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sábado, 15 de noviembre de 2025

España ayudó a la independencia de EE. UU., algo que nunca agradecieron. Dossier.

I

 Gonzalo Quintero Saravia: «La guerra contra Gran Bretaña que dio la independencia a EE.UU. fue el mayor éxito de España en el siglo XVIII», en ABC, por Manuel Trillo, 9/10/2025:

La sublevación de las colonias británicas se enmarcó en una guerra mucho mayor entre las grandes potencias europeas en la que la participación española fue decisiva, como destaca 'El enemigo de mi enemigo' (Alianza), la última obra del historiador Gonzalo Quintero Saravia.

«La declaración de independencia era una petición de auxilio a Francia y España». El historiador y diplomático Gonzalo Manuel Quintero Saravia (Lima, 1964), autor de 'El enemigo de mi enemigo' (Alianza Editorial), interpreta el documento de los 'padres fundadores' en Filadelfia en 1776 como una forma de internacionalizar la lucha que los colonos británicos en Norteamérica habían emprendido y atraer así a las potencias europeas, sin las cuales la victoria se antojaba imposible.

El año que viene se conmemorarán los 250 años de aquella declaración que daría lugar a los Estados Unidos de América, hoy la primera potencia mundial pero entonces un puñado de pequeñas colonias en un rincón poco prometedor de Norteamérica.

Lo que pasó a la historia como Guerra de la Independencia o Revolución Americana es objeto de revisión por los investigadores, que tratan de situar el conflicto en su verdadera dimensión: una disputa mucho mayor, a escala global, entre los grandes colosos del momento, en la cual la revuelta colonial no pasaba de ser un teatro más. Y la entrada de España en la contienda fue el factor clave que inclinó la balanza.

La llamada Guerra de la Independencia fue «mucho más que eso», afirma Quintero Saravia en una calurosa mañana de septiembre al pie del Palacio Real desde donde Carlos III gobernó medio mundo.

El periodista de ABC Manuel Trillo, autor de 'La conquista española olvidada' (Crítica, 2025), saca a la luz la toma del fuerte inglés de San José en 1781 tras rescatar en EE.UU. el acta de posesión original. Aquí avanza cómo fue su hallazgo

Para empezar, la propia decisión de las colonias de declarar su separación de la metrópoli fue un intento de no ser vistos como unos simples territorios rebeldes, sino como auténticos estados capaces de negociar con Francia y España, señala el experto, doctor en Historia por la Universidad Complutense y en Derecho por la UNED, miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Academia Colombiana de la Historia.

Jugada de riesgo

Apoyar a unos revoltosos que se alzaban contra su rey era una jugada de riesgo, pero la Corte de Carlos III decidió hacerlo en defensa de sus propios objetivos estratégicos, que quedaron por escrito en el pacto con Francia antes de declarar la guerra a Gran Bretaña. El primero de ellos, recuperar Gibraltar, que desde que Gran Bretaña se lo arrebatara en la Guerra de Sucesión española (1701-1713) era una china en el zapato.

Pero los intereses de Carlos III se extendían por muchos otros frentes, a uno y otro lado del Atlántico: recobrar Menorca, reafirmar la presencia en el Caribe, impedir el avance de los ingleses en Centroamérica, revertir sus derechos para el palo de tinte en el Yucatán y expulsarlos de la costa del golfo de México y la Florida.

Los americanos necesitaban imperiosamente a España. «Con Francia sólo no bastaba», recalca Quintero Saravia. La Marina de Luis XVI era inferior a la británica y sólo añadiendo la de Carlos III se conseguiría la superioridad naval. España y Francia sumaban 129 navíos de línea en 1781, frente a los 117 británicos, según Larrie D. Ferreiro, autor de 'Brothers at Arms' (editado en español como 'Hermanos de armas', Desperta Ferro) y finalista del Premio Pulitzer.

Ferreiro sostiene que el dominio de los mares era clave: «La Guerra de la Independencia no se ganó en Yorktown, sino a través de las alianzas marítimas», afirmó en un reciente simposio en el Constitution Hall de Washington, a unos pasos de la Casa Blanca, bajo el título 'España y el nacimiento de los Estados Unidos'.

Dos tercios de EE.UU.

El evento, organizado por el Queen Sofía Spanish Institute, las Daughters of the American Revolution (Hijas de la Revolución Americana) y la Fundación Ramón Areces, en colaboración con la Oficina Cultural de la Embajada española y con el asesoramiento del propio Gonzalo Quintero Saravia, reunió a destacados especialistas y sirvió de aperitivo para los numerosos actos que se avecinan con motivo del 250 aniversario de la declaración de independencia.

Junto al dominio de los océanos, España ofrecía otras ventajas con las que Francia no contaba. Mientras que esta había perdido todas sus posesiones en América del Norte, los españoles disponían de dos tercios de lo que hoy es territorio continental de EE.UU. Gracias a ello, podían proporcionar a las tropas rebeldes los suministros que necesitaban a través de Nueva Orleans y el Misisipi, sorteando el control británico de sus puertos coloniales. Además, los astilleros de La Habana permitían reparar los buques en caso de sufrir daños, «una ventaja táctica monumental», destaca Quintero Saravia.

Del mismo modo, les podían hacer llegar dinero en pesos acuñados en la ceca de Ciudad de México, una divisa muy demandada por los propios americanos ante la devaluación de la suya.

«Con la entrada de España, el bando aliado podía golpear donde quisiera, cuando quisiera y como quisiera», Gonzalo Quintero Saravia

En definitiva, con España en la guerra «el bando aliado hispanofrancés podía golpear donde quisiera, cuando quisiera y como quisiera», mientras que los británicos debían redistribuir ahora sus fuerzas para defender las costas de Inglaterra, Gibraltar o la India, sin poder concentrarlas contra los insurgentes norteamericanos.

En un primer momento, el apoyo español se tradujo en el suministro encubierto de armas, municiones, pólvora, pertrechos, mantas, tiendas de campaña… Ya antes incluso de la primera refriega con los casacas rojas en 1775, comerciantes españoles buscaban armas para los colonos, que se hicieron llegar inicialmente por medio de la empresa Roderique Hortalez et Cie. y luego de la bilbaína Gardoqui e Hijos. A ello se sumarían ingentes sumas de dinero, tanto en forma de subsidios como de préstamos.

En múltiples frentes

A partir de la declaración de guerra en 1779, esa ayuda dejó de ser secreta y España se convirtió en parte beligerante junto a Francia, pasando a llevar la voz cantante. El gobernador de la Luisiana, el malagueño Bernardo de Gálvez, se adelantó al enemigo y le arrebató por sorpresa los fuertes del bajo Misisipi, la Mobila (hoy Mobile, Alabama) y Pensacola (Florida). A su vez, en el norte, los españoles taponaron la acometida británica desde Canadá, primero con una defensa heroica de San Luis (hoy en el estado de Misuri) y luego con la audaz conquista en pleno invierno del fuerte inglés de San José, nada menos que a orillas del lejano lago Míchigan, tras una travesía de cientos de leguas sobre el hielo y la nieve organizada por el teniente de gobernador de la Alta Luisiana, el navarro Francisco Cruzat, como ya expliqué en el libro 'La conquista española olvidada' (Crítica).

Más allá de Norteamérica, la guerra se libró en múltiples frentes de cuatro continentes. Se intentó asaltar Gibraltar, se reconquistó Menorca, se intentó invadir la costa inglesa, se expulsó a los británicos de Centroamérica y el Yucatán, se tomó las Bahamas y sólo el apresamiento del comandante francés impidió apoderarse de Jamaica. En el pulso entre Gran Bretaña y Francia, la lucha se extendió a puntos tan distantes como Senegal o India.

La declaración de independencia fue «una petición de auxilio a Francia y España», según Quintero Saravia

En realidad, la llamada Guerra de la Independencia o Revolución Americana fue una más «de las muchas guerras de competencia imperial en el siglo XVIII entre las potencias europeas» y, en esta ocasión, «el mayor éxito que tuvo España». «Se lograron todos los objetivos menos Gibraltar», destaca Quintero Saravia, que apunta que incluso también este pudo conseguirse, ya que Londres propuso intercambiarlo por Puerto Rico. El conde de Aranda, embajador en París durante las negociaciones de paz, rechazó finalmente el cambalache pues no compensaba hacerse con «ese montón de rocas» -como lo llamaba el conde de Floridablanca, ministro de Estado-, a cambio de permitir que la isla caribeña se convirtiera en una amenaza permanente para las ricas posesiones en América.

Tanto el levantamiento colonial como el conflicto internacional que se desató a continuación hundían sus raíces en el fin de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en la que Francia y España -que se incorporó a última hora-, cayeron derrotadas frente a Gran Bretaña. Los franceses perdieron todos sus territorios en Norteamérica, mientras que los españoles se vieron forzados a entregar la Florida para recuperar La Habana y a hacerse cargo de la Luisiana, un inmenso territorio al oeste del Misisipi con el que Versalles les compensaba por sus sacrificios y que, de caer en manos británicas, habría supuesto una gran amenaza para el corazón del imperio.

En las provincias inglesas, entre tanto, fermentaba el descontento con Londres por hacerles pagar los elevados costes de la victoria sin siquiera preguntarles. Ese rencor larvado estalló en abril de 1775 en Lexington y Concord, en Massachusetts, y enseguida España vio en la revuelta una oportunidad para «reposicionar el legado de la Guerra de los Siete Años», explica Gonzalo Quintero.

«Tomar partido por los rebeldes respondía a la vieja práctica de crear problemas en el territorio de tu enemigo», Gonzalo Quintero Saravia

Para la monarquía española, respaldar a los rebeldes podía ser un peligroso ejemplo para los súbditos de sus propias posesiones. Sin embargo, en ese momento era difícil adivinar que de la emancipación de aquellas colonias, relativamente insignificantes, surgiera la poderosa nación que hoy conocemos como Estados Unidos. La población de Ciudad de México triplicaba, como mínimo, a la de Filadelfia o Nueva York, y mientras en los dominios españoles había ya 19 universidades, en los británicos tan sólo tres centros de educación superior. La autora Eliga H. Gould reduce la América anglosajona de entonces a una mera «periferia» de la española.

Abundando en esta idea, Gonzalo Quintero invita a comparar la modesta casa del gobernador en Boston con la impresionante plaza del Zócalo de Ciudad de México o la plaza de Armas de Lima. En este sentido, recuerda que la declaración de 1776 proclamó trece repúblicas por separado, que no se unieron hasta la Constitución de 1787 y no contaron con su primer presidente, George Washington, hasta 1789. Además, la fórmula republicana únicamente había prosperado antes en territorios pequeños, como Génova, Venecia u Holanda, nunca de grandes dimensiones, por lo que el conde de Vergennes, ministro de Exteriores francés, les auguraba poco futuro. «No se puede pretender que tuvieran la visión de cuál iba a ser la situación 50 años después», señala Quintero Saravia.

Tomar partido por los insurrectos seguía, por tanto, «la vieja práctica entre imperios» de «apoyar problemas en el territorio» del rival, señala el autor de 'El enemigo de mi enemigo', un título cargado sin duda de intención.

Amnesia colectiva

La historiografía estadounidense, aunque en buena medida también la española, condenó al olvido durante siglos la indispensable aportación de España al nacimiento de Estados Unidos. Las causas son variadas. Entre ellas, los roces entre los dos países una vez que se consumó la independencia de las colonias y que ambos pasaron de ser aliados a vecinos a lo largo de miles de kilómetros de frontera y rivales por el dominio de Norteamérica. Pero también la visión deformada de España como «todo lo que no es Estados Unidos», según ha consignado el profesor Richard L. Kagan, participante en el mencionado simposio en Washington.

La Guerra de Cuba de 1898 agudizó esos prejuicios y resucitó la leyenda negra. Ese año se reeditó un libro inglés del siglo XVII que recogía las exageraciones de Bartolomé de las Casas bajo el macabro título de 'Las horribles atrocidades cometidas por los españoles en Cuba. Un relato histórico y verídico sobre la cruel masacre y asesinato de veinte millones de personas en las Indias Occidentales cometidos por los españoles'.

No obstante, hay motivos para un moderado optimismo. La historiografía, a ambas orillas del océano, está tratando de situar en sus justos términos la guerra que dio lugar a a EE.UU. «Se ha ido ampliando el campo de estudio de la Revolución Americana», tanto en el ámbito geográfico como en el de sus protagonistas. Para que eso permee a la sociedad se precisa difusión, algo en lo que contribuye una minoría hispana en EE.UU. que ya alcanza los 60 millones de personas y que «quiere ver reflejada su historia», señala Gonzalo Quintero.

«Cada generación tiene el derecho y la obligación de interpretar su propia historia. No se ve igual el pasado desde una sociedad europea de principios del siglo XIX o del XX que de principios del siglo XXI. Cada generación mira hacia atrás desde donde está y, como el 'desde donde está' cambia, cambia la visión del pasado», afirma. El tiempo dirá si esta generación sitúa el papel de España donde corresponde.

II 

'El enemigo de mi enemigo', de Gonzalo M. Quintero Saravia: al rey lo que es del rey, en ABC, por Manuel Lucena Giraldo, 8/10/2025:

Exploración de conjunto y actualizada de la participación española en la revolución de los colonos estadounidenses. La monarquía hispánica de Carlos III se convirtió en un actor determinante en este conflicto

A finales de 2021, se mostró al público una placa restaurada en Fort Green, Nueva York, en la que se recuerda a los 126 españoles, soldados y marineros, que estuvieron allí, presos de los británicos, durante la guerra de independencia de EE.UU. La placa original fue dada a conocer en 1976, con ocasión de su bicentenario, por el rey Juan Carlos, en una visita oficial que entonces tuvo enorme importancia.

Desgraciadamente, aquel conflicto imperial en el que España fue beligerante entre 1780 y 1783 costó, al menos, 5.000 muertos españoles. El mayor número de bajas, 1.300 hombres, se dio en el ataque contra Gibraltar de 1782.

Autor Gonzalo M. Quintero Saravia Editorial Alianza Páginas 856 Precio 27,50 euros

La mayor batalla de aquella guerra larga, terrible y global fue consecuencia del fallido intento de toma de «ese montón de piedras», como denominó al famoso peñón el conde de Floridablanca. En especial, los muertos se produjeron entre los tripulantes de las 'baterías flotantes', promovidas por el gran marino Antonio Barceló, en aquel último intento español de recuperar la roca.

Otra batalla naval, la del cabo de San Vicente, costosa derrota española, incluyó la explosión del navío Santo Domingo, con la muerte de 600 tripulantes. En 1780, un huracán hundió parte de los barcos que transportaban la primera expedición española al mando del militar Bernardo de Gálvez hacia Pensacola, en Florida. Aunque la acción terminaría con una rotunda y recordada victoria, podrían haberse ahogado unos 500 hombres entre marinos y soldados de refuerzo, procedentes de regimientos acantonados en España o en la América española.

No podríamos decir que la participación española en la exitosa revolución de los colonos estadounidenses haya sido ignorada en la historiografía especializada. En realidad, ha sido un tema clásico y, como muestra este volumen, compilación y obra maestra de la historiografía sobre ella, ha preocupado y hasta obsesionado en diferentes épocas a historiadores y diplomáticos.

Ciertamente las posiciones 'negrolegendarias' en los EE.UU. decimonónicos ignoraron la aportación española en sus orígenes

De lo que carecíamos hasta ahora es de una obra de conjunto y actualizada, una historia global y posnacional de una guerra mundial en la cual una tenue confederación republicana de antiguas colonias británicas en América del norte, una nación todavía sin nombre, sin constitución, sin moneda y unida solo en un dudoso experimento político, logró poner en marcha su existencia.

Ciertamente las posiciones 'negrolegendarias' en los EE.UU. decimonónicos ignoraron cualquier reconocimiento de la aportación española en sus orígenes. Allí inventaron que «el salvaje oeste estaba vacío» (Hollywood hizo el resto) y asumieron con pragmatismo imperialista que el mejor indio (con frecuencia hablante de español y sujeto a algún tratado con España), era el indio muerto.

Aquí, todavía algunos divulgadores, aficionados y polígrafos persiguen una imaginaria conspiración anglosajona que, no es una sorpresa, en este volumen de historia verdadera, trabajada con tesón en archivos y bibliotecas de muchos países, no aparece por ninguna parte. Según el orden de los siete capítulos y, de acuerdo con los argumentos fuertes del libro, la España de Carlos III era una potencia mundial formidable y se comportó como tal durante el nacimiento de EE.UU..

No hay elites viciosas, ni militares traidores, ni marinos cobardes, esos que tanto juego dan a novelistas y resentidos varios. La participación española en la independencia de EE.UU., esta es la historia, constituye una apología del reinado de Carlos III. Impresionan las habilidades diplomáticas de Grimaldi, Aranda o Floridablanca para retrasar todo lo posible otra guerra con Gran Bretaña que había que ganar, su defensa de la razón de Estado y el perfecto cálculo de riesgos.

Es fascinante el ejercicio político de una meritocracia militar y naval hispana abierta al reconocimiento del talento individual multiétnico, característico de la monarquía española. Asuntos de debate como la eficacia asombrosa de la red de espionaje española, la poderosa maquinaria militar y naval –con La Habana como puerto y arsenal decisivo–, o la aportación económica a los rebeldes estadounidenses, cinco millones de reales que en 1795 ya habían sido devueltos, muestran el dinamismo de una relación mutua que, todavía en 1800 imponía una relación fronteriza de miles de kilómetros. Lo que acontece después, la crisis metropolitana española que dará tantas oportunidades a los emergentes EE.UU. de América, será historia de otro siglo.

lunes, 13 de octubre de 2025

Indoeuropeos de J. P. Mallory

 ‘Indoeuropeos’, de J. P. Mallory, la búsqueda fascinante y rocambolesca de un idioma, en Babelia, suplemento cultural de El País, por Daniel Gascón, 8 OCT 2025:

Más de tres mil millones de personas, en torno a la mitad de los habitantes de la Tierra, hablamos lenguas surgidas de una raíz común. Desde hace dos siglos y medio hay investigaciones para descubrirla: es una historia de nuestra civilización

Más de tres mil millones de personas, en torno a la mitad de los habitantes de la Tierra, hablamos lenguas surgidas de una raíz común. De la India a Irlanda, de Lituania a Grecia, de Italia a Rusia, y por supuesto también en América, Oceanía y África, nos comunicamos en lenguas que hace cinco mil años eran la misma: el protoindoeuropeo. Es origen de 12 subramas principales y unas 450 lenguas: del urdu al kurdo, del gaélico al gallego, del armenio al bengalí. En Indoeuropeos. La revolución científica que está reescribiendo la historia, J. P. Mallory, catedrático emérito en Arqueología Prehistórica de la Queen’s University de Belfast, elabora un panorama riguroso y erudito de las investigaciones que, a lo largo de más de dos siglos, han tratado de descubrir quiénes, dónde y cuándo hablaban esa lengua. Es el hombre adecuado para hacerlo: autor del clásico In Search of the Indo-Europeans (1989) y de The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and the Proto-Indo-European World (2006), escrito con Douglas Adams, ofrece un estado de la cuestión y el resumen del trabajo de una vida. La aparición de este volumen lleno de información, hipótesis y refutaciones a menudo humorísticas, y escrito con un dominio apabullante de disciplinas muy diversas, ha coincidido con la publicación de Proto, de la periodista Laura Spinney, que tiene un aire más divulgativo y todavía no se ha traducido al castellano.

Aunque había observaciones previas (y algunos encuentran alusiones en la Biblia), la historia de la búsqueda del indoeuropeo comienza con una conferencia de 1786, en la Royal Asiatic Society of Bengal, donde sir William Jones señaló el parentesco entre el sánscrito, el latín y el griego (y el gótico y el céltico). Hegel consideraba que ese instante equivalía al descubrimiento de un mundo nuevo. La historia de las investigaciones que cuenta Mallory está llena de inteligencia, pasión, genios, chalados y racistas. Las ramificaciones y sus conexiones con la cultura y el desarrollo tecnológico —el carro, el arado, la domesticación de los animales, las similitudes en mitologías lejanas— son fascinantes; los parecidos léxicos, aunque resulten conocidos, asombrosos.

En el camino aparecen expertos de diversas disciplinas: sobre todo lingüistas y arqueólogos, pero también estudiosos de la antropología y la mitología; ha tenido figuras brillantes como la lituana Mariana Gimbutas y ha sufrido manipulaciones nacionalistas. Cada disciplina presenta tendencias diversas y a veces enfrentadas, y ninguna técnica —desde el análisis de las divisiones de las lenguas o su carácter más o menos arcaico hasta el examen de las formas de los enterramientos o las técnicas de alfarería— puede aportar por sí sola una solución convincente.

La lengua, la genética y la cultura no siempre están unidas; las formas en que las lenguas coexisten o se imponen son múltiples. En un primer momento, la opción considerada más verosímil para la zona en que se hablaba originalmente el protoindoeuropeo era la estepa póntica, al norte del mar Negro (ahora con frecuencia inaccesible para los investigadores, a causa de la invasión rusa de Ucrania): la domesticación del caballo y su utilización para la conquista solía ser la hipótesis preferida de los lingüistas. Arqueólogos nazis, que tergiversaban o malinterpretaban el término “ario”, postulaban un origen más septentrional, en el norte de Europa.

Más tarde, sobre todo a partir de evidencias arqueológicas, estudiosos como Colin Renfrew apuntaban a Anatolia y al desarrollo de la agricultura. Mallory, en In Search of the Indo-Europeans, se decantaba en minoría por la estepa. En los últimos años, los avances en la investigación genética han renovado lo que sabemos de las migraciones y poblaciones prehistóricas: es la revolución a la que alude el título. Parecen apoyar la idea de que el origen está en la estepa, en una cultura denominada Yamnaya. Es también lo que argumenta Mallory, aunque cautelosamente: la evidencia es escasa y ciertas interpretaciones pueden ser discutibles. Algunas hipótesis descartadas han regresado con fuerza en esta aventura tan rocambolesca como fascinante.

James Patrick Mallory, Indoeuropeos. La revolución científica que está reescribiendo su historia. Traducción de Diego Suárez Martínez. Despertaferro, 2025, 456 páginas. 27,95 euros

domingo, 5 de octubre de 2025

Crisis social en Marruecos, y protestas. Dossier

I

 Un tsunami de ira desborda a la sociedad de Marruecos. En El País, por Juan Carlos Sanz, Tánger - 03 OCT 2025:

Las protestas de los jóvenes para reclamar mejoras sociales reflejan el malestar acumulado por la desigualdad económica en un país en crecimiento que se dispone a organizar eventos deportivos globales

Hace poco más de dos años, Jadiya Ryadi, dirigente histórica de la Asociación Marroquí para los Derechos Humanos (AMDH), reconocía en medio de una minoritaria concentración ante la sede del Parlamento en Rabat la escasa capacidad de convocatoria de sus protestas sociales. “Hace mucho tiempo que no logramos reunir a mucha gente en las manifestaciones”, admitía la responsable de la AMDH, organización que ejerce como conciencia crítica tolerada del país magrebí. “Pero el malestar ya ha generado un movimiento en marcha, aunque aún no está organizado. El descontento no deja de crecer, a mucha gente ya no le llega para comer”, remachaba, “y la gota está a punto de desbordar el vaso”.

El pasado miércoles, la muerte de tres manifestantes en el área metropolitana de Agadir, en el sur de Marruecos, en los disturbios registrados en un puesto policial que cientos de jóvenes intentaron asaltar, mostró que el tsunami de la ira ciudadana ya se ha desbordado en la sociedad marroquí. Las protestas que han convulsionado el país en la última semana fueron impulsadas inicialmente por sectores de jóvenes de clase media y convocadas, a través de redes como TikTok o plataformas de juegos en línea como Discord, por el grupo GenZ 212: un nombre que hace alusión a la Generación Z o posmilenial (nacidos entre 1995 y 2010) y el prefijo telefónico internacional de Marruecos.

Las fuerzas de seguridad intervinieron para disolver las concentraciones no autorizadas, pero sin contundencia. Las movilizaciones han continuado también durante la noche del jueves, aunque con menor intensidad que en la jornada anterior. En Tánger, las marchas se desplazaron hacia la periferia de la capital del norte ante el masivo despliegue de seguridad, patente también en el aeropuerto Ibn Batuta. En Tetuán, antigua capital del Protectorado español sobre Marruecos, una multitudinaria manifestación coreó las consignas de las reivindicaciones juveniles, donde ondeaban banderas festivas de personajes del cómic manga y no las viejas enseñas revolucionarias, como sucedió en Nepal y Perú recientemente.

A partir del lunes y el martes se fueron sumando a las movilizaciones jóvenes de sectores desfavorecidos, de ese 25% de marroquíes de entre 15 y 24 años que ni estudia ni trabaja. Ese grupo engloba a los hinchas juveniles de los equipos de fútbol que se enfrentan cada fin de semana con los antidisturbios y a los marginados de las barriadas periféricas y los pueblos aislados. En Marruecos, el 55% de los menores de 30 años piensa en emigrar por razones económicas, según el Barómetro Árabe, el principal estudio social para el norte de África y Oriente Próximo.

El Gobierno ha contabilizado al menos 354 personas heridas en los disturbios registrados el miércoles en 23 provincias, de los que 326 son miembros de las fuerzas de seguridad, con daños en 446 vehículos, incluidos 271 coches policiales, así como la destrucción de 80 instalaciones privadas y públicas. Las protestas han cobrado mayor intensidad en el sur del país, donde en septiembre fallecieron ocho mujeres embarazadas a las que se practicaron cesáreas en un hospital de Agadir, unas muertes atribuidas por medios locales al mal estado del material anestésico.

Las movilizaciones de GenZ 212 surgieron precisamente para exigir mejoras no solo en la sanidad, sino también en materia de educación y empleo, así como para denunciar la corrupción en la Administración. El 72% de los ciudadanos reconoce que las prácticas fraudulentas están muy extendidas, según la encuesta elaborada por el organismo oficial Instancia Nacional de Probidad, Prevención y Lucha contra la Corrupción.

Muchos de los jóvenes que se manifiestan estos días en las calles de Marruecos con la bandera del reino jerifiano dan vivas al rey Mohamed VI, pero exigen la dimisión del primer ministro, el conservador Aziz Ajanuch (en la noche del jueves los manifestantes la reclamaron abiertamente). El jefe del Gobierno se muestra ahora dispuesto a responder a las demandas de los jóvenes y a abrir, según informa Efe, “un diálogo y un debate dentro de las instituciones y los espacios públicos” y a “acelerar la implementación de políticas públicas que respondan a las demandas sociales”.

Mientras el Ejecutivo intentaba aplacar la ira juvenil, el monarca de la dinastía alauí presidía un acto religioso en la principal mezquita de Rabat para conmemorar el 26º aniversario de la muerte de su padre, el rey Hasán II, fallecido el 23 de julio de 1999. Mohamed VI ha multiplicado en las últimas semanas sus apariciones públicas tras sus vacaciones de verano en la costa mediterránea del norte del país. Algunos de los actos a los que ha asistido tienen que ver con las ingentes inversiones ante la celebración del Mundial de Fútbol de 2030, que Marruecos coorganiza con España y Portugal.

“Es inconcebible que un país que se dispone a organizar una Copa del Mundo de Fútbol tolere este sufrimiento”, decía el campesino Said Ait Mehdi hace un año ante los restos de su casa en una aldea del Atlas, donde la mitad de las viviendas resultaron destruidas por el terremoto que golpeó el Alto Atlas en 2023. Ait Mehdi fue juzgado y encarcelado a comienzos de este año tras haber encabezado concentraciones ante el Parlamento en Rabat por el retraso en la reconstrucción de las casas dañadas por el seísmo.

II

Las protestas de jóvenes en Marruecos para exigir mejoras en sanidad y educación derivan en disturbios en varias ciudades. La Fiscalía de Casablanca anuncia la detención de 24 personas, seis de ellas menores, por bloquear una carretera. En El País, EFE / El País, 3-X-2025:

Las protestas juveniles convocadas desde el sábado en Marruecos para exigir reformas en los sectores de la educación y la sanidad, y que habían sido prohibidas por las autoridades, derivaron este martes en disturbios en varias ciudades del país. La Fiscalía de Casablanca ha anunciado la detención de 24 personas, entre ellas seis menores, tras bloquear el pasado sábado la vía rápida interna de Casablanca, en el marco de estas protestas juveniles. Asimismo, el martes fueron presentados ante la Fiscalía 37 manifestantes y el ministerio público decidió procesar a 34 de ellos en libertad provisional y a tres en prisión preventiva.

Las protestas se han registrado después de que el pasado septiembre murieran ocho mujeres embarazadas a las que practicaron cesáreas en el hospital Hassan de la ciudad sureña de Agadir. Las ocho muertes —provocadas, según algunos medios locales, por el mal estado del anestésico— sacaron a la luz las carencias del sistema de salud público. El director del hospital y la directora provincial de salud fueron despedidos. Pero eso no frenó la convocatoria de manifestaciones pacíficas en varias ciudades del país.

Tras las muertes de Agadir nació en las redes sociales un grupo anónimo que se autodenomina GENZ 212 (generación Z) y que usa en su nombre los tres dígitos del prefijo telefónico internacional de Marruecos (+212). La generación Z abarca a las personas nacidas aproximadamente entre finales de los noventa y principios de 2010. El grupo reivindica mejoras en la educación y la sanidad pública. También critica el gasto en grandes infraestructuras destinadas al Mundial de Fútbol de 2030, que coorganiza Marruecos junto a España y Portugal. Uno de los lemas de las protestas señala: “Hay estadios, ¿pero dónde están los hospitales?”.

El pasado 23 de septiembre el semanario marroquí Tel Quel denunció que se estaba impidiendo por la fuerza las manifestaciones. “Este episodio”, señalaba la revista, “es sintomático e ilustra una realidad: las protestas en torno a la crisis hospitalaria están creciendo, pero las autoridades prefieren la represión a las respuestas estructurales”.

El Gobierno marroquí se reunió este martes de urgencia y emitió un comunicado en el que manifiesta su “disposición a escuchar y comprensión de las reivindicaciones sociales” y su intención de responder a ellas de “forma positiva y a través del diálogo y el debate”. Pero, mientras tanto, las manifestaciones siguen prohibidas y la policía ha detenido a decenas de jóvenes.

En Marruecos, las autoridades no suelen ofrecer cifras sobre el número de manifestantes. Y mucho menos cuando las protestas no están autorizadas. Pero, más allá del número de asistentes a las protestas, resulta muy indicativo del malestar ciudadano el hecho de que las protestas se hayan extendido por varias ciudades.

El martes los jóvenes recurrieron a la violencia contra las fuerzas públicas, después de tres días de intentos de protesta bajo una fuerte prohibición de las autoridades y el prolongado silencio del Gobierno marroquí. Las primeras señales de enfrentamiento surgieron el domingo pasado, cuando un grupo de jóvenes encapuchados, supuestamente parte de GENZ 212, bloquearon temporalmente una autopista en Casablanca, lo que terminó con el arresto de 24 participantes. A esta cifra se suman otras 37 detenciones en Rabat.

El martes, los disturbios se extendieron a ciudades como Inezgane (sur), Ait Amira (sur), Beni Melal (centro), Temara (cerca de Rabat) y Oujda (este), causando un número indeterminado de heridos y detenidos, además de daños materiales.

El censo de 2024 señala que el segmento joven entre 15 y 30 años representa una cuarta parte de la población total del país, que ronda los 37 millones, mientras que la tasa de desempleo juvenil (15-24 años de edad) alcanzó el 47% en el segundo trimestre de 2025, según estadísticas del Banco Central.

La última vez que se produjeron manifestaciones de este tipo fue en noviembre de 2016, cuando el vendedor ambulante Mouhcine Fikri falleció triturado dentro de un camión de la basura en Alhucemas. Fikri intentaba recuperar la mercancía que le acababa de confiscar la policía. Aquello despertó el sentimiento de humillación de los más débiles hacia el Estado, dio lugar a manifestaciones que se saldaron con cientos de detenidos a lo largo de varios meses.

III

Tres muertos en Marruecos en el asalto a un cuartel durante las protestas que reclaman mejoras en sanidad y educación. En El País, por EFE / El País, Rabat / Madrid - 02 OCT 2025

Las autoridades de la localidad sureña de Laqliaa aseguran que los agentes actuaron en “legítima defensa” y abrieron fuego para repeler el ataque. 

Tres personas murieron este miércoles en Laqliaa, en el sur de Marruecos, durante un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real, en el quinto día de protestas juveniles que sacuden varias localidades del país. Los efectivos de la Gendarmería abrieron fuego para repeler el ataque, según informaron las autoridades locales de la prefectura de Inezgane-Ait Melloul.

Las mismas fuentes indicaron que los atacantes intentaron apoderarse de municiones, equipo y armas de servicio del personal de la Gendarmería: “Los efectivos de la Gendarmería de Laqliaa se vieron obligados a usar sus armas de servicio en la noche del miércoles 1 de octubre de 2025 en legítima defensa para repeler el asalto al puesto de la Gendarmería Real”, apuntaron.

Más de dos tercios de los participantes en los actos violentos eran menores, según datos oficiales. Los disturbios se han registrado en 23 provincias y han provocado daños en 446 vehículos —entre ellos 271 coches policiales—, así como la destrucción de 80 instalaciones privadas y públicas, según el Ministerio del Interior marroquí difundidos este jueves.

Las protestas comenzaron el pasado sábado de forma pacífica en grandes ciudades como Rabat, Casablanca y Tánger, pero pronto se extendieron a otras zonas urbanas y rurales. A partir del martes por la noche derivaron en actos violentos, con enfrentamientos contra las fuerzas del orden que causaron decenas de heridos, daños materiales y cientos de detenciones.

Las protestas se han registrado después de que el pasado septiembre murieran ocho mujeres embarazadas a las que practicaron cesáreas en el hospital Hassan II, de la ciudad sureña de Agadir. Las ocho muertes —provocadas, según algunos medios locales, por el mal estado de los anestésicos— sacaron a la luz las carencias del sistema de salud público. Las manifestaciones fueron convocadas en la plataforma digital Discord por un grupo anónimo autodenominado GENZ 212 (generación Z, en referencia a quienes tienen entre 12 y 28 años), que incorpora en su denominación los tres dígitos del prefijo telefónico internacional de Marruecos (+212).

Además de Laqliaa, los disturbios se produjeron también en Sidi Bibi, otra pequeña localidad en la región de Agadir, y en Salé (vecina de Rabat), Tánger (norte), Tarudant (sur) o Kenitra (al sur de Rabat), según testimonios de periodistas en el lugar y vídeos compartidos en las redes.

En la ciudad de Salé, vecina de Rabat, en el barrio de Amal, un grupo de personas atacó e incendió una agencia bancaria y un comercio cercano. En Tánger, un restaurante de comida rápida perteneciente a una importante cadena internacional fue atacado, con su fachada destrozada y sus instalaciones dañadas, según informa el sitio digital Le360. En el poblado de Sidi Taibi, a unos 37 kilómetros al norte de Rabat, otro grupo apedreó un autobús y atacó una agencia bancaria, según informó un periodista local.

La Fiscalía de Marruecos ha advertido este jueves que los implicados en los disturbios pueden enfrentarse a penas de hasta cadena perpetua. El jefe del Departamento de la Acción Pública en la Fiscalía marroquí, Ahmed Wali Alami, afirmó este jueves en declaraciones a la agencia oficial MAP que estas acciones no están amparadas por la libertad de expresión y constituyen delitos sancionados con severas penas de prisión. Explicó que las condenas para delitos de violencia, vandalismo e incendios oscilan entre 10 y 20 años de cárcel, pero pueden alcanzar los 30 años e incluso la cadena perpetua si van acompañados de circunstancias agravantes.

La última vez que se produjeron manifestaciones de este tipo fue en noviembre de 2016, cuando el vendedor ambulante Mouhcine Fikri falleció triturado dentro de un camión de la basura en Alhucemas. Fikri intentaba recuperar la mercancía recién confiscada por la policía. Aquello despertó el sentimiento de humillación de los más débiles hacia el Estado y dio lugar a manifestaciones que se saldaron con cientos de detenidos a lo largo de varios meses.

El rifeño desempleado Naser Zafzafi se convirtió en líder de aquel movimiento llamado el Hirak del Rif, que tomó forma a finales de 2016 y durante 2017. Tras varios meses de protestas, Zafzafi fue condenado a 20 años de cárcel, acusado de atentar contra la seguridad del Estado. El rey Mohamed VI, que suele indultar en distintas festividades a miles de presos, nunca aplicó la medida de gracia a Zafzafi.

IV

La revuelta de los jóvenes Z deja una herida generacional abierta en Marruecos: “No estudio para emigrar”, en El País, por Juan Carlos Sanz, Leqliaa (Marruecos) - 04 OCT 2025 

Los disturbios sociales pierden fuerza entre un paisaje de destrucción en el área metropolitana de Agadir, donde las fuerzas de seguridad abatieron a tiros a tres manifestantes que asaltaban un puesto policial

El imán —un funcionario estatal en Marruecos— llamaba a la calma durante el rezo de este viernes desde el almimbar de la mezquita de la avenida central de Leqliaa (90.000 habitantes), población satélite de Agadir, en la costa sur del país. “Protestar para reclamar derechos es legítimo”, argumentaba el clérigo musulmán en el principal sermón de la semana, “pero el Corán prohíbe la violencia y la destrucción”. A dos centenares de metros del templo —en cuyo exterior oraba una comunidad mayoritaria de hombres de mediana edad, abrumada por el futuro de sus hijos—, los muros tiznados por el fuego daban testimonio del asalto al cuartel de la Gendarmería. Cientos de jóvenes intentaron incendiar el puesto policial en la noche del miércoles. Tres de ellos cayeron muertos por disparos de las fuerzas de seguridad en el incidente más sangriento de la multitudinaria revuelta social de los jóvenes de la generación Z, un movimiento sin precedentes en el país magrebí en una o dos décadas.

“La parafarmacia Sherezade ha resultado indemne, pero la farmacia ha quedado completamente calcinada”, explicaba Mohamed, un vecino de 55 años, en el centro de Inezgán (140.000 habitantes), capital de la prefectura provincial que incluye Leqliaa. Paredes y escaparates ennegrecidos en el Banco Postal, vidrieras apedreadas en el supermercado Marjane (propiedad de la familia real), señales de tráfico rotas en cada esquina, componían un paisaje de destrucción. Estas conurbaciones fabriles y comerciales del Marruecos real, en vívido contraste con los hoteles y urbanizaciones de lujo de las playas de Agadir, muestran ahora la herida generacional que se ha abierto en el país norteafricano, donde los más jóvenes, los nacidos en los últimos tres decenios, han dicho basta.

“Claro que simpatizo con GenZ 212 (el movimiento en redes sociales que convocó la protestas hace una semana). Queremos una mejor sanidad, para que no vuelva a haber muertes por negligencia en los hospitales públicos, pero sobre todo necesitamos mejor educación”, razonaba Hissam, de 23 años, estudiante de Filología Árabe en la entrada a la facultad de la Facultad de Letras de Agadir, mientras mostraba sonriente su ortodoncia metálica dental a lomos de una motocicleta. Las protestas han cobrado mayor intensidad en el sur del país, donde en septiembre fallecieron ocho mujeres embarazadas a las que se practicaron cesáreas en el hospital regional de Agadir, unas muertes atribuidas por medios locales al mal estado del material anestésico.

“Las movilizaciones ya parecen haber terminado aquí. Esperamos que el Gobierno cumpla su palabra y apruebe inversiones sociales”, se despedía Hissam. Otros alumnos del Campus de Humanidades preferían callar, a pesar de que el despliegue policial se ha reducido considerablemente en toda la zona tras el estallido de la noche del miércoles.

De las áridas barriadas populares periféricas se pasa sin apenas solución de continuidad a las praderas de los campos de golf, al vergel que rodea junto a la costa el palacio real de Agadir, uno de los que el rey Mohamed VI tiene a su disposición en las principales ciudades del reino jerifiano. Como en la mayoría de las grandes urbes, el grupo español ALSA gestiona aquí el servicio municipal de autobuses. Como en los destinos turísticos punteros, cadenas como Iberostar o Riu controlan hoteles de cinco estrellas en primera línea de una playa de casi 10 kilómetros que invita a memorables paseos.

Un país de dos velocidades

Al cumplir 26 años de reinado, Mohamed VI llamó en su discurso anual de la Fiesta del Trono a evitar una ruptura económica y combatir las desigualdades. Dos meses antes de que estallara la actual revuelta juvenil, que se ha extendido por casi todas las urbes y regiones, el monarca de la dinastía alauí afirmó que no hay cabida para un Marruecos “de dos velocidades”, y que las políticas públicas deben contribuir a mejorar la situación de los ciudadanos. El soberano hizo hincapié en las diferencias entre territorios. Ahora se abre también una fractura generacional, precisamente con una reivindicación juvenil que reclama, como el mismo Mohamed VI dijo, “políticas públicas inclusivas” y la mejora de los servicios sociales, la sanidad y la educación.

En el campus universitario de Agadir —en la nueva urbe surgida tras el terremoto que arrasó la antigua ciudad costera en 1960 y se cobró más de 10.000 muertos—, los estudiantes regresaban al mediodía de este viernes a sus casas en el comienzo del fin de semana. Haula, de 18 años, vive como un sueño sus primeros días en la Facultad de Letras, donde aspira a convertirse en profesora de inglés. “Quiero quedarme en mi país, no estudio para poder emigrar a Canadá o Australia”, aseguraba convencida, “pero para eso el Gobierno tiene que aumentar el presupuesto para Educación”.

En las últimas marchas de la protesta, los jóvenes han reclamado la dimisión del Gobierno presidido por el conservador Aziz Ajanuch, al que acusan de priorizar las grandes inversiones para el Mundial de Fútbol de 2030, que Marruecos coorganiza con España y Portugal, en detrimento del gasto social, en particular en Educación y Sanidad.

Las manifestaciones pacíficas se reanudaron en la tarde del viernes en decenas de ciudades marroquíes, esta vez con el visto bueno de las autoridades y encuadradas de cerca por las fuerzas de seguridad. Rabat, Casablanca, Tánger, Fez o Tetuán fueron escenario de las marchas convocadas por GenZ 212 para redoblar las exigencias sociales de los jóvenes.

La revuelta de los jóvenes parece haberse apaciguado en las últimas horas, como predicaban este viernes ulemas e imanes al servicio del Estado. GenZ 212, un movimiento juvenil surgido en redes como TikTok o plataformas de juegos en línea como Discord, ha dirigido al Palacio Real una lista de reivindicaciones en un giro político del movimiento social. Es el memorial de agravios de una generación que espera ser oída en un Marruecos que crece con la celeridad de sus nuevas autopistas y líneas ferroviarias de alta velocidad, pero que deja atrás a campesinos aislados del Atlas o a los también bereberes del Rif. Y, como ahora se observa, a muchos de quienes no han cumplido aún los 30 años.

Algunos ciudadanos han llevado flores al cuartel de la gendarmería de Leqliaa, y el Ministerio del Interior sostiene que los agentes actuaron en legítima defensa. Para que la muerte de los tres manifestantes no arroje sombras de duda sobre el Estado en la represión de las protestas, que se han saldado con cientos de heridos y más de 400 detenidos, Amnistía Internacional ha solicitado este viernes la apertura de una investigación sobre el “uso excesivo de la fuerza” por parte de las fuerzas de seguridad. La protesta social más extendida registrada en Marruecos desde la Primavera Árabe en 2011, que forzó una reforma constitucional prodemocrática, ha dejado una huella de ira. En el calcinado puesto policial próximo a Agadir, un fuerte con torres almenadas de inspiración colonial francesa, Marruecos se afana ahora en pasar otra página de trágica memoria.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Estudio sobre la hambruna de la Posguerra. 200.000 muertos.

 Más de 200.000 personas murieron de hambruna en la posguerra "por el franquismo", en El Confidencial, por Paula Corroto, 17/09/2025:

El historiador Miguel Ángel del Arco Blanco publica el ensayo 'La hambruna española', donde pone cifras a la "tragedia colectiva" que vivió el país causada "por decisiones políticas del régimen"

"Menos Franco y más pan blanco" era una frase pintarrajeada en las paredes que se podía leer en los años cuarenta como símbolo de que aún quedaba algo de resistencia. Los niños famélicos poblaban las páginas de Tiempo de silencio, la gran novela de Luis Martín-Santos ambientada en aquella década en Madrid y que, aunque fue publicada en los años sesenta, lo hizo con una veintena de páginas censuradas. El fotógrafo Santos Yubero también dejaría para la historia las imágenes de aquellos años con rostros y cuerpos demacrados. Todos estos testimonios los ha recogido ahora el historiador especializado en el franquismo Miguel Ángel del Arco Blanco poniéndoles cifras y causas en un ensayo estremecedor, La hambruna española (Crítica), que ya antes había sido una investigación académica: Más de 200.000 personas murieron por este motivo principalmente entre 1939 y 1942, y el año 1946. Y no fue, dice Del Arco, ni por la guerra, ni por el bloqueo ni por la sequía, los grandes mitos del franquismo, sino por “decisiones políticas del régimen”.

“Para empezar, no lo podemos llamar hambre, sino hambruna. Y la causa principal fueron las políticas adoptadas por el régimen que duraron toda la década de los 40 y que le interesaban para controlar a la población y enriquecer a los que habían ganado la guerra. No podemos entender esta hambruna sin el concepto de Victoria de los años 40”, afirma sin tapujos en conversación con este periódico. Entre estas decisiones, razona en el ensayo, se encuentran las políticas económicas de la autarquía, que pusieron en marcha ministros falangistas como Juan Antonio Suanzes y Ramón Serrano Súñer -”que incluso denegó la ayuda internacional de la Cruz Roja Americana afirmando que aquí no se pasaba hambre”- para escándalo de otros ministros monárquicos y reaccionarios como el de Hacienda entre 1939 y 1941 José Larraz, pero que era neoliberal en lo económico, y del cual recoge parte de sus Memorias

“Larraz estaba completamente escandalizado, sobre todo con una reunión que hubo en El Pardo en 1941, que fue el año más duro de la hambruna y donde murió más gente que nació. Allí se reunieron los principales ministros económicos, el de Agricultura, el de Transporte, el de Hacienda, el de Industria. El tema monográfico era abastecimientos. Pero no hicieron nada, no cambió nada. Larraz cuenta que aquello fue una tertulia de café. Todo estaba guiado por principios nacionalistas. La idea de la autarquía era que mediante ella España se iba a engrandecer y se iba a construir un imperio. Se pusieron fines políticos por encima de los intereses económicos”, comenta Del Arco. Aquel año de 1941, por cierto, también se estrenaría una película como Raza, con guion del propio Franco.

Otra decisión política que incrementó el hambre fue “el apoyo filofascista del régimen”. “Mientras España se moría de hambre, enviaba materias primas y alimentos esenciales para la supervivencia de las potencias del Eje", apunta el historiador. Ante esta decisión de Franco, los aliados intentaron ahogar a España “como si fuese un torniquete. Aprietas, te abro un poco, te vas desangrando, pero te vuelves a apretar. Para que España no entrara en la guerra. Y esto acaba a partir del año 42, porque España se da cuenta que en diciembre del 41 han entrado los americanos en la guerra, ha pasado Stalingrado y la cosa está cambiando. Ahí Franco se vuelve más cauto. Y entonces, esa neutralidad forzada por los aliados se cumple y hace que lleguen más alimentos directamente de los británicos”, manifiesta Del Arco que insiste en que, en cualquier caso, “entre 1939 y 1941, entre pan e imperio, España eligió imperio” con esas fatales consecuencias. 

Las otras dos razones expuestas en el ensayo son la corrupción y la represión de los vencidos con todo el mercado negro y con todas las cartillas de racionamiento que “no eran gratis y además era un sistema machista, injusto y represor”. “El racionamiento se pagaba y a no todo el mundo le tocaba lo mismo. Es un sistema que diferenciaba entre hombres y mujeres. Ellas recibían el 60% de lo que recibían los varones adultos. Los ancianos recibían el 80% de los varones adultos. Y los niños, también el 60%. ¿Por qué una mujer tiene que comer menos? Y luego, socialmente, están clasificadas en cartilla de primera, que era para los ricos, que reciben menos, de segunda, que son las clases medias, y de tercera. Y hay ciudades y pueblos donde el 80, el 90% son clasificados como pobres. España era pobre, pero esto no era así siempre. En el libro demuestro que hay gente que era rica, o que era acomodada, y sin embargo, tenía una cartilla de tercera. Y, a veces, republicanos, que eran pobres, tenían una cartilla de segunda o de primera. ¿Y quién hacía esto? Los ayuntamientos. Tú la tenías que solicitar y a veces te pedían certificado de buena conducta. O sea, si no te portabas bien, no comías. E imagínate si habías estado en el otro lado en la guerra…”, explica el historiador. "El sistema del racionamiento diferenciaba entre hombres y mujeres. Ellas recibían el 60% de lo que recibían los varones adultos" 

El libro está salpicado de muchos textos literarios, de poesía social -fueron muchos los poetas que denunciaron esta situación (“Madrid es una ciudad de un millón de cadáveres”, que escribió Dámaso Alonso), “pero al régimen la poesía como era tan minoritaria le daba igual”- y entre todos ellos Del Arco destaca lo que le pasó a la madre del poeta leonés Antonio Gamoneda con la cartilla de racionamiento (porque además eran las mujeres las que solían estar en las famosas colas del hambre) y que él cuenta en sus memorias. “En la infancia lo pasó fatal. Su madre era costurera. Tú tenías un tiempo para reclamar tu racionamiento. Y, claro, necesitabas el dinero. Estas mujeres hacían trabajos que tardaban en pagarles y muchas veces les vencía el racionamiento. Esto le pasó a la madre de Gamoneda que le dijo al tío del racionamiento por favor, espérame, espérame, que mañana me pagan. Pero se cumplía el plazo y no le dio los alimentos. Al día siguiente tenía el dinero y no tenía comida”. Y todo esto, quien podía pagar porque fue una década de inflación galopante por el mercado negro y el estraperlo. “Por un lado ayudaba y por otro estrangulaba con la subida de precios… Una barra de pan podía valer en el mercado negro cinco, cuatro, cinco veces más de lo que valía en el racionamiento”, apostilla el historiador.

Andalucía y Extremadura, devastadas

En el libro también se detalla que fueron los niños y los ancianos los que más sufrieron la hambruna, muriendo la gran mayoría por enfermedades infectocontagiosas -la contaminación, la higiene, estado de alimentos…- como la gripe, tuberculosis y neumonías, que hacían estragos, pero también epidemias de difteria, paludismo y tifus, que se desbocaron tras la guerra civil, según muestra en cuadros con datos del INE y del Instituto de Salud Carlos III. Por zonas, las más devastadas fueron Andalucía, Extremadura, Ciudad Real, Albacete y Murcia. Esto también tiene su explicación. “La hambruna tuvo lugar en muchas de esas zonas donde no hubo guerra civil porque fueron controladas por los nacionales desde el principio. Y allí fue muy dura. El franquismo diría que la República había dejado a la gente muerta de hambre, etc, pero yo creo que la razón principal es que son zonas de mayor polarización social. Es decir, donde la estructura de la propiedad está más dividida. Donde hay más divergencias sociales. Más distancia entre ricos y pobres. Galicia, Asturias, Castilla y León, incluso Aragón y Cataluña son zonas socialmente mucho más homogéneas. Pero en las otras la desigualdad es mucho mayor. Y luego está el secano, hay menos producción agrícola. Y también la vivienda es de peor calidad. Y luego está el capital humano, es gente que fue muy castigada desde el principio. Las condiciones de vida fueron muy malas. Y luego estuvo Madrid, que estuvo sitiada… Si eras de Vallecas ya te daban por todos los lados”.

Hambruna buscada

Por todo el ensayo se busca probar que aquella década no fueron los años del hambre que incluso semánticamente no corrigió el régimen. Este siempre asumió (y propagó) que habían sido años muy malos por la guerra que es una manera de “silenciar las muertes por inanición y deformar la realidad”, escribe en el ensayo. “Fue una hambruna, que se define por escasez de alimentos o poder adquisitivo que lleva directamente a un exceso de mortalidad por inanición por enfermedades inducidas por el hambre”, comenta el historiador. Es decir, no es solo que no haya alimentos suficientes sino que no puedes acceder a ellos. “La comparo sistemáticamente con otras hambrunas que hubo en el mundo y especialmente en Europa, para ver que hay patrones similares. Al mismo tiempo hay muchas cuestiones cualitativas, por ejemplo, el abandono de niños, la emigración, las muertes por inanición, el crecimiento de la enfermedad infectocontagiosa, el crecimiento brutal de los precios que impide que la gente no pueda comprar las cosas, no solo que no haya escasez, todo eso encaja dentro de lo que es una hambruna” y que se dio principalmente entre 1939 y 1942 y 1946.

Por otra parte, Del Arco también ha buceado en las cifras que ha sacado de archivos internacionales y nacionales. Las cifras de fallecidos parten de los censos de la época. “¿De dónde sale la cifra de 200.000 muertos por hambruna? Sale de la sobremortalidad. ¿Cómo se estudian las muertes en las hambrunas? Lo que se hace es estudiar la sobremortalidad entre ese año de la hambruna y un año normal anterior, cuando tiene una población similar. Este trabajo viene de investigaciones que han hecho los demógrafos históricos y que ellos no habían identificado como hambruna. Entonces, yo he visto esa cifra y he dicho aquí está la hambruna. Ellos manejaban una horquilla de entre 190.000 y 214.000 fallecidos aproximadamente. Por eso yo digo más de 200.000, que me parece algo asumible”. 

El historiador no quiere que este ensayo se vea como provocador ni de vencedores y vencidos sino que “es una historia trágica, pero es una historia de todos, es una historia de sufrimiento colectivo donde mucha gente salió adelante, muchos sufrieron…”. Y que el franquismo ocultó y le dio unas causas externas mientras intentó explotar propagandísticamente los años sesenta del desarrollismo, las vacaciones en la playa, el 600 y el pisito. “Cuando sabemos que en los años 60 está muchísimo más retirado. Lo dicen las propias memorias de los ministros de entonces. Que Franco sigue ordenando el juego político pero está apartado de las decisiones económicas. Y, sin embargo, en los años 40 sabemos que estaba allí y tenía el timón”. Y mucha gente se murió de hambruna.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Los mensajes ocultos en los guerreros de Xian

 "Hecho de sufrimiento"

"Aquí yace la muerte y aquellos que la sirvieron [signos ilegibles]"

Tras las escamas de la armadura de un general: "Él tomó mi nombre y lo quemó en la piedra"

Bajo el pie de un arquero: "Trabajé hasta que mis manos se rompieron. Déjalo caminar sobre mí para siempre"

Esto demuestra el trabajo forzado de esclavos y prisioneros anónimos al que recurrió el tiránico primer emperador de China, y su destino de ser ejecutados al terminar su trabajo en fosas comunes alrededor de la tumba imperial.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Konrad Morgen, el justo dentro del crimen nazi

 El insólito policía y juez de las SS que perseguía a sus colegas criminales desde dentro del mismo sistema nazi, en El País, por Jacinto Antón, Barcelona - 20 AGO 2025 

Una biografía recupera la extraordinaria carrera de Konrad Morgen, que llevó a juicio a 200 camaradas corruptos, incluidos comandantes de campos de concentración, y hasta se atrevió a investigar a Eichmann.

Konrad Morgen, con cara de gris oficinista o empollón de instituto y que no resultaba de entrada intimidante ni embutido en su uniforme de las SS, no se parece físicamente en nada al correoso y recio detective de ficción Bernie Gunther, creado por la pluma del añorado escritor Philip Kerr, que también investigaba crímenes desde dentro del sistema policial del III Reich. Pero ese hombre de gafas de culo de botella y aire de anodino burócrata fue alguien real. Un juez y policía de las SS que vivió una vida peligrosísima actuando contra sus propios camaradas de la orden de la calavera en el filo de la navaja del perverso sistema judicial nazi y utilizando lo que quedaba de las leyes en el corrupto y amoral universo hitleriano para investigar y llevar ante los tribunales a la friolera de 200 miembros de la organización.

La lista de Morgen incluye altos cargos y hasta comandantes de campos de concentración, la crème de las SS, de los que arrestó personalmente a cinco, dos de los cuales fueron ejecutados. Actuó contra personajes tan letales, verdaderas serpientes pardas, como Oskar Dirlewanger, líder de la brigada de combatientes más brutal y degenerada de las SS; Karl-Otto Koch, comandante de Buchenwald (arrestó también a su esposa, la famosa Ilse Koch, célebre por su crueldad y lascivia); el coronel Hermann Fegelein, futuro cuñado de Hitler, o Amon Göth, comandante del campo de Kraków-Plaszów, encarnado por Ralph Fiennes en La lista de Schindler. Se atrevió incluso a poner bajo su lupa a Adolf Eichmann, el planificador de la Solución Final, y fue a Auschwitz a investigar corrupción y asesinatos (¡en Auschwitz!), enfrentándose a su exasperado comandante Rudolph Höss, que no conseguía entender el sentido de una investigación policial en medio del mayor crimen perpetrado en la historia de la humanidad.

Morgen (Fráncfort, 1909-1982) logró hacer justicia —al menos un poco de ella— dentro de un mundo en el que la justicia no parecía posible. Cómo lo logró, un poco a la manera de los Intocables con Capone, entrando de lado, es una de las historias más extraordinarias de la época del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Una reciente biografía sobre Konrad Morgen, Hitler’s Crime Fighter (Biteback Publishing, 2024), del historiador británico David Lee, analiza la figura del insólito juez y policía de las SS y, sin esquivar los aspectos controvertidos de su carrera y su personalidad (que han predominado en otros juicios sobre el personaje), se decanta por un veredicto favorable, considerando que su papel de verdadera mosca cojonera de las SS, escondía una auténtica indignación moral ante el Holocausto e incluso un intento de, en la medida de sus posibilidades, poner palos en las ruedas de esa atrocidad.

Alabado por estudiosos como la historiadora Helen Fry, el libro indaga en la sorprendente trayectoria de Morgen, que sobrevivió milagrosamente a su peligrosa labor y a la Segunda Guerra Mundial, y asoma al lector a ese alucinante rosario de los 800 casos abiertos por mor de la tenacidad del juez y policía desde dentro de las SS contra sus propios miembros. Cuesta explicar cómo en el seno del III Reich, en un Estado eminentemente criminal, se podía investigar y procesar (y hasta condenar a muerte: Karl Koch fue fusilado) a elementos que eran parte del propio aparato represivo y asesino del régimen. Pero es que Morgen aprovechaba las rendijas legales que quedaban en la Alemania hitleriana, en la que se solapaban dos ordenaciones: la corriente, la habitual en todos los países civilizados, y las leyes nazis. Morgen no podía investigar y procesar a miembros de las SS por el genocidio que estaban perpetrando, pero sí, paradójicamente, por corrupción o por asesinatos ilegales (esto es, fuera de las órdenes emanadas de la cúpula del Reich, especialmente de Himmler y en última instancia de Hitler). Casi hace reír (la risa negra y sardónica de un Bernie Gunther) imaginar la cara que se le ponía a un oficial de las SS al que Morgen llamaba a declarar por un asesinato injustificado mientras estaba trabajando a destajo ¡en el campo de exterminio de Majdanek!, en el que se liquidó a 360.000 personas, una ratio de 250 al día durante cuatro años. Esa estupefacción es perceptible a lo largo de todas las investigaciones y casos del juez y policía de las SS. Los acusados no dan crédito: entonces, ¿podemos matar de mil maneras horrendas a cientos de miles de personas pero a esa no? ¿Podemos robar a mansalva por toda Europa y despojar a las víctimas hasta de sus dientes de oro, aunque no nos podemos quedar nada?

En la lógica insana de Himmler, recuerda Lee, citando a Peter Longerich, el gran biógrafo del líder nazi, las SS debían actuar “decentemente”, incluso en el crimen. Y, por supuesto, todo el provecho que se extraía de la persecución y el asesinato de los enemigos del Reich debía ir, sin excepción, a las arcas del Estado (y a la caja de las SS). Himmler no quería que le robaran, faltaría más, qué villanía. A eso se agarraba Morgen, que actuaba a las órdenes directas del Reichführer para perseguir a miembros de las SS que se saltaban las normas y el código de honor de la organización. Uno de los problemas que tenía Morgen, espina en el costado de las SS, es que sus testigos de acusación desaparecían rápidamente.

Himmler le obligó a parar varias veces, como en el caso de la investigación de Eichmann por unos diamantes sustraídos: no se le podía detener al estar llevando, se le dijo, una tarea secreta de la máxima importancia para el Führer.

Es discutible (y algunos estudiosos han dudado de sus motivos) qué guiaba en el fondo a Konrad Morgen, al cabo oficial de las SS (tuvo el rango de Sturmbannführer, mayor), miembro del partido desde 1933 y absolutamente imbricado en los mecanismos policiales y judiciales nazis: se le ha visto como un cruzado de la extravagante moralidad de Himmler e incluso se le acusó de haber asistido a un experimento médico de venenos con prisioneros de guerra rusos. Lo que es indiscutible es que se jugó el cuello enfrentándose a poderosos y peligrosísimos altos cargos de la organización —su némesis principal fue Oswald Pohl, jefe del departamento económico y administrativo de las SS— y hasta buscándoles las cosquillas a personajes realmente diabólicos que escapaban a su capacidad punitiva real. Varias veces le pararon los pies —en última instancia el régimen no podía prescindir de sus mejores asesinos— y en una ocasión, en 1942, incluso lo despojaron de su rango y lo enviaron a luchar al frente del Este enrolado como soldado raso en una durísima unidad de combate de las Waffen SS con un altísimo número de bajas (el regimiento de granaderos panzer de las SS Germania, parte de la división Viking), una manera de librarse del enojoso burócrata metomentodo y tocanarices.

Sorprendentemente, Morgen (personaje que está pidiendo a gritos una película) regresó en mayo de 1943 de primera línea —Himmler lo volvió a solicitar para otro trabajito, investigar la corrupción en Buchenwald: su carrera recuerda mucho a la de Bernie, el detective de Kerr— no solo vivo sino como un soldado que cumplió como el mejor y hasta recibió la Insignia de Asalto de Infantería.

La apasionante carrera de Morgen en la sección judicial de las SS, que Lee sigue minuciosamente caso por caso —entre los más alucinantes, el del médico en Buchenwald Waldemar Hoven—, permite observar los singulares meandros de la acción policial y la justicia en el III Reich. El sosias real de Bernie Gunther, el detective de Kerr de cuyas novelas David Lee se declara rendido admirador y del que destaca que hacía frente a similares retos morales, incluso tuvo los mismos jefes que este, como Arthur Nebe, que no veía contradicción alguna en ser detective jefe de la policía criminal (Kripo) y comandante de un grupo de exterminio, el Einsatzgruppe B, con 45.000 muertos a sus espaldas. Tras la guerra, Morgen, que fue desnazificado en 1948, continuó su labor en el ámbito de la justicia y actuó como testigo en diversos juicios contra criminales nazis, incluidos los de Nurenberg. Sus pesquisas permitieron a Morgen ser testigo directo de las atrocidades nazis como el tour que le organizaron por la maquinaria de exterminio de Birkenau o los resultados de la masacre de judíos en la operación Festival de la cosecha, Aktion Erntefest, en Lublin en 1943 mientras investigaba a Christian Wirth, jefe de los campos de la muerte en Polonia.

Su vida personal estuvo marcada por su romance con una mujer, María Wachter, con la que las SS no le permitieron casarse por opositora al régimen, y con la que contrajo matrimonio al finalizar la contienda. David Lee señala que Morgen, que se describía a sí mismo como Gerechtigkeitsfanatiker, un “fanático de la justicia”, no hubiera parecido un tipo tan atractivo como Bernie Gunther: carecía de su cínico sentido del humor berlinés y su existencialismo, y de su agitada vida sentimental; tenía muy arraigados los valores tradicionales alemanes y un fuerte sentido del honor. Pero ambos —el policía real y el ficticio— pusieron sus talentos de sabuesos investigadores al servicio de los más terribles empleadores que

martes, 22 de julio de 2025

Se desclasifican por ley los secretos del franquismo y la Transición

 "El Gobierno desclasifica por ley los secretos del franquismo y la Transición", en El País, Miguel González, 21 JUL 2025:

El anteproyecto que este martes aprueba el Consejo de Ministros sacará a la luz los documentos reservados de 45 años o más.

El Consejo de Ministros dará este martes el primer paso para cumplir la promesa que Pedro Sánchez le hizo al nuevo líder del PNV, Aitor Esteban, el pasado 26 de febrero, en su última pregunta al jefe del Gobierno tras más de dos décadas como diputado. Después de que Esteban le recordara que “no es de recibo continuar con una ley franquista” de Secretos Oficiales, Sánchez le respondió: “Cuente con que en esta legislatura vamos a modificarla”. Será el enésimo intento por cambiar una norma que data de 1968, en plena dictadura, con retoques de 1978, antes de la Constitución. El PNV ha presentado cuatro iniciativas para reformarla, que han sido siempre aprobadas a trámite, para encallar luego en la tramitación parlamentaria. En la pasada legislatura el Gobierno tuvo listo un texto, pero quedó en un cajón cuando se disolvieron las Cortes.

El anteproyecto de Ley de Información Clasificada al que dará luz verde el Consejo de Ministros presenta algunas novedades de última hora. La principal de ellas es el levantamiento del secreto de todos los documentos clasificados hace 45 años o más; es decir, todos los anteriores a 1981, lo que incluye la dictadura franquista y la Transición. Los posteriores a esa fecha se irán desclasificando a medida que cumplan los plazos previstos en la nueva ley: hasta 60 años para los de “alto secreto”; 45 para los “secretos”; entre 7 y 9 para los “confidenciales”; y 4 o 5 para los “restringidos”. Según una disposición transitoria del texto, se dará prioridad a la información relacionada con “graves violaciones de los derechos humanos”. Solo en el caso de que se “aprecie motivadamente y de forma excepcional que perdura la amenaza o el perjuicio para la seguridad y defensa nacional”, podrá mantenerse bajo llave algún documento de esa época y esta decisión deberá revisarse con carácter anual.

Hasta ahora, el Gobierno se había negado a realizar una desclasificación masiva de los documentos secretos del franquismo y la Transición, alegando que supondría una ingente tarea burocrática. El texto elaborado en la anterior legislatura señalaba que esta desclasificación tenía que hacerse caso a caso, de oficio, a petición de una “persona física o jurídica directamente afectada o que pueda justificar un interés profesional”. Además, el solicitante tenía que explicar las razones que justificaban su petición e “identificar pormenorizadamente” la información que quería desclasificar, lo que resultaba imposible si no se conocía el documento de antemano. Con la nueva redacción del texto se eliminan estos obstáculos. “La decisión de no desclasificar, que será excepcional, deberá ser motivada”, agrega.

Estos son los aspectos más destacados del anteproyecto, con los cambios introducidos tras el informe que el Consejo de Estado emitió el pasado viernes:

Cuatro categorías de clasificación. La legislación española se adapta a los estándares de la OTAN y la UE y clasifica la información secreta en cuatro categorías, dependiendo de si su difusión no autorizada puede causar “una amenaza o perjuicio extremadamente grave para la seguridad y defensa nacional” (alto secreto), “grave” (secreto), “relevante” (confidencial) o “de algún tipo” (restringido). Solo el Consejo de Ministros puede clasificar informaciones como de “alto secreto” o “secreto”. Las comunidades autónomas con policías propias o competencias penitenciarias pueden proponer la clasificación de información de su ámbito respectivo. “La información relativa a graves violaciones de derechos humanos no podrá ser objeto de clasificación”, subraya el anteproyecto.

Multas de hasta 2,5 millones de euros por revelar secretos. El texto prevé la imposición de multas de entre 800.001 euros y 2,5 millones a quien difunda o reproduzca, por cualquier medio, información clasificada como “secreto” o “alto secreto”. Por la difusión de información confidencial la multa puede llegar a 800.000 euros y por la restringida, a 30.000. Esta sanción puede imponerse no solo a los funcionarios y cargos públicos que conozcan la información clasificada por razón de su trabajo, sino también a cualquier persona física o jurídica que tenga “acceso fortuito” a la misma y permita que se difunda “por acción u omisión”. La ley no excluye que periodistas y responsables de medios de comunicación puedan ser sancionados, pues se aplica “a toda persona física o jurídica respecto al acceso y divulgación indebidos de información clasificada”. No obstante, el texto subraya que, a la hora de graduar las sanciones, se tendrá en cuenta, como si se tratara de una circunstancia atenuante, pero no eximente, “el ejercicio del derecho a la libertad de información”, una alusión que no figuraba en anteriores versiones del texto. En última instancia, serán los jueces quienes tendrán que decidir si un profesional de la información es sancionado y presenta recurso.

¿Censura previa? Una de las disposiciones del anteproyecto puede interpretarse como una puerta abierta a la censura previa, prohibida por la Constitución. Es el artículo 46 que cita, entre las medidas provisionales, la posibilidad de que “la autoridad competente acuerde motivadamente el cese de la presunta actividad infractora”; es decir, que deje de difundirse la información secreta, Cuando esta decisión se adopte con carácter preventivo, antes del expediente sancionador, agrega, “deberá basarse en la existencia de una urgencia inaplazable para la protección provisional de los intereses implicados”, añade.

Desclasificación automática. Frente a la ley vigente, que convierte en eternos los secretos de Estado, al no prever una caducidad para su clasificación, la gran novedad de la nueva norma es que establece la desclasificación automática trascurridos determinados plazos. La información calificada de “alto secreto” será pública a los 45 años, “pudiendo prorrogarse de manera excepcional y motivada por 15 años más”; hasta un total de 60. La “secreta”, durante 35 años prorrogables a 45. La confidencial, entre siete y nueve años no prorrogables; y la restringida, entre cuatro y cinco no prorrogables. La información procedente de otros Estados u organizaciones internacionales no será objeto de desclasificación automática. Además, una información podrá seguir siendo secreta con carácter indefinido si se aprecia, “motivadamente y de forma excepcional”, que hay razones suficientes para clasificarla de nuevo; es decir, para volver a reiniciar los plazos citados. Esta decisión, no obstante, deberá revisarse anualmente. La proposición de ley presentada por el PNV en el Congreso pedía la desclasificación de los secretos oficiales en un plazo de 25 años, con una prórroga excepcional y motivada de 10; y la de las materias calificadas como reservadas en 10 años.

Bolaños, ‘guardián de los secretos’. El Ministerio de Presidencia, que dirige Félix Bolaños, será el responsable de proteger y tratar toda la información clasificada como de “alto secreto”, “secreto” y “confidencial” en manos del Gobierno. La Autoridad Nacional de Información Clasificada, hasta ahora adscrita al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), dependiente del departamento de Defensa, se trasladará al Ministerio de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Entre sus funciones está no solo la gestión de los correspondientes registros y bases de datos, también podrá conceder o denegar las habilitaciones de seguridad para que personas y empresas puedan acceder a información clasificada y determinados establecimientos sean aptos para custodiarla. Además, se encargará del intercambio de información secreta con otros países u organizaciones internacionales, como la OTAN, la UE o la Agencia Espacial Europea.

Esta reforma supondrá trasladar a La Moncloa la Oficina Nacional de Seguridad (ONS), dotada con un centenar de agentes, que deberán decidir si cambian de destino dentro del CNI o abandonan el servicio secreto para incorporarse al Ministerio de Presidencia. Fuentes gubernamentales admiten que inicialmente esta mudanza puede generar algún problema, pero alegan que se resolverán con el tiempo y argumentan que en la mayoría de los países la Autoridad Nacional de Seguridad está en un ministerio independiente de los que más trabajan con información clasificada: Defensa, Interior y Exteriores.

Los jueces tienen la última palabra. Si el texto se aprueba sin cambios, los jueces ya no podrán dirigirse directamente al Gobierno para pedir la desclasificación de documentos, sino que deberán hacerlo a la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, que a su vez los reclamará al Ejecutivo. Si este se niega a desclasificarlos, los magistrados del alto tribunal podrán examinar la documentación secreta, “guardando absoluta reserva del contenido” de la misma, y decidirán debe remitirse, de manera total o parcial, al juzgado que la reclama y en qué condiciones.

Toda persona que sea titular “de un derecho o interés legítimo o que pueda justificar un interés profesional” podrá pedir que se levante el secreto de una información sin esperar a que se cumpla el periodo de desclasificación automática. La autoridad competente tendrá un plazo de seis meses para resolver. Si no lo hace, se entenderá que la respuesta es negativa y el solicitante podrá presentar recurso ante los tribunales. La clasificación de cualquier información podrá ser recurrida directamente ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Supremo.

lunes, 9 de junio de 2025

Nueva y desmitificadora biografía del Cid

 El largo camino del Cid: de mercenario saqueador a mito franquista, en El País, por Guillermo Altares, Madrid, 6 jun 2025:

La historiadora Nora Berend relata la construcción de la leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar desde la Edad Media hasta el presente.

En el siglo XI, La Rioja formó parte de la amplia zona deshabitada de la Península que servía de frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. Era un territorio con muy poca gente y muchos peligros. En 1092, un mercenario cristiano no dudó en arrasar aquellos parajes, pese a que pertenecían al rey Alfonso VI. "Cruelmente y sin misericordia incendió todas aquellas tierras arrasándolas por completo de la manera más dura e impía. Devastó y destruyó toda aquella región, llevando a cabo feroz e inhumano pillaje", reza la crónica medieval Historia Roderici. Aquel guerrero implacable se llamaba Rodrigo Díaz de Vivar y ha pasado a la historia como el Cid. ¿Cómo es posible que un mercenario despiadado que vendía su espada sin importarle la religión de aquel a quién servía pasase a convertirse en un mito de la cristiandad y acabase reivindicado por el nacionalcatolicismo del franquismo?

La medievalista Nora Berend (Budapest, 59 años), profesora en el San Catharine College de Cambridge, ha dedicado un libro, El Cid. Vida y leyenda de un mercenario medieval (Crítica, traducción de Beatriz Ruiz Jara), a tratar de explicar el abismo que separa la Historia Roderici —primer relato medieval de las andanzas del Cid, del siglo XII— del famoso poema de Manuel Machado que generaciones de españoles aprendieron de memoria en la escuela —“Por la terrible estepa castellana / al destierro, con doce de los suyos / polvo, sudor y hierro / el Cid cabalga”— y del mito de la Cruzada nacional católica, pasando por el Poema del Mío Cid —un texto sobre el que apenas se tienen datos certeros con el que empieza la literatura castellana—, El Cid de Corneille, que revolucionó el teatro europeo en el siglo XVII, o por la película de 1961 de Anthony Mann con Charlton Heston y Sophia Loren.

La figura de Ramón Menéndez Pidal , el erudito español que se apoderó de la figura del Cid en el siglo XX (también se podría pensar que fue al revés y que el profesor fue poseído por los libros de caballerías), la reconstrucción aventurera de Arturo Pérez Reverte en Sidi o la foto José María Aznar disfrazado de El Cid , que tomó Luis Magán para una serie de El País Semanal en 1987, aparece en el libro de Berend, que no solo describe la figura histórica —tema al que dedica el primer capítulo—; sino que, en realidad, relata el largo camino que va desde la historia a la leyenda.

“Como primer paso, fue fácil transformar la historia de Rodrigo en la de un supuesto líder de una guerra cristiana contra los musulmanes, una transformación que ya tuvo lugar en la época medieval”, explica Nora Berend por correo electrónico. "Los nacionalistas franquistas utilizaron entonces el pasado distorsionado de una 'cruzada' para liberar a España de los musulmanes, con el Cid como su primer líder. El liderazgo de Castilla en la Reconquista fue un elemento clave de la ideología franquista y el Cid fue visto como un patriota castellano. Esto sirvió como modelo para una ' cruzada ' contra los republicanos (o lo que es lo mismo, transformó el pasado medieval en función del presente franquista). Esto formaba parte de la estrategia para legitimar el terror creando una supuesta continuidad De este modo, la causa nacionalista se presentaba como una cruzada religiosa, pretendiendo continuar una ' Reconquista ' medieval. Según esto, el supuesto pasado común de los españoles, a través del cual construyeron su identidad y la misma esencia de la nación española, era cristiano y nacionalista.

Lo sorprendente, como explica Berend en su libro, es que esta metamorfosis comenzó cuando el Cid todavía estaba vivo. "La familia de Rodrigo, sus descendientes y los monjes de San Pedro de Cardeña, entre otros, contribuyeron a la elaboración del mito que lo presenta como el salvador de los cristianos enviado por Dios en los siglos siguientes. Un guerrero sin igual, nunca vencido, de firme fe cristiana y fiel vasallo del rey era un buen modelo a propagar también desde el punto de vista de los reyes posteriores, por lo que su leyenda, en gran medida elaborada en el monasterio de San Pedro de Cardeña, se incorporó a las historias oficiales elaboradas en la corte de Alfonso X y Sancho IV Los monjes crearon la imagen de un Rodrigo santo, aunque el intento de canonización de 1554 al final fracasó. En todos los casos, la leyenda de Rodrigo se transformó en función de las necesidades de los usuarios de la historia.

Aunque el Poema del Mío Cid sigue siendo un profundo misterio, los hechos sobre la vida de Rodrigo Díaz de Vivar están bastante documentados. Fue un guerrero medieval, que nació en torno a la mitad del siglo XI, y murió en 1099 en Valencia, un territorio del que había tomado el control, y que heredó su esposa, Jimena. Estuvo al servicio de los reyes Sancho II y Alfonso VI, aunque fue desterrado y sirvió al Reino de Taifas de Zaragoza. Como escribe, Berend “no distinguía entre amigo y enemigo en función de su credo”. Pero poco a poco, la leyenda se fue espesando y muchas de sus hazañas más famosas —como que ganaron una batalla después de muerto—, aunque sean falsas, se han convertido en reales.

Resulta especialmente interesante el episodio de la Jura de Santa Gadea , un antecedente de la Carta Magna que los nobles ingleses arrancaron a Juan Sin Tierra en el siglo XIII y que se considera un precedente de los derechos democráticos contemporáneos. Según la leyenda, el Cid obligó en la Iglesia de Santa Gadea en Burgos al rey Alfonso VI a jurar que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho II para poder acceder a la corona. Esta jura, explica Berend, se demostró “un precedente de la democracia parlamentaria, emblema de la resistencia frente a la tiranía y símbolo de los controles legales sobre el poder monárquico”. Sin embargo, todo lo relacionado con esta historia es una invención. Lo chocante es que, si el mito llega a circular por otro camino, el Cid podría haberse convertido en un mito de la lucha por la democracia, no solo de una dictadura fascista y luego de la derecha ultramontana.

El interminable debate en torno a la autoría y la composición del Poema del mío Cid refleja los muchos misterios que todavía rodean a esta figura de la que, parafraseando la famosa frase final de El hombre que mató a Liberty Valance, se imprimió la leyenda. "Se trata, evidentemente, de un texto muy importante para la historia literaria castellana. Su datación y autoría han sido muy controvertidas. Lo que está claro es que el monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, debió de influir en su composición, porque el texto presenta a Rodrigo como si en vida hubiera tenido importantes vínculos con el monasterio, cuando no solo no tenemos pruebas de ello, sino que incluso hay pruebas de lo contrario: su donación a San Sebastián de Silos, y la ausencia de rastro alguno de donación a San Pedro. También es evidente que el Cantar transformó significativamente al Rodrigo histórico en héroe cristiano, leal vasallo del rey y patriota castellano. En todos estos aspectos, el Cid del Cantar no es el Rodrigo de la historia”.

El mito del Cid, como ocurre con muchos otros momentos de la Edad Media , ha cobrado un peso creciente en la actualidad, sobre todo para la ultraderecha. Explica Berend: "En muchos países europeos, la Edad Media se ha considerado normalmente un período fundacional, durante el que nació el Estado. Esto en sí es una simplificación, pero hace que los acontecimientos medievales sean especialmente significativos, como si la identidad moderna dependeiera de acontecimientos e ideales de muchos siglos atrás. A lo largo del tiempo, muchos grupos encontraron una afinidad con la Edad Media, atraídos por diferentes elementos, y no solo por razones políticas; por ejemplo, los Prerrafaelitas, el círculo de artistas ingleses del siglo. XIX. Por supuesto, siempre se evoca una visión muy selectiva y distorsionada de la Edad Media. Creo que son los supuestos valores 'nacionales cristianos', la legitimación de la violencia contra los que no se conforman, la idea de que se puede crear una sociedad uniforme lo que atrae a la derecha”.

La relación entre los mitos nacionales y la Edad Media no es ni mucho menos exclusiva de España. Francia con Juana de Arco es uno de los muchos ejemplos que proliferan por Europa. En los Balcanes, un territorio donde el pasado forma parte del presente de una forma muy rotonda, es especialmente significativo. El mito nacional serbio es la batalla de Kosovo en la que, en 1389, las tropas cristianas fueron derrotadas por los otomanos y los serbios perdieron su libertad. Fue profusamente utilizado por el ultranacionalismo serbio en los años ochenta y noventa. Sin embargo, como explica Noel Malcolm en Kosovo. A short History, los documentos no dejan claro lo que pasó y existen muchas evidencias de que hubo musulmanes y cristianos en los dos bandos.

"También hay paralelismos con muchos otros lugares: por ejemplo, el mito húngaro de ser el baluarte de la cristiandad contrasta con los hechos históricos de varios líderes militares húngaros que se aliaron y lucharon junto a los otomanos contra los Habsburgo. Otros ejemplos son los mitos en torno a Juana de Arco en Francia, que ignoran el papel de los borgoñones y de sus propios compatriotas en su muerte para presentar la historia como una lucha contra los invasores; o también Alejandro Nevski, donde los mitos inflan y distorsionan su papel en la lucha contra los alemanes y eliminan el apoyo de los mongoles en su ascenso al poder. Fue la creación de relatos nacionales en siglos posteriores, con 'enemigos' y 'héroes' claros, que anulaban las realidades mucho más complejas del pasado medieval, lo que produjo estos paralelismos”. No solo en España la historia ha sido derrotada por la leyenda.

El Cid. Vida y leyenda de un mercenario medieval.

Nora Berend

Traducción de Beatriz Ruiz Jara

Bsarcelona, Crítica, 2025.

320 páginas.

sábado, 7 de junio de 2025

La lápida de un liberto resentido

 Los difuntos gaditanos romanos hablan desde sus lápidas: un resentido, cuatro magistrados y una mujer de 100 años. Por Jesús A. Cañas, Cádiz -3 jun 2025.

Un hallazgo arqueológico durante unas obras descubre la mayor colección epigráfica de Gades en torno a un posible y desconocido santuario a Isis.

Cinuras vivió y murió en el algún momento ignoto de la segunda mitad del siglo I del Cádiz romano. No se sabe exactamente cuándo ni vivió, por su nombre es posible que fuese un antiguo esclavo, un liberto, que hizo tan buena suerte como para poderse costear un buen enterramiento con lápida. Pero él sí quiso dejar escrito un resquemor para la eternidad: “Ni los más poderosos, ni sus amigos, ni sus seres queridos, le mostró gratitud”. Su epitafio es uno de los 269 epígrafes que han aparecido de una tacada en la excavación arqueológica de una necrópolis gaditana. Así que a Jacobo Vázquez, uno de los artífices del hallazgo, le gusta pensar que, casi dos milenios después, Cinuras ha “conseguido por fin el reconocimiento” que no tuvo en vida.

Junto a ese pobre hombre dolido hasta el rencor, una señora longeva de la que dicen que llegó a los cien años y cuatro poderosos magistrados y sacerdotes que remarcan el peso de Gades en el imperio han emergido hasta 89 gaditanos romanos más —además de decenas de fragmentos incompletos— en el mayor hallazgo arqueológico conocido de epigrafías de ese periodo histórico en la ciudad, un descubrimiento adelantado por el medio local Diario de Cádiz. Sus lápidas estaban dispersas en torno a un edificio o colegio funerario que debía tener tanto peso en el culto local como para que tantas personalidades quisiesen enterrar en torno a él. Vázquez, coordinador de la excavación, y Adrián Santos, director de la misma, trabajan sobre la hipótesis de que pudiese ser un espacio cultual dedicado a la Isis, la diosa de origen egipcia tan popular en puertos como Alejandría, Roma y, puede que ahora también, en Gades. Y no son pocos los indicios que apuntan a su hipótesis de trabajo.

Todo este despliegue de descubrimientos apareció de forma casual en enero de 2022 en unas obras en el solar de un antiguo chalé, La Porteña, ubicado en el barrio residencial de Bahía Blanca, en la zona de extramuros de la ciudad. El ingente material encontrado ha hecho que los arqueólogos sumen ya tres años de trabajos y cinco artículos científicos —cuatro publicados y uno en camino—, amén de lo que aún les queda. En la porción de necrópolis en la que trabajaron apareció “las cronologías son las clásicas que se esperaban por el entorno”, como explica Santos. En total, documentaron 55 enterramientos que abarcan de fosas excavadas en dunas del siglo II antes de Cristo a tumbas del siglo IV de nuestra era, momento en el que se abandona la necrópolis. Todos ellos estaban en torno a un edificio que ahora es el que centra los esfuerzos investigadores de Vázquez y Santos.

En el estrato de las primeras tumbas, los arqueólogos hallaron decenas de terracotas femeninas de uso ritual sobre las que se acabó levantando un edificio en el siglo I de tal extensión que se desplegaban bajo otro solar que ya fue excavado hace más de 30 años y que, entonces, se identificó como una villa. Pero las nuevas investigaciones señalan ahora que la edificación en realidad podría ser un colegio funerario que tenía un espacio de culto con altar, una fosa para fuego ritual y betilos, un santuario dedicado a una deidad femenina como Isis. La identidad de la diosa se plantea como hipótesis gracias al hallazgo de esas primeras terracotas, de cuatro fragmentos de placas votivas que representan unos pies y los restos de una decoración de pinturas murales con aves y juncos, unos motivos relacionados con el río Nilo muy comunes en los cultos a Isis.

Es dentro y en el entorno de ese espacio en el que aparecen las 269 placas de personas que decidieron enterrar en torno a ese colegio funerario. "Es muy significativo porque se puede asociar que se quisieron enterrar en torno a la deidad que veneraban. Sería como quien se quiere enterrar hoy junto a la Macarena. Todo ello pese a que no era una capilla lujosa, pero sí tenía raigambre como para ser un foco cultual", razona Vázquez. Las placas aparecieron desvinculadas de los 55 enterramientos, apiladas, un signo probable de posibles saqueos posteriores. Pero con la singularidad de que no se destruyeron para reaprovecharlas como material de obra. “Son excepcionales por la cantidad que hay y la información epigráfica que dan”, apunta Santos.

En total, de los 500 fragmentos de lápidas, los arqueólogos han identificado esas 269 que contienen textos y, de ellos, 95 con nombres de los finados. Los investigadores resaltan el caso de cuatro magistrados, ediles civiles de la ciudad y sacerdotes. Ponen el foco precisamente en el sacerdote ya que su lápida se refiere que fue el número 43 encargado del culto a Júpiter, un dios “muy antiguo y que remite a Baal”, deidad fenicia, explica Vázquez. Es el primer signo conocido de que la antigua Gades tenía templo a este dios y coloca a la ciudad, de origen fenicio, en una liga destacada de ciudades romanas. “Es un culto muy importante que solo se daba en Roma, Cartago y, ahora, Cádiz”, añade el investigador.

La entidad del hallazgo ha hecho que Santos y Vázquez hayan dedicado un artículo científico a él, al que se suma otro a los pies votivos y otro más a la figura de ese padre resentido al que nadie dio las gracias. "Cinuras, el padre, querido entre los suyos, aquí está enterrado. Que la tierra te sea leve. Este es aquel Cinuras, a quien, habiéndoselo ganado por sus méritos, ni los más poderosos, ni sus amigos, ni sus seres queridos, le mostró gratitud", reza la traducción propuesta en su lápida. El análisis epigráfico y la estratigrafía les ha dado pie a datar la lápida en la segunda mitad del siglo I dC ya determinar que el uso exclusivo del cognomen griego Cinuras (habitual a nombres femeninos, por cierto) le ubican como un antiguo esclavo liberto que debía prosperar en vida como para poderse enterrar en el mismo espacio en el que se inhumaron miembros destacados de la aristocracia local.

Pero, ante todo, el caso de Cinuras es un ejemplo práctico de cómo el estudio de la epigrafía sirve para captar dramas humanos personales y colectivos. Retazos vitales como el de esa romana que supuestamente llegó a los 100 años, una longevidad no confirmada al no estar asociada su lápida a uno de los 55 enterramientos. “Le estamos dando voz a esas personas anónimas de la historia, es muy bonito”, señala orgulloso Santos. "Nos ha dejado el trato que le dieron. La suerte es que su mensaje se ha transmitido", apunta Vázquez a su lado. A ambos aún les quedan pesquisas por delante que, aseguran, deparará más sorpresas que contextualizarán la potencia de Gades en el Imperio Romano. “La investigación no ha terminado, solo ha comenzado y muy probablemente nos sobrepase a nosotros”, Zanja Vázquez.

sábado, 19 de abril de 2025

La impresionante torre antigua en Torregorda (Cádiz) de Juba I, destruida en 1145

 El enigma arqueológico de la gran torre que presidía las costas de Cádiz hace 2.000 años: un estudio concluye que estaba dedicado al rey númida Juba I. En El País, por Vicente G. Olaya, Madrid -19 de abril de 2025:

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La edificación fue destruida en 1145 por los almorávides al creerse que guardaba un tesoro en su interior.

Hasta 1145, en las inmediaciones de Gades (antigua Cádiz) se levantaba una gigantesca torre escalonada de unos 60 metros (aproximadamente la altura de un edificio actual de 20 pisos), que estaba coronada por la estatua dorada de una figura humana. De esta edificación no queda nada visible, por lo que siempre ha sido uno de los grandes enigmas de la arqueología española. Los especialistas más destacados han intentado recomponer su aspecto a través de la treintena de descripciones que se conservan de ella desde que se erigió a finales del siglo I a. C. hasta su destrucción por el comandante almorávide Ali Ibn Isa Ibn Maymun, que estaba convencido de que en su interior guardaba un gran tesoro. Ahora, el estudio Juba II y el 'ídolo' de Cádiz: un posible monumento funerario real númida en el confín occidental del Imperio Romano ofrece una sorprendente interpretación: se trataba de un cenotafio levantado en memoria de Juba I, rey de Numidia, por su hijo, el rey Juba II de Mauritania, promotor de grandes obras públicas en la bahía de Cádiz, explorador de las Canarias y de la isla de Mogador (Marruecos), donde abrió una industria dedicada a la púrpura. El monumento conmemoraría, dice el artículo publicado en la revista Spal y obra de Manuel Álvarez Martí-Aguilar, profesor del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Málaga, “el éxito de la empresa exploratoria de Juba II” y serviría de “referencia visual para los navegantes que transitaron por la ruta establecida por el monarca mauritano hacia la costa atlántica africana y las Canarias”.

Hasta ahora, a pesar de que numerosas fuentes musulmanas y cristianas medievales reflejan su existencia, nunca se ha aclarado su función ni a quién estaba dedicado. Las fuentes árabes lo denominan “torre” o “faro”, mientras que a la estatua superior la calificaban de “ídolo” u “oráculo”. Esta figura estaba orientada hacia el océano, tenía una pierna adelantada en actitud de caminar y portaba en la mano un objeto: posiblemente una vara con correas, que posteriormente fue confundida con una llave. De su aspecto exterior se conservan dos representaciones idealizadas, una en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de París y otra en una miniatura de la General Estoria de Alfonso X el Sabio, cuyo manuscrito se encuentra en el Real Monasterio del Escorial (Madrid). Las descripciones árabes permiten suponer que la torre debía de ubicarse en la zona de Torregorda, a medio camino entre Cádiz y Sancti Petri.

Juba I (85-46 a. C.), hijo y sucesor de Hiempsal II (88-60 a. C.), fue el último rey legítimo de Numidia oriental. Apoyó a la facción pompeyana en el enfrentamiento con Julio César y, tras la derrota en la batalla de Tapso en 46 a. C., hizo un pacto suicida con el general romano Marco Petreyo a fin de obtener una muerte honorable en combate. Su jovencísimo hijo Juba fue llevado por César a Roma, integrándose, desde el 44 a. C., en la casa de Octavio, donde recibió una pulida formación intelectual grecorromana, además de adiestramiento militar.

Octavio protegió al joven príncipe y le otorgó la ciudadanía romana. Es posible que lo acompañe en sus campañas contra cántabros y astures en Hispania. En el 25a. C., el emperador lo nombró monarca de Mauritania, donde fundó su capital en Iol-Caesarea (Cherchell, Argelia), un reino con amplia influencia en la región gaditana. El viajero andalusí Abu Hamid al-Gharnati (1080-1170) escribió que la estatua representaba a un “individuo negro”. Por su parte, el geógrafo y biógrafo árabe de origen griego Yaqut (1179-1229) aseguró que el personaje de la torre era un “bereber”, con cabello crespo y barba.

“Todo me llevó a valorar la posibilidad”, dice Manuel Álvarez Martí-Aguilar, “de que el personaje representado que coronaba el monumento fuera de una monarca norteafricana, pero no Juba II”. Este, criado en la corte de Roma, cultivó sus retratos y efigies en las monedas con “una imagen arquetípica de monarca helenística, que no coincide con las descripciones del ídolo gaditano”. En cambio, esta representación barbada y de cabello rizado sí “coincide, y de manera singularmente fiel, con las descripciones de su padre, el rey Juba I de Numidia”, explica. En los denarios que Juba acuñó al final de su reinado aparece su efigie con diadema y portando un cetro real rematado con dos apéndices. Se le representa con bigote y barba y destacan su denso pelo rizado y su peinado, al estilo de cómo trataban sus cabellos los mauros y númidas. En una escultura ecuestre que representa a un jinete númida hallada en Chemtou (Túnez), y que se ha querido identificar con el propio Juba I, el personaje lleva un manto que deja al descubierto su hombro derecho, lo que coincide con varias de las descripciones de la figura gaditana.

Diversas fuentes, tanto árabes como cristianas, indicaban que el individuo portaba en la mano un objeto en forma de llave. Pero cuando el monumento fue destruido en 1145, se pudo examinar con atención este enigmático objeto. El geógrafo granadino al-Zuhrī, que visitó Cádiz, vio aún en pie el edificio y conoció su demolición. Aseguró que la figura sostenía un objeto con “correas de cuero, como una fusta”, descripción que encaja con la imagen del cetro real que aparece en los denarios de Juba I.

“La propuesta de identificar al personaje que coronaba el edificio como Juba I y la de que su construcción fuese ordenada por su hijo Juba II invitan a considerar la posibilidad de que se trate de un epígono de la tradición de monumentos de la arquitectura real númida del norte de África”, dice el experto. Los monumentos funerarios reales númidas fueron construidos entre mediados del siglo II y el siglo I a. C. Eran edificios turriformes, escalonados y culminados en un remate piramidal. Se erigían en lugares aislados y preeminentes, como fronteras naturales o étnico-políticas, y junto a cursos de agua. Por su ubicación se convertirían en hitos visuales del paisaje. Poseían un carácter funerario y eran levantados por los sucesores de los fallecidos.

El perfil del monumento de Cádiz, según los relatos medievales, coincide plenamente con los del norte de África: con forma de torre, escalonado, rematado en una pirámide, macizo, sin puerta de acceso y con sus piezas unidas por plomo. El historiador Al-Ḥimyarī informó de que tras su destrucción “no se pudo extraer de los escombros más que el plomo que unía las piedras unas a otras y el cobre con que estaba hecha la estatua: era cobre dorado”.

Uno de los aspectos que más directamente conecta el edificio de Cádiz con los monumentos turriformes púnico-númidas africanos es su ubicación. Se supone que debía hallarse en Torregorda, en mitad de la isla del León, en torno a la desembocadura del río Arillo, en un lugar equidistante entre Cádiz y Sancti Petri, al igual que los monumentos númidas africanos, cerca de los cursos de agua, pero en los límites de las ciudades. Entre los aspectos singulares que aporta esta nueva interpretación del monumento, el autor del estudio destaca la explícita celebración de la identidad númida por parte de Juba II a través de la figura de su padre, lo que podría entenderse como un mensaje de complicidad con las poblaciones norteafricanas establecidas de antiguo en el litoral gaditano.