jueves, 7 de marzo de 2019

Frédéric Martel. Un sociólogo que explica la homosexualidad en la Iglesia

ENTREVISTA Frédéric Martel

"En la Iglesia, los que tratan de ocultar su homosexualidad son los homófobos"

IRENE HDEZ. VELASCO

Jueves, 7 marzo 2019 - 09:08

El escritor publica 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano'. "La homosexualidad en el Vaticano no es una singularidad sino un sistema... Y España es la quintaesencia del sistema", dice

Edad: 51 años. Carrera: Es doctor en Sociología, periodista y Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras de Francia. Por qué lo entrevistamos: Después de una investigación de cuatro años en el Vaticano y en 30 países, de hablar con unos 40 cardenales y cientos de obispos y sacerdotes, publica 'Sodoma', un ensayo de 635 páginas sobre la homosexualidad en la Santa Sede y en la Iglesia, que sale a la venta en España el próximo 14 de marzo. Qué otras obras tiene: Es autor en total de 10 libros, entre los que destacan 'Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas' y 'Smart', una investigación sobre internet. Libro de cabecera: 'Una temporada en el infierno' ('Une saison en enfer', en francés), de Rimbaud. Película preferida: 'Diario de un cura rural' ('Le Journal d'un curé de campagne'), de Bresson. Su proyecto vital: "Soy un escritor, así que espero seguir escribiendo libros y teniendo lectores"

En el Antiguo Testamento, Sodoma era una ciudad de gente perversa y depravada que había cometido un pecado gravísimo e imperdonable: el de la homosexualidad. Por ese motivo Dios la destruyó, arrasándola con fuego y azufre.

No es casual que el nuevo libro del sociólogo, escritor y periodista francés Frédéric Martel (Châteaurenard, 1967) lleve por título Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano. Se trata de un colosal ensayo de 635 páginas fruto de cuatro años de investigación (durante los cuales ha pasado una semana al mes en Roma y ha viajado a 30 países) que no sólo revela la presencia mayoritaria de homosexuales en el clero, la jerarquía de la Iglesia católica y, sobre todo, en el Vaticano, hasta el punto de estructurar esa institución y de definirla. Además, Sodoma denuncia cómo muchos de los cardenales más homófobos y tradicionalistas que arremeten contra los gays lo hacen para intentar ocultar así su propia homosexualidad.

Sodoma salió a la venta la semana pasada en una veintena de países y ya es número uno de ventas en Francia, Suiza, Holanda, Bélgica, Portugal... «El libro le está llegando a la gente, creo que porque les confirma lo que ya sospechaban», señala Martel. En España se publicará el próximo 14 de marzo de la mano de Roca Editorial.

PREGUNTA.- La homosexualidad, según su investigación, está muy extendida en el Vaticano y albergaría una de las mayores comunidades gays del mundo. Pero, tradicionalmente, la Iglesia ha mantenido posiciones muy críticas hacia la homosexualidad. ¿Cómo se explica?

RESPUESTA.- Es complejo pero hay una serie de elementos que lo explican. En los años 50, 60 y 70, incluso antes y probablemente después, cuando alguien era gay en una pequeña localidad de España, Italia, Portugal, Francia o cualquier otro lugar y descubría que había algo equivocado en su sexualidad -y digo equivocado porque así se entendía en aquella época-, cuando descubría que no le atraían las chicas, que no quería casarse, que la gente hacía burlas sobre él, ese alguien en muchas ocasiones decidía hacerse sacerdote. Es muy simple: como cura vives rodeado de hombres, no tienes que casarte, puedes vestir como te dé la gana, la gente que se burlaba de ti ahora te considera un santo... Esta forma de funcionar es una regla sociológica. Lo que acabo de describirle es la vida de cientos de miles sacerdotes en España, Italia, Portugal, en todos lados. Algunos ni siquiera estaban seguros de ser gays, simplemente no entendían lo que les pasaba pero sabían que había algo equivocado en ellos. Y otros eran homófilos, no les gustaban las chicas pero tampoco mantenían relaciones sexuales con hombres. Para todos ellos convertirse en cura era la solución.

P.- Entonces, ¿la homosexualidad en la Iglesia en general y en el Vaticano en particular no es una excepción sino algo mayoritario, un sistema, un patrón sociológico?

R.- Exacto. La homosexualidad es algo masivo. No es un accidente, no se trata de que haya ovejas negras, no hay un lobby gay. Hay una clarísima mayoría gay.

P.- Denuncia que muchos homosexuales en el Vaticano viven una doble vida, una vida secreta...

R.- Hay muchos tipos de situaciones. Por un lado hay homófilos: no mantienen relaciones sexuales pero tienen una psicología homosexual, una cultura homosexual, un modelo de pensamiento y de comportamiento homosexuales. Luego están los homosexuales propiamente dichos, pero algunos no son activos y tratan de corregirse, se flagelan, se autocastigan, se odian a sí mismos. Tenemos también a homosexuales con un amante regular, lo ocultan pero asumen que en privado pueden mantener relaciones. Y también hay gente con muchos amantes, gente que incluso recurre a la prostitución masculina, que participa en fiestas con sexo y drogas. Pero mi libro no trata sobre los extremos, no se centra en la prostitución y en las fiestas con sexo y drogas, aunque eso forme parte del panorama. Mi libro se ocupa fundamentalmente de la sexualidad común de la mayoría de la gente en el Vaticano y en cualquier lugar de la Iglesia. Y es una mayoría silenciosa. Yo no creo que en el Vaticano todo el mundo practique sexo, creo que es un lugar con muchos homófilos, muchos homosexuales y gente que incluso no sabe lo que es, que tiene problemas con su sexualidad.

P.- ¿Sin la homosexualidad no se entiende a la Iglesia católica?

R.- No, no se entiende. No pretendo con este libro hacer outing (hacer pública la homosexualidad de una persona sin su consentimiento) ni sacar del armario a nadie. Este libro no trata de si este cardenal, aquel obispo o ese sacerdote son gays. Lo que me interesaba era explicar que la homosexualidad configura un sistema y que es algo que tiene una gigantesca influencia en la Iglesia, en su doctrina, en su organización y funcionamiento. La homosexualidad explica muchas cosas, explica la doctrina de la Iglesia sobre el celibato, el condón, la castidad...

P.- Y exactamente, ¿cómo explica eso la homosexualidad?

R.- Los sacerdotes y cardenales que con más agresividad defienden el celibato, los que con más agresividad defienden la prohibición de que las mujeres sean ordenadas sacerdotes, lo hacen porque quieren que la Iglesia siga siendo una cosa sólo de hombres, quieren evitar a toda costa que los sacerdotes se puedan casar. Y lo hacen porque son gays. Detrás de la guerra contra el Papa Francisco también se encuentra la homosexualidad. Se encuentra incluso en el ocultamiento de los abusos sexuales contra menores perpetrados por sacerdotes.

P.- ¿En qué sentido?

R.- Obviamente, no hay ninguna relación entre homosexualidad y abusos sexuales, ninguna. De hecho, la mayoría de los abusos sexuales que se cometen en el mundo son heterosexuales y tienen como víctimas a mujeres. Eso está claro. Pero en la Iglesia hay una particularidad. El 85% de los abusos sexuales en la Iglesia, si no más, son cometidos por sacerdotes contra hombres adultos, la mayoría de ellos seminaristas, o contra menores de edad. En la Iglesia, los abusos sexuales son abusos homosexuales. Hay muchos y complejos motivos para explicarlo. Lo primero, muchos de los casos están relacionados con una homosexualidad no asumida, lo que conlleva una vida esquizofrénica, una doble vida. El problema no es la homosexualidad, el problema es la mentira, esa doble vida.

En segundo lugar, en la Iglesia hay una muy arraigada y profunda cultura del secreto respecto a la sexualidad, mejor dicho a la homosexualidad, de la mayoría de los obispos, curas y cardenales. Y esa cultura del secreto ha sido utilizada por los abusadores para ser protegidos por el sistema, aunque el sistema no fuera creado para proteger eso. Y, en tercer lugar, muchos obispos que han encubierto abusos sexuales, yo diría que la gran mayoría, son gays, y han protegido al abusador para protegerse a sí mismos, por miedo a que su homosexualidad saliera a la luz, por miedo a ser chantajeados, al escándalo, a los medios...

P.- El cardenal Pell, número tres y responsable de finanzas del Vaticano hasta su destitución el pasado domingo, ingresó hace días en prisión tras ser declarado culpable de cinco delitos de abuso sexuales sobre dos menores. Sale en su libro...

R.- He conocido en persona a George Pell, le he entrevistado en Roma para mi libro y, sí, sale en él. Pell es un enemigo del Papa Francisco, cuando me reuní con él estuvo todo el tiempo criticándole por su visión progresista sobre la moralidad. Atacaba al Papa por considerarlo demasiado gay friendly, muy pro-gay. Pero probablemente Pell es homosexual y, atendiendo a lo que ha dicho la Justicia, es un abusador de menores. Pell representa la esquizofrenia que hay en la Iglesia, la doble vida, la hipocresía, el conservadurismo, los homófobos que atacan al Papa por su apertura hacia los gays cuando ellos mismos son gays y, en el caso de Pell, abusador de niños. Porque hay muchos así.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- McCarrick, el cardenal de Washington, es el mismo caso, y también está Luigi Ventura, el nuncio en París, de quien se descubrió hace una semana que podría haber agredido sexualmente a dos hombres adultos, que está ahora siendo investigado por la Justicia francesa y que es conocido por su homofobia. Y probablemente, cuando fue nuncio en Chile encubrió algunos casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. MacCarrick, Pell y Ventura representan la esquizofrenia del sistema. En la Iglesia hay una regla muy sencilla: cuanto más homófobo es alguien, cuanto más ultraconservador es, más homosexual resulta ser.

P.- Usted cita, por ejemplo, a los cardenales españoles Antonio Cañizares y Antonio Rocuo Valera como pertenecientes al ala más conservadora y tradicionalista...

R.- No sé nada de la vida del cardenal Cañizares o del cardenal Rouco Varela. Pero lo que le puedo decir es que cuando alguien está obsesionado por la cuestión gay, en general hay algo detrás. E insisto: no estoy hablando en particular de ellos. Pero la mayoría de los cardenales que he conocido que son claramente heterosexuales no están en contra de los gays, al revés, por lo general se muestran amigables hacia los gays, no están obsesionados. Y lo contrario: cuando alguien de la Iglesia está obsesionado con la homosexualidad tenemos buenos motivos para pensar que ese alguien es homosexual y que trata de ocultarlo con sus críticas feroces hacia los gays.

P.- ¿También en la batalla contra el Papa Francisco que libran los sectores ultraconservadores se encuentra la cuestión homosexual?

R.- Le diré que al principio yo no era muy fan del Papa Francisco. Soy el típico laico francés, no soy católico, deje de serlo cuando tenía 12 años. El Papa es argentino, es jesuita, es peronista y un día está a favor de los gays y al día siguiente en contra, así que al principio no me gustaba mucho. Pero cuando empecé a hacer mi investigación, para la cual pasé una semana al mes en Roma durante cuatro años y viajé a 30 países, poco a poco empecé a darme cuenta de que había algo extraño en los ataques al Papa por parte de los cardenales ultraconservadores. Me di cuenta de que mentían, de que atacaban al Papa por ser amigable hacia los gays cuando ellos son lo que Francisco llama «los rígidos con una doble vida», cardenales esquizofrénicos, hipócritas, con una vida secreta. El Papa está en medio de una guerra promovida por cardenales de la ultra-derecha que tienen como objetivo echarle, sacarle de la Iglesia. Son cardenales muy homófobos y al mismo tiempo gays. Ahora que lo he entendido soy un gran admirador de Francisco.

P.- Entre los 30 países a los que ha viajado para llevar a cabo esta investigación se encuentra España. ¿Qué ha encontrado?

R.- He viajado mucho por España, cuatro o cinco veces. Empecé a hacer mi investigación en el Vaticano, pero luego viajé a varios países, España incluida. Mi objetivo era constatar si la homosexualidad era algo limitado al Vaticano o si estaba en todos los países, en todos los episcopados. Me sorprendió encontrar exactamente el mismo patrón en todos lados. Especialmente en España. Creo que, después de Roma en Italia, España es el país más interesante. España es la quintaesencia del sistema. Todo lo que encontré en Roma descubrí que existía exactamente igual en España, en la conferencia episcopal española, en Francia, en Estados Unidos, en Chile, en Argentina, en Colombia, en México... Y fue eso lo que me hizo ver que la homosexualidad en el Vaticano no es una singularidad, sino un sistema.

P.- Sostiene que cuanto más se asciende en la jerarquía católica más numerosos son los gays. Dice incluso que tres de los últimos cinco Papas eran homófilos...

R.- Bueno, en realidad eso no lo digo yo, es algo que me dijo un arzobispo. Como tampoco soy yo el que dice que el 80% de la gente en el Vaticano es gay, es lo que me dijo un sacerdote.

P.- Pero usted se hace eco de esas afirmaciones...

R.- Sí. Me hago eco de eso porque son cosas que me dijeron personas que saben de lo que están hablando. Yo no doy esas cifras por descontadas, pero creo son valiosas porque proceden de personas que conocen bien la situación. Yo no discuto de cifras, no discuto de nombres. Mi libro no va de hacer outing, yo no saco a nadie del armario, excepto a personas que llevan mucho tiempo muertas, cuya homosexualidad ha sido desvelada por medios de comunicación o que han cometido abusos sexuales y han sido condenados por ello. Insisto: yo no hago outing. Lo interesante no es la vida de este o aquel sacerdote, sino el sistema. Yo no hago outing con sacerdotes, obispos o cardenales, yo hago outing con el Vaticano.

P.- Pero usted sí dice que cuanto más se sube en el escalafón de la Iglesia más homosexuales hay, ¿no?

R.- Sí, esa es una afirmación mía. De nuevo, se trata de una cuestión sociológica. La Iglesia atrae a los gays y a las personas que tienen problemas con su sexualidad y los promociona dentro del sistema. Los sacerdotes identifican a los seminaristas, los obispos identifican a sacerdotes , los cardenales identifican a obispos... Y así, según se va subiendo en la jerarquía cada vez hay más gays. Yo no creo que el Vaticano sea un lugar en el que todo el mundo practique sexo, creo que es un lugar con muchos homófilos, muchos homosexuales y gente que incluso no sabe lo que es, que tiene problemas con su sexualidad.

P.- Si no pretende hacer outing, ¿qué pretende con este libro?

R.- Yo soy gay, abiertamente gay, y no tengo ningún problema en que haya sacerdotes, obispos o cardenales gays, para nada. Mi libro no denuncia o critica la homosexualidad, denuncia la hipocresía. Además, el que la Iglesia sea un sistema homosexual en el que la mayoría de la gente es gay es algo que tiene consecuencias en la moral, la doctrina y la organización de esa institución y la guerra que se está viviendo en este pontificado. Ese es mi único objetivo. La Iglesia está atrapada, se encuentra en un callejón sin salida, está muriendo porque no dice la verdad. Yo estoy a favor de la verdad y creo que mi búsqueda de la verdad es de alguna manera parecida a la búsqueda de la verdad del Papa Francisco.

P.- ¿Tenía que ser un periodista francés, no católico y gay como es usted el que hiciera esta investigación?

R.- Los vaticanistas, los periodistas que cubren el Vaticano, están bien informados sobre la homosexualidad en la Santa Sede. Hablé con varios de ellos y me lo confirmaron, lo sabían todo. Pero también me dijeron que si lo publicaban su carrera se acabaría. Ese es también el motivo por el que un libro como el mío no se había hecho antes. Y siento mucho decirlo, pero un periodista heterosexual tampoco tiene los códigos para entender el sistema, para comprender la red. Es por eso por lo que este libro lo he hecho yo: un francés, sociólogo , periodista -pero no vaticanista- y gay. Tan simple como eso.

P.- Si la homosexualidad mayoritaria es el secreto mejor guardado de la Iglesia y del Vaticano, ¿cómo se las ha apañado para hablar con 40 cardenales y cientos de obispos y sacerdotes?

R.- Bueno, en eso consiste mi trabajo, y llevo mucho tiempo realizando investigaciones como esta. Mi primera técnica de investigación es volver. Nunca acepto un 'no' como respuesta, si me dicen 'no' vuelvo una y otra vez. Además, he contado con 27 sacerdotes o laicos gays que viven y trabajan dentro de Vaticano y que han sido mi principal fuente, que sabían lo que estaba haciendo y que me han ayudado en mi investigación. A través de ellos, y trabajando cuatro años en esta investigación, poco a poco he conseguido tener más acceso a sacerdotes y a cardenales. Es lo que se llama periodismo de inmersión: uno se sumerge en una realidad y describe lo que ve. Y eso es lo que yo he hecho. Pero nunca he mentido respecto a mi nombre, nunca he mentido sobre el hecho de que soy periodista, escritor y sociólogo, nunca he engañado a la hora de hacer una entrevista, siempre he respetado a quienes han aceptado hablar conmigo manteniendo el anonimato y sin que les grabara.

P.- Su libro ha sido muy criticado por la mayoría de los vaticanistas cuando lo presentó en Roma...

R.- Bueno conozco también muchos vaticanistas como Marco Politi o Gianluigi Nuzzi que han hecho reseñas positivas de mi libro. Otros, es verdad, lo han criticado. El libro está creando un debate internacional. Mire: yo he escrito un libro y habrá a quien le guste y a quien no, quien lo adore y quien lo odie. Yo no tengo una agenda política, un objetivo. Mi objetivo no es cambiar la Iglesia, mi objetivo era hacer una investigación y escribirla en forma de libro. Una vez hecho eso los católicos, los vaticanistas, la Iglesia, los sacerdotes, el que quiera, puede usar o no el libro para cambiar la Iglesia. Pero ese no es mi trabajo.

P.- ¿Ha recibido reacciones a su libro del Vaticano o de alguno de los cardenales con los que habló durante su investigación?

R.- Oficialmente el Vaticano no ha reaccionado, y yo tampoco la esperaba. Lo que le puedo decir es que hasta ahora nadie me ha señalado ningún error en el libro ni nada que no le guste. Probablemente ocurrirá, pero por ahora no ha sucedido.

sábado, 16 de febrero de 2019

Educación, II. Patologías del trabajo.


La mayor parte de los afectados por estrés son aquellas personas cuyos trabajos requieren una implicación personal, una relación constante y directa con personas, incluyendo aquí a los profesionales de la sanidad, la enseñanza, los funcionarios de prisiones, los servicios públicos y los servicios sociales. El mundo moderno y un pensamiento único que asume el capitalismo como una ética de consumo y deshumanizada, si tal cosa es concebible, ha transformado también las relaciones personales en relaciones de consumo, y eso se refleja más fuertemente en la despersonalización de los trabajos que requieren una implicación mayor de lo individual y que operan en la esfera de lo interpersonal.  
En consecuencia, es preciso deslindar dentro de los trastornos por estrés una categoría diferenciada de trastorno que afecta a las profesiones donde el individuo implica algo más que su trabajo físico. Es el síndrome de burnout, de agotamiento emocional por el trabajo, del quemado o, más exactamente, de desgaste profesional, un tipo característico de estrés que suelen sufrir los trabajadores que realizan su labor en contacto con otras personas; se trata, pues, de un trastorno en gran medida psicosocial y estructural (1) e implica en su sintomatología mucho de lo que atañe a las relaciones entre individuo y sociedad. 

Los síntomas de este síndrome son los mismos que los del estrés, con el añadido del cambio de actitud del individuo con respecto a su trabajo y la gente que le rodea, causa de que se vuelvan fríos y despersonalicen completamente su relación con los demás. Los conceptos de origen marxista de alienación, masificación y reificación o cosificación tienen mucho que ver con este síntoma particular, degradando las relaciones humanas en relaciones de consumo, degradación o dominio absoluto en todas las esferas de la actividad: la anomia social, pues, se incrementa y se expresa a través de divorcios, abortos, alcoholismo, drogadicción, inestabilidad, violencia física, emocional e intelectual y, por supuesto, del burnout y otras patologías psicosociales bastante frecuentes en el profesorado.



Por otra parte, tanto el burnout como el estrés en general no afectan de forma homogénea a todas las personas; la sintomatología y las causas, tanto endógenas como exógenas, por las que se producen son variables. Así, por ejemplo, dentro del ámbito educativo al que me refiero, los profesores de griego o de religión (2) asumen una sintomatología diferente en cantidad y cualidad a la de un profesor de asignaturas troncales o instrumentales más masificadas, como la lengua o las matemáticas, y también hay diferencias en el caso de que su situación administrativa sea de interino, de funcionario de carrera o de catedrático (reparto de horarios mejores o peores, turnicidad diurna o nocturna, mejores o peores cursos, mayor o menor trato y aceptación social en el grupo etc.), o según el centro en que se encuentren (privado, público, concertado) o la modalidad de enseñanza que impartan (primaria, secundaria, bachillerato, universidad, educación especial, apoyo...) por más que los síntomas de este mal sean comunes: falta de ilusión que lleva a la apatía, agotamiento psicofísico, frustración, ansiedad, inseguridad... El afectado de burnout siente que no encaja en su contexto, y reacciona ante él de la misma manera antisocial y nihilista que un doctor Gregory House, por poner un ejemplo al alcance de esta cultura audiovisual y de un ámbito en que este tipo de síndrome es incluso más frecuente.

 Cuantitativamente, las cifras de las enfermedades profesionales y de accidentes en el sector docente revelan la importancia del problema, puesto que éste se constituye en la segunda causa de baja laboral del sector. Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, apunta en una entrevista que, entre las profesiones más estresantes, el sector educativo tiene el mayor índice de estrés del Estado: un 47.9% de los profesores se reconocen “siempre” o “frecuentemente” estresados, lo que en cualquier otra profesión exigiría un plus de peligrosidad. Que se tolere, sin embargo, esta desproporción se debe a la contención que imponen las vacaciones estivales para paliar este enorme desequilibrio, si bien los dos meses conceptuados en ellas son descontados en las retribuciones globales que imponen un sueldo de funcionario de clase A. Que las vacaciones no solucionan el problema se demuestra con el hecho colateral de una estadística de divorcios y separaciones particularmente alta en esta profesión, así como en el creciente número de bajas durante el calendario escolar. 

Entre las causas cualitativas de que en el curso de los últimos años el campo de la docencia se esté viendo tan afectado por este síndrome están: la desintonía y disparidad entre lo que se enseña en la universidad y lo que se aplica en la enseñanza; los cambios continuos en las materias y los procedimientos de enseñanza; la escasa remuneración;  la perentoria necesidad de actualización; la inseguridad e inestabilidad laboral; la imposibilidad de progreso y promoción profesional y social y la falta de reconocimiento que acarrean; las presiones y procedimientos coercitivos respecto al modo de educar; el nulo reconocimiento social de los profesores –ya ni siquiera los alumnos desean serlo–; la falta de salidas laborales alternativas; la nula formación de los cuadros directivos de instituciones educativas en recursos humanos: el desprecio generalizado a las opiniones del profesorado por parte del Estado y de las Comunidades Autónomas; la elaboración de planes educativos impermanentes y contradictorios; el trato, a menudo cargado de violencia emocional, psíquica o incluso física, implícita o explícita, de alumnos, padres y jefes; la antigüedad y estancamiento de los baremos, que, por ejemplo, no reconocen o degradan méritos realizados en soporte informático, la formación o experiencia suplementaria incluso en otros ámbitos, la creatividad o los premios; el excesivo número de alumnos por clase; el hecho de alargar la escolarización hasta los 16 años; la general desmotivación y desinterés del alumnado; el escaso y anticuado material educativo disponible; las exigencias socioeconómicas que promueven un alumno ignorante y acrítico para venderle productos aculturales de peor calidad; la mala educación de un sector pequeño, pero que basta para impedir u obstruir el trabajo, de los alumnos; el enfrentamiento puro y directo con la anomia social y la cultura de masas; la diversidad étnica, lingüística, social, psíquica y física del alumnado;  el nulo reconocimiento de las actividades extraescolares y su lamentable falta de protección jurídica; la repetitiva monotonía y poca variedad del trabajo; el entorno ruidoso y degradado del ámbito laboral; la ausencia de un estatuto del docente y de una ética profesional común; la visión peyorativa –apoyada por los medios de masas– de las humanidades y otras concausas afectan negativamente a las personas que se dedican a esta profesión, llegando a provocarles el síndrome del quemado o burnout.

NOTAS



    (1) Los estudios modernos señalan que la mayoría de los factores estresores de la enseñanza son de naturaleza social y estructural “El análisis de regresión efectuado muestra la importancia en el desarrollo del burnout de las fuentes potenciales de estrés propias de la organización en la que el profesor desempeña su trabajo.” Así Bernardo Moreno-Jiménez en su “Burnout docente, sentido de la coherencia y salud percibida”, en Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 4, (1999, 3), pp. 163-180, e igualmente el estudio de B. Moreno Jiménez y E. Garrosa Hernández, Las condiciones de Salud Laboral en el colectivo de: Trabajadores de enseñanza de la Comunidad de Madrid. Madrid: Fundación Prevención de Riesgos Laborales. UGT, 2002.

(2)  El griego, el latín y las asignaturas humanísticas como la Filosofía sufren una continua crítica y remodelación por parte de los sucesivos planes de enseñanza que se replantean su necesidad y obligatoriedad; además son asignaturas minoritarias, devaluadas en los planes de estudios (reconvertidas a la llamada Cultura clásica), así como desprestigiadas entre los profesores y alumnos y expuestas a diversos vaivenes de horarios. Por otra parte, la Iglesia católica rechaza renovar la contratación de profesores divorciados, por ejemplo, y sus exigencias en el ámbito privado e irregulares contrataciones imponen un estrés suplementario al profesor de esta área.

viernes, 8 de febrero de 2019

Educación (I)

Se suele valorar mucho el papel de los maestros; lo malo es que ya solo se hace entre los maestros; yo lo valoro, aunque no demasiado; desde luego, no tanto como se valoran algunos, que están encantados de haberse conocido y son personas redundantes, dos veces ellos mismos o más; yo creo que lo que más valoran son las mentiras, porque les permiten ir por ahí con la barbilla muy alta; eso está más claro que el agua, cuando el agua está clara. Yo mismo no me valoro nada de nada; considero que mi preparación científica es incompleta y mis conocimientos pedagógicos nulos, no precisamente por falta de ganas o interés; no me han formado bien al respecto (y ahora, gracias a la supresión de los Centros de Profesores y Recursos, uno de los discutibles "avances" de la enseñanza moderna, mucho menos). Incluso he pensado alguna vez en estudiar Magisterio, ya que lo que he aprendido en la Universidad no me sirve actualmente para nada, sino para que los alumnos no me entiendan en una cultura donde ya no se lee y no se ve teatro. Por ejemplo, ya no se aprende bien literatura: solo el mecanicismo de la gramática, de la lengua y del texto. El buen maestro es tan escaso como el oro y mucho más valioso; pero para poder aprender de él son necesarias unas circunstancias especiales de marginado o friki, algo así como un Castillo de If, un abate Faria y diez años cavando en uno mismo y en el suelo a lo Conde de Montecristo, para darse cuenta de que se estaba en un profundo error desde el principio. Eso es la cultura. Algo que cuesta mucho y deja mala cara. O un sentido crítico como la copa de un pino: hecha de agujas que pinchan.

Hay otra sabiduría que no es nada oficial. Se aprende más de los padres, de los amigos, de la novia, de la naturaleza, de los libros que uno busca, en un taller, en un trabajo, en una tertulia, en un cine, en unos billares, en una biblioteca pública. Y se aprende más del conjunto de todo eso y de todos los maestros que de uno solo. Para aprender no se necesitan maestros ni libros, sólo una curiosidad tremenda, devoradora, obsesionante que te haga buscarlos. Es una pasión, y una gran parte de nuestra juventud es demasiado desapasionada y desencantada. Busca la superficialidad per se: en esa sociedad se desprecia tener mala cara.

Mis primeros maestros se me aparecen hoy borrosos. Recuerdo a don Sabino, profesor de matemáticas, ahogado en nuestra ciclópea ignorancia de lo abstracto. Me pidió que le dibujase una pirámide, y yo le dibujé una pirámide con unas palmeras al lado. El hombre se resignó; eso de las abstracciones geométricas y de los volúmenes sólidos no estaba diseñado para mí; me había impresionado una película de Howard Hawks, Tierra de faraones, y se ve que ya por entonces las humanidades eran lo mío; el mocoso que yo era ya tenía suficiente léxico como para saber qué era una pirámide en el sentido egipcio del término, pero no en el abstracto. Creo yo que se necesitaban más horas y más material que se pudiera coger con la mano, y que los profes de matemáticas se limitaban solamente a recoger las espigas más granadas del secano y tiraban el resto a las piedras, como en la parábola del sembrador. Se esforzaban en enseñarnos a resolver raíces cuadradas, pero a la mayoría nos mandaban a los niveles superiores ya con esa habilidad olvidada.

Mis padres no me ayudaban directamente; yo manoseaba continuamente la Enciclopedia Durvan que había comprado mi padre y me leía cada vez tres o cuatro artículos, incesantemente.; además suscribieron a mi hermano, que iba para ingeniero, al Círculo de lectores. Pero como él sólo se interesaba por cosas técnicas, pronto fui yo el único que seleccionaba los libros, los pedía y los leía.  Mi padre poseía también una preciosa (por su prólogo y sus notas, no por sus grabados)  edición del Quijote de Martí de Riquer con tapas de corcho; mi padre solo leía cosas sobre la Guerra Civil y la II Mundial, biografías de Franco y el Quijote. Su curiosidad no pasaba de allí; era milagroso cómo al segundo párrafo se quedaba profundamente dormido, virtud que siempre he envidiado de él. El hecho es que me lo leí por primera vez en esa edición impecable, que ahora ha superado la de Rico, con quien en alguna ocasión he hablado; todavía conservo la de Riquer, aunque está desencuadernada y con tiritas a causa del manoseo.

Así llegué a sacarme una culturilla, pero no precisamente del cole adocenado y aburrido. Además pienso que lo que me ayudó a leer con soltura y buscar libros no fue precisamente el cole, sino los tebeos y la existencia de tiendas donde se podían cambiar a precio prácticamente de baratillo; creo que pocos habrán leído tantos tebeos, cómics e historietas como yo. Pero ahora ya no hay esas cosas, que son caras y ni siquiera se subvencionan (una de tantas cosas como se hacen mal en política cultural). Además, la ciencia-ficción nos hacía interesarnos por la ciencia, la tecnología, el vocabulario científico. También el diccionario agregado a la Enciclopedia Durvan, consultado cada vez que alguien usaba una palabra rara en televisión, terminó prácticamente desencuadernado por el sobo y su atlas-apéndice. Pero de la escuela elemental recuerdo solamente las interminables tablas de multiplicar, las ilustraciones del libro de religión (Zaqueo subido en la higuera: algo con lo que me identificaba) y las clases de lectura en voz alta, tal vez porque se me daban muy bien... y me gustaban. Así leí por vez primera un pasaje inolvidable de Galdós. Pero nunca he podido subir a un árbol como el envidiado Zaqueo: no soy lo bastante ágil.

Del colegio nacional de Jaén pasé a los Salesianos de Puertollano. Recuerdo a don Anselmo, un cura salesiano que se dormía en las clases, del que no aprendí nada. Recuerdo a don Chema, otro cura, pero con voz de pito, que enseñaba ciencias naturales y secuestraba ranas atontándolas con cloroformo para luego diseccionarlas. De este asesino en serie aprendí tan sólo que no me gustan las ranas y que es dudosamente ético matarlas sin qué ni para qué, ni siquiera para aprender que no te gustan las ranas y que es dudosamente ético matar ranas sin qué ni para qué. Tenía el hombre una paciencia de santo Job y aburría de un modo cómo solo he podido comprobar más tarde en los profesores de Geografía, esa carrera en crisis. Los niños se le ponían a hablar porque no lo entendían; yo, y quizá alguno más, era el raro, me interesaba lo que decía a pesar de todo; daba vueltas a los nombres de las taxonomías minerales como si fuesen dulces en el paladar; sus propiedades me parecían casi mágicas; miraba los fósiles con arrobamiento y los iba a buscar a las tolveras y derrubios de las minas de carbón; de mi padre obtuve piritas, plata, plomo, mercurio, galena, cinabrio; también me agencié yo mismo algunos fósiles de helechos e incluso encontré un cristal mineral precioso en la laguna de Caracuel, un día que paramos allí; también me compraron, tras mucho machacar a mis padres, un juego de química, aunque mi entusiasmo se detuvo un poco cuando me estalló un tubo de ensayo; algo parecido me pasó con un microscopio de juguete. Supongo que quería emular a mi hermano, que hacía radios de galena con un Scatrón usando el somier de la cama como antena, y machacaba todo el día en el tocadiscos música lisérgica de Emerson, Lake & Palmer y Walter Carlos.

Luego estaba don Ángel, el profesor de francés; sus interminables fichas de ejercicios me hicieron padecer mucho, porque yo era de los pocos que intentaba hacerlas; de conjugaciones verbales hice muchísimas, pero lo único que conseguí es cogerle odio al idioma a causa de la brutalidad de su mecanicismo repetitivo; él se ponía unas gafas de sol y nos interrogaba por orden alfabético golpeando la mesa para indicar que pasaba el turno, un ritual sádico para alguien a quien le gustaban los rituales. En vez de poemas en otros idiomas nos enseñaban luego otros profes diálogos tontos o de besugos que traducir, al estilo de los que tanta gracia le hacían a Ionesco, hasta el punto de que un método de inglés que seguía con ese tipo de sonserías le hizo engendrar el teatro del absurdo. Un profe de historia, don Fernando, era seglar, y por eso tenía un cierto encanto explicando; su aroma era algo más liberal y diferente al de un salesiano; estos tenían algo, no sé, de pasota o de contradictorio; eran muy hipócritas y les gustaba mandar al estilo divino, como por la gracia de un rey absoluto. Para ellos éramos como una especie de reclutas que pasaban la inspección en busca de pecado; pero aunque así les gustaba creerlo eso no era un seminario, aunque revivían así su experiencia de esos modos. Era bastante frecuente que nos enviasen por sorpresa a la iglesia o para darnos alguna instrucción religiosa o con flores a María; de vez en cuando nos insinuaban que nos hiciésemos curas; sin embargo había algo de triste, de hipócrita y de frío en esa actitud que no terminaba de cuadrarme, aunque yo sentía en mí una disposición espiritual que nunca he podido negar, incluso en la actualidad, en que tan crítico me he vuelto. Nos obligaban a ir a misa todos los domingos, incluso nos pedían un resumen del sermón, y esa especie de estado policial religioso terminó por resultarme insufrible: parecía que en el mundo no había otra cosa que salesianos, misas, Juan Bosco, Domingo Sabio, María y Domund; era una especie de Amarcord soso y sin encanto; y cuando me castigaban a venir temprano por no ir a misa, los reverendos padres no se habían levantado todavía y pasaba frío y soledad hasta que las clases comenzaban. Esos castigos eran contraproducentes y tan hipócritas como ellos mismos: no controlaban que se cumplieran porque no se esperaban que se cumplieran. Creo que desde entonces detecto las comeduras de coco y los discursos totalitarios a cien kilómetros. ¡Y eso que los salesianos se consideraban los más progresistas entre los católicos! Pues yo creo que si hubiera caído en un lugar más estrecho de miras, me habría muerto de verdad de puro asco. Quien no destacaba en baloncesto o balonmano o era una nulidad en fútbol, o quien no iba para cura o para técnico, no interesaba nada a los Salesianos. Yo destacaba en letras, y eso a los santos padres les daba igual. Devoraba una revista salesiana juvenil a la que estaba suscrito, J20, y participaba en cualquier cosa que tuviera que ver con papel o cine. Nadie, sin embargo, se ocupó en despabilar mi imaginación ni mi interés por la literatura, ni siquiera cuando gané el concurso de redacción provincial de Coca-Cola; yo tenía un teatro en el cuerpo que nadie me hizo sacar.

Por el contrario, la biblioteca pública de Puertollano y el cine Gran Teatro eran lugares mágicos para mí. Me pasaba las horas muertas de las tardes en ambas instituciones, leyendo tebeos y libros o viendo programas dobles dos veces; colarse en el cine era muy fácil, pero yo recurría a esa estratagema pocas veces, porque me daba vergüenza. Siempre echaban las mismas películas y dos veces cada tarde, y yo, para no aburrirme, me fijaba las segundas veces en los detalles y en la estructura del filme. Ahondé en esas pasiones hasta ser el que soy ahora mismo, un modesto cinéfilo y bibliófilo, pero nunca logré sentirme parte de nada salesiano; nada de lo que ahí se hacía me parecía sincero y estuve muy solo, de no ser por mis amigos proletarios: Vitoria, Santiago, Quique, Alfonso, Godeo y Emiliano el panadero; de este último he heredado mi afición a los loros.

domingo, 27 de enero de 2019

Javier Marías

Lo que nos hacen creer que nos pasa

Javier Marías

27 ENE 2019 

Cuando se proporciona una interpretación de las cosas que ni se justifica ni se discute, y se parte de ella una vez y otra, la pereza se adueña del escenario

TRECE AÑOS después de su muerte el 15 de diciembre de 2005, he releído un breve texto de mi padre, que fue Julián Marías. A diferencia de lo que hace mucha gente, que homenajea a un escritor recién desa­parecido leyendo o releyendo en el acto algunos de sus párrafos, yo me quedo tan triste —sobre todo si el escritor me era cercano— que tardo siglos en asomarme de nuevo a su obra, como si hasta cierto punto me pareciera una ofensa que ésta sobreviva a la persona. (Al autor esa posibilidad, en cambio, lo reconforta un poco en vida.) Son sólo cincuenta páginas, fechadas en 1980, cuando nuestra democracia era muy joven. En 2012 las reeditó en forma de librito la editorial Fórcola, bajo el título La Guerra Civil ¿cómo pudo ocurrir? En su día me había gustado mucho —no todo lo de mi padre me gustaba cabalmente, como supongo que a él tampoco lo mío—, y si ahora he vuelto a él no ha sido porque vea el menor peligro de una situación parecida a la que desembocó en aquella Guerra, ni de lejos. Pese a que el panorama político y económico de nuestro país sea declinante desde hace un decenio o más, no hay que ser nunca agorero ni exagerado.

Precisamente con esta última palabra se inicia este texto. Mi padre tenía veintidós años cuando estalló la Guerra, y recuerda que su primer comentario cuando comprendió que se trataba de eso y no de un golpe de Estado o insurrección triunfantes o fallidos —es decir, de escasa duración en cualquiera de los casos— fue: “¡Señor, qué exageración!” A lo largo de las cincuenta concisas páginas va señalando cómo aquello no le pareció inevitable, en contra de lo que tantos han pensado, sino absolutamente evitable y desproporcionado; por mucho que la convivencia estuviera deteriorada y maltrecha, que los problemas fueran enormes y que casi todos los políticos se comportaran con frivolidad teñida de mala fe. Sostiene que la mayoría de los españoles no querían esa Guerra, sino si acaso su resultado, esto es, la derrota de una porción de sus compatriotas a los que unos y otros no podían ver. Pero sin pasar por una matanza desaforada como la que se produjo durante tres años. Mucho menor en los frentes que en las respectivas retaguardias. Menos sufrida por los combatientes reales que por la población civil. Si he releído este librito no es, como he dicho, por temor, sino por la extraña persistencia española (andaluza, madrileña, catalana o vasca, tanto da) en caer en las peores tentaciones cada cierto tiempo. Mi padre relata demasiadas actitudes reconocibles. Al hablar de la discordia, dice: “Entiendo por tal no la discrepancia, ni el enfrentamiento, ni siquiera la lucha, sino la voluntad de no convivir, la consideración del ‘otro’ como inaceptable, intolerable, insoportable”. Habla de la terrible consigna, tantas veces oída, “Cuanto peor, mejor”, y acuña una expresión para explicar el progresivo envilecimiento: “el temor y respeto a lo despreciable, clave de tantas conductas sucias en la historia”. Y en efecto, cuando los dichos y hechos despreciables empiezan a “pasarse”, a no condenarse con energía y a no ponérseles inmediato freno, uno puede estar seguro de que no van sino a crecer, a ir a más, hasta que llegue un punto en que se admita “todo (incluida la infamia), con tal de que sea ‘de un lado”. Y agrega: “Nadie quería quedarse corto, ser menos que los demás en la adulación de los que mandaban o en la execración de los adversarios”.

Advierte de “la necesidad de un pensamiento alerta, capaz de descubrir las manipulaciones, los sofismas, especialmente los que no consisten en un raciocinio falaz, sino en viciar todo raciocinio de antemano”. (Ay, hoy se ensalzan las “emociones”.) Hubo intelectuales que lo intentaron, pero “se les opuso una espesa cortina de resistencia o difamación…, y llegó un momento en que una parte demasiado grande del pueblo español decidió no escuchar, con lo cual entró en el sonambulismo y marchó, indefenso o fanatizado, a su perdición”. Para él, el verdadero origen de la Guerra no fue la situación objetiva de España, sino su interpretación, o el desajuste de dos interpretaciones que llegaron a excluir a las demás. Esto fue posible por algo que hoy, con las redes sociales, padecemos de manera más extrema: “una forma de sofisma consistente en la reiteración de algo que se da por supuesto”. Cuando se proporciona una interpretación de las cosas que ni se justifica ni se discute, y se parte de ella una vez y otra como de algo obvio que no requiere prueba, la pereza se adueña del escenario y se inocula fácilmente a “las personas sin influencia en la vida colectiva, con un mínimo de responsabilidad, sujetos pasivos de todas las manipulaciones”. A la mayoría, por tanto, que asume con holgazanería las conclusiones simplistas con que se la aturde. Todo esto, por desdicha, resulta hoy reconocible. Al menos nos zafamos de la peste de las tres o cuatro décadas siguientes, en las que se perpetuó el espíritu de la Guerra, para vivir literalmente de las rentas los vencedores, moralmente los perdedores supervivientes. Éstos no fueron muchos, porque millares de ellos fueron ejecutados por Franco cuando ya no había guerra, pero se siguió fomentando su interpretación. Tal vez lo malo no sea nunca tanto lo que nos pasa, cuanto lo que nos hacen creer que nos pasa.

domingo, 20 de enero de 2019

Ironías

Tomado de por ahí

19 FRASES IRÓNICAS PARA WHATSAPP

Yo respeto tu opinión de mierda.

Yo te tomaría en serio, pero eso sería un insulto a tu estupidez.

Quédate conmigo, quiero estar solo.

Tenemos el mejor gobierno que el dinero puede comprar.

Puedo hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero puedo evitar hacer muchas cosas simultáneamente.

La persona que te pida que seas tú mismo no te podía haber dado peor consejo.

Si eres uno entre un millón, hay seis millones de personas exactamente igual que tú.

Ama a la naturaleza a pesar de lo que ella le hizo.

Si somos la única vida inteligente en el universo, al menos hay un número finito de idiotas.

Nunca dejé que la escuela interfiriese con mi educación.

Nada fija tan intensamente algo en la memoria como el deseo de olvidarlo.

Cada vez que te miro tengo un feroz deseo de sentirme solo.

No soy vegetariana porque ame a los animales; lo soy porque odio a las plantas.

Su ignorancia es enciclopédica.

Soy fácilmente satisfecho con lo mejor.

Una consciencia limpia es usualmente signo de mala memoria

La experiencia es algo maravilloso. Te permite reconocer un error cuando lo vuelves a cometer.

Necesitas una cirugía plástica, no un doctor.

Puedes ser cualquier cosa que quieres; sin embargo, en tu caso deberías apuntar bajo.

19 FRASES SARCÁSTICAS DE AMOR
Cuanto más estoy contigo, más ganas me entran de quedarme solo.

Me gustaría ser tu mejor desconocido.

La suerte es el gran aliado de mis enemigos cuando tienen éxito.

Puede que haya bebido demasiado, pero yo mañana volveré a la normalidad y tú seguirás siendo fea.

¿Qué nunca encontraré a nadie como tú? ¡Esa es la clave!

Te alejaste de mí cuando más te necesitaba y regresaste cuando ya me dabas igual.

No te echo de menos a ti, sino a quien pensaba que eras.

Desde que me pusiste los cuernos he querido tirarme por un barranco, pero no lo voy a hacer porque no tengo alas, sino cuernos.

Tu ausencia me ha dejado un vacío… igual que tu presencia.

No suelo olvidar una cara, pero con usted haré una excepción.

Si te casas conmigo, juro no fijarme en otros orcos.

Dentro de mí hay tanto odio como amor hubo algún día. ¿Lo hubo?

¿Para qué me dices “te amo” si al marcharte estás pensando en otra persona?

Si tienes la conciencia tranquila, quiere decir que no tienes buena memoria.

Hace tiempo que no hablo con mi novia para no interrumpir aquello que esté haciendo con “el otro”.

Tantas heridas solo han conseguido hacerme más fuerte.

Fuiste eterno durante unas semanas.

Espero que el próximo flechazo de Cupido sea más acertado.

No soy frío, simplemente ahora pienso más con la cabeza que con el corazón.

19 FRASES SARCÁSTICAS DE LA VIDA
Me gustan los viajes sin retorno. Le compraría un billete a toda la gente que odio.

Es un éxito catastrófico.

Un buen oyente a menudo piensa sobre otra cosa.

Encuentro a la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy a otra habitación a leer un libro.

La vida es gris antes de volverse totalmente negra.

He tenido un día formidable, pero no ha sido hoy.

Si quieres dar en el blanco, dispara y luego convierte en tu blanco aquello a lo que has dado.

Una dama como tú nunca me hará daño, porque yo juego al ajedrez.

Pasarte todo el día criticándome no te va a hacer mejor que yo.

Los psicólogos te dan los mismos consejos que un amigo, pero por mucho dinero.

Durante mi infancia, rezaba cada día para tener una moto nueva. Pero cuando me enteré de cómo funcionaban las cosas, robé una y recé al señor para que me perdonase.

La memoria tiene un don: recuerda especialmente aquello que queremos olvidar.

Sé hacer varias cosas a la vez, pero se me da mejor evitar hacer varias cosas al mismo tiempo.

Mi peor error fue sonreírte cuando me echaste un piropo.

Eres el mejor ejemplo de que los hombres no piensan con el cerebro.

A partir de ahora te daré lo mismo que reciba de ti.

¿Por qué los sacerdotes nos dan tantas lecciones sobre sexo, si ellos no lo han probado?

No tiene enemigos, pero sus amigos no le quieren ver ni en pintura.

El problema con los niños es que no se pueden devolver.

19 FRASES SARCÁSTICAS PARA FACEBOOK
Eres un hábito que me gustaría patear. Con los dos pies.

La historia nos ha enseñado que el hombre y las naciones se comportan sabiamente cuando han agotado todas las alternativas.

A algunas personas les gusta tanto mis consejos que lo enmarcan en la pared en lugar de usarlos. No entiendo cómo ese inepto puede ser un diputado, valga la redundancia.

Nunca desperdicies una oportunidad para callarte.

La vida es como una montaña rusa y estoy a punto de vomitar.

Si no quieres una respuesta sarcástica, no hagas una pregunta necia.

La reunión entre procastinadores se ha pospuesto.

Ellos quieren verte crecer. Pero nunca más que ellos. Recuérdalo.

Tu opinión es tan importante para mí que, en vez de usarla, voy a enmarcarla.

Qué pena que me hiciese amigo tuyo, ojalá los amigos se pudieran devolver.

No perdimos el partido; se nos acabó el tiempo.

El problema con el sentido común es que la mayoría de la gente es tonta

Me gustas. La gente dice que no tengo buen gusto, pero me gustas.

Ten cuidado con leer libros de salud. Podrías morir de un error.

No aceptes golosinas de extraños al menos que te lleven a algún sitio.

Habrá que levantarse que este día no se va a desperdiciar solo.

7000 millones de personas en el planeta y tiene que tocarme precisamente a mí ser yo.

Ni todas las opiniones son respetables, ni todos los niños adorables, ni todos los ancianos venerables.

No agradezcas que te criticase, fue un placer.

viernes, 11 de enero de 2019

Sobre el escepticismo

Un par de citas

Konrad Lorenz:

Se dijo, pero no se escuchó.
Se escuchó, pero no se entendió.
Se entendió, pero no se aceptó.
Se aceptó, pero no se llevó a la práctica.
Se llevó a la práctica, pero ¿por cuánto tiempo?

W. A. Auden:

Los solipsistas afirman
que nadie más existe,
pero siguen escribiendo... para otros.

...Los conductistas sostienen
que los que piensan no aprenden,
pero siguen pensando... sin desanimarse.

...Los subjetivistas descubren
que todo está en la mente,
pero siguen sentándose... en sillas de verdad.

...Los seguidores de Popper niegan
la posibilidad de probar,
pero siguen buscando... la verdad.

...Los existencialistas afirman
que están completamente desesperados,
pero... siguen escribiendo.

miércoles, 9 de enero de 2019

Santiago Abascal

Santiago Abascal es un tipo coherente: 

Católico, apostólico, y romano, pero divorciado y lo financian iraníes. 

Amante del ejército , pero no hizo la mili. 

Liberal, pero no ha trabajado nunca en la empresa privada. 

Quiere suprimir las autonomías, pero ha vivido toda su vida de las mamandurrias autonómicas.

ES EL LÍDER QUE ESPAÑA NECESITA.

miércoles, 2 de enero de 2019

Todos le dieran sus hijos

Hay que quitarse el sombrero (los calzones ya se los bajan los políticos del reino) ante los nacioneros catalanes. El vascojudaico Juaristi, que de eso sabe un poco (y encima ha leído a Léon Poliakov, además de las Tablas de la Ley), dice que son aún más estúpidos que los vascos. No lo niego: han conseguido resucitar la momia más enterrada que había en España, la del nacionalismo español, poderoso y tremendo donde los haya; si pretendían independizarse, ahora sí que lo tienen casi imposible. Por idiotas; ni siquiera saben hacer el indio, como Gandhi, y dejarse morir de hambre y danoninos. Ya lo decía Pla: el catalán es cobarde, protestica y caganer.

Sabíamos que los siete enanitos Pujol descendían de un famoso bandolero dieciochesco y que Arthur Mas, por tres ramas distintas, de capitanes esclavistas y negreros (de esos que echaban a los que iban a morir de hambre por la borda, porque el seguro solo cubría "accidentes"). De gente tan respetuosa con las tradiciones del robo, esto se explica, y augura un futuro glorioso a los siete niños de Pujol, como los de Écija, que quieren robar a España, porque los charnegos no tienen nada que hacer en Cataluña, digan lo que digan, si no andan hablando en lengua no internacional y con lacito amarillo. El misoneísmo es lo que nos define a todos los que compartimos península. Y como aquí todos somos misoneístas, nadie quiere mirar hacia adelante y propiciar un acuerdo del que nazca una nueva constitución. El melón no se abrirá y se pudrirá. Ya lo vemos todo el día en TV: el caso es discutir siempre y no llegar nunca a ninguna conclusión, a ningún acuerdo, porque no se busca eso, sino solamente discutir. Eso es lo que se ¿enseña? solamente en TV. Debían negarse a discutir si no se prometía llegar a una solución. Ya lo decía Pedro Calderón de La Barca, que un día luchó contra los catalanes y fue herido:

No riñas por cualquier cosa;
que cuando en los pueblos miro
muchos que a reñir se enseñan,
mil veces entre mí digo:
«Aquesta escuela no es
la que ha de ser». Pues colijo
que no ha de enseñarse a un hombre
con destreza, gala y brío
a reñir, sino a por qué
ha de reñir; que yo afirmo
que, si hubiera un maestro solo
que enseñara prevenido,
no el cómo, el por qué se riña,
todos le dieran sus hijos.

Pero los nacionalistas españoles no les van a la zaga. El sociólogo iraní-católico Santiago Abascal es un divorciado no sé por qué iglesia, pero desde luego no por la romana, y promete hacer grande y ¿libre? a España, porque una no la va a hacer, habida cuenta de que lo único que consigue es dividir aún más a los dizque españoles, que más vale llamar ibéricos, porque solo nos une el amor al jamón. Eso es porque lo que realmente quiere es el reinado absoluto y duradero de la derecha; porque aquí no es liberal como la europea y por tanto le da igual aliarse con el mismísimo Satanás con tal de proseguir sus saqueos y extorsiones de corrupta de siempre. No me extraña que Abascal sea, también en interés propio, un aficionadillo a la ornitología: es un pajarraco de cuidado y en su horda los hay muy semejos.

Los políticos españoles han conseguido tener a la mitad de los jóvenes en paro y a la otra mitad cobrando sueldos minusmileuristas y ahora, antes de enviarnos a la esclavitud de los patrones, como ya pretende el gobierno fascista de Hungría, van a por los otros débiles de la sociedad, los viejos, y les dejarán con unas magras y ridículas pensiones con las cuales no podrán siquiera mantener a esa mitad de jóvenes de las que hablábamos al principio.

Y luego quieren que nos espantemos de que gane la ultraderecha... Lleva mucho tiempo ganando. No quiero presumir de Profetón, como otros hacen, porque entonces lo vio hasta el más ciego, pero ya dije que tras la descomposición inorgánica de la mierda del PP este se iba a despiezar, y eso es lo que ha ocurrido. Ahora lo gobierna un residuo llamado Pablo Casado; su única esperanza es solo ser el primer partido de la derecha, para seguir robando, privatizando y mangoneando, que es lo único que sabe hacer.

Sin duda el gran filósofo de la modernidad, el más influyente en la política de estos tiempos, ha sido Silvio Berlusconi. Nacido del deporte, del espectáculo y de la corrupción. Su principio de que "la verdad no cambia nada" ha sido seguido fielmente por todos los políticos que ya ni siquiera se molestan en mentir, sino que fabulan agradablemente; "hechos alternativos", los llaman. Trump, Putin, Salman, Duterte, Salvini, Rajoy matan directa y desvergonzadamente o, con más elegacia, por omisión (copagos, pensiones, recortes, paro, todas esas cosas que matan viejos, bajan los índices de natalidad y aumentan un 3% en solo un año los de suicidios); y los que no se atreven a tanto se conforman con robar a mansalva y deteriorar con sus excrementos industriales el clima, el paisaje y la casa común. Y es así porque la verdad no cambia nada: han ganado los malos y el mal lo gobierna todo. La corrupción es la norma y la mentira la ética fundamental. "La mayor fuerza que mueve el mundo es la mentira", escribió Jean-François Revel.

Eso es lo que hacen, maldad y no política. No unen, dividen. Se hacen santos llamando malos a los demás. Y es la unión lo que nos hace especie humana. Los criterios éticos les parecen poco modernos, porque todo es fashion, apariencia. Sobre todo los impuestos: hacen como que los pagan, pero los evaden. El fascismo medra cuando hay mentira (esto es, el tipo de violencia intelectual que genera las otras), desgobierno, inestabilidad, crisis económica, desigualdad, poca clase media. Y, sin embargo, lo realmente antiguo son las actuales brutalidad, mentira e idiotez. De la modernidad se ha vuelto a la barbarie, que es posmodernidad solo porque va después del fin, o sea, al principio.

Nos tienen sumergidos en una realidad sin fin que adopta la corrupción como norma y la mentira como ética fundamental. Porque solo si el mal se ha instalado en el poder es posible que los poderosos puedan librarse de las consecuencias de sus maldades y la violencia mental (esa violencia que consiste fundamentalmente en mentir y que origina siempre las otras violencias: la física y la emocional) les parece la única manera de gobernar en inferioridad de ideas, pero en mayoría de fuerza bruta. Y así nos hablan de cambio los que nunca han querido cambiar otra cosa que sus propios niveles de retribución.

martes, 1 de enero de 2019

Entrevista a Jon Juaristi

Fernando Palmero entrevista a Jon Juaristi: "El PSOE es hoy el partido más perjudicial para España"
El País, 29 DIC. 2018 18:56

Nacido en 1951 en Bilbao, Jon Juaristi ha dejado constancia de su trayectoria vital y política en su libro de memorias 'Cambio de destino' (Seix Barral, 2006).

Ensayista, poeta, novelista, filólogo de formación y referente intelectual de toda una generación

Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alcalá de Henares y columnista de 'ABC', ha sido director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes

"Algunos, es verdad", escribió Jon Juaristi en Sacra Némesis (Espasa), "tendremos que irnos a otra parte, pero no porque se nos expulse. Imperará aquí la norma primera de todo conformismo, la que Arzalluz me ha recordado con frecuencia en los últimos meses: si no estás contento, ancha es Castilla. Yo, lo confieso, me siento incapaz de presenciar el apasionante proceso de construcción de la etnia vasca del siglo XXI, de la Euskal Herria nacional, de la utopía abertzale (...) Sé que, fuera de aquí, añoraré las sombras del hayedo de Urquiola, el dulcísimo acento del eusquera de Vizcaya y algún rincón de mi Bilbao castizo, pero eso está indisolublemente unido a un mundo que se acaba, si no se ha terminado ya sin que lo hayamos advertido". Como tantos otros, también él, cuyo nacionalismo de juventud le llevó a formar parte de la primera ETA, tuvo que abandonar el País Vasco a finales de los 90 para instalarse en Madrid. Eran los años del acuerdo de Estella y de la tregua trampa de los terroristas. Entonces, ya denunció la estrategia de la banda y constató cómo, sin disparar un tiro, ETA consiguió una victoria justo cuando estaba a punto de ser derrotada.

¿Ha ganado ETA definitivamente?

ETA ha podido salir impune, pero realmente los que han ganado han sido los nacionalistas. ETA se utilizó para eliminar cualquier posible oposición a la consolidación del privilegio. Franco, que era un gran vasquista, favoreció a los vascos frente al conjunto de los pueblos españoles, por eso, el nacionalismo salió del franquismo bastante preocupado por la posibilidad de una nivelación democrática y, por lo tanto, de una pérdida de los privilegios ancestrales, que vienen de la noche de los tiempos, de Tubal, y van pasando por distintas manifestaciones históricas, incluso por codificaciones forales. El propio nacionalismo español, desde sus orígenes, tuvo una posición muy ambigua. Por un lado, se inventa a los vascos, en el siglo XVI, como comunidad primitiva para justificar que España existía ya en el Paleolítico, para poder decir nosotros venimos de ahí, de ese mamut hablando en euskera. Los vascos, por tanto, tenían que ser miembros necesariamente de la nación española, pero, por otra parte, tenían que mantenerse como un grupo separado del resto de los españoles, y eso crea una comunidad de esquizofrénicos. Una vez que se ha resuelto lo de ETA, que ya todos los partidos políticos son de Euskadi y se ha consolidado el privilegio, han vuelto a ese planteamiento. La definición de la identidad vasca que da el lehendakari Urkullu es que son la nación foral, que es como decir que son el agua seca, porque o eres nación o eres foral. Pero mientras esa situación se mantenga estarán conformes.

¿No es una contradicción que la Constitución legitimara la existencia de los fueros?

No, porque a través de la Constitución del 78 España opta por la fórmula tradicional de la organización de la identidad española, es decir, por la presencia de unas nacionalidades históricas, donde los vascos juegan un papel fundamental. La disposición adicional primera lo que hace es crear una constitución vasca dentro de la Constitución con un contenido indefinible, sin límite para los derechos históricos, que por supuesto no existen, y que pueden actualizarse en el marco del Estatuto. El Tribunal Constitucional ha venido avalando todas las reivindicaciones vascas, porque lo contrario sería ir contra la Constitución.

¿Es lógico que Torra, un representante del Estado, hable la de la vía eslovena y nadie haga nada?

Lo absurdo de esta situación solo tiene parangón en la historia española con lo que ocurrió durante el Sexenio revolucionario. Entonces, tanto los republicanos federalistas como los unitarios estaban de acuerdo en que había que dar la independencia a los vascos, no por una simpatía especial, sino porque mientras existiese el carlismo sería imposible organizar el resto del país. Pero lo más importante era que el partido del Gobierno de la República se sublevó contra la propia República, como ocurrió en el cantón de Cartagena. Pla decía que era lógico que fracasara la República porque estaba dirigida por ampurdaneses, como Estanislao Figueras y Pi i Margall. Es cierto, sin embargo, que el independentismo catalán para mí ha sido una sorpresa, ni siquiera durante la Guerra Civil llegó a este extremo. Companys proclamó la república catalana dentro de una república federal, que no existía, pero su límite era el federalismo. Básicamente, la situación actual es producto de un problema de evasión de responsabilidades penales, de una cadena de escándalos de corrupción. Que se lleve a juicio a la figura más emblemática del catalanismo político de la Transición y sus hijos vayan a la cárcel provocó una conmoción dentro del catalanismo. España nos roba es la denegación por inversión del discurso: no nos roban los Pujol, nos roba España. Y entonces se pone en marcha el independentismo, cosa que produce una enorme alegría a los nacionalistas vascos, porque se dieron cuenta de algo que no habían sospechado nunca: que los nacionalistas catalanes eran incluso más tontos que ellos.

¿Cómo se explica la inacción del Estado?

Más que del Estado, habría que hablar de la inacción de dos gobiernos sucesivos. Primero, el de Rajoy, que hace la payasada de activar el 155 para llamar a las elecciones. Y ahora, el de Sánchez, que llega con una propuesta inversa: hace una moción de censura no para llamar a las elecciones, sino para seguir hasta la eternidad. No creo que esto se pueda explicar si no es con conceptos psiquiátricos, como una locura de poder de personajes muy concretos. En cualquier caso, hoy, el partido más perjudicial para España no es Podemos, ni siquiera son los partidos nacionalistas, es el PSOE, una máquina destructora de todo lo que sea racionalidad política. Con Sánchez en La Moncloa hay un riesgo inminente de ruptura, porque si Torra proclamara la independencia, el presidente no mandaría ni a un sereno para impedirlo. El 6 de octubre del 34, cuando este riesgo de separación no existía, el Ejército envió a sus tropas.

¿Existe cierta connivencia en Europa con el secesionismo de Cataluña?

Ante España, Europa ha tenido siempre una actitud, si no de hostilidad, sí de falta de empatía, salvo que la sangre rebasase un poco los Pirineos. Lo de Cataluña suscita apoyos individuales, pero no pronunciamientos de los órganos de poder europeo. La UE tiene sus aspectos positivos y negativos y uno de los aspectos negativos es que realmente nunca será una nación. En realidad, no se sabe muy bien qué es Europa más allá de una unión aduanera y una estructura que ha ido recogiendo competencias de los Estados nacionales, como se ha demostrado durante la crisis de los refugiados: ¿acaso los Estados que tienen fronteras exteriores no tienen derecho a tener fronteras?

¿Cree que el discurso antiinmigración tendrá mucho recorrido en España?

Tendrá recorrido en la medida que haya una indignación en determinados puntos. Es bastante sintomático lo de El Ejido, donde Vox ha sido el partido más votado. Hay un libro de Mikel Azurmendi de 2001, Estampas de El Ejido, que hacía una descripción bastante realista de la situación, y desde entonces no se ha intervenido, no se han arreglado los problemas fundamentales. La gente puede tener una visión simpática de los inmigrantes hasta que vienen en masa a vivir a la casa de al lado. Vivimos en un planeta bastante convulso, en el que hay un exceso de gente, y no es por ponerme malthusiano, pero la demografía siempre actúa en contra de la democracia y genera una depreciación de la vida humana, porque los recursos no estarán nunca a la altura de los problemas que se plantean. Felipe González solía decir que la mejora de la sanidad pública genera demanda de sanidad pública. La gente ya no va al médico por un problema de apendicitis o un tumor cerebral, va porque en el dedo le ha salido un absceso o está muy angustiado. Esto puede ser comprensivo, pero esta hipertrofia de la sanidad puede acabar con ella, y con los servicios públicos en general.

¿El populismo de Podemos es igual al de Vox?

Vox me parece bastante simplista, no creo que tenga ni siquiera una ideología sistemática, es más bien el partido de la derecha cabreada, de los que van a misa y del pequeño empresario, que están hartos de que le toquen constantemente las narices. Lo que más me molesta de Vox es esa hostilidad al Estado de las autonomías, justo cuando han llegado a hacerse notar gracias a unas elecciones autonómicas. Las autonomías se pensaron para desaguar tensiones, para organizar un reparto vertical del poder y evitar que se concentrase en el Gobierno central y que un partido se identificase totalmente con el Estado. Pero Vox es un problema que se le plantea al PP, no a España en general, y no tiene que ver con el populismo de Podemos, que es un mucho más horizontal, más disperso. Yo lo comparo con el demonio maniqueo, que tiene mil cabezas y ninguna sabe qué piensa la de al lado, pero todas están de acuerdo en andar jodiendo algo. Esta idea de la bestia del Apocalipsis se corresponde con su estructura en círculos, que son círculos infernales, cada uno con su propia versión de lo que debe ser la transformación revolucionaria, desde el anticapitalismo hasta Ynestrillas, que podría haber estado en Podemos en su momento. Creo que el discurso de abdicación del Rey fue una gran torpeza, porque dijo una cosa terrible: me voy porque hay una nueva generación que llama a las puertas y se lo merece todo. No se puede decir eso, la generación no es un sujeto político. Y en aquel discurso se enuncia como si fuese una verdad probada. Una generación no se merece todo, cada una tiene que pasar por un proceso de tribulaciones e irse depurando, acrisolando con el sufrimiento para merecer algo. Y menos una generación que sale de Somosaguas: nos lo merecemos todo, hasta el Rey lo ha dicho. Esa nueva generación no sabe nada del proceso constituyente, y dice cosas como que lo impuso el Ejército y tres o cuatro grupos de extrema derecha y de policías que derramaron mucha sangre. La sangre la derramaron los antifranquistas, como el Grapo o ETA, que jamás luchó por la democracia, su modelo era el del Ejército popular, el modelo Ho Chi Min, para entendernos.

¿Con el bipartidismo vivíamos mejor?

Yo creo que sí. Para un país como éste, el bipartidismo es lo más cercano a un sistema ideal. Ahí estoy con Menéndez Pidal, que hablaba de un partido que represente la tradición y otro el progreso, incluso, si se quiere, la revolución, pero que se entiendan, como en Italia ocurrió con el compromiso histórico entre la democracia cristiana y el Partido Comunista. Hay que acercarse a eso, pero desde luego no con Sánchez y su camarilla, que viven muy contentos con esta situación de fragmentación y enfrentamiento.

¿Qué es el judaísmo cultural o ateo al que se ha referido en algunas ocasiones?

El judaísmo cultural está bastante ligado a la construcción del Estado de Israel y a una cultura israelí de aluvión que asimila elementos de todas las diásporas que llegaron allí. El judaísmo cultural como tal no existe más que en el sentido de judaísmo de síntesis que ha sido en Israel el elemento de cohesión de la sociedad. El judaísmo no es una religión teocéntrica, yo creo que ni siquiera es una religión. Se trata de una especie de ética nomocéntrica, donde la centralidad está en la ley, y el primer mandamiento de la ley es no adorar dioses, y por supuesto dioses indefinibles. Hay una voluntad de no doblar la rodilla ante ninguna imagen de Dios, y eso me parece muy emocionante. El judaísmo es un ateísmo muy refinado, aunque muchos judíos lo nieguen. Uno de los grandes textos del judaísmo, no reconocido como canónico por ninguna de sus ramas, es ese cuento de Kafka del campesino que llega al palacio de la ley y el guardián le dice que no puede entrar y se queda esperando toda la vida. El guardián es Dios y el palacio es la ley. El centro del judaísmo es la Torá, la ley, y no Dios, que es algo indefinible. Ser ateo en el judaísmo no es ninguna rareza, hay muchos practicantes que lo son.

¿Le preocupa el resurgimiento de la judeofobia?

 Jean-Luc Nancy ha dicho recientemente que la propia identidad europea se estructuró sobre la base de la judeofobia, se funda en la negación del derecho a la existencia del judaísmo. Eso ha creado una especie, no de inconsciente colectivo, pero sí de patrón cultural básico en las identidades europeas e incluso en la Europa socialdemócrata y progresista, donde el antijudaísmo se manifiesta como rechazo al Estado de Israel. El último argumento del antisemitismo es el antisionismo, todos los demás han caído: el judeobolchevismo, por razones obvias, la identificación de las altas finanzas y de la banca mundial, los libelos de sangre, y los secuestros de niños ya no se los cree nadie... lo que queda es Israel. Y qué hacen los israelíes, pues según el mito: matar palestinos, y en concreto, matar niños palestinos, como les gusta decir a los antisemitas.

¿Es España antijudía?

No lo ha sido en el sentido estricto, porque no ha sido moderna. Aquí hay un antijudaísmo de tipo religioso, pero los judíos son una minoría muy poco perceptible, ni en Madrid ni en el resto del país.

martes, 25 de diciembre de 2018

Lógica y musulmanes

Tomado de por ahí:

Parémonos a pensar:

Budistas que viven con hindúes = No Problem.
Hindúes que viven con cristianos = No Problem.
Hindúes que viven con judíos = No Problem.
Cristianos que viven con sintoístas = No Problem.
Sintoístas que viven con confucianos = No Problem.
Confucianos que viven con bahá'ís = No Problem.
Bahá'ís que viven con judíos = No Problem.
Judíos que viven con ateos = No Problem.
Ateos que viven con los budistas = No Problem.
Budistas que viven con sijs = No Problem.
Sijs que viven con hindúes = No Problem.
Hindúes que viven con bahá'ís = No Problem.
Bahá'ís que viven con cristianos = No Problem.
Cristianos que viven con judíos = No Problem.
Judíos que viven con los budistas = No Problem.
Budistas que viven con sintoístas = No Problem.
Sintoístas que viven con ateos = No Problem.
Ateos que viven con confucianos = No Problem.
Confucianos que viven con hindúes = No Problem.

Sigamos pensando:
Musulmanes que viven con hindúes = Problema.
Musulmanes que viven con budistas = Problema.
Musulmanes que viven con cristianos = Problema.
Musulmanes que viven con judíos = Problema.
Musulmanes que viven con sijs = Problema.
Musulmanes que viven con bahá'ís = Problema.
Musulmanes que viven con sintoístas = Problema.
Musulmanes que viven con ateos = Problema.
MUSULMANES QUE VIVEN CON MUSULMANES = GRAN PROBLEMA.

Deducción.
Los musulmanes:
No están contentos en Gaza.
No están contentos en Palestina.
No están contentos en Egipto.
No están contentos en Libia.
No están contentos en Marruecos.
No están contentos en Irán.
No están contentos en Irak.
No están contentos en Yemen.
No están contentos en Afganistán.
No están contentos en Pakistán.
No están contentos en Siria.
No están contentos en Líbano.
No están contentos en Nigeria.
No están contentos en Sudán.
No están contentos en Kenia.
Entonces, ¿a dónde emigran esta gente para estar contentos?
Emigran a Australia.
Emigran a Inglaterra.
Emigran a Bélgica.
Emigran a Francia.
Emigran a Italia.
Emigran a España
Emigran a Alemania.
Emigran a Suecia.
Emigran a EE.UU.
Emigran a Canadá.
Emigran a Noruega.
Emigran a India.
¿Y logran estar contentos en todos países no islámicos a los que emigran? No.
Y, ¿a quién culpan?
No culpan al Islam.
No culpan a sus líderes.
No se culpan a sí mismos.
¡Culpan a los países no islámicos a los que emigran, donde son acogidos y en los que se instalan! 
Y quieren cambiarlos para que sean como los países islámicos de los que proceden y de donde se fueron porque no estaban contentos.