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viernes, 17 de julio de 2020

El lenguaje ya perdido de Forges

Un vocabulario particular que ya es de todos

“Bocata”, “tocata”, “firloyo” o “tontolculo”. El humorista dominaba toda una técnica de formación de 

ÁLEX GRIJELMO, 22 FEB 2018

Antonio Fraguas, Forges, construyó un vocabulario propio que millones de españoles han hecho suyo. Y la Academia también. Por ejemplo, hoy en día se puede oír la palabra “bocata” en cualquier bar, tanto en la voz del cliente como en la del camarero, y después verificar su significado en el Diccionario, porque ahí figura desde 1983.

En esa entrada se aclara que este término se formó mediante un acortamiento de “bocadillo” y la adición del “sufijo jergal” –ata, y que equivale en el lenguaje coloquial precisamente a “bocadillo (pieza de pan abierta)”. Esta nueva función como sufijo jergal se la inventó Forges, y quizás se pueda añadir pronto a la lista de las otras cinco posibilidades y significados que el Diccionario reconoce al sufijo -ata para formar palabras nuevas en las que tal partícula se añade a una raíz (como sucede por ejemplo en “caminata” o “perorata”; además de otros términos con variación de género: “novata”, “niñato”…). Antonio Fraguas aplicó este sufijo más allá de la norma prevista, para ensancharla.

La Nueva Gramática de la Academia (2010) sí define esa aportación de Forges, aunque no lo cite como autor. Y señala que –ata es un sufijo que “construye nombres y adjetivos a partir de formas normalmente acortadas de bases nominales, adjetivales y, en menor medida, verbales”. En efecto, con esa misma construcción nacieron “sociata”, “cubata”, “tocata”...

 Un vocabulario particular que ya es de todos

FORGES

¿Añade algo “bocata” respecto a “bocadillo”? Puede que sí: el bocata es quizás más personal, más cercano; más de pandilla. Más plural que singular. Igual que el tocata respecto del tocadiscos. Y además, “bocata” ha producido ya un derivado: bocatería (o establecimiento donde se venden bocatas).

La estructura jergal le permitió además al humorista suprimir la preposición que vincula el pan con lo que va dentro. Así, por ejemplo, uno de sus personajes desesperados aparecía dispuesto a comerse “un bocata cerillas”.

Forges construyó gran parte de su vocabulario identificativo a partir de los recursos propios del idioma español (especialmente los sufijos), y también inventó términos que no tienen origen conocido. He aquí una posible clasificación de su léxico particular.

Palabras creadas por sufijación. Es decir, términos que se forman con la adición de un sufijo a la raíz. A la ya citada “bocata” se añaden “drogata”, “sociata”, “ordenata”, “cubata”, “jubilata”, “segurata”, “tocata”…

De ellas, ya han entrado en el Diccionario “cubata”, “bocata”, “drogata” y “tocata”, como alternativas coloquiales de “cubalibre”, “bocadillo”, “drogadicto” y “tocadiscos”. Sin embargo, no todas son obra de Forges, según contó él mismo a este periódico en 2014: “Bocata’ sí que lo inventé yo, y ‘tocata’ también. Pero ‘cubata’ y ‘segurata’ no”.

Más mérito aún, entonces: descubrió un camino de sufijaciones (las “sufijaciones jergales” según la Academia) que estaba inexplorado.

Y no terminaron ahí sus “forgendros” (o engendros de Forges). También acudió al sufijo latino –érrimus, que conformó en aquella lengua adjetivos superlativos como misérrimus, celebérrimus o acérrimus. El castellano adoptaría exactamente 11 de aquellos superlativos latinos (entre otros los tres citados), que consideramos cultismos y entre los que figuran también “libérrimo”, “paupérrimo” o “pulquérrimo”. Todos ellos los heredamos por tanto directamente de la lengua de Roma, y a nadie se le había ocurrido crear palabras en español con esas piezas. Hasta que Forges empezó a escribir y decir “estupendérrimo”, “tontérrimo”, “estupidérrimo” o “modernérrimo”. De momento no han llegado al Diccionario, pero quién sabe.

Forges también acudió al sufijo –amen para sus creaciones. Este morfema articula en español palabras en las que se deduce un significado colectivo de lo que menciona la raíz. Así tenemos “velamen” (conjunto de velas), “pelamen” (el conjunto del pelo) o “maderamen” (conjunto de maderas que entran en una obra). Forges identificó probablemente el sentido de abundancia y generosidad que se ocultaba en esos términos y formó por analogía palabras como “muslamen” o “porramen”. Y definió concretamente “muslamen” como “atributos femeninos determinantes”; y “porramen”, como “conjunto de porros fumados por un grupo parlamentario, necesarios para votar afirmativamente determinados proyectos de ley propios, curiosamente infumables” (El libro de los 50 años de Forges. Espasa, 2014).

Curiosamente, la primera aparición de su personaje llamado Blasillo (en el diario Informaciones, en los años setenta) incluye una palabra forgiana creada mediante sufijo. En esa viñeta, un niño le cuenta a un hombre con aspecto muy rural: “Padre, el Blasillo está diciendo malsonancias coyunturales”.

 Los jóvenes amigos Blasillo y Cosme filosofando (1984-1994)
Los jóvenes amigos Blasillo y Cosme filosofando (1984-1994) FORGES
“Malsonancia” no entrará en el Diccionario hasta 1984, mucho después de que la usara Antonio Fraguas.

Por su parte, el sufijo –oide le sirvió para formar un adjetivo (“afanoide”), que muestra una certera intuición. Ese morfema, según la Academia, “añade matiz despectivo en adjetivos derivados de otros adjetivos”; y pone como ejemplo “feminoide”. En el caso de Forges, un “afanoide” suele ser un concejal de Urbanismo.

Estos sufijos forgianos superaron todas las épocas de la obra del humorista, y también los hallamos en dibujos recientes. En ellos encontramos por ejemplo la palabra “gurtélidos”, en la que se establece una analogía con los nombres científicos que designan familias o especies animales (mustélidos, anélidos, camélidos...). En este caso, se designa una especie de bípedos asociados a la trama Gürtel.

Inglesismos. No los llamaremos “anglicismos” porque no lo son ni lo quieren ser. Antes al contrario: muchos anglicismos se usan por complejo de inferioridad (al creer que mencionar algo por su nombre en inglés es más prestigioso), y Forges se reía precisamente de eso. Hacía decir a sus personajes (a partir de los adjetivos en inglés terminados en –able; o sea: -éibol) palabras como “formidéibol” o “inaguantéibol”, además de “incrédibol”. ¿Por qué? “En mi época escolar”, explicó Fraguas, “todos estudiábamos francés. La clase media española estudiaba francés. Pero llegaron los superpijos y se pusieron a estudiar inglés. Y entonces yo le tomo el pelo de esa forma a ese estrato social, porque empezaban a decir palabras en inglés sin saber a veces ni qué estaban diciendo”.

En conversaciones familiares o de amigos, o en el lenguaje coloquial español, se suelen formar palabras así, inspiradas por Forges: “Es acojonéibol”, “esto fue impreviséibol”.

También inventó Fraguas los inglesismos “cuñading” (soportar a un cuñado) o “ejcuerning” (deporte de riesgo); y el francesismo “jilipoyuá”, de sencilla traducción para cualquier español.

Aféresis. La aféresis (del griego afaíresis, quitar) consiste en la supresión de algún sonido al principio de un vocablo. El Diccionario introdujo en 1884 los ejemplos de “norabuena” por “enhorabuena” y “Colás” por “Nicolás” (si bien en 1950 suprimió este segundo caso, quizás porque ya se entendía con el primero).

Forges captó en el habla popular esas aféresis que resultan graciosas y castizas, y en ocasiones les añadía un segundo término, fusionado: “Gensanta”, “mosanda”, “nefecto”, “sactamente”, “sodicen”, “soparece”, “sovaser”, “cachis la mar”, “gnífico”; a veces con la supresión de fonemas en el medio de la cadena de palabras: “tontolculo”.

Casi siempre se deducía un tono de sabihondez en el personaje que las pronunciaba. Pero eso no alcanzaba a la Blasa cuando decía “jomío”.

Interjecciones. El vocabulario propio de Antonio Fraguas incluyó además muchas interjecciones, algunas de las cuales podrían encajar en el capítulo anterior. Exclamaciones con aféresis son por ejemplo “¡sórdenes!” o “¡dremía!”, como también “¡vadiós!”. Y, por supuesto, “cielo santo”, que terminó en “¡losanto!”.

A ellas se unen otras populares, como “¡velay!”, una contracción de “velo ahí” que el Diccionario registra como interjección poco usada y que define así: “Úsase para dar por cierto o asegurar lo que se dice, a veces con resignación o indiferencia”.

“Velay” ya andaba por los diccionarios de principios del siglo XX, pero la Academia no la incorpora hasta 1984.

Además de aplicar su buen oído a la lengua coloquial y rural, Forges hizo pronunciar a sus dibujos exclamaciones inventadas por él, como “¡reconjoñeta!” o “¡recojonostiójonos!”.

Lenguaje popular. Algunos de los vocablos usados por Antonio Fraguas se hallaban desde hacía decenios en el habla popular, y acabaron aceptados luego por la Academia; quién sabe si con el impulso lejano del dibujante. Las palabras jergales pasaron a menudo por sus viñetas, como el muy usado “se está de buten” (“excelente, estupendo”). Él lo puso, por ejemplo, en boca de un náufrago ciertamente optimista.

El original dibujante también popularizó el elogio “maciza”, que llega al Diccionario en 1984 (“persona de carnes duras y consistentes”) después de que Forges se lo adjudicara mucho antes a las exuberantes mujeres de algunos de sus dibujos; y en ese mismo año se incorporan “maromo” (individuo, tío, fulano, novio), y además otro término del léxico forgiano: “chorbo” (“persona cuyo nombre o condición se ignoran o no se quieren decir”), de donde él formará “chorberío” –nuevamente con la técnica de la sufijación–; para definirlo, curiosamente, como “conjunto de maromos”.

Neologismos sonoros. La genialidad y la imaginación de Antonio Fraguas se plasmaron además en palabras inventadas por él, generalmente a base de combinar sonidos que bien podían sugerir lo nombrado. En esta categoría pueden encuadrarse las ya mencionadas exclamaciones “¡reconjoñeta!” y “¡recojonostiójonos!”. Y también el verbo “esnafrarse”.

El propio Fraguas contó el nacimiento de este neologismo, que la Academia no ha incorporado… aún. “La etimología de ‘esnafrarse’ es que íbamos mi amigo Antonio y yo en una bicicleta, y se nos soltó el manillar. Yo le grité: ‘¡Tírate!’, pero no se tiró. Yo me tiré, pero él se pegó una chufa contra una pared. Y entonces dije: ‘Se ha esnafrado’. Me salió así. Mucho tiempo después me enteré de que en gallego existe esnafrarse, que equivale a escarallarse. Pero mi padre, que era gallego, no hablaba nunca en gallego, y jamás le había oído esa palabra”.

Bueno, “escarallarse” tampoco está en el Diccionario de la Lengua Española, pero después de lo relatado se puede deducir bien qué significa.

Otros inventos geniales de Forges son “firloyo”, definido por él como “conjunto mecánico incomprensible”, o “firulillo”, palabra que designa un “dispositivo mecánico o electrónico, de función desconocida en el mecanismo en cuestión” (El libro de los 50 años de Forges, 2014).

La misma creatividad onomatopéyica alumbró los términos “esborcio” (construcción electrónica compleja e inadecuada), “esforciar” (romper, estropear) o “jodiente” (diente que molesta con mucho dolor).

Nombres propios. Además de los ya conocidos Blasillo, Mariano, Concha, Blasa, Romerales… Forges inventó personajes con nombre propio adaptado, mediante juegos de palabras que partían de una cierta realidad. Así, el gran portero internacional de los años ochenta Luis Miguel Arconada tuvo su personaje opuesto en Arcomanta; y el arquero Andoni Zubizarreta inspiró a su vez a Subimaleta (“el portentoso guardameta”). A los dos se les añadió el Inéfito Feliú, “esforzado atleta, primo de Subimaleta”, que siempre salía estrepitosamente derrotado. También creó Fraguas la televisión Torrenicasso (por aquel entonces, CNN+ se hallaba en Torre Picasso), en otra parodia onomástica.

Los escasos ejemplos aquí referidos (escasos en comparación con la extensión de su obra y de su vocabulario) dan idea del interés que siempre suscitó el lenguaje para el entrañable humorista.

Ese cariño por las palabras se plasmaba además en una notoria obsesión por el correcto uso del español (detestaba, por ejemplo, el galicismo “poner en valor”). Forges conocía con profundidad su lengua, y gracias a eso fue capaz de gastarle al genio del idioma unas bromas que, lejos de incomodarle por atentar contra sus viejos criterios, le habrán hecho reír a carcajada

jueves, 28 de mayo de 2020

Inédito de Antonio Rodríguez García Vao

Es este un poema desconocido de Antonio Rodríguez García-Vao (1863-1886), el famoso abogado, escritor y periodista librepensador de Manzanares amigo de Emilio Castelar y del joven Unamuno, asesinado en Madrid el 19 de diciembre de 1886. Se publicó en La voz de Peñaranda núm. 152 (17-III-1881) y escapó a las dos ediciones de sus poesías completas, Ecos de un pensamiento libre, 1885, por parte de Demófilo, el editor más sometido a lawfare de su época por las cuatro paginas de La Domicales del Librepensamiento que dirigía. Se trata del esbozo de un prequijote del siglo XVI:

¡QUÉ LOCO TAN SABIO!


    Ya partió; no se le alcanza
y verle fuera delirio;
lleva en su cuerpo el martirio
y en el alma la esperanza
    A medida que el avanza
va aumentando el sufrimiento,
va resistiendo el tormento;
luchando su mente a solas,
    ni se cuida de las olas
ni percibe el raudo viento.
Se va en los ignotos mares
internando poco a poco
    aquel genio o aquel loco
lleno de duda y pesares.
Pensamientos a millares
que inundan su fantasía
    riñen batalla bravía
en su cerebro fecundo.
¿Quién contiene en calma el mundo
de ideas que Dios le envía?
    ¡Cómo navegan ligeros,
viento y mar desafïando,
atrevidos anhelando
ver de un mundo los linderos!
    ¡Qué gigantes y qué fieros
y qué soberbios se ostentan
genio y mar! Su ira acrecientan,
el genio un mundo buscando
    y un mundo la mar negando
su tenacidad aumentan.
La borrasca bramadora
no intimida al navegante,
    que aquel corazón gigante
no encuentra valla opresora.
Aunque vacila, no ignora,
mas con la duda pelea.
    Aunque el rayo centellea
y ronco retumba el trueno,
firme, tranquilo, sereno,
nada perturba su idea.
    En el firmamento escrito
cree ver el feliz arcano,
pues su genio soberano
profundiza el infinito.
    De su gran conciencia el grito
le da firmeza y valor,
y sufre con el ardor
de los grandes corazones
    las terribles maldiciones
del marino aterrador.
Porque, en peligro creyendo
sus vidas, cerca la muerte,
    maldicen la infausta suerte
amenazas dirigiendo.
El ánimo decayendo
va de aquella gente osada;
    creen la empresa desgraciada
y a Colón un ignorante.
Este, “paciencia, adelante”,
dice con voz apagada.
    Y solicita implorando,
entre dudas y agonías,
tres días solo, tres días,
para seguir explorando,
    el marinero jurando,
pues recela de su suerte,
el viento soplando el mar,
las naves surcando el mar,
    Colón sin desesperar,
aunque le cerca la muerte.
El océano proceloso,
tempestad amenazando,
    aquel cielo horrorizando
imponente y tenebroso;
y aquel genio portentoso
que a cielo y mar desafía.
    Abismos son que a porfía
quieren mostrar su fiereza;
y del genio la grandeza,
¿Cederá con cobardía?
    No cedió, díganlo España
y del turbio mar las olas,
las conquistas españolas,
en aquella tierra extraña;
    dígalo quien nunca engaña,
el astro siempre brillante,
ese Sol siempre radiante
para mi patria esplendente,
    pues solo besó su frente
esta Nación arrogante.
Y en tan venturoso día,
el sabio al mundo asombraba;
    antes loco le llamaba,
y del loco se reía.
¡siempre igual la suerte impía!
Colón fue un genio fecundo
    porque nos buscó otro mundo;
si no le hubiera encontrado,
por loco hubiera quedado,
por el loco más profundo.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

José Francés, creador de un semanario en Ciudad Real (1898)

José Francés (1883-1964) fue uno de los más importantes críticos de arte y escritores del país antes de la Guerra Incivil; lo que no se sabe es que anduvo escribiendo e imprimiendo un periódico en Ciudad Real con su amigo, el futuro musicólogo José Subirá. Ambos estudiaron (como el novelista Gabriel Miró, entre otros) en el Instituto Santa María de Alarcos. Estas noticias que les voy a comunicar proceden en su mayor parte de una magnífica tesis de 2002 dirigida por Francisco Calvo Serraller que solo ahora se ha divulgado. Su autora es M.ª Piedad Villalba Salvador.

José Francés andaba rodando por todo el imperio colonial español con su familia a causa de la profesión funcionarial de su padre homónimo, quien por cierto también se dio al periodismo y reunió sus artículos en Galeradas (1898). Estuvieron en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y, ya en España, el joven y su única hermana estudiaron en León, Ciudad Real y Oviedo, donde el futuro escritor se graduó en el año 1900. 

Su vinculación con esta ciudad manchega, antes villa, venía de lejos, ya que su abuelo Jacinto Banqueri Roldán fue secretario y gobernador civil interino de Ciudad Real precisamente en la época en que vivieron allí, para volver a ser secretario después. Este personaje dejó un recuerdo pintoresco, ya que hubo una serie de tumultos y se vio obligado a firmar un bando que le hizo famoso al prohibir a los ciudadrealeños salir a la calle con lanzas y garrotes... Lo cuenta uno de sus descendientes, Alberto Francés, que fue entrevistado por María Piedad. En cuanto al futuro escritor, ganó su primera peseta en Ciudad Real, entre 1897 y 1898, con el periodismo:

Tenía yo catorce años y cursaba el último año de Bachillerato en el Instituto de Ciudad Real. Escribía versos, cuentos patrióticos y dibujaba caricaturas. Todo en secreto, claro es. Pero, como no me resignaba a que permanecieran inéditas mis audacias precoces, fundé con otros cuantos  compañeros de clase y novillerías –más de lo último que de lo primero– un periódico titulado Calínez. Los gastos de composición y tirada no eran muchos. Con seis pesetas de gelatina y cola de pescado, dos latas para contener la pasta y el administrador, que se copiaba todo el original literario de la redacción, conseguíamos lanzar cada sábado cien ejemplares. Yo era el director y el dibujante, y le confieso a usted que me enorgullecía más de lo segundo que de lo primero. 

El periódico tuvo gran aceptación. Las suscripciones aumentaban. Tuvimos que adquirir una segunda “rotativa” de hojadelata, glicerina y cola de pescado… Incluso tuvimos anuncios y yo empecé a dibujar las tapas para encuadernar una novela de Balzac que publicábamos en un folletín. Al liquidar el primer mes repartimos ganancias y nos correspondió a cada uno de los propietarios y redactores siete pesetas. En ellas está, pues, incluida mi primera peseta

La proximidad de los exámenes obligó a suspender la publicación de Calínez para reanudarla en el otoño “con grandes reformas”, como dicen todos los periódicos fracasados, con el pudor de su desaparición definitiva. Calinez no volvió a publicarse; pero yo no me desanimé por ello. Quería ser caricaturista a toda costa. Y tres años después me presenté en la redacción de Vida Galante con una cartera de dibujos. Zamacois no fue aquella tarde... (José Francés, 1922)

El que sería gran crítico de arte de La Esfera quería ser entonces solamente un caricaturista, pero terminó convirtiéndose, de la mano de Eduardo Zamacois, en uno de los maestros del relato corto en la Edad de Plata y en un crítico de arte eminente por méritos propios. Por entonces escribió su primera pieza teatral, La intención basta, firmada a fines de 1899 y que no "intentó" siquiera estrenar. En realidad, Calínez era una imitación de un efímero semanario satírico de cuatro páginas que imprimió ocho números en Madrid entre 1898 y 1899, Calínez, impulsado por el gran cervantista Francisco Navarro Ledesma, pero dirigido por José de Roure Mesquiriz; tomaba su título de un personaje cómico habitual en el semanario cómico Gedeón, habitualmente secuestrado por sus críticas. En su versión manchega, de la que no conozco testimonios, firmaba Francés las caricaturas con el sobrenombre de Córcholis. Por entonces era un chico muy revoltoso; Andrés González Blanco lo retrata así:

Me parecía un mozalbete republicano con visos de ácrata, que hablaba mal de todo el mundo, que adoraba a Blasco Ibáñez como un supremo dios del Arte, que colaboraba en La Vida Galante y que silbaba en las calles tortuosas de las capitales de provincia cuando pasaban las procesiones de Semana Santa. ("Prólogo" a J. Francés, Miedo, 1907)

¡Vaya si era ácrata el muchacho! Ya lo veremos. En el instituto se topó con otro inquieto aspirante a escritor,  José Subirá, quien andando el tiempo sería académico como él y uno de sus mejores amigos. Lo refiere el propio José  Subirá en "Mi amigo Pepe Francés" (1964), una semblanza que escribió con motivo de su fallecimiento:

Nos conocimos en Ciudad Real. Éramos compañeros de aulas y de estudios en aquel antiguo convento mercedario que tuvo destinos civiles tras la desamortización y que en nuestra infancia y juventud albergó un Instituto de Segunda Enseñanza inolvidable.

"Un instituto de segunda enseñanza inolvidable". Caray. Cuántas cosas se perdieron con la guerra. Pero don José continúa su narración:

Allí él y yo habíamos incubado idealismos inconcretos e hicimos los primeros pinitos de índole artística: él emborronando cuartillas blancas y yo trazando notas sobre el papel pautado. Entonces había estallado el conflicto de Melilla produciendo sensibles pérdidas el Ejército Español, siendo una de las víctimas el general Margallo. Pepe Francés encendió al punto los ánimos de la grey estudiantil, organizó una manifestación callejera, formada por chicos de diez a quince o dieciséis años y en nombre de todos elevó ante las autoridades su voz indignada por obra de la tropelía marroquí. Al hablar en público allí por primera vez, poniendo acentos exaltados y conmovedores, inició así una carrera de conferenciante que tanto prestigio le había de dar al defender causas nobles con objetividad suma por amor a la verdad ya la belleza...

El Margallo ese era un general, bisabuelo del político pepero, principal motivo de la I.ª Guerra del Rif o "Guerra de Margallo" (1893-1894) al provocar a los integristas islámicos construyendo una fortaleza militar en un lugar de Melilla santo para ellos. Sin embargo, José Subirá, que ya tenía sus años, recuerda mal, ya que eso pasó antes de su estancia en Ciudad Real. Seguramente junta unos recuerdos con otros. 

No acabó José Francés su relación con Ciudad Real pese a vivir tan poco tiempo en ella; ofreció en su Casino una conferencia en 1922: El paisaje en la moderna pintura española. No en vano el pintor manchego Ángel Andrade, seguramente promotor de esa visita, era un experto en este género.

jueves, 28 de marzo de 2019

Internet. La ceremonia de la confusión.

Los medios de expresión que requerían el introspectivo esfuerzo de abstraer han sido sustituidos por otros más extrovertidos, caracterizados por su visibilidad y ostensibilidad. Una llamada blogosfera nos rodea y nos apresa en una red cuya extensión, como la del desierto, simula un espejismo de ficticia e inencontrable libertad.

Existe una frase anónima que hace pensar: "La informática es estupenda para solucionar problemas que no teníamos antes de la informática". Podría ser que haya generado más dificultades y complicaciones de las que soluciona, al menos en los ámbitos no tecnológicos que son los que más debían importar a las personas. Creo yo que la generación del mayo californiano-francés o del 68, al darse cuenta de que no podía cambiar el mundo, creó otro no necesariamente mejor: la Internet. Una forma viscosa, lisérgica y obscena de interconectarse por mil maneras y modos diferentes y de reciclarlo todo en una mierda común. De anecdótico origen militar, pasó a ser civil e incluso incivil: una jungla vietnamita anarcoide y terrorista de donde está proscrita toda ética, no solo en la red profunda: el anonimato bajo un mote o nick hace posible el fenómeno de los trolls o energúmenos, de los haters u hostiles, de los lurkers o pasotas de las listas de correo, de los posicionadores, de los viralizadores y de los hackers o bandoleros informáticos.

Dentro de lo llamado genéricamente posmoderno (hipstérico o alejandrino,  si queremos negarnos a reciclar vocablos) la informática lo mancha todo con su viscosa y alucinada interconexión; se trata de la orgía de todo lo diverso, que no por ello es menos divertida... y agotadora: exige un tiempo que se arranca a la vida. Es una manifestación de lo que el psicólogo y comunicólogo de Palo Alto (en el mismo meollo de Silicon valley) Paul Watzlawick llamaba El arte de amargarse la vida (1989): razonamientos que no concluyen, sino cuyo mero propósito es no concluir; como las discusiones televisivas, que nunca llegan a acuerdo, solución  o término: el único propósito es mantener la conexión, el canal, generar relaciones de dependencia, "fidelización", drogadicción u obsolescencia programada. No hay que ir muy allá si vemos que individuos como Jobs, Wozniak, Gates y Zuckerberg padecían diversas patologías del comportamiento humano y problemas de espectro autista para relacionarse con personas que no fueran de su "esfera", tan plana y unidimensional que parece puro Marcuse. Watzlawick afirmaba que "es imposible no comunicarse, ya que todo comportamiento es una forma de comunicación" y, puesto que no existe forma contraria al comportamiento (un «no comportamiento» o incluso «anticomportamiento»), tampoco existe la «no comunicación».

De ahí deriva el problema que padecemos actualmente y sobre todo en Internet: una sobreinformación y una actitud tan abierta que nos deja en una pelada y perniciosa pelotez; estamos demasiado comunicados y de muy diversas maneras: no hay forma de aislarse y de ser un yo, no hay forma de pensar individualmente: nos dejamos llevar por la corriente colectiva, se nos quita tiempo para no hacer nada, esto es, para ser unos mismos, que es lo más importante que podemos ser, y es precisamente porque conectados no hacemos nada; algo que, paradójicamente, nos aísla en ese mundo unidimensional que es la pantalla. Internet nos disuelve en atomización y fragmentarismo. Si para el siglo XIX y buena parte del XX la patología mental más frecuente era la histeria a causa de la represión, en nuestra época la falta de represión, el carácter demasiado abierto de toda comunicación expande tanto el rostro y la identidad que la rompe y fractura; genera un narcisismo hueco y maligno; una falsa interactividad; en cuestiones políticas, incluso un nazisismo intolerante que es en realidad el reflejo de esa pérdida de yo, de sustancia identitaria. Las verdades han dejado de ser apofánticas (en lógica, las que afirman o niegan algo) para ser simplemente retóricas; ya no existe lo verdadero o lo falso, sino lo absurdo, puesto que el carácter demasiado abierto de los razonamientos impide llegar a conclusiones. Como dijo Berlusconi,  un político nacido de la comunicación, el espectáculo y la  corrupción, "la verdad no cambia nada". Ya había señalado el comunicólogo Jean François Revel que "la más importante de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira". Yo matizaría un poco más esa palabra: es el absurdo, lo que no es ni verdadero ni falso. Un dicho cualquiera de Berlusconi, Trump, Salvini, Putin, Duterte, Abascal o cualquiera de las plagas de políticos nazisistas que padecemos es eso. En la teoría de los infortunios de John Langshaw Austin se sostiene que existen dos tipos de enunciados: los constatativos, que son verdaderos o falsos,  porque son comprobables, y los realizativos, que son aquellos que no son ni una cosa ni otra, porque solo poseen "intención"; en cierta forma, son siempre autorreflexivos. Narcisistas. No es de extrañar que ya no se pague por la información, sino por la publicidad, y que los canales de pago de televisión que antes se anunciaban sin publicidad ahora la ofrezcan, pero cobrando lo mismo. La red es gratuita porque la costeamos dejando vender nuestros datos a compañías de publicidad y mercadotectnia / marketing. La prensa ya no se sostiene económicamente, y por eso se encuentra por entero mediatizada /mercadizada por la publicidad y las subvenciones que la mantienen; pero por eso mismo ha dejado de ser información para ser publicidad o lo que Gramsci llamaba hegemonía cultural del capitalismo. De ahí que toda la prensa se redacte con anteojeras y tapones en los oídos y siempre mire hacia el lado que le conviene al dinero. Es un sesgo cognitivo general, una censura que se confunde con lo que llamamos impropiamente "información" y solo es conformista conformación.

Quien defiende su privacidad y no se comunica ni tiene presencia en la red es mirado como la estatua de Don Tancredo: mal. Tarde o temprano recibirá cornadas. El móvil es patógeno y provoca comportamientos como la nomofobia y que los niños accedan al porno o puedan ser excomulgados de grupos de afinidad por sus rasgos de "propiedad". Los críos están demasiado socializados, demasiado abiertos como para poder ser unos mismos. Malcriados, en suma. La gente duerme con el móvil porque hasta dormir se ha vuelto un acto social; incluso ¿confían? el cuidado de los hijos a la tecnología. La misma palabra móvil sugiere algo lábil, inasentado, que no tiene esencia, estabilidad ni continuidad. Resulta curioso que los hijos de los magnates de Internet se eduquen alejados de esta nubosa lacra, pues que la odian, y que ya se oiga (cada vez más fuerte, porque estamos distraídos con estas cosas) a los hijos quejándose de la "ausencia" de sus padres cuando los encuentran encadenados a ellos (a los móviles, me refiero). Y eso cuando se trata de hijos que no nos imitan habitando su propia burbuja de información fatua y prescindible, una Nube tan alta como la de Heidi. Una información que nunca se queda, que no deja poso, que no sirve para construir. Junto a esto está la llamada infoxicación: el carácter meramente cuantitativo de la información en Internet impide jerarquizar y clasificar debidamente lo importante y lo sustancial en la misma, casi siempre relacionado con el individuo precisamente. Por no hablar de la deturpación de la ortografía y de la sustitución del elaborado mensaje escrito por el impreciso y desmadejado mensaje oral.

En semántica formal, un predicado es una expresión que define a un subconjunto de un conjunto, pero un predicado es un significado, es decir, no es un individuo. Lo individual, lo subjetivo, en tanto que sustancia es, precisamente, lo único que no puede ser predicado: y en Internet, mucho menos. En efecto, Watzlawick  afirma que toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es por tanto, una metacomunicación. En Internet eso significa que el anonimato y la distancia son esenciales en esta nueva manera de relacionarse, al parecer, "humanamente". Esto provoca una estética alienante, cosificadora y narcisista porque es acumulativa y carece de centro. La patología de los instagramers que suman ingentes copias de imágenes propias o parecidas, como en un laberinto de espejos. Uno se define en tanto que influencer de otro: el infierno son los demás, que decía Sartre en A puerta cerrada. Esto es lo que genera una gran soledad: el fenómeno de los poseídos por un tipo de fobia social que los japoneses denominan otakus e hikikomoris: jóvenes aislados en sus habitaciones que se niegan a salir y envejecen en ellas, enganchados a la tecnología, pero distanciados de las familias que viven a su lado.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Estrategias de manipulación informativa de masas

Estrategias de manipulación de la opinión publica y de la sociedad según Noam Chomsky. También puede verse con ejemplos en este vídeo.

1  La estrategia de la distracción

El elemento primordial del control social, es la estrategia de la distracción consistente en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las mutaciones decididas por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al publico de interesarse a conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y de la cybernética.

"Mantener la atención del publico distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener el publico ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales." (cita del texto "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

2  Crear problemas, después ofrecer soluciones

Este método es también denominado "problema-reacción-solución". Se crea primero un problema, una "situación" previsto para suscitar una cierta reacción del publico, a fin que este sea el demandante de medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desarrolle o intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad o policíacas en detrimento de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3  La estrategia de la degradación

Para hacer aceptar una medida inaceptable, es suficiente aplicar progresivamente, en "degradado", sobre una duración de 10 años. Es de esa manera que condiciones socio-económicas radicalmente nuevas han sido impuestas durante los años 1980 a 1990. Desempleo masivo, precariedad, flexibilidad, relocalización, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que habrían provocado una revolución si hubieran sido aplicados bruscamente.

4  La estrategia del diferido

Una otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es de presentarla como "dolorosa pero necesaria", obteniendo el acuerdo del publico en el momento para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero por que el esfuerzo no es desplegado inmediatamente. Enseguida por que el publico, la gente, tiene siempre tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá mejor mañana" y que el sacrificio demandado podrá ser evitado. En fin, esto deja mas tiempo al publico para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.

Ejemplo reciente: el pasaje hacia el Euro y la perdida de soberanía monetaria y económica han sido aceptados por los países Europeos en 1994-1995 para una aplicación en el 2001. Otro ejemplo: los acuerdos multilaterales del ALCA (o FTAA) que los Estados Unidos han impuesto en el 2001 a los países de todo el continente americano (Centro y Sudamérica) a pesar de sus reticencias, concediendo una aplicación y vigencia diferida para el 2005.

5  Dirigirse al público como a niños de baja edad

La mayoría de los spots de publicidad dirigida al gran publico utiliza un discurso, argumentos, personajes, y un tono particularmente infantil, muchas veces próximo a lo débil, como si el espectador fuera un niño de baja edad o un deficiente mental. Cuanto mas se intente buscar engañar al espectador u oyente, mas se tiende a adoptar un tono infantilizante.

¿Por qué?

Si se dirige a una persona como si tuviera la edad de 12 años entonces, en razón de la sugestibilidad, ella tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o reacción también desprovista de sentido critico al igual que una persona de 12 años."  (cf. "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

6  Utilizar el aspecto emocional más que a la reflexión

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para hacer corto circuito al análisis racional, y por ende al sentido critico de los individuos. Además, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o insertar ideas, deseos, miedos o temores, pulsiones, o inducir comportamientos...

7  Mantener al publico en la ignorancia y la idiotez

Hacer de forma que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud.

"La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre o mediocre posible, de forma que la brecha de la ignorancia que aísla las clases inferiores de las clases sociales superiores sea y permanezcan incomprensible para las clases sociales inferiores."
(cf. "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

8  Promover al público a complacerse en la mediocridad

Promover al publico a encontrar "cool" (bien) el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto...

9  Reemplazar la revuelta por la culpabilidad

Hacer creer al individuo que el solo es responsable de su desgracia, a causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en vez de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto-devalúa y culpabiliza, lo que genera un estado depresivo del cual uno de sus efectos es la inhibición de la acción. Y sin acción, no hay revolución!...

10  Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una brecha creciente entre los conocimientos del publico y aquellas poseídas y utilizadas por las elites dirigentes. Gracias a la biología, la neurobiología, y la psicología aplicada, el "sistema" ha logrado a un conocimiento avanzado del ser humano, a la vez físicamente y psicológicamente. El sistema ha alcanzado a conocer mejor el individuo común de lo que él mismo conoce de sí. Esto significa que en la mayoría de los casos, el sistema posee un más gran control y un más gran poder sobre los individuos que los individuos ellos-mismos. 

miércoles, 16 de mayo de 2018

Rajoy e Íñigo

Los políticos no suelen quejarse de que la opinión los maltrate, pero los del pepeísmo son un caso (o un Casado) aparte. Quizá porque no son políticos, sino mangos y mangueras acostumbrados desde hace ochenta años a vivir a lo piojo. Unos piojos que se sienten picados por los demás, cuando son ellos los irritantes. Los otros se encogen de hombros con lo que decía Heine: "Dios me perdonará. Es su oficio". Y qué oficio más desagradable. Creo recordar que el Jefe también tenía un cajón para irrecuperables como Rajoy, aunque el teólogo Karl Rahner postule que está vacío. Lo de Rajoy no es ya corrupción, sino cadaverina. Si sigue así, incluso se volverá inorgánico, que carcinogénico ya es. Aunque se vista de seda. ¿Se han fijado en que se tiñe el pelo cuando las elecciones?

Al respecto juzgo que no se ha considerado bien el único y luminoso neologismo que ha creado esta bendición para la izquierda, el miserable y tartapensante Ruiz: aprovechategui. Los ingenuos de siempre creerán que la voz tiene emanación etarrasuna, pero no, qué va; lo apaladinaré para que todo el mundo lo entienda, que soy casi filólogo. De la yerma cultura de este brote patatal solo puede surgir algo que tenga que ver con el Marca, única nublada y dudosa fuente de donde nace ese Nilillo gallego. Sicut cervos ad fontes. Y hete aquí que surge el nombre de un tal Lopetegui, seleccionador nacional de balompata. Si se apercibe que el galaico gargajo llevaba la dirección del señor Rivera cuando este divulgó que buscaba "seleccionar" candidatos foráneos limpitos para las alcaldías de Barcelona (Valls) y Madrid (Bragas Rosa), uno entenderá la mente preclara del inefable. ¿Con quién iba a sustituir a tanto encausado con causa? Problema futbolístico este que ni Zidane.

Esto me recuerda a cuando nadie entendió por qué el canciller Kohl se rio al oír un momento de la traducción simultánea alemana del discurso de Umbral en los premios Príncipe de Asturias. El hijo bastardo de Leopoldo de Luis había comparado a Kohl con un mandarín, y el orondo alemán se descojonó que no pudo más. El poeta había intuido lo que Kohl y los mandarines tenían en común: el muro de Berlín no era sino una muralla china entre bárbaros y civilizados, y Kohl lo había echado abajo patrocinando la reunificación alemana.

Pero nosotros somos gente seria y decente y no hablamos de política, como no se suele hablar de los crímenes, las cunetas y de otras cosas vergonzosas, sana costumbre que heredamos del higiénico y censurador franquismo. Es de mal gusto, como la democracia. Yo venía a hablarles a ustedes de Íñigo. No de Errejón precisamente, sino del simpático José María. Ese preguntador implacable que era el rey de las entrevistas. Todavía recuerdo cómo su agresiva e inagotable curiosidad, tan bien dirigida, dejó en pelota picada la indecencia y corrupción del embajador de Guinea Ecuatorial rodeándolo de una placenta de cuestiones espinosas. Hoy mismo he comprado en una librería de viejo un libro suyo, Mundo famoso, impreso por una caja de ahorros en 1979. Es una colección de entrevistas precedida por una autobiografía de cuarenta páginas que no ha citado ni uno solo de los periodistas que le han hecho necrológica (o, como se suele decir en jerga periodística, morituri: un artículo periodístico biográfico escrito en previsión de que alguien célebre se muera al que se echa mano veloz cuando sucede). Tratar con esa desmemoria a tan poliédrico personaje es como matarlo dos veces. Pero como la misión de un (casi) filólogo es ir a las fuentes, allá me voy y les resumo el escrito.

Íñigo se dice de familia obrera vasconavarra; en su casa nunca paraban los Reyes Magos porque no había con qué. Se sacó en un solo año el bachillerato elemental con reválida y todo, en el colegio de los claretianos de Bilbao "no porque fuera un niño prodigio, sino porque estudiaba día y noche, laborables y festivos. Por desgracia, ese es el único título que tengo. Título que ahora han devaluado mucho y llaman graduado escolar". Pero el chico, de pocas palabras, introvertido, reconcentrado y tímido, era un lector compulsivo:

Pasaba las horas leyendo libros de toda especie, hojas de periódicos, revistas... Lo mismo un tratado de química orgánica que la vida de Santa Lucía, lo mismo una entrevista con Jorge Negrete que los horarios de los barcos del puerto. Hasta que tropecé con un método de inglés. Se trataba solo de una jerga americana, no de verdadero inglés, pero me lo aprendí y salía a la calle dispuesto a encontrar empleo como traductor o intérprete. A los doce años me metía entre los turistas para practicar el idioma y señalarles por donde se iba a un sitio u otro. Caían algunas propinas, pocas. Recuerdo que un día me encontré en la calle con un grupo de militares egipcios de estado mayor. Me contraté informalmente como guía y le caí simpático a uno de ellos llamado Nasser. Nos hicimos amigos... nos hemos carteado, me invitó a su país y aún conservo en mi cajón de tesoros aquellas cartas del dirigente árabe (pp. 14-16)

Entró de chico de los recados en una compañía de suministros eléctricos. Amante del trabajo, además empezó a dar clases de inglés en varias academias. Más adelante llegó a dominar también el francés, portugués, italiano y alemán; por su cuenta aprendió también a leer en otros idiomas que no llegó a manejar como esos. Tradujo tomos de cirugía y de fundición del inglés y a los diecisiete años se introdujo en Radio Bilbao como locutor de inglés para emisiones especiales. Le importaba un rábano la música joven y pop, pero se convirtió en el primer jinete de discos o disc-jockey de Bilbao, bajo el nombre de "mister Ritmo". Escribía además (y traducía) reportajes en La Gaceta del Norte. Y poco después envió otros originales para los servicios especiales de la agencia Efe. Incluso pudo comprarse un coche. Le tocó entonces irse a la mili en El Carrascal de Pamplona. Allí conoció al director y realizador Pedro Olea, quien luego lo introduciría en televisión. De Pamplona salió con la idea de meterse en Madrid.

Para  no andarme por las ramas (cosa que nunca me ha gustado mucho) me fui directamente a hablar con el director de la SER [...] En Radio Madrid (vino a decirme) solo trabajaban primeras series, primerísimas series. Voces superconocidas. yo no era más que un chico de provincia con buenas intenciones y un currículum muy ruidoso, pero de escaso prestigio [...] ¿Qué línea de tu currículum puede convencer al mundo de que eres un tipo bueno en este oficio?) La BBC. La bibisí de Londres! (p. 20)

De modo que vendió el coche y se fue a Londres en 1965. 

Se rompieron pocas lanzas en favor de nuestra generación. Dicen la generación bocadilllo, la generación del silencio. Pero nosotros ¿qué? Con nuestra hambre nos lo comeríamos. Y eso que no teníamos culpa de nada. Y lo que es peor, tampoco teníamos idea de nada. Digo lo del hambre porque es lo que a mí me ocurrió en Londres. Me tiré los cuatro primeros meses viviendo del coche y otros ahorrillos en una habitación mísera. Luego las reservas se me acabaron y continué viviendo en el mismo sitio. Lo llamaban el Valle de los canguros por la cantidad de australianos que allí vivían y quizá porque otros como yo vivíamos a salto de mata. Calculando mi primera estancia en Londres en quinientos días, debí de comer unas ochocientas tortillas de patatas. Otros manjares ni soñarlos, claro (p. 21).

Después de medio año intentando introducirse en la BBC consiguió únicamente que un tipo le diera un buen consejo: "Si consigue usted que las casas de discos renuncien a sus derechos de retransmisión por radio, obtendrá trabajo". Algo prácticamente imposible. Pero él iba haciendo trabajillos de intérprete para músicos españoles que paraban por allí.

Me encontré que un gitano estaba actuando en un teatro de Londres. Era una noticia sensacional e insólita. Me raspé los bolsillos con las uñas, compré una entrada y fui a verlo. Se llamaba Pedro Calaf, pero se hacía llamar Peret. Por supuesto, ni él ni sus compañeros sabían una palabra de inglés. Aproveché la coyuntura para servirles de guía fiel e introducirles en los antros londinenses que yo había empezado a conocer. Incluso los hice ir a sitios en que las primeras gogós de la historia mostraban sus muslos sin vergüenza. Me lo agradecieron mucho. Querían pagarme. Me negué. Aquello venía a ser una cuestión de patriotismo. ¿Cómo pagarme el favor entonces? "En fin, podrían ustedes renunciar a los derechos de emisión de los discos..." Insinué yo por milésima vez. Señores ¡lo hicieron...! Fue un favor tan grande que se lo recuerdo al bueno de Peret siempre que nos topamos en el oficio. A pocas personas debo tanto. Así conseguí ser aceptado en los estudios de la BBC... Para celebrar el éxito me dejé crecer el bigote y arrojé mi cotidiana tortilla al cubo de la basura. Solo me pagaban quince mil pesetas al mes, una auténtica miseria en Londres, y desde luego mucho menos de lo que yo ganaba en Bilbao, pero me había convertido en locutor de una emisora inglesa... Era un pop, un yeyé, un in... Desde luego me sobraba tiempo para pensar. Para pensar en serio. Habitualmente andaba solo, estaba solo. Veía películas, leía libros, presenciaba todos los espectáculos que se ponían a tiro. Incluso decidí ligar con alguna chavala, por aquello de mejorar el idioma, no por otra cosa. Estaría bueno. Y pensé en mí y en lo que yo quería y en cómo conseguirlo. Los caminos estaban claros: un porvenir de oficinista ilustrado parloteando inglés, o el riesgo de un oficio que todavía hoy no sé dónde me llevará. Aborrecía los horarios y me divertía la diversión. La acción, no la canción, aunque viviese de ella. Quería ser lo que hoy soy. Sin problemas económicos, sin rigidez de horarios, libre, obrar a mi gusto, no estar debajo de nadie. En fin, quería lo que todos quieren a los veintitrés años... Al año y medio de haber llegado a Londres, volví a Madrid (pp. 22-24).

El señor Fontán lo contrató en Radio Madrid. Trabajó en programas musicales, algo que nunca le gustó demasiado. Había aprendido mucho en Londres y se convirtió en un crítico musical independiente, muy sincero y temible. "Si un disco me parecía malo, lo decía con toda la tranquilidad del mundo y con las debidas palabras, no a medias. Era muy agresivo. Continúo siéndolo, dicho sea de paso, pero entonces lo era con furor. Creo que me encontraba en Madrid demasiado solo, lo mismo que en Londres, y descargaba mi furia contra los cantantes". Vivía en una modesta pensión de la Gran Vía. 

Vivía de noche y era raro que se fuese a la cama antes de las cinco de la madrugada. "Lo hacía en parte porque me gustaba y en parte porque resultaba deprimente encerrarse en la habitación alquilada, sin nadie con quien hablar ni nada que hacer. Por supuesto, conocía como nadie el Madrid nocturno del ambiente musical. Quizás ni los mismos camareros han pasado tantas horas como yo en aquellas rutilantes discotecas de la Gran Vía. Y sentado en la escalera, siempre en la escalera... bebiendo naranjada. Nunca he bebido combinados, whiskies ni alcoholes de otro tipo. Tampoco fumaba, ni entonces ni ahora. ¿Qué diablos estaba yo haciendo ahí? Contemplar, mirar, escuchar. ¿Por qué en una escalera? A finales de los sesenta, e imagino que ahora también, la gente del mundillo no pagaba por entrar en las discotecas. Hasta las consumiciones eran gratis. Pero yo, que quería conservar por encima de todo mi fiera independencia, pagaba todos los días. Entonces, dado que la sala estaba siempre abarrotada, los camareros echaban de las mesas a los que bebían de gorra y me hacían sentar a mí. Como estaba solo y era conocido, muy pronto empezaban a llegar cantantes, músicos y las primeras fans para hacerme compañía. Aquello no me divertía nada, así que opté por sentarme siempre en las escaleras. De ese modo nadie se me acercaba. Era un mundo fascinante y loco, un mundo que, al menos para mí, no volverá más (p. 27-28).

En un extravagante concurso organizado por Licor 43, llegó a dormir dentro de la gran pirámide de Keops... pero no pegó ojo. Escribió en la revista Mundo Joven, recorrió medio mundo, muchas veces como corresponsal en festivales de la canción, tuvo una novia inglesa con la que rompió porque no pudo soportar comer angulas, se casó a los ocho días de conocer a una judía brasileña, Josette, y tuvo de ella dos hijos. Coleccionó rinocerontes de todo tipo, en piedra, cristal, cuero, madera, cerámica, metal barro, pintados... llegó a tener unos cuatrocientos. Luego sustituyó esa manía por la de la fotografía y coleccionó las "comprometidas" de los toreros en apuros. Sus experiencias en la tele darían para otro artículo. 

miércoles, 17 de enero de 2018

Eufemismos en política

Enrique Mariño, "Eufemismos en política", en Público, 17-I-2018:

Si usted vuelve a escuchar a Cristóbal Montoro aquello de “vamos a cambiar la ponderación de los impuestos”, agarre bien la cartera, porque lo que querrá decir es que el Gobierno le va a dar un estacazo con una nueva subida del IVA. Tal vez decida salir a la calle para mostrar su rechazo, pero ande con ojo, no vaya a tropezar con las defensas de las Unidades de Intervención Policial —o sea, con las porras de los antidisturbios—. Terminará lamiéndose las heridas o, en el peor de los casos, teniendo que someterse al copago sanitario, que debería llamarse repago, pues recuerde que ya ha abonado los medicamentos a través de los sucesivos cambios de ponderación impositivos a los que aludía el ministro de Hacienda.

La escalada de eufemismos podría seguir hasta la zeta del diccionario, incluso sin salirnos del anterior párrafo: sustituyamos estacazo por daño colateral o IVA por gravamen adicional, al que tendríamos que sumar el recargo complementario temporal de solidaridad, que no es otra cosa que la subida del IRPF. Incluso eso de escalada tiene un matiz épico, cuando en realidad se trata de un aumento o una subida, nada deseable cuando se trata de armas o precios.

“Se utilizan palabras blandas para expresar situaciones duras”, explica la periodista Soledad Gallego Díaz, acostumbrada a ver cómo en los últimos años los políticos, economistas y empresarios recurren cada vez más a los eufemismos. Quizá, añade la columnista de El País, para describir unas situaciones que se han vuelto “progresivamente más injustas o violentas” —hablamos del paro galopante, de los recortes (reformas estructurales), de la supresión de derechos, de la privatización de los servicios públicos (externalización), de los desahucios y la crisis de las preferentes (una estafa en dos tiempos: al timo inicial le seguiría una quita posterior, o robo, de los ahorros), etcétera—, por lo que podrían considerarse unos “pretextos para amparar no a los más débiles, sino a los más poderosos”.

Esta degradación de la lengua, pese a la carrerilla que ha tomado en España desde el inicio de la crisis económica, no es nueva ni exclusiva de este país. George Orwell escribía en 1946 que “el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible”, por lo que los gestores de la cosa pública recurrían a “eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras” para evitar argumentos “demasiado brutales” a oídos de los ciudadanos. Así, respecto a las purgas y deportaciones en Rusia, por ejemplo, el político nunca mentaría el “asesinato de los opositores”, sino “cierto recorte de los derechos de la oposición política”

El ensayo La política y el lenguaje inglés, como puede observarse, sigue vigente sesenta años después. Basta cambiar el nombre del gobernante, de la nación y del conflicto, sinónimo suave de guerra, exterminio, genocidio o muerte. “El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad”, sostenía Orwell. “Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse”. Volver no operativo, un supuesto no injustificable, una consideración que siempre debemos tener en mente, etcétera. “El estilo inflado es en sí mismo un tipo de eufemismo. Una masa de palabras latinas cae sobre los hechos como nieve blanda, difumina los contornos y sepulta todos los detalles”, señalaba el autor de 1984.

Pero volvamos a este tiempo y a nuestro país. Si la realidad no es del agrado del pueblo, basta cambiarle el nombre para hacerla más digerible. Con Zapatero no había crisis, sino recesión o desaceleración. Su ministra de Economía, Elena Salgado, vio algunos brotes verdes en la economía y aventuró que sólo cabía esperar a que creciesen. La negada crisis terminó siendo tal, aunque, como dijo el ministro Guindos, España jamás fue rescatada, pues se trató de un apoyo financiero o, más largo todavía, un préstamo en condiciones muy favorables. Entretanto, no hubo inflación —si acaso, reacomodamiento de precios—, ni arreció el paro —sino que las empresas, algunas por falta de liquidez (se iban al tacho), aprovecharon las sinergias y optimizaron sus recursos, mientras que las administraciones públicas racionalizaron el gasto, eliminaron duplicidades, adelgazaron sus estructuras y redujeron los gastos superfluos: meros ajustes en un contexto de flexibilización del mercado laboral—. Para frenar la sangría del desempleo —luego iremos con el enfermo— no se favoreció legalmente el despido libre o su abaratamiento, sino que se informalizaron las relaciones laborales. Al menos, nadie le dio una dentellada a los sueldos de quienes seguían conservando su trabajo: hubo alguna devaluación competitiva de los salarios por aquí, algún ajuste por allá, alguna moderación salarial por acullá....

"Lo formal es feo y estrecho y lo informal, en cambio, hermoso y desenvuelto. Lo inflexible es rígido y obstinado, en tanto la flexibilización es ligera y juvenil", escribe el profesor universitario Miguel Catalán en el libro Mentira y poder político (Verbum). Lo que nos lleva a pensar que no cabe duda de que la arruga sea bella, si bien la pérdida del trabajo —el despido— se antoja fea, por mucho que la vistan de reajuste, una palabra aquejada de trastorno bipolar. Puede suponer una disminución —de empleos—, pero también un aumento —de precios—; el caso es que su escucha no trae nada bueno. Decíamos que no bajaron los sueldos, como tampoco se llevaron a cabo desahucios —llámenlos procedimientos de ejecución hipotecaria—, por lo que ningún propietario se quedó sin su casa —en jerga bancaria, activos adjudicados—. Los jóvenes universitarios tampoco se vieron forzados a emigrar —movilidad exterior, mejor que fuga de cerebros— por falta de oportunidades laborales —o sea, de trabajo— y los que sí se quedaron no entienden cómo, habiendo estudiado una carrera y un máster, no aciertan a comprender qué significa eso de flexiseguridad en un país tan inestable laboralmente como el nuestro. Sea como fuere, resulta paradójico que dos conceptos positivos en uno —flexibilidad y seguridad—, más que tranquilizarnos, nos intimiden...

Claro que durante estos años que vivimos peligrosamente hubo alguna buena noticia, como las iniciativas del Gobierno para calmar los mercados —subir los impuestos y reducir el gasto público, como ordenaban desde el más allá— o las inyecciones de liquidez —ejem— que proporcionaron las medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas —“señoría, no hay ninguna amnistía fiscal”, se escuchó en el Congreso por boca de Montoro—. ¡Qué riqueza lingüística! ¡Benditos neologismos, encargados de inflar la burbuja eufemística! Circunloquios para el recuerdo, como la abstención técnica del PSOE para que gobernase Rajoy, mientras que el PP no expulsaba a Rato, sino que lo daba de baja. La infanta Elena y Marichalar tampoco se separaron, pues lo suyo fue un cese temporal de la convivencia. Un capítulo aparte merece el extesorero del PP Luis Bárcenas, que sufrió un “despido en diferido” —en este caso, no se informalizó su relación laboral porque ésta había sido simulada— y, consecuentemente, recibió una indemnización a su debido retraso por su gestión de la presunta caja B del partido, que no era tal sino una “actividad extracontable sin carácter finalista”. Por cierto, gracias a la Ley de Enjuiciamiento Criminal, aprobada por el Congreso, los imputados por la Justicia ahora son investigados, un participio que resulta más leve y suena menos fuerte.

Qué desastre, pensarán algunos, pero cuidado también con las metáforas. Cuando escuchamos que una empresa sanea sus cuentas o que la crisis del banco equis contagia al banco zeta, estamos tratando a la economía como a un enfermo o, si lo prefieren, como a un ser vivo responsable de sus actos y con autonomía propia, como si la culpa de las crisis la tuviesen estos organismos animados y no las personas encargadas de su gestión. Lo denunció hace cuatro años la profesora de Filología de la Universidad de Navarra Carmen Llamas durante el VIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo El lenguaje de la crisis, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (Fundéu), cuyo coordinador, el periodista Javier Lascurain, tiene claro que las fuentes de los periodistas se valen de los eufemismos y las denominaciones alternativas para “camuflar, dulcificar u ocultar ciertas realidades”.

Aunque a veces es la propia prensa la que impone un determinado léxico, extraído del deporte, el toreo, los fenómenos atmosféricos o los desastres naturales, que en realidad no son naturales, sino el resultado de la presencia o acción del ser humano en el entorno, así como de la falta de prevención por parte de este, pues no hay desastre si no hay afectados: una tormenta de arena en medio del desierto es un fenómeno natural, excepto que se tope con un campamento de beduinos y termine, ahora sí, en desastre. Si no tenemos esto claro, la traslación de tsunamis, sequías y tormentas al lenguaje económico nos hará pensar, por ejemplo, que los terremotos financieros son desastres de origen natural, incluso divino para algunos, que escapan a la mano invisible del hombre, encargada de regular el mercado. Resulta chocante que se naturalicen las decisiones de quienes mandan y los efectos de sus políticas económicas, mientras que los mercados se humanizan: tiemblan los parqués porque entran en pánico, o las bolsas se despiertan optimistas por la euforia que suscitan las operaciones comerciales.

“La crisis económica de 2008 fue consecuencia clara de un proceso de desregulación de los mercados financieros, pero los políticos que protagonizaron esa desescalada no han querido admitir su responsabilidad y se han presentado como víctimas de una catástrofe imprevisible. Lo mismos sucede con la corriente principal de pensamiento académico en Economía, que justificó plenamente esa desregulacion y que no acepta la enorme influencia que tuvo en el estallido de la crisis”, afirma Soledad Gallego-Díaz. “Por ello necesitan hablar con eufemismos, que ayuden a hacer creer a los afectados por la crisis que la responsabilidad fue de ellos mismos por solicitar un crédito excesivo y no de quienes, siendo especialistas en el tema, se lo concedieron”.

Sin embargo, algunos tienen los días contados. Por ejemplo, para evitar la palabra crisis, comenzaron a llamarla recesión, hasta que esta también adquirió una connotación negativa, lo que dio paso al crecimiento negativo, un oxímoron que figura entre los eufemismos favoritos de la columnista madrileña. Y cuando el Gobierno del PP creyó ver la luz al final del túnel, no se atrevió a recurrir de nuevo a los brotes verdes por su evocadora paternidad socialista y por las críticas que le dedicó al hallazgo verbal en su momento, lo que motivó que Luis de Guindos, actual ministro de Economía, optase por una "pequeña flor de invernadero" para referirse a la recuperación económica.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, charlan durante la inauguración de la jornada organizada por Pimco y El Confidencial. EFE/ Mariscal
Guindos y el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán. / EFE

Ahora bien, ¿logran los políticos manipular a la sociedad con su camuflaje lingüístico? “Lo pretenden, y durante un tiempo lo consiguen, pero los eufemismos caducan”, abunda en la idea Álex Grijelmo, autor del libro Palabras de doble filo (Espasa). “Se produce lo que el lingüista norteamericano Dwight Bolinger llamó efecto dominó. Ajuste fue un eufemismo, y ahora designa claramente lo que antes ocultaba. Países pobres dio paso a países subdesarrollados, si bien esa expresión terminó nombrando crudamente lo que intentaba edulcorar. Así que luego vinieron Tercer Mundo —que se dio la vuelta con el adjetivo peyorativo tercermundista— y países en vías de desarrollo. Por tanto, el lenguaje político necesita renovarlos constantemente, porque se gastan. Y hay que estar muy atentos a esos cambios”, advierte el escritor y expresidente de la Agencia Efe.


Así, el copago sanitario, un eufemismo de repago, se convierte en ticket moderador, o sea, en un peaje por ir al médico, que ya habíamos pagado previamente con nuestros impuestos. “Los periodistas compran ese neolenguaje por varias causas, entre ellas la influencia directa de las fuentes en algunos medios. Y, desde luego, nosotros no siempre hacemos bien nuestro trabajo, pues usar palabras inadecuadas, engañosas o incomprensibles para los lectores es una forma de no cumplir nuestras obligaciones”, lamenta Javier Lascurain. “Nosotros somos cómplices, en muchas ocasiones involuntarios, de esa manipulación”, secunda Álex Grijelmo, quien sostiene que los plumillas “ejercen como transmisores acríticos”. Quizá entonces sea mejor decir tributo, tasa o pago en vez de peaje, aunque algunas autopistas también las paguemos dos veces, incluso tres si quiebran.

Pese a que fuese adecuado consumirlo preferentemente antes del fin de 2017, el término ajuste todavía no ha caducado, sino que ha mutado en otros eufemismos, que son empleados según Gallego-Díaz “para suavizar la carga pesimista o violenta de una palabra o expresión directa”. Adviértase que el verbo despedir comenzó a ser menos frecuente en los titulares cuando las empresas empezaron a presentar —o, en el mejor de los casos, a pactar— ERE, sigla de Expediente de Regulación de Empleo, que terminó dando lugar al ya lexicalizado ere y a su plural eres.

Tampoco corren buenos tiempos para la austeridad, “la reina de los eufemismos”, en opinión de la columnista de El País: “Un concepto asociado a la sobriedad, a la moderación y a la elegancia que ha sustituido en un abrir y cerrar de ojos a lo que es simplemente un hachazo en el gasto público”. Miguel Catalán, en Mentira y poder político, incide en la misma noción: “Puesto que la austeridad es una virtud tradicional, la de no gastar más de lo que se tiene sin dejar por ello de vivir con dignidad, se utiliza el término austeridad como un eufemismo para lavar la negra imagen de los recortes sociales, cuyo resultado [es una vida] indigna en tanto ayuna de servicios básicos”. Al principio era así, pero de tanto uso —y sufrimiento de la población— ha terminado adquiriendo un matiz peyorativo: antes, apretarse el cinturón podría apelar al sentido común, si bien ahora los políticos tratan de eludirla porque son conscientes de los daños colaterales causados a la ciudadanía. Digamos que algo considerado ayer positivo, hoy puede ser negativo, como recordaba el escritor británico Owen Jones —citado por Catalán en su libro— cuando aludía al término reforma: un término que antes estaba ligado a las mejoras de los servicios públicos "pone nombre ahora a las políticas antisociales”.

Un activista ¿Qué hacer ante el intento de colarnos la misma receta de siempre con otra denominación? Orwell decía que “si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”, por lo que “esta invasión de la mente por frases hechas sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro”. No queda otra que llamar a las cosas por su nombre, como defiende Álex Grijelmo, quien advierte de los efectos secundarios del uso de las frases hechas. “Los periodistas que hacen suya la jerga política tendrán más difícil distanciarse de los políticos y ser independientes, solo por el hecho de usar sus mismas palabras manipuladoras. Yo desconfiaría del periodista que dice reforma fiscal cuando se habla de subir impuestos, o del que habla de desequilibrios territoriales en vez de desigualdades. Su lenguaje y su pensamiento parecen abducidos por el poder de turno”.

Los medios se han visto inundados de todo tipo de circunloquios, hasta convertirse, de manera inconsciente o intencionada, en neologismos periodísticos de uso cotidiano. Por ello, vale la pena mentar de nuevo al autor de La política y el lenguaje inglés, quien escribió aquello de que “el lenguaje político está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento”. Porque, aunque pueda parecer que el uso de vaguedades y neologismos ayuda a difundir la diversidad lingüística, en realidad es sinónimo de empobrecimiento. “Más palabras no siempre suponen más riqueza del lenguaje, porque estas entran en el discurso periodístico para desplazar a otras —a menudo más claras o precisas— y no aportan riqueza sino oscuridad”, previene el coordinador de Fundéu.

En fin, nuestros eufemismos políticos y económicos son las especies invasoras que han tomado los ríos y van a dar a la mar, que es el pasar a mejor vida de los medios de comunicación. O sea, el morir. 

miércoles, 3 de enero de 2018

Promecal, la empresa propietaria de La Tribuna y sus manipulaciones

Pascual Serrano, "PROMECAL, ladrillos, corrupción y prensa", en Diagonal, 18-I-2011:

Con este texto, Serrano comienza una serie de introspecciones en los grandes grupos mediáticos regionales que publicará en DIAGONAL.

Pascual Serrano es periodista y autor del libro Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles

En el grupo de información regional Promecal confluyen toda una gama de corrupciones urbanísticas y escándalos políticos. Implantado en la prensa regional de Castilla y León y Castilla-La Mancha, y en el sector televisivo local de Navarra y de Castilla y León, Promecal es mayoritariamente propiedad del constructor Antonio Miguel Méndez Pozo y su familia. En 1992, la Audiencia de Burgos lo condenó –junto a ediles del PP– a siete años y tres meses de cárcel por falsedad en documentos públicos y privados, estafa y desacato.

No obstante, Méndez Pozo cumplió nueve meses de prisión y desde entonces su carrera ha sido un éxito hasta contar con los príncipes en la inauguración de la nueva sede de su empresa. Propietario de varias inmobiliarias y constructoras, tiene buenas relaciones con el Gobierno de José María Barreda tras su inversión en el aeropuerto de Ciudad Real, que le permitió contar con el respaldo financiero de la intervenida Caja Castilla-La Mancha. Su hijo, Miguel Méndez Ordóñez, también empresario, reconoció en 2006 haber invitado a altos funcionarios municipales y a un concejal del PP de Burgos a un viaje con todos los gastos pagados a la Costa Azul, y añadió que está dispuesto a hacerlo con quien colabore con sus empresas.

Y como Dios los cría y ellos se juntan, Méndez Pozo es socio de José Luis Ulibarri en la explotación de la licencia de Radio Televisión de Castilla y León en esta comunidad. Ulibarri tiene varias empresas de construcción y ha estado implicado en diversos escándalos, como la trama Gürtel. También está vinculado a medios audiovisuales valencianos y al grupo empresarial Begar, y está bien relacionado tanto con José Bono como con el PP.

Resultó adjudicatario de numerosas obras públicas, parcelas, infraestructuras, servicios y contratas cuando estaba legalmente inhabilitado para ello y carecía de capacidad para contratar con administraciones públicas. En otra ocasión, una empresa suya adjudicataria de obras en el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, resultó fantasma, no estaba registrada en la Seguridad Social ni tenía trabajadores.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Formas de generar posverdad en Cataluña

David Alandete, "La maquinaria de injerencias rusa penetra la crisis catalana", en El País, 23 de septiembre de 2017:

La red global que actuó con Trump y el Brexit se dedica ahora a España

La maquinaria de difusión de noticias falsas que Rusia ha empleado para debilitar a Estados Unidos y la Unión Europea se ha puesto a funcionar a pleno rendimiento en Cataluña, según un pormenorizado análisis de webs prorrusas y perfiles de redes sociales efectuado por este diario con avanzadas herramientas analíticas. Tras campañas encubiertas a favor del Brexit, Marine Le Pen y la ultraderecha alemana, el Kremlin ha visto en el independentismo catalán otra oportunidad para ahondar las fracturas europeas y consolidar su influencia internacional. Se vale de páginas web que publican bulos, activistas como Julian Assange y una legión de bots, millones de perfiles automatizados en las redes sociales que son capaces de convertir una mentira en una tendencia compartida millones de veces.

No es una coincidencia que RT, un medio financiado por el Gobierno ruso que funciona como órgano de propaganda a favor del Kremlin, esté empleando su portal en español para difundir noticias sobre la crisis catalana con un sesgo contrario a la legalidad constitucional. Desde el 28 de agosto ha publicado 42 noticias sobre la crisis en Cataluña, algunas con titulares incorrectos como “La UE respetará la independencia de Cataluña, pero tendrá que pasar un proceso de adhesión”. Habitualmente, RT publica informaciones y análisis que transmiten el punto de vista del Gobierno ruso sobre la guerra en Siria, las provocaciones de Corea del Norte o la presidencia de Donald Trump. Además, suele hacerse eco de los mensajes de activistas como Assange que coinciden con los intereses de Moscú.

El 12 de septiembre, RT publicó una noticia en la que se hacía eco de un tuit de Assange en el que pronosticaba “el nacimiento de Cataluña como país o una guerra civil”, y que, según las herramientas analíticas que emplea este diario, compartieron 1.700 personas en Facebook y Twitter. Assange se ha convertido, de hecho, en el principal agitador internacional de la crisis catalana, diseminando opiniones y medias verdades como si fueran noticias. Según datos de Audiense, una plataforma de análisis social, solo en septiembre Assange ha obtenido casi 940.000 menciones en Twitter, la inmensa mayoría con hashtags sobre la independencia: Catalonia, 1oct, Catalonianreferendum, 1o, Rajoy.

Un ejército de robots

En una semana en que la justicia y el Gobierno han desarmado la logística del referéndum ilegal, el tuit con mayor influencia en el mundo sobre el asunto, según la herramienta de medición NewsWhip, fue una publicación de Julian Assange del 15 de septiembre a las 18.46: “Pido a todo el mundo que apoye el derecho de Cataluña a la autodeterminación. A España no se le puede permitir que normalice actos represivos para impedir que se vote”. El mensaje, en inglés, obtuvo más de 12.000 retuits y 16.000 me gusta.

Habitualmente en esa red social los mensajes se suelen viralizar de forma sostenida a lo largo de varios días, porque el acto de compartir un mensaje depende de la decisión de los seguidores, repartidos por varios países. En el caso de ese tuit de Assange, como muchos otros del mismo autor, logró más de 2.000 retuits en una hora y alcanzó su punto máximo, 12.000 retuits, en menos de una jornada. Que un mensaje se viralice de forma tan rápida, casi vertiginosa, obedece a la intervención de bots o perfiles falsos programados simplemente para dar eco de forma automática a mensajes determinados. Un análisis pormenorizado de una muestra de 5.000 seguidores de Assange en Twitter, facilitada por TwitterAudit, revela que un 59% de estos son perfiles falsos.

Esta semana, a la causa de Assange se unió Edward Snowden, exanalista de inteligencia norteamericano, prófugo en su país y asilado en Rusia. Washington da por seguro que Snowden, que participa en videoconferencias sobre seguridad informática y espionaje electrónico, colabora de forma habitual con los servicios secretos rusos. El 21 de septiembre, a las 17.05, dijo en Twitter: “La represión de España sobre las afirmaciones incómodas, la política y las manifestaciones en Cataluña son una violación de los derechos humanos”. En menos de 24 horas obtuvo casi 8.000 retuits y otros 8.000 me gusta.

Uno de los tuits de Assange con mayor repercusión en los pasados siete días (2.200 retuits y 2.000 me gusta) incluye un pantallazo y un enlace a un artículo de un firme aliado de la perspectiva rusa en EE UU: Justin Raimondo, director del sitio web AntiWar y activista antiglobalización que ha apoyado a Trump. El artículo se titula “Cataluña: ¿Una plaza de Tiananmen española?” y compara las protestas en Barcelona con las que el régimen chino reprimió en 1989, con centenares, si no miles, de muertos. “A lo que Occidente se enfrenta es a la posibilidad de un incidente similar al de la plaza de Tiananmen en su corazón, un acto de violencia que, en lugar de reafirmar la legitimidad de las autoridades de Madrid, las deslegitimaría con rapidez a los ojos no solo de sus ciudadanos sino del mundo entero. Cataluña se convertiría en la reencarnación del hombre frente al tanque y las autoridades de Madrid, los déspotas de Pekín”.

Precisamente fue Assange quien el 9 de septiembre usó la célebre imagen de las protestas en China en 1989, con un hombre solo frente a una fila de tanques en plena calle, con el lema: “España, esto no funcionará en Cataluña”. Assange tuiteó y retuiteó el artículo de Raimondo en cuatro ocasiones, logrando 4.078 retuits de forma casi inmediata.

Barcelona y Tiananmen

En los pasados días, perfiles anónimos de Twitter con miles de seguidores que suelen dedicarse a promover propaganda rusa emplearon esa misma comparación entre Barcelona y Tiananmen. Lo hicieron por ejemplo @Ian56789, con 30.300 seguidores, o @UncleRuthless, con 5.179, ambos sospechosos de ser bots porque sus mensajes en redes suelen ser titulares y enlaces a noticias de medios públicos o privados rusos como RT o Sputnik.

También difundieron la comparación entre Barcelona y Tiananmen académicos europeos en la órbita rusa como Richard Wellings (@RichardWellings, 16.100 seguidores), comentarista habitual en RT y Sputnik. Wellings trabaja para un think tank afincado en Londres de nombre Institute of Economic Affairs, que ha publicado artículos como “No hay pruebas de que Trump haya conspirado con Rusia”. Tradicionalmente, Wellings ha sido muy crítico en los medios con las sanciones impuestas a Rusia por su intervención en Ucrania y ha defendido en diversas conferencias, de fácil acceso en YouTube, que Occidente entra en una época de decadencia. Wellings retuiteó el mensaje de Assange y posteriormente compartió un artículo con el titular: “La magnitud de la represión en Cataluña deja al descubierto la crisis del Estado español”.

La prueba definitiva de que el interés de quienes movilizan al ejército de bots prorrusos se ha centrado en el pulso independentista en España es que entre sus menciones habituales en redes (Siria, Rusia, Ucrania, Trump, Hillary Clinton, ISIS) ha entrado desde hace unos días Cataluña. Así lo refleja la herramienta Hamilton 68 de la Alianza para Asegurar la Democracia, un proyecto nacido en el seno del German Marshall Fund después de que la proliferación de noticias falsas en las elecciones norteamericanas de 2016 le permitiera a Donald Trump ganar la presidencia. Esa herramienta analiza de forma permanente 600 cuentas, automatizadas o no, en la órbita del Kremlin. En las 48 horas entre el miércoles y el viernes, uno de los hashtags más empleados por esos perfiles prorrusos era #Catalonia, tras otros como #HerpesHillary o #Trump.

Según esa misma herramienta, uno de los medios más difundidos por las redes prorrusas es precisamente AntiWar, donde se alojó el artículo de opinión que comparaba Barcelona y Tiananmen. Otros contenidos ampliamente compartidos por esas mismas redes son “Los judíos provocan las guerras de América” o “Hillary Clinton es como un herpes”.

Los ejércitos digitales del Kremlin operan con el mismo patrón: viralizan mensajes y noticias exageradas o falsas para exacerbar una crisis y fomentar división en EE UU o Europa, algo que acaba beneficiando la posición de Moscú. Para ello esas guerrillas se valen de sitios web con apariencia de diarios serios que son los que crean o alojan esas noticias que luego se comparten.

Uno de los más populares es DisobedientMedia.com, que se presenta bajo la apariencia de un sitio web de periodismo de investigación, pero que se ha dedicado a promover todo tipo de falsas teorías conspirativas como la que relacionaba a Hillary Clinton con una red de pederastia. Según ha revelado el think tank Atlantic Council, los empleados de ese supuesto diario han difundido también noticias falsas en la campaña alemana, como que Angela Merkel permitió la entrada de yihadistas del ISIS en Europa para lograr mayor poder militar.

Ahora ese mismo medio y esos mismos empleados se han lanzado a difundir información sobre la crisis catalana, muchas veces interactuando con el propio Assange. El 15 de septiembre publicaron una noticia en la que hacían afirmaciones falsas como que la anulación del referéndum ha puesto en duda la permanencia de España en la UE, que el Gobierno español ha restringido la libertad de prensa o que Amnistía Internacional ha condenado que no se pueda celebrar la votación ilegal sobre la independencia. La noticia acaba con una foto de Francisco Franco a caballo y su autora hace referencia a “la perdurable influencia del dictador fascista Francisco Franco en la política española”. Esa misma autora, Elizabeth Lea Vos (@ElizabethleaVos) compartía su información en Twitter hace siete días con mensajes como “¿Dónde está la respuesta de la UE al autoritarismo español?”.

Hay otros ejemplos de webs prorrusas que han comenzado a difundir noticias falsas para luego distribuirlas en redes sociales. Por ejemplo, Russia News Now, un portal con apariencia de diario, publicó el jueves una información con el titular: “UE: Cataluña puede, Crimea no”. En ella, bajo una foto del Parlamento europeo, se daba a entender que la Unión Europea ha dado luz verde a la separación de Cataluña de España, aunque se opusiera a que Crimea rompiera con Ucrania. De hecho, el texto afirma: “Los habitantes de Cataluña tienen derecho a decidir sobre su futuro de forma democrática, según un comunicado de los diputados del Parlamento europeo”. En realidad se trata de una nota de prensa del grupo Izquierda Unida Europea (52 escaños de 761) que únicamente critica las medidas policiales del Gobierno contra el referéndum ilegal. De esa noticia, con texto y titular idéntico, se hicieron también eco sitios web que suelen funcionar como correas de transmisión de los mensajes oficialistas del Kremlin, como Fort Russ o Front News International.

 La versión oficial: “Es un asunto interno”

Oficialmente, el Kremlin mantiene que la crisis del independentismo catalán solo es competencia de España. Así se pronunció ayer en Moscú el portavoz del Gobierno ruso, Dmitri Peskov, ante las preguntas de la prensa, informa Efe. “Esto es un asunto interno de España, y no consideramos posible involucrarnos en ello de ninguna forma”, dijo.

En junio, tras reunirse con su homólogo español, Alfonso Dastis, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que “existe una legislación nacional y existen unos compromisos internacionales”. “Nosotros asumimos que los procesos internos de España deben basarse en estos principios”, respondió a una pregunta sobre el asunto.

Tradicionalmente, el Kremlin ha evitado cualquier pronunciamiento polémico en este tipo de crisis, aunque paralelamente trabaje a favor de sus intereses de forma discreta. En los pasados meses ha promovido la ruptura de Reino Unido con la Unión Europea, la campaña ultranacionalista de Marine Le Pen en Francia y el avance del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania, que en las elecciones del próximo domingo podría entrar por primera vez en el Parlamento de su país