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miércoles, 2 de octubre de 2024

Anglosajonofobia

 Una Karen (estereotipo universal, pero sobre todo estadounidense, al parecer):

"Cuando estuvimos en España había demasiados españoles allí. La recepcionista hablaba español, la comida era española. Nadie nos dijo que habría tantos extranjeros"

¿Cuánto tiempo hace que España no hace algo para evitar la presencia de españoles en sus fronteras? ¿Qué han hecho en todo este tiempo? Es todo muy desalentador...

Un grupo de grasientos estadounidenses se quejaba porque después de pasar una semana en Austria todavía no habían visto ningún canguro. En China, como fruto del hartazgo, hay letreros como "solo se permiten estadounidenses acompañados de un adulto" o, en los ferris y puentes, "capacidad: 10 personas o 3 estadounidenses"

La verdad, no me extraña nada que los británicos, otros anglosajones, quieran ahora reingresar en Europa, con Gibraltar y todo.

viernes, 14 de agosto de 2020

El vuelo de Juan Carlos

Ha parecido extraño que Juan Carlos I sea capaz de volar, como San José de Cupertino. No hay tal. No sabemos qué santo ha hecho el milagro, pero se evidencia que, supervivido al fusilamiento de los medios que antes le besaban el ilustre y lustrado culo, ha decidido vagar por la tierra como Samuel L. Jackson o David Carradine, alias Kung Fu, quienes, por cierto, comparten tarantinadas.

Pero nuestra película, titulada Democracia española, no llega a tanto, sino a más. Parece dirigida por el genial Mariano Ozores. Por desgracia, solo somos figurantes y el rey hace el papel de Fernando Esteso, ligándose germánicas muy godas y con apellido de filósofo neopositivo. Es natural. Este director, más realista que el patatesco Almodóvar, también liado con el Fisco, ha hecho obras maestras como Hacienda somos casi todos (1988) ¡No, hija, no! (1987)  -un vaticinio sobre la infanta Cristina- Todos al suelo (1982), en que Juanca hizo de prota, Pelotazo nacional (1993) u Hoy como ayer (1966), que lo dice todo sin añadir nada. Ni que fuera el gran profeta Pero Grullo, que a la mano cerrada la llamaba puño.

Nosotros creíamos que  los reyes no volaban, sino que recurrían al camello; pero asociar un camello a un Borbón suena a pillar, a cannabis y a los aves por la arenosa Arabia, que también vuelan, aunque a la Meca. Antes, el Fénix, pájaro de fuego de un millón de colores, tras cumplir sus quinientos años, iba al desierto, al templo de Heliópolis en Egipto, y se prendía fuego a sí mismo para renacer otro medio milenio. Era a la vez su propio padre, madre, hijo e hija, ya que solo hay uno. Pero que un Borbón se queme es imposible, habida cuenta de su adherencia al chollo monárquico está garantizada por siglos de corrupción y servilismo. Para librarse de ellos solo ha funcionado la guillotina. 



Y no somos pueblos de revolución y guillotina, sino de ovejas y estoicos. Como los tres monitos de no oír, no hablar, no decir. Por ejemplo, nunca apareció en televisión el famoso líder republicano de la Platajunta, Antonio García-Trevijano, que en paz descanse. Tengo delante su famoso libro, Del hecho nacional a la conciencia de España o El discurso de la República (1994), del que se hicieron cinco ediciones en ese mismo año. Ahí se dice ni más ni menos que mientras existan niveles de corrupción y desigualdad social tan grandes e institucionalizadas en las leyes, habrá monarquía en  España. Dice, por ejemplo:

Para la liberación del estado de servidumbre voluntaria en que se encuentra la mayoría de los españoles, sería, en principio, más operativo que no existiera autoridad alguna en el Estado, ni siquiera simbólica, que no procediera de la libertad política de los gobernados. Pero, en la situación actual de España, y dados los materiales humanos y los partidos que tenemos encaramados en el Estado, el principio republicano de la democracia podría vivir en la Monarquía si, y solo si, el poder simbólico del Rey no fuera, para los partidos y el Ejército, punto común de referencia de sus propios poderes particulares. Lo cual solo es posible con un régimen presidencialista que haya sido fruto de la iniciativa popular (p. 299)

Juicio interesante y que no puede pasarse por alto, aunque al autor no se le ocultan los riesgos autoritarios en que puede derivar este tipo de gobernación. Dice tan solo que es lo único factible, es decir, el único paso político que hay que dar para salvar algo de lo que es España y algo de lo que es el republicanismo histórico en el Estado. De lo contrario, nos quedaríamos estancados en la evolución natural hacia una república democrática.

Por supuesto, no cabe recabar opiniones de los navegantes del yate Bribón, ya que les escriben los papeles con magníficas palabras vacías. Podría ser interesante la de Froilán, que de seguro más que interesante será interesada y en eso más franca y menos hipócrita que la del resto de sus más regulares que reales parientes. Ojalá que su maravilloso currículum escolar pudiera ser igualado por nuestra paupérrima garantía social, que tiene todo que envidiar de la nórdica, donde los reyes fueron siempre afrancesados de una revolución más francesa que rusa. Ciertamente, corren malos aires para las monarquías; incluso el inteligente príncipe Harry se ha dado cuenta ya de que solo es una socialité, un espejismo en el Hola, y está en el ajo solo por lo que vende en publicidad. En cuanto a su tío, el pedófilo Andrés, me recuerda al pobre Fernando VII, el disputado hijo de Godoy o de Ruiz, cuando tenía que aguantar por ayo al fraile carca y pederasta Blas de Ostolaza, encausado por haber llevado la ignominia a un hospicio entero de niñas. Los Borbones es que siempre han tenido muy malas compañías; por eso hay que comprender y compadecer que hayan salido como son.

En fin, Pedro Sánchez, si es el santo que ha hecho el milagro, ha tenido que hacer de negro Ra-Ra-Rásputin en la familia real y curar al zarevich Felipe, sexto del nombre, de un contagio más malo que el Covid para poder mantener la estructura jerárquica de aforamientos obispales, militares y políticos que mantiene la cáscara de corrupción caciquismo-clientelar sobre el simulacro postfranquista de justicia y democracia; pues Felipe es la clave de todo ese sistema cerril y reacio a cualquier cosa que sea referéndum y las colecciones de firmas. Para el monarca, la idea de nación es la de Cánovas: «cosa de Dios o de la naturaleza, no de invención humana». El mismo Cánovas que ya en 1882 sostuvo en un discurso al Ateneo de Madrid: «La nación no es ni será nunca... el producto de un plebiscito diario, ni obra del asentimiento, constantemente ratificado por todos sus miembros, a que continúe la vida en común. No; el vínculo de nacionalidad que sujeta y conserva las naciones es, por su naturaleza, indisoluble».

viernes, 10 de julio de 2020

Confinados sin contornos

Una película de terror empezaba con esta frase memorable: "¡Atención, atención! ¡Esto no es un sueño, esto no es un sueño! ¡Transmitimos desde el futuro usando su sistema nervioso como receptor!" Como es lógico, era un sueño. ¿Qué no lo es? Pero resultaba inquietante porque lo único que nos aterra, en el fondo, es la complejidad: no entender nada de nada, no saber qué esperar de futuros posibles e imposibles. No hay hijo de vecino que no tenga siempre su plan por delante, pero no depende solo de él, sino de los sueños de quienes salgan en su sueño. Qué difícil es despertarse en un sueño dentro de otro y dentro de otro aún más grande, y así sucesivamente. ¿Quién sabía en enero que dentro de unos meses estaríamos todos con el burka puesto? Parecía un sueño descartable. Y el virus nos ha descubierto de repente el sentimiento, inédito en esta posmodernidad, de lo inseguro. Los microorganismos están ahí, como los átomos, y a veces nos recuerdan que también ellos pueden jorobar. Pero tenemos demasiado sueño como para despertar.


Quevedo escribía que los últimos años son los que pasan más rápido: se omite lo tantas veces repetido y la realidad aparece encogida y exigua: el tiempo se ha contraído y detenido como a la vera de un agujero afroafricano, la muerte. Hace unos días, sin ir más lejos, han descubierto que han muerto simultáneamente más de trescientos elefantes en Botswana, y no por caza furtiva o marfil: no saben por qué. Las imágenes son aterradoras; el colapso ecológico se acerca. Pero a la muerte ningún adjetivo le pega, pues que no tiene sustancia o ser.  Encerrarse en lo más visto, que es la propia casa, es como hacerlo dos veces, dentro y fuera del espejo esférico de Escher o del San Camilo 1936, de Cela: "El espejo no tiene marco, ni comienza ni acaba". El belga también andaba perdido en una escalera gallega sin arriba ni abajo. Como él, algunos pasamos el asedio volviéndonos locos y, junto a las primeras yerbas indultadas de las aceras, nos asoma el hambriento hombre de Atapuerca pidiendo huesos para el cocido.


Los que peor lo han pasado, además de los parados o los que padecen la pepera ley de trituración del trabajo, son los alpinistas: les ataca la claustrofobia por no poder subir otra vez a la  nariz del mundo, cubierta de sospechoso moco blancuzco, para redescubrir que hay espacio para todo, incluso para la ridícula vanidad de escalar montañas, porque todo está vacío. Mucho.

Imagínense a un opusino en su casa de clausura, rodeado como un núcleo atómico de vástagos gritones y sin ''camino'' por el que no descarriarse, cuando súbita se oye una frase más antigua que el andar a pie: "Ahora que estamos todos, vamos a rezar el rosario". Quizá es peor soportar cinco minutos de diarrea televisiva o perder las hojas del dinero ante el otoño de una crisis mundial peor que la anterior y aún mejor que la siguiente. Y, sin embargo, para algunos no puede compararse al monazo King Kong que produce la falta directa de chute fuckbholístico. 

Otros, empero, prefieren cocinar o comer manjares del espíritu, chupar autobiografías, pillar ensayos, consumir poesía o pandorgarse el cerebro en aceite, o en opio. Los más anhelan, sin embargo, llegar al tetrificado final del Doom o de las series sin fin de Netflix; oír música en You Tube y consultar el último tik tok o chismosidad del móvil; el mundo entero se ha vuelto friki y todo quisque quiere fundar una religión de bulos posveraces como el falso mesías Ron Hubbard, que prefiere hacer rosarios con dólares y ha levantado su catedral junto al Ateneo de Madrid. Mientras, Musk ha llegado del futuro de forma más barata que Michael J. Fox, y ni siquiera nos hemos enterado.


No hace falta mucho para predecir el futuro; basta con disparatar, como el logorreico y jitanjafórico Nostradamus Pórculus. Les pondré un ejemplo: en 2003 se publicó en España el libro censurado en EE. UU. de Michael Moore Estúpidos hombres blancos. Como si fuera un Isaías, está escrito en la página 105:

Respirar siendo negro: puede que se haya llegado al extremo de no aguantar más el acoso, la discriminación, el resentimiento, la sensación de no pertenecer en un país donde reina una intolerancia tan arraigada...

Muchos no pueden respirar, ni siquiera con mascarilla. Lo juro, si Michael Moore dice que las vacas son radiactivas, dejaré de tener mala leche.

(Bueno, no ha dicho que son radiactivas, sino tóxicas: poseen los aditivos disruptores endocrinos BPA y BPB, acumulables en el organismo, presuntamente cancerígenos y desde luego causantes del aumento de la infertilidad del esperma en EE. UU. y en Europa)

lunes, 15 de junio de 2020

Quo evadis?

Si la Constitución monarcal que seguimos nos ha llevado a esto, ¿de qué sirve la Constitución? Supongo que no es país para jóvenes, ni siquiera para jubilatas, ya que han perecido unos cuarenta mil; de hecho, ya se está preparando un adecuado encogimiento de pensiones. En todo caso, todo el mundo sabe quién se llevó el dinero en la película y en la realidad, solo que, al contrario que Javier Bardem, está bien peinado y con gomina y son muchos, no solo un señor en las alturas (suizas).

Que el Estado se ocupe de los pobres con un Ingreso Mínimo Vital está bien, aunque eso venga tarde y a la velocidad del Gobierno; incluso esa utópica reducción de la ratio de alumnos por aula, que siempre hemos soñado los profesores está bien. Algo tenían que hacer también por los médicos, enfermeros, periodistas y policías, las personas más deprimidas o con mayor burnout, esa enfermedad laboral aún no reconocida, según los especialistas. 

Pero uno, que es mera clase media y cero a la izquierda, y no marcha por la derecha como ahora escriben en las aceras, piensa que su increíble clase menguante (que ya ni siquiera es media, sino cuarto y mitad) debería ser aliviada también con otras medidas, incluso económicas, porque la hiperburguesía se va a llevar el dinero a Suiza o a cualquier otro paraíso enseguida, siguiendo el ejemplo moral del muy propio y jubilata exjefe del Estado, modelo de virtudes cívicas y de fomento a la natalidad extraordinaria, gracias al cual hemos aprendido todos lo que significa la expresión aguantaformo. Esto es, el uso interesado del silencio. En efecto, solo los muertos del Panteón de El Escorial están más callados que el presunto, para quien si es cierto, que así parece, tendríamos que acuñar también otro neologismo, monarcaco.  Este bendito por la prensa señor es un cientocincuentaytresmileurista, al que lo que cobra de pensión no le basta por más que antes no pagara impuestos y empezara a hacerlo solo cuando fueron detrás de él con la fusta, que no con el rifle de cazar elefantes. Por algo es el único que no es igual ante la ley, según esa Constitución que conduce a... que conduce a.... qué conduce a.... Josús, no sé a dónde, solo que ya no tiene puntos. Nos va a tocar a los de siempre pagar su pacto (el de los poderes con el dinero). Como bien explica un historiador hace poco difunto y ya olvidado, Julio Anguita, peleamos contra los franceses porque nos lo dijeron los curas en 1808, y en 1823 nos dejamos invadir por los franceses porque nos lo pidieron otra vez. Aquí, en su Epílogo, divulgado tras su muerte, lo deja bien claro.

Ojalá estos régulos o reyezuelos a los que es imposible expulsar del cuerpo (social) legalmente, clave del arco que sostiene todo el chanchulleo del estado preposfranquista (poder que en nuestra historia siempre ha montado encima de las jerarquías medievales que nos dominan, el clericato y el ejército), puedan irse sin dejar muertos de aquí, como escribía a Joaquín Costa ese manchego "apóstol" del Partido Demócrata, el periodista de Almadenejos Fernando Lozano Montes, director de Las Dominicales del Libre Pensamiento, el periódico más acosado y denunciado por la derecha histórica en España, solo por debajo de El Motín de Nakens, quien, al contrario que el otro, era violento. 

Los periodistas manchegos más notables siempre han tirado por lo extremista: prueba de ello lo fueron también Pedro Estala (traductor de El contrato social de Rousseau), Félix Mejía (editor de El Zurriago y otros casi veinte periódicos), su colega Fernando Camborda (fundador de La Periodicomanía), Francisco Córdoba López (redactor de El Combate), Antonio Rodríguez García-Vao (amigo de Lozano y asesinado redactor de Las Dominicales) y el gran Alfonso García Tejero, este de Consuegra, un escritor que merecía más estudio y lectura de la que no tiene: preferimos El Marca y esas cosas. Esta antigua tradición izquierdista no ha tenido continuación tras la Guerra Civil, que puso las cosas donde estaban (eso no es evolucionar) e incluso bastante atrás, en sentido cangrejil, al menos durante veinte años, antes de que viniera, con muy justificable retraso, el interesado amigo americano. Porque aquí, si se habla de tradición, solo tienen en cuenta en La Mancha "las calvas venerables y católicas" que decía Machado. Los únicos notables fueron Francisco Nieva y  García Pavón.

En España era imposible ir al rápido compás de Europa y nos espantaba hasta el vértigo del Tren de la fresa. El moderno descubrimiento de la voluntad general que precedió a la democracia representativa, y el de los subsecuentes derechos humanos de primera y segunda generación que de ella derivan, nunca han ido con nosotros, que no los inventamos precisamente. España no es país para revoluciones, sino el de una gente que se pone la albarda para tirar de la carroza de Fernando VII, como ocurrió en Madrid cuando el monarca afrancesado y traidor entró en ella. El de los amantes de los cuernos, quiero decir los amantes de los toros que no son vacas. No es el del inútil uso de las armas, el del inútil verter la sangre, la inutilidad de cualquier violencia y de cualquier guerra civil, como escribió el presidente Manuel Azaña; entre nosotros el bien común nunca fue propio.

jueves, 12 de marzo de 2020

Ugh

Me gusta Madrid porque es un lugar que todavía tiene rincones y mugres de penumbra donde uno se puede acomodar. En ella el conocimiento se muestra liberado en las personas. Pero hoy en día todo el mundo prefiere el fiestorro, los neones epilépticos y los sueños despiertos de la noche, un agónico All that jazz, aunque allí hasta los mendigos imparten cátedra horizontal de filosofía cínica, perroflautista o simplemente chulesca. El paro de todo es una buena oportunidad (al menos para los que no tienen que soportar a los hijos) para ir a las bibliotecas, si es que las dejan abiertas. Madrid no es solo una urbe, sino una ubre nutricia, la de la piel de vaca / toro que nos decía Estrabón.

Sin embargo, el centro peninsular anda estos días vacuo y desgentificado, que parecía imposible, allí, donde todo lo que falta a la España vacía se había ido. Uno está hasta la viruscoronilla, pero tiene que reconocer que nuestros hijos, y sobre todo nuestros nietos, parados ahora antes de estarlo definitivamente, lo van a tener chungo. Tras dos grandes recesiones, las de 2008 y 2020, el capitalismo, que ha vuelto a las crisis de preguerra al abandonar las ideas keynesianas de separar crédito especulativo del social, debería readaptarse o al menos refundarse de una forma más nórdica, sensata y desinteresada (los porcentajes de interés, se entiende). Deben ser repuestos los impuestos. Porque, si no, nuestros hijos no van ni a poder pagar el pato a la miseria por falta de fondos, de trabajo, de estado, de pensión, de educación, de salud, de seguridad social, de todo lo que les ha ido quitando el capitalismo buitre y neocón que impera salvajemente desde que la Thatcher y el Reagan empezaron a fragmentar el empleo y a roer el hígado del prometeico estado, que ya no está ni siquiera para  promesas y ahora mismo tiene que padecer a neothatchers y neorreaganes paleofascistas. Decía Quevedo a Felipe IV.º, como pudiera decirlo al VI.º:

Grande sois, Filipo, a manera de hoyo; / ved esto que digo en razón de apoyo: / quien más quita al hoyo más grande lo hace; / mirad quién lo ordena y veréis a quién place. /  Porque lo demás todo es cumplimiento / de gente civil que vive del viento. / Más de mil nos cuesta el daros quinientos; / lo demás nos hurtan para los asientos. / Y el pueblo doliente llega a recelar / no le echen gabela sobre el respirar.

¡Atchís! Como el deporte, que habría que hacerlo amateur, habría que sustituir a estos políticos de tan mala calidad, puros piojos del sistema, por otros elegidos meramente por sorteo, y dar a los técnicos lo que es de los técnicos. Si la vida está gobernada por el azar, el país también debería estar gobernado por tal principio, que es natural y eficiente. Un anarquista a lo Thoreau como Borges ya especulaba con ello en su cuento La lotería en Babilonia, pero se resignaba a decir en otro lado que "con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos". Otro anarquista nacido en Galilea decía "que gobierne a todos el que sea esclavo de todos". Nuestros políticos no solo padecen la incapacidad de poder gestionar incluso nuestro fin como civilización, ya en el horizonte por el cambio climático y el aumento global e hipercomunicado de la ignorancia selectiva, sino que padecen una ingénita discapacidad moral. Por ello los que se agarran a la teta de la vaca estatal, los políticos profesionales, deberían resignarse a un nuevo mundo en que solo podrían agruparse no en partidos, sino en asociaciones como "Políticos anónimos".

En este tipo de asociaciones (no criminales) hay que seguir estrictamente el Programa de doce pasos y empezar reconociendo que existe un Poder Superior que es el que es (llamémoslo Anonymous, si os place) sin nombre ni siglas, que representa la voluntad general de la especie humana. Sería el derecho natural, que, como dice Cicerón en un pasaje muy estoico de su De república, (III, 22, 33) se identifica con la conciencia, la ética y la naturaleza:

La verdadera ley es una razón recta y congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber y aparta del mal con sus
prohibiciones; pero que, aunque no ordena o prohibe algo inútilmente a los buenos, no conmueve a los malos con sus preceptos o prohibiciones. Tal ley no es lícito suprimirla, ni derogarla parcialmente, ni abrogarla por entero, ni podemos quedar exentos de ella por voluntad del Senado o del Pueblo, ni debe buscarse un Sexto Elio que la explique como intérprete, ni puede ser distinta en Roma y en Atenas ni hoy y mañana, sino que habrá de ser siempre una misma ley para todos los pueblos y momentos, perdurable e inmutable; y habrá un único dios como maestro y jefe común de todos, autor de la ley, juez y legislador, que no podemos desobedecer sin huir de nosotros mismos y sufrir la más cruel expiación por el hecho mismo de haber despreciado la naturaleza humana, aunque se haya evitado en otro tiempo lo que se llama suplicio.

Ese principio no reconoce naciones, sino conciencias. Se trata ya de apelar a los Deberes del hombre, no a sus Derechos. Los poderosos tienen todos los derechos que compra la ley y los débiles casi todas las obligaciones que exige la brutalidad de los primeros. Pero la Ley debe ser igual para todos, en deberes y derechos. La libertad tiene que ser una consecuencia de la responsabilidad y no al revés; no se puede poner el carro delante del burro ni la necesidad delante de la satisfacción. Con algunas cosas no se puede comerciar, por ejemplo con la vida, las medicinas, la educación, la investigación científica y la cultura. Tampoco con la política, cuando el interés supremo es la especie humana y está en juego el futuro de la misma, nuestros hijos. No es de creer que males tan globales como la crisis económica, las plagas, y el cambio climático puedan ser combatidos por naciones y principios egoístas, partidistas, nacionales o no sociales, porque eso equivale a promover nuestra extinción

sábado, 12 de octubre de 2019

De un apocalipsis apócrifo (y II)

Tras las no pocas quejas habidas por los errores de la traducción desde el mentecopto vulgar del doctor Tiquismiquis, este se ha excusado diciendo: "Hice lo que pude: el texto es oscuro, más corrupto e interpolado (no por Interpol, se entiende, aunque podría) que el Tribunal de cuentas". Por lo que, para satisfacer las justas demandas de los lectores de Mi Ciudad Real, pedí una traducción interlineal al latín macarrónico ("para mayor claridad", como dijo don Hermógenes) al sabio profesor Cáñides del Alcázar para el ya citado Apocalipsis apócrifo encontrado en una alcantarilla del desierto de Hag Hamadani, que insertaré en la traducción: 

Después de esto miré, y hete aquí que una voz me erizó los pelos y fui arrebatado a un monte de piedad de los antiguos saqueados, no de los de los Padres del yermo, desde donde vi sentados entre las nubes a los veinticuatro ancianos del Constitucional, y de allí salían relámpagos y voces y truenos (et vidi viginti quatuor senatores vagos sedentesque, et exinde procedebam fulgura et voces et tonitrua, et volabant sine alis et sine aeroportibus

Y de repente apareció un libro cerrado con siete sellos y más rocas y pedruscos que encima del Caudillo (Princeps carcundissimus et miles providentissimus aut borbonicus, quod magis dabit, etcaetera). Y, al mismo tiempo, vi un ángel fuerte y poderoso pregonar a grandes voces: "¿Quién es el digno de abrir el libro y de levantar sus sellos?" Y ninguno podía, ni el el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro (et nemo poterat neque in caelo, neque in terra neque subtus terram, neque Miguelturra, quod totus stabat liatus et bene liatus). 

Y vi a siete ángeles que tocaban diversos instrumentos en una jazz band bastante dixie (aunque no tanto como Tuba Skinny). Y se abrió el cielo y apareció un monstruo con diecisiete cuernos autonómicos y cuatro o cinco nacionalidades, y vi otro mayor aún que casi no cabía, y su nombre era Frankensteuropa. Y el ángel que dirigía lo indigerible me dijo: "No te abrumes tanto, ni siquiera aparece la deuda pública: no cabe". Y seguían cuatro caballistas en un solo patinete por las restricciones de la crisis (per pecuniam inopiam et mangoneum tantum), y Rajoy y sus tijeras los seguían. 

Hubo de repente un cambio climático y aparecieron los falsos profetas de las encuestas. Desde el este surgió un bicho inmundo lleno también de cuernos y coronas; entre sus múltiples caras reconocí las de Jesús Gil, Vladimir Putin y Donald Trump; y ponía en todas las frentes su marca (et vidi bestiam ascendentem in Orientem, et nomen suum Nationalismus erat, et in frontibus omnium scripsit et cacavit insanias suas); su número era el 155. Quien tenga inteligencia para calcular, que lo haga, porque es un número que se puede cuantificar electoralmente, sin necesidad de recurrir al Centro de Investigaciones Sociológicas. 

lunes, 7 de octubre de 2019

Apocalipsis apócrifo (I)

Qué duda cabía. Los políticos viven en la faz oculta de la realidad, en un lugar paradisíaco llamado Melapelia (salvo el abuelo Porretas de Abascal, que vive en Meapilia). Una isla, como Utopía, la de Tomás Moro. Sus felices habitadores pueden subirse el sueldo sin control patronal alguno, faltar, mentir, joder. No trabajan en soluciones porque no hay problemas, que son cosas del continente, de la cara iluminada que no cobra en oscuro. Todos provienen de algo profundamente separatista y desintegrador llamado partido. Como les pasa a otros isleños, los habitantes de las ingles o anglocojones, todo lo malo viene de la continencia, de lo continental. Son los patriotas perfectos, en la definición de Voltaire: los que tienen por enemigos a todos los demás. Unos narcisistas malignos.

Melapelia se halla in partibus infidelium, en algún archipiélago perdido entre las islas de Melanesia y las Bisayas. El idioma melapedorro, lleno de vocales absurdas, sin consonantes y sin gramática, tiene tantos dialectos ininteligibles como hablantes; quizá por esta característica algunos filólogos afirman que desciende del babélico, pero yo creo que si se graba y se oye al revés puede tener alguna mefistofélica traducción. Es verdad que Melapelia está llena de torres, de torres ebúrneas, de torres de marfil. España cae a la velocidad de la luz y las soluciones vienen a la velocidad del gobierno. Bansky ha pintado la cámara común del simio que se toca los cojones; en nuestra pocilga de diputados habría que poner un corral de gallinas cacareantes y sin huevos. Sin huevos para abrir el melón de la reforma constitucional.

He visto una magnífica película, Mientras dure la guerra, de Amenábar, Amenábar, moro de la morería, inteligente, documentada, bien escrita, redonda; aparte de afirmar que por aquí no pasa ni el tiempo, se habla de la baraka del Caudillo, empeñado en hacer una limpia de España que ni una queli de las buenas; ahora lo quieren desenterrar con helicóptero, como al Cristo de Fellini. Pues Pedro, que presume también de baraka, se la juega de verdad con estas formidables y espantosas elecciones, que pueden ser su camino de pedrición o, por el contrario, su liberación de tanto enjuague y escupitajo.

Poco más cabe decir; el Pepé ha pasado de ser lampiño a barbado, como Porretas, pero a Pablo nadie le ha cortado la coletilla, ni siquiera Errejón, y Pedro sigue en su simismidad, absolutamente pedrificado. Meros cambios cosméticos que no justifican un cambio en el gobierno de Melapelia.

***

Entre los escritos gnósticos hay un apócrifo neotestamentario descubierto en Hag-Hamadani inédito a causa de su carácter sumamente fragmentario, de difícil recomposición. Es un Apocalipsis escrito en mentecopto vulgar. La versión que ofrezco, sumamente conjetural, es sin embargo bastante literal en lo que cabe, por Federico Tiquismiquis, profesor de la Gregoriana de Roma.

[...]

Este es el libro de la Revelación [...] para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró por medio de un Ángel a su siervo Juan, cuando estaba en la isla de Pasmos, porque las elecciones están cerca.

Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque las elecciones están cerca. 

Salutaciones a las diecisiete iglesias autonómicas que están en Hispania. Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir una vez y otra a dar la lata con lo mismo de siempre y hasta la extenuación, y de los siete partidos que están tocándose las prebendas delante del Rey.

Yo estaba en el  día del Señor en un gran estadio como el del Madrid, y oí detrás de mí una gran voz como de vuvucela, que decía: "Yo soy el Elegido, el primero y el último Pedro". Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a los siete partidos que están en el Congreso: a Ciudadanos, Pepe, Pesoe, Unidas, Vox, Esquerra y Peneúve.

Y me volví para ver la voz de la SER suprema que hablaba conmigo; y vi que los siete se aprestaban a preparar nuevas elecciones y que ya lo sabían y que estaban igual que antes diciendo lo mismo y vuelta y dale así que todo. 

Y en medio de los siete vi a un profeta vestido de corte inglés hasta los pies; y su nombre era Iñaki Gabilondo. Su voz era como estruendo de muchas aguas y de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era cetrino como el sol cuando amanece velado por la niebla.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: "No temas; escribe las cosas que has visto y las que son y las que han de ser después de esta monserga".

Mensajes a los siete partidos. El mensaje al PP 

Yo conozco tus robos, latrocinios y corrupciones y que no puedes soportar la justicia ni la honradez, y que no has reprobado a los que dicen ser políticos y no lo son, y los has hallado mentirosos; y no has hecho nada, sin tener siquiera paciencia para que la ley por ti creada y manipulada fallara en tu favor. Has trabajado arduamente solo por amor a tu propio beneficio, y no has desmayado en empobrecer a la clase media y al pueblo mintiéndole y saqueando sus pensiones para pagar tus propias deudas. 

Recuerda, por tanto, cuánto has caído, y arrepiéntete, y devuelve todo lo que has robado; pues si no, vendré pronto a ti, y te quitaré de tu lugar, si no te hubieres arrepentido y restituido todo cuanto has saqueado sin tasa. Y el que tiene oídos para oír, que oiga, porque si no está sordo.

El mensaje a Esquerra

Yo conozco tus deseos de republicar y tu sinvivir por la pobreza de cargos, y la blasfemia de los que se dicen ser catalanes y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí que el diablo echará a algunos de los que te siguen a la cárcel, para que sean probados, y tendréis tribulación por diez días hasta que Pedro se compadezca de vosotros. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré algo que echar al corral de tus gallinas catalanas. Y el que tiene oídos para oír, que oiga, porque si no es que no hay traducción al catalán. 

El mensaje al PSOE 

Escribe: Yo conozco tus obras y cursos y cuentas ilegales y dónde te sientas, dónde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre de obrero y de socialista como si no hubieras negado mi fe, ni aun en los días en que tantos fueron muertos entre vosotros, donde mora Frasquito. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina del pueblo, que enseñaban herejías nacionalistas a los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas al pueblo hambriento, y a cometer fornicación con tarjetas andaluzas. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra vosotros con la espada de mi boca.  Y el que tiene oído para oír, que oiga, porque si no es que es analfabeto y obrero de derechas. Al que venciere, le daré a comer del maná escondido y le daré un voto en blanco, y en el voto escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. 

II

Tras las no pocas quejas habidas por los errores de la traducción desde el mentecopto vulgar del doctor Tiquismiquis, este se ha excusado diciendo: "Hice lo que pude: el texto está más corrupto e interpolado (por Interpol, se entiende) que el Tribunal de cuentas". Por lo que, a fin de satisfacer las justas demandas de los serios lectores de Mi Ciudad Real, pedí una traducción interlineal al latín macarrónico "para mayor claridad", como dijo don Hermógenes, al sabio profesor Cáñides del Alcázar, del ya citado Apocalipsis apócrifo encontrado en una alcantarilla del desierto de Hag Hamadani, que insertaré en la traducción: 

El mensaje a Ciudadanos:

Si algún pobre de espíritu escuchare su voz y le abriere las puertas al Congreso, cenará todos los días, y si venciere además, le haré sentar conmigo en mi trono y tendré mi solaz (si quis gilipolites audierit vocem suam et aperuerit Congressum poltronamque latae, cenabo ratus longus totus qui se terciet, et si vicerit, quamquam taparrabum in pompibus habet, per culum dabo)

Después de esto miré, y hete aquí que una voz me erizó los pelos y fui arrebatado a un monte de piedad de los antiguos saqueados, desde donde vi sentados entre las nubes a los veinticuatro ancianos del Constitucional, y de allí salían relámpagos y voces y truenos (et vidi viginti quatuor senatores vagos sedentesque, et exinde procedebam fulgura et voces et tonitrua, et volabant sine alis et sine aeroportibus


Y de repente apareció un libro cerrado con siete sellos y más rocas y pedruscos que encima del Caudillo (Princeps carcundissimus et miles providentissimus aut borbonicus, quod magis dabit, etcaetera). Y, al mismo tiempo, vi un ángel fuerte y poderoso pregonar a grandes voces: "¿Quién es el digno de abrir el libro y de levantar sus sellos?" Y ninguno podía, ni el el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro (et nemo poterat neque in caelo, neque in terra neque subtus terram, neque Miguelturra, quod totus stabat liatus et bene liatus). 

Y se abrió el cielo y apareció un monstruo con diecisiete cuernos autonómicos y cuatro o cinco nacionalidades, y vi otro mayor aún que casi no cabía, y su nombre era Frankensteuropa. Y el ángel me dijo: "No te abrumes tanto, pues no aparece la deuda pública porque no cabe". Y seguían cuatro caballistas en un solo patinete por las restricciones de la crisis (per pecuniam inopiam et mangoneum tantum), y Rajoy y sus tijeras los seguían. 

Súbitamente hubo un cambio climático y desde el este surgió un bicho inmundo; y ponía en todas las frentes su marca (et vidi bestiam ascendentem in Orientem, et nomen suum Nationalismus erat, et in frontibus omnium scripsit et cacavit insanias suas) y su número era el 155. Quien tenga inteligencia para calcularlo que lo haga, porque es un número computable electoralmente. 

sábado, 7 de septiembre de 2019

Comicios

Cuando uno empieza a buscar patrones en la letrología periódica, termina fumado de metáforas. Por ejemplo, si uno lee una noticia sobre la cámara frigorífica de los diputados y luego otra sobre el gran colisionador de particulillas del CERN, concluye que el parlamento es un colisionador de ladrones. Y si uno lee a los septuagenarios de La Razón, puede sufrir un arrebato de economística y capicarmelitalismo y terminar luchando por su vida en el planeta rojo, como en una novela de  Edgar Rice Burroughs o una película de Mad Marx.

Lo mismo ocurre con otras figuras retóricas, como la antítesis. Huyendo de un vicio, decía Quinto Horacio el Flaco se caía en el opuesto, y así un fiel de balance como el denodado Sánchez, que tanto se fuerza en pasar mimetizado con el entorno, termina siendo un Sánchez perceptible, un Sánchez notorio e, inevitablemente, un acusado Sánchez. Esta palpabilidad de Sánchez no se debe a que il bello parezca salido con todo su caretón piedra de un escaparate, que también, sino a que, aunque los españoles hibernan en agosto, Sánchez parece que aún no se ha descongelado. Tanta es su rigidez que Pedro parece un obispo lleno de pedrería.

Claro está que para Horacio "la virtud está en el medio", no a la izquierda, que siempre ha sido siniestra para los fabricantes de supersticiones periódicas. Descentrarse traería cola, o más bien al coleta. Esto es que prepara su segundo advenimiento, que va a haber elecciones, como en un mercado o en un prostíbulo fino. A ver quién presenta ya los mejores rábanos, no digamos nabos, melones o almejas; de los chorizos hablaremos en otra ocasión. Hablo de rábanos porque les importa un ídem lo que van a decir; si la gente no cree ya en sus promesas (fe), ni espera nada de ellos (esperanza), ¿para qué va a tener con ellos amor o caridad? Pues la tiene. Por eso elige siempre a los más guapos, a los que les dan menos repelús. Como en el burdel o en la elección de Miss Universo o Miss España. La figuración es lo que tiene. No es que la gente necesite un protésico mental, es que, como es mejor que ellos, prefiere no ponerlos a parir, o reírse de ellos, como hago yo. Por higiene mental. Se comparan glúteos (las mujeres no tienen esa ordinariez llamada culo), ombligos y demás apariencias. No se les pide ni siquiera alma ni se atiende a lo que dicen, sino a su tono de voz, su vestimenta, el corte de pelo.

Por eso yo propongo que nos gobierne la nada, o un político incorpóreo y fantasmal, o mejor un algoritmo o ecuación que no nos torture con el ruido de sus bocas y no se nos aparezca diariamente como un santo paliza y latoso. Algo así como un Sánchez cuando andaba contingente, remoto y perdido. Cuando era, en fin, Pedro, el Hermoso.

jueves, 8 de agosto de 2019

Tecnología punta

Es fácil inferir la personalidad de un pueblo como el español por la tecnología punta que genera. Y como nosotros no hemos pasado más allá de la fregona,  la tapa, el chupachup y el botijo, hay que concluir (inevitablemente, como Thanos) que somos unos comodones con miedo a mancharse las manos y a pasar mucho calor, al menos desde hace 3.500 años, pues hay botijos desde la almeriense cultura de El Argar. Que por aquí no pasa el tiempo. Cuán extraña es esa afición a las cosas con palito: el chupachup, la fregona, las tapas... y las banderas. Así nos va.

También se puede inferir la calidad de nuestro gobierno político por la de las tertulias (el parlamento es solo eso, una tertulia). De todas se saca la misma conclusión: ninguna. Es curiosa la unanimidad de ideas: todo el mundo hace el Inda de una forma u otra. Es la llanura perfecta del encefalograma plano, un campo de sal como el del Titicaca. ¿Qué idea será esa? ¿Sentarse rápido en la silla, como en el juego infantil?

Creo en la colectivización del conocimiento y de la ética, no en esta república camarera y los ochentamileuristas que la maltratan: nunca se ocuparán de la juventud que no nace y se marcha, de la sanidad que encoge, de los bancos que crecen, de la mierda que nos entierra. Ni Francisco Kafka podría describir esta postergación indefinida de una legalidad más real que legal. Un poco ejemplar ejemplo: el PSOE (Pedro Sánchez ¡OhÉ!), tira un dinero público que podrían haber usado en subirse más lo sueldos convocando perpetuas y eternas elecciones; y no es que los demás (de más para ellos) lo dejen: el convulso y malugno Rivera se agita como un cocamán y quiere bailar siempre con la más guapa y ser califa en lugar del califa; los podencos discuten con los galgos y los pobres y desvalidos no tienen nada que esperar de este espantajo que alguna vez pareció un país y ya no lo es. España y las demás repúblicas cementeras del sur de Europa son el tamagotchi de la UE.

Más nos vale hablar de Arrimadas, una niña conveniente y debida, bien educada, hija de buenos padres, modosa, kawai, fregatriz, pacata y circunspecta pajarilla en ese campo de nabos, esa manada que es la política española, más vulgar que la sopa de fideos. En China tienen una expresión para indicar la vergüenza: "perder la cara". Y todos los políticacos españoles tienen la misma: ninguna.

viernes, 12 de abril de 2019

La procesión electoral

Vox dice tener sentido común, pero lo que quiere de verdad es privatizar todo lo común. Por un lado dicen que la emigración sobrecarga la Seguridad Social, pero por otro que la Seguridad Social es una carga y hay que reducirla a una especie de dispensador automático de tiritas, de forma que el beneficio gordo del negocio sanitario vaya a sus bolsillos al estilo Esperanza Aguirre, o incluso al estilo desamortización de Mendizábal, pero del Estado, que quieren reducir prácticamente a una raspa como la de El viejo y el mar. Su líder, un cara de ayatolá Jomeini sin turbante negro (no desciende del Profeta, sino de Paca la Culona), es solo un mediocre guardián de la revolución con barbas de hipócrita.  Dice incluso que la izquierda sustituye la lucha de clases por la de sexos, como en las comedias de Howard Hawks, y cuando  se les demuestra su error con razones y estadísticas, "ya se verá", responden, escaqueándose con el temor que siente siempre un mentiroso a toda conclusión o silogismo. Son unos pollos sin cabeza que trabajan solo con emociones, y de las de orden más bajo y menos altruista; aunque los demás vayan casi de la misma guisa y camisa.

Hemos oído que a algunas de nuestras ancianas las maltratan en los asilos, que otras se suicidan porque no encuentran plaza en un asilo o padecen enfermedades y dolores incurables, que hay niños que torturan a otros causando también suicidios, y al visigodo Abascal le da igual, porque eso se arregla todo con arriba España, privatizarlo todo y subir los impuestos precisamente a ellos, a los que no tienen dinero sino para pagar la comida y poco más. Abascal quiere acuñar su propia moneda, con su efigie. Los otros dos terrores de la derecha, casi lo mismo.  Por eso Abascal es un Caifás, un saduceo vendido a los mercaderes del templo.

Uno ve al charcutero y señorito Pablito (que nunca clavó un clavito) Casado también invulnerable al dolor y a la desgracia de los que no tienen nada y les quitan hasta lo que pueden tener, esperanza. Hace unos trabajos de máster más delgados que los que me entregan mis alumnos repetidores y ni siquiera deja que se los miren. Qué feliz es este hombre consigo mismo; yo creo que lo único que necesita es un metro extensible para comprobar que ha crecido más todavía; y ¡cómo se envuelve en la bandera! Recuerda a Jordi Pujol diciendo que Cataluña y él son la misma cosa o al Exorcista leyéndole el ritual romano a Pedro Sánchez. Pero lo que ha hecho su partido en realidad es tirar a la basura todo el fondo de las pensiones y el estado del bienestar, y adelgazar la clase media más que ningún otro en toda Europa. Tanta vileza, mentira y traición solo caben en un Judas Iscariote, pues solo un judío tan falso como él podía vivir en un entorno tan porcino y con tanto chorizo, y venderse por treinta dineros a la banca.

Sánchez no dice una palabra más alta que otra y espera pacientemente que la marea lo aúpe a lo más alto. Está hecho todo un Barrabás, todo el mundo está dispuesto a perdonarle cualquier cosa y en efecto veo que la gente prefiere el silencio y el comedimiento de Sánchez a las gilipolleces y extremismos gritones de otras izquierdas y de Casado y Abascal; pero como está dispuesto a negar más de tres veces a Iglesias, no sé si podría hacer de San Pedro Sánchez. En cuanto a Rivera, que se lava las manos de cualquier cosa que no sea su propio beneficio y va de comparsa con quien le dé más sinecuras y preseas, por más que digan que posee algo de humanidad e integridad, haría un buen Pilatos.

Empero, en esta procesión también hay un Cristo, y a mí me parece que es Iglesias, no por el apellido, sino porque Cristo era un melenudo que no se recogía las greñas. Hay que ver cómo lo ha fustigado hasta sangrar la policía patriótica de la pepeidad.

miércoles, 9 de enero de 2019

Santiago Abascal

Santiago Abascal es un tipo coherente: 

Católico, apostólico, y romano, pero divorciado y lo financian iraníes. 

Amante del ejército , pero no hizo la mili. 

Liberal, pero no ha trabajado nunca en la empresa privada. 

Quiere suprimir las autonomías, pero ha vivido toda su vida de las mamandurrias autonómicas.

ES EL LÍDER QUE ESPAÑA NECESITA.

miércoles, 2 de enero de 2019

Todos le dieran sus hijos

Hay que quitarse el sombrero (los calzones ya se los bajan los políticos del reino) ante los nacioneros catalanes. El vascojudaico Juaristi, que de eso sabe un poco (y encima ha leído a Léon Poliakov, además de las Tablas de la Ley), dice que son aún más estúpidos que los vascos. No lo niego: han conseguido resucitar la momia más enterrada que había en España, la del nacionalismo español, poderoso y tremendo donde los haya; si pretendían independizarse, ahora sí que lo tienen casi imposible. Por idiotas; ni siquiera saben hacer el indio, como Gandhi, y dejarse morir de hambre y danoninos. Ya lo decía Pla: el catalán es cobarde, protestica y caganer.

Sabíamos que los siete enanitos Pujol descendían de un famoso bandolero dieciochesco y que Arthur Mas, por tres ramas distintas, de capitanes esclavistas y negreros (de esos que echaban a los que iban a morir de hambre por la borda, porque el seguro solo cubría "accidentes"). De gente tan respetuosa con las tradiciones del robo, esto se explica, y augura un futuro glorioso a los siete niños de Pujol, como los de Écija, que quieren robar a España, porque los charnegos no tienen nada que hacer en Cataluña, digan lo que digan, si no andan hablando en lengua no internacional y con lacito amarillo. El misoneísmo es lo que nos define a todos los que compartimos península. Y como aquí todos somos misoneístas, nadie quiere mirar hacia adelante y propiciar un acuerdo del que nazca una nueva constitución. El melón no se abrirá y se pudrirá. Ya lo vemos todo el día en TV: el caso es discutir siempre y no llegar nunca a ninguna conclusión, a ningún acuerdo, porque no se busca eso, sino solamente discutir. Eso es lo que se ¿enseña? solamente en TV. Debían negarse a discutir si no se prometía llegar a una solución. Ya lo decía Pedro Calderón de La Barca, que un día luchó contra los catalanes y fue herido:

No riñas por cualquier cosa;
que cuando en los pueblos miro
muchos que a reñir se enseñan,
mil veces entre mí digo:
«Aquesta escuela no es
la que ha de ser». Pues colijo
que no ha de enseñarse a un hombre
con destreza, gala y brío
a reñir, sino a por qué
ha de reñir; que yo afirmo
que, si hubiera un maestro solo
que enseñara prevenido,
no el cómo, el por qué se riña,
todos le dieran sus hijos.

Pero los nacionalistas españoles no les van a la zaga. El sociólogo iraní-católico Santiago Abascal es un divorciado no sé por qué iglesia, pero desde luego no por la romana, y promete hacer grande y ¿libre? a España, porque una no la va a hacer, habida cuenta de que lo único que consigue es dividir aún más a los dizque españoles, que más vale llamar ibéricos, porque solo nos une el amor al jamón. Eso es porque lo que realmente quiere es el reinado absoluto y duradero de la derecha; porque aquí no es liberal como la europea y por tanto le da igual aliarse con el mismísimo Satanás con tal de proseguir sus saqueos y extorsiones de corrupta de siempre. No me extraña que Abascal sea, también en interés propio, un aficionadillo a la ornitología: es un pajarraco de cuidado y en su horda los hay muy semejos.

Los políticos españoles han conseguido tener a la mitad de los jóvenes en paro y a la otra mitad cobrando sueldos minusmileuristas y ahora, antes de enviarnos a la esclavitud de los patrones, como ya pretende el gobierno fascista de Hungría, van a por los otros débiles de la sociedad, los viejos, y les dejarán con unas magras y ridículas pensiones con las cuales no podrán siquiera mantener a esa mitad de jóvenes de las que hablábamos al principio.

Y luego quieren que nos espantemos de que gane la ultraderecha... Lleva mucho tiempo ganando. No quiero presumir de Profetón, como otros hacen, porque entonces lo vio hasta el más ciego, pero ya dije que tras la descomposición inorgánica de la mierda del PP este se iba a despiezar, y eso es lo que ha ocurrido. Ahora lo gobierna un residuo llamado Pablo Casado; su única esperanza es solo ser el primer partido de la derecha, para seguir robando, privatizando y mangoneando, que es lo único que sabe hacer.

Sin duda el gran filósofo de la modernidad, el más influyente en la política de estos tiempos, ha sido Silvio Berlusconi. Nacido del deporte, del espectáculo y de la corrupción. Su principio de que "la verdad no cambia nada" ha sido seguido fielmente por todos los políticos que ya ni siquiera se molestan en mentir, sino que fabulan agradablemente; "hechos alternativos", los llaman. Trump, Putin, Salman, Duterte, Salvini, Rajoy matan directa y desvergonzadamente o, con más elegacia, por omisión (copagos, pensiones, recortes, paro, todas esas cosas que matan viejos, bajan los índices de natalidad y aumentan un 3% en solo un año los de suicidios); y los que no se atreven a tanto se conforman con robar a mansalva y deteriorar con sus excrementos industriales el clima, el paisaje y la casa común. Y es así porque la verdad no cambia nada: han ganado los malos y el mal lo gobierna todo. La corrupción es la norma y la mentira la ética fundamental. "La mayor fuerza que mueve el mundo es la mentira", escribió Jean-François Revel.

Eso es lo que hacen, maldad y no política. No unen, dividen. Se hacen santos llamando malos a los demás. Y es la unión lo que nos hace especie humana. Los criterios éticos les parecen poco modernos, porque todo es fashion, apariencia. Sobre todo los impuestos: hacen como que los pagan, pero los evaden. El fascismo medra cuando hay mentira (esto es, el tipo de violencia intelectual que genera las otras), desgobierno, inestabilidad, crisis económica, desigualdad, poca clase media. Y, sin embargo, lo realmente antiguo son las actuales brutalidad, mentira e idiotez. De la modernidad se ha vuelto a la barbarie, que es posmodernidad solo porque va después del fin, o sea, al principio.

Nos tienen sumergidos en una realidad sin fin que adopta la corrupción como norma y la mentira como ética fundamental. Porque solo si el mal se ha instalado en el poder es posible que los poderosos puedan librarse de las consecuencias de sus maldades y la violencia mental (esa violencia que consiste fundamentalmente en mentir y que origina siempre las otras violencias: la física y la emocional) les parece la única manera de gobernar en inferioridad de ideas, pero en mayoría de fuerza bruta. Y así nos hablan de cambio los que nunca han querido cambiar otra cosa que sus propios niveles de retribución.

martes, 13 de noviembre de 2018

Qué engañifa

Cuando se leen los ditirambos con que lame al Rey y a las Españas el verde pepino Cascado no puede uno sino confirmar la verdad de los universos paralelos. Su realidad es fumativa; pergeña una Españifa increíble, sin futuro: no soluciona nada y lo empeora todo. En los balcones ha visto banderas, pero no los más abundantes letreros de "se vende": tampoco a los viejos que se arrojan por no poder pagar hipotecas.  Es más, ignora a los crecientes independentistas y republicanos alérgicos a su pestazo a franquilidad. Recuerda a los rancios septuagenarios que escriben en La Razón: Ussía, Cañizares, Amilibia, etc.  No extraña, pues, que el Rey haya ido a su fiesta; no en vano puso su papá a Franco bajo la cruz de la que él no ha tenido la iniciativa de sacarlo: respeta mucho cosas tan viejas como el nacionalismo del que se nutre.

Para alguien tan poco Astérix e hysteric como Macron, el nacionalismo es un mal y la principal causa de muertos en Europa desde el siglo XIX. No digamos desde antes: la costumbre de matar compañeros de raza humana no estaba entonces mecanizada ni atomizada. En su discurso ante los muertos de la Gran Guerra lo ha dicho, y además ha añadido a esos males el fanatismo místico.

Es verdad que el eurotismo no debería haberse extendido a la moneda, controlada por mafiosos de toda la vida. Pero debería haberse extendido a las monarquías, que son también una forma de nacionalismo. La rana Leticia (perdón, me confundí de cuento: quise decir reina, aunque a esta también la haya besado un príncipe), que no es una Rania como la de Jordania, sino una Rania de Espania, aunque bautice a sus hijas con moras aguas del Jordán, ha conseguido vulgarizar la ya de por sí vulgar monarcaca, pero no sé si la habrá popularizado, por guapas y rubias que resulten sus ricas ninias (el alcance que tienen los programas de Tele5 me hace ser pesimista al respecto). En fin, sobre estética y política hay demasiado escrito y no pretendo añadir nada más. Ya lo dice Voltaire, a quien cita hoy el manchego Raúl del Pozo: "Preguntad a un sapo qué es la belleza, y contestará que es la hembra de su especie".

lunes, 3 de septiembre de 2018

Así es si así os parece

Los físicos nos dicen que el espacio vacío es un material que puede contraerse, estirarse o curvarse como la política bipartidista y que, en realidad, no hay vacío. O sea, que no hay no hay, que es decirlo dos veces y hasta un poco contradictorio. No sé,  no sé. Al contemplar, por ejemplo, el horror vacui que suscita el señorito Casado, se repara de inmediato en que, si parece haber algo en lugar de nada (en el "nuevo" Pepé), todo parecido es pura reincidencia. Porque su aportación consiste solo en copiar a Rivera y sustituir las momias de viejos por momias de jóvenes; por ejemplo, un Suárez Illana en vez de un Paquito Franco. Qué fachondeo. En fin, se puede decir que no hay no hay, pero aún menos: porque Mariano nos ha dejado con casi medio billón más de deuda con recortes y todo y ya estamos más cerca del agujero negro. El tiempo se acaba y todo se ralentiza en un país como este: incluso para sacar a Franco del agujero ha habido que estar haciendo palanca durante cuarenta años. El agujero negro crece, y más ahora, que acude menos turismo y concluyen las ayuditas del BCE. Ni Hawking nos saca de esta.

Un carcajo como el señorito Casado no merece ni media carcajada. Incluso un flojo y descompuesto posibilista como Sánchez parece modernísimo a su vera (la izquierda, se entiende, si es que existe algo así en algo tan ambidextro como el bipartidismo). El agujero negro es dextrógiro, aunque para los zurdos sea levógiro. Enfrentado al horror del vacío, del no hay, Pedrín se limita a remozar lo que puede del estropicio derechista y a hacer precampaña. Su alter-nada alternativa, el tituladísimo Casado, es solo el mineral que se creó cuando se le juntó la morralla de corruptos cospedalianos al ganar la persa y perversa gataza Soraya. Ante esta Barbie Opus Dei Casado no pasa de madelman vetusto, ni siquiera airgamboy, cuanto más a moderno playmobil. Es solo un niñato de invernadero creado a imagen y semejanza de Rivera; podría ser uno de los concejales Roñeras de José Mota y ni se notaría.

Los mosquitos han montado un botellón conmigo este verano, pero hete aquí que soy el primero en estas páginas en denunciar las primeras hojas por el suelo, las primeras moscas atontadas por las bocanadas del fresco otoñal. Uno mira las noticias y, como tiene la retórica costumbre de hacer símiles y comparaciones, descubre dos cosas.

Por ejemplo, Amenábar Amenábar, moro de de la morería, está provocando ya escandalera por su película sobre el incidente entre Millán Astray y Miguel de Unamuno en la Salamanca de comienzos de la Guerra Incivil. La verdad, si tengo que comparar a tuertimancos fascistas, prefiero a Claus von Stauffenberg que a Millán Astray. Ambos se dejaron parte de sí mismos en África, pero uno ganó Humanidad y conspiró para evitar que se matara a su propio pueblo, el otro se volvió loco (se conserva su historial médico) y se dedicó a matar a aquellos que había jurado defender, en una Cruzada a la inversa en la que eran los moros los que restituían el presuntamente decaído absolutismo nacionalcatolicista.

El otro símil es el del payaso Trump. Dice que la culpa de la epidemia de opiómanos y heroinómanos que aqueja a los EE. UU. es de los mexicanos. Difícil es creerlo si conoces algo la materia (dicen que Trump es paleto y no lee)  y, en especial, qué es lo que importa a la gente pobre y no a Trump (quien ya ha intentado cargarse la seguridad social de los pobres, el Obamacare): cómo se puede acabar con esa epidemia.

Gracias a Dios, la dependencia de la heroína se puede curar definitivamente con un solo día de tratamiento en México; el nombre de esta maravillosa medicina es el clorhidrato de ibogaína. No provoca síndrome de abstinencia y si se controla médicamente evita por completo el mono y las recaídas. ¡Pero está prohibida en los Estados Unidos! ¿Por qué? Porque allí es mejor negocio tener caras clínicas de desintoxicación con Metadona, un "remedio" que es igual de adictivo y bastante más perjudicial, tratamiento largo, caro y de dudosa eficacia. Lo mismo cabe decir, para los problemas del espíritu, de alguna que otra droga sin contraindicaciones ni efectos secundarios dañinos especiales, como la Ayahuasca, que no te hace huir de los problemas, sino que te los desembrolla y pone delante de las narices para que los entiendas y los soluciones para siempre, hasta el punto de que algunas religiones la han adoptado ya como una forma de comunión. Se producen paradojas como que drogas legales, el alcohol por caso, provoquen adicciones que pueden ser curadas mejor que de ninguna otra manera por drogas ilegales, como ha sido demostrado para el caso del LSD, siempre bajo supervisión médica. El prestigiado cannabis, sin embargo, provoca esterilidad y en algunas personas con predisposición genética (el gen CSMD1), dependencia, amnesia y una cierta labilidad mental. Eso es porque solo uno de sus componentes, el CBD, es beneficioso como potente analgésico e incluso reductor de ciertos tipos de cáncer., mientras que el THC es el responsable de los efectos nocivos y tóxicos, especialmente entre los que tienden a la esquizofrenia, que ven agravada su enfermedad si fuman esta planta. 

En fin, semejantes paradojas son bastante frecuentes en Estados Unidos, que posee una magnífica sanidad solo para ricos y una de las peores para los pobres. Una película como Dallas Buyers Club (2013) descubre también como las farmacéuticas se aprovecharon en los Estados Unidos para hacer negocio con el SIDA, mientras que México ofrecía tratamientos económicos para esa enfermedad.  El llamado "hombre más odiado de los Estados Unidos", Martin Shkreli, un joven de 34 años director ejecutivo de la farmacéutica Turing, subió más de un 5.000% el precio de un medicamento para personas con el sistema inmune debilitado, el Daraprim, solo para hacerse más asquerosamente rico a costa de la muerte de enfermos pobres y sin seguro médico.  Muchos médicos estadounidenses, además, recetaron opiáceos como analgésicos contra el dolor al estilo House que creaban dependencia y que, al acabar su prescripción, fueron sustituidos por opiáceos, creando la famosa epidemia americana. No creamos que estamos lejos de esos efectos: un español afectado por dolores de espalda que tome Tramadol, por ejemplo, podría ser detenido si viajara a Egipto con esa medicina, que allí está prohibida, como en otros países. En Estados Unidos muchos utilizan todo tipo de trucos para consumir narcóticos, ya que les basta variar algo la fórmula para que la ley admita que no es una droga lo que se está tomando, al no estar recogida en la ley. Los efectos varían poco. En Estados Unidos las razones económicas priman sobre las morales. Por ejemplo, el lobby católico estadounidense ha impedido una y otra vez que se alargue la fecha de prescripción de las causas por estupro, para evitarse idemnizaciónes. Y es solo un ejemplo entre muchos. Dixi

jueves, 5 de abril de 2018

El método Froilán

El Quijote es obra pesimista. "Cada uno es como Dios lo hizo, y aun peor muchas veces", dijo el gobernador de gobernadores Sancho Panza. Hogaño vemos incluso cómo una política al parecer impodructa y nada fangosa, doña Cristina Cifuentes, recurre al método pedagógico Froilán, infalible para que niñatos bitongos y descerebrados alcancen rango académico, a fin de pasar un grado que nombran máster. Pero hay quien dice, y yo lo creo, que doña Cristina no es rubia tonta, ni una Pajín, aunque se haga pasar por tal en un partido tan entero y aun entérico como el suyo, así que el hecho resulta tanto y más inexplicable. A lo mejor es que padece un trastorno por déficit de atención, un comienzo de alzhéimer, y se le olvida presentarse a los exámenes o presentar trabajos. Pero quia, no hay tal: no se le olvidó presentarse en las listas o cobrar la suculenta nómina. Ni siquiera olvida las palabras o la lógica como su jefe, que es el modelo de desmemoria de su partido, aunque por lo menos empieza ya a asimilar el narcinismo de la missing Esperanza Aguirre, que era de aguírrete y no te menees. Todos los poderosos terminan pareciéndose entre sí, como si los hubiera parido el mismo gilipollas ancestral.

Tal vez se trate en el fondo de El Método Grönholm de Jordi Galceran (2003), donde se demuestra que la competencia por los puestos cría no precisamente a gente eficaz para resolver los problemas, sino a psicópatas maestros en el arte de aislarse de un sufrimiento que necesitan para perpetuarse en el poder.

Quizá el extraño trastorno de la señorita Cristina Cifuentes se curara con una dimisión. Pero este procedimiento sanador es propio de épocas oscuras y de moralidad primitiva y bárbara. Además de muy embarazoso: en tiempos más democráticos, incluso se recurría a motoristas para producirlo o a jubilaciones emeritadoras. Pero como una reina de la colmena debe estar rodeada de pieles y mieles y no de hieles, de obreros obedientes y de soldados cumplidores, no se le puede imponer algo que no se impone siquiera don Marrano Rayado. Lo suyo es poner huevos para que los fecunden los zánganos de su monárquica colmena, donde ya solo cabe esperar que le den, ahora que ha demostrado sin género de dudas que también es corrupta,  fuera de la cera necesaria para los cirios que proclaman su santidad, una patada hacia arriba por el estilo de la que dieron a la aromática, o según algunos, pestífera Rosa Romero, repelenta niña Vicenta.

Pero tardaremos en ver algo así, ya que aquí nunca pasa nada para que todo siga igual... o peor, como dice ese antepasado del señor Murphy, Sancho Panza.

martes, 11 de julio de 2017

España, fértil en venenos

Iberia... venenorum ferax, dice Horacio en su quinta oda. ¿A que tiene razón? Horacio pinta a una espantosa bruja, Canidia, antecedente de la Celestina en cuanto que prepara filtros de amor, pero Ericto, la famosa nigromante que describe alguien que sí es hispano, Lucano, es aún más terrible. 

El peor veneno es la envidia, defecto que nos caracteriza según Unamuno, como la intolerancia lo era para Galdós, estrechamente asociado a ella: España es un hervidero de venenos.

miércoles, 5 de julio de 2017

El Evangelio según los cínicos

Hace unos días el padre Fortea escribía un par de cosas que me han hecho pensar.

En España, Enric Marto, al que le gustaba pasearse por los medios, se hizo pasar por prisionero en el campo de concentración de Mathausen. Se tardó 30 años en descubrir la falsedad. Enric Marco acabó reconociendo con toda frialdad y sin ningún arrepentimiento que fingió ser preso de los nazis para difundir mejor el sufrimiento de las víctimas.

Tania Head se hizo pasar por una víctima del 11 de septiembre, contando en todos los medios de comunicación cómo, arrastrándose entre el caos y los destrozos de la planta 78 de una de las torres, se salvó. "No he hecho nada ilegal", dijo cuando fue descubierta.


Hasta aquí lo que dijo el padre Fortea; claro que no es ilegal; solo es moderno.  Los políticos modernos suelen ser así: se benefician del dolor de los demás, pero realmente no lo comparten. Son como Gadafis o Sadames en tono menor. Viven del dolor de los demás o lo representan, pero no lo solucionan, ya que nunca lo han compartido realmente. Son los piojos simbióticos del dolor.

Es la forma moderna del cinismo greco-judaico que estatuyó Maquiavelo y que tanto daño ha hecho no solo en la moral europea, sino en su idea de la política, como ha explicado Peter Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica. Tal como lo interpreta Isabel Gamero, la que Sloterdijk llama "falsa conciencia ilustrada" europea adopta una forma de actuación tal que, aun sabiendo que los ideales que extendía (razón, progreso, verdad, diálogo) no son (ni han sido nunca) posibles, "los intenta mantener en el orden establecido, produciendo un tipo de personas que, aunque públicamente no cuestionen dichos ideales, viven al margen de ellos y con completa libertad y superioridad en lo que Sloterdijk denomina cinismo".

Hay una frase moderna que lo describe: "Usted diga lo que quiera, que yo haré lo que me dé la gana". Las palabras, las leyes, el sufrimiento no importan: solo el poder y sus sucedáneos (dinero, cargos, fama). Véase España.

Y luego está la intolerancia de Galdós, la envidia de Unamuno, este tremendo y anárquico individualismo español incapaz de trabajar en común. Iberia... venenorum ferax, "España, fértil en venenos" dice Horacio en su quinta oda. ¿A que tiene razón? Horacio pinta a una espantosa bruja, Canidia, antecedente de la Celestina en cuanto que prepara filtros de amor; pero Ericto, la famosa nigromante que describe alguien que sí es hispano, Lucano, es aún más terrible. España: hervidero de venenos.

jueves, 15 de junio de 2017

La vergüenza y el peponismo populista


Cree el pepón que todos son de su condición, que quien gana tiene todos los votos (de los potos no dice nada), e infatuado con esa parca autoridad, que cree total y aun papal, por arrastrar también dos pes, se lleva con la vergüenza como el agua con el aceite: sin maridar. Para describir a alguien como Rajoy, con una conciencia tan limpia de esa oleaginosa sin hilillos como su disco duro, que es un disco black, hay que crear un nuevo lenguaje y hablar de refachatez o jetadura.  

Este vendedor de morro fresco, el licenciado Rajoy, registrador de cartones (ni siquiera del bingo de la Merkel, no-da-pa-más) es incluso más ficticio que los perródicos que lo cantan; y aunque por cultura este vago entre vagos tiene un libro de cabecera tan autorizado como Los tres cerditos, para construir la casa de España asume la energía (no renovable, claro) de los vejetes que esperan que les roben la pensión y se espantan más de una coleta que de 65 casos de malversación de fondos públicos, el hombre.


En Francia preparan un Projet de loi de moralisation de la vie publique ("Proyecto de ley de moralización de la vida pública"), aquí de Rajoy solo podemos esperar... nada... o menos que nada, una ley de enmerdamiento supletorio que proteja aún más a sus ratos y rateros, por ejemplo, su última ocurrencia antidemocrática: limitar o suprimir la acusaciòn popular. En Francia tienen a un Enmanuel Macron del que se podrá decir lo que se quiera, pero con ideas en la cabeza y energía para emprenderlas. ¿Qué, en España? Al anciano Marianito Rajoy. ¡Paga más corruptela, y vámonos! Un tipo así ni siquiera es habitual en los países de nuestro entorno, gobernados todos por presidentes en vez de por militares con mérito de bragueta, salvo en países avanzados como Marruecos. Más nos hubiera valido ingresar en el Magreb: ahí al menos pintaríamos algo con su populismo más de moro que moral: Rajoy ha girado tanto la cabeza para mirar a otro lado que ya parece la niña del exorcista.


En fin, uno se reiría de Marianostijeras si fuera Rahoy, pero es Rayer, está más pasado y liado que los calcetines de Poncio Pilatos y no tiene gracia: es un disco rayado, ni siquiera cedé; ojalá hubiera venido de la Ucedé, como lo menos reprensible de su facción. Que la fuerza le acompañe, como a Alibabárcenas. Que este perdonador fiscal, este caballero mangante esquilador de tres millones de la clase media que ya son clase baja, este socorrista de estresados bancos que se ahogan, este urdidor de mentiras sobre rescates de capitalistas mentirosos, este encogedor de la educación, de la justicia, de la democracia, de la cultura y de la ciencia, este padrino (hasta el momento: el futuro es muy largo) de cuatro asociaciones criminales (Madrid, Valencia, Baleares, Murcia), cuyo "partido político" ha dejado al GIL en ejemplo señero de honradez (¡y ni siquiera lo intervienen!), este vejete modelo y espejo de todos los vejetes pensionistas que no han querido saber cuánto va a quedarles del saqueo, se jubile bien en algún banco, presumiblemente no del parque del Retiro, y nos deje en paz.


Pues, la verdad, es preferible un demócrata puro y honesto como Trump.

viernes, 26 de mayo de 2017

La corrupción y la prueba del escandinavo

Veamos si hay democracia en España mediante la prueba del escandinavo. Hay motivos suficientes para estar preocupados por la corrupción, pero en España no se puede ejecutar lo que cabría llamar la “prueba del escandinavo”: imaginar un hecho en el que ponemos a un político sueco en el lugar de nuestros responsables políticos y a un ciudadano danés en el del ciudadano español para ver si sus comportamientos son homólogos. ¿Cómo reaccionaría cada uno de ellos ante la corrupción? Es algo parecido a lo que hizo Woody Allen en Annie Hall cuando sacó al M. McLuhan real para verificar si lo que decía su pedante personaje de ficción sobre él se correspondía con la auténtica opinión del profesor. Así vemos que, si los casos de corrupción que nos acechan ocurrieran en países escandinavos, las dimisiones serían inmediatas y los ciudadanos no volverían a votar a políticos corruptos. Y, sin embargo, nos decimos tener una democracia homologable a la escandinava

¿Qué harían nuestros McLuhans de una democracia de calidad? Ya saben la respuesta. El ciudadano danés exigirá responsabilidades políticas inmediatas, y el político sueco cortará por lo sano ofreciendo alguna cabeza y convocará al instante una comisión de investigación. Lo que no ocurrirá en España y, si ocurre, ya se sabe qué juez juzgará la cosa antes de que ocurra y cuál será su sentencia, o se hará una ley ad hoc, o se recurrirá a una puerta giratoria, o se le dará una patada hacia arriba, o se dejarán las cosas para mañana, sine die y ad calendas graecas hasta que prescriban, o no se hablará de ello, o se ocultará, o se formatearán hasta setenta veces siete los discos duros, que todo eso es democracia en España.

jueves, 18 de mayo de 2017

El noble inglés del Titanic

La situación política actual me recuerda a aquel noble inglés que se negó a salir a la cubierta del RMS Titanic con una mancha de vino en la camisa y murió en su camarote, en compañía de su ayuda de cámara, tratando de decidir si tan grave ocasión obligaba al uso de las mejores galas o, si por el contrario, resultaría más conveniente afrontar la catástrofe luciendo cómodas prendas de sport.