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viernes, 24 de julio de 2009

Linz

Patio de recreo hipotético del realschule o escuela secundaria de Linz, Austria. Sopla un ligero viento, pero hace sol. Dos jóvenes de quince años, Ludwig Wittgenstein y Aldolf Hitler, pasean charlando animadamente con las manos en los bolsillos:

Adolf: Esos cabrones me han suspendido y me van a hacer repetir sexto.

Ludwig: Si quieres puedo ayudarte en Matemáticas o Lenguaje. Se me dan bien las Matemáticas y el Lenguaje.

Adolf: (tose) No. Prefiero dibujar; es la única asignatura que me interesa realmente; por eso la he aprobado, y con nota.

Ludwig: deberían haber tenido en cuenta que ha muerto tu padre; eso, a cualquiera, le afectaría en los estudios.

Adolf: Pues la verdad es que ha sido un alivio. Me pegaba. (tose)

Ludwig: (interesado) Oye, ¿dónde vives?

Adolf: (avergonzado) En el barrio de Urfahr.

Ludwig: Entonces ¿puedo ir a tu casa a ayudarte con las matemáticas?

Adolf: (desconfiado) No. Yo solo (tose) podría sacarlas. Lo que pasa es que no quiero, no me entienden y por eso me tienen manía; el único que me cae bien es Léopold Pötschy. A mi amigo August también le gusta.

Ludwig: No me da. ¿Qué enseña?

Adolf: Historia. Ese sí que tiene las ideas claras. No es un payaso, como el de lengua (imitando su tonillo y empinándose sobre los pies): "Usted, mein Adolf, sólo emplea bien la retórica para autojustificarse"

Ludwig: ¡Ja, ja!

Adolf: Valiente gilipuertas (tose)

Ludwig: Te vas a tener que cuidar ese constipado.

Adolf: Me gusta dormir con las ventanas abiertas. Me hace más fuerte.

Ludwig: Pues a mí me parece una tontería. Hazlo en invierno, y verás como te entierran.

Adolf: (mirándolo de mala manera) Hablemos de otra cosa. ¿Te gusta la música?

Ludwig: Mucho. Incluso he tocado algo de Gustav Mahler.

Adolf: Ese es el director de la Ópera de Viena. No deberían dejarle interpretar las obras de Wagner. Es judío.

Ludwig: (molesto) ¿Por qué rechazas a los judíos?

Adolf: Han venido de fuera. No tienen nada que ver con Austria; además, conspiran contra los arios. ¿Has leído Los protocolos de los sabios de Sion?

Ludwig: ¡Prefiero leer a Aristóteles! ¡Es menos pesado!

Adolf: (envidioso) Vistes muy bien.

Ludwig: (entristecido) Mi familia se lo puede permitir.

Adolf: ¿Tienes mucho dinero?

Ludwig: Nada de nada. Son muy tacaños. Tal vez por eso tienen tanto dinero.

Adolf: Los pobres no nos podemos permitir ser tacaños. Y los judíos nos roban lo poco que tenemos. ¿No serás tú judío?

Ludwig: Soy un ser humano, como tú: tengo dos piernas y dos brazos. Y una cabeza para pensar y conocer que eso es lo que importa, y lo demás es secundario.

Adolf: Me parece que no partiremos peras tú y yo.

Ludwig: Pero será por tu culpa, no por la mía. Un hombre es lo que hace. Y me parece que ni un austriaco ni un judío pueden hacer otra cosa que ser humanos. Lo explica muy bien Aristóteles en su ética.

Adolf: Decías que Aristóteles era un pesado. Todos esos griegos eran unos mariquitas, como Platen.

Ludwig: (molesto) ¡Anda ya!

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