jueves, 1 de enero de 2009
Año nuevo, vida igual, o acaso peor
He visto Sin City, la famosa adaptación de los relatos que componen la novela gráfica de Frank Miller dirigida por Roberto Rodríguez. De estética, genial, por supuesto; refunde los tópicos del cine negro, aunque el realismo le importe un pito. En efecto, se ve que Robert Rodríguez sigue la habitual fórmula del Realismo mágico que también utilizan otros directores mexicanos, como el director de El laberinto del fauno , Guillermo del Toro, o el de la tercera secuela de Harry Potter, Alfonso Cuarón
El fin de año fue asquerosamente gastronómico. Cada vez me cuesta más tragarme todo lo que me ponen, me parece un peligro para la salud, y a veces querría irme con los Padres del yermo a la Tebaida o a un lugar semejante, por ejemplo al Desierto de Bolarque, a hacer ayuno y penitencia en algún eremitorio a pan y agua, acompañado no más de un ordenador portátil con alimentador solar y de cinco libros: la Biblia, las Vidas paralelas de Plutarco, la Divina Comedia de Dante y las Obras completas de Shakespeare y Cervantes.
La última parida del memo ayuntamiento fue convocar a los vecinos a la una del nuevo día 1 de 2009; allí me llevó a rastras mi familia, sintiéndome perfectamente estúpido, aunque al cabo lo agradecí porque me cubrieron de confetti y estrellitas, infantilada que me encandila. Soy un niño grande para esas cosas, y la verdad es que sólo se puede ser feliz siendo un niño. De vuelta, conversación con mi lora Lina, que escucha pacientemente mis disquisiciones y lamentos desde su jaula real.
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