lunes, 14 de enero de 2013

Tasando libros viejos

Hoy mi mujer me ha encargado tasar unos libros viejos de un amigo para venderlos. No había nada excepcional, pero sí, por lo menos, una primera edición de una de las dos obras teatrales que escribió el vago, bohemio y famélico Eulogio Florentino Sanz, Achaques de la vejez, (1854). Es raro y, por su buen estado, podría llegar a venderse quizá a cien euros. Curiosa era la traducción de Giner de los Ríos de Dos novelas sobre la escuela de Edmundo d'Amicis, que incluía en realidad tres novelas cortas. La cuarta traducción, muy pacata, por Gabino Tejado de I promessi sposi de Manzoni, 1904, y unos Principios de Geografía astronómica de Verdejo, vigésima edición nada menos (1851), muy común. ¡Quién tuviera la rarísima Uranografía vulgar de José Reguero Argüelles, impresa en Toledo en 1842! Por lo menos valdría unos mil quinientos euros, si no mencionamos los tres volúmenes de su Astronomía física (1850-1851). Más moderna era la Enciclopedia de magia (1951 de Antonio de Armenteras, un mago español muy famoso, libro al que se deben no pocas vocaciones por esa disciplina. Había un Gil Blas de 1866 al que le faltaba el segundo volumen, y un voluminoso Anuario de 1931 muy curioso de leer por los nombres que aparecen, Santos españoles, una hagiografía del franquismo barata pero impresa con cierta ostentanción por Magisterio Español y provista de unos grabados tipo Enciclopedia Álvarez cuyo kitsch me encandila; el resto no merece mención.

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