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domingo, 3 de noviembre de 2024

La teoría de la relatividad en el Cielo

 Tres mujeres mueren juntas en un accidente de tráfico y van al Cielo...

Al llegar San Pedro les dice: "Solo hay una regla en el cielo... No pisar a las hormigas”.

Así que entran en el Cielo y ¡claro! el lugar está llenísimo de hormigas. Es casi imposible no pisarlas, aunque hagan todo lo que puedan por evitarlas.

La primera mujer, accidentalmente, pisó una. Y allá viene San Pedro con el hombre más feo que la pobre mujer haya visto jamás. San Pedro los encadena juntos y dice:

- ¡Tu castigo por pisar hormigas será pasar la eternidad encadenada a este hombre feo!

Al día siguiente, la segunda mujer pisó accidentalmente a una hormiga, San Pedro se dio cuenta y trae con él a otro hombre tremendo de feo que era. Los encadena juntos y suelta el mismo discurso que a la primera mujer.

La tercera, habiéndolo observado todo, y no queriendo ser encadenada a un hombre feo por toda la eternidad, se vuelve MUY cuidadosa en fijarse donde pisa. Y de alguna manera se las arregló para pasarse meses y más meses sin pisar hormiga alguna.

Pero un día llega San Pedro con el hombre más hermoso que ella ha visto jamás... Alto, guapo, de ojos grandes y largas pestañas, de cuerpo delgado y atlético.

San Pedro los encadena juntos sin decir palabra... La mujer, sin salir de su asombro, dice:

- ¡Me pregunto qué habré hecho para merecer que me encadenen a alguien como tú por toda la eternidad...!

El chico dice:

- No sé tú.... ¡pero yo pisé una maldita hormiga!

sábado, 19 de octubre de 2024

La felicidad, jajá

 Anónimo de Internet: 

Un profesor le dio un globo a cada estudiante que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo en el pasillo. El profesor entonces mezcló todos los globos. A los estudiantes se les dio 5 minutos para encontrar su propio globo. A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo. En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregaran a la persona cuyo nombre estaba escrito en él. En 5 minutos cada uno tenía su propio globo.

El profesor dijo a los estudiantes: Estos globos son como “la felicidad”, nunca la encontraremos si todo el mundo está buscando la suya, pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás... también encontraremos la nuestra.

lunes, 29 de julio de 2024

Apólogos sobre el arte de injuriar. El león novato, La embajada de Valle-Inclán y La moneda de Schopenhauer.

Eduardo Infante, "El noble arte del insulto o por qué no me gusta la fruta", El País, hoy:

Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar.

No hace mucho que un ministro del Reino de España llamaba «saco de mierda» a un jefe de prensa, que la presidenta de una comunidad autónoma mascullaba un «hijo de puta», desde la Tribuna de invitados, al presidente del Gobierno y que dos grupos parlamentarios protagonizaban una batalla de insultos, obligando a la presidenta de la Cámara a paralizar el debate y tener que llamar al orden.

Cuentan que, en cierta ocasión, uno de los leones del Congreso se jubiló y fue sustituido por otro más lozano. El león inexperto llegó a primera hora y, al tomar su sitio en la escalinata, comenzó a escuchar un lejano rumor de voces que parecían provenir del hemiciclo: «¡Ladrón, corrupto, desleal, fascista, felón, gánster, gilipollas, incompetente, inepto, mediocre, mentiroso, tirano, traidor…!» y, atónito, preguntó al veterano: «¿Ya se están peleando?». A lo que el otro respondió: «Tranquilo, solo están pasando lista».

Posiblemente, como el león novato, nuestros jóvenes, los futuros ciudadanos, solo han escuchado insultos en la boca de nuestros políticos. Y esto es algo triste y descorazonador. Duele en el alma ser testigo de cómo las antiguas y nobles artes se van perdiendo, porque ni a nuestros zagales les da por practicarlas como es debido, ni a nosotros por enseñárselas. Vociferar «¡hijo de puta!»  no es insultar, sino graznar.

Dos personas que sí dominaban el noble arte del insulto fueron Ramón del Valle-Inclán y Julio Camba. Ambos escritores rivalizaron por un puesto de embajador en París. Camba, para deslucir los méritos de su oponente, espetó que Valle era tan inepto para el cargo que ni sabía cómo pedir una trucha en francés. Don Ramón respondió que, efectivamente, no tenía la menor idea, pero que el impedimento tenía fácil solución: la República debía nombrarlo a él embajador y a Camba, cocinero. Así Camba podría ir todos los días al mercado parisino y hacer buen uso de su talento para comprar truchas y cocinárselas al embajador.

Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio como lo hacían estos dos maestros gallegos, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar. En él se puede consultar un amplio catálogo de escarnios, descalificaciones, invectivas, mofas, denuestos, críticas, reprobaciones, ironías, censuras y sarcasmos que van mucho más allá del tan manido «¡hijo de puta!». Schopenhauer aconseja que, siempre que se pueda, se argumente, pero que cuando nos topemos con aquel imbécil que no ceja en su empeño de repetir sandeces, lo mejor es pasar, sin remordimiento, al insulto, con una condición: hacer siempre uso del humor, el ingenio y la inteligencia. Y, añade el alemán, para que el vituperio sea eficaz, se debe procurar que este sea agudo, lúcido, certero, preciso y tenga como objetivo desconcertar a nuestro oponente sin caer en la ordinariez. Todo ello hará del insulto un arte del que Schopenhauer dio buena muestra de virtuosismo, como así muestra la anécdota de la extraña ceremonia que el filósofo realizaba cada vez que  comía en el restaurante del hotel Inglés. Al comenzar la comida ponía una moneda de oro sobre la mesa y, al acabarla, se la volvía a meter en el bolsillo. Un día, uno de los camareros le preguntó por el significado de aquel extraño rito. Schopenhauer les desveló a los que se encontraban en aquel comedor que se trataba de una apuesta:  todos los días se jugaba donar la moneda a los pobres, si los oficiales ingleses que allí comían hablaban de algo que no fuera caballos o mujeres.

Aun así, advierte Schopenhauer, el vituperio solo debe usarse como último recurso y lo preferible es escoger bien a nuestros interlocutores. Un parlamento aderezado con un «hijo de puta» o un «saco de mierda» nada aporta a al debate democrático, todo lo contrario, lo vuelve un engrudo que hace imposible el libre intercambio de ideas del que nacen las soluciones comunes a los problemas de todos. Quizás, el abuso del insulto, al que peligrosamente nos estamos acostumbrando, no sea una cuestión de mala educación. Quizás, haya detrás una consciente intención de boicotear el diálogo de los ciudadanos, la entraña misma de la democracia. Sea como fuere, el insulto en la política debiera ser lo que la anchoa a la pizza: el encuentro esporádico y sorpresivo con un medido trozo, alegra y despierta el paladar con un ajustado golpe de sal. Empero, es muy fácil pecar de hybris y convertir la genialidad en aberración. Traspasar los límites naturales convierte algo suculento y nutritivo en basura.

domingo, 21 de julio de 2024

El apólogo de Tyrion Lannister

 Una vez entré en un burdel con un panal y un asno, y la encargada me dice 

- ¿Qué podemos hacer por usted?’ Y respondí

- ‘Necesito una mujer para acostarme, pues la mía me ha dejado’

 Entonces, la encargada me pregunta 

-¿Y para qué son el panal y el asno?’

Y yo le contesté:

-“Mi mujer encontró un genio en una botella que le concedió tres deseos. El primero fue una casa digna de una reina, por lo que le dio este maldito panal de abejas. El segundo deseo fue tener el mejor culo de toda la Tierra, por lo que le dio este maldito burro”

Y la mujer me pregunto: 

‘¿Y el tercer deseo?’

Y yo le respondí 

-‘Mi mujer le pidió al genio que mi pito colgara más abajo que mi rodilla’

-‘Bueno, eso no es tan malo, ¿no?’ Dijo la señora

Y yo le respondí

‘¡¿No es tan malo?! ¡Solía medir un metro noventa!'

domingo, 14 de abril de 2024

Apólogo de la cola del aeropuerto

Adaptado de un post de Anahí Michel en Quora:

Un vuelo lleno de gente de United Airlines fue cancelado. Un solo agente estaba volviendo a reservar a una larga fila de viajeros incómodos. De repente, un pasajero enojado se abrió paso hacia el escritorio y, aventando su pase de abordaje en el mostrador, dijo:

"TENGO que estar en este vuelo y tiene que ser PRIMERA CLASE".

El agente respondió:

"Lo siento, señor. Estaré feliz de intentar ayudarlo, pero primero tengo que ayudar a estas personas; y luego estoy seguro de que podremos resolver algo".

El pasajero no lo entendió y se enojó, de modo que preguntó en voz bien alta, para que los pasajeros pudieran escucharlo:

"¿TIENES ALGUNA IDEA DE QUIÉN SOY?"

Sin dudarlo, la agente sonrió, agarró su micrófono de altavoz y dijo: "¿Pueden prestarme atención, por favor?", y, en toda la terminal, se oyó después: "Tenemos un pasajero aquí, en la Puerta 14, QUE NO SABE QUIÉN ES. Si alguien puede ayudarlo con su identidad, que por favor venga a la Puerta 14".

Mientras la gente detrás de él en la fila se reía histéricamente, el hombre miró al agente de United Airlines, apretó los dientes y dijo: "¡Que te jodan!".

Pero el agente, sin pestañear, sonrió y dijo: "Lo siento, señor: tendrá que hacer cola para eso también."

sábado, 6 de abril de 2024

Franz Kafka, La partida

La partida:

Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, ensillé mi caballo y lo monté. A distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada ni había oído nada. En el portal me detuvo y preguntó:

—¿Adónde va el patrón? —No lo sé —le dije— simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más; es la única manera en que puedo alcanzar mi meta. —¿Así que usted conoce su meta? —preguntó él.

—Sí —repliqué— te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.

miércoles, 31 de enero de 2024

Kafka y la muñeca perdida

De Quora:

Franz Kafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, caminaba un día por un parque en Berlín cuando se encontró con una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.

Kafka le dijo que se encontrarían allí al día siguiente y que volverían a buscarla.

Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca que decía "por favor no llores. Hice un viaje para ver mundo. Te escribiré sobre mis aventuras". 

Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka.

Durante sus encuentros, Kafka leía las cartas de la muñeca cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que a la niña le parecían adorables.

Finalmente, Kafka trajo de vuelta el muñeco (compró uno) que había regresado a Berlín.

"No se parece en nada a mi muñeca", dijo la niña.

Kafka le entregó otra carta en la que el muñeco escribía: "mis viajes me han cambiado". La niña abrazó a la nueva muñeca y se la llevó a su feliz hogar.

Un año después murió Kafka. Años después los nazis anexionaron Chekia y aniquilaron a los judíos que pudieron encontrar, entre ellos las hermanas de Kafka.

Muchos años después, la niña, ahora adulta, encontró una carta dentro de la muñeca. En la minúscula carta, firmada por Franz Kafka, este decía:

"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera".

martes, 12 de septiembre de 2023

Un viaje sin prisa

De Anahí Michel, en Quora:

Cuentan que un taxista de Nueva York llegó a la dirección desde la que habían solicitado sus servicios y tocó el claxon. Después de esperar unos minutos volvió a tocar el claxon. Como esa iba a ser la última carrera de su turno, pensó en marcharse, pero en su lugar, estacionó el automóvil y caminó hacia la puerta y llamó... "Un minuto", respondió una frágil voz de anciana. El taxista oyó algo que se arrastraba a través de la puerta. Después de una larga pausa, la puerta se abrió. Una pequeña mujer de unos 90 años estaba de pie ante el taxista. Llevaba un vestido estampado y un sombrero con un pequeño velo, como alguien sacado de las películas de los años 40. A su lado había una pequeña maleta de nailon. El apartamento parecía que no había sido habitado durante años. Los muebles estaban cubiertos con sábanas. No había relojes en las paredes, ningún trasto ni utensilio en los mostradores. En el rincón había una caja de cartón llena de fotos y cristalería."¿Sería tan amable de llevarme la maleta al coche?", dijo. El taxista llevó la maleta al taxi y regresó para ayudar a la anciana. Ella se agarró a su brazo y lentamente caminaron hacia la acera. La anciana no paraba de agradecer la amabilidad del taxista. "No es nada", le dijo, "Solo intento tratar a mis clientes del modo en que me gustaría que trataran a mi madre"."Oh, usted es un buen muchacho", dijo ella. Cuando se metieron en el taxi, ella le dio una dirección y entonces le preguntó al taxista: "¿Le importaría llevarme por el centro?""No es el camino más corto", respondió rápidamente el taxista."Oh, no me importa", dijo ella, "No tengo ninguna prisa. Voy de camino a un Asilo". El taxista miró por el retrovisor. Los ojos de la anciana brillaban. "No me queda familia ninguna", prosiguió con una suave voz. "El médico dice que no me queda mucho tiempo." El taxista extendió el brazo lentamente y paró el taxímetro."¿Qué ruta quiere que tome?", preguntó. Durante las siguientes dos horas, dieron vueltas por la ciudad. Ella le enseñó al taxista el edificio donde años atrás había trabajado de ascensorista. Pasaron por el barrio donde ella y su esposo había vivido de recién casados. La anciana le hizo parar frente a un almacén de muebles que una vez había sido un salón de baile en el que ella había bailado de joven. Algunas veces, la anciana le pedía que aminorara la marcha enfrente de algún edificio o esquina en concreto y se sentaba mirando fijamente en la oscuridad sin decir nada. Cuando el primer esbozo de los rayos de sol aparecían por el horizonte, ella dijo de repente: "Estoy cansada. Vámonos ya". El taxista condujo en silencio hacia la dirección que ella le había dado. Era un edificio bajo, como un pequeño sanatorio, con un camino de entrada que pasaba por debajo de un pórtico. Dos camilleros salieron tan pronto como pararon. Eran solícitos y resueltos, observando cada movimiento de ella. Debían de haber estado esperándola... El taxista abrió el maletero y llevó la maletita hasta la puerta. La mujer ya estaba sentada en una silla de ruedas."¿Qué le debo?", preguntó buscando en el monedero."Nada", dijo el taxista." Por favor, tiene que ganarse la vida", respondió ella."Hay más clientes", respondió el taxista. Casi sin pensar, el taxista se inclinó y le dio un abrazo. Ella se abrazó a él fuertemente."Usted ha dado a una vieja un pequeño momento de alegría", dijo ella. "Gracias". El taxista caminó hacia la tenue luz de la mañana... Detrás de él se cerró una puerta. Fue el sonido del cierre de una vida. El taxista no recogió ningún cliente más en aquel turno. Condujo sin dirección alguna, sumido en sus pensamientos. Durante el resto de aquel día, apenas pudo hablar. ¿Qué hubiera ocurrido si a aquella señora le hubiese tocado un taxista furioso o impaciente por terminar el turno? ¿Qué hubiera ocurrido si él se hubiera negado a hacer la carrera o si solo hubiese tocado el claxon una vez y se hubiera marchado? Entonces pensó que no había hecho nada más importante que aquello en su vida.

Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas giran alrededor de grandes momentos. Pero los grandes momentos muchas veces nos pillan desprevenidos y por sorpresa, envueltos maravillosamente en lo que otras personas considerarían un momento sin importancia.

viernes, 1 de septiembre de 2023

El concepto de pobreza. Apólogo

De Quora:

UN DÍA, UN PADRE RICO llevó a su hijo de viaje a un pueblo.

Quería mostrarle lo pobre que puede ser alguien. Pasaron un tiempo en la granja de una familia pobre…

A la vuelta del viaje, el padre le preguntó a su hijo:

¿Qué tal el viaje? "Fue genial papá".

¿Has visto cómo vive la gente pobre? Preguntó el padre.

"Oh, sí", dijo el hijo.

Entonces, dime, ¿qué has aprendido del viaje? Preguntó el padre.

El hijo respondió: tenemos un perro, ellos tienen cuatro, tenemos una piscina, ellos tienen ríos, tenemos luces de tubo por la noche, ellos tienen estrellas, compramos alimentos, ellos cultivan los suyos, tenemos muros para protegernos, ellos tienen amigos.

Nosotros tenemos televisión, ellos pasan tiempo con la familia y los parientes.

El padre del niño quedó sin palabras:

Entonces su hijo añadió: "Gracias papá, por mostrarme lo pobres que somos".

martes, 29 de agosto de 2023

Empleos y enchufes

De Quora:

LA TRISTE REALIDAD


Un muchacho termina el Bachillerato y no tiene ganas de estudiar nada. El padre indignado le dice:

—¿Ah? ¿No quieres estudiar? Bueno, yo no mantengo vagos, así que vas a trabajar. ¿Estamos?

El padre, que es un hombre con mucho dinero y metido en la política y tiene algunos amigos políticos, dada su larga trayectoria, trata de conseguirle un empleo y habla con uno de sus compañeros del partido que están en el gobierno.

—López ¿te acuerdas de mi hijo? Bueno, fíjate que terminó el bachillerato y no quiere estudiar.

Si puedes, necesitaría un puesto como para que empiece a trabajar ya, mientras decide si va a seguir una carrera... El asunto es que haga algo y no esté vagando ni se la pase en casa haciendo nada, y así ver si se compone y hace algo de provecho. ¿Me explico?

A los tres días llama López:

–José, ya está. Asesor del Secretario de Energía. Unos US $ 40,000 al mes ¿conforme, verdad?

—¡No, no, López! ¡Es una locura!, recién empieza. Tiene que comenzar de abajo y con esa cantidad de dinero se va a poner peor.

A los dos días, llama de nuevo López:

—José, ya lo tengo. Le conseguí un cargo de asistente personal de un diputado. El sueldo es más modesto, de US $ 25,000 al mes.

—¡No, López!, ¡Acaba de salir del bachillerato! No quiero que la vida se le haga tan fácil de entrada. Quiero que sienta la necesidad de estudiar. ¿Me entiendes?

Al otro día:

—José, ahora sí... Director de compras de la Secretaría de Comunicaciones, ya está; claro que el sueldo se va muy abajo... Serán US $ 15,000 nada más.

—Pero, López, ¡por favor! Consíguele algo más modesto. Está empezando, algo de unos US $ 5,000 a US $8,000 al mes...

—¡Ah, no! ¡Eso es imposible, José!

—Pero ¿por qué?

—Tendría que ser un cargo de maestro, médico, psicólogo, ingeniero..., y esos cargos son por convocatoria; necesita: currículum, título universitario, certificación cada cuatro años, haber hecho méritos, ganar el examen de la convocatoria, competencias docentes, carta de desempeño de su director... Está difícil José, está difícil. Trabajos así no se encuentran fácilmente.

domingo, 27 de agosto de 2023

Apólogo hindú del elefante

Apólogo hindú del elefante

Cuando Edward Witten consiguió unificar y simplificar las cinco teorías físicas sobre los superfilamentos (mejor que supercuerdas, como se suele decir) que definen la materia última en once dimensiones, plegadas las más de ellas constituyendo el universo íntimo de las particulas elementales y la mecánica cuántica, en una sola explicación, la teoría del Todo o teoría M, pensé en el famoso apólogo hindú del elefante (por cierto, el dios hindú de la sabiduría en el hinduismo, Ganesha, venerado también por los budistas, se representa con una cabeza de elefante, en un cuerpo humano con cuatro brazos). Y lo hice porque trata de describir nuestra ignorancia de un modo muy socrático, revelando que es incluso mayor que la de un político, sectario por definición, que ya es decir. La teoría M es la teoría que domina después de la corrección que le impusieron los trabajos suscitados esta vez en la física grande y la cosmología, del macrouniverso holográfico (discontinuo y formado simplemente por fragmentos y grumos de información) concebido por las ecuaciones de Juan Martín Maldacena, el físico argentino más prestigioso y respetado de la historia:

Cuatro ciegos palparon el cuerpo de un elefante. Uno le toco la pierna y exclamó:

-El elefante es como un pilar.

El segundo tocó su trompa y dijo:

-El elefante es como una serpiente. El tercero le palpo la barriga y afirmo:

-El elefante es un tonel.

Y el cuarto le tocó las orejas y aseguró:

-El elefante es como un abanico.

Comenzaron a disputar los cuatro, entre ellos, sobre la figura del animal, sobre su aspecto. Y casi llegaron a las manos.

Un transeúnte, viéndoles reñir, les preguntó qué ocurría, y ellos le refirieron lo que defendían y le pidieron que fallara en su disputa. El transeúnte pensó un instante.

-Ninguno de vosotros ha visto el elefante. El elefante no es como un pilar: sus piernas son pilares. Ni es como un tonel: su barriga es como un tonel. No es tampoco como un abanico: son sus orejas las que parecen abanicos. Y tampoco es como una serpiente, porque únicamente su trompa tiene semejanza con una serpiente. El elefante es como una combinación de todo eso, pero es también mucho más que eso.

De la misma manera disputan muchos sectarios que han visto un solo aspecto de la verdad. Pero aquel que ha visto toda la verdad en todos sus aspectos, también puede fallar en todas las disputas.


miércoles, 2 de agosto de 2023

Apólogo anónimo de la bolsa de piedras

Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras pensaba:

– “Si tuviera un auto nuevo, sería feliz”

– ” Si tuviera una casa grande, sería feliz”

– ” Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz”

– ” Si tuviera pareja perfecta, sería feliz”

En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”

Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa, la cual guardó. Al llegar a su casa se dio cuenta de que aquella piedrita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?

¿Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos cerca de nosotros?

sábado, 29 de julio de 2023

El cielo

Un apólogo de Anahí Michel, en Quora:

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera.

Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.

Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

- El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- EL CIELO.

- ¿El Cielo?

- Sí

- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!.

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

jueves, 13 de julio de 2023

El sabio ignorante

Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:

- Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como sabio que no podamos hacer los demás?

El anciano le contestó:

- Bueno, cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo y, cuando hablo contigo, solo hablo contigo.

El hombre lo miró con asombro y le dijo:

- Pero yo también puedo hacer esas cosas, y no por eso soy un sabio.

No creo - replicó el anciano - cuando duermes, recuerdas los problemas que tuviste durante el día o te preocupas por los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás pensando en qué harás después. Y mientras hablas conmigo estás pensando en qué vas a preguntarme, o en cómo vas a responderme antes de que termine de hablar.

Moraleja: el secreto es estar consciente de lo que estamos haciendo en el momento presente y así podremos disfrutar de cada minuto de nuestra maravillosa vida.

sábado, 25 de febrero de 2023

Falacia del más queso menos queso

El queso tiene agujeros; el agujero implica menos queso; cuanto más queso más agujeros; por tanto, cuanto más queso menos queso.

lunes, 13 de julio de 2020

El hombre que era más rico que Bill Gates

Un día, yo estaba en el aeropuerto de Nueva York. Me acerqué a un vendedor de periódicos, pues quería comprar un diario, pero, al sostenerlo en mis manos, me di cuenta de que no tenía dinero suficiente y desistí de la idea. De pronto el vendedor me dijo que lo tomara. "No hace falta que lo pagues, yo te lo doy gratis". Yo ni le había preguntado, pero él se dio cuenta, y ante su insistencia, acepté agradecido por el regalo.

Tres meses más tarde me encontré con el vendedor en el mismo aeropuerto, y de nuevo estaba sin cambio para comprar el periódico. "Puedes tomarlo. Estoy compartiendo esto de mis ganancias. Así que no te preocupes, no estaré perdiendo nada". De nuevo lo tomé y le di las gracias.

Diecinueve años después me hice rico y famoso. Cierto día, recordé al vendedor y decidí buscarlo. Después de un mes de búsqueda, finalmente lo encontré. Y cuando pude reunirme con él, le pregunté: "¿Recuerdas que una vez me diste el periódico gratis? Quiero pagar la ayuda que me ofreciste; lo que tú quieras, yo te lo cumpliré". Pero el vendedor se negó y me dio una respuesta que me dejó extrañado. "¿Usted cree que podrá igualar mi ayuda? Yo lo ayudé cuando era un  pobre vendedor de periódicos. Usted está ayudándome ahora que es el hombre más rico del mundo. ¿Cómo podrá su ayuda igualar a la mía?" Y ese día entendí que aquel hombre era más rico que yo, ya que no esperó a tener dinero para ayudarme, sino que lo hizo por bondad cuando probablemente le faltaba para llegar a fin de mes.

Otra anécdota emparentable es la que le ocurrió a Humphrey Bogart con Harry Truman. Bogart, ya cincuentón, iba a tener su primer hijo y se apostó veinte dólares con el Presidente a que sería niña. Pero fue niño. Bogart le envió un cheque de veinte dólares a Washington; pero Truman se lo devolvió endosado al neonato con una carta donde le expresaba cuánto respetaba a un hombre que recuerda sus deudas y las paga.

domingo, 29 de abril de 2018

Blancanieves según la justicia española

Antonio del Moral, magistrado del Tribunal Supremo, participó en la tarde noche del martes en el teatro Liceo de Salamanca en una jornada sobre delitos económicos y responsabilidad penal de las empresas, organizada por Tormes Motor, cuya intervención concluyó con una singular interpretación del cuento de Blancanieves para ejemplificar cómo el exceso legislativo puede hacer que la vida diaria y acciones cotidianas terminen en la Justicia.

Y es que, analizando el popular cuento infantil, el cazador al que la madrastra encargó matar a Blancanieves para que no fuera la más bella del reino fue objeto del delito de inducción al asesinato. Finalmente, como no tuvo valor para hacerlo, la dejó huir y mató a un ciervo para llevar a la madrastra su corazón. Delitos contra la flora y la fauna según el Código Penal español actual.

Blancanieves huyó hasta encontrar una cabaña del bosque, delito contra la ordenación del territorio, pues estaba construida en suelo no urbanizado.

Además, la mera alusión a sus dueños en el título del cuento, enanitos, es peyorativa e indica un menosprecio, “personas de verticalidad limitada”, apostilló el juez para corregir la denominación.

La protagonista del cuento entró en la casa. Por tanto, incurriendo en un delito de allanamiento de morada. Sus inquillinos regresaban a casa cantando, a buen seguro, una canción por la que no pagaban el correspondiente canon a la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Al escuchar la historia de Blancanieves se apiadaron de ella y le permitieran quedarse, eso sí, a cambio de realizar las tareas del hogar, como planchar, lavar, coser, hacer la comida, sin remuneración alguna ni contrato ni alta en la Seguridad Social, por tanto, un delito contra los derechos de los trabajadores.

La madrastra descubre que Blancanieves seguía viva y hace que caiga en un sueño profundo tras comer una manzana, delito contra la salud pública por envenenamiento. Letargo del que la protagonista del cuento despierta porque recibe el beso de un príncipe, que, con la ley en la mano, es un delito de agresión sexual al propasarse con una mujer privada de sentido.

Por tanto, de acuerdo al Código Penal, todos los protagonistas del cuento de Blancanieves tendrían cuentas pendientes con la Justicia y a buen seguro hubieran terminado en la cárcel.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Dilemas políticos

Tomado del blog del demonólogo padre Fortea:

Lo interesante del gobernante, del que tiene el Poder, es que a veces hay que hacer elecciones entre lo malo y lo peor. En ocasiones, pocas, el que tiene un gran poder tiene la posibilidad de debilitar un mal muy grande a costa de permitir otro mal menor. 

He tenido largas conversaciones con un amigo mío, profesor de universidad, acerca de mi opinión (llena de matices) respecto a cierto régimen autoritario de carácter hispano dominado por un gallego. Mi postura se resume en que cuando le preguntaron a Churchill por qué apoyaba (con armas y recursos) a la Unión Soviética frente a Alemania cuando la segunda atacó a la primera. La respuesta de Churchill fue: Si Hitler atacara al infierno, me aliaría con el Diablo para acabar con Hitler.

Imaginemos ahora que tenemos que elegir entre dos posibilidades dejar que Europa sea dominada entera por la Unión Soviética tal como era en 1940, o dejar que sea dominada por Alemania tal como era en esa misma época.

¿Los dos eran igual de malos? ¿Alguno era menos malo? ¿Alguno era más perverso pero, de hecho, hizo menos mal? Lanzo la pregunta. Yo me la llevo haciendo durante muchos años. Al final, no he llegado a una conclusión clara. Aunque sí que parece que, en términos tanto absolutos como relativos (muertes, torturas, represión) el régimen soviético fue peor, incluso incluyendo los campos de concentración, aunque descontando las muertes por la guerra. Insisto, parece que es así. Tampoco pongo mi mano en el fuego.

Lo interesante es eso: si hubiera que elegir, pero no se puede ir contra los dos, sino sólo contra uno, ¿qué monstruo nos parecería preferible con independencia de su perversidad, digamos, inherente? Yo sólo lanzo la pregunta. No tengo clara la respuesta.  

viernes, 14 de octubre de 2016

Gonzalo Plaza, Apólogo sobre la democracia

De Gonzalo Plaza: "No es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros", en Miciudadreal, 14 octubre, 2016:

Imaginémonos una situación de gran carestía. Unos pocos controlan los bienes básicos, como por ejemplo, la comida. El pan.

ciuadadano-en-blancoSupongamos que las familias más pobres tienen 5 euros al día para comer. Los acaparadores lo saben y, por ello, se ponen de acuerdo y comienzan a vender una barra de pan a 5 euros.

Las familias pobres no tienen más remedio que gastar todo su dinero para alimentarse de una barra de pan al día. Malcomen, pero eso es lo menos malo. Lo peor ese día es, en principio, no comer.

Pero los acaparadores son avariciosos. Y calculan que puede ser beneficioso para ellos subir el precio de la barra de pan a 6 euros.

Las familias de clase media, que antes pagaban 5 euros por su pan, ahora pagan 6, porque siguen necesitando pan. Los acaparadores ganan. En cambio, las familias más pobres, que sólo tienen 5 euros, tienen que comprar una porción (5/6) de la barra que antes adquirían entera. Su situación empeora, y los acaparadores siguen ganando lo mismo con ellos. Aunque en ese momento, otra vez, parece la opción menos mala.

Pero claro, la carestía sigue, y los acaparadores suben el precio a 7 euros.

Y a 8. Y a 10. Y…

Al final, las familias más pobres pueden adquirir tan poca cantidad de alimento que sufren malnutrición, enfermedades, muerte. Cuando eso ocurre, los acaparadores pierden clientes, pero ganan tanto con el precio hiperinflado del pan que les compensa de sobra. Se enriquecen a costa del sufrimiento ajeno.

Ya ha pasado más de una vez en la Historia. Está pasando ahora.

Las familias pobres aceptaron la opción que les ofrecían los acaparadores, comer menos pagando lo mismo. La opción menos mala, en principio. Antes que no comer.

Pero al final la opción menos mala se revela como la peor. Aquello que quieres evitar, es lo que sucede.

Oligopolios y control de la escasez.

En esas condiciones, aceptar lo menos malo es un error. Siempre acaba llevando al mal mayor.

La única salida posible es negarse a aceptar el chantaje de los acaparadores. Unirse, organizarse y actuar colectivamente para garantizarse el pan a un precio justo.

La elección aparentemente más arriesgada. El camino difícil.

Lo mismo ocurre en política.

Escoger un partido político malo porque los demás son pésimos lleva a que, las siguientes elecciones, todos los partidos sean todavía peores para los ciudadanos de a pie.

Si aceptas elegir un partido por ser el “menos malo”… ¿por qué no vas a hacerlo otra vez si es un poco más “malo”, siempre que creas que los demás partidos van a ser aún peores?

Y la siguiente vez, lo mismo.

Y la siguiente.

Y…

Escoger una y otra vez lo menos malo lleva al mal mayor.

Y bien que ha quedado probado en nuestro país, tras muchos años ya de elegir lo “menos malo” de entre las diferentes ofertas basura del Poder establecido.

Pero claro, “no es lo mismo que gobiernen unos a que gobiernen los otros”.

O eso dicen los manipuladores. Y los que se tragan y repiten lo que dicen los manipuladores.

Pero sí es lo mismo. Gobiernen unos o gobiernen otros, es el resultado de elegir una y otra vez lo menos malo. A la larga, es el mal mayor. 
Es el camino del Régimen.

¿Y a día de hoy? ¿Que va a gobernar otra vez el PP?
¿Y qué importa eso?

Después gobernará otro. Uno “menos malo”.

Que no reparará apenas el daño que va a hacer el PP. Que dejará todo prácticamente igual, o peor.

Porque es el menos malo.

No es “el bueno”. No es el nuestro.

Da igual que gobiernen Rajoy y Rivera. Que se vaya Sánchez. Que después venga Iglesias. O lo que nos coloquen después.

Da igual Cospedal que Page.

Incluso a nuestro pequeño nivel, da igual Romero que Zamora.

No importa nada de eso. Todo ello es el camino que lleva al mal mayor. El camino del Régimen.

La única salida posible empieza por negarse a aceptar el chantaje del Poder establecido. Y sigue uniéndonos, organizándonos, actuando colectivamente. Para hacer nosotros la política. Para decidir. Para construir -nosotros, directamente- una realidad donde todo eso sea posible.

En una palabra: DEMOCRACIA.

Pero la de verdad.

P.D. Nos comemos la basura que nos ofrecen. Una y otra vez.

¿De verdad pensáis que puede haber algo peor que eso?

domingo, 17 de julio de 2016

Falacia de la ventana rota y obsolescencia programada

La falacia de la ventana rota fue propuesta por el economista liberal Frédéric Bastiat en su ensayo de 1850 Ce qu'on voit et ce qu'on ne voit pas ("Lo que vemos y lo que no vemos") para ilustrar la idea de los costes escondidos o costes de oportunidad: si un niño rompe el cristal de un comercio, al principio, todo el mundo simpatiza con el comerciante, pero algunos pronto empiezan a sugerir que el cristal roto beneficia al cristalero, que comprará pan con ese beneficio; a su vez beneficia al panadero, quien con ese dinero comprará zapatos, beneficiando al zapatero y así sucesivamente. En fin, el pensamiento capitalista vulgar, imbuido de un patológico optimismo emprendedor y cortoplacista llega a la conclusión de que el niño no es culpable de vandalismo: ha hecho un favor a la sociedad creando beneficio a toda ella.

Bastiat indica que la falacia consiste en que se consideran los beneficios del cristal roto pero se ignoran los costes escondidos: el comerciante está obligado a comprar un cristal nuevo cuando con ese dinero habría ido a comprar pan beneficiando al panadero de un modo más legítimo a largo plazo. Al final, mirando al conjunto de la industria, el resultado es negativo: se ha perdido el valor de un cristal, llegando Bastiat a la conclusión de que «la sociedad pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos» y que «la destrucción no es beneficio».

Pues bien, esto se asocia estrechamente al defecto principal de la sociedad capitalista: produce demasiada basura (incluso basura humana, gente que en sí misma es basura porque no se les castigan este tipo de conductas: el niño al que se le permite romper ventanas, banqueros con contratos blindados que provocan la ruina de varias familias impunemente, políticos que se acogen a la prebenda de no ser juzgados y pasan o se desentienden de toda responsabilidad moral o no, técnicos que escogen tuberías de fibrocemento porque son más baratas aunque al cabo resulten más caras etc.), y esa basura, a la larga, perjudicará seriamente a la humanidad (o a nosotros, que duele más) porque, malthusianamente, los bienes son más escasos que nuestra capacidad para procesarlos. La obsolescencia programada es el resultado más perverso de esa manera capitalista de concebir el beneficio atendiendo solo a bienes particulares y no a bienes generales, como pretende el imperativo categórico kantiano. El mejor resumen de lo que expreso lo hizo un basurero al indicar que "quienes no recogen la basura que tiran con el pretexto de que así le dan trabajo al basurero deberían dejar que les rompiera la dentadura de un puñetazo para que los dentistas tuvieran trabajo".

La falacia de la ventana rota sirve para determinar si una medida es buena o mala mirando sus consecuencias a largo plazo para toda la población, y no sólo las que tienen lugar a corto plazo para una parte de la misma (por ejemplo, para ese porcentaje mínimo de ricos que se ha beneficiado de las políticas de Rajoy o, a mayor escala, de la patrona a la que sirve, la Merkel -y en el pasado a los políticos del pan para hoy y hambre para mañana: Thatcher y Reagan- a costa del adelgazamiento de un mucho mayor sector de la clase media, como ha señalado Thomas Piketty, y una mayor oscilación y falta de estabilidad en la economía a causa de la desregularización promovida por el neoliberalismo y sus no declarados discípulos socialistas: Blair, González etc.: la existencia de contrapesos reguladores garantiza la estabilidad a largo plazo. Y también a largo plazo es el cuidado de la buena calidad educativa de la población: ya se ve que ni Thatcher ni Reagan cumplían con un mínimo de humanidades, ni mucho menos de humanidad. En ellos eso era cuando menos rudimentario.

Y al final, resulta que la mayoría de nuestros políticos son unos niños irresponsables a los que hay que culpar de haber roto el cristal del futuro de la mayor parte de la sociedad, la clase media.