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miércoles, 10 de diciembre de 2025

14 dolencias mentales comparten el mismo origen genético. Dossier.

  Dossier

I

 Enfermedades mentales. El ‘parentesco molecular’ de las enfermedades mentales: 14 trastornos comparten variantes genéticas de riesgo, en El País, por Jessica Mouzo, 10 DIC 2025:

Un estudio basado en datos de ADN de un millón de personas alumbra una clave biológica para ayudar a comprender estas dolencias y mejorar el diagnóstico.

Existen unos lazos genéticos muy estrechos entre algunos trastornos psiquiátricos. Se ve en la clínica, cuando a los médicos les cuesta etiquetar una dolencia concreta o se encuentran con que un paciente con depresión desarrolla también ansiedad, por ejemplo. Las fronteras entre unas afecciones mentales y otras son, en ocasiones, confusas a pie de consulta y eso tiene una explicación a nivel molecular: hay una especie de parentesco genético, variantes de riesgo comunes entre dolencias. Un nuevo estudio, publicado este miércoles en la revista Nature y basado en el análisis de ADN de más de un millón de personas, ha ahondado en este campo y ha alumbrado ese hilo molecular que conecta una quincena de trastornos mentales.

En concreto, esta investigación internacional ha descubierto que 14 dolencias comparten, en mayor o menor medida, variantes genéticas de riesgo. Esto es, señales moleculares que predisponen a desarrollar estas afecciones mentales. Los autores identificaron, específicamente, cinco grupos de enfermedades que tienen una alta correlación genética: sucede, por ejemplo, entre esquizofrenia y trastorno bipolar; o entre ansiedad, depresión y estrés postraumático; o entre autismo y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Los hallazgos sugieren que las marcas genéticas compartidas están muy vinculadas a las primeras etapas del desarrollo cerebral y estudiarlas en profundidad podría ayudar a comprender mejor los trastornos de la mente, mejorar el diagnóstico y alentar nuevos tratamientos. Esta investigación sigue la estela de otros estudios que ya han ido alumbrando en los últimos años retazos de esos lazos genéticos entre las enfermedades del cerebro. “Se trata de ir desentrañando todas las piezas del puzle genético para hacer una medicina de precisión y predicción”, explica Antoni Ramos Quiroga, jefe de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM). El médico, que ha participado en esta y otras investigaciones del mismo campo, asegura que estudios como estos “ayudarán a redefinir los trastornos mentales, no solo en función de síntomas, sino también según variables genéticas”.

En este caso, los autores identificaron cinco categorías que conectan grupos de enfermedades mentales con un alto grado de riesgo genético compartido. Así, el “factor compulsivo” engloba la anorexia nerviosa, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el síndrome de Tourette en el mismo grupo; el llamado “factor internalizante” aglutina depresión, ansiedad y estrés postraumático; otra categoría es la del tándem esquizofrenia y trastorno bipolar; el “factor del neurodesarrollo” contempla autismo y TDAH; y la última categoría con fuertes vínculos genéticos en común es el de las sustancias de abuso, donde se agrupan las adicciones al tabaco, el alcohol, el cannabis y los opioides. La correlación más fuerte se ve dentro de cada grupo, pero también existen señales genéticas compartidas entre dolencias ubicadas en distintas categorías.

“Por ejemplo, entre TDAH y depresión hay un porcentaje [de variantes genéticas compartidas] elevado”, ejemplifica Ramos Quiroga. Los hallazgos, insiste, coincide con “la realidad clínica” que observan en la consulta.

Estas señales genéticas compartidas, aclara Ramos Quiroga, son “factores de predisposición”. Es decir, que aumentan el riesgo. Pero recuerda que tener una de estas variables no significa que una persona vaya a desarrollar alguna de esas enfermedades.

En la construcción de trastornos mentales intervienen muchos genes, pero también el ambiente. Hay “una interacción entre factores”, recuerda el psiquiatra de Vall d’Hebron: “Hay factores desde el origen que nos predisponen, pero también hay que poner el foco en el ambiente y luchar contra las agresiones sexuales o el abuso de tóxicos, por ejemplo, [estas circunstancias elevan el riesgo de peor salud mental]”.

Primeras etapas del desarrollo cerebral

Los autores del artículo publicado en Nature deslizan que las variantes de riesgo identificadas desempeñan un papel en las primeras etapas del desarrollo cerebral. “Esto nos indica que esos factores genéticos están marcando cómo se va a desarrollar la conexión neuronal en el cerebro y puede que haya una alteración desde el inicio”, reflexiona Ramos Quiroga.

En un comentario adjunto, Abdel Abdellaoui, investigador del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Amsterdam, hace hincapié en esto también: “En todos los factores, los genes asociados muestran una expresión máxima durante el desarrollo fetal, lo que destaca la importancia de los procesos de desarrollo temprano en el riesgo psiquiátrico”.

Con todo, Ramos Quiroga pide no perder de vista la complejidad de estos trastornos y recuerda que son multifactoriales: “Si tienes una susceptibilidad y le pones otros factores que aumentan esa susceptibilidad, es peor: hay factores genéticos que te confieren más riesgo y tienen que ver con cómo se desarrolla el cerebro, pero también hay otras variables relacionadas con factores inmunológicos; y, además, el entorno también influye porque, por ejemplo, si te genera estrés, eso afecta a nivel inmunológico”, subraya.

Abdellaoui coincide y apunta a que estos trastornos psiquiátricos parecen surgir cuando “ciertas combinaciones de genes y experiencias vitales se combinan de forma desfavorable”. “Esto debería replantear las enfermedades mentales no como una biología defectuosa, sino como la desafortunada intersección de la variación natural y el estrés ambiental”, defiende.

Redefinir el diagnóstico

Abdellaoui sostiene, por otra parte, que esas variantes genéticas están agrupadas en cinco categorías “que trascienden los límites diagnósticos actuales” y plantea si estos patrones genéticos compartidos entre 14 trastornos psiquiátricos pueden hacer repensar el marco diagnóstico de las enfermedades mentales. “Pocas variantes genéticas son exclusivas de un solo diagnóstico, lo que sugiere que las categorías del Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM; la herramienta convencional para el diagnóstico de trastornos psiquiátricos) podrían ser útiles clínicamente, pero son aparentemente arbitrarias a nivel biológico”, conviene.

Francina Fonseca, jefa de Psiquiatría del Hospital del Mar de Barcelona, defiende que las clasificaciones actuales siguen sirviendo porque ayudan a los profesionales a entenderse, a hablar el mismo lenguaje. Pero asume que hay que “hacer autocrítica, ser humildes y rigurosos” e intentar afinar cada vez más los diagnósticos.

La psiquiatra matiza que esta investigación, en la que no ha participado, no tendrá una repercusión inmediata en la práctica clínica, pero sí ayudará a clasificar mejor estas enfermedades: “En salud mental no tenemos pruebas de laboratorio o de neuroimagen que nos permita hacer un diagnóstico de lo que pasa en el cerebro. Nos centramos en síntomas, que pueden estar basados en la subjetividad de quien los sufre o los interpreta. Pero para alcanzar un buen abordaje diagnóstico y terapéutico, necesitamos encontrar la alteración fisiológica, qué circuitos cerebrales están alterados”.

Ramos Quiroga concuerda con que toda esta línea de investigación “ayudará a tener una clasificación de los trastornos mentales más vinculada a factores biológicos” y añade que también abre una puerta para identificar dianas moleculares sobre las que desarrollar nuevos fármacos.

II

Salud mental. Una revisión de estudios concluye que los hijos de personas con trastornos mentales tienen mayor riesgo de sufrirlos, en El País, por Daniel Mediavilla, 15 DIC 2023:

Los autores plantean que se haga un diagnóstico precoz a los parientes de personas con dolencias psiquiátricas para aplicar medidas preventivas.

Trastornos mentales

Los factores sociales y genéticos se combinan para hacer que los trastornos mentales sean más frecuentes en algunas familias. Los hijos de personas con enfermedades mentales tienen un mayor riesgo de sufrir sus mismos trastornos y otros diferentes. Esto se debe a una combinación de factores genéticos y del entorno que favorecen la aparición de esas dolencias y que son más frecuentes en unas familias que en otras. Ahora, una revisión de 211 estudios publicada en la revista científica World Psychiatry, ha tratado de estimar este incremento de riesgo tomando datos que incluyen a tres millones de hijos con al menos un progenitor afectado y 20 millones de personas más sin diagnósticos en la familia como control.

De media, los autores calculan que alrededor de uno de cada dos hijos de personas con ansiedad, trastorno bipolar o depresión sufrirá la dolencia de sus padres u otra. Más de un tercio de los hijos de padres con alguna adicción y uno de cada seis con psicosis también tendrán algún trastorno mental. En lo que respecta al incremento de riesgo de sufrir el mismo trastorno que su padre, que el progenitor tenga déficit de atención multiplica por ocho las probabilidades de que lo padezca su vástago. En el caso del trastorno bipolar multiplica las probabilidades por cinco, y en el de las adicciones, la depresión o la ansiedad por dos. Cuando se miran los riesgos combinados, los hijos de padres con psicosis multiplican por 5,8 el riesgo de padecer esa enfermedad y por 2,6 el de sufrir alguna otra. Las dos cifras son similares para el trastorno bipolar. Los resultados presentados en esta revisión de estudios van en la línea de estudios previos realizados con gemelos. Estos individuos idénticos genéticamente comparten hasta en un 77% la psicosis, en un 76% el trastorno bipolar, en un 40% la ansiedad y en un 34% la depresión.

En una conferencia de prensa organizada por el SMC España, Joaquim Raduà, psiquiatra del Hospital Clinic-IDIBAPS y coautor del estudio, ha señalado el valor de este trabajo para “identificar un subgrupo de la población en parientes de personas con mayor riesgo para aplicar tratamientos preventivos específicos”. En el estudio se advierte que esta búsqueda de síntomas entre los hijos de afectados por estas dolencias no se aplica de forma rutinaria y es algo que debería cambiar. “Esta prevención debería ser transdiagnóstica”, ha añadido Raduà, teniendo en cuenta que tanto los factores genéticos como los ambientales parecen favorecer la aparición de trastornos diversos.

Aunque no se puede saber si unas medidas de prevención concreta han evitado el desarrollo de un trastorno en una persona determinada, los estudios de población indican que son efectivos, pero es necesario que estén individualizados. Se ha observado que las intervenciones aplicadas en la escuela, de forma general, para prevenir síntomas depresivos o de ansiedad, no son eficaces y que pueden, incluso, causar daño a algunas personas. Por este motivo, es importante, según indican los autores, identificar las personas con mayor riesgo para iniciar las intervenciones de forma precoz.

Entre las medidas que se plantean, muchas de ellas tienen que ver con evitar factores que incrementan el riesgo de que una enfermedad se desencadene, como el consumo de cannabis o de otras sustancias, la mala salud metabólica y la obesidad, que se pueden prevenir haciendo ejercicio y teniendo una alimentación adecuada. Algunos factores como la exposición a sucesos traumáticos o a la pobreza extrema o el aislamiento social también favorecen la aparición de trastornos.

Alberto Ortiz Lobo, psiquiatra del Hospital Universitario La Paz, en declaraciones a SMC España, ha sido crítico con las conclusiones del estudio. “Los resultados revelan que un 55 % de la descendencia de padres diagnosticados de cualquier trastorno mental va a desarrollar algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida, con un intervalo de confianza de nada menos que entre el 7 % y el 95 %”, apunta. En su opinión, estas cifras imprecisas no permiten “plantearse ningún consejo genético, como parecen sugerir los autores, puesto que no se ha demostrado la asociación entre diagnósticos de trastornos mentales y herencia biológica”. Para Ortiz Lobo, es más relevante actuar sobre los determinantes sociales como el maltrato infantil, los bajos niveles educativos o la pobreza.

III

Liliana Galindo, psiquiatra: “Hay un pico de psicosis en mujeres, alrededor de la menopausia, del que no se habla mucho por el estigma”, en El País, por Daniel Mediavilla, 14 OCT 2025:

La especialista en fármacos psicodélicos, de la Universidad de Cambridge, habla del potencial de estos medicamentos para tratar enfermedades mentales

Liliana Galindo (Bogotá, Colombia, 40 años) compara las terapias con sustancias psicodélicas para tratar la salud mental con una cirugía. “Es un cambio de paradigma. Antes dábamos medicación diaria, enfocada a tratar síntomas que en ocasiones causa efectos secundarios y con expectativa de tomarse por años. Este tipo de terapias requiere una inversión inicial importante, porque, además del fármaco, es necesario un terapeuta, un psiquiatra, una enfermera, que trabajen todos juntos, pero en un periodo corto, quizá de unos tres meses, para dar un tratamiento intensivo que busca ir a la causa de la enfermedad”. La experiencia de Galindo dice que el esfuerzo merece la pena. “En muchos casos hay una mejoría total”, afirma. Y cierra la analogía: “En una cirugía, se usa una anestesia para tolerar el dolor físico, el cirujano interviene y limpia la herida y después el cuerpo se cura. Aquí usamos una sustancia para abrir y tolerar el dolor emocional, ver la herida, procesarla y después la persona continúa con la mejoría, como en un postoperatorio”.

Las drogas psicodélicas están de moda en medicina, tras décadas arrinconadas por la mala fama y la ilegalidad a la que condujo su uso recreativo y su asociación a la contracultura. En 2019, se aprobó el uso de la esketamina, un análogo a la ketamina, para tratar la depresión grave, y en los últimos años han proliferado los estudios que muestran las posibilidades del MDMA, el éxtasis, frente al estrés postraumático, o la psilocibina, el principio activo de los hongos alucinógenos, para la depresión.

Galindo, que es profesora asistente en psiquiatría en la Universidad de Cambridge, psiquiatra en Cambridgeshire and Peterborough NHS Foundation Trust y fundadora del Cambridge Psychedelic Research Group, visitó hace unos días Madrid para participar en Psymposium, un foro organizado por la Fundacion Inawe, que promueve el avance científico y ético en salud mental, neurociencia e investigación psicodélica. La investigadora, que empezó su carrera en España junto a Magí Farré y Víctor Pérez-Sola, en el Hospital del Mar de Barcelona, habla de unas sustancias que suponen un cambio de paradigma en el tratamiento farmacológico de la salud mental, y en la comprensión misma de la mente, pero que también requerirán otra forma de plantear los estudios que midan su eficacia real.

Pregunta. El hecho de que muchas de estas sustancias se hayan utilizado para divertirse, ¿condiciona las expectativas que se tiene sobre ellas o las posibilidades de utilizarlas?

Respuesta. El ser humano ha utilizado sustancias como herramientas para tener diferentes estados de conciencia por miles de años. En América, muchas comunidades indígenas han utilizado sustancias psicodélicas, como la ayahuasca. Hay personas que las utilizan por motivos espirituales y otras por motivos recreativos, pero el modelo médico tiene diferencias fundamentales. Se hace de manera supervisada, con una sustancia que conoces con precisión y en una cantidad justa, porque ya sabemos que la dosis hace el veneno o, en este caso, el remedio.

P. ¿Cómo funciona?

R. En general, la persona tiene que tener tres tipos de sesiones. Unas sesiones de preparación en las cuales se conoce con un terapeuta, establecen una serie de objetivos, se conoce el pasado de esa persona, para entender el contexto y poder decidir.

También hay que dar información para saber qué hacer si el paciente siente ansiedad o si le vienen memorias que le causan mucha angustia. En estas sesiones de preparación se pueden practicar ejercicios para tranquilizarse en ese momento.

Después de estas sesiones de preparación, viene el momento en que se consume la sustancia, que tiene que ser en compañía de un terapeuta, que no puede ser uno cualquiera, sino alguien entrenado en estas intervenciones, que son bastante distintas de las de psicoterapia habitual. Aquí el terapeuta no interviene tanto como en otras sesiones convencionales, es más como un copiloto que apoya a la persona, que es quien decide por qué camino va a transitar.

En el caso, por ejemplo, del trastorno por estrés postraumático, se facilita que el paciente conecte con esas memorias traumáticas para revisitarlas y procesarlas, y eso es algo que hace la persona sola.

Y después de esa sesión vienen las sesiones de integración, que habitualmente se hacen el día después. Esas sesiones son claves, porque en los psicodélicos se ha visto que una de las razones por las que actúan es la neuroplasticidad. Pueden crear cambios a nivel inflamatorio y a nivel neuronal, e incluso de las conexiones dendríticas, y estos cambios parecen ser claves en la reconsolidación de memorias. Es importante aprovechar esa ventana de mayor neuroplasticidad después de tomar la sustancia para que la persona procese qué pasó durante las cuatro, seis o más horas, según la sustancia, que pudo durar la experiencia, para darle un sentido propio a lo que ha sucedido. En este caso, también con un terapeuta de apoyo.

P. ¿Qué es lo que hace en el cerebro estas sustancias para que tengan esos potenciales efectos beneficiosos?

R. En el caso de los empatógenos, como el MDMA, tienen estructuras que a veces son bastante similares a la de la serotonina o de la dopamina. Estos, por un lado, aumentan la serotonina, la dopamina o la noradrenalina, y producen sensaciones de bienestar, de sentir conexión. Pero también parece que producen un aumento de la oxitocina. Y esta oxitocina, que es la molécula del apego, viene a tener una acción muy importante en el reprocesamiento de las experiencias traumáticas.

Si piensas en la oxitocina, uno de los momentos en que se secreta bastante es alrededor del parto y durante la lactancia, cuando se hace todo el proceso del apego. Pero también ayuda a superar muchas de las memorias y traumas que hay en torno al parto y el nacimiento. Pueden ser traumáticas en ocasiones, pero aun así lo hacemos más de una, dos y tres veces. Hay un punto de esa reconciliación de memorias donde la oxitocina tiene un rol importante.

P. ¿Y los psicodélicos clásicos, como la psilocibina?

R. La acción específica es en uno de los receptores de serotonina, que son los 5HT2A. Esta acción serotoninérgica cambia nuestras conexiones cerebrales, se hace una especie de reset a patrones cognitivos previos.

Hay muchas enfermedades mentales en las que hay patrones cognitivos rígidos: las rumiaciones, cuando tenemos ansiedad y damos vueltas sobre lo mismo; en la depresión tenemos una idea o convicción de que algo está mal, pensamientos circulares difíciles de evitar; lo vemos también en el trastorno obsesivo compulsivo o en los trastornos de alimentación, con creencias sobre el cuerpo que son muy circulares.

Estas sustancias parecen hacer un reset en esas ideas y los cambios se ven bastante rápido, como después de sesiones con psilocibina, donde se ha visto mayor rango terapéutico. Ha mostrado mejoras muy grandes en depresiones resistentes al tratamiento, y se está viendo que incluso en TOC o en trastornos de alimentación hay evidencia preliminar que sugiere que pueden mejorar.

P. Si los psicodélicos facilitan plasticidad en el cerebro, igual que ayudan a deshacer nudos que provocan la depresión, ¿también pueden generar problemas nuevos?

R. Claro que sí, esto hay que investigarlo. Se han visto síntomas secundarios, sobre todo cuando las dosis no son supervisadas o el marco no es el adecuado. En contextos cuidados, parece seguro. Pero necesitamos entender mejor en qué dosis, para quién y cómo.

P. Ahora que los psicodélicos se empiezan a aceptar e, incluso, están de moda, a veces se ve una percepción de que son inocuos. ¿Qué riesgos hay que controlar con estas sustancias?

R. No son inocuos, pero ni los psicodélicos, ni cualquier tratamiento. Todo depende de la dosis, de quién la toma y de cómo la toma. El mayor peligro y lo que ha dado mala reputación a muchas de estas sustancias es que han existido en un mercado ilegal, donde la gente cree que toma cosas que no son. Por eso en el ámbito clínico lo primero que se monitoriza son las dosis. No hay opción de aumentar porque “se siente bien”.

Y, por supuesto, el hecho de que no todos los psicodélicos son buenos para todo y para todos, aunque tengan un potencial terapéutico muy grande.

Gran parte del enfoque de la investigación ahora es tratar de entender, de todas las sustancias que parecen tener un potencial terapéutico, qué tipo de personas se van a beneficiar y cuáles no. Hay que entender las contraindicaciones y qué personas se pueden beneficiar, por ejemplo, de una terapia con MDMA, con psilocibina o ayahuasca. Son totalmente diferentes.

Parte de la investigación es tratar de entender cómo cambia el efecto de las sustancias la historia personal, cuál es la enfermedad que estamos tratando, incluso cuál es la historia familiar, si hay otros miembros que hayan tenido enfermedades mentales o hayan tenido anteriormente reacciones adversas a sustancias de este tipo.

P. También trabaja en psicosis, en detectar con antelación las personas con riesgo de sufrirlas para evitarlas o paliar sus efectos.

R. La psicosis se refiere cuando alguien tiene cambios en su percepción de la realidad. Una persona comienza a tener una idea que se vuelve tan fuerte que, de cierta manera, nuestro cerebro trata de procesar toda la información que le llega como confirmación de esa idea, o trata de asociarla a esa idea y relacionar cosas que no están relacionadas. Y de repente es como si esa idea se robara toda la energía, toda la atención en la vida. Esa creencia comienza a ser lo más importante. Habitualmente está asociada a un miedo muy grande, lo que llamamos paranoia.

Hay diferentes contenidos: la persona puede creer que le están persiguiendo, o que tiene un poder, un superpoder, o que tiene una misión, pero de repente comienza a ver que todo está relacionado con esa idea. Ya sea: “me están persiguiendo”, “mi vecino es un alien”, la idea que sea.

Eso es lo que llamamos delirios. Aparte, otras personas pueden presentar lo que llamamos alucinaciones. Lo más frecuente es escuchar voces o cosas que no están ahí. Algunas personas también pueden ver cosas, pero es menos habitual. Además de estos cambios en la percepción y en el procesarmiento de información viene acompañada de un miedo enorme.

P. ¿Qué más se sabe?

R. En la mayoría de los casos comienza antes de los 20 y es más frecuente en los hombres. También sabemos que hay un segundo pico de psicosis de presentación que suele pasar en mujeres alrededor de cambios hormonales en la menopausia. De esto no se habla mucho y todavía hay mucho estigma, pero existe.

Lo que sabemos es que cuando las personas están presentando estos cambios, lo más importante es poder detectarlos a tiempo. Porque en ese momento hay un proceso de inflamación que está creando cambios a nivel cerebral que pueden producir, a largo plazo, cambios cognitivos o de memoria.

P. ¿Se puede intervenir?

R. A nivel mundial, el primer modelo de intervención temprana se desarrolló en Australia. La persona, durante al menos 3 años, va a ser vista muy frecuentemente, casi cada semana, por médicos, psicólogos, terapeutas ocupacionales; se trabaja con la familia, con la escuela, con el trabajo. Todo se enfoca en ayudar a que la persona vuelva a su vida como estaba antes de enfermar.

Lo que se ha visto es que, si se logra hacer este cambio en los primeros 3 años, y sobre todo, lo más importante, si la persona logra reconocer ese episodio como algo anormal, entender por qué es mejor seguir el tratamiento, detectar los síntomas tempranos de recaída (cada persona tiene los suyos), y vuelve a su funcionamiento previo, se puede prevenir a mediano o largo plazo que la enfermedad se deteriore.

Antes creíamos que no había forma de detener el progreso de las psicosis, o que necesariamente todo el mundo acabaría con mucho deterioro en un hospital mental. Ya sabemos que no es así. Pero hay que actuar temprano y trabajar mucho en tratamiento y en la educación de la persona y de la familia.

martes, 9 de diciembre de 2025

Los 10 científicos más relevantes del año para Nature

 El primer bebé tratado con terapia génica personalizada protagoniza las historias de ciencia más relevantes de 2025.  En El País, por Patricia Fernández de Lis, 8 DIC 2025:

La revista ‘Nature’ elige a los 10 personajes que han marcado la investigación este año, desde el primer tratado global contra pandemias hasta la científica que se resistió a Trump.

K.J. Muldoon tenía seis meses de vida cuando se convirtió en el primer bebé en recibir una terapia de edición génica CRISPR diseñada exclusivamente para él. Nacido en agosto de 2024 con una deficiencia ultra-rara que impedía a su cuerpo procesar proteínas, el bebé acumulaba amoníaco tóxico en la sangre que amenazaba con dañar su cerebro de forma irreversible. Alrededor de la mitad de los bebés con esta condición muere. Pero un equipo del Hospital Infantil de Filadelfia logró algo sin precedentes: en solo seis meses, crearon una terapia que corregía una única letra defectuosa en su genoma. K.J. volvió a casa en junio. Su historia abre el especial que publica este lunes la revista Nature, que cada año selecciona a las 10 personas que han dado forma a la ciencia. En 2025, la lista incluye desde una directora de salud pública despedida por defender la integridad científica hasta un físico de 85 años que acaba de inaugurar el telescopio que soñó hace tres décadas.

Susan Monarez: la científica que duró un mes con Trump

Microbióloga e inmunóloga con casi 20 años de experiencia como científica en cargos públicos, Susan Monarez fue nombrada directora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en julio. Un mes después fue cesada. “Me despidieron por mantener la línea sobre integridad científica”, testificó ante el Congreso en septiembre. Según su versión, se negó a obedecer órdenes del polémico secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr, que le ordenó despedir a científicos de la agencia y aprobar recomendaciones sobre vacunas sin considerar primero la evidencia científica.

Achal Agrawal: el detective de la mala ciencia

Cuando un estudiante universitario le propuso un proyecto de investigación usando software para “parafrasear” trabajos científicos publicados, Achal Agrawal se quedó atónito. El estudiante insistía en que no era plagio porque pasaba los controles de la universidad. Esa interacción llevó al matemático, ahora científico de datos freelance en Raipur, a dejar su puesto universitario un mes después y dedicarse a crear India Research Watch (IRW), una plataforma con más de 77.000 seguidores en LinkedIn que denuncia violaciones de integridad científica. El coste personal ha sido alto: Agrawal está sin empleo, se enfrenta a una demanda de una universidad privada.

Mengran Du: ecosistemas increíbles a nueve kilómetros de profundidad

Desde el sumergible Fendouzhe, observando a más de nueve kilómetros bajo la superficie del océano, la geocientífica china Mengran Du supo que estaba viendo algo totalmente nuevo para la ciencia. Las luces de la nave iluminaron un ecosistema próspero en la capa más baja del océano, donde se halló el ecosistema más profundo conocido con animales en el planeta, al noreste de Japón. Du completó 24 inmersiones en el sumergible de titanio, en un área de apenas 1,8 metros.

Tony Tyson: el visionario del telescopio de 810 millones

A sus 85 años, Tony Tyson acaba de ver las primeras imágenes del Observatorio Vera Rubin en Chile, un proyecto que concibió hace más de 30 años. “Cuando lo vi, dije ‘guau’”, recuerda el físico. Su diseño compacto y sin precedentes, con un coste de 810 millones de dólares, ha hecho del Rubin una de las mayores apuestas de la astrofísica del año. “Mucha gente no creía que fuera posible”, dice Tyson. Ahora espera que su telescopio descubra “algo que nos vuele la cabeza”.

Precious Matsoso: la negociadora del primer tratado pandémico global

El 16 de abril de 2025, a las 2 de la madrugada en Ginebra, las casi 190 naciones de la Organización Mundial de la Salud alcanzaron consenso sobre el borrador del primer tratado pandémico global. “Estoy abrumada, llena de alegría”, dijo esa mañana Precious Matsoso, copresidenta del grupo de la OMS que dirigió la negociación tras más de tres años de conversaciones agotadoras. Matsoso cuenta ahora a Nature que su estrategia como negociadora fue usar la firmeza (“no quiero oír las palabras ‘línea roja’”) y el sentido del humor (cantó All you need is love de los Beatles a los delegados). El tratado, adoptado formalmente en mayo, requiere que las compañías proporcionen al menos el 20% de vacunas y medicamentos pandémicos a la OMS.

Sarah Tabrizi: prevenir el Huntington

En septiembre, la neuróloga del University College de Londres Sarah Tabrizi vio por primera vez datos que llevaba décadas persiguiendo: la evidencia de que una terapia génica puede ralentizar la progresión del Huntington, un trastorno neurodegenerativo hereditario devastador. “Estaba empezando a preocuparme de que, quizás, cuando las personas desarrollan síntomas, ya era demasiado tarde para tratar la enfermedad”, admite. Tabrizi lidera actualmente una investigación para evaluar cinco terapias adicionales y comprobar si se puede “prevenir que el Huntington ocurra”, explica.

Luciano Moreira: millones de mosquitos contra el dengue

En una fábrica en el distrito industrial de Curitiba (Brasil) millones de mosquitos Aedes aegypti se reproducen en una sala. Cada semana, la instalación produce más de 80 millones de huevos de mosquito. En el corazón de este proyecto está Luciano Moreira, ingeniero agrónomo y entomólogo que abrió esta fábrica en julio como parte de un esfuerzo para combatir enfermedades transmitidas por mosquitos en su país. En la instalación de Curitiba, los mosquitos son infectados con una bacteria llamada Wolbachia, que frena la transmisión de patógenos humanos. La descendencia de esos insectos está siendo liberada en ciudades brasileñas para ayudar a controlar el dengue. La nueva fábrica se ha convertido en un hito de la salud pública brasileña después de que el gobierno federal lo reconociera como medida oficial de salud pública.

Liang Wenfeng: el disruptor detrás de DeepSeek

En enero, un anuncio desde China sacudió el mundo de la inteligencia artificial. La firma DeepSeek lanzó su poderoso modelo, demostrando instantáneamente que Estados Unidos no estaba tan adelantado en la IA como muchos pensaban. Detrás de este anuncio está Liang Wenfeng, un ex analista financiero de 40 años que, según han publicado diferentes medios, ganó millones de dólares aplicando algoritmos de IA al mercado de valores antes de usar el dinero en 2023 para establecer DeepSeek. Wenfeng es extremadamente reservado y se sabe poco de él. En septiembre, el modelo se convirtió en el primer gran LLM (Large Language Model, o Modelo de Lenguaje Grande, como ChatGPT) en someterse al escrutinio de revisión por pares.

Yifat Merbl: el sistema inmune oculto en la basura celular

Cuando Yifat Merbl, bióloga de sistemas del Instituto Weizmann en Rehovot (Israel) y su equipo investigaron los centros de reciclaje celular conocidos como proteasomas descubrieron una parte completamente nueva del sistema inmune. “Hasta ahora, no podíamos detectarlo”, dice Merbl, “porque no mirábamos en los cubos de basura de las células”. Ella y su equipo usaron modelos computacionales y encontraron más de 270.000 antimicrobianos posibles. Los resultados de su investigación se publicaron en marzo y han entusiasmado a muchos expertos en este campo.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

El biotecnólogo David Liu halla un mismo método para desactivar un tercio de todas las enfermedades genéticas

 Dossier

I

 Nace PERT, una medicina experimental multiusos que promete arreglar la causa de cientos de enfermedades genéticas, en El País, por Manuel Ansede, 19 NOV 2025: 

Uno de los mejores científicos del mundo, David Liu, propone una estrategia revolucionaria para revertir con un tratamiento similar el 30% de las patologías raras

Las curaciones milagrosas de enfermedades genéticas, logradas gracias a la modificación minuciosa del ADN de cada paciente y celebradas con razón a bombo y platillo, son solo excepciones en una tragedia. Hay más de 7.000 enfermedades raras identificadas, pero apenas existen tratamientos para el 5%, pese a que afectan a más de 300 millones de personas. Uno de los mejores científicos vivos, el químico estadounidense David Liu, anuncia este miércoles una idea revolucionaria: una medicina experimental multiusos que promete arreglar la causa de decenas, o incluso cientos, de enfermedades genéticas diferentes. Un único tratamiento, multitud de problemas distintos resueltos en miles de pacientes, esa es la estrategia. Su nombre es PERT.

Actualmente se necesitan años y millones de euros para desarrollar un solo tratamiento de edición genética para una mutación específica de una o pocas personas. Liu, del Instituto Broad (Cambridge, EE UU), argumenta que, a menudo, el cuello de botella no son los avances científicos, que ya existen, sino las exigencias de las autoridades, los precios de fabricación y el reto de comercializar fármacos que solo sirven para un puñado de pacientes. Las empresas de edición genética, alerta, “tienen que tomar la desgarradora decisión de qué objetivos perseguir, que es lo mismo que decidir qué pacientes se van a quedar atrás”. Tras años de devanarse los sesos, Liu propone una solución: “La edición genética agnóstica respecto a la enfermedad”.

El ADN es como un libro de recetas para producir proteínas, las máquinas moleculares que se ocupan de las principales tareas dentro de un ser vivo. Cada célula lee esas instrucciones genéticas para saber qué ingredientes tiene que añadir, hasta que llega a un mensaje final que indica que la receta ha terminado y la proteína está completa. Las erratas en el ADN, sin embargo, pueden arruinar el proceso. Un tercio de las enfermedades genéticas están provocadas por las denominadas mutaciones sin sentido, que detienen la fabricación antes de tiempo y provocan proteínas truncadas y nocivas.

El equipo de David Liu no propone corregir estas mutaciones una por una, como hasta ahora, sino hacer sofisticadas modificaciones genéticas para que cada célula produzca una molécula que consigue que la receta se lea correctamente hasta el final, independientemente de la proteína implicada. Los investigadores han hecho un primer intento con éxito en cuatro enfermedades congénitas aparentemente muy diferentes: la de Tay-Sachs, un trastorno neurodegenerativo que hace que los niños mueran antes de cumplir cuatro años; la de Batten, también letal y asociada a un deterioro progresivo de las capacidades; la de Niemann-Pick, causante de la acumulación de grasas en el cerebro; y el síndrome de Hurler, que provoca una cascada de complicaciones respiratorias y cardíacas antes de que llegue la adolescencia.

Gracias a un mismo tratamiento PERT, Liu y sus colegas han conseguido revertir estas enfermedades en células humanas en el laboratorio y, en el caso del síndrome de Hurler, también en ratones. Es solo una prueba de concepto, pero revolucionaria. “Queda mucho trabajo por delante para hacer realidad el potencial a largo plazo de PERT para beneficiar a los pacientes”, explica Liu a EL PAÍS. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial.

La palabra pert en inglés significa atrevido, descarado, un adjetivo que encajaría con la audacia del proyecto, pero Liu aclara que, en su caso, PERT es solo el acrónimo de “prime editing-mediated readthrough of premature termination codons”. El nombre se podría traducir como lectura continua mediada por editores de calidad de codones de terminación prematuros, siendo los codones de terminación esas secuencias del ADN que marcan el final de la producción de una proteína.

David Liu, californiano de 52 años, recibió en abril el Premio Breakthrough de Ciencias de la Vida, dotado con tres millones de dólares y considerado una antesala del Nobel. Hay pocas dudas de que acabará ganando el galardón sueco. En 2012, la bioquímica francesa Emmanuelle Charpentier y la química estadounidense Jennifer Doudna se percataron de que unas tijeras microbianas se podían emplear para modificar el ADN humano y acabaron ganando el Nobel de Química. Aquella técnica ―bautizada CRISPR por el microbiólogo español que descubrió el fenómeno en las bacterias, Francis Mojica― era muy útil para dar un tijeretazo dirigido e inactivar un gen, pero quedó obsoleta rápidamente. En 2016, el equipo de David Liu inventó los editores de bases, derivados de los CRISPR iniciales, pero más precisos, comparables con un lápiz con goma de borrar, capaz de eliminar una sola letra del ADN y sustituirla por otra. En 2019, Liu anunció una nueva herramienta: la edición de calidad. “Es como un procesador de texto: puedes buscar una secuencia específica [en el ADN] y sustituirla entera por otra secuencia que tú quieras”, en sus propias palabras.

El biotecnólogo Lluís Montoliu no escatima elogios. “Esto va más allá de anunciar una nueva terapia génica. Sobre el papel, supuestamente, entre un 20% y un 30% de todas las mutaciones ahora podrían ser tratables, lo cual es para hacerle la ola a David Liu. Este señor es infinito en la cantidad de avances que es capaz de generar junto a su equipo en tan poco tiempo”, aplaude Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología, en Madrid. El 24% de las 200.000 mutaciones causantes de enfermedades son precisamente mutaciones sin sentido, como las ahora tratadas con éxito con PERT en el laboratorio.

Las instrucciones escritas en el ADN se transcriben en otro lenguaje genético, el ARN mensajero, que a su vez se traduce en proteínas gracias a otra pequeña molécula: el ARN de transferencia. El equipo de Liu ha utilizado su técnica de edición de calidad para diseñar un nuevo ARN de transferencia e instalarlo permanentemente en el genoma de las células. “De alguna manera estamos cambiando la gramática de la traducción de proteínas, para que cuando lleguen esos stops prematuros no sean el punto final de la frase, sino que siga la producción”, celebra Montoliu, vicepresidente de la Asociación para la Investigación Responsable e Innovación en Edición Genética.

“Es una idea brillantísima”, recalca el biotecnólogo español, que destaca el cambio de estrategia. “El problema de la terapia génica actual es que es una terapia de lujo, para muy pocas personas, extraordinariamente personalizada”, expone. “A pesar de que se nos llena la boca y aplaudimos cada vez que ocurre una nueva terapia génica, lo cierto es que si sumas todos los pacientes que han podido ser tratados son unas pocas decenas, estamos muy lejos de llegar a todos los pacientes de enfermedades raras. Se necesitan ideas distintas. Se necesitan estrategias innovadoras. Y esto es lo que nos presenta David Liu”, proclama Montoliu.

El biólogo Xurde Menéndez Caravia utiliza el editor de bases de David Liu para corregir mutaciones puntuales en el gen LMNA, asociadas a enfermedades del corazón. El investigador coincide en el adjetivo al describir la “brillantísima” nueva estrategia. “Es un estudio titánico, con una cantidad de trabajo cósmica. No es una técnica dirigida a corregir una mutación, ni siquiera a corregir una enfermedad concreta, sino potencialmente todas las enfermedades, o al menos varias, que estén causadas por los codones de parada”, reflexiona Menéndez Caravia, del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, en Santander.

“Habrá que ver los efectos que tiene a largo plazo, pero, en líneas generales, abre una dimensión nueva en el campo de la edición génica, porque trata las enfermedades de manera agnóstica. Da igual la enfermedad que sea, lo que queremos es traspasar ese codón de parada prematuro, y este artículo lo hace brillantemente”, zanja Menéndez Caravia.

II

David Liu, químico: “Podemos corregir la inmensa mayoría de los errores en el ADN que causan las enfermedades genéticas”, en El País, por Manuel Ansede, 28 MAR 2023:

El científico ha inventado una revolucionaria herramienta para modificar el genoma que ya ha salvado la vida de una niña con un cáncer muy agresivo

La revista de la Universidad de Harvard publicó hace casi un par de décadas que a uno de sus profesores, el químico David Liu, le habían prohibido la entrada en unos casinos de Las Vegas cuando tenía 29 años, tras ganar demasiado dinero jugando al blackjack. Preguntado sobre si es una leyenda urbana, Liu sonríe. “Es parcialmente cierto. En realidad tenía 21 años y no fue solamente una noche”, responde entre carcajadas. El químico fue un joven prodigio. Con 26 años era profesor en Harvard. Con 31 ya era catedrático. Como diversión, utilizaba las matemáticas mentalmente para tener ventaja en el blackjack, un juego de naipes en el que gana quien suma 21 puntos. Con 43 años, en 2016, su equipo inventó los editores de bases, una herramienta para modificar el ADN con precisión que está revolucionando la medicina. Hace tres meses, un hospital de Londres anunció que había utilizado los editores de bases para salvar la vida de Alyssa, una niña de 13 años con una leucemia muy agresiva.

“Su cáncer está en remisión completa”, celebra Liu. El manual de funcionamiento de un ser humano, presente en cada célula, es un texto con más de 3.000 millones de letras químicas. Los errores en este ADN provocan el cáncer y multitud de enfermedades. Liu quiere reescribir este libro humano para eliminar las erratas. El químico californiano, nacido en Riverside hace 49 años, compara sus editores de bases con un lápiz con una goma de borrar, capaz de eliminar una sola letra y sustituirla por otra.

El equipo médico de Alyssa, del University College de Londres, empleó los editores de bases para modificar glóbulos blancos de un donante y ayudar a que atacasen a las células del cáncer de la niña. Las asombrosas técnicas de David Liu han dejado desfasadas las herramientas de edición genética anteriores, incluso las conocidas como CRISPR, inventadas en 2012 y ganadoras del Nobel de Química de 2020. El investigador compara las CRISPR originales con unas tijeras, útiles para inactivar genes de manera tosca, pero no para reescribir con precisión. Su propio lápiz con goma ya está siendo superado. En 2019, Liu anunció una nueva herramienta: la edición de calidad. “Es como un procesador de texto: puedes buscar una secuencia específica y sustituirla entera por otra secuencia que tú quieras”, explica por videoconferencia. Sus editores de calidad, todavía en fase experimental, pueden teóricamente corregir el 89% de las 75.000 variantes genéticas asociadas a enfermedades.

Pregunta. Hay 20 millones de nuevos casos de cáncer cada año en el mundo. ¿Cuántos de estos pacientes podrían beneficiarse de los editores de bases o de los editores de calidad?

Respuesta. El cáncer no es una enfermedad, son cientos de enfermedades. Y cada una de ellas presenta diferentes cambios moleculares que lo provocan. Creo que la estrategia utilizada con Alyssa es muy prometedora para pacientes con leucemia de las células T y posiblemente para otros tumores de la sangre, pero es muy pronto para saber qué papel pueden desempeñar estas herramientas en otros tipos de cáncer.

P. Esto parecía ciencia ficción en 2016, incluso para usted.

R. Estos editores de bases y editores de calidad no existen en la naturaleza. Son máquinas moleculares diseñadas. Me parece increíble que los seres humanos estemos tomando tan rápido el control de nuestros genomas y de las faltas de ortografía que provocan las enfermedades genéticas.

P. Hay 400 millones de personas afectadas por alguna de las 7.000 enfermedades causadas por mutaciones en un solo gen. Su colega Fyodor Urnov, de la Universidad de California en Berkeley, se preguntaba hace tres meses: “¿Por qué no las estamos curando ya?”. Él sostiene que los principales obstáculos no son técnicos, sino legales, financieros y de organización.

R. Estoy de acuerdo. Todavía hay desafíos técnicos y científicos importantes, como aprender a modificar el ADN de maneras que serían terapéuticas, pero que no sabemos hacer. Y, por supuesto, todavía no sabemos cómo llegar a determinados tejidos del cuerpo. Pero estoy de acuerdo con Fyodor en que existen barreras de fabricación, regulatorias y otras no científicas, que habrá que abordar si queremos maximizar el beneficio de estas tecnologías para la sociedad.

P. ¿Va a morir mucha gente por obstáculos que no son científicos?

R. Si alguien muere por una enfermedad, la culpa es de la enfermedad, no de los organismos reguladores. Los reguladores no matan a nadie. El objetivo es garantizar que estos tratamientos sean lo más eficaces que sea posible, pero también que sean seguros. La historia de la medicina está plagada de ejemplos en los que médicos y científicos bienintencionados no comprendieron suficientemente bien los efectos secundarios de sus terapias experimentales y acabaron perjudicando a los pacientes. El objetivo es evitar que esto ocurra.

P. ¿Usted cuántas cartas recibe de padres con niños con enfermedades genéticas?

R. Unas cinco o diez cartas cada semana. Intentamos responder a todas. En los inicios de los editores de bases, la tecnología podía arreglar pocas de las mutaciones de una sola letra que nos contaban, pero ahora casi siempre existe una tecnología para corregir el error, ya sea con editores de bases o con editores de calidad. En algunos casos, sin embargo, no se ha demostrado que corregir el error pueda realmente curar al paciente. En algunas enfermedades genéticas es tarde, porque el daño aparece muy pronto. En muchos casos, por desgracia, tengo que explicar a las personas que nos envían las cartas que hace falta una ciencia muy sólida para vincular una mutación genética a una enfermedad. Y también necesitas buenos modelos animales que imiten esa enfermedad. Para la mayoría de estas enfermedades no hay, por lo que es difícil probar si la edición genética puede funcionar. Y, por supuesto, aunque haya modelos animales, necesitas años de trabajo para demostrar que corregir una mutación puede corregir la enfermedad. Comprendo que pueda ser frustrante para la familia de un paciente saber que conocemos una tecnología que puede corregir un error en el ADN que podría ser la causa de la enfermedad genética que afecta a su hijo o a su hija. Sin embargo, la tecnología de edición genética no es suficiente por sí sola. Así que la buena noticia es que ya tenemos tecnologías que pueden corregir la inmensa mayoría de los errores en el ADN que causan las enfermedades genéticas conocidas. Pero, aunque este es un paso importante, necesitamos el resto de pasos para desarrollar estrategias terapéuticas.

P. Fyodor Urnov, en el mismo artículo publicado en The New York Times, calculaba que se necesitan cuatro años y unos 10 millones de dólares para obtener un fármaco de edición genética.

R. Diez millones suena correcto, incluso es una cifra baja. Yo diría que puede costar entre un millón y 100 millones de dólares. Y cuatro años me parece muy rápido. Me parece un plazo ambicioso para comenzar un ensayo clínico, pero no para obtener la autorización de un fármaco. Es un punto de vista importante, para que la gente se dé cuenta de que, cuando leen una noticia de que un tratamiento funciona en un animal, todavía faltan años de trabajo para que ese tratamiento esté disponible para los pacientes.

P. ¿Quién puede invertir 10 millones de dólares para desarrollar un fármaco que solo se puede utilizar en una persona con una mutación específica?

R. Esa es una de las principales cuestiones a las que se enfrenta nuestro campo. Ya estamos trabajando en algunas estrategias para intentar resolver este problema. Creo que hay algunas maneras de utilizar un agente de edición genética para tratar muchas mutaciones diferentes e incluso muchas enfermedades genéticas diferentes. Espero que podamos informar pronto de algunas novedades al respecto.

P. Después de la remisión del cáncer de Alyssa, ¿qué será lo próximo?

R. Hay cuatro ensayos clínicos en marcha con editores de bases. 

Uno de ellos es el de Alyssa, del University College de Londres. 

El primer ensayo que va a administrar editores de bases directamente en los pacientes [no en sus células en el laboratorio] es una colaboración entre las empresas Verve y Beam, para reducir niveles altísimos de colesterol malo relacionados con el gen PCSK9. 

El ensayo Beam-101, contra la enfermedad de células falciformes y la beta talasemia, ya está reclutando pacientes. 

Y también hay en marcha otro ensayo clínico en China para tratar la beta talasemia. Espero que Alyssa sea el preludio de muchos más resultados positivos.

P. ¿Cuándo se probarán los editores de calidad en un ensayo clínico en humanos?

R. Habría que preguntar a Prime Medicine, la empresa que está desarrollando tratamientos con editores de calidad. Esperan tener un fármaco en fase de investigación en 2024, así que espero que los ensayos clínicos empiecen pronto, en pocos años [David Liu es cofundador de las empresas Beam Therapeutics y de Prime Medicine].

P. ¿Cómo se imagina usted la medicina dentro de 10 años?

R. Me sentiría decepcionado si, dentro de 10 años, no tuviéramos bastantes ensayos clínicos, tanto con los editores de bases como con los editores de calidad. Y espero que tengamos los primeros fármacos aprobados que sean máquinas moleculares capaces de ir a la célula de un paciente y cambiar específicamente un error que cause una enfermedad genética. O, como están haciendo las empresas Verve y Beam, introducir un cambio preciso que disminuya tu riesgo de padecer una enfermedad grave. Si hacemos otra entrevista en 2033 espero que estén aprobados los primeros fármacos que nos permitan tomar el control de nuestros genomas, sin depender tanto de errores en nuestro ADN que determinan el destino genético de tantos millones de personas.

Espero que en 10 años estén aprobados los primeros fármacos que nos permitan tomar el control de nuestros genomas

P. Usted tuiteó el otro día que las personas somos accidentes felices.

R. Me refería al azar en la evolución. Los organismos evolucionan y sus mutaciones son parcialmente al azar. Que un gen evolucione de una manera o de otra se puede considerar un accidente feliz. La evolución depende de sucesos fortuitos que hacen que los resultados sean estocásticos, difíciles de predecir. En ese sentido, el hecho de que los humanos hayan evolucionado como lo han hecho es un poco una cuestión de suerte, o de mala suerte, según la perspectiva de cada uno. Como dijo [el biólogo estadounidense] Stephen Jay Gould, si rebobinas la película de la vida y vuelves a empezar desde el primer organismo en la sopa primigenia, volviendo a ver la evolución durante miles de millones de años, me sorprendería que todo acabe con nosotros hablando en esta entrevista. Hay abrumadoras probabilidades de que acabase con resultados muy diferentes.

P. Entonces, ¿usted no ve la mano de un Dios en ninguna parte en el ADN?

R. Es una pregunta difícil de responder. Sin comentarios [risas].

P. Usted apoyó una moratoria sobre la edición de la línea germinal [modificaciones heredables que se llevan a cabo en los óvulos, en los espermatozoides o en los propios embriones cuando son solo una célula], para impedir la creación de bebés modificados genéticamente. Fue en 2019. ¿Todavía apoya la moratoria?

R. No es una cuestión sencilla de blancos y negros, como en la mayoría de los asuntos importantes, pero creo que actualmente hay muy pocas razones para editar la línea germinal. Sí preveo que, en el futuro, habrá más casos, especialmente cuando ya se haya probado más la edición de células somáticas [células que no son ni óvulos ni espermatozoides] e incluso haya fármacos aprobados. Ese podría ser un mejor momento para analizar las ventajas y los inconvenientes de la edición genética de la línea germinal. Por ahora, creo que los riesgos éticos y científicos son demasiado altos como para justificar el escaso número de casos hipotéticos en los que se podría considerar necesaria la edición de la línea germinal.

P. ¿Qué tipo de casos se imagina en el futuro?

R. Bueno, en el futuro puede haber mayor voluntad de editar la línea germinal. Una vez que la edición genética de células somáticas esté lo suficientemente madura como para que haya un alto grado de confianza en su seguridad y eficacia, creo que la gente, con naturalidad, volverá a plantearse la edición de la línea germinal. Actualmente, no creo que deba ser una prioridad.

jueves, 16 de octubre de 2025

Avances contra el cáncer

 Publicado también en Jama. El número de personas con genes asociados al cáncer es mayor de lo esperado: estos son los más afectados. En El Confidencial, por F. S. B., 16/10/2025:

Un nuevo estudio ha analizado la información genética de más de 400.000 personas y ha concluido que la proporción de quienes presentan variantes conocidas de riesgo es algo mayor del 5%

Aunque la mayor parte de los casos de cáncer se consideran esporádicos, una parte se definen como hereditarios, ya que algunas personas llevan en su ADN variantes que aumentan el riesgo. Ahora, un equipo de investigadores ha analizado la información genética de más de 400.000 personas y ha concluido que la proporción de quienes presentan variantes conocidas de riesgo es algo mayor del 5%, una cifra es superior a la esperada: cerca del doble en variantes de los genes BRCA1 o BRCA2 y entre 10 y 20 veces superior en variantes relacionadas con cáncer de tiroides. Se trata del primer gran estudio de este tipo hasta fecha y ha sido publicado este jueves en la revista JAMA. En él, los investigadores han detectado que uno de cada 20 adultos porta mutaciones genéticas patogénicas que incrementan su riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer. El hallazgo, basado en datos del programa estadounidense All of Us, sugiere que las actuales recomendaciones médicas podrían estar dejando fuera a millones de personas en riesgo. En concreto, analizaron los genomas de más de 414.000 participantes sin enfermedad diagnosticada, identificando variantes patogénicas o probablemente patogénicas (P/LPVs) en 72 genes de susceptibilidad al cáncer. En total, 20.968 individuos (el 5,05 %) portaban alguna de estas alteraciones, y 469 tenían mutaciones en más de un gen. “Este porcentaje es más alto de lo que se pensaba. Indica que la predisposición genética al cáncer es más común y diversa de lo que reflejan las actuales guías de cribado”, señalan los autores del estudio.

Los genes más afectados

El gen MUTYH, relacionado con el cáncer colorrectal hereditario, fue el más alterado (1,33 % de los participantes), seguido de BRCA2 (0,42 %) y MITF (0,37 %). Los síndromes hereditarios más frecuentes fueron:

Cáncer de mama y ovario hereditario (BRCA1/2): 2.636 casos.

Síndrome de Lynch, asociado al cáncer colorrectal y endometrial: 1.247 casos.

Paraganglioma-feocromocitoma hereditario: 801 casos.

El estudio encontró variaciones significativas entre grupos raciales, aunque no por sexo. Los participantes blancos presentaron la mayor prevalencia de mutaciones (5,72 %), mientras que los asiáticos mostraron la más baja. En 12 genes hubo diferencias relevantes entre individuos hispanos y no hispanos. En cualquier caso, los autores advierten, sin embargo, que la raza o la etnia no deben usarse como criterios clínicos, ya que no reflejan la verdadera ascendencia genética.

Para la experta Conxi Lázaro, que no ha participado en este trabajo, el estudio "pone de relieve que el número de variantes patogénicas en genes relacionados con la predisposición al cáncer hereditario es, probablemente, mayor a lo que se pensaba hace años y que los criterios personales/familiares para la realización de un estudio genético pueden dejar en algunos casos fuera de estudio a pacientes que podrían ser portadores. Aunque en el caso de alteraciones en genes de baja/moderada penetrancia también podría llevar a un sobrediagnóstico innecesario, si hay una ausencia total personal o familiar de historia relacionada con la predisposición en cuestión". Eso sí, Lázaro, que es jefa del grupo de investigación en Cáncer Hereditario del Instituto Catalán de Oncología-IDIBELL, aclara en declaraciones a la agencia SMC que "no constituye ningún motivo de alarma, solo resalta la importancia de la adecuada concienciación de los profesionales implicados y del adecuado asesoramiento genético en cuanto a los posibles hallazgos incidentales o secundarios cuando se realiza un estudio genético".

Diagnóstico más temprano

Los portadores de variantes patogénicas fueron más propensos a haber sido diagnosticados de cáncer (26,4 % frente al 19,7 %) y, en algunos genes, la enfermedad apareció a edades más tempranas. Por ejemplo, los portadores del gen STK11 tuvieron una edad media de diagnóstico de 31 años, y los de DICER1, de 35 años. En cuanto a las tasas halladas para BRCA1 (0,22%) y BRCA2 (0,42%), superan las estimaciones previas en ciertas poblaciones. Los autores sostienen que limitar las pruebas genéticas solo a pacientes con antecedentes familiares o diagnósticos específicos deja fuera a un gran número de portadores.

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Aun así, los investigadores piden prudencia: no se ha demostrado todavía que ampliar el cribado genético a toda la población sea rentable o clínicamente beneficioso. Estudios previos, sin embargo, han mostrado que la gestión estructurada de pacientes con mutaciones de alto riesgo puede ser coste-efectiva y salvar vidas. “Necesitamos evaluar la utilidad clínica y la viabilidad de extender las pruebas genéticas, pero los datos apuntan a que podríamos estar infradiagnosticando a una parte considerable de la población”, concluyen los autores.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Hallado algoritmo epigenético para predecir el desarrollo del cáncer.

 El hallazgo de la ‘caja negra’ del cáncer abre la puerta a predecir la evolución de cada tumor, en El País, por Jessica Mouzo, 10 sept 2025:

Un estudio desarrolla un algoritmo que permite reconstruir cómo ha progresado cada enfermedad desde su origen y anticipar su progresión en el futuro.

El cáncer no es una enfermedad estática. Desde esa primera célula que se corrompe y empieza a reproducirse descontroladamente, el tumor crece, evoluciona y se diversifica. A veces, lo hace rápido; otras, más lento. Pero toda esa trayectoria vital queda grabada en algún lugar de las células tumorales y da pistas clave para entender cómo se comportará cada cáncer y predecir su evolución. Una nueva investigación científica, publicada este miércoles en la revista Nature, ha encontrado dónde se guarda toda esa información crucial de las células malignas y ha desarrollado un método epigenético para poder leerla e interpretarla. Según los autores, su programa bioinformático es capaz de descodificar la huella que deja el tumor desde su origen, reconstruir su historia evolutiva y anticipar, incluso, la progresión de la enfermedad.

Se trata de un algoritmo matemático que lee unas marcas, como un código de barras identitario, que deja la célula que dio lugar al tumor. Esas señales, que cambian a medida que el tumor crece y se diferencia, son como una especie de “caja negra” del tumor, explican los autores. Igual que en los aviones la caja negra registra todos los datos técnicos y conversaciones de cabina de la aeronave, en el cáncer, estas marcas epigenéticas —se llaman patrones de metilación fluctuante— revelan la identidad de las células malignas, permiten reconstruir cómo han evolucionado y también predecir cómo se comportará el tumor en el futuro. La investigación, liderada por científicos del Clínic-Idibaps de Barcelona y el Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, se ha realizado a partir del estudio de unas 2.000 muestras de leucemias y linfomas, pero los autores creen que su metodología podría funcionar en todos los tipos de cáncer.

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Cuenta Iñaki Martín-Subero, investigador ICREA, jefe del grupo de Epigenómica Biomédica del Idibaps y coordinador de esta investigación, que una de las grandes trabas en el conocimiento del cáncer es, precisamente, “descifrar su pasado”. “Cuando llega un paciente con cáncer y se diagnostica, se obtiene una biopsia del tumor, pero lo que vemos de ahí es solo el momento presente [de la enfermedad]”, explica. Lo que ocurrió antes, desde que esa primera célula degenera hasta que el cáncer da la cara, sigue siendo una incógnita que puede lastrar, incluso, el abordaje terapéutico del paciente.

Esta investigación internacional, sin embargo, da un paso adelante para alumbrar la trayectoria evolutiva del cáncer desde su origen con una herramienta que no es, además, muy cara, por lo que facilita su viabilidad en la práctica clínica, apuntan los investigadores. Martín-Subero recurre al símil de la aviación para explicar sus hallazgos: “Igual que la caja negra registra los detalles del vuelo, hemos encontrado dónde se registran los datos del tumor: esta historia secreta del cáncer queda registrada en el epigenoma”.

El epigenoma es un entramado de compuestos químicos y proteínas que se pegan a los genes y, aunque no modifican su secuencia, sí provocan variaciones químicas que afectan a sus funciones. La metilación, por ejemplo, es uno de esos procesos epigenéticos que funciona como una especie de interruptor, apagando o encendiendo la actividad de los genes. Pero los investigadores han descubierto que ese mecanismo epigenético tiene una función adicional, pues “también actúa como un sistema que registra información sobre la identidad del tumor, cuándo empezó, a qué velocidad ha ido creciendo y si ha ido cambiando con el tiempo”, expone el científico.

La información necesaria para reconstruir la trayectoria evolutiva del tumor está ahí, en la metilación del ADN, pero descifrarla no es sencillo. A simple vista, en una representación sobre el papel, el patrón de metilación parece como la imagen de una televisión estropeada, con miles de puntos aleatorios distribuidos en una cuadrícula sin sentido alguno. De hecho, durante mucho tiempo, los investigadores pensaron que la información cobijada en esos patrones era “ruido de fondo” que estorbaba para el estudio de lo importante, admite Martín-Subero.

Su investigación, no obstante, ha revelado que esos patrones se pueden descodificar con modelos matemáticos y que ese presunto “ruido” contiene, en realidad, información valiosísima para el estudio del cáncer. “Lo que antes descartábamos, ahora hemos encontrado que es una mina de oro, nos da una información que estaba oculta a los ojos de todo el mundo”, reflexiona.

Los investigadores aplicaron una metodología basada en una tecnología que se ayuda de inteligencia artificial para interpretar esos patrones de metilación y descifraron esa “historia secreta”, en palabras de Martín-Subero: “Hemos podido saber, para cada uno de los tumores [en las 2.000 muestras analizadas], cuándo empezó a crecer, a qué velocidad ha crecido y cuál es su grado de diversidad celular”.

Anticipar la evolución del tumor

El científico asegura que esta descodificación puede tener implicaciones en la práctica clínica. “Hemos desarrollado una herramienta que nos permite entender cómo se ha desarrollado el cáncer y anticipar cómo va a evolucionar en el futuro”, sentencia. Y abunda: “Esta información del pasado nos permite saber si un cáncer será más agresivo en el futuro, si cambiará con el tiempo o incluso, en tumores como la leucemia linfática crónica, que no requiere tratamiento inmediato, podemos estimar cuándo será necesario tratar al paciente”.

Manel Esteller, profesor de Investigación ICREA en el Instituto contra la Leucemia Josep Carreras, se muestra cauteloso con los resultados. El investigador, que no ha participado en este estudio, ha apuntado, en declaraciones al portal Science Media Center España, que este trabajo es “teórico y necesitaría de una mayor validación experimental”, por lo que no se puede implementar en la práctica clínica ahora mismo. La herramienta computacional empleada es, a su juicio, “prometedora”, pero recuerda que ya existen “técnicas de análisis de metilación del ADN en célula única que combinan ya una rigurosa comprobación biológica de los resultados con novedosos algoritmos matemáticos y de inteligencia artificial que permiten obtener resultados similares a los presentados en este estudio para esta leucemia en concreto”.

Por su parte, Alejo Rodríguez Fraticelli, investigador ICREA del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB), asegura que es una investigación “muy interesante” y pone el foco en el bajo coste de la técnica desarrollada. “La verdadera innovación está en poder utilizar esta información en el epigenoma como códigos de barras moleculares para poder seguir la progresión de la enfermedad, pero a muy bajo coste”, apunta. Y augura que, en unos años, puede convertirse en una herramienta más en el arsenal de los oncólogos para diagnosticar la enfermedad y su progresión.

Martín-Subero admite que su metodología todavía no está disponible para ser utilizada en la práctica clínica convencional: “Hace falta que una empresa pueda llevar esto al mundo real”. Pero hace hincapié en que es “coste-efectiva para la información que aporta”. El investigador defiende, además, que esta investigación “abre un camino” para comprender mejor la biología del cáncer. “Si conocemos el pasado del cáncer, podemos adelantarnos a su futuro y hacer una mejor gestión de los recursos clínicos para un mejor tratamiento y una mejor estimación del pronóstico del paciente”.

viernes, 14 de marzo de 2025

Entrevista al Nobel de química Thomas R. Cech, sobre el ARN

 Thomas R. Cech: "El siglo XXI es la era del ARN: la molécula cambiará el futuro de la medicina y de la ciencia", en El Mundo, por Cristina G. Lucio,  14 marzo 2025

El bioquímico estadounidense reivindica el papel del ARN como "la verdadera estrella del espectáculo" en el terreno de la bioquímica tras décadas en la sombra. "Su potencial terapéutico es enorme", afirma el Nobel de Química en 'El Catalizador' (Ariel)

Thomas R. Cech: "El siglo XXI es la era del ARN: la molécula cambiará el futuro de la  medicina y de la ciencia"

Lo hemos visto muchas veces en el mundo del espectáculo. La historia de ese actor secundario que tras años haciendo papeles menores consigue por fin un rol de protagonista con el que desarrolla todo su potencial. Después de años a la sombra de otros, finalmente se reconoce su talento y triunfa.

Algo similar a ese fenómeno frecuente en las tablas del teatro o el cine está ocurriendo también en el terreno de la bioquímica. Tras años relegado a un segundo plano, eclipsado por el esplendor de su hermano mayor el ADN, el ARN está ganando protagonismo en la investigación científica, aupado por su gran versatilidad y potencial terapéutico.

Lo constata con orgullo el bioquímico estadounidense Thomas R. Cech (Chicago, 1947), uno de los primeros que se dio cuenta de que esta molécula no era un simple mensajero del código genético almacenado en el ADN. En 1989 recibió el Premio Nobel de Química junto a su colega Sidney Altman por descubrir que el ARN también tiene propiedades catalizadoras, lo que rompió un dogma preestablecido y abrió los ojos a la ciencia sobre la miríada de posibilidades que se podían explorar de la mano de esa diminuta molécula.

«El ADN dominó la investigación biológica en el pasado, pero el ARN ya se ha convertido claramente en el centro de atención del futuro», subraya Cech, quien recuerda que en los últimos 25 años, los avances relacionados con el ARN han dado lugar a 11 premios Nobel y se ha cuadruplicado el número de artículos publicados en revistas científicas sobre el tema. Hoy en día, subraya, hay más de 400 fármacos basados en el ARN en alguna fase de desarrollo y cada año se invierte más en las empresas que están explorando las fronteras de la investigación en este campo.

«Ya se empieza a decir que el siglo XXI es la era del ARN, y a este siglo aún le queda mucho camino por recorrer», reflexiona Cech, que acaba de publicar en España El Catalizador (Ariel), una obra que repasa cómo el ARN «pasó de ser un tema misterioso que interesaba sobre todo a los bioquímicos a convertirse en un asunto de primer orden que está configurando el futuro de la ciencia y la medicina».

PREGUNTA.En su libro dice que el ARN se ha considerado durante largo tiempo «la corista bioquímica que trabajaba a la sombra de la diva, el ADN».

RESPUESTA.Bueno, por supuesto el ADN tiene el original, la copia maestra de nuestra información genética y la almacena. Puede usarse para trazar tu historia familiar, para identificar enfermedades hereditarias o incluso para resolver crímenes, gracias a las evidencias genéticas. Todo el mundo lo conoce. Lo tenemos tan incorporado que la gente usa la expresión «está en mi ADN» para decir que algo es esencial para ellos, ya sea que les encantan los aguacates o viajar por el mundo. El ADN es muy famoso y eso es fantástico. Al ARN, en cambio, no se le ha prestado atención durante mucho tiempo.

P.¿Por qué ha estado a la sombra?

R.Porque se creía que era un simple mensajero que se encargaba de transportar la información desde el ADN para fabricar las proteínas. Vamos, que tenía una función importante pero quizá no tan interesante como el ADN. Pero, la realidad, como se ha ido descubriendo, es que es mucho más que eso. El ARN puede almacenar información, igual que el ADN, pero también puede actuar como enzima, cortando y empalmando otras moléculas de ARN. Además, mantiene activas las células madre, previene el proceso de envejecimiento añadiendo ADN en los extremos de nuestros cromosomas, es clave en técnicas como CRISPR, que permiten la edición genética, y en otras terapias médicas... y algunos científicos creen que esconde el secreto del origen de la vida en nuestro planeta. Tiene un enorme potencial. Decidí escribir el libro porque creo que el ARN ha sido un gran desconocido que solo ha adquirido un poco de reconocimiento por parte del gran público tras el desarrollo de las vacunas basadas en tecnología de ARN mensajero para el Covid-19 que llevaron a cabo BioNTech y Moderna.

P.¿Esas vacunas pudieron desarrollarse en un tiempo récord por todo el trabajo que se había hecho previamente?

R.Así es. Una de las razones que generaban cierto nerviosismo en las personas no científicas con estas vacunas es que parecía que se habían desarrollado muy rápido, casi como si hubieran aparecido de la noche a la mañana. Pero no es así: la base, los trabajos previos para la fundación de estas vacunas han estado fundamentándose durante décadas. Y precisamente fue ese trabajo anterior lo que permitió que las vacunas se consiguieran de una forma rápida cuando llegó la pandemia. Yo suelo comparar estas vacunas con un rompecabezas. No digo que lo que hicieron BioNTech y Moderna fuera trivial ni mucho menos. Fue impresionante su labor. Pero ya tenían las piezas del puzle, su reto era resolverlo. No tuvieron que diseñar ni crear cada una de esas piezas. Ya estaban sobre la mesa gracias al gran trabajo que se había hecho previamente. Ellos consiguieron ensamblarlas y que todo encajara. Y fue una bendición en ese momento.

P.¿Cree que esa misma tecnología podrá ser útil para resolver otras amenazas biosanitarias en el futuro?

R.Absolutamente. Ya se están desarrollando, en primer lugar, vacunas frente a la gripe, que es una infección que sigue causando muchos problemas. La realidad es que las vacunas actuales son mejorables. A día de hoy lleva tiempo fabricarlas y seguimos sin ser muy buenos en pronosticar qué subtipo provocará la epidemia del año siguiente, por lo que a veces la eficacia no supera el 40%, lo que obviamente es mejor que no tener nada pero no es lo óptimo. Las vacunas basadas en ARN mensajero, en cambio, pueden desarrollarse de forma tan rápida que no es necesario pronosticar cuál será la cepa causante de la epidemia. Se puede esperar más tiempo y crear una vacuna específica contra la nueva variante. Por tanto, la esperanza es que en los próximos años tengamos vacunas contra la gripe mucho más rápidas y efectivas. Y ese es solo uno de los usos de la tecnología de ARN mensajero. Otro de los desarrollos que se está llevando a cabo tiene que ver con su utilización contra el cáncer, lo que está mostrando muy buenos resultados en los primeros ensayos clínicos. No sabemos aún si tendrá éxito, pero tiene buena pinta. Soy bastante optimista sobre lo que puede aportar.

P.Aparte de la tecnología de ARN mensajero, ¿qué otros desarrollos relacionadas con el ARN cree que tienen un mayor potencial para el futuro de la Medicina?

R.Hay muchísimos. En mi opinión uno de los más interesantes es el denominado ARN pequeño de interferencia, que es mucho más pequeño que el ARN mensajero y no se encarga de crear proteínas en tu cuerpo. Este ARN artificial es capaz de desactivar genes, puede regular su actividad. Por tanto, pueden usarse contra algunas enfermedades porque puede dirigirse a inactivar un ARN mensajero diana. Esta es una de las líneas que más evidencia está mostrando de su potencial. Se ha empleado para tratar enfermedades genéticas raras pero devastadoras y se está explorando su capacidad en enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o la ELA. Otro tratamiento para mí muy prometedor es el que se denomina terapia antisentido. Lo sé, tiene un nombre que no ayuda. ¿Quién apostaría por una terapia que anuncia que no tiene sentido? Pero es solo el término científico para un tratamiento muy interesante. Y se escogió ese nombre porque lo que hace es utilizar la secuencia opuesta a un ARN, para cambiar su sentido.

Se aprecia el entusiasmo de Cech, sentado en el despacho de su casa en Colorado (EEUU), a través de la pantalla. Cierra un poco los ojos cuando sonríe y derrocha emoción hablando de un tema que le sigue apasionando décadas después de sus primeros experimentos. Reflexiona unos instantes antes de continuar con sus enseñanzas. «El ARN antisentido puede emplearse para manipular la expresión génica», aclara. Es decir, es capaz de bloquear la producción de una determinada proteína introduciendo un ARN complementario al ARN mensajero encargado de transportar la información necesaria para la fabricación de esa proteína. Al emparejarse con esa cadena, el ARN antisentido impide que la información llegue y se cortocircuita la síntesis.

«Ya se usa de forma limitada para combatir enfermedades como la atrofia muscular espinal, que es una enfermedad neurológica infantil terrible en la que los niños apenas pueden sostener sus cabezas. El trastorno no les permite llevar una vida normal y muchos mueren siendo muy pequeños. Pero ahora hay una terapia antisentido que está suponiendo un cambio absoluto para estos niños», señala Cech, quien hace hincapié en cómo la ciencia está encontrando formas de usar «ARN contra ARN». «Gracias al ingenio humano, hemos sido capaces de utilizar la genialidad del ARN contra sí mismo», subraya. Y esto es solo la punta del iceberg, asegura el científico, quien augura un «futuro brillante» para la ciencia del ARN.

"La investigación básica es importantísima. Todos los grandes descubrimientos se han producido gracias a trabajos previos realizados a un nivel muy fundamental"

Antes de ser un apasionado de esta molécula, Cech fue un fiel amante del ADN, aunque su interés por la ciencia, reconoce, empezó muy lejos de la Biología. Desde niño quiso ser investigador, pero el camino hasta que encontró su verdadera vocación no fue recto. «Cambié varias veces mi campo de estudio cuando era estudiante», recuerda.

«Pasé de la Geología a la Astrofísica, luego a la Química y finalmente a la Biología. Por eso mi consejo a quienes están empezando, desde mi propia experiencia, es que si no sienten pasión sobre una determinada área de la ciencia, si realmente no les encanta la materia en la que están trabajando quizás sea el momento de cambiar. No tienen que dejarlo. No significa que deban abandonar la ciencia, pero sí les aconsejaría que busquen un área que les entusiasme, que les haga querer ir al laboratorio cada día. Porque la ciencia es dura. Hay muchos días que te desaniman. Y si no estás realmente emocionado con lo que haces no es ahí donde tienes que estar», remarca. Y sonríe de nuevo. A sus 78 años él sigue yendo a diario a su laboratorio en la Universidad de Colorado, en la ciudad de Boulder.

PREGUNTA.¿Cree que las terapias basadas en el ARN superarán a las que se fundamentan en la manipulación del ADN?

RESPUESTA.Bueno, estas terapias tienen la ventaja de que funcionan a nivel del ARN, sin alterar los genes humanos. Poder resolver una enfermedad sin alterar el ADN puede aportar una ventaja desde el punto de vista de la seguridad. De cualquier forma, el ARN también es clave como guía en la tecnología CRISPR, que se ha transformado en una herramienta para editar el genoma de cualquier especie, incluida la humana, con una rapidez y especificidad nunca antes imaginadas. Y es el ARN quien está catalizando esa revolución.

P.¿Esta tecnología CRISPR se usará en el futuro para cosas que todavía no somos capaces ni de imaginar?

R.A día de hoy ya se usa para tratar enfermedades como la enfermedad de células falciformes, un trastorno genético que hace que los glóbulos rojos de quienes la padecen adquieran una extraña forma de hoz, lo que provoca que se atasquen en los vasos sanguíneos y genera unas crisis muy dolorosas e incapacitantes, además de distintas lesiones. Este uso ya es una realidad y creo que en el futuro se podrán abordar distintas enfermedades raras con esta estrategia de edición genética en la que el ARN es fundamental porque actúa como guía. Es el ARN el que encuentra la parte del ADN que hay que editar y, de hecho, es lo que proporciona a la herramienta su extraordinaria especificidad. Si somos capaces de averiguar cómo hacer llegar esta maquinaria al tipo exacto de células que necesita editarse en cada tipo de enfermedad, se podrá abordar un gran número de trastornos. Pero, además, esta tecnología también podría usarse para otros usos más allá de la Medicina. En el libro hablo de su posible utilidad para afrontar la crisis climática, por ejemplo haciendo que las plantas de cultivo puedan ser más resistentes a fenómenos como el calor o la sequía.

"La ciencia del ARN es como un equipo de rugby. Todos nos pasamos el balón para conseguir marcar un ensayo"

PREGUNTA.En el libro subraya varias veces lo fundamental que es apostar por la ciencia básica. ¿Por qué cree que es tan importante la ciencia que no tiene un fin tangible más allá de resolver una cuestión sin respuesta?

RESPUESTA.Su importancia está absolutamente demostrada. Hay muchísimas evidencias que prueban que todos los grandes descubrimientos se han producido gracias a trabajos previos realizados a un nivel muy fundamental. La historia del ARN demuestra que muchas de nuestras terapias más prometedoras han surgido de investigaciones impulsadas únicamente por la curiosidad científica. Le pondré algunos ejemplos. La tecnología CRISPR de la que hemos hablado, que hoy se usa para tratar enfermedades y por la que Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier recibieron el premio Nobel, es hoy una realidad porque el mecanismo que lo permite se descubrió en bacterias. [Se refiere a las investigaciones del español Francisco Martínez Mojica, cuyos descubrimientos sobre el sistema defensivo que utilizan algunas bacterias para hacer frente a los virus fueron clave para el desarrollo posterior de las tijeras CRISPR. De hecho, el propio Mojica acuñó el acrónimo que hoy se utiliza como verbo en cualquier laboratorio]. Hay muchísimos ejemplos.

P.Dígame...

R.Otro llamativo es el de los microARN, que tienen un gran potencial terapéutico. En 1993, los investigadores Victor Ambros y Gary Ruvkin identificaron en unos gusanos minúsculos, denominados Caenorhabditis elegans, la existencia de este ARN que desempeñaban un papel importante en el proceso de desarrollo, desactivando la producción de varias proteínas en etapas críticas del proceso. En mi laboratorio trabajamos con una criatura que vive en los estanques, Tetrahymena thermophila, gracias a la que descubrimos la ribozima. La ciencia básica es fundamental, pero lamentablemente las entidades que financian nuestros proyectos están reduciendo su apoyo a este tipo de investigación. En mi opinión es posible abordar al mismo tiempo enfermedades específicas y las cuestiones fundamentales que plantea la ciencia básica. Debemos hacerlo con la humildad necesaria para reconocer que el próximo gran avance médico podría proceder de una fuente poco probable.

P.¿Cree que todavía hay muchos tesoros escondidos en lo que usted llama «materia oscura» del ARN esperando a ser encontrados?

R.Sí, lo creo. Creo que tenemos en nuestra mano la oportunidad de quitar el velo que todavía recubre esta materia oscura del genoma para descubrir funciones que todavía desconocemos. Es lo que estamos tratando de hacer en mi laboratorio y en otros centros ahora mismo, aunque tengo que decir que es un asunto controvertido. Se considera que tres cuartas partes del genoma son materia oscura. Durante décadas se creyó que este volumen era ADN basura, porque su función era invisible para nosotros. En este tiempo hemos descubierto funciones que desconocíamos. De hecho, sabemos que hay bastante ARN no codificante que lleva a cabo funciones críticas en nuestros organismos. Un ejemplo es lo que pasa con la telomerasa, la llamada enzima de la inmortalidad, en la que el ARN cumple un papel clave y que es fundamental para la salud de las células madre, aunque cumple un papel importante también en el cáncer. Una de las científicas que más ha aportado a su conocimiento es precisamente la española María Blasco. Yo creo que hay más funciones que todavía desconocemos. Otros investigadores, en cambio, piensan que la ARN polimerasa, la enzima que sintetiza el ARN a partir del ADN, a veces produce ARN basura a partir de ADN basura. Pero, como científico, yo siempre intento mantener la mente muy abierta y tener siempre presente que al menos parte de esta materia oscura puede ser funcional y estar implicada en la regulación de partes del ADN que se usan en algunos tipos de célula en particular.

P.¿A qué se refiere?

R.Lo fascinante del genoma es que en una célula cerebral, en una de la piel o en una del corazón hay el mismo ADN. El genoma es el mismo en todas las células. Pero, obviamente, los genes que se usan en una u otra son diferentes. ¿Cómo se consigue esto? ¿Cómo se regula qué genes se encienden y cuáles se apagan en cada momento? Hay cada vez más evidencias de que esta materia oscura es clave a la hora de decidir qué tiene que estar activo, aunque todavía no sabemos bien cómo lo logra.

PREGUNTA.Tiene experiencia en romper dogmas. En los 80 demostró la existencia de las ribozimas y que no todas las enzimas deben ser proteínas, como se creía. Quizás este sea otro dogma que deba romper.

RESPUESTA. Bueno, tengo muchos colegas en todo el mundo y todos estamos comprometidos en la tarea de resolver este misterio. Desde luego vamos a trabajar juntos en ello. Siempre digo que una de las grandezas de la ciencia actual del ARN es que la mayoría de los descubrimientos se deben a la colaboración entre distintos profesionales que constantemente se pasan el balón los unos a los otros, como si fuéramos un equipo de rugby. Como pasa en estos partidos, a veces el juego se vuelve un poco caótico, los jugadores se amontonan y el balón parece perdido. Pero al final entre todos lo empujamos más allá de la línea de ensayo.

P.¿Cómo fue el momento en que le llamaron para comunicarle que había ganado el Premio Nobel de Química?

R.Estaba en Boston, precisamente recogiendo un premio que me habían dado en la Universidad de Harvard junto a mi colega y amiga Joan Steitz. Compartíamos el premio, el Warren Triennial Prize y en el discurso de entrega mencionaron que muchos de quienes recibían el galardón eran también premiados con el Nobel en los 10 años siguientes. Ocho horas más tarde, cuando todavía estaba en Boston, recibí la llamada de Estocolmo que decía que me concedían el Premio Nobel en Química junto a Sidney Altman. Fue increíble, no tuve que esperar 10 años. Ni siquiera un día. Fue maravilloso.

sábado, 18 de enero de 2025

Nuevas proteínas artificiales generadas por evolución artificial

 Una empresa de IA genera en el laboratorio 500 millones de años de evolución hasta dar con una proteína fluorescente artificial

Una ‘startup’ creada por antiguos investigadores de Meta crea un camino evolutivo alternativo usando el mayor poder de computación jamás utilizado en biología, según la compañía

Javier Yanes

18 ene 2025 

Los científicos se preguntan si la evolución podría haber transcurrido por otro camino diferente. Por ejemplo, si era inevitable que surgiese el ser humano, o si somos el producto de una serie de carambolas naturales que podría no haber sucedido, dando como resultado un mundo alternativo. No hay una respuesta definitiva, pero hoy la inteligencia artificial (IA) puede emprender experimentos evolutivos. Uno de ellos, publicado esta semana en la revista Science, revela que en el diseño de un tipo de proteína hubo otras rutas posibles que la naturaleza no exploró. Y esta tecnología puede aportar valiosas pistas en la creación de nuevas terapias y otras aplicaciones.

En su libro de 1989 La vida maravillosa, el biólogo evolutivo Stephen Jay Gould planteaba un experimento mental: si la cinta de la evolución de la vida terrestre pudiese rebobinarse para volver al principio y comenzar de nuevo, ¿el resultado sería el mismo que conocemos, o bien otro completamente diferente? Gould argumentaba a favor de lo segundo: en una nueva partida, empleando el símil de los videojuegos, la evolución habría tomado otro derrotero muy distinto y los humanos no existiríamos. “Vuelve a reproducir la cinta un millón de veces… y dudo que algo como el homo sapiens pudiese evolucionar de nuevo”, escribía.

La tesis de Gould ha sido ampliamente debatida desde entonces, con opiniones a favor del determinismo y otras que defienden la contingencia. En su cuento de 1952 El ruido de un trueno, el autor de ciencia ficción Ray Bradbury narraba cómo un viajero en el tiempo que pisaba una mariposa en la época de los dinosaurios cambiaba el rumbo del futuro. Gould expresaba esta misma idea: “Altera cualquier acontecimiento temprano, incluso de forma muy leve y sin aparente importancia entonces, y la evolución fluye a un canal totalmente distinto”.

Hablar el lenguaje de las proteínas

Los científicos han indagado en este problema mediante experimentos que tratan de recrear la evolución en el laboratorio o en la naturaleza, o bien comparando especies que han surgido en condiciones similares. Hoy existe una nueva vía: la IA. En Nueva York, un grupo de antiguos investigadores de Meta —la compañía matriz de redes sociales como Facebook, Instagram y WhatsApp— fundó EvolutionaryScale, una startup de IA enfocada a la biología. El sistema ESM3 (EvolutionaryScale Model 3), creado por esta empresa, es un modelo generativo de lenguaje; el tipo de plataforma al que pertenece el archiconocido ChatGPT, pero ESM3 no genera textos, sino proteínas, los ladrillos fundamentales de la vida.

ESM3 se alimenta de datos de secuencia, estructura y función de proteínas existentes para aprender el lenguaje biológico de estas moléculas y crear otras nuevas. Sus creadores lo han entrenado con 771.000 millones de paquetes de datos creados a partir de 3.150 millones de secuencias, 236 millones de estructuras y 539 millones de rasgos funcionales, sumando un total de más de un billón de teraflops (una medida del rendimiento computacional), el mayor poder de computación jamás utilizado en biología, según la propia compañía.

“ESM3 da un paso hacia un futuro de la biología, donde la IA es una herramienta para construir desde los primeros principios, del modo que construimos estructuras, máquinas y microchips”, afirma el cofundador y jefe científico de EvolutionaryScale y director del nuevo estudio, Alexander Rives. Su visión es que la biología es la tecnología más avanzada jamás creada y que es programable, ya que utiliza un alfabeto común, el código genético que se traduce en los aminoácidos, eslabones de las proteínas. “ESM3 entiende todos estos datos biológicos, los traduce y los habla con fluidez para usarlos como herramienta generativa”.

La proteína que no fue

Rives y sus colaboradores han aplicado ESM3 al problema de crear una nueva proteína fluorescente verde (GFP, por sus siglas en inglés). La GFP es una proteína natural que brilla en verde bajo la luz ultravioleta, y que se usa en investigación como marcador. La primera se descubrió en una medusa, pero existen otras versiones en corales o anémonas. Los científicos entrenaron a ESM3 para crear una nueva GFP, y el resultado les sorprendió: una proteína fluorescente, a la que han llamado esmGFP, que solo se parece en un 58% a la más similar, lo que según los investigadores equivale a simular 500 millones de años de evolución. ESM3 está ahora a disposición de la comunidad científica como una nueva herramienta para el diseño de nuevas proteínas con funciones terapéuticas, de remediación ambiental y otros usos.

Así, la IA ha encontrado un nuevo camino que la naturaleza pudo haber emprendido hace 500 millones de años, pero que, por razones que desconocemos, ignoró. Rives y sus colaboradores explican que solo unas pocas mutaciones de la GFP pueden destruir la fluorescencia; y que, sin embargo, ESM3 ha encontrado un nuevo espacio de proteínas fluorescentes que podían haber sido, pero que no fueron: “Bajo estas secuencias existe un lenguaje fundamental de la biología de las proteínas que puede entenderse usando modelos de lenguaje”.

Según Jonathan Losos, profesor de la Universidad de Washington que trabaja en la cuestión del rebobinado de la evolución estudiando especies en la naturaleza, “este estudio es un brillante ejemplo de que existen muchas maneras en que la evolución podría haber procedido”. Losos valora los resultados del trabajo como una confirmación de la contingencia defendida por Gould. Así lo contempla también Zachary Blount, profesor de la Universidad Estatal de Michigan que mostró la contingencia de la evolución en un famoso experimento de cultivo de bacterias iniciado en 1988 por su antiguo supervisor, Richard Lenski, y que aún continúa después de más de 80.000 generaciones.

“El estudio muestra que hay posibilidades biológicas viables que no han evolucionado (creemos) en la Tierra, lo que sugiere caminos genuinos que la evolución pudo tomar, pero no lo hizo porque la historia necesaria no ocurrió”, comenta Blount, advirtiendo de que también existe algo de determinismo en la naturaleza; en el experimento de ESM3 hay un 42% de semejanza con otras GFP. Blount no cree que la IA acabe de zanjar el problema del rebobinado, pero sí que ayudará a entender qué es contingente, qué no y por qué: “Nos proporciona maneras de sondear la esfera de las posibilidades biológicas, lo que nos permite comparar lo que es biológicamente posible con lo que existe o ha existido”

lunes, 18 de julio de 2016

El 2% de la población es psicópata

La Organización Mundial de la Salud nos ofrece una estadística inquietante: el 2% de la población mundial (140.000.000 de personas) es psicópata. De estos, un 1%, cometen actos delictivos. La psicopatía (o trastorno antisocial de la personalidad) es una enfermedad mental que afecta únicamente a la voluntad, no a la inteligencia. Su rasgo esencial es la falta de empatía absoluta, el completo desprecio por el efecto de sus actos en los demás, y/o un grado sustancial de resentimiento que vehicula esos actos. El psicópata o sociópata no está exento de responsabilidad criminal.

viernes, 25 de marzo de 2016

Creada vida artificial por primera vez

Nuño Domínguez, "Creada vida artificial más sencilla que la vida misma", El País, 24 de marzo 2016:

Un equipo de EE UU desarrolla una bacteria sintética con 473 genes, el genoma más pequeño para existir y reproducirse.

Desde hoy, la forma de vida más sencilla que se conoce en el planeta es artificial. Se trata de una bacteria microscópica capaz de reproducirse y que ha sido creada por un equipo de científicos en EE UU. Entre ellos está el Nobel de Medicina Hamilton Smith y el científico multimillonario Craig Venter, posiblemente el mayor gurú de la biología sintética.

Desde hace años Venter pregona que el ADN, el libro de instrucciones que regula las funciones vitales de todos los seres vivos, es como un programa de ordenador. El genoma sería a su vez el sistema operativo que hace que un organismo funcione y se reproduzca. Uno de los objetivos de este carismático científico es reescribir el código usando un ordenador para diseñar nuevas formas de vida y luego producir su genoma en el laboratorio mezclando los cuatro componentes bioquímicos básicos del ADN. Ese genoma sintético se trasplanta después a otra célula vaciada de todo su contenido genético y hace que se reinicie y comience a existir de acuerdo con su nueva programación.

En 2010, Venter anunció haber creado así la primera forma de vida con genoma sintético, una bacteria que llevaba codificado en su ADN todo lo necesario para vivir, además de varias direcciones de correo electrónico y una frase premonitoria de James Joyce: "vivir, errar, caer, intentar y, después, crear vida a partir de la vida". Era en parte una medida de seguridad para saber distinguirla de formas de vida naturales en caso de fuga o escape. El objetivo final es el diseño de vida a la carta, microbios con genomas programados para realizar funciones impensables, como producir fármacos o combustible por un precio irrisorio y con mayor eficiencia que los métodos actuales.

El nuevo estudio del equipo de Venter, publicado hoy en Science, presenta un importante paso hacia ese futuro: la creación de vida mínima. En concreto presenta una bacteria del tipo mycoplasma que tiene un genoma sintético de 473 genes. En la naturaleza, los mycoplasmas son los seres vivos autorreplicantes con un genoma más pequeño. El menor de todos ellos hasta ahora era el de una bacteria parasitaria que vive en la entrepierna de los humanos: la Mycoplasma genitalium, con 525 genes. Según el equipo de 22 científicos del Instituto Craig Venter de La Jolla, en California, y otras tres instituciones que firman el estudio, la nueva bacteria tiene la lista de genes mínima para vivir y replicarse, la expresión más simplificada de lo que es estar vivo, con permiso de los virus.

Las nuevas células, apodadas JCVI-syn3.0, se dividen para dar lugar a una hija cada tres horas, cinco veces más rápido que las mycoplasmas naturales. A cambio, la vida artificial y mínima es mucho más vulnerable, pues solo subsiste en un cultivo de laboratorio repleto de azúcar y otros nutrientes sin los que no podría existir, pues su genoma no está preparado para adaptarse a imprevistos como hacen el resto de seres vivos de este planeta.

El equipo llevaba intentando crear esta vida mínima desde 1995. Más de 20 años en los que la tecnología para secuenciar y sintetizar ADN ha dado un salto comparable al que va de los teléfonos móviles tamaño ladrillo adosados a un maletín a los smartphones de hoy. Si en la década de 1980 se necesitaban cinco años y un escuadrón de científicos para sintetizar un solo gen a partir de sus ingredientes básicos, el equipo de Venter produce una célula con genoma sintético cada tres semanas.

El equipo ha ido descartando genes superfluos con un método aleatorio que requiere mucho tiempo y dinero. Introducen en el genoma de las mycoplasmas sintéticas una cosa llamada transposones, genes “saltarines” que aterrizan en un lugar al azar y desactivan el gen que allí se encuentre. Los científicos han ido quedándose con el paquete mínimo de genes, ni uno más, ni uno menos, para que la célula siga viva y se divida para generar hijas. Muchos de los genes eliminados tienen la misma función que otros esenciales, es decir, son repuestos. El genoma mínimo al que han llegado carece de todos los genes capaces de modificar la secuencia de ADN original, pero conserva la mayoría de genes que hacen falta para leer ese ADN, preservarlo y transmitirlo a las nuevas generaciones. Posiblemente la mayor aportación científica del estudio es que la vida mínima requiere 149 genes cuya función es totalmente desconocida, nada menos que el 30% de todo su genoma.

“El método que describimos puede aplicarse a la construcción de una célula con las propiedades que se deseen”, dicen los autores. Este método, llamado DBT por las iniciales en inglés de diseñar, construir y probar, “está solo limitado por nuestra habilidad de producir diseños con una probabilidad razonable de éxito”, añaden. Ese éxito aumentará a medida que se conozcan las funciones de todos los genes y se gane experiencia en reorganizar un genoma a voluntad, añaden. En otras palabras, la vida a la carta ya tiene libro de instrucciones.

CUANTIFICAR LA IGNORANCIA
Es un estudio “espectacular”, opina Juli Peretó, experto en biología sintética de la Universidad de Valencia cuyo estudio sobre el genoma mínimo necesario para la vida publicado en 2004 ha sido citado por Venter y el resto de su equipo como uno de los antecedentes de su investigación actual. Ese genoma era de solo 206 genes, pero, al probarlo, Venter ha demostrado que no basta, hacen falta esos 473 elementos, ni uno menos. “Se trata de un esfuerzo titánico” y es algo “muy importante para entender cómo funciona la vida”, opina este bioquímico. “En cierta forma este estudio es una cuantificación de nuestra ignorancia”, añade, en referencia a todos esos genes cuya función es desconocida y que resultan ser necesarios para que una célula exista. Esa ignorancia es equiparable a la que tenemos respecto al genoma humano, opina Luis Serrano, director del Centro de Regulación Genómica y experto en biología sintética. “Yo diría que solo conocemos a la perfección la función de un cuarto de todos nuestros genes”, reconoce. En su opinión, el nuevo estudio no presenta “ni vida sintética, ni artificial”, pues aún no se logra que los microbios tengan exactamente las funciones nuevas que ideen sus creadores.