Mostrando entradas con la etiqueta Sociedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sociedad. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de noviembre de 2025

Entrevista al cineasta Costa-Gavras

 Costa-Gavras: “Lo siento, pero Trump es la personalidad que mejor define nuestra época”, en El País, por Miquel Echarri, 30 nov 2025:

Lleva seis décadas retratando con su cine las convulsiones sociales y políticas del mundo. Lo que ve hoy tampoco le gusta, pero asegura mantener la esperanza en el ser humano.

Costa-Gavras lleva más de seis décadas resistiéndose a los finales felices. Lo ha hecho en su cine, una brillante escuela de estoicismo y melancolía: “Todas las historias acaban mal”, concede el cineasta griego, “porque incluso nuestros éxitos más rotundos acabarán siendo derrotados por el tiempo, que es un enemigo formidable. El happy end del cine estadounidense, además de una convención narrativa, es una gran mentira que nos infantiliza y pretende aportarnos un falso consuelo. Yo me he resistido a esa lógica empobrecedora en mis películas. Pero tampoco soy un nihilista, no pretendo deprimir a mis espectadores. Siempre intento dejarle un resquicio a la esperanza. Creo que los esfuerzos humanos, los actos de dignidad y de valentía, no son estériles. La vida es una lucha, y cada nuevo día nos ofrece la oportunidad de seguir luchando”.

Estas palabras adquieren un cierto dramatismo cuando las pronuncia un hombre de 92 años, inquilino, según nos dice él mismo, de un barrio muy cercano a la muerte. Pero Konstantinos Gavras, Costa-Gavras, nacido en la Arcadia griega en 1933, las pronuncia con aire festivo. Para él, estar sentado en la sala de los tapices del Alcázar de Sevilla posando para las fotos y charlando con un periodista es “un raro privilegio”, porque le llega en un momento de la vida en el que ya no tiene expectativas y, por tanto, disfruta “del instante, de la extraordinaria aventura de estar vivo”.

Hoy ha sobrevolado una ciudad “magnífica” como Sevilla, ha visto desde el avión los cultivos de la vera del Guadalquivir y a esos abnegados agricultores que le parecen “soldados en la trinchera contra el cambio climático”. Contempla los tapices de la conquista de Túnez y encuentra en ellos “el cine de la época, una forma de arte que pretendía ser popular y a la vez mostrar el mundo en toda su complejidad y su belleza”. Ha viajado, además, junto a su compañera de vida, Michèle Ray, periodista legendaria, productora de gran parte de sus películas y madre de sus tres hijos. Y está a punto de recibir (se lo entregan el día después de su entrevista con El País Semanal) el Giraldillo de Oro del Festival de Cine Europeo de Sevilla, un reconocimiento al conjunto de su carrera: “Sí, el de hoy está siendo un buen día”, concluye Gavras, “pero déjeme puntualizar que yo no he tenido una carrera, sino un recorrido vital en el que, entre otras cosas, he hecho mucho cine. Supone un gran honor que se celebre mi trabajo, y me conmueve muy especialmente que ocurra en España, porque este es el primer país al que viajé como asistente de dirección, siendo aún muy joven. Estuve en Torrevieja, en Madrid, en Sevilla y en el desierto andaluz, así que volver aquí, traído de nuevo por el cine, 65 años después, equivale a cerrar un ciclo”.

“Incluso nuestros éxitos más rotundos acabarán siendo derrotados por el tiempo, que es un enemigo formidable”, dice Costa-Gavras.

Costa-Gavras debutó como director con un primer largometraje (Los raíles del crimen, 1965) en el que, según asume ahora, “se percibía aún la influencia del cine estadounidense, con su obsesión por la simplicidad narrativa y por embellecer el mundo”. Luego vendrían 19 películas más, cada vez más personales y, en cierto sentido, “más europeas, más dialécticas y menos complacientes”. La mayoría de ellas, de Z a La confesión, Estado de sitio, Desaparecido, Hanna K., La caja de música, Amén, Arcadia o El capital, pueden interpretarse como capítulos de una crónica dramatizada de las grandes convulsiones políticas y sociales del siglo XX y lo que llevamos de XXI, del golpe de los coroneles en Grecia a las purgas estalinistas, la injerencia estadounidense en América Latina, el Holocausto, el auge de la extrema derecha o la ocupación de Palestina. La más reciente, El último suspiro (Le dernier souffle, 2024), reivindica el derecho a morir con dignidad y, sobre todo, “el imperativo moral de abordar la muerte con responsabilidad y madurez, sin convertirla en un absurdo tabú que nos impide despedirnos bien de la vida y de las personas que nos importan”.

Como buen patriarca del cine europeo, ya ha escrito su autobiografía, Ve adonde sea imposible llegar. Es, según nos cuenta, “la historia de un extranjero que, al llegar a Francia, se sintió tratado por vez primera como el ciudadano de una democracia, no como el súbdito de un estado policial, y encontró en el cine algo a lo que dedicar su vida”. Ha repasado a conciencia el sentido de su propia historia, pero, según asegura con buen humor, aún no ha empezado a plantearse cómo le gustaría ser recordado: “He querido contar quién soy, cómo soy, porque dejar constancia de tu paso por el planeta y del valor de tu experiencia me parece una tarea noble. Pero soy consciente de que las personas pasan y dejan, en el mejor de los casos, una pequeña parte de lo que hicieron en vida, como los tapices de esta sala. No sé si mis películas perdurarán. Yo creo que algunas de ellas están bien hechas y pueden resultar valiosas, pero quién sabe. Si nos remontamos a los orígenes del cine, muy pocas películas y muy pocos directores han perdurado. Así que tal vez mis obras vayan a ser como mariposas que brillan un instante y luego se extinguen, cosa que tampoco supondría ninguna tragedia, porque vendrán más cineastas y traerán mariposas nuevas”.

“La neutralidad no siempre es moralmente legítima. Yo siempre dejé claras mis simpatías, por eso se dice que mi cine es político”, dice Costa-Gavras.

¿Cuál de sus mariposas rescataría del olvido para enseñársela, por ejemplo, a los estudiantes de cine que hoy tienen alrededor de 20 años?

[Piensa un instante, posando una vez más la mirada en los tapices]. Creo que Hanna K. Sí, Hanna K., porque es una película del pasado que podría ayudarlos a entender un poco mejor el presente. No quiero atribuirme cualidades proféticas, pero el caso es que rodé esa película en Jerusalén, en 1982, y ya intuí que el conflicto entre Israel y los palestinos iba a enquistarse y recrudecerse. Sencillamente, percibí algo siniestro a mi alrededor, en el odio larvado entre las dos comunidades, en esa coexistencia tensa, con desconfianza mutua y sin canales de interacción y diálogo de ningún tipo. Judíos y palestinos hablaban conmigo, pero no entre ellos. Uno de mis asociados, un israelí de origen ruso, me enseñó su pistola y me dijo que nunca salía a la calle sin ella, porque los palestinos, todos ellos, suponían una amenaza permanente. Creo que el desenlace de la película muestra de manera muy nítida ese clima de hostilidad y de paranoia que se respiraba por entonces y que ha acabado teniendo efectos tan nefastos como la actual guerra de destrucción de la Franja de Gaza.

Es curioso que elija usted como emblema de su cine una película que fue muy contestada en su día y que fracasó en taquilla.

Cierto. Apenas duró una semana en los cines de Estados Unidos, y no le fue mucho mejor en Europa. Los grupos de presión judíos la boicotearon, pero tampoco gustó a los árabes ni a la izquierda propalestina, porque la película no pretendía tomar partido, sino dramatizar un conflicto complejo y mostrarlo en toda su complejidad, con sus matices, planteando preguntas en lugar de ofrecer respuestas fáciles.

¿Es esa una de las grandes constantes de su cine, la resistencia a tomar partido cuando ese posicionamiento militante implica sacrificar los matices?

Digamos que sí. Aunque tampoco me he planteado nunca hacer un cine equidistante. Cuando he abordado temas controvertidos, como el colaboracionismo francés durante la Segunda Guerra Mundial [en Sección especial], el apoyo de la CIA a la represión de la disidencia en Uruguay y Chile [en Estado de sitio y Desaparecido] o el repunte de la violencia racista en los Estados Unidos de Ronald Reagan [en Betrayed], creo que dejé muy claro de qué lado estaban mis simpatías personales, porque la neutralidad no es siempre una postura humana ni moralmente legítima. Supongo que por eso suele decirse tan a menudo que el mío es un cine político, comprometido o de denuncia.

¿Y no lo es?

Solo en el sentido en que me comprometo con la realidad de mi tiempo, que trato de comprenderla y de explicarla. Pero no es un cine partisano ni dogmático. Además, aunque me he ido distanciando gradualmente del cine estadounidense, nunca he perdido de vista que mis películas son arte, son espectáculo, no discurso intelectual ni político. Tienen que responder a la lógica de la dramatización y resultar potencialmente atractivas para el público.

¿Piensa usted en el público?

Sí. Hasta cierto punto. Seguro que en mayor medida que mis contemporáneos de la nouvelle vague, Godard, Truffaut y demás, que entendían sobre todo el cine como un lenguaje artístico en proceso de evolución e hicieron, en consecuencia, películas muy formalistas, concebidas como ejercicios de estilo y arte de vanguardia, aunque algunas de ellas fueron populares en su día. Yo, en cambio, sentía el impulso de mostrar el mundo a través de mi cine, contar la historia de nuestras sociedades, nuestras ciudades, nuestros barrios. Pero, dicho esto, creo que a la hora de hacer películas tampoco he tenido demasiado presentes las supuestas expectativas del público, entre otras cosas porque las desconozco. Hago el tipo de películas que a mí me gustaría ver, yo soy mi primer espectador, aunque es cierto que las hago con la esperanza de que gusten a la gente.

Usted estuvo muy vinculado en los inicios de su carrera a una cierta izquierda intelectual francesa. Yves Montand, Simone Signoret, Jorge Semprún…

Sí, eran mis amigos, mis mentores, mis primeros compañeros de viaje en el cine y en la vida. Simpatizaban con las causas de la izquierda internacional, sin duda, pero no eran dogmáticos. A Semprún, un exiliado, como yo, ya le habían expulsado del Partido Comunista español, y Montand viajó a la Unión Soviética y volvió desencantado al encontrarse allí una tiranía grotesca, no como mis compañeros burgueses de la Facultad de Literatura de la Sorbona, que hacían turismo revolucionario ingenuo y querían convencernos de que aquello era la verdadera democracia y el paraíso social en la Tierra. No lo era.

Esa distancia crítica empezó a hacerse muy visible en La confesión, su película de 1970 sobre los juicios de Praga y, en general, la represión estalinista. La prensa del Partido Comunista Francés se cebó con la película, pero no sin antes reconocer que, pese a todo, usted seguía teniendo el corazón a la izquierda.

Sí, me trataron con condescendencia, como a una oveja descarriada. Me perdonaron la vida. Aunque el secretario general del partido, Georges Marchais, un hombre que seguía de forma acrítica las directrices de Moscú, sí dijo que la mía no era una película comunista, lo que equivalía a una condena en toda regla. Bien, yo le hubiese contestado que por supuesto que no lo era, y que tampoco pretendía serlo, pero preferí callarme por respeto a algunos de mis cómplices en esa aventura creativa que sí eran comunistas.

Cincuenta y cinco años después, ¿su corazón sigue estando a la izquierda?

Sigue ahí dentro [se señala el pecho con una sonrisa], un poco escorado a la izquierda, pero no muy lejos del centro. Y le llega sangre de todo el cuerpo. Mire, a mí me gusta escuchar a todo el mundo, sopesar las razones de unos y otros y luego tomar mis propias decisiones. Como Montand, como Semprún, he intentado no ser nunca dogmático, no perder la capacidad de pensar por mí mismo y de seguir escuchando.

¿La izquierda política le ha decepcionado?

Sin duda. Hay un activismo progresista con el que sigo simpatizando, sobre todo con los que se comprometen contra el cambio climático, contra el racismo, contra el populismo identitario, a favor de una cierta equidad. Pero en Francia, donde he pasado casi toda mi vida, la izquierda política ha entrado en una deriva ridícula. Creo que François Mitterrand, un hombre con virtudes y defectos, tuvo un impacto positivo sobre la cultura y sobre el clima de convivencia, dejó un legado. Pero sus sucesores en el Partido Socialista, Hollande y compañía, han echado a perder ese legado con su torpeza, su intransigencia y su falta de ideas. Hoy, la derecha radical está a un paso de llegar al poder en Francia, liderada además por un joven radical de 30 años como Jordan Bardella, sin estudios ni cualidades intelectuales y humanas de ningún tipo más allá de su oportunismo y su falta de escrúpulos. Y la izquierda francesa tiene parte de culpa en ese desastre, porque no ha sido capaz de articular una alternativa sensata, progresista y humana.

¿La democracia peligra en Francia?

Me temo que en Francia y en todo el mundo occidental. Vivimos en un escenario preapocalíptico. Nuestra codicia está destruyendo el planeta y nuestra incapacidad para el diálogo está destruyendo la democracia, que es el mejor instrumento de convivencia en libertad que hemos sido capaces de crear. Hemos pasado de las ideas y el diálogo a la religión del dinero y el éxito, y la política ya no es más que otro escenario para esa lucha ciega de todos contra todos que está en la esencia del capitalismo.

¿Hemos destruido el ágora?

¡Exacto! Hemos perdido de vista esa lección fundamental de la antigua democracia griega, el ágora entendida como un espacio de intercambio libre de ideas, un lugar en el que se habla y, sobre todo, se escucha, en el que primero se delibera y solo después se vota. Nuestros Parlamentos ya no son ágoras, sino escenarios de confrontación agresiva, y los nuevos espacios de interacción social, como internet, tienden a aislarnos, radicalizarnos y hacer que nos respetemos cada vez menos unos a otros. Donald Trump, siento decirlo, es la personalidad que mejor define nuestra época, porque ha demostrado que no necesita dialogar con nadie, transigir con nadie ni respetar ninguna regla para hacerse con todo el poder en una democracia de 300 millones de habitantes y hacer con él lo que le apetece, sin inhibiciones ni límites. La perfecta metáfora de esa anomalía política que es Trump es ese vídeo en que se muestra a sí mismo en un avión bombardeando con excrementos a los que se manifiestan en su contra. ¿Hay algo menos democrático que un presidente que detesta a todo el que no le secunda y, además, presume de ello?

¿No merecería Trump una película de Costa-Gavras? Recuerda a esos villanos un tanto pueriles, extravagantes y caprichosos que abundan en su cine.

Sí, es un ejemplo de la banalidad del mal llevada al máximo. Pero resulta demasiado atroz, demasiado inverosímil, como para dedicarle una película. Ni siquiera existe la posibilidad de parodiarlo, porque él ya se parodia a sí mismo. Y, además, ese retrato del tirano pueril, que juega con el mundo por pura vanidad y egolatría aun a riesgo de destruirlo, ya lo hizo Charlie Chaplin en El gran dictador, y yo no me siento capaz de hacer algo comparable.

En una entrevista de hace 25 años se definía usted como un optimista cauto y escéptico. ¿Diría que aún lo sigue siendo pese a Trump, la crisis climática o la destrucción del ágora?

Sí. No he perdido mi fe en la vida y en la capacidad de regeneración del ser humano. Conservo la capacidad de indignarme cuando leo el periódico por las mañanas, no he caído en la resignación, y sé que hay ahí fuera miles de seres humanos más jóvenes que yo, con más energía y más futuro, que se indignan conmigo y están dispuestos a hacer algo para que las cosas cambien. Confío en ellos, espero que encuentren la manera de salvarnos del desastre.

¿Va a seguir usted contribuyendo a esa tarea común desde su propia trinchera? ¿Va a seguir haciendo cine?

¿Por qué iba a dejarlo? El cine no me parece una profesión, sino una pasión, así que no veo razones para renunciar a él. Eso sí, me resulta cada vez más difícil escribir en solitario, ahora que ya no tengo cómplices creativos como Jorge Semprún, Jean-Claude Grumberg o Franco Solinas. Pero sigo buscando historias interesantes escribiendo casi a diario, el tiempo dirá si de ese esfuerzo sale algo que pueda convertirse en una película.

¿Sobre qué escribe usted ahora mismo?

Sobre un momento decisivo en la historia de mi país, Grecia, al que no se ha dedicado toda la atención que merece. Es ese invierno de 1944-1945 en el que, tras la retirada de las tropas de Hitler, el ejército británico y las milicias comunistas se enfrentaron por el control del país en lo que acabó siendo el prólogo de una guerra civil. En esos meses se decidió el destino de Grecia y yo quiero hacer una crónica de aquella oportunidad perdida, porque el resultado de esa guerra dentro de otra guerra fue el país en que crecí y del que tuve que exiliarme.

¿Ya no hará la película española, sobre la Guerra Civil, el franquismo o la Transición, de la que ha hablado usted a lo largo de los años?

No. Iba a hacerla con Semprún. Sin él no puedo hacerla.

¿Y su película de época ambientada en Bizancio?

Esa es una de las que me gustaría hacer, sí. El problema es que se trata de un proyecto muy ambicioso y, lógicamente, no sé de cuánto tiempo dispongo.

Su compañero de profesión, y creo que amigo, Manoel de Oliveira, dirigió cuatro películas siendo ya centenario, y eso que antes de las dos últimas se tomó un año sabático porque quería, según dijo, pasar más tiempo con la familia.

Sí, Manoel era un buen amigo. Hizo cine hasta el final, y siempre pensó que no había ninguna razón de peso para dejarlo. De hecho, el único festival al que no acudió estando invitado fue porque había enfermado no él, sino su hija. ¿No es esa una manera magnífica de irse de este mundo? Con proyectos e ilusiones hasta el último día. 

sábado, 15 de noviembre de 2025

Los jóvenes se aproximan a la espiritualidad.

 Por qué los jóvenes vuelven a creer en Dios: "A mí me ha ayudado mucho más la Iglesia que mi psicóloga", en El Mundo, por Rodrigo Terrasa (Madrid) 3 noviembre 2025:

Dios está de moda. Y no sólo lo dice Rosalía... Tras décadas de secularización acelerada, se está produciendo un leve repunte del catolicismo en varios países del mundo. También en España. Y detrás están las nuevas generaciones: "Nos hemos cansado de la sobredosis de superficialidad".

"Yo tenía una vida completamente alejada del Señor... Hacía cosas que para el Señor no se pueden hacer. Salía con chicos, digamos que no era casta antes del matrimonio, me emborrachaba y nunca iba a misa. Vamos, no tenía una vida demasiado tranquila... Hasta que todo cambió".

Cristina Sempere tiene 27 años, es sevillana, trabaja como profesora de inglés y hasta hace unos años tenía una vida tan normal como la de cualquier joven de su edad y una cuenta de TikTok en la que subía bailecitos como los de cualquier otra tiktoker de veintitantos años. Hace algo más de un año los borró todos. Y empezó de nuevo. Su último vídeo en la red social tiene más de 50.000 visualizaciones, pero Cristina ya no repite coreografías infantiles: ahora explica cómo rezar el rosario. "Mi primer vídeo con contenido católico ya fue viral y desde entonces mis seguidores no han dejado de crecer".

Cristina cuenta cómo maquillarse para ir a misa, te ayuda a hacer tu propio altar en casa o a usar agua bendita para perdonar nuestros pecados veniales. Habla de "auténticos influencers" como Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus, o el adolescente italiano Carlo Acutis, el primer santo millennial. Recomienda libros para encontrar la fe, enseña lo que lleva una mujer católica en el bolso y hace unboxing de biblias, reliquias y estampitas. También habla de sus tips para "sobrevivir" siendo joven en castidad.

-¿Ahora tienes pareja, Cristina?

-He conocido a chicos de todas partes, pero nunca he tenido pareja. Ahora estoy conociendo a alguien, pero en castidad. Y nunca he sido más feliz. El hecho de estar con alguien, que me vea y no me quiera tocar un pelo es un descanso y me protege para tener una relación más sana.

Entre su cuenta en castellano y otra que tiene en inglés, Cristina Sempere acumula cerca de 30.000 seguidores, cientos de videos y una homilía infinita de hashtags: #soycatolico, #misa, #pecado, #virgenmaria, #PapaLeón, #JesúsTeAma, #JesusIsKing, #catholictiktok...

El pasado verano, Roma acogió por primera vez un Jubileo al que acudieron cerca de mil influencers católicos como ella y "misioneros digitales" de 46 países de todo el mundo. El objetivo del Vaticano era poner el foco en el entorno virtual en plena crisis global de fe. "La Iglesia no es para solo unos pocos, es para todo el mundo, pero hay que salir a la calle a recoger a la gente, a llamarles y las redes sociales son un modo fantástico de evangelizar", celebra Cristina.

Según las estimaciones de la Iglesia, el número de católicos está aumentando a nivel mundial, pero el crecimiento se debe casi de forma exclusiva a África. En Europa y Estados Unidos, el desplome ha sido constante en las últimas décadas. Y España no es una excepción. El barómetro del CIS dice que algo más de la mitad de los españoles se declaran católicos y sólo un 18,8% son practicantes. En 1978 los creyentes en nuestro país eran un 90,5%. Y en los 47 años que el CIS lleva preguntando por nuestra fe, el porcentaje de ciudadanos que se declaran ateos, agnósticos o no creyentes ha pasado de un pírrico 7,6% a un 40%.

El último Observatorio Demográfico de CEU-CEFAS revela que el porcentaje de bebés bautizados y niños que hacen la Primera Comunión ya es menor del 50%, las bodas por la Iglesia han caído drásticamente desde 2001 y las vocaciones se han hundido sin remedio desde los años 60. El mínimo histórico de nuestra creencia se alcanzó justo hace dos años, cuando sólo el 51% de los españoles se declaraba católico y parecía irremediable que, en cuestión de meses, España dejara de ser mayoritariamente católica por primera vez en más de 16 siglos.

Sin embargo, algo parece haber cambiado.

"El proceso de secularización acelerada que se estaba viviendo en países como Estados Unidos o España se ha detenido y, de repente, estamos viviendo un repunte religioso", explica el sociólogo Luis Miller, científico titular del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC. "Es un repunte muy leve, pero un repunte".

Según sus análisis, por primera vez desde los años 80, las encuestas han detectado un ligero rebrote del catolicismo. En los dos últimos años la proporción de católicos ha subido alrededor de dos puntos. Y el crecimiento es especialmente llamativo entre los jóvenes: el número de católicos menores de 34 años en nuestro país ha pasado de un 34% a un 42,8%.

"No es una reconversión masiva, pero sí un cambio de tendencia", analizaba Miller hace unos días en las páginas de EL MUNDO. "Después de décadas de retirada, la fe parece haber dejado de retroceder".

Y la culpa (o el mérito) parece ser de los más jóvenes.

Dios está de moda. El grupo musical católico Hakuna llena cada recinto en el que actúa. La literatura religiosa registra récords de facturación en España. Los retiros espirituales de Effetá tienen lista de espera. La fe es viral en las redes sociales mientras los reguetoneros le cantan al Señor, Dani Alves se hace predicador, el luchador Ilia Topuria se declara "supercreyente" y Tamara Falcó promociona apps de oración: "Si no voy a misa, me entra ansiedad".

La película de Alauda Ruiz de Azúa Los domingos, que cuenta la historia de una joven que decide ingresar en un convento, se ha convertido en el fenómeno cinematográfico del momento. Y hasta Rosalía, que ya jugaba con toda la iconografía religiosa en El mal querer, se viste ahora de monja para promocionar su nuevo disco: Lux.

"Una motomami sabe que el mejor artista es Dios", decía ya la cantante en la promoción de su último álbum, en 2022. Tres años después, su calculada campaña para anunciar su próximo trabajo ha sabido conectar con un fenómeno que empieza a emerger entre las nuevas generaciones.

"La religión ya no es la chapa de un cura desde un púlpito, ya no es algo aburrido. Ver a jóvenes hablando de su fe en las redes es muy contagioso"

Quique Mira, influencer católico

"Nos hemos cansado de la sobredosis de superficialidad que el mundo nos propone, del mensaje supermán de productividad, eficacia y éxito que nos llena de fiesta, dinero, alcohol y sexo pero al final no nos hace felices", resume Quique Mira. De profesión, evangelizador.

Quique tiene 27 años, 173.000 seguidores en Instagram y otros 68.000 en TikTok. Es, al igual que Mery Lorenzo, su mujer, influencer católico y generador de contenidos religiosos. Además es fundador y director de Aute, una entidad que genera contenido de alta producción para compartir el mensaje del Evangelio entre los jóvenes y que incluso ha desarrollado una aplicación llamada WayUpp, una especie de Airbnb que "digitaliza realidades eclesiales", es decir que geolocaliza parroquias, retiros espirituales y movimientos religiosos para conectar a los jóvenes con la Iglesia.

"La nueva ola de contenido digital ha dado mucha autenticidad a la fe", celebra él. "La religión ya no es la chapa de un cura desde un púlpito, ya no es algo alejado y aburrido. Ver a jóvenes hablando de su fe en las redes sociales sin miedo es muy contagioso".

La historia personal de Quique no es muy diferente a la de Cristina Sempere en Sevilla. Ninguno de los dos venía de una familia especialmente religiosa. "Mis padres están divorciados. Mi padre es ateo y mi madre cree, pero a su forma", cuenta ella. "A mi madre le costó muchísimo entender mi nueva vida porque es cero creyente, cero practicante", cuenta él.

Cristina estudió en las Salesianas, pero creció convencida de que la Iglesia era una institución retrógrada, homófoba y machista. "En la vida me hubiera imaginado que acabaría yendo a misa todos los días", reconoce ahora.

-¿Ya no te parece machista la Iglesia?

-¿Cómo va a ser machista si la segunda persona más importante después de Cristo es la Virgen María?

-¿Y te gusta Rosalía?

-Soy muy fan, tengo todos sus álbumes y siempre ha sido una persona muy espiritual. No creo que su estilo de vida esté en plena coherencia con la Iglesia, pero rezo por su camino. Ojalá verla algún día en misa.

Tras una adolescencia "complicada", la inquietud espiritual acercó a Cristina a la brujería y al new age y después de vivir un tiempo en Italia -ya saben, "completamente alejada del Señor"- sintió lo que ella denomina "un llamado".

"Empecé un proceso de deconstrucción de todo lo que pensaba que era la Iglesia y todos mis tremendos prejuicios y encontré respuestas cuando estaba más perdida", asegura. "La Iglesia ofrece orden, ideas claras y estabilidad, no da lugar a dudas y ofrece respuestas concisas y sentimiento de comunidad justo cuando hay más jóvenes solos o atrapados en la incertidumbre. A mí me ha ayudado mucho más la Iglesia que mi psicóloga".

"La Iglesia ofrece orden, ideas claras y estabilidad, sentimiento de comunidad justo cuando hay más jóvenes solos o atrapados en la incertidumbre", Cristina Sempere, profesora e influencer católica

Quique, desde Valencia, coincide: "Cuando todo va bien es fácil creer que tus elecciones son las buenas, pero cuando empiezas a pasarlo mal, lo superficial desaparece y empiezan a brotar preguntas".

Hasta los 19 años, vivió volcado en el fútbol, los amigos y la fiesta. "Trabajaba gestionando clubes de noche en Barcelona y vivía siguiendo mis instintos y buscando sólo mi placer y el éxito. Disparaba en todas las direcciones, pero no era feliz en ninguna", admite. "Hasta que un día conocí a un sacerdote y me cautivó su forma de ver la vida. Me adentré en el estudio de la Biblia, en la misa, y me enamoré".

-¿A qué has tenido que renunciar?

-No he renunciado a nada, he elegido. Dios ha ordenado muchas horas desordenadas en mi vida. Le ha dado sentido y ahora es mi centro y es hacia donde miro. Es un regalo que ha cambiado mi vida y creo que no tengo que esconderme por ello. Se ha roto un tabú y que cada vez seamos más jóvenes los que nos pronunciemos de forma pública sobre nuestra fe anima a otros a acercarse sin miedo.

Los chavales de su generación empiezan a creer más y además también ejercen más su fe. Entre quienes se definen como católicos en España, la práctica religiosa muestra también un pequeño giro. A comienzos de los 2000, el 40% de los católicos iba a misa al menos una vez al mes. Esa cifra se redujo drásticamente en las dos décadas siguientes hasta caer a un 24%, pero en los últimos cinco años ha subido hasta el 26%. Y otra vez el salto viene impulsado por los más jóvenes. Sólo los creyentes mayores de 65 años van más a misa que los católicos menores de 24: acuden a la iglesia un 35,5%.

"Entre las nuevas generaciones se está produciendo una reivindicación de los valores tradicionales como rechazo a un movimiento cultural muy potente que se venía dando desde hace 15 o 20 años", explica Luis Miller, que lleva un tiempo analizando los efectos secundarios de la polarización salvaje en nuestro país y ha encontrado también razones ideológicas en este nuevo fenómeno.

"Lo que ha pasado tanto en España como en Estados Unidos es que en los últimos años se ha producido un alineamiento entre religión y política que antes no existía", asegura el autor de Polarizados. La política que nos divide (Deusto). "En algún momento de la última gran crisis económica, con el final del Gobierno de Zapatero y el 15-M, la izquierda dejó de identificarse como religiosa de forma mayoritaria. La irrupción de Podemos supuso un cambio ideológico y cultural importantísimo en nuestro país al que no hemos dado el valor suficiente, pero se instauró un anticatolicismo en España ante el que ahora surge una reacción similar a la que puede ocurrir con el feminismo o expresiones culturales como los toros".

"Mi generación ha visto cómo todo lo que parecía seguro se ha desplomado y cuando no hay nada a lo que agarrarte, siempre emerge la religión", Israel Merino, periodista

De repente, jóvenes no necesariamente criados en un entorno religioso están fascinados por la religión, por la Iglesia, el misticismo, la fe y las conexiones con lo sobrenatural y hasta con el nuevo Papa: el "papa Bob", como es conocido Robert Prevost, es tendencia en las redes sociales.

"Igual Dios es el único que puede llenar el vacío", decía hace unos días Rosalía en una entrevista en el pódcast Radio Noia. "Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío. A veces te confundes, pensando que con algo material lo puedes llenar, con una experiencia, un lío en el que te metes o incluso las relaciones románticas en las que pones a la pareja en un pedestal. A lo mejor estamos confundiendo este espacio. Será que este espacio es el espacio de Dios", reflexionaba Rosalía repantigada en una cama junto a la periodista Mar Vallverdú durante la promoción de su nuevo disco.

"Desde la pandemia se ha producido un resurgir espiritual y místico entre los más jóvenes", apunta el escritor y periodista Israel Merino, de 24 años. "El islam también lo está petando y hay un nuevo interés por el mundillo esotérico, el tarot y hasta el zodiaco. Y en ese contexto, la religión católica no tiene rival: tiene mejor marketing que nadie porque su imaginario es potentísimo".

En un artículo titulado Rosalía en la era de Dios, Merino hablaba estos días de la conexión del disco de la artista catalana con una época en la que los jóvenes buscan consuelo desesperadamente. "Ella es tremendamente inteligente y ha sabido ver la ola que viene. Mi generación ha visto cómo todo lo que se consideraba seguro se ha desplomado", asegura el periodista en conversación telefónica. "Nos dijeron que con una carrera y un máster íbamos a tener un trabajo de puta madre. Y si sabías inglés, ya eras la hostia. Pero eso se ha caído. Todo lo establecido se ha ido al garete y cuando no hay nada a lo que agarrarte, siempre emerge la religión".

-¿Hay un componente reaccionario en este auge de la fe?

-Seguro que lo hay y los movimientos más reaccionarios se aprovecharán de él para sus maléficos planes, pero creer que todo lo religioso es reaccionario es absurdo, una payasada que la izquierda perderá por goleada si sigue instalada en los marcos de hace 30 años.

"La gente tiene la imagen del joven que va a misa como un chaval con mocasines y camisa blanca que vota a Vox, pero cuando te adentras en la iglesia te encuentras de todo: desde el empresario al que no llega a fin de mes, de un color y de otro", cuenta Quique Mira. "Y cada vez somos más". Ocurre en España y está ocurriendo en el resto del mundo. 

"Hay una reivindicación de valores tradicionales similar a la que ocurre frente al feminismo o en expresiones culturales como los toros", Luis Miller, sociólogo

El periódico The Guardian hablaba en abril del "resurgimiento" de la religión entre los jóvenes del Reino Unido. En 2018, tan solo el 4% de los británicos de entre 18 y 24 años afirmaban asistir a la iglesia al menos una vez al mes. Hoy, según un estudio titulado The Quiet Revival (El renacimiento silencioso), la cifra ha aumentado al 16%.

"Antes la confirmación se describía, en tono de broma, como el sacramento de despedida, porque ya no volvíamos a ver a los jóvenes hasta que se casaban", sugería en aquel reportaje Georgia Clarke, directora del ministerio juvenil de la iglesia católica de Santa Isabel de Portugal, en Richmond. "Ahora, entre el 80 y el 90% de los adolescentes se mantienen conectados con la Iglesia después de la confirmación mediante encuentros semanales, tutorías y retiros, donde se abordan temas que van desde la ansiedad climática hasta el acceso a la Universidad".

En Francia, país eminentemente laico, el número de bautizos de adultos y adolescentes se ha disparado y sólo durante la última Semana Santa recibieron el primer sacramento un 45% más de adultos que el año pasado. Son los datos más altos registrados por el episcopado francés desde hace más de 20 años.

Y en Estados Unidos ya se habla de "un cambio histórico". Por primera vez en décadas, los adultos millennials o de la generación Z son los feligreses más habituales, superando a las generaciones más mayores. Y el salto se produce especialmente entre los varones y sobre todo a partir de la pandemia del coronavirus.

"Es la primera vez que registramos un interés espiritual de tal magnitud liderado por las generaciones más jóvenes", aseguraba el pasado mes de abril David Kinnaman, director ejecutivo de Barna Group, una organización de investigación cristiana sobre tendencias religiosas. "Sin duda, hay un renovado interés en Jesús".

Un estudio del grupo sostenía entonces que el "compromiso con Jesús" ha aumentado en 15 puntos porcentuales entre los hombres estadounidenses de la generación Z entre 2019 y 2025 y en casi 20 puntos entre los millennials en el mismo periodo.

"Me extrañaría mucho que en España volviera la práctica religiosa o se produzcan conversiones masivas porque la gente sigue sin ir a misa, no da dinero a la Iglesia y cada vez hay menos vocaciones", matiza Luis Miller. "Pero sí vamos hacia un tiempo de mayor identidad religiosa, con cada vez más gente mostrando su fe en público. Antes casi daba vergüenza decir que creías en Dios o ibas a la iglesia y eso se está perdiendo. Ya no penaliza, sino que incluso da réditos y se convierte en producto de marketing".

Hace sólo unas semanas, el modelo e influencer Pablo García, conocido en las redes sociales como Pablo Garna, anunció a sus cerca de 800.000 seguidores en Instagram que lo dejaba todo para ingresar en un seminario.

Sólo unos días después, el empresario sevillano Álvaro Ferrero seguía un camino similar. A sus 30 años ha dejado a su pareja, ha vendido sus negocios y ha ingresado en el seminario de Alcalá de Henares. "He decidido dejarlo todo para seguir a Dios", se confiesa. Sus seguidores en las redes sociales se han multiplicado por cinco desde su anuncio viral.

"Yo crecí en una familia católica y viví la fe en casa y en la escuela. Pero luego me fui a estudiar a Madrid y me alejé mucho de Dios, desconecté", explica él. "He vivido en 10 países diferentes, he salido mucho y le he dado muchas vueltas a la cabeza durante este tiempo, pero sentía que algo me faltaba. Hay gente que lo encuentra haciendo yoga, en la cultura zen, en el misticismo o en otras religiones, pero igual su mensaje no cala tanto como el de Jesucristo".

-¿Y qué buscas tú en el seminario?

-Mi único anhelo es ser santo.

viernes, 16 de mayo de 2025

Los catorce preceptos del budismo comprometido

 El monje budista vietnamita Thích Nhất Hạnh formuló Catorce preceptos del budismo comprometido, que sirven como pautas para vivir con una conciencia social más fuerte.​ Son los siguientes:

1. No seas idólatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso las budistas. Todos los sistemas de pensamiento son guías, no son la verdad absoluta.

2. No creas que el conocimiento que tienes ahora es absoluto, inmutable. Evita ser de mentalidad estrecha y atarte a los puntos de vista presentes. Aprende y practica el desapego de tus puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. Se encuentra en y no en el conocimiento conceptual. Prepárate para aprender a través de todo, a observar en ti mismo y en el mundo en todo momento.

3. No fuerces a los demás, ni siquiera a los niños, por ningún medio en absoluto, a adoptar tus puntos de vista, ya sea por autoridad, amenaza, dinero, propaganda o incluso educación. Sin embargo, por medio del diálogo compasivo, ayuda a los demás a renunciar al fanatismo y a la estrechez.

4. No evites el contacto ni cierres tus ojos al sufrimiento. No pierdas la conciencia de la existencia del sufrimiento en la vida y en el mundo. Encuentra maneras de estar con aquellos que sufren por todos los medios, incluyendo el contacto personal y las visitas, imágenes y sonido. Por tales medios despierta en ti mismo y en los demás la realidad del sufrimiento en el mundo.

5. No acumules riquezas mientras millones están hambrientos. No tomes como objetivo de tu vida la fama, el provecho, la riqueza o el placer sensual. Vive simplemente y comparte el tiempo, la energía y los recursos materiales con los que estén en necesidad.

6. No mantengas ira u odio. Tan pronto como surjan la ira o el odio practica la meditación sobre la compasión para comprender profundamente a las personas que han causado ira u odio. Aprende a ver a los otros seres con los ojos de la compasión.

7. No te pierdas en la dispersión ni en el ambiente que te rodea. Aprende a practicar la respiración para recuperar la compostura del cuerpo y de la mente, para practicar la atención, y para desarrollar la concentración y la comprensión.

8. No pronuncies palabras que puedan crear discordia y causar ruptura en la comunidad. Haz todos los esfuerzos para reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños.

9. No digas cosas falsas por interés personal o para impresionar a los demás. No pronuncies palabras que causen desviación u odio. No difundas noticias que no sabes que no son ciertas. No critiques ni condenes cosas de las que no estás seguro. Habla siempre verdadera y constructivamente. Ten el valor de hablar sobre situaciones de injusticia, aun cuando hacerlo pueda amenazar tu propia seguridad.

10. No uses a la comunidad budista para ganancia o provecho personal, no transformes tu comunidad en un partido político. Una comunidad religiosa debe, sin embargo, tomar una actitud clara contra la opresión y la injusticia, y debe esforzarse por cambiar la situación sin engancharse en conflictos partidarios.

11. No vivas con una vocación que sea dañina para los humanos y la naturaleza. No inviertas en compañías que priven a los demás su oportunidad de vivir. Elige una vocación que te ayude a realizar tu ideal de compasión.

12. No mates, no permitas que otros maten. Encuentra todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra.

13. No poseas nada que debería pertenecer a los demás. Respeta la propiedad de los demás pero evita que los demás se enriquezcan con el sufrimiento humano o el sufrimiento de otros seres.

14. No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo simplemente como un instrumento. Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del camino. La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé consciente del sufrimiento futuro que pueda causarse. Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente consciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al que estás trayendo nuevos seres.

sábado, 10 de mayo de 2025

Debate sobre el mal

 [Transcripción corregida por el bloguero de un debate moderado por Juan Manuel de Prada sobre el tema del mal, tomado de YouTube.]

 Presentación de los invitados

Nuestro primer invitado lo conocen ustedes perfectamente. Es Leopoldo [Prieto], licenciado en derecho por la universidad de Granada, licenciado en teología dogmática y doctor en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, ordenado sacerdote en 2001, ha ejercido su ministerio pastoral y académico en Alemania, Chile e Italia. Desde 2008 es profesor en la Facultad de Filosofía de la universidad eclesiástica San Damaso. Es autor de la obra El hombre y el animal: nuevas fronteras de la antropología. Querido Leopoldo, muchísimas gracias por atender nuevamente nuestra petición. 

Gracias a vosotros. Es un placer estar aquí.

Y, si es un placer recibir a Leopoldo una vez más, pues desde luego que también lo es recibir a nuestro siguiente invitado, una persona muy, muy querida por todos nuestros espectadores. Se trata de Manuel [María] Carreira, de la Compañía de Jesús. Es licenciado en filosofía por la Universidad de Comillas y en teología por la Universidad Loyola de Chicago; doctor en física por la Universidad Católica de Washington. Ha sido profesor de astronomía en las universidades de Washington y Cleveland, y de filosofía de la naturaleza en Comillas, autor de obras como Metafísica de la materia. [Núcleos temáticos de Filosofía de la Naturaleza, Materia no viviente.] Ha sido miembro del Observatorio Astronómico Vaticano, y colaborado en proyectos como asesor de la agencia espacial de los Estados Unidos. Padre Carreira, muchísimas gracias por estar siempre dispuesto a venir a este humilde programa que se honra con su presencia.

Muchas gracias por haberme invitado de nuevo.

Es un placer siempre y un gran honor tenerlo entre nosotros, así que esta tarde lanzamos a nuestros invitados la pregunta que desde de tiempos inmemoriales ha torturado a la humanidad: si existe un Dios Todopoderoso y Providente que desea el bien de los hombres, ¿cómo es posible que permita la existencia del mal y también del sufrimiento?

Aproximación al problema del mal

Padre Carreira: una primera aproximación al problema del mal.

Tal vez la primera cosa que a mí me viene a la cabeza como un dato que nunca debemos olvidar, y es que todo ser creado es finito; por lo tanto, tiene capacidades limitadas; por lo tanto, se va a encontrar con situaciones en que esas capacidades no resuelven un problema, y eso lleva a frustración en el orden meramente material, también en el orden personal; y en el orden moral, por ejemplo, uno puede decir que es un mal un terremoto. Para quienes lo sufren, ciertamente, eso es un mal; pero podemos decir, desde el punto de vista geológico, que los terremotos son consecuencia necesaria de cómo funciona la naturaleza y, si no hubiese habido erupciones volcánicas con sus terremotos consecuentes etcétera, la Tierra no sería habitable; entonces, vemos que lo que nosotros llamamos mal en gran parte es simplemente la limitación inherente a todas a todos los procesos de la naturaleza, que dan lugar a situaciones que, desde el punto de vista humano, nos parecen negativas, nos parecen desagradables. Pero tiene que funcionar la naturaleza según sus leyes para que la Tierra sea habitable, para que nosotros podamos desarrollar incluso toda nuestra vida, y no es posible imaginar siquiera un mundo en el que nunca ocurre nada desagradable para alguien eso es una utopía que no tiene posibilidad de realizarse por eso se ha dicho algunas veces que Dios debería crear el mejor de los mundos posibles no hay tal mejor de los mundos posibles ni puede haberlo, porque en el momento en que cualquier realidad es finita tendrá sus limitaciones, y no me gustarán esos procesos en que esas limitaciones no están de acuerdo con mis preferencias. Pero la naturaleza no es omnipotente ni puede serlo; luego tenemos el capítulo más difícil, donde entra la responsabilidad humana: el mal moral podría evitarse, si uno quiere decirlo, de una manera utópica, porque como Dios debe prever lo que hará todo ser humano en toda su vida podría decidir crear solo aquellos que se han de portar bien, y entonces no habría mal mora.  Entonces uno puede preguntarse, lo han preguntado teólogos y filósofos, ¿por qué Dios permite que exista mal debido al mal uso de la libertad humana? Y ahí la respuesta, que puede parecer un tanto difícil de aceptar, pero que tiene una base lógica, es que todas las perfecciones de Dios pueden manifestarse en un mundo ideal, donde no hay sufrimiento, donde no hay mal alguno; pero no podría manifestarse su misericordia: la misericordia solo puede manifestarse donde hay miseria, y entonces Dios permite que haya miseria. No porque la quiera, sino porque deja ese posible modo de actuar a la libertad humana, y también hay miseria causada por efectos de la materia actuando según sus leyes, y eso permite que Dios manifieste su misericordia incluso de la manera más asombrosamente directa participando de nuestros males, participando de nuestros sufrimientos. Y eso es lo que nos dice precisamente la fe en la Encarnación redentora. Dios no se queda en una especie de castillo aislado, sino que viene al Mundo, participa de nuestros sufrimientos, participa incluso de la muerte, participa de las consecuencias del pecado. Y entonces manifiesta de una manera muy clara verdaderamente resplandeciente su infinita misericordia y su amor hacia nosotros.

La división del mal

Leopoldo:

Sí querría hacer alusión a una doctrina que me parece muy interesante, que está un poquito desdibujada en nuestro contexto cultural, y me parece de máximo interés porque es algo que, pensado en soledad y en conciencia, y no tanto por estímulos ambientales culturales, yo creo que se asiente la cuestión es la siguiente: la división después de definir del mal de la manera que se haga, pero la división del mal como mal moral y mal físico quizás no es la más exacta; se puede decir lo mismo llamándola mal de culpa y mal de pena, donde la culpa es el verdadero mal: es la acción mala cometida voluntaria, libremente, con conocimiento de causa y con acto de voluntad que se adhiere a este mal, y ese es el mal radical, el mal verdadero; y el mal de pena, que es lo que de ordinario se entiende por sufrimiento: aquello que nos perturba, pero sin hacernos malos. Y esto no solo no necesariamente no es un mal, sino que a veces es un bien, es un bien experimentado como tal.

Crimen y castigo

Por el mismo malvado crimen el castigo a veces es anhelado por la misma persona que se ha cargado con una culpa demasiado grave para llevar por sí misma. Es el tema, si se quiere, de la película La Misión, donde creo que se llama Rodrigo el español que esclaviza a los indios después de haber matado y haber cometido muchas bárbaras atrocidades: quiere ser castigado para, de esta manera, librarse del mal que ha cometido. Es como la historia del rey que se cuenta en Navarra, en Aralar, que comete creo que un parricidio y se impone un castigo para redimir el mal de pena, la culpa, la pena. Puede ser, lo digo así, hipotéticamente. Yo pienso que es así, en los planes misteriosos de Dios, la medicina por la que Dios a un hombre, en singular, y a una humanidad, como colectivo que se ha apartado de él, lo vuelve a acercar así, y este acercamiento, si ha sido voluntariamente consentido por las personas, tiene algo de dolor, evidentemente, pero es un acercamiento para el bien y para la vida; digo, y lo he advertido antes, que esta idea, seguramente, va a generar algo de polémica; pero yo creo que es así, y por eso me gusta llamar más al mal físico mal de pena, porque tiene propiamente este sentido en el relato del Génesis y en la andadura y marcha de la humanidad después de la comisión del pecado original. Se ve muy bien cómo Dios interviene, y Dios interviene siempre en sus planes de salvación y de misericordia con los hombres jamás para causarles un mal irreparable, sino un mal o un dolor que es bueno. Tomás de Aquino es un gran analista psicológico, y, en las Cuestiones, "Disputar de malo", lleva a cabo una descripción de este proceso de monstruificación que es interesante. La palabra no es suya ¿eh?, solo es un neologismo. ¿En qué consiste? Sí, espero que se me consienta...

Por supuesto, por supuesto.

...Para mostrar en qué consiste el dolor verdadero de aquel que se hace libremente malo, y es que, eh, lo he aludido antes, ahora lo digo un poco más detalladamente, y es lo que él llama el dolor de los damnosus: están en continua ruptura interior, de manera que lo que son, porque radical y positiva radicalmente son buenos, si no no habría dolor, están puestos en un ser como una determinación de positividad y de bondad que, sin embargo, detestan, y que contradicen constantemente con su voluntad. Es decir, que son libremente un autoinfligirse daño y dolor a lo que son por naturaleza; esto es el proceso de excisión y ruptura interior que causa, no el padecer el mal (que Dios esperamos y creemos lo utiliza en designios de salvación) y podemos argumentar racionalmente hasta un cierto momento, sino este mal que hace malo porque se comete con conocimiento y voluntad; hay una cuestión que es fundamental, y que ya está planteada por San Agustín: pretender demostrar o justificar el ateísmo por la existencia del mal no es convincente. ¿Por qué? Porque el mal, siendo efectivamente negación de una positividad, presupone una positividad previa: es deci,r que no puede darse un mal si no existe un bien unde deus deus sim malum es la pregunta que se pone San Agustín, si no recuerdo mal: ¿cómo Dios si existe el mal? Y responde: "justamente porque existe Dios, no porque lo cause".

El Dolor de los Damnosos

Puede existir el mal, es decir, solamente tenemos noción del mal porque tenemos una noción previa del bien, no solo noción, sino realidad: hay una positividad, de manera que (y esto lo han dicho muy bien algunos idealistas italianos, Giovanni Gentile en concreto), no es correcta la contraposición bien y mal sí lo que quieren decir es que la contraposición es del mal en el bien. El mal es siempre una forma parasitaria de una entidad precedente, y toda la riquísima psicología de las pasiones como aspecto (Miguel tiene este libro de antropología que te ha presentado) y, bueno, toda la antropología de las pasiones interesantísima desarrollada en la Edad Media, y que luego resuena y va dando tumbos empobrecidos, un poquito en Spinoza en suma en sus tratados de las pasiones parte de este hecho, es decir, no están de ningún modo por lo que se refiere a la acción del hombre en el mismo nivel, la acción, o para justificar las pasiones que son movimientos apetitivos de índole sensible, no están en el mismo nivel, es decir, el bien siempre precede al mal que anida, que se inserta y que parasita en este bien, si me permites, quizás. Remato ya en relación a la cuestión aludida del fundamento antropológico de la apetencia del bien y de la libertad. Yo diría que no tanto entre el bien y el mal, sino dado lo que el hombre es en el nivel ontológico, en que ha sido puesto por el Creador, y Él no se ha creado a sí mismo; de hecho, es absurdo el concepto de autocreación; tiene una manera de ser respecto de la cual hay acciones que, concordes con lo que él es, son buenas, y otras no. Y eso es lo que el hombre y es la dialéctica difícil y llena de ambigüedades. Como dijo Miguel en la primera intervención suya: hacen de la vida humana siempre realmente un riesgo y un drama, porque el hombre no es solo lo que se ve y percibimos sensorialmente. No está, sino que yo me atrevería a decir que es mucho más en el hombre lo que no se ve que lo que se ve en él. Hay un misterio profundo de realidad, que es contra el que ataca contra él, el que hiere verdaderamente esta acción libre mal cometida y que es en ese ámbito abismal de realidad que es imagen de Dios, que es criatura racional, que es espíritu, que es persona donde llega el efecto perversor, digamos así, o de perversión que esta acción libre realiza.

Yo a propósito de la libertad querría decir algunas cosas. Yo he sido muchos años profesor de filosofía moderna, y me llama positivamente la atención que la filosofía moderna, con todo respeto, por las grandes aportaciones que fundamentalmente yo diría que son de dos índoles, la concomitancia con el fenómeno de la revolución científica (parte de los filósofos modernos son científicos, y eso es una cosa el padre Carreira lo sabe mucho mejor que yo) quién va a a negar este grandísimo valor aportado por la modernidad del Occidente cristiano, y una teoría de los derechos del hombre que presuponen su dignidad, pero tiene sus deficiencias, y una de ellas es precisamente la que se refiere la libertad, de manera que al movimiento característico del humanismo del Renacimiento, de exaltación del hombre, corresponde en formulaciones teóricas una degradación, porque, o se problematiza la libertad o, caminando el tiempo, se niega. El ámbito del liberalismo es el ámbito de los autores que más abiertamente han negado la libertad. 

El libre albedrío

Entonces esto es una paradoja. Es sorprendente, pero, de hecho, la historia de las ideas ha ocurrido así a propósito de la fundamentación en la filosofía moderna de la libertad: la noción del libre albedrío es muy característica de la filosofía clásica, que presupone un fin al que se tiende con necesidad y que es el correspondiente a la naturaleza que el hombre encuentra en sí, y, por tanto, la libertad se limita a esto a partir del existencialismo. Ha sido muy criticado. La libertad se limita a la elección de los medios, eso es el libre albedrío. Pero, en cualquier caso, insistiría en esto: no tanto que el hombre es libre para elegir el bien y el mal, no, sino de aquellas acciones de las que se teje y entreteje la vida humana en su cotidianidad, como muy bien muestra la música, que muestra que el bien y el mal, con su grandeza o con su abyección, tiene algo muy cotidiano en este mundo de ruido; no completamente.

Pues en esta cotidianidad de las acciones en donde el hombre quiere ser fiel a lo que es, como decía [Antonio] Millán-Puelles brillantemente en las ideas de justificación de su libro de ética, confirma con su acción libre lo que él es, y así se hace uno se hace amigo de sí mismo, se unifica por dentro y no olvidemos a los neoplatónicos, que hacían consistir en esta unidad interior y en esta acción de unificación que llamaban genosis el proceso de Retorno a Dios de la criatura, tanto más distante de Dios tanto más desunida. San Agustín le llama la desunión, y la tierra distante de Dios que es lo que él quiere llamar la tierra del pecado. El hijo pródigo está lejos de Dios, ¿no? y en ese sentido y por eso los neoplatónicos dicen que este extremo es la materia, porque es dispersión por sí misma, es decir, y con esto concluyo. En esta unificación interior que es lo que por otro lado vemos que justamente destruye el pecado en la acción de excisión y de monstruificación, en esta unidad lograda o en esta acción que corrobora libremente lo que el hombre es sin ser libre. Porque esa naturaleza le ha sido dada. No es esta una de las claves de la vida moral, sino la clave.

El Castigo

¿Dios castiga el mal que hacemos, padre Carreira?

Dios castiga si tomas la palabra castigo como un acto individual para cada ocasión en que alguien hace también individualmente un acto malo. No es así, no ocurre así; el castigo en el caso general del comportamiento humano que va en contra de la voluntad de Dios es precisamente el que se ha apartado uno de Dios, que es la única fuente de posible felicidad eterna. Ese es el castigo, pero se lo ha hecho uno a sí mismo: ha dicho no a Dios, y Dios no fuerza la libertad humana. Entonces en eso entra ya en juego, incluso el castigo final de la condenación eterna. Dios no puede mandar a nadie al Infierno, me dicen algunos, y no los manda: se van ellos y no quieren otra cosa, porque no quieren aceptar la voluntad de Dios. Están emperrados, por así decirlo, en apartarse de Dios, y Dios respeta su libertad, y se quedan apartados de Dios en lo que es ese agujero negro donde no entra nada bueno que es la condenación; pero Dios desea que todo el que peca se arrepienta y vuelva a la intimidad con Dios y Él no está esperando, por así decirlo, una oportunidad para decirle: "Ajá, te he cazado cuando estabas pecando: pues ahora la pagas". No, no es así. Dios quiere que todos nos salvemos, pero respeta nuestra libertad, y eso es el gran problema, que es al mismo tiempo la razón de que nosotros seamos personas libres: la libertad humana tiene el gran valor positivo de que no somos robots. Somos responsables de lo que hacemos, pero tiene el peligro de que podemos usar mal esa libertad y entonces, responsablemente, nos apartamos de Dios. El hombre tiende necesariamente, por su racionalidad, a tres cosas básicas: la verdad, la belleza y el bien. 

La verdad que es conocer la realidad como es en todos sus aspectos, no que me guste o no me guste, sino conocer la realidad como de hecho es desde Dios, como fuente de existencia hasta lo más mínimo de mi vida diaria. Esa es la verdad.

La belleza es el aceptar que hay un orden, una armonía en todas esas relaciones de creador a criaturas y de las criaturas entre sí, y el bien que es buscar lo que es propio de la naturaleza, que necesariamente es la naturaleza precisamente manifestada en esas tres tendencias, todo lo que me ayuda a encontrar verdad es un bien para mí todo lo que me da la sensación de armonía, de orden es un bien para mí, es una belleza que me satisface, y todos lo apreciamos cuando vemos una obra de arte o una flor. No necesitamos que me sea útil para nada, pero me da una satisfacción propia que solamente se implica como goce de lo que es ordenado, de lo que es armónico

Y el bien que es naturalmente todo lo que está de acuerdo con la naturaleza humana como criatura finita destinada a un estado de Unión con el Creador que se puede barruntar de una manera muy imperfecta solamente por nuestras filosofías, pero que en la revelación cristiana se nos da explícitamente como el fin al cual estamos destinados.

La Caridad Sustancial

Leopoldo, Dios es sin duda alguna como lo presenta muy bien la Parábola del hijo pródigo: un Dios que San Juan define como caridad sustancial,  no es que haya algo, no. Es que todo Él es esto, o sea, un Dios que es amor. ¿Qué posición, en qué posición se encuentra cuando un hijo suyo rebelde se aleja? Está preocupado, se presenta en el Evangelio como un hombre, un hombre entrado en años que todos los días sube a la azotea a ver qué hay de aquel hijo suyo, este hijo, este hermano tuyo, este hijo mío, donde el mío cuenta mucho, porque es lo que efectivamente pone el afecto de amor,  y todos los días va y cuando le ve venir sabemos qué reacción tiene. Se sale corriendo, contraviniendo las normas de protocolo de una persona grave anciana, y se cuelga a su cuello y empieza a besarle y no le permite que abra la boca y enseguida le recompensa de lo que él no merece, mata el novillo más cebado; no está calzado, y le da el anillo, le calza, le mata el vitulum saginatum, es decir. Pero lo que me interesa es cómo esto pienso yo debe ser entendido en Dios, respecto de la penuria en la que llega a encontrarse, y esto en un Dios que es omnipotente, que es sabio y que es bueno; debemos entender lo previsto por este mismo padre: la penuria en la que se encuentra y gracias a aquella penuria este hombre entra dentro de sí y dice cuántos bienes tienen aquellos que están en casa de mi padre, y yo, que soy su hijo, aquí, lejos, cuánta necesidad padezco; pero entra dentro de sí por medio de unas circunstancias que pedagógicamente su padre ha puesto en el camino para que retorne al camino de la vida. Yo creo que esta es la manera como debemos entender esta acción divina, y no tanto por una acción de Justicia que castiga. Y es, si se quiere, incluso castigo, pero es una acción pedagógica de quien es infinitamente sabio y sobre todo infinitamente bueno: no quiere la muerte de su hijo, la muerte en el sentido fuerte de la segunda muerte, por otro lado, y esto la teologia dijo: bueno, primero hay una cosa: el padre efectivamente mira a ver si vuelve su hijo, pero no sale detrás de él; es decir, Dios deja que el hombre se aleje de él: la libertad se lo permite, y ese hijo le ha ofendido gravísimo, diciendo: "Dame la parte que hay de mi herencia". Introduce el misterio de Dios contra una suerte de deísmo que quizás invade de que en Dios hay la justicia y también la bondad. Si se quiere, la misericordia es una cosa y a mí me sorprende como hay un salmo litano en donde se alternan acciones de misericordia de Dios y acciones de justicia dura; y dice "porque es eterna su misericordia".  Bueno, es una manera también de hacer presente en el culto que Dios es misericordiosísimo también, es justo ¿no? Y esta justicia no puede dejar de tenerla aquel ser que es infinitamente perfecto: la justicia es una perfección. Dios la tiene, pero en Él la justicia no es nada distinto a la misericordia: nosotros no entendemos esto, porque eso es un misterio. Pero sabemos racionalmente que eso es así, porque Dios no sería Dios si no fuera así. Claro, claro, Dios educa al hombre y educa a los pueblos y como creador y providente se vale de causas segundas. Y esto es muy misterioso para obrar sus designios en la Historia. No quería dejar de referir el caso del justo que padece porque esto nos muestra, y ulteriormente, este aspecto misterioso de Dios, no de la manera que encontramos en Job la imagen y el símbolo del que es una persona honesta, buena, más aún, santa, y es una persona que padece de un modo especial y porque Dios lo quiere. De hecho, es un hombre sumamente agradable a Dios, y Satanás se presenta ante Dios y le pide permiso para atribular y hacerle daño, y Dios se lo permite; pero le dice: "A él y a sus hijos no les toques; lo demás tienes licencia". Este es el verdadero problema del mal, sobre todo el de el que es bueno y padece, y padece y sufre en su alma la tortura, y esto lo vemos muy bien en los místicos y en los grandes santos. Yo creo que nadie interpretó la Escritura a propósito de estos textos, Salmos, Lamentaciones, como San Juan de la Cruz, porque lo había experimentado en carne propia. Pero él experimenta cómo un Dios malo casi lo lleva al borde de la blasfemia en Job, lo que es un Dios infinitamente bueno que le está subiendo a un nivel de santidad que va a hacer posible un nivel de amistad y cercanía con Dios que solo este sufrimiento consentido por Dios para su bien, que nosotros no lo entendemos, porque es misterioso, pero atisbamos el sentido, el mismo Señor dice que el árbol que tiene frutos es el podado, es decir, al bueno. Dios lo somete a purificaciones ulteriores. Bueno. pues el justo por antonomasia es el Señor, Cristo, en quien vemos nadie más santo que él y nadie que haya sufrido más que él y en la cruz del Señor. Primero en la perversidad del mal: "Líbranos del mal, líbranos del maligno", dicen es la interpretación más adecuada: no solo Líbranos de cometer el mal, líbranos de aquel que nos engaña, que nos seduce y que nos induce con mentira al mal. Líbranos del que nos es malo, pues vemos cómo en el contexto de la Pasión es la hora de las tinieblas. En San Juan de la Cruz era de noche cuando salía: es la hora del príncipio de este mundo; pero en mí no tiene nada, y en eso se centra: estas tinieblas y esta luz del amor de Dios, que quiere unir a los hombres en la cruz, que es un contraste fortísimo como no lo puede haber más entre la perversidad del mal y la grandeza del amor redentor de Dios. Y eso es la cruz, y eso es la cruz, y como el mal es inferior al bien, el bien es su fundamento mismo ontológico: no puede triunfar por eso; el Señor, con su muerte, destruye el mal, destruye la muerte y es resucitado; de hecho, el Señor no muere solo tanto por los dolores y el mal físico que se le causa; el Evangelio dice, insiste mucho en esto, que cuando hubo llegado la hora y mientras tanto "dio el espíritu". Nadie se lo quitó, nadie le quita la vida, insiste mucho en esto, para mostrar la soberanía y la libertad que son condiciones fundamentales para que haya un acto de entrega amorosa. El Señor la entrega, es decir, en él vemos sobre todo como el Justo por antonomasia y el Santo (nadie hay más santo que la naturaleza humana de Cristo) no hablamos el Verbo en donde se reproduce agigantado el fenómeno del justo que padece y por contraste del Injusto que triunfa en el mundo. Que Dios no permita que nosotros vayamos por ese camino, porque no sería un camino bueno. 

Pregunto, no sé si esto teológicamente es ortodoxo. ¿Como consecuencia de nuestra caída la naturaleza entera también quedó dañada de alguna manera? Esto sería teológicamente ortodoxo o no, y que de alguna manera esas catástrofes son consecuencia también del pecado humano; pregunto (me parece que ha habido algunos autores que han dicho prácticamente eso) que, de no haber habido el pecado original, el hombre no sufriría tampoco por causas naturales.

Yo creo que con pecado original o sin él, si uno tropieza en una piedra, le duele, y no hay manera de evitarlo. Y el dolor en ese sentido, como reacción a algo que es dañino, es un sistema de protección del ser viviente. Rara vez se ha dado, pero se ha dado el caso de un niño o una niña en este caso, creo que era que nace sin sentido del dolor y veía una llama y iba a ver que era muy bonita y le metía el dedo y no le causaba dolor, y había que estar todo el día tras ella, porque no sentía absolutamente nada de ese efecto protector que es el que nos lleva a evitar lo dañino, pues esto parece que, en algunas maneras de hablar de cómo sería el estado original se olvida, y parece como que de alguna manera no habría ni siquiera el sentir que a uno le quema el sol si sale un día de verano al aire libre durante demasiado tiempo. Una cosa es que te queme el sol un poquito y otra cosa es que se te caiga la lava de un volcán encima; no, sí, pero hay que decir que ambas cosas son necesarias para que la Tierra sea el planeta habitable que es. Otra cosa es que yo tenga la imprudencia de poner una casa en la falda de un volcán con el optimismo de que no va a ocurrir nada, mientras yo estoy allí durante años y años eso es otra cosa, muy, muy brevemente, porque nos quedan apenas dos minutos, un minuto. San Pablo dice que la naturaleza gime de parto queriendo ser liberada de este desorden al cual la culpa original del hombre la ha conducido. O sea, que sí podría ser ortodoxo, y dicho eso está dicho en la Carta a los romanos. Si San Pablo lo dice, que la naturaleza gime, la creación gime. Esto, bueno, yo, en realidad no soy buen teólogo, pero en realidad soy más filósofo; pero es que la comisión del pecado original tiene efectos de separación con Dios, de separación de los hombres entre sí, guerras; comienza con el homicidio de Caín, la separación de las naciones y las lenguas por la torre de Babel, la separación de la naturaleza, que le es hostil; no, yo creo que se refiere sobre todo a que viviendo en la amistad con Dios todo retorna a una unidad armoniosa que este pecado ha descompuesto y ha roto; por eso el trabajo se convierte en fatigoso, la tierra digamos es esquiva en darle sus frutos al hombre. Siembra y cosecha frutos con espinas; es una manera de mostrar este no sé distanciamiento, enajenamiento que el pecado ha introducido en la naturaleza; pero está dicho.

jueves, 8 de mayo de 2025

Entrevista a Sandel sobre Piketty, sobre la igualdad y la desigualdad en las sociedades occidentales

 Michael J. Sandel, el filósofo de la igualdad: "En Dinamarca hacen falta dos generaciones para pasar de pobre a clase media; en España son cuatro y en EEUU, cinco", en El Mundo, por Rebeca Yanke, Madrid, 8 de mayo de 2025:

El profesor de Harvard publica 'Igualdad', una charla con el economista Thomas Piketty sobre una de sus obsesiones. "Las sociedades más igualitarias son las que permiten mayor movilidad ascendente", afirma

Michael J. Sandel, el filósofo de la igualdad: "En Dinamarca hacen falta dos generaciones para pasar de pobre a clase media; en España son cuatro y en EEUU, cinco"

Michael J. Sandel (Mineápolis, 1953) es uno de esos hombres cuya actitud y maneras resultan coherentes con los postulados que predica. En la distancia corta, tiene una voz pausada, es extremadamente educada y, de vez en cuando, hasta se le escapa cierta timidez. Pero, cuando uno le escucha en alguno de los numerosos vídeos disponibles en internet en los que da clase o ejerce de moderador en un debate, a menudo sobre cuestiones morales, este estadounidense se crece, su voz es más potente y su nervio y energía también. Se nota que disfruta muchísimo cuando juega su papel de filósofo en el escenario más importante: entre personas.

Este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard, donde empezó a trabajar en 1980 -dice que se sentía «muy reflejado en sus estudiantes, dada su juventud- puso a sus lecciones un título sonoro y lleno de expectativas pues lo llamó sencillamente Justicia y, a partir de ahí, comenzó un viaje que le ha convertido en uno de los intelectuales más conocidos del mundo, llegando a hablar ante millas de personas y utilizando la tecnología para llegar a muchos más. Su curso fue el primero que Harvard colocó online para el disfrute de toda la humanidad. Y la BCC creó para él la serie El filósofo global.

Premio Príncipe de Asturias 2018, Sandel es un hombre prolífico en la escritura - ¿Hacemos lo que debemos? (2011), La tiranía del mérito, (2020), Contra la perfección. La ética en la era de la ingeniería genética (2022) y El descontento democrático (2023), todos en Debate- pero, ahora, se publica en nuestro país un libro corto que, en realidad, es una conversación entre Sandel y el economista francés Thomas Picketty, que tuvo lugar en mayo de 2024 en la Escuela de Economía de París . Igualdad, qué es y por qué importa (Debate) habla también de una de las mayores preocupaciones de este filósofo en la actualidad y desde siempre: las consecuencias de la desigualdad en el mundo, las dificultades para superarla y su relación con la movilidad social; la capacidad de escalar.

¿A mayor riqueza, mayor desigualdad?

La de Estados Unidos es una sociedad profundamente desigual. Los niveles de desigualdad de ingresos y de riqueza son enormes. Políticamente, la cuestión de reducir las desigualdades es difícil de defender porque muchos piensan que no deberíamos preocuparnos tanto por la redistribución porque creen que lo importante es centrado en la movilidad, en la oportunidad de ascender.

¿Por qué?

Creen que alguien que haya nacido pobre o en una familia de bajos ingresos podrá ser igualmente rico, como Elon Musk. La capacidad de pasar de la pobreza a la riqueza, el sueño americano de movilidad ascendente, sigue muy presente en la sociedad estadounidense. Sí, la escalera del éxito puede ser muy empinada, pero tal vez pueda llegar a la cima, piensan. Dicen incluso que en Europa deberíais preocuparos más por la desigualdad porque vuestra posibilidad de movilidad es menor. Así que el mito de que no necesitamos preocuparnos tanto por las desigualdades se perpetúa. Un mito falso porque la movilidad no es una alternativa adecuada a una mayor igualdad. Al contrario, muchas de las sociedades con mayor movilidad ascendente también son sociedades que tienen mayor igualdad de ingresos y riqueza.

¿Tienes algún ejemplo?

Daré un dato: según una comparación reciente de la OCDE en cuanto a movilidad social, al ritmo actual de movilidad intergeneracional, ¿cuántas generaciones crees que se necesitan para que alguien nacido en una familia pobre mejore? Y no le estoy hablando de llegar a la cima, sólo a la renta media. En los países del norte de Europa las tasas de movilidad son bastante altas: en Dinamarca sólo hacen falta dos generaciones, mientras que en EEUU son cinco. Esto demuestra que Dinamarca tiene más igualdad que nosotros y que también tiene una movilidad ascendente más eficaz. Es decir, que la movilidad no es una alternativa a la igualdad, o a un cierto grado de igualdad. Es una condición para el ascenso. Porque si todos, independientemente de la familia en que nacemos, tenemos acceso a una educación ya una buena atención sanitaria, bibliotecas públicas, universidades, si todos, ricos y pobres, tuviéramos acceso a esos elementos básicos sería más fácil ascender que si se vive en una sociedad en la que se comienza desde marcadas desigualdades. ¿Cuántas generaciones cree que cuesta esta evolución en España?

Estaba pensando en tres o cuatro.

Justo: son cuatro en España, dos en Dinamarca y cinco en Estados Unidos y Reino Unido.

Si me lo permite, querría recordarle una respuesta que dio en una entrevista con este periódico hace unos años. Preguntado por un hipotético (entonces) segundo mandato de Trump, usted dijo: "En su primera vez, no sabía mucho de política y nombró a ciertas personas en la administración que ejercían cierta moderación sobre él. En un segundo mandato estará más enojado, rodeado de personas afines a él y, además, sabrá más sobre los mecanismos del ejecutivo".

Lamentablemente mi predicción se hizo realidad, ¿no?

Absolutamente. 

La pregunta ahora es si los tribunales conseguirán frenarlo, y en qué medida.

¿Cree que es posible conseguir ese freno?

Creo que hay tres posibles fuentes de restricción. Una son los tribunales y, de hecho, muchas de las medidas que ha tomado Trump que exceden su autoridad ya están siendo impugnadas. Por ejemplo, los casos de ciudadanos deportados que residen legalmente en los Estados Unidos y que no han cometido ningún delito, pero que han hablado de formas que a Trump no le gustan. Queda por ver también si limitarán sus intentos de extralimitarse en la política arancelaria, absolutamente caótica, que está sujeta a impugnación constitucional y realmente depende del Congreso. Es verdad que, en 1970, el propio Congreso promulgó una ley que otorga al presidente la facultad de fijar tarifas durante una emergencia, pero no para ejercer una política arancelaria como la que Trump ha promulgado. O el uso de la fuerza hacia los jóvenes que intentan recaudar fondos de las universidades, cosa que no le gusta, o el uso del castigo hacia bufetes de abogados que han representado a acusados ​​que tampoco le agradan. Todo esto es una extralimitación del ejecutivo, una extralimitación de su autoridad constitucional.

¿Cuál sería la responsabilidad de la sociedad civil?

Esta sería la segunda posibilidad, si la sociedad civil lo frenará. En particular, cómo responderán las instituciones que Trump ha intentado amedrentar, intimidar y castigar, universidades, bufetes, medios de comunicación... La sociedad civil puede ser una segunda fuente de moderación. Y la tercera fuente de moderación dependerá de la capacidad del Partido Demócrata para formar una oposición fuerte. Eso puede ser eficaz políticamente, pero también está por verlo. Los próximos dos años nos darán una idea de cuán efectivas pueden ser.

Hace unas horas estuve viendo uno de sus encuentros con jóvenes de distintas partes del mundo. Y pensé en preguntarle sobre el sentido de la justicia.

¿Recuerdas dónde viste el vídeo exactamente?

Era 'El filósofo global', la serie que hizo con la BBC, en él se debate sobre la importancia de las fronteras.

¿Qué contribuye a una sociedad justa? Ésta es una pregunta que sólo nosotros podemos hacernos. Y la respuesta es el diálogo entre conciudadanos. En el caso de la discusión global que menciona, un diálogo con ciudadanos de todo el mundo. Empecé a enseñar Justicia cuando comencé en Harvard, hace algunas décadas, casi 50 años, en 1980. Una forma de hacerlo más sencilla hubiera sido asignar a los estudiantes la lectura de libros de filósofos célebres y hablarles de lo que diferentes autores dicen sobre la justicia. Pero cuando iba a mis primeras clases de filosofía política no encontré nada de esto muy inspirador o interesante sino demasiado abstracto, remoto, alejado de las preguntas que me importaban. Más tarde, en la escuela de posgrado, realmente me enamoré de la filosofía al ver las conexiones con el mundo en el que vivimos y los dilemas a los que nos enfrentamos cada día. Así que cuando comencé a enseñar, me pregunté: ¿cómo puedo hacerlo de forma que se pueda captar el interés de los estudiantes?

¿Y qué terminaste?

Yo era muy joven cuando comencé a enseñar, y realmente me identificaba con mis estudiantes. Recordaba la sensación de estar en clase de filosofía política y no entender sobre qué escribían esos filósofos, así que utilicé el diálogo y fomenté la discusión, les invitamos a participar, a levantar la mano, ponerse de pie y ofrecer sus puntos de vista sobre asuntos como la libertad de expresión, la admisión a la universidad, la distribución justa del ingreso o la riqueza y qué obligaciones tenemos para con nuestros conciudadanos. O bien: ¿cuál es la relevancia moral de las fronteras nacionales? En el encuentro que ha mencionado les animé a expresar sus desacuerdos y pensar juntos sobre cómo responder a los demás y comprometerse con ellos. Y los estudiantes comenzaron a darse cuenta de que la filosofía no reside en los cielos sino que está entre nosotros, cada vez que tenemos una división o un dilema o un debate político. O en la vida cotidiana.

¿Cómo se convierte una asignatura de Harvard en un producto intelectual accesible a casi todo el mundo?

Decidimos poner esas lecciones online, sencillamente Más tarde, pensé que sería interesante ampliar los debates sobre la justicia empleando las nuevas tecnologías a nivel global, como lo que vio de la BBC. Con personas de países de todo el mundo, razonando unos con otros, escuchándose unos a otros, discutiendo entre ellos. Y fue impresionante observar cómo estaban realmente dispuestos a escuchar las opiniones y convicciones de los demás, incluso entre quienes tenían parecer diferentes. Pero volviendo a su pregunta... Pensar en la justicia requiere sopesar todos los dilemas y opciones concretas que enfrentamos cada día. ¿Cómo resolverlos? Es importante crear oportunidades para que se den este tipo de encuentros, ya sea entre ciudadanos de un país, de una comunidad local o mediante el uso de tecnologías.

¿Imaginó en algún momento que su forma personal de dar clase se convertiría en uno de los filósofos más conocidos del mundo contemporáneo?

Jamás. Cuando decidimos filmar el curso de Justicia de Harvard, ni en mis expectativas más descabelladas cabía la posibilidad de que tantas personas disfrutaran del acceso a debates filosóficos. Creo que una de las razones de que se haya vuelto tan popular, más allá de mis expectativas más descabelladas, es que hay hambre, deseo, anhelo de participar en los debates actuales, sobre las grandes cuestiones que importan verdaderamente a las personas. Y esto se debe a que, incluso en sociedades democráticas como las nuestras, hay una especie de vacío en el discurso público, que consiste sólo en argumentos tecnocráticos que no inspiran a nadie. O bien, cuando entra en juego la pasión, peleas a gritos, partidismo, con el resultado de que las personas realmente no se escuchan unas a otras.

¿Qué nos pasa?

Parece que hemos perdido el arte cívico, democrático, de escuchar, y no me refiero sólo a las palabras sino también a su trasfondo: atender los principios morales que se esconden tras las opiniones de aquellos con quienes no estamos de acuerdo. Por eso creo que una de las razones de que la democracia, en este momento, tenga problemas es que nuestra vida cívica ya no funciona. Hemos perdido la capacidad para razonar sobre las grandes cuestiones -en el bar, en la plaza pública, donde sea- y hemos olvidado que escuchar es el primer paso para ser un ciudadano. Hemos olvidado que hay que interactuar entre conciudadanos sobre las grandes cuestiones que nos interesan y en las que no podemos estar de acuerdo. Hay hambre de vida pública en un sentido amplio, hambre de que las personas puedan razonar juntas, dirigirse unas a otras, incluso en medio de desacuerdos, con civismo y respeto mutuo.

Mientras veía el debate sobre la importancia de las fronteras pensé que si la pregunta debía ser si deberían existir. Me refiero a darles una nueva estructura. Luego me sentí un poco radical.

Lo que menciona es una de las cuestiones fundamentales de la filosofía política, y de gran importancia política en la actualidad porque, si nos fijamos, hay un gran resentimiento y sensación de humillación entre la ciudadanía global, algo que Trump ha sabido explotar. Y gran parte de ese resentimiento tiene que ver con concepciones sobre las fronteras nacionales. El ejemplo más obvio es la inmigración, que se ha convertido en un asunto nuclear en todas las democracias del mundo, pero el significado moral de las fronteras y el que pueda tener un ciudadano son distintos. Otro ejemplo, el debate actual sobre los aranceles. La inmigración es un debate sobre las condiciones en las que las personas cruzan las fronteras y la política arancelaria gira en torno al movimiento de bienes y el comercio a través de esas mismas fronteras.

¿Cómo ha evolucionado el debate?

Si miramos atrás, a las últimas cinco décadas, vemos que llevamos todo este tiempo redefiniendo el papel de las fronteras nacionales en relación con la economía y la política: los tratados de libre comercio de 1990, la admisión de China en la OMC en 2001... Todo aquello también fue una nueva política de fronteras. Lo mismo con el flujo de financiación a través de las fronteras, la transformación del sistema financiero mundial durante este período, la desregulación... Así que hemos tenido debates sobre el flujo de capital a través de las fronteras, el flujo del comercio y bienes a través de las fronteras y el flujo de personas a través de las fronteras. Prácticamente podría decirse que este debate es el gran asunto de nuestro tiempo. La respuesta de la era de la globalización neoliberal, que resta importancia a las fronteras nacionales, produjo una reacción violenta, ansiedad y resentimientos que han sido explotados por Trump en Estados Unidos y por los partidos antiinmigrantes que han surgido en Europa. Por eso reuní a todas aquellas personas a debatir la cuestión.

Se les veía verdaderamente dispuestos a compartir, a comprender al otro y también sus diferencias con uno.

Y eso es importante porque, por las razones que hemos estado discutiendo, la democracia hoy está en peligro y la gente está perdiendo la confianza en los partidos políticos y en las instituciones políticas establecidas. La gente está frustrada con los términos vacíos del discurso político. Sienten que su voz no importa. Hay también sensación de falta de poder, Y aún así, mantengo la esperanza porque en todos los viajes que hago para hablar ante personas, especialmente jóvenes, noto el anhelo de participar en un tipo de debate mejor que el que encontramos en la política hoy en día. Por ejemplo, el debate sobre los valores. Y quieren hacerlo con civismo y respeto. Hace poco he estado en China, donde no iba desde la pandemia, y tenía curiosidad por ver si ese espíritu se había mantenido y así es, y en India encontré lo mismo y, cuando vaya a Europa, volverá a pasar.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Dossier censura franquista

 Dossier sobre censura franquista.

Los 1.786 libros condenados al ‘infierno’ por Franco, en El País, Paco Cerdà, 22 feb 2025

Una investigación descubre las novelas y ensayos del Fondo Marxista que la dictadura prohibió y encerró en el depósito de la biblioteca central militar

Bajo el nombre de Fondo de Literatura Marxista han permanecido escondidos en el infierno de la biblioteca central del Ejército español casi 2.000 libros. Allí llevaban desde el comienzo de la dictadura franquista, cuando fueron requisados por las fuerzas del bando nacional en las bibliotecas de ateneos republicanos, sindicatos, partidos políticos, bibliotecas municipales y colecciones personales. Eran libros peligrosos, inmorales. Libros opuestos al Movimiento Nacional. “Lecturas disolventes” para las almas de aquella España nueva que se soñaba grande y libre.

Muchos otros libros habían sido quemados en piras de fuego de aroma inquisitorial —un bibliocausto todavía muy desconocido— o destruidos y luego convertidos en pasta de papel ante la escasez reinante. Sin embargo, estos 1.786 ejemplares fueron puestos a buen recaudo. Primero, custodiados en el cuartel general franquista de Salamanca. Después, encerrados en armarios metálicos del Archivo de la Guerra de Liberación, en los documentos relativos a la Zona Roja. Más adelante, en la secretaría de la biblioteca central militar. Y, finalmente, ocultos en sus depósitos, con la etiqueta “Reservado” y del todo invisibles desde aquel lejano 1939. Pero ahora, al fin, gracias al ensayo Libros en el ‘infierno’ (Silex Magnum), ya se sabe qué libros componían esta colección única en España. Y había mucho más que libros de Lenin, Bakunin, Koprotkin y Marx. Mucho más que el Balance del primer Plan quinquenal de Stalin o las loas al movimiento stajanovista de la URSS.

El fondo, investigado por Inocencia Soria y Fernando Torra —que han sido directores técnicos de la biblioteca Central Militar—, constituye una elocuente radiografía de las novelas que el franquismo quiso censurar; de los diseños artísticos de una vanguardia que la dictadura quería alejar; de las ideas emancipadoras y los movimientos revolucionarios que el nuevo régimen quiso invisibilizar. Y todo empieza con la literatura de ficción: casi 300 novelas que los autores de este ensayo van recorriendo casi una a una de un modo detectivesco.

Está Manhattan Transfer de John Dos Passos y El lobo estepario de Hermann Hesse. Está el pacifismo de Los generales mueren en la cama, del canadiense Charles Yale Harrison, un alegato de cómo la guerra mata a los soldados en las sucias trincheras y deja a los generales morir en la cama. Está también la utopía socialista de El año dos mil, donde el estadounidense Edward Bellamy presenta una sociedad con igualdad salarial y jubilaciones a los 45 años. Y está El frente de guerra femenino, de Adolf Arthur Kuhnert, dedicada al sufrimiento femenino en la retaguardia y a la lucha de las mujeres alemanas contra las miserias a las que abocan las mentiras de la patria.

A veces los textos son censurados por fijarse demasiado en lo social. Es el caso del alemán Kurt Münzer, que firmó con el seudónimo de Georg Fink su exitosa novela Tengo hambre para retratar al proletariado de los barrios pobres de Berlín, o el caso de Schkid: la república de los vagabundos, de Grigori Belyj y Leonid Panteleev, que trata de los miles de niños que mendigaban en las calles rusas y delinquían para sobrevivir.

En otras ocasiones, las tramas de estos libros prohibidos suben de voltaje y se centran en el terrorismo político, como sucede con las Memorias de un terrorista, de Boris Savinkov, traducida al español por Andreu Nin, o con las negras obras del escritor ruso Roman Borisovich Gul, que narra las historias reales de Yevno Azef, un agitador, terrorista y agente doble que usó la violencia y que su autor contaría en Savinkov (los lanzadores de bombas), Azef (los lanzadores de bombas), Azef, agente provocador y El terrorista Savinkov.

Este Fondo Marxista purgado por el franquismo es un viaje por las editoriales más avanzadas y activas de los años veinte y treinta en España. Sellos como Cenit, Zeus, Tierra y Libertad, Dédalo, Fénix, Morata, Gráfica Socialista, Ediciones Europa-América o Aguilar. También muestra el elenco de intelectuales y escritores de prestigio que traducían al español las novelas más exitosas de otros idiomas, como Francisco Ayala, Cipriano Rivas Cherif, César Vallejo, Wenceslao Roces, Tatiana Enco de Valero o Márgara Villegas. Pero este infierno marxista representa, especialmente, un recorrido visual por las portadas, las maquetaciones y las tipografías de aquella época de modernidad con sus principales exponentes.

El cartelista e ilustrador Ramón Puyol Román y sus cubiertas de trazos geométricos o puramente tipográficas. Josep Renau y su discurso renovador con un fotomontaje tan deudor del constructivismo ruso. El anarquista Manuel Monleón y su estilo realista. Gabriel García Maroto, ayer modernista y hoy vanguardista. El neocubismo de Manuel Ballester. El cartelista de vanguardia Manuel Benet. John Heartfield, inventor del fotomontaje político y tan próximo al dadaísmo. Santiago Pelegrín y sus influencias surrealistas o expresionistas inspiradas en el caricaturista George Grosz. El genio comprometido del comunista polaco Mariano Rawicz y su compatriota y tipógrafo Mauricio Amster, un adelantado en el diseño gráfico. Y el ilustrador anarquista Carles Fontserè. Y Ramón Gaya, y Alberto Sánchez, y Pompeyo Audivert y muchos otros artistas.

Todos ellos aportaban su talento para alumbrar títulos condenados a este infierno como La caballería roja de Isaac Babel o España, república de trabajadores, donde el periodista soviético Iliá Ehrenburg criticaba la tibieza con que la República española estaba afrontando el cambio social en una España de siervos y curas. También aparecen en esta colección de libros requisados Los rebeldes, primera obra de Sándor Márai en español, algunas novelas sociales del escritor rumano Panait Istrati, conocido como el Gorki de los Balcanes, la literatura de combate del sindicalista italiano Giovanni Germanetto en Memorias de un barbero, o La calle sin sol: novela de una huelga en el Japón, un best seller de Sunao Tokunaga que encumbró la literatura proletaria nipona de entreguerras.

En español destacan nueve títulos de Ramón J. Sender, el autor más censurado, y otros libros como Valor y Miedo, veinte historias de Arturo Barea con la Guerra Civil de fondo, o Los de ayer, donde Rafael Vidiella narra las peripecias del anarquista Bernabéu en el barrio chino de Barcelona en 1917. También por los bajos fondos de Barcelona se mueve Un film (3000 metres), con la escritura más experimental de Caterina Albert bajo el seudónimo de Víctor Català. De calado propagandístico es el Auca del nen català, antifeixista i humà, dibujada por Josep Obiol.

El apasionante recorrido que Inocencia Soria y Fernando Torra realizan por cada volumen los conducen también a los sellos, los exlibris y las dedicatorias que llevan casi quinientos libros. Hay una valiosa primera edición de Viento del pueblo, poesía en la guerra, de Miguel Hernández, con el sello del Socorro Rojo, y otros volúmenes con marcas de pertenencia a las Juventudes Libertarias, a hogares culturales, a bibliotecas de comandancias, batallones o compañías militares, o hasta a La Dona a la Reraguarda de Girona. Resulta entreñable leer marcas y mensajes en estos volúmenes que reflejan el orgullo que el movimiento obrero sentía por sus bibliotecas. Dos ejemplos: “Cuida el libro con el mismo cariño que el SRI te lo entrega”; “Los libros son fuente de saber. El Sindicato Nacional Ferroviario espera de tu cultura, trates bien este que pone en tus manos”.

Hay muchos libros dedicados a mano para personajes como Fernando de los Ríos, Margarita Nelken, Ramón J. Sender o Julián Zugazagoitia, lo cual permite rastrear el origen concreto del volumen. Dos ejemplos más: con la frase “A Don Francisco Largo Caballero, jefe admirable y esperanza del pueblo español en estas horas de heroica angustia, su amigo Pablo Suero” le dedica su obra España levanta el puño. O Emili Granier-Barrera, traductor de la primera edición catalana del Manifest del Partit Comunista, dedica el volumen al filósofo y pedagogo “Joaquim Xirau, exegeta subtil de Marx a Catalunya, amb la millor devoció amical”.

Aparte del castellano, en este Fondo de Literatura Marxista hay libros en francés (447), catalán (106), ruso (78), alemán (47), inglés (39), italiano (15) y un ejemplar en checo, en portugués, en danés y en árabe. Lo del libro árabe tiene su gracia. Los delirios censores del primer franquismo llevaron a condenar ese volumen en árabe titulado Propaganda roja, cuando en realidad documentaba la actuación de las tropas británicas en Palestina y Jerusalén en 1938. Era un rojo inofensivo, pero fue condenado a las llamas secas de este infierno militar.

Todas aquellas páginas vetadas habían estado, poco antes, al alcance de obreros y campesinos. Sin embargo, subrayan los autores, “el franquismo asumió con fervor el discurso de la jerarquía eclesiástica ultramontana y del conservadurismo más reaccionario sobre los libros y la cultura” y los apartó de las masas por el peligro que siempre entraña leer. Ya sea a Dostoievski, a John Reed o a Victor Serge. Ya sea Un patriota 100 por 100 del americano Upton Sinclair o La bolchevique enamorada de la soviética Alexandra Kollontai. Más de ochenta y cinco años durmieron secuestrados por el polvo y las tapas cerradas. Ahora, tras una temporada en el infierno, han vuelto a renacer.

II

Manual de la represión franquista para la destrucción de una cultura, en El País, Jordi Amat, 27 ene 2024:

Nueva documentación descubre cuál fue la actuación sistemática de la represión de la dictadura contra escritores y periodistas con argumentos políticos y morales y desmiente tópicos revisionistas

Si se tenía que llamar de nuevo a las puertas de la autoridad, se enviaba otra carta más. Desde finales de la década de los cuarenta, desde que Álvaro Retana recuperó la libertad, sus intentos fracasados con la censura de la dictadura franquista se contaban por decenas. En sus peticiones para poder editar había usado toda clase de descaradas estrategias y apenas habían servido de nada. Que si el autor del original era su hijo, que si el mismo texto ya se había publicado durante la dictadura de Primo de Rivera, que si no había nada de inmoral porque en el fondo buscaba la redención del lector mostrando el vicio, que si moralina, que si Franco, que la falsa y reiterada amenaza que le publicarían en América Latina. Y no, no autorizaban, pero él persistía.

Por entonces su popularidad ya solo era un sueño de hacía medio siglo, pero los recortes de prensa que guardaba de esa época dorada y los elogios de una crítica caducada seguían siendo el motor de una triste esperanza. En su día se había sentido como la primera celebrity gay de la cultura española, como un heredero de Oscar Wilde (así lo afirmaba él mismo). Mientras trabajaba como funcionario en el Tribunal de Cuentas, antes que lo depurasen durante la Segunda República, llegó a ganar 60.000 pesetas al año gracias a los más de cien libros que publicó. Nunca fue una cuestión de calidad, sino de popularidad: la fascinación por la variante turbia del sensacionalismo galante. Escribía novelas de quiosco que, entre el folletín y el morbo, exploraban territorios de moral y sexualidad heterodoxa. Hay sociedades que lo toleran y otras que lo reprimen.

La marginación de Retana en el franquismo, la que acaba de documentar José Martínez Rubio, es un espejo grotesco donde se refleja una perversidad mucho más peligrosa que la de los libros que la censura no le dejó publicar. Es el mundo que retrató Martínez de Pisón en la excelente Castillos de fuego. La homosexualidad estaba prohibida en la calle por ley y en el papel por una censura de moralización pervertida.

Todavía a finales de 1964, con 75 años, estaba desesperado. Volvió a escribir al Director General de Información. ¿Cómo podían prohibirle por tercera vez la obra La virtud de cristal si era una adaptación de Shakespeare? Y, como en otras ocasiones, hizo un informe sobre argumentos inmorales de obras que había visto representadas y que la censura sí había autorizado: “incesto de una madre y un hijo”, “otro incesto de dos hermanos”, “protagonista invertido”, “hermana, hermano y madre, enamorados de un profesor”, “adulterio, inversión sexual, etc” (La gata sobre el tejado de zinc), “prostitutas”, “amores y extravíos sexuales de una toxicómana, un tuberculoso y otro personaje igualmente tarado” (esta última era Largo viaje hacia la noche). En este caso logró lo que pretendía y doce años después del primer intento, lo consiguió.

Pero, a pesar de la revitalización del género del cuplé, que le permitió publicar de nuevo en prensa (con pseudónimo, claro), él ya estaba hundido. En su testamento diseñó la escenografía de su funeral. “Mi cadáver con el rostro cubierto por un pañuelo y envuelto el cuerpo en una sábana pues entre ellas pasé las mejores horas de mi vida”. Pero lo mejor sería el cartel que acompañaría al féretro: “A mis pies se colocará una cinta con los colores de la bandera española y un cartelito que diga: MIERDA PARA LOS QUE QUEDAN”.

Dura represión

“Debemos condenar y condenamos al procesado ÁLVARO RETANA Y RAMÍREZ DE ARELLANO, como autor de un delito de ADHESIÓN A LA REBELIÓN, con las circunstancias agravantes de perversidad y trascendencia de los hechos realizados, a la PENA DE MUERTE”. Así consta en la sentencia del procedimiento sumarísimo contra Retana dictada el 17 de agosto de 1939. El comodín de la rebelión, la obsesión enfermiza con la perversidad.

Había sido detenido cuatro meses antes por indicación del Marqués de Portago. Cárceles de Yeserías, Porlier, Conde Toreno, el Fuerte de San Cristóbal en Pamplona. El Consejo de Guerra que lo condenó, presidido por Pablo Alfaro Alfaro, no desaprovecho la oportunidad de señalar que se trataba de un “antiguo escritor pornógrafo”. La principal prueba en su contra había sido una carta que envió al jefe del SIM de Madrid durante la guerra civil. Se ofrecía para conservar en su casa material religioso incautado, por ejemplo una custodia que redecoraría con el retrato de una cupletista y tres rosas con los colores de la bandera republicana. Esa carta, en la que describía un sacrilegio entre infantil y mitómano, lo condenó. Pero dos meses después de haber sido sentenciado, la pena le fue conmutada: 30 años de reclusión. Finalmente el 18 de mayo de 1948, cuando ya estaba en libertad condicional, fue indultado. Empezó su lucha con la censura.

El franquismo contra Álvaro Retana tiene como base documental los 72 expedientes de censura que se conservan en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. La información sobre la peripecia penal la ha obtenido estudiando expedientes conservados en el Archivo General e Histórico de Defensa. Documentación de este segundo archivo es la base de Las armas contra las letras de Juan A. Ríos Carratalá, que el 20 de febrero acudirá la vista previa por la demanda interpuesta contra él y otras personas por el hijo de Antonio Luis Baena Tocón, secretario judicial del Juzgado Especial de Prensa que instruyó el procedimiento contra el poeta Miguel Hernández: una amenaza preocupante a la investigación rigurosa sobre la España contemporánea.

El historiador en el archivo. Años pidiendo expedientes que se están catalogando desde hace más de dos décadas, horas y horas leyendo diligencias, providencias, indagatorias, testimonios, autos, actas, sentencias o actuaciones judiciales. Datos, procesos, reconstruir lo ocurrido. No ganar una batalla perdida. Explicar qué ocurrió. Es un trabajo que recupera los nombres de víctimas y victimarios. No es un legajo excepcional que aparece en el Rastro. Datos y un patrón. La mecánica de la máquina. Sistematizando este material de archivo, Carratalá ha compuesto un estudio durísimo sobre derrotados que también perdieron en las historias de la cultura. Entre la burocracia represiva emergen decenas de periodistas perdidos y escritores olvidados, plumillas o dibujantes que no tuvieron la oportunidad de exiliarse o que decidieron quedarse en España porque no tenían las manos manchadas de sangre. Pero la máquina represiva, metódica, les destrozó su vida profesional. Y algunos condenados a muerte fueron rápidamente ejecutados, después de procesos judiciales sin garantías de ningún tipo.

Aspectos de la máquina de destrucción cultural del franquismo ya han sido bien estudiados. Josep Benet fue pionero en la descripción del caso catalán al mostrar la meticulosidad del desmantelamiento integral de todo un sistema cultural . El clásico de Manuel Abellán Censura y creación literaria en España es de 1980. Para la depuración académica sigue siendo referencia El atroz desmoche de Jaume Claret. Pero no existía una monografía sobre la represión pura ejercida sobre escritores y periodistas. La mina del horror era y es ese Archivo General e Histórico de Defensa. Carratalá evidencia ahora cómo el franquismo fue implacable a la hora de usar los consejos de guerra como estrategia para acabar con la libertad de expresión y así, sobre el temor y la muerte, afianzar la dictadura.

Tres casos

Los vecinos del número 30 de la calle Ríos Rosas demostraron un coraje cívico poco frecuente en la inmediata postguerra. Ellos también ser destacados porque fueron justos a pesar del terror. Avalaron al vecino del segundo izquierda en un escrito colectivo que ratificaron en el juzgado. “En varias ocasiones impidió que en esta casa hubiese que lamentar el menor desmán o abuso, ni sufriéramos los firmantes la más mínima molestia, a pesar de conocer nuestro ideario derechista y de saber que, con regularidad, se venían celebrando actos y reuniones religiosas en uno o varios cuartos del inmueble”. Pero al Juzgado Militar de Prensa le interesaron poco estos testimonios porque el secretario instructor adscrito buscaba pruebas para inculpar en hemerotecas y archivos incautados. No tardó en encontrarlas para procesar al caricaturista José Robledano Torres.

Las actas de la Asociación Profesional de Periodistas, por ejemplo. El 18 de octubre de 1936 se reunieron y, ante la amenaza del avance de las tropas insurrectas en dirección a Madrid, se nombraron comisarios de guerra: uno de ellos era Robledano. Y Chaves Nogales, que estaba allí, sería uno de los dos reunidos que se encargarían de organizar la aportación de aquel comité de guerra al Ejército Popular. Pero es que Robledano, “de antiguas y exaltadas ideas marxistas”, había publicado 21 dibujos en Claridad, “órgano de prensa de Largo Caballero”. El testimonio de un alférez durante la instrucción era contundente: “su labor no puede menos de calificarse como la más violente y soez que se ha hecho en un diario de España”. Pena de muerte conmutada gracias a la actuación de su mujer, que se encargó de sacar de la cárcel los dibujos que pintó su marido.

Nadie se preocupó por la suerte de Javier Bueno. Su acelerado periplo judicial es la “crónica de un fusilamiento anunciado”. A los cuatro días del fin de la guerra, fue extraído de la delegación diplomática donde estaba refugiado. Ojo con este detalle. Es una violación del espacio de las embajadas que, contra lo dicho por el relato revisionista, no se produjo durante el período republicano, pero sí se normalizó en 1939. Luego apaleado. Luego lo llevaron a la prisión de Porlier. Como se le consideraba en parte autor intelectual de la Revolución de Asturias, en su caso no faltaron los informes del delegado falangista en Gijón o del comisario de Oviedo. “En toda su actuación periodística ha demostrado ser uno de los mayores enemigos de España y de los más incondicionales al servicio de Moscú”. Fue condenado a muerte por adhesión a la rebelión. Fue fusilado el 27 de septiembre de 1939. Su causa fue incautada y su familia tuvo que trasladarse a un garaje. Por aquellos días su mujer seguía encarcelada por haber contraído matrimonio civil con el director de Avance.

Aunque sufrió una tragedia, el poeta Germán Bleiberg, detenido por una delación, sobrevivió. Su delito era haber recogido firmas, a los dieciséis años y durante su veraneo en Aranjuez, contra el golpista general Sanjurjo. Fue detenido en mayo de 1939, un mes después del suicido de su padre. En la cárcel colaboró en actividades de reducción de penas, como otros poetas que escribieron versos ensalzando a Franco y pueden leerse en el volumen Musa redimida. Y en su caso, más allá de cómo despotricó contra él la portera de la finca donde vivía, seguro que ayudó el aval del príncipe del fascismo lírico Dionisio Ridruejo. El documento se conserva en el expediente de Bleiberg. “Certifico que conociendo dicha persona mi ideología y filiación falangista no rehuyó mi compañía en ningún caso, ni cometió acto alguno que revelase una intención de desagrado para lo que pudiéramos llamar la posición nacional”. Salió de la cárcel de Alcalá de Henares en 1943 y no tardó en marcharse de España.

Son solo tres casos, pero la suma de Las armas contra las letras evidencia que no hubo piedad para los derrotados. La guerra continuaba. No hacía falta que hubiesen cometido delitos de sangre. La legislación de la victoria también tuvo como propósito la destrucción física de una cultura.

El último cuplé

El primer libro que Álvaro Retana intentó que le autorizasen después de haber sido indultado fue La Fornarina y su tiempo. El tema era la vida teatral de principios de siglo, centrada en géneros de revista. La protagonista era uno de los fetiches del autor, la cupletista Consuelo Vello Cano. En la inmediata postguerra ese género popular, del que él mismo había sido letrista, tampoco gozaba de prestigio alguno. En una conferencia sobre la educación de la mujer, Pilar Primo de Rivera dijo ellas debían aprender a cantar romances, canciones regionales o cantos gregorianos y así ellas “desechen de sus casas los horribles cuplés de moda”. Retana lo intentó en 1948, 1949, 1955, 1960. No eran un problema los amores de Fornarina con un famoso periodista. Era la atmosfera. “El libro arrastra barro, pero un barro de homosexualismo y de invertidos que da miedo. NO DEBE PUBLICARSE”.

Esa era la idea que la máquina de destrucción cultural del franquismo tenía sobre Retana. No importaba lo que argumentaba en las cartas que mandaba en las autoridades, cuando redactaba recursos o incluso introducía diálogos en rescrituras ensalzando a Franco o incluso a la censura. Nada. “Me parece imposible poner en circulación una novela cuyos protagonistas son hetairas, invertidos y viciosos, como esta que nos ocupa, por lo cual propongo que NO SE AUTORICE”. Más. “¿Qué hay en la producción de Retana, y concretamente en esta obra, que vaya más allá de la repetición temosa de un lamentable desfile de tristes chulos desvalidos y prostitutas jubiladas, que en sus grotescos desvaríos se tratan de marqueses y de embajadores para engañar la pobretería que les aflige?”.

Otro recurso y otra carta y otra petición. Y más indignación. A otros, a pesar de su pasado (Pérez de Ayala, Jardiel Poncela, Carrere) o a pesar de la moral de sus novelas (vaya con la última de Zunzunegui), sí les dejaban publicar. Su suerte profesional, más que la literaria, solo cambió en parte tras el estreno de El último cuplé (1957) protagonizada por Sara Montiel. Aquel género musical, cuyo ambiente era su auténtico mundo, volvió a popularizarse gracias a la película y aquel hombre desahuciado por la historia empezó a vivir de los royalties de viejas canciones con su letra. Esa era su principal fuente de ingresos cuando murió en 1970. Con el pseudónimo “Carlos Fortuny” colaboraba en ABC como erudito de la cultura del cuplé e intentó que, ahora sí, se autorizasen algunos de sus libros de historia.

El 8 de septiembre de 1958 entregó a censura la antología comentada Medio siglo de cuplés firmada por “Carlos Fortuny”. Con supresiones parecía que sí iba a autorizarse. Dos informes así lo señalaban, pero en uno de los dos otro funcionario añadió un comentario con un lápiz rojo: “Todo esto es mugre”. Pidió que se hiciese la consulta con el jefe de sección. Conclusión: denegado.

El franquismo contra Álvaro Retana. Escdritos inéditos, José Martínez Rubio Renacimiento, 2024 404 páginas. 23,66 euros

José Martínez Rubio

El franquismo contra Álvaro Retana

Álvaro Retana, escritor galante y celebridad gay de principios de siglo XX, se convirtió en el emblema de una nueva modernidad literaria, tan provocadora como popular y tan liberadora como problemática. Fue un escritor audaz, rebelde, escandaloso, con una mirada en la que la homosexualidad, o la bisexualidad aparecían en un tono hedonista y celebratorio, alejado de condenas morales o análisis psicopatológicos. Ya en el franquismo, Álvaro Retana desapareció de un sistema literario controlado manu militari por la dictadura y fue lentamente olvidado por un público que no pudo escapar a la modulación cultural producida de manera sistemática por las instituciones del régimen, con su pacatería y su crueldad, con su mediocridad y su sectarismo. Este libro recupera la figura literaria de Álvaro Retana en los años más oscuros de su vida. Retana llegó a publicar 16 obras entre 1939 y 1970, año de su muerte. Sin embargo, el escritor entregó a la censura hasta 55 títulos distintos, la mayoría de los cuales no ha visto la luz todavía. Este trabajo analiza e interpreta el afán de un escritor por sobrevivir a la dictadura, a través de los 72 expedientes de censura en los que quedaron atrapados la mayor parte de sus escritos. Este libro supone un intento por completar la visión de un escritor oscurecido e invisibilizado por el franquismo.

Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945), Juan A. Ríos Carratalá, Renacimiento, 2024, 416 páginas. 26,51 euros

Juan Antonio Ríos Carratalá

Las armas contra las letras

La Guerra Civil no terminó en 1939. El victorioso Ejército franquista protagonizó una represión que se cebó en colectivos como los periodistas, los escritores y los dibujantes republicanos. El ensayo analiza un conjunto representativo de los consejos de guerra seguidos contra quienes hicieron uso de la libertad de expresión y fueron condenados por el supuesto delito de rebelión militar. Los correspondientes sumarios muestran la voluntad de aniquilar al enemigo o buscar su muerte civil, así como el espanto de una farsa jurídica caracterizada por el cinismo y la mediocridad de unos vencedores ajenos a cualquier intento de reconciliación. La Ley de Memoria Democrática, del 20 de octubre de 2022, declaró estos consejos de guerra «ilegales e ilegítimos» y sus sentencias «ilegales y radicalmente nulas» (arts. 4 y 5). El ensayo ejemplifica las razones de esta calificación legal y evidencia que la relación entre las armas y las letras de aquella España no debe circunscribirse al período 1936-1939, pues la Victoria fue una nueva y cruel etapa de la guerra donde las armas franquistas buscaron la erradicación de las letras republicanas. «Los periodistas, junto con los políticos y los policías, fueron las 3 P de la más feroz represión franquista». Cristina Martínez, Información