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miércoles, 24 de diciembre de 2025

Formas neurológicas de desarrollar la voluntad.

  [Excerpta tomada de Quora]:

 I

¿Cuándo algo te gusta necesitas motivación?

Todo lo contrario, podemos pecar de ser incapaces de "dejar de hacer".

Por tanto:

Disfruta de la acción en sí misma, porque es la prueba de tu existencia.

Disfruta de tu paseo como disfrutaría el inválido de volver a andar.

Disfruta de comer como el hambriento disfrutaría, o el sediento de beber.

Disfruta de respirar, como aquel que estuvo a punto de ahogarse.

Disfruta de hablar como aquel que se recuperó de un ictus.

Disfruta del contacto social, como aquel que estuvo décadas en una cárcel.

Disfruta de poder expresarte, como aquel que se liberó de una represión.

Disfruta de conocer, como aquel que empezó una vocación tardía.

Disfruta de poder elegir como aquel que por fin pudo.

No hay excusas.

Se puede disfrutar de cualquier cosa.

Incluso, disfrutar de poder hacer lo que estés "obligado-a-hacer".

Disfruta de tu responsabilidad.

Disfruta de tener palabra.

Disfruta de ser ordenado-a, disciplinado-a, y constante.

Disfruta de elegir y cumplir.

Disfruta de ser fiel a ti mismo.

Disfruta de tus errores como el niño o la niña que se ilusiona por aprender y se levanta casi antes de tocar el suelo.

Y finalmente, pero no por ello menos importante, disfruta de no hacer nada.

II

Tener fuerza de voluntad supone trabajo diario y tiene mucho que ver con un discurso interno muy, pero que muy positivo; para esto deberás conocerte primero y aceptarte como eres; ya entendido esto, te daré los pasos que seguir.

Buscar los aspectos positivos de sea lo que sea que te detiene para hacer algo, por ejemplo, no quiero terminar mi carrera por X razón; lo que siguiente pensarás "bueno ¿por qué yo la escogí? ¿Cuáles son los verdaderos beneficios de terminarla? ¿Si no la concluyo que consecuencias tendré? ¿Serán reparables? ¿Qué es lo mejor de esta en estos momentos que la estoy viviendo? Etc.

Evitar pensamientos catastróficos como, por ejemplo, no quiero conducir porque me van a multar o voy a chocar o no quiero salir con esta chica porque solo me va a usar o no me va a aceptar etc.

Ser abierto y flexible en la forma en la que vez o interpretas el mundo, recuerda, no es malo ni tampoco bueno, es solo simple y natural, cualquier cosa puede pasar.

No autoexigirte en las cosas que vas o quieres hacer, ni generar el pensamiento "todo o nada", ya que eso te desmotivará siempre y evitará que intentes algo o, que si lo intentas y falla, no lo quieras repetir y caigas en frustración.

Conversa contigo mismo de manera compasiva y clara, háblate indulgentemente, cada que tengas un error no caigas en autorreprenderte ni en el victimismo; no uses contigo frases ofensivas ni mucho menos te castigues por lo que sucedió, ya que esto merma tus ganas de hacer las cosas bien.

Tener clara una meta, y saber todo lo que te lleve a realizarla para alcanzarla, y tener bien en cuenta  por qué la quieres.

Son los 6 pasos para tener un discurso interno positivo que te impulsara a tener voluntad en tu día a día.

III

Formas de desarrollar la voluntad contra los hábitos malos, poco beneficiosos o que quitan tiempo a lo valioso

Por qué la Atención Plena puede ser el antídoto contra la adicción. Los seres humanos toman decenas de miles de elecciones todos los días. Y casi la mitad de estas acciones diarias son habituales : se realizan en "piloto automático" sin mucho pensamiento consciente. Y cuando intentamos cambiar nuestro comportamiento, a menudo pensamos que se reduce a la fuerza de voluntad: tener el autocontrol para rechazar una segunda copa de vino, ir al gimnasio después del trabajo o saltear un cigarrillo.

Pero según el psiquiatra y experto en adicciones Judson Brewer , la fuerza de voluntad es un mito generalizado pero engañoso. Está impregnado en nuestra psique colectiva, pero tiene poca base neurocientífica. Si bien el autocontrol ciertamente existe, es una de las peores formas de cambiar el comportamiento. "Desde la perspectiva de la neurociencia, no existe la fuerza de voluntad", dice Brewer. "No es así cómo funcionan nuestros cerebros", agrega Brewer. Brewer es investigador y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Brown y director médico ejecutivo de salud conductual en la empresa de salud digital Sharecare. "En resumen, es una historia muy bonita, pero no es una historia real", dice Brewer. En lugar de depender de la fuerza de voluntad, el cerebro toma decisiones y forma un comportamiento basado en un sistema integrado, primitivo y basado en recompensas llamado aprendizaje por refuerzo. Siempre que el cerebro tiene una opción, gravita hacia la opción más gratificante.

Al traer conciencia y curiosidad intencionalmente a cualquier acción, usted cambia el valor de recompensa de un hábito y, a su vez, cambia su respuesta a él.

Cuando profundiza en las sensaciones de un momento a otro de una acción, ya sea que sea fumador, coma en exceso o se preocupe ansioso, a menudo se dará cuenta de que no es tan gratificante. A su vez, se "desencanta" de la acción y, con el tiempo y la repetición, pierde el interés por completo.

Las técnicas de atención plena pueden aprovechar los sistemas cerebrales para romper hábitos , frenar los antojos y superar la adicción. "La curiosidad es contagiosa", dice Brewer. "Cuanto más lo practicamos, más queremos practicarlo debido a sus cualidades intrínsecamente gratificantes, porque se siente bien".

PATRONES PRIMITIVOS, PROBLEMAS MODERNOS: el sistema de aprendizaje basado en recompensas del cerebro es su mecanismo de supervivencia más antiguo. Nos ayuda a encontrar comida y evitar peligros, pero puede hacernos tropezar en la vida moderna. Esto se debe a que las actividades inicialmente gratificantes se integran rápidamente en el cerebro.

A medida que la actividad se repite, se afianza cada vez más como una respuesta automática a un cierto desencadenante, incluso cuando el proceso ya no es gratificante. "Resulta que aquí es donde entra la atención plena", explica Brewer." Si desea cambiar el comportamiento, debe actualizar el valor de la recompensa. Y la única forma de actualizar un valor de la recompensa es generar conciencia y ver muy, muy claramente lo que realmente obtiene del comportamiento". A menudo, cuando las personas se vuelven hacia adentro y se involucran con la experiencia presente, se decepcionan, un fenómeno psicológico llamado error de predicción negativa. Esperan que sea gratificante, pero la realidad trae un resultado diferente.

Brewer sugiere hacerse estas preguntas:

¿Puede estar consciente de sus comportamientos?

¿Puede ser consciente de sus pensamientos, emociones y sensaciones?

¿Puedes aportarles una actitud de curiosidad?

En lugar de prejuzgar lo que está sucediendo, como decir: "Oh, ¿esto es bueno o esto es malo?" ¿Puedes simplemente tener curiosidad y observar lo que está sucediendo en este momento? "Eso es realmente la atención plena: ser consciente y estar verdaderamente abierto a lo que realmente está sucediendo y quitarnos todos nuestros lentes de sesgo subjetivo", dice Brewer.

LO QUE DICEN LOS DATOS:

Brewer ha visto a cientos de personas "desencantadas" con algunos de sus hábitos más antiguos, desde consumir chocolate hasta cocaína. 

Una paciente, fumadora desde hace mucho tiempo, tuvo una sensación visceral de disgusto cuando prestó atención a la experiencia segundo a segundo de fumar un cigarrillo. Fumar huele a "queso apestoso y sabe a productos químicos. Qué asco", recuerda Brewer que le dijo.

"Solo se necesitan 10 o 15 veces de que alguien realmente preste atención, ya sea un ejercicio de alimentación consciente o un ejercicio de fumar consciente, para que el valor de la recompensa caiga incluso por debajo de cero", dice Brewer. Brewer ha introducido esta técnica en programas de atención plena basados ​​en aplicaciones y ha probado su eficacia con fumadores, médicos que luchan contra la ansiedad y el agotamiento, y personas que comen en exceso. Brewer descubrió que la atención plena puede ser el "truco cerebral" que subvierte las conductas adictivas, a veces mejor que el tratamiento estándar. En un estudio de 2011, Brewer observó que cuatro meses después del tratamiento, se descubrió que la atención plena es cinco veces mejor para ayudar a las personas a dejar de fumar que los programas de tratamiento estándar.

En otro estudio de 2020 sobre médicos sometidos a un estrés tremendo, la atención plena también ayudó. Un mes después de usar la meditación de Atención Plena de Brewer , la ansiedad y el agotamiento de los médicos se redujeron en un 50 por ciento. A los tres meses, la ansiedad se redujo en un 57 por ciento con respecto a los niveles iniciales. En 2018, su equipo descubrió que un programa de alimentación consciente redujo la alimentación relacionada con los antojos en un 40 por ciento en personas con sobrepeso y obesidad.

También redujo la alimentación en respuesta a emociones negativas en un 36 por ciento. En conjunto, la evidencia sugiere que la atención plena, es decir, traer conciencia y curiosidad a una acción, es potencialmente tan buena o mejor que la medicación. En lugar de frenar temporalmente los síntomas, puede "llegar a la raíz del problema", dice Brewer.  "Hay esperanza, y podemos respaldar esa esperanza con datos", dice el investigador.

CÓMO PONER EN PRÁCTICA LA ATENCIÓN PLENA: aun así, aunque esta técnica parece simple, incluso intuitiva, practicar la ATENCIÓN y la curiosidad no siempre es fácil. Especialmente en momentos de estrés, volverse hacia adentro puede ser excepcionalmente difícil.

"Los viejos hábitos son familiares y, por lo tanto, cómodos", dice Brewer. "Así que cada vez que salimos de nuestra zona de confort, normalmente, nos movemos hacia una zona de pánico". Pero es posible pasar a una "zona de crecimiento" si nos dedicamos a la conciencia y la curiosidad. "Esto es lo único que nos va a ayudar, y cuanto antes aprendamos a volvernos hacia [nuestros hábitos], más fácil será, porque esos hábitos serán menos solidificados", dice Brewer.

3 PASOS PARA CAMBIAR DE HÁBITO:

Conciencia: el primer paso es ser capaz de reconocer un ciclo de hábitos y trazar un mapa de los componentes, dice Brewer. Esto significa identificar qué desencadena un comportamiento, cómo se siente el comportamiento y cuáles son los resultados del comportamiento. Esto puede ayudarlo a evaluar mejor la verdadera recompensa o riesgo de un hábito.

Curiosidad: tener curiosidad, no juzgar, acerca de sus antojos cambia la valencia de lo desagradable de un deseo a lo agradable de la curiosidad. El ejercicio se vuelve intrínsecamente gratificante y luego puede identificar alternativas que sean más atractivas.

Busque comportamientos que en realidad sean más gratificantes que el hábito que está tratando de romper. Tal vez sea ejercicio, atención plena o simplemente la curiosidad misma. Cada vez que aparezca un antojo, repita estos pasos.

IV

Uso del condicionamiento operante

¡Dios mio! Lo primero que debemos hacer es preguntarnos qué cosa es la fuerza de voluntad. De donde sacamos ese concepto?

Normalmente llamamos fuerza de voluntad a una virtud que tienen otros de hacer algo que no queremos o que nos desagrada o nos cansa. Uno ve a unos tíos entrenando para correr y se puede preguntar ¿cómo lo hacen? Y alguien viene y dice, “es que tienen fuerza de voluntad”.

Esa es una falsa explicación. Muy común por otra parte, pues tengo ya 79 años y la vengo oyendo desde que era un niño. El niño puede hacer muchas cosas variadas que no requieren ningún esfuerzo ni persistencia como jugar. Pero otras actividades le resultan cansinas y pronto las dejan, o trabajan en ellas lentamente, generando muchas pausas para pensar en otra cosa.

Hace ya muchos años tenía deseos de saber como puede uno controlar a un niño para que sea muy estudioso y no tenga problemas para hacer tareas escolares. Pensé que eso me lo aclararía un libro de psicología y me compré uno. Pues no me sirvió de nada, y compré otro, y luego otro, y otro y otro, hasta llegar a unos veinte o veinticinco. Ahora mismo no recuerdo la cifra exacta de libros de psicología que resultaron una decepción. Llegué a perder la esperanza de que la psicología pudiera enseñarme algo de lo que yo quería. Ya tenía formada la idea de que esos libros eran un fraude y me sentía muy frustrado. ¡Carajo! ¡No pretendo hacer una bomba atómica! Pero un día vi en los almacenes a donde de compras iba un libro nuevo. Lo cogí en la mano y le eché un vistazo.

Cuando abrí el libro vi unos dibujos de una rata en una jaula haciendo algo. Y un poco más allá vi un dibujo de una paloma. Y vi unas gráficas de conducta acumulativa, y eso me pareció una buena señal. Por fin me encontraba un libro de psicología que se tomaba las cosas en serio. Mi satisfacción se basaba en que si eres capaz de enseñarle a una paloma o a una rata a hacer alguna cosa, será mucho más sencillo enseñar algo a un niño. Estudiando el arte de como hacemos que un animal haga alguna cosa, eso se puede aplicar a los niños y ya tenemos la solución para este problema que me preocupaba. Y ocurría que al animal lo controlabas con comida, lo tenías unas horas o todo un día sin comer, y luego cuando el animal hacia algo que deseabas le premiabas con una bolita de comida. Obviamente, no puedes esperar que una rata o una paloma haga algo muy complicado para darle una bolita de comida. Lo matarías de hambre. Una conducta complicada se la tienes que enseñar poco a poco, para que pueda memorizarla. Primeramente le enseñas un paso concreto del principio de la conducta, y cuando lo sabe bien te demoras un poco para que haga algo más, y si hace lo que esperas como segundo paso, le premias con comida, etc. Poco a poco el animal va a prendiendo una secuencia de actos que dan lugar a un conducta de cierta complejidad.

La ventaja que tiene el niño sobre una rata o una paloma es que su cerebro tiene mucha más capacidad. No creo que sea necesario extendernos demasiado para probar esto.

Bueno, pues existe un principio de la conducta que dice “la frecuencia de una conducta está controlada por sus consecuencias”. Lo que traducido a lenguaje vernáculo significa: si una conducta produce placer seguimos con ella. Un ejemplo claro sería comerse un helado de crema. Asumiendo que el helado de crema es dulce y tiene algo de nata, parece lógico comerlo. Y al niño le encanta el helado de crema, o si falla eso le puede gustar otra cosa.

Pero que ocurre con aquellas cosas que no son dulces ni se comen? Escribir en un cuaderno unos ejercicios escolares para párvulos, puede parecer que no es dulce y tampoco se come. ¿Qué hacemos entonces? Por fortuna el niño es muy sensible a los halagos. Y cuando le damos instrucciones para que escriba en un cuaderno de párvulos le halagamos según se sienta frente al cuaderno, por coger el lápiz correctamente, como hace los primeros palotes, etc. Pero si dejamos al niño delante del cuaderno con el lápiz y nos vamos a hacer otra cosa, el niño no hará nada, o casi nada. ¿Por qué? Porque te has ido y en cierto modo tú eres el helado de chocolate, por decirlo con una metáfora. Solo si estás a su lado, el niño pensará que es estupendo escribir, puesto que estás allí para halagarle y decirle cosas bonitas, por estar escribiendo. En lenguaje técnico se dice que estás reforzando la conducta del niño. Estás haciendo lo que el psicólogo hace con la rata o la paloma, pero estás usando palabras halagadoras y no una bolita de comida. A este proceso se le llama “condicionamiento operante

¿Qué propiedades tiene el condicionamiento operante?

El condicionamiento operante convierte una conducta indiferente o aburrida en una ejercicio placentero. Cuanto mejor condicionada esté una conducta tendrá una mayor frecuencia, y la persona que ha adquirido esa conducta se siente muy satisfecha cuando la ejecuta. Por a ponerte un ejemplo inverosímil.

Un niño de cuatro años está tocando al piano la Sonatina bastante bien, creo yo. ¿Te imaginas que tiene un músculo de la voluntad en alguna parte? ¿O será más bien que fue condicionado adecuadamente para estar contento con lo que hace? Eso no se puede enseñar al patadón, sino con mucho amor y muchos halagos. No puedes usar malos modales para enseñar una cosa así. Y debes ignorar cualquier error que el niño cometa al tocar. Pues mencionar los errores es como aplicar halagos negativos sobre la conducta.

Bueno, pues esa es la cuestión. Nos han cargado de responsabilidades como estudiantes, pero se olvidaron la fórmula mágica de hacer que el estudio fuera placentero. Cualquier otra cosa, como comer helados, ver la tele, jugar a la pelota, resulta placentero, pero nadie se ocupó de hacer que tus horas de estudio fueran placenteras. No es que no estudies, sino que no estudias bastante y has ido acumulando retrasos. Pero, igual existe algo que te hace perezoso. Aunque seas joven, puedes tener algo alto el colesterol, puede que no hagas bastante ejercicio físico y estás bajo el control de la insulina y no bajo el control de la adrenalina.

La solución pasaría por reducir drásticamente todas las comidas ricas en azúcar pues el azúcar hace que se te dispare la insulina y al cabo de cincuenta o setenta minutos tendrás bajos los niveles de glucosa en la sangre y te sentirás de nuevo fatigado y un poco abúlico (falto de energía para hacer algo).

La solución para este problema te puede parecer rara. De una parte, debes hacer un esfuerzo de no comer nada durante dos o tres días. Nadie se muere por eso, ya que un kilo de grasa corporal contiene 7,200 kilocalorías. Y eso es lo que gastas en tres o cuatro días, haciendo una vida normal. Luego al hacer varios días de ayuno estás despertando a las glándulas suprarrenales (hay una glándula de esas encima de cada riñón y tienen el tamaño de una almendra)

A continuación de esos días de ayuno, o sin acabarlos, debes irte a caminar, con paso firme, no con el estilo de un anciano, y no menos de 60 minutos cada día. Cuando estés más fuerte puedes caminar hora y media. Eso hará que en tu sangre tenga niveles altos (digamos normales) de adrenalina. Y eso te dará energía para ponerte a estudiar durante una hora o más. Si al cabo de una hora encuentras que te sientes cansado, es posible pues al estar sentado igual acabas con la glucosa baja. Te levantas y haces un poco de ejercicio intenso, como simulando que corres levantando las piernas alto y haciendo ejercicio durante unos diez minutos, sin moverte del sitio. Eso estimula las adrenales y te sube la adrenalina y la glucosa un poco. Los niveles altos de adrenalina te hacen aceptar cualquier tarea con relativa facilidad. Y da lo mismo que sea una tarea física o intelectual.

Si lo que estudias es demasiado complejo, y no puedes realmente con ello, creo que debes dejarlo y empezar más atrás con algo que sea asequible a tu inteligencia. La inteligencia es un proceso acumulativo. Cuanto más trabajas en un asunto más inteligencia adquieres sobre ello. Un asunto de estudios no se puede adquirir si supera bastante nuestra capacidad de comprensión. Es algo que se debe hacer poco a poco, empezando desde lo fácil y pasando lentamente a cuestiones de más complejidad en un proceso lento.

V

El uso del refuerzo

En términos psicológicos estrictos, la “fuerza de voluntad” no existe. La prueba es que, si realmente el que yo superara conductas dañinas dependiera únicamente de mi “deseo”, de la “fuerza con que quiero” eso, debería resultar extremadamente fácil conseguirlo, porque está claro que nadie puede desear dejar de sufrir sus consecuencias más que yo… Y sin embargo, muchas veces no consigo hacer (o dejar de hacer) aquello que tanto deseo, porque querer NO es poder; poder, mas bien, es “saber cómo”.

En lugar de “fuerza de voluntad”, lo que existe es la “fuerza del refuerzo”. Me explico. En todos los seres vivos, las conductas se mantienen en función de las consecuencias que obtienen. Aquellas que obtienen una consecuencia positiva (algun tipo de recompensa) de forma inmediata resultan reforzadas, es decir, aumenta la probabilidad de que se repitan y afiancen. Aquellas cuyas consecuencias inmediatas son desagradables, resultan castigadas, es decir, disminuye la probabilidad de que se repitan.

El problema aquí esta en la necesidad de que el refuerzo y el castigo sean inmediatos. Muchas de las conductas dañinas son difíciles de modificar porque a corto plazo son reforzadas, aunque a largo plazo sean perjudiciales. Muchas veces en que nos sentimos con poca “fuerza de voluntad”, lo que esta sucediendo en realidad es esto: que estamos siendo impulsivos, o corto-placistas - nos estamos dejando llevar por el refuerzo inmediato sin tener en cuenta consecuencias demoradas.

La mejor manera de mejorar tu “fuerza de voluntad”, es decir, de conseguir afianzar las conductas que deseas, es por tanto manejando las contingencias (las consecuencias) de tus conductas: reforzando aquellas que deseas mantener (premiándolas) y eliminando los refuerzos (o castigando) las indeseables.

Lo que hace que los refuerzos sean potentes es que el acceso a ellos no sea libre, sino que este condicionado a la ejecución de las conductas. Es decir, que te procures esos “premios” si y solamente si realizas la conducta que deseas.

VI

Los límites de la voluntad

¿Por qué no siempre basta con tener tanta fuerza de voluntad y una determinación tan obstinada para alcanzar el objetivo? Porque así es.

Primero porque para ello tendríamos que escoger adecuadamente (de forma realista) los objetivos. Nuestros objetivos podrían ser absurdos, fantasiosos, demasiado elevados. Podemos agotarnos intentando y no ocurrirá lo que buscamos.

Por otra parte, incluso cuando fueran objetivos teóricamente alcanzables, las cosas no siempre dependen enteramente de nosotros. Nuestra voluntad y empeño son muy importantes pero en la parte donde alcanzar lo que buscamos depende de otros factores que no controlamos, simplemente no podemos hacer más. (Sí, sí, ciertamente a veces hay más que podemos hacer y no lo intentamos, pero casi nunca depende por completo de una persona. Puedo conceder sin problemas que los casos que resten si dependen de tí y si los quieres debes ponerle empeño para lograrlos, pero son los que menos).

Es importante conocer esto, porque, a merced de tantos libros de autoayuda que nos repiten que de una forma u otra TODO ESTÁ EN NOSOTROS o todo DEPENDE de nosotros, la gente puede llegar a frustrarse de forma tremenda (pues la implicación es que si no lograste tu objetivo es que NO lo querías o no lo querías lo suficiente o que no hiciste todo lo que podías, etc.). Bueno, hay libros que de plano se pasan al otro extremo y dicen que dependiendo de la intensidad de nuestros anhelos y deseos "el universo" completo "conspirará" para que logremos lo que queremos… ¿Así o más autocomplaciente, egocentrista y fuera de la realidad?

Hace poco oí que alguien que da pláticas decía (¡bendito sentido común tan poco común!) que por este tipo de fantasías había tanta gente frustrada. Citaba de gente que no se sobreponía y se quejaba apasionadamente (¿al universo?) "¡Es que yo quiero ser cantante con toda la fuerza de mi alma!" (nótese el tono adolescente de este plañido). Pues no se duda de la pasión (que suena bastante a berrinche), pero si no tienes con qué, no tienes con qué. Enfréntalo. Acéptalo.

Y todavía, algunos gurues de autoayuda intervienen aquí y hacen que hasta la gente se moleste contigo por tu "despiadado" realismo y tu “miopia” desanimadora: "Hay testimonios de gente que TODO MUNDO le decía que no podía y no podía, y mira lo que logra la fuerza de voluntad: ¡Al final SÍ PUDO!" — Te dicen para "ponerte en tu lugar".

Aquí hay dos cosas.

1) No todo mundo te dice que "no puedes" por ser malvado, sino para que no acabes allí tus fuerzas, porque emplees mejor tu tiempo, porque quizá tienes que ver que hay otras cosas y ver que tu "pasión" no es intransferible sino que no habías buscado lo suficiente. Porque ya pasaron por allí o vieron otros casos y no quieren que sufras así. Quizá te lo dicen porque te aman. Acusar a la gente realista de "matasueños" es idiota y malagradecido. ¿O sea que lo bueno sería darte por tu lado por más absurdo que sea tu objetivo?

2) Hay historias sorprendentes de autosuperación, sí. Mis respetos. Quizá fue la terquedad, la voluntad y todo lo que quieras decirme. Pero la estadística al respecto es mentirosa: MUY POCA gente que fue contra todo lo logró (aunque eso, curiosamente, también lo usan como argumento a su favor porque “si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría”). La gran mayoría que desperdiciaron recursos, tiempo y frustración no lo lograron. No digo que no por ello debieras dejar de intentarlo pero al menos considera más factores y no te comas todo lo que te metan en la boca los gurues de autoayuda. Puedes ser un intento de cantante o actor o modelo frustrado, malogrado y suicida o quizá descubras que ser chef resulta ser mucho mejor de lo que imaginabas y se te da de forma casi natural. Date una oportunidad. Además, ¿De dónde surgen esas "pasiones" y sueños? Surgen muchas veces de tener pocas opciones, de conocer pocas cosas, de encapricharte con algo que a otra persona le funciona y tú quieres que te funcione también.

¿Te tirarías sin paracaídas desde mil metros porque alguien que sobrevivió escribió un libro sobre lo bonito que es sobrevivir a una caída sin paracaídas? ¡Quizá ni siquiera tuvieron que ver sus méritos sino la casualidad, la “suerte de principiante”!. Quizá de mil personas que se tiraron una sobrevivió, esa escribió el libro (las 999 no porque los muertos no escriben libros) y te quiere convencer con su experiencia que es difícil pero que es "posible" sobrevivir, así que "si de verdad lo quieres, tírate sin paracaídas".

No. La realidad puede ser dura pero es lo que hay. Si cierras los ojos y luego los abres seguirá allí. Hay mucho de madurez en esto, pero sobre todo de “no frustración”. Tomar nota.

VII

De qué depende

De la motivación, la pasión por algo. El pensar en un objetivo y que es posible alcanzarlo. El positivismo y el placer de hacer cosas. La depresión es todo lo contrario, es lo que te quita las ganas de hacer las cosas.

Si crees que el secreto de una mayor fuerza de voluntad es ser más duro contigo mismo, no eres el único. Pero te equivocas. Un estudio tras otro revela que la autocrítica va siempre ligada a menos motivación y autocontrol. También es el mayor indicador de la depresión que destruye la fuerza del «lo haré» y la del «quiero». En cambio, la autocompasión —apoyarte y ser bueno contigo mismo, sobre todo ante el estrés y el fracaso—, se asocia con una mayor motivación y autocontrol.

Considera, por ejemplo, un estudio de la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá, que siguió durante un semestre el hábito de postergar los deberes de los estudiantes. Muchos se preparaban el primer examen en el último momento, pero no todos adquirían esta costumbre. Los que más duros eran consigo mismos por haber estudiado en el último momento, tendían más a seguir haciéndolo en otro examen que los estudiantes que se perdonaban a sí mismos. ¡Cuanto más duros eran consigo mismos por haber estudiado en el último momento, más tardaban en prepararse para el siguiente examen! El perdón —y no la culpabilidad— era lo que les ayudaba a ponerse al día en los estudios.

Estos hallazgos van en contra de nuestros instintos. ¿Cómo puede ser, si muchos de nosotros intuimos que la autocensura es el pilar del autocontrol, y que la autocompasión te lleva directo a la autoindulgencia? ¿Qué motivaría a esos estudiantes si no se sintieran mal por haberse preparado el examen en el último momento? ¿Y cómo nos controlaríamos si no nos sintiéramos culpables por haber cedido a la tentación? Sorprendentemente, es el perdón, y no la culpabilidad, lo que nos hace ser más responsables.

Los investigadores han descubierto que si eres compasivo contigo mismo al cometer un error, tiendes más a responsabilizarte de él que cuando te censuras. También estás más dispuesto a escuchar la opinión y los consejos de los demás y a aprender de la experiencia.

Cuando nos perdonamos, nos es más fácil corregir nuestros errores, entre otras razones porque disipa la vergüenza y el dolor que sentimos al pensar en lo ocurrido. El efecto ¡qué más da! es un intento de huir de lo mal que nos sentimos al reincidir. Pero cuando el sentimiento de culpa y la autocensura no están presentes, no hay nada de lo que huir. Significa que es más fácil reflexionar en cómo cometimos el fallo y nos resulta menos tentador repetirlo.

Pero si vemos nuestras reincidencias como la prueba de que somos unos perdedores redomados que lo hemos echado todo a perder, pensar en nuestro fracaso es un deprimente ejercicio de odiarnos a nosotros mismos. Nuestra meta más urgente será apaciguar esos sentimientos en lugar de aprender de la experiencia.

Por eso la autocensura no es buena como estrategia para controlarnos.

Todos nos equivocamos. Todo el mundo se topa con algo que le cuesta y pierde a veces el control. Forma parte de nuestra condición humana, y tus fallos no significan que tengas algún problema. Considera la verdad de estas afirmaciones.

Cómo creemos que se logran las metas: Inicio, paso 1, 2, 3, 4, 5, 6, fin.

Cómo es en realidad: Inicio, voy bien, ¿qué ha pasado? Huau. Estoy harto. ¿Qué hago? Me rindo. Idea nueva. Cambios. ¡Me encanta! Qué difícil, fin.

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