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martes, 19 de diciembre de 2023

A quien corresponda, de Adrian Mitchell

Hay muy pocos poetas que se extiendan a defender la faceta buena del ser humano. Adrian Mitchell es uno, por ejemplo, por su famoso poema pacifista "A quien corresponda" que denuncia la Guerra de Vietnam. Buscó con su trabajo contrarrestar las implicaciones de su afirmación: "La mayor parte de la gente ignora a la poesía, porque la mayor parte de la poesía ignora a la gente". Podría permitirme el lujo de sustituir silver, "plata" por "argencia", pero la traducción más ajustada sería "papel de plata", y la más poética "plata de papel".


A QUIEN CORRESPONDA 


Un día fui atropellado por la verdad,

y desde tal accidente he marchado por ese camino.

Así que escayólese las piernas:

dígame mentiras sobre Vietnam.


Escuché cómo el despertador gritaba de dolor,

y no logré despertarme: volví a dormir de nuevo.

Así que obstruya mis oídos con plata de papel

y pegue escayola a mis piernas.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Cada vez que cierro los ojos, lo único que veo son llamas.

Hice una guía telefónica de mármol y tallé todos los nombres.

Así que tápeme los ojos con mantequilla.

Obstruya mis oídos con plata de papel.

Métame las piernas en escayola.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Huelo algo quemado; espero solo sea mi cerebro.

Nada más están tirando balas de menta y alambradas margaritas.

Así que lléneme la nariz de ajo,

tápeme los ojos con mantequilla,

obstruya mis oídos con plata de papel,

pégueme las piernas con escayola,

cuénteme mentiras sobre Vietnam.


¿Dónde estaba usted en el momento del crimen?

Abajo, junto al cenotafio, bebiendo vómito.

Así que encadene mi lengua con whisky,

relléneme la nariz de ajo,

tape mis ojos con mantequilla,

obstrúyame los oídos con plata de papel,

pegue mis piernas con yeso,

cuénteme mentiras sobre Vietnam.


Pones tus bombarderos, extraes tu conciencia,

tomas al ser humano y lo retuerces todo;

así que frótame la piel con mujeres,

encadena mi lengua con el whisky,

rellena mi nariz con ajo,

tapa mis ojos con mantequilla,

obstruye mis oídos a golpe de platina,

enyesadas mis piernas.

Dime mentiras, dime mentiras sobre Afganistán.

Dime mentiras sobre Israel.

Cuéntame mentiras sobre el Congo.

Dime, dime mentiras, señor Bush.

Dime mentiras, Sr. B-B-Blair, Brown, Blair-Brown.

Cuénteme mentiras sobre Vietnam.


De Adrian Mitchell, Out Loud, Londres: Cape Goliard, 1968.

domingo, 22 de agosto de 2021

Contra las soluciones militares, David Galula

 Historia de David Galula

PIEDRA DE TOQUE. Este capitán francés privilegió durante la guerra de Argelia las iniciativas sociales, culturales y políticas sobre las militares. Sus tesis se aplicaron años más tarde en la guerra de Irak

MARIO VARGAS LLOSA

El País, 27 ENE 2008

La historia real puede, a veces, ser tan inesperada y serpentina como las mejores historias de la ficción. Para probarlo, he aquí la extraordinaria aventura de David Galula.

Durante la guerra de Argelia, en los años cincuenta, es improbable que los franceses y argelinos oyeran hablar siquiera de él y menos que imaginaran el papel que desempeñó en el desarrollo estratégico de la contienda ese capitán de origen tunecino, graduado en Saint-Cyr, que había conocido de cerca las luchas anti-coloniales en Indochina, y que, ofreciéndose como voluntario, fue destinado en febrero de 1956 al frente de una compañía del 45 Batallón de Infantería Colonial, a la región de Aissa Mimun, en la Kabilia. La insurrección del Frente de Liberación argelino (FLN) llevaba dos años y el Ejército francés, pese a su superioridad militar y numérica, no daba pie con bola. Carecía de una estrategia frente a la eficiencia de las acciones terroristas de un enemigo invisible, fundido con la población nativa, a la que la política represiva y la tortura sistemática empujaba cada vez más a solidarizarse con los insurgentes.

Las guerras revolucionarias no se ganan con las armas, sino con ideas y propaganda

El general David H. Petraeus aplicó las ideas de Galula en la región norteña iraquí de Mosul

El capitán Galula inició, por su cuenta y riesgo, un experimento que sus superiores autorizaron llenos de escepticismo. Consistía en privilegiar las iniciativas sociales, culturales y políticas sobre las militares, protegiendo a los sectores moderados de las exacciones y atentados que lanzaba contra ellos el FLN, apoyando a las mujeres nativas empeñadas en la emancipación femenina, involucrando cada vez más a las fuerzas indígenas en la lucha contra la rebelión, prohibiendo la tortura y el asesinato extrajudicial y comprometiendo a soldados y oficiales del Ejército francés en acciones sociales, desde la construcción de escuelas hasta tareas de primeros auxilios y sanidad en las zonas campesinas más deprimidas.

Según Alistair Horne, que ha escrito la mejor historia de la guerra de Argelia -A Savage War of Peace: Argelia 1954-1962- los efectos de esta nueva política fueron extraordinarios y a mediados de 1957 el FLN había sido separado de la población civil y duramente golpeado en toda la Kabilia. El Ejército francés, venciendo la resistencia de sus estrategas de la vieja escuela, comenzó a poner en práctica esta nueva metodología que, en términos estrictamente militares -no políticos, desde luego- le conseguiría una superioridad casi absoluta sobre el terreno.

Pero esa guerra estaba perdida desde el principio, porque el colonialismo repugnaba a la opinión pública francesa, que se movilizó contra ella como se movilizaría, años después, la de Estados Unidos contra la guerra de Vietnam. De Gaulle concedió la independencia a Argelia y entregó el poder a Ben Bella y el FLN. El capitán David Galula lo había previsto, en la tesis central de su filosofía: las guerras revolucionarias y contra-revolucionarias no se ganan con armas y en el campo de acción sino con ideas y propaganda en el dominio de la opinión pública.

En 1962, un think tank de Estados Unidos, la RAND Corporation, descubrió el papel (poco menos que secreto) jugado por David Galula en la guerra de Argelia y lo invitó a un simposio sobre la guerra de guerrillas. Impresionada con la solvencia intelectual del entonces teniente coronel, le encargó un libro, Pacification in Algeria, 1956-1958, que la propia RAND Corporation tradujo al inglés. En 1964 Galula publicó Counter-insurgency Warfare: Theory and Practice. Estos ensayos circularon en fundaciones y agencias especializadas, y en los estados mayores, muy lejos de los lectores comunes y corrientes e incluso de los críticos políticos y militares de los medios. En 1967 David Galula murió sin sospechar la celebridad que su nombre y sus ideas sobre la guerra contra-subversiva alcanzarían años más tarde en el marco de la guerra en Irak.

La manera como resucitó David Galula en medio del conflicto del Medio Oriente está descrita en un estudio interesante del profesor Arthur Herman, de Georgetown University, How to Win in Iraq - and How to Lose (Cómo ganar en Irak - y cómo perder). Uno de los escasos lectores de David Galula fue el general norteamericano David H. Petraeus quien, en los años 2003-2004, se propuso aplicar sus ideas en la región norteña iraquí de Mosul que estaba bajo su administración. La 101 División Aerotransportada a órdenes del general Petraeus reabrió 1.400 escuelas de niños y niñas, y aseguró su funcionamiento, instaló y operó postas sanitarias en el campo, construyó caminos, canales de riego y -estrella de la corona- reabrió la Universidad de Mosul. El terrorismo no desapareció pero cayó en picada y, por primera vez, la población civil comenzó a enfrentarse a los terroristas de Al Qaeda y otros grupos fundamentalistas.

El profesor Herman muestra cómo la sombra de David Galula impregna el manual de instrucciones que el general Petraeus, al recibir la jefatura de las operaciones militares en todo Irak, repartió a todos sus oficiales, insistiendo en la necesidad primordial de colaborar con la población civil y alistar, confiándoles responsabilidades cada vez mayores, a los propios policías y militares iraquíes en la lucha contra el terror. No sólo en acciones armadas; sobre todo, según la fórmula de Galula, en la creación de instituciones representativas de la sociedad civil.

La guerra de Irak está lejos de haber terminado, desde luego. Pero lo alcanzado en el último año, según el análisis de Herman, es notable. Son los terroristas quienes están ahora a la defensiva, cada vez menos seguros en el seno de una sociedad en la que, tanto suníes como chiíes dan cada día más muestras de fatiga y hartazgo con los atentados suicidas y colaboran con el gobierno y la contrainsurgencia. Un hecho fatal para los llamados "resistentes" es haberse empeñado en implantar la sharia en los pueblos que dominan. La regresión que significa prohibir a las mujeres estudiar y ejercer una profesión, aplicar castigos corporales como amputaciones de miembros y la lapidación de las adúlteras, para los sectores suníes, los más evolucionados y modernos de la sociedad iraquí, ha hecho que se rompiera la alianza que unía a éstos con los grupos fundamentalistas y los incitara a colaborar con las autoridades.

Es todavía prematuro predecir cómo terminará la guerra de Irak. Sin embargo, es seguro, a juzgar cómo se trata este tema por los diversos candidatos en la campaña electoral, que, sea quien sea el futuro Presidente de Estados Unidos, aquélla no terminará como Vietnam, con una espantada estadounidense. Y ya no es imposible que, pese a todos los horrores que ha experimentado y experimenta todavía el pueblo iraquí, termine con un país pacificado y sin sátrapas, que construye poco a poco, por sí mismo y con el apoyo del Occidente democrático y liberal un futuro de coexistencia, legalidad y libertad. Si así ocurre, esperemos que a alguien se le ocurra poner a una calle o una plaza iraquí el nombre de David Galula.

domingo, 11 de junio de 2017

Un héroe, un ejemplo


La noche en que quiso parar a los yihadistas con sus patín no fue su primera batalla contra el fanatismo. Combatía el terrorismo desde el banco donde trabajaba persiguiendo el blanqueo de dinero de organizaciones mafiosas y terroristas.

La noche en que blandió su patín de ruedas duras contra los cuchillos de los terroristas intentaba salvar a la australiana Sara Zelenak.

Las paletas separadas de Ignacio equilibraban una sonrisa plena, contagiosa, suya. Pelo alborotado. Cuerpo fuerte, 175 centímetros de estatura, 85 kilogramos de peso, de valentía inconmensurable. Ignacio, como los superhéroes, era de aquellos que tenía dos vidas. De lunes a viernes, en horario de oficina, corbata y traje impecables. "Elegante", a decir de los que le conocieron como oficinista. Pero no era un empleado de banca convencional. Era experto en lucha contra el blanqueo de capitales y financiación del terrorismo. Debajo de su mesa, como quien esconde su arma secreta, deslizándolo, su skateboard desgastado. Su patinete estaba allí esperando que el horario se cumpla. Que salga de su letargo para cambiarse él de ropa, enfundarse unos vaqueros resistentes Carhartt y zapatillas Vans comidas por el asfalto. Y practicar su movimiento favorito, denominado imposible. El hombretón de 39 años, cumplidos el 25 de mayo, que luchaba contra el terror financiero en uno de los bancos más grandes del mundo, y el niño eterno que vibraba con su skate, juntó sus dos mundos el pasado sábado 3 de junio. Eran las 22:11. Vio a una mujer rubia siendo atacada por tres yihadistas en pleno Londres. Cuchilladas, puñaladas. Nadie la defendía. Saltó de la bicicleta, dejó a sus amigos atrás. Cogió su patinete por donde pudo. Para no perder el control y que la tabla no se deslizara, la sostuvo también con las ruedas. Dio un golpe, otro. Con todas sus fuerzas. Luchó solo. Primero contra uno. Después fueron contra él dos. Khuram Butt, Rachid Redouane y Youssef Zaghba, lobos Daesh, se ensañaron. Los aterrados viandantes ganaron, gracias a él, un tiempo valioso, segundos que salvaron vidas... Él luchó hasta el estertor. Incluso desde el suelo siguió dando golpes a los terroristas. Hasta que quedó inmóvil en el suelo. Abrazado a su skate. Una puñalada mortal por la espalda, cobarde, le fulminó. Así murió el "héroe del patinete", como le bautizó la BBC. Así nació su santidad. Primera Estampa: Un joven comprometido contra la barbarie. Combatió el terrorismo desde su PC

Primera Estampa: Un joven comprometido contra la barbarie. Combatió el terrorismo desde su PC

"Soy abogado en España y obtuve una licenciatura en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y una Maîtrise en Droit por la Université Panthéon Sorbonne, Paris 1, habiendo cursado mis estudios tanto en España como en Francia", escribió Ignacio Echeverría Miralles de Imperial en su curriculum vitae, orgulloso de lo que había conseguido. Desde hacía tiempo había tenido en la mira luchar contra el blanqueo de capitales. Y lo había conseguido con una hoja de vida excelsa. Se graduó de abogado en el año 2002 por esas dos reputadas universidades. Comenzó sus labores como pasante en el estudio alemán Dr. Kreuzer & Coll. Para ello le ayudó el dominio de cuatro idiomas: inglés, francés, alemán y español. Duró siete meses, hasta mayo de 2003. Migró después a un despacho español. A la par iba perfeccionando sus saltos en skate: sus ollies, brincos en 360 grados...

Pasó un par de años como trabajador público, entre 2003 y 2004, trabajó como técnico de comercio exterior de la Comunidad de Abril en Bélgica. Después como asesor de la Agencia Tributaria. Ya destacaba por llevar Expansión bajo el brazo, a veces Cinco Días, y The Economist, Financial Times y The Wall Street Journal, en papel siempre que le era posible. Desde 2006, que entró en el ABN Amro, se imbuyó en el mundo de la banca privada y no salió de allí. Quería luchar contra las barbaridades del sistema desde dentro. Pasó a la filial de Natixis en España, hace una década, donde comenzó su lucha contra la financiación del terrorismo. Deslumbró en su entrevista de trabajo con el Banco Popular, en 2009 [el que esta semana ha sido comprado por un euro por el Banco Santander y entonces una entidad con enorme reputación]. Le fichó Rafael Duarte, entonces directivo de esa entidad y hoy alto cargo de Bankinter. "No quiero decir nunca que era su jefe. Era un amigo. Él fue un experto en crimen financiero. En adaptar las normativas europeas de lucha de capitales. Siria, Irán, Libia, Qatar... sabía de todo". Cuenta que era común verlo dentro del banco con su skateboard que dejaba debajo de la mesa. "Cuando acababa el horario, se quitaba la americana y se ponía de urbanita... Y a vivir. Porque el siempre fue eso. Vital". Tenía en la mochila, además, lector incansable, un par de libros.Luego fue contratado por el banco de origen libio Aresbanc, julio de 2012, donde profundizó en los entramados societarios que usaban los grupos yihadistas para colar su dinero en los grandes bancos. Él vigilaba las operaciones que se realizaban desde Irán, Yemen o Arabia Saudí e incluso llegó a viajar a Argelia en varias ocasiones. Sus informes eran irreprochables, pero una discusión con un directivo de la entidad le llevó directamente a la cola del paro en julio de 2015. Porque Ignacio no sólo era capaz de plantarle cara a un terrorista, sino también a altos directivos. "Su trabajo era ser como un policía dentro del banco y le tocaba luchar contra gente que quería ganar dinero haciendo transferencias dudosas", cuenta un excompañero. "Su opinión la mantenía a pesar de las presiones", completa Duarte. "Su rectitud y su concepto de la ética me constan"... El treintañero permaneció en las listas del INEM siete meses. Mientras echaba currículums en una banca aún en crisis en España, pasaba las tardes entre los skateparks de Boadilla, Las Rozas y Tetuán. "Como tenía coche nos íbamos moviendo. A nosotros siempre nos llevaba porque no teníamos ni carné", cuenta un skater. Permanecía siendo su escapatoria, especialmente en aquellos meses de transición. En 2016, finalmente encontró trabajo tras un proceso de selección durísimo de tres meses con entrevistas individuales y grupales y tests psicotécnicos ingresó en uno de los bancos más punteros del mundo: el HSBC (The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation). Es 2016 y este banco lleva varios años recibiendo serias acusaciones, especialmente tras el escándalo Falciani, que desveló una magna evasión fiscal a nivel mundial. Y más. En 2013, por ejemplo, recibió una multa de 1.470 millones por blanqueo de capitales. "El mayor banco de Europa lavó dinero de la droga, Irán, Siria y Arabia Saudí", decía el senado de EEUU. Fue acusado de dar cobertura a organizaciones terroristas que blanquean a través de sus operaciones financieras. El HSBC decide que es hora de cambiar de rumbo. Aumenta su equipo de analistas expertos en money laundering (blanqueo de capitales) y ficha a Ignacio por un sueldo que rondaba las 60.000 libras al año. A él le gusta el reto, sabía de lo sucedido y era consciente de su gran oportunidad. Su trabajo comenzaba a las ocho y media de la mañana en la oficina londinense de Park Street.... Así describía el propio Ignacio su misión, su combate desde su monitor de 19 pulgadas: "Trabajo en Londres como analista de prevención de blanqueo de capitales en un departamento de HSBC que elabora modelos de prevención del crimen financiero. Trabajo específicamente en el modelo de riesgo país y de riesgo cliente para la prevención del crimen financiero". Su papel era similar al que realiza la joven auditora que contrata la CIA en la serie Homeland que desgrana a la perfección la colaboración que existía entre grandes bancos y organizaciones yihadistas.

Uno de los compañeros de Echeverría profundiza en lo que hacía en el HSBC: "Era como un auditor que buscaba identificar y evitar que el banco se vea involucrado en una operación fraudulenta cuyos fondos provengan actividades ilícitas como falsos cheques, tarjetas falsas, compañías tapadera... Cada vez que alguien quería hacer una operación bancaria él hacía un screening". Esto es revisar desde su ordenador todos los datos de la persona u organización que operaba con el banco.
Vigilaba que las transferencias no fuesen a países de la lista negra como Irán, Myanmar, Libia, Siria o Irak

"Son movimientos de cientos de millones de euros, y las bandas terroristas usan mil argucias para intentar blanquear dinero a través de nosotros. Él era quien tenía que parar esas prácticas y se puede decir que él ya combatía el terrorismo desde el banco al dedicarse a la prevención de blanqueo, prevención de financiación de estos grupos criminales vía el sistema financiero internacional, pagos a empresas fantasma o puente con actividad no reconocida que podrían estar ligadas a la compra venta de armamento ilegal, narcotráfico, etc. Vigilaba que las transferencias no fuesen a países que están en nuestra lista negra como Irán, Myanmar, Libia, Siria o Irak", comenta este empleado.Lo peor de este empleo para Ignacio, que le llenaba laboralmente y que era un reto de los que le hacían ilusión, era que se alejaba de los suyos, de los que tenía tanto dentro. De sus amigos skaters, de su idolatrada familia. Porque él no tenía el espíritu de un ejecutivo agresivo. No había impostura en él. Ni relaciones interesadas. Él era de su gente de toda la vida. Segunda Estampa: La del abogado de los skater al que llamaban 'Abo' y cuyo truco estrella era el 'imposible'

Segunda Estampa: La del abogado de los skater al que llamaban 'Abo' y cuyo truco estrella era el 'imposible'

Junio de 2014. Boadilla del Monte. Son las siete de la tarde y las temperaturas abrasantes comienzan a bajar. En un skatepark repleto de barandillas, desniveles y grafitis hay una pandilla de jóvenes haciendo sus 360 flips, sus ollies, sus pops... Filman sus movimientos para luego colgarlos en cámara lenta en Youtube al ritmo de canciones con mucho beat. Aún no disponían de GoPros para grabar con lentes ojo de pez. Lucen tatuajes, camisetas XXL y jeans caídos por debajo de la cintura. De repente, aparece corriendo un joven con traje de chaqueta, despeinado, zapatos de punta, una cruz católica en su cuello, una mochila y un patinete en la mano. Se ha bajado de un Megane color crema. "Mirad, ahí viene el Abo", grita uno de los adolescentes. Es Ignacio. Se quita su ropa bien planchada para enfundarse su ropa de diversión. Es el mismo atuendo, la capa de superhéroe, que lució el sábado de la pasada semana cuando trató de frenar con su tabla las cuchilladas de tres terroristas a la chica rubia de ojos cristalinos que caminaba por el abarrotado mercado londinense de Borough Market. Aquella tarde veraniega, llevaba camiseta y Vans negras y se proclamó ganador del juego de S.K.A.T.E. en el que sus contrincantes tenían que repetir sus trucos. Si no lo hacían iban acumulando letras hasta conformar la palabra y caer eliminados.

Ninguno de sus rivales, más jóvenes de edad, consiguió repetir su acrobacia milagrosa: el imposible, consistente en saltar, para pasarse la tabla alrededor del pie trasero, en un giro de 360 grados en el aire, y después caer sobre el patinete. Se llama así por su extrema dificultad. Tanta que para apreciarla bien se suele grabar y ver en cámara lenta, fotograma a fotograma. Un movimiento de la old school, de la vieja escuela en español, que aquellos jóvenes de la generación millenial, los que no crecieron con los interminables campos de Oliver y Benji como Ignacio, no habían conseguido aprender. No se jugaban dinero. Sólo el orgullo. O "como mucho un bocata del Mercadona", deslizan desde el recinto boadillense. "Él era un skater retro, a nosotros nos gusta más los flips [otro salto complejo donde el patinete vuela, gira y el usuario cae encima] que son más llamativos. Era imposible calcarle esos movimientos de otra generación. Él nos hacía gracia porque su estética era la contraria a la de los skaters. Era un perfil atípico, hasta sus gafas de ver eran distintas...", cuenta Héctor, un skater de pelo largo, que patinó con él hace un mes en el barrio de Tetuán. Hoy llora su muerte y recuerda su "valentía" y su bondad. Porque los actos heroicos de Abo no comenzaron en el mercado cercano al London Bridge. Empezaron en aquellas pistas donde también no sólo patinaban niños de familias adineradas de la periferia de la capital, los que podían pagar tablas de 200 euros, sino jóvenes provenientes de familias desestructuradas e inmigrantes que compraban sus skates en milanuncios.com.A estos colectivos más desfavorecidos, Ignacio prestó gratuitamente sus servicios jurídicos. "Él siempre me ayudó cuando tenía algún lío legal. Y cuando nos peleábamos era el primero en separar. Era un regalo de Dios, todo bondad, siempre con una sonrisa", rememora Héctor, originario de Colombia.Había en su grupo una felicidad innata. Una solidaridad que no se ha roto. Es jueves y tras la confirmación oficial de su muerte, un millar de personas se congregan en la plaza del Ayuntamiento de las Rozas donde Ignacio vivió y donde también se había dejado ver haciendo piruetas. En el homenaje se guardan tres minutos de silencio. Una decena de músicos entonan piezas de música clásica. Un chiquillo tiene lágrimas en los ojos. Los asistentes tienen el vello a flor de piel. Levantan sus tablas cual ofrenda, cual si fuera un santo del skate. Tercera Estampa: Miembro de una familia solidaria

Tercera Estampa: Miembro de una familia solidaria

Lo sacro no le es lejano. Profundamente católico, era miembro del grupo de Acción Católica de la parroquia de San Miguel. Su tío abuelo, fallecido en 2006, era Antonio Hornedo, el obispo de los indios de la selva peruana. Sus compañeros utilizaban para este misionero una descripción que se podría aplicar a Ignacio. "Era un optimista, lleno de confianza en los demás, positivo y cariñoso con todos". La madre de Ignacio es Ana Miralles de Imperial Hornedo, abogada también, "quien ha hecho una misión silenciosa ayudando a mujeres maltratadas", refieren allegados a Crónica.

Otro tío abuelo de Ignacio, Pedro, fue torturado y asesinado por los comunistas cuando tenía 16 años", recoge Alfonso Ussía. Su tía Rosario, hermana de Ana, ha escrito sobre lo sucedido: "Estoy muy orgullosa de ser Hornedo y de que nuestros hijos lleven los genes Hornedo, y en su alma y su corazón, los valores que nos transmitieron... Ignacio vivió y murió como un Echeverría Miralles de Imperial y Hornedo". Una elegía por Ignacio, nacido en Ferrol, criado en Madrid y enamorado de Comillas, donde dejó una casa a medio comprar. Y su tabla de surf, su otra pasión.

Salvó a su hermano Enrique de perecer entre las olas

Ignacio nació en Galicia porque su padre, Joaquín, ingeniero, fue destinado a la central térmica de Endesa en As Pontes. Allí residieron hasta que el tercero de los Echeverría-Miralles de Imperial cumplió ocho años. Eran cinco en total: "Joaquín, el mayor; Enrique; Ignacio; Ana; Isabel...", los enumera el que fuera otro hermano para Ignacio. Su amigo Guillermo González-Arnao Beneyto, quien desde infante veranea en Comillas. En la playa cántabra, con 12 años, Abo conoció a su quinto brother. Guille ha escrito una carta para Ignacio: "Quisiera que pudieras ver todo lo que se dice de ti: The skateboard hero, "El gran financiero", "El experto en blanqueo"... Todo el mundo te admira, te quiere, te has convertido en el ejemplo a seguir, una luz en toda esta oscuridad, un orgullo para el mundo entero". Dice que Ignacio se divertiría con tanto homenaje. "Él se comportaba como le salía del corazón. Era un tío auténtico. Era noble de sangre y noble de corazón... Siempre intermediaba en las peleas. Siempre se ponía del lado del mas débil. No entendía la injusticia... Por eso entiendo lo que hizo". No había sido su primer acto de valentía extrema. Salvó a su hermano Enrique de perecer entre las olas. Y casi se ahoga el propio Abo. Ignacio pasaba de un lado erudito -"donde podía hablar de antiguas fabricas industriales convertidas en museos, arqueología industrial, altas finanzas"- a un lado bufonesco, como cuando imitaba al Pájaro Loco o a un personaje de los Pokemon. "Me partía de la risa con todas sus facetas". "Una vez la pasamos mal por una aventura suya. Comenzamos a pasear por el puerto, por rocas y nos metimos por un túnel. Hasta adentro. Después nos dimos cuenta que eran las cloacas. "¡Es un asco Ignacio!", le dije. Él, a carcajadas".Tanta alegría truncada a cuchillo...Su hermano mayor, Joaquín, recordó así a Ignacio en EL MUNDO: "De él puedo decir que era el tío favorito de todos sus sobrinos; siempre preferían ir de su mano que de la mía. Que teníamos muchas ganas de que se casase; le gustaban tanto los críos... Todos los domingos iba a misa... Que era capaz de trasnochar para ayudar de país a país a que una sobrina pudiera usar la tablet que él le había regalado. Que los bonos de recompensa los gastaba en invitar a amigos, familiares y en regalos...".Su hermana Isabel, al salir de hablar con las autoridades inglesas, los que justificaron que tardasen más de 90 horas en identificar a Ignacio, soltó una frase que resume lo que era él. Lo que será: "Algo muy triste y duro se está convirtiendo en algo más bonito y grandioso, que nos ha hecho querer y apreciar más a nuestro hermano, a nuestra familia, a nuestros amigos y a nuestro país". O Ana, quien sintetiza su vida en tres ideas: "Era valiente. Y peleón. Y buenísimo". Cuarta Estampa: La del caballero Quijotesco la noche en la que se hizo héroe

Cuarta Estampa: La del caballero Quijotesco la noche en la que se hizo héroe

-¿Ignacio, estás bien?Le mandan este mensaje desde Madrid. Es la noche del sábado 3 de junio. Su bro Guille González-Arnao Beneyto, en plenas celebraciones por la Champions del Real Madrid, supo del atentado en Londres. Muertos, heridos. En un mercado que los sábados es considerado la segunda atracción turística después del London's Eye. No imaginaba lo que sucedía. Pero, por asegurarse, le envió este mensaje por WhatsApp. El silencio le hizo sudar frío. Después vio el mensaje del hermano de Ignacio, de Javier, a las 2:54 de la mañana. Supo de su desaparición. Rezaron todos.La ignorancia de lo sucedido se aclaró poco a poco. Todo había sucedido en ocho minutos... En medio de la más tremebunda confusión. A las 22:08, hora inglesa, tres terroristas, comenzaron a atropellar a los viandantes del Puente de Londres. Haciendo eses, buscando hacer el mayor daño posible. Abandonaron el vehículo de alquiler y se bajaron con cuchillos en la mano. Para apuñalar a quien se cruzase. Ignacio y sus colegas skaters, Javi y Guillermo Sánchez, no les vieron llegar. El tumulto comenzaba apenas. Estaban a la altura del Borough Market, a unos 300 metros, de donde los yihadistas habían dejado la furgoneta. Llegaban a su encuentro sin saberlo. Primero vieron un hombre que venía tambaleándose. Después a un policía que se derrumbó. Después, Abo vio que agredían a una mujer. Arrojó su bicicleta y fue en su ayuda. No era la primera vez, ya lo había hecho antes en España... "Era una mujer rubia... Vi que Ignacio comenzó a darle con el skate. Una y otra vez", cuenta Sánchez. Khuram Butt, 27 años, Rachid Redouane, 30, y Youssef Zaghba, 22, rematan a Ignacio, que no se levanta del suelo. Cuando van a por Sánchez, él les arroja su bicicleta para defenderse. La chica que intenta salvar Ignacio coincide, en descripción y posición, con Sara Zelenak, australiana de 21 años, una de las ocho víctimas. Más considerando el relato de Gerard Vowls, quien asegura haber intentado rescatar a Sara. También vió al policía. Y, para ayudarla, utilizó "una bicicleta que encontró en el suelo"... Ignacio quedó inerte, sujetando su skateboard. Su acto de arrojo salvó vidas, seguro. Los yihadistas perdieron tiempo en su gresca con el banquero. "Lo vi aferrado a su patinete". Ni Sánchez ni Javi pudieron ir en su auxilio. La turba, los agresores, se lo impidieron. Y les dolió tanto que aún no se recuperan. Tras 50 disparos, la policía inglesa logró abatir a los terroristas. Eran las 22:16 en Londres. Ocho minutos, ocho muertos. Cuando Crónica, el pasado lunes 5, visitó el epicentro de la masacre que estaba fuertemente acordonado por la policía. Entonces ya uno de los agentes deslizaba la posibilidad de que Ignacio fuese uno de los fallecidos. "El problema es que nuestros protocolos de protección de datos son muy restrictivos y hasta que no se esté seguro al 100% no se va a decir nada oficialmente", comentaba este policía. La desaparición de Ignacio generó una búsqueda general. Su familia y amigos recorrieron hospitales, comisarías... Nada. Les pidieron las huellas dactilares el domingo. Llamadas entre Madrid y Londres al más alto nivel. Recién el miércoles 7 quedó confirmado que pereció. En el certificado de defunción, hecho público ayer, se explica que feneció por una puñalada en la espalda.El consejero delegado del HSBC mandó una nota interna en inglés a sus empleados: "Ignacio trabajó en la oficina de Park Street. Él será recordado por sus compañeros por su naturaleza, gentileza, su carácter amigable, su orgullo de herencia española y su pasión por el skateboarding. También será recordado por su valentía durante la tarde del ataque...". Ésta llegó a contratar los servicios de un detective para esclarecer el paradero de Ignacio cuando no se sabía si estaba en la lista de fallecidos. Tenía acceso a información extremadamente delicada... Hay una foto que antes pasaba desapercibida donde Ignacio mira un letrero de Pad Street. Entre grafittis se lee: "Si estás esperando por ese alguien especial que llegue y cambie tu vida para siempre... Echa un vistazo en el espejo"... Se va a perder Ignacio los cumpleaños venideros de sus sobrinas. La felicidad del reconocimiento de que, en Tokio 2020, el skateboard será deporte olímpico. No lo verá. Ni su nombre en plazas, como el de su tío abuelo obispo. Ni que el propio presidente y su Gobierno le concedieran una medalla en su honor. Ni a su familia sobrellevando la tristeza recordando su hazaña. Ni a sus colegas haciendo piruetas en el Baysixty six, su skatepark favorito de Londres que visitó poco antes de morir. Ni ese patinete sin ruedas, en el lugar donde falleció, camuflado en medio de flores. En la tabla figura su nombre, lo que es una despedida justa. Ni unos pétalos que vuelan como Superman.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Enzensberger: la guerra civil atomizada es el nuevo orden mundial

Luis Meana, "Enzensberger proclama la guerra civil como nuevo orden mundial. Reacciones escandalizadas al nuevo ensayo del escritor alemán", en El País, Bonn 28 NOV 1993:

En un famoso trabajo sobre la esencia del ensayo escribió Adorno: "La ley más íntima del ensayo es la herejía'. Herejía que debe de estar presente en dosis suficientes en el último ensayo de Enzensberger, Aussichten auf Bürgerkrieg (Perspectivas deguerra civil), a la vista de las reacciones escandalizadas que ha desatado nada más ser publicado en Alemania. La tesis central del ensayo es atrevida: pasada la situación de páx atómica, el mundo ha entrado en una nueva lógica política: el estado hobbesiano de guerra de todos contra todos.

"Nos engañamos si creemos que reina la paz sólo porque podemos ir a comprar el pan sin que un francotirador nos reviente la cabeza". En realidad, "el nuevo orden mundial [se encuentra] bajo el signo de la guerra civil". No tanto por las consabidas guerras civiles exteriores (Yugoslavia o antigua Unión Soviética) como por otras guerras civiles endógenas: la que denomina guerra civil molecular, que acontece, cada día, en nuestras metrópolis, y a la que califica de molecular por no ser todavía generalizada, sino cosa de minorías violentas, capaces de romper, a placer, el orden social. Por decirlo así, "todo vagón de metro es ya una Bosnia en miniature".

Tanto las guerras civiles lejanas como las moleculares son meras variantes de un tipo nuevo de guerra civil, totalmente distinta a las tradicionales (como la española). El rasgo esencial de esas nuevas guerras civiles es el autismo. Por un lado, el autismo de los combatientes. Al contrario que sus predecesores clásicos, el guerrillero o partisano que luchaba por fines nobles, el nuevo combatiente autista se caracteriza por un rasgo totalmente nuevo y paradójico: su total falta de egoísmo, una pérdida tan total y radical del yo que incluso el principio regulador de la propia supervivencia no funciona.

Los indefensos

Estos clones infantiloides de los grandes movimientos asesinos del siglo (fascismo o estalinismo) sienten un desinterés total por la propia vida. "Podría llamarse a esto la reductio ad insanitatem ". Ese autismo suicida incorpora, por lo demás, una nueva masculinidad: frente al contrahéroe antiguo, que se enfrentaba a un oponente poderoso (Estado, capitalismo), este autista está movido por el principio contrario: cuanto más fácil, mejor. Razón por la que preferiblemente se ceban en los más indefensos. Autismo reforzado por la televisión. Ella convierte al autista en modelo y a la matanza en entretenimiento principal de las masas.

Junto a la personalidad autista aparecen autismos distintos: las guerras civiles actuales ni tienen, ni precisan, Iegitimación "Lo que le concede a esta guerra civil del presente una nueva y monstruosa cualidad es el hecho de que se lleva a cabo, literalmente, por nada. Con lo que se convierte en el retrovirus de lo político". Su causa no son motivaciones económicas (paro), ni raciales (negros/ blancos), ni ideológicas. Su única y última ratio es matar por matar.

Fenómeno perceptible tanto en el caso yugoslavo como en las bandas de extrema derecha ciudadanas. Para Enzensberger, el nazismo de esas bandas es mera mascarada: la cruz gamada o el saludo fascista son mero attrezzo; la germanidad, un eslogan con que llenar vacíos. Y otro tanto ocurre con la guerra civil yugoslava: el carácter nacionalista del conflicto es pura decoración de opereta, basura ideológica que se postula para simular convicciones. De lo que de verdad se trata es del ansia atávica de matar. Cosa que, para Enzensberger, diferencia a los nacionalismos actuales de los precedentes. Mientras el nacionalismo decimonónico supuso, a pesar de todo su pathos chovinista, aportaciones constructivas -constituciones, Estado de derecho, voto libre-, "los actuales sólo están interesados en la fuerza de la destrucción inherente a las diferencias étnicas". El derecho de autodeterminación al que se refieren es el derecho a determinar a quién le está o no permitido sobrevivir en un territorio.

En la forma que tenemos de enfrentarnos a todas esas miserias cada vez más grandes detecta Enzensberger una aporía paralizante: trabajamos con un universalismo moral ilimitado y con unos medios de acción totalmente limitados. Contradicción que sólo deja dos salidas: o el cinismo o el fenómeno farmacológico de la reacción paradójica: nuestro universalismo moral conduce a que personas y sistemas políticos se desentiendan de las miserias cada vez más grandes que nos rodean.

* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de noviembre de 1993

lunes, 23 de noviembre de 2015

Una visión exacta del problema islámico

John Carlin “¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?”. El idealista de izquierdas yerra al culpar a Occidente del yihadismo. Hay que tomar partido, en El País, 23-XI-2015:

“Las críticas irresponsables de aquellos que nunca han estado ni jamás esperan estar en el poder”. George Orwell

En la película Mars Attacks!, una hilarante comedia negra estrenada en 1996, los invasores extraterrestres ya han liquidado a medio mundo cuando su líder y un par de diminutos guardaespaldas se encuentran cara a cara con el presidente de Estados Unidos, interpretado por Jack Nicholson. El presidente, solo en su despacho, apela a la bondad de los enemigos de la humanidad. "¿Por qué no crear en vez de destruir?", les ruega. "¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?".

Acto seguido, el jefe de los marcianos lo mata, se acerca al cadáver y le ofrece un burlón saludo militar.

No es del todo absurdo suponer que el idealista de izquierdas que preside el partido laborista británico, Jeremy Corbyn, intentaría responder de manera similar al ficticio presidente en caso de verse arrinconado por un terrorista del Estado Islámico (ISIS). Sería un gesto consecuente con la visión del mundo que comparte con sus correligionarios en Europa, EE UU y América Latina. Siendo inglés, Corbyn quizá les invitaría primero a tomar una taza de té.

Corbyn y Bernie Sanders, el estadounidense que aspira a la candidatura presidencial del Partido Demócrata, y los muchos que comparten su pavloviano antiimperialismo en todo el mundo insisten, con irreductible vigor tras los atentados de París, en que las intervenciones militares de Occidente en Oriente Próximo crearon el fenómeno yihadista. Lo dijo Sanders en un debate con Hillary Clinton la semana pasada: "La desastrosa invasión de Irak condujo al ascenso del Estado Islámico".

Algo de razón tiene. El psicópata exvicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney y sus perritos falderos -en orden de tamaño, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar- rompieron el tiránico equilibrio en la región con su alocada invasión de Irak. No se puede saber qué estaría pasando hoy si Sadam Hussein siguiese en el poder, quizá la situación sería incluso más anárquica de lo que es, pero no se puede descartar la hipótesis de que hubiera frenado la yihad en seco combatiendo el terror, como era su costumbre, con más terror.

Por otro lado, se podría argumentar también que si Barack Obama no hubiera retirado las tropas estadounidenses de Irak, el ISIS no hubiera podido imponer su "califato" en Siria e Irak. Y, ya que estamos, ¿por qué no vamos más lejos? Si la actitud de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y demás aliados hubiera sido menos vengativa después de la Primera Guerra Mundial, si el Tratado de Versalles hubiera sido más generoso con los alemanes, es probable que Hitler no hubiese llegado al poder y el mundo se hubiera ahorrado el horror de la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de seis millones de judíos.

El problema de ir por el camino de que la culpa la tienen los Gobiernos de Occidente es que propone como eje original del mal a aquellos que en el fondo defienden lo que Estado Islámico desprecia y los nazis despreciaban: la libre expresión, la soberanía de la ley y los demás elementos básicos de la democracia que permiten que los Corbyn, Sanders, Podemos, Syriza, incluso el Frente Nacional francés y otros que se oponen al statu quo puedan competir en el terreno político sin temor a caer presos o ser asesinados. Al atribuir la responsabilidad por las masacres de París a Gobiernos electos de Europa y EE UU, se plantea una grotesca equivalencia moral con los tontos inútiles, en varios casos exyonquis o delincuentes de poca monta, que han encontrado la redención personal en una ideología que rinde culto a la muerte, que cree contar con apoyo divino cuando decapita a infieles, lanza a homosexuales desde altos edificios, apedrea a mujeres supuestamente adúlteras y viola, esclaviza o prostituye a niñas de 13 años. Es verdad que los bombardeos de la aviación de EE UU y sus aliados han causado las muertes de civiles. De muchos. Demasiados. Pero hay una diferencia. Cuando mueren inocentes, Obama lo lamenta. El ISIS lo celebra.

El hecho es que, como dijo la semana pasada el jefe del servicio interno de inteligencia de Alemania, nos enfrentamos a "una guerra terrorista mundial". Hay que tomar partido. No es hora de seguir bañándose en las aguas tibias del buenismo. Uno se puede sentir muy satisfecho consigo mismo oponiéndose a la guerra, al "imperialismo neoliberal", a la vigilancia policial y tal, pero los tiempos exigen debates constructivos y respuestas concretas, sin cerrar los ojos a la dura realidad de que en el mundo político real no hay más remedio a veces que ensuciarse las manos, sacrificar la pureza moral y elegir entre lo malo y lo peor. No es suficiente en la emergencia actual declarar que la paz es un principio innegociable -la paz no es un principio, es una circunstancia- o que debemos luchar más contra el enemigo dentro que el enemigo fuera.

El argumento irrefutable contra la tesis que predica una simple conexión causa y efecto entre la política exterior de los países ricos de Occidente y el ascenso del Estado Islámico es que la enorme mayoría de sus víctimas no son europeos o estadounidenses sino habitantes de Siria o Irak, principalmente musulmanes. A los que les incomoda la idea de tomar partido junto a Obama, Cameron, Hollande y compañía, que salvaguarden sus conciencias convenciéndose de que lo hacen a favor de aquellos miserables de la tierra que están en el punto de mira del ISIS todos los días del año. Es hora de que los tontos útiles dejen de serlo y se definan, empezando por identificar sin ambigüedades quién hoy es el principal enemigo de la humanidad. Porque cuando aparezca el yihadista con un Kaláshnikov en un bar o un teatro o un supermercado y empiece a liquidar a gente uno por uno, no preguntará si su siguiente víctima es de izquierdas o de derechas, progresista o neoliberal, imperialista o antiimperialista. Matará, como una peste, sin prejuicio y sin piedad.