sábado, 22 de agosto de 2009

Más sobre el famoso Hospital de San Juan de Dios

Me escribe ipso facto, nada más publicado el texto sobre el Convento de San Juan de Dios de Ciudad Real, el director de la revista Juan Ciudad, Javier O. Ramírez, de la Orden de San Juan de Dios, pidiéndome amablemente más información. Realizo una pequeña pero laboriosa investigación para satisfacer a este amigo -todos los que se interesan por lo mismo que yo son amigos míos-, cuyo fruto es el siguiente.

La historia del convento de San Juan de Dios es muy compleja; fue desamortizado, pero no demolido; estaba en el número 12 de la calle Dorada, ahora llamada de Ruiz Morote; las circunstancias por las que atravesó el hospital fueron azarosas en extremo. En efecto, el decreto de reducción de órdenes religiosas obligó a sus moradores a abandonarlo en 1822, corriendo la asistencia de los enfermos a cargo del Ayuntamiento de la ciudad; al acabar el Trienio volvió a propiedad de la orden, pero el decreto de 9 de marzo de 1836 volvió a desamortizarlo y pasó a la administración militar. La orden entonces pidió seguir a título particular en él atendiéndolo como hospital militar, lo que era un uso muy necesario en unos tiempos y en una región especialmente atacada por las partidas carlistas, y la reina María Cristina intercedió para que en efecto se hiciese así, por decreto de 11 de abril de 1836, quedando la dministración a cargo del Ayuntamiento y pagando cinco reales por enfermo a los frailes. Todos sus bienes y legados pasaron al Ayuntamiento. Desde 1838 lo administró la Junta de Beneficencia del Ayuntamiento. En 1842 se dedicó a Escuela Normal de maestros y maestras; una orden de 24 de septiembre de 1851 del gobernador civil de la provincia hizo que el hospital se trasladase al antiquísimo Convento de San Francisco, lo que fue ratificado por el Ayuntamiento y desde 1878, casi recién estrenada la nueva diócesis obispal de Ciudad Real, se llegó a pensar en hacer en él el natural seminario, pero, aparte de estar ocupado por otras instituciones docentes, se comprobó que no ofrecía las condiciones necesarias para adaptarlo a un internado y se abandonó la idea para construir uno nuevo en otro lugar de la ciudad, luego sustituido por el famoso de ladrillo rojo que tanto adorna a carretera de Porzuna a las afueras de la ciudad, ya avanzado el siglo XX; la calle donde se ubicaba el Hospital e Iglesia de San Juan de Dios es muy céntrica y se halla entre el ya citado y antiquísimo convento franciscano, uno de los primeros de España, fundado por Alfonso X el Sabio, ya también desaparecido, y la iglesia de San Pedro; ahora todo ese terreno lo ocupan edificios de viviendas, pero aún subsistía la deteriorada Iglesia de San Juan de Dios, consagrada al Espíritu Santo, en 1907, ya que hay noticia de que la capilla de la Real Cofradía de nuestra Señora de la Soledad del convento franciscano fue derribada ese año y la imagen pasó a la iglesia de San Juan de Dios; esta imagen fue destruida al comienzo de la Guerra Civil en 1936. Gerardo Pérez de Madrid y Céspedes, en "También tuvo Ciudad Real su corral de comedias", Cuadernos de Estudios Manchegos, afirma que a principios del siglo XX ocupaba sólo el hospital la escuela de magisterio femenino o de maestras, no de maestros (que antes también se había puesto ahí la escuela de magisterio masculino), los hombres que seguían esa carrera en Ciudad Real realizaban los primeros años de la carrera en un instituto y la terminaban por lo general en Toledo, donde sí había carrera de magisterio de varones; afirma además que él llegó a conocer la iglesia de San Juan de Dios "ya sin culto". Tenía la casa de caridad adosada una iglesia, y ambas se situaban frente a la vivienda del marqués de Villater, que después fue de los Ferrándiz. La iglesia de San Juan de Dios ostentaba sobre la puerta la efigie del Santo Patrón, de gran tamaño, y la simbólica cruz sanjuanista. La casa de hidalgos Mena fundó en 1557 el Colegio de "Los doce pobres", también frente a San Juan de Dios, por lo cual ambas instituciones a veces se confundieron. Al menos la iglesia, que amenazaba ruina, y quizá la casa caridad y hospital, se demolió definitivamente durante la Guerra Civil. Existe el que es quizá el único testimonio gráfico que queda del edificio, una foto sin año donde se ve muy poco y además de lado, al fondo de la calle central a la derecha. Acaso en la prensa de 1959, año en que se demolió la antigua Casa de la Torrecilla en esa misma calle, suscitando algunas protestas de artistas e intelectuales, pudiera espigarse algo más.
El 26 de febrero de 1842, el Boletín Oficial de la Provincia publicó la siguiente resolución: «Decidida la Diputación a proporcionar todos los medios que conduzcan al fomento de la instrucción pública en esta provincia de Ciudad Real (...), ha determinado se realice el establecimiento de la escuela normal planteada en esta capital a cargo del profesor alumno de la Central del Reino don Juan Trujillo.» Este era uno de los formados en la Normal-Seminario de Maestros de Madrid. El día primero de abril se inauguraba la Escuela Normal de Ciudad Real que se instalaba, como lo hiciera el Instituto, en un edificio desamortizado, el antiguo convento de San Juan de Dios, en el número 12 de la calle Dorada. En años sucesivos se planteó la necesidad de que se creasen también Escuelas Normales de Maestras. La primera Normal de Maestras se creó por Real Decreto de 24 de febrero de 1858 y la junta Provincial de Instrucción Pública de Ciudad Real dispuso el 10 de octubre de ese mismo año que se crease la Normal de Maestras de Ciudad Real, cuya actividad comenzó en el curso 1860-61. Hay algunas alusiones a qué quedaba del hospital; por ejemplo, y ya que en 1646 había fallecido uno de los fundadores, Torres Treviño, y fue enterrado en la iglesia de San Pedro, al año siguiente sus restos fueron trasladados al cementerio del convento por él fundado y todavía en el año 1842 podía verse una lápida sobre el pavimento de una de las salas de la Escuela Normal de maestras de la calle Dorada que hacía mención al traslado. El Convento de San Juan de Dios había sido convertido en Escuela de Magisterio y en un plano de Coello de la ciudad de 1850 figura un hospital con el título de San Juan de Dios, casa de refugio y hospital para mujeres pobres.

Igualmente, según noticia del Diccionario histórico, geográfico, biográfico y bibliográfico de la provinca de Ciudad Real del sacerdote y erudito local de fines del XIX Inocente Hervás y Buendía, que toma por fuente a Juan Santos pero añade algo más, el edificio sirvió para albergar las escuelas normales de maestros y maestras, inaugurándose la primera en abril de 1842 y la segunda en 1860. El enlace a la fuente directa en internet se lo señalo más abajo. En ese texto se dan además algunos detalles más sobre la dotación económica de la cátedra de gramática que, aunque se prescribió se diese por oposición, se concedió a un religioso de San Juan de Dios, aunque como los hermanos desatendían esta obligación el Ayuntamiento la dio a seglares, previa aprobación de los superiores de los conventos de San Francisco y Santo Domingo; la cátedra fue suprimida por el ayuntamiento en 1821. Hervás añade asimismo que los monjes de San Juan de Dios ofrecieron corridas de toros en 1786 para levantar su ya entonces arruinada iglesia. La Escuela Universitaria de Magisterio se ubica actualmente en otro lugar y no subsiste nada del edificio y planta de la antigua. Algunos datos más que no ofecen ni Juan Santos ni Hervás son que
don Antonio de Torres Treviño dictó:

"... Dejo dineros para que estudien algunos parientes, y si no lo hicieren, que sean vecinos de Ciudad Real..."[ ...] "y a un niño que tengo criado desde que nació, llamado Antonio Bazán, bermejo, (indio) que lo traje desde Potosí, que le den cada un año trescientos pesos de plata de los de a ocho reales, por todos los días de su vida, para sus estudios, vestirle y alimentarle...".


El mejor resumen que conozco de la trayectoria de esta casa en Ciudad Real es el del médico Prudencio Herrero Vior, "Caridad y beneficencia en el antiguo Ciudad Real", publicado en Cuadernos de Estudios Manchegos. Y abandono esta pequeña investigación no sin escrúpulo de haber mirado algo lo que dice Joseph Díaz Jurado, Sebastián de Almenara, Joaquín de la Jara, Delgado Merchán, Blázquez, y otros eruditos locales del setecientos y el ochocientos, pero es que ars longa, vita brevis, occasio praeceps, experientia fallax, iudicium difficile; oportet autem non modo se ipsum exhibere quae oportet facientem, sed etiam aegrum, et praesentes, et externa. "La doctrina es larga, la vida breve, la ocasión fugaz, la experiencia traicionera, el juicio difícil. No basta cuanto pueda hacerse si no concurren además al mismo fin el paciente, los que lo asisten y los de fuera", que decía Hipócrates, curándose en salud de meteduras de pata ya desde el principio. Suum cuique tribuere, ocúpate de tus propios asuntos, dice el último de los tres mandamientos de la ley pagana, que tenía muy pocos.

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