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viernes, 22 de enero de 2016

El nobel de economía Stiglitz se burla de Rajoy

Carlos Segovia, "Joseph Stiglitz: Lo que se le ha hecho a los españoles es un desastre", en El Mundo, 21/01/2016

Afirmó que "una economía con una tasa de paro juvenil del 50% está en depresión"El Nobel se burla del Gobierno del PP y mantiene sus ideas en contraste con Tsipras

El Nobel de Economía estadounidense, Joseph Stiglitz, está siendo en los debates de Davos el último bastión de una forma de pensamiento que ya no defendió con ardor ni siquiera el aplacado líder griego, Alexis Tsipras. Stiglitz se burló del Gobierno español ante el auditorio: "Están cantando victoria por bajar la tasa de paro del 25% al 22%. Yo digo que una economía que tiene un paro así y con una tasa de desempleo juvenil del 50% está en depresión". Estaba presente el primer ministro irlandés, el popular Enda Kenny, que se sintió también aludido: "Nosotros no cantamos victoria, informamos de que se está produciendo un avance". Stiglitz, felicitó a Kenny, porque de los países comparables, Irlanda "es el que lo ha hecho mejor". Se despachó, sin embargo, con el Sur de Europa, porque, en su opinión, el paro bajo básicamente, porque los emigrantes vuelven a sus países de origen, o porque los jóvenes deciden emigrar. "Con la política de austeridad se han roto familias enteras, lo que han hecho a los españoles es un desastre", afirmó el Nobel estadounidense incluyendo en ese saco a Grecia y Portugal. Culpó de ello al Banco Central Europeo por forzar al inicio de la crisis a los países europeos a asumir deuda privada y reiteró su tesis de que "la alternativa a la austeridad en Europa debió ser la ayuda". Pero no sólo arremetió contra Occidente, también contra el régimen comunista chino: "China ha generado más desigualdad en 35 años que Estados Unidos en 100". El vicepresidente de China, Li Yuanchao, en una intervención posterior y ante otro auditorio, recordó que se acerca "el centenario del partido comunista chino", que quiere celebrar manteniendo hasta, al menos, 2020 "un crecimiento medio-alto". Pero expuso recetas que casi firmaría el primer ministro británico, el conservador David Cameron. "Tenemos que estimular, tenemos que reforzar el mercado para que despliegue todo su potencial", afirmó Li, miembro del buró central del Partido Comunista Chino. También reiteró que hay que privatizar grupos estatales y reducir impuestos a las pequeñas y medianas empresas.También el primer ministro griego, Alexis Tsipras, intentó ganarse a los inversores ante un auditorio considerado la Meca del capitalismo mundial. "Éramos parte del problema y ahora queremos ser parte de la solución". El líder de Syriza confirmó que acepta ya que el FMI participe en su actual rescate, un año después de proclamar, tras su victoria electoral, que la Troika había muerto. El griego se comprometió a "equilibrar las cuentas públicas", pero señaló que su país "necesita crecimiento" con "inversión europea y privada". Eso sí, se mantuvo reacio a dar nuevos pases en uno de los puntos en litigio con sus acreedores: el recorte del sistema de pensiones.Schäuble ironizó con que "llevar el caso griego al Bundestag [el Parlamento alemán] es como encender una vela en una sala de dinamita". "Lo que tenemos que hacer es deshacernos de la dinamita y luego encender la vela para que no se queme la gente", repuso bromeando el griego. "Si queremos que Europa se refuerce, hay que cumplir los acuerdos", dijo el ministro alemán.

miércoles, 14 de octubre de 2015

El 1% del mundo posee tanta riqueza como todo el 99% restante


(para ver el gráfico, pinchar el enlace)

2015 será recordado como el primer año de la serie histórica en el que la riqueza del 1% de la población mundial alcanzó la mitad del valor del total de activos. En otras palabras: el 1% de la población mundial, aquellos que tienen un patrimonio valorado de 760.000 dólares (667.000 euros o más), poseen tanto dinero líquido o invertido como el 99% restante de la población mundial. Esta enorme brecha entre privilegiados y el resto de la Humanidad, lejos de suturarse, ha seguido ampliándose desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008. La estadística de Credit Suisse, una de las más fiables, solo deja una lectura posible: los ricos saldrán de la crisis siendo más ricos, tanto en términos absolutos como relativos, y los pobres, relativamente más pobres.

En La gran brecha, qué hacer con las sociedades desiguales (Taurus, 2015), uno de los últimos libros de Joseph E. Stiglitz, el Nobel de Economía utilizaba una poderosa imagen de Oxfam para ilustrar la dimensión del problema de la desigualdad en el mundo: un autobús que transporte a 85 de los mayores multimillonarios mundiales contiene tanta riqueza como la mitad más pobre de la población global.

Hoy, a esta impactante imagen, plenamente vigente, se añaden otras que dejan patente la creciente inequidad entre los privilegiados y el resto del mundo: uno de cada cien habitantes del mundo tiene tanto como los 99 restantes; el 0,7% de la población mundial acapara el 45,2% de la riqueza total y el 10% más acaudalado tiene el 88% de los activos totales, según la nueva edición del estudio anual de riqueza hecho público este martes por el banco suizo Credit Suisse, elaborado con los datos de patrimonio de 4.800 millones de adultos de más de 200 países.

¿Qué ha causado este nuevo aumento de la brecha? La entidad financiera apunta a la mejora de los mercados financieros: la riqueza de los más acaudalados es más sensible a subidas de precio de acciones de empresas y otros activos financieros que la del resto de la población. En el último año, los índices de referencia de los mercados de los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses, el Eurostoxx 50 y el S&P 500, avanzan más de un 10% en el último año.

Otro dato apoya la tesis del aumento de la inequidad: aunque el número de muy ricos (aquellos que tienen un patrimonio igual o superior a los 50 millones de dólares) se ha reducido en cerca de 800 personas desde mediados de 2014 por la fortaleza de la moneda estadounidense frente al resto de grandes divisas, el número de ultrarricos (aquellos que tienen 500 millones o más) ha repuntado “ligeramente”, según Credit Suisse, hasta casi 124.000 personas. Ni siquiera el ajuste por tipo de cambio es capaz de contrarrestar su aumento. Por países, casi la mitad de los muy acaudalados reside en EE UU (59.000 personas), 10.000 de ellos viven en China y 5.400 tienen residencia en Reino Unido.

A la vista de los datos, no es de extrañar la satisfacción que mostraba este martes el máximo responsable de Gestión de Patrimonios de Credit Suisse para Europa, Oriente Medio y África, Michael O'Sullivan: su negocio no ha dejado de crecer desde el estallido de la peor crisis desde la II Guerra Mundial. “La nuestra es una industria en pleno crecimiento, la riqueza seguirá su trayectoria al alza”. Sus previsiones no pueden ser más elocuentes. El número de personas con un patrimonio superior al millón de dólares crecerá un 46% en los cinco próximos años, hasta los 49 millones de individuos.

Toda la riqueza mundial en su conjunto, en cambio, crecerá hasta 2020 a un robusto pero inferior 39%. En España, el número de ciudadanos con un patrimonio superior al millón de dólares (algo menos de 900.000 euros) ascendía a mediados de este año a 360.000 personas, un 21% menos que en la misma fecha de 2014. España es el noveno país que mayor número de millonarios pierde en el último ejercicio. Al igual que en el resto de la eurozona, la evolución se ve distorsionada por la debilidad del euro frente a la moneda estadounidense.

La clase media china ya es la más numerosa en el mundo

China, el mejor exponente de los años dorados de los emergentes que empiezan a tocar a su fin, ya es el país del mundo con más ciudadanos de clase media. Según el informe anual de riqueza mundial de Credit Suisse, 109 millones de residentes en el gigante asiático poseen unos activos valorados entre 50.000 y 500.000 dólares —44.000 y 440.000 euros, respectivamente—, el rango que establece el banco helvético. Esta cantidad equivale al ingreso medio de casi dos anualidades y ofrece una protección “sustancial” frente a la pérdida del empleo, una caída brusca en el volumen de ingresos o un gasto de emergencia.

Aunque la distribución de la renta en China dista mucho de ser igualitaria, la expansión de la clase media ha seguido un camino paralelo a la evolución de su economía: a mayor crecimiento —el gigante asiático ha crecido a doble dígito ocho de los últimos 20 años y se ha convertido en la imagen del milagro emergente— más ciudadanos en la banda media de renta. En 2015, el Estado asiático superó a EE UU (92 millones) como el primer país por número de personas de clase media. Japón (62 millones de habitantes de clase media), Italia (29 millones), Alemania (28 millones), Reino Unido (28 millones) y Francia (24 millones).

Diferencias regionales

Por regiones, el 46% de la clase media mundial vive en Asia-Pacífico; el 29% residen en Europa, cuna del Estado de bienestar, y el 16%, en América. En términos relativos, en cambio, Norteamérica —con Estados Unidos y Canadá a la cabeza— se erige como máximo exponente de la clase media, con un 39% de los adultos dentro de este apéndice, seguida por Europa, donde uno de cada tres mayores de edad son clase media. La proporción se desploma en América Latina (11%) y en Asia Pacífico, la región más poblada del globo y en la que solo uno de cada 10 habitantes entra dentro del rango establecido por Credit Suisse.

Según las cifras de la entidad financiera, 664 millones de todo el mundo pueden ser considerados de clase media, solo el 14% de la población adulta global. De esta cifra, 96 millones de personas (el 2% del total) tiene una riqueza valorada en más de medio millón de dólares.

lunes, 6 de julio de 2015

Stiglitz: "La troika ha fracasado"


El premio Nobel de Economía y ex vicepresidente del Banco Mundial acusa a los gobernantes del Eurogrupo de empecinarse en una estrategia económica catastrófica con el único objetivo, político, de obligar a arrodillarse al Gobierno de Tsipras

El premio Nobel de Economía y expresidente del Consejo de Asesores Económicos de Bill Clinton en la Casa Blanca, Joseph Stiglitz, ha denunciado, en su última columna sindicada previa al referéndum en Grecia, que "Europa ataca a la democracia griega" porque "la verdadera naturaleza de la disputa sobre la deuda es mucho más sobre el poder y la democracia que sobre el dinero y la economía".

El artículo del catedrático de la Universidad Columbia es demoledor: "No recuerdo que ninguna depresión haya sido jamás tan deliberada, ni haya tenido consecuencias tan catastróficas" como la que ha sufrido Grecia al cumplir las exigencias de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. "Es alarmante que la Troika se haya negado a aceptar su responsabilidad por todo ello o a admitir lo erróneos que han sido sus previsiones y modelos. Pero es aún más sorprendente que los líderes europeos ni siquiera hayan aprendido" de ese desastre: una caída del 25% del PIB y un desempleo juvenil que se ha disparado por encima del 60%.

"Pocos países han conseguido lo que ha logrado Grecia en cinco años"

Stiglitz, quien también fue vicepresidente y economista-jefe del Banco Mundial, asegura que "incluso si la deuda griega se reestructurase más allá de todo lo imaginable, el país permanecería en depresión si los votantes eligiesen en el referéndum cumplir los objetivos de la Troika". Y rinde homenaje a los esfuerzos de los griegos por superar la crisis:

"Pocos países han conseguido nada semejante a lo que los griegos han logrado en los últimos cinco años. Y, pese a que el coste de sufrimiento humano ha sido extremadamente elevado, las últimas propuestas del Gobierno griego se han esforzado por acercarse a las demandas de los acreedores".

"Hay que decirlo claramente: en realidad, casi nada de la enorme cantidad de dinero prestada a Grecia ha llegado allí. Ha ido a pagar a los acreedores del sector privado, incluidos los bancos alemanes y franceses. Grecia no ha recibido más que una mísera parte de eso, pero ha pagado un alto precio para preservar los sistemas bancarios de esos países".

Más aún, el eminente economista afirma que "el FMI y los otros acreedores oficiales no necesitan el dinero que se le está reclamando a Grecia". Porque "nada de esto es sobre dinero, sino sobre el empleo de ultimátums para obligar a Grecia a arrodillarse y a aceptar lo inaceptable".

Stiglitz denuncia que el modelo económico de la Eurozona está diseñado en perjuicio de los trabajadores

Stiglitz fustiga duramente a los líderes europeos que exigen a Syriza que mantenga la política económica de austeridad y los acusa de haber creado una Eurozona "que nunca fue un proyecto muy democrático. La mayor parte de sus gobiernos no buscaron la aprobación de sus ciudadanos antes de entregar su soberanía financiera al BCE. Cuando Suecia lo hizo, los suecos dijeron 'No'. Entendieron que el desempleo se dispararía si la política monetaria del país fuera decidida por un banco central centrado obsesivamente en la inflación (...) y que la economía sufriría porque el modelo económico de la Eurozona se fundamenta en relaciones de poder que perjudican a los trabajadores".

domingo, 18 de enero de 2015

Stiglitz no ve rendimieno ni futuro alguno al euro

Joseph Stiglitz "Europa y su momentánea sinrazón", El País, 18-I-2015:

Esta locura económica no puede durar para siempre; la democracia no lo permitirá. Por fin, Estados Unidos está mostrando señales de recuperación de la crisis que estalló a finales del Gobierno del presidente George W. Bush, cuando la casi total implosión del sistema financiero tuvo repercusiones en todo el mundo. Pero no es una recuperación fuerte; a lo sumo, la brecha entre donde la economía habría estado y donde está hoy no se está ensanchando. Si se está cerrando, lo está haciendo muy lentamente; los daños causados por la crisis parecen ser a largo plazo.

Sin embargo, podría ser peor. Al otro lado del Atlántico, hay pocas señales de, incluso, una recuperación modesta al estilo estadounidense: la brecha entre donde Europa está y donde habría estado en ausencia de la crisis sigue creciendo. En la mayoría de países de la Unión Europea, el PIB per cápita es menor al de antes de la crisis. Una media década perdida se está convirtiendo rápidamente en una década entera perdida. Detrás de las frías estadísticas, las vidas se arruinan, los sueños se desvanecen, y las familias se desintegran (o no se forman) a la par de que el estancamiento —que llega a ser depresión en algunos lugares— se arrastra año tras año.

La UE tiene una población con gran talento y alto nivel de educación. Sus países miembros tienen marcos legales sólidos y sociedades que funcionan bien. Antes de la crisis, la mayoría de estos países incluso tenían economías que funcionaban bien. En algunos lugares, la productividad por hora —o la tasa de su crecimiento— era una de las más altas del mundo.

El caos actual viene de la ya desacreditada creencia de que los mercados funcionan bien sin ayuda
Sin embargo, Europa no es una víctima. Sí es verdad que Estados Unidos administró mal su economía; pero, no, no es verdad que EE UU de alguna forma se las arregló para imponer la peor parte de la caída mundial en los hombros de Europa. El malestar de la UE es autoinfligido, a causa de una sucesión, sin precedentes, de malas decisiones económicas, comenzando por la creación del euro. Si bien el euro se creó con la intención de unir a Europa, finalmente, lo que hizo fue dividirla; y, debido a la ausencia de la voluntad política para crear instituciones que permitan que una moneda única funcione, el daño no se está revertiendo.

El caos actual proviene en parte de la adhesión a una creencia que ha sido desacreditada desde hace ya mucho tiempo: que los mercados funcionan bien y que no tienen fallos de información y competencia. La arrogancia desmedida también ha jugado un papel. ¿Cómo, si no, se podría explicar el hecho de que año tras año los pronósticos de los funcionarios europeos sobre las consecuencias de sus propias políticas han sido consistentemente erróneos?

Estos pronósticos no han sido erróneos porque los países de la UE no lograron poner en práctica las políticas prescritas, sino porque los modelos sobre los que las políticas se basaron tienen graves deficiencias. En Grecia, por ejemplo, las medidas destinadas a reducir la carga de la deuda, en los hechos, dejaron al país más cargado de lo que estaba en 2010: el ratio entre deuda y PIB se ha incrementado, debido a que el impacto de la austeridad fiscal dañó a la producción. Al menos, el Fondo Monetario Internacional ha admitido estos fracasos intelectuales y de políticas.

Los líderes europeos siguen convencidos de que su prioridad máxima debe ser las reformas estructurales. Pero los problemas a los que ellos apuntan se habían hecho evidentes en los años previos a la crisis, y en aquel entonces, dichos problemas no detenían el crecimiento. Lo que Europa necesita, más que reformas estructurales en sus países miembros, es una reforma de la estructura de la propia eurozona, y una reversión de las políticas de austeridad, que han fracasado una y otra vez en su intento por reencender el crecimiento económico.

Se comprobó una y otra vez que los que pensaban que el euro no podría sobrevivir estaban equivocados. Sin embargo, los críticos han tenido razón en una cosa: a menos que la estructura de la eurozona se reforme y la austeridad se revierta, Europa no se recuperará.

El drama en Europa está lejos de terminar. Una de las fortalezas de la UE es la vitalidad de sus democracias. Pero el euro despojó a los ciudadanos —sobre todo en los países en crisis— de cualquier decisión que ellos pudiesen tener sobre su destino económico. En repetidas ocasiones, los votantes echaron a quienes buscaban la reelección, debido a que se encontraban insatisfechos con los derroteros por los que se desplazaba la economía —pero lo que ocurrió fue que los nuevos Gobiernos continuaron por el mismo rumbo, el mismo que se dicta desde Bruselas, Frankfurt y Berlín.

Pero, ¿por cuánto tiempo puede esto continuar? ¿Y cómo van a reaccionar los votantes? A lo largo y ancho de Europa, hemos sido testigos del alarmante crecimiento de los partidos nacionalistas extremistas, contrarios a los valores de la Ilustración que son los que han hecho que Europa logre tantos éxitos. En algunos lugares, crecen grandes movimientos separatistas.

Ahora Grecia pone a prueba una vez más a Europa. La caída del PIB griego desde 2010 es mucho mayor que la caída que enfrentó Estados Unidos durante la Gran Depresión de la década de 1930. El desempleo juvenil es superior al 50%. El Gobierno del primer ministro Antonís Samarás ha fallado, y ahora, tras el fracaso del Parlamento en elegir un nuevo presidente para Grecia, se celebrarán elecciones generales anticipadas el 25 de enero.

Syriza, el partido izquierdista de oposición, que se comprometió a renegociar los términos del rescate de Grecia llevado a cabo por la UE, está por delante en las encuestas de opinión. Si Syriza gana pero no llega al poder, una importante razón será el miedo a cómo responderá la UE ante dicha elección. El miedo no es la más noble de las emociones, y no va a dar lugar al consenso nacional que Grecia necesita para seguir adelante.

El problema no es Grecia. El problema es Europa. Si Europa no cambia sus maneras de actuar —si no reforma la eurozona y rechaza la austeridad— una reacción popular será inevitable. Grecia podría mantener el rumbo en esta ocasión. Pero esta locura económica no puede continuar por siempre. La democracia no lo permitirá. Sin embargo, ¿cuánto más dolor tendrá que soportar Europa antes de que se restablezca el sentido común?

Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente, en coautoría con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.

domingo, 13 de octubre de 2013

Stiglitz: así no

Joseph E. Stiglitz, "Cinco años en el limbo", El País, 13 de Oct de 2013:

Aparentemente, cuando el banco de inversión estadounidense Lehman Brothers colapsó en 2008 y detonó la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, se formó un amplio consenso sobre la causa de la crisis.

Un sistema financiero inflado y disfuncional había asignado incorrectamente el capital y en vez de gestionar el riesgo, lo creó.

La desregulación financiera —junto con el dinero barato— contribuyó a una excesiva toma de riesgos. Y la política monetaria sería relativamente ineficaz para revivir la economía, incluso si se lograba evitar el colapso total del sistema financiero con dinero aún más barato. Por tanto, sería necesaria una mayor dependencia de la política fiscal (un mayor gasto público).

Cinco años más tarde, mientras algunos se felicitan a sí mismos por evitar otra depresión, nadie en Europa o Estados Unidos puede afirmar que la prosperidad ha regresado. La Unión Europea está empezando a emerger de la recaída en la recesión (y en algunos casos, de una doble recaída), mientras que algunos Estados miembros están en depresión. En muchos países de la UE, el PIB se mantiene por debajo, o insignificantemente por encima, de los niveles previos a la recesión. Casi 27 millones de europeos están en el paro.

Algo similar ocurre en Estados Unidos: 22 millones de personas que desean un empleo a tiempo completo no logran encontrarlo. La tasa de actividad en la fuerza de trabajo estadounidense ha caído a niveles que no se veían desde que las mujeres comenzaron a ingresar en el mercado laboral de forma masiva. El ingreso y la riqueza de la mayoría de los estadounidenses se encuentran por debajo de niveles muy anteriores a la crisis. De hecho, la renta típica de un trabajador masculino a tiempo completo es menor que hace más de cuatro décadas.

Sí, hemos hecho algunas cosas para mejorar los mercados financieros. Ha habido algún aumento en los requisitos de capital, pero mucho menos de lo necesario. Algunos de los derivados más arriesgados —las armas financieras de destrucción masiva— han sido incluidos en las Bolsas de valores. Eso ha aumentado su transparencia y ha reducido el riesgo sistémico, pero aún se negocia un elevado volumen en opacos mercados no organizados, lo que significa que sabemos poco sobre la exposición al riesgo de algunas de nuestras mayores instituciones financieras.

De igual manera, se ha puesto freno a algunas prácticas crediticias predatorias y discriminatorias y a comportamientos abusivos de las tarjetas de crédito, pero todavía sobreviven conductas con el mismo nivel de explotación. Los trabajadores pobres continúan siendo explotados demasiado a menudo a través de anticipos salariales con intereses de usura. Los bancos que dominan el mercado aún obtienen elevadas tarifas por las transacciones con tarjetas de débito y crédito a los comerciantes, quienes se ven obligados a pagar varias veces el precio que toleraría un mercado verdaderamente competitivo. Esto es, sencillamente, un impuesto que enriquece las arcas privadas en vez de destinarse a propósitos públicos.

Otros problemas continúan sin ser tratados y algunos han empeorado. El mercado hipotecario estadounidense aún sigue conectado a un respirador: el Gobierno ahora asegura más del 90% de las hipotecas y la Administración del presidente Barack Obama ni siquiera ha propuesto un nuevo sistema que garantice préstamos responsables con términos competitivos. El sistema financiero se ha concentrado aún más, algo que exacerbó el problema de los bancos, que no solo son demasiado grandes y están demasiado interconectados y correlacionados para caer, sino que también son demasiado grandes para ser gestionados y para pedirles responsabilidades. A pesar de un escándalo tras otro, desde lavado de dinero y manipulación del mercado hasta discriminación racial en los créditos y las ejecuciones hipotecarias ilegales, ningún funcionario de alto nivel ha sido señalado como responsable; cuando se impusieron sanciones financieras, fueron mucho menores de lo necesario, no fuera a ser que las entidades sistémicamente importantes pudieran verse en peligro.

Las agencias de calificación de riesgo han sido declaradas responsables en dos juicios privados. Pero también en este caso lo que pagaron fue una fracción de las pérdidas que causó su actuación. Algo más importante aún, el problema subyacente —un sistema de incentivos perversos en el que reciben dinero de las empresas a las que califican—, aún debe cambiar.

Los banqueros presumen de haber pagado totalmente los fondos de rescate que recibieron del Gobierno cuando comenzó la crisis. Pero nunca parecen mencionar que cualquiera que hubiera recibido enormes créditos gubernamentales a tasas de interés cercanas a cero podría haber ganado miles de millones con el mero hecho de prestar nuevamente ese dinero al Gobierno. Tampoco mencionan los costosos impuestos al resto de la economía: una pérdida acumulada del producto en Europa y EE UU que supera largamente los 5 billones de dólares.

Mientras tanto, resultó que quienes sostuvieron que la política monetaria no sería suficiente estaban en lo cierto. Sí, todos fuimos keynesianos, pero durante demasiado poco tiempo. El estímulo fiscal fue reemplazado por la austeridad, con efectos adversos predecibles —y predichos— sobre el desempeño de la economía.

Hay en Europa quienes están contentos porque la economía puede haber tocado fondo. Con el regreso del crecimiento del producto, la recesión —definida como dos trimestres consecutivos de contracción económica— oficialmente ha terminado. Pero sin importar cómo se la mire en busca de resultados significativos, una economía en la cual los ingresos de la mayoría de la gente se encuentran por debajo de sus niveles previos a 2008 aún está en recesión. Y una economía en la cual el 25% de los trabajadores (y el 50% de los jóvenes) están desempleados —como ocurre en Grecia y en España— continúa deprimida. La austeridad ha fracasado y no hay perspectivas de un pronto regreso al pleno empleo (no sorprende que las perspectivas para EE UU, con su versión más limitada de la austeridad, sean mejores).

El sistema financiero puede ser más estable que hace cinco años, pero eso implica un bajo listón: en aquel momento se tambaleaba al borde del precipicio. Quienes se felicitan a sí mismos en el Gobierno y el sector financiero por el regreso de los bancos a la rentabilidad y por las tibias —aunque difíciles de conseguir— mejoras regulatorias deben centrarse en lo que todavía resta por hacer. Solo un cuarto del vaso está, como mucho, lleno; para la mayor parte de la gente, las tres cuartas partes están vacías.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es catedrático de la Universidad de Columbia.

miércoles, 6 de octubre de 2010

España, camino del "corralito" argentino

De un diario de por ahí:

El Nobel Joseph Stiglitz sitúa a España en la senda del corralito argentino

La incapacidad de la economía española para crear empleo y reducir el défict la hacen presa fácil de los especuladores.

España podría afrontar una crisis como la que afectó a Argentina en 2001 por su incapacidad para crear empleo y para reducir con eficacia su déficit público, lo que le convierte eventualmente en presa fácil para los especuladores del mercado.

Así lo advierte el economista Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial (BM) y premio Nobel de Economía, en una revisión de su libro «Freefall» (Caída libre), de la que publica hoy un extracto el rotativo británicoThe Sunday Telegraph.

«España podría estar entrando en el mismo tipo de espiral mortal que afectó a Argentina hace sólo una década», escribe Stiglitz, que considera que España es víctima de «las reglas del juego», que le obligan a recortar su gasto, lo que «casi con total seguridad conducirá a un incremento aún mayor del desempleo».

En este contexto «la economía española se ralentizará, pero la mejora de su posición fiscal será mínima», predice el economista estadounidense, que explica que «con menor crecimiento, los ingresos por vía impositiva caerán, el gasto social -como el subsidio de paro- se incrementará y los déficit seguirán siendo altos».

Al igual que en el caso de Grecia, Stiglitz cree que los especuladores todavía no han abandonado la presa, convencidos de que la debilidad de la economía española -cuya solvencia fue rebajada esta semana por Moody's de «AAA» a «Aa1»- juega en su favor.

«En estos momentos, España no ha sido atacada por los especuladores, pero puede que sea sólo una cuestión de tiempo», afirma el ex asesor del presidente estadounidense Bill Clinton.

Según Stiglitz, los ataques de los mercados financieros contra Grecia demostraron que los déficit no pueden ser ignorados, ya que pueden causar incrementos en los tipos de interés, lo que a la larga empeorará previsiblemente los problemas fiscales de los Estados.

«Las respuestas ingenuas -recortar el gasto y/o subir los impuestos- sólo empeorarán las cosas, como ha quedado dramáticamente de manifiesto con la respuesta del mercado al recorte español», escribe el hoy profesor de la Universidad de Columbia (EEUU).

Stiglitz considera que la raíz del problema para países como España o Grecia es que no pueden utilizar su divisa como un elemento de reajuste de sus economías, ya que el euro tiene un cambio fijo.

«Si a Grecia y España se les hubiera permitido devaluar su divisa, sus economías se habrían reforzado gracias a las exportaciones», afirma el economista, que vuelve a recordar el caso argentino: «sólo cuando Argentina rompió la paridad de su moneda con el dólar fue cuando pudo comenzar a crecer y a reducir su déficit».

Sobre el futuro de la moneda única europea, Stiglitz prevé un panorama «sombrío» y advierte de que el euro podría no sobrevivir si vuelve a haber una tormenta financiera como la de 2008.

Además, se muestra crítico con los Gobiernos europeos, por considerar que están aplicando reducciones del gasto público muy drásticos y muy precipitados en el tiempo, lo que, en su opinión, puede resultar en que las economías vuelvan a caer en la recesión.

«A consecuencia de que tantos países recorten el gasto de manera prematura, la demanda agregada global se reducirá y el crecimiento se ralentizará, incluso quizás derivando en una recaída en la recesión», escribe Stiglitz.

«EEUU puede haber causado la recesión global, pero Europa es ahora la responsable», argumenta el economista.

Stiglitz propone finalmente una solución: la salida de Alemania de la eurozona o la división de la eurozona en dos sub-regiones, la de las economías sólidas y la de las economía frágiles.

«El euro ha sido un experimento interesante, pero como el casi olvidado Sistema Monetario Europeo (SEM) que lo precedió, y que se derrumbó cuando los especuladores atacaron la libra esterlina en 1992, carece del apoyo institucional necesario para que funcione».