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miércoles, 14 de febrero de 2024

Relatividad del atraco

Pocos escritores del desastre tan interesantes como el cervantista y regeneracionista Antonio Ledesma Hernández (1856-1937), autor de una de las mejores continuaciones modernas del Don Quijote, La nueva salida del valeroso caballero don Quijote de la Mancha (1905), donde el protagonista, revivido en el siglo XX, conquista Gibraltar, logra la Unión Ibérica y consigue crear una mancomunidad con Hispanoamérica. No menos llenas de ideas se hallan sus novelas Canuto Espárrago (1903) o El diácono Dionisio, aún inédita, la trilogía de los reformadores.

En un apólogo en que unos españoles son robados por unos salteadores estadounidenses, escribe:

      Yo pregunto a MacKinley:

“Si eso en Washington pasa,

¿a esa canalla no arrasa,

prende y castiga la Ley?”

     Mas responde, y con razón, 

que "El atraco es, no te asombre,

delito, si lo hace un hombre,

y gloria, si una nación”

jueves, 3 de marzo de 2022

Nuevos datos fiables sobre Cervantes y el Quijote. Investigaciones de Javier Escudero en protocolos notariales.

I

Lidia Yanel, "Personas y hechos del Quijote son reales: sabemos quién informaba a Cervantes". EFE / Madrid Actual - Miércoles, 02 Marzo 2022 11:05

Toledo, 2 mar.- Cervantes escogió La Mancha para escribir el Quijote de forma consciente y meditada porque tenía muy cerca al hidalgo que le habló de personas y situaciones reales que el autor reflejó.

Ahora tenemos documentos que prueban la relación entre Miguel de Cervantes y su fuente, Alonso Manuel de Ludeña, su vecino en Esquivias (Toledo).

"No todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas”, explica a la Agencia Efe el investigador Javier Escudero en vísperas de que se publique su ensayo ‘Las otras vidas de don Quijote’ (Ediciones B).

Durante dos décadas, Escudero ha investigado en miles de documentos de finales del siglo XVI, sobre todo relacionados con procesos judiciales, y ha localizado a multitud de personajes y aventuras que no solamente son protagonistas del Quijote sino de otras novelas de Miguel de Cervantes como ‘La ilustre fregona’ , ‘La gitanilla’, ‘Rinconete y Cortadillo’ o ‘El retablo de las maravillas’.

Este investigador madrileño, licenciado en Derecho, doctor en Humanidades y archivero de profesión (actualmente en Cuenca), ha encontrado documentos que avalaban situaciones y personas del Quijote, como el hidalgo que atacó un molino de viento, el que compró un rocín que se le cayó o los que vestían como caballeros medievales.

Pero faltaba algo, necesitaba encontrar por quien o quienes había conocido Cervantes todo eso, necesitaba descubrir al informante. Y lo ha encontrado: un hidalgo importante en aquella Mancha que se sitúa entre los municipios toledanos de Quintanar de la Orden, Miguel Esteban y El Toboso y que entre 1594 y 1607 vivió al lado de Cervantes en Esquivias, alejado de la Mancha.

Ese hidalgo manchego es Alonso Manuel de Ludeña, que en Esquivias tuvo una casa con cueva y tinajas y que sabemos que conoció a Cervantes porque arrendó tierras a Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue el heredero de Cervantes y su esposa Catalina cuando murieron sin descendencia) y vendió otras a Gabriel Quijada de Salazar (hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se considera que Cervantes tomó el nombre de su libro).

Ludeña era de Quintanar pero durante unos años vivió en Esquivias porque allí tenía tierras y bienes su mujer, que le dio poderes para poder venderlo cuando la convivencia del matrimonio acabó.

Javier Escudero cree que “hay mucho miedo a poner en cuestión la creatividad de Cervantes” pero tiene claro, a raíz de los documentos que ha localizado, que el escritor no improvisaba ni era contradictorio sino que era una persona “concienzuda”, bien organizada y coherente.

Añade que, además, Cervantes no traslada personajes de forma literal ni plasma sus biografías sino que lo utiliza para hilar su novela; es decir, toma nombres y hechos reales para hacer una obra reconocida universalmente, y esto no quita valor.

“Tenemos que saber que proviene de hechos y personajes reales y que Cervantes pretende hacer literatura, no historia. Creo que esto no modifica para nada la creatividad de Cervantes”, insiste Javier Escudero, quien defiende que su teoría es “la única que une lo que hasta ahora parecía irreconciliable”.

LO SENSATO ES LO REVOLUCIONARIO

Este investigador afirma que “lo sensato es lo revolucionario”. Es decir, que cuando Cervantes habla de Quintanar o el Toboso no es figurado, se refiere a Quintanar y El Toboso, y cuando escribe sobre molinos de viento se está fijando en Campo de Criptana porque allí hay molinos.

Todos estos lugares (Quintanar, El Toboso, Miguel Esteban, Criptana) están muy cerca geográficamente pero, al mismo tiempo, Miguel de Cervantes “nunca vivió en La Mancha o no hemos podido demostrarlo”, pero tampoco lo necesitó porque estaba bien informado.

“El realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho”, insiste Escudero, quien agrega que “sabemos que, escribiera donde escribiera el Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones en Esquivias con estos hidalgos”.

A su juicio, “se han dicho tantas cosas del Quijote, unas contradictorias con otras, a veces teorías inverosímiles, que ser sensato se convierte ahora en algo casi revolucionario”.

HOMENAJE A LA PROFESIÓN DE ARCHIVERO

En ‘Las otras vidas de don Quijote’ Escudero hace un paralelismo entre las salidas del Quijote y las que tendría que hacer un archivero para encontrar al hidalgo caballero, y plantea cuatro salidas, a archivos de Granada, Madrid, Cuenca y Toledo.

Porque este ensayo es “un homenaje a la profesion de archivero y conservador”, que es “muy poco conocida”, explica, porque “somos vistos como una especie de Quasimodo, abrazados a los documentos, en penumbra y sin dejar que nadie los vea”, bromea.

Archivos parroquiales de Quintanar, Miguel Esteban, El Toboso o Socuéllamos, entre otros; archivos municipales e históricos provinciales; el Archivo Diocesano de Cuenca, el Archivo de la Real Chancillería de Granada o el Archivo Histórico Nacional han sido algunos de los estudiados por este investigador que ha analizado medio millar de procesos judiciales.

Con su teoría y sus descubrimientos documentales ha participado en numerosos congresos y reuniones internacionales. Y avisa de que aún no ha cerrado sus investigaciones.

II

Personas y hechos del Quijote son reales: sabemos quién informaba a Cervantes

Por Newsroom Infobae, 2 de Marzo de 2022

Lidia Yanel Toledo (España), 2 mar Cervantes escogió La Mancha para escribir el Quijote de forma consciente y meditada porque tenía muy cerca al hidalgo que le habló de personas y situaciones reales que el autor reflejó. Ahora tenemos documentos que prueban la relación entre Miguel de Cervantes y su fuente, Alonso Manuel de Ludeña, su vecino en Esquivias (Toledo). "No todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas”, explica a la Agencia Efe el investigador Javier Escudero en vísperas de que se publique su ensayo "Las otras vidas de don Quijote" (Ediciones B). Durante dos décadas, Escudero ha investigado en miles de documentos de finales del siglo XVI, sobre todo relacionados con procesos judiciales, y ha localizado a multitud de personajes y aventuras que no solamente son protagonistas del Quijote sino de otras novelas de Miguel de Cervantes como "La ilustre fregona", "La gitanilla", "Rinconete y Cortadillo" o "El retablo de las maravillas". Este investigador madrileño, licenciado en Derecho, doctor en Humanidades y archivero de profesión, ha encontrado documentos que avalaban situaciones y personas del Quijote, como el hidalgo que atacó un molino de viento, el que compró un rocín que se le cayó o los que vestían como caballeros medievales. Pero faltaba algo, necesitaba encontrar por quién o quiénes había conocido Cervantes todo eso, necesitaba descubrir al informante. Y lo ha encontrado: un hidalgo importante en aquella Mancha que se sitúa entre los municipios toledanos de Quintanar de la Orden, Miguel Esteban y El Toboso y que entre 1594 y 1607 vivió al lado de Cervantes en Esquivias, alejado de La Mancha. Ese hidalgo manchego es Alonso Manuel de Ludeña, que en Esquivias tuvo una casa con cueva y tinajas y que sabemos que conoció a Cervantes porque arrendó tierras a Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue el heredero de Cervantes y su esposa Catalina cuando murieron sin descendencia) y vendió otras a Gabriel Quijada de Salazar (hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se considera que Cervantes tomó el nombre de su libro). Ludeña era de Quintanar pero durante unos años vivió en Esquivias porque allí tenía tierras y bienes su mujer, que le dio poderes para poder venderlo cuando la convivencia del matrimonio acabó. Javier Escudero cree que “hay mucho miedo a poner en cuestión la creatividad de Cervantes” pero tiene claro, a raíz de los documentos que ha localizado, que el escritor no improvisaba ni era contradictorio sino que era una persona “concienzuda”, bien organizada y coherente. Añade que, además, Cervantes no traslada personajes de forma literal ni plasma sus biografías sino que los utiliza para hilar su novela; es decir, toma nombres y hechos reales para hacer una obra reconocida universalmente, y esto no quita le valor. 

DE LO REAL A LO LITERARIO

“Tenemos que saber que proviene de hechos y personajes reales y que Cervantes pretende hacer literatura, no historia. Creo que esto no modifica para nada la creatividad de Cervantes”, insiste Javier Escudero, quien defiende que su teoría es “la única que une lo que hasta ahora parecía irreconciliable”. Este investigador afirma que cuando Cervantes habla de Quintanar o el Toboso no es figurado, se refiere a Quintanar y El Toboso, y cuando escribe sobre molinos de viento se está fijando en Campo de Criptana porque allí hay molinos. Todos estos lugares están muy cerca geográficamente pero, al mismo tiempo, Miguel de Cervantes “nunca vivió en La Mancha o no hemos podido demostrarlo”, pero tampoco lo necesitó porque estaba bien informado. “El realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho”, insiste Escudero, quien agrega que “sabemos que, escribiera donde escribiera el Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones en Esquivias con estos hidalgos”. A su juicio, “se han dicho tantas cosas del Quijote, unas contradictorias con otras, a veces teorías inverosímiles, que ser sensato se convierte ahora en algo casi revolucionario”

domingo, 5 de marzo de 2017

Orwell y el estilo

Jaime Rubio Hancock "Los seis consejos de George Orwell para escribir mejor" en El País, 5-III-2017:

El lenguaje político está lleno de tópicos y vaguedades

A menudo se dice que no hay reglas para escribir bien. Pero no es cierto. Por ejemplo, ayuda tener a mano las seis normas que propuso George Orwell. Las recordaba su hijo, Richard Blair, en una entrevista que le hizo Bernardo Marín y que publicaba EL PAÍS hace unos días.

1. Nunca uses una metáfora, símil u otra frase hecha que estés acostumbrado a ver por escrito.

2. Nunca uses una palabra larga si puedes usar una corta que signifique lo mismo.

3. Si es posible eliminar una palabra, hazlo siempre.

4. Nunca uses la voz pasiva cuando puedas usar la activa.

5. Nunca uses una expresión extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puedes pensar en una palabra equivalente en tu idioma que sea de uso común.

6. Incumple cualquiera de estas reglas antes de escribir nada que suene estúpido.

Orwell las incluyó en un ensayo titulado Politics and the English Language (La política y el idioma inglés), publicado en 1946 en la revista Horizon. El artículo criticaba sobre todo el lenguaje político, pero sus consejos se pueden aplicar a cualquier texto. Por ejemplo, The Guardian lo citaba hace unos años para criticar cómo escribimos en internet. Y también puede servir para cualquier idioma, a pesar de que el punto 4, el que se refiere a la voz pasiva, se puede aplicar con más frecuencia al inglés.

Para el autor británico, esta preocupación por el lenguaje no es ni "frívola" ni "exclusiva de los escritores profesionales". Cuando uno se libra de los malos hábitos al escribir, “puede pensar con más claridad y pensar con claridad es el primer paso hacia la regeneración de la política”.

Tópicos imprecisos

En opinión del autor británico, los problemas principales de muchos textos son dos: las imágenes trilladas y la falta de precisión. Cuando escribimos, hay que dejar que “el significado escoja a la palabra y no al revés”, afirma. Hay que hacer un esfuerzo y pensar antes de comenzar a juntar letras, para evitar así “las imágenes desgastadas o confusas, todas las frases prefabricadas, las repeticiones innecesarias, y las trampas y vaguedades”.

En los textos que critica se acumulan “metáforas moribundas”, de las que ya se ha abusado tanto que han perdido su significado. Pensemos, por ejemplo, en “arden las redes”. Otro vicio habitual, según Orwell, es el de usar términos pretenciosos con la intención “de dar un aire de imparcialidad científica a juicios sesgados”, además de “palabras que carecen casi de significado”.

Por ejemplo, términos como democracia, socialismo, libertad, que a menudo se usan con “significados diferentes que no se pueden reconciliar entre sí”. No es lo mismo leer información sobre noticias falsas en un texto del New York Times que en unas declaraciones de Donald Trump, que se ha apropiado de esta expresión, fake news, para calificar todos los titulares que no le gustan.

Paradójicamente, otra palabra que no significa lo mismo según quien la utilice es orwelliano, usada por "críticos de todos los bandos", tal y como publicaba el New York Times en un artículo que mencionaba que este texto es, junto con 1984 y Rebelión en la granja, uno de los más influyentes de Orwell.

Defender lo indefendible

Como ya hemos apuntado, a Orwell le preocupa especialmente lo mal escritos que estaban los textos políticos, algo que no podemos decir que haya cambiado mucho. Orwell pone ejemplos que suenan muy actuales, como hablar de “pacificación cuando “se bombardean poblados indefensos desde el aire” o de “traslado de población” cuando “se despoja a millones de campesinos de sus tierras”.

“Un orador que usa esa clase de fraseología ha tomado distancia de sí mismo y se ha convertido en una máquina” que intenta “defender lo indefendible”, escribía Orwell. Lo que consigue es que “las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato respetable”. Como recordaba Steven Pinker en The Sense of Style, esta abstracción tan vaga acaba deshumanizando.

viernes, 3 de junio de 2016

El bifrontismo en los textos

Hay algunos textos que significan lo mismo si los lees por el principio o por el final. A esto se le llama bifrontismo:

Inténtelo quien lo intente. 
Hasta que el golpe esté dado 
de lo que se haya tratado 
nada se sabrá, es patente. 
En esta ocasión presente 
mucho se ve disponer; 
penetrar lo que ha de ser 
en lo posible no cabe. 
Quien más calla, éste lo sabe: 
todos hablan sin saber. 

domingo, 19 de julio de 2015

Unas citas

De la glosa de Miguel Díez a la "Breve antología de la literatura universal" de Luis Landero, extraído de Letralia 287. Copio en primer lugar la "Breve antología", que hace 24 alusiones intertextuales, y luego un comentario concreto de Miguel Díez a una:

I

Canta, oh diosa, no sólo la cólera de Aquiles, sino cómo al principio creó Dios los cielos y la tierra y cómo luego, durante más de mil noches, alguien contó la historia abreviada del hombre, y así supimos que a mitad del andar de la vida, uno despertó una mañana convertido en un enorme insecto, otro probó una magdalena, otro dudó ante la calavera, otro se proclamó melibeo, otro lloró las prendas mal halladas, otro quedó ciego tras las nupcias, otro soñó despierto y otro nació y murió en un lugar de cuyo nombre no me acuerdo. Y canta, oh diosa, con tu canto general, a la ballena blanca, a la noche oscura, al arpa en el rincón, a los cráneos privilegiados, al olmo seco, a la dulce Rita de los Andes, a las ilusiones perdidas, y al verde viento y a las sirenas y a mí mismo.

II

Las ilusiones perdidas (1835-1843), de Honoré de Balzac (Francia, 1799-1850)

“Es la más larga y posiblemente la mejor de las novelas de Balzac. Las ilusiones perdidas, que en un principio estaba pensada como una novela corta, acabó convirtiéndose en una trilogía: Los dos poetas, Un gran hombre de provincias en París y Los sufrimientos del inventor. Balzac las escribe entre 1835 y 1843, sus años más creativos, los años en los que decide la integración de estas novelas en una serie, La comedia humana, que completaría febrilmente en los siete años posteriores, asediado por las deudas. En total noventa novelas hasta su muerte en 1850.

”Lo que se cuenta aquí es la historia del triunfo público y el fracaso personal de Lucien de Rubempré, un joven que llega desde Angulema a París con la ambición idealista de hacer carrera como poeta. La historia de la degradación del idealismo y de la voluntad de Schopenhauer en una novela que anticipa las de Baroja. El choque de la realidad y el deseo, de la sociedad y el individuo acaba rubricando esta historia de un desengaño en el que la realidad social constituye el paisaje humano que es no sólo el telón de fondo de esta trilogía, sino el vivo retrato de una época” (Santos Domínguez).

El periodismo, en vez de ser un sacerdocio, se ha convertido en un instrumento para los partidos; de instrumento ha pasado a ser comercio, y como todos los comercios, carece de fe y de ley. Todo periódico es una tienda donde se venden al público palabras del color que busca. Un periódico no está para esclarecer sino para halagar las opiniones. Así todos los periódicos serán, en un tiempo dado, cobardes, hipócritas, infames, mentirosos, asesinos; matarán las ideas, los sistemas, los hombres y, por eso mismo, florecerán.

jueves, 16 de julio de 2015

Hallazgo histórico para la literatura inglesa del XIX: cientos de inéditos sin identificar de los más famosos escritores.


El ambiente en la sala, recuerdan quienes lo presenciaron, era “eléctrico”. Hay quien habla incluso de “sonoros jadeos” entre el escaso público. Las revelaciones del congreso anual de la Sociedad Investigadora de Revistas Victorianas rara vez conquistan espacios destacados en los periódicos. Pero los 40 académicos que asistieron el pasado sábado a la presentación de Jeremy Parrott comprendieron enseguida que estaban ante un hallazgo histórico. En aquella sala de la universidad de Gante, el profesor y librero les ofreció la llave para desentrañar algunos misterios de la literatura británica del siglo XIX.

Parrott reveló que posee una colección de una revista literaria que dirigió Charles Dickens, con anotaciones manuscritas del propio autor en los márgenes de las piezas, publicadas sin firmar, que permiten atribuir 2.500 textos a entre 300 y 400 escritores, incluidos Elizabeth Gaskell, Lewis Carroll, Wilkie Collins o el propio Dickens. Se trata, en palabras de uno de los pocos expertos que han tenido en sus manos la colección, de la “piedra Rosetta de los estudios victorianos”.

En septiembre del año pasado Jeremy Parrott adquirió por Internet, a un librero de Gales, una colección en 20 volúmenes de la revista All The Year Round. Pensó que se trataba simplemente de una lujosa edición del semanario en el que Dickens publicó seriadas sus novelas Grandes esperanzas e Historia de dos ciudades, y en el que recogía relatos, ensayos y poemas sin firmar de otros escritores de la época.

Parrott, que reside habitualmente en Hungría, no abrió la caja con los libros hasta que volvió a Londres en diciembre. Al hojear los volúmenes observó que había nombres de autores escritos a lápiz junto a los textos. No fue hasta que abrió el segundo o tercer tomo cuando descubrió, junto a un cuento de Navidad, algo que no era un mero nombre, sino la firma del propio Dickens. Comprendió que estaba ante la colección personal del escritor, en la que anotaba los autores de los textos que publicaba. “Fue como tener todas mis navidades de una sola vez”, recuerda Parrott en el diario The Independent. “Esto reescribe la bibliografía de numerosos escritores del siglo XIX”.

Parrott se reunió en Londres con otros tres eruditos de Dickens, que coincidieron en la magnitud del hallazgo. Expertos en caligrafía confirmaron que muchas de las anotaciones procedían muy probablemente del puño y letra del escritor (otras podrían haber sido realizadas por empleados de la revista). La hipótesis es que se trataría de la colección que Dickens guardaba como archivo en su apartamento encima de la redacción del semanario. All The Year Round se publicó entre 1859 y 1895. Dickens dirigió la revista hasta que murió en 1870, y después se hizo cargo su hijo mayor.

Entre las revelaciones que han trascendido hay dos ensayos, uno de poesía y otro de música, de Elizabeth Gaskell, autora de Norte y Sur; ocho textos de Wilkie Collins, autor de La piedra lunar, considerada la primera novela policiaca inglesa, y un posible nuevo poema de Lewis Carroll.

Hay más de cien artículos de Eliza Linton, considerada la primera mujer periodista británica, que hasta ahora se tenía por muy poco prolífica. Las anotaciones cuestionarían la reputación misógina de Dickens: cerca del 40% de las piezas que publicó fueron escritas por mujeres.

Defensa de la prensa libre.

El hallazgo aporta más luz sobre la figura de Dickens. Se adivina un cierto nepotismo en el hecho de que publicara textos de sus hijos adolescentes, de más que dudoso talento. También hay muestras de su intervencionista estilo en la edición: habría metido tanta mano que algunos textos, que los expertos en Dickens atribuyeron durante años al autor, han resultado ser obra de otros escritores.

El propio Dickens figura como coautor de un furibundo artículo, titulado ¿Qué es sensacional?, que exhibe su compromiso social. El texto, que publica íntegramente The Independent, arremete contra un diputado conservador que acusó a la prensa de tratar de manera sensacionalista la muerte de dos indigentes por negligencias en un hospital, un episodio que desató una protesta nacional.

El artículo, una defensa de la prensa libre y de la protección legal de las personas desfavorecidas, constituye un típico ejemplo de esa literatura victoriana que, gracias al hallazgo de Parrott, se conocerá ahora un poco mejor.

lunes, 16 de marzo de 2015

Instrucciones para escribir de Patricia Higsmith

Berna González Harbour, "Todo lo que le debemos a la siesta de Patricia Highsmith. La reina del suspense dejó un puñado de consejos básicos e inteligentes que son las tablas de la ley para un escritor", en Babelia, 3-III-2015:

Cuenta Patricia Highsmith que una de las herramientas que más le ayudó a escribir fue la siesta. En sus primeros tiempos, cuando aún desempeñaba otros trabajos para sobrevivir, dormía al llegar a casa por la tarde y se bañaba al despertar para simular que empezaba un nuevo día, el de verdad, aquel en el que podía hacer lo que soñaba: poner una palabra tras otra para construir historias. Multiplicar cada día por dos fue el sombrero de su magia, del que iba a salir no un conejo, sino el puñado de las mejores novelas de suspense que siguen latiendo con brío décadas después.

“Un sueñecito ahorra tiempo en lugar de malgastarlo”, cuenta como si tal cosa. “Me duermo con el problema y me despierto con la respuesta”.

La divina siesta de Patricia Highsmith no es solo una de las sencillas confesiones que nos regala el libro del que aquí vamos a hablar. Es el retrato de que la literatura más sofisticada no está en la sofisticación, en la mirada perdida en busca de musas inexistentes ni en la ensoñación profunda, sino que se puede esconder en los ronquidos. Y es muestra del vigor de un libro cargado de lecciones de oficio, de humildad, de cotidianidad y también de fracaso. Si yo lo he conocido, nos viene a decir, no tenéis nada que temer. “Esto es lo que hace que la profesión de escritor sea animada y apasionante: la constante posibilidad de fracasar”.

Highsmith buscaba inspiración o desconexión en los episodios y personajes más mundanos, en momentos absurdos como el lavado del coche y nunca en conversaciones con otros escritores, de los que huía como de los celos. De éstos dice: “Aunque son poderosos no me sirven de nada y a lo más que se parecen es al cáncer, que va devorando sin dar nada”.

Hablemos del libro.

Sus… pense. Cómo se escribe una novela de misterio es al reino de la literatura lo que los mandamientos al reino de Dios. Algo así como si a Moisés la zarza le hubiera seguido hablando: ven, vuelve, no te olvides de las otras tablas de la ley. Las disfrutaréis.

Destruyó las primeras versiones de Ripley hasta dar con la clave: escribir incómoda, al borde de la silla, como habría hecho él.

Publicado por Highsmith en 1983, Círculo de Tiza lo recupera ahora en España con aroma a gran reserva. Corto pero de largo aliento, sagaz como sus novelas, práctico como su autora, inteligente y honesto, el libro solo tiene peligro para las escuelas de literatura creativa, que podrían caer fulminadas si los aprendices se dieran cuenta de que en esas 159 páginas está la verdadera lección, y no en las aulas. Es un decir.

La dama del suspense desgrana lecciones como quien explica una receta para la lasaña: tantos gramos de ambiente por aquí, un poco de sal por allá, carga de personajes, la capa de pasta, olor a alcanfor, la bechamel en su punto, el ritmo, el principio, el final y la inyección de matices para hacer de un protagonista un suicida convincente. Y al horno.

Pero hay una que centra y eleva el debate a ese lugar donde cada autor puede tiritar antes de posicionarse: cuánto hay de calculado y frío en una obra y cuánto de emocional; cuánto de cabeza y cuánto de corazón; cuánto de ajeno y cuánto de desnudez.

“Las buenas narraciones se hacen solo con las emociones del escritor”, resuelve Highsmith. “Aunque un libro de suspense esté totalmente calculado, habrá escenas, descripciones —un perro atropellado, la sensación de que alguien te sigue por una calle oscura— que probablemente el escritor habrá experimentado en persona. El libro es siempre mejor si contiene experiencias como estas, de primera mano, realmente sentidas”.

Todos construimos un caparazón para protegernos de los golpes emocionales y lo vestimos de decoro, corrección, juicio moral, ceguera o indiferencia adquirida, nos cuenta. ¿Cómo si no ser un granjero entero si coges cariño al animal que debes sacrificar? ¿Cómo ser psicólogo si te pueden contagiar la depresión? ¿O un geriatra efectivo entre ancianos que avanzan hacia la muerte? Para ser escritor se necesita, sin embargo, un grosor bastante más ligero en el caparazón: fino como para captar, sentir, comprender y trasladar las emociones, y sin morir en el intento. “Los escritores tienen un caparazón protector muy pequeño y durante toda la vida tratan de desprenderse de él, ya que los diversos golpes e impresiones que recibirán son el material que necesitan para crear. Esta receptividad es el ideal del artista”. Se llama empatía.

Cuando Highsmith creó a Tom Ripley trabajó durante días estérilmente hasta tirar a la basura las primeras versiones. Estaba acomodada en una casa de campo, feliz y relajada, y se dio cuenta de que la placidez de su estado de ánimo se había contagiado a su escritura “flácida”. Y eso no casaba con un Ripley tormentoso y brutal. Así que lo destruyó y decidió volver a empezar sentada al borde de la silla, incómoda, en tensión, como se lo imaginaba a él. Así pudo asesinar a Greenleaf y a todos los demás.

“No hay nada de espectacular en el argumento de A pleno sol, pero se hizo popular por su prosa frenética y la insolencia y audacia del propio Ripley. Me imaginé a mí misma en su piel. Ningún libro me ha resultado tan fácil y a menudo sentí que Ripley lo estaba escribiendo y que lo único que hacía yo era pasarlo a máquina”.

En otra ocasión, hojear un simple libro de recetas y descubrir las instrucciones para matar a una tortuga de forma que resultara más sabrosa bastó para poner en marcha su imaginación. Le añadió un niño atormentado y una madre y creó La tortuga de agua dulce, un relato que obtuvo el Premio Mystery Writers of America.

Un verdadero escritor se distingue del falso porque seguiría escribiendo en una isla desierta aunque no hubiera lectores. Y eso es así porque, en palabras de Highsmith: “Escribir es una forma de organizar la vida. Y la necesidad de hacerlo sigue presente aunque no se tenga público”.

Sus…pense. Cómo se escribe una novela de misterio. Patricia Highsmith. Círculo de Tiza. Madrid, 2015. 175 páginas. 22 euros.

Literatura en 13 mandamientos

Esta es una lista arbitraria de mandamientos de Highsmith. A diferencia de los del Reino de Dios, cada lector podrá hacer la suya. Y no es literal.

1. Un secreto para el éxito. No hay fórmulas mágicas ni secretos, salvo la individualidad y la personalidad. Solo al individuo le corresponde expresar lo que le diferencia de los demás. Es “la apertura de espíritu”, pero no es nada místico. Es una especie de libertad, de libertad organizada.

2. Objetivo: la diversión. La primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte escribiéndolo, divertirás a los editores y a los lectores.

3. Planificación, la justa. Un argumento nunca debe ser rígido ni estar terminado. Tengo que pensar en mi propio entretenimiento y a mí me gustan las sorpresas. Si sé todo lo que va a pasar, escribirlo no será tan divertido. Es más importante que los personajes se muevan y tomen decisiones como personas de carne y hueso, que se les dé la oportunidad de deliberar, de elegir, de volverse atrás, de tomar otras decisiones, como en la vida real. Los argumentos rígidos, aunque perfectos, pueden hacer que los personajes parezcan autómatas.

4. Así empieza todo. Los gérmenes de una idea pueden ser pequeños o grandes, sencillos o complejos, fragmentarios o completos, quietos o móviles. Yo los reconozco gracias a cierta excitación que siento enseguida, la misma que produce una sola línea de un poema. El mundo está lleno de ideas germinales y si no las tienes es por fatiga física o mental. Entonces hay que viajar, pasear, el cerebro exige vacaciones. A veces nos rodean personas que no nos convienen.

5. Claves para una buena atmósfera. Se consigue poniendo en marcha los cinco sentidos.

6. El diálogo, con moderación. Tres líneas de prosa son suficientes para transmitir lo esencial de una conversación. El diálogo es dramático y debe usarse con moderación.

7. Sin trucos. Los trucos proporcionan un entretenimiento endeble y no divertirán al lector inteligente. Son ideas ingeniosas que no tienen nada que ver con la literatura.

8. No hablar con escritores. No se me ocurre nada peor o más peligroso que comentar mi trabajo con otro escritor. Los escritores nadan unos junto a otros en la misma profundidad, dispuestos a hincar los dientes en el mismo plancton que flota a la deriva. Me llevo mucho mejor con los pintores.

9. Cuidado con el amor. Las personas que nos atraen o de las que estamos enamorados son como una especie de caucho que nos aísla de la chispa de la inspiración.

10. El lugar de las dificultades. Están en la mente del escritor, no en el papel.

11. El dinero. El escritor hará bien en tener otro trabajo.

12. Sin juicios morales. Las personas creativas no hacen juicios morales. Hay tiempo para ello después, en lo que crearán, pero el arte no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos ni los sermones.

13. El arte de escribir. Lo que hace difícil escribir sobre el arte de escribir es la imposibilidad de establecer reglas.

Es decir, y después de todo esto: que nadie se haga ilusiones.

jueves, 8 de enero de 2015

Aurea mediocritas.


El sentido que tiene la expresión en el latín de Horacio, que se acuñó como tópico literario, es filosófico: ajuste o equilibrio de oro, esto es, unión máxima de extremos, lo que indica la Epístola moral a Fabio: "Iguala con la vida el pensamiento". El significado que ha tomado en la actualidad es despectivo porque el centro de significación ha pasado del mundo o de la naturaleza (inmóvil, indiferente, racional) al hombre (dinámico, apasionado, movido por sentimientos). Por otra parte, un adagio equivalente, in medio stat virtus, "la virtud está en el medio", o "la hombría está en el medio", tenía en el pasado un sentido erótico que subvertía el tópico original aurea mediocritas. En el pasado el hombre era un juguete de los dioses y del destino, ante el cual solo cabía como remedio la imperturbabilidad estoica, o al menos así lo muestra la tragedia clásica; pero el cristianismo trajo la curiosa noción de la libertad, de que el hombre era libre y podía cambiar, evolucionar y ganar algo: la vida eterna divina o la gloria humana; este dinamismo de raíz romántica dio cabida a la ambición como virtud y a la curiosa evolución semántica que señalas. En general, las palabras de la antigüedad han perdido su antigua referencia al mundo y en la modernidad se relacionan más con el hombre. Así, por ejemplo, el "genius" latino era algo externo al hombre, un diosecillo menor, pero en la actualidad "genio" designa a una parte del espíritu del hombre. Mediocritas ha pasado de significar "equilibrio, ajuste" a significar, despreciativamente, falta de ambición. La subjetividad del romanticismo o, como se escribía antes, Romanticismo, es la culpable de esta transformación.

sábado, 9 de junio de 2012

Teatro popular manchego


La confesión de un gitano es un romance dialogado de teatro popular andaluz-manchego muy divulgado por los Montes de Toledo; hay muchas variantes y no he intentado reconstruir el original; entre las manchegas conozco versiones de Puebla de don Fadrique y Montalvos, Albacete; entre las andaluzas, de Cortes de Baza, Sierra de Segura, Benímar (Almería) etcétera. La versión que ofrezco es popular y fue representada escénicamente en Montalvos, Albacete, a fines de los años cuarenta. Fue reconstruido de memoria por Emilio Lara. Es una obra un poco políticamente incorrecta, pero muy cómica. Está tomada de aquí.

La acción se desarrolla en el patio de la casa del cura, que forma parte de una iglesia rural manchega. Mientras el cura permanece sentado con un libro en las manos a la sombra de una higuera, aparece ante él un gitano alto y mal encarado que porta una larga vara de fresno.

GITANO.- Padre, vengo a confesarme.

CURA.-¿A confesarte!

GITANO.-Sí, a eso vengo,
a ver si quiere escucharme
y de gratis perdonarme,
los pecaíllos que tengo.

CURA.-Eso es cierto?

GITANO.-Se lo juro.

CURA.-Al confesionario iremos.

GITANO.-No, que allí está muy oscuro.
Este sitio es más seguro.
Aquí que las caras nos vemos.

CURA.-Algún ángel te ha inspirado
a que busques confesión.
Ven, acércate a mi lado.
Cuéntame lo que has pecado,
que Dios te dará el perdón.

(Para sí)

GITANO.-Vaya tío y que buen cachorro está.

CURA.-Vamos, cuéntame, hijo mío.

GITANO.-Padre, si es que no me fío,
de decirle la verdá.

CURA.-¿Temes que yo te delate?
El confesor no hace eso.

GITANO.-Si hace usté tal disparate,
le echo mano al gaznate,
y lo dejo patitieso.

CURA.-hijo, no seas así.
No te impacientes, ten calma,
que yo rezaré por tí
para conseguir así
la salvación de tu alma.
Empieza ya, ves diciendo:

GITANO.-Verá, yo fui una mañana,
cuando estaba el día rompiendo,
y me encontré a mi gitana,
que se estaba divirtiendo
con un gachó que vestía
lo mismico que viste usté.
¡Y cómo se divertían!
Al verme entrar ¡Madre mía!
Se jiñó encima, chipén.
Ella comenzó a gritar,
y yo pa que no gritara,
le largué una bofetá,
que algo más de la mitá
se le perdió de la cara.
A los gritos infernales
que lanzaba el amor mío,
acudieron los curiales
a recoger los quijares,
que entavía no han paecío.
Se echaron encima e mí
lo mismico que chusqueles,
pero yo no me encogí.
Le di aire a los pinreles,
y como un rayo salí.
Tomé viento y me largué.
Ya en la calle, al primer paso,
con un guardia me topé,
y de un solo puñetazo,
sin narices lo dejé.
Aquello fue más sonao
que en Toleo la campana,
y yo lo he recomendao
pa bailar las sevillanas
con un guiri en un tablao.
Desde aquel maldito día,
no me dejaron parar;
como me se perseguía,
pa ganarme la comía,
fuí y me dediqué a afanar.
Mangué un pollino en Lucena.
Una jaquilla en Carmona.
Una muleta en Purchena.
Dos mulas en Estepona
y un caballo en Trebujena.
Usando las mañas mías,
y sin pecar de ignorancia,
me hice en muy pocos días,
hombre de gran importancia,
tratante en caballerías.
Entré a una iglesia a rezar,
y en un rincón me escondí.
Cuando me quise marchar,
se vino detrás de mí,
to lo que había en el altar.
A la Virgen le pedí
los pendientes y el anillo.
Ella me dijo que sí.
Y los cuartos del cepillo,
que también los recogí.
A un fraile muy gordinflón,
de esos que cantan en coro,
al darme la bendición,
le trinqué una cruz de oro,
diez duros y un medallón.
Me recogió un ermitaño,
una noche de aguacero,
y sin querer hacer daño,
me llevé tres candeleros
y una bandeja de estaño.
Me encontré a un cura en un prao
que se empeñó en confesarme.
Después de oírme, asustao,
no se atrevió a perdonarme
y lo enterré en un sembrao.
¿Qué, qué tal la confesión?

CURA.-Flaquezas del ser humano.

GITANO.-¿Me dará la absolución?

CURA.-Sí, hijo y Dios soberano
te concederá el perdón.

GITANO.-Entonces voy a seguir.

CURA.-¿Te queda más todavía?

GITANO.-Claro está padre, que sí.

CURA.-Déjalo para otro día.

GITANO.-Ca, yo ya no vuelvo a venir.
Como soy un buen cristiano,
tengo miedo a condenarme,
y además que soy gitano,
quiero deltó confesarme,
a ver si la gloria gano.

CURA.-Sigue pues, pero abreviando.

GITANO.-Está bien, abreviaré.
Ya sabe usté que afanando,
la manduca me gané,
cuando no pude engañando,
por andequiera que fui,
de lo que vi me apropié.
Que nunca miedo he tenío,
siéndome todito listo,
y que ande yo me he metío,
lo que mis ojos han visto,
mis manos han recogío.

CURA.-¿Queda más?

GITANO.-Una aventura,
de una vez que fui a emparnarme
a un pueblo de Extremadura,
y al no tener qué llevarme,
ne llevé al ama del cura.

CURA.-Hijo, no tienes salvación.
Poder salvarte no espero.

GITANO.-Sí le ha entrao a usté quemazón,
pero en fin me se figura,
que a usté ya se le olvidó,
que fue también otro cura
el que amí me la quitó.
Bueno, yo ya he terminao.
Puede perdonarme o no.
Porque si queo condenao,
con usté voy a hacer yo,
lo que con aquel del prao.

CURA.-Sí, sí, sí te absolveré,
aunque eso es muy grave.

GITANO.-Padre, ya está hecho ¿Qué quié usté?
Por la gloria de mi madre,
que otra vez no lo haré.

CURA.-Yo te perdono hijo mío,
de Dios en su santo nombre,
y, procurarás, confío,
desde hoy ser un buen hombre.

GITANO.-Eso yo siempre lo he sío.

CURA.-Ya estás listo, márchate.

GITANO.-Padre, ¿Y la penitencia?

CURA.-Yo por tí la cumpliré.

GITANO.-¡Qué buenecico es usté.
Ya me ha limpiao la concencia.
Padre, ahora que me acuerdo,
yo no sé si volveré.
Y por si acaso me pierdo,
y no lo vuelvo a usté a ver,
quiero que me dé un recuerdo.

CURA.-¡Un recuerdo?

GITANO.-Claro está.
Yo tengo muchos apuros.
Ni ayer ni hoy, gané na.
Deme usté veinte durillos,
pa que me pueda najar.

CURA.-Tómalos y vete ya.

GITANO (para sí).
Válgame y qué tonto he sío.
He hecho una barbaridá.
Si más le llego a pedir,
lo mismico me lo da.
-Adiós padre, buena suerte.
Que se conserve usté bueno.
Si otra vez vuelvo a pecar,
cuando tenga el saco lleno,
volveré aquí a confesar.

CURA.-Adiós hijo, buena suerte.
Que te conserves muy bien.
Que Dios quiera protegerte.
Y que yo no vuelva a verte,
por nunca, jamás, amén.

domingo, 20 de mayo de 2012

La bestia del reino


El jabberwocky, o "bestia del reino", no es exactamente una jitanjáfora, porque es en parte traducible, aunque horronderosayadamente, porque mezcla neologismos, vocablos naturales ex nihilo, arcaísmos, dialectalismos, cultismos macarrónicos y étimos tan arcanos que son casi inencontrables; es diversión para filólogos/filólocos. La costumbre arranca del nonsense decimonónico inglés; el primero fue este que copio, sobre un gamusino feroz, de Lewis Carroll, en Alicia a través del espejo; algunos han intentado traducirlo en español; yo copio las versiones de la Wikipedia, y añado una más, compuesto en castellanoide del siglo XV y pésimos dodecasílabos de arte mayor por el gran medievalista y traductólogo Nicholas G. Round, quien (como todo el mundo sabe) es el gran especialista en nuestro manchego historiador Pedro Carrillo de Huete. Este es el texto de L. C.:




'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.
'Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!'
He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought--
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.
And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!
One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.
'And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!'
He chortled in his joy.
'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.


Texto en español


Galimatazo


Versión de Jaime de Ojeda, incluida en A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, Alianza Editorial, Madrid, 1973.


Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
Y de las zarpas que desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!
Valiente empuñó la espada Vorpalina;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando...
Y así, mientras cavilaba firsuto.
¡¡Hete al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando la espada Vorpalina!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y hazlo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.
Pero brumeaba ya negro el sol
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba...


Guirigayero


Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.
-¡Ten mucho cuidado con el cruel Guirigay, hijo mío!
¡Las mandíbulas que muerden y las garras que aprisionan!
-¡Ten cuidado con el pájaro Yuyú, que de él no fío;
huye del rifuegraznizante Protestinfernómal!
Tomó su espada flumirante en la mano,
Por mucho tiempo al enemigo buscó...
Y descansó junto al árbol Tumtumgano
y pensando y pensando permaneció.
Mientras pensaba fulente,
aquel Guirigay llameante
vino por el bosque enverte,
¡rugitando hacia adelante!
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡De plano, de revesa
la flumirante hoja golpeó y cortó!
Dejando al cuerpo muerto, asió la cabeza
y con tal botín guerrero regresó.
-Y, pues, ¿es verdad que has terminado con el Guirigay?
¡Ven a mis brazos entonces, mi bendito hijo de día!
Oh, promifortunoso día, sí... ¡Aleluya! ¡Alelay!
Armonivibró en medio de su trompetizul alegría.
Era la asadura y los flexicosos telatirzones
girosquijaban y agujemechitaban en el praban;
Muy endeblerables estaban los zarrapastrojones
y los perdirrutados chanvertes bufisilbondaban.


Jabberwocky


Versión de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich. Publicada en Diario de Poesia nº 43, Buenos Aires, Argentina, Septiembre 1997.


Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras.
¡Con el Jabberwock, hijo mío, ten cuidado!
¡Sus fauces que destrozan, sus garras que apresan!
¡Cuidado con el ave Jubjub, hazte a un lado
si vienen las frumiantes Roburlezas!
Empuñó decidido su espada vorpal,
buscó largo tiempo al monxio enemigo -
Bajo el árbol Tamtam paró a descansar
y allí permanecía pensativo
Y estaba hundido en sus ufosos pensamientos
cuando el Jabberwock con los ojos en llamas
resofló a través del bosque tulguiento:
¡burbrujereando mientras se acercaba!
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡A diestra y siniestra
la hoja vorpalina silbicortipartió!
El monxio fue muerto, con su cabeza en ristre
el joven galofante regresó.
"¡Muchacho bradiante, mataste al Jabberwock!
¡Ven que te abrace! ¡Que día más fragoso
me regalas, hijo! ¡Kalay, kalay, kaló!"
reiqueaba el viejo en su alborozo.
Asardecía y las pegájiles tovas
giraban y scopaban en las humeturas;
misébiles estaban las lorogolobas,
superrugían las memes cerduras.


Jerigóndor


Versión de Francisco Torres Oliver, incluida en Alicia anotada, edición de Martin Gardner. Akal Editor, Madrid, 1984.


Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.
"¡Cuídate, hijo mío, del Jerigóndor,
que sus dientes muerden y sus garras agarran!
¡Cuídate del pájaro Jubjub, y huye
del frumioso zumbabadanas!"
Echó mano a su espada vorpal;
buscó largo tiempo al manxomo enemigo,
descansó junto al árbol Tumtum,
y permaneció tiempo y tiempo meditando.
Y, estando sumido en irribumdos pensamientos,
surgió, con ojos de fuego,
bafeando, el Jerigóndor del túlgido bosque,
y burbulló al llegar.
¡Zis, zas! ¡Zis, zas! ¡Una y otra vez
tajó y hendió la hoja vorpal!
Cayó sin vida, y con su cabeza,
emprendió galofante su regreso.
"¿Has matado al Jerigóndor?
Ven a mis brazos, sonrillante chiquillo,
¡Ah, frazoso día! ¡Calós! ¡Calay!"
mientras él resorreía de gozo.
Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.


El flonstluo


Una cremosa mañana de printampera cuando la brisa boplaba y el mar estaba dirazo de volas, la madre calió al hardin, ajustando a los prájaros que micoteavan las gasmi de nap en el buelo, y exclamó:
-¡Ten cuidado, hijo mío, del flonstluo! Su espico desgarra, y sus nuñas se clavan en todo. ¡Ten cuidado de ese prájaro, y evita su frumiosa merretida y su cambre insastiaple!
El muchacho emñupó su razafilado sable y anastuvo sin parar chumo siempo en busca del enemigo inbenziple de los hombres. Hinastalmente se puso a retoscar junto al roble Tumtum, mientras se hundía en sus mensahomientos.
Al baco de un taro, cuando reflexionaba, el flonstluo, cuyos ojos despedían llamas, llegó polanto a través de la densa celsbla, como un aterrospantoso vienuracán, rufierto de escamas duras como el hierro, rola de lagarto y zalas de murciélago.
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! Así el sable razafilado, una y otra vez, tasajó las escamas duras como el hierro, entrando como un relrayo en la carne apestosoliente. El muchacho preroico estaba agotado, cuando, hinastlmente, la cabeza de su enemigo se rescayó a sus pies. La cogió, la metió en uns sacolsa y corrió cuanto pudo hasta la masaca de su madre querida.
Ésta al verle exclamó:
-¡Hijo, hijo mío! ¿No te ha ocusado nada? ¿Estás bien? ¿Y has matado al asusterrible flonstluo?
El muchacho le enseñó la cabeza de su enemigo.
-¡Deja que te besabrace, osaliente y preroico hijo!- gritó con sobrorchullo su madre.
¡Qué día de alobogría fue aquél! ¡Briva! ¡Braviva! ¡Brova! Todo el mundo aplaudió contenzo, y el muchacho narrescló su hazaña.
Fue en una cremosa mañana de printampera, cuando la prisa boplaba, el mar estaba dirazo de volas y los prájaros micoteavan las gasmi de nap en el buelo.


Champolaglow


Sin autor reconocido.


asuraba. los viscovivos toves
tadralando en las vaparas ruetaban,
misebiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.
CUIDADO hijo con el Fablistanon!
con sus dientes y garras muerde, apresa!
cuidado con el pajaro Sonson
y rehuye al frumioso Magnapresa!
blandiendo su montante vorpalino
al monstruo largo tiempo persiguio...
bajo el arbol Tumtum luego se vino
y un rato cavilando se quedo.
y estando en su aviesal cavilacion,
llego el Fablistanon, ojo flagrante,
tufando por el bosque fosfuscon
y se acerco veloz y burbujante
Un. dos! De parte a parte le atraviesa
varias veces el vorpalino acero
y muerto el mostruo izando la cabeza
regreso galofando muy ligero
De verdad al Fablistanon has muerto
ven que te abrace ninho radioroso!
Hurra Hurra! que dia ristolerto
risoto carcajante y jubiloso
asuraba. los viscovivos toves
tadralando en las vaparas ruetaban,
misebiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.




Dízese que aquestas coplas fueron falladas por vn matemático detrás de vn espejo e comiénzase la primera


Ya eran bulluendas; los torbos llïosos
giraban, gemblaban, las aublas adentro;
los borogovinos quedaban planctuosos
e pérdicos castros grifaban del centro.
«¡Teme la Jipijaragua – los dientes
que muerden, los garfios también agarrosos –
mi fijo, e al ave Xuxó para mientes,
ni menos a Bandarapines frumiosos!»


Echada la mano a la espada vorpal,
buscó largamente al virasco enemigo;
por fin, bajo el árbol que dizen Dindal,
quedóse en descanso, pensando consigo.
Úficamente así que pensaba,
la Jipijaragua con ojos de flamas
el bosque tulgués silipando cruzaba
¡e mientras llegaba, lançaba borbiamas!


Con trases de trises e trises de trases
el ense vorpal le iba esniquiznando;
dexóla por muerta con muy pocos pases
e con la cabeça volvió galonfando.
«¿Al fin a la Jipijaguara mataste?
¡Ven a mis braços, o fijo reilecto!
¡Día franjástico! ¡Tántarataste!
carcajuñía, del goço al efecto.

lunes, 7 de mayo de 2012

Dicen

El chófer de Capmany me agradece que haya copiado tres sonetos suyos inencontrables en mi blog Museo Literario; me escribe Elena, siempre liada con sus cosas sociales; no debería abusar así de su salud; le responderé un día de estos. Castalia se va a Barcelona y yo sigo encallado con mi edición de las fábulas. Llamó por teléfono Pedro Jota Ramírez; sabe más de lo que yo creía sobre El Zurriago, igual que su famoso columnista/calumnista Losantos; ambos usan en sus artículos la nomenclatura secreta de esta publicación, que sólo unos cuantos periodicómanos pueden descifrar. Pedro Jota es un liberal republicano; después de todo, el Rey de copas y todos los que han mandado en España se la tienen jurada, como se la tenían al pobre y cáustico Félix Mejía, pero él ha sabido bien cómo protegerse y sobrevivir y, si tiene los navajazos, costurones y cicatrices del propio manchego, desde luego los esconde muy bien. A mí la única que me tiene más bien escasa querencia es la ultraderecha y el gremio de las guajonas, aunque no de esas que tanto incordian a P. C. Desde Valencia dice el más habitual de los comentadores de este blog que lo escriba, que hace mucho no lo perpetro. No quiero: tendría demasiado que decir y muy poco tiempo para encogerlo, fuera de que otras tareas y personas me requieren y reodian y están hartas de que las posponga y las desatienda; aunque muchos me cargan las pilas del entusiasmo con todo tipo de elogios, quiçab si merecidos, por el recital de poesía que dimos el otro día etcétera, la acidia mantiene mi asedio; asesino las ideas a medida que me asaltan y a la sazón les asigno un blanco, no en la página, en el olvido. Atrapo algunos fragmentos de rumores que luego pierdo el tiempo en encajar y reconstruir en forma de puzzle, de forma que al final tengo una hermosa y artística paranoia que tal vez me sirva para adornar alguna cuartilla o algún sueño; de repente, en uno de ellos me acuerdo de qué dijo fulano hace cinco o veinte años, lo encajo con algo de ahora y otros retales de suposiciones, dudas y resquemores, lo aliño y reformulo con sospechosas coincidencias y factoides y voilà; mi fantasía debe estar más insomne que yo. Me viene por correo un libraco: Diccionario de personajes conquenses nacidos antes del año 1900, de Hilario Priego y José Antonio Silva. Faltan muchos; aquí sólo indicaré dos: Agustín de Castro y Francisco Carretero y Navalón. No pocos son los que no voy a ir a buscar ahora a mis estantes, por ejemplo, entre los jesuitas exiliados en 1767, de los que citan sólo algunos e hizo una buena bibliografía Hervás y Panduro.  Anda también por ahí un Romancero tradicional de la provincia de Madrid que le he comprado a la anticuaria de la que obtuve las biografías medievales. Debo pasarme por ahí, dijo que habría más por el estilo, pero la mujer abre cuando le da la gana y se va dejando la luz encendida y un numerito de móvil, como si los hombres de las tabernas usásemos artefactos como esos. Pues no me da la gana, teniéndola a un tiro de piedra de mi casa.

Me he vuelto a pasar, y la he pillado dentro. Sí, ha traído algo más, pero de escaso interés: suplementos infantiles "Gente menuda" del ABC de preguerra, sigue una colección completa de traducciones las novelas de Edgar Rice Burroughs sobre Tarzán, una docena de episodios nacionales en edición clásica, una novela del terrible folletinista Ortega y Frías, y poco más. Me cuenta que han "regalado" una biblioteca de setecientos ejemplares a unos de Valencia antes de que ella se enterase. Esas cosas pasan.

martes, 24 de enero de 2012

Libros

Recibo por correo un tomazo gordísimo, la Historia de la literatura española e hispanoamericana, de los ovetenses Emiliano Díez Echarri, el Métrico decimal, y José María Roca Franquesa. En mi librería, demasiada para un hombre solo, hay una sección entera ocupada por historias de la literatura: universales, españolas, hispanoamericanas, latinas, griegas, francesas, inglesas, norteamericanas, rusas, china, japonesa, italiana, alemana, hebrea, árabe, portuguesa. Al lado están los diccionarios y enciclopedias de la literatura, los repertorios de autores, los manuales por épocas, las antologías... La mayoría son obras de referencia fundamentales, aunque hay algunas ya bastante raras que no han sido reimpresas. El tomazo de Díez Echarri, por ejemplo, que he recibido al igual que ayer la Historia de la literatura hebrea de David González Maeso, otro raro, y por el estilo. Voy comprando las antiguas, con su metodología positivista, tan desacreditada hoy, como todo lo que tiene valor y peso específico. Me faltan algunos tomos del Cejador y otros libros míticos que quisiera conseguir, pero de los que no voy a hablar para que no me los pongan a buen precio los cabrones de los libreros de viejo, que lo leen todo. Pues uno que me leyó divulgó que iba detrás de tres libros y al momento subieron de precio y no hubo manera de comprarlos.


Los manuales carcas son muchas veces preferibles a modernienses como por ejemplo los presuntamente inmejorables de Milagros y Felipe, llenos de errores menudos aunque acierten en general.  Los Heterodoxos de Menéndez y Pelayo, hombre de cultura enciclopédica y memoria fotográfica, son estupendos para leer, porque era además un gran escritor y a veces se nota que se divertía gastando bromas finas que sólo distinguen los especialistas. Cualquiera que lea las páginas que dedica a algunos krausistas se habrá mondado de risa como una patata. Y, atendiendo a la sustancia, sus juicios podrán ser todo lo sesgados que se quiera, pero siempre llevan el peso y el poso de quien ha leído mucho y bien y nunca niegan la importancia relativa de los autores, por más que para él sean unos herejotes tremendos, don Marcelino siempre nos hace ver lo bueno al lado de lo malo. 


También he comprado dos antologías, una la de Castalia de Luis Alberto de Cuenca, que está bastante bien.

miércoles, 18 de enero de 2012

Oceano nox, de Víctor Hugo

Leyendo uno de los poemas escritos por Hugo en 1836, en Saint-Valéry-sur-Somme, ante el canal de la Mancha, Oceano nox, constato que El cementerio marino de Paul Valéry le debe no poco, aunque también me evoca un poema de pareja inspiración por parte de Vicente Aleixandre, en el que el océano crece hasta confundirse con la noche, y un pasaje contenido en otro también suyo, de la tercera época, en que  "toma sus muertos y los explica" contra los arrecifes, reproduciendo la expresividad del verso francés, en que los hace entrechocar: Heurtant de vos fronts morts des écueils inconnus. También anda por ahí la mano fría y recurrente de Keats. Dejo anotado esto para que alguien lo estudie cual merece, pues no puedo perder el tiempo analizando todo aquello con que me topo. Existe una buena traducción en verso, pero el poema es tan bello que merece retraducirlo a ratos libres en versión más ajustada, para encontrarle su sentido más íntimo. Lo recogió luego Hugo en su colección de 1840 Les rayons et les ombres:


Oceano nox

Oh ! combien de marins, combien de capitaines
Qui sont partis joyeux pour des courses lointaines,
Dans ce morne horizon se sont évanouis !
Combien ont disparu, dure et triste fortune !
Dans une mer sans fond, par une nuit sans lune,
Sous l'aveugle océan à jamais enfouis !
Combien de patrons morts avec leurs équipages !
L'ouragan de leur vie a pris toutes les pages
Et d'un souffle il a tout dispersé sur les flots !
Nul ne saura leur fin dans l'abîme plongée.
Chaque vague en passant d'un butin s'est chargée ;
L'une a saisi l'esquif, l'autre les matelots !
Nul ne sait votre sort, pauvres têtes perdues !
Vous roulez à travers les sombres étendues,
Heurtant de vos fronts morts des écueils inconnus. 
Oh ! que de vieux parents, qui n'avaient plus qu'un rêve,
Sont morts en attendant tous les jours sur la grève
Ceux qui ne sont pas revenus !
On s'entretient de vous parfois dans les veillées.
Maint joyeux cercle, assis sur des ancres rouillées,
Mêle encor quelque temps vos noms d'ombre couverts
Aux rires, aux refrains, aux récits d'aventures,
Aux baisers qu'on dérobe à vos belles futures,
Tandis que vous dormez dans les goémons verts !
On demande : - Où sont-ils ? sont-ils rois dans quelque île ?
Nous ont-ils délaissés pour un bord plus fertile ? -
Puis votre souvenir même est enseveli.
Le corps se perd dans l'eau, le nom dans la mémoire.
Le temps, qui sur toute ombre en verse une plus noire,
Sur le sombre océan jette le sombre oubli.
Bientôt des yeux de tous votre ombre est disparue.
L'un n'a-t-il pas sa barque et l'autre sa charrue ?
Seules, durant ces nuits où l'orage est vainqueur,
Vos veuves aux fronts blancs, lasses de vous attendre,
Parlent encor de vous en remuant la cendre
De leur foyer et de leur coeur !
Et quand la tombe enfin a fermé leur paupière,
Rien ne sait plus vos noms, pas même une humble pierre
Dans l'étroit cimetière où l'écho nous répond,
Pas même un saule vert qui s'effeuille à l'automne,
Pas même la chanson naïve et monotone
Que chante un mendiant à l'angle d'un vieux pont !
Où sont-ils, les marins sombrés dans les nuits noires ?
O flots, que vous savez de lugubres histoires !
Flots profonds redoutés des mères à genoux !
Vous vous les racontez en montant les marées,
Et c'est ce qui vous fait ces voix désespérées
Que vous avez le soir quand vous venez vers nous!



Oceano nox

¡Cuántos marinos, cuántos capitanes
que felices partieron por derrotas lejanas
en esta yerma línea se han diluido!
¡Cuántos se desvanecieron, duro y triste destino,
bajo un mar sin fondo, por noche sin luna
en océano ciego por siempre enterrados!

¡Cuántos patrones muertos con sus pertenencias!
El huracán de la vida arrancó toda página
y con un soplo dispersó todo en las ondas.
Nadie conocerá el hondo fin de su abismo;
cada ola al pasar de un botín fue cargada:
una se llevó el esquife, otra los marineros.

Nadie conoce vuestra fortuna, pobres cabezas idas
que marcháis a lo largo de extensiones oscuras:
arrecifes ignotos romperán muertas frentes.
¡Oh! ¡Padres ancianos sin ya sino un sueño
morirán esperando todo el día en la playa
a quienes no han vuelto!

A veces se habla de vosotros en las noches,
en algún círculo alegre, cuando hay  tiempo,
sentados sobre anclas rugosas de herrumbre. 
Risas, lances, canciones, historias,
besos robados a vuestras novias futuras,
mientras dormís acostados sobre verdes algas.

Se preguntan: "¿Dónde están? ¿Son reyes de una ínsula?
¿Nos han dejado por orilla más fecunda?
Entonces su recuerdo aún seguirá enterrado."
El cuerpo se echa a perder en agua, el nombre en la memoria,
el tiempo torna tenebroso al tiempo
y sobre sombrío océano va al olvido otra sombra.  

Pronto, ante los ojos de todos su sombra no se ha visto
marchar. ¿No tiene uno su barca y aquel otro su arado?
Sólo a la noche, cuando vence la tormenta,
vuestras viudas de esperar exhaustas, con la frente cana,
de vosotros aún hablan, removiendo cenizas
en su corazón, en su hogar.

Y cuando al fin la tumba cierra su párpado
nadie sabe ya vuestro nombre, ni siquiera la piedra humilde
del estrecho cementerio donde el eco nos responde,
ni siquiera un verde sauce escamondado en otoño,
ni siquiera la canción primitiva y monótona
que canta un pordiosero al abrigo de un viejo puente.

¡Olas que sabéis tan lúgubres historias!
¿Dónde están los marineros sumergidos en noches tan negras?
¡Temido y profundo oleaje de madres arrodilladas!
Tú los sumas cuando ascienden las mareas
y ellos hacen a estas voces desesperadas
contenerse a la noche cuando viene por nosotros.

Aquí el poema de mi querido y sobadísimo Vicente Aleixandre, evidentemente paralelo e inspirado en parte por el de Víctor Hugo:


Si alguien me hubiera dicho


   Si alguna vez pudieras
haberme dicho lo que no dijiste.
En esta noche casi perfecta, junto a la bóveda,
en esta noche fresca de verano.
Cuando la luna ha ardido;
quemóse la cuadriga; se hundió el astro.
Y en el cielo nocturno, cuajado de livideces huecas,
no hay sino dolor,
pues hay memoria, y soledad, y olvido.
Y hasta las hojas reflejadas caen. Se caen, y duran. Viven.

Si alguien me hubiera dicho.
No soy joven, y existo. Y esta mano se mueve.
Repta por esta sombra, explica sus venenos,
sus misteriosas dudas ante su cuerpo vivo.
Hace mucho que el frío
cumplió años. La luna cayó en aguas.
El mar cerrose, y verdeció en sus brillos.
Hace mucho, muchísimo 
que duerme. Las olas van callando.
Suena la espuma igual, solo a silencio.
Es como un puño triste
y él agarra a los muertos y los explica,
y los sacude, y los golpea contra las rocas fieras.

Y los salpica. Porque los muertos, cuando golpeados,
cuando asestados contra el artero granito,
salpican. Son materia.
Y no hieden. Están aún más muertos,
y se esparcen y cubren, y no hacen ruido.
Son muertos acabados.
Quizás aún no empezados.
Algunos han amado. Otros hablaron mucho.
Y se explican. Inútil. Nadie escucha a los vivos.
Pero los muertos callan con más justos silencios.

Si tú me hubieras dicho
Te conocí y he muerto.
Solo falta que un puño,
un miserable puño me golpee,
me enarbole y me aseste,
y que mi voz se esparza.