viernes, 14 de octubre de 2016

Gonzalo Plaza, Apólogo sobre la democracia

De Gonzalo Plaza: "No es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros", en Miciudadreal, 14 octubre, 2016:

Imaginémonos una situación de gran carestía. Unos pocos controlan los bienes básicos, como por ejemplo, la comida. El pan.

ciuadadano-en-blancoSupongamos que las familias más pobres tienen 5 euros al día para comer. Los acaparadores lo saben y, por ello, se ponen de acuerdo y comienzan a vender una barra de pan a 5 euros.

Las familias pobres no tienen más remedio que gastar todo su dinero para alimentarse de una barra de pan al día. Malcomen, pero eso es lo menos malo. Lo peor ese día es, en principio, no comer.

Pero los acaparadores son avariciosos. Y calculan que puede ser beneficioso para ellos subir el precio de la barra de pan a 6 euros.

Las familias de clase media, que antes pagaban 5 euros por su pan, ahora pagan 6, porque siguen necesitando pan. Los acaparadores ganan. En cambio, las familias más pobres, que sólo tienen 5 euros, tienen que comprar una porción (5/6) de la barra que antes adquirían entera. Su situación empeora, y los acaparadores siguen ganando lo mismo con ellos. Aunque en ese momento, otra vez, parece la opción menos mala.

Pero claro, la carestía sigue, y los acaparadores suben el precio a 7 euros.

Y a 8. Y a 10. Y…

Al final, las familias más pobres pueden adquirir tan poca cantidad de alimento que sufren malnutrición, enfermedades, muerte. Cuando eso ocurre, los acaparadores pierden clientes, pero ganan tanto con el precio hiperinflado del pan que les compensa de sobra. Se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

Ya ha pasado más de una vez en la Historia. Está pasando ahora.

Las familias pobres aceptaron la opción que les ofrecían los acaparadores, comer menos pagando lo mismo. La opción menos mala, en principio. Antes que no comer.

Pero al final la opción menos mala se revela como la peor. Aquello que quieres evitar, es lo que sucede.

Oligopolios y control de la escasez.

En esas condiciones, aceptar lo menos malo es un error. Siempre acaba llevando al mal mayor.

La única salida posible es negarse a aceptar el chantaje de los acaparadores. Unirse, organizarse y actuar colectivamente para garantizarse el pan a un precio justo.

La elección aparentemente más arriesgada. El camino difícil.

Lo mismo ocurre en política.

Escoger un partido político malo porque los demás son pésimos lleva a que, las siguientes elecciones, todos los partidos sean todavía peores para los ciudadanos de a pie.

Si aceptas elegir un partido por ser el “menos malo”… ¿por qué no vas a hacerlo otra vez si es un poco más “malo”, siempre que creas que los demás partidos van a ser aún peores?

Y la siguiente vez, lo mismo.

Y la siguiente.

Y…

Escoger una y otra vez lo menos malo lleva al mal mayor.

Y bien que ha quedado probado en nuestro país, tras muchos años ya de elegir lo “menos malo” de entre las diferentes ofertas basura del Poder establecido.

Pero claro, “no es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros”.

O eso dicen los manipuladores. Y los que se tragan y repiten lo que dicen los manipuladores.

Pero sí es lo mismo. Gobiernen unos o gobiernen otros, es el resultado de elegir una y otra vez lo menos malo. A la larga, es el mal mayor. 
Es el camino del Régimen.

¿Y a día de hoy? ¿Que va a gobernar otra vez el PP?
¿Y qué importa eso?

Después gobernará otro. Uno “menos malo”.

Que no reparará apenas el daño que va a hacer el PP. Que dejará todo prácticamente igual, o peor.

Porque es el menos malo.

No es “el bueno”. No es el nuestro.

Da igual que gobiernen Rajoy y Rivera. Que se vaya Sánchez. Que después venga Iglesias. O lo que nos coloquen después.

Da igual Cospedal que Page.

Incluso a nuestro pequeño nivel, da igual Romero que Zamora.

No importa nada de eso. Todo ello es el camino que lleva al mal mayor. El camino del Régimen.

La única salida posible empieza por negarse a aceptar el chantaje del Poder establecido. Y sigue uniéndonos, organizándonos, actuando colectivamente. Para hacer nosotros la política. Para decidir. Para construir -nosotros, directamente- una realidad donde todo eso sea posible.

En una palabra: DEMOCRACIA.

Pero la de verdad.

P.D. Nos comemos la basura que nos ofrecen. Una y otra vez.

¿De verdad pensáis que puede haber algo peor que eso?

Francisco Rico, Sobre el sexismo lingüístico de Pérez Reverte

Polémica en tres momentos:

I

Francisco Rico, "Las académicas y los académicos", en El País, 14 de octubre de 2016:

El académico Francisco Rico replica a su colega Arturo Pérez-Reverte, al que reprocha que use sexismos y desdoblamiento de género cuando pretende combatirlo

Con un título de soterrada elegancia irónica, Los académicos y las académicas (EL PAÍS, 12 de octubre), Jesús Ruiz Mantilla da cuenta del enésimo episodio en “la más que civil batalla” (diría Juan de Mena) de quienes rechazan por sexista el uso natural y espontáneo del castellano y se empecinan en introducir especificaciones tan artificiales, tan insensatas como “nosotros y nosotras”.

La cosa arranca ahora de una pieza publicada en la prensa y en la Red, en la que Arturo Pérez-Reverte embiste contra los miembros de la Academia que se negaron a hacer suya la petición que unos supuestos profesores le habían enderezado a él a título personal: se trataría de pedir amparo (?) frente a la sugerencia surgida en la Junta de Andalucía de imponer en las aulas los “todos y todas”, “los madrileños y las madrileñas” y demás prevaricaciones por el estilo.

Aunque con obvia base lingüística, una cuestión política, en la que la Real Academia Española (RAE) no tiene por qué entremeterse, por más que nunca sobre recordar por quien sea cuál es la realidad del idioma que la institución se limita a registrar en su Gramática. Ahora bien, es el caso que el alatristemente célebre productor de best sellers no deja de incurrir a su modo en “el ridículo desdoblamiento de género” que con razón denuncia. Cito a la letra: “En la RAE —escribe— hay de todo. Gente noble y valiente y gente que no lo es. Académicos hombres y mujeres de altísimo nivel, y también, como en todas partes, algún tonto del ciruelo y alguna talibancita tonta de la pepitilla”. (Gloso en latín el último sustantivo: pudienda muliebris.) En ese contexto, advertimos que el primer “gente” es un rodeo del mismo tipo que “la ciudadanía” para evitar “los ciudadanos” y que en seguida viene el palmario desdoblamiento “hombres y mujeres”.

Con todo, le sigue otro aun más pintoresca y penosamente sexista. Podía haber hablado de académicos tontos y talibanes, pero le parece preferible discriminar soezmente: “tonto del ciruelo” y “talibancita tonta de la pepitilla”. Pero nótese que “alguno” tiene ahí un valor genérico, inespecífico, funcionando de hecho como un ambiguo plural: “alguno” no quita que haya más de uno, casi lo postula. A falta de cualquier precisión de nombres, no sé cómo habrán recibido el maltrato los miembros de la docta casa, y en especial todas las dignísimas señoras académicas, de la veterana Margarita Salas a la novel Clara Janés.

La conclusión, en palabras del propio Reverte: “Hay académicos que dan lustre a la RAE, y otros a los que la RAE da lustre”.

FRANCISCO RICO ES MIEMBRO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (RAE) DESDE 1986, TERCERO EN EL ORDEN POR FECHA DE ELECCIÓN.


II

El artículo aludido es este:

Jesús Ruiz Mantilla, "Los académicos y las académicas discuten sobre sexismo lingüístico", en El País, 12 de octubre de 2016:

La forma de abordar la creciente tendencia política y social a diferenciar masculino y femenino y prescindir de nombres genéricos provoca un debate en la RAE.

En los pasados Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, Jorge Dueñas, el entrenador de la selección femenina española de balonmano, sorprendía al realizar sus declaraciones en televisión después de cualquier partido. A cada paso, con una voz varonil de aúpa, soltaba: “Nosotras…”. Se trataba de una situación natural, aunque lingüísticamente extraña. En los ámbitos donde existe una mayoría preponderante de mujeres, ¿conviene seguir utilizando el masculino?

Dentro de su contexto, Dueñas y otros muchos entrenadores, ante sus chicas, se diluyen en un pronombre femenino. Es una de las cuestiones que desde hace años preocupa de una manera creciente en la Real Academia Española (RAE), donde las tendencias sociales y políticas partidarias de eliminar lo que consideran un uso sexista del lenguaje ponen en jaque la estructura del idioma.

No es que quite el sueño este caso específico, si no que en aras de una corrección política o de apoyar a colectivos que dicen sentirse discriminados, se propongan usos de género diferenciados: compañeros y compañeras; candidatos y candidatas... La cuestión entre los académicos es candente: ¿deben entrar como institución en una creciente tendencia pública alimentada por movimientos políticos y sociales o deben mantenerse al margen?

Hace cuatro años, el lingüista y académico Ignacio Bosque publicó un informe, firmado por todos los miembros de la RAE, titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Desde entonces, el debate no ha cesado. En la calle, en las instituciones y, dicen, en menor intensidad pero a veces con virulencia, dentro de la misma institución. Un artículo firmado por el escritor y también académico Arturo Pérez-Reverte el 2 de octubre en su sección Patente de Corso, del XL Semanal, lo ponía de manifiesto e invitaba a no permanecer pasivos ante las peticiones “de amparo ante unas normas que pueden obligar a los profesores, en clase, a utilizar el ridículo desdoblamiento de género”.

Le respondió en una carta abierta un compañero de la institución, el filólogo Juan Gil, quien le dijo que la RAE no es “el Constitucional” y no puede dar “amparo a nadie”. “La cuestión que se debate es política, y la respuesta, si es que se le debe dar respuesta, debe ser asimismo política”, añadía.

LA ECONOMÍA DEL LENGUAJE Y LOS ACUERDOS DE PAZ EN COLOMBIA

En tiempos que tienden a la síntesis, las tesis de la doble utilización de género añade otro problema. En opinión de Pedro Álvarez de Miranda, “los desdobles van en contra de la economía de lenguaje”. Para el catedrático y lexicógrafo resultan agotadores. “Otra cosa”, añade, “es que, en ciertos ámbitos y contextos se realicen matices conscientes. Algún alumno mío me apuntaba que en su clase del colegio había profesores que, ante una mayoría de número femenina en su aula, se dirigía a todos como: ‘niñas…’. Puede ser una solución, aunque nunca impuesta”.

En Colombia, algunos profesores han hecho pruebas concretas sobre documentos bien calientes. Es el caso del profesor y filólogo Rodrigo Galarza. Según la revista Semana, éste se dedicó a examinar las 297 páginas del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC en La Habana y a eliminar todos los adjetivos tendentes a dejar patente un lenguaje incluyente. Después de prescindir de un buen número de “guerrilleros y guerrilleras” a la par, el texto del acuerdo quedó en 204 páginas, 93 menos.

El ejemplo colombiano resume perfectamente otra de las tesis de Ignacio Bosque. "Los partidarios de doblar el género lo son en situaciones muy formales. Son asuntos que se esgrimen en forma de banderas, el problema con eso es que no puedes andar con una bandera puesta por la calle todos los días". Y el lenguaje supone un uso permanente y cotidiano que no cae en la cuenta de determinadas posturas, por muy buenas intenciones que lleven. En eso, se rige por una ley propia, tan lógica como insondable.

Frente a quienes desean llevar la discusión al campo de la esfera pública están los que se centran en un debate lingüístico. Bosque insiste: “Con el pasado informe queríamos dejar clara nuestra postura, pero sabíamos perfectamente que no se resolvería el asunto. Más cuando algunos se empeñan en llevarlo al plano político. Simplemente digo que, antes de pasar al mismo, antes de saber en qué campos o situaciones se producen discursos sexistas frente a los que todos estamos en contra, por supuesto, hay que entrar en los detalles lingüísticos”.

Para empezar, la estructura de las lenguas románicas. Todas utilizan el masculino plural como genérico para ambos sexos. Por motivos atávicos, patriarcales, antropológicos… Los que se quieran esgrimir, pero así es. ¿A qué precio se puede cambiar ese uso que se ha convertido desde hace siglos en natural? A un precio político, creen muchos de los que observan con preocupación que se quiera revertir de una forma impuesta y un tanto artificial. “Va a ser imposible. Si alguien intenta así forzar la lengua está abocado al fracaso”, advierte Pedro Álvarez de Miranda, miembro de la RAE, filólogo, lexicógrafo y catedrático de la Autónoma de Madrid.

El debate dentro de la academia se centra en responder ante ciertas iniciativas públicas –sobre todo una promovida por la Junta de Andalucía en varios ámbitos— enviando cartas de recomendación o no ante determinadas propuestas. Pero entre sus miembros existen diferentes sensibilidades, dentro del consenso que supuso el informe elaborado por Bosque. Aunque no existan discrepancias dramáticas, apuntan, sí se presentan matices.

Estructuras fósiles

La filóloga Inés Fernández-Ordóñez, la más joven de los miembros de la institución, los pone de manifiesto: “Existen numerosos colectivos que consideran al masculino un modo no inclusivo. Entre ellos, algunos proponen soluciones que no coinciden con los usos clásicos del español. Por ejemplo, utilizar un término neutro como profesorado en vez de los profesores”. Y prosigue: “Es difícil. En las lenguas, una vez que una estructura se fosiliza no es fácilmente reversible. En ciertos contextos, yo no usaría la diferenciación candidatos y candidatas, pero no por eso desde la RAE debemos censurarlo”.

Inés Fernández-Ordóñez se muestra partidaria de abrazar y no rechazar: “Las estructuras lingüísticas son heredadas y no se pueden cambiar por decreto. A dichos colectivos se les ha hecho ver que la estructura de nuestra lengua funciona así, pero proponen cambiarla y, es más, lo practican. Deben ser respetados. La lengua supone cambio permanente y lo mismo que si antes no se podía convivir fuera del matrimonio y hoy solo el 20% de la población se casa, debemos mostrarnos abiertos”.

¿Tantos como para que se abandone el masculino como uso genérico? “No ha pasado y no creo que vaya a pasar”, apunta la filóloga. “Pero, lo mismo que en los últimos años, en pos del panhispanismo, desde la academia se han aceptado como válidos usos de cada país de habla hispana, debemos permanecer atentos y abiertos a todo cambio”.

III

La respuesta de Pérez-Reverte:

Arturo Pérez-Reverte, "Paco Rico, autor del ‘Quijote’", El País, 18 OCT 2016:

Arturo Pérez-Reverte, en esta réplica al artículo de Francisco Rico publicado en estas páginas la semana pasada, fija la clave del enfrentamiento en la versión que el escritor hizo de la obra maestra de Cervantes para uso escolar.

El profesor Paco Rico, conspicuo cervantista y académico de la RAE (personaje que aparece, por cierto, con expreso agrado por su parte, en mi novela Hombres buenos), publicó hace poco un artículo en EL PAÍS, que a algunos lectores y amigos, e incluso a mí, sorprendió sobremanera. No por la confusa sintaxis y ortografía del texto ni por citar mal en latín pudienda muliebris en vez de pudendum muliebre o pudenda muliebria (extremos ambos inexplicables en alguien de la enorme, casi desaforada, talla intelectual del profesor), sino por la biliosa virulencia con la que se pronunciaba sobre mi persona. Y más sorprendente aún, habiendo tenido como tuvimos Paco Rico y yo, en otro tiempo, una razonable amistad y un mutuo y público respeto, con flores mutuas y comentarios elogiosos hacia el trabajo de cada cual, salvando las naturales distancias, incluido algún artículo firmado y publicado por Rico, también en EL PAÍS, donde elogiaba con entusiasmo (espero que sincero en ese momento, pues nadie se lo pidió por mi parte) las novelas del capitán Alatriste; para alguna de las cuales, por cierto, escribió incluso un magnífico soneto, publicado en El puente de los asesinos, séptimo volumen de la serie. Ése que empieza: "No picaré en el cebo de la vida / turbio nombre que Dios puso a la muerte..."

De ahí la sorpresa de propios y extraños, como digo, ante el texto irrespetuoso y agresivo, venenoso incluso (acabo de confirmar la acepción exacta de venenoso en nuestro diccionario de la RAE), con que en la sección de Cultura de este diario se descolgó el otro día nuestro más destacado cervantista contra el arriba firmante; quien, de pronto, en insólita pirueta de gustos y afectos, se le antojaba alatristemente célebre (feliz hallazgo, debo reconocerlo) escritor de bestsellers. El pretexto aparente, que lo confuso del texto, insisto, no permitía deslindar con nitidez, era un artículo mío titulado No siempre limpia y da esplendor, publicado en otro lugar, sobre ciertas actitudes pasivas de la RAE que personalmente desapruebo, y que también Paco Rico, al menos hasta ahora y delante de mí, ha desaprobado toda su vida. En ese artículo, por supuesto, yo no mencionaba ningún nombre, y mucho menos el del profesor; que, sin embargo, se creyó en el deber de afear públicamente forma y contenido de mi texto. O, para ser más exacto, de apoyarse en mi texto para ajustar cuentas. Para subirse, como apunta el viejo dicho, en los trenes baratos.

Y es aquí donde parece oportuno que mencione, para dar claridad al asunto, un suceso todavía reciente que tal vez ilumine el misterio. Hace dos años, de forma desinteresada y cediendo todos los derechos editoriales a la RAE, hice, con la muy valiosa colaboración del excelente filólogo Carlos Domínguez Cintas (que participó, también, en la conocida y soberbia edición de El Quijote anotada por los colaboradores de Paco Rico), una versión del texto cervantino adaptada para uso escolar, aligerada de ciertos pasajes, relatos y digresiones. Mi intención natural era utilizar para ese Quijotillo académico el texto tan magníficamente fijado por el profesor y su equipo, y así se lo dije. Sin embargo, y para mi estupefacción, Paco Rico me preguntó qué pasaba con sus derechos de autor. Le dije que no había derechos a cobrar por parte de nadie, que se trataba de aportar ingresos a la Academia, y él se negó. "Ya hablaremos", dijo. Hasta hoy. Decidí, por tanto, mandarlo a paseo y utilizar el texto de nuestra edición cervantina de 1780, con su agradable aroma dieciochesco, enriqueciéndolo con los bocetos originales de las ilustraciones que acompañaron aquella edición. El éxito fue enorme, nuestro Quijotillo ha vendido hasta la fecha unos 80.000 ejemplares, y los derechos de traducción han sido adquiridos por varios editores extranjeros, produciendo unos modestos ingresos que a la RAE le vienen muy bien, habida cuenta del vergonzoso abandono económico en que la tienen las altas instituciones del Estado.


En lo que acabo de contar radican, lamentablemente, las principales claves del asunto. Desde que el Quijotillo académico vio la luz, Paco Rico se embarcó ante terceros, cada vez que tuvo ocasión, en una ácida campaña de desprestigio de la obrita y de quienes la alumbraron. Cualquier pretexto lo caza al vuelo. Cosa comprensible, por otra parte, habida cuenta de que el profesor, que asiste a muy pocos plenos de la Academia y sólo atiende en ella a lo que le conviene al bolsillo, ha hecho de su famoso texto cervantino, reeditado una docena de veces en distintos lugares con distintos patrocinadores y nunca gratis et amore, que yo sepa, un rentable medio de vida. Nada tengo que objetar a eso, pues cada cual se busca las lentejas como puede. Unos publicamos novelas con más o menos fortuna y otros manosean Quijotes sin rubor y a destajo. Pero en el caso de Paco Rico, en mi opinión, eso ha terminado por hacerle creer que posee una especie de derecho exclusivo, o de propiedad intelectual, sobre las palabras Cervantes y Quijote. Y lleva fatal el intrusismo de quienes, aunque sea sin cobrar y para beneficio de la Academia, dentro o fuera de ella, interfieren en su negocio. Aunque, en este caso, la palabra exacta debe ir en plural: negocios. Quizá en otro artículo, más adelante, si es que el profesor Rico me anima a ello, pueda extenderme con espantables y jamás imaginados detalles sobre el asunto.

martes, 11 de octubre de 2016

Una historia ejemplar, la del último alcalde de Madrid, Melchor Rodríguez

Melchor Rodríguez, un héroe de una guerra sin héroes, como el propio manchego Castor García Rojo:

http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-no-puede-matar-ideas-201610101944_noticia.html

Ven, capitán Trueno

En memoria del escritor republicano Víctor Mora

Letra de canción de Capitán Trueno, de Asfalto

Si el Capitán Trueno,

pudiera venir,
nuestras cadenas
saltarían en mil.
De él aprendimos
que el bueno es el mejor,
lo que, al pasar el tiempo,
comprendemos que no...

Si el Capitán Trueno 

pudiera venir,
nuestras cadenas
saltarían en mil.
Monstruos gigantes,
princesas encantadas...
El malo siempre palma,
la chica se salva...

¡Ven Capitán Trueno,

haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
que el mundo está...
al revés...!

A bordo de su barco

subiríamos tú y yo,
perseguidos por los años
desde que él los dejó; 
¡en océanos de tebeo,
con espadas de papel,
haríamos a los piratas
retroceder!

¡Ven Capitán Trueno,

haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
ven Capitán Trueno,
haz que gane el bueno,
que el mundo está...
al revés...!


Y otra más desconocida, de tema cervantino, también de Asfalto: Rocinante

Atravesé, la eternidad 
y descubrí, tras de una nube algo 
un caballo con alas viene hacia mí 

¿quién eres tú? 
¿qué haces aquí? 
has de saber que yo soy Rocinante, 
vivo alejado, el coche me desplazó. 

Don Quijote me abandonó 
cambió su lanza por un tractor, harto ya. 

Pobre Hidalgo, cómo luchó 
quiso cambiar el mundo por sus sueños 
no comprendieron, se rieron de él. 

Dulcinea le convenció, 
Sancho Panza se le asoció y 
montaron un negocio 
una tienda de accesorios para el tractor. 

Don Quijote me abandonó 
cambió su lanza por un tractor, harto ya. 

Hiciste bien en quedarte aquí 
en este valle de paz 
todo lo que allí ya no está, acompaña tu soledad 
todo lo bello lo he visto aquí, no necesitas más. 

Puede que quieras venir conmigo 
en este viaje infinito 
vénte conmigo, buen Rocinante a descubrir lo eterno 
bate tus alas al viento, iremos juntos 
más allá.

lunes, 10 de octubre de 2016

Preguntas sin respuestas

Una añadidura a las que ya formulé aquí:

¿Por qué el economista Vicenç Navarro jamás ha aparecido en ninguna televisión española pública o privada, a pesar de inspirar políticas como las de Podemos?

¿Por qué en España obtienen cada vez más votos los corruptos?


¿Por qué la justicia es acelerada para los pocos poderosos y lentísima para los muchos y pobres?

¿Por qué nunca se ha adoptado en España una iniciativa legislativa popular?

Las memorias de Baltasar Garzón.

Luis Sevillano, Baltasar Garzón: “Sabía que estaba condenado desde el comienzo”. El exjuez publica las memorias de los 28 años que pasó en la Audiencia Nacional, El País, 9 OCT 2016:

Después de los procedimientos judiciales que se siguieron en mi caso, han aparecido datos y circunstancias que ayudan a efectuar la reconstrucción de lo que fue una actuación concatenada y que obedeció al único designio de acabar judicialmente conmigo. Todo conduce, de uno y otro modo, al caso Gürtel, los documentos encontrados a Luis Bárcenas —el extesorero del Partido Popular—, las cuentas bancarias de Suiza, la financiación cuando menos irregular del PP, el señalamiento —con creciente insistencia y claridad— de esta formación política como estructura que se prestó a la más evidente degradación y la extensión territorial de la ilícita actuación del grupo criminal investigado.

La consolidación de los indicios ha demostrado hasta la saciedad que el procedimiento, juicio y condena a los que fui sometido fueron inicuos y obedecieron a razones ajenas a un verdadero sentido de la justicia. Hay que añadir como telón de fondo la falta de consistencia de los argumentos de mi condena, hasta el punto de que la nueva reforma de la ley incluye la posibilidad de hacer aquello por lo que fui culpado, incluso con menos garantías de las que yo empleé.

En el caso del franquismo, las sucesivas condenas y denuncias internacionales por la pasividad judicial española, auspiciada desde el Tribunal Supremo pero claramente insostenible jurídicamente por lo que comporta de abandono de las víctimas, han sido no solo abundantes, sino también definitivas para evidenciar, aún más si cabe, su clara posición de garantes de la impunidad más ramplona. Tan solo se salva del naufragio judicial la encomiable acción en Argentina con la tramitación de la querella por tales crímenes, de acuerdo con el principio de jurisdicción universal. Junto a la acción judicial, las exigencias por parte de la sociedad civil, unida en una plataforma de organizaciones, se han concretado en la demanda de una Comisión de la Verdad en España.

En el tercer caso seguido contra mí, por la financiación de unos cursos en la Universidad de Nueva York (UNY) en los que participé como director, todavía estoy buscando la base jurídica que justifica que la actuación, cuando menos extraña, del Tribunal Supremo y, especialmente, de quien hoy asume la presidencia de su Sala Segunda, el mismo que demostró —y sigue haciéndolo— una animadversión congénita contra mí no solo en ese proceso como instructor, sino también, y simultáneamente, como juzgador en el caso Gürtel, en varias sentencias de otros casos que yo instruí y también en los de jurisdicción universal.

A lo anterior ha venido a unirse una serie de circunstancias que dan nuevas pistas para desvelar la trama que se urdió en torno a este espacio, con la inestimable colaboración, aunque algunos no fueran conscientes de ello, de los organismos judiciales que no atajaron a tiempo la actuación de determinadas estructuras como Manos Limpias o Ausbanc, con las cuales tuve una confrontación profunda en diferentes ocasiones porque, para mí, sus intenciones torcidas eran evidentes. Unas intenciones que fueron oportunamente aprovechadas, desde la Justicia, por quienes no tienen demasiados escrúpulos para obtener los fines que persiguen.

Allá por los años 2006 y 2007, muy pocos nos enfrentamos a este tipo de organizaciones, que no eran las únicas que instrumentalizaban la justicia. Y pagamos un alto precio. Era un hecho que se utilizaban, y se ha seguido haciéndolo, según convenía desde el aparato judicial, y a su vez aquellas hicieron lo propio con este, en una especie de tortuosa retroalimentación que ha llevado a un deterioro gravísimo de la justicia. Que Manos Limpias y Ausbanc abanderasen ciertas causas judiciales, y que se haya consentido el ejercicio de la acción popular por este seudosindicato y esta extraña organización, lo único que ha conseguido ha sido denostar el ejercicio de la acción popular convirtiéndola en un instrumento de extorsión aceptado por un determinado sector del poder judicial, que no ha sabido discernir entre una acción en defensa de la sociedad y un instrumento de chantaje o coacción.

Por lo demás, si se confirmara —como han informado algunos medios de comunicación— que jueces, fiscales y/o abogados han estado más o menos conectados con esas estructuras, incluso con su financiación, o que se han aprovechado de ellas, supondría el desprestigio insuperable de un sistema que ya hace aguas por demasiadas partes. Aunque para la regeneración de este viciado esquema habrá que esperar mucho tiempo, más que el que le ha bastado al CGPJ para defender los cobros de cursos y conferencias que estas organizaciones, especialmente Ausbanc, han pagado a profesionales de la Justicia. Resulta vergonzoso cómo se justifican comportamientos que quedan muy alejados de la ética judicial.

En este contexto se desarrolló la específica y especialmente diseñada teoría del Supremo para admitir las querellas contra mí. La afirmación de que no es inverosímil que se haya podido cometer el hecho denunciado en la querella no deja de ser cuestionable como atentatorio al principio de seguridad jurídica. No fue ni siquiera una presunción, sino directamente un señalamiento con prejuicio incluido y con una tendencia insistentemente parcial en mi contra desde el principio. Las reiteradas negativas a la abstención para juzgarme, que obligaron a mis defensas a plantear sucesivas recusaciones, nos llevaron hasta la celebración de un juicio en cuyo tribunal se integraron los dos instructores de los otros dos procesos tramitados contra mí —Luciano Varela y Manuel Marchena—, cuya imparcialidad era más que cuestionable, como mi defensa puso de manifiesto en su momento. Si alguna duda tenía de que no sería un juicio imparcial, todas desaparecieron justo en ese momento. Los que me conocen saben que no pienso algo diferente a lo que dije en aquel instante. Sabía que estaba condenado desde el comienzo. El resto fue mero espectáculo, para mayor descrédito de una Justicia suprema en la que ya no creo.

Sí es cierto que hubo algo que me molestó y que, aún hoy, me sigue llamando la atención: la doble moral con la que se comportaron algunos de los magistrados que participaron en las causas que se siguieron contra mí. Que no se abstuvieran los magistrados que habían participado en actos financiados por algunas de las entidades afectadas en las causas, que hubieran cobrado honorarios y no se retiraran de la escena de enjuiciamiento, que se atrevieran a decir que mi actuación a la hora de interceptar las comunicaciones, con todas las garantías necesarias y con la proporcionalidad más exquisita en relación con los bienes jurídicos en juego, era preconstitucional… cuando casi todos ellos venían de haber jurado las leyes fundamentales del Movimiento Nacional. No era mi caso, al ser mi promoción la primera que entró con la Constitución vigente. Aunque nada de ello me gustó, a la postre me ha ayudado a entender muchas cosas. Si algún comportamiento no constitucional hubo fue el de quienes no respetaron la presunción de inocencia y se dejaron guiar por prejuicios contra alguien que no había cometido delito alguno.

Nos han saqueado

"Nos han saqueado", por Víctor Arrogante, en Nueva Tribuna, 9 de Octubre de 2016

El gobierno de Rajoy, que gestiona el Estado al servicio de los intereses del capital, con la excusa de la crisis, ha desmantela el «Estado social» y hasta el democrático de Derecho con su rodillo, sus reformas y las dejaciones en la administración de justicia.

La crisis económica que padecemos no se produjo por casualidad ni por que las cosas en economía son cíclicas y nos ha tocado. Un dato: el ministro en funciones de Economía y Competitividad Luis de Guindos, era miembro del Consejo Asesor de Lehman Brothers a nivel europeo y Director en España y Portugal hasta su quiebra en 2008. Ya sabemos como provocó la caída en cadena de tantas economías como la española. De otra parte, se calcula en más de 7.500 millones de euros saqueados por la corrupción de empresarios y políticos sin escrúpulos, mientras reducían los gastos sociales.

Hemos conocido el Barómetro del CIS de Septiembre, por el que la segunda preocupación de los españoles es la corrupción y el fraude (el primero sigue siendo el paro). El cuarto de los problemas son los de índole económica. El 89,1% considera que la situación política sigue siendo «mala» o «muy mala»; y el 64,7% de los encuestados que la situación económica es «mala» o «muy mala» y con pocas esperanzas de futuro (seguirá igual para el 40,2% y peor para el 22,8%). Pese a todo, no se entiende que algunos miembros del partido socialista pretendan que siga gobernando el PP.

Algunas encuestas, tras la crisis en el PSOE, muestran que  la celebración de terceras elecciones rompería el equilibrio de fuerzas que existía hasta ahora y el PP saldría muy reforzado. Esta situación se confirma en el Barómetro de Octubre del Instituto DYM para El Confidencial, que pronostica que el principal beneficiado de terceras elecciones sería el PP y el más perjudicado el PSOE, que caería a la tercera posición, siendo adelantado por Unidos Podemos, que quedaría como líder de la oposición. También confirma que el 69,6% de los encuestados cree que unas terceras elecciones no solucionará el bloqueo político. Conclusión: el PP, implicado en los dos grandes escándalos de corrupción, no roza a Rajoy ni como testigo, y sería el partido más votado y con mayor fidelidad de votantes.

Otras encuestas, como la de JM&A para Público, nos dicen que en unas terceras elecciones, ni el PP ganaría escaños ni tendría mejores bazas para sacar adelante la investidura de Rajoy a la presidencia del Gobierno. Todo por ver, después de las declaraciones de Rajoy, asegurando que no pondrá condiciones al PSOE para que se abstenga y el aviso de Fernández de que «en ningún caso le va a dar estabilidad».

A lo que vamos, el objetivo del sistema capitalista es ganar dinero con lo que fabrica y vende cuanto más mejor. Cuando la capacidad de producir crece más que la posibilidad de consumir, entra en juego el sistema financiero, que concede créditos al consumo, provocando el endeudamiento desproporcionado de familias y empresas. Cuando los precios suben o se inflan, como fueron los de la vivienda, se crea una «burbuja especulativa» y cuando la distancia entre la capacidad de compra y capacidad de pago aumenta, el riesgo de impago sobrepasa los límites y estalla la burbuja. Si a esto sumamos, lo que se han llevado los corruptos gestores empresariales y los políticos administradores públicos, las arcas se vacían.

Estamos sufriendo las consecuencias de los recortes y ajustes económicos que los gobiernos de turno han ejecutado en los últimos años. Es la puesta en práctica de la ideología neoliberal, «teoría económica y políticas austericidas contra el pueblo llano». Para Adam Smith, las relaciones económicas de forma equilibrada se producen gracias a una «mano invisible», que, de forma espontánea, coordina los mercados y sus intereses. Keynes defiende, que en momentos de crisis, es necesaria la intervención del estado para corregir los desequilibrios que el mercado origina, mediante políticas fiscales y redistributivas. Para Marx, el capitalismo se sustenta en la existencia de dos clases cuyos intereses son antagónicos: la burguesía, dueña de los medios de producción, y el proletariado, dueño de su fuerza de trabajo. Burguesía y proletariado enfrentados en una «lucha de clases», que sigue vigente aunque no se diga.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), ilustra en un informe, que 2.000 millones de personas no tienen contrato, carecen de derechos y de protección social, perciben un salario injusto o sufren enfermedades y accidentes laborales. También denuncia que 168 millones de niños están atrapados en el trabajo infantil y 21 millones de personas son explotadas en condiciones de trabajo forzoso. Dos tercios de los trabajadores que hay en el mundo, carecen de contrato laboral y de derechos, sufren discriminación, cobran salarios inferiores a sus capacidades, no tienen protección social y están sobreexpuestos a accidentes o enfermedades laborales. Datos que muestran las escandalosas cifras de la barbarie capitalista.

Tras el fracaso de los países comunistas, la «economía planificada», dejó de ser alternativa al «capitalismo». Los defensores del «mercado», se hicieron más fuertes y el «pensamiento único» se implantó globalmente para quedarse. ¡Qué el estado no intervenga! y piden privatizaciones, inversión pública o rescate cuando se reducen las ganancias. En este sistema económico, si alguien no compra, otro no vende, no obtiene beneficios, por lo que no tiene sentido seguir produciendo ni mantener asalariados. El objetivo es ganar dinero a costa de lo que sea y es secundario lo que se venda: si existe demanda (incluso prostitución, armas o drogas), si crea beneficio y posibilidad de acumulación de riqueza, todo vale. El capitalismo alcanza las mayores cuotas de creación de riqueza, a costa de la injusticia social.

Hay otro enfoque posible, en el que ni todo vale, ni todo consiste en ganar dinero, en donde la producción adquiere una función social. El modelo, basado en la competencia, combina: la libre iniciativa, con progreso social, asegurado por la capacidad económica. Los valores éticos en los cuales se fundamenta la economía social de mercado, se centran en principios que guardan relación con la dignidad humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad, a fin de lograr un sistema económico equilibrado, al servicio de la calidad de vida de los seres humanos. En la «economía social de mercado», el Estado interviene, para garantizar la justicia social.

La Constitución española permite lo uno y lo contrario. Proclama la voluntad de «Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida». Dice en su articulado: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad». Reconoce el derecho y el deber de todos los españoles «al trabajo,… y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia». España se constituye en un «Estado social y democrático de Derecho» y garantiza un orden económico y social justo. «Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado». Los gobiernos han optado por la economía de mercado, alejándose del Estado social.

En estas estábamos cuando El 2 de septiembre de 2011 el Congreso aprobó, a propuesta de Rodríguez Zapatero, con 316 votos a favor y 5 en contra, la primera reforma constitucional de calado, para introducir de forma urgente en la Constitución el principio de estabilidad financiera para limitar el déficit. La reforma salió adelante con el desplante del resto de grupos: CiU y PNV presentes en el hemiciclo y se ausentaron IU, ERC, NBG, ICV y Nafarroa Bai. El PSOE justificó la reforma: «No hay peor sordo que el que no quiere oír, le digo que las tensiones en los mercados han llegado a un límite que pone en riesgo las políticas sociales. Esta es la realidad», le espetó el portavoz socialista José Antonio Alonso a Gaspar Llamazares.

Al grito de «ahora no es Tejero, son Rajoy y Zapatero», el Movimiento 15M protestó airadamente contra lo que llamaron mercadocracia, que había suplantado a la democracia. En el extremo opuesto, la canciller alemana Angela Merkel, defensora del principio de estabilidad financiera en las constituciones europeas, felicitó al presidente Zapatero. Lo hicieron también la OCDE, el presidente Sarkozy, y la agencia de calificación Moody's. Por quienes apoyaron la reforma, podemos conocer lo que se pretendía con la famosa reforma del artículo 135. Izquierda Unida presentó una enmienda la totalidad, al considerar muy grave, lo que calificó como «golpe de los mercados a la Constitución», rechazando frontalmente la reforma constitucional.

Las novedades introducidas en la Constitución, consagraron el principio de estabilidad presupuestaria, supeditando la política de deuda a las decisiones europeas. Se da «Prioridad absoluta» en los presupuestos del Estado en el pago de la deuda, cuyas condiciones no podrán ser renegociadas, límites de deuda por ley, que sólo podrán incumplirse en caso de «catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia». La reforma de la Constitución, se hizo con agostidad sin someterla a ningún debate público ni plantear una consulta a la ciudadana sobre el cambio de la Carta Magna. La norma consagra una cesión de soberanía a la UE y a los mismos especuladores que amenazaban con hundir la economía española. «Prioridad absoluta» para pagar a unos acreedores, que exigían unos intereses altísimos por prestar el dinero. Primero la deuda, después, todo lo demás (sanidad y educación incluidas).

El gobierno de Rajoy, que gestiona el Estado al servicio de los intereses del capital, con la excusa de la crisis, ha desmantela el «Estado social» y hasta el democrático de Derecho con su rodillo, sus reformas y las dejaciones en la administración de justicia. Con austeridad y sin inversión pública, recortó gastos en prestaciones sociales, eliminó derechos y servicios públicos esenciales y privatizó otros. El gobierno no ha asumido su fracaso y Rajoy, pese a lo que dice, ha consolido la miseria. La crisis la hemos pagado los que siempre pagamos todo, en beneficio de los poderosos.

Desde determinados ámbitos del PSOE, se piensa en la abstención para que siga gobernando Rajoy y los suyos, pese a la corrupción y sus políticas antisociales y regresivas. Javier Fernández ha llegando a decir «abstenerse no es apoyar al PP», pero si es consentir. Espero que el partido socialista tenga en cuenta al menos el caso Gürtel, en el que se procesa a 37 personajes corruptos miembros o cercanos –incluso al propio PP de Rajoy–, en el que se piden hasta 732 años de cárcel y millonarias indemnizaciones.

No puede permitirse que una «organización criminal», que ha saqueado las arcas públicas, vuelva a gobernar.

domingo, 9 de octubre de 2016

Javier Marías, Por qué leeré siempre libros

Javier Marías, "Por qué leeré siempre libros", El País, 03 DE OCTUBRE DE 2016

SIGO VIENDO muchas películas, pero hace tiempo que no voy a los cines. Hubo épocas juveniles en las que iba hasta tres veces diarias cuando mis ahorros me lo permitían: rastreaba títulos célebres, que por edad me habían estado vedados, en las salas de barrio más remotas, y así conocí zonas de Madrid que jamás había pisado. La primera vez que fui a París, a los diecisiete años, durante una estancia de mes y medio vi más de ochenta pe­­lículas; gracias, desde luego, a la generosidad de Henri Langlois, el mítico director de la Cinémathèque, que me dio un pase gratuito para cuantas sesiones me apetecieran, quizá conmovido por la pasión cinéfila de un estudiante con muy poco dinero.

Hay varias razones por las que he perdido tan arraigada costumbre, entre ellas la falta de tiempo, la desaparición de los cines céntricos de la Gran Vía (se los cargaron el PP y Ruiz-Gallardón, recuerden, otra cosa que no perdonarles), y en gran medida los nuevos hábitos de los espectadores. Hay ya muchas generaciones nacidas con televisión en casa, a las que nadie ha enseñado que las salas no son una extensión de su salón familiar. En él la gente ve películas o series mientras entra y sale, contesta el teléfono, come y bebe ruidosamente, se va al cuarto de baño o hace lo que le parezca. Esa misma actitud, lícita en el propio hogar, la ha trasladado a un espacio compartido y sin luz, o con sólo la que arroja la pantalla. Las últimas veces que fui a uno de ellos era imposible seguir la película. Si era una de estruendo y efectos especiales daba lo mismo, pero si había diálogos interesantes o detalles sutiles, estaba uno perdido en medio del continuo crujido de palomitas masticadas, sorbos a refrescos, móviles sonando, individuos hablando tan alto como si estuvieran en un bar o en la calle. Seré tiquis miquis, pero pertenezco a una generación que reivindicó el cine como arte comparable a cualquier otro, y veíamos con atención y respeto todo, Bergman y Rossellini o John Ford, Blake Edwards, los Hermanos Marx y Billy Wilder. Con estos últimos, claro está, riéndonos.

Así que el DVD me salvó la vida, no me quejo. Sin embargo, me doy cuenta (y no soy el único al que le pasa) de que, seguramente por verlo todo en pequeño, y además en el mismo sitio (la pantalla de la televisión), olvido y confundo infinitamente más lo que he visto. No descarto que también pueda deberse a que hoy escasean las películas memorables y muchas son rutinarias (si vuelvo a ponerme Centauros del desierto la absorbo como antaño). A cada cinta se le añadía el recuerdo de la ocasión, el desplazamiento, la persona con la que la veía uno, la sala … Esos apoyos de la memoria están borrados: siempre en casa, en el sofá, en el mismo marco, etc. Por eso intuyo que nunca leeré en e-book o dispositivo electrónico, por muchas ventajas que ofrezca. He viajado toda la vida con cargamentos de libros que ahora podría ahorrarme. He recorrido librerías de viejo en busca de un título agotadísimo que hoy seguramente me servirían de inmediato. Sin duda, grandes beneficios. Pero estoy convencido de que, si con el cine y las series me ocurre lo que me ocurre, me sucedería lo mismo si leyera todo (o mucho) en el mismo “receptáculo”, en la misma pantalla invariable. Las novelas se me mezclarían, éstas a su vez con los ensayos y las obras de Historia, no distinguiría de quién eran aquellos poemas que tanto me gustaron (¿eran de Mark Strand, de Louise Glück, de Simic o de Zagajewski?). Letra impresa virtual tras letra impresa, un enorme batiburrillo.

A mis lecturas inolvidables tengo indeleblemente asociados el volumen, la cubierta que me acompañó durante días, el tacto y el olor distintos de cada edición (no huele igual un libro inglés que uno americano, uno francés que uno español). Madame Bovary no es para mí sólo el texto, me resulta indisociable del lomo amarillo de la colección Garnier y de la imagen que me llamaba. Pienso en Conrad y, además de sus ricas ambigüedades morales, me vienen los lomos grises de Penguin Modern Classics y sus exquisitas ilustraciones de cubierta, como con Henry James y Faulkner. Machado se me aparece envuelto en Austral, lo mismo que Rilke. Y luego están, naturalmente, la ocasión, la ciudad, la librería en que compré cada volumen, a veces la alegría incrédula de dar por fin con una obra que nos resultaba inencontrable. Todo eso ayuda a recordar con nitidez los textos, a no confundirlos. No quiero exponerme a que con la literatura me empiece a pasar lo que con el cine, pero aún más gravemente: en éste, al fin y al cabo, las imágenes cambian y dejan más clara huella, aunque se difumine rápido a menudo; en los textos siempre hay letra, letra, letra, el “aspecto” de lo que tiene uno ante la vista es casi indistinto, por mucho que luego haya obras maestras, indiferentes e insoportables. Me pregunto, incluso, si en un libro electrónico no acabarían por parecerme similares todas, es decir (vaya desgracia), todas maestras o indiferentes, o todas insoportables.

Idiomas difíciles

Tomado de aquí.

La cuestión de cuál es la lengua más fácil y más difícil aparece últimamente muy a menudo en los foros y blogs de la web. No deberíamos estar sorprendidos de esta pregunta, porque hoy en el día el sector lingüístico es uno de los más desarrollados y mucha gente elige una carrera relacionada con los idiomas. Así que parece muy interesante tratar este tema, presentando las lenguas mencionadas como las más difíciles y sacando de este asunto conclusiones apropiadas. Entre las respuestas más frecuentes en tales circunstancias tenemos el árabe, el chino (mandarín) y el polaco. ¿Cuál de estos idiomas es el más complicado de aprender? ¿Existen lenguas más difíciles?

En la primera lengua mencionada, el árabe, lo que generalmente asusta a la gente es su escritura. Parece que es un alfabeto imposible de descifrar, lleno de unas señales complicadas y muy extrañas. Sin embargo, la verdad es que el árabe tiene una escritura alfabética así como la tiene por ejemplo el ruso, por eso diríamos que se puede dominar por lo menos en un nivel básico. La única diferencia entre el alfabeto árabe y él latino es la específica forma de las letras y nada más. El problema más grande acerca de este idioma podría ser la lectura de derecha a izquierda, o la falta de vocales cortas. Son las cuestiones que suelen molestar mucho al principio de aprendizaje, pero dedicándoles un poco de tiempo y paciencia se puede lograr un éxito. Si alguien todavía considera el alfabeto árabe como el más difícil del mundo, vale la pena compararlo con su versión en urdu, que es casi ilegible y seguramente mucho más complicado en cuanto a la traducción.

El siguiente idioma considerado como muy difícil es el chino. Aquí por un lado aparece la escritura pictórica que permite escribir de la misma manera en varios dialectos de mandarín.  Por otro lado, hay que admitir que mientras el alfabeto árabe se puede aprender en unos días y no olvidarlo por el resto de nuestra vida (incluso cuando tenemos un contacto limitado con el idioma), las señales chinas, si no las usamos frecuentemente, pueden de inmediato salir volando de la cabeza. Además, en el chino tenemos 4 o 5 tonos (depende de si contamos el tono neutro) y esto también dificulta el aprendizaje. En este lugar hay que subrayar que existen otros idiomas con aún más tonos, entonces en comparación el mandarín no resulta el más difícil. Por lo menos no en este aspecto.

Muy a menudo se escucha que el idioma más complicado de aprender no proviene de Asia o cualquier otro continente, sino de Europa. La lengua considerada por muchos como tan compleja es el polaco. En este lenguaje tenemos siete casos, una conjugación de verbos muy ardua y además, unos sonidos difíciles de pronunciar para los extranjeros que nunca han tenido contacto con algún idioma eslavo. La verdad es que los polacos no son los únicos que escuchan que su lengua es imposible de aprender. La mayoría de las naciones pequeñas piensa que su idioma suena muy difícil para los extranjeros y es una tendencia bastante común a causa de que no están acostumbrados a que alguien de fuera utilice su lengua materna.

Mientras tanto, hay idiomas europeos aún más complicados, sobre todo en la parte gramatical. El mejor ejemplo es el estonio, que contiene la doble cantidad de los casos en comparación con el polaco. A pesar de ello, en este sentido el estonio es mucho más simple de aprender que el finlandés o el húngaro. Hablando de la pronunciación y  teniendo en cuenta que el idioma danés tiene un montón de vocales o que en el idioma abjasio hay casi 60 consonantes, deberíamos pensarlo dos veces antes de sacar una conclusión de que el más difícil de todos es el polaco.

En el mundo existe cerca de 6000 de idiomas. ¿Se puede realmente decir que el chino es más difícil que el lenguaje de los indígenas Navajo, el árabe más complicado que el tamil o el polaco más complejo que el húngaro? Para elegir el idioma más difícil del mundo deberíamos conocer todas las lenguas que existen y después responder objetivamente a esta pregunta tan frecuente. Aún así, no hay unos criterios de selección muy claros, porque a veces el idioma que parece fácil, en realidad resulta más complicado, aunque tenga un montón de usuarios  y una amplia cantidad de materiales de aprendizaje. Por lo tanto, todo el discurso sobre el idioma más difícil del mundo carece de importancia. Si alguien tiene muchas ganas y sobre todo la motivación para aprender algún idioma, debería tratar de hacerlo a pesar de todas las dificultades que encuentre en su camino

El padre Juan Mugueta, apologista de la Guerra Civil II

El padre Juan Mugueta, no sabemos si en su nombre o en nombre del Dios que decían representaba, escribió sobre "nuestra confianza en la victoria", pues ni la paz ni mucho menos la reconciliación eran algo que desearan "las reservas espirituales y materiales de la raza". En el capítulo "Separatismo catalán" cita una obra de los escritores antisemitas franceses Jérôme y Jean Tharaud, La cruel España (Cruelle Espagne, 1938) donde se relatan y comentan los primeros episodios del golpe de estado antidemocrático; al respecto comenta "no podemos creer que el clero de Barcelona secular y regular votase en masa la candidatura de la Ezquerra" p. 81, pero al cabo llega a admitir que "es lo que ha pasado a tantos separatistas de derechas, sacerdotes o laicos. Jugaban con el fuego y la llama prendió en su ropa talar, consumió sus carnes y calcinó sus huesos", p. 82. Es que "caminar de espaldas a España" los vuelve "locos e insensatos". Por supuesto, "es justo que los catalanes amen a su región con amor entrañable, pero amor que engendra odios no es amor verdadero, y el amor de los separatistas a Cataluña tenía heces de odio al resto de la nación" p. 84. Observa que el proceso nacionalista consta de varios grados: "Primero Cataluña sin España; después Cataluña contra España; por fin, Cataluña sobre España: he aquí la trayectoria que debía seguir el proceso de liberación según los soñadores del stat catalá". Le parece toda la obra del nacionalismo catalán pergeñada por comunistas, anarquistas y, especialmente, masonistas, porque le convencen al respecto las teorías que expuso Juan Tusquets en una conferencia pronunciada el día 28 de febrero de 1937 en el Teatro Principal, de San Sebastián titulada Masonería y separatismo. Contra ello propone lo siguiente: "Cataluña tendrá que articularse al mecanismo nacional con renuncia absoluta a situaciones de privilegio. Habrá de soldarse a España con soldadura autógena... se acabaron los hechos diferenciales... terminaron las archiconsideraciones para una lengua que se cansaba de gritar blasfemias contra España y hablar procazmente de su madre. Hay que raspar en ella toda glándula separatista, para que cante cuanto quiera la excelencias de su región, mas sin mengua ni desdoro, sin menosprecio ni deshonor para las otras regiones y provincias, que forman la estructura de la España unitaria, de la Patria una e indivisible, sin tirones regionales ni desviaciones centrífugas, una en la fe, en el sentir colectivo y el ideal imperialista, una en el amor a su grandeza histórica, al trabajo y a la gloria, a la integridad territorial y al prestigio internacional; una en la geografía física, psicológica y sentimental; una en la soberanía y en la expresión de esa soberanía mediante un solo órgano oficial: el habla de Cervantes", p. 89-90.

En el capítulo "Nacionalismo vasco" insiste en despotricar contra ese "delirio separatista": "Es cierto que los separatistas vascos no se unieron a las izquierdas en los últimos comicios", pero al cabo se convirtieron en "colillas de un gobierno demagogo y criminal". El estatuto vasco pecaba sobre todo de no mencionar a Dios. "Abrazáronse con petroleros y degenerados que huelen a vinazo, sangre, pólvora y mercurio, lujuria e incesto. Encuadrados en esas milicias del infierno han ido a la guerra a luchar contra los cruzados. ¡Qué horror...! Era el momento de romper ese coito inmoral con el marxismo corruptor", p. 96.

El capítulo siguiente del canónigo magistral de Ciudad Real propone todo un programa político y se titula "Misión de España en la Historia". Desde luego, "no es motorizar el mundo congestionando el planeta de locomotoras, trenes, autovías, camiones, autocares, tractores, tanques, coches de lujo, autos de línea, máquinas agrícolas e industriales de toda clase y de toda marca..." p. 103, "nuestra misión no es la mecanización del trabajo, ni la materialización y degradación de la vida, sino su elevación y espiritualización... ir por el mundo iluminando senderos, guiando pueblos, misionando tribus, formando cristiandades. Puede decirse que la historia de España es una continua cruzada a lo largo de los siglos. Cruzada contra el Visigodo, cruzada contra el Turco, cruzada contra el Indio, cruzada contra Lutero, cruzada contra Napoleón, el corsario de Europa y carcelero del Papa, cruzada contra el Liberalismo, primogénito de la revolución francesa, pues la guerra carlista tenía este carácter, ya que en ella no tanto se luchaba por la legitimidad como contra las libertades de perdición, que, escoltando a los llamados derechos del hombre, se habían filtrado a través de la frontera de España. Fue dueña de mar y tierra, cuando el sol no se ponía en sus dominios, mas no supo explotar ni la tierra ni el mar. No era este su designio... quédese eso para pueblos materialistas y mercaderes", p. 104. Un régimen democrático no es propio de una nación como la nuestra: "No podemos creer en una sociedad a la inversa donde gobierne el pueblo, que debe ser gobernado" p. 142. Por eso, en la posguerra, se propone redentores propósitos como estos: "Haremos todo sin entregarnos a los instintos salvajes, a los sentimientos de crueldad, a la sevicia superior a la de los mandarines de la India a que se entregan nuestros enemigos. Seremos humanos sin dejar de ser justos y seremos justos sin dejar de ser humanos. No olvidaremos que la flor más fragante del espiritualismo es la piedad. Nos vigilaremos a nosotros mismos para que, al clamor de la justicia vindicativa, no nos desborde ningún sentimiento anticristiano". Esta piedad, según historiadores extranjeros, consistió en 111.000 ejecuciones después de la guerra, incluidas, por supuesto, las famosas "sacas" de presos para hacer sitio en las cárceles. Todo el mundo conoce, o debería conocer, las famosas directrices de Mola escritas antes del "levantamiento" en el sentido de crear terror mediante ejecuciones indiscriminadas para "desmovilizar" al enemigo. Pero, después de la guerra, los militares que se levantaron contra el pueblo (incluyendo en él monjas, curas y demás) la máquina del terrorismo de estado siguió trabajando.

"¡Qué vergüenza! Así la civilización habíase hecho barbarie, la cultura salvajismo, el progreso receso a la caverna, la ciencia filtro envenenador, el arte plebiscito de las concupiscencias, los espectáculos cita de degradación, la democracia demagogia, la política puja de apetencias y el Parlamento exhibición de chulería. Y todo esto porque España iba haciéndose rápidamente pagana", p. 129. Por último, entre citas de Nikolái Berdiáyev, Tomás de Aquino, Francisco Suárez y José María Pemán e, increíblemente, Giacomo Leopardi o Léon Duguit (¿?), cita al primero para explicar que nos acercamos a una gloriosa y brillante nueva Edad Media: "No faltan síntomas que dan valor a la profecía. La Edad Media surgió de las ruinas de la barbarie y nuestra generación tendrá también que edificar sobre el acervo de escombros que están acumulando en todas partes los vándalos modernos... la Edad Media es la concreción de la espiritualidad", p. 112-113. 

Y eso es lo que nos dieron Franco y compañeros mártires: una gloriosa y brillante nueva Edad Media.

viernes, 7 de octubre de 2016

Los remedios científicos contra la pobreza existen. Así lo explica la economista Esther Duflo

Rebeca Gimeno, "Esther Duflo y la ciencia contra la pobreza", en El País Semanal, 7 de octubre de 2016: 

Economista y profesora en el MIT, de 43 años, Esther Duflo ha creado un laboratorio, con un método muy parecido al que emplea en los ensayos clínicos, para diseñar estrategias nuevas en la lucha contra un problema global.

DE PEQUEÑA PENSABA que la vida de los más pobres era “el único tema interesante sobre el que pensar”. Esta francesa ha logrado cambiar las políticas para combatir la pobreza. Su método de investigación se parece al que utiliza la medicina para averiguar si un medicamento funciona.

“Estamos cambiando el mundo. Lo estamos haciendo ya”. Esther Duflo pronuncia estas palabras justo antes de lanzarse a cruzar una calle huyendo de una lluvia torrencial.

Cuesta seguirle el ritmo a esta profesora de economía. Tiene 43 años y acumula premios, incluido el Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, en su despacho del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde aquí lidera una revolución en la lucha contra la pobreza con un enfoque original y radical, dos términos de los que ella rehúye. “Es verdad que al principio nos consideraban unos locos que criticaban a otras personas por lo que hacían: lo mismo de siempre”, admite.

A diferencia de muchos economistas, Duflo no tiene ideas preconcebidas de cómo mejorar la vida de los más pobres, pero sí tiene muy clara la forma de averiguarlo: utilizando pruebas aleatorias controladas, muy parecidas a los ensayos clínicos. “La medicina selecciona aleatoriamente a personas para que se tomen el fármaco y forma dos grupos. Si al final se encuentra alguna diferencia entre ellos se sabrá que se debe al medicamento. Lo que hacemos con las políticas sociales es muy parecido. Imagina que quieres probar cuál es el impacto de introducir tabletas en los colegios. Lo que tienes que hacer es seleccionar aleatoriamente un grupo de escuelas en las que los niños recibirán las tabletas y otro grupo en el que no. Si comparas la evolución de ambos grupos, sabrás cuál es el efecto del programa”.

ESTHER DUFLO CREÓ EN 2003 JUNTO A DOS PROFESORES MÁS EL LABORATORIO DE LA POBREZA (J-PAL). HOY SON UNA RED DE 136 ECONOMISTAS

Para impulsar este tipo de experimentos creó en 2003 junto a dos profesores más el laboratorio de la pobreza (J-PAL). Hoy son una red de 136 economistas dedicada a investigar y evaluar programas a base de pruebas aleatorias. Así es como descubrieron que con un kilo de lentejas gratis para las familias la tasa de vacunación se multiplicaba por seis. O que dar una vaca a los que sufren pobreza extrema y enseñarles a cuidarla (en vez de comérsela) mejoraba notablemente su situación económica al cabo de los tres años. “Los experimentos tardan lo que tarde en aplicarse un programa. En algunos casos hemos estado siguiendo a gente durante 10 años.”

Antes de embarcarse en un ensayo es imprescindible viajar al terreno y conocer los problemas de primera mano. “Me encantan estos viajes, son una recompensa. No creo que fuera posible hacer un buen trabajo sin pasar tiempo en los países en desarrollo. No soy la única economista de mi campo que lo hace”.

La joya de la corona de estos economistas es un experimento para reducir el absentismo escolar. “Lo más efectivo y más barato para que más niños vayan a la escuela es darles una pastilla que les quite los parásitos intestinales”, asegura Duflo con rotundidad. Unos 600 millones de niños en edad escolar están infectados con algún tipo de lombriz según la Organización Mundial de la Salud. Sin el tratamiento adecuado, estos parásitos limitan la absorción de micronutrientes. Los niños simplemente están muy cansados para poder ir al colegio. Curarlos puede reducir el absentismo en un 25% e incrementar sus ingresos en el futuro. La idea convenció al Gobierno de India: 140 millones de niños fueron tratados en las escuelas el pasado 10 de febrero. “Esto es un logro nuestro, es un avance enorme”.

El éxito supone solo una pequeña batalla ganada contra la pobreza. “No hay soluciones milagrosas. No llegaremos nunca a un punto en el que una única teoría resuelva los problemas del mundo. Lo que sí podemos hacer es empezar a comprender algunas piezas del puzle”.

La principal crítica que recibe su investigación es que demuestra que algo funciona en un contexto muy concreto, pero nada más. “Es un argumento coherente al que podemos empezar a responder. Los microcréditos, por ejemplo. Se han realizado siete evaluaciones aleatorias en siete lugares muy diferentes y en ninguna de ellas se ha encontrado ningún impacto. Podemos entonces estar razonablemente seguros de que los microcréditos no son muy efectivos para reducir la pobreza porque lo hemos visto ya siete veces”.

El sector financiero se tomó muy mal en su día estas conclusiones, pero luego algunas entidades empezaron a introducir cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los más pobres. El pragmatismo de Duflo se abre paso en los despachos de los Gobiernos (asesora a una veintena) y las ONG que reclaman políticas basadas en pruebas. “Cada vez hay más gente interesada en los experimentos. Llevamos más de 750 por todo el mundo. Es verdad que hay muchas cuestiones que generan interés sobre las que no tenemos respuestas todavía. Dentro de 20 años sabremos mucho más”.

Es más que probable que para entonces el Nobel de Economía luzca también en su despacho. Hasta en eso esta tímida profesora lideraría otra revolución: sería la segunda mujer en conseguirlo.

lunes, 3 de octubre de 2016

El padre Juan Mugueta, apologista de la Guerra Civil I

En 1937 el canónigo magistral de Ciudad Real y doctor en filosofía Juan Mugueta escribió una curiosa defensa del "Alzamiento nacional" y la guerra "civil" emprendida por los militares de su país bajo el título de Ellos y nosotros. Al mundo Católico y al mundo civilizado. Curiosa es ya desde su mismo título, en que figura Católico con mayúscula y "mundo civilizado" separado del católico. Otra cosa intrigante es que está escrito con intención no ya de denigrar a la democracia, sino a la derecha cristiana que es democrática. Este cura (perdón, este político con sotana) veía la oportunidad de rehacer España a la imagen y semejanza de su vieja interpretación austracista, mirando siempre hacia atrás, como los cangrejos, por lo que habla de un reparimiento de la nación: "Los pueblos nacen, ha dicho Cossío, de un momento de meditación en la hora del dolor. Este renacer de España en una alborada de sangre, entre clarinazos de triunfo y toque de oraciones, hay muchos que no lo entienden o no lo quieren entender" p. 11-12.

Cita, como años después los sacerdotes de la teología de la liberación, los mismos textos bíblicos pero con sentido exactamente opuesto: "Hemos leído en alguna parte que la verdad siempre triunfa, a condición [de] que se la defienda. Este ha sido nuestro propósito, al escribir estas líneas, exponer la verdad y defenderla. Si lo lográsemos habremos contribuido con nuestra parte alicuota a liberar a España de la invasión de los bárbaros bolcheviques, porque está escrito -veritas liberabit vos- la verdad os hará libres", p. 13. Enseguida sirve el primer plato o capítulo contra la nauseabunda derecha liberal, democrática y republicana (luego la emprenderá con los sacerdotes vascos que apoyaron el régimen democrático). Le molestaba sobre todo el crédito que daban a la misma en el extranjero, mayor que el que prestaban a los militares y otros uniformados de la rebelión: "Lo que causa no solo sorpresa, sino asombro, es que un periódico tan característico como La Croix, órgano prestigioso del pensamiento católico francés, afeando su nombre y emborronando su historia, se haya puesto al servicio de nuestros enemigos, admitiendo colaboraciones y dando informaciones peor que tendenciosas, lo que constituye un caso de bochornosa defección en los principios de la solidaridad cristiana".

Y es que Mugueta estaba acostumbrado a la censura; se lo justifica diciendo que "los emisarios del Frente Popular, a pesar de su odio al Evangelio y a Cristo, no vacilan en disfrazarse, cuando les conviene, de vestales del Cristianismo" p. 16. Fuera de elogios hoy en día bastante incomprensibles, como a Mola, "ilustre general que a la vez es notable escritor" p. 16 (¿?) o a las "interesantes charlas" del matarife Queipo del Llano (p. 17), no entiende de sacerdotes demócratas, que identifica con el planeta rojo de Satanás, "unos pocos compatriotas nuestros, sacerdotes y religiosos, apóstatas de la hispanidad, convertidos en agentes de Moscú y corredores a sueldo de los gobiernos de Azaña y de Companys, que andan por esos mundos esforzándose por ganar con equívocos y trapantajos el apoyo de los católicos y personas decentes en favor de los Nerones españoles", p. 17; para él son una "majada de lobos con piel de oveja que tratan de alborotar el redil de Cristo".

Igual de encogido descerebramiento alcanzan sus pestes contra los políticos demócrata-cristianos, y en especial llama "la atención del mundo culto sobre la extraña sensibilidad de ciertos juristas que, como el señor [Ángel] Ossorio y Gallardo, hacen escándalo ante ciertas anomalías del Derecho, se rasgan la toga ante supuestos atentados al Poder constituido, mientras permanecen silenciosos y beatíficos, sin voz y sin vista, cual señoras de compañía de la prostituida Democracia, ante la violación permanente, por parte de los suyos, de todos los preceptos de la ley natural. Y como si esto fuera poco, afectan condolerse como católicos, "unidos por el mismo lazo de la fe sobrenatural", y lloran, como venales e hipócritas plañideras "el mal irrogado por las huestes de Franco a la religión y a la Patria" (pp. 18-19). Al cabo uno se convence de que habla de sí propio cuando alude en su sermón político al "cinismo de Caín acusando a Abel" y afirma que "tenemos enfrente a los crucificadores, no a los cruzados", a unos "alguaciles de la Masonería", organización, por cierto, tan similar en estructura, ceremonias y fines a la Iglesia Católica Romana que uno no ve sustanciales diferencias entre ambas, salvo la tolerancia mayor de la primera, que los segundos desfiguran llamándola "misericordia".

El segundo capítulo del flamígero sermón, tan surtido en denigracias como el anterior, se titula "Ambiente político-social en la fecha del alzamiento"; cita en sus albores al papa San Gregorio: ante consumationem omnia perturbantur, porque "la prueba irrecusable de que una nación esquilmada por una política de logreros y raída por el cáncer social está a punto de disolverse, como manzana podrida, son las convulsiones y sacudimientos epilépticos que en ella se suceden". Ese era el ambiente antes del "grito libertador" de un régimen que se iniciaba con "fiesta de rufianes y orgía de prostitutas". Cita (no podía faltar en el disco rayado que ahora mismo estoy poniendo) la quema de edificios religiosos y "la insurrección de Asturias... la cual no era política como entonces se dijo, sino social como después se ha sabido, toda vez que tenía por fin inmediato la implantación de la república socialista como puente a la república soviética", p. 27. 

Azaña le parecía en el 36 un moderado "hipócrita, farisaico" y un "equilibrista fracasado" que ha sido sustituido por un "calculista frío y estoico, sin moral y sin creencias, capaz de firmar, sin que le tiemble el pulso, la entrega de la Patria a los miembros del Comintern". Ni se le ocurre pensar que todo eso fuera facilitado por la desestabilización todavía mayor que el golpe de estado creó en la recién nacida república democrática, cuya ingenua celebración jubilosa por el pueblo se explicaba por haber sido este envenenado por "toda clase de propagandas subversivas". Así que, "de esta suerte España quedaba dividida, políticamente, en dos zonas y en dos castas", p. 29. 

Prosiguiendo con una retórica pantuflista al más puro estilo Eduardo Inda, afirma que "la sala de los magistrados se convierte con frecuencia en tenida de masones o reunión de comités. Los jueces prevarican ante el miedo o el halago" (ignora o le da igual el miedo que él mismo insufla). Casi ni alude a las ansias económico-salariales del ejército africanista sublevado "con los mandos de más responsabilidad confiados a mediocres o ineptos", pintando el tópico y fatigoso panorama pantuflista de lugares comunes con que se nos ha aturdido durante décadas:

En la Cámara legislativa la mayoría ruge siempre que hablan las minorías. A la fuerza de la razón se replica con la razón de la fuerza. A los tonos mesurados y corteses con el desplante y el vocerío. Un día se desvela la muerte trágica que había de tener Calvo Sotelo cuando dice La Pasionaria "este hombre ha hablado por última vez". En otra ocasión se advierte a Gil Robles que habrá de morir con los zapatos puestos. En el mismo banco azul los ministros toman, al contestar a los jefes de la oposición, actitudes de chulería, porque saben que está en el hemiciclo, esperando órdenes, armado el escudero. Decididamente al parlamento español en las postrimerías de su funcionamiento cuadraba a perfección lo que dijo Leuduski de la Dieta de Francfort: "Esto huele a canalla", p. 31.

Por supuesto, esta prosa del régimen ignora la conexión del financiero corrupto y presunto asesino Juan March, perseguido por la República a causa de su increíble falta de escrúpulos, con el golpe que financiaba; más adelante March sobornaría a los generales franquistas para impedir que España entrara en la guerra americano-ruso-inglesa contra el aliado de Franco, Hítler, no por patriotismo y evitar la muerte de más españoles, sino porque sería malo para poder controlar sus pingües negocios en el país. Paso por alto las ridiculeces que tanto ofendían a Mugueta y que sirvieron para justificar su amada, su necesaria sangría colectiva para lavar más blanco a España y dejarla tan limpia y cerril como era su sueño, renunciando a la sucia democracia, palabra esta que no aparece ni una sola vez en su libro, ese ente utópico tan adulterable y corruptible como hemos visto desde cuarenta años acá, aunque por lo menos citaré una enumeración de los cocos de este niño rabioso dizque cura: "El laicismo, el matrimonio civil, el divorcio, el amor libre, la secularización de los cementerios, el expolio de la Iglesia mediante la nacionalización de sus bienes, el atentado a la propiedad privada, el encono contra la burguesía y el clero, el anatema contra todo lo auténticamente tradicional, la gravitación hacia la dictadura del proletariado, el abrazo con el soviet, la entrega de la soberanía nacional al separatismo, de la sociedad al comunismo, de la Religión al masonismo", p. 32. Otras veces es más explícito: "La prostitución de las costumbres al amparo de la más amplia y cínica licencia, la disolución de la familia por las nupcias sin altar, la profanación de la niñez en la Escuela sin Dios, la disgregación de la sociedad bajo el influjo corrosivo del anarquismo militante, la mutilación de la Patria por la cuchilla separatista, la corrupción absoluta del Poder público en monstruoso maridaje con los enemigos del Estado", pp. 37-38. Había que "poner un tope al despotismo en la Presidencia, a la arbitrariedad en el Gobierno, a la prevaricación en los Tribunales, a la demagogia en el Parlamento, a la revuelta en la calle, al sacrilegio en los templos, a la blasfemia en las cátedras, a la inducción al crimen en la prensa y en el mítin, al insulto a la fuerza armada, a la caza del hombre por el hombre, a la petulancia de las juventudes libertarias, al pistolerismo profesional, al asesinato a domicilio, a los avances de la anarquía en la ciudad y en el campo, a la irrupción del vandalismo por todas las avenidas de la Patria en ruinas". En fin, que quería una España más sencilla, ignorante, plana y, en suma, hipócrita. Creo que no es mal resumen; compárenlo con ahora y donde dice soviet pongan ahora Venecuba del Norte y donde "enemigos del estado" pongan bancos. No estará de más explicar que si la República pidió ayuda a la URSS fue porque no se la dieron ni franceses ni ingleses ni estadounidenses, y bastante trabajo costó lograr incluso que hubiera brigadistas internacionales, mientras que los militares obtenían el crédito y la amistad de unos santos de Palmar de Troya como Hítler y Mussolini. Ya resulta gracioso comparar el "pistolerismo profesional" con el "ejército profesional" que se levantó contra la democracia. Más pistolas que entonces hay en Estados Unidos, Suiza o Finlandia y quizá si hubiéramos tenido tantas como ellos nos hubiera ido mejor para defendernos que confiar en un ejército o una guardia civil levantada contra el pueblo que habían jurado defender.

El siguiente capítulo es "Carácter patriótico y religioso del movimiento salvador". Aquí dice la primera verdad: que el movimiento no lo promovió el pueblo (claro está, si era antidemocrático), sino el ejército, por "sentido del honor". O sea, como en el siglo XIX. "Queipo del Llano terminó su primera charla ante el micrófono con un viva a la república honrada y el infortunado Godet declaró que todo su crimen consistía en haber querido arrancarla de manos de los que la estaban degradando" (p. 36). Mugueta convierte en pueblo infiel al pueblo español contra el que se levantaron los militares que debían defenderlo para proclamar una "Santa Cruzada" medieval, a la que no dejaron alistarse al rey exiliado como una especie de Corazón de León. Y menciona la bendición del papa Pío XI al ejército franquista en la alocución La vostra presenza del 14 de septiembre de 1936, discurso tan mal interpretado y censurado en España que sirvió para proclamar la guerra como la tal "Cruzada", justificando así toda violencia en nombre de Dios para recuperar el sepulcro de la santa tradición de hacer las cosas violenta e injustamente.

El capítulo tercero lleva por título "Ellos y nosotros. Su obra y la nuestra". Y lo primero que recuerda es una frase de Maura que tiene un estilo típicamente rajoyano: "Ellos son ellos y nosotros somos nosotros". Una auténtica joya para dialogar con los besugos (esto es -para quien no lo entienda, que los hay- para romper cualquier atisbo de entendimiento en el diálogo). "Somos inconfundibles", proclama, y "hay una tendencia en el extranjero a considerarnos a todos como salvajes de distintas tribus, cuyos individuos solo se distinguen en la forma del indumento y el color del taparrabos". Los rebeldes en su terminología, los demócratas, "pertenecen a los grupos infrahumanos de los sin Dios, sin Patria, sin hogar y sin amor. El amor para ellos no es amor, sino simple estímulo de reproducción, el hogar un departamento del proyectado falansterio, la Patria un sector de la gran Patria a la que aludía Sócrates cuando dijo soy ciudadano del mundo", p. 42. ¡Dios mío, qué malo es Sócrates! Sigue por este estilo reduciendo al ser humano demócrata al estado de la mierda inorgánica: "El hombre en la filosofía marxista no es más que un tubo digestivo [...] no hay más que una Divinidad, dicen, la fuerza, y un solo sacerdocio digno de esa Divinidad, la Técnica", p. 48. "Muchos de ellos tienen tara de degenerados y tatuaje de presidiarios [...] hombres con instintos de fieras y fieras con conocimiento y perversión de hombres".

Menciona entre los caídos de su Cruzada a diez obispos "y dieciséis mil sacerdotes y religiosos". Ah, eso sí: no menciona a ningún religioso "martirizado" antes de la Guerra Civil que apoya y sanciona el Papa "que bendice ejércitos", como escribe Borges, ni a los muertos por el otro bando, que son de peor calidad. "Vamos reconquistando para la Patria a Cristo [...] ya tenemos la cruz en las escuelas, al Sagrado Corazón en los municipios, maestros fervorosamente católicos al frente de la enseñanza, profesores creyentes, prestigiosos y cultos en institutos y universidades, a los jesuitas en sus residencias y en sus colegios, a hombres de recia fe y vibrante españolismo presidiendo las instituciones políticas y sociales", p. 53. Ya se vería cuánto avanzó esta "ciencia" en una España católica en la que se daban las cátedras universitarias por méritos políticos: todavía tenemos una de las universidades más mediocres del mundo, en parte por esa inercia y por esa heredada fuga de cerebros, que se dejó aquí solamente a los acostumbrados a no pensar o a hacerlo sin libertad. Nuestro único premio Nobel incluso era medio estadounidense y tuvo que marcharse fuera para investigar. Es más, Franco echó o reprimió a todos los discípulos de Ramón y Cajal... la neurología española nunca más levantó "cabeza" pero, a cambio, ¡qué magníficos curas y monjas tuvimos! En fin, el doctor Mugueta animaliza al enemigo de la misma manera que Hítler, su aliado, a los judíos. Un ejemplo entre muchos: "Según un emigrado ruso, bastarían quince años de régimen bolchevique para que los hombres se cubrieran de pelos como las bestias", p. 55. Me parece que el doctor Mugueta no andaba muy fuerte en biología... si le hubiese dado esa materia un profesor republicano... Concluye así: "Y pensar que haya personas de derecha que por temperamento, por vocación, por lógica, por catolicismo y humanidad, debieran militar en nuestro bando y se han pasado a la banda. ¡Qué pena!", p. 55.

El padre Juan Mugueta ignora conscientemente toda la doctrina social de la Iglesia que desautoriza a la vez a la izquierda y a la derecha (lo que equivale a no decir nada; ya se ha visto cómo los curas interpretan la Biblia -o esa verdad que "hace libres"- en un sentido o en el opuesto según les convenga). El cuarto capitulillo es "El respeto al Poder constituido". Es tan abiertamente ridículo (un rebelde al poder político sostiene que se debe respetar el poder político) que no me extenderé: ya hemos visto que la razón no es lo fuerte del doctor Mugueta, sino la fe, una fe que sería de carbonero si no fuera este un odioso proletario. Por eso lo primero que hace es negar que hubiera en España poder político; ya cómodo, después de esto, poca coherencia se puede esperar ya: canta las bondades del "fascismo" y del "caudillo" contra los "maffiosos" vacilantes demócratas, así que no añadiré más por ahora.