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jueves, 13 de noviembre de 2025

La policía española, pionera en la prevención de la autólisis

 Rastreo en internet. Las 377 muertes evitadas por Virginia, Óscar y su pionero equipo antisuicidios de la Policía Nacional, en El Mundo, por Javier Barbancho, 12 noviembre 2025:

La Policía Nacional cuenta con un grupo único en el mundo que rastrea mensajes en internet de usuarios con voluntad de autolesionarse. Sólo en dos casos no han llegado a tiempo. En uno de ellos la persona que se quitó la vida lo anunció en una publicación programada en una red social. Admiten que "hay casos extremadamente difíciles"

Los inspectores de la Policía Nacional Virginia Pérez y Óscar Amor lideran los dos grupos de la brigada que lucha contra los suicidios en internet en España. En 2018, el cuerpo para el que trabajan los puso al frente de la denominada 'Operación Fin'.

Los inspectores de la Policía Nacional Virginia Pérez y Óscar Amor lideran los dos grupos de la brigada que lucha contra los suicidios en internet en España. En 2018, el cuerpo para el que trabajan los puso al frente de la denominada 'Operación Fin'. 

Durante 2024, en España se registraron 3.846 suicidios. Son datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellos, el 73,9% fueron hombres (3.044). Esa brecha de género se ha ido ampliando desde 1980. La cifra fue un 6,6% menor que la de un año antes (2023), cuando 4.116 personas se quitaron la vida de manera voluntaria en el país.

En total, el año pasado se dieron diez casos (10,53) de autolisis al día, uno cada poco más de dos horas. Cada caso, cada nombre perdido, cada cuerpo apagado, podrían haberse evitado o, al menos, intentado. A ninguna de esas personas la mató una enfermedad incurable o un trágico accidente de tráfico. Cada uno decidió acabar consigo mismo. Las razones que llevan al ser humano a ello aún no han sido descifradas completamente, aunque se conocen varios factores.

Pida ayuda ante la conducta suicida

La mayoría de muertes por suicidio son prevenibles y evitables. No responden nunca a una única causa. Detrás de ese sufrimiento y desesperanza de la conducta suicida se entrelazan factores de tipo psicológico, familiar, social, económicos y/o culturales

Si usted o alguna persona cerca necesita ayuda emocional por ideación suicida llame al 024, si se trata de una emergencia no dude en llamar al 112.

Para combatir ese goteo silencioso de casos de autolisis en España, la Policía Nacional creó en 2018 una brigada que vigila en internet la aparición de mensajes donde los usuarios hablan abiertamente de su voluntad de acabar con su vida, o de la voluntad de terceros de llevarlo a cabo.

La alerta puede llegar de un directo en Tik Tok o en Instagram; de un foro de videojuegos; de un grupo de Whatsapp o de Telegram donde alguien ha sido testigo de un caso y lo quiere remediar, por lo que llama a la Policía...

En ese preciso instante, la velocidad de reacción de los dos grupos que conforman dicha brigada antisuicidios es determinante: hay que rastrear IPs de ordenador y de teléfono, buscar números de móvil, domicilios...

«Cualquier vía de contacto es atendida. Todos los anuncios los atendemos como reales, porque el precio a pagar es muy alto... La vida de una persona está por encima de cualquier otra cosa», explica la inspectora Virginia García, jefa de uno de los dos grupos que forman la brigada. El otro lo capitanea el inspector Óscar Amor.

En total, son 16 agentes trabajando en la denominada Operación Fin, la cual, paradójicamente, nunca concluye. Desde su creación, se han atendido 377 casos. 377 vidas que, sin la actuación policial, podrían haberse acabado.

«Insistimos en que la gente sea cauta a la hora de bromear con esto porque puede que nos movilicemos y lleguemos tarde a otro caso real por una broma, como nos ha sucedido en la última semana», subraya Virginia García.

Ambos policías mencionados encabezan la sección de redes de la Brigada Central de Investigación Tecnológica de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. «Nosotros investigamos todo tipo de delitos en internet. La rama de los suicidios es un apéndice más. Se creó en 2018 por la experiencia acumulada durante años y por una necesidad evidente. Nos dimos cuenta de que, cuando detectábamos un posible caso de una persona que estaba anunciando que iba a quitarse la vida, nuestra reacción no era la más ágil ni la más adecuada. Decidimos crear un protocolo de actuación con el que poder dar respuesta a esa situación», cuenta ahora Óscar Amor.

«Hasta ese momento se estaba trabajando de forma desestructurada y aislada. Nos dimos cuenta de que era necesario agilizar el proceso de atención, tener una serie de pautas a seguir...».

El rastro de las pastillas.

Más de la mitad de las personas que se quitaron la vida en 2023 tenía restos de ansiolíticos en la sangre. Los forenses encontraron ese tipo de sustancias en los cuerpos de los fallecidos durante las autopsias de los cadáveres. Este dato no quiere decir que se suicidaran por medio de la ingesta de pastillas que ayudan a combatir la ansiedad o la depresión, pero sí que las estaban tomando y que tenían acceso a ellas.

Es por ello que el Ministerio de Sanidad trabaja en la implementación del plan de acción para la prevención del suicidio y en otro de desprescripción de benzodiacepinas, de las que España es uno de los mayores consumidores del mundo. En Alemania, por ejemplo, se venden 18 veces menos de estos fármacos por habitante, según los datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.

Dependiendo de la letalidad del método tienen "un margen temporal mayor o menor para dar con ella y actuar", explica Óscar Amor. "En otras ocasiones no sucede así, sino que movilizamos a una patrulla y a la asistencia sanitaria, pero también hemos contactado con un familiar, y cuando se llega a donde está la persona ya se ha conseguido sacarla de ese momento oscuro», comenta. «Nuestra experiencia nos dice que el único elemento en común en todos los casos que tratamos es la desesperanza», añade el agente.

El 8 de abril de 1962, cuando rozaba los 70 años, el torero sevillano Juan Belmonte se quitó la vida. Cuenta el poeta Felipe Benítez Reyes en el prólogo a una biografía del torero, Juan Belmonte, matador de toros, que España se puso de luto y todo el mundo empezó a hacer conjeturas: «¿Hastío del vivir? -se pregunta Benítez Reyes- ¿La frustración ante un enamoramiento tardío? Quién sabe. Tal vez ni él mismo lo supiera. Tal vez nadie busque la muerte por una razón o por una sinrazón en concreto, sino que la muerte acaba imponiéndole la suya: la urgencia ante la nada, el alivio de la nada», afirma el escritor, quien concluye dejando en enigma lo sucedido con aquel torero que había bebido la gloria y se había hecho rico en las plazas", pero que acabó quitándose la vida. «Porque quién sabe lo que pasa por dentro de nadie cuando decide ser nadie».

Cuando la IA alienta al suicidio

El suicidio es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un problema de salud pública que no depende de una sola causa, sino que en él influyen múltiples factores: sociales, culturales, biológicos, psicológicos y ambientales. La persona que se suicida no quiere acabar con su vida, sino con el sufrimiento que padece, coinciden los expertos.

«Mi hija habló con ChatGPT antes de quitarse la vida» / Los padres del adolescente que se quitó la vida en EE UU demandan a ChatGPT por ayudarle a "explorar métodos de suicidio" / Un hombre se suicida después de que una IA le invitara a hacerlo

Todas las frases anteriores en cursiva son titulares de noticias reales en las que se acusa a la inteligencia artificial de motivar conductas suicidas, casos en los que las personas se quitaron la vida tras una conversación con chatbots programados con IA.

Una de ellas fue Adam Raine, estadounidense de 16 años. El adolescente se sentía solo y buscó compañía y respuestas en internet. Durante meses, mantuvo extensas conversaciones personales con ChatGPT. Lo usaba como terapeuta para sus problemas. En abril de 2025, se quitó la vida. En agosto, sus padres denunciaron a la empresa OpenAI por no haber detectado a tiempo las señales de alarma.

«El chatbot ayudó activamente a Adam a explorar métodos de suicidio y este no puso en marcha ningún protocolo de emergencia, ni siquiera cuando el adolescente verbalizó sus intenciones», señaló la familia del joven en la demanda presentada ante el Tribunal Supremo del Estado de California.

En un reportaje de The New York Times posterior al suicidio del chico, se reprodujo la conversación que Adam mantuvo con la IA. Los mensajes intercambiados demostraban que no se había reaccionado a tiempo.

Al plantear este tipo de casos a los policías españoles al frente de la brigada antisuicidios, estos explican que a ellos les llegan alertas de intentos de suicidios de todo el mundo al detectar palabras mediante el uso de determinados algoritmos. Sin embargo, sólo se atienden a las que responden a IPs españolas. Casos como el del estadounidense Adam Raine podrían haberse intentado evitar en España. En ningún otro país del mundo existe una unidad policial dedicada a localizar y auxiliar a personas que manifiestan la voluntad del suicidio a través de redes sociales, de páginas webs o de conversaciones en grupos de apps como Telegram.

Las alertas llegan por distintas vías. Puede ser un usuario que se topa con una publicación alarmante y da el aviso, o directamente las plataformas, que tienen sistemas automatizados para detectar contenidos de riesgo. También a través de la colaboración con organismos internacionales, como Interpol o Europol, cuando los indicios cruzan fronteras.

Hace cinco años, en la Navidad de 2020, una joven belga residente en España compartió en TikTok contenido en el que indicaba su intención de quitarse la vida. La División de Criminalidad Informática de la Policía griega detectó estas publicaciones y activó el protocolo de emergencia. Luego envió la alerta a través de Interpol a la Policía Nacional española. Una vez localizado el domicilio, se alertó a la Policía Local, que acudió en coordinación con servicios sanitarios. La menor fue trasladada al hospital.

«Cuando se trata de extranjeros que están en España de vacaciones o que residen aquí, actuamos de la misma manera. A veces están alojados en pisos turísticos, en zonas de costa... Cada caso es único, por eso era necesario actuar con criterios uniformes que nos fueran conduciendo a la potencial víctima», coinciden los dos agentes que se entrevistan con Crónica.

En dos casos no se pudo hacer nada

En estos siete años de vida, la brigada antisuicidios de la Policía Nacional no llegó a tiempo en dos ocasiones. Sólo dos. Aunque en una era imposible hacerlo: un hombre se suicidó en Valencia, pero lo anunció mediante una publicación programada en una red social, por lo que cuando se activó el protocolo, esa persona ya estaba muerta.

El otro caso fue en Vigo. Ocurrió en 2021. La persona que se mató llevaba una vida errante: en ocasiones vivía en una furgoneta, aunque a veces pasaba por pensiones. Se movilizó a agentes de la comisaría de la ciudad para hablar con taxistas, para mirar registros de tarjetas bancarias... Los agentes llegaron a una pensión vecina a otra donde, finalmente, encontraron el cadáver de ese varón que había despertado las alarmas de la Policía.

«Era un caso extremadamente difícil por el contexto», admite Óscar Amor. «También asumimos que es imposible llegar a todo. Hay personas que ya lo han intentado antes y que hacen todo lo posible para que nadie las encuentre en el momento de quitarse la vida».

Formar en atención personalizada.

En el año 2000, en Hungría se suicidaron 2.463 hombres (52,6 por cada 100.000 habitantes frente a los 12,6 de España) y 806 mujeres (15,9 por cada 100.000). 2O años después, en 2021, la cifra se había reducido a la mitad: la de hombres hasta 1.203, y la de mujeres hasta 358.

¿Qué se había hecho? Durante la primera década del siglo, el número de psiquiatras en Hungría había pasado de 550 a 850, las unidades de psiquiatría en el sistema de salud del país pasaron de 95 a 139, y las líneas telefónicas donde llamar si se tienen pensamientos suicidas aumentaron de 5 a 28. De manera paralela, también se formó al personal sanitario para poder identificar y gestionar estas conductas.

«Nosotros actuamos las 24 horas de los 365 días del año, hemos reducido la burocracia al mínimo para poder ofrecer auxilio urgente a personas en riesgo, pero no somos terapeutas, no tratamos de quitarle la intención suicida a nadie. Nuestra función es identificar, contactar y enviar el servicio de auxilio que requiere la persona», insiste la agente Virginia Pérez.

«Nunca vamos a realizar la función de un psiquiatra, por ejemplo. Ni estamos capacitados ni es nuestra labor. Lo nuestro es detectar un caso de intento de suicidio y luchar contra el reloj para evitarlo», apostilla Óscar Amor.

En España , el suicidio mata a casi tres veces más personas que los accidentes de tráfico, las dos causas más comunes de muerte por causas no naturales. Sin embargo, las campañas para favorecer una conducción responsable al volante son frecuentes. No tanto, en cambio, las de prevención del suicidio. Ahora se trata de corregir esta situación. Sanidad aprobó el 14 de febrero un Plan de Acción para la Prevención del Suicidio. Más allá de la rama sanitaria del proyecto, uno de los pilares en los que se sustentará será en la cooperación entre instituciones públicas, así como policía, bomberos y servicios de emergencias. En este punto, al menos, la Policía Nacional ya va por delante.

lunes, 3 de noviembre de 2025

Entrevista con el astrofísico Gustavo E. Romero

 Gustavo E. Romero, astrofísico: “Puede consolarse pensando en su existencia como una cierta extensión en el espacio-tiempo que siempre va a estar ahí”, en El País, por Raúl Limón, 8 ABR 2025:

El filósofo y físico argentino cree que puede haber algo más básico que lo conocido en la estructura de la materia y repasa aspectos como la muerte, los viajes en el tiempo y la idea de dios

La conjunción de la física cuántica y la filosofía es común y muchos científicos navegan por ambas disciplinas en la búsqueda de una de las respuestas fundamentales de la existencia: qué somos. Gustavo Esteban Romero, nacido en la ciudad de La Plata (Argentina) hace 60 años, profesor de Astrofísica Relativista en la Universidad Nacional de La Plata, Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y director del Instituto Argentino de Radioastronomía, es uno de ellos. Ha pasado por la Universidad de Sevilla invitado por la Facultad de Filosofía, pero su presencia suscitó de inmediato requerimientos de participación en actos de las facultades de Física y Matemáticas, a los que se sumó sin dudarlo y entre los que concedió esta entrevista donde aborda desde los principios cuánticos hasta conceptos de la vida, la muerte, los viajes en el tiempo o la idea de dios.

Pregunta. ¿La física cuántica explica la realidad?

Respuesta. Es una teoría básica que explica la estructura de la materia y la constitución de los sistemas materiales. Hay otras cosas, como por ejemplo el espacio-tiempo, del cual la mecánica cuántica no se ocupa. Tampoco explica todos los fenómenos de la física. A escala humana, los fenómenos cuánticos desaparecen cuando pasamos a escalas donde hay sistemas muy complejos.

P. ¿Sugiere que hay un sustrato más básico, que hay algo más que desconocemos de esta ontología del mundo a la que se refiere?

R. Hay indicios de que pueda existir algo más fundamental que la mecánica cuántica y el espacio-tiempo, que son los dos grandes elementos constitutivos de nuestra ontología actual. La mecánica cuántica, en su extensión más moderna, que es lo que se llama la teoría cuántica de campos, postula que el sustrato básico del universo son 25 campos que dan lugar a los sistemas materiales que, en última instancia, forman las cosas que vemos. Por otro lado, tenemos al espacio-tiempo, que es descrito por la teoría general de la relatividad. Ahora bien, hay ámbitos de la experiencia que la teoría general de la relatividad no cubre. El propio Einstein ya se dio cuenta de que la teoría predice sus límites, hasta dónde se puede aplicar y en qué casos no se puede ya usar.

P. ¿En qué casos?

R. No se puede aplicar para describir lo que sucede en el centro de los agujeros negros o no se puede aplicar para describir lo que sucedió al comienzo de la expansión cósmica. Cuando se trata de aplicar a esos casos, aparecen infinitos que es una forma matemática de decir que la teoría falla. Eso y otras cosas nos sugieren que quizás haya algo más básico que el espacio-tiempo y que los campos cuánticos, algo de lo cual, quizá, pueda emerger lo que hoy llamamos la realidad.

P. Afirma que los sistemas cuánticos no son ni ondas ni partículas. ¿Qué son?

P. Son sistemas que existen en un ámbito que está muy apartado de la experiencia cotidiana, de los conceptos de onda o partículas de la física macroscópica, a escala humana. Hay propiedades de los sistemas macroscópicos, de los sistemas de la vida cotidiana, que parecen no tener los sistemas cuánticos. Por ejemplo: no parecen tener definido al mismo tiempo lo que nosotros llamamos posición y momento, o sea, no tienen definida la posición y la velocidad de forma simultánea. En ciertos límites, los sistemas cuánticos se comportan en forma similar a una onda y en otros en forma parecida a una partícula. Pero sería un error pensar en ellos con esas imágenes mentales clásicas.

P. También afirma que no existe el colapso de la función de onda, la variación abrupta del estado de un sistema después de haber sido medido.

R. La función de onda que aparece en la mecánica cuántica es un concepto matemático que contiene la información relativa al conjunto de las propiedades del sistema, lo que se llama estado. Pero no puede colapsar porque los objetos matemáticos no pueden colapsar: el número cuatro o una raíz cuadrada o una ecuación no pueden colapsar. Los edificios sí o una escalera o una persona, pero no un objeto matemático. Imagine un dado agitado en la mano. Admite seis estados posibles. Cuando lo pongo sobre la mesa, en las condiciones de contorno de la mesa, una de esas seis posibilidades se materializa. Pero la probabilidad no colapsa, lo que pasa es que hay una evolución del sistema del estado donde no estaban todavía fijadas las condiciones de contorno hacia otro dónde lo están: eso significa que ha habido una interacción. El estado se fija, pero la probabilidad sigue siendo la misma. No hay un colapso de la probabilidad.

Todos los sucesos del universo están determinados desde un principio común. Todos los estados fueron definidos por uno del pasado. En otras palabras, hay un determinismo estricto en el universo

P. ¿Todo está determinado?

R. El entrelazamiento cuántico es una de las propiedades más peculiares y extrañas de la mecánica cuántica. Un sistema cuántico está formado por varios componentes y si hago una determinación del estado de un componente, inmediatamente sé el estado del otro. Son correlaciones instantáneas y no se producen por variables ocultas ni por transmisión de información a una velocidad superior a la de la luz. En un lenguaje cotidiano significaría que todos los sucesos del universo están determinados desde un principio común. Todos los estados fueron definidos por uno del pasado. En otras palabras, hay un determinismo estricto en el universo.

P. ¿No existe el libre albedrío?

R. En mi opinión, hay razones filosóficas para pensar que no existe y que, además, no tiene sentido. Si uno mira el contexto cosmológico, todo el universo era en su origen tan compacto que, básicamente, todos los sistemas estaban en conexión causal unos con otros. Los seres humanos obedecen a las leyes naturales de la misma manera que todo lo que existe, todo lo que es natural. Si no hubiese una relación causal entre mis condiciones y mis actos, sería imposible adjudicarme la capacidad de ejercer actos de acuerdo con mi voluntad. Para que un acto sea libre, para que no sea aleatorio y dependa de mí, debo tener el control sobre ese acto y la única manera de hacerlo es que haya una cadena causal estricta. Todo el mundo puede hacer lo que quiere, lo que no podemos es querer lo que queremos. Los experimentos actuales en neurociencia muestran que la toma de decisiones por parte del cerebro, en general, no están mediados por la conciencia. Los sujetos toman las decisiones, de forma inconsciente, antes de ellos mismos ser conscientes de que han tomado la decisión.

El pasado, el presente y el futuro existen y el conjunto de todos los sucesos que conforman el espacio-tiempo es una totalidad autoexistente

P. Entonces, ¿todo está escrito?

R. No diría que está escrito, sino que está determinado, que no es lo mismo. Estaría escrito si pudiésemos leerlo de alguna manera, pero nosotros no tenemos la capacidad de leerlo ni de proyectarlo hacia el futuro porque los procesos que van ocurriendo son extremadamente complejos, no son lineales y no tenemos posibilidad de predecirlos. Usted espera que yo me comporte de una determinada manera, que no me ponga, de repente, a saltar o a cantar reggaetón. Sigo más o menos la trayectoria que predicen mis eventos previos. Pero los sistemas complejos tienen tantas interacciones no lineales con otros sistemas que es muy difícil predecir su comportamiento. Lo vemos con el tiempo atmosférico, que es mucho más simple que un cerebro. Los meteorólogos pueden hacer predicciones probabilistas con una ventana de, a lo sumo, una semana. Pero pretender hacerlo más allá es prácticamente imposible porque pequeñas perturbaciones en las condiciones iniciales se propagan rápidamente y producen enormes cambios en los resultados.

P. ¿Las partículas tampoco son elementos de la materia sino propiedades, no son esas bolitas que imaginamos dando vueltas en torno a un núcleo?

R. La teoría cuántica de campos, que es la mejor corroborada que tenemos hoy sobre la estructura de la realidad, de la materia, postula la existencia de esos 25 campos que mencionábamos y que admiten excitaciones discretas, que son las partículas. Las puede ver en un sistema de referencia y, en otro, desaparecen. Si usted se mueve de forma acelerada, habrá un flujo térmico y determinadas partículas aparecerán en su sistema de referencia. Pero si se mueve en un sistema inercial, con velocidad constante, esas partículas no están. Nada aparece y desaparece de la nada. Lo que sucede es que las partículas son propiedades de los campos y distintos detectores pueden detectarlas o no. Si en un autobús se fija en la persona que está sentada al lado, no se está moviendo. Si mira desde la calle a esa persona, esta se mueve a cierta velocidad: cambia el sistema de referencia y cambian las propiedades. Lo mismo pasa con las partículas. Los campos cuánticos no desaparecen, siguen existiendo. Lo que tiene la realidad ontológica en última instancia es el campo, las excitaciones se pueden percibir o no de acuerdo al sistema en el cual se está.

En última instancia, ¿qué es lo más simple de lo que está compuesta la realidad? Campos cuánticos que, al interactuar, se excitan y forman esto que nosotros llamamos partículas

P. Pero ¿qué somos? Las moléculas están formadas por átomos y estos, a su vez, por partículas

R. Somos algo mucho más complejo que eso, porque la realidad se va organizando en niveles. Usted tiene propiedades que las partículas que lo conforman no tienen. Las partículas tienen carga eléctrica y usted no. Usted puede pensar, caminar y hablar, pero las partículas no, y tampoco las células, que están en un nivel intermedio, ni los tejidos ni los órganos. Hay funcionalidades y una emergencia de nuevas propiedades a medida que uno asciende en la complejidad. Ahora, cuando va hacia abajo, hacia el sustrato hasta donde sabemos ahora —porque yo dejo abierta la puerta a que haya sustratos aún más más elementales—, lo que tenemos son los campos cuánticos. En última instancia, ¿qué es lo más simple de lo que está compuesta la realidad? Campos cuánticos, que, al interactuar, se excitan y forman esto que nosotros llamamos partículas. Las pensamos como si fuesen cosas, pero en realidad son propiedades. Son como las olas de la superficie agitada del mar. Las olas forman remolinos y formas complejas Ahora piense que, en vez de agua, tiene campos y una tormenta de interacciones muy complejas. Usted, yo, el lector, somos esas tormentas.

P. ¿Entonces somos campos cuánticos?

R. Somos más porque, insisto, hay emergencias de propiedades que no debemos subestimar. Piense de nuevo en un torbellino en el agua: tiene un montón de propiedades, vorticidad, temperatura, cosas que no tienen las partículas que forman el agua. Se van perdiendo las propiedades de las partículas y otras emergen.

P. Con la muerte, con la pérdida de esas propiedades, ¿queda un sustrato cuántico?

R. La muerte es un término que se aplica a los sistemas complejos vivientes. Yo no lo aplicaría a un campo. Si vamos hacia el pasado del universo, esos 25 campos, a medida que la temperatura se va incrementando, a medida que las condiciones se van haciendo más extremas, se empiezan a unir unos con otros. Por ejemplo, el campo electromagnético se une con el campo débil y forman el campo electrodébil. Entonces pasamos a tener menos campos hasta conformar un único gran campo cuántico que sigue existiendo sobre el espacio-tiempo. ¿Cómo de ese campo unificado emergen los demás? No lo sabemos.

P. ¿Sobrevivimos en un estado cuántico?

R. Puede consolarse, quizás, pensando en su existencia como una cierta extensión en el espacio-tiempo que siempre va a estar ahí, en el sentido de que ese espacio-tiempo al ser cuatridimensional y no haber una quinta dimensión en la cual todo ese conjunto evolucione, siempre está ahí. Imagine el nacimiento como un borde espacio-tiempo y la muerte como el otro extremo. Sería como la diferencia entre mi cabeza y los pies: distintos aspectos de una entidad extendida en el espacio-tiempo. Muerte y nacimiento son bordes, como lo es mi piel.

Imagine el nacimiento como un borde espaciotemporal y la muerte como el otro extremo. Sería como la diferencia entre mi cabeza y los pies: distintos aspectos de una entidad extendida en el espacio-tiempo. Muerte y nacimiento son bordes, como lo es mi piel

P. ¿Qué es el eternalismo que defiende?

R. Es la idea de que no es solamente el presente es lo que existe, sino que el pasado, el presente y el futuro existen y que el conjunto de todos los sucesos que conforman el espacio-tiempo es una totalidad autoexistente.

P. ¿Podríamos entonces viajar en el tiempo?

R. Digamos que hay soluciones a las ecuaciones de Einstein que hacen posible el viaje en el tiempo. De hecho, no hace falta algo muy sofisticado. Hay un agujero negro en el centro de nuestra galaxia. Si usted arrojase una sonda con una persona muy cerca del horizonte de sucesos y retornase, ese astronauta volvería al futuro, el tiempo transcurrido en la Tierra durante el viaje es mucho más largo que el tiempo experimentado por la persona que viajó. Hay otras soluciones que no sabemos si se dan en el mundo real, como los agujeros de gusano, que conectarían dos regiones del espacio-tiempo muy separadas. Hay trabajos publicados en la literatura científica donde el universo es una misma entidad autoexistente y la causa que genera el comienzo de la expansión, en realidad, está en el futuro. No digo que sea el caso, sino que es concebible. En realidad, no hay un devenir, sino una relación de antes o después de los sucesos

P. ¿Entonces somos eternos?

R. Eterno no significa ilimitado, sino que uno ocupa una región de un espacio-tiempo que abarca la totalidad, todo lo existente. Uno es una subregión de ese espacio-tiempo y esa subregión no cambia respecto a un súpertiempo. Trate de no pensar en tres dimensiones que van cambiando respecto del tiempo, que es el de la cuarta dimensión, sino en un todo que incluye a esa cuarta dimensión. Es un paquete que no puede cambiar y lo que uno puede establecer son relaciones entre los objetos que están ahí adentro, pero la totalidad no puede cambiar porque el tiempo está ahí dentro como una dimensión más. Lo que yo estoy percibiendo ahora es simplemente un momento, lo que está sucediendo ahora es que su cerebro va integrando distintas clases de sucesos que están relacionados causalmente de tal manera que crea esa ilusión de devenir, pero, en realidad, no hay un devenir, sino una relación de antes o después de los sucesos, no hay una aparición y desaparición de los sucesos.

P. ¿Dios existe?

R. Como suele suceder en filosofía, depende de qué es lo que usted entiende por dios. Si se refiere al dios de los teólogos, un ser supremo creador del universo, pero distinto del universo, que es un agente intencional, omnisciente, omnipotente, benevolente, etcétera, creo que los distintos atributos que se le asignan entran en colisión unos con otros, lo cual hace que sea contradictorio y es imposible que se corresponda con una entidad real. Creo que, en general, los agentes supranaturales que violan lo que hemos establecido en las leyes naturales no existen. Es lo que se llama, desde un punto de vista filosófico, naturalismo: que todo lo existente obedece a las leyes naturales. Yo voy un poco más allá y sostengo el materialismo que, además, sostiene que lo único existente son entidades materiales con las cuales es posible tener interacción y que pueden existir en distintos estados. Eso excluye no solo a dios, sino a cosas como fantasmas, entes espirituales o almas.

domingo, 26 de octubre de 2025

Un neurocientífico sufre una experiencia cercana a la muerte y se le caen los palos del sombrajo

 El neurocientífico que vivió una experiencia cercana a la muerte y ahora investiga el más allá: “No hay pruebas de que no exista”, El País, por Daniel Mediavilla, 26 OCT 2025:

Después de haber publicado más de 100 artículos en revistas científicas, Álex Gómez Marín ha vaciado su laboratorio en el que investigaba con animales y ahora colabora con hospitales para estudiar la conciencia humana

Álex Gómez Marín (Barcelona, 44 años) cree en la utilidad de la terapia de constelaciones familiares para superar traumas, en que es posible hablar con parientes muertos a través de un médium o en que hay indicios de que la reencarnación es una realidad. También es doctor en física y ha tenido una carrera científica exitosa, con más de 100 artículos publicados en revistas que van desde la física teórica a la neurobiología, pasando por la cognición y la consciencia humana. Eso le llevó a ser científico titular del CSIC y a dirigir su propio laboratorio, el de Comportamiento de Organismos en el Instituto de Neurociencias de Alicante. Ahora, su laboratorio está vacío y él es el único miembro del equipo; no recibe apenas financiación, y ninguna por las vías habituales.

Gómez Marín nunca tuvo suficiente con las respuestas que le daban los gusanos, las moscas o los ratones con los que trabajaba, ni con las preguntas estrechas y acotadas que suele reclamar la ciencia para obtener resultados fiables. Nunca fue materialista, al menos no del todo, pero una experiencia le hizo abandonar definitivamente ese enfoque científico. En 2021, un sangrado incontrolable en el estómago le llevó hasta el umbral de la muerte. Según el propio científico, más allá, incluso. Desde entonces, quiso transitar por un nuevo camino de conocimiento que atacase las preguntas fundamentales sobre la vida, la muerte y la consciencia que suelen quedar fuera del alcance de la ciencia convencional.

“Estaba en un pozo (un pozo muy parecido a uno que conozco bien). Miré hacia arriba. Vi a tres figuras que me esperaban amorosamente en la luz, esta era amarilla (parecida a la de los animales mitológicos del encuentro interior). El contorno del rostro y cabello de cada una de esas figuras se delineaba a la perfección a contraluz. Sus cabezas configuraban un triángulo perfecto en el círculo de la apertura. Sabía quién era cada uno de ellos; no eran familiares difuntos, sino guías espirituales. No sentí miedo. Me ofrecían una especie de cañas para salir del pozo”. Así cuenta Gómez-Marín su experiencia cercana a la muerte que le cambió la vida en La ciencia del último umbral, un libro que acaba de publicar en el que cuestiona la estrechez de la ciencia que no acepta estos fenómenos como materia de estudio.

En una entrevista en la Casa de Fieras del parque de El Retiro, en Madrid, cuenta que ha cerrado sus investigaciones con animales y ahora trabaja con humanos. “Muchos de estos experimentos no se pueden hacer en laboratorio y colaboramos con hospitales, para poder hacer, por ejemplo, los estudios de testimonios de experiencias cercanas a la muerte”, explica. Ahora, cuenta, hace una investigación todo lo barata que puede, “porque en este país todavía es complicado tener financiación para estudiar la conciencia y, aún más, temas que están en los márgenes”. Y se consuela pensando que “muchas veces, el grueso de la financiación sirve para mantener a tus ratones o tener microscopios, y eso no lo necesitamos”.

Cuando se le plantea soñar, dice que “si tuviera mucho dinero crearía un Instituto para el Estudio de la Conciencia”, porque ahora los científicos interesados en estos temas están “escondidos en distintos institutos. La neurociencia en España tiene un legado de Cajal —muy centrada en anatomía, molecular, en lo minúsculo— y yo estoy en el otro extremo: la conciencia. Un instituto permitiría aglutinar no solo estudios sobre ECM (experiencias cercanas a la muerte) sino muchas otras experiencias marginales y variadas. Hay una historia de estudios parapsicológicos en España —gente que lo hizo bien en sus ratos libres—; si se profesionalizara, podríamos separar la paja del trigo”, plantea.

En su libro, Gómez Marín habla de las personas que creen en la vida más allá de la muerte o en los fenómenos paranormales como una minoría a la que él quiere ayudar a salir del armario. Sin embargo, la realidad es que una gran parte de la población cree en que la muerte no es el final. Él lo reconoce: “Sí, en realidad somos mayoría, pero una mayoría silenciosa que en el colegio o en los medios se encuentra con esta visión de la ciencia ortodoxa materialista. La gente, cuando va a buscar en la ciencia respuestas sobre estos temas, porque ya no los busca en la religión, se ha encontrado con una respuesta un poco despectiva: ¿cómo crees en esto? Y esa gente se ha sentido pequeñita”.

La premisa con la que trabaja Gómez Marín es que, a diferencia de lo que proponen las teorías neurocientíficas más aceptadas sobre la consciencia, como una propiedad emergente que surge del cerebro, donde los procesos neuronales generan nuestros pensamientos o nuestras emociones, este órgano es en realidad una especie de filtro de una conciencia que existe en el universo independientemente del cerebro. Esta hipótesis explicaría, según Gómez Marín, fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte, que suceden cuando no hay actividad cerebral, o algunos experimentos con sustancias psicodélicas, en los que la conciencia se expande cuando la actividad cerebral se reduce.

El investigador barcelonés fue transformado por su viaje al umbral de la muerte, pero asegura que trabaja desde la duda. “Me doy cuenta de que, personalmente, tengo experiencia y un sentimiento que pesa, pero como científico debo mantener la duda metodológica. En mi libro hay partes donde digo “tiene buena pinta” o “hay evidencias que apuntan en esa dirección”, pero no afirmo certezas metafísicas. Algunas hipótesis son muy complicadas y no se desmontan con un solo experimento. No digo que la ciencia demuestre que cuando te mueras irás al cielo. Lo que digo es que durante mucho tiempo, en nombre de la ciencia, se ha dicho que creer en estas experiencias era una locura. Ha habido una especie de dictadura conceptual materialista que ha cerrado el espacio de investigación. Ahora me conformo con que sobre la mesa estén dos opciones: la del cerebro como productor de la conciencia y la del cerebro como permisivo”.

El interés por el más allá es eterno, pero quizá es más novedosa la necesidad de demostrar científicamente que es una realidad. Los éxitos de la ciencia materialista, desde la formulación de la ley de la gravedad a la creación de fármacos contra el cáncer, han convertido a la ciencia en una fuente de autoridad casi irrefutable. La gente ha tenido fe en todo tipo de misterios inverosímiles sin necesidad de comprobarlos, pero ahora también se busca que la ciencia avale lo que desde la experiencia subjetiva se siente como verdadero.

Manuel Sans Segarra, un cirujano catalán jubilado que se ha hecho famoso defendiendo la existencia de una supraconciencia que sobrevive a nuestra muerte, prologa el libro de Gómez Marín. Con su habitual batiburrillo de argumentos en los que recuerda experiencias cercanas a la muerte de sus pacientes, critica que la ciencia se considere el único medio para alcanzar el conocimiento y se apoya en teorías científicas cuánticas a años luz de tener comprobación empírica, Sans Segarra muestra una confianza en el resultado final de este viaje mucho mayor que el de Gómez Marín. Pese a que no existen pruebas de que la supraconciencia sea algo real, quien prologa su libro asegura que ya hay demostración científica.

Algo que está demostrado es que muchas de las personas que experimentan experiencias cercanas a la muerte vuelven transformadas. Menos miedo a la muerte, más conexión con otras personas o con la naturaleza, más esperanza. Además, como el propio Gómez-Marín comenta, la experiencia se vive como algo “hiperreal”, muy distinto de un sueño. Este beneficio es una de las motivaciones de quienes quieren demostrar con nueva ciencia que el fenómeno no es una alucinación y un factor que hace dudar sobre la capacidad de estos científicos para asumir, si es que un experimento así fuese posible, que cuando el cerebro se desintegra no pervive ningún tipo de consciencia. “La ciencia, durante mucho tiempo, ha dado desesperanza. En nombre de la ciencia se decía: ‘Cuando se muera tu abuelito, ya está, no le vas a volver a ver; esto es un hecho científico’. No, queridos, en nombre de la ciencia no se puede decir eso”, dice el investigador, que se lamenta: “Venimos de un desierto de desesperanza”.

En la conversación con Gómez Marín surge un conflicto habitual entre quienes se ciñen a la ciencia materialista y los que creen que hay algo más allá, ya sea el Dios de los cristianos o una supraconciencia ajena a la religión organizada. El científico señala, con razón, los escasos éxitos de la ciencia convencional, la que se ocupa solo de lo medible y trata a los humanos como máquinas complejas, para explicar la consciencia, e, incluso, el rechazo que, desde los tiempos de Galileo, esa ciencia tan exitosa ha tenido hacia la experiencia subjetiva de estar vivo. Sin embargo, ni los agujeros que dejan las teorías cosmológicas supone que tuvo que existir Dios para crearlo todo, ni las carencias de la neurociencia son una prueba de que las experiencias cercanas a la muerte sean una visita real al umbral entre la vida y la muerte.

Espiritismo y visitas a ‘Cuarto Milenio’

La necesidad de esperanza de Gómez Marín, y su aceptación de todo tipo de fenómenos paranormales, abre la puerta a prácticas como el espiritismo. Pese a que la capacidad de los médiums para comunicarse con los muertos ha sido descartada por todo tipo de experimentos, Gómez Marín cree que no hay que cerrarse a la posibilidad de que haya algún médium verdadero. “¿Y si sí?”, pregunta. “Y si hay gente que contacta con espíritus de verdad y una persona que necesita contactar con su familiar difunto, de hecho, contacta, ¿quiénes somos nosotros para decirle que no lo haga? También hay timadores entre los abogados o los periodistas”, remacha.

Gómez Marín alterna visitas a Cuarto Milenio, un programa que mezcla mensajes científicos probados con montajes burdos o teorías conspirativas descabelladas, con publicaciones sobre teoría de la consciencia en una revista de prestigio como Nature Neuroscience. Esta aparente inconsistencia no es distinta de la de grandes figuras que protagonizaron la revolución científica, como Newton o Kepler. El filósofo John Grey afirma que “la ciencia moderna empieza cuando primero vienen la observación y la experimentación, y los resultados se aceptan aunque aquello que muestran parezca imposible”. En su ensayo La comisión para la inmortalización, Grey escribe: “Por paradójico que resulte, el empirismo científico —confiar en la experiencia real y no en principios supuestamente racionales— con mucha frecuencia ha ido acompañado del interés por la magia”. Sin embargo, a falta de que se diseñen nuevos métodos para poner a prueba la naturaleza de la realidad, por ahora, la hipótesis de que el cerebro no produce la realidad, sino que la filtra, parece tan difícil de testar como la teoría de cuerdas.

Carl Sagan hizo célebre una frase que dice que afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. La idea proviene del razonamiento del filósofo David Hume sobre los milagros, incluido en su Investigación sobre el entendimiento humano de 1748. En él, Hume argumentaba que “ningún testimonio es suficiente para establecer un milagro, a menos que el testimonio sea de tal naturaleza que su falsedad fuese aún más milagrosa que el hecho que intenta establecer”. La afirmación del escéptico escocés deja mucho espacio a la subjetividad. Para la audiencia de Sagan, es probable que fuese evidente que las pruebas de los milagros o de la supervivencia de la consciencia no tuviesen nada de extraordinarias. Para un creyente, sin embargo, un pequeño resquicio es suficiente para agarrarse a la existencia de lo sobrenatural.

sábado, 7 de junio de 2025

La lápida de un liberto resentido

 Los difuntos gaditanos romanos hablan desde sus lápidas: un resentido, cuatro magistrados y una mujer de 100 años. Por Jesús A. Cañas, Cádiz -3 jun 2025.

Un hallazgo arqueológico durante unas obras descubre la mayor colección epigráfica de Gades en torno a un posible y desconocido santuario a Isis.

Cinuras vivió y murió en el algún momento ignoto de la segunda mitad del siglo I del Cádiz romano. No se sabe exactamente cuándo ni vivió, por su nombre es posible que fuese un antiguo esclavo, un liberto, que hizo tan buena suerte como para poderse costear un buen enterramiento con lápida. Pero él sí quiso dejar escrito un resquemor para la eternidad: “Ni los más poderosos, ni sus amigos, ni sus seres queridos, le mostró gratitud”. Su epitafio es uno de los 269 epígrafes que han aparecido de una tacada en la excavación arqueológica de una necrópolis gaditana. Así que a Jacobo Vázquez, uno de los artífices del hallazgo, le gusta pensar que, casi dos milenios después, Cinuras ha “conseguido por fin el reconocimiento” que no tuvo en vida.

Junto a ese pobre hombre dolido hasta el rencor, una señora longeva de la que dicen que llegó a los cien años y cuatro poderosos magistrados y sacerdotes que remarcan el peso de Gades en el imperio han emergido hasta 89 gaditanos romanos más —además de decenas de fragmentos incompletos— en el mayor hallazgo arqueológico conocido de epigrafías de ese periodo histórico en la ciudad, un descubrimiento adelantado por el medio local Diario de Cádiz. Sus lápidas estaban dispersas en torno a un edificio o colegio funerario que debía tener tanto peso en el culto local como para que tantas personalidades quisiesen enterrar en torno a él. Vázquez, coordinador de la excavación, y Adrián Santos, director de la misma, trabajan sobre la hipótesis de que pudiese ser un espacio cultual dedicado a la Isis, la diosa de origen egipcia tan popular en puertos como Alejandría, Roma y, puede que ahora también, en Gades. Y no son pocos los indicios que apuntan a su hipótesis de trabajo.

Todo este despliegue de descubrimientos apareció de forma casual en enero de 2022 en unas obras en el solar de un antiguo chalé, La Porteña, ubicado en el barrio residencial de Bahía Blanca, en la zona de extramuros de la ciudad. El ingente material encontrado ha hecho que los arqueólogos sumen ya tres años de trabajos y cinco artículos científicos —cuatro publicados y uno en camino—, amén de lo que aún les queda. En la porción de necrópolis en la que trabajaron apareció “las cronologías son las clásicas que se esperaban por el entorno”, como explica Santos. En total, documentaron 55 enterramientos que abarcan de fosas excavadas en dunas del siglo II antes de Cristo a tumbas del siglo IV de nuestra era, momento en el que se abandona la necrópolis. Todos ellos estaban en torno a un edificio que ahora es el que centra los esfuerzos investigadores de Vázquez y Santos.

En el estrato de las primeras tumbas, los arqueólogos hallaron decenas de terracotas femeninas de uso ritual sobre las que se acabó levantando un edificio en el siglo I de tal extensión que se desplegaban bajo otro solar que ya fue excavado hace más de 30 años y que, entonces, se identificó como una villa. Pero las nuevas investigaciones señalan ahora que la edificación en realidad podría ser un colegio funerario que tenía un espacio de culto con altar, una fosa para fuego ritual y betilos, un santuario dedicado a una deidad femenina como Isis. La identidad de la diosa se plantea como hipótesis gracias al hallazgo de esas primeras terracotas, de cuatro fragmentos de placas votivas que representan unos pies y los restos de una decoración de pinturas murales con aves y juncos, unos motivos relacionados con el río Nilo muy comunes en los cultos a Isis.

Es dentro y en el entorno de ese espacio en el que aparecen las 269 placas de personas que decidieron enterrar en torno a ese colegio funerario. "Es muy significativo porque se puede asociar que se quisieron enterrar en torno a la deidad que veneraban. Sería como quien se quiere enterrar hoy junto a la Macarena. Todo ello pese a que no era una capilla lujosa, pero sí tenía raigambre como para ser un foco cultual", razona Vázquez. Las placas aparecieron desvinculadas de los 55 enterramientos, apiladas, un signo probable de posibles saqueos posteriores. Pero con la singularidad de que no se destruyeron para reaprovecharlas como material de obra. “Son excepcionales por la cantidad que hay y la información epigráfica que dan”, apunta Santos.

En total, de los 500 fragmentos de lápidas, los arqueólogos han identificado esas 269 que contienen textos y, de ellos, 95 con nombres de los finados. Los investigadores resaltan el caso de cuatro magistrados, ediles civiles de la ciudad y sacerdotes. Ponen el foco precisamente en el sacerdote ya que su lápida se refiere que fue el número 43 encargado del culto a Júpiter, un dios “muy antiguo y que remite a Baal”, deidad fenicia, explica Vázquez. Es el primer signo conocido de que la antigua Gades tenía templo a este dios y coloca a la ciudad, de origen fenicio, en una liga destacada de ciudades romanas. “Es un culto muy importante que solo se daba en Roma, Cartago y, ahora, Cádiz”, añade el investigador.

La entidad del hallazgo ha hecho que Santos y Vázquez hayan dedicado un artículo científico a él, al que se suma otro a los pies votivos y otro más a la figura de ese padre resentido al que nadie dio las gracias. "Cinuras, el padre, querido entre los suyos, aquí está enterrado. Que la tierra te sea leve. Este es aquel Cinuras, a quien, habiéndoselo ganado por sus méritos, ni los más poderosos, ni sus amigos, ni sus seres queridos, le mostró gratitud", reza la traducción propuesta en su lápida. El análisis epigráfico y la estratigrafía les ha dado pie a datar la lápida en la segunda mitad del siglo I dC ya determinar que el uso exclusivo del cognomen griego Cinuras (habitual a nombres femeninos, por cierto) le ubican como un antiguo esclavo liberto que debía prosperar en vida como para poderse enterrar en el mismo espacio en el que se inhumaron miembros destacados de la aristocracia local.

Pero, ante todo, el caso de Cinuras es un ejemplo práctico de cómo el estudio de la epigrafía sirve para captar dramas humanos personales y colectivos. Retazos vitales como el de esa romana que supuestamente llegó a los 100 años, una longevidad no confirmada al no estar asociada su lápida a uno de los 55 enterramientos. “Le estamos dando voz a esas personas anónimas de la historia, es muy bonito”, señala orgulloso Santos. "Nos ha dejado el trato que le dieron. La suerte es que su mensaje se ha transmitido", apunta Vázquez a su lado. A ambos aún les quedan pesquisas por delante que, aseguran, deparará más sorpresas que contextualizarán la potencia de Gades en el Imperio Romano. “La investigación no ha terminado, solo ha comenzado y muy probablemente nos sobrepase a nosotros”, Zanja Vázquez.

martes, 25 de febrero de 2025

La simulación virtual de la muerte, usada para relajar la ansiedad.

 David Glowacki, físico: “La idea de vivir 500 años me asusta más que la muerte”, en El País, Daniel Mediavilla, 25 feb 2025:

Un proyecto de la Universidad de Santiago de Compostela utiliza la realidad virtual para recrear experiencias cercanas a la muerte en personas con enfermedades mortales

Alrededor de un 5% de la población ha tenido una experiencia cercana a la muerte. Personas que sufren accidentes, paros cardíacos o cirugías que se complican y finalmente sobreviven suelen recordar momentos en los que caminaban hacia una luz, veían su cuerpo desde fuera o recuerdan a personas que les llamaban desde el más allá. Con mucha frecuencia, la experiencia les cambia la forma de ver la vida y reduce su ansiedad ante la muerte.

Así lo recuerda David Glowacki, investigador del Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela (CITIUS), que hace casi dos décadas tuvo su propio escarceo con la muerte. En 2006, haciendo senderismo, sufrió una caída de 30 metros que le fracturó varias vértebras, la cadera y le provocó una contusión torácica que encharcó sus pulmones. Mientras aguardaba al helicóptero de rescate, notaba cómo con cada respiración se llenaban de sangre y pensó que aquello era el fin.

Hecho trizas, recuerda cómo su consciencia se separó de su cuerpo y cómo su cuerpo se convertía en una luz que aumentaba y disminuía de intensidad al ritmo de su respiración. Sobrevivió y dejó de temerle a la muerte. Ahora, este doctor en física molecular estadounidense ha decidido utilizar la realidad virtual para ayudar a que pacientes en peligro mortal sientan la misma liberación que él sintió. Su proyecto NUMADELIC contará con 900.000 euros en tres años proporcionados por la Tiny Blue Dot Foundation de EE UU para recrear con realidad virtual su experiencia cercana a la muerte, algo que ya ha hecho con éxito con la experiencia de tomar drogas psicodélicas con fines terapéuticos.

Alva Noë, filósofo de la mente: “Ante las preguntas más fundamentales, la ciencia guarda silencio”

Pregunta. ¿Cómo comenzó este proyecto?

Respuesta. Hay muchas investigaciones que muestran que las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte presentan niveles significativamente reducidos de ansiedad y depresión cuando piensan en la muerte. Suelen hablar de una sensación trascendental de paz y aceptación de los ciclos naturales de la existencia y, a menudo, describen la sensación de que, a pesar del fin del cuerpo físico, hay una parte de su conciencia que continuará de alguna manera. Puedes creer que esto es una locura, muchas personas lo creen, pero esta observación sugiere que si tuviéramos una forma de simular una experiencia cercana a la muerte, tal vez eso podría ayudar a reducir el miedo y la ansiedad que las personas sienten en relación con la muerte.

Ha habido varios médicos, psicólogos y psiquiatras que han estado investigando el uso de drogas psicodélicas para simular una experiencia cercana a la muerte. Gran parte de esa investigación ha demostrado que los psicodélicos también ayudan a disminuir el miedo a la muerte y la ansiedad que provoca. Sin embargo, los psicodélicos son complicados porque no son legales en todas partes. Además, si alguien tiene un diagnóstico como el cáncer, a menudo ya está tomando varios medicamentos y no es recomendable añadir más.

P. Parece difícil recrear con realidad virtual algo tan intenso como tener una experiencia cercana a la muerte o tomar hongos alucinógenos

R. En un artículo de 2022 demostramos que es posible recrear los efectos de las drogas psicodélicas en personas mediante experiencias de realidad virtual en grupo, al menos en la forma en que los participantes dicen que recuerdan esa experiencia. Cuando alguien toma una droga psicodélica, se la administran, la ingiere y luego tiene una experiencia. Y después de esa experiencia, le hacen muchas preguntas sobre lo que sintió y luego comparan sus respuestas con otros tipos de experiencias. Cuando hicimos esta investigación con realidad virtual, demostramos que obtuvimos los mismos resultados en esas mediciones que las personas a las que se les administró psilocibina y LSD en un contexto clínico. Nos sorprendió mucho.

Tener esa vivencia con realidad virtual no es lo mismo que tomar setas o ácido, ni tener una experiencia cercana a la muerte. Sin embargo, los efectos en cómo las personas recuerdan y hablan de la experiencia después son casi los mismos. Gran parte del trabajo de nuestro laboratorio se centra en lograr que las personas entren en un estado mental donde sean receptivas a esta nueva forma de percibir.

P. ¿Las creencias personales influyen en el efecto de la terapia?

R. Vamos a estudiar eso como parte de este proyecto, pero lo primero que diría es que, casi con total seguridad, las perspectivas de las personas estarán influenciadas por sus creencias. Sin embargo, hay ideas que comparten muchas tradiciones religiosas, como que hay una realidad física y, al mismo tiempo, una realidad espiritual o energética. Para mí, que hice mi doctorado en física computacional, donde estudié mecánica cuántica, lo que encuentro realmente interesante es que la mecánica cuántica es una teoría que nos dice que los objetos físicos y materiales, tal como los imaginamos, en realidad pueden describirse como ondas energéticas, así que, incluso desde un punto de vista científico, en uno de los modelos más fundamentales de la física, tenemos una descripción de la realidad que abarca estos dos dominios.

Lo que percibimos con nuestros ojos es la realidad material y física. Pero la física trabaja con una realidad energética que es más difusa, más deslocalizada. Cuando hablamos de este trabajo con las personas, no lo presentamos como algo sobre espiritualidad, auras o conceptos esotéricos. Más bien, les decimos: “Mira, independientemente de lo que creas, del sistema de creencias que tengas, el modelo más importante que tenemos en la física teórica nos dice que nuestra esencia es, en realidad, una esencia energética. Pero no la percibimos con nuestros ojos. Para ver ese mundo energético, necesitamos instrumentos muy específicos. Y la física, junto con muchas ramas de la ciencia, nos proporciona esos instrumentos. Pero el hecho de que seamos seres de energía continua, en constante comunicación e interacción con nuestro entorno, es una realidad científica.”

Parte de la efectividad de lo que hemos hecho radica en que hemos adoptado un enfoque que no resulta controvertido para la mayoría de las personas. La mecánica cuántica no es un tema polémico. Simplemente decimos: “Existe una realidad y existe otra realidad, y te vamos a ofrecer una forma de imaginar esa otra realidad.”

P. ¿Esta técnica no podría ser útil para personas sanas, para reducir la ansiedad ante la muerte?

R. Creo que todo el mundo necesita reflexionar sobre estas cosas, no solo quienes tienen un diagnóstico terminal, pero muchas personas, cuando están sanas, no creen que necesiten pensar en ello. Cuando alguien recibe un diagnóstico de cáncer, sabe que tiene que empezar a reflexionar sobre estas cuestiones.

Necesitamos una conversación cultural sobre lo que significa vivir y lo que significa morir. Tenemos todas estas herramientas científicas avanzadas, pero muchas personas no tienen un lenguaje para hablar de la muerte. No tienen buenas maneras de pensar en ella. Vivimos en una cultura que valora la existencia por encima de todo. Tenemos un sistema de salud que intenta mantener a las personas con vida tanto como sea posible y, al mismo tiempo, hace como que la muerte no existe.

Estamos en un punto de nuestra evolución tecnológica en el que nuestros métodos para extender la vida han tenido tanto éxito que casi hemos olvidado la realidad de la muerte. Y necesitamos recordarla de nuevo. Este proyecto es parte de una conversación cultural más amplia.

P. ¿Qué opina de los proyectos transhumanistas, que quieren ampliar la esperanza de vida en siglos o, incluso, hacernos inmortales?

R. La idea de vivir 500 años me asusta más que la muerte, quizá porque tuve esta experiencia cercana a la muerte y fue tan agradable. No tengo sentimientos muy fuertes sobre el transhumanismo, aunque mucha gente en Silicon Valley está obsesionada con vivir durante mucho tiempo.

P. ¿Cree que su experiencia cercana a la muerte fue real o pudo ser solo una alucinación? Porque no hay forma de averiguarlo científicamente.

R. Hay ejemplos de personas que han estado clínicamente muertas durante cinco o diez minutos y han vuelto a la vida, sin señales cerebrales ni cardíacas. Y hay muchas preguntas: ¿son experiencias reales o solo alucinaciones por la falta de oxígeno en el cerebro? Para mí, la experiencia fue bastante real, pero ahora, obviamente, estoy vivo y hablando contigo. Así que, ¿morí? Tal vez por un momento. Pero normalmente pensamos en la muerte como un estado del que no puedes regresar. Así que, si nuestra definición de muerte es la pérdida irreversible de la identidad en una forma reconocible, supongo que no morí, porque las personas aún pueden reconocer mi patrón en esta vida.

Lo interesante para mí, si lo miro desde una perspectiva puramente perceptual, es que las visiones y la fenomenología de mi experiencia tienen mucho en común con las experiencias con drogas psicodélicas y con otras experiencias cercanas a la muerte. Lo que experimenté no es algo que solo me haya sucedido a mí. Muchas personas han pasado por algo similar.

Creo que, si soy práctico, el resultado de esta experiencia es que ahora tengo muy poco miedo a la muerte en mi vida diaria. Podemos debatir si realmente morí o si eso es lo que realmente es la muerte, pero, si el objetivo es reducir la ansiedad y la depresión, ¿a quién le importa? No tengo miedo a la muerte y muchas personas que han tenido esta experiencia ya no le temen a la muerte. Eso es algo positivo. Científicamente, es una pregunta muy interesante, pero desde una perspectiva práctica, si lo que queremos es ayudar a las personas a lidiar con su miedo, es una cuestión irrelevante. Intentemos brindar a las personas la oportunidad de profundizar en esa experiencia. Esa es la lógica detrás de este proyecto.

P. Que haya experiencias comunes no significa que lo que se vea es real o que eso pruebe que hay vida después de la muerte. Para los científicos, es muy difícil evitar esas preguntas. Tal vez algunos dirían lo mismo sobre la religión: fue muy reconfortante para muchas personas, pero la ciencia cuestionó y debilitó, incidiendo en los hechos, muchas creencias que eran útiles para la gente.

R. Hay muchos científicos que quieren explicar la experiencia cercana a la muerte de otra manera. Pero hay algo importante que entender sobre la ciencia. La ciencia trata de explicar fenómenos utilizando otro nivel de análisis. La ciencia es una herramienta para explicar el mundo, y yo soy científico, pero entiendo la ciencia como un método, siempre toma una cosa y lo explica en términos de otra. Y así sigue, capa tras capa, cada vez con niveles más pequeños y detallados de explicación.

Entonces, por supuesto que la ciencia va a intentar explicar una experiencia cercana a la muerte en esos términos. Pero también hay una limitación en la ciencia. Si seguimos descomponiendo y descomponiendo la realidad, en algún momento llegamos a la gran pregunta: ¿de dónde viene todo? Y esa es una pregunta que la ciencia nunca podrá responder, porque la ciencia solo puede estudiar cosas que ocurren una y otra vez, millones de veces. Los experimentos requieren repetibilidad. Pero hasta donde sabemos, la existencia de la conciencia y del universo mismo es un evento único.

Todo el milagro de la existencia está completamente fuera del alcance del método científico. Y debemos entender eso como científicos. Por eso creo que muchas personas dentro de la ciencia quieren desacreditar la religión. Pero la religión y las tradiciones espirituales han intentado responder esa pregunta. Están diciendo: “Bueno, no podemos explicar de dónde vino todo, pero aun así necesitamos saber, necesitamos un sentido de propósito, necesitamos un sentido de ética, necesitamos una forma de comprendernos a nosotros mismos en relación con todo lo demás”. Porque la ciencia no puede darnos esas cosas. Y necesitamos esas cosas para vivir vidas sanas y productivas, y para disfrutar del mundo natural. Necesitamos otras maneras de relacionarnos con la realidad, más allá de ofrecer solo explicaciones mecánicas de causa y efecto.

Es importante reconocer las limitaciones de la ciencia, pero podemos adoptar un enfoque científico para estudiar estas experiencias. Podemos inducir experiencias cercanas a la muerte en personas, observar los resultados, mejorarlos y seguir trabajando con ellas. Pero no estoy seguro de que la ciencia alguna vez pueda decir algo definitivo sobre estas experiencias, simplemente por definición. Porque si alguien muere de verdad, lingüísticamente significa que nunca podrás volver a hablar con esa persona. Así que, ¿cómo podríamos hacer un estudio científico? Es imposible.

Creo que lo que hace que el estudio de la muerte sea tan incómodo para la ciencia es que representa un límite. Es el punto en el que los límites del método científico se encuentran con los misterios de la existencia. La ciencia llega hasta un punto, y el misterio de la existencia comienza justo después. La muerte es uno de esos puntos de intersección. Eso es lo fascinante. Necesitamos ser más filosóficos sobre lo que realmente es la ciencia como método. Me encanta la ciencia, es poderosa, ha mejorado nuestras vidas. Pero tampoco puede resolver absolutamente todos nuestros problemas. Tiene límites y fronteras, y necesitamos otras formas de pensar sobre el mundo que nos ayuden cuando la ciencia llega a esos límites.

miércoles, 19 de febrero de 2025

Un estudio publica el genoma que provoca la inmortalidad de la Medusa Turritopsis

 https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2118763119

El nuevo hallazgo ha desvelado los mecanismos genéticos que permiten a esta especie regenerarse a sí misma de forma infinita. Los misterios sobre la inmortalidad se encuentran hoy un paso más cerca de ser comprendidos. Frenar, o incluso detener, el envejecimiento humano es uno de los desafíos científicos más perseguidos a lo largo de la historia. Ahora, un nuevo estudio de un grupo de investigadores españoles de la Universidad de Oviedo ha dado un paso más hacia la comprensión del rejuvenecimiento celular al lograr descifrar el genoma de la llamada medusa inmortal. La Turritopsis dohrnii es la especie que ha permitido al equipo acercarse a las claves del rejuvenecimiento infinito, que publica la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.

En este nuevo estudio, el uso de herramientas bioinformáticas y de genómica comparativa han permitido a los investigadores identificar genes característicos de la medusa inmortal. Estos genes están asociados con la replicación y la reparación del ADN, el mantenimiento de los telómeros, la renovación de la población de células madre, la comunicación intercelular y la reducción del ambiente celular oxidativo.

lunes, 6 de enero de 2025

Los que van por el mar

 La escena donde el astronauta de Interstelar dice aquello de "unos milímetros de aluminio y detrás está el vacío, nada que no nos mate en unos segundos" recuerda a la cita de esa especie de gato de Schrödinger, el filósofo y uno de los siete sabios de la antigua Grecia, Anacarsis el Escita, donde observa un barco que navega y le pregunta a alguien qué grosor tiene el casco de un barco. Al oír la repuesta de que unos pocos centímetros de madera, el sabio concluye: "Entonces hay tres tipos de personas, las vivas, las muertas, y las que van por el mar, porque alguien cuya vida depende de pocos centímetros de madera no está viva ni muerta". Pero pónganse en el lugar de un griego ignorante: quien por ser viajero como el propio Anacarsis ha vivido cosas (costumbres, hechos, fenómenos, objetos, personas, vidas, animales) extrañas en tierras peligrosas, que al regresar después de muchos años y cambiado cuenta a los que nunca se han movido, de forma que estos no tienen manera de creerlo o no, es que (no) ha estado ni entre los vivos ni entre los muertos. Su rostro, como dice la Epopeya de Gilgamesh, "es el de quien viene de lejos". 

Tiene un paralelo con Band of Brothers, cuando el soldado Blithe, uno que está medio traumatizado / deprimido / paralizado por todo lo que está pasando, habla con Speirs, un superior, quien le dice: "¿Sabe por qué se esconde Vd.? Porque tiene esperanza. Pero cuanto antes asuma que ya estamos todos muertos, mejor".

Y con una película bélica de Raoul Walsh, Objetivo Birmania, con Errol Flynn, en la que uno de los comandos paracaidistas que van a saltar a la jungla le pregunta a Errol qué pasaría si el paracaídas no se abre. Y le contesta: "Serás el primero en llegar." 

lunes, 9 de diciembre de 2024

Jean Cocteau, El gesto de la muerte

 El gesto de la muerte

Jean Cocteau

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

FIN

Un teólogo en la muerte, Swedenborg

 Un teólogo en la muerte, de Jorge Luis Borges.

Minicuento

Manuel Swedenborg

Los ángeles me comunicaron que cuando falleció Melanchton le fue suministrada en el otro mundo una casa ilusoriamente igual a la que había tenido en la tierra. (A casi todos los recién venidos a la eternidad les ocurre lo mismo y por eso creen que no han muerto.) Los objetos domésticos eran iguales: la mesa, el escritorio con sus cajones, la biblioteca. En cuanto Melanchton se despertó en ese domicilio, reanudó sus tareas literarias como si no fuera un cadáver y escribió durante unos días sobre la justificación por la fe. Como era su costumbre, no dijo una palabra sobre la caridad. Los ángeles notaron esa omisión y mandaron personas a interrogarlo. Melanchton les dijo:

-He demostrado irrefutablemente que el alma puede prescindir de la caridad y que para ingresar en el cielo basta la fe.

Esas cosas las decía con soberbia y no sabía que ya estaba muerto y que su lugar no era el cielo. Cuando los ángeles oyeron este discurso, lo abandonaron. A las pocas semanas, los muebles empezaron a afantasmarse hasta ser invisibles, salvo el sillón, la mesa, las hojas de papel y el tintero. Además, las paredes del aposento se mancharon de cal, y el piso, de un barniz amarillo. Su misma ropa ya era mucho más ordinaria. Seguía, sin embargo, escribiendo, pero como persistía en la negación de la caridad, lo trasladaron a un taller subterráneo, donde había otros teólogos como él. Ahí estuvo unos días y empezó a dudar de su tesis y le permitieron volver. Su ropa era de cuero sin curtir, pero trató de imaginarse que lo anterior había sido una mera alucinación y prosiguió elevando la fe y denigrando la caridad. Un atardecer, sintió frío. Entonces recorrió la casa y comprobó que los demás aposentos ya no correspondían a los de su habitación en la tierra. Alguno contenía instrumentos desconocidos; otro se había achicado tanto que era imposible entrar; otro no había cambiado, pero sus ventanas y puertas daban a grandes médanos. La pieza del fondo estaba llena de personas que lo adoraban y que le repetían que ningún teólogo era tan sapiente como él. Esa adoración le agradó, pero como alguna de esas personas no tenía cara y otras parecían muertas, acabó por aborrecerlas y desconfiar. Entonces determinó escribir un elogio de la caridad, pero las páginas escritas hoy aparecían mañana borradas. Eso le aconteció porque las componía sin convicción.

Recibía muchas visitas de gente recién muerta, pero sentía vergüenza de mostrarse en un alojamiento tan sórdido. Para hacerles creer que estaba en el cielo, se arregló con un brujo de los de la pieza del fondo, y este los engañaba con simulacros de esplendor y de serenidad. Apenas las visitas se retiraban reaparecían la pobreza y la cal, y a veces un poco antes.

Las últimas noticias de Melanchton dicen que el brujo y uno de los hombres sin cara lo llevaron hacia los médanos y que ahora es como un sirviente de los demonios.

FIN

lunes, 30 de septiembre de 2024

Actividad del cerebro los últimos 7 minutos de la vida y poco antes, dos artículos

Dos artículos recientes:

I

 Paula Gonçalves, "¿Qué actividad muestra nuestro cerebro en los últimos 7 minutos de nuestra vida?" en Meteored Portugal, 30/08/2024: 

¿Qué actividad muestra nuestro cerebro en los últimos 7 minutos de nuestra vida? Esto dicen unos científicos de Canadá. Según diversas fuentes, incluso después de declarar muerta a una persona, su actividad cerebral sigue activa durante otros 7 minutos. ¿Es esto cierto? Según algunos científicos, los últimos 7 minutos de nuestro cerebro sugieren que la vida pasa realmente ante nuestros ojos.

Según un grupo de profesionales médicos de una unidad de cuidados intensivos en Canadá, la actividad cerebral de un paciente continuó durante siete minutos después de que se apagara su sistema de soporte vital.

Informan que las ondas cerebrales continuaron como si la persona estuviera durmiendo, incluso después de que los médicos la declararan clínicamente muerta. Los investigadores también han descubierto que cada paciente puede tener una experiencia muy diferente con la muerte.

El Dr. Sam Parnia, que ha estudiado la conciencia post mortem y examinado casos de paro cardíaco en Europa y Estados Unidos, dice en un artículo publicado en Science Times que el siguiente paso es descubrir formas de monitorear el cerebro cuando está "cerca de la muerte", mejorar la calidad de la reanimación y prevenir mejor el daño cerebral después de que el corazón se reinicie.

"Me sentí como si estuviera en una gran cueva oscura y vi algo de luz al final. Los profesionales de la salud dicen que es una condición médica hasta que el suministro de sangre deje de llegar a los ojos, usted experimentará este tipo de alucinaciones. Es normal para todos los seres humanos." Relato de un paciente que casi pierde la vida tras pasar un periodo en coma.

Los investigadores también observaron el cerebro durante siete minutos para determinar cuánto oxígeno entra cuando la corteza se "conecta" nuevamente y cómo la experiencia se vincula con el funcionamiento real del cerebro. Después de la muerte, observaron la misma actividad en la corteza cerebral y otras áreas del cuerpo del paciente.

La conciencia de una persona puede funcionar incluso después de que su corazón haya dejado de latir

Según Parnia, las personas que han sobrevivido a un paro cardíaco pueden volver a morir mientras están muertas y son devueltas a la vida. Esto significa que un cadáver puede mantenerse en estado de conciencia, incluso si el cerebro solo funciona durante un corto tiempo. Como resultado, es posible que incluso escuchen al personal médico declararlos muertos.

El hecho de que existan pruebas que sugieran que el fallecido pudo haber sido declarado muerto por sus propios médicos es aún más sorprendente. El estudio muestra que las personas que sobreviven a un paro cardíaco pueden volver a la vida después de morir.

Pero ¿qué pasa en los últimos 7 minutos?

Rajalakshmi Tevar desglosó los últimos siete minutos, sugiriendo lo que sucede en el cerebro en cada minuto. Según ella, el primer minuto es una fase cálida y acogedora, en la que recordamos nuestro nacimiento, el hospital, nuestra madre y nuestro padre. El cerebro registra cada evento que ve.

El segundo minuto está dedicado a algunos de los momentos más felices, recuerdos de la infancia, con amigos y familiares. El tercero está dedicado a los compañeros más cercanos y las experiencias amorosas. Del primero al último amor. Cada uno de los recuerdos, el primer beso, los primeros abrazos.

El cuarto minuto trae de vuelta los momentos solitarios y tristes, cuando la mayoría de las personas involucradas en los primeros tres minutos se van. Nos quedan todos los recuerdos de tristeza cuando nos sentimos completamente solos.

El quinto minuto es supuestamente un flashback de los momentos sorprendentes de la vida de la persona, y el sexto está asociado con el juicio, con todos los recuerdos de la vida. En este punto se cree que una persona se juzga a sí misma, si realmente ha vivido una vida buena o mala, si ha hecho buenas o malas acciones hacia los demás. El individuo juzga su carácter y la forma en que interactuó con las personas en su vida.

El último minuto sigue siendo misterioso, impredecible. Incluso aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte no tienen un recuerdo claro de este minuto, nadie ha podido recordar ningún recuerdo en el último momento.

Sin embargo, cuando los científicos investigaron el cerebro, descubrieron algo fascinante. Todas las sustancias químicas del cerebro, como la dopamina, la melatonina y la serotonina, corrían y creaban energía total. Pero aun así, no podían entender por qué sucedía esto.

Según los investigadores, estos 7 minutos son como volver a vivir nuestra vida entera. Es solo una vida pequeña, y todos lo sentiremos algún día, porque la muerte es inevitable.

II

Mariela de Diego, "¿Qué sucede cuando nos morimos? Lo que la ciencia sabe hasta hoy", en Meteorred Argentina, 4 - IX- 2022:

Todos nos vamos a morir. Y a diferencia de otros seres vivos, nosotros lo sabemos. Es un saber que genera angustia y muchos interrogantes. La ciencia busca respuestas y algunos hallazgos –por suerte- no son tan aterradores cómo pensábamos.

La pregunta por la muerte, por el instante final, preocupa al hombre desde el inicio de sus días y durante miles de años la filosofía, el arte y la religión intentaron responder y representar lo que ocurre en el momento en que pasamos de la vida a la muerte.

Por supuesto, la ciencia moderna también va detrás de esas grandes incógnitas. Hoy sabemos que en general, al momento de morir, todos perdemos los sentidos en el mismo orden: primero dejamos de sentir hambre y sed, luego perdemos la capacidad de hablar y después la visión. Los últimos sentidos en apagarse son la audición y el tacto, por eso muchas personas, aunque parezcan estar inconscientes, aún pueden escuchar y sentir lo que sucede a su alrededor en los últimos momentos.

Al momento de morir, todos perdemos los sentidos en el mismo orden: primero dejamos de sentir hambre y sed, luego perdemos la capacidad de hablar y después la visión.

Pero además, con el avance de la tecnología de imágenes, la investigación científica puede conocer con mucha precisión lo que sucede en el cuerpo y en cerebro en el momento que nos vamos de la vida. Y, sorprendentemente, algunos estudios dan cuenta de que no sería una experiencia aterradora. Más bien todo lo contrario.

La enseñanza de las ratas y la psicodelia

En una investigación de la Universidad de Michigan en 2013, se descubrió que las ratas tienen un aumento de la actividad cerebral luego de experimentar la muerte “física”. Y que las ondas gamma del cerebro se presentan más sincronizadas que en el estado normal de vigilia. De aquí se dedujo que, entre la muerte clínica y la muerte cerebral, las ratas pueden experimentar “algo”. Las siguientes preguntas quedaron planteadas: ¿qué es ese algo?, ¿sucede lo mismo en los humanos?

El neurocientífico Chris Timmerman, del Imperial College de Londres, encabezó una investigación en la que se compararon dos experiencias a primera vista diferentes. La hipótesis fue que puede haber similitudes entre lo que sucede en nuestro cerebro al morir y los efectos en la conciencia inducidos por sustancias psicodélicas, o DMT (Dimetiltriptamina), que provoca efectos alucinógenos.

Para el estudio, se compararon los reportes de personas que estuvieron clínicamente muertas por algunos momentos y luego regresaron a la vida. A esto se le llama “Experiencia Cercana a la Muerte” o NDE por sus siglas en inglés.

Línea Mortal

En la película Línea Mortal un grupo de estudiantes de medicina experimenta con el pasaje de la vida a la muerte.

Por otro lado, a un grupo de voluntarios se le suministró DMT, que produce efectos en las funciones cerebrales como la percepción y la cognición. Durante el experimento se midió su actividad cerebral y cuando regresaron a la realidad, se les pidió que describieran la experiencia usando la misma herramienta de verificación que se usa para evaluar las experiencias cercanas a la muerte.

Y ahora viene lo más interesante, ambas experiencias son idénticas.

Tanto unos como otros, describen el momento como una sensación de paz, un estado de unidad con los otros y con el mundo, un estado de trascendencia en el tiempo y el espacio.

La actividad cerebral detectada en los escáneres también resultó llamativa. El líder de la investigación dijo: "Lo que sabemos ahora es que parece haber un aumento de la actividad eléctrica. Esas ondas gamma parecen ser muy pronunciadas y pueden ser responsables de las experiencias cercanas a la muerte.” Es decir que, de acuerdo a este estudio, la experiencia cercana a la muerte resultaría ser sorprendentemente similar a los efectos de un poderoso alucinógeno.

Las preguntas aún están abiertas, pero la ciencia es obstinada. "Es muy interesante lo que está sucediendo en estos días con los escáneres cerebrales y cómo podemos descifrar lo que está pasando en el cerebro. Hay escaneos que se realizan en personas en los que puedes reproducir, si están viendo una película, qué tipo de película están viendo”, explicó Timmerman.

Si alguna vez la humanidad se preguntó cómo se sentiría volar, o poner un pie en la Luna, es probable que pronto el pasaje de la vida a la muerte también deje de ser un misterio. Ojalá. Así por fin, quizá ya no sea tan angustiante saber que nos iremos.

Los cinco arrepentimientos más comunes antes de morir, según Enrique Rojas

 Los cinco arrepentimientos más comunes antes de morir, según Enrique Rojas

Hablar sobre la muerte suele ser incómodo, pero el psiquiatra Enrique Rojas destaca la importancia de reflexionar sobre los arrepentimientos más comunes que las personas experimentan al final de sus vidas. A lo largo de décadas de trabajo con pacientes en cuidados paliativos, Rojas ha identificado cinco grandes arrepentimientos que, según él, son universales y ofrecen valiosas lecciones sobre el sentido de la vida.

1. Haber trabajado demasiado

Uno de los arrepentimientos más frecuentes es haber dedicado demasiado tiempo al trabajo, sacrificando momentos valiosos con seres queridos o tiempo para uno mismo. Según Rojas, muchas personas llegan a lamentar haber puesto el trabajo como prioridad, dejando de lado la vida personal, lo cual genera una sensación de pérdida irrecuperable.

Este arrepentimiento destaca la importancia de encontrar un equilibrio entre la vida profesional y personal. Vivir inmersos en una rutina de obligaciones laborales puede alejarnos de lo que realmente importa: nuestras relaciones y bienestar emocional.

2. Darle importancia a cosas triviales

El segundo gran arrepentimiento es haber otorgado demasiada importancia a asuntos que, con el tiempo, se revelaron como irrelevantes. Rojas lo llama "justicia de juicio": la habilidad de evaluar con claridad qué merece nuestra preocupación y qué no. Preocuparnos por aspectos triviales, como problemas cotidianos menores, puede apartarnos de lo esencial.

Las personas en el lecho de muerte lamentan haber permitido que esas preocupaciones nublaran su juicio, restando energía a disfrutar de momentos valiosos.

3. No haber disfrutado más de la vida

El tercer arrepentimiento recurrente es no haber disfrutado lo suficiente de la vida. En la vorágine del día a día, es fácil olvidarse de disfrutar los pequeños placeres que hacen la vida significativa. Para muchos, esto incluye no haber viajado más, no haber aprovechado el tiempo con los amigos o no haber hecho lo que realmente les apasionaba.

Este arrepentimiento subraya la necesidad de hacer pausas y permitirnos disfrutar del presente en lugar de vivir constantemente enfocados en lo que "debemos" hacer.

4. No haber sido uno mismo

Otro arrepentimiento común es no haber sido fiel a uno mismo. Muchas personas sienten que vivieron según las expectativas de los demás: familiares, amigos o compañeros de trabajo. No haber seguido sus propios deseos o metas, por temor a ser juzgados o no encajar, es algo que atormenta a muchos en sus últimos días.

Rojas recalca la importancia de ser auténticos y seguir un camino propio, en lugar de uno impuesto por las expectativas ajenas.

5. No haber encontrado respuestas a las grandes preguntas

Finalmente, el último gran arrepentimiento es no haber dedicado tiempo a reflexionar sobre los grandes interrogantes de la vida. Preguntas como el propósito de la vida, el sentido de la existencia o la trascendencia personal, a menudo se relegan durante la juventud y adultez, pero en el ocaso de la vida adquieren una importancia crucial.

La falta de respuestas a estos cuestionamientos puede generar una sensación de vacío. Rojas invita a explorar estos temas a lo largo de la vida, para llegar al final con una mayor paz interior.

Reflexiones finales

La muerte, aunque un tema tabú, ofrece valiosas lecciones sobre cómo debemos vivir. Los arrepentimientos más comunes de las personas en el lecho de muerte nos invitan a revisar nuestras prioridades, equilibrar nuestra vida laboral, disfrutar del presente, ser auténticos y buscar respuestas profundas. Estas reflexiones nos permiten vivir de manera más consciente y plena, evitando que esos arrepentimientos nos acompañen al final del camino

lunes, 26 de febrero de 2024

Nuevo concepto sobre la muerte

Considero que la muerte es un agujero negro, pues "en el fondo" son la misma cosa: los datos de nuestra vida, como los de cualquier cosa, se estiran al llegar al fin del tiempo y quedan almacenados como una estructura holográfica en el horizonte de sucesos.

sábado, 24 de febrero de 2024

Necrosis

Así describen en Quora la muerte los ateos, pero no comparto que no haya otra vida tras la muerte. Como Cervantes, pienso que el ser humano que no tiene esperanza no es un ser humano, es... un muerto andante:

I

Después de tomar mi último aliento, mis neuronas cerebrales se dispararán en una explosión de actividad.

Los científicos no están seguros exactamente por qué, pero lo han visto suceder.

Probablemente alucinaré un poco cuando mi conciencia se desvanezca.

Mi sentido del oído, supuestamente, será el último en desaparecer.

Y luego, la nada.

Todo lo que era "yo" se ha ido y terminó para siempre.

No lo sabré, así como no sabía nada antes de que fuera concebido.

Mi cuerpo se enfriará y comenzará el proceso de descomposición, detenido, probablemente, por refrigeración.

Seré incinerado y mis cenizas esparcidas si se cumplen mis deseos.

Mi familia y amigos sobrevivientes se afligirán, pero dentro de unos 50 años, seré completamente olvidado, como es natural.

El mundo continuará sin mí.

Mis cenizas y fragmentos de huesos serán absorbidos por la tierra.

Se convertirán en flores y árboles.

Mis átomos serán absorbidos en semillas y polen, y alimentaré a las aves e insectos que alimentarán a los pequeños mamíferos.

Seré parte de la cadena interminable de reciclaje de materia que es el universo.

Un día, el sol se expandirá y quemará la vida de este planeta.

El universo mismo terminará.

Mi carbono podría formar parte del próximo Big Bang a medida que el ciclo comience de nuevo.

II

En el momento de la muerte, el cerebro tiene una oleada de actividad ya que su último oxígeno se agota, y luego se oscurece.

Las hormonas que regulan las funciones corporales dejan de ser secretadas por el cerebro, y aunque algunas funciones físicas continúan durante unos minutos, finalmente todas las funciones humanas se detienen y comienza el proceso posterior a la muerte.

En primer lugar, al morir, todos los músculos se relajan.

Se necesita quemar oxígeno para obtener energía para mantenerte tenso, sin O2, sin tensión.

Esto incluye los esfínteres del cuerpo, por lo que la muerte a menudo causa defecación e incontinencia.

Ahora, solo porque el cuerpo está médicamente MUERTO, no significa que todo lo esté.

Algunas células continúan quemando la energía restante, lo que contribuye a lo que sucede después de que morimos.

Sin mencionar los 100 billones de bacterias que viven en nuestros intestinos, en nuestra piel y en otros lugares.

Han estado con nosotros toda nuestra vida ... no hay razón para detenerse ahora.

Algor mortis, o el escalofrío de la muerte, comienza inmediatamente después de la muerte.

En promedio, un cuerpo humano pierde 1.5 grados (.83 C) por hora hasta que alcanza la temperatura ambiente.

Sin un latido cardíaco, la sangre y los fluidos comienzan el proceso de lividez, sucumbiendo a la gravedad y acumulándose en los puntos más bajos del cuerpo.

En las personas de piel clara, la sangre acumulada es visible fuera del cuerpo como un azul violáceo oscuro, ¡y después de dos horas se coagula!

Así es como los especialistas forenses pueden saber si un cuerpo ha sido movido.

Dentro de tres a seis horas, el rigor mortis se establece, tensando los músculos nuevamente.

Después de la muerte, el calcio inunda los músculos y se une con proteínas que controlan la contracción muscular.

Esta unión incontrolada hace que los músculos se tensen durante 24 a 48 horas.

Los ojos se nublarán durante este tiempo, especialmente si se dejan abiertos.

Y una vez que se establece el rigor, se quedan atrapados de esa manera por un tiempo, ¿así que todo ese asunto de cierre en las películas?

Es posible siempre y cuando llegue a ellos rápidamente.

Aunque es posible que no tenga que hacerlo, porque según un estudio publicado en el Indian Journal of Palliative Care, ¡el 63 por ciento de las personas cerró completamente los ojos al morir!

Estás muerto y comienza la descomposición.

Sus células están muertas y comienzan a descomponerse.

En este caso, la muerte celular ocurre debido a la necrosis.

Es desordenado, y sin circulación, el cuerpo no puede limpiar la célula muerta.

A medida que el dióxido de carbono se acumula y el pH de los tejidos aumenta, las células se debilitan y, finalmente, sus membranas se rompen, liberando su interior en el tejido circundante.

Las enzimas en ese fluido causan daños, ampollas y cambios de color, esto continúa por un tiempo ... Al segundo o tercer día se inicia la putrefacción.

El oxígeno ha sido agotado por los microorganismos naturales en nuestros sistemas respiratorio y gastrointestinal, y han comenzado a extenderse a otras secciones del cuerpo.

Por ejemplo: las enzimas en el páncreas hacen que se digiera, y las bacterias intestinales AMAN eso, por lo que también lo comen, lo que le da al abdomen un color verdoso.

El gas comienza a acumularse, forzando a los no digeribles como las heces; fuera del cuerpo.

Esto es cuando el olor es simplemente ... más que horrible.

Lo he olido, no quieres.

Dos productos químicos de aminas orgánicas: la putrescina y la cadaverina se crean durante esta interacción, y finalmente llega a los vasos sanguíneos.

Imagine una carretera post-apocalíptica ... usando eso, llegan al resto del cuerpo y exudan causando un orrible olor a podredumbre.

Finalmente, la necrosis y el trabajo de las bacterias cambian el verdor a púrpura y luego a NEGRO.

El olor hace que más insectos vengan a poner huevos e invadan el cuerpo.

Una mosca voladora puede poner 300 huevos que eclosionarán en un solo día.

¡Sus larvas eclosionarán y comerán tejidos cercanos durante una semana como gusanos antes de transformarse en una mosca!

Durante la próxima semana, los gusanos y las bacterias abren agujeros en el cuerpo, liberando el gas (y el olor) aún más.

¡Estos gusanos pueden consumir el 60 por ciento de un cuerpo en solo una semana!

Pero aún queda mucho por hacer, esta fue solo la primera SEMANA.

A continuación, comienza la fermentación butírica y los órganos y tejidos comienzan a secarse y encerarse, ¡como una momia!

Los tejidos están siendo digeridos lentamente por MÁS bacterias, insectos, protozoos y hongos.

Esta etapa lleva mucho tiempo, tal vez tanto como un año o más en temperaturas moderadas.

Una vez que los líquidos están casi secos, comienza la descomposición.

Los tejidos y órganos blandos se secan y se consumen, pero los huesos, el cabello, el cartílago y los subproductos pegajosos de las etapas anteriores todavía están presentes.

Esto es cuando una variedad de escarabajos y moscas se mueven en cada especie buscando comer parte de lo que queda.

En los años siguientes, las plantas y los animales se comerán el esqueleto y eventualmente ... polvo a polvo.

Se fue para siempre.

III

“Polvo eres y en polvo te convertirás”. Polvo de estrellas somos y en polvo de estrellas nos convertiremos.

No hay consciencia sin un ser vivo consciente. La consciencia es un estado fisiológico de los seres vivos. La consciencia es la capacidad de reconocerse, constatarse propiamente ante el entorno.

No tenemos consciencia de nosotros mismos hasta que nacemos, de hecho ha de pasar algún tiempo desde que nacemos para que tengamos consciencia de nosotros mismos.

Si no hemos tenido consciencia antes de nacer, ¿por qué la vamos a tener después de morir?

Tras haber estado en coma, por un trauma cerebral o cualquier otra lesión cerebral reversible, por ejemplo, durante un paro cardíaco que ha sido reanimado con éxito; nadie tiene consciencia durante ese estado. Nadie recuerda nada, salvo la famosa luz al final del túnel, pero esas visiones también las tenemos durante nuestros sueños, cuando hay actividad cerebral. Nadie que no haya sido reanimado con éxito, nos ha podido contar esa famosa visión de la luz al final del túnel. Nadie ha vuelto a la vida después de la muerte. Nadie nos ha contado nada después de estar efectivamente muerto.

Como soy atea, y a nosotros los ateos va dirigida la pregunta, no tengo por qué hablar de los dioses, ni de las religiones, ni de las ideas religiosas, ni de la vida después de la muerte. Eso queda para los que no son ateos.

Que les hagan a ellos la pregunta: No ateos, ¿qué crees que pasa cuando morimos?

Sin actividad cerebral no hay consciencia. Los donantes de órganos para el trasplante, son personas en estado de muerte cerebral, es decir, que son personas en las que se ha constatado que no tienen actividad cerebral.

Tras morir, nuestros órganos comienzan a descomponerse y a pudrirse. El primer órgano que lo hace es el cerebro, sino no podrían recuperarse otros órganos para el trasplante.

Pocas horas después de la muerte comienzan a ser inviables todos los órganos de nuestro cuerpo. El cerebro sólo puede recuperarse íntegramente, tras un paro cardíaco y una reanimación eficaz, unos treinta minutos después de ocurrido el paro cardíaco, a veces puede resistir algo más, hasta una hora, en casos de hipotermia (temperatura baja).

A veces pueden recuperarse los latidos cardíacos y toda la actividad orgánica, menos la cerebral. Es decir conseguimos recuperar todo el cuerpo menos el cerebro, es lo que se conoce como estado vegetativo. Tras una reanimación cardiopulmonar exitosa puede que sólo tengamos un vegetal. Una maceta.

Si hemos aceptado que sin cerebro no hay consciencia. Que sólo somos una especie más de las que pueblan nuestro planeta Tierra. Que la Tierra es un planeta más de los muchos que hay en nuestro Sistema Solar. Que nuestro Sol es sólo una estrella más entre los millones de estrellas de la Vía Láctea. Que la Vía Láctea es sólo una galaxia más entre los millones de galaxias de nuestro Universo.

Si hemos aceptado que todas las estrellas nacen y mueren. Que cuando muere una estrella se crean todos los átomos, a partir del hidrógeno, átomo que constituye la casi totalidad de la masa de una estrella. Es decir, que cuando las estrellas mueren se crean todos los demás átomos que componen nuestros cuerpos.

Hemos de aceptar que somos polvo de estrellas. Que seguiremos el curso de nuestro Universo, pero sin ser conscientes de nada. Estaremos tan vivos como una piedra, ni siquiera llegaremos al nivel de maceta.

lunes, 12 de febrero de 2024

La muerte material

Curiosidades sobre la muerte física:

Tras la decapitación, la cabeza humana permanece consciente durante unos 20 segundos.

El aire fresco es bueno para el cuerpo muerto, ya que se descompone en el aire dos veces más rápido que en el agua y ocho veces más rápido que enterrado en el suelo.

El cuerpo se descompone sobre todo de dentro afuera. Son las enzimas digestivas las que empiezan el trabajo y descomponen nuestros cuerpos: comienzan tres días después de la muerte.

La muerte trabaja a destajo: aproximadamente 6375 personas mueren cada hora; eso es alrededor de 153.000 personas por día.

Cuando uno nace, llora; cuando muere, el último sentido que se pierde es el sentido del oído: lo último que oímos suele ser el llanto de los demás, si es que hemos merecido la pena.

No se muere de "vejez", sólo de enfermedades de la vejez. Ahora piensa en lo que sucede cuando tratamos de evitar todas las enfermedades; tal vez por eso la naturaleza inventa nuevas enfermedades.

Los hombres sufren una erección con el ahorcamiento. 

En algunos casos las reacciones químicas en los cuerpos desarrollan una cera que puede preservar los restos: por eso se preservaron muchos esqueletos de la Edad de Piedra.

Los científicos forenses pueden determinar el momento de la muerte observando la estadística y evolución cronológica de los "bichos" dentro del cadáver.

Las uñas no crecen más después de la muerte, aunque sí nos lo parece, porque la piel de las uñas se encoge.

Más de 7.000 personas al año mueren a causa de la mala letra de los médicos. Esto conduce a confusión de medicamentos o sobredosis. Es bueno que las recetas se impriman hoy.

Las personas zurdas mueren unos 3 años antes que las personas diestras. Nadie sabe por qué.

martes, 19 de septiembre de 2023

Entrevista al Dr. Raymond J. Moody sobre la muerte

Entrevista de Sara Vazquez a Raymond J. Moody, "Psiquiatra, filósofo, médico y especialista en experiencias cercanas a la muerte", La Opinión de A Coruña, 2- XI-2011:

Raymond Moody: "Pitágoras aseguraba recordar ocho de sus vidas pasadas". "Cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad y esta realidad que ahora conocemos, en comparación con la otra, les parece el sueño"

 -¿Cómo cambian las personas al vivir experiencias cercanas a la muerte?

-La gente siente que el propósito original, primigenio, de la vida es aprender a amar. También se convencen de que lo que llamamos muerte es una transición hacia otra realidad.

-¿En todos los casos que ha estudiado la gente regresa de una muerte clínica con recuerdos así o no todos viven estas sensaciones?

-Algunos se acuerdan y otros no. Es curioso que no sabemos por qué hay gente que se acuerda y otra que no. No tiene nada que ver con la edad del paciente, porque gente muy joven y gente muy mayor tiene esas experiencias; tampoco con una enfermedad o herida concreta que les lleve a ese estado; tampoco si eran religiosos o no. Después de muchos años de investigación por muchos doctores en todo el mundo, todavía no hemos sido capaces de identificar por qué algunos sí tienen estas experiencias y otros no.

-¿Las sensaciones y visiones están condicionadas por factores culturales o religiosos?

-Eso es lo que uno piensa de forma abstracta, pero en realidad parece que no. Hay gente que experimenta estos fenómenos en China, Japón, África, en toda Europa y Norteamérica. Y allá donde voy, la narración que hacen es la misma. En todas las culturas dicen que les resulta muy difícil explicarlo con palabras, así que toman prestada terminología de su propia cultura, de su propia religión. Aun así, dicen que lo que narran no es adecuado. Incluso gente con muchos estudios dice que todo es más de lo que se puede explicar con palabras.

-Entonces, ¿no toda la gente que experimenta esto es religiosa?

-No. Tenemos muchos, muchos, muchísimos pacientes que antes de tener esta experiencia no tenían ningún tipo de creencia religiosa.

-¿Y después, sí?

-Sí. Después, la gente vuelve con la convicción de que la vida existe después de la muerte. Aquellos que antes de esta experiencia eran religiosos dicen que han aprendido que no hay ninguna religión particular que tenga ningún monopolio al respecto. Que después de esto sienten que la denominación religiosa o una ideología concreta no tiene ninguna importancia.

-¿Usted es religioso?

-No, no per se. Yo no nací en una familia religiosa, pero a pesar de eso, a lo largo de mi vida, he llegado a aceptar que existe un dios, pero no por creencias religiosas, sino llamémosle una maduración personal de mi proceso de crecimiento. Pero para mí la noción de dios no se conecta con ninguna religión en concreto.

-¿Qué similitudes hay entre estas experiencias y soñar?

-Un montón. De hecho, como todos sabemos, cuando la gente se despierta por la mañana y vuelve a la consciencia, sienten que están volviendo a la realidad. En contraste, los sueños parecen muy poco reales e incoherentes. Pero, cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad. Desde su punto de vista, esta realidad que ahora conocemos en comparación con la otra les parece el sueño. Dicen que el estado de consciencia en el que se entra parece hiperreal en comparación con este. Más real y más coherente que la realidad diaria de nuestro estado de vigilia. En Occidente, Platón ya habló de esto. Decía que el mundo de después de la vida es más real que el mundo real; que, después de esa experiencia, esto parece irreal comparado con aquello.

-Usted creó un instituto para estudiar el contacto con muertos mediante cristalomancia.

-Plutarco o Heródoto los describen en su obra, y Sócrates y muchos de los filósofos antiguos se supone que trabajaban en estos oráculos. Los científicos pensábamos que era o leyenda o fraude. Pero en los años 70, encontraron e hicieron excavaciones en el más famoso de los oráculos y con base en los hallazgos arqueológicos y a antiguos documentos griegos, yo fui capaz de recrear la estructura de cómo funcionaba aquello. Pedí a mis alumnos de Psiquiatría que se graduaban y a mis colegas médicos que participasen en el experimento. Y descubrimos que la gente tenía experiencias vívidas tridimensionales y casi apariciones vivas de los muertos.

-¿No puede ser autosugestión o imaginación?

-¿Qué es imaginación? Para mi gran sorpresa, la gente que tiene esta experiencia lo narra como un suceso real. Esto no prueba que lo sea, pero es bastante sorprendente que así es como la gente lo siente. Aunque las preguntas de si es real o es imaginación probablemente están más allá de la determinación real de la lógica.

-Conoce a gente que afirma haber vivido otras vidas.

-Sí. De nuevo tengo que remontarme a la Filosofía antigua. Pitágoras y Platón eran reencarnacionistas. Pitágoras afirmaba recordar ocho de sus vidas pasadas. Yo creo que es un mito que la reencarnación viene importada de las culturas orientales; lleva en la cultura occidental desde los primeros tiempos. Muchos de los grandes filósofos, incluyendo al gran escéptico, David Hume, en el siglo XVIII, dicen que la única posibilidad coherente de que exista la vida después de la muerte era la posibilidad de volver a nacer en otro cuerpo. Pero por supuesto hay otras teorías.

-¿Es posible diferenciar a un médium de un impostor?

-La gente debe tener mucho cuidado. Sí, hay técnicas de mentalistas que pueden convencerte de que saben cosas de ti que no pueden saber. Pero aparte de trucos, creo que hay individuos que parecen tener un talento extraordinario. De hecho, sabemos que hay niños que nacen con este talento, que afirman hablar con espíritus y ver ángeles. Y para los padres son niños felices, totalmente normales psicológicamente.

-¿Existen los ángeles?

-No tengo ni idea.

-Pero sí hay gente a la que usted da credibilidad que dice haberlos visto. Y a fantasmas.

-Sí. Y muchos estudios médicos han mostrado que un porcentaje alto de gente que ha perdido a un ser querido ha tenido apariciones de sus seres queridos. Y en Psiquiatría esto lo vemos totalmente normal, es parte de un ser humano y algo que nos conecta con la antigüedad. Y solo resulta chocante que la gente aún considera esto algo muy personal y de lo que no se habla abiertamente por si les juzgan mal.