trabajador que le sirva para toda su vida profesional– a cambio de realizar más horas de práctica en empresas.
En cuanto a la universidad, se suben las tasas y se reduce la posibilidad de acceso a las mismas, para dificultar su entrada a los que menos tienen. Además, se pone en peligro el futuro de carreras de humanidades que no cuenten con una demanda muy alta.
Se promueve la escuela concertada de carácter religioso. En Madrid se está dejando a la mitad de la población que se eduque en centros de este tipo. El que sean centros donde se paga una aportación no significa que la calidad esté garantizada, ya que no pasan por los controles que pasa la enseñanza pública. Quizá deberíamos empezar a pensar en que la mediocridad está garantizada en la mayoría de éstos centros, dónde los profesores trabajan más horas, y los medios son menores.
Además, los políticos y los medios propagan prejuicios en la población que luego servirán de caldo de cultivo para la aceptación de sus medidas impopulares:

Se mercantiliza la educación difundiendo la idea de que el conocimiento debe estar en función de aumentar la “empleabilidad” del estudiante, no del afianzamiento de su autonomía personal o de su sensibilidad.
Se permite la entrada de empresas privadas que infunden la identificación del alumnado con los intereses empresariales: ideología del “emprendedor”, aprendizaje de la sumisión mediante la llamada “gestión de las emociones”, etc. Por ejemplo, se han introducido nuevas asignaturas en las que se muestra cómo crear empresas −en el IES Beatriz Galindo imparte ponencias un miembro de la plantilla de ING Direct.
Se repite la falsa idea de que hacer estudios superiores no sirve de nada, cuando es un hecho que hay menos desempleo entre universitarios.
Es más: ¿llegará a ser penalizado quien enseñe “más de la cuenta”?


8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto… En las películas y series de televisión dirigidas al gran público la figura del niño o adolescente con interés por el saber suele ser objeto de escarnio (es el “empollón”, el “nerd”, el “friki”, etc.). Al que quiere estudiar se le tacha de inadaptado, y la señal del triunfo es ser muy “popular” en el instituto o tener éxito como deportista.

Apenas se promueve la divulgación de saberes en los medios. Lo único que prolifera son anécdotas banales sobre famosos o eventos deportivos. Las decisiones políticas se dejan en manos de expertos tecnócratas, que tratan de convencer a la población de la inaccesibilidad de sus conocimientos usando terminología científica para conceptos fácilmente comprensibles, cuando no eufemismos que rayan lo ridículo.

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9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Este ataque propagandístico está siendo realizado a dos colecticos: profesores y alumnos.

El vapuleo al colectivo de profesores desde los medios y los gobernantes (“sólo trabajan 18 horas”, “son unos vagos”, “si no votan a favor del bilingüismo es porque no quieren aprender inglés”, etc.) es un ataque inscrito dentro del ataque general que se está haciendo al funcionariado, elegido como chivo expiatorio, para convencer a la población del desmantelamiento y privatización de la sociedad del bienestar (“los funcionarios deben olvidarse del cafelito y de leer el periódico”, etc.) Se nos intenta convencer de que los problemas de la educación son debidos al profesorado.Por ejemplo, el testimonio de una profesora de matemáticas que ha estado siendo acosada por inspección por los bajos resultados en selectividad de un grupo suyo de ¡38 alumnos! Una muestra de cómo se quiere culpabilizar a los profesores de fracasos que tienen que ver con causas sistémicas provocadas por decisiones políticas tales como las subidas de las ratios. Por otra parte, a los estudiantes que tienen peores resultados debido a su entorno familiar y socioeconómico se les persuade para que no achaquen su fracaso a la escasez, cada vez mayor, de medios que le ofrece el sistema social y educativo. En su lugar, se trata de que atribuyan, tanto ellos como sus padres, estas dificultades en el aprendizaje a una presunta “falta de esfuerzo” individual. Y al menosprecio hacia este alumnado se le añade la idea elitista de que los alumnos con mejores resultados lo son por ser “excelentes”.

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10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

En este caso, es significativo cómo se ha puesto de ministro de educación no a alguien procedente del sector educativo sino a un sociólogo, José Ignacio Wert, experto en sondeos de opinión y análisis de audiencias, que ha sido vicepresidente dela Asociación Mundial de Profesionales de la Investigación de Mercados (ESOMAR), así como Director de Relaciones Corporativas del Grupo BBVA.

Así nos manipulan. Noam Chomsky

ASÍ NOS MANIPULAN (Noam Chomsky)

Más desarrollado aquí.

1. DISTRAER

Evitar que la gente se fije en los temas importantes de verdad.

2. CREAR PROBLEMAS

Para después ofrecer soluciones.

3. GRADUALIDAD

Imponer normas inaceptables «poco a poco» para evitar revoluciones.

4. DIFERIR

Es más fácil asumir un sacrificio futuro que uno inmediato.

5. INFANTILIZAR

Tratar a la gente como a niños.

6. IDIOTIZAR

Hacer creer que ser estúpido, vulgar, gregario y mediocre es una moda.

7. EMOCIONALIDAD

Fomentar que la gente sea más emocional que crítica.

8. AUTOCULPABILIDAD

Hacer que los individuos se depriman, inhibiendo así sus acciones.

jueves, 16 de abril de 2020

Las 20 reglas del COVID según José Luis Gómez Garavito

20 Reglas del COVID-19:

1. No puedes salir de casa, pero si lo necesitas, si puedes.

2. Las máscaras no sirven de nada, pero sí sirven, si puedes pontela, o si no un foulard o no te la pongas porque en realidad solo sirven si estas contagiado, pero puedes estar contagiado y no lo sabes. Entonces sí, las máscaras sí sirven, pontela. Ah, qué no hay? Pues no te la pongas, porque no sirve para nada.

3. Las tiendas están cerradas, excepto las que están abiertas. Los chinos de las tiendas han cerrado, porque es un virus chino, pero no digas eso porque es racista. Pero el sur de Europa es malo y eso no es racista. Y los chinos no abren porque al final el negocio era un lavadero de dinero y no hace falta abrir y el virus es chino pero mejor es culpa de Italia. Y es que los chinos se comen cualquier cosa y en occidente solo nos comemos animales que son bonitos.

4. No hay que ir a los hospitales, a menos que necesites ir, solo hay que ir en caso de emergencia ¿Cuándo es emergencia? Si ves que te estás muriendo es emergencia, entonces vete. Si no, quédate en casa porque es como una gripe… Bueno, es como una gripe fuerte. Bueno, es mucho peor que una gripe. Bueno, puede que mueras. Si tienes más de 60 muerete directamente, no molestes.

5. Los guantes no ayudan, pero pueden ayudar.

6. La comida en el supermercado no faltará, pero hay muchas cosas que faltan si vas al final del día pero no hay que ir por la mañana. Vete al final del día mejor y si falta algo vuelves al día siguiente. No, no, mejor no salgas.

7. Después de ir al supermercado, deja los zapatos en la puerta y lava la ropa a 60º, si la lavas normal el virus no se irá. Que esté dando vueltas 1 hora en la lavadora con jabón a 40º no mata el virus. Eso sí, si lo tienes en las manos, con que te las laves 2 minutos ya lo has matado.

8. El virus no afecta a los niños excepto en aquellos que lo tienen. Bueno, ingresan muchos niños, pero más personas mayores (como en todas las enfermedades). Así que no, no afecta a niños.

9. Los animales no están contagiados, pero a pesar de todo un gato dió positivo en febrero en Bélgica... Cuando aún no se hacían pruebas a nadie, pero a este gato sí porque nos caía muy bien, y ya está. Los animales no lo tienen, solo algunos, pero no sabemos porque no les hacemos pruebas, así que están sanos. Aunque el virus lo han trasmitido los animales, pero ya no. Un murciélago, un pangolin, un Laboratorio, bueno no, fue un unicornio, o un panda, o un delfín. Un señor se comió una sopa de algo y la ha palmado!

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Y la continuacion(disculpen por lo largo o lo corto) . Tendrás muchos síntomas si estás enfermo, fiebre muy fuerte, pérdida de olfato y gusto, falta de aire, disnea....Pero también puedes enfermarte sin ningún síntoma, tener síntomas sin estar enfermo (embarazo psicológico) o ser contagioso sin síntomas o tener alergia a la primavera o alergia a la primavera y te mueres de todas formas pero no.

11. Para no estar enfermo, tienes que comer bien y hacer deporte, pero come lo que tengas a mano y no salgas a hacer deporte. Bueno, en casa puedes, hay muchos vídeos, todo el mundo hace deporte. Yoga yoga, haz mucho yoga.

12. No tengas contacto con personas mayores, pero tienes que cuidarlos y llevar a tus vecinos mayores compras y medicinas. Es decir, ten contacto.

13. Puedes pedir comida preparada que tal vez la haya preparado personas que no usan máscaras ni guantes. Pero cuando te llegue no te la comas y dejas que se descontamine por 3 horas afuera de la casa. Y después de las 3 horas mejor no te la comas y tirala. O llamas al repartidor y se la regalas para que se la coma porque está prestando un servicio esencial y tú que eres muy bueno le haces salir de casa y luego le dices que la comida es para el y te sientes mejor contigo mismo.

14. No puedes ver a tu madre o abuela, pero puedes coger un taxi y conocer a un taxista mayor o hablar con la de la farmacia que es una señora mayor muy simpática.

15. El virus permanece activo en diferentes superficies durante dos horas, no, cuatro, no, seis, no, no, no hemos dicho horas, tal vez sean días? Pero necesita un entorno húmedo. Oh, no, no necesariamente. Es que muta. Depende de la cepa. No, no. No ha mutado. Bueno un poco.

16. El virus permanece en suspensión en el aire, o no, o sí, tal vez... especialmente en una habitación cerrada. En una hora un enfermo puede contaminar diez, así que si cae un niño, todos vuestros hijos ya han sido contaminados en el Escuela hace tiempo, pero mejor las cerramos por que no se han contagiado todavía.

17. Se dice el número de muertos pero no se sabe decir cuántas personas están infectadas. Vamos a hacer pruebas masivas, pero mañana, no pasado, no la semana que viene. Bueno, ya las haremos, no hay prisa. Es que nos dieron mal los tests. Pues ya no las hacemos ala! si te sientes mal estás contagiado y ya está.

18. No tenemos tratamiento pero tal vez haya uno, que aparentemente no es peligroso y funciona pero en realidad no, o sí ,tal vez, es que solo ha dado buenos resultados en algunos pero no en todos, entonces tenemos tratamiento, pero no, no tenemos. Es que lo ponía en un artículo que está en inglés y con el traductor de google no nos ha quedado claro si hay tratamiento o no lo hay pero este 2020 vamos a aprender inglés para en la próxima epidemia saberlo todo bien bien, porqué somos los mejores profesionales del mundo. Mueren muchos pero es culpa de los partidos políticos

19. Deberíamos permanecer confinados hasta que el virus desaparezca pero solo desaparecerá si llegamos a una inmunidad colectiva y por lo tanto, siempre que circula... y para eso tenemos que dejar de estar confinados... Pero solo un poquito, saco la patita y me meto a casa otro poco.

20. No os preocupeis que está todo controlado y lo tenemos todo claro porque hay los mejores profesionales y sanidá. Los adinerados en casa cuidando de los nenes. Gracias.

PD: Sal a aplaudir y canta Resistiré varias veces al día para no deprimirte. Que cada día que mueren 500 personas, sea como si a diario se estrellase un avión con 500 pasajeros, no quiere decir nada porque el número va bajando, y es una cifra y es importante aplaudir y cantar y ambiente festivo.
Total para que llorar!

Tu sigue viendo a los noticieros que ahí dicen la verdad, ja,ja,ja,ja!

lunes, 20 de enero de 2020

Desimaginaciones

He leído un curioso estudio de sociolingüística sobre la imagen del inmigrante en la prensa. Ya no resultaba divertido que "asaltasen" en vez de que "saltasen" las vallas de Melilla, pero doña Olga Cruz Moya ha sido aún más sutil en su análisis al encontrar un procedimiento fundamental en su retórica, más allá de la criminalización: la despersonalización.

Por ejemplo, los emigrados adquieren la húmeda cualidad del  agua: son una corriente o "flujo de personas", una  ''oleada'', ''marea'' o ''tsumani'' (ejem), para lo cual se impone ''impermeabilizar'' las fronteras utilizando “paraguas” o “tapones” para los “agujeros” de Schengen. Insistiéndose en las metáforas de desastre natural, se les alude como "avalancha", "aluvión", "carga", "presión" o se les animaliza agrupándolos en "marabuntas", "estampidas", "manadas" y "embestidas", o se les llama "lobos solitarios". No voy a caer en la trampa de idealizar a los inmigrantes, ni tampoco a la clase baja, pero ya se ve por donde van los tiros: somos más proclives a demonizar que a idealizar. Porque demonizar nos transforma en perfectos e idealizar en criaturas serviles y atormentadas por el peso del otro. Al menos si no abandonamos la lógica bivalente y adoptamos la trivalente o polivalente, que es la que mejor describe y predice fenómenos tan complejos y caóticos como los sociales.

No es extraño que, como el monstruo de Goya, del miedo y de los miasmas que exhala Vox se alimente el fascismo, tan seguro de sí propio que en realidad alberga o imagina el secreto pavor que devora. Un pavor que se filtra todos los días por la televisión (Tele5), la prensa, la radio, el cine, Youtube, los móviles. Crean el caldo en que nacen las amebas de la descomposición fascista.

El español está perdiendo una de sus pocas virtudes, el estoicismo; ya no aguanta nada, ya no cree que todos somos la misma persona. Hasta la juventud se ha vuelto comodona. Le molestan más los ruidosos principios abstractos que las futesas y nonaderías cotidianas que los dejan dormir de día. Han añadido un nuevo género al castellano, el masculino, el femenino y el infantil: chato, chata y chati. Podríamos hablar incluso del género femenini. Los del 27 solo distinguían putrefactos y carnuzos. Ahora tendrían un problema con tantas variedades de frugívoros, vegatas, celíacos, especistas, crudívoros, flexitarianos, granivorianos, pescetarianos, eubióticos, carnacas y ovolactovegetarianos. Por no hablar de los macrobióticos esteinerianos; yo, Padre, me acuso de haber sido escardelista reincidente.

Leves modificaciones de instituciones que uno creía eternas, certifican que el mundo está cambiando. Las contraportadas del As han suprimido los pibones de nalgas ingentes; La Tribuna ha dejado de adherirse al culo de La Razón y hasta Antonio Banderas se ha vuelto negro.

martes, 2 de abril de 2019

Inutilidad de discutir con los que no usan la mollera

TECETIPOS
Manual (realista) para sobrevivir a los ultras en redes
GERARDO TECÉ, en Público, 31 DE MARZO DE 2019

Fue hace un par de días. Acababa de compartir, desde mi cuenta de Twitter, una información de los amigos de Maldito Bulo en la que explicaban cómo unas supuestas imágenes –muy compartidas en redes sociales– de unos jóvenes rumanos jactándose de haber venido a España para robar con impunidad, correspondían en realidad al videoclip grabado hace diecisiete años por un grupo de música ruso.

Como nunca tiro papeles al suelo por la calle y siempre intento decir buenos días cuando me cruzo con algún vecino en el portal, pensé que también sería buena idea desmentir bulos racistas como pequeña contribución a la sociedad en la que vivo. Menudo ingenuo. Al cabo de unos segundos de la publicación de mi tuit compartiendo el desmentido al bulo llegaban las primeras respuestas. Todas en la misma dirección. Un tipo con la bandera de España en su foto de usuario pasaba olímpicamente del desmentido y me acusaba de defender la inmigración masiva porque, al parecer, alguien me paga por ello. Estuve muy tentado de responderle con datos: me llevo 15 céntimos por cada kilo de extranjero que llega a España. Después de tener escrita la respuesta, decidí no arriesgarme a publicarla por si Eduardo Inda andaba merodeando en busca de un titular para el día siguiente. Otro usuario, en este caso con la foto de un personaje de dibujos animados, me respondía con un collage de imágenes que demostraban claramente que Podemos es una tapadera para que violadores, etarras y traficantes de droga tomen el control del país. Mientras terminaba de reponerme del patatús y aún sin entender qué tenía todo aquello que ver con el vídeo de los rumanos, una pareja de usuarios se coordinaba como guardias civiles de tráfico, en mi muro de Twitter. Mientras uno de ellos me respondía al desmentido racista pidiéndome explicaciones por la tesis de Pedro Sánchez, el otro le daba la razón y subía la apuesta involucrándome en la hipoteca de “la mansión” de Pablo Iglesias. Como si no tuviera yo suficiente con pagar el alquiler de mi piso.

Fue entonces cuando me di cuenta –reconozco que me ha costado–. No merece la pena perder un segundo de vida en esto. Por muy importante que sea el asunto a tratar. Por muy de la misma especie que sea quien está al otro lado de la pantalla. No compensa. Como una plaga de cotorras verdes, los ultras han llenado de mierda y estupidez un espacio público como las redes quitándole la única utilidad que tenían: el debate, el buen ambiente. Los ultras no debaten y de buen ambiente ni hablamos. Los ultras son carteles con patas en los que en lugar de poner “Compro oro”, se lee “Vendo odio”. No hay debate posible con quien tiene como único oficio cagar en cada esquina. Ni en las redes sociales ni en otros espacios. La semana pasada, cuando por televisión le preguntaban a Ortega Smith, uno de los cabecillas del movimiento ultra, por una exclusiva de los compañeros de La Marea –en su partido había un neonazi condenado por una brutal agresión que le dejó secuelas a un profesor universitario en el pasado–, el cabecilla, que en un principio reaccionó diciendo no saber nada del asunto, se lo pensó un instante y decidió que sí sabía: eso es una fake news de un panfleto izquierdista, despachó el asunto sonriendo a cámara porque mandar a fusilar ya no se lleva. Es imposible hablar sobre la realidad con alguien a quien la realidad no le importa un carajo. Tiene el mismo sentido que hablar sobre la burbuja inmobiliaria con un ladrillo recién encementado. 

Estos meses que han pasado desde la puesta de largo institucional del fascismo hasta hoy me han dejado agotado. Tengo la conciencia tranquila. A pesar de los insultos diarios, lo he intentado. Sin ningún resultado, eso sí. Durante las semanas posteriores a la llegada de la extrema derecha al Parlamento de Andalucía, me puse en contacto con varios de los cabecillas del Sindicato Vertical Ultra-Sección Redes Sociales. Mi propósito era hacer un artículo basado en un debate entre personas de varias tendencias políticas con una pequeña trampa, había que usar para el debate fuentes que aportaran datos reales. La respuesta más habitual por parte de los ultras al ofrecimiento fue que me fuera de España, seguida muy de cerca por que me muriera. En la tercera posición del pódium, una tercera variable: “qué poco os queda para que se os acabe el cuento”. Más allá de insultos o amenazas ni uno solo aceptó participar.

Los medios de comunicación que gastan un mínimo sentido de la responsabilidad andan sumergidos en el mismo dilema. ¿Qué hacer ante la invasión real de cotorras verdes que todo lo ensucian? El consejo editorial de este medio, CTXT, decidió a principios de esta misma semana no hacerles el juego. En el debate interno que tuvimos yo tuve grandes dudas. No hablar de lo que sucede no es la solución nunca, pero el hecho es que lo que sucede es un ruido fachoso/infantil que impide el debate adulto. Esto provoca una situación de excepción que te obliga a aislar el ruido, por muy real que sea. 

Es exactamente el mismo dilema que cada día vivimos quienes estamos en redes sociales. Nos sabemos de memoria la teoría de que los ultras se alimentan del juego de la provocación y el desprecio a la realidad, pero qué difícil se hace mirar para otro lado y callar cuando tienes a un maleducado delante. Si los ignoramos, ¿estamos dejando de combatir la mala educación? Puede que sí, pero quizá no haya otra alternativa si queremos que el nivel de ruido baje. ¿Y si el no combatirlos los hace crecer? Pues que así sea. Si España decide darles poder a las cotorras verdes que todo lo cagan, será que eso es lo que España merece.

Por mi parte, no me queda otra, me agarraré al humor para sobrevivir a esto. El humor es el único refugio seguro que nos queda ante los maleducados. He tomado una decisión drástica que pienso aplicar hasta las últimas consecuencias. De ahora en adelante mi única respuesta cada vez que una cotorra venga a mi muro de Twitter a cagar sobre las mujeres maltratadas, los inmigrantes, la convivencia o la libertad, será una foto de Franco dibujando con sus manos un corazón cuqui. Si no puedes convencerlos, si no puedes ni entablar diálogo, al menos, confúndelos un poco

jueves, 28 de marzo de 2019

Internet. La ceremonia de la confusión.

Los medios de expresión que requerían el introspectivo esfuerzo de abstraer han sido sustituidos por otros más extrovertidos, caracterizados por su visibilidad y ostensibilidad. Una llamada blogosfera nos rodea y nos apresa en una red cuya extensión, como la del desierto, simula un espejismo de ficticia e inencontrable libertad.

Existe una frase anónima que hace pensar: "La informática es estupenda para solucionar problemas que no teníamos antes de la informática". Podría ser que haya generado más dificultades y complicaciones de las que soluciona, al menos en los ámbitos no tecnológicos que son los que más debían importar a las personas. Creo yo que la generación del mayo californiano-francés o del 68, al darse cuenta de que no podía cambiar el mundo, creó otro no necesariamente mejor: la Internet. Una forma viscosa, lisérgica y obscena de interconectarse por mil maneras y modos diferentes y de reciclarlo todo en una mierda común. De anecdótico origen militar, pasó a ser civil e incluso incivil: una jungla vietnamita anarcoide y terrorista de donde está proscrita toda ética, no solo en la red profunda: el anonimato bajo un mote o nick hace posible el fenómeno de los trolls o energúmenos, de los haters u hostiles, de los lurkers o pasotas de las listas de correo, de los posicionadores, de los viralizadores y de los hackers o bandoleros informáticos.

Dentro de lo llamado genéricamente posmoderno (hipstérico o alejandrino,  si queremos negarnos a reciclar vocablos) la informática lo mancha todo con su viscosa y alucinada interconexión; se trata de la orgía de todo lo diverso, que no por ello es menos divertida... y agotadora: exige un tiempo que se arranca a la vida. Es una manifestación de lo que el psicólogo y comunicólogo de Palo Alto (en el mismo meollo de Silicon valley) Paul Watzlawick llamaba El arte de amargarse la vida (1989): razonamientos que no concluyen, sino cuyo mero propósito es no concluir; como las discusiones televisivas, que nunca llegan a acuerdo, solución  o término: el único propósito es mantener la conexión, el canal, generar relaciones de dependencia, "fidelización", drogadicción u obsolescencia programada. No hay que ir muy allá si vemos que individuos como Jobs, Wozniak, Gates y Zuckerberg padecían diversas patologías del comportamiento humano y problemas de espectro autista para relacionarse con personas que no fueran de su "esfera", tan plana y unidimensional que parece puro Marcuse. Watzlawick afirmaba que "es imposible no comunicarse, ya que todo comportamiento es una forma de comunicación" y, puesto que no existe forma contraria al comportamiento (un «no comportamiento» o incluso «anticomportamiento»), tampoco existe la «no comunicación».

De ahí deriva el problema que padecemos actualmente y sobre todo en Internet: una sobreinformación y una actitud tan abierta que nos deja en una pelada y perniciosa pelotez; estamos demasiado comunicados y de muy diversas maneras: no hay forma de aislarse y de ser un yo, no hay forma de pensar individualmente: nos dejamos llevar por la corriente colectiva, se nos quita tiempo para no hacer nada, esto es, para ser unos mismos, que es lo más importante que podemos ser, y es precisamente porque conectados no hacemos nada; algo que, paradójicamente, nos aísla en ese mundo unidimensional que es la pantalla. Internet nos disuelve en atomización y fragmentarismo. Si para el siglo XIX y buena parte del XX la patología mental más frecuente era la histeria a causa de la represión, en nuestra época la falta de represión, el carácter demasiado abierto de toda comunicación expande tanto el rostro y la identidad que la rompe y fractura; genera un narcisismo hueco y maligno; una falsa interactividad; en cuestiones políticas, incluso un nazisismo intolerante que es en realidad el reflejo de esa pérdida de yo, de sustancia identitaria. Las verdades han dejado de ser apofánticas (en lógica, las que afirman o niegan algo) para ser simplemente retóricas; ya no existe lo verdadero o lo falso, sino lo absurdo, puesto que el carácter demasiado abierto de los razonamientos impide llegar a conclusiones. Como dijo Berlusconi,  un político nacido de la comunicación, el espectáculo y la  corrupción, "la verdad no cambia nada". Ya había señalado el comunicólogo Jean François Revel que "la más importante de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira". Yo matizaría un poco más esa palabra: es el absurdo, lo que no es ni verdadero ni falso. Un dicho cualquiera de Berlusconi, Trump, Salvini, Putin, Duterte, Abascal o cualquiera de las plagas de políticos nazisistas que padecemos es eso. En la teoría de los infortunios de John Langshaw Austin se sostiene que existen dos tipos de enunciados: los constatativos, que son verdaderos o falsos,  porque son comprobables, y los realizativos, que son aquellos que no son ni una cosa ni otra, porque solo poseen "intención"; en cierta forma, son siempre autorreflexivos. Narcisistas. No es de extrañar que ya no se pague por la información, sino por la publicidad, y que los canales de pago de televisión que antes se anunciaban sin publicidad ahora la ofrezcan, pero cobrando lo mismo. La red es gratuita porque la costeamos dejando vender nuestros datos a compañías de publicidad y mercadotectnia / marketing. La prensa ya no se sostiene económicamente, y por eso se encuentra por entero mediatizada /mercadizada por la publicidad y las subvenciones que la mantienen; pero por eso mismo ha dejado de ser información para ser publicidad o lo que Gramsci llamaba hegemonía cultural del capitalismo. De ahí que toda la prensa se redacte con anteojeras y tapones en los oídos y siempre mire hacia el lado que le conviene al dinero. Es un sesgo cognitivo general, una censura que se confunde con lo que llamamos impropiamente "información" y solo es conformista conformación.

Quien defiende su privacidad y no se comunica ni tiene presencia en la red es mirado como la estatua de Don Tancredo: mal. Tarde o temprano recibirá cornadas. El móvil es patógeno y provoca comportamientos como la nomofobia y que los niños accedan al porno o puedan ser excomulgados de grupos de afinidad por sus rasgos de "propiedad". Los críos están demasiado socializados, demasiado abiertos como para poder ser unos mismos. Malcriados, en suma. La gente duerme con el móvil porque hasta dormir se ha vuelto un acto social; incluso ¿confían? el cuidado de los hijos a la tecnología. La misma palabra móvil sugiere algo lábil, inasentado, que no tiene esencia, estabilidad ni continuidad. Resulta curioso que los hijos de los magnates de Internet se eduquen alejados de esta nubosa lacra, pues que la odian, y que ya se oiga (cada vez más fuerte, porque estamos distraídos con estas cosas) a los hijos quejándose de la "ausencia" de sus padres cuando los encuentran encadenados a ellos (a los móviles, me refiero). Y eso cuando se trata de hijos que no nos imitan habitando su propia burbuja de información fatua y prescindible, una Nube tan alta como la de Heidi. Una información que nunca se queda, que no deja poso, que no sirve para construir. Junto a esto está la llamada infoxicación: el carácter meramente cuantitativo de la información en Internet impide jerarquizar y clasificar debidamente lo importante y lo sustancial en la misma, casi siempre relacionado con el individuo precisamente. Por no hablar de la deturpación de la ortografía y de la sustitución del elaborado mensaje escrito por el impreciso y desmadejado mensaje oral.

En semántica formal, un predicado es una expresión que define a un subconjunto de un conjunto, pero un predicado es un significado, es decir, no es un individuo. Lo individual, lo subjetivo, en tanto que sustancia es, precisamente, lo único que no puede ser predicado: y en Internet, mucho menos. En efecto, Watzlawick  afirma que toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es por tanto, una metacomunicación. En Internet eso significa que el anonimato y la distancia son esenciales en esta nueva manera de relacionarse, al parecer, "humanamente". Esto provoca una estética alienante, cosificadora y narcisista porque es acumulativa y carece de centro. La patología de los instagramers que suman ingentes copias de imágenes propias o parecidas, como en un laberinto de espejos. Uno se define en tanto que influencer de otro: el infierno son los demás, que decía Sartre en A puerta cerrada. Esto es lo que genera una gran soledad: el fenómeno de los poseídos por un tipo de fobia social que los japoneses denominan otakus e hikikomoris: jóvenes aislados en sus habitaciones que se niegan a salir y envejecen en ellas, enganchados a la tecnología, pero distanciados de las familias que viven a su lado.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Estrategias de manipulación informativa de masas

Estrategias de manipulación de la opinión publica y de la sociedad según Noam Chomsky. También puede verse con ejemplos en este vídeo.

1  La estrategia de la distracción

El elemento primordial del control social, es la estrategia de la distracción consistente en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las mutaciones decididas por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al publico de interesarse a conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y de la cybernética.

"Mantener la atención del publico distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener el publico ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales." (cita del texto "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

2  Crear problemas, después ofrecer soluciones

Este método es también denominado "problema-reacción-solución". Se crea primero un problema, una "situación" previsto para suscitar una cierta reacción del publico, a fin que este sea el demandante de medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desarrolle o intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad o policíacas en detrimento de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3  La estrategia de la degradación

Para hacer aceptar una medida inaceptable, es suficiente aplicar progresivamente, en "degradado", sobre una duración de 10 años. Es de esa manera que condiciones socio-económicas radicalmente nuevas han sido impuestas durante los años 1980 a 1990. Desempleo masivo, precariedad, flexibilidad, relocalización, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que habrían provocado una revolución si hubieran sido aplicados bruscamente.

4  La estrategia del diferido

Una otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es de presentarla como "dolorosa pero necesaria", obteniendo el acuerdo del publico en el momento para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero por que el esfuerzo no es desplegado inmediatamente. Enseguida por que el publico, la gente, tiene siempre tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá mejor mañana" y que el sacrificio demandado podrá ser evitado. En fin, esto deja mas tiempo al publico para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.

Ejemplo reciente: el pasaje hacia el Euro y la perdida de soberanía monetaria y económica han sido aceptados por los países Europeos en 1994-1995 para una aplicación en el 2001. Otro ejemplo: los acuerdos multilaterales del ALCA (o FTAA) que los Estados Unidos han impuesto en el 2001 a los países de todo el continente americano (Centro y Sudamérica) a pesar de sus reticencias, concediendo una aplicación y vigencia diferida para el 2005.

5  Dirigirse al público como a niños de baja edad

La mayoría de los spots de publicidad dirigida al gran publico utiliza un discurso, argumentos, personajes, y un tono particularmente infantil, muchas veces próximo a lo débil, como si el espectador fuera un niño de baja edad o un deficiente mental. Cuanto mas se intente buscar engañar al espectador u oyente, mas se tiende a adoptar un tono infantilizante.

¿Por qué?

Si se dirige a una persona como si tuviera la edad de 12 años entonces, en razón de la sugestibilidad, ella tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o reacción también desprovista de sentido critico al igual que una persona de 12 años."  (cf. "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

6  Utilizar el aspecto emocional más que a la reflexión

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para hacer corto circuito al análisis racional, y por ende al sentido critico de los individuos. Además, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o insertar ideas, deseos, miedos o temores, pulsiones, o inducir comportamientos...

7  Mantener al publico en la ignorancia y la idiotez

Hacer de forma que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud.

"La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre o mediocre posible, de forma que la brecha de la ignorancia que aísla las clases inferiores de las clases sociales superiores sea y permanezcan incomprensible para las clases sociales inferiores."
(cf. "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

8  Promover al público a complacerse en la mediocridad

Promover al publico a encontrar "cool" (bien) el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto...

9  Reemplazar la revuelta por la culpabilidad

Hacer creer al individuo que el solo es responsable de su desgracia, a causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en vez de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto-devalúa y culpabiliza, lo que genera un estado depresivo del cual uno de sus efectos es la inhibición de la acción. Y sin acción, no hay revolución!...

10  Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una brecha creciente entre los conocimientos del publico y aquellas poseídas y utilizadas por las elites dirigentes. Gracias a la biología, la neurobiología, y la psicología aplicada, el "sistema" ha logrado a un conocimiento avanzado del ser humano, a la vez físicamente y psicológicamente. El sistema ha alcanzado a conocer mejor el individuo común de lo que él mismo conoce de sí. Esto significa que en la mayoría de los casos, el sistema posee un más gran control y un más gran poder sobre los individuos que los individuos ellos-mismos. 

miércoles, 17 de enero de 2018

Eufemismos en política

Enrique Mariño, "Eufemismos en política", en Público, 17-I-2018:

Si usted vuelve a escuchar a Cristóbal Montoro aquello de “vamos a cambiar la ponderación de los impuestos”, agarre bien la cartera, porque lo que querrá decir es que el Gobierno le va a dar un estacazo con una nueva subida del IVA. Tal vez decida salir a la calle para mostrar su rechazo, pero ande con ojo, no vaya a tropezar con las defensas de las Unidades de Intervención Policial —o sea, con las porras de los antidisturbios—. Terminará lamiéndose las heridas o, en el peor de los casos, teniendo que someterse al copago sanitario, que debería llamarse repago, pues recuerde que ya ha abonado los medicamentos a través de los sucesivos cambios de ponderación impositivos a los que aludía el ministro de Hacienda.

La escalada de eufemismos podría seguir hasta la zeta del diccionario, incluso sin salirnos del anterior párrafo: sustituyamos estacazo por daño colateral o IVA por gravamen adicional, al que tendríamos que sumar el recargo complementario temporal de solidaridad, que no es otra cosa que la subida del IRPF. Incluso eso de escalada tiene un matiz épico, cuando en realidad se trata de un aumento o una subida, nada deseable cuando se trata de armas o precios.

“Se utilizan palabras blandas para expresar situaciones duras”, explica la periodista Soledad Gallego Díaz, acostumbrada a ver cómo en los últimos años los políticos, economistas y empresarios recurren cada vez más a los eufemismos. Quizá, añade la columnista de El País, para describir unas situaciones que se han vuelto “progresivamente más injustas o violentas” —hablamos del paro galopante, de los recortes (reformas estructurales), de la supresión de derechos, de la privatización de los servicios públicos (externalización), de los desahucios y la crisis de las preferentes (una estafa en dos tiempos: al timo inicial le seguiría una quita posterior, o robo, de los ahorros), etcétera—, por lo que podrían considerarse unos “pretextos para amparar no a los más débiles, sino a los más poderosos”.

Esta degradación de la lengua, pese a la carrerilla que ha tomado en España desde el inicio de la crisis económica, no es nueva ni exclusiva de este país. George Orwell escribía en 1946 que “el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible”, por lo que los gestores de la cosa pública recurrían a “eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras” para evitar argumentos “demasiado brutales” a oídos de los ciudadanos. Así, respecto a las purgas y deportaciones en Rusia, por ejemplo, el político nunca mentaría el “asesinato de los opositores”, sino “cierto recorte de los derechos de la oposición política”

El ensayo La política y el lenguaje inglés, como puede observarse, sigue vigente sesenta años después. Basta cambiar el nombre del gobernante, de la nación y del conflicto, sinónimo suave de guerra, exterminio, genocidio o muerte. “El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad”, sostenía Orwell. “Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse”. Volver no operativo, un supuesto no injustificable, una consideración que siempre debemos tener en mente, etcétera. “El estilo inflado es en sí mismo un tipo de eufemismo. Una masa de palabras latinas cae sobre los hechos como nieve blanda, difumina los contornos y sepulta todos los detalles”, señalaba el autor de 1984.

Pero volvamos a este tiempo y a nuestro país. Si la realidad no es del agrado del pueblo, basta cambiarle el nombre para hacerla más digerible. Con Zapatero no había crisis, sino recesión o desaceleración. Su ministra de Economía, Elena Salgado, vio algunos brotes verdes en la economía y aventuró que sólo cabía esperar a que creciesen. La negada crisis terminó siendo tal, aunque, como dijo el ministro Guindos, España jamás fue rescatada, pues se trató de un apoyo financiero o, más largo todavía, un préstamo en condiciones muy favorables. Entretanto, no hubo inflación —si acaso, reacomodamiento de precios—, ni arreció el paro —sino que las empresas, algunas por falta de liquidez (se iban al tacho), aprovecharon las sinergias y optimizaron sus recursos, mientras que las administraciones públicas racionalizaron el gasto, eliminaron duplicidades, adelgazaron sus estructuras y redujeron los gastos superfluos: meros ajustes en un contexto de flexibilización del mercado laboral—. Para frenar la sangría del desempleo —luego iremos con el enfermo— no se favoreció legalmente el despido libre o su abaratamiento, sino que se informalizaron las relaciones laborales. Al menos, nadie le dio una dentellada a los sueldos de quienes seguían conservando su trabajo: hubo alguna devaluación competitiva de los salarios por aquí, algún ajuste por allá, alguna moderación salarial por acullá....

"Lo formal es feo y estrecho y lo informal, en cambio, hermoso y desenvuelto. Lo inflexible es rígido y obstinado, en tanto la flexibilización es ligera y juvenil", escribe el profesor universitario Miguel Catalán en el libro Mentira y poder político (Verbum). Lo que nos lleva a pensar que no cabe duda de que la arruga sea bella, si bien la pérdida del trabajo —el despido— se antoja fea, por mucho que la vistan de reajuste, una palabra aquejada de trastorno bipolar. Puede suponer una disminución —de empleos—, pero también un aumento —de precios—; el caso es que su escucha no trae nada bueno. Decíamos que no bajaron los sueldos, como tampoco se llevaron a cabo desahucios —llámenlos procedimientos de ejecución hipotecaria—, por lo que ningún propietario se quedó sin su casa —en jerga bancaria, activos adjudicados—. Los jóvenes universitarios tampoco se vieron forzados a emigrar —movilidad exterior, mejor que fuga de cerebros— por falta de oportunidades laborales —o sea, de trabajo— y los que sí se quedaron no entienden cómo, habiendo estudiado una carrera y un máster, no aciertan a comprender qué significa eso de flexiseguridad en un país tan inestable laboralmente como el nuestro. Sea como fuere, resulta paradójico que dos conceptos positivos en uno —flexibilidad y seguridad—, más que tranquilizarnos, nos intimiden...

Claro que durante estos años que vivimos peligrosamente hubo alguna buena noticia, como las iniciativas del Gobierno para calmar los mercados —subir los impuestos y reducir el gasto público, como ordenaban desde el más allá— o las inyecciones de liquidez —ejem— que proporcionaron las medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas —“señoría, no hay ninguna amnistía fiscal”, se escuchó en el Congreso por boca de Montoro—. ¡Qué riqueza lingüística! ¡Benditos neologismos, encargados de inflar la burbuja eufemística! Circunloquios para el recuerdo, como la abstención técnica del PSOE para que gobernase Rajoy, mientras que el PP no expulsaba a Rato, sino que lo daba de baja. La infanta Elena y Marichalar tampoco se separaron, pues lo suyo fue un cese temporal de la convivencia. Un capítulo aparte merece el extesorero del PP Luis Bárcenas, que sufrió un “despido en diferido” —en este caso, no se informalizó su relación laboral porque ésta había sido simulada— y, consecuentemente, recibió una indemnización a su debido retraso por su gestión de la presunta caja B del partido, que no era tal sino una “actividad extracontable sin carácter finalista”. Por cierto, gracias a la Ley de Enjuiciamiento Criminal, aprobada por el Congreso, los imputados por la Justicia ahora son investigados, un participio que resulta más leve y suena menos fuerte.

Qué desastre, pensarán algunos, pero cuidado también con las metáforas. Cuando escuchamos que una empresa sanea sus cuentas o que la crisis del banco equis contagia al banco zeta, estamos tratando a la economía como a un enfermo o, si lo prefieren, como a un ser vivo responsable de sus actos y con autonomía propia, como si la culpa de las crisis la tuviesen estos organismos animados y no las personas encargadas de su gestión. Lo denunció hace cuatro años la profesora de Filología de la Universidad de Navarra Carmen Llamas durante el VIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo El lenguaje de la crisis, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (Fundéu), cuyo coordinador, el periodista Javier Lascurain, tiene claro que las fuentes de los periodistas se valen de los eufemismos y las denominaciones alternativas para “camuflar, dulcificar u ocultar ciertas realidades”.

Aunque a veces es la propia prensa la que impone un determinado léxico, extraído del deporte, el toreo, los fenómenos atmosféricos o los desastres naturales, que en realidad no son naturales, sino el resultado de la presencia o acción del ser humano en el entorno, así como de la falta de prevención por parte de este, pues no hay desastre si no hay afectados: una tormenta de arena en medio del desierto es un fenómeno natural, excepto que se tope con un campamento de beduinos y termine, ahora sí, en desastre. Si no tenemos esto claro, la traslación de tsunamis, sequías y tormentas al lenguaje económico nos hará pensar, por ejemplo, que los terremotos financieros son desastres de origen natural, incluso divino para algunos, que escapan a la mano invisible del hombre, encargada de regular el mercado. Resulta chocante que se naturalicen las decisiones de quienes mandan y los efectos de sus políticas económicas, mientras que los mercados se humanizan: tiemblan los parqués porque entran en pánico, o las bolsas se despiertan optimistas por la euforia que suscitan las operaciones comerciales.

“La crisis económica de 2008 fue consecuencia clara de un proceso de desregulación de los mercados financieros, pero los políticos que protagonizaron esa desescalada no han querido admitir su responsabilidad y se han presentado como víctimas de una catástrofe imprevisible. Lo mismos sucede con la corriente principal de pensamiento académico en Economía, que justificó plenamente esa desregulacion y que no acepta la enorme influencia que tuvo en el estallido de la crisis”, afirma Soledad Gallego-Díaz. “Por ello necesitan hablar con eufemismos, que ayuden a hacer creer a los afectados por la crisis que la responsabilidad fue de ellos mismos por solicitar un crédito excesivo y no de quienes, siendo especialistas en el tema, se lo concedieron”.

Sin embargo, algunos tienen los días contados. Por ejemplo, para evitar la palabra crisis, comenzaron a llamarla recesión, hasta que esta también adquirió una connotación negativa, lo que dio paso al crecimiento negativo, un oxímoron que figura entre los eufemismos favoritos de la columnista madrileña. Y cuando el Gobierno del PP creyó ver la luz al final del túnel, no se atrevió a recurrir de nuevo a los brotes verdes por su evocadora paternidad socialista y por las críticas que le dedicó al hallazgo verbal en su momento, lo que motivó que Luis de Guindos, actual ministro de Economía, optase por una "pequeña flor de invernadero" para referirse a la recuperación económica.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, charlan durante la inauguración de la jornada organizada por Pimco y El Confidencial. EFE/ Mariscal
Guindos y el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán. / EFE

Ahora bien, ¿logran los políticos manipular a la sociedad con su camuflaje lingüístico? “Lo pretenden, y durante un tiempo lo consiguen, pero los eufemismos caducan”, abunda en la idea Álex Grijelmo, autor del libro Palabras de doble filo (Espasa). “Se produce lo que el lingüista norteamericano Dwight Bolinger llamó efecto dominó. Ajuste fue un eufemismo, y ahora designa claramente lo que antes ocultaba. Países pobres dio paso a países subdesarrollados, si bien esa expresión terminó nombrando crudamente lo que intentaba edulcorar. Así que luego vinieron Tercer Mundo —que se dio la vuelta con el adjetivo peyorativo tercermundista— y países en vías de desarrollo. Por tanto, el lenguaje político necesita renovarlos constantemente, porque se gastan. Y hay que estar muy atentos a esos cambios”, advierte el escritor y expresidente de la Agencia Efe.


Así, el copago sanitario, un eufemismo de repago, se convierte en ticket moderador, o sea, en un peaje por ir al médico, que ya habíamos pagado previamente con nuestros impuestos. “Los periodistas compran ese neolenguaje por varias causas, entre ellas la influencia directa de las fuentes en algunos medios. Y, desde luego, nosotros no siempre hacemos bien nuestro trabajo, pues usar palabras inadecuadas, engañosas o incomprensibles para los lectores es una forma de no cumplir nuestras obligaciones”, lamenta Javier Lascurain. “Nosotros somos cómplices, en muchas ocasiones involuntarios, de esa manipulación”, secunda Álex Grijelmo, quien sostiene que los plumillas “ejercen como transmisores acríticos”. Quizá entonces sea mejor decir tributo, tasa o pago en vez de peaje, aunque algunas autopistas también las paguemos dos veces, incluso tres si quiebran.

Pese a que fuese adecuado consumirlo preferentemente antes del fin de 2017, el término ajuste todavía no ha caducado, sino que ha mutado en otros eufemismos, que son empleados según Gallego-Díaz “para suavizar la carga pesimista o violenta de una palabra o expresión directa”. Adviértase que el verbo despedir comenzó a ser menos frecuente en los titulares cuando las empresas empezaron a presentar —o, en el mejor de los casos, a pactar— ERE, sigla de Expediente de Regulación de Empleo, que terminó dando lugar al ya lexicalizado ere y a su plural eres.

Tampoco corren buenos tiempos para la austeridad, “la reina de los eufemismos”, en opinión de la columnista de El País: “Un concepto asociado a la sobriedad, a la moderación y a la elegancia que ha sustituido en un abrir y cerrar de ojos a lo que es simplemente un hachazo en el gasto público”. Miguel Catalán, en Mentira y poder político, incide en la misma noción: “Puesto que la austeridad es una virtud tradicional, la de no gastar más de lo que se tiene sin dejar por ello de vivir con dignidad, se utiliza el término austeridad como un eufemismo para lavar la negra imagen de los recortes sociales, cuyo resultado [es una vida] indigna en tanto ayuna de servicios básicos”. Al principio era así, pero de tanto uso —y sufrimiento de la población— ha terminado adquiriendo un matiz peyorativo: antes, apretarse el cinturón podría apelar al sentido común, si bien ahora los políticos tratan de eludirla porque son conscientes de los daños colaterales causados a la ciudadanía. Digamos que algo considerado ayer positivo, hoy puede ser negativo, como recordaba el escritor británico Owen Jones —citado por Catalán en su libro— cuando aludía al término reforma: un término que antes estaba ligado a las mejoras de los servicios públicos "pone nombre ahora a las políticas antisociales”.

Un activista ¿Qué hacer ante el intento de colarnos la misma receta de siempre con otra denominación? Orwell decía que “si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”, por lo que “esta invasión de la mente por frases hechas sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro”. No queda otra que llamar a las cosas por su nombre, como defiende Álex Grijelmo, quien advierte de los efectos secundarios del uso de las frases hechas. “Los periodistas que hacen suya la jerga política tendrán más difícil distanciarse de los políticos y ser independientes, solo por el hecho de usar sus mismas palabras manipuladoras. Yo desconfiaría del periodista que dice reforma fiscal cuando se habla de subir impuestos, o del que habla de desequilibrios territoriales en vez de desigualdades. Su lenguaje y su pensamiento parecen abducidos por el poder de turno”.

Los medios se han visto inundados de todo tipo de circunloquios, hasta convertirse, de manera inconsciente o intencionada, en neologismos periodísticos de uso cotidiano. Por ello, vale la pena mentar de nuevo al autor de La política y el lenguaje inglés, quien escribió aquello de que “el lenguaje político está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento”. Porque, aunque pueda parecer que el uso de vaguedades y neologismos ayuda a difundir la diversidad lingüística, en realidad es sinónimo de empobrecimiento. “Más palabras no siempre suponen más riqueza del lenguaje, porque estas entran en el discurso periodístico para desplazar a otras —a menudo más claras o precisas— y no aportan riqueza sino oscuridad”, previene el coordinador de Fundéu.

En fin, nuestros eufemismos políticos y económicos son las especies invasoras que han tomado los ríos y van a dar a la mar, que es el pasar a mejor vida de los medios de comunicación. O sea, el morir. 

sábado, 13 de enero de 2018

Estrategias de manipulación informativa de Timsit

El escritor francés Sylvain Timsit describió en 2002 las 10 estrategias de la manipulación mediática masiva a través de los medios de comunicación (decálogo en muchas ocasiones atribuido de forma errónea a Noam Chomsky). Su intención fue la de poner de relieve las herramientas psicosociales que permiten tener distraída a la gente de lo realmente importante. De esta forma, los verdaderos problemas que padece la población son difuminados mediante la manipulación de la opinión pública con la ayuda de los medios de comunicación, consiguiendo una sociedad más sumisa y poco crítica.

Históricamente los medios de comunicación han demostrado ser una vía tremendamente eficiente para moldear la opinión pública. Gracias a ellos se han creado o destruido movimientos sociales, se han ocultado crisis financieras, estimulado corrientes ideológicas, e incluso se dice que son productores de la realidad dentro de la psique colectiva.

1 Estrategias de manipulación de  Sylvain Timsit
1.1 La estrategia de la distracción
1.2 Crear problemas y después solucionarlos
1.3 La estrategia gradual
1.4 La estrategia de diferir
1.5 Dirigirse al público como si fuera un niño
1.6 Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión
1.7 Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
1.8 Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
1.9 Reforzar la autoculpabilidad
1.10 Conocer a los individuos mejor que ellos mismos

Estrategias de manipulación de  Sylvain Timsit

Pero ¿conoces qué tipo de estrategias y herramientas psicosociales se utilizan para influir sobre las personas? Afortunadamente Timsit ha logrado sintetizar y exponer la mayoría de estas prácticas, algunas más evidentes y otras más sofisticadas, aunque al parecer todas igualmente eficaces, para lograr una manipulación de la población a través de los medios de comunicación.

La estrategia de la distracción

Este se considera el elemento principal del control social, y consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica de la inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es también esencial para evitar que el interés público en el conocimiento esencial en otras áreas como la ciencia, la economía, la psicología, etc. el objetivo es tratar de mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivado por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, sin tiempo para pensar…

Crear problemas y después solucionarlos

Este método también se llama “problema-reacción-solución”. Se crea un problema o una ‘situación’ que pretende causar cierta reacción en el público, pero en realidad lo que se busca es que la masa acepte las medidas a tomar. Por ejemplo: se permite que se desarrolle o se intensifique la violencia urbana, o se organizan atentados, con el fin de que el público sea el demandante final de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. Otro ejemplo sería: crear una crisis económica para que se acepte como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de ciertos servicios públicos.

La estrategia gradual

Se trata de lograr la aceptación de una medida inaceptable, aplicándola de forma gradual, lentamente, incluso durante años. Esa es la forma en que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas como el neoliberalismo, fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: haciendo privatizaciones, incrementando la precariedad, el desempleo masivo, el control salarial, no garantizan un ingreso decente, etc. Todos estos cambios habrían llevado a una revolución si se hubiesen aplicado de golpe.

La estrategia de diferir

Otra forma de aceptar una decisión impopular es presentarla como “dolorosa pero necesaria”, obteniendo la aceptación pública en el momento, con la promesa de aplicarla en un futuro. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no debe hacerse inmediatamente. Luego, porque el público tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo a la masa acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

Dirigirse al público como si fuera un niño

La mayor parte de la publicidad dirigida al gran público se realiza utilizando un discurso, argumentos, personajes y entonaciones algo infantiles, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o poco conocimiento. Cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Al parecer cuando alguien se dirige a una persona como tuviera 12 años o menos, es más fácil sugestionarla, ya que se tiende a obtener una respuesta o reacción también desprovista de sentido crítico como una persona de 12 años.

Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión

Utilizar el lado más emocional de las personas es una técnica clásica para detener el análisis racional de una situación, así como su sentido crítico. Por otra parte, la utilización de un registro emocional permite acceder más fácilmente al inconsciente para implantar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.

Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad

Se trata de lograr que el gran público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control (recortes en educación, recortes en profesorado, en becas, masters carísimos, carreras imposibles casi para una gran población, subidas de IVA cultural como si de un artículo de lujo se tratara… y muchas cosas más).

Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad

Promover la creencia de que está bien y está de moda ser una persona vulgar, inculta, poco intelectual o correcta…  no hay más que ver qué espacios televisivos se convierten en líderes de audiencia como Gran hermano, supervivientes, el fútbol que le da mil vueltas a cualquier otra programación.

Reforzar la autoculpabilidad

Hacer creer al individuo que solamente él es el culpable de su propia desgracia, debido sobretodo a su falta de inteligencia, sus pobres capacidades, o su falta de esfuerzo. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se culpa y se auto desvalida, lo que desemboca en un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución…

Conocer a los individuos mejor que ellos mismos

A lo largo de los últimos años, los avances de la ciencia han sido tan acelerados que han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, las neurociencias y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El “sistema” ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el “sistema” ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos