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viernes, 7 de noviembre de 2025

La filosofía de la religión de Gustavo Bueno

  El filósofo Gustavo Bueno en su obra El animal divino se refiere al numen como el núcleo básico de toda expresión religiosa, desde las más simples a las más complejas. Entiende que hay dos tipos de númenes: los equívocos que poseen una naturaleza distinta a la humana o a la animal y que, a su vez, se subdivide en dos grupos (divinos y demoníacos) y los análogos, aquellos cuya naturaleza se concibe ligada a la humana o animal. Este tipo también se subdivide en dos grupos: los humanos (héroes o semidioses y santos, entre otros) y los zoomorfos (que toman la apariencia de animales totémicos y sagrados). En efecto, muchos dioses antiguos de distintas culturas tienen asociado un animal o toman partes de animal (la lechuza Atenea, el águila Zeus... Los centauros, la Quimera, la Esfinge... El dios egipcio Horus tiene cabeza de halcón; Anubis tiene cabeza de chacal; Bastet tiene cabeza de gato... Algo parecido sucede con el panteón de los dioses hindúes y japoneses del sintoísmo).

De la Fundación Gustavo Bueno:

Entrevista a Gustavo Bueno. Hacia una teoría materialista de la religión , Lorenzo y Mariano Arias, en Argumentos, Madrid, septiembre de 1981, nº 46, páginas 46-50:

Gustavo Bueno está considerado, desde hace ya bastantes años, como uno de los máximos representantes de lo que podría denominarse un «materialismo filosófico abierto, heterodoxo y crítico». Nacido en Santo Domingo de la Calzada en 1924, doctor en filosofía por la Universidad de Madrid en 1948 con su tesis sobre «Fundamento material y formal de la moderna filosofía de la religión», catedrático del Instituto «Lucía Medrano», de Salamanca, de 1949 a 1960 Gustavo Bueno es, desde ese año, catedrático de la Universidad de Oviedo, en donde ha desarrollado una intensa actividad como docente, conferenciante e introductor del pensamiento marxista.

Autor de numerosos trabajos filosóficos, entre sus obras se encuentran «El papel de la filosofía en el conjunto del saber» (1970), polémica réplica a la posición sustentada por otro de los grandes iconoclastas de la filosofía española, el profesor Manuel Sacristán en su breve ensayo «Sobre el papel de la filosofía en los estudios superiores»; «Etnología y utopía» (1971); «Ensayos materialistas» (1972 ), la exposición más acabada de su materialismo filosófico, que huye tanto de la posición simplista y dogmática del «Diamat» como de las posiciones cientistas de un Robert Havemann; «Ensayo sobre las categorías de la Economía Política» (1972); o, en fin, «Estatuto gnoseológico» (1976), publicada solamente de forma parcial en las páginas de «El Basilisco» y en donde trata de articular una teoría de la ciencia materialista, concebida en un principio como una crítica-alternativa al concepto de «corte epistemológico» de Gaston Bachelard empleado por Louis Althusser y en los últimos trabajos como una alternativa global a las concepciones postpopperianas y metacientíficas, planteada desde posiciones abiertamente antiidealistas.

Impulsor de diversos proyectos intelectuales, como la revista «Theoria» (1953-1955), al lado de Miguel Sánchez-Mazas y Carlos París, entre otros, o la sociedad editorial «Amigos de Asturias», Gustavo Bueno dirige desde 1978 «El Basilisco», «revista de Filosofía, Ciencias Humanas, Teoría de la Ciencia y de la Cultura», nacida al calor de los estudios y reuniones desarrolladas en su cátedra de la Universidad ovetense.

Actualmente, Gustavo Bueno se encuentra trabajando en la preparación de un libro cuyo contenido desarrolla su ponencia «Hacia una teoría materialista de la religión», que presentó en el último verano en el curso sobre «Filosofía y Teología en el siglo XX», organizado en La Granda (Avilés) por la «Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos» y que no dejó de provocar una viva polémica.

Pensamos que su ponencia no ofreció respuesta a un interrogante presente en el ambiente clerical de los asistentes a las jornadas de Avilés: la existencia o inexistencia de Dios. Realmente, la ausencia en su discurso de argumentos sobre este «dilema», ¿en qué medida sería consustancial con su tesis?

La cuestión sobre la naturaleza de la religión en cuanto filosofía de la religión no exige tratar la cuestión de Dios, puesto que esa exigencia sería pertinente desde el punto de vista de una. filosofía de la religión teológica no materialista. La cuestión es siguiente: ¿Tiene sentido hablar de una filosofía de la religión sin Dios? Mi tesis es que la religión no constituye el campo de una disciplina filosófica hasta el siglo XVII. El tratado de Dios no es el tratado de la religión. Los escolásticos, grosso modo, rompen la religión en dos partes: la religión natural, la cual pertenecería a la ética; y la religión positiva que no pertenecería ni a la ciencia ni a la filosofía, al ser revelación. Para los escolásticos la religión natural es un capítulo de la justicia, de la filosofía moral, lo cual supone que Dios ha sido demostrado por la metafísica. Es el caso de Aristóteles, el cual demuestra a Dios dentro de su sistema y, no obstante, niega la religión. Porque la religión sería amor y el amor según Aristóteles exige una proporción entre el amante y el amado y como la proporción es infinita no cabe amor ni del hombre a Dios ni de Dios al hombre. Pero la parte principal de la religión, que es la religión positiva (dogmas, símbolos, mitos) ésa, según los escolásticos no puede ser objeto de ciencia porque al ser revelación es sobrenatural y queda fuera del horizonte filosófico; no cabe hablar, pues, de filosofía de la religión.

Usted presentó a Espinosa como el primer pensador que dio forma a una cierta filosofía de la religión. En este sentido, hizo referencia a su quinta parte de la Etica, la cual constituiría una filosofía de la religión íntegra...

Yo presentaba a Espinosa como la primera figura que partiendo de esa distinción de religión natural y positiva había establecido una disciplina que, a mi juicio, es fundamental en su sistema, que sería precisamente la quinta parte de su Etica. La concepción de Espinosa prefigura enteramente la de Hegel. Es una filosofía de la religión de carácter humanista, en el fondo, porque el hombre es Dios, pero no un Dios transcendente; Dios es el hombre y no en el sentido de Feuerbach, en el sentido de que Dios sea el hombre, sino que el hombre es Dios. Esta es la doctrina de Espinosa.

En su opinión, ¿una Filosofía de la Religión debe sustentarse en principios de la misma religión únicamente o, por el contrario, debe ir más allá?

Una Filosofía de la Religión debe comprometerse enteramente en la cuestión de la verdad de la religión como condición sine qua non, a la vez que en su fundamentación. Sin embargo, no puede tomar sus principios exclusivamente de la propia religión, de los fenómenos o hechos religiosos; por contra debe buscarlos en la Ontología y la Antropología. Es así cómo la Filosofía de la Religión no se aleja mucho del terreno de los hechos o fenómenos religiosos, manteniéndose en el centro o núcleo de los mismos. Porque es un hecho que todas las religiones pretenden mantener una relación real, Re-ligación, y no ilusoria, entre los hombres y otros seres también reales. Hablando en términos psicológicos se podría decir que los sentimientos religiosos son «sentimientos de realidad»; y expresado en términos de análisis lingüístico: la proposiciones religiosas no son simplemente emocionales, u optativas, sino apofánticas, por cuanto pretenden referirse a una realidad a la vez que ser verdaderas. El ejemplo es elocuente: el que reza no quiere decir: «¡Oh, Dios mío, si existes, salva mi alma, si es que ésta existe!», lo que quiere decir: «¡Dios mío, tú que estás ahí presente, sálvame!»

Usted. se presentó haciendo un esquema antropológico...

Sí, sí, evidentemente...

Y ellos estaban situados en el otro extremo. Como deseando que se hablara de lo que a ellos les interesaba...

Claro, de la religión terciaria... Ellos, no querían considerarse como clase terciaria de la religión, que, además, es el prólogo del ateísmo...

En esta línea, ¿cuáles son las fases que usted distingue en el desarrollo de la religión?

Tres a mi juicio son las fases que se observan en el desarrollo de la religión: la fase de la religión primaria, la religión del «hombre-cazador», desde el final del musteriense hasta el neolítico, y en el que a consecuencia del desarrollo de las relaciones sociales y tecnológicas puede hablarse ya de una relación «normalizada» del hombre con los animales. La fase de la religión secundaria o mitológica (que se hace necesaria tras la liquidación física de los «númenes del paleolítico» por un lado y por la domesticación de los animales por otro), y la fase de las religiones terciarias o metafísicas (cuyos primeros indicios históricos se darían en el segundo milenio antes de Cristo, los Vedas, Amenofis IV, Moisés). Las religiones terciarias en cuanto se instituyen (en gran medida, a consecuencia del desarrollo de la Astronomía y después de la filosofía), como crítica del error mitológico y de la superstición, pueden considerarse como dialécticamente verdaderas y, por tanto, como antesala del ateísmo.

Según parece, el concepto de experiencia religiosa fue uno de los capítulos de su tesis más sujeto o controversia ¿En qué se fundaba tal discrepancia?

Este concepto es sumamente confuso y equívoco porque está deliberadamente hecho así. Resulta que como quiera que une experiencia con religión, parece entenderse en el sentido de experiencia íntima cuando, en realidad, son conceptos sumamente contradictorios. Si la experiencia debe ser intercomunicable, intersubjetiva, repetible, &c. ... y si Ia experiencia religiosa es la experiencia que procede de la gracia de Dios, al ser Dios, según los teólogos, quien da esa experiencia religiosa, este razonamiento sobre si hay una causa primera, no puede constituir una forma de experiencia y sí una serie de razonamientos de carácter general que todo el mundo tiene que tener alguna vez, claro. Pero, en realidad, lo que llamamos experiencia religiosa es, al parecer, una serie de vivencias características donde aparece la presencia de la divinidad en el sentido terciario, &c. Ahora bien, ocurre que según los propios terciarios esa experiencia está posibilitada por la gracia divina que es libre, resultando que la experiencia por definición deja de ser controlable por el hombre para depender de la gracia de Dios. Ello guarda estrecha relación con la famosa frase de la Biblia «el espíritu sopla donde quiere». Así, el que tiene experiencia religiosa, pues la tiene y muy bien. Y si Dios le ha tocado con su mano... pero, en realidad, eso no es experiencia; es otra cosa distinta... Por eso decía que si por experiencia entendemos lo que se entiende gnoseológicamente entonces invocar la experiencia religiosa como aquello que alguien puede tener en virtud de una elección hecha por Dios ciertamente que le interesaría a Dios pero nunca a los demás. Por otra parte se me imputaba que estaba tratando de reducir todo tipo de experiencia a mi concepto particular de entender la misma, cuando es falso, porque el concepto de experiencia es, precisamente, el concepto de experiencia comunitaria. Es, esencialmente, una objeción de tipo puramente verbal.

Usted mencionaba expresamente a San Juan de la Cruz en relación con la experiencia religiosa...

En efecto, cité un texto de San Juan de la Cruz donde aparece una descripción de la experiencia religiosa en el cual Dios se presenta como un monstruo que te digiere y te traga. Desde el punto de vista de la teoría zoológica de la religión eso es un símbolo. Muy bien, pero en San Juan de la Cruz ¡y nada menos que en él! que representa un prototipo de experiencia religiosa mucho más refinada, aparecen ya los símbolos más primitivos de Dios, como un monstruo que te traga y te devora, como aparece también en Lutero, por ejemplo, queriendo, naturalmente significar que la intensidad de la experiencia religiosa nos remite de nuevo, siempre, como en los delirios de tipo alucinatorio, a animales que son los que aparecen siempre. Cualquiera sabe la causa que lo origina, pero son siempre animales que nadie ha visto, extraños monstruos con formas de tipo animal...

Planteadas así las cosas, ¿cuáles son las dos grandes alternativas abiertas a la filosofía materialista de la religión?

Por una parte, está la humanista, la que considera «los númenes como hombres, o el hombre mismo», que es quien «hizo a Dios a su imagen y semejanza», en la fórmula de Feuerbach; por otra, la zoológica, que dice que los démones son los animales. La filosofía humanista de la religión es la que mayor tradición tiene en filosofía desde Evehmero hasta Augusto Comte. Por otra parte, es preciso distinguir al humanismo reductivista, sociologista y psicologista que identifica a los númenes con los hombres, del humanismo filosófico que admite que «Ios hombres son númenes». Para mí, hay que rechazar el humanismo como alternativa de una filosofía de la religión, si se tienen presentes los principios de la antropología filosófica materialista, en concreto el principio de la racionalidad, el principio de la igualdad «moral» entre los hombres, por cuanto que si los hombres son iguales no es posible pensar que alguno de ellos sea considerado realmente como numinoso. El hombre, por tanto, debe respetar al hombre pero no puede temerlo ni adorarlo, como si fuese un númen. Si los hombres han adorado y divinizado a otros hombres lo habrán hecho sub specie animalitatis, como cuando Homero percibe a Diomedes como un león. De este modo, el zoologismo es la única alternativa a una filosofía de la religión materialista y racionalista: los hombres hicieron a los dioses, no a su imagen y semejanza, sino a imagen y semejanza de los animales. Paradójicamente, esta tesis es nueva en filosofía, porque, aunque ha sido sostenida muchas veces por los científicos de la religión como tesis empírica, sin embargo ha sido acompañada normalmente del supuesto de que por ello mismo «la religión de los animales» es falsa («concepto de fetichismo, de antropomorfismo»). Esta tesis, en filosofía de la religión difícilmente podría haber sido defendida hace unos pocos años, en los cuales aún dominaba el mecanicismo (la «impía» concepción de los animales como máquinas, propuesta en España por Gómez Pereira, y extendida por Descartes). Aunque hoy, cuando el darwinismo por un lado y la Etología por otro han mostrado no sólo las diferencias sino también la continuidad entre los hombres y los animales, algunos de los cuales están dotados de inteligencia, incluso de lenguaje «doblemente articulado», la posibilidad de una religación de los hombres respecto de los animales aparece como científicamente fundamentada.

Gnoseológicamente, las teorías totemistas podían considerarse como opuestas al humanismo...

Sí, efectivamente, pero el totemismo no está pensado como una filosofía de la religión sino como una teoría positiva de ciertas religiones. Y, generalmente, las ideas totemistas de la religión primitiva son teorías de la religión primitiva y se agotan... Es decir, son teorías positivas, mientras que en la fase primaria tiene la pretensión de ser filosofía de la religión; por lo tanto la perspectiva es diferente. Dicho de otro modo: no es, simplemente, una aplicación de las teorías totemistas a esto sino que es una perspectiva filosófica general, en donde el hecho de llegar a los animales no es a través de un método deductivo o empírico como la única condición para que la filosofía de la religión sea posible. Es, ciertamente, una cuestión gnoseológica. Es decir, que el hecho de llegar a la teoría zoomórfica, tal como yo la exponía, es una conclusión deductiva, como condición única, hoy día, para que pueda hablarse de filosofía de la religión. Esta es mi tesis. Cabe hablar de teología, de etnología, de psicología. ¿Por qué? porque no cabe atribuir verdad a la religión. Y examinado entonces el conjunto de entidades numinosas existentes se va, por exclusión, quedándose con los animales, encontrándose, por razones gnoseológicas, con un conjunto de doctrinas afines cuyos límites se pueden comprobar precisamente por la perspectiva desde la que se ha partido...

En cierta medida el «dialogo» que Vd. mantuvo en La Granda posibilitó el afloramiento de viejas polémicas que recordaban los famosos «diálogos» de Salzburgo entre cristianos y marxistas. ¿Cree usted que se puede hablar de algún tipo de conexión con aquellas discusiones?

Eso es muy interesante. Aquellos diálogos se habrían intentado hacer mediante la siguiente aproximación: por una parte, se habría efectuado una concesión por parte de los cristianos de los componentes propiamente terciarios a los componentes morales o humanos de la religión en el sentido ofrecido por Espinosa, como generosidad, caridad, justicia, &c. ... Es decir, tomando de la religión aquellos componentes que tienen una incidencia más directamente política y dejando entre paréntesis todos los problemas llamados metafísicos o teológicos. Concesión ya importantísima porque, desde el punto de vista interno, a la religión cristiana esto es imposible. San Agustín sentencia: «Las virtudes de los paganos son vicios.» Pero en fin, a mi juicio representa una concesión en sí misma contradictoria;. de ahí que no hayan podido en el fondo establecer concesiones de hecho. Referente a los marxistas la aproximación se produciría inversamente, como un subrayado de los problemas prácticos, político morales, considerando como cuestión metafísica indiferente las cuestiones teológicas. Con ello estas concesiones serían, en cierto, modo antisimétricas, al considerar, por lo menos algunos marxistas, la cuestión metafísica como una forma secundaria. Cuestión que, a mi juicio, no puede ser en absoluto secundaria. Lo cierto es que al considerar secundaria estas discusiones propias de metafísicos o de filósofos , se entraba en coincidencia negativa con los cristianos que decían que también era secundario hablar de cuestiones teológicas puras, bizantinas, con la importancia de los problemas inmediatos de la caridad, de la pastoral como dicen ellos, de la política... Así, mediante esas dos concesiones se desvirtúa por razones distintas, a mi juicio, el diálogo. Y ello porque en sí el cristianismo no podía en absoluto prescindir de sus premisas teológicas, mientras que el marxismo jamás podría prescindir de sus premisas filosóficas de carácter materialista. Así, al decapitar de ese modo toda cúpula de tipo ideológico, filosófico o teológico, entonces era posible el diálogo, si bien, eso sí, quedaba trivializado completamente al ser relegado al plano académico, eclesiástico, que era donde tenían lugar las discusiones, entre curas e intelectuales marxistas... En fin, en estos diálogos si alguna vez se planteaba la cuestión central de la existencia de Dios, en seguida quedaba como sobre ascuas, como «cuestiones demasiado generales», o «esto es para filósofos, aquí lo. importante es lo práctico» dirían...

Al margen de interés con que se recogió su tesis, ¿no cree que su argumentación fue interpretada incorrectamente?

Estoy absolutamente de acuerdo. Es más, creo que no habían seguido la argumentación. El esquema de mi argumentación era enteramente escolástico. No podrían entrar por aquí, porque si entraban en seguida quedaban envueltos en la religión terciaria. La teoría de la religión que yo les propuse a mi me parecía que tenía una gran fuerza absorbente...

Sin embargo, es cierto que esa argumentación está fundamentada por la Lógica de la Ciencias humanas, como es habitual denominar al trabajo de investigación filosófica que usted realiza. El eje sobre el cual está centrada su filosofía es precisamente la construcción de una crítica filosófica de las ciencias humanas, por ello: ¿qué lugar ocuparía la teoría de la religión dentro de la gnoseología de las ciencias humanas?...

Yo he sintetizado todo un infinito material que tengo escrito. Intenté pues, organizar ese material en una exposición que fuera coherente, aunque la argumentación fuese ciertamente esquemática... Mi exposición tenía como objetivo la exploración de las condiciones necesarias que habría que presuponer para poder hablar hoy de una filosofía materialista de la religión. Ciertamente pretenden hacer sus veces las llamadas «Teorías de la Religión», pero el concepto de «Teoría de la Religión» (por ejemplo «Teoría marxista de la Religión») es ambiguo y gnoseológicamente irresponsable, pues lo que se llama teoría debe especificarse de inmediato como teoría científica de la religión, o como teoría filosófica, o como teoría teológica. Una teoría científica de la Religión podrá ser Sociología de la Religión, Psicología de la Religión, Etnología o Ciencia comparada de las Religiones. En cuanto científicas, las teorías de la Religión quieren ser neutrales, no quieren comprometerse acerca de la verdad de las religiones (Evans Pritchard). Pero la Filosofía de la Religión no puede mantenerse neutral ante la cuestión de la verdad; debe, además, ofrecer una fundamentación en virtud de la cual pueda afirmarse que la religión es verdadera, porque si una doctrina concluyera que la religión es falsa, esta doctrina no podría propiamente llamarse Filosofía de la Religión, sino Psicología o Sociología de la Religión. Así pues, dentro de las Ciencias humanas la filosofía de la religión sería, a mi juicio, importante en la medida que conlleva una crítica a las ciencias de la religión. Por otra parte mi preocupación casi obsesiva y de la cual partía fue la preocupación gnoseológica. Yo, en cada línea que estaba haciendo me preguntaba por qué esta línea es filosófica o en qué condiciones puede hablarse de filosofía, es decir, por qué no es sociológica o psicológica y no etnológica o teológica. Y ello porque son todas las cosa a la vez; es decir, que la religión me parece que es uno de los puntos en donde todas estas perspectivas están más imbricadas. Seguramente es un campo totalmente privilegiado para explorar el alcance de las diferentes opiniones que uno tenga de tipo gnoseológico. Lo cierto es que esta teoría de la religión ha estado siempre presente, ya desde mi tesis doctoral en 1948.

Gustavo Bueno, El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión

Segunda edición, corregida y aumentada con catorce escolios, Pentalfa, Oviedo 1996

ISBN 84-7848-490-6 · 230×145 mm · 438 pgs

Primera edición: Pentalfa Ediciones, Oviedo 1985

ISBN 84-85422-56-2 · 150×215 mm · 309 págs.

El animal divino. Tercera edición (2023)

La religión es algo común en la vida ordinaria, acerca de la cual todo el mundo, creyentes o no creyentes, tiene alguna opinión. En nuestra sociedad actual, educada en el cristianismo (pero lo mismo se podría decir en sociedades educadas en el islamismo, judaísmo o budismo, es decir, en las llamadas religiones superiores), podría afirmarse que la mayor parte de sus miembros «saben» perfectamente en qué lugar hay que situar la religión: las religiones tienen que ver con Dios, con las relaciones entre el hombre y Dios. Cuando los hombres son creyentes (sea practicando una confesión determinada o, sin practicar ninguna religión positiva, manteniendo la fe en un ser superior) dirán que la religión es verdadera o que las religiones tienen algún tipo de verdad. Cuando los hombres no creen en la existencia de algún Dios dirán simplemente que las religiones son falsas (acaso las justificarán o explicarán por motivos psicológicos –la esperanza que la religión ofrece– o sociológicos –el «opio del pueblo», engaños de la casta sacerdotal para defender su estatus de poder...–). Pero, sin embargo, seguirán sabiendo lo que es la religión, como algo que, en todo caso, tiene que ver con Dios (sea éste real o imaginario).

En todas estos casos se sobreentiende que la religión es algo que tiene que ser definido en relación con Dios, de forma que el concepto que en los países avanzados se tiene de religión gira en torno a conceptos teológicos, y que hablar de religión es algo que queda reservado a los teólogos o, si se quiere, a los especialistas religiosos. Situados en esta perspectiva, toda otra manifestación que de algún modo suele llamarse religiosa, por ejemplo, el animismo, el politeísmo, el chamanismo, el vudú, candomblé o incluso el espiritismo, suele sistemáticamente considerarse como cosa de pueblos primitivos, salvajes o incultos.

Entre los que no creen en Dios lo más frecuente es, sin embargo, pensar que Dios (o los dioses) no son otra cosa sino proyección de la propia naturaleza humana, y desde este humanismo llega a justificarse la religión como una exaltación del hombre en tanto que éste llega a elevarse a sí mismo a la condición de Dios. Según como sean los dioses, así los hombres que los han ideado. «El hombre hizo a los dioses a su imagen y semejanza.»

Como vemos, la opinión generalizada en nuestra sociedad es que, en todos las casos, la religión tiene que ver con los dioses.

En este sentido, en El animal divino, el filósofo Gustavo Bueno ofrece una revolucionaria interpretación de lo que sean las religiones, tratando de descubrir cuál pueda ser el fondo de verdad que las anima, considerando, desde luego, a las religiones como un fenómeno social y cultural incontestable, cuya importancia nadie puede subestimar. La tesis fundamental de este libro tiende a desvincular el lazo que las religiones superiores establecen entre Dios y la religión, para tratar de demostrar que la fuente de la religión no hay que ponerla en Dios o en los dioses, ni tampoco, por supuesto, en los hombres.

El libro ofrece una interpretación histórica de la religión: no tiene sentido decir qué es la religión, como si fuera algo permanente, sino cómo se desarrolla. La nueva teoría que se ofrece en este libro consiste, en efecto, en establecer tres fases históricas del desarrollo de la religión, fases que son sucesivas, sin que ello quiera decir que las anteriores queden borradas por las posteriores, puesto que una fase determinada puede reaparecer, o subsistir con otras. La idea principal es que la vida religiosa del hombre comenzó precisamente a raíz del trato con los animales –con cierto tipo de animales, en el paleolítico–. Estos animales representaron para el hombre paleolítico, y lo encarnaban realmente, el papel de númenes, es decir, de entidades que, sin ser humanas, eran sin embargo centros de voluntad y de entendimiento, entidades a las que había que engañar, rogar, obedecer o matar. Estos númenes corresponden a las figuras representadas en las cuevas prehistóricas. Esta fase primaria de la religión se acaba con la domesticación de los animales. Las figuras animales representadas en la bóveda de las cavernas se proyectan ahora en la bóveda celeste: es la fase de la religión secundaria, religión de los dioses, religión mitológica. «El hombre –se dice en el libro– hizo a sus dioses a imagen y semejanza de los animales» –no a imagen y semejanza del hombre, como decía Feuerbach. La fase de la religión mitológica es una fase de transición esencialmente falsa, un delirio de la imaginación, que se irá descomponiendo lentamente ante la crítica racional de las llamadas «religiones superiores» –la fase terciaria, las religiones filosóficas–, en donde los dioses animales son sustituidos por dioses antropomorfos y, eminentemente, por un Dios único e incorpóreo. Pero justamente en la fase terciaria, la fuente de la religiosidad ya se ha extinguido: ese Dios incorpóreo, el «dios de los filósofos», es un ser al que no se puede rezar, ni puede hablarnos; es decir, la religión terciaria, por paradójico que parezca, es la antesala del ateísmo.

Particular interés ofrecen las referencias que en el libro se documentan sobre la pervivencia en nuestra sociedad de las fases primaria y secundaria, y los indicios de un renacimiento, que se abre camino al mismo tiempo que retrocede la religión terciaria, de las fases anteriores, en la forma de los sentimientos de interés por los animales (la Etología es presentada como la Teología de nuestros días) que se manifiesta, por ejemplo, desde el hecho de la constitución de frentes de liberación animal, sociedades protectoras de animales, buena parte de movimientos ecologistas, hasta la visión demoniaca de los animales en la literatura o el cine («Los pájaros», «V»). Se interpreta el creciente interés por los extraterrestres, ovnis... como un renacimiento de la religión secundaria, pues los extraterrestres tienen los mismos caracteres que los démones del helenismo.

El libro contiene una serie de ilustraciones que van exponiendo, de un modo relativamente autónomo, las tesis principales del libro y dan pie para comentarios puntuales. En su segunda edición se ha enriquecido con catorce escolios.

 Índice de El animal divino

Prólogo a la segunda edición

A manera de Prólogo

Introducción

Parte I. Proyecto de una filosofía de la religión en su fase gnoseológica

Capítulo 1. El concepto de una «verdadera filosofía»

Capítulo 2. La teoría de la religión corno filosofía

Capítulo 3. Filosofía de la religión y ciencias de la religión

Capítulo 4. Sobre la necesidad de una perspectiva gnoseológica y crítica en filosofía de la religión .

Capítulo 5. La fase ontológica: teoría de la esencia

Capítulo 6. Una ilustración histórica: la filosofía de la religión de Espinosa

Parte II. Proyecto de una filosofía de la religión en su fase ontológica

Capítulo 1. La perspectiva ontológica

Capítulo 2. La pregunta por el núcleo

Capítulo 3. El númen, núcleo de la religión

Capítulo 4. Premisas antropológicas

Capítulo 5. El curso de la religión y sus tres fases esenciales

Capítulo 6. El cuerpo de la religión

Conclusión

Escolio 1. Nematología, ciencia y filosofía de la religión

Escolio 2. El evemerismo como nematología, como ciencia y como filosofía de la religión

Escolio 3. Sobre la naturaleza filosófica de la concepción zoomórfica de la religión

Escolio 4. La filosofía de la religión como disciplina insertable en el marco de una antropología filosófica

Escolio 5. Religión y religación

Escolio 6. Religión y espiritismo

Escolio 7. Sobre las ideas de existencia, posibilidad y necesidad

Escolio 8. Precisiones relativas al proceso de transformación de las religiones primarias en secundarias

Escolio 9. Sobre el cuerpo de las religiones

Escolio 10. ¿Una vía judía al monoteísmo creacionista?

Escolio 11. Reconstrucciones positivas del argumento ontológico

Escolio 12. Las líneas maestras de la teología de la liberación

Escolio 13. Atributos diaméricos de las religiones: dogmatismo y represión

Escolio 14. Religiones y animismo. Respuesta a Gonzalo Puente Ojea.

Tercera edición:

Ofrece Gustavo Bueno en El animal divino la exposición de la Filosofía de la religión propuesta desde el «materialismo filosófico», con la que se pretende, más allá de su horizonte académico, impulsar en los lectores el pensamiento de que no hay que ir a buscar el núcleo de la religiosidad entre las superestructuras culturales, o entre los llamados «fenómenos alucinatorios» –sin perjuicio de su funcionalismo sociológico o etológico–, ni tampoco entre los lugares que se encuentran en la vecindad del Dios de las «religiones superiores» (tanto si ese Dios se sobrentiende como una realidad, como si se le interpreta como un ente de razón). El lugar en donde mana el núcleo de la religiosidad –tal es la tesis de este libro– es el lugar en el que habitan aquellos seres vivientes, no humanos, pero sí inteligentes, que son capaces de «envolver» efectivamente a los hombres, bien sea enfrentándose a ellos, como terribles enemigos numinosos, bien sea ayudándolos a título de númenes bienhechores. El núcleo de la religión se encuentra en el mundo de los númenes, en tanto estos envuelvan efectivamente a los hombres, porque sólo de este modo la experiencia religiosa nuclear podrá ser, no solamente una verdadera experiencia religiosa, sino también una experiencia religiosa verdadera.

La segunda edición del presente libro, respecto de la primera (Pentalfa 1985), incorpora –además de la corrección de algunas errores materiales de detalle, el paso a nota a pie de página de aquellas referencias bibliográficas que, en la primera edición, figuraban en el texto y el renumerado correlativo de todas las notas del libro (que en la primera edición llevaban numeraciones independientes)– una serie de añadidos y algunas notas aclaratorias que están oportunamente señaladas por signos a fin de que queden bien claras las diferencias entre las dos ediciones. Además, los añadidos más importantes, que hacen referencia a algunas puntualizaciones que permiten precisar el alcance de ciertas tesis mantenidas en la obra, han sido introducidos fuera del texto en forma de «Escolios».

Al final del prólogo de esta segunda edición escribe Gustavo Bueno:

«Debo decir que en mis Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión (Mondadori, Madrid 1989) he tratado de algunos asuntos colaterales, pero estrechamente relacionados con los problemas suscitados por El animal divino; en especial la «Cuestión 12: El animal divino ante sus críticos», traté de sistematizar y responder a las críticas que, hasta aquella fecha, se habían dirigido contra el libro. Posteriormente han sido publicados comentarios de diverso alcance pero que, por mantenerse en alguna de las líneas de los críticos anteriores, pueden considerarse como ya contestados. Debo exceptuar los importantes análisis críticos de El animal divino que Gonzalo Puente Ojea ha expuesto en su libro Elogio del ateísmo (Siglo XXI, Madrid 1995, págs. 84-187), a los cuales respondo en el Escolio 14 de esta edición (más materiales en relación con esta polémica, con contrarrespuestas de Puente Ojea en El Basilisco, n° 20, enero-marzo 1996). Conozco también algunas obras de mayor importancia que, de algún modo, 'dialogan' con El animal divino: el libro de Alfonso Fernández Tresguerres, Los dioses olvidados (Pentalfa, Oviedo 1993), en donde se ofrece una interpretación penetrante de la fiesta de los toros; y, aunque independientemente de El animal divino, la reciente obra de Desmond Morris, El contrato animal (Emecé, Barcelona 1991), cuya conexión con las tesis del libro ha puesto de manifiesto Tresguerres («Desmond Morris: Teólogo», en El Basilisco, 2ª Epoca, n° 8, 1991, págs. 96-97).»

 Índice

Prólogo a la segunda edición, 9

A manera de Prólogo, 11

Introducción, 13

Parte I. Proyecto de una filosofía de la religión en su fase gnoseológica

Capítulo 1. El concepto de una «verdadera filosofía», 31

Capítulo 2. La teoría de la religión como filosofía, 35

Capítulo 3. Filosofía de la religión y ciencias de la religión, 53

Capítulo 4. Sobre la necesidad de una perspectiva gnoseológica y crítica en filosofía de la religión, 85

Capítulo 5. La fase ontológica: teoría de la esencia, 107

Capítulo 6. Una ilustración histórica: la filosofía de la religión de Espinosa, 115

Parte II. Proyecto de una filosofía de la religión en su fase ontológica

Capítulo 1. La perspectiva ontológica, 141

Capítulo 2. La pregunta por el núcleo, 143

Capítulo 3. El númen, núcleo de la religión, 151

Capítulo 4. Premisas antropológicas, 189

Capítulo 5. El curso de la religión y sus tres fases esenciales, 229

Capítulo 6. El cuerpo de la religión, 295

Conclusión, 309

Escolios

Escolio 1. Nematología, ciencia y filosofía de la religión, 319

Escolio 2. El evemerismo como nematología, como ciencia y como filosofía de la religión, 337

Escolio 3. Sobre la naturaleza filosófica de la concepción zoomórfica de la religión, 341

Escolio 4. La filosofía de la religión como disciplina insertable en el marco de una antropología filosófica, 343

Escolio 5. Religión y religación, 349

Escolio 6. Religión y espiritismo, 359

Escolio 7. Sobre las ideas de existencia, posibilidad y necesidad, 365

Escolio 8. Precisiones relativas al proceso de transformación de las religiones primarias en secundarias, 381

Escolio 9. Sobre el cuerpo de las religiones, 383

Escolio 10. ¿Una vía judía al monoteísmo creacionista?, 385

Escolio 11. Reconstrucciones positivas del argumento ontológico, 387

Escolio 12. Las líneas maestras de la teología de la liberación, 395

Escolio 13. Atributos diaméricos de las religiones: dogmatismo y represión, 401

Escolio 14. Religiones y animismo. Respuesta a Gonzalo Puente Ojea

Apéndice. Alfonso Tresguerres. El animal divino y Los dioses olvidados, 413

lunes, 3 de noviembre de 2025

Retórica contra las trampas saduceas

  Autorizado, transcrito y corregido de un vídeo en Youtube:

 ¿Sabías que en el antiguo Talmud se dice: "El sabio se diferencia del necio no porque conozca todas las respuestas, sino porque sabe a qué preguntas no debe responder".

Hoy hablaremos de cinco preguntas trampa que los manipuladores y mentirosos han utilizado durante miles de años para controlar a las personas. Estas preguntas suenan inofensivas, incluso amistosas, pero detrás de ellas se esconde una estrategia astuta para obtener poder sobre ti. La sabiduría judía nos enseña a reconocer estas trampas psicológicas. Y hoy te revelaré las cinco preguntas peligrosas a las que una persona sabia nunca responde directamente. La última es la más insidiosa, la que logra quebrar incluso a los más prudentes.

Pregunta número uno: "¿Por qué estás tan nervioso?"

La primera pregunta trampa suena así. ¿Por qué estás tan nervioso? o alguna de sus variantes: ¿Por qué estás tan tenso? ¿Por qué estás tan preocupado? Parece que la persona muestra interés o preocupación, ¿verdad? Pero en realidad se trata de una manipulación clásica, lo que en psicología se llama inducción emocional.

¿Dónde está la trampa? Cuando comienzas a responder, aceptas automáticamente la premisa de que realmente estás nervioso, aunque no sea cierto.

Empiezas a justificarte. "No, no estoy nervioso, solo que..." Y ya has caído en la trampa. Has cambiado el foco de la conversación para defender tu estado emocional. En el Talmud hay una historia sobre el rabino Akiba, quien dijo a su discípulo: "Cuando te acusen de algo que no hiciste, el silencio es tu escudo. Las explicaciones son una espada dirigida a tu propio pecho. ¿Qué hacer en lugar de responder? Simplemente di con calma: "estoy bien". Y devuelve la conversación al tema original, o usa la técnica del espejo: ¡Qué curioso! ¿Por qué piensas que estoy nervioso?"

Volvamos a lo que estábamos hablando. El manipulador intenta sacarte de tu equilibrio para obtener ventaja. No le des ese poder.

Pregunta número dos: "¿No confías en mí?"

La segunda pregunta peligrosa. ¿No confías en mí? Esta es una de las armas favoritas de los manipuladores emocionales. La hacen cuando estableces límites sanos o cuando pides una verificación de lo que alguien dice. ¿Dónde está la trampa? La pregunta crea un falso dilema. O confías de manera absoluta y ciega,  o eres una mala persona que no confía.

Pero en realidad la confianza y la prudencia no son opuestos. Un proverbio judío dice: "Confía en Dios, pero ata tu camello." Esto significa que tener fe está bien, pero no hay que ser ingenuo. Cuando respondes con justificaciones como: "No, sí confío en ti", ya has perdido. Empiezas a sentirte culpable por atreverte a ser razonable y cuidadoso. ¿Qué hacer en lugar de responder? Di con calma: "La confianza y la verificación no se contradicen." No se trata de desconfianza, sino de sentido común, o simplemente mi confianza no tiene nada que ver con esto. Hablemos de los hechos. Recuerda: una persona que realmente merece tu confianza nunca te presionará con esa pregunta. Comprenderá tu prudencia.

Pregunta número tres: "¿Qué me estás ocultando?"

La tercera pregunta insidiosa es: ¿qué me estás ocultando? Esta pregunta parte de una presunción de culpabilidad. Da por hecho que estás escondiendo algo y ahora debes demostrar lo contrario. ¿Dónde está la trampa? Cualquier respuesta que des sonará como una justificación. "No estoy ocultando nada" suena exactamente igual a lo que diría alguien que sí lo hace. Te coloca en una posición defensiva, aunque no hayas hecho nada malo. En el libro Mishlei (מִשְלֵי) o Proverbios de Salomón, está escrito: "El justo no necesita justificarse ante el necio, porque el necio no entenderá la verdad. Y el sabio no necesita explicaciones. El manipulador usa esta pregunta para romper tus límites personales, obtener información que no le corresponde, hacerte sentir culpable sin motivo.

¿Qué hacer en lugar de responder? Establece un límite claro. Toda persona tiene derecho a su privacidad. Eso no es lo mismo que ocultar algo. O responde con una pregunta espejo: ¿por qué piensas que estoy ocultando algo?

Las relaciones saludables se construyen sobre el respeto mutuo, no sobre el control total ni la desconfianza. Si alguien te hace esta pregunta con frecuencia, es una señal de alerta.

Tal vez el problema no sea tu falta de confianza, sino que esa persona es la que tiene algo que ocultar.

Pregunta número cuatro: "¿Crees que eres mejor que los demás? O: "¿Acaso te crees el más inteligente?

Esta pregunta suele aparecer cuando tú te niegas a hacer algo incorrecto, te mantienes fiel a tus principios o eliges tu propio camino en lugar de seguir a la multitud.

¿Dónde está la trampa? La pregunta intenta avergonzarte por tener estándares y valores. Apela al miedo a ser rechazado por el grupo para que renuncies a tus principios.

Cuando empiezas a justificarte diciendo: "No, no creo que sea mejor, solo que yo..." ya has caído en la manipulación. Estás pidiendo perdón por tener tu propia opinión y por defender tus límites. El rabino Gilel, uno de los más grandes sabios del Talmud, decía: "Si no soy yo por mí mismo, ¿quién lo será por mí? Pero, si solo soy para mí, ¿qué soy yo?" Esto significa que tienes derecho a defender tus intereses y valores, pero también a mantener la humildad y el respeto hacia los demás. ¿Qué hacer en lugar de responder? Responde con calma. No me considero mejor. Simplemente, tomo la decisión que es correcta para mí. O cada persona tiene su propio camino: respeto el tuyo, respeta el mío. No permitas que nadie te haga sentir vergüenza por vivir de acuerdo con tus principios. Quienes intentan desviarte de tu camino, a menudo lo hacen porque tu ejemplo les recuerda su propia debilidad.

Y por último, la quinta y más insidiosa pregunta: "¿No te vas a ofender si te digo la verdad, verdad?"  ¿O: "¿No te molestas si yo... ?

Esta es la más sofisticada de todas las trampas, porque se disfraza de una petición educada de permiso. ¿Dónde está la trampa? Esta pregunta crea una situación imposible. Si respondes: "No, no me ofenderé" le estás dando permiso a la otra persona para decir algo ofensivo y luego no podrás defenderte. Si respondes: "Sí, me ofenderé", parecerás una persona cerrada o demasiado sensible. En cualquier caso, pierdes. En la tradición judía existe el concepto de Lashon Hara (לשון הרע): "Lengua del mal, lengua para el mal" o "El mal hablar o lengua dañina". Los sabios enseñan que, si alguien empieza sus palabras diciendo: "No quiero hablar mal, pero puedes estar seguro de que...", lo que viene después será precisamente algo malo. Un verdadero amigo y una persona honesta no necesitan pedir permiso para ofenderte, o bien dirán lo que piensan con respeto y tacto, sin un aviso previo, o simplemente guardarán silencio.

¿Qué hacer en lugar de responder? Di: "Depende de lo que vayas a decir. Habla claro". O: "Si temes que me ofenda, quizá deberías pensar si realmente vale la pena decirlo." Esto invierte la manipulación y devuelve la responsabilidad a quien hizo la pregunta. Queridos amigos, el rabino Nahmán de Breslav decía: "Todo el mundo es un puente estrecho, y lo más importante es tener miedo. No tengas miedo de establecer límites. No tengas miedo de guardar silencio cuando una pregunta está hecha para atraparte."

La sabiduría no es solo conocimiento, también es la habilidad de protegerte de quienes quieren usar tus propias palabras contra ti. Y, recuerda: "El silencio del sabio vale más que las palabras del necio."

domingo, 26 de octubre de 2025

Apólogo. Con el Diablo no se dialoga.

Pescado en la red de San Pedro:

 CON EL DIABLO NO SE DIALOGA

En una ocasión, el demonio se apareció a tres monjes y les dijo: si os diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿que cambiaríais?

El primero de ellos tenía un gran fervor apostólico, y le respondió:

—”Impediría que hicieses caer a Adán y Eva en el pecado para que la humanidad no pudiera apartarse de Dios”.

El segundo de ellos era un hombre lleno de misericordia, y le dijo:

—”Impediría que tú mismo te apartases de Dios y te condenaras eternamente”.

El tercero de ellos era el más simple y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo:

—”Señor, libérame del demonio de lo que pudo ser y no fue”.

El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor, se esfumó.

Los otros dos, sorprendidos, le dijeron:

—”Hermano, ¿por qué has reaccionado así?”.

Él les respondió:

—”En primer lugar, porque NUNCA hemos de entrar en DIÁLOGO con el enemigo. En segundo lugar, porque no hay poder en este mundo capaz de CAMBIAR el pasado. En tercer lugar, porque el interés de Satanás no era que probásemos nuestra VIRTUD, sino que, atrapados en el PASADO, descuidáramos el presente, porque es el único tiempo en el que Dios nos da su gracia y podemos cooperar con ella para CUMPLIR su voluntad.

De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de lo que PUDO SER Y NO FUE.

El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo el presente está en nuestras manos.

¡Solo Dios basta!

miércoles, 22 de octubre de 2025

Las bonobas impusieron el matriarcado para evitar el infanticidio de la sociedad chimpancé.

 Las cinco bonobas que mataron a un macho desafían el mito de la especie pacifista: “El ataque más violento jamás observado”, en El País, por Javier Salas, 22 de octubre de 2025:

Este linchamiento, grabado en vídeo en plena selva, matiza la realidad de los bonobos. Las hembras ejercen el poder sobre los machos, más grandes y fuertes, gracias a un matriarcado tejido con intensos lazos sociales. Cinco bonobas lincharon hasta la muerte a un macho por agredir a una cría.

Nadie ha vuelto a ver a Hugo desde el 18 de febrero de 2025. Aquel día, a las tres y media de la tarde, se escuchó un griterío en medio de la selva de Salonga, en la República Democrática del Congo. Dos minutos después, llegó el primer testigo humano, que puso a grabar su cámara. Cinco hembras, Polly, Tao, Ngola, Djulie y Bella, estaban vapuleando a este macho de casi veinte años, que yacía boca abajo en el suelo.

El ataque duró veinticinco minutos interminables para Hugo, que se cubría la cabeza como podía mientras todo el clan observaba la escena sin intervenir, incluidos algunos familiares. “Las hembras saltaron alternativamente sobre el cuerpo de Hugo, pisoteándole la espalda y mordiéndole la cabeza, las piernas, el cuello, los dedos de las manos y de los pies. Una de ellas le arrancó de un mordisco parte de la oreja; otras dos practicaron frotamientos genitales entre sí encima de él. Una de las agresoras le mordió el pie y masticó el tejido arrancado, para después morderle los testículos”, describen en detalle los científicos que han publicado ahora el caso.

Hugo tenía el rostro desfigurado, sangraba en los labios y las cejas, una amplia sección de piel arrancada del cuello, sus nudillos mordidos hasta el hueso, y graves heridas en los testículos y el pene. A duras penas logró huir del escenario dos horas después. “Sigue desaparecido y estamos bastante seguros de que no ha sobrevivido”, responde ahora Sonya Pashchevskaya, primatóloga y testigo directo de un ataque que sirve para matizar las complejidades de una especie idealizada como "jipis eróticofestivos": los bonobos.

Su realidad ayuda a leer el mosaico evolutivo que conformamos los grandes simios: humanos, orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos. Estas dos últimas especies, las más cercanas a nosotros, son algo así como un juego de espejos. Los chimpancés machos manejan con mano de hierro la jerarquía social y forman lazos duraderos entre ellos, mientras que son violentos con las hembras para asegurarse la descendencia. Los bonobos viven en un matriarcado: las hembras dominan al grupo mediante alianzas que, entre otros comportamientos, reafirman frotando mutuamente sus vulvas (buscando el placer con su clítoris).

Desde que Jane Goodall observara aterrorizada las crueles guerras entre chimpancés, siempre se ha idealizado a los bonobos como el reverso pacifista, sobre todo tras los populares libros de Frans de Waal. “Aunque es cierto que son mucho más pacíficos”, matiza Pashchevskaya, “la imagen hippie de la sociedad bonoba procede en gran parte de poblaciones en cautividad”. Los silvestres son menos idílicos, como explica esta investigadora del Instituto Max Planck (Alemania). “La pacífica sociedad bonoba, que se mantiene gracias a que las hembras asumen el dominio sobre los machos, puede verse interrumpida ocasionalmente por sucesos extremos como este, que sería la excepción que confirma la regla”.

Los machos son más grandes y fuertes; la violencia, como herramienta de control social, la ejercen ellas. Y quizá por eso ha pasado más desapercibida. “Refleja una visión muy centrada en los machos”, admite Martin Surbeck, que también ha trabajado con los bonobos de LuiKotale, en el parque nacional de Salonga, aunque no en este trabajo. Surberck, de la Universidad de Harvard, publicó en abril un estudio que repasa treinta años de observaciones para entender el poder de las bonobas. El 85 % de las coaliciones violentas las protagonizan hembras que tratan de mantener a raya a los machos, por lo que es una ferocidad claramente funcional: para evitar que se conviertan en chimpancés. En ciertas comunidades, el 100 % de los conflictos los ganan las hembras, mostrando que el dominio es estructural.

Poder social, no físico

“El poder de estas coaliciones de hembras es uno de los principales mecanismos que invierte las dinámicas de poder entre sexos dentro de los grupos de bonobos”, añade Surbeck por email. Cuando las bonobas arman alianzas agresivas para ejercer el control social sobre los machos, demuestran que el poder puede nacer no de la fuerza física, sino del apoyo social.

Ahí es donde empieza a cobrar sentido el ataque de las cinco hembras contra Hugo. Según los primatólogos que siguen a esa comunidad, este macho tuvo un par de días antes un gesto agresivo con la cría de la más joven de las atacantes, Bella (15 años). El infanticidio es una herramienta común de los machos de muchas especies para asegurarse el éxito reproductivo: yo tengo hijos cuando la hembra ya no cuida de los hijos que tuvo con otros. “Las hembras bonobo, sin embargo, han logrado revertir esa tendencia, que los chimpancés sí cumplen, gracias a una cooperación inusual entre ellas”, explica Pashchevskaya, “y llegan a atacar a los machos que se portan mal con los pequeños”. “La violencia extrema se explicaría mejor como respuesta a la amenaza extrema: el infanticidio”, resume la autora principal de este caso detallado en la revista Current Biology. Hace años se dio un caso similar, aunque peor documentado. La primatóloga reconoce que solo pueden especular, explica: “¿Por qué no se producen infanticidios dentro del grupo entre bonobos? Pues porque esto es lo que sucede si un macho lo intenta”. Si las hembras son capaces de ejecutar un acto de violencia de tal magnitud contra un macho adulto, continua la científica, quizá eso sea precisamente lo que mantiene a raya las agresiones masculinas como las de los chimpancés.

Nahoko Tokuyama, otra experta en bonobas, se muestra “muy sorprendida” por el episodio. “Aunque a veces se vuelvan violentas, yo creía que las hembras de bonobo no llegarían a herir a un oponente tan seriamente”, asegura. “Creo que Hugo provocó a las hembras de forma particularmente severa. La agresión contra una cría constituye una violación grave de las normas de la sociedad bonoba y casi siempre provoca represalias por parte de las hembras”, añade Tokuyama, de la Universidad Central de Tokio, autora de varios estudios sobre las coaliciones de bonobas salvajes. “Es seguro que este caso representa el ataque más violento jamás documentado en bonobos”, resume.

Penes heridos y vulvas amigas

En cuanto al simbolismo de los detalles más escabrosos, los expertos en esta especie son cautelosos. Las heridas en los genitales de Hugo, por ejemplo. Los chimpancés que agreden a machos de otros grupos suelen atacar ahí, en parte para eliminar competencia reproductiva. “Son una parte fácil de dañar cuando solo se usan dientes y manos, así que sería prudente no atribuirles un significado simbólico demasiado profundo”, advierte Pashchevskaya. Pero añade: “Quizá comunique algo como ‘no te pases de la raya”.

El frotamiento de genitales de las hembras sobre el cuerpo del agredido sería más normal. Las bonobas lo hacen mucho, para tejer esos lazos de sororidad que a escala social terminan por formar una red matriarcal. “También lo hacen cuando se reencuentran tras un tiempo, como una especie de ‘hola, me alegro de verte”, señala Pashchevskaya. Profundiza Liza Moscovice, autora de varios estudios sobre las bonobas y sus comportamientos sexuales: “Es común en situaciones tensas, como durante ataques en coalición. El frotamiento genital ayuda a las hembras a coordinar su comportamiento, confirmar el apoyo mutuo y posiblemente reducir el estrés en momentos de tensión”. Tokuyama indica que “probablemente intentaban tanto aliviar el estrés como reafirmar su vínculo cooperativo entre ellas”. “En resumen, en este caso”, zanja la autora principal del estudio sobre la muerte de Hugo, “el frotamiento genital facilita la cooperación: ‘Estoy contigo en esto”.

viernes, 19 de septiembre de 2025

Monólogo de Buenafuente

 Lo que dijo Andreu Buenafuente no tiene ni puñetera gracia: "Esto no va de partidos, va de no sentir vergüenza ajena", en El Mundo, por Esther Mucientes, 19 septiembre 2025:

Andreu Buenafuente y su Futuro Imperfecto regresaron anoche a La 1. Todo parecía igual, un show cómico e irónico con un Buenafuente que lo sostiene todo. Pero Buenafuente sorprendió con ocho minutos de discurso que no han dejado indiferentes a nadie. Lo que dijo no es para reírse.

Los bemoles de Andreu Buenafuente en RTVE: si hay que repartir guantazos, se reparten

Contó hace poco Andreu Buenafuente en una entrevista en la Cadena Ser que cuando el presidente de RTVE, José Pablo López, le quiso fichar uno de los peros que le puso el humorista fue que no confiaba en que le dejaran completa libertad editorial en RTVE. Como no conocía López, Buenafuente le mandó un programa subtitulado de TV3 para que viera lo que quería hacer. López le dijo que podría hacer lo que quisiera y así Buenafuente y su Futuro imperfecto saltaron a La 1. Anoche, Futuro imperfecto regresó con su nueva temporada a la cadena pública y si alguien dudaba de la promesa del presidente de RTVE, Buenafuente despejó todas las dudas con un monólogo de ocho minutos en los que el tomo cómico del programa se dejó a un lado, pues las reflexiones de Buenafuente no tienen nada de gracioso.

Si el miércoles fue Silvia Alonso la que sorprendió con una súplica inesperada que colocaba a cada uno, tanto de un lado como del otro, en el punto de mira de '¿qué coño estamos haciendo?', anoche fue Andreu Buenafuente el que sorprendió con un discurso en el que cada frase era un titular, pero, sobre todo, en el que cada frase sacaba las vergüenzas de muchos, de nuevo, de los de un lado y de los del otro. Mientras en EE. UU., Donald Trump fulmina a presentadores como Jimmy Kimmel o Stephen Colbert por expresar su opinión sobre sus políticas, en España, aunque cada vez más polarizados, crispados y encendidos, no solo los políticos, sino también colaboradores, presentadores y periodistas, la libertad de expresión todavía existe. ¿Presiones? Seguramente, todas las del mundo. ¿Censura? El monólogo de Andreu Buenafuente es la contestación.

Empezó Futuro imperfecto con Andreu Buenafuente en el escenario. Empezó esperando el espectador y el público del teatro el primer chiste de la nueva temporada, pero no. Andreu Buenafuente se puso serio, y mira que es raro, paró el inicio habitual del programa y avisó: "Antes de empezar el programa y desplegar toda la comedia que podamos o sepamos hacer, quería compartir con vosotros una pequeña reflexión. Esto no es programa. Esto viene de estar parado unas semanas, y no hay nada peor que un cómico sin hacer nada. Mis opiniones se me van quedando dentro y digo "esto va a petar porque yo también esto en el mundo y veo las cosas"".

Y en ese tiempo de asueto lo que ha hecho Andreu Buenafuente es observar, mirar a su alrededor y ver lo que hay. ¡Y madre lo que hay! No me extraña que Andreu Buenafuente se pusiera anoche serio. Todos nos deberíamos poner serios. T-O-D-O-S.

"Lo que veo, no sé si estamos de acuerdo, no me gusta nada. No solo no me gusta, me ofende como ciudadano y me ha dado por pensar qué papel jugamos nosotros en todo este berenjenal encabronado", continuó. En su caso se refería a su programa, a sus guionistas, a su equipo, a sus colaboradores y a los humoristas. Su primera conclusión, "que no deja de ser un privilegio venir a hablar de lo que quieras a una tele pública, sino mira lo que ha pasado a Jimmy Kimmel, que esta mañana le han dicho ¿sabes contar? Pues no cuentes con nosotros". En realidad, no es solo en la televisión pública. En ninguna televisión de este país ocurre lo que ha ocurrido con Jimmy Kimmel, más que, qué casualidad, cuando hay un cambio de Gobierno y los que estaban en Televisión Española salen desfilando y entran los que quiere el nuevo Gobierno. También habría que analizarlo.

"Visto lo visto, escuchado, sentido, sufrido lo que se ha sufrido viendo las cosas, ¿debemos alimentar el mal gusto, la insensatez y el odio por el odio, instalado en el día a día?", se preguntó a sí mismo y a todos. "Pues yo digo que no. No me da la gana", se respondió.

"Y usted dirá: 'yo quiero verlo todo por impresentable que sea la persona que lo dice'. Se lo respeto, pero para eso están los informativos. Busque un informativo que lo cuente todo, llame si lo encuentra, le recomiendo los de Televisión Española porque estoy aquí, y una vez usted lo ve todo, saque sus conclusiones", instó el humorista con promo incluida. Era algo serio, pero, a ver, que es Andreu Buenafuente, que de hasta un entierro saca el chiste.

Para Buenafuente hay cosas que no. Cierto que nombró tres ejemplos sin dar los nombres de los protagonistas. Ya se los digo yo: Isabel Díaz Ayuso y Miguel Tellado, presidenta de la Comunidad de Madrid del Partido Popular y el secretario general del Partido Popular. Y cierto que de las barbaridades que pudieran decir otros, que también las dicen, porque si no las dijeran no estaríamos donde estamos y Buenafuente no estaría dando tal discurso, no dijo nada.

Dijo que "hay cosas que no": "Cuando un responsable político compara las protestas de Madrid en La Vuelta a España con el cerco de Sarajevo donde murieron miles de personas se convierte inmediatamente en un irresponsable político. Pero más que nada es que no veo humor ahí. No le veo la gracia".

"Cuando otro habla enterrar un partido en una fosa, me agrede personalmente. No hay humor ahí. No lo hay. Mi abuelo, Mariano, sigue sin ser identificado en algún campo del Maestrazgo como miles de soldados republicanos, así que no hable así de las fosas". Puestos los ejemplos. Ahí están.

Y llegó la reflexión, la que vale para las irresponsabilidades que nombró, pero para muchas otras, porque aquí el problema es que todos han perdido el rumbo. Como se suele decir, parece que no hay nadie al volante. "¿Qué está pasando?", se volvió a preguntar Buenafuente. "Por lo que yo veo, la ignorancia ha cogido unas cotas de prestigio nunca imaginables. La banalización de la ignorancia nos hace peores, no tenemos valores, no tenemos pasado y si lo tenemos no lo queremos reconocer y, por tanto, no tenemos presente o el presente que tenemos es una mierda". ¡Ojo a esto! Si uno lo piensa bien es terrorífico que pueda llegar a pasar esto. Piénselo, aunque sea de uno, aunque sea del otro. Piénselo.

"Hagan su trabajo, háganse responsables de sus actos y de sus gestiones", espetó Buenafuente a la clase política. Y de nuevo más ejemplos: "Los peores incendios de nuestra historia que han dejado un reguero de escaqueos. Esto es una doctrina trumpista, de lo que no voy a hablar, que se lo coman ellos, hablo de lo que nos comemos nosotros, que es la de 'no argumentes, no admitas un error, tú solo ataca, muerde, destroza'. Esto hace un mundo irrespirable y nosotros los de la comedia decimos, 'joder, dónde están los chistes'. Coño, no los veo".

Porque la realidad de esta reflexión es, como dijo Buenafuente a continuación, que "han conseguido que no haya rivales, han conseguido que haya enemigos, y yo no quiero tener enemigos. Nunca me he peleado, pero el día que me pelee.... va a salir todo".

"Quiero que mi país sea justo y razonable. A mí no me gusta un país donde se llama y se corea hijo de puta a un presidente, ¿no? No me gusta. No estoy a gusto. Que responda de sus actos en las urnas o en los tribunales. Que hay corrupción, venga, de dónde sea, impresentable, investigada y juzgada, toda la corrupción, toda, toda", sentenció.

"Todo lo demás es ruido y yo no quiero estar ahí y tengo que hacer un programa de comedia. Por no hablar de Gaza y el funambulismo de muchos para no hablar de genocidio, que hasta la ONU lo ha dicho. ¿En serio que estamos discutiendo esto en lugar de estar buscando soluciones? Es que yo veo las imágenes de Gaza y como se dice en catalán "em cau un colló per cada camal" (me cae un huevo por cada pernera)".

Y es por ello que la decisión que ha tomado Buenafuente, el equipo de Futuro imperfecto y sus guionistas es que "no dejemos entrar a todo lo que atente contra los mínimos valores de humanidad y civismo". Es decir, el exabrupto, la declaración para llenar Telediarios con tu pan te la comas. "Va a ser nuestro granito de arena. Esto no va de partidos, esto va de no sentir vergüenza ajena". Seguramente, Andreu Buenafuente y su programa lo haga. Puede hacerlo. El problema es el resto. ¿Se va a dejar de poner el micro ante burradas? ¿Se va a dejar de dar espacio a quien encienda, insulte, ataque, y demás? Sabemos que no. ¡Ay, si José Luis Balbín levantase la cabeza!

La actitud humana más dañina y menos confiable.

 De Henyke Huryve, en Quora:

Entre todos los seres humanos, la actitud más dañina y menos confiable sería la negación deliberada de la verdad cuando se conoce.

No me refiero a la ignorancia. Esta puede ser inocente y hasta fértil cuando se reconoce. Hablo de esa actitud que, por conveniencia, miedo o poder, elige distorsionar lo evidente, ocultar lo justo, o fingir que no sabe lo que sabe. Es una forma de traición al diálogo, a la memoria, y a la posibilidad de construir juntos.

Esta negación puede manifestarse: como cinismo, cuando se ridiculiza la esperanza o la ética… como ingenuidades. También la Manipulación, cuando se usa el lenguaje para confundir en vez de esclarecer. Y no me olvidaré de mencionar la Indiferencia, que sería cuando se elige no mirar el sufrimiento ajeno, aunque esté frente a los ojos.

Y lo paradójico… es que esta actitud suele disfrazarse de inteligencia o pragmatismo, pero en realidad erosiona la confianza, la empatía y la posibilidad de transformación. Como todos sabemos, la verdad no siempre es cómoda…

lunes, 1 de septiembre de 2025

Entrevista a la filósofa Victoria Camps, viuda de Francisco Rico

 Victoria Camps (filósofa): “La libertad reducida a puro egoísmo no es libertad”, en El País, Josep Catà Figuls, Barcelona - 31 AGO 2025:

Los ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones, en los bancos, en las compañías telefónicas, en los demás. La filósofa barcelonesa, una de las pensadoras españolas más influyentes, desentraña este fenómeno en su nuevo libro, ‘La sociedad de la desconfianza’. Sostiene que plantearse la propia libertad es plantearse el bien de los demás

El calor por fin ha aflojado a finales de agosto, y el camino que va de la estación de Sant Cugat del Vallès a la casa de Victoria Camps (Barcelona, 84 años) se abre propicio para vagar y preguntarse sobre el bien y el mal, pero sin mucho ahínco. Al fin y al cabo, uno espera que al llegar a la casa encuentre algo de claridad y alguna respuesta: Camps es una de las mayores especialistas en Ética de nuestro país. Catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es autora de decenas de libros, entre los que destacan Virtudes públicas (Premio Espasa de Ensayo en 1990), El siglo de las mujeres (1998), Breve historia de la ética (2013) o El gobierno de las emociones (Premio Nacional de Ensayo en 2012). Desde su posición de académica ha participado en todos los debates, desde el feminismo y la educación hasta el federalismo y la bioética. Y también ha tenido contacto directo con la política, como senadora independiente para el PSC de 1993 a 1996, y como miembro del Consejo de Estado entre 2018 y 2022.

Lo primero que aparece en la casa son las bicis y juguetes de los nietos de la profesora, esparcidos por el patio, una estampa del verano que ella ha pasado intentando huir del calor, y leyendo, en su e-book —“es mejor para la vista, y además tenemos ya tantos libros”, dice—, la última novela de su amigo Javier Cercas, o el ensayo Universalismo radical, del filósofo israelí Omri Boehm, una crítica al pensamiento identitario en pleno horror en Gaza. Camps también reflexiona sobre el individualismo y la crisis de la ética en su próximo libro, La sociedad de la desconfianza (Arpa), que se publica el próximo 3 de septiembre. Ante un mundo que da señales de desmoronarse, apuesta por la formación en virtudes éticas y por hacerse la pregunta ética por excelencia: “¿Qué debo hacer?”

Pregunta. ¿Por qué esta pregunta?

Respuesta. Según Kant, esta es la pregunta del ser racional, del ser humano. Pero hoy no nos la planteamos, y eso tiene mucho que ver con este concepto actual de libertad al que me refiero en el libro, un concepto muy reduccionista: ser libre es hacer lo que uno desea sin preguntarse para qué. Si entendemos que la libertad no tiene nada que ver con esa pregunta, la sociedad pierde cohesión, y esto explica por qué hemos dejado de confiar los unos en los otros o en las instituciones.

P. Hacerse esta pregunta puede dar vértigo. ¿Cómo se evita el pesimismo o el nihilismo?

R. Lo que motiva la ética es la insatisfacción acerca de lo que ocurre: vemos que hay cosas que están mal y tenemos la esperanza de cambiarlas, lo que nos lleva a preguntarnos qué hacer. Sin esperanza no se puede vivir.

P. El libro es una crítica feroz contra el individualismo. ¿Cómo vivimos nuestra libertad?

R. La afirmación del individuo como el centro de todo, muy propia de la filosofía occidental, es un progreso. Es afirmar que el ser humano es capaz de hacerse un plan de vida, y esa libertad hay que protegerla y hay que luchar por ella. Pero el ser humano no es solo pura autonomía: es un ser relacionado, vive con otros. Plantearse la propia libertad es al mismo tiempo plantearse el bien de los demás. La libertad reducida a puro egoísmo no es libertad.

“Decir que uno puede decidir si es hombre o mujer a los 14 años es pasarse de rosca, la personalidad no está formada”

P: La sociedad de la desconfianza recuerda a La sociedad del cansancio, de Byung Chul Han, al que cita a menudo. ¿De qué están alertando los filósofos?

R. La ética ha estado en crisis siempre. Siempre hemos necesitado hablar de esa tendencia al mal y de la necesidad de corregirla. Por eso el discurso ético de las virtudes me parece muy importante hoy. Los griegos se planteaban la corrección de la tendencia al mal como la construcción del carácter en el seno de una sociedad. Es decir, hay que construir un ethos individual que sea coherente en la colectividad.. La moral se aprende, lo decía Aristóteles, a través de los modelos, alguien debe inculcar eso. Los líderes buenos son aquellos que tienen esa autoridad. Eso es lo que hoy se ha destruido y se ha desmoronado.

P. ¿Cómo se puede restaurar la confianza en la política?

R. El problema es que siempre hay bronca política. Confrontación, bulos, controversia, y ahí la discusión ética es inexistente. Los medios de comunicación también tienen un papel, siempre se interesan más por lo que está mal. Decía Chesterton que lo que está mal en el mundo es que no nos preguntamos qué es lo que está bien. Es más complicado responder a qué es lo que está bien, pero hay ejemplos.

P. Dígame algunos.

R. No todos los políticos son corruptos, los hay que intentan hacer bien su trabajo. Y cuando falla el Estado de bienestar o hay catástrofes, la gente se moviliza y hay sectores muy caritativos que hacen una función importante. Los hombres buenos no desaparecen.

P: ¿Qué aprendió de su paso por la política institucional?

R. Te das cuenta de la dificultad que tiene una institución tan básica para la democracia, como es el Parlamento, de discutir los temas con una visión de Estado, más responsable, y no desde un partidismo que nadie es capaz de abandonar. Uno de los grandes problemas de la política es el cortoplacismo. La política no puede ser un seminario filosófico sin fin, pero los grandes problemas no se solucionan en dos días. Otro gran tema de la política es la falta de control. La corrupción que ha aparecido ahora, del PP o del PSOE, ¿no se podía controlar? ¿No funcionan los mecanismos? La ley de transparencia fue un gran avance teórico, pero no sirve ni en casos tan ridículos como los de los currículos. Es lo que Aristóteles llamaba acracia, una sociedad que tiene muy buenas leyes, pero que no sirven de nada porque nadie las cumple.

“Es más simple hablar de los inmigrantes diciendo que son delincuentes, que plantearse lo necesarios que son”

P. Hace 35 años publicó Virtudes públicas, ¿cómo ha evolucionado este libro a la luz de lo que comenta?

R. Es quizá el problema más grave que tenemos hoy: la formación de un carácter virtuoso. Los códigos de conducta o éticos son el procedimiento moderno de plasmar la ética en unas normas, pero esto la hace demasiado similar al derecho. Los principios éticos se cumplen porque te los crees. Eso ocurre cuando la persona es virtuosa, y ha asimilado la justicia, la equidad, la valentía de hacer las cosas bien.

P. ¿La falta de confianza afecta a todas las instituciones?

R. Sí, a todo. A las instituciones, pero también a las grandes empresas, los bancos, las eléctricas, las telefónicas, etcétera. Nos fiamos poco. Entre otras cosas porque el contacto personal también ha dejado de existir, y nos sentimos muy desprotegidos frente a posibles fraudes, frente al lenguaje críptico de las administraciones. Para generar confianza tienes que hacer cosas que generen confianza. Pasar a los hechos. Un ejemplo muy reciente: el presidente del Gobierno ha dicho que quiere un pacto de Estado contra la emergencia climática. La primera crítica que se le hace es lógica: sea concreto. A veces la política parece más abstracta que la filosofía.

Sentada en su butaca, Camps despliega en su mirada cierta severidad —no en vano ha pasado buena parte de su vida preguntándose cómo corregir lo que está mal en el mundo— con una sonrisa optimista. Está rodeada de la biblioteca que compartía hasta hace poco con su marido, el académico Francisco Rico, uno de los mayores expertos en el Quijote, fallecido el año pasado. Decenas de retratos de Don Quijote y Sancho, que algo saben también sobre la locura y la razón, asisten a la conversación, que ahora da vueltas sobre cómo deseamos.

P. Cita una frase de Sartre: “La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno hace”.

R. Querer lo que uno hace es reflexionar sobre ese querer, más allá del deseo inmediato. Y ahí entra la voluntad, que es distinta del deseo. La voluntad es querer desde la conciencia.

P. Entregarse al deseo sin control también abre horizontes que no imaginamos. El Quijote se entrega del todo a la pasión.

R. Claro, es esa canción de Non, je ne regrette rien (no me arrepiento de nada). En un cierto sentido yo asumiría ese lema, pero eso no es incompatible con reconocer equivocaciones. Se trata de tomar responsabilidad.

P. En el libro reflexiona mucho sobre hacerse mayor y la soledad. ¿Estamos más solos?

R. La soledad se ha convertido en un problema endémico de la sociedad. Se habla de una soledad no deseada. Es un problema de una sociedad egoísta, atomizada, donde las relaciones sociales tienen muchos flancos débiles y donde las familias se desestructuran. Pero es importante plantearse el aprender a vivir en soledad, a sacarle fruto. Hay que enfocarlo desde uno mismo: a mí me ayuda mucho a leer, pero claro el gusto por la lectura no se improvisa, hay que cultivarlo, como la música, el teatro, el cine…

P. Hace 30 años que publicó El siglo de las mujeres. ¿Cómo ve el feminismo hoy?

R. Hoy está enredado, porque ha caído demasiado en este problema de la identidad secundaria, de la identidad sexual y de su reconocimiento, de esa confusión entre el sexo y el género, se ha llegado a confundir todo. Y en cambio, hay grandes problemas que ponen de manifiesto que la emancipación de la mujer no se ha realizado del todo: la violencia de género, la desigualdad en el ámbito más doméstico, en la conciliación, en los cuidados… La izquierda, sobre todo la extrema izquierda, ha puesto el énfasis en el reconocimiento de las identidades, que es importante, incluso pasándose de rosca, y ha dejado al margen la igualdad económica.

“No sabemos si la gente se enteraba de lo que ocurría en el Holocausto. Hoy [con Gaza y Ucrania] no se puede ocultar”

P: Dice que se han pasado de rosca con las identidades. ¿Se puede ir demasiado lejos con algo que afecta tanto a la dignidad de las personas?

R. ¿Reconocer la dignidad de las personas es darles libertad para que decidan lo que quieran sobre sus vidas en todos los sentidos? Yo siempre pongo a Stuart Mill como el filósofo al que hay que leer para entender qué es la libertad liberal, en el mejor sentido de la palabra liberal: poder hacer todo aquello que las leyes me permiten hacer y que no dañe a los demás, y, al mismo tiempo, crear una individualidad propia. Pero decir que uno puede decidir si es hombre o mujer a los 14 años es pasarse de rosca, porque la personalidad no está formada todavía. No parece muy pensado ni muy bien decidido.

P. Usted ha reflexionado mucho sobre la educación. ¿Qué le falta hoy a la escuela?

R. Las reformas pedagógicas han querido corregir unos errores del pasado que tenían que ver con la excesiva disciplina, la homogeneidad, la represión… Pero todo eso, en parte, es inevitable, porque educar a un niño es ponerle límites desde una autoridad que hoy tampoco se quiere reconocer. Las reformas tampoco han logrado mejorar los resultados de la educación. Quizá lo que habría que plantearse es si no hay que educar desigualmente para obtener resultados mejores. Rawls tiene el principio de la diferencia: favorecer más a los que están peor. A lo mejor enseñar otras cosas. Apenas se habla de la formación profesional. No hay gente que haga los trabajos necesarios. Para eso también necesitamos la inmigración, porque a la gente se le ha metido en la cabeza que esos trabajos no son buenos. Michael Sandel, en La tiranía del mérito, dice que la meritocracia es una de las razones del triunfo de Trump.

P. ¿Por qué cree que la gente busca cobijo en las propuestas ultras?

R. Porque son más sencillas de entender. Es más simple hablar de los inmigrantes diciendo que no caben y que son delincuentes, que plantearse lo necesarios que son y cómo aprovecharlo. Normalmente son respuestas simples a preguntas complejas.

P. En Gaza, en Ucrania, ¿cómo miraremos al otro cuando todo pase?

R. ¿Y cómo nos mirarán a nosotros? En el Holocausto no sabemos si la gente se enteraba de lo que ocurría. Hoy nos enteramos, no se puede ocultar. Y reaccionamos poco. Burke decía que lo único que hace que el mal prospere en el mundo es que los hombres buenos dejen de actuar. Hombres buenos hay muchos, ¿no? Y la mayoría de la gente está en contra de la guerra. Tenemos que volver a la pregunta fundamental, qué debemos hacer. El primer paso es tomar conciencia de que hay muchas cosas que funcionan mal. Si nos sentimos impotentes es porque todo el mundo puede hacer algo.

sábado, 5 de julio de 2025

Microfábulas

La trabajadora hormiga, por odio a la fea y apestosa cucaracha, votó al insecticida. Sin embargo, murieron todos, incluso la cigarra, que se abstuvo.

El bosque se estaba reduciendo, pero los árboles seguían votando por el hacha porque el hacha era inteligente y convencía a los árboles de que, como su mango estaba hecho de madera, era uno de ellos. 

                                                            (Proverbio turco)

viernes, 4 de julio de 2025

Excerpta de Joseph Conrad

 "Habiendo tenido que afrontar solo en su período de eclipse muchos peligros físicos, era muy consciente del elemento más peligroso común a todos ellos: la sensación aplastante y paralizante de la pequeñez humana, que es cuanto derrota realmente a un hombre que lucha solo contra las fuerzas naturales, lejos de las miradas de sus semejantes."

"No hay credulidad tan vehemente y ciega como la credulidad de la codicia, que en su extensión universal mide la miseria moral y la indigencia intelectual de la humanidad."

"Murió de soledad, el enemigo que tan pocos conocen en esta tierra y al que solo los más sencillos estamos capacitados para enfrentar. El brillante Costaguanaro de los bulevares había muerto de soledad y de falta de fe en sí mismo y en los demás."

"No hay paz, ni descanso, en el desarrollo de los intereses materiales. Tienen su ley y su justicia pero se fundan en la conveniencia y son inhumanos; carecen de la rectitud, de la continuidad y de la fuerza que solo se encuentran en un principio moral."

"La fe es un mito y las creencias cambian como las nieblas en la orilla; los pensamientos se desvanecen; las palabras, una vez pronunciadas, mueren, y el recuerdo de ayer es tan sombrío como la esperanza de mañana. En este mundo -como lo he sabido- estamos obligados a sufrir sin la sombra de una razón, de una causa o de una culpa... No hay moral, ni conocimiento, ni esperanza; solo está la conciencia de nosotros mismos, impulsándonos sobre un mundo que... es siempre como una apariencia vana y fugaz... Un momento, el parpadeo de un ojo, y nada permanece, solo una bola de lodo, de barro frío, de fango muerto lanzado al negro espacio rodando alrededor de un sol apagado. Nada. Ni pensamiento, ni sonido, ni alma. Nada."

"Aquellos que me leen" -escribía en el prefacio de Crónica personal- "conocen mi convicción de que el mundo, el mundo temporal, descansa sobre unas ideas muy simples, tan simples que deben ser tan viejas como las colinas. Descansa, entre otros, sobre la idea de fidelidad".

«El egoísmo, que es la fuerza motriz del mundo, y el altruismo, que es su moralidad, estos dos instintos contradictorios de los cuales uno es tan claro y el otro tan misterioso, no pueden servirnos sino en la incomprensible alianza de su irreconciliable antagonismo».

El escritor Juan Benet​ dice de uno de los libros de recuerdos autobiográficos de Conrad, El espejo del mar: «En The Mirror of the Sea no hay una sola página de estilo menor, no hay un solo personaje o frase de reputación dudosa, nadie viene de fuera con voz propia. Todo el libro es Conrad cien por cien, y, además, el mejor Conrad, el que sabía dibujar un hecho del mar con la más perfecta forma literaria, y el que sabía ilustrar un acontecimiento narrativo con la más acertada imagen marinera. Y al respecto quiero señalar de este libro un capítulo en particular, "Soberanos de este y oeste", donde desde el principio hasta el fin, y bajo el pretexto de una descripción de los vientos, Conrad larga un discurso sobre el poder y la fuerza que bien podría haber salido de un Macbeth calado con la gorra de capitán».

Recuerdo mi juventud y siento que ya no volverá: noto que podría durar eternamente, sobrevivir al mar, a la tierra y a todos los hombres; percibo el sentimiento engañoso que nos atrae hacia las alegrías, hacia los peligros, hacia el amor, hacia el esfuerzo sin fruto, hacia la muerte; la convicción triunfante de la fuerza, el calor de la vida en un puñado de polvo, el brillo en el corazón que se va apagando cada año y se enfría, empequeñece y expira; y expira demasiado pronto, demasiado pronto, antes que la vida misma.

La historia se repite, pero la inspiración especial de un arte desaparecido jamás vuelve. Se desvaneció del mundo tan enteramente como el canto de un ave silvestre aniquilada.

Nadie regresa jamás de un barco desaparecido para contar lo dura que fue su muerte, ni lo repentina y abrumadora que fue la angustia final de sus hombres. Nadie puede referir con qué pensamientos, con qué arrepentimientos, con qué palabras murieron. Pero hay algo hermoso en la repentina muerte de estos corazones entre el extremo de la lucha, la tensión y el estruendo tremendo, desde la vasta e inquieta furia de la superficie, y la honda paz de las profundidades que duermen tranquilas desde el principio de los tiempos.

Pese a todo lo dicho sobre el amor que ciertas naturalezas (en tierra) profesan sentir por el mar, pese a todo lo celebrado por tantos en prosas y canciones, este nunca ha sido amigable con el hombre. Todo lo más ha sido cómplice de la inquietud humana.

El mar —hay que reconocerlo— carece de generosidad. Jamás se ha visto que una ofrenda de cualidades viriles —coraje, osadía, resistencia, fidelidad— haya alcanzado hasta su conciencia irresponsable de poder.

Este tramo del Támesis, desde el Puente de Londres hasta los Albert Docks, es para otras riberas de puertos fluviales lo que un bosque virgen sería para un jardín. Es algo que creció y no se ha hecho. Recuerda a una jungla por el aspecto confuso, variado e impenetrable de los edificios que bordean la orilla, sin propósito planificado, como surgidos por accidente desde semillas dispersas. Parece la enmarañada vegetación de arbustos y enredaderas que custodia las silenciosas profundidades de un desierto inexplorado, ocultando los fondos de la infinitamente variada, vigorosa y efervescente vida de Londres. En otros puertos fluviales no es así: se encuentran abiertos a la corriente, con muelles amplios y claros, con calles como avenidas cortadas entre espesos bosques a conveniencia del comercio... Pero Londres, el más antiguo y grande de los puertos fluviales, no posee ni cien yardas de muelles abiertos en su confín. La ribera londinense es oscura e impenetrable por las noches como la masa de un bosque. Es la orilla de las orillas, donde solo se aprecia un aspecto de la vida del mundo, y solo una clase de hombres se afana en la orilla del río. Paredes sin luz parecen surgir del mismo fango sobre el que yacen barcazas varadas; y las estrechas sendas que descienden a la orilla se asemejan a aquellas trochas de arbustos mondados y tierra desmoronada donde la caza mayor acude a beber a orillas de arroyos tropicales.

Detrás de la crecida orilla londinense, los muelles de Londres se extienden insospechados, lisos y plácidos, perdidos entre edificios, como lagunas negras escondidas en un espeso bosque. Se ocultan en la intrincada vegetación de casas, con algunos topecillos, aquí y allá, que sobrepasan el tejado de algún almacén de cuatro plantas.

Toda idealización empobrece la vida. Embellecerla es quitarle su carácter complejo, es destruirla. Deja eso en manos de los moralistas, hijo mío, porque la historia la hacen los hombres, pero no en sus cabezas. Las ideas que nacen en su conciencia desempeñan un rol mínimo en el curso de los acontecimientos. La historia está dominada y determinada por los medios y el trabajo, por la fuerza de las condiciones económicas. El capitalismo ha creado el socialismo, y las leyes que el capitalista creó para proteger la propiedad son las responsables del anarquismo. Nadie puede predecir qué forma adoptará la organización social en el futuro. Entonces, ¿por qué entregarse a fantasías proféticas? En el mejor de los casos solo pueden interpretar la mente del profeta y no pueden tener valor objetivo alguno. Deja ese pasatiempo en manos de los moralistas, hijo mío.

Las palabras, es bien sabido, son las grandes enemigas de la realidad. He sido profesor de idiomas durante muchos años. Es una profesión que a la larga resulta fatal para la mínima dosis de imaginación, observación y perspicacia que una persona común pueda heredar. Para el profesor de idiomas llega un momento en que el mundo no es más que un lugar con muchas palabras y el hombre parece un simple animal parlante y no mucho más maravilloso que un loro.

Supongo que lo que todos los hombres buscan, en realidad, es alguna forma o quizá fórmula de paz.

La verdadera vida de un hombre es la que le confieren los pensamientos de otros por respeto o amor natural.

Puede ser que las naciones hayan creado sus gobiernos, pero estos les pagaron con la misma moneda.

Hablan de un hombre que traiciona a su país, a sus amigos, a su novia. Pero antes debe haber un vínculo moral: lo único que un hombre puede traicionar es su conciencia.

¿Quién sabe qué es la verdadera soledad? No es el significado de la palabra convencional, sino terror puro. Para los solitarios es una máscara. Hasta el marginado más miserable se abraza a algún recuerdo o a alguna ilusión.

Las acciones más abiertas de un hombre tienen (siempre) un lado secreto.

Que al necio se le haga útil conforme a su necedad.

Los escrupulosos y justos, los nobles, humanos y devotos; los desinteresados ​​e inteligentes pueden iniciar un movimiento, pero este se desvanece. Porque no son los líderes de una revolución, son sus víctimas.

La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria: son solo los hombres los capaces de toda maldad.

Quizás la vida sea solo eso... sueño y miedo.

No temía ni a Dios, ni al diablo, ni al hombre, ni al viento, ni al mar, ni a su propia conciencia. Y creo que odiaba a todos y a todo. Pero estimo que tenía miedo a la muerte. Pienso que soy el único hombre que se le enfrentó.

Solo un marinero apercibe hasta qué punto un barco entero refleja la personalidad y la capacidad de una sola persona: su capitán. Para un marinero, esto es incomprensible —y a veces incluso nos es difícil de comprender— ¡pero es así! En alta mar un barco es un mundo aparte y, considerando las largas y distantes operaciones de las unidades de la flota, la Armada debe depositar un gran poder, responsabilidad y confianza en los líderes elegidos para el mando. En cada barco pues hay un hombre que, en caso de emergencia o peligro en el mar, no es posible recurrir a nadie más. Hay quien es el único y último responsable de la navegación segura, del rendimiento de la ingeniería, de la precisión del fuego y de la moral del barco. Este es el capitán. Él es el barco. Y esta es la misión más difícil y exigente de la Armada. No hay un solo momento en su periodo de capitanía en que pueda escapar de la responsabilidad del mando. Sus privilegios, considerando sus obligaciones, son casi ridículamente escasos; sin embargo este es el estímulo que ha dado a la Armada sus grandes líderes. Es un deber que merece con mucho el título más alto y venerado del mundo marinero: capitán.

sábado, 21 de junio de 2025

Formas de ser buena persona

 I 

Enrique Rojas, psiquiatra: “La empatía es uno de los pilares de la madurez emocional y se puede entrenar con estos diez hábitos clave”, en El Confidencial, por C. Acuña, 21/06/2025 

Este enfoque sencillo, pero profundo apunta a mejorar no solo la calidad de nuestros vínculos, sino también nuestra propia salud emocional

Qué es la empatía y que beneficios tiene en nuestras relaciones sociales

En un reciente mensaje compartido en su perfil de Instagram para todos sus seguidores, el reconocido psiquiatra Enrique Rojas ha puesto el foco en una habilidad cada vez más valorada en el ámbito de la salud mental: la empatía. Lejos de considerarla un talento exclusivo de unos pocos, Rojas defiende que esta capacidad se puede desarrollar y fortalecer con práctica y compromiso diario. “La empatía consiste en salir de uno mismo para entrar en el universo emocional del otro”, ha explicado el especialista en esta misma publicación. Según el experto, esta habilidad va mucho más allá de simplemente escuchar. Implica una comprensión profunda de lo que siente y piensa la otra persona, incluso de aquello que no se expresa con palabras.

Para quienes desean avanzar hacia una mayor madurez emocional, Rojas propone un listado de diez hábitos que ayudan a ejercitar la empatía y a integrarla de forma natural en la vida cotidiana. 

El primero de ellos es escuchar de verdad, sin juicios ni ideas preconcebidas, lo que él denomina “escuchar sin pantallas mentales”.

A esto le sigue la prudencia de no ofrecer consejos no solicitados, algo que muchas veces interrumpe o invalida la experiencia ajena.

También recomienda formular preguntas desde el respeto, mostrar afecto de forma explícita y no tener miedo de compartir los propios sentimientos. 

Otros puntos destacados de su propuesta incluyen el desarrollo de la paciencia y la indulgencia, cualidades esenciales para comprender que cada persona vive su proceso de forma distinta. 

Además, sugiere prestar atención al lenguaje no verbal, una herramienta silenciosa, pero reveladora.

Ver el lado bueno de las situaciones y saber reconocer los propios errores cierran esta lista de hábitos que, según el psiquiatra, pueden marcar una diferencia real en nuestras relaciones. 

Este enfoque sencillo, pero profundo apunta a mejorar no solo la calidad de nuestros vínculos, sino también nuestra propia salud emocional. Según Rojas, cultivar la empatía es una inversión en bienestar, tanto propio como colectivo. Y, como él mismo insiste, está al alcance de todos.

II

Empatía y humildad: estos son los cinco rasgos que indican si eres una buena persona según la psicología, Laura Alfaro, en El Confidencial, 1/04/2025

Ser buena persona va mucho más allá de ser amable o tener gestos educados. La psicología ha estudiado durante años qué características definen a quienes se comportan con empatía, generosidad y coherencia, no solo cuando es fácil hacerlo, sino también cuando nadie está mirando. Y sí, hay rasgos concretos que parecen repetirse en quienes son percibidos como “buenas personas” por los demás… y por ellas mismas. En una época donde el autocuidado y el crecimiento personal están en boca de todos, también vale la pena mirar hacia adentro y preguntarse si hacemos todo lo posible por ser buenas personas que se caracterizan por varios rasgos entre ellos la empatía genuina, la cual no se trata solo de ponerse en el lugar del otro, sino de sentir con el otro. 

1. Las personas empáticas tienen la capacidad de captar las emociones ajenas y responder desde el respeto y la comprensión. Según los expertos, este rasgo no solo favorece relaciones más sanas, sino que también impulsa comportamientos solidarios y reduce los conflictos, debido a que las buenas personas no minimizan el dolor ajeno: lo reconocen y acompañan.

2. Asimismo, también es importante la honestidad, incluso cuando incomoda. Y, aunque decir la verdad con delicadeza es un arte que no todos dominan, las personas que actúan con bondad no recurren a la mentira piadosa por comodidad, ni disfrazan sus intenciones, sino que suelen ser claras, coherentes y auténticas, sin necesidad de dañar. La psicología destaca que la honestidad es uno de los pilares de la confianza, y quienes la practican construyen vínculos más sólidos y duraderos.

3. Asimismo, tienen una gran responsabilidad emocional, sabiendo poner límites sin herir y pidiendo disculpas cuando se equivocan y no culpan a otros por sus emociones. Por lo que tienen una madurez emocional que les permite asumir las consecuencias de sus actos, aprender de ellas y crecer sin resentimientos.

4. También son personas altruistas con un gran deseo de ayudar sin esperar nada a cambio. Ya sea cediendo el asiento, escuchando con atención o acompañando en momentos difíciles, las buenas personas lo hacen por convicción, no por reconocimiento. Diversos estudios psicológicos vinculan este tipo de altruismo con un mayor bienestar subjetivo: ayudar también nos hace sentir mejor con nosotras mismas. 

5. Por último, tenemos la humildad uno de los rasgos más subestimados, pero más potentes. Lejos de la falsa modestia, implica reconocer los propios errores, aprender de los demás y no sentirse superior. Las personas humildes no necesitan brillar para sentirse valiosas, y suelen generar un ambiente de respeto y cercanía a su alrededor. Ser buena persona no es cuestión de perfección ni de grandes gestos heroicos. Se trata de una forma de estar en el mundo, de cómo tratamos a quienes nos rodean, pero también de cómo nos tratamos a nosotras mismas. 

Cultivar estos rasgos no solo mejora nuestras relaciones, también nos conecta con una vida más plena, más consciente y, sobre todo, más humana.

viernes, 20 de junio de 2025

Leyes del karma

 Cuando un pájaro está vivo, come hormigas. Cuando un pájaro está muerto, las hormigas se lo comen a él. El tiempo y las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento. No devalúes o lastimes a nadie en la vida. ¡Podrás ser poderoso hoy, pero recuerda, el tiempo es más poderoso que tú! Un árbol hace un millón de fósforos, pero solo un fósforo se necesita para quemar un millón de árboles. Así que practicad la bondad, haced el bien.

En la religión budista y en el hinduismo, creencia según la cual toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las sucesivas existencias del individuo.

La Ley del karma es aquella ley que ajusta el efecto a su causa, es decir, todo lo bueno o malo que hemos hecho en la vida nos traerá consecuencias buenas o malas en esta vida o en las siguientes. La Ley del karma es conocida en varias religiones como "justicia divina" y es inmutable. Según las enseñanzas budistas, el Karma afecta nuestra vida en todos los sentidos, ya que es el encargado de dar una dirección al destino. Cuando se cree en la reencarnación es mucho más fácil comprender los principios de la ley del Karma, ya que esa creencia dice que todo lo bueno y lo malo que nos ha sucedido en esta vida, puede ser resultado de nuestras acciones en vidas pasadas.

Por ejemplo, si alguien creyente en la reencarnación padece de una enfermedad terminal, probablemente encontrará consuelo pensando que su mal se debe a sus malas acciones en vidas anteriores y se esforzaría en dar lo mejor de sí mismo en el tiempo que le quede, para equilibrar la balanza y tener una mejor experiencia en sus vidas futuras. Es más, aunque no creamos en la reencarnación, si todos escogiéramos vivir bajo ese principio seríamos mucho más tolerantes, honrados y generosos con nuestras acciones y, por lo tanto, el mundo sería muy diferente.

12 leyes del Karma

Ahora que hemos explicado los conceptos básicos del karma, podemos empezar a conocer las doce leyes del karma que pueden cambiar tu vida.

1. Ley de causa y efecto. Esta es, probablemente, la ley más conocida del karma. En esencia, "sembramos lo que cosechamos", lo cual significa que nuestras acciones diarias (buenas o malas) volverán a nosotros.

2. Ley de creación. Esta ley requiere que nos esforcemos para lograr nuestros objetivos. Si queremos obtener la vida que deseamos, tenemos que actuar para conseguirlo en lugar de simplemente esperar a que suceda. En algún momento, el karma hará que nuestras intenciones den sus frutos.

3. Ley de humildad. Según esta ley, primero debemos aceptar las circunstancias para poder cambiarlas. Si nos centramos únicamente en lo negativo de un problema o situación, nos estamos comprometiendo en algo que no nos lleva a ningún sitio.

4. Ley de crecimiento. Si hay alguna cosa de la que tenemos control es de nosotros mismos. El cambio sólo es posible si somos nosotros mismos los que se comprometen a hacerlo. Por esta razón nunca debemos intentar controlar el comportamiento de los demás.

5. Ley de responsabilidad. Solo tu eres el responsable de las cosas que te pasan en tu día a día, y por esta misma razón debes aceptar las consecuencias de tus acciones sin implicar a nadie más. Cuando sale algo mal, debemos ser autocríticos en lugar de intentar culpar a otra persona. Lo que nos rodea es un espejo de nosotros mismos.

6. Ley de conexión. Esta ley se refiere a que el pasado, presente y futuro están conectados. Es decir, cada acción forma parte de un "todo" y, por lo tanto, las acciones no son más o menos importantes que otras, ya que todas influyen en el conjunto.

7. Ley de trabajo. No podemos pensar en dos cosas al mismo tiempo: cuando tenemos pensamientos positivos, es imposible tener pensamientos negativos. Es por ello que, según esta ley, siempre debes centrarte en las cosas positivas y en lo que deseas conseguir.

8. Ley de hospitalidad. Básicamente consiste en que lo que decimos se refleje en nuestras acciones. También es importante ser desinteresado y no esperar algo a cambio. Todo aquello que decidas hacer, que sea de corazón.

9. Ley de aquí y ahora. Si vivimos en el pasado o en el futuro, no podemos actuar en el único momento en que podemos actuar, que es el aquí y ahora.

10. Ley de cambio. La historia se repite una y otra vez hasta que aprendemos la lección. Para avanzar, debemos aceptar el pasado y aprender de nuestros errores y malas acciones.

11. Ley de paciencia y recompensa. Debemos ser constantes y pacientes si queremos conseguir la vida que siempre soñamos. La recompensa puede no verse instantáneamente, pero nunca debemos rendirnos con nuestros objetivos porque el día menos esperado obtendremos los frutos que cosechamos. "Nada de valor se consigue sin paciencia".

12. Ley de significación e inspiración. Por último, y no por ello menos importante, esta ley dice que nuestras intenciones influyen en el "todo". Cuando tus intenciones salen de corazón, tus acciones inspiran positivamente al mundo que te rodea y, por lo tanto, atraes la buena suerte y la felicidad a tu vida.