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martes, 10 de diciembre de 2024

Julio Cortázar, Amor 77

 Amor 77

Julio Cortázar

Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten y, así progresivamente, van volviendo a ser lo que no son.

FIN

Jorge Luis Borges, Abel y Caín

 Abel y Caín

Jorge Luis Borges

Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.

Abel contestó:

—¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.

—Ahora sé que en verdad me has perdonado —dijo Caín—, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.

Abel dijo despacio:

—Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.

FIN

Karel Capek, Equivocación

 Equivocación

Karel Capek

Nos embarcamos en el Mediterráneo. Es tan bellamente azul que uno no sabe cuál es el cielo y cuál el mar, por lo que en todas partes de la costa y de los barcos hay letreros que indican en dónde es arriba y en dónde abajo; de otro modo uno puede confundirse. Para no ir más lejos, el otro día, nos contó el capitán que un barco se equivocó, y en lugar de seguir por el mar puso rumbo al cielo; y como el cielo es infinito no ha regresado aún, y nadie sabe en dónde está.

FIN

Robert W. Chambers, Destino

 Destino

Robert W. Chambers


Llegué al puente que muy pocos logran cruzar.

-¡Pasa! -exclamó el guardián, pero me reí y le dije:

-Hay tiempo.

Entonces él sonrió y cerró los portones.

Al puente que muy pocos logran cruzar llegaron jóvenes y viejos. A todos ellos se les denegó la entrada. Yo estaba ahí cerca, holgazaneando, y fui contándolos, uno a uno, hasta que, cansado ya de sus ruidos y protestas, volví al puente que muy pocos logran cruzar.

La muchedumbre cerca del portón chilló:

-¡Este hombre llega tarde!

Pero me reí y les dije:

-Hay tiempo.

-¡Pasa! -exclamó el guardián mientras yo ingresaba; luego sonrió y cerró los portones.


lunes, 9 de diciembre de 2024

Jean Cocteau, El gesto de la muerte

 El gesto de la muerte

Jean Cocteau

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

FIN

Un teólogo en la muerte, Swedenborg

 Un teólogo en la muerte

Minicuento

Manuel Swedenborg

Los ángeles me comunicaron que cuando falleció Melanchton le fue suministrada en el otro mundo una casa ilusoriamente igual a la que había tenido en la tierra. (A casi todos los recién venidos a la eternidad les ocurre lo mismo y por eso creen que no han muerto.) Los objetos domésticos eran iguales: la mesa, el escritorio con sus cajones, la biblioteca. En cuanto Melanchton se despertó en ese domicilio, reanudó sus tareas literarias como si no fuera un cadáver y escribió durante unos días sobre la justificación por la fe. Como era su costumbre, no dijo una palabra sobre la caridad. Los ángeles notaron esa omisión y mandaron personas a interrogarlo. Melanchton les dijo:

-He demostrado irrefutablemente que el alma puede prescindir de la caridad y que para ingresar en el cielo basta la fe.

Esas cosas las decía con soberbia y no sabía que ya estaba muerto y que su lugar no era el cielo. Cuando los ángeles oyeron este discurso, lo abandonaron. A las pocas semanas, los muebles empezaron a afantasmarse hasta ser invisibles, salvo el sillón, la mesa, las hojas de papel y el tintero. Además, las paredes del aposento se mancharon de cal, y el piso, de un barniz amarillo. Su misma ropa ya era mucho más ordinaria. Seguía, sin embargo, escribiendo, pero como persistía en la negación de la caridad, lo trasladaron a un taller subterráneo, donde había otros teólogos como él. Ahí estuvo unos días y empezó a dudar de su tesis y le permitieron volver. Su ropa era de cuero sin curtir, pero trató de imaginarse que lo anterior había sido una mera alucinación y prosiguió elevando la fe y denigrando la caridad. Un atardecer, sintió frío. Entonces recorrió la casa y comprobó que los demás aposentos ya no correspondían a los de su habitación en la tierra. Alguno contenía instrumentos desconocidos; otro se había achicado tanto que era imposible entrar; otro no había cambiado, pero sus ventanas y puertas daban a grandes médanos. La pieza del fondo estaba llena de personas que lo adoraban y que le repetían que ningún teólogo era tan sapiente como él. Esa adoración le agradó, pero como alguna de esas personas no tenía cara y otras parecían muertas, acabó por aborrecerlas y desconfiar. Entonces determinó escribir un elogio de la caridad, pero las páginas escritas hoy aparecían mañana borradas. Eso le aconteció porque las componía sin convicción.

Recibía muchas visitas de gente recién muerta, pero sentía vergüenza de mostrarse en un alojamiento tan sórdido. Para hacerles creer que estaba en el cielo, se arregló con un brujo de los de la pieza del fondo, y este los engañaba con simulacros de esplendor y de serenidad. Apenas las visitas se retiraban reaparecían la pobreza y la cal, y a veces un poco antes.

Las últimas noticias de Melanchton dicen que el brujo y uno de los hombres sin cara lo llevaron hacia los médanos y que ahora es como un sirviente de los demonios.

FIN

domingo, 3 de noviembre de 2024

La teoría de la relatividad en el Cielo

 Tres mujeres mueren juntas en un accidente de tráfico y van al Cielo...

Al llegar San Pedro les dice: "Solo hay una regla en el cielo... No pisar a las hormigas”.

Así que entran en el Cielo y ¡claro! el lugar está llenísimo de hormigas. Es casi imposible no pisarlas, aunque hagan todo lo que puedan por evitarlas.

La primera mujer, accidentalmente, pisó una. Y allá viene San Pedro con el hombre más feo que la pobre mujer haya visto jamás. San Pedro los encadena juntos y dice:

- ¡Tu castigo por pisar hormigas será pasar la eternidad encadenada a este hombre feo!

Al día siguiente, la segunda mujer pisó accidentalmente a una hormiga, San Pedro se dio cuenta y trae con él a otro hombre tremendo de feo que era. Los encadena juntos y suelta el mismo discurso que a la primera mujer.

La tercera, habiéndolo observado todo, y no queriendo ser encadenada a un hombre feo por toda la eternidad, se vuelve MUY cuidadosa en fijarse donde pisa. Y de alguna manera se las arregló para pasarse meses y más meses sin pisar hormiga alguna.

Pero un día llega San Pedro con el hombre más hermoso que ella ha visto jamás... Alto, guapo, de ojos grandes y largas pestañas, de cuerpo delgado y atlético.

San Pedro los encadena juntos sin decir palabra... La mujer, sin salir de su asombro, dice:

- ¡Me pregunto qué habré hecho para merecer que me encadenen a alguien como tú por toda la eternidad...!

El chico dice:

- No sé tú.... ¡pero yo pisé una maldita hormiga!

sábado, 19 de octubre de 2024

La felicidad, jajá

 Anónimo de Internet: 

Un profesor le dio un globo a cada estudiante que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo en el pasillo. El profesor entonces mezcló todos los globos. A los estudiantes se les dio 5 minutos para encontrar su propio globo. A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo. En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregaran a la persona cuyo nombre estaba escrito en él. En 5 minutos cada uno tenía su propio globo.

El profesor dijo a los estudiantes: Estos globos son como “la felicidad”, nunca la encontraremos si todo el mundo está buscando la suya, pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás... también encontraremos la nuestra.

lunes, 29 de julio de 2024

Apólogos sobre el arte de injuriar. El león novato, La embajada de Valle-Inclán y La moneda de Schopenhauer.

Eduardo Infante, "El noble arte del insulto o por qué no me gusta la fruta", El País, hoy:

Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar.

No hace mucho que un ministro del Reino de España llamaba «saco de mierda» a un jefe de prensa, que la presidenta de una comunidad autónoma mascullaba un «hijo de puta», desde la Tribuna de invitados, al presidente del Gobierno y que dos grupos parlamentarios protagonizaban una batalla de insultos, obligando a la presidenta de la Cámara a paralizar el debate y tener que llamar al orden.

Cuentan que, en cierta ocasión, uno de los leones del Congreso se jubiló y fue sustituido por otro más lozano. El león inexperto llegó a primera hora y, al tomar su sitio en la escalinata, comenzó a escuchar un lejano rumor de voces que parecían provenir del hemiciclo: «¡Ladrón, corrupto, desleal, fascista, felón, gánster, gilipollas, incompetente, inepto, mediocre, mentiroso, tirano, traidor…!» y, atónito, preguntó al veterano: «¿Ya se están peleando?». A lo que el otro respondió: «Tranquilo, solo están pasando lista».

Posiblemente, como el león novato, nuestros jóvenes, los futuros ciudadanos, solo han escuchado insultos en la boca de nuestros políticos. Y esto es algo triste y descorazonador. Duele en el alma ser testigo de cómo las antiguas y nobles artes se van perdiendo, porque ni a nuestros zagales les da por practicarlas como es debido, ni a nosotros por enseñárselas. Vociferar «¡hijo de puta!»  no es insultar, sino graznar.

Dos personas que sí dominaban el noble arte del insulto fueron Ramón del Valle-Inclán y Julio Camba. Ambos escritores rivalizaron por un puesto de embajador en París. Camba, para deslucir los méritos de su oponente, espetó que Valle era tan inepto para el cargo que ni sabía cómo pedir una trucha en francés. Don Ramón respondió que, efectivamente, no tenía la menor idea, pero que el impedimento tenía fácil solución: la República debía nombrarlo a él embajador y a Camba, cocinero. Así Camba podría ir todos los días al mercado parisino y hacer buen uso de su talento para comprar truchas y cocinárselas al embajador.

Para que nuestros jóvenes llegasen a dominar el improperio como lo hacían estos dos maestros gallegos, más provecho encontrarían en Schopenhauer que en Ayuso. El alemán escribió un utilísimo manual para injuriadores amateur bajo el título El arte de insultar. En él se puede consultar un amplio catálogo de escarnios, descalificaciones, invectivas, mofas, denuestos, críticas, reprobaciones, ironías, censuras y sarcasmos que van mucho más allá del tan manido «¡hijo de puta!». Schopenhauer aconseja que, siempre que se pueda, se argumente, pero que cuando nos topemos con aquel imbécil que no ceja en su empeño de repetir sandeces, lo mejor es pasar, sin remordimiento, al insulto, con una condición: hacer siempre uso del humor, el ingenio y la inteligencia. Y, añade el alemán, para que el vituperio sea eficaz, se debe procurar que este sea agudo, lúcido, certero, preciso y tenga como objetivo desconcertar a nuestro oponente sin caer en la ordinariez. Todo ello hará del insulto un arte del que Schopenhauer dio buena muestra de virtuosismo, como así muestra la anécdota de la extraña ceremonia que el filósofo realizaba cada vez que  comía en el restaurante del hotel Inglés. Al comenzar la comida ponía una moneda de oro sobre la mesa y, al acabarla, se la volvía a meter en el bolsillo. Un día, uno de los camareros le preguntó por el significado de aquel extraño rito. Schopenhauer les desveló a los que se encontraban en aquel comedor que se trataba de una apuesta:  todos los días se jugaba donar la moneda a los pobres, si los oficiales ingleses que allí comían hablaban de algo que no fuera caballos o mujeres.

Aun así, advierte Schopenhauer, el vituperio solo debe usarse como último recurso y lo preferible es escoger bien a nuestros interlocutores. Un parlamento aderezado con un «hijo de puta» o un «saco de mierda» nada aporta a al debate democrático, todo lo contrario, lo vuelve un engrudo que hace imposible el libre intercambio de ideas del que nacen las soluciones comunes a los problemas de todos. Quizás, el abuso del insulto, al que peligrosamente nos estamos acostumbrando, no sea una cuestión de mala educación. Quizás, haya detrás una consciente intención de boicotear el diálogo de los ciudadanos, la entraña misma de la democracia. Sea como fuere, el insulto en la política debiera ser lo que la anchoa a la pizza: el encuentro esporádico y sorpresivo con un medido trozo, alegra y despierta el paladar con un ajustado golpe de sal. Empero, es muy fácil pecar de hybris y convertir la genialidad en aberración. Traspasar los límites naturales convierte algo suculento y nutritivo en basura.

domingo, 21 de julio de 2024

El apólogo de Tyrion Lannister

 Una vez entré en un burdel con un panal y un asno, y la encargada me dice 

- ¿Qué podemos hacer por usted?’ Y respondí

- ‘Necesito una mujer para acostarme, pues la mía me ha dejado’

 Entonces, la encargada me pregunta 

-¿Y para qué son el panal y el asno?’

Y yo le contesté:

-“Mi mujer encontró un genio en una botella que le concedió tres deseos. El primero fue una casa digna de una reina, por lo que le dio este maldito panal de abejas. El segundo deseo fue tener el mejor culo de toda la Tierra, por lo que le dio este maldito burro”

Y la mujer me pregunto: 

‘¿Y el tercer deseo?’

Y yo le respondí 

-‘Mi mujer le pidió al genio que mi pito colgara más abajo que mi rodilla’

-‘Bueno, eso no es tan malo, ¿no?’ Dijo la señora

Y yo le respondí

‘¡¿No es tan malo?! ¡Solía medir un metro noventa!'

domingo, 14 de abril de 2024

Apólogo de la cola del aeropuerto

Adaptado de un post de Anahí Michel en Quora:

Un vuelo lleno de gente de United Airlines fue cancelado. Un solo agente estaba volviendo a reservar a una larga fila de viajeros incómodos. De repente, un pasajero enojado se abrió paso hacia el escritorio y, aventando su pase de abordaje en el mostrador, dijo:

"TENGO que estar en este vuelo y tiene que ser PRIMERA CLASE".

El agente respondió:

"Lo siento, señor. Estaré feliz de intentar ayudarlo, pero primero tengo que ayudar a estas personas; y luego estoy seguro de que podremos resolver algo".

El pasajero no lo entendió y se enojó, de modo que preguntó en voz bien alta, para que los pasajeros pudieran escucharlo:

"¿TIENES ALGUNA IDEA DE QUIÉN SOY?"

Sin dudarlo, la agente sonrió, agarró su micrófono de altavoz y dijo: "¿Pueden prestarme atención, por favor?", y, en toda la terminal, se oyó después: "Tenemos un pasajero aquí, en la Puerta 14, QUE NO SABE QUIÉN ES. Si alguien puede ayudarlo con su identidad, que por favor venga a la Puerta 14".

Mientras la gente detrás de él en la fila se reía histéricamente, el hombre miró al agente de United Airlines, apretó los dientes y dijo: "¡Que te jodan!".

Pero el agente, sin pestañear, sonrió y dijo: "Lo siento, señor: tendrá que hacer cola para eso también."

sábado, 6 de abril de 2024

Franz Kafka, La partida

La partida:

Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, ensillé mi caballo y lo monté. A distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada ni había oído nada. En el portal me detuvo y preguntó:

—¿Adónde va el patrón? —No lo sé —le dije— simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más; es la única manera en que puedo alcanzar mi meta. —¿Así que usted conoce su meta? —preguntó él.

—Sí —repliqué— te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.

miércoles, 31 de enero de 2024

Kafka y la muñeca perdida

De Quora:

Franz Kafka (1883-1924), que nunca se casó y no tuvo hijos, caminaba un día por un parque en Berlín cuando se encontró con una niña que lloraba porque había perdido su muñeca favorita. Ella y Kafka buscaron la muñeca sin éxito.

Kafka le dijo que se encontrarían allí al día siguiente y que volverían a buscarla.

Al día siguiente, cuando aún no habían encontrado la muñeca, Kafka le dio a la niña una carta "escrita" por la muñeca que decía "por favor no llores. Hice un viaje para ver mundo. Te escribiré sobre mis aventuras". 

Así comenzó una historia que continuó hasta el final de la vida de Kafka.

Durante sus encuentros, Kafka leía las cartas de la muñeca cuidadosamente escritas con aventuras y conversaciones que a la niña le parecían adorables.

Finalmente, Kafka trajo de vuelta el muñeco (compró uno) que había regresado a Berlín.

"No se parece en nada a mi muñeca", dijo la niña.

Kafka le entregó otra carta en la que el muñeco escribía: "mis viajes me han cambiado". La niña abrazó a la nueva muñeca y se la llevó a su feliz hogar.

Un año después murió Kafka. Años después los nazis anexionaron Chekia y aniquilaron a los judíos que pudieron encontrar, entre ellos las hermanas de Kafka.

Muchos años después, la niña, ahora adulta, encontró una carta dentro de la muñeca. En la minúscula carta, firmada por Franz Kafka, este decía:

"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera".

martes, 12 de septiembre de 2023

Un viaje sin prisa

De Anahí Michel, en Quora:

Cuentan que un taxista de Nueva York llegó a la dirección desde la que habían solicitado sus servicios y tocó el claxon. Después de esperar unos minutos volvió a tocar el claxon. Como esa iba a ser la última carrera de su turno, pensó en marcharse, pero en su lugar, estacionó el automóvil y caminó hacia la puerta y llamó... "Un minuto", respondió una frágil voz de anciana. El taxista oyó algo que se arrastraba a través de la puerta. Después de una larga pausa, la puerta se abrió. Una pequeña mujer de unos 90 años estaba de pie ante el taxista. Llevaba un vestido estampado y un sombrero con un pequeño velo, como alguien sacado de las películas de los años 40. A su lado había una pequeña maleta de nailon. El apartamento parecía que no había sido habitado durante años. Los muebles estaban cubiertos con sábanas. No había relojes en las paredes, ningún trasto ni utensilio en los mostradores. En el rincón había una caja de cartón llena de fotos y cristalería."¿Sería tan amable de llevarme la maleta al coche?", dijo. El taxista llevó la maleta al taxi y regresó para ayudar a la anciana. Ella se agarró a su brazo y lentamente caminaron hacia la acera. La anciana no paraba de agradecer la amabilidad del taxista. "No es nada", le dijo, "Solo intento tratar a mis clientes del modo en que me gustaría que trataran a mi madre"."Oh, usted es un buen muchacho", dijo ella. Cuando se metieron en el taxi, ella le dio una dirección y entonces le preguntó al taxista: "¿Le importaría llevarme por el centro?""No es el camino más corto", respondió rápidamente el taxista."Oh, no me importa", dijo ella, "No tengo ninguna prisa. Voy de camino a un Asilo". El taxista miró por el retrovisor. Los ojos de la anciana brillaban. "No me queda familia ninguna", prosiguió con una suave voz. "El médico dice que no me queda mucho tiempo." El taxista extendió el brazo lentamente y paró el taxímetro."¿Qué ruta quiere que tome?", preguntó. Durante las siguientes dos horas, dieron vueltas por la ciudad. Ella le enseñó al taxista el edificio donde años atrás había trabajado de ascensorista. Pasaron por el barrio donde ella y su esposo había vivido de recién casados. La anciana le hizo parar frente a un almacén de muebles que una vez había sido un salón de baile en el que ella había bailado de joven. Algunas veces, la anciana le pedía que aminorara la marcha enfrente de algún edificio o esquina en concreto y se sentaba mirando fijamente en la oscuridad sin decir nada. Cuando el primer esbozo de los rayos de sol aparecían por el horizonte, ella dijo de repente: "Estoy cansada. Vámonos ya". El taxista condujo en silencio hacia la dirección que ella le había dado. Era un edificio bajo, como un pequeño sanatorio, con un camino de entrada que pasaba por debajo de un pórtico. Dos camilleros salieron tan pronto como pararon. Eran solícitos y resueltos, observando cada movimiento de ella. Debían de haber estado esperándola... El taxista abrió el maletero y llevó la maletita hasta la puerta. La mujer ya estaba sentada en una silla de ruedas."¿Qué le debo?", preguntó buscando en el monedero."Nada", dijo el taxista." Por favor, tiene que ganarse la vida", respondió ella."Hay más clientes", respondió el taxista. Casi sin pensar, el taxista se inclinó y le dio un abrazo. Ella se abrazó a él fuertemente."Usted ha dado a una vieja un pequeño momento de alegría", dijo ella. "Gracias". El taxista caminó hacia la tenue luz de la mañana... Detrás de él se cerró una puerta. Fue el sonido del cierre de una vida. El taxista no recogió ningún cliente más en aquel turno. Condujo sin dirección alguna, sumido en sus pensamientos. Durante el resto de aquel día, apenas pudo hablar. ¿Qué hubiera ocurrido si a aquella señora le hubiese tocado un taxista furioso o impaciente por terminar el turno? ¿Qué hubiera ocurrido si él se hubiera negado a hacer la carrera o si solo hubiese tocado el claxon una vez y se hubiera marchado? Entonces pensó que no había hecho nada más importante que aquello en su vida.

Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas giran alrededor de grandes momentos. Pero los grandes momentos muchas veces nos pillan desprevenidos y por sorpresa, envueltos maravillosamente en lo que otras personas considerarían un momento sin importancia.

viernes, 1 de septiembre de 2023

El concepto de pobreza. Apólogo

De Quora:

UN DÍA, UN PADRE RICO llevó a su hijo de viaje a un pueblo.

Quería mostrarle lo pobre que puede ser alguien. Pasaron un tiempo en la granja de una familia pobre…

A la vuelta del viaje, el padre le preguntó a su hijo:

¿Qué tal el viaje? "Fue genial papá".

¿Has visto cómo vive la gente pobre? Preguntó el padre.

"Oh, sí", dijo el hijo.

Entonces, dime, ¿qué has aprendido del viaje? Preguntó el padre.

El hijo respondió: tenemos un perro, ellos tienen cuatro, tenemos una piscina, ellos tienen ríos, tenemos luces de tubo por la noche, ellos tienen estrellas, compramos alimentos, ellos cultivan los suyos, tenemos muros para protegernos, ellos tienen amigos.

Nosotros tenemos televisión, ellos pasan tiempo con la familia y los parientes.

El padre del niño quedó sin palabras:

Entonces su hijo añadió: "Gracias papá, por mostrarme lo pobres que somos".

martes, 29 de agosto de 2023

Empleos y enchufes

De Quora:

LA TRISTE REALIDAD


Un muchacho termina el Bachillerato y no tiene ganas de estudiar nada. El padre indignado le dice:

—¿Ah? ¿No quieres estudiar? Bueno, yo no mantengo vagos, así que vas a trabajar. ¿Estamos?

El padre, que es un hombre con mucho dinero y metido en la política y tiene algunos amigos políticos, dada su larga trayectoria, trata de conseguirle un empleo y habla con uno de sus compañeros del partido que están en el gobierno.

—López ¿te acuerdas de mi hijo? Bueno, fíjate que terminó el bachillerato y no quiere estudiar.

Si puedes, necesitaría un puesto como para que empiece a trabajar ya, mientras decide si va a seguir una carrera... El asunto es que haga algo y no esté vagando ni se la pase en casa haciendo nada, y así ver si se compone y hace algo de provecho. ¿Me explico?

A los tres días llama López:

–José, ya está. Asesor del Secretario de Energía. Unos US $ 40,000 al mes ¿conforme, verdad?

—¡No, no, López! ¡Es una locura!, recién empieza. Tiene que comenzar de abajo y con esa cantidad de dinero se va a poner peor.

A los dos días, llama de nuevo López:

—José, ya lo tengo. Le conseguí un cargo de asistente personal de un diputado. El sueldo es más modesto, de US $ 25,000 al mes.

—¡No, López!, ¡Acaba de salir del bachillerato! No quiero que la vida se le haga tan fácil de entrada. Quiero que sienta la necesidad de estudiar. ¿Me entiendes?

Al otro día:

—José, ahora sí... Director de compras de la Secretaría de Comunicaciones, ya está; claro que el sueldo se va muy abajo... Serán US $ 15,000 nada más.

—Pero, López, ¡por favor! Consíguele algo más modesto. Está empezando, algo de unos US $ 5,000 a US $8,000 al mes...

—¡Ah, no! ¡Eso es imposible, José!

—Pero ¿por qué?

—Tendría que ser un cargo de maestro, médico, psicólogo, ingeniero..., y esos cargos son por convocatoria; necesita: currículum, título universitario, certificación cada cuatro años, haber hecho méritos, ganar el examen de la convocatoria, competencias docentes, carta de desempeño de su director... Está difícil José, está difícil. Trabajos así no se encuentran fácilmente.

domingo, 27 de agosto de 2023

Apólogo hindú del elefante

Apólogo hindú del elefante

Cuando Edward Witten consiguió unificar y simplificar las cinco teorías físicas sobre los superfilamentos (mejor que supercuerdas, como se suele decir) que definen la materia última en once dimensiones, plegadas las más de ellas constituyendo el universo íntimo de las particulas elementales y la mecánica cuántica, en una sola explicación, la teoría del Todo o teoría M, pensé en el famoso apólogo hindú del elefante (por cierto, el dios hindú de la sabiduría en el hinduismo, Ganesha, venerado también por los budistas, se representa con una cabeza de elefante, en un cuerpo humano con cuatro brazos). Y lo hice porque trata de describir nuestra ignorancia de un modo muy socrático, revelando que es incluso mayor que la de un político, sectario por definición, que ya es decir. La teoría M es la teoría que domina después de la corrección que le impusieron los trabajos suscitados esta vez en la física grande y la cosmología, del macrouniverso holográfico (discontinuo y formado simplemente por fragmentos y grumos de información) concebido por las ecuaciones de Juan Martín Maldacena, el físico argentino más prestigioso y respetado de la historia:

Cuatro ciegos palparon el cuerpo de un elefante. Uno le toco la pierna y exclamó:

-El elefante es como un pilar.

El segundo tocó su trompa y dijo:

-El elefante es como una serpiente. El tercero le palpo la barriga y afirmo:

-El elefante es un tonel.

Y el cuarto le tocó las orejas y aseguró:

-El elefante es como un abanico.

Comenzaron a disputar los cuatro, entre ellos, sobre la figura del animal, sobre su aspecto. Y casi llegaron a las manos.

Un transeúnte, viéndoles reñir, les preguntó qué ocurría, y ellos le refirieron lo que defendían y le pidieron que fallara en su disputa. El transeúnte pensó un instante.

-Ninguno de vosotros ha visto el elefante. El elefante no es como un pilar: sus piernas son pilares. Ni es como un tonel: su barriga es como un tonel. No es tampoco como un abanico: son sus orejas las que parecen abanicos. Y tampoco es como una serpiente, porque únicamente su trompa tiene semejanza con una serpiente. El elefante es como una combinación de todo eso, pero es también mucho más que eso.

De la misma manera disputan muchos sectarios que han visto un solo aspecto de la verdad. Pero aquel que ha visto toda la verdad en todos sus aspectos, también puede fallar en todas las disputas.


miércoles, 2 de agosto de 2023

Apólogo anónimo de la bolsa de piedras

Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras pensaba:

– “Si tuviera un auto nuevo, sería feliz”

– ” Si tuviera una casa grande, sería feliz”

– ” Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz”

– ” Si tuviera pareja perfecta, sería feliz”

En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”

Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa, la cual guardó. Al llegar a su casa se dio cuenta de que aquella piedrita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?

¿Cuántos de nosotros pasamos arrojando nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos cerca de nosotros?

sábado, 29 de julio de 2023

El cielo

Un apólogo de Anahí Michel, en Quora:

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera.

Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él el siguiente diálogo:

- Buenos días.

- Buenos días - Respondió el guardián.

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.

Y el guardián señaló la fuente.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...

- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis.

- El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

- EL CIELO.

- ¿El Cielo?

- Sí

- Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!.

- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

jueves, 13 de julio de 2023

El sabio ignorante

Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:

- Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como sabio que no podamos hacer los demás?

El anciano le contestó:

- Bueno, cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo y, cuando hablo contigo, solo hablo contigo.

El hombre lo miró con asombro y le dijo:

- Pero yo también puedo hacer esas cosas, y no por eso soy un sabio.

No creo - replicó el anciano - cuando duermes, recuerdas los problemas que tuviste durante el día o te preocupas por los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás pensando en qué harás después. Y mientras hablas conmigo estás pensando en qué vas a preguntarme, o en cómo vas a responderme antes de que termine de hablar.

Moraleja: el secreto es estar consciente de lo que estamos haciendo en el momento presente y así podremos disfrutar de cada minuto de nuestra maravillosa vida.