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martes, 2 de abril de 2024

Sergio del Molino, La gente quiere creer

Sergio del Molino, "Como Mulder en ‘Expediente X’, mucha gente quiere creer en algo", en El País, 29 de marzo de 2024:

Los conventos se vacían de vocaciones, y las parroquias, de feligreses, pero la espiritualidad gana prestigio y relevancia: vivimos una época fértil en milenarismos, gurús y emociones trascendentes que den sentido al acelerón cotidiano

Los primeros 15 minutos de La so­­ciedad de la nieve son canónicos y magistrales. Yo los usaría para explicar en la escuela cómo se plantea una historia y cómo se caracterizan los personajes. Con una economía de recursos soberbia, Bayona cuenta quiénes son esos jóvenes y por qué se comportarán así después del accidente, y en ese ejercicio narrativo sobresale una secuencia en una iglesia. Gracias a ella, al espectador le queda claro que la religión es muy importante en las vidas de esos personajes y en su forma de entender la amistad y la fraternidad. Sin esa secuencia, los debates morales sobre la antropofagia que ocupan buena parte del nudo de la película serían incomprensibles o estarían cojos. La sociedad de la nieve es, en buena medida, una película sobre el tabú religioso: la fe otorga a esos náufragos el espíritu solidario que necesitan para sobrevivir, pero también les pone ante un dilema destructivo.

Por supuesto, Bayona no inventa nada. Esa fe y esos dilemas están en el corazón de las memorias de los supervivientes y son fieles a sus relatos y meditaciones, pero subrayar su sustrato católico es una decisión narrativa. Todas las historias se pueden contar desde muchos puntos de vista, incidiendo en tales o cuales aspectos y obviando otros. La escena de la iglesia pone la religión en el centro y le quita universalidad laica a la angustia moral. Por eso esta película interpela tan hondamente a su época: su autor ha entendido —quizá sin pensarlo, por pura absorción del ambiente— que vivimos tiempos religiosos y que la mirada laica sobre el mundo se está apagando.

Esto no tiene que ver con las grandes religiones organizadas, que en los países occidentales siguen decayendo (aunque no hay que menospreciar su importancia en el auge de movimientos trumpistas o en la escalada belicista de la derecha israelí). Los conventos y los seminarios se vacían de vocaciones, y las parroquias, de feligreses, pero la espiritualidad gana prestigio y relevancia, y el discurso religioso empapa la vida pública y la cultura de formas tan sutiles como insólitas. Como el Mulder de Expediente X, mucha gente quiere creer en algo. Muerto Dios y diluida la patria, el individualismo y la vida sin raíces ni vínculos comunitarios fuertes propician que esta época sea fértil en milenarismos, gurús y emociones trascendentes que den sentido al acelerón cotidiano y al consumismo banal. El espectador de La sociedad de la nieve, aislado en su suscripción de Netflix, envidia la cohesión y la hermandad en la fe de las víctimas del accidente de los Andes.

El pensamiento y la literatura han respondido al caos urbano con llamadas al retiro no muy diferentes de las de los eremitas que fundaron algunas grandes religiones. Las apologías de la vida tranquila, campestre, recluida y ensimismada, con el culto a la santidad de Thoreau y su libro sagrado Walden, fomentan una nueva espiritualidad de las cosas sencillas y de la comunión con la tierra. Desde la pandemia, este género narrativo no para de enriquecerse, y cualquier lector atento puede encontrar un buen puñado de alabanzas al retiro en las mejores librerías: desde Gozo, de Azahara Alonso; hasta La vida pequeña, de José Ángel González Sainz, pasando por las diatribas filosóficas de Byung-Chul Han o los manifiestos más políticos, como el recién publicado ¡Silencio!, de Pedro Bravo.

En la cultura popular —o semipopular—, merece la pena detenerse en la complejidad de La mesías. Los Javis ya demostraron una sensibilidad favorable al sentimiento religioso en La llamada. Con La mesías exploran la oscuridad de la fe, pero no lo hacen desde la denuncia laica a la que nos ha acostumbrado la mentalidad progresista, sino adoptando el punto de vista de quienes se asoman al abismo y sienten a la vez su atracción y su pánico a tirarse. Los Javis entienden muy bien el mundo en el que viven y saben que el ansia espiritual es el tema de nuestro tiempo. La presentan como una tragedia que a veces se viste de farsa y de esperpento kitsch (ven el dolor auténtico y hondo donde la mayoría solo ve un meme), por eso no la caricaturizan ni la denuestan, sino que intentan comprenderla.

Reconozco que para alguien como yo, educado en el ateísmo anticlerical, es difícil entrar en ciertos juegos y superar el desprecio y la burla que todo lo religioso me despierta por instinto, pero si no se hace un esfuerzo por comprender el sustrato de creencias irracionales de los debates de hoy, no se entiende nada. La razón es un arma inútil para interpretar muchas actitudes y manifestaciones que no admiten refutaciones argumentales ni operaciones lógicas porque son emotivas: cuando alguien dice que siente algo, la discusión racional es imposible, no se pueden rebatir sentimientos. La religión está detrás de muchos activismos —¿cuántos ecologistas hablan del planeta en términos de divinidad y entienden su compromiso como un sacrificio trascendente?— y de muchas discusiones públicas en las que no importa quién tiene razón, sino quién es el ortodoxo y quién el hereje. Todos los días, un puro excomulga a un impuro. El libro que mejor explica la política radical actual o la dinámica de las redes sociales es Castiello contra Calvino, de Stefan Zweig.

De ahí que también tengan mucho éxito las redenciones y los caminos de perfección, con todos esos personajes públicos que se flagelan por su mala conducta y prometen ser la mejor versión de sí mismos. El pecado, elemento nuclear de todo pensamiento religioso, rige de una forma que desconcierta a quienes nacieron en tiempos más laicos y frívolos.

Necesidad de trascendencia, ansia de verdad (o de estar en la verdad, de pertenecer al grupo de los que se salvan) y caminos de perfección mueven un mundo desorientado cuya espiritualidad se expresa a veces de manera delicada y artística, y otras inspira furias justicieras groserísimas. Exactamente igual que en los años de la Contrarreforma, cuando lo sublime de Miguel Ángel convivía con la hoguera del auto de fe. Sin la violencia de entonces, claro, pero solo en las democracias occidentales: que nos cuente Salman Rushdie cómo las gastan en otros pagos donde no rige el Estado de derecho.

Mantener una postura laica coherente y firme es muy difícil en un contexto así. Emboscarse en las barbas de Marx y seguir diciendo lo del opio del pueblo es comprensible, pero también vacuo y contraproducente: en parte, ha sido la eficacia con la que los ateos matamos a Dios la que nos ha llevado hasta aquí. El laicismo se desentendió tanto de la dimensión espiritual de la vida íntima y de la comunitaria, que ahora no sabe cómo bregar con esas emociones que antes regulaban las instituciones y liturgias religiosas. Liberadas de ellas, hoy se expresan en una entropía que amenaza con reventar las costuras de la razón

lunes, 4 de septiembre de 2023

Las 5 leyes básicas de la estupidez humana. Reseña anónima del libro de Carlos Cipolla en Youtube.

El enlace es este. Otros interesantes con un tratamiento serio del tema como la teoría sobre la estupidez del gran y santo Dietrich Bonhoeffer están aquíaquí, y aquí y sobre el efecto Dunning Kruger, acá.

Las 5 leyes básicas de la estupidez humana es un ensayo corto escrito por el economista italiano Carlos Cipolla. La primera edición fue escrita en inglés y publicada en 1976. Originalmente fue distribuida intencionalmente solo entre sus amigos de manera confidencial la razón es simple es el libro fue concebido como una especie de broma donde se abordaban temas serios de una manera lúdica y no demasiado seria. Al abordar un tema tan sensible, Cipolla elaboró una teoría extravagante e interesante que le valió un éxito increíble: no solo el ensayo fue publicado oficialmente, sino que también fue traducido a muchos idiomas y distribuido en todo el mundo. Ahora representa un hito en el tema controvertido de la estupidez humana.

Cipolla veía a las personas en cuatro categorías amplias:

1. Las personas inteligentes: contribuyen a la sociedad de manera positiva y aprovechan esas contribuciones en beneficio mutuo.

2. Las personas estúpidas: los esfuerzos de las personas estúpidas, por otro lado, son contraproducentes tanto para ellos mismos como para los demás.

3. Los bandidos. Entre estos dos grupos se encuentran los bandidos que persiguen sus propios intereses a expensas de otros.

4. Los indefensos, que hacen contribuciones positivas a la sociedad, pero son fácilmente explotados debido a su propia ingenuidad.

Se puede extraer una quinta categoría: las personas ineficaces de los otros grupos y es bueno algo así como evidente por sí mismo. En el mismo sentido, Cipolla veía el impacto del comportamiento humano de dos maneras:

Uno, el comportamiento que afecta a uno mismo ya sea de manera positiva o negativa.

Dos, el comportamiento que afecta a los demás, ya sea de manera positiva o negativa.

Ley número 1.

La conciencia humana de los efectos amplios de su comportamiento puede variar ampliamente entre las categorías; dicho esto, veamos entonces las cinco leyes básicas de la estupidez humana ley número siempre e inevitablemente todo subestiman el número de individuos estúpidos en circulación. Cipolla reconoció que es parte de la naturaleza humana minimizar la gravedad de un problema. Él estaba tan convencido de que éramos ingenuos ante el desafío que enfrentamos por la estupidez, que sugirió que cualquier suposición numérica del número de estúpidos entre nosotros resultaría ser una subestimación. No es casualidad que esta sea la primera Ley. Como dice la Biblia, "es infinito el número de los necios", así que la inteligencia consiste solo en ir aprendiendo a ser menos tonto.

Ley número 2 

La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona. Cipolla consideró la estupidez como una característica humana como tener el pelo rubio o los ojos negros; en consecuencia, no puede sino distribuirse aproximadamente.

Igualmente en todos los ámbitos de la sociedad independientemente del nivel educativo de las personas ya sea que uno frecuente círculos elegantes o se refugie entre caníbales ya sea que se encierre en un monasterio o decida pasar el resto de su vida en compañía de una pareja hermosa el hecho sigue siendo que siempre tendrá que lidiar con el mismo porcentaje de personas estúpidas concluyó en esta vista pesimista los seres humanos están condenados a lidiar con la estupidez; además, según Cipolla, no hay lugares más seguros ni soluciones para evitarla lo único que puedes hacer es aceptar esto y vivir con ello por el resto de tu existencia

Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o a un grupo de personas mientras no obtienen nada o incluso pueden sufrir pérdidas. Carlos Cipolla consideró esto la ley dorada y más importante: nunca debe ser olvidada.

Ley número 3

Las personas estúpidas inevitablemente tomarán decisiones que nos confunden: su razonamiento simplemente se nos escapa. No es que tengan malas intenciones, es solo que son incapaces de ver los efectos de sus acciones en un contexto más amplio; es inútil, una pérdida de tiempo, incluso algo estúpido intentar razonar con ellas; a este respecto, Cipolla señaló que hay personas que por sus acciones ilógicas no solo causan daño a otras personas, sino también a ellos mismos tales personas pertenecen al género de los superestúpidos.

Ley número 4

Las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de los individuos estúpidos las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de los individuos estúpidos, en particular las personas no estúpidas constantemente olvidan que en cualquier momento y lugar, el hecho de pasar tiempo con personas estúpidas siempre resulta ser un costoso error. Para hacer esta ley más clara, Carlos Cipolla le agregó que las personas estúpidas son peligrosamente mortales porque las personas razonables encuentran difícil imaginar y entender el comportamiento estúpido en esta perspectiva los ataques de personas estúpidas siempre toman por sorpresa a las personas inteligentes.

Esto hace que sea aún más difícil elaborar una defensa racional; por otro lado, esto sería de poca utilidad ya que las acciones ilógicas no pueden ser entendidas utilizando la lógica como resultado al subestimar su poder y se está vulnerable siempre estará a merced de la imprevisibilidad de las personas estúpidas también estaba convencido de que las personas inteligentes tienden a pensar que las personas estúpidas solo pueden hacerse daño a sí mismas que son inmunes a sus acciones Este es un gran error que hace que las personas razonables se sientan invulnerables bajando peligrosamente su guardia.

Ley número 5

Las personas estúpidas son el tipo de personas más peligroso. Esta ley viene como una consecuencia natural dela ley básica anterior. Además, si no tiene idea de lo que Cipolla quiso decir aquí, lo dejó aún más claro al agregar el siguiente corolario: una persona estúpida es más peligrosa que un bandido. De las cinco leyes vistas hasta ahora, esta debería ser la más comprensible y razonable; de hecho, el sentido común nos dice que las personas inteligentes no importa cuán hostiles puedan ser: son predecibles. En contraste, las personas estúpidas no lo son. Esta sutil diferencia hace que las personas estúpidas sean increíblemente más temibles que las personas inteligentes. En conclusión, esto debería considerarse como una especie de compendio de toda su teoría sobre la estupidez humana.

Oros vídeos donde discuto las diferentes teorías de la estupidez te recomiendo estos dos vídeos: La teoría de la estupidez de Dietrich Bonhoeffer, y Por qué las personas estúpidas piensan que son inteligentes, donde discuto el efecto Dunning Kruger

martes, 15 de agosto de 2023

Las siete clases de amor helénico

La filia es el cariño o aprecio entre amigos o a una comunidad.

El eros es el deseo físico apasionado e intenso.

La pragma es el amor realista y racional que supera la prueba del tiempo y se da entre las parejas duraderas.

El ágape es el amor por la humanidad desinteresado y caritativo, el amor espiritual y maternal, compersivo.

El storge es el amor que se da desde los padres a los hijos. También es el amor como una forma evolucionada de la amistad, se da entre iguales y encuentra importante la afinidad de gustos, intereses y nivel de compromiso.

La filautía es el amor propio, el más básico de todos.


domingo, 22 de agosto de 2021

Los jóvenes de ahora son como los de antes

¿Por qué los padres en la antigüedad eran respetados, pero ahora son cuestionados? 

En la Antigüedad también pasaba, quizá menos; sólo hay que leer las comedias de Aristófanes, algunos de los Diálogos de Luciano o las Sátiras de Juvenal. Así lo dice San Pablo, en II.ª a Timoteo 3:1–5:

Pero debes saber que en los últimos días vendrán tiempos críticos y difíciles de soportar. Porque la gente solo se amará a sí misma; serán amantes del dinero, fanfarrones, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos y desleales, no tendrán cariño natural, no estarán dispuestos a llegar a ningún acuerdo, serán calumniadores, no tendrán autocontrol, serán feroces, no amarán lo que es bueno, serán traicioneros y testarudos, estarán llenos de orgullo, amarán los placeres en vez de a Dios y aparentarán tener devoción a Dios, pero en realidad estarán negando el poder de esa devoción. Aléjate de ellos.

lunes, 22 de junio de 2020

Breve historia de la esclavitud en España

Julio Tovar, "Breve historia de la esclavitud en España", en Público, 21-VI-2020


“¡Ay!, cuando amaso yo,
sabrosito sale el pan.
¡Ay!, panadero soy
y esclavo del catalán!”

Canto popular cubano recogido en ABELLÓ I GÜELL, T., La resposta catalana a la crisi i la pèrdua colonial de 1898, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1998, pp. 171

Los viejos maniseros solían cantar una copla y que todavía se recuerda en las calles viejas de la Habana: 

“¡Desde el fondo de un barranco.
Grita un negro con afán:
¡Dios mío, quién fuera blanco,
Aunque fuera catalán”.

Los versos, memoria de los años de esclavitud en Cuba y que ya se difundían en 1870 en la metrópoli, han sido interpretados de múltiples maneras: recordaban tanto el pasado esclavista de gran parte de la burguesía catalana como también, y esta era la interpretación del escritor Alejo Carpentier, cierta conmiseración de los afrocubanos por la laboriosidad de los catalanes allí.

Cuba fue, así, ya desde su primera colonización el “gran pecado esclavista” de España como potencia imperial. En ese sentido, Bartolomé de Las Casas pudo instigar las Leyes Nuevas… en 1542, que protegían a los indios y que resultan uno de los grandes hallazgos humanísticos de la tradición hispana, pero este Estado Imperial no tuvo la misma consideración con los afrocubanos que comenzaban a llenar por centenas las plantaciones del caribe conquistado. 

La esclavitud en España, antes del dominio americano, se remonta a los primeros tratantes portugueses de esclavos en ciudades comerciales como Sevilla. Portugal fue la avanzadilla, la “pionera en la esclavitud atlántica” según historiadores, que tomaría España como ejemplo. A pesar de todo, los números de esclavos en Cuba, el principal nodo de importación de mano de obra esclava, no superarían los 1.000 en 1544. El volumen en comparación con Portugal, que en aquel tiempo superaba los 50.000 esclavos, era mínimo y la gran explotación económica se centraría en el continente americano y los metales preciosos. 

Todo cambia en el siglo XVIII: el monopolio de los borbones se trastoca con la conquista de la Habana en 1762 por el Reino Unido. La dominación, que duró solo un año, “abrió la isla al comercio de esclavos africanos” y aumentó cada mes en al menos 4.000 esclavos la mano de obra no emancipada. Aunque los ingenios azucareros, clave en la revitalización económica de la colonia, se databan de antes, pronto empezarán a crecer en número y con ello la importación de mano de obra africana. Entre el año 1763 y 1792, 70.000 africanos llegaron como mano de obra de una burguesía floreciente, que vivía del azúcar, y comenzaba a tener influencia peninsular. Su felicidad debida a la trata pronto comenzaría a nublarse: con la emancipación de los esclavos franceses en Haití en 1794, la libertad comenzaría a ser un ideal de futuro para los miles de negros cubanos. 

Haití, la dictadura negra y las revueltas cubanas

En julio de 1792 la Asamblea Nacional Francesa recibe una carta de los jefes de la revuelta en su posesión de la isla La Española. Es una carta de emancipación, valiente, donde los nuevos dominadores de su colonia caribeña afirman:

“Todos somos negros, es verdad, pero decidnos, caballeros, vosotros que sois tan juiciosos, ¿cuál es la ley que dice el hombre negro debe pertenecer como propiedad al blanco?”

Dividida en dos zonas, una española y francesa, será en la última donde se establezca un sistema de plantaciones de éxito. Ésta será emancipada en plena revolución francesa el 4 de abril de 1792. La ejecución del Rey en la metrópoli, un año después, desembocó en el conflicto total allí agravado por la abolición de la esclavitud ya en 1794. Las potencias enemigas, España e Inglaterra, intentaron arrebatar la colonia aprovechando este caos.

Toussaint L’Ouverture será el dique a estas ambiciones: haitiano emancipado que traicionó a su antiguo aliado, la corona española, pasó a ser la fuerza determinante en la isla. Su victoria sobre los ingleses, en 1798, no pacificó el territorio, sino que inició una oleada de escabechinas entre negros, blancos y mulatos. Aunque L’Ouverture pudo controlar débilmente la isla ya para 1800, fusilando incluso a los suyos, la Francia de Napoleón no reconoció la independencia e invadió con éxito el territorio. El corso reinstauró la esclavitud, encarceló a L’Ouverture, pero no pudo dominar la situación. Poco después, en 1804, Jean-Jacques Dessalines, un subalterno de L’Ouverture, pudo establecer un estado independiente a costa de la masacre de casi todos los colonos blancos que quedaban en la isla (se da el número de 5.000 asesinatos). 

Estos muertos y la desastrosa evolución política posterior de Haití, donde su tejido productivo se desbarató, fueron claves para reforzar la institución de la esclavitud en la cercana isla de Cuba. La historiadora cubana Ada Ferrer recuerda cómo la colonia española creó una leyenda luctuosa a través de los testimonios orales de los supervivientes de “lo que sucedió en Haití”. En contrapartida, la caída económica de la antigua colonia francesa potenció la economía cubana, convirtiéndose en una pieza codiciada por el resto de potencias por su creciente producción azucarera. Así, la primera línea de ferrocarril en España uniría La Habana y Bejucal tan pronto como en 1837; la metrópoli tardaría más de diez años en tener vías férreas entre Barcelona y Mataró.

Las revueltas en Cuba comenzaron tan pronto como en 1795, dirigidas por esclavos liberados, aunque la más importante sería criolla y dirigida por Joaquín Infante en 1809. La metrópoli pudo controlar todas las conspiraciones, una de las pocas colonias que no se escapó al poder imperial español, aunque sufrió revueltas de esclavos dirigidas casi siempre por mulatos en la zona oriental. La represión por los gobiernos liberales fue brutal y en 1844 alcanzó su auge con el fusilamiento de 78 insurrectos luego de una “supuesta”conspiración para masacrar a los blancos e instigar mil fechorías. Los negros, a decir de la investigadora Martha Silvia Escalona Sánchez, comenzarían a ser “la representación del mal” para la conservadora burguesía habanera. Muy pronto la caída de la reina Isabel II, en septiembre de 1868, cambiaría todo.

La democracia llega a España…pero no a Cuba

Todo el hemiciclo está expectante, todos esperan el gran discurso, el que busca redimir a los negros y fijar la posición de los republicanos en el debate sobre la esclavitud. Don Emilio Castelar y Ripoll, así, sube a la tribuna, toma sus acostumbrados vasos de agua con azúcar y declama un discurso memorable: 

“¿Creéis que hay en el mundo algo más horrible, algo más espantoso, más abominable que el negrero? El monstruo marino que pasa bajo la quilla de su barco, el tiburón que le sigue husmeando la carne, tiene más conciencia que aquel hombre. Llega a la costa, coge su alijo, lo encierra, aglomerándolo, embutiéndolo en el vientre de aquel horroroso barco, ataúd flotante de gentes vivas. Cuando un crucero le persigue, aligera su carga, arrojando la mitad al océano. Bajo los chasquidos del látigo se unen los ayes de las almas con las inmundicias de los cuerpos. El negrero les muerde las carnes con la fusta, y el recuerdo de la patria ausente, la nostalgia, les muerde con el dolor de los corazones”.

Su proclama acaba, así, con una invocación a toda la cámara, apelando a sus profundos sentimientos cristianos:

“¡Hijos de este siglo, este siglo os reclama que lo hagáis más grande que el siglo XV, el primero de la Historia moderna con sus descubrimientos, y más grande que el siglo XVIII, el último de la Historia moderna, con sus revoluciones! ¡Levantaos, legisladores españoles, y haced del siglo XIX, vosotros que podéis poner su cúspide, el siglo de la redención definitiva y total de todos los esclavos!”

Es el 20 de junio de 1870 y la esclavitud solo sobrevive ya en las colonias hispanas, protegida por asociaciones como los centros hispano-ultramarinos. Estos centros, que albergan a los políticos reaccionarios y conservadores, consideran la trata institución imposible de abolir por el “temor” a la pérdida de la colonia y acusan a los republicanos federales, partidarios de la abolición total, de “mantener relaciones con los rebeldes”, según el análisis de la trabajadora del CSIC Inés Roldán de Montaud.

España es, desde 1869, una monarquía democrática por sufragio universal masculino, con una fuerte oposición republicana y varias colonias con regímenes relativos de servidumbre. Es en Cuba, como hemos visto, donde la esclavitud es un problema social, y para ello se han hecho decenas de reglamentos buscando controlar a cualquier población emancipada. Castelar da la cifra de 300.00 esclavos en Cuba y 700.000 libres, dando una cifra inferior a los 100.000 no emancipados para Puerto Rico. Segismundo Moret, Ministro de Ultramar, en su respuesta al gran orador fue paternalista y, para los ojos actuales, inmoral ya que habló del“saludo amistoso” entre el viejo esclavo y el dueño de la plantación

El gobierno progresista, con todo, aprobó una ley de “libertad de vientres” en junio de 1870 que liberaba a los hijos de los esclavos, aun dejando este tema sin resolver del todo en plena monarquía democrática. El historiador social José Antonio Piqueras especula si esa “libertad de vientres” y algunos manejos del general Prim en Cuba, en plena guerra de los diez años, pudieron instigar su asesinato en diciembre de 1870. Los debates, a pesar de todo, seguirían en los últimos años de la efímera monarquía democrática de Amadeo I de Saboya y al comienzo de la Primera República. Esta última pudo abolir el 22 de marzo de 1873 la esclavitud en Puerto Rico, aunque no consiguió hacerlo en el caso de Cuba. Una victoria para las sociedades abolicionistas, sin duda, pero quizá incompleta. La abolición total tardaría todavía más de diez años en llegar y la República no viviría para verla.

La Restauración y el fin de las cadenas

El 3 de enero de 1874 llegó el “termidor” de la república española: el golpe del artillero Manuel Pavía ante el cese de Emilio Castelar en la presidencia. Esto comenzaría esa extraña república pretoriana, dirigida por Serrano, y que finalizaría con la vuelta sin apenas resistencia de Alfonso XII y los borbones gracias al pronunciamiento del general Martínez Campos a finales de ese año. Volvía, en la tradición pendular de España, el régimen conservador, aunque con ciertos matices e inspirado por ese diputado alfonsino que defendió siempre los intereses de los tratantes en Cuba: Antonio Cánovas del Castillo.

Cánovas conocía el problema cubano, fue ministro de ultramar en 1866, y había intentado suprimir la trata y “controlar” la esclavitud. Ahora bien, nunca se hizo ilusiones por la emancipación rápida y defendía un gradualismo en su extinción. De nuevo, el temor a un “nuevo Haití” paralizaba a las elites en la isla, que financiaban muchas de ellas el todavía débil sistema de la Restauración (el militar Manuel Villacampa realizó un pronunciamiento republicano en 1886). Mientras tanto, ya desde 1868, las autoridades hispanas fomentaron la inmigración de españoles a la colonia ante el temor de una revuelta por una mayoría demográfica negra.

La paz de Zanjón, que acababa la guerra permanente en Cuba en 1878, consiguió un compromiso por parte de Martínez Campos de abolir la esclavitud, pero el debate tardó unos años más y solo pudo concretarse en febrero de 1880. Rebecca Scott da el número de 25.000 esclavos liberados en Cuba, un número menor y aceptable para la metrópoli. El régimen canovista, eso sí, hizo subsistir un “patronato” por el cual la población negra permaneció atada a sus antiguos propietarios como “pago” de una compensación, según la interpretación del investigador Luis Miguel García Mora. Lo cierto es que, desde 1886, con el fin del patronato, se ponía fin a cualquier relación esclavista sin salario, siguiendo los criterios del filósofo Antonio Escohotadoen su perspicaz análisis de la esclavitud.

Es probable que esta emancipación llegara demasiado tarde: el malestar de los negros liberados, el cuantioso capital estadounidense a favor de la independencia y la torpe política de la Restauración llevaron a una nueva guerra en Cuba, la definitiva, a finales del siglo XIX. El periodista francés Charles Benoist recogió la declaración del Cánovas anciano, ya desesperado por un conflicto que no podía resolver, en las que afirma que “los negros de África, de importación” solo entendían la fuerza. No viviría para ver lo más temido para él: la conquista y tutelaje de Cuba por parte de EE.UU. en 1898. 

En estos últimos años la burguesía catalana va a obtener sustanciosos capitales de la trata de esclavos y este patronato. El historiador económico barcelonés Jordi Maluquer de Motes recuerda cómo uno de los círculos hispano-ultramarinos más importantes era el de Barcelona:  son los viejos apellidos Goytisolo, Sampa, Xifré o Vidal-Quadras que dominaron la trata y crearon esa imagen no especialmente feliz del catalán entre los afrocubanos. En 2018, como expiación de estas culpas, la alcaldesa Ada Colau retiró la estatua al barcelonés Marqués de Comillas, Antonio López y López, que había sido tratante de esclavos en sus plantaciones. Este hombre, que había sido casi todo en la España de la Restauración, pasaba a ser una persona non-grata: los tiempos habían cambiado.

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BIBLIOGRAFÍA

CASTELAR, E., La abolición de la esclavitud, Barcelona, Linkgua, 2013

ELORZA, A., HERNÁNDEZ SANDOICA, ELENA., La guerra de Cuba (1895 - 1898), Madrid, Alianza, 1998

FERRER, A., Freedom's Mirror: Cuba and Haiti in the Age of Revolution, Cambridge, Cambridge University Press, 2014

GOTT, R., Cuba: A New History, Londres, Yale University Press, 2004

ISRAEL, J., The Enlightenment that Failed: Ideas, Revolution, and Democratic Defeat, 1748-1830, Londres, University Press, 2019

JAMES, C.L.R., The Black Jacobins: Toussaint L'ouverture and the San Domingo Revolution, Londres, Penguin Books, 2001

ROLDÁN DE MONTAUD, I., La Restauración en Cuba: el fracaso de un proceso reformista, Madrid, CSIC, 2000

SMARTT BELL, M., Toussaint Louverture, Nueva York, Vintage Books, 2008

VV.AA., Esclavitud y derechos humanos: la lucha por la libertad del negro en el siglo XIX, Madrid, CSIC, 1990

VV.AA., La administración de Cuba en los siglos XVIII y XIX, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2017

VV.AA., Slavery in the Development of the Americas, Cambridge, Cambridge University Press, 2004

VV.AA., The Cuban Slave Market, 1790-1880, Cambridge, Cambridge University Press, 1995

domingo, 24 de mayo de 2020

Solución final en Egipto para 15 millones de perros: uno por cada siete habitantes

Ferrán Barber, "Los egipcios buscan una "solución final" para sacar de las calles a 15 millones de perros", en Público, 23/05/2020
  
Cortados en rodajas; destrozados a machetazos o a golpes de garrote; envenenados con estricnina o asesinados con cartuchos. Así es la vida de muchos canes en la tierra de los faraones. Una parlamentaria propuso vendérselos como carne a los filipinos. Ni es final, ni es solución.

Una turba de jóvenes destrozó un perro a cuchilladas la víspera de la pasada Nochebuena en el distrito cairota de Al-Matariya. Antes de que el vídeo se retirara de Youtube se convirtió en viral, y su historia se paseó por los tabloides europeos como ejemplo de brutalidad oriental junto a algunas fotos aterradoras del animal literalmente sajado en transversal como un lomo de merluza dentro de un tuk-tuk egipcio, la versión motorizada de un ricksaw. Solo un día después, la policía detuvo y arrestó a los salvajes por torturar y asesinar al perro. Lo mataron de ese modo -argumentaron- porque había acabado con la vida de una cabra. Ojo por ojo, perro por cabra.

No era la primera vez que sucedía un incidente semejante. En 2015, tres hombres de la gobernación de Qaliubeya -Shubra Al-Jaima- fueron condenados a tres años de prisión por atar un perro llamado Alex a una farola y degollarlo. Un tribunal de El Cairo redujo algo después la pena. También la atrocidad fue grabada y difundida por las redes. Semanas antes, una perra a la que alguien arrojó ácido salvó la vida por los pelos y en mayo de ese mismo año, se supo de una hembra y sus cachorros asesinados a golpes de garrote remachado con clavos. Lo que indignó a la gente en un país donde se asesinan millares de perros cada año no fue la muerte de los animales, sino el modo completamente sádico en el que se ensañaron con las criaturas. El hecho de que exhibieran sus actos de barbarie aún los hizo más obscenos.

Con certeza, la policía y los jueces no hubieran intervenido si las muertes de Alex y el perro de la calle Al Jaima no hubieran sido registradas y posteriormente divulgadas, levantando una densa polvareda de ira internacional que apuntaba, en efecto, hacia los bárbaros que habían martirizado a los animales, pero también hacia el Gobierno y la sociedad que toleraban actos semejantes y hacia las instituciones islámicas que les venían dando amparo con indulgentes fatwas que sirven de coartadas para esos actos de crueldad. Con el Islam no se bromea en los países de la Sharia. Una poeta llamada Fatima Naoot fue condenada a tres años de cárcel en 2016 por ofensas a la religión tras criticar en Facebook el asesinato de animales durante el Eid o Festival del sacrificio.

La manera en que cada día se asesinan estos perros sin hogar egipcios es tan atroz que las protectoras de animales se niegan a menudo a divulgar algunas de las fotos con las que los turistas llenan sus buzones de correo. "No todos los egipcios somos unos brutos ignorantes ni actuamos de ese modo", nos dice un funcionario en un salón de té situado junto al Ramses Hilton. Es cierto. A menos de cien metros de nosotros, un par de muchachos dan de comer a unos cachorros acurrucados bajo la carcasa de un viejo automóvil mientras dos bandas rivales de canes se enfrentan por el territorio ante la mirada indolente del resto de los clientes del salón. A los fumadores de narguile les intriga más nuestro interés que la trifulca de los perros y sus intentos por intimidar a sus adversarios. Lo que se halla en disputa es la basura de un mercadillo popular que alguien desparramó entre los escombros.

Su aniquilación masiva ha provocado el retorno de los lobos, las hienas o plagas de víboras
Hay quince millones de perros callejeros en Egipto y resulta de algún modo fascinante ver el modo en que han hallado su nicho en la metrópolis como basureros carroñeros. Están por todas partes, a millares. Hay jaurías pajareando en los aledaños de la esfinge de Gizeh y en los barrios residenciales de las clases más acomodadas, exactamente igual que en esos asentamientos informales de chabolas a los que los egipcios llaman "ashwiyats" y donde viven dos tercios de los parias.

Se podría decir que están por debajo de los humanos en la cabeza trófica, pero por encima de las ratas, cuyas poblaciones mantienen a menudo bajo control. En algunas zonas del desierto, su aniquilación masiva ha provocado el retorno de los lobos, las hienas o verdaderas plagas de víboras cornudas (Cerastes cerastes).

Siempre han estado allí hasta donde alcanza la memoria histórica. Es muy probable que fueran ya domesticados en las eras predinásticas del Antiguo Egipto. Lo que es seguro es que, al igual que los gatos, se hallaban bien considerados en los tiempos de los faraones, mucho antes de que el Ejército de Alá extendiera sus prejuicios por el norte de África. Algunos egipcios de la Antigüedad hacían mención a sus canes en los textos mortuorios, lo que demuestra la intensidad del vínculo con los humanos que se había creado.

Tampoco es la primera vez en que la disparatada densidad de población canina de Egipto les hace colisionar con los primates. En uno de sus libros, Juan Cole explica que las tropas francesas de Napoleón llegaron a sentirse tan exasperadas por los ladridos nocturnos de las jaurías que un comandante en jefe ordenó su ejecución en masa, lo que le tomó a la soldadesca dos noches enteras. La decisión no solo fue cruel, sino absolutamente estúpida, porque la masacre privó a El Cairo de sus más diligentes basureros y llenó de cadáveres en putrefacción las calles de la gran ciudad, lo que las tornó aún más insalubres.

Los asesinatos en masa no han cesado desde entonces y aunque son muchas las ciudades y las gobernaciones que han ensayado diferentes variantes de la solución final canina, la población de perros continúa aumentando. Ni es final, ni es solución. El problema, colosal, no ha dejado de crecer. En Egipto hay un perro callejero por cada siete humanos, lo que a su vez ha provocado -nadie duda acerca de ello- una verdadera crisis que amenaza la salud pública y, eventualmente, la seguridad de las personas.

Que el grueso de los perros no muestren habitualmente conductas agresivas no significa en ningún caso que no puedan actuar de un modo violento, especialmente cuando se les hostiga o sufren alguna clase de trastorno de conducta provocado por la rabia. Al igual que en América Latina, esa variante canina de la encefalitis viral es endémica en Egipto, aunque la verdadera extensión de la enfermedad es exagerada de forma deliberada para reforzar los prejuicios religiosos que estigmatizan a los cánidos. Ni en el Islam ni en el judaísmo rabínico se les tiene en gran estima.

En Egipto hay un perro callejero por cada siete humanos

Estos animales son, de forma simultánea, las víctimas de brutales campañas de exterminio y el origen de un problema singular de superpoblación. En Egipto viven la mitad de perros callejeros que en la India, pero su población humana es de una treceava parte. Uno de cada catorce perros sin hogar del mundo habitan junto al río Nilo. No es, como acostumbra a convenirse, una bomba de relojería, porque el artefacto ya ha estallado.

Un funcionario del Ministerio de Sanidad citado por el Egypt Independent aseguraba hace dos meses que su departamento registró 482.200 casos de mordeduras de animales tan solo en 2018, y 303.000 de ellos se atribuían a los canes. Durante ese mismo año, se produjeron 32 casos de contagio de rabia, frente a los 65 del año precedente. Entre 2014 y 2017, un millón trescientas mil personas fueron mordidas en Egipto, y 231 de ellas fallecieron, como consecuencia de ello.

Son muchos los egipcios que dicen sentirse intimidados o simplemente repelidos por los perros así que las autoridades del país han respondido organizando campañas masivas de exterminio. Los abaten a disparos o, más frecuentemente, mediante el uso de venenos como la citrinina -una micotoxina- o, lo que es peor, mediante estricnina, importada de manera ilegal y sembrada a menudo sin control en el interior de cebos que se arrojan en los parques y otros espacios públicos. Niños, basureros, jardineros han terminado envenenados. Son la víctimas colaterales del canicidio egipcio.

En 2017, la Prensa local informó de que al menos 17.000 perros callejeros fueron fulminados de ese modo en el sur de El Cairo, en respuesta a las denuncias de molestias del vecindario de Beni Sueif. Los vídeos de los funcionarios del gobierno descerrajando cartuchazos de postas a sangre fría a confiados animales o de los canes agonizantes sufriendo convulsiones sobre las aceras y destrozados por el dolor en sus postreros estertores incendiaron las redes europeas. Ese mismo año, la Gobernación del Mar Rojo ofrecía cerca de seis euros por capturar cinco perros callejeros y llevarlos a la autoridad veterinaria para ser exterminados. Los propios funcionarios dieron alas de esta forma a la barbarie.

Un año después, en octubre de 2018, el Ministerio de Agricultura puso en marcha un plan sistemático de exterminio para desembarazarse de los perros con veneno. Las autoridades veterinarias argumentaban que el Estado no podía permitirse los 32 dólares por perro en los que estimaba el coste de implementar un plan basado en un protocolo "más civilizado" de actuación. Esto es, capturar, esterilizar, vacunar y volver a liberar. Envenenar a un animal apenas cuesta algunos céntimos.

Es un problema que se percibe como casi irresoluble en un país paupérrimo y ultracorrupto, regido por una dictadura que, al igual que el Gobierno precedente, es incapaz siquiera de disimular las formas más obscenas de miseria humana. El PIB per capita de un egipcio es de apenas 2.200 euros y se necesitarían al menos 435 millones para aplicar el protocolo de esterilización por el que abogan las protectoras europeas y locales. ¿De dónde va a salir ese dinero? De la manga de políticos corruptos que dirigen el país no parece muy probable y los occidentales son más proclives a indignarse en las redes y a insertar emoticonos que a donar dinero a las organizaciones que trabajan sobre el terreno.

Tras los perros, las serpientes

Así las cosas, tal solo en Albehera, cerca de Alejandría, se asesinaron 18.000 perros, lo que allanó el camino al retorno de las serpientes. Otros 14.000 murieron en los aledaños de la ciudad de Janka. La lista de caídos para "limpiar las calles" es casi tan escabrosamente extensa como indecentes son las fotos que documentaron sus asesinatos. Aquí y allá, la prensa local glosaba las cifras de los animales chapucera y brutalmente aniquilados mediante todos los procedimientos y todos los venenos –legales o no– a su alcance. Sulfatos, estricnina, disparos de cartuchos... Pero la población de canes no ha dejado de crecer.

Una perra acostumbra a traer al mundo dos veces al año una camada de entre seis y diez cachorros. Una y otra vez las protectoras egipcias de animales han tratado sin éxito de persuadir a las autoridades de que asesinar los animales no reduciría la población de perros. El resultado de décadas de planes de exterminio es ninguno. Su número no ha dejado nunca de crecer. El dinero. Ese siempre es el problema. ¿Quién pagaría la factura?

Así que mientras se debatía acerca del procedimiento más viable y apropiado para acabar con la superpoblación de perros, a una diputada egipcia se le ocurrió una idea genial: capturarlos y venderlos como carne a los surcoreanos o los chinos. A la parlamentaria Margaret Azed le cuadraban las cuentas. Le parecía mucho más piadoso concentrarlos en granjas y engordarlos, para después sacrificarlos y vendérselos a los asiáticos a razón de 25 céntimos de euro por perro que dejarlos malvivir entre las basuras de los "ashwiyats" de El Cairo o Alejandría o en las márgenes de las aldeas del desierto.

Además -argumentaba-, el erario público egipcio podría obtener de esta manera una nada desdeñable nueva fuente de divisas. La propuesta hubiera parecido una simple extravagancia. Pero es obvio que la alternativa fue, cuando menos, seriamente considerada y contestada. El Middle East Eye llegó a acusar al Gobierno del país de aprobar una licencia para exportar a Asia 2.400 gatos y 1.700 perros. Un portavoz del Ministerio de Agricultura lo desmintió de manera inmediata el 28 de noviembre de 2018, claro que es complicado, por no decir que imposible, averiguar qué hay de cierto en un país sujeto a una férrea censura donde sus gobernantes acaban siempre encenagados en desmentidos y contradicciones. Azed no fue la única parlamentaria que propuso vender la carne de los perros. Un alto funcionario de la Autoridad Veterinaria, Jaled Fouda, propuso venderlos a los filipinos. Como a las tropas de Napoleón, le irritaban los ladridos nocturnos de las jaurías.

Frente a ese estado de opinión, y frente a la miseria moral de las alternativas que son capaces de parir algunos funcionarios egipcios, se han fortalecido durante los últimos años algunas asociaciones protectoras de animales que abogan por los perros, claro que su importancia y su capacidad para influir en la sociedad es insignificante cuando se las compara, por ejemplo, con la Casa de las Fatuas, un organismo presidido por el gran muftí de Egipto que, siguiendo las órdenes de Dios, se pronuncia acerca de qué es no correcto, con arreglo a la ley islámica.

En 2007, ésta llegó a emitir un pronunciamiento en el que afirmaba que era legítimo matar a los perros cuando dañan a la gente. En su definición de 'daños' se incluía la intimidación mediante ladridos, así que, definitivamente, era un cheque en blanco de Mahoma para empujar el canicidio. Acabar con ellos era, a su juicio, la opción más adecuada, en oposición a quienes alentaban las adopciones o cualquier otra manifestación de la piedad humana. La avalancha de críticas internacionales adquirió tal relevancia que, con el paso de los años, han rebajado el tono, y ahora ponen el acento en la misericordia de Alá. En septiembre del pasado año, una fatua aseguraba que la caridad hacia las criaturas es el principio básico y enviar a los perros a los refugios o adoptarlos, la solución que tendría que ser prioritariamente considerada. Su saliva sigue siendo sucia y contaminante.

Y en Egipto, entre tanto, se continúa matando perros a cañonazos. Se discute, por ejemplo, acerca de un modo de diezmarlos, cuando nadie ha sido capaz hasta la fecha ni siquiera de resolver el problema de la basura que se acumula por las calles, su principal fuente de sustento, y el caldo primordial de los vectores que provocan las enfermedades. El código penal contempla penas de prisión para los maltratadores de animales, pero no define ese maltrato, ni considera las campañas de exterminio dignas de inclusión en el listado de barbaries. Claro que, ¿por qué habría de respetar a los perros callejeros un Gobierno que no respeta ni a los niños?

viernes, 1 de junio de 2018

Inteligencia colectiva

Varias cabezas piensan mejor que una
ELENA SANZ, El Mundo, 30 may. 2018 01:59

Existen numerosas evidencias científicas que confirman que los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado

Año 1906. Feria de ganado en una campiña al oeste de Inglaterra. Una muchedumbre se agolpa alrededor de un colosal buey. "¡Hagan sus apuestas señores! ¡Atrévanse a adivinar a ojo de buen cubero cuánto pesa el ejemplar por sólo seis peniques!", grita alguien. Un divertido concurso rural que no hubiera tenido la menor importancia si no le hubiera dado por asomarse por allí a un estadista llamado Francis Galton, al que le encantaba analizarlo todo. Aquello despertó su curiosidad. Pidió copia de las 800 apuestas que habían hecho los agricultores y ganaderos locales. Y comprobó que, si las analizaba individualmente, había respuestas de todo tipo, algunas totalmente disparatadas, otras que no andaban demasiado lejos. Pero cuando calculaba la media de las respuestas, ¡'voilà'!, ésta coincidía casi exactamente (con un margen de error de sólo un 1%) con el peso del animal. Así fue como, en una recóndita feria de ganado, Galton llegó a una interesante conclusión: los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado. La inteligencia común supera a la de la suma de las inteligencias individuales.Ideas genialesLa teoría de Galton -que publicó la revista 'Nature'- no sólo no ha sido desmentida con el tiempo. Un siglo después, existen aún más evidencias de que en grupo pensamos mejor que solos. Incluso hay iniciativas exitosas basadas en este fenómeno, como las plataformas 'crowdsourcing', que tienen su máximo exponente en Wikipedia, o las iniciativas de co-creación e innovación abierta, que pretenden que surjan ideas geniales pensando en masa. Eso sí, en estos años hemos añadido algunos matices. El más importante de ellos es que las multitudes son más inteligentes que los individuos en muchas ocasiones pero, sobre todo, "en esas situaciones en las que hay opiniones muy diversas (no solamente 'sí' o 'no') y podemos conseguir que las personas las expresen de manera independiente", tal y como le explica a ZEN Bahador Bahrami, neurocientífico y experto en comportamiento humano del University College de Londres. En otras palabras, la inteligencia colectiva funciona mejor cuando ignoramos lo que responden los demás.Si las personas comparten información antes de contestar, empiezan a notarse los efectos de la influencia social, es decir, nuestra "tendencia a cambiar opiniones y preferencias observando lo que otros piensan", aclara Bahrami. Neurocientíficamente tiene sentido: somos animales sociales, y en cierto modo actualizamos nuestras ideas escuchando a los demás. "Nosotros mismos hemos demostrado incluso que somos más fácilmente influenciables cuanta más cantidad de materia gris tenemos en la corteza orbitofrontal lateral del cerebro", explica el investigador. Sin embargo, esta flexibilidad social no nos beneficia a la hora de resolver ciertos problemas en grupo, sino todo lo contrario.ExperimentoLa última prueba de ello la puso sobre la mesa el mes pasado un equipo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Harvard y el Instituto de Santa Fe. En su experimento no trabajaban con bueyes sino con tarros de caramelos. Les pedían a distintos sujetos que dijeran una cifra "a ojo" de cuántas golosinas había en los botes. De esta forma, comprobaron que si a los participantes se les informaba de que otros compañeros habían propuesto cifras mucho más altas que las suyas, casi siempre modificaban su respuesta. Con un desastroso resultado, porque al "rectificar", la media se alejaba de la realidad. El cálculo era mucho más atinado cuando nadie compartía información. Dice Bahador Bahrami que también hay que tener en cuenta que la fiabilidad de la inteligencia grupal depende del tipo de problema que se aborde. "Si el asunto requiere conocimientos expertos, entonces los grupos no lo hacen tan bien; pero si la pregunta es una sobre la que cualquiera tiene alguna noción, aunque sea imperfecta, como por ejemplo '¿cuál es la altura de la Torre Eiffel?', ahí los colectivos son sin duda mucho más listos que los individuos por separado", aclara.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Clubes de violadores

Una profesora me contó una vez cómo, saliendo de una discoteca a pie con una compañera a las afueras de cierto lugar, y yendo solas por el camino hacia la ciudad, se vieron de repente rodeadas por unos siniestros personajes que las llevaron adonde habían aparcado sus coches.

Por suerte, la tal profesora tenía mucho genio y una lengua viperina que consiguió disuadir al menos a uno de ellos de lo que pretendía hacer, porque lo conocía y le dijo que más le valdría que luego la matara porque no iba a quedar impune. Se valió de eso para que se las llevara de allí en su coche. Y bastante le costó que se llevara también con ella a la otra.

Tal vez parezca algo exagerado lo que voy a decir, pero los clubes de violadores podrían ser bastante comunes en España. El caso de "La manada" no me parece excepcional, conociendo lo que sabía y la discreción de las mujeres en esos respectos. En un país donde se viola hasta a las perras y luego se las defenestra por un barranco incluso parece bastante lógico, si es que posee lógica algo tan inanimal como inhumano. Haciendo un asqueroso epigrama de los que suelo, escribí hace tiempo que decir eso de que "cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro" no es misantropía, es bestialismo. Donde tan difícil es crear una asociación para algo bueno para la sociedad entera parece normal crear una para odiar y "joder" a una parte de ella.

Conviene no hacerse excesivas ilusiones sobre nada. Ni siquiera nos queremos "correctamente" a nosotros mismos, porque somos unos entes tan patológicamente inseguros que ni siquiera sabemos quiénes somos, cuanto más qué llegaremos a ser y qué lugar nos está deparado en el mundo.

El sexo nos "liga" tanto como la religión, pero las ligas pueden también atarnos o asfixiarnos (en sentido abstracto, no en el de David Carradine). No solo es una forma placentera de compartir la intimidad; también es una forma de esclavitud, de adicción y de degradación. Pero por lo menos hay algo que sí podemos hacer y podría evitar bastante mal. El sexo heteróclito o caprichoso debería estar regulado y quienes lo ejercen de forma profesional deben sindicarse, pagar impuestos y cumplir las máximas normas de higiene y sanidad, por su bien, el de sus clientes y el de todos. 

lunes, 23 de octubre de 2017

Entrevista a Steven Pinker

UNA ENTREVISTA DE CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO. Steven Pinker: "Los progresistas detestan el progreso", en El Mundo, 23 OCT. 2017 09:59

¿Me da tres minutos para arreglar mi habitación? No vaya a ser que me haya dejado un calcetín tirado por ahí". Espero en un pasillo de un hotel de Londres. Fuera diluvia, claro. De pronto: "¡Todo listo!" Habla un hombre sonriente, melena rizada blanca, entre Camarón abuelo y un angelito. Es uno de los más grandes intelectuales de nuestra época y va rumbo a Bruselas, invitado por Euromind. Cada uno de sus libros es un big bang y en febrero sale el próximo, un alegato en defensa del progreso y la razón.

¿Qué es un pinkeriano?

¿Un pinkeriano?

Sí, un pinkeriano.

Ah. Humm... Pues una persona que suscribe alguna de mis teorías.

¿Pero cuáles? Defínase. ¡Y defíname!

Pues... Acabo de recibir un paper en el que me califican como un liberal hobbesbiano. Pero aún no lo he leído, ¡así que no sé qué quiere decir exactamente! Digamos que soy un defensor de los valores de la Ilustración: la razón, la ciencia, el progreso y el humanismo.

¿Es un optimista condicional?

Soy un optirrealista, término acuñado por el psicólogo Jacques Lecomte. Y un posibilista, como lo entiende Hans Rosling. Yo no profetizo. No digo: cosas buenas van a pasar. Digo: cosas buenas pueden pasar. Y lo digo porque los hechos corroboran el progreso. Por supuesto, pueden suceder desgracias que no anticipamos. Pero los seres humanos tenemos recursos para sobreponernos a ellas. Y lo más probable es que los utilicemos. Es el tema de mi nuevo libro Enlightenment now: The case for reason, science, humanism and progress, que se publicará en febrero. Precisamente hoy me han llegado los primeros ejemplares. ¿Le envío uno?

Sí, por favor. ¿Y en qué se distingue del libro de Matt Ridley, The rational optimist?

El núcleo se solapa con el de Matt. Pero yo me centro en las ideas que han hecho posible el progreso, que identifico claramente con las ideas de la Ilustración. También analizo las fuerzas que niegan el progreso: el nacionalismo, el populismo, la religión, la hostilidad de los intelectuales hacia las ciencias... Y amenazas existenciales, como el terrorismo.

Es su libro más político.

No es un manifiesto ni de izquierdas ni de derechas. Pero sí aborda asuntos políticos.

Parece un manifiesto contra el populismo.

Lo es.

Dice que los valores de la Ilustración necesitan una defensa comprometida, militante. ¿Quiénes son sus principales enemigos?

Para empezar el populismo autoritario, del que un particular líder americano es un moderno avatar.

¿Pero entonces es un libro contra Trump?

Unos me decían: "No puedes escribir sobre el progreso y sus amenazas sin hablar de Trump". Otros: "Tu libro será leído durante décadas. Trump es un bache. No pierdas el tiempo". Creo que el libro mantiene el equilibrio.

Pero la cuestión no es tanto Trump como que Trump tiene votantes. Estamos en Londres. La mayoría de los británicos decidió abandonar la UE, que con todos sus defectos es un espacio de progreso, convivencia y razón.

Sí, la irracionalidad tiene votantes y a veces son mayoría. Pero fíjese en la edad de los votantes de Trump, Brexit y los partidos populistas europeos de los últimos 15 años. La curva es clara: los jóvenes son mucho menos pro-populistas que los viejos. Y, frente a lo comunmente aceptado, la mayoría de la gente conserva las mismas opiniones políticas a lo largo de la vida. De forma que el futuro no será populista. El populismo decaerá a medida que los jóvenes de hoy se hagan mayores y los mayores abandonan este mundo.

¿Pero qué hacemos hoy? ¿Cómo logramos que los jóvenes voten y voten opciones racionales y no populistas?

Yo no soy un estratega político. Lo que hago es ofrecer los datos objetivos y, por tanto, los argumentos para defender un orden de democracia, ley y libertad. Las instituciones democráticas liberales han sido determinantes en el impresionante progreso de la condición humana. Y esto no se dice lo suficiente. La cultura política e intelectual lo oculta.

¿Por qué?

Porque los progresistas detestan el progreso. Hoy lo que define la percepción del mundo son los titulares y las anécdotas en lugar de los datos y las tendencias. Y además hay una equiparación absurda entre el pesimismo y la sofisticación. Los pesimistas son considerados más serios y moralmente superiores. Tienen prestigio intelectual.

¿Por qué?

Lo explicó un escritor económico americano: un pesimista parece que quiere ayudarte; un optimista, venderte algo. A los optimistas nos llaman ingenuos, panglosianos o directamente portavoces de la Cámara de Comercio o de Silicon Valley.

¿Y el pesimismo tiene una base biológica?

En parte, sí. La naturaleza humana tiene un sesgo negativo. Somos especialmente sensibles a la pérdida. Nos interesan más las noticias malas que las buenas. Nos afectan más las críticas de lo que nos animan los elogios. Existen más palabras negativas que positivas. Estamos pendientes de lo que pueda ir mal.

Pero el pesimismo también tiene fundamentos empíricos.

La Segunda Ley de la Termodinámica: una cosa puede ir mal de muchas maneras y bien de pocas. Esto da una oportunidad a los demagogos. Dicen: "Todo va mal, el sistema no tiene remedio, y como no tiene remedio vamos a destruirlo o a drenarlo, y como da igual a quién votes, vótame a mí". Pero yo insisto en la responsabilidad de las élites intelectuales. Éstas compiten por influencia y autoridad moral. Y nada otorga más prestigio que señalar desde fuera del poder todo lo que el poder hace mal. El intelectual siempre se siente superior al político, el economista o el funcionario.

Es una explicación un poco cínica.

Lo parece. Hay otro factor que contribuye al pesimismo colectivo: la ilusión cognitiva. Las cosas malas suelen ocurrir de golpe: un atentado, por ejemplo. En cambio, las cosas buenas, como el aumento de la esperanza de vida o el descenso en la criminalidad, se producen lentamente, porcentaje a porcentaje.

Se lo he oído decir: "Nunca hay un jueves de marzo que merezca un gran titular".

Así es. Esto se vincula con un rasgo de la naturaleza humana descubierto por Daniel Kahneman y Amos Tversky: la disponibilidad heurística. Los humanos valoramos el riesgo en función de recuerdos que nos vienen fácilmente a la mente. Recordamos las imágenes de los años 70, de niños africanos con sus barrigas hinchadas. Pero no tenemos imágenes de un niño africano desayunando, yendo al colegio, regresando a casa, un día tras otro. Lo mismo ocurre con el terrorismo. Las imágenes distorsionan nuestra percepción de la amenaza.

Su libro aborda la desigualdad, asunto especialmente querido por los populistas. Entiendo que discrepa de las tesis de Piketty.

Sí, yo creo que la desigualdad no es un elemento determinante del bienestar. Lo que es determinante es la pobreza. La cuestión no es si todos tenemos lo mismo, sino si todos tenemos lo suficiente. Siempre puedes lograr que una sociedad sea más igualitaria quemando la riqueza de la mitad más rica de la población. Pero eso no convierte a la otra mitad en más próspera. Históricamente, las fuerzas más eficaces en la generación de igualdad económica han sido las guerras, las epidemias, el colapso del Estado y las revoluciones violentas.

Pero la Historia es materia de olvido.

Siempre he puesto el énfasis en las ciencias. Pero ahora también lo hago en la Historia. La gente olvida los horribles hechos del pasado. Hay que recordar de dónde venimos. Y no me refiero a siglos atrás. Los índices de terrorismo en Europa occidental eran mucho mayores en los años 70 y 80 que ahora. E incluyo los ataques del ISIS. Hay que recordar los pubs de Cardiff arrasados por el IRA. Los cien asesinatos anuales de ETA. Ahora hay atentados del ISIS, pero matan a menos personas que entonces. Lo mismo ocurre con las guerras.

¿Y cuál es la explicación del estado de malestar de la juventud? ¿Es la cara b del estado del bienestar?

En parte. En mi libro reproduzco un monólogo del comediante americano Louis C.K., en el que dice: "¿Te quejas de que tu avión se ha retrasado 40 minutos? ¿Lo calificas como el peor día de tu vida? ¿Y luego qué ocurrió? ¿Te pusiste a volar por el aire como un pájaro? ¿Estabas sentado en medio del cielo, como un dios griego? ¿Y luego qué? ¿Tu avión aterrizó suavemente gracias a unas ruedas que ni siquiera sabes cómo se inflaron?" Damos por hecho las comodidades de presente como si fueran inevitables. No lo son.

Todo parte, entonces, de una incomprensión básica del estado natural de las cosas

Por eso empiezo el libro con un capítulo que se titula: Entro, Evo, Info. Entropía, Evolución, Información. El estado natural del universo es que la cosas se caigan a pedazos. No podemos esperar facilidades, suficiente comida, casas cómodas. Al contrario: miseria y caos. Tampoco la misión de la evolución es convertirnos en hombres y mujeres felices. Lo natural es una lucha entre organismos: unos queremos comernos a otros; otros quieren evitar ser comidos, y los terceros -las enfermedades- quieren matarnos a todos. Lo increíble es que hayamos logrado prosperar mediante la aplicación acumulada del ingenio humano. Pero la gente quiere creer que la riqueza y la felicidad son el estado natural de las cosas. Y cuando no las obtienen buscan culpables.

Como los niños.

Exactamente. Es un impulso infantil.

Usted describe un mundo adulto, del que se deriva una política adulta. Si no hay culpables, el responsable soy yo: mis genes, mis dones, mis decisiones. Este concepto de responsabilidad no está de moda.

No lo había formulado así. Pero el concepto de política adulta me gusta y coincide con el texto fundacional de la Ilustración -¿Qué es la Ilustración?- en el que Kant escribió: "La Ilustración es la emergencia del hombre de su autoimpuesta inmadurez".

Ha dicho que el progreso no es inevitable. ¿Por qué? El conocimiento es acumulativo.

Puede haber horribles retrocesos: guerras, epidemias como el Sida... El progreso no es una ley del universo. Pero cuanto mejor entendamos el universo mejor equipados estaremos para procurar el bien de la humanidad. Esa gran frase de Chéjov: «El hombre será mejor cuando le enseñes cómo es». La ciencia, la razón y el humanismo no nos vienen dados de fábrica. Pero están sus semillas. Tenemos la capacidad para la simpatía y la compasión. Por defecto, sólo las extendemos al círculo de familiares y amigos. Una de las innovaciones de la Ilustración fue precisamente coger esa nuez de simpatía y extenderla a toda la humanidad.

Esta simpatía restringida se exhibe ante un atentado o accidente. Inmediatamente pensamos: ¿ha muerto uno de los míos? Y luego: ¿ha muerto un español? En su caso, un canadiense, supongo. Es el llamado "kilómetro sentimental"..

Kilómetro sentimental! Formidable. Sucede con el debate sobre una posible guerra en la península coreana. Incluso sin un ataque nuclear, podrían morir millones de personas. "¡Incluyendo a 40.000 americanos!", dicen.

Describe usted una sociedad con dos capas. Unos expertos que toman decisiones racionales en aras del bien común, frente a una sociedad parcialmente arrastrada por sus pasiones. ¿No es una visión maniquea, injusta?

Tiene que haber una hipocresía benigna. El Gobierno tiene que estar dirigido por expertos y al mismo tiempo ser capaz de responder a los intereses de los ciudadanos. Los votantes deben sentir que ellos guían la política, aunque lo hagan otros por delegación. En todo caso, antes de abandonar toda esperanza y decir que las masas son irracionales y punto, hay que fijarse en una circunstancia. Existe un proceso, que aún no entendemos bien, en el que los argumentos racionales de las élites devienen mainstream. Son asumidas por todos. Un ejemplo es la criminalización de la homosexualidad o el propio matrimonio gay. Ha dejado de ser un asunto polémico. Lo mismo ocurrió con la segregación racial. O con el derecho de las mujeres a trabajar fuera de casa. Es un proceso viral, que afecta a toda la población. Y una gran esperanza para el progreso.

¿La xenofobia es una tara natural?

Sí, el hombre es por naturaleza xenófobo. En Estados Unidos, sin embargo, el auge xenófobo contra el que tantos alertaban como consecuencia de los ataques islamistas no se ha producido. No sé en Europa.

En España lo que hay es xenofobia contra los étnica, jurídica y culturalmente iguales.

¿Catalanes contra castellanos?

Nacionalistas catalanes contra el resto de españoles, incluidos los catalanes no nacionalistas. En su libro usted señala al nacionalismo como uno de los enemigos de la democracia liberal y del progreso. Sin embargo, el 1 de octubre escribió un tuit elogiando un artículo publicado en The Atlantic. Decía: «España debe aprender de Canadá: los referéndums reducen la tensión. El separatismo está muerto sin violencia». Compara el referéndum legal de Quebec con el ilegal de Cataluña. Y sobre todo ignora que el referéndum catalán ataca los derechos de los 48 millones de españoles a decidir sus fronteras, su ciudadanía, su futuro.

¡Esto debería enseñarme a no disparar tuits sin educarme a fondo sobre la materia! Estaba respondiendo desde la inquietud ante la detención de personas por actividades no violentas. Esto choca con el principio de libertad de expresión. Y tiende a generar más oposición, por comparación con las políticas más blandas y pacientes. Pero yo me opuse a la independencia de Quebec y desde luego me opongo al tipo de nacionalismo que cree que el Estado es un avatar de un alma étnica, religiosa, lingüística o racial, y que un grupo étnico sólo puede prosperar si tiene su propio Estado-nación. El mundo tiene más de 5.000 grupos étnicos o culturales, y no todos pueden tener estados. Además, la gente se mueve y se mezcla, así que no hay nada como un estado étnicamente homogéneo salvo que haya una limpieza étnica violenta. Un estado debe basarse en un contrato social entre personas que ocupan un territorio, no en una identidad étnica. Esa idea es el gran regalo de los Estados Unidos al mundo. Estados multiétnicos son la regla, no la excepción.

La crisis de Cataluña ejemplifica la tesis de su libro sobre el vínculo entre los valores de la Ilustración y el progreso. En los últimos días más de 800 empresas se han marchado, empujadas por la tensión social y la inseguridad jurídica generadas por el separatismo.

Algo similar ocurrió en Quebec en los años 70. Empresas se fueron en masa. Yo también me marché. Mi generación se marchó. Yo fui al colegio en Montreal y nuestra reunión de ex alumnos fue en Toronto. Por otra parte, no sé cuál será el futuro de Cataluña, pero en Quebec sufrimos algo de terrorismo a principios de los 70, un muerto, pero luego nada. La gente se irrita. Hay tensión. Malos sentimientos. Pero por oposición a las guerras secesionistas o el terrorismo, al final Quebec fue bastante civilizado. De momento no hay terrorismo en Cataluña...

Lo hubo, brevemente, a finales de los 70. En todo caso, el separatismo es violento por definición. Violenta la convivencia, la razón y, en el caso catalán, también la ley. Sin embargo, a ojos del resto del mundo, a veces logra parecer racional. Esto también tiene que ver con su libro. Le daré un ejemplo: el Estado español tuvo que usar su fuerza legítima para evitar el referéndum ilegal catalán. The Guardian y otros medios han reconocido que muchas de las imágenes publicadas de la presunta represión policial eran falsas. Pero ya era tarde. Líderes e intelectuales de medio mundo criticaron a España por su presunto autoritarismo. ¿Cómo se defiende la democracia en tiempos posmodernos, tan hipersensibles a la imagen y tan vulnerables a la mentira?

Esto es un asunto agónico en el corazón del propio concepto del Estado, y no hay una respuesta definitiva ni algorítmica. Desde luego la verdad está por encima de todo lo demás. Y tanto la prensa como los gobiernos deben estar sometidos a los más altos estándares de objetividad y exactitud. Por otra parte, el Estado debe utilizar la menor violencia posible, salvo para prevenir una violencia o un daño mayor. En mi opinión, esto es casi una definición de la democracia. Dónde trazar la línea, cuando la propia democracia está amenazada, es un problema extraordinariamente difícil. La violencia del Estado debe ser el último recurso. Aunque a veces uno tiene que usar el último recurso.

¿Y cómo se combate el nacionalismo? ¿Cómo se convence a millones de ciudadanos de que vuelvan a la razón? ¿Cómo se les explica que vivimos en la época más próspera y libre de cuantas se hayan conocido?

Para hacer que las masas asuman criterios racionales hacen falta políticos inteligentes con mensajes eficaces. Hay que dirigirse a la gente que sí escucha argumentos. Demostrarles con datos objetivos que las cosas van bien, sobre todo comparado con el trasfondo de caos y miseria que es nuestro estado natural. No vayamos a arruinarlo todo. Intentemos mejorarlo. Como hicimos en el pasado. Sabemos que el nacionalismo en general es atávico, arcaico y condujo a dos guerras mundiales. El orgullo nacional no es incompatible con la cooperación internacional. Tenemos sentimientos tribales, pero somos de muchas tribus.

Tony Judt definió bien el carácter múltiple de la identidad. Somos "edge people" , dijo.

No conozco el artículo de Judt. Envíemelo, por favor. Los demagogos y muchos intelectuales insisten en que las personas sólo tenemos una identidad. No es cierto. La psicología humana admite muchas identidades solapadas... Lo cierto es que el papel de los intelectuales ante el nacionalismo es deprimente.

¿Por simplificadores?

No tanto. El problema es que reúnen todos sus recursos intelectuales para empujar una idea hasta el extremo. En el libro analizo la triste historia de los intelectuales que han servido a déspotas totalitarios. Mark Lilla también ha escrito sobre el tema en The Reckless Mind. Pero el primero en señalar este fenómeno fue Julien Benda en La traición de los intelectuales. No hay un solo dictador del siglo XX que no haya contado con una corte de intelectuales.

En una conferencia, le oí citar la frase que Isaiah Berlín tomó prestada de Kant: el fuste torcido de la humanidad. ¿Es posible emocionar desde la razón? Inténtelo.

No tengo talento oratorio, pero lo intentaré: Creo que debemos comprender que hemos nacido en un universo sin piedad. Somos fuste torcido. Tenemos cantidad de defectos. El proceso que nos engendró no tenía un interés benévolo en nuestra felicidad. Pero fuimos dotados de algunos dones que nos han dado la oportunidad de redención. Tenemos la capacidad de empatía y compasión. Nuestras mentes nos permiten tener pensamientos sobre nuestros pensamientos. Tenemos la capacidad del lenguaje: podemos acumular nuestras ideas y compartirlas. Y al expandirse nuestra simpatía y al acumularse los frutos de nuestro ingenio colectivo podemos lograr pequeñas victorias frente a las fuerzas que nos oprimen. Si prestamos atención al estado del mundo, veremos que hemos logrado estas pequeñas victorias. Y como no hay límite al ingenio humano, no hay límite a las mejoras que podemos prever. Esto no significa que tendremos un mundo perfecto. No puede haberlo porque no somos idénticos. Ese es el gran hallazgo de Berlín: el mejor mundo al que podemos aspirar acepta un compromiso entre intereses y valores. Podrá inquietarnos que el mundo nunca vaya a ser perfecto, pero lo cierto es que existe un inmenso margen para el progreso. Hay fuerzas que naturalmente empujan en esa dirección. Cuando tenemos más conocimiento, nos conectamos más. Al expandirse el círculo de conexión, gentes de diversas culturas se juntan en defensa de intereses comunes. Llaman a priorizar el progreso humano porque tienen en común su humanidad. Y porque a pesar de todas las discrepancias culturales o nacionales, hay un fundamento básico de intereses comunes. Todos coincidimos en que la vida es mejor que la muerte. En que la salud es mejor que la enfermedad. En que la prosperidad es mejor que la pobreza. En que la seguridad es mejor que el peligro. En que la paz es mejor que guerra. Y en que el conocimiento es mejor que la superstición o la ignorancia.

Su alegato dibuja una nueva política. Una política que puede ser compartida por todos los que creen en los valores de la Ilustración y el progreso frente a quienes los atacan: los nacionalistas, los populistas, los identitaristas...

Los gendarmes de la corrección política...

Lo que quiero decir es que, al escucharle, pienso que no sólo hay margen para el progreso, sino también para un nuevo consenso. ¿Eso no debería llevarnos a rediseñar las fronteras ideológicas tradicionales? En vez de izquierda y derecha, ilustrados y reaccionarios.

Sí, o como leí precisamente ayer: upwing y downwing.

Hablemos de los medios. Tenemos un ecosistema mediático fragmentado y polarizado, en el que proliferan las noticias falsas. ¿Cómo afecta esto a la capacidad de los votantes para tomar decisiones racionales y sensatas?

Ya había mucha desinformación en los viejos días de los periódicos de papel. Los hechos que desembocaron en la Primera Guerra Mundial, en Vietnam, en la Guerra de Irak... Muchos intelectuales creían que la Unión Soviética de Stalin o la China de Mao eran éxitos. Teorías conspirativas, rumores virales, fake news y libelos como los Protocolos de los sabios de Sion son propios de todas las épocas.

Pero entonces en la lucha contra la mentira no progresamos.

Hoy tenemos nuevos desafíos, pero también nuevos instrumentos para abordarlos: webs dedicadas al fact-checking, como Snopes o Politifact, o el milagroso Wikipedia. Dicho esto, es crucial que los periodistas dejen de utilizar el corrosivo posverdad, que sugiere que la precisión es imposible y que el único arma contra la demagogia es más demagogia.

¿Cuánto nos importa que nos mientan?

No nos gusta que nos mientan. Pero la gente relaja sus estándares de exigencia, a veces a cero, cuando se trata de afirmaciones que refuerzan la virtud de su grupo y demonizan a sus enemigos. Estas afirmaciones han sido calificadas como "mentiras azules", un juego sobre la expresión "mentiras blancas". El objetivo de las mentiras blancas es adular al individuo. El de las mentiras azules, al grupo. Y las mentiras azules gustan.

¿Y esa vieja falacia periodística: "la verdad objetiva no existe, sólo hay versiones"?

Existe un acuerdo paradójico y perverso entre los ideólogos trumpianos de los hechos alternativos y los posmodernistas de la extrema izquierda. Afortunadamente, la izquierda posmoderna no tiene ningún prestigio entre la gente. Sin embargo, su influencia en el mundo intelectual sigue siendo notable.

De nuevo, los reaccionarios se tocan.

Kellyanne Conway parece una intello francesa de los 70. Trump, ¡la encarnación de Derrida! Pero hay movimientos en la buena dirección. Los periódicos todavía conservan un cierto prestigio. Y empieza a haber profesionales dispuestos a desafiar la vieja idea de que sólo las malas noticias son periodismo serio.

Tiene usted un gráfico que muestra que las noticias son cada vez más negativas a pesar de que el mundo va cada vez mejor.

Como dijo Max Roser, los periódicos podrían titular: "37.000 personas salieron de la pobreza ayer, y cada día de los últimos 30 años". Pero jamás lo hacen. El resultado es que la gente cree que la pobreza mundial ha crecido cuando ha caído de forma drástica.

¿Promueve usted un periodismo positivo?

Llamémoslo periodismo constructivo o periodismo de soluciones. Dos de sus promotores son David Bornstein y Tina Rosenberg, y su columna Fixes en The New York Times tiene cada vez más seguidores.

Vender periódicos con noticias positivas: un verdadero desafío comercial.

Hay una demanda real para un periodismo constructivo y de calidad. Evidentemente, no puedes decir: "Oye, te voy a contar buenas noticias". Pero hay otro criterio que sí funciona y que es propio del periodismo: la rendición de cuentas. Si quieres que los poderosos rindan cuentas no puedes señalar sólo lo malo, porque eso les permite decir: como nada tiene remedio, da igual lo que hagamos. En cambio, si señalas las políticas que sí funcionan, entonces puedes denunciar con credibilidad todo aquello que va mal. Es tácticamente inteligente y además refleja mejor la realidad. Y la realidad es que el mundo no deja de progresar.

jueves, 10 de agosto de 2017

Entrevista al juez de menores Emilio Calatayud, de Ciudad Real

Helena de la Casa Huertas, "El Juez Calatayud: «De un niño dictador, que hace lo que le da la gana, a los malos tratos hay un paso» El magistrado de menores de Granada comenta sus preocupaciones y la evolución de los delitos en los jóvenes a raíz de las nuevas tecnologías a ABC, en Abc, 9-VIII-2017:

Lo primero que hace el popular Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud nada más llegar a los juzgados es sentarse durante unos minutos en su despacho para reflexionar antes de empezar la jornada laboral. Una pequeña habitación llena de regalos de los niños del Centro de Menores «Tierras de Oria».

Calatayud es conocido por sus sentencias ejemplares a los menores de edad. Sus preferidas: obligar a aprobar la ESO y a aprender a leer, puesto que afirma que hay «mucho analfabeto». Sus 37 años de experencia le permiten saber los perfiles más frecuentes de los niños que comenten delitos aunque confiesa que, con la aparición de las nuevas tecnologías, están cambiando.

El ciudadrealeño, uno de los jueces más mediáticos de la justicia española, habla con ABC de su trayectoria profesional, de sus preocupaciones y de la evolución de los infracciones de los jóvenes.

¿Alguna vez le han llegado a su WhatsApp sus propios vídeos?

Sí, sí me han llegado vídeos, me hacen gracia porque son trozos de conferencias que la gente graba y luego los cuelga en la red. La verdad es que es una satisfacción que la gente los vea, pero como son charlas que vengo haciendo hace mucho tiempo, me sorprende la repercusión que tienen. Yo soy el primer sorprendido del éxito de esos WhatsApp.

¿Cómo quiere ser recordado?

Me gustaría que me recordasen como un buen padre, un buen amigo y como juez, que hizo lo que pudo para hacer su trabajo lo mejor que supo. Creo que hay ser buena persona tanto en el ámbito personal como profesional. No estaría mal: Hizo lo que pudo.

¿Le gustaría que siguieran su legado?

Yo no tengo legado, yo aplico la ley, hay muchos jueces que hacen exactamente lo mismo que yo, lo que pasa es que a veces les da miedo a hablar y yo cometí la ventaja o el inconveniente de hablar en su día y entonces han creado un personaje. Yo soy un producto de los medios. Cometí la imprudencia de hablar en un momento dado y han creado un personaje.
¿Ahora se arrepiente?

No, a lo mejor fue una equivocación pero no me arrepiento, a lo hecho pecho. En aquella época era conveniente decir en qué consistía la nueva justicia de menores, cómo funcionaba, quiénes éramos y ahora mismo se conoce gracias a esa época y me tocó a mí como podría haberle tocado a otro compañero.

¿En sus vacaciones ha recibido llamadas para seguir algún caso o aconsejar a algún joven?

El teléfono personal no lo doy pero cuando voy andando por algún lado se me suelen acercar. Ahora que he estado en Capileira (Alpujarra), algún padre o chaval que me ha visto ha venido a hablar conmigo. Por suerte o por desgracia con el Whatsapp me conoce mucha gente y se acercan si tienen alguna duda. Para mí es una satisfacción, mi trabajo es juez y lo comprendo. Procuro ir por sitios que más o menos estén tranquilos.

¿Cuáles son las consultas más frecuentes?

Qué puedo hacer con mi hijo, qué a haría con tal tema, o mi hijo está fumando porros o está abandonando la escuela, las malas compañías… Lo típico.

¿Cuál fue su primera sentencia?

El primer caso gordo que tuve fue en el año 1988, no había juicios ni nada, fueron dos hermanos, tenían 12 y 14 años, que mataron a su padre y lo emparedaron. Nos dimos cuenta que lo habían matado al cabo de los meses porque hicieron mal el tabique y en verano no veas cómo olía la vivienda, por eso nos dimos cuenta. Te impresiona cuando los autores tienen esa edad y a partir de entonces ya vi de todo. Ya he celebrado 36 o 37 juicios de asesinatos u homicidios de menores y he visto todo. Lo más desagradable es cuando las víctimas son pequeñas.

Ese fue el primer juicio gordo y de las primeras sentencias que dicté duras, claro era una privación de libertad gorda para esos dos chavales. En aquella época era internamiento y no había más, porque estaban empezando a funcionar los centros de internamiento con arreglo a la nueva ley, entonces después esa gente salió para adelante. Hace mucho que ya no sé nada de ellos.

¿Por qué pensó en esa opción en vez de las tradicionales sanciones?

La primera sentencia que puse fue en el año 1989-90 a un chaval que en un control de alcoholemia a la salida de una discoteca y lo pillaron. Este chaval no tuvo ningún accidente ni nada y cometió un delito de seguridad de tráfico, entonces yo pensé que mejor que encerrarlo, era que viese las consecuencias de conducir un ciclomotor bajo la influencia de bebidas alcohólicas. Hablé con el Hospital de Traumatología para ver si podía enviar a chavales allí y lo mandé. Aunque lo primero que hice fue llamar a la Guardia Civil para decirles que me parecía muy bien que hiciesen controles pero lo que tenían que haber hecho era denunciar a la discoteca por vender alcohol a menores, que este menor iba a pagar pero ellos también.

En otro caso, hablé con un panadero amigo mío para que un chaval hiciese servicio de la comunidad en la panadería porque antes no había convenios, era por favores personales. Y el más conocido fue el de un chaval que mandé a aprender a leer, lo tenía encerrado pero era muy listo, muy listo, así que le dije que «en cuanto aprendas a leer y a escribir te suelto». Al mes salió.
El chaval era un fenómeno en robar en el Centro Comercial Continente los aparatos de vídeos que eran muy grandes y estando allí, me dijo una cosa que siempre me marcó: «Don Emilio por qué no me condena a aprender a leer, sé que voy a terminar en prisión y si usted me condena a leer y escribir me va a abrir una ventana a la libertad». Entonces siempre que puedo y me entero que un chaval no sabe leer, escribir o no tiene la ESO, lo condeno a que aprendan porque es verdad que la educación y la cultura abren una ventana a la libertad y a la felicidad.

En aquella época y lo sigo diciendo, entendía que había muchas formas de reparar el delito sin necesidad de la privación de libertad, en función del delito y circunstancias de cada uno de los chavales pues había que buscar evitar el internamiento si era lo mejor. Entonces empecé a poner medidas de esas, al principio no había nada y hablé con amigos, profesionales, poquito a poquito hasta que participó la administración y el ayuntamiento, así empezamos.

¿Cree que existe un problema de analfabetismo entre los jóvenes?

Hay mucho analfabeto y es la sentencia que más me duele poner, es obligar a un chaval a sacarse la ESO cuando estamos en un país en el que ese nivel de estudios es obligatorio. Es una vergüenza que los chavales abandonen la escuela con 14, 15 y 16 años y es una vergüenza que se aprueben los cursos por ministerio de la ley. Yo compruebo todos los días que hay mucho analfabeto y muchos que saben juntar las letras pero no saben lo que significan las letras juntas. Es una pena. Y me da pena que se aprueben los cursos por ley sin tener una formación. No comprendo cómo los políticos no se hacen un pacto por una ley educativa que dure una generación y no una legislatura, y que la misma se premie el esfuerzo y el trabajo duro.

¿Por qué existe este problema?

Los padres no tienen autoridad, se ha banalizado todo y no existe voluntad política de fomentar el esfuerzo, aquí se no están igualando por la ley del mínimo esfuerzo y no, nos hemos equivocado a nivel político.

¿Cree que sus sentencias rehabilitan de verdad a los jóvenes?

Hombre, se les da una oportunidad. El debate de la reinserción es que no puede haber ningún menor que pase por la justicia de menores y diga que no se le ha dado la posibilidad, otra cosa es que no la aproveche. Pero la verdad es que sale mucha gente para adelante porque le ley funciona y por una razón muy sencilla, el 80% de los chavales que nosotros juzgamos cometen delitos pero no son delincuentes. Todos hemos cometido tonterías, lo que pasa es que hoy en día todo son delitos.
De modo que ese 80% de los chavales nosotros lo único que hacemos es acompañarlos a madurar, la vida delictiva de un individuo comienza a los 12 años o 13, sube hasta los 18-20 y luego baja, entonces lo que hacemos es ayudarlos a madurar. Ese 80% de chavales salen para adelante. Luego tenemos un 10% que es carne de cañón, influye donde han nacido, circunstancias, genética o quiénes son tus padres. Y otro 10 por ciento que es trabajable y que depende del momento, la mitad sale para adelante.

Estamos evitando que el 85% de chavales que pasan por la justicia de menores acaben en la justicia de mayores. Son buena gente, cometen equivocaciones pero ya está. La diferencia es que muchos las cometemos pero no nos han pillado.

¿Quién comete un delito es un delincuente?

No, quien comete un delito o dos no es un delincuente. Gracias a Dios cometen equivocaciones que tienen perfil de delito pero no lo son. Ahora, eso sí, hay un 10% que tiene perfil de delincuente y son carne de cañón. Hay chavales que los ves y dices con este no hay nada que hacer. Es una pena pero así está el sistema.

¿Cuál es el caso del que se siente más orgulloso?

Muchos, normalmente son chavales que con el tiempo te saludan y te dan las gracias por haberlos condenado e incluso encerrado. Lo que más me satisface es cuando la condena es hacer la ESO y la aprueban, e incluso hacen una carrera o módulo de formación profesional y están trabajando.

Hace unos meses me encontré con un joven de unos treinta años que me paró por la calle. Lo condené a hacer una redacción de unos doscientos folios por las dos caras a mano porque llevaba varios robos y me dijo: «¿no se acuerda de mí? usted me condenó». Así que le pregunté cómo le iba y ahora es bombero. Que la gente te salude por la calle al cabo de los años es una satisfacción muy grande.

Desde sus inicios ¿ha observado una evolución en los delitos de los jóvenes?

Antes cuando yo empecé en el año 1987-1988 me llegaban muchos chavales de clase marginal y ahora gracias a Dios se han equiparado las clases sociales. En función del delito tenemos un perfil. Por ejemplo:

- Casos de maltratos de hijos a los padres: clase media-alta

- Ciberacoso: clase media-alta

- Acoso sexual: de todo tipo

- Robos: de todo tipo

Ya no hay distinción de clases sociales, aunque hay más casos de chicos 75% frente a chicas, el 25%, pero en violencia familiar y acoso escolar se equiparan. Eso sí, es verdad que la niña que sale dura, aunque es menos frecuente, es muy dura. Pata negra, eh porque son mucho más listas.

Las nuevas tecnologías están variando el perfil de los chavales, existe mucha incultura. Saben manejar los móviles pero no son conscientes de que al publicar una foto o un insulto, las consecuencias son muchísimo mayores a que cuando tú le dices a una persona que es un tal, que queda entre él y tú o un grupo de personas. Ahora queda entre 15.000 o 20.000 personas y los daños morales son tremendos.

¿Está empeorando esta situación?

La cosa va a peor porque, además, hay un tema que me preocupa mucho, la adicción a las nuevas tecnologías. Mayores y menores están muy enganchados al móvil, tablet, etc.. yo por ejemplo estoy llamando la atención a amigos míos. Yo soy fumador y nunca se me ha ocurrido darle a mi hijo un cigarro cuando tenía un año o dos años y estoy harto de ver a padres que están tomando una cerveza y para que el niño no les dé el coñazo les suelta un móvil o una tablet para que jueguen. Es lo mismo que si le das un cigarro y eso nos está creando muchos problemas de adicción al móvil y eso conlleva consigo consecuencia delictivas y de salud mental.

¿Cómo son los primeros indicios de un hijo maltratador?

Todo es cuestión de educación y respecto, cuando una criatura con 8 o 9 años empieza en la casa a hacer lo que le da la gana y si no lo consigue, empieza a dar golpes o gritar, ese niño al final si los padres no lo paran se puede convertir en un niño dictador, en el sheriff de la casa. De ahí a malos tratos hay un paso muy corto. Hay que volver al principio de autoridad de los padres y sobre todo el respecto.

¿Cómo afecta la separación de los padres a la actitud de los menores?

A veces los chavales lo pasan mal, incluso tienen comportamientos delictivos para llamar la atención sobre el matrimonio. Lo que sí se nota mucho es tanto la manipulación de los chavales como la manipulación de los cónyuges con el chaval para hacer la puñeta al otro cónyuge. Lo pasan mal y a veces tiene consecuencias, en ocasiones tenemos que quitarlos de en medio porque están con: «ahora estoy con mamá, porque me conviene ahora me voy con papá», y tenemos que meterlos en internados o pisos de convivencia. Lo triste es que no somos capaces todavía por mucha democracia de llevar separaciones amistosas.

Hemos notado que padre maltratador de su mujer que se separa, es frecuente que los chicos copien el comportamiento hacia la madre y su pareja. Estamos teniendo problemas entre parejillas de jóvenes, es problema de educación, son auténticos maltratadores por ambos lados. Han aumentado las denuncias. Las cuestiones de las parejas que hoy se quieren, luego se pegan, luego se acuestan, vuelven a odiarse, cuelgan fotos para hacerle la puñeta a la novia, hay mucho.

¿Hasta cuándo los hijos deben obedecer a sus padres?

Hasta que se mueran. No hay que obedecer, pero respetar siempre. Un padre educa hasta el mismo día que se muere. Siempre vas a querer más y respetar más a tus padres cuando eres padre, entonces se valora lo que han hecho aunque se hayan equivocado. El cariño hacia los padres va en aumento. Hay que respetarlos y seguir sus consejos, al menos pensarlos.

¿Hasta cuándo y en qué circunstancias cree que los padres deben mantener a los hijos?

Hasta que estén en condiciones de ser independientes pero siempre dentro de unos límites, es decir, no soy partidario del ni ni. Si yo tengo un chaval que se está esforzando, que está buscando trabajo, está estudiando, etc me parece muy bien que esté conmigo; pero ahora el tío que tiene su trabajo y está viviendo a mi costa no. O el tío que va a cenar y no quiere estudiar ni buscar trabajo y está viviendo a mi costa no. El sentido común.

¿Un joven de 18 años hoy día se puede considerar que realmente es adulto?

Son muy inmaduros pero la ley es la ley y dice que es mayor de edad a los 18 años. Entonces son mayores de edad para lo bueno y para lo malo, así que les digo tú mismo, tú verás. Objetivamente son más niños que hace unos años pero hay que poner unos límites. Son más inmaduros que antes porque no se han educado en responsabilidad. Ahora mismo son más guapos, más altos, pero más inmaduros, porque no se les ha dado las responsabilidades. Con 18 son niños todavía.

¿Qué opina cuando ve a un grupo de jóvenes sentados y cada uno está utilizando sus respectivos móviles?

No están disfrutando de la reunión, están con otros colegas. Son tontos cada cosa tiene su momento. Ya empieza a existir hoteles que prohíben el uso de los móviles, gracias a Dios. Hay que disfrutar del momento.

A pesar de los años, el Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, sigue manteniendo su actitud de bonachón, dicharachero, campechano y cercano. Así es el uno de los magistrados más mediáticos de la justicia española.

Pasa los días en su pequeño despacho, en el que guarda como si fuera un tesoro todos los regalos que le hacen cada año los niños del Centro de Menores «Tierras de Oria», coincidiendo con el día de su cumpleaños y con la celebración de la lotería de Navidad. Un busto de él mismo hecho de cerámica, es uno de los presentes que más relucen en su particular morada. Este es el lugar al que acude cada mañana y en el que se toma unos minutos de reflexión antes de empezar su jornada laboral y condenar a los menores con sus sentencias ejemplares. La que más le gusta: obligar a los menores a sacarse la ESO. Una imagen que es recordada a todos los que recorren los pasillos del juzgado antes de encontrarse con la puerta del magistrado. Dos carocas, unas caricaturas populares que se exhiben durante la Feria de Corpus de Granada, en las que aparece el juez con unos divertidos mensajes aludiendo a sus sentencias mientras corta el pelo a uno de los menores o les enseña a aprender a leer.

Calatayud, el cuarto de siete hermanos, nació en Ciudad Real en 1955 y fue un «chico muy normal que hacía las gamberradas propias de la edad y mal estudiante». Su paso por el colegio no fue muy alentador, suspendió ocho en quinto de Bachillerato y su padre lo envío con 13 años al internado de San José de Campillos (Málaga). Dos meses «muy duros» en los que solamente vio el sol, una hora y media en todo el verano porque eran las fiestas del pueblo. Lo único que hacía allí: «estudiar y fumar a escondidas». Una táctica de su padre que le valió para aprobar en septiembre.

Una alegría que solamente duró unos meses pues al curso siguiente volvió a suspender cuatro. Momento en el que su padre le hizo la pregunta definitiva. «Estudias o trabajas, tú verás». Desde entonces, decidió que su objetivo era «hacer unas oposiciones para tener un sueldo fijo» y así lo hizo, aunque asegura que nunca ha sido «un buen estudiante», pero se ha juntado con «buena gente». Estudió ICADE, una carrera que combinaba derecho y empresariales, pero no sabía a lo que quería dedicarse, «la vocación es para los frailes». Al final tras ejercer en Canarias y Granada, se especializó como juez de menores.

Una trayectoria que gracias a sus 37 años de experiencia, sus sentencias rehabilitadoras y sus ocho publicaciones, le han llevado a convertirse en unos de los jueces más conocidos.