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jueves, 11 de diciembre de 2025

Drogas sin adicción curan y están prohibidas. Tabaco y alcohol legales dañan y son adictivos.

 David Erritzøe: "No hay rastro de adicción tras el uso de psicodélicos. Es más, ayudan a dejar de ser un adicto", en El Mundo, por Rebeca Yanke, 10 diciembre 2025:

El director clínico del Centro de Investigación de Psicodélicos del Imperial College de Londres pasó por Madrid para dar una conferencia sobre los retos de la salud mental y las terapias con sustancias como la psilocibina y la ketamina.

Uno ve llegar a David Erritzøe y podría pensar que es pintor, quizá profesor, puede que músico. Pero este danés es uno de los científicos más reputados del mundo en el estudio terapéutico de los psicodélicos, drogas que en los últimos años empiezan a aceptarse como medicinas en unos cuantos países del mundo.

Las permiten algunos estados de EEUU, Canadá, Alemania, República Checa, Suiza, Australia, Nueva Zelanda, Portugal, Jamaica, Brasil, Perú y Países Bajos. En este momento, hay siete ensayos clínicos en fase 3, la previa a la comercialización, de medicinas en las que el compuesto principal forma parte de la familia psicodélica. En ella, es la psilocibina -una sustancia natural presente en algunos hongos y parecida a la ayahuasca en los efectos-, una de las más empleadas, pero en el tablero participan también otras con mayor estigma, como el LSD, la ketamina o el MDMA.

Erritzøe es psiquiatra y neurocientífico e investiga sobre ello en el Centro de Investigación Psicodélica del Imperial College de Londres. Recientemente fue invitado por la Fundación Inawe a dar una conferencia en el Colegio Oficial de Médicos en Madrid, dentro de su primer congreso sobre el uso terapéutico de psicodélicos.

En un patio cercano al aula Ramón y Cajal, responde a esta entrevista mientras a su alrededor decenas de estudiantes de Psicología le observan con máximo interés porque saben que la próxima gran revolución de la psicoterapia depende de sus hallazgos. Él afirma que «los psicodélicos se han probado y demostrado eficaces en el tratamiento de depresiones profundas o trastornos como el estrés postraumático (PTSD)», pero resulta que donde mejor funcionan es ayudando a adictos a dejar de serlo.

PREGUNTA. ¿Podría explicar con sencillez cómo una droga permite a un adicto a otras drogas dejar de serlo?

RESPUESTA. Sé que pertenezco a este campo de trabajo pero no deja de sorprenderme que todo lo que rodea a este asunto sea siempre tan controvertido o difícil de interpretar. Dicho esto, ¿qué es una droga? El alcohol es droga. Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) son drogas. Y las ilícitas son drogas también. ¿Qué hacen al cuerpo? ¿Y qué concepto de droga es el que se ha colocado en el lado de la ilegalidad? Esto es un constructo completamente diferente, y es además arbitrario en lo relativo a los riesgos y los beneficios que otorgan. Los psicodélicos deberían haber sido clasificados en una categoría de regulación legal dado su perfil riesgo-beneficio. Pero no es lo que ha pasado. Y luego tienes drogas legales y menos estigmatizadas precisamente por ser legales o por formar parte de una cultura. Pero se ha prescrito que el grado de riesgo es más alto en los psicodélicos.

P. ¿Cómo actúan estos?

R. Los psicodélicos son drogas desafiantes y difíciles, y también interesantes en lo que se refiere al aspecto psicológico, y más seguros que otras en lo que respecta a los riesgos, porque son mucho más que casi cualquier otra droga que podamos pensar. La heroína es una experiencia en el fondo fácil, aunque podrías morir por una sobredosis; dejar directamente de respirar. La heroína puede destruir la vida de una persona pero, psicológicamente, es una experiencia sencilla. Lo mismo sucede con los estimulantes, drogas que aumentan e inflan el ego, drogas charlatanas que acarrean sin embargo dependencia y toneladas de problemas, cardiovasculares, etcétera. Los psicodélicos son un poco lo contrario, o funcionan al revés.

P. ¿Por qué son ilegales, entonces?

R. Sucedió durante un proceso de tomas de decisiones políticas y legales arbitrarias que no tenían nada que ver con la salud ni con los posibles beneficios médicos de la ciencia psicodélica. Se ha simplificado en exceso. Sólo porque alguien los haya puesto a todas en la gran olla de la ilegalidad no significa que deban ser comparadas entre ellas, porque no son iguales. Los beneficios están demostrados en el caso de compuestos como la psilocibina: hay beneficios potenciales para la salud, el desarrollo de tratamientos, el autodesarrollo, la exploración intelectual de las personas, sus propias mentes y vidas, y la comprensión de sí mismos y del mundo.

P. Entonces, ¿no causan dependencia?

R. Son herramientas muy útiles y poderosas. No debemos temerlas porque no causan adicción. Al menos los psicodélicos clásicos. Un poco diferente es la ketamina, un psicodélico atípico o no clásico, como algunos lo llamarían, o el MDMA y derivados, compuestos psicodélicos novedosos que están relacionados con los clásicos pero tienen características diferentes. Algunos de ellos tienen mayor riesgo que los clásicos. Así que todo depende de la molécula exacta de la que estemos hablando.

P. Una de las sustancias más usadas ahora es la psilocibina, ¿puede hablarnos más de ella, por favor?

R. Los psicodélicos serotonérgicos clásicos, como es la psilocibina o el LSD, son fisiológicamente muy seguros. Tienen un riesgo extremadamente bajo de formar un comportamiento dependiente. Pero son psicológicamente muy desafiantes. Por eso necesitas un colchón terapéutico y psicológico seguro a tu alrededor cuando los tomas. Mientras que las otras drogas funcionan al revés: puedes tomar un estimulante sin necesitar que ningún terapeuta lo examine. Vas a tener un gran momento, pero podrías terminar cayendo en un uso dependiente y con un fuerte impacto fisiológico en tu cerebro. Por eso me parece una locura que, sin explicar el medicamento, éste se declare ilegal. Conozco la pregunta que se harán muchas personas: '¿por qué darle a un adicto a una sustancia ilícita, otra sustancia ilícita?' Pero esto es así porque en un momento dado alguien lo consideró ilícito. No hay correlación entre riesgos y beneficios y el lugar que ocupa esta sustancia en términos de ilegalidad.

PREGUNTA. La historia nos dice que la gran época de la investigación con psicodélicos fue la década de los 60, que el presidente de Estados Unidos Richard Nixon destruye en los 70, durante su guerra contra las drogas. ¿Se ha perdido mucho tiempo?

RESPUESTA. Demasiado. Demasiado tiempo perdido en el desarrollo medicinal de ciertas drogas. Se siguió investigando un poco en animales y también algo en Suiza por parte de colegas estadounidenses, y algo también en EEUU, pero muy poco. Hasta que la investigación volvió suavemente y algunas personas, de repente, fueron autorizadas a hacer algunos estudios, y eso terminó por abrir lentamente esta nueva era o renacimiento de la ciencia psicodélica de la que ahora todos somos parte. La inactividad la genera Richard Nixon, como mencionaba, dando un final brutal a la investigación con psicodélicos. Se ha perdido un tiempo precioso. Aunque algunos dirán: «Bueno, ahora estamos mucho más preparados».

P. ¿Lo estamos?

R. Sí, desde luego. Pero la gente no era idiota en ese entonces. Hubo grandes profesionales, científicos y pacientes con las mismas historias que ahora. Es una pena tanto tiempo perdido, pero no podemos cambiar el pasado. Hay que buscar resquicios de esperanza, y la podemos encontrar por ejemplo en la evolución de la terapia de conversación. Hace 100 años era muy psicodinámica, psicoanalítica, Freud, etcétera. Luego vino un enfoque muy cognitivo, se desarrolló la terapia cognitivo-conductual y, ahora, tenemos esta tercera ola en la que se mezclan muchas cosas: mindfulness, ejercicio somático... Hay muchas terapias conversacionales en maduración que encajan bastante bien con la terapia psicodélica. Tal vez la psicoterapia ha madurado de forma espontánea, y esto brinda oportunidades a los psicodélicos. Un campo a explotar en el que ya hay muy buenas escuelas, formaciones, terapeutas clínicos con experiencia y nuevos enfoques. Todo esto puede combinarse de manera significativa y segura con los psicodélicos.

P. Usted viene también de la neurociencia y es un especialista en imagen cerebral. ¿Cómo ha evolucionado su investigación?

R. No tenemos aún el método perfecto, no entendemos completamente el cerebro, apenas estamos arañando su superficie, pero la arañamos mejor que en los 70 así que creo que podemos entender mejor lo que sucede. En todo lo que hemos publicado hasta el momento sobre imagen cerebral tras el uso de psicodélicos no hemos encontrado ningún signo de adicción. Las personas con adicciones vienen a tratarse a nuestro centro y estamos configurando dos nuevos ensayos, uno para la adicción al juego y otro para la adicción a los opiáceos, donde intentaremos tratar a estas personas con terapias de psilocibina. Hay incluso mucho trabajo publicado sobre la terapia con ketamina para la adicción al alcohol. Sé que es una paradoja tratar la adicción al alcohol con ketamina, pero lo cierto es que funciona muy bien.

P. Explique cómo lo consigue, por favor

R. La característica principal del psicodélico es la oportunidad para generar cambios, para romper ciclos y patrones de conducta y mejorar el bienestar, la resiliencia, la creación de significado... Y todo eso es muy importante para una persona que está atrapada en la adicción y realmente sufriendo. Se necesita algo transformador, y la psilocibina es un instrumento perfecto para generar esa experiencia transformadora, las personas no se vuelven adictas a ella porque no pasa por los sistemas del cerebro que hacen que las personas se vuelvan adictas.

P. ¿Qué debería suceder entre los profesionales de la salud mental para aceptar estos tratamientos?

R. Uno de los psiquiatras que trabajan conmigo en el Imperial College hace retiros en lugares donde es legal el uso de la psilocibina y tiene un perfil muy concreto e innovador: está muy informado terapéuticamente y es muy abierto y reflexivo en cuanto a la relación con los pacientes. Esto debería estar sucediendo, sucede, pero lo necesitamos a mayor escala: profesionales que sean capaces de colaborar con otros, como psicólogos y terapeutas.

P. ¿Qué función tendría cada profesional?

R. El psiquiatra puede trabajar con la ketamina o la psilocibina y el terapeuta ayudar a experimentarla y catalizarla. Juntos hacen que el espacio donde sucede la ingesta sea seguro para los pacientes. Pero la psiquiatría convencional no ha llegado aún a este nivel. No se entiende del todo bien qué es un estado alterno de la conciencia, que es lo que consiguen los psicodélicos. Y habría que tener la humildad de reconocer que un psiquiatra solo no puede solucionar las cosas. Ojalá hubiera más centros donde terapeutas y psiquiatras trabajaran juntos.

P. ¿Qué propone?

R. Me atrevo sólo a sugerir: tenemos los medicamentos, tenemos los profesionales, ¿por qué no generamos los espacios seguros en los que poder trabajar en pro de los pacientes? Hay evidencia para el tratamiento de adicciones con ketamina incluso para el TOC y, particularmente para la depresión o el PTSD.

II

Andy Mitchell. Los diez viajes del gurú de las drogas psicodélicas: "No son una puerta que todos debamos abrir", en El Mundo, por Ricardo F. Colmenero, Lucía Martín, 23/10/2024:

LSD, ayahuasca, hongos... El terapeuta experto en trastornos mentales ha probado los psicodélicos, naturales y sintéticos, que podrían usarse con fines médicos en pleno debate sobre su legalización. Lo cuenta en su nuevo ensayo. "No son una puerta que todos debamos abrir", advierte

Advertencia: lea atentamente este artículo y, en caso de duda, consulte a su médico o farmacéutico, porque vamos a hablar sobre drogas. Los psicodélicos están de moda. La literatura científica ha reabierto la caja de Pandora, y ha llegado a la conclusión de que siguen siendo un misterio. Por eso el neuropsicólogo Andy Mitchell ha decidido enfocar el asunto desde la literatura de viajes.

Acompañado de científicos, gánsteres, capitalistas de riesgo, estafadores, psiconautas y chamanes, Mitchell viaja a un laboratorio de neuroimagen, a la Amazonia colombiana, a Silicon Valley y a la cocina del sótano de un amigo para hacer de cobaya. En 10 viajes. La nueva realidad de las drogas psicodélicas (Debate), el inglés va probando la gastronomía psicodélica planetaria al tiempo que escribe todo lo que ve, lo que no significa que, necesariamente, estuviera allí.

Tras décadas de satanización y criminalización, las drogas psicodélicas intentan colarse de nuevo en la psiquiatría tradicional. La psilocibina y el MDMA quieren ser terapia. Las universidades y Wall Street quieren apuntarse. Y a pesar de la preocupación por provocar consecuencias no deseadas, sólo en Estados Unidos el valor de mercado de los hongos alucinógenos previsto para el año 2028 es de 6.400 millones de dólares, lo mismo que los alimentos para bebés, y diez veces más que las pastillas de chocolate M&M's.

Un reciente estudio publicado en New England Journal of Medicine enfatizaba los beneficios de los hongos alucinógenos para tratar la depresión. Mientras otros le imputan propiedades para tratar el estrés postraumático, el alzhéimer, los aneurismas, el dolor crónico, las enfermedades oculares, la inflamación y problemas inmunitarios. Fondos de capital riesgo han creado start-ups, como Compass Pathways y Atai Life Sciences, que compiten para desarrollar y patentar la medicación del futuro.

-¿Cree que ha sido un error la ilegalización?- preguntamos a Mitchell.

-Ha sido una mala idea. En términos de investigación hay un agujero de 30 años. A veces anuncian un descubrimiento, pero muchas propiedades ya eran sobradamente conocidas en los años 50 y 60. Había más libertad para investigar y el gobierno lo apoyaba. Y aunque ahora se están haciendo investigaciones, llegar a ensayos clínicos a gran escala en problemas de salud mental y expandirlos luego a los sistemas médicos es casi imposible. Así que la censura continúa. Pero creo que es inevitable que al final veamos algún tipo de legalización, que puede ser impulsada por la cantidad de inversión que hay ahora, porque se puede ganar mucho dinero.

-Entonces, ¿ya no generan adicción?

-Hay una disputa muy antigua sobre hasta qué punto una sustancia tiene propiedades adictivas y hasta qué punto es el entorno, la fisiología y la motivación emocional. Y el debate es irresoluble porque se puede probar en cualquier dirección. Lo que está claro es que la adicción afecta mayormente a personas de nivel socioeconómico bajo. A veces parece que los médicos lo utilizan como una forma de categorizar a los pacientes, y hay investigaciones que demuestran que si son adictos reciben una peor atención. Yo sé por mi propia experiencia que tengo más capacidad adictiva que otros. Si vuelvo a fumar un cigarrillo por primera vez en 25 años, sé que voy a querer otro 15 minutos después, y eso no es por el entorno, sino por mi fisiología individual. La mentira y la adicción son primas hermanas, y quiero ser sincero.

Las drogas, cuenta Mitchell, «te harán feliz, ecologista, valiente, liberal, inteligente, creativo, iluminado y dispuesto a enfrentarte a la muerte». Pero también «te volverán inseguro, aterrado, loco, conservador, anárquico y gamberro. Ambas experiencias son posibles, y ambas son buenas, porque estás desarrollando una tolerancia a dificultades que la vida te puede poner delante».

En su primer viaje, Mitchell recibe una superdosis de ketamina por vía intravenosa mientras le escaneaban el cerebro en una máquina de resonancia magnética. En el segundo viaje toma hongos mágicos con el padre Bede Healey, un monje católico que además era psicoanalista y psicólogo clínico, y que llevaba años padeciendo depresión. En el tercero, MDMA: «Aquél fue el episodio más terrorífico de mi vida. Pude vislumbrar distintas expresiones de la locura, imagino que no muy distintas a las de los pacientes de psicosis aguda a los que he tratado en el pasado».

-Muchos de los que han ido a un viaje psicodélico no han muerto, pero tampoco han vuelto.

-Con los psicodélicos tradicionales más potentes existe el riesgo de que puedas iniciar un proceso psicótico, y sabemos muy poco sobre los procesos psicóticos, y asumimos que las personas eventualmente regresan. Pero cuando regresan, ¿en qué sentido han cambiado? A veces pueden alterar para siempre su relación con la realidad, y eso es en parte lo bueno de los psicodélicos, que puedes romper viejos malos patrones, pero también romper los buenos.

La humanidad, a ojos de Mitchell, está emprendiendo otro «mal viaje» que le está desconectando de la realidad, y que no supone consumir nada ilegal: «Las personas pueden o no cambiar, pueden descanalizar sus mentes recurriendo a la terapia, la meditación, los paseos en la naturaleza y las drogas; mientras tanto, nuestro entorno digital hace lo contrario: es todo canalización, un canal que se hace más profundo con cada clic gracias a algoritmos diseñados para hacer que nuestros cerebros sean más predecibles, menos nuestros. La gente ha empezado a consultar ChatGPT como si un chamán pudiera consultar a un dios. Quiero descargarme qué sucederá en el futuro, cómo mejorar mi vida y que me digas quién soy. Transferimos a la IA el poder que hace 2.000 años dábamos a un chamán en Perú. En este momento está apareciendo mucho artículo sobre salud mental diciendo que los psicodélicos nos ayudarán a conectarnos con nuestra cultura y nuestro entorno. Eso es para los pueblos indígenas, convertirse en parte del universo, mientras que para Occidente es una forma de desconectar».

Mitchell también viaja a la Ibogaína, el «enteógeno más poderoso conocido por el hombre. La molécula psicoactiva más potente sobre la faz de la Tierra...», procedente de la iboga, un arbusto de la selva tropical originario de África. En una trayectoria de norte a sur que sigue con la ayahuasca, y más tarde el LSD.

-Es que a veces parece que sólo ves dibujos animados o que llevas unas gafas de realidad virtual y no acabo de cogerle el punto.

-En mi caso, pienso y leo mucho sobre Neurociencia, sobre naturaleza, sobre Filosofía, y a veces quiero tener experiencias en primera persona que me ayuden a esclarecer ciertas cosas. Siempre he tenido esa disposición, pero tengo amigos que no están interesados en este tipo de cosas y no son ni mejores ni peores. No creo que los psicodélicos sean una puerta que necesariamente todos debamos abrir, que es lo que a menudo sugiere la literatura.

"Gran parte del discurso a favor de los psicodélicos es que resolverán los problemas de la humanidad pero la humanidad no es un problema que haya que resolver", Andy Mitchell

Eso ahora, porque antes de rozar los 50, Mitchell no se había acercado a una droga psicodélica. Criado en Leeds, su primera droga fue la música, y se convirtió en cantante de una banda punk llamada Armitage Shanks, como el principal fabricante de inodoros del Reino Unido. Después estudió Literatura Inglesa en Oxford, fundó una ONG para personas sin hogar, luego otra para bandas mexicanas de Los Ángeles, y luego otra para niños discapacitados en el norte de la India. Acabó este ciclo de su vida haciéndose monje durante tres años en California. Y a los treinta y pocos años se metió de lleno en la Psicología y la Neurociencia, para regresar a la literatura.

En Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia, la coca se convierte en una versión psicodélica de El libro de la selva. «Las hojas de coca aportan claridad mental, promueven la sensación de conexión con los demás y con la Madre que se necesita para los ritos de adivinación. También sirven como estimulantes para realizar trabajos agrícolas o recorrer a pie las prodigiosas distancias requeridas para el cuidado de todo el territorio. El efecto moderadamente eufórico da pie a danzas y música, que se consideran formas sociales de pago. También promueve la excitación sexual para la concepción, reduce el hambre y ofrece nutrición al mismo tiempo, ya que es rica en vitaminas, factor importante en un contexto de relativa escasez de vegetales como el de la sierra. Además, es un símbolo de reciprocidad: siempre que un hombre se encuentra con otro, se intercambian hojas en señal de respeto».

Aproximadamente el 40% de las drogas farmacéuticas occidentales proceden de plantas que llevan siendo utilizadas siglos por pueblos indígenas, lo cual no se limita a los psicodélicos, sino también a medicamentos básicos como la aspirina o el fármaco para la quimioterapia Taxol.

-¿Cree que cambiará la forma de ejercer la Medicina? ¿Qué ya no vale con tomar una pastilla tres veces al día sino que hará falta un acompañamiento tipo chamán?

-Es complicado coger una práctica que tiene milenios, sacarla de un entorno y trasplantarla a un contexto occidental moderno, donde tenemos ideas muy fijas sobre el tratamiento psiquiátrico, y lo que es la relación entre un médico y un paciente. Muchos de los paradigmas de investigación de los últimos 20 años han tenido una noción muy simplista. Tomamos un poco de algo que está ligado a una cultura y lo pegamos en nuestro modelo médico. Hay que ser humilde sobre lo que es posible dándole a alguien una pastilla cuando el resto de su entorno sigue siendo occidental. Aunque haya tenido una experiencia increíble durante cuatro horas, ¿eso va a cambiar su perspectiva a largo plazo? ¿Estamos tratando con algo que tiene que ver sólo con la neurofisiología, o con algo que tiene que ver con la naturaleza de nuestra existencia?

Sin embargo, al final del libro, Mitchell echa un jarro de agua fría sobre el futuro de la Medicina Psiquiátrica: «Nunca he conocido a un médico que considere los trastornos mentales como problemas que deban ser resueltos. Nuestra salud mental, igual que la física, es irreparable a largo plazo, del mismo modo que nuestro sufrimiento es inevitable, y cuanto más creamos en su evitabilidad, más patologizaremos nuestro fracaso».

-No parece muy optimista.

-Tal vez haya algo de escepticismo británico en la frase. Pero gran parte del discurso a favor de los psicodélicos es que resolverá los problemas de la humanidad, y la humanidad no es un problema que haya que resolver. Hay mucho discurso utópico, como si pudieran erradicar todos los problemas y descubrirnos quiénes somos. Pero ser un humano es tener cierto grado de sufrimiento, aprender a tolerarlo y aprender a digerirlo. Es todo lo que quería decir con esa frase.

III

La alucinógena historia del LSD, de los calabozos nazis y los cuarteles de la CIA a la época hippie: "Vivimos un renacimiento psicodélico", en El Mundo, Josetxu L. Piñeiro,  19/11/2024:

El periodista alemán Normal Ohler retrata en su nuevo libro el amanecer de la era psicodélica tras el fin de la II Guerra Mundial en un viaje lisérgico que conecta la ciencia, la cultura de las drogas y su uso por parte de los gobiernos: "Nadie podía estar seguro de lo que había desayunado"

Unas Navidades, el inesperado regalo que recibió la madre con Alzheimer de Norman Ohler (Zweibrücken, Alemania, 1970) fue un misterioso sobrecito azul con la S de Superman. Dentro, su hijo había puesto LSD, el psicodélico más famoso. Ohler, como periodista y escritor, ya venía documentándose sobre este tipo de drogas y conocía un estudio que reportaba cierta mejoría en casos de demencia al suministrar microdosis del alucinógeno. Lo comentó con su padre y juntos decidieron colocar el compuesto entre los paquetitos del árbol navideño. No tenían nada que perder.

El propio Ohler comparte la anécdota en Un viaje alucinógeno. Los nazis, la CIA y las drogas psicodélicas (Crítica), un trepidante ensayo donde se adentra en los episodios más negros del siglo XX para explicar cómo el LSD descarriló de su propósito medicinal inicial para convertirse en una especie de sustancia maldita vinculada a los experimentos químicos más espeluznantes de la guerra mental, un subproducto de la que se luchaba con metralletas.

"En el libro trato de responder a la pregunta que me hizo mi padre, juez jubilado, cuando le enseñé el estudio sobre el LSD y el Alzheimer. Me dijo: '¿Por qué no puedo comprarlo en una farmacia si tan útil es?' Investigué y descubrí que, más allá de los riesgos que tiene para la salud, la sustancia era ilegal más bien por razones políticas e históricas", explica el autor por Zoom desde un Berlín que amanece bañado en aguanieve.

En su ensayo, el escritor alemán nos teletransporta al laboratorio de Sandoz, la farmacéutica suiza que sintetizó el LSD en 1938; a los truculentos calabozos nazis donde se testó como suero de la verdad durante la II Guerra Mundial; y, más adelante, a las oficinas más oscuras de la CIA durante la Guerra Fría. Como en una novela de espías, la fórmula fue pasando de mano en mano. Una belicosa carrera de relevos donde, al final, todos perdieron de vista el interés médico del producto.

"Encontré evidencias de que las SS usaron psicodélicos en el campo de concentración de Dachau con prisioneros", retoma el alemán para empezar desde el principio. "A partir de ahí, me planteé si el LSD también se habría usado y encontré un documento probatorio de que en 1943 la farmacéutica suiza Sandoz envió ergotamina, un precursor del LSD, a Richard Kuhn, el nazi que lideraba el desarrollo de armas bioquímicas para el Reich. Estaba claro que a él le interesó esta sustancia y que el compuesto apareció en Dachau".

Los médicos que se metieron de todo en el XIX: "Está bien que yo lo haga porque soy científico, pero usted no debería"

Mientras los nazis lo pervertían con sus atroces experimentos, Sandoz siguió ensayando con el LSD en Suiza para desarrollar un medicamento. Los conejillos de indias fueron sus propios empleados, quienes refirieron sentirse más que felices de su existencia tras aquellos primeros viajes psicodélicos de la historia. Aquel entusiasmo postizo prometía mucho: "Pensaron que el revolucionario fármaco sería de gran ayuda tras la guerra, en un escenario de trauma y depresión para millones de personas".

Pero el destino tenía planes bien distintos: "Cuando los americanos liberaron Dachau encontraron documentos nazis sobre los experimentos que las SS habían hecho con el LSD como suero de la verdad y pensaron que para ellos también sería interesante disponer de algo similar en la Guerra Fría, que concebían también como una guerra mental. Así que presionaron a Sandoz para que no lanzara el LSD al mercado".

Los agentes americanos no querían que la sustancia cayera en manos de los comunistas y en Sandoz temían que las represalias alcanzaran a otros productos, así que los suizos no se la jugaron. Ya saben: como las irrechazables ofertas de las películas de la mafia. En ese escenario de posguerra, los estadounidenses supieron adelantarse al resto de potencias para conseguir el valioso know how. De hecho, llegaron a contratar a Kuhn como asesor a sueldo. Sí, el nazi ario de los monstruosos experimentos en Dachau.

"Le entrevistaron en 1945 y él les puso sobre la pista del LSD, así que se anticiparon a los soviéticos", refiere el entrevistado. Los yanquis se hicieron con todo el kit: los expertos, la información top secret y el producto. Embarcaron el LSD hacia Estados Unidos y allí empezó el desmadre psicodélico a la americana. Primera estación del despendole: las oficinas de la CIA.

"La CIA tenía un programa de control mental, MK ULTRA, con un tipo llamado Sidney Gottlieb al frente que había requisado el LSD en Suiza. Al volver a casa, decidió probarlo para comprender cómo actuaba la sustancia y también se la proporcionó a sus colegas, quería que le reportaran qué habían sentido con vistas a usarla como arma. Pero, además, se la dio a otros agentes sin su consentimiento. Les echaba una gota en el café por la mañana y luego los observaba: quería testar los efectos pillándolos desprevenidos. Es la época loca donde en la sede de la CIA nadie podía estar seguro de lo que había tomado en el desayuno", desarrolla Ohler.

El desenfreno psicodélico enseguida permeó hacia otros escenarios de la sociedad americana. Siguiente parada: la universidad: "El primer test con ciudadanos de a pie tuvo lugar en Harvard, lo hizo un profesor llamado Beecher que era consejero de la CIA. Básicamente continuó en Harvard los test de las SS en Dachau".

"La CIA abrió la caja de Pandora, aunque no fuera su intención"

La investigación -y con ella el ácido de propiedades alucinógenas- se propagó después por los barrios de la contracultura: "Tenían dos pisos francos, uno en Nueva York y otro en San Francisco, con cámaras y micrófonos ocultos. Los agentes invitaban a gente de la calle y les daban LSD sin consultárselo para analizar los efectos. También contrataban prostitutas para ese cometido. Todos estos anéticos experimentos se hicieron a principios de los 50".

¿Y cómo llegó la droga hasta los hippies? Como resultado de todo la anterior. Ohler pone un ejemplo: "Al escritor Ken Kesey la CIA le pagó 75 dólares por probar el LSD y... le resultó maravilloso. Publicó Alguien voló sobre el nido del cuco y, con el dinero ganado, compró un autobús, lo pintó de colorines y recorrió el país distribuyendo el psicotrópico. La CIA abrió la caja de Pandora, aunque no fuera su intención. Por eso dijo John Lennon que todo había que agradecérselo a la CIA y al ejército americano'".

Aquel tremendo jaleo fue la antesala de la ilegalización. Entre finales de los años 60 y principios de los 70, Lyndon B. Johnson y Richard Nixon metieron los psicodélicos en el mismo saco que otras drogas y lo enterraron con cadenas. Al LSD se le castigó con las prohibiciones más duras.

-¿Qué perdimos con aquellas decisiones?

- La oportunidad de investigar si el LSD es una buena opción ante la demencia y la depresión. Perdimos décadas preciosas: si se hubieran aprovechado quizá ya tendríamos un medicamento para el Alzheimer. Y la demencia es la pandemia del futuro, en realidad ya lo es, como en el caso de mi madre... Es un escándalo, necesitamos cambiar las políticas inmediatamente para que los científicos puedan investigar cómo usar el LSD y otras medicinas psicodélicas en salud mental.

Ohler también percibe brotes verdes: "En 2015, en la Universidad Johns Hopkins descubrieron que la psilocibina -un alcaloide de las setas mágicas primo hermano del LSD- era efectivo en casos de depresión severa. Antes de eso, estudiar los psicodélicos podría haber acabado con la carrera de un investigador. Pero, tras aquella publicación, se ha puesto de moda hacerlo. Vivimos un renacimiento psicodélico hacia el que miran ya muchas compañías".

-¿Qué notaron tras dar LSD a su madre?

-Mi padre y yo vemos que es muy bueno para ella tomarlo, aunque no podemos generalizar: quizá sea coincidencia y solo a ella le provoque esta reacción positiva. Notamos que es más consciente de lo que sucede a su alrededor y que habla con más fluidez, para su cerebro es como hacer yoga. Se pone de buen humor y empieza a cantar. Cuando no lo toma, está más retraída, ligeramente deprimida. Mi padre lo vio como un milagro.

Sigue lloviznando por su ventana cuando Ohler aclara que no se trata de un apologeta de las drogas: "Quiero aclarar que nadie debería recurrir al LSD sin comprenderlo. También, recordar que es ilegal y que no animo a nadie a hacer algo que pueda tener consecuencias como la cárcel. De hecho, la policía investigó a mi padre tras la publicación del libro, pero llegaron a la conclusión de que no hacía nada malo y abandonaron sus pesquisas. Es algo arriesgado, incluso desesperado. Pero como no hay otra alternativa, mi padre decidió correr el riesgo".

¿Hizo bien? ¿Hizo mal? Juzguen ustedes. Pero dentro de aquel sobrecito azul con la S de Superman había más de una sonrisa. Para el señor y la señora Ohler, y para Norman, su hijo.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

14 dolencias mentales comparten el mismo origen genético. Dossier.

  Dossier

I

 Enfermedades mentales. El ‘parentesco molecular’ de las enfermedades mentales: 14 trastornos comparten variantes genéticas de riesgo, en El País, por Jessica Mouzo, 10 DIC 2025:

Un estudio basado en datos de ADN de un millón de personas alumbra una clave biológica para ayudar a comprender estas dolencias y mejorar el diagnóstico.

Existen unos lazos genéticos muy estrechos entre algunos trastornos psiquiátricos. Se ve en la clínica, cuando a los médicos les cuesta etiquetar una dolencia concreta o se encuentran con que un paciente con depresión desarrolla también ansiedad, por ejemplo. Las fronteras entre unas afecciones mentales y otras son, en ocasiones, confusas a pie de consulta y eso tiene una explicación a nivel molecular: hay una especie de parentesco genético, variantes de riesgo comunes entre dolencias. Un nuevo estudio, publicado este miércoles en la revista Nature y basado en el análisis de ADN de más de un millón de personas, ha ahondado en este campo y ha alumbrado ese hilo molecular que conecta una quincena de trastornos mentales.

En concreto, esta investigación internacional ha descubierto que 14 dolencias comparten, en mayor o menor medida, variantes genéticas de riesgo. Esto es, señales moleculares que predisponen a desarrollar estas afecciones mentales. Los autores identificaron, específicamente, cinco grupos de enfermedades que tienen una alta correlación genética: sucede, por ejemplo, entre esquizofrenia y trastorno bipolar; o entre ansiedad, depresión y estrés postraumático; o entre autismo y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Los hallazgos sugieren que las marcas genéticas compartidas están muy vinculadas a las primeras etapas del desarrollo cerebral y estudiarlas en profundidad podría ayudar a comprender mejor los trastornos de la mente, mejorar el diagnóstico y alentar nuevos tratamientos. Esta investigación sigue la estela de otros estudios que ya han ido alumbrando en los últimos años retazos de esos lazos genéticos entre las enfermedades del cerebro. “Se trata de ir desentrañando todas las piezas del puzle genético para hacer una medicina de precisión y predicción”, explica Antoni Ramos Quiroga, jefe de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM). El médico, que ha participado en esta y otras investigaciones del mismo campo, asegura que estudios como estos “ayudarán a redefinir los trastornos mentales, no solo en función de síntomas, sino también según variables genéticas”.

En este caso, los autores identificaron cinco categorías que conectan grupos de enfermedades mentales con un alto grado de riesgo genético compartido. Así, el “factor compulsivo” engloba la anorexia nerviosa, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el síndrome de Tourette en el mismo grupo; el llamado “factor internalizante” aglutina depresión, ansiedad y estrés postraumático; otra categoría es la del tándem esquizofrenia y trastorno bipolar; el “factor del neurodesarrollo” contempla autismo y TDAH; y la última categoría con fuertes vínculos genéticos en común es el de las sustancias de abuso, donde se agrupan las adicciones al tabaco, el alcohol, el cannabis y los opioides. La correlación más fuerte se ve dentro de cada grupo, pero también existen señales genéticas compartidas entre dolencias ubicadas en distintas categorías.

“Por ejemplo, entre TDAH y depresión hay un porcentaje [de variantes genéticas compartidas] elevado”, ejemplifica Ramos Quiroga. Los hallazgos, insiste, coincide con “la realidad clínica” que observan en la consulta.

Estas señales genéticas compartidas, aclara Ramos Quiroga, son “factores de predisposición”. Es decir, que aumentan el riesgo. Pero recuerda que tener una de estas variables no significa que una persona vaya a desarrollar alguna de esas enfermedades.

En la construcción de trastornos mentales intervienen muchos genes, pero también el ambiente. Hay “una interacción entre factores”, recuerda el psiquiatra de Vall d’Hebron: “Hay factores desde el origen que nos predisponen, pero también hay que poner el foco en el ambiente y luchar contra las agresiones sexuales o el abuso de tóxicos, por ejemplo, [estas circunstancias elevan el riesgo de peor salud mental]”.

Primeras etapas del desarrollo cerebral

Los autores del artículo publicado en Nature deslizan que las variantes de riesgo identificadas desempeñan un papel en las primeras etapas del desarrollo cerebral. “Esto nos indica que esos factores genéticos están marcando cómo se va a desarrollar la conexión neuronal en el cerebro y puede que haya una alteración desde el inicio”, reflexiona Ramos Quiroga.

En un comentario adjunto, Abdel Abdellaoui, investigador del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Amsterdam, hace hincapié en esto también: “En todos los factores, los genes asociados muestran una expresión máxima durante el desarrollo fetal, lo que destaca la importancia de los procesos de desarrollo temprano en el riesgo psiquiátrico”.

Con todo, Ramos Quiroga pide no perder de vista la complejidad de estos trastornos y recuerda que son multifactoriales: “Si tienes una susceptibilidad y le pones otros factores que aumentan esa susceptibilidad, es peor: hay factores genéticos que te confieren más riesgo y tienen que ver con cómo se desarrolla el cerebro, pero también hay otras variables relacionadas con factores inmunológicos; y, además, el entorno también influye porque, por ejemplo, si te genera estrés, eso afecta a nivel inmunológico”, subraya.

Abdellaoui coincide y apunta a que estos trastornos psiquiátricos parecen surgir cuando “ciertas combinaciones de genes y experiencias vitales se combinan de forma desfavorable”. “Esto debería replantear las enfermedades mentales no como una biología defectuosa, sino como la desafortunada intersección de la variación natural y el estrés ambiental”, defiende.

Redefinir el diagnóstico

Abdellaoui sostiene, por otra parte, que esas variantes genéticas están agrupadas en cinco categorías “que trascienden los límites diagnósticos actuales” y plantea si estos patrones genéticos compartidos entre 14 trastornos psiquiátricos pueden hacer repensar el marco diagnóstico de las enfermedades mentales. “Pocas variantes genéticas son exclusivas de un solo diagnóstico, lo que sugiere que las categorías del Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM; la herramienta convencional para el diagnóstico de trastornos psiquiátricos) podrían ser útiles clínicamente, pero son aparentemente arbitrarias a nivel biológico”, conviene.

Francina Fonseca, jefa de Psiquiatría del Hospital del Mar de Barcelona, defiende que las clasificaciones actuales siguen sirviendo porque ayudan a los profesionales a entenderse, a hablar el mismo lenguaje. Pero asume que hay que “hacer autocrítica, ser humildes y rigurosos” e intentar afinar cada vez más los diagnósticos.

La psiquiatra matiza que esta investigación, en la que no ha participado, no tendrá una repercusión inmediata en la práctica clínica, pero sí ayudará a clasificar mejor estas enfermedades: “En salud mental no tenemos pruebas de laboratorio o de neuroimagen que nos permita hacer un diagnóstico de lo que pasa en el cerebro. Nos centramos en síntomas, que pueden estar basados en la subjetividad de quien los sufre o los interpreta. Pero para alcanzar un buen abordaje diagnóstico y terapéutico, necesitamos encontrar la alteración fisiológica, qué circuitos cerebrales están alterados”.

Ramos Quiroga concuerda con que toda esta línea de investigación “ayudará a tener una clasificación de los trastornos mentales más vinculada a factores biológicos” y añade que también abre una puerta para identificar dianas moleculares sobre las que desarrollar nuevos fármacos.

II

Salud mental. Una revisión de estudios concluye que los hijos de personas con trastornos mentales tienen mayor riesgo de sufrirlos, en El País, por Daniel Mediavilla, 15 DIC 2023:

Los autores plantean que se haga un diagnóstico precoz a los parientes de personas con dolencias psiquiátricas para aplicar medidas preventivas.

Trastornos mentales

Los factores sociales y genéticos se combinan para hacer que los trastornos mentales sean más frecuentes en algunas familias. Los hijos de personas con enfermedades mentales tienen un mayor riesgo de sufrir sus mismos trastornos y otros diferentes. Esto se debe a una combinación de factores genéticos y del entorno que favorecen la aparición de esas dolencias y que son más frecuentes en unas familias que en otras. Ahora, una revisión de 211 estudios publicada en la revista científica World Psychiatry, ha tratado de estimar este incremento de riesgo tomando datos que incluyen a tres millones de hijos con al menos un progenitor afectado y 20 millones de personas más sin diagnósticos en la familia como control.

De media, los autores calculan que alrededor de uno de cada dos hijos de personas con ansiedad, trastorno bipolar o depresión sufrirá la dolencia de sus padres u otra. Más de un tercio de los hijos de padres con alguna adicción y uno de cada seis con psicosis también tendrán algún trastorno mental. En lo que respecta al incremento de riesgo de sufrir el mismo trastorno que su padre, que el progenitor tenga déficit de atención multiplica por ocho las probabilidades de que lo padezca su vástago. En el caso del trastorno bipolar multiplica las probabilidades por cinco, y en el de las adicciones, la depresión o la ansiedad por dos. Cuando se miran los riesgos combinados, los hijos de padres con psicosis multiplican por 5,8 el riesgo de padecer esa enfermedad y por 2,6 el de sufrir alguna otra. Las dos cifras son similares para el trastorno bipolar. Los resultados presentados en esta revisión de estudios van en la línea de estudios previos realizados con gemelos. Estos individuos idénticos genéticamente comparten hasta en un 77% la psicosis, en un 76% el trastorno bipolar, en un 40% la ansiedad y en un 34% la depresión.

En una conferencia de prensa organizada por el SMC España, Joaquim Raduà, psiquiatra del Hospital Clinic-IDIBAPS y coautor del estudio, ha señalado el valor de este trabajo para “identificar un subgrupo de la población en parientes de personas con mayor riesgo para aplicar tratamientos preventivos específicos”. En el estudio se advierte que esta búsqueda de síntomas entre los hijos de afectados por estas dolencias no se aplica de forma rutinaria y es algo que debería cambiar. “Esta prevención debería ser transdiagnóstica”, ha añadido Raduà, teniendo en cuenta que tanto los factores genéticos como los ambientales parecen favorecer la aparición de trastornos diversos.

Aunque no se puede saber si unas medidas de prevención concreta han evitado el desarrollo de un trastorno en una persona determinada, los estudios de población indican que son efectivos, pero es necesario que estén individualizados. Se ha observado que las intervenciones aplicadas en la escuela, de forma general, para prevenir síntomas depresivos o de ansiedad, no son eficaces y que pueden, incluso, causar daño a algunas personas. Por este motivo, es importante, según indican los autores, identificar las personas con mayor riesgo para iniciar las intervenciones de forma precoz.

Entre las medidas que se plantean, muchas de ellas tienen que ver con evitar factores que incrementan el riesgo de que una enfermedad se desencadene, como el consumo de cannabis o de otras sustancias, la mala salud metabólica y la obesidad, que se pueden prevenir haciendo ejercicio y teniendo una alimentación adecuada. Algunos factores como la exposición a sucesos traumáticos o a la pobreza extrema o el aislamiento social también favorecen la aparición de trastornos.

Alberto Ortiz Lobo, psiquiatra del Hospital Universitario La Paz, en declaraciones a SMC España, ha sido crítico con las conclusiones del estudio. “Los resultados revelan que un 55 % de la descendencia de padres diagnosticados de cualquier trastorno mental va a desarrollar algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida, con un intervalo de confianza de nada menos que entre el 7 % y el 95 %”, apunta. En su opinión, estas cifras imprecisas no permiten “plantearse ningún consejo genético, como parecen sugerir los autores, puesto que no se ha demostrado la asociación entre diagnósticos de trastornos mentales y herencia biológica”. Para Ortiz Lobo, es más relevante actuar sobre los determinantes sociales como el maltrato infantil, los bajos niveles educativos o la pobreza.

III

Liliana Galindo, psiquiatra: “Hay un pico de psicosis en mujeres, alrededor de la menopausia, del que no se habla mucho por el estigma”, en El País, por Daniel Mediavilla, 14 OCT 2025:

La especialista en fármacos psicodélicos, de la Universidad de Cambridge, habla del potencial de estos medicamentos para tratar enfermedades mentales

Liliana Galindo (Bogotá, Colombia, 40 años) compara las terapias con sustancias psicodélicas para tratar la salud mental con una cirugía. “Es un cambio de paradigma. Antes dábamos medicación diaria, enfocada a tratar síntomas que en ocasiones causa efectos secundarios y con expectativa de tomarse por años. Este tipo de terapias requiere una inversión inicial importante, porque, además del fármaco, es necesario un terapeuta, un psiquiatra, una enfermera, que trabajen todos juntos, pero en un periodo corto, quizá de unos tres meses, para dar un tratamiento intensivo que busca ir a la causa de la enfermedad”. La experiencia de Galindo dice que el esfuerzo merece la pena. “En muchos casos hay una mejoría total”, afirma. Y cierra la analogía: “En una cirugía, se usa una anestesia para tolerar el dolor físico, el cirujano interviene y limpia la herida y después el cuerpo se cura. Aquí usamos una sustancia para abrir y tolerar el dolor emocional, ver la herida, procesarla y después la persona continúa con la mejoría, como en un postoperatorio”.

Las drogas psicodélicas están de moda en medicina, tras décadas arrinconadas por la mala fama y la ilegalidad a la que condujo su uso recreativo y su asociación a la contracultura. En 2019, se aprobó el uso de la esketamina, un análogo a la ketamina, para tratar la depresión grave, y en los últimos años han proliferado los estudios que muestran las posibilidades del MDMA, el éxtasis, frente al estrés postraumático, o la psilocibina, el principio activo de los hongos alucinógenos, para la depresión.

Galindo, que es profesora asistente en psiquiatría en la Universidad de Cambridge, psiquiatra en Cambridgeshire and Peterborough NHS Foundation Trust y fundadora del Cambridge Psychedelic Research Group, visitó hace unos días Madrid para participar en Psymposium, un foro organizado por la Fundacion Inawe, que promueve el avance científico y ético en salud mental, neurociencia e investigación psicodélica. La investigadora, que empezó su carrera en España junto a Magí Farré y Víctor Pérez-Sola, en el Hospital del Mar de Barcelona, habla de unas sustancias que suponen un cambio de paradigma en el tratamiento farmacológico de la salud mental, y en la comprensión misma de la mente, pero que también requerirán otra forma de plantear los estudios que midan su eficacia real.

Pregunta. El hecho de que muchas de estas sustancias se hayan utilizado para divertirse, ¿condiciona las expectativas que se tiene sobre ellas o las posibilidades de utilizarlas?

Respuesta. El ser humano ha utilizado sustancias como herramientas para tener diferentes estados de conciencia por miles de años. En América, muchas comunidades indígenas han utilizado sustancias psicodélicas, como la ayahuasca. Hay personas que las utilizan por motivos espirituales y otras por motivos recreativos, pero el modelo médico tiene diferencias fundamentales. Se hace de manera supervisada, con una sustancia que conoces con precisión y en una cantidad justa, porque ya sabemos que la dosis hace el veneno o, en este caso, el remedio.

P. ¿Cómo funciona?

R. En general, la persona tiene que tener tres tipos de sesiones. Unas sesiones de preparación en las cuales se conoce con un terapeuta, establecen una serie de objetivos, se conoce el pasado de esa persona, para entender el contexto y poder decidir.

También hay que dar información para saber qué hacer si el paciente siente ansiedad o si le vienen memorias que le causan mucha angustia. En estas sesiones de preparación se pueden practicar ejercicios para tranquilizarse en ese momento.

Después de estas sesiones de preparación, viene el momento en que se consume la sustancia, que tiene que ser en compañía de un terapeuta, que no puede ser uno cualquiera, sino alguien entrenado en estas intervenciones, que son bastante distintas de las de psicoterapia habitual. Aquí el terapeuta no interviene tanto como en otras sesiones convencionales, es más como un copiloto que apoya a la persona, que es quien decide por qué camino va a transitar.

En el caso, por ejemplo, del trastorno por estrés postraumático, se facilita que el paciente conecte con esas memorias traumáticas para revisitarlas y procesarlas, y eso es algo que hace la persona sola.

Y después de esa sesión vienen las sesiones de integración, que habitualmente se hacen el día después. Esas sesiones son claves, porque en los psicodélicos se ha visto que una de las razones por las que actúan es la neuroplasticidad. Pueden crear cambios a nivel inflamatorio y a nivel neuronal, e incluso de las conexiones dendríticas, y estos cambios parecen ser claves en la reconsolidación de memorias. Es importante aprovechar esa ventana de mayor neuroplasticidad después de tomar la sustancia para que la persona procese qué pasó durante las cuatro, seis o más horas, según la sustancia, que pudo durar la experiencia, para darle un sentido propio a lo que ha sucedido. En este caso, también con un terapeuta de apoyo.

P. ¿Qué es lo que hace en el cerebro estas sustancias para que tengan esos potenciales efectos beneficiosos?

R. En el caso de los empatógenos, como el MDMA, tienen estructuras que a veces son bastante similares a la de la serotonina o de la dopamina. Estos, por un lado, aumentan la serotonina, la dopamina o la noradrenalina, y producen sensaciones de bienestar, de sentir conexión. Pero también parece que producen un aumento de la oxitocina. Y esta oxitocina, que es la molécula del apego, viene a tener una acción muy importante en el reprocesamiento de las experiencias traumáticas.

Si piensas en la oxitocina, uno de los momentos en que se secreta bastante es alrededor del parto y durante la lactancia, cuando se hace todo el proceso del apego. Pero también ayuda a superar muchas de las memorias y traumas que hay en torno al parto y el nacimiento. Pueden ser traumáticas en ocasiones, pero aun así lo hacemos más de una, dos y tres veces. Hay un punto de esa reconciliación de memorias donde la oxitocina tiene un rol importante.

P. ¿Y los psicodélicos clásicos, como la psilocibina?

R. La acción específica es en uno de los receptores de serotonina, que son los 5HT2A. Esta acción serotoninérgica cambia nuestras conexiones cerebrales, se hace una especie de reset a patrones cognitivos previos.

Hay muchas enfermedades mentales en las que hay patrones cognitivos rígidos: las rumiaciones, cuando tenemos ansiedad y damos vueltas sobre lo mismo; en la depresión tenemos una idea o convicción de que algo está mal, pensamientos circulares difíciles de evitar; lo vemos también en el trastorno obsesivo compulsivo o en los trastornos de alimentación, con creencias sobre el cuerpo que son muy circulares.

Estas sustancias parecen hacer un reset en esas ideas y los cambios se ven bastante rápido, como después de sesiones con psilocibina, donde se ha visto mayor rango terapéutico. Ha mostrado mejoras muy grandes en depresiones resistentes al tratamiento, y se está viendo que incluso en TOC o en trastornos de alimentación hay evidencia preliminar que sugiere que pueden mejorar.

P. Si los psicodélicos facilitan plasticidad en el cerebro, igual que ayudan a deshacer nudos que provocan la depresión, ¿también pueden generar problemas nuevos?

R. Claro que sí, esto hay que investigarlo. Se han visto síntomas secundarios, sobre todo cuando las dosis no son supervisadas o el marco no es el adecuado. En contextos cuidados, parece seguro. Pero necesitamos entender mejor en qué dosis, para quién y cómo.

P. Ahora que los psicodélicos se empiezan a aceptar e, incluso, están de moda, a veces se ve una percepción de que son inocuos. ¿Qué riesgos hay que controlar con estas sustancias?

R. No son inocuos, pero ni los psicodélicos, ni cualquier tratamiento. Todo depende de la dosis, de quién la toma y de cómo la toma. El mayor peligro y lo que ha dado mala reputación a muchas de estas sustancias es que han existido en un mercado ilegal, donde la gente cree que toma cosas que no son. Por eso en el ámbito clínico lo primero que se monitoriza son las dosis. No hay opción de aumentar porque “se siente bien”.

Y, por supuesto, el hecho de que no todos los psicodélicos son buenos para todo y para todos, aunque tengan un potencial terapéutico muy grande.

Gran parte del enfoque de la investigación ahora es tratar de entender, de todas las sustancias que parecen tener un potencial terapéutico, qué tipo de personas se van a beneficiar y cuáles no. Hay que entender las contraindicaciones y qué personas se pueden beneficiar, por ejemplo, de una terapia con MDMA, con psilocibina o ayahuasca. Son totalmente diferentes.

Parte de la investigación es tratar de entender cómo cambia el efecto de las sustancias la historia personal, cuál es la enfermedad que estamos tratando, incluso cuál es la historia familiar, si hay otros miembros que hayan tenido enfermedades mentales o hayan tenido anteriormente reacciones adversas a sustancias de este tipo.

P. También trabaja en psicosis, en detectar con antelación las personas con riesgo de sufrirlas para evitarlas o paliar sus efectos.

R. La psicosis se refiere cuando alguien tiene cambios en su percepción de la realidad. Una persona comienza a tener una idea que se vuelve tan fuerte que, de cierta manera, nuestro cerebro trata de procesar toda la información que le llega como confirmación de esa idea, o trata de asociarla a esa idea y relacionar cosas que no están relacionadas. Y de repente es como si esa idea se robara toda la energía, toda la atención en la vida. Esa creencia comienza a ser lo más importante. Habitualmente está asociada a un miedo muy grande, lo que llamamos paranoia.

Hay diferentes contenidos: la persona puede creer que le están persiguiendo, o que tiene un poder, un superpoder, o que tiene una misión, pero de repente comienza a ver que todo está relacionado con esa idea. Ya sea: “me están persiguiendo”, “mi vecino es un alien”, la idea que sea.

Eso es lo que llamamos delirios. Aparte, otras personas pueden presentar lo que llamamos alucinaciones. Lo más frecuente es escuchar voces o cosas que no están ahí. Algunas personas también pueden ver cosas, pero es menos habitual. Además de estos cambios en la percepción y en el procesarmiento de información viene acompañada de un miedo enorme.

P. ¿Qué más se sabe?

R. En la mayoría de los casos comienza antes de los 20 y es más frecuente en los hombres. También sabemos que hay un segundo pico de psicosis de presentación que suele pasar en mujeres alrededor de cambios hormonales en la menopausia. De esto no se habla mucho y todavía hay mucho estigma, pero existe.

Lo que sabemos es que cuando las personas están presentando estos cambios, lo más importante es poder detectarlos a tiempo. Porque en ese momento hay un proceso de inflamación que está creando cambios a nivel cerebral que pueden producir, a largo plazo, cambios cognitivos o de memoria.

P. ¿Se puede intervenir?

R. A nivel mundial, el primer modelo de intervención temprana se desarrolló en Australia. La persona, durante al menos 3 años, va a ser vista muy frecuentemente, casi cada semana, por médicos, psicólogos, terapeutas ocupacionales; se trabaja con la familia, con la escuela, con el trabajo. Todo se enfoca en ayudar a que la persona vuelva a su vida como estaba antes de enfermar.

Lo que se ha visto es que, si se logra hacer este cambio en los primeros 3 años, y sobre todo, lo más importante, si la persona logra reconocer ese episodio como algo anormal, entender por qué es mejor seguir el tratamiento, detectar los síntomas tempranos de recaída (cada persona tiene los suyos), y vuelve a su funcionamiento previo, se puede prevenir a mediano o largo plazo que la enfermedad se deteriore.

Antes creíamos que no había forma de detener el progreso de las psicosis, o que necesariamente todo el mundo acabaría con mucho deterioro en un hospital mental. Ya sabemos que no es así. Pero hay que actuar temprano y trabajar mucho en tratamiento y en la educación de la persona y de la familia.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Novedad: uso del mapa de los neutrófilos contra el cáncer

 SISTEMA INMUNE. El mapa de los neutrófilos: crean una herramienta para combatir el cáncer o las infecciones con las células inmunes más abundantes, en El País, por Daniel Mediavilla, 3 DIC 2025:

Un equipo internacional de científicos liderado por españoles revela los siete estados de la infantería inmunológica.

El sistema inmunitario nos mantiene vivos, pero sigue envuelto en misterio. Se estima que son 1,8 billones de células distribuidas por el organismo dedicadas a defendernos de las infecciones o a destruir células desquiciadas para evitar el cáncer. Las más abundantes de todas y las primeras en responder cuando aparece un problema son los neutrófilos, que salen de los huesos como una tropa de intervención rápida y viajan por la sangre allá donde las necesitan. Hacen su trabajo, ponen trampas a los microbios o los engullen, y mueren en pocas horas. Aunque se conoce su existencia desde hace más de un siglo, se ignora mucho sobre cómo funcionan, y no se sabe por qué pueden salvarnos, pero también condenarnos. En infecciones como la de la covid, son la causa de las respuestas inmunes excesivas que a veces hacen mortal la enfermedad.

La modulación del sistema inmune ha hecho posibles algunas de las terapias más eficaces contra el cáncer y se sabe que la inflamación crónica, la que se produce cuando la respuesta ante una amenaza no se apaga cuando esta desaparece, está detrás de muchas enfermedades cardiacas o el alzhéimer. Sin embargo, la complejidad de la respuesta inmune y su relación a veces ambigua con el daño y la cura hacen difícil su control para utilizarlo en medicina.

Hoy, un equipo internacional de científicos liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), la Universidad de Yale, en EE. UU., y la Universidad de Westlake, en China, publica en la revista Nature un mapa que trata de hacer comprensible la complejidad de los neutrófilos. Después de analizar cientos de miles de neutrófilos de ratón, han cambiado nuestra forma de entender estas células, y han desarrollado NeuMap, el primer mapa que describe cómo se organizan los neutrófilos en los distintos tejidos, etapas de la vida y enfermedades.

“Son células muy básicas, pero que hacen cosas muy diversas”, cuenta Iván Ballesteros, profesor de la UC3M y autor principal del estudio. “Cuando comenzamos el proyecto, no sabíamos que íbamos a encontrar y estudiamos neutrófilos en distintas situaciones, en embarazo, en cáncer, en enfermedad pulmonar… cuando los pusimos juntos y generamos este mapa, vimos que no son tan distintos, y solo tienen siete estados”.

Según explica Ballesteros, aunque cada neutrófilo solo vive unas horas, juntos mantienen una arquitectura estable durante toda la vida. También han visto que hay comportamientos convergentes, que en unas circunstancias favorecen la vida y en otras la ponen en peligro. “Los neutrófilos de la placenta se parecen a los protumorales, porque en ambos casos favorecen el crecimiento de vasos sanguíneos”, señala el investigador.

En los siete estados de los neutrófilos, hay fases en las que este ejército de células inmunes se entrenan, otras en las que circulan por la sangre, silenciosas, a espera de una orden de ataque, y otras en las que se activan contra virus o capturan trozos de patógenos para presentarles a los linfocitos T y que los destruyan. También hay algunos neutrófilos que apaciguan la respuesta inmune, impidiendo que produzca daños, pero, en otro estado, la supresión de la respuesta inmune facilita que el cáncer progrese y crea nuevos vasos sanguíneos que lo alimentan.

El conocimiento de que los neutrófilos pueden adoptar justo siete estados también facilita las posibilidades de actuar sobre ellos. Estas células no siempre permanecen en un estado, sino que van cambiando dependiendo de las circunstancias, algo que plantea la posibilidad de manipular esos cambios con objetivos médicos, como bloquear el comportamiento que favorece el crecimiento de tumores.

Andrés Hidalgo, investigador de Yale y del CNIC y coautor del estudio, apunta a dos aplicaciones del conocimiento que están obteniendo con NeuMap. “Como los neutrófilos son tan plásticos, y si tienes una infección tienes un tipo y si tienes un tumor, otro, podemos saber bien qué le está pasando a un individuo, qué tipo de cáncer tiene y en qué fase de desarrollo, o qué tipo de infección y si tiene riesgo de sufrir sepsis, así que pensamos que puede ser útil para obtener diagnósticos precisos”, indica.

En segundo lugar, quieren emplear el conocimiento sobre los neutrófilos para orientar su actividad hacia lo que convenga en cada momento. “No puedes eliminar los neutrófilos, porque están haciendo tareas necesarias, como eliminar virus o bacterias, pero se puede intentar reprogramar ese ejército con programas genéticos muy específicos. Así, podríamos orientar a las células para que hagan lo que nosotros queremos: favorecer la revascularización si necesitamos que se reparen algunos tejidos, como pasa en personas con diabetes, que tienen problemas para cicatrizar, o que vayan al cerebro si está inflamado y tengan una actividad inmunosupresora”, explica Hidalgo.

Para conseguir ese objetivo, señala el investigador, van a utilizar un conocimiento que han adquirido en su estudio de los neutrófilos. “Se organizan como una colonia de insectos. La estructura tiene la célula madre, que es como la reina, que después va produciendo una descendencia que se especializa”, dice el investigador. “Un neutrófilo individual sería como una hormiguita, no es muy útil reprogramarla, es mejor ir a la abeja reina, a esa célula madre que tiene el potencial de producir al resto de células en la médula ósea, y ahí es donde introducir esos programas genéticos para que el ejército de neutrófilos haga lo que buscamos”, concluye.

En enfermedades como el cáncer, se sabe que, cuando en un modelo de ratón hay respuesta a la quimioterapia, los neutrófilos adquieren una forma específica, que activa la respuesta contra las células de cáncer, y cuando el tumor crece, otra, que forma vasos sanguíneos que facilitan la proliferación del cáncer. “Lo que intentamos hacer es impedir que los neutrófilos adquieran el fenotipo que construye vasos y vayan hacia el estado que destruye el tumor”, afirma Ballesteros. “Creemos que es algo posible porque el sistema es muy plástico”, añade.

Hace más de un siglo que se empezaron a conocer los neutrófilos, pero progresos tecnológicos como la secuenciación masiva de células individuales ha comenzado a desvelar su verdadera identidad. El nuevo mapa de estas células no es solo un recurso para comprender mejor al sistema inmunitario, sino una herramienta que puede transformar la medicina.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

El biotecnólogo David Liu halla un mismo método para desactivar un tercio de todas las enfermedades genéticas

 Dossier

I

 Nace PERT, una medicina experimental multiusos que promete arreglar la causa de cientos de enfermedades genéticas, en El País, por Manuel Ansede, 19 NOV 2025: 

Uno de los mejores científicos del mundo, David Liu, propone una estrategia revolucionaria para revertir con un tratamiento similar el 30% de las patologías raras

Las curaciones milagrosas de enfermedades genéticas, logradas gracias a la modificación minuciosa del ADN de cada paciente y celebradas con razón a bombo y platillo, son solo excepciones en una tragedia. Hay más de 7.000 enfermedades raras identificadas, pero apenas existen tratamientos para el 5%, pese a que afectan a más de 300 millones de personas. Uno de los mejores científicos vivos, el químico estadounidense David Liu, anuncia este miércoles una idea revolucionaria: una medicina experimental multiusos que promete arreglar la causa de decenas, o incluso cientos, de enfermedades genéticas diferentes. Un único tratamiento, multitud de problemas distintos resueltos en miles de pacientes, esa es la estrategia. Su nombre es PERT.

Actualmente se necesitan años y millones de euros para desarrollar un solo tratamiento de edición genética para una mutación específica de una o pocas personas. Liu, del Instituto Broad (Cambridge, EE UU), argumenta que, a menudo, el cuello de botella no son los avances científicos, que ya existen, sino las exigencias de las autoridades, los precios de fabricación y el reto de comercializar fármacos que solo sirven para un puñado de pacientes. Las empresas de edición genética, alerta, “tienen que tomar la desgarradora decisión de qué objetivos perseguir, que es lo mismo que decidir qué pacientes se van a quedar atrás”. Tras años de devanarse los sesos, Liu propone una solución: “La edición genética agnóstica respecto a la enfermedad”.

El ADN es como un libro de recetas para producir proteínas, las máquinas moleculares que se ocupan de las principales tareas dentro de un ser vivo. Cada célula lee esas instrucciones genéticas para saber qué ingredientes tiene que añadir, hasta que llega a un mensaje final que indica que la receta ha terminado y la proteína está completa. Las erratas en el ADN, sin embargo, pueden arruinar el proceso. Un tercio de las enfermedades genéticas están provocadas por las denominadas mutaciones sin sentido, que detienen la fabricación antes de tiempo y provocan proteínas truncadas y nocivas.

El equipo de David Liu no propone corregir estas mutaciones una por una, como hasta ahora, sino hacer sofisticadas modificaciones genéticas para que cada célula produzca una molécula que consigue que la receta se lea correctamente hasta el final, independientemente de la proteína implicada. Los investigadores han hecho un primer intento con éxito en cuatro enfermedades congénitas aparentemente muy diferentes: la de Tay-Sachs, un trastorno neurodegenerativo que hace que los niños mueran antes de cumplir cuatro años; la de Batten, también letal y asociada a un deterioro progresivo de las capacidades; la de Niemann-Pick, causante de la acumulación de grasas en el cerebro; y el síndrome de Hurler, que provoca una cascada de complicaciones respiratorias y cardíacas antes de que llegue la adolescencia.

Gracias a un mismo tratamiento PERT, Liu y sus colegas han conseguido revertir estas enfermedades en células humanas en el laboratorio y, en el caso del síndrome de Hurler, también en ratones. Es solo una prueba de concepto, pero revolucionaria. “Queda mucho trabajo por delante para hacer realidad el potencial a largo plazo de PERT para beneficiar a los pacientes”, explica Liu a EL PAÍS. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial.

La palabra pert en inglés significa atrevido, descarado, un adjetivo que encajaría con la audacia del proyecto, pero Liu aclara que, en su caso, PERT es solo el acrónimo de “prime editing-mediated readthrough of premature termination codons”. El nombre se podría traducir como lectura continua mediada por editores de calidad de codones de terminación prematuros, siendo los codones de terminación esas secuencias del ADN que marcan el final de la producción de una proteína.

David Liu, californiano de 52 años, recibió en abril el Premio Breakthrough de Ciencias de la Vida, dotado con tres millones de dólares y considerado una antesala del Nobel. Hay pocas dudas de que acabará ganando el galardón sueco. En 2012, la bioquímica francesa Emmanuelle Charpentier y la química estadounidense Jennifer Doudna se percataron de que unas tijeras microbianas se podían emplear para modificar el ADN humano y acabaron ganando el Nobel de Química. Aquella técnica ―bautizada CRISPR por el microbiólogo español que descubrió el fenómeno en las bacterias, Francis Mojica― era muy útil para dar un tijeretazo dirigido e inactivar un gen, pero quedó obsoleta rápidamente. En 2016, el equipo de David Liu inventó los editores de bases, derivados de los CRISPR iniciales, pero más precisos, comparables con un lápiz con goma de borrar, capaz de eliminar una sola letra del ADN y sustituirla por otra. En 2019, Liu anunció una nueva herramienta: la edición de calidad. “Es como un procesador de texto: puedes buscar una secuencia específica [en el ADN] y sustituirla entera por otra secuencia que tú quieras”, en sus propias palabras.

El biotecnólogo Lluís Montoliu no escatima elogios. “Esto va más allá de anunciar una nueva terapia génica. Sobre el papel, supuestamente, entre un 20% y un 30% de todas las mutaciones ahora podrían ser tratables, lo cual es para hacerle la ola a David Liu. Este señor es infinito en la cantidad de avances que es capaz de generar junto a su equipo en tan poco tiempo”, aplaude Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología, en Madrid. El 24% de las 200.000 mutaciones causantes de enfermedades son precisamente mutaciones sin sentido, como las ahora tratadas con éxito con PERT en el laboratorio.

Las instrucciones escritas en el ADN se transcriben en otro lenguaje genético, el ARN mensajero, que a su vez se traduce en proteínas gracias a otra pequeña molécula: el ARN de transferencia. El equipo de Liu ha utilizado su técnica de edición de calidad para diseñar un nuevo ARN de transferencia e instalarlo permanentemente en el genoma de las células. “De alguna manera estamos cambiando la gramática de la traducción de proteínas, para que cuando lleguen esos stops prematuros no sean el punto final de la frase, sino que siga la producción”, celebra Montoliu, vicepresidente de la Asociación para la Investigación Responsable e Innovación en Edición Genética.

“Es una idea brillantísima”, recalca el biotecnólogo español, que destaca el cambio de estrategia. “El problema de la terapia génica actual es que es una terapia de lujo, para muy pocas personas, extraordinariamente personalizada”, expone. “A pesar de que se nos llena la boca y aplaudimos cada vez que ocurre una nueva terapia génica, lo cierto es que si sumas todos los pacientes que han podido ser tratados son unas pocas decenas, estamos muy lejos de llegar a todos los pacientes de enfermedades raras. Se necesitan ideas distintas. Se necesitan estrategias innovadoras. Y esto es lo que nos presenta David Liu”, proclama Montoliu.

El biólogo Xurde Menéndez Caravia utiliza el editor de bases de David Liu para corregir mutaciones puntuales en el gen LMNA, asociadas a enfermedades del corazón. El investigador coincide en el adjetivo al describir la “brillantísima” nueva estrategia. “Es un estudio titánico, con una cantidad de trabajo cósmica. No es una técnica dirigida a corregir una mutación, ni siquiera a corregir una enfermedad concreta, sino potencialmente todas las enfermedades, o al menos varias, que estén causadas por los codones de parada”, reflexiona Menéndez Caravia, del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, en Santander.

“Habrá que ver los efectos que tiene a largo plazo, pero, en líneas generales, abre una dimensión nueva en el campo de la edición génica, porque trata las enfermedades de manera agnóstica. Da igual la enfermedad que sea, lo que queremos es traspasar ese codón de parada prematuro, y este artículo lo hace brillantemente”, zanja Menéndez Caravia.

II

David Liu, químico: “Podemos corregir la inmensa mayoría de los errores en el ADN que causan las enfermedades genéticas”, en El País, por Manuel Ansede, 28 MAR 2023:

El científico ha inventado una revolucionaria herramienta para modificar el genoma que ya ha salvado la vida de una niña con un cáncer muy agresivo

La revista de la Universidad de Harvard publicó hace casi un par de décadas que a uno de sus profesores, el químico David Liu, le habían prohibido la entrada en unos casinos de Las Vegas cuando tenía 29 años, tras ganar demasiado dinero jugando al blackjack. Preguntado sobre si es una leyenda urbana, Liu sonríe. “Es parcialmente cierto. En realidad tenía 21 años y no fue solamente una noche”, responde entre carcajadas. El químico fue un joven prodigio. Con 26 años era profesor en Harvard. Con 31 ya era catedrático. Como diversión, utilizaba las matemáticas mentalmente para tener ventaja en el blackjack, un juego de naipes en el que gana quien suma 21 puntos. Con 43 años, en 2016, su equipo inventó los editores de bases, una herramienta para modificar el ADN con precisión que está revolucionando la medicina. Hace tres meses, un hospital de Londres anunció que había utilizado los editores de bases para salvar la vida de Alyssa, una niña de 13 años con una leucemia muy agresiva.

“Su cáncer está en remisión completa”, celebra Liu. El manual de funcionamiento de un ser humano, presente en cada célula, es un texto con más de 3.000 millones de letras químicas. Los errores en este ADN provocan el cáncer y multitud de enfermedades. Liu quiere reescribir este libro humano para eliminar las erratas. El químico californiano, nacido en Riverside hace 49 años, compara sus editores de bases con un lápiz con una goma de borrar, capaz de eliminar una sola letra y sustituirla por otra.

El equipo médico de Alyssa, del University College de Londres, empleó los editores de bases para modificar glóbulos blancos de un donante y ayudar a que atacasen a las células del cáncer de la niña. Las asombrosas técnicas de David Liu han dejado desfasadas las herramientas de edición genética anteriores, incluso las conocidas como CRISPR, inventadas en 2012 y ganadoras del Nobel de Química de 2020. El investigador compara las CRISPR originales con unas tijeras, útiles para inactivar genes de manera tosca, pero no para reescribir con precisión. Su propio lápiz con goma ya está siendo superado. En 2019, Liu anunció una nueva herramienta: la edición de calidad. “Es como un procesador de texto: puedes buscar una secuencia específica y sustituirla entera por otra secuencia que tú quieras”, explica por videoconferencia. Sus editores de calidad, todavía en fase experimental, pueden teóricamente corregir el 89% de las 75.000 variantes genéticas asociadas a enfermedades.

Pregunta. Hay 20 millones de nuevos casos de cáncer cada año en el mundo. ¿Cuántos de estos pacientes podrían beneficiarse de los editores de bases o de los editores de calidad?

Respuesta. El cáncer no es una enfermedad, son cientos de enfermedades. Y cada una de ellas presenta diferentes cambios moleculares que lo provocan. Creo que la estrategia utilizada con Alyssa es muy prometedora para pacientes con leucemia de las células T y posiblemente para otros tumores de la sangre, pero es muy pronto para saber qué papel pueden desempeñar estas herramientas en otros tipos de cáncer.

P. Esto parecía ciencia ficción en 2016, incluso para usted.

R. Estos editores de bases y editores de calidad no existen en la naturaleza. Son máquinas moleculares diseñadas. Me parece increíble que los seres humanos estemos tomando tan rápido el control de nuestros genomas y de las faltas de ortografía que provocan las enfermedades genéticas.

P. Hay 400 millones de personas afectadas por alguna de las 7.000 enfermedades causadas por mutaciones en un solo gen. Su colega Fyodor Urnov, de la Universidad de California en Berkeley, se preguntaba hace tres meses: “¿Por qué no las estamos curando ya?”. Él sostiene que los principales obstáculos no son técnicos, sino legales, financieros y de organización.

R. Estoy de acuerdo. Todavía hay desafíos técnicos y científicos importantes, como aprender a modificar el ADN de maneras que serían terapéuticas, pero que no sabemos hacer. Y, por supuesto, todavía no sabemos cómo llegar a determinados tejidos del cuerpo. Pero estoy de acuerdo con Fyodor en que existen barreras de fabricación, regulatorias y otras no científicas, que habrá que abordar si queremos maximizar el beneficio de estas tecnologías para la sociedad.

P. ¿Va a morir mucha gente por obstáculos que no son científicos?

R. Si alguien muere por una enfermedad, la culpa es de la enfermedad, no de los organismos reguladores. Los reguladores no matan a nadie. El objetivo es garantizar que estos tratamientos sean lo más eficaces que sea posible, pero también que sean seguros. La historia de la medicina está plagada de ejemplos en los que médicos y científicos bienintencionados no comprendieron suficientemente bien los efectos secundarios de sus terapias experimentales y acabaron perjudicando a los pacientes. El objetivo es evitar que esto ocurra.

P. ¿Usted cuántas cartas recibe de padres con niños con enfermedades genéticas?

R. Unas cinco o diez cartas cada semana. Intentamos responder a todas. En los inicios de los editores de bases, la tecnología podía arreglar pocas de las mutaciones de una sola letra que nos contaban, pero ahora casi siempre existe una tecnología para corregir el error, ya sea con editores de bases o con editores de calidad. En algunos casos, sin embargo, no se ha demostrado que corregir el error pueda realmente curar al paciente. En algunas enfermedades genéticas es tarde, porque el daño aparece muy pronto. En muchos casos, por desgracia, tengo que explicar a las personas que nos envían las cartas que hace falta una ciencia muy sólida para vincular una mutación genética a una enfermedad. Y también necesitas buenos modelos animales que imiten esa enfermedad. Para la mayoría de estas enfermedades no hay, por lo que es difícil probar si la edición genética puede funcionar. Y, por supuesto, aunque haya modelos animales, necesitas años de trabajo para demostrar que corregir una mutación puede corregir la enfermedad. Comprendo que pueda ser frustrante para la familia de un paciente saber que conocemos una tecnología que puede corregir un error en el ADN que podría ser la causa de la enfermedad genética que afecta a su hijo o a su hija. Sin embargo, la tecnología de edición genética no es suficiente por sí sola. Así que la buena noticia es que ya tenemos tecnologías que pueden corregir la inmensa mayoría de los errores en el ADN que causan las enfermedades genéticas conocidas. Pero, aunque este es un paso importante, necesitamos el resto de pasos para desarrollar estrategias terapéuticas.

P. Fyodor Urnov, en el mismo artículo publicado en The New York Times, calculaba que se necesitan cuatro años y unos 10 millones de dólares para obtener un fármaco de edición genética.

R. Diez millones suena correcto, incluso es una cifra baja. Yo diría que puede costar entre un millón y 100 millones de dólares. Y cuatro años me parece muy rápido. Me parece un plazo ambicioso para comenzar un ensayo clínico, pero no para obtener la autorización de un fármaco. Es un punto de vista importante, para que la gente se dé cuenta de que, cuando leen una noticia de que un tratamiento funciona en un animal, todavía faltan años de trabajo para que ese tratamiento esté disponible para los pacientes.

P. ¿Quién puede invertir 10 millones de dólares para desarrollar un fármaco que solo se puede utilizar en una persona con una mutación específica?

R. Esa es una de las principales cuestiones a las que se enfrenta nuestro campo. Ya estamos trabajando en algunas estrategias para intentar resolver este problema. Creo que hay algunas maneras de utilizar un agente de edición genética para tratar muchas mutaciones diferentes e incluso muchas enfermedades genéticas diferentes. Espero que podamos informar pronto de algunas novedades al respecto.

P. Después de la remisión del cáncer de Alyssa, ¿qué será lo próximo?

R. Hay cuatro ensayos clínicos en marcha con editores de bases. 

Uno de ellos es el de Alyssa, del University College de Londres. 

El primer ensayo que va a administrar editores de bases directamente en los pacientes [no en sus células en el laboratorio] es una colaboración entre las empresas Verve y Beam, para reducir niveles altísimos de colesterol malo relacionados con el gen PCSK9. 

El ensayo Beam-101, contra la enfermedad de células falciformes y la beta talasemia, ya está reclutando pacientes. 

Y también hay en marcha otro ensayo clínico en China para tratar la beta talasemia. Espero que Alyssa sea el preludio de muchos más resultados positivos.

P. ¿Cuándo se probarán los editores de calidad en un ensayo clínico en humanos?

R. Habría que preguntar a Prime Medicine, la empresa que está desarrollando tratamientos con editores de calidad. Esperan tener un fármaco en fase de investigación en 2024, así que espero que los ensayos clínicos empiecen pronto, en pocos años [David Liu es cofundador de las empresas Beam Therapeutics y de Prime Medicine].

P. ¿Cómo se imagina usted la medicina dentro de 10 años?

R. Me sentiría decepcionado si, dentro de 10 años, no tuviéramos bastantes ensayos clínicos, tanto con los editores de bases como con los editores de calidad. Y espero que tengamos los primeros fármacos aprobados que sean máquinas moleculares capaces de ir a la célula de un paciente y cambiar específicamente un error que cause una enfermedad genética. O, como están haciendo las empresas Verve y Beam, introducir un cambio preciso que disminuya tu riesgo de padecer una enfermedad grave. Si hacemos otra entrevista en 2033 espero que estén aprobados los primeros fármacos que nos permitan tomar el control de nuestros genomas, sin depender tanto de errores en nuestro ADN que determinan el destino genético de tantos millones de personas.

Espero que en 10 años estén aprobados los primeros fármacos que nos permitan tomar el control de nuestros genomas

P. Usted tuiteó el otro día que las personas somos accidentes felices.

R. Me refería al azar en la evolución. Los organismos evolucionan y sus mutaciones son parcialmente al azar. Que un gen evolucione de una manera o de otra se puede considerar un accidente feliz. La evolución depende de sucesos fortuitos que hacen que los resultados sean estocásticos, difíciles de predecir. En ese sentido, el hecho de que los humanos hayan evolucionado como lo han hecho es un poco una cuestión de suerte, o de mala suerte, según la perspectiva de cada uno. Como dijo [el biólogo estadounidense] Stephen Jay Gould, si rebobinas la película de la vida y vuelves a empezar desde el primer organismo en la sopa primigenia, volviendo a ver la evolución durante miles de millones de años, me sorprendería que todo acabe con nosotros hablando en esta entrevista. Hay abrumadoras probabilidades de que acabase con resultados muy diferentes.

P. Entonces, ¿usted no ve la mano de un Dios en ninguna parte en el ADN?

R. Es una pregunta difícil de responder. Sin comentarios [risas].

P. Usted apoyó una moratoria sobre la edición de la línea germinal [modificaciones heredables que se llevan a cabo en los óvulos, en los espermatozoides o en los propios embriones cuando son solo una célula], para impedir la creación de bebés modificados genéticamente. Fue en 2019. ¿Todavía apoya la moratoria?

R. No es una cuestión sencilla de blancos y negros, como en la mayoría de los asuntos importantes, pero creo que actualmente hay muy pocas razones para editar la línea germinal. Sí preveo que, en el futuro, habrá más casos, especialmente cuando ya se haya probado más la edición de células somáticas [células que no son ni óvulos ni espermatozoides] e incluso haya fármacos aprobados. Ese podría ser un mejor momento para analizar las ventajas y los inconvenientes de la edición genética de la línea germinal. Por ahora, creo que los riesgos éticos y científicos son demasiado altos como para justificar el escaso número de casos hipotéticos en los que se podría considerar necesaria la edición de la línea germinal.

P. ¿Qué tipo de casos se imagina en el futuro?

R. Bueno, en el futuro puede haber mayor voluntad de editar la línea germinal. Una vez que la edición genética de células somáticas esté lo suficientemente madura como para que haya un alto grado de confianza en su seguridad y eficacia, creo que la gente, con naturalidad, volverá a plantearse la edición de la línea germinal. Actualmente, no creo que deba ser una prioridad.

lunes, 17 de noviembre de 2025

Un caso de animación suspendida accidental

 De María Delgado, auxiliar de enfermería:

Durante el 20 de mayo de 1999, en Tromsø, norte de Noruega, Anna Bågenholm, de 29 años, estaba esquiando cuando el hielo se rompió bajo sus pies. Atrapada bajo el agua helada, encontró una diminuta burbuja de aire… y logró respirar durante 40 minutos. Luego, su corazón se detuvo. Permaneció bajo el hielo durante 80 minutos. Cuando los rescatistas finalmente la sacaron, su cuerpo tenía una temperatura de 13,7 °C. Sin pulso. Sin respiración.

Pero los médicos se negaron a rendirse. Dijeron una frase que quedaría grabada en la historia: “Nadie está muerto hasta que está caliente y muerto.” Conectaron su cuerpo a una máquina corazón–pulmón. Hora tras hora, su sangre se fue calentando lentamente… como debe hacerse, no rápida y súbitamente. Y a los 30 °C, su corazón volvió a latir. Contra toda lógica, Anna volvió a la vida. Su cerebro quedó intacto. Aprendió a caminar de nuevo, terminó sus estudios y se convirtió en radióloga. Hoy trabaja en el hospital de Tromsø, el mismo lugar donde fue salvada.

Clínicamente muerta. 80 minutos bajo el hielo. Y, sin embargo, viva. Porque a veces, la ciencia y la determinación humana se niegan a rendirse. Un recordatorio de que incluso cuando todo parece congelado… la esperanza aún puede volver a latir. 

jueves, 16 de octubre de 2025

Avances contra el cáncer

 Publicado también en Jama. El número de personas con genes asociados al cáncer es mayor de lo esperado: estos son los más afectados. En El Confidencial, por F. S. B., 16/10/2025:

Un nuevo estudio ha analizado la información genética de más de 400.000 personas y ha concluido que la proporción de quienes presentan variantes conocidas de riesgo es algo mayor del 5%

Aunque la mayor parte de los casos de cáncer se consideran esporádicos, una parte se definen como hereditarios, ya que algunas personas llevan en su ADN variantes que aumentan el riesgo. Ahora, un equipo de investigadores ha analizado la información genética de más de 400.000 personas y ha concluido que la proporción de quienes presentan variantes conocidas de riesgo es algo mayor del 5%, una cifra es superior a la esperada: cerca del doble en variantes de los genes BRCA1 o BRCA2 y entre 10 y 20 veces superior en variantes relacionadas con cáncer de tiroides. Se trata del primer gran estudio de este tipo hasta fecha y ha sido publicado este jueves en la revista JAMA. En él, los investigadores han detectado que uno de cada 20 adultos porta mutaciones genéticas patogénicas que incrementan su riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer. El hallazgo, basado en datos del programa estadounidense All of Us, sugiere que las actuales recomendaciones médicas podrían estar dejando fuera a millones de personas en riesgo. En concreto, analizaron los genomas de más de 414.000 participantes sin enfermedad diagnosticada, identificando variantes patogénicas o probablemente patogénicas (P/LPVs) en 72 genes de susceptibilidad al cáncer. En total, 20.968 individuos (el 5,05 %) portaban alguna de estas alteraciones, y 469 tenían mutaciones en más de un gen. “Este porcentaje es más alto de lo que se pensaba. Indica que la predisposición genética al cáncer es más común y diversa de lo que reflejan las actuales guías de cribado”, señalan los autores del estudio.

Los genes más afectados

El gen MUTYH, relacionado con el cáncer colorrectal hereditario, fue el más alterado (1,33 % de los participantes), seguido de BRCA2 (0,42 %) y MITF (0,37 %). Los síndromes hereditarios más frecuentes fueron:

Cáncer de mama y ovario hereditario (BRCA1/2): 2.636 casos.

Síndrome de Lynch, asociado al cáncer colorrectal y endometrial: 1.247 casos.

Paraganglioma-feocromocitoma hereditario: 801 casos.

El estudio encontró variaciones significativas entre grupos raciales, aunque no por sexo. Los participantes blancos presentaron la mayor prevalencia de mutaciones (5,72 %), mientras que los asiáticos mostraron la más baja. En 12 genes hubo diferencias relevantes entre individuos hispanos y no hispanos. En cualquier caso, los autores advierten, sin embargo, que la raza o la etnia no deben usarse como criterios clínicos, ya que no reflejan la verdadera ascendencia genética.

Para la experta Conxi Lázaro, que no ha participado en este trabajo, el estudio "pone de relieve que el número de variantes patogénicas en genes relacionados con la predisposición al cáncer hereditario es, probablemente, mayor a lo que se pensaba hace años y que los criterios personales/familiares para la realización de un estudio genético pueden dejar en algunos casos fuera de estudio a pacientes que podrían ser portadores. Aunque en el caso de alteraciones en genes de baja/moderada penetrancia también podría llevar a un sobrediagnóstico innecesario, si hay una ausencia total personal o familiar de historia relacionada con la predisposición en cuestión". Eso sí, Lázaro, que es jefa del grupo de investigación en Cáncer Hereditario del Instituto Catalán de Oncología-IDIBELL, aclara en declaraciones a la agencia SMC que "no constituye ningún motivo de alarma, solo resalta la importancia de la adecuada concienciación de los profesionales implicados y del adecuado asesoramiento genético en cuanto a los posibles hallazgos incidentales o secundarios cuando se realiza un estudio genético".

Diagnóstico más temprano

Los portadores de variantes patogénicas fueron más propensos a haber sido diagnosticados de cáncer (26,4 % frente al 19,7 %) y, en algunos genes, la enfermedad apareció a edades más tempranas. Por ejemplo, los portadores del gen STK11 tuvieron una edad media de diagnóstico de 31 años, y los de DICER1, de 35 años. En cuanto a las tasas halladas para BRCA1 (0,22%) y BRCA2 (0,42%), superan las estimaciones previas en ciertas poblaciones. Los autores sostienen que limitar las pruebas genéticas solo a pacientes con antecedentes familiares o diagnósticos específicos deja fuera a un gran número de portadores.

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Aun así, los investigadores piden prudencia: no se ha demostrado todavía que ampliar el cribado genético a toda la población sea rentable o clínicamente beneficioso. Estudios previos, sin embargo, han mostrado que la gestión estructurada de pacientes con mutaciones de alto riesgo puede ser coste-efectiva y salvar vidas. “Necesitamos evaluar la utilidad clínica y la viabilidad de extender las pruebas genéticas, pero los datos apuntan a que podríamos estar infradiagnosticando a una parte considerable de la población”, concluyen los autores.

domingo, 5 de octubre de 2025

Creado mapa de genes reparadores

 Un catálogo de las ‘cicatrices’ en el ADN alumbra un camino para sortear las resistencias del cáncer, en El País, por Jessica Mouzo, 2 OCT 2025:

La molécula de la vida sufre roturas continuamente y la célula tiene que arreglarlas. Una investigación identifica cómo cada uno de los 20.000 genes humanos afectan a la reparación del ADN y abre una puerta para afinar tratamientos oncológicos

El ADN es la molécula de la vida: esa estructura de doble hélice, presente en cada célula del cuerpo y organizada en fragmentos llamados genes, guarda las instrucciones para hacer funcionar el organismo. Es una máquina biológica de altísima precisión, pero, a veces, se rompe. Puede ser de forma espontánea, por fallos en el propio metabolismo de la célula, o por la influencia de agentes externos, como la exposición al sol, por ejemplo, o a otros carcinógenos, como el tabaco. Cuando esa molécula esencial se quiebra, la célula tiene que reparar esas roturas para sobrevivir, pero, en ocasiones, ahí donde hubo daño, quedan una especie de cicatrices, unas alteraciones genéticas con información clave para la ciencia.

Explica Felipe Cortés, científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que la célula suele ser bastante prolija cuando le toca reparar esos daños en el ADN. La mayoría de veces, arregla los estropicios en esa molécula esencial de forma fiel, sin dejar marcas. Sin embargo, cuando los mecanismos de reparación “se equivocan”, aparecen las cicatrices, una especie de costuras mutacionales que pueden revelar mucha información sobre lo que ha ocurrido ahí: delatan, por ejemplo, quién provocó el daño o cómo se ha reparado esa rotura. Son señales tan valiosas para la ciencia que Cortés y su equipo han creado un catálogo de cicatrices que han llamado “el reparoma humano”: es un inventario que identifica cómo cada uno de los 20.000 genes humanos afectan a la reparación del ADN. Según los autores, que han publicado sus hallazgos este jueves en la revista Science, este listado es “una plataforma para nuevos descubrimientos”. Cortés asegura que ya ha permitido identificar mecanismos genéticos implicados en el cáncer de riñón y ayudará a desarrollar tratamientos personalizados en oncología.

Los investigadores se centraron en un tipo concreto de daño en el ADN, el que se produce cuando se quiebra esa doble hélice tan característica. Es una avería que puede darse por un error fortuito en la replicación del ADN, pero también por factores externos, como la exposición a rayos X o a fármacos. La quimioterapia y la radioterapia, por ejemplo, matan a las células tumorales provocando este tipo de rotura.

En ocasiones, explican los autores, las terapias oncológicas que se dedican a acribillar las células malignas rompiendo su ADN, fallan porque las células tumorales aprenden a reparar las roturas que generan esos medicamentos y el cáncer se vuelve resistente a ese tratamiento. Los investigadores creen que los mecanismos de reparación del ADN son clave en la evolución de los tumores y ven imprescindible entender cómo hacen las células malignas para arreglar esas roturas en el ADN y también cómo se puede evitar esa reparación.

“Este catálogo servirá para buscar posibles vulnerabilidades de los tumores, pero también nos puede ayudar a predecir cómo va a ser su evolución, qué tipos de mutaciones va a acumular y detectar posibles resistencias futuras”, augura Cortés, que es jefe del grupo de Topología y Roturas de ADN del CNIO y autor principal del trabajo junto a los investigadores Ernesto López de Alba, Israel Salguero y Daniel Giménez.

Para construir este catálogo, los científicos tuvieron en cuenta un detalle importante: que el patrón de cicatrices que queda en el ADN después de arreglar esa rotura de la doble hélice cambia según qué genes falten o estén presentes en la célula. Así que generaron unas 20.000 poblaciones celulares distintas, tantas como genes humanos hay, y apagaron en cada una de ellas un gen diferente; luego provocaron roturas en todas ellas y observaron qué huella mutacional dejaba la célula al reparar esos daños. “Así identificamos cómo la ausencia de cada uno de los 20.000 genes humanos afecta a las cicatrices”, apunta Cortés.

Hay genes más implicados que otros en esa maquinaria de reparación celular, apunta el investigador del CNIO: “Lo que hemos visto es que, en muchos casos, tú quitas uno de esos 20.000 genes y no tiene ningún impacto. Sigue reparándose exactamente igual. Pero también hemos podido identificar casos en los que, ante la ausencia de un determinado gen, esa cicatriz cambia. ¿Y qué nos quiere decir eso? Pues que son genes que influyen en cómo la célula va a reparar esa rotura y podemos inferir, además, cómo está contribuyendo [ese gen] a la reparación”.

Para aterrizar sus hallazgos, Cortés hace una analogía con una caja de herramientas: “Todos tus genes son las herramientas de la caja. Imagina que tenemos que hacer una obra en casa y al albañil le hemos ido quitando, una por una, todas las herramientas de la caja. Y luego hemos visto cuál es el resultado final de la obra. De cómo ha quedado la obra podemos inferir qué herramientas hacían falta y para qué servía cada una de ellas”.

Abel González-Pérez, investigador asociado del laboratorio de Genómica Biomédica del IRB Barcelona, recuerda que el estudio de las alteraciones en el ADN es “esencial” para comprender, entre otras cosas, procesos como la aparición de tumores o el mecanismo de otras enfermedades. El científico, que no ha participado en esta investigación, destaca que los autores han abordado un tipo de alteraciones que habían sido menos estudiadas y subraya la importancia de uno de sus hallazgos: el haber identificado “algunos genes cuya implicación en la reparación de las rupturas de doble cadena del ADN no estaban tan bien validados o eran desconocidos hasta el momento”.

Acceso libre a la comunidad científica

Los autores han puesto este reparoma a disposición de la comunidad científica y Cortés prevé que será una plataforma clave para nuevos descubrimientos. Por lo pronto, avanza, ellos ya han encontrado que un patrón de cicatrices que se da en el cáncer de riñón está asociado a la falta de un gen concreto. “Desde el punto de vista mecanístico, este catálogo nos va a permitir conocer nuevos genes que están implicados en la reparación de roturas del ADN que son desconocidos hasta ahora. Pero también se podrá encontrar una explicación a patrones de cicatrices que se habían asociado a unos tumores”, explica.

Otro campo en el que esperan que contribuya el reparoma es en el de la edición genética: técnicas como las tijeras moleculares CRISPR-Cas se basan, precisamente, en inducir roturas para provocar cambios específicos en el ADN y los autores creen que profundizar en cómo operan estos mecanismos de reparación servirá para optimizar las herramientas de edición genética.

Cortés vuelve a sintetizar todo su trabajo con otro símil, en el que los genes son los instrumentos dentro de un botiquín: “Quitamos cada uno de estos componentes, se usa el botiquín para curar una herida y vemos qué características tienen las cicatrices dependiendo de qué faltaba en el botiquín. Así podemos identificar qué componentes del botiquín son importantes para curar heridas, inferir para qué se usan en concreto y qué componentes sirven para lo mismo. Como aplicación puedes ver qué componentes tienes que eliminar para que la herida no se pueda curar (tratamiento del cáncer) o para que se cure dejando la cicatriz que tú quieres (controlar la edición génica)”.