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sábado, 7 de diciembre de 2024

Entrevista al dialectólogo Ángel López García-Molins

 Salvador López Arnal, "Las lenguas de España", en El Viejo Topo núm. 409, febrero 2022

Catedrático emérito de Lingüística en la Universidad de Valencia, entre las obras de Ángel López García-Molins cabe citar El rumor de los desarraigados (1985, Premio Anagrama) y El sueño hispano ante la encrucijada del racismo contemporáneo (1991). Centramos nuestra conversación en su libro Repensar España desde sus lenguas (2020).

—¿Cuántas lenguas tiene España?

—Ya se sabe que en esto de las lenguas pasa como con los colores: hay una serie de colores básicos, pero si uno se empeña aparecen, como setas, muchos más. Los pintores o los diseñadores de moda no hablan simplemente de rojo, abundan los matices como granate, coral, carmín, cereza, púrpura, bermellón, frambuesa, etc. Pues con las lenguas pasa lo mismo: hay gente que se empeña en diferenciar el rumano del moldavo como la hay que quiere distinguir el valenciano del catalán o el andaluz del castellano. Los lingüistas nos echamos las manos a la cabeza, pero los intereses políticos que animan estas divisiones infinitas nos suelen dejar al margen. Si uno se empeña, siempre podrá ver dos lenguas donde solo existe una sin más que alzar la bandera de algunos referentes que se designan con una palabra distinta: ¿no ve que nosotros decimos espill y ellos, mirall? Pues bien, técnicamente en España solo hay cuatro lenguas viables: español, catalán, gallego y vasco.

—¿Viables?

—Viables significa, en los términos establecidos por Heinz Kloss (1904-1987), que o bien están suficientemente diferenciadas (Abstandssprachen) o bien están suficientemente elaboradas (Abbausprachen) o ambas cosas. Estas lenguas son el fundamento de las cuatro instancias políticas que hicieron España y que aparecen claramente reflejadas en su escudo: el reino de Castilla, la Corona de Aragón, el reino de León y el reino de Navarra.

—Recoge en su ensayo una cita de La hispanibundia. Retrato español de familia, de Mauricio Wiesenthal. ¿Qué es eso de la hispanibundia?

—Es un neologismo afortunado de Wiesenthal que me he apresurado a adoptar. Está formado sobre el sufijo abundancial –bundo y su cualitativo –bundia, que aparecen en palabras como nauseabundo, errabundo, meditabundo/meditabundia, tremebundo, vagabundo, moribundo/moribundia, gemebundo.

Un hispanibundo es un hispano que muestra su condición en exceso y lo que la palabra hispanibundia viene a significar es que los ciudadanos españoles estamos dándole vueltas siempre a nuestra condición hispana, ya sea para exaltarla, para lamentarla o para rechazarla. La anécdota atribuida a Bismarck, quien se supone decía que España era el país más fuerte del mundo porque llevaba siglos intentando destruirse y no lo había conseguido, probablemente es falsa, pero da en el clavo. Como dirían los italianos: se non è vero, è ben trovato.

—Abre el capítulo “Un país peculiar” con una pregunta: ¿Es España un país diferente? Su respuesta: “Pero, aunque culturalmente España difiere apenas de los demás países europeos, hay un asunto en el que ciertamente es diferente y es la cuestión de las lenguas”. ¿En dónde radica exactamente nuestra diferencia? ¿No hay también muchos otros países con varias lenguas?

—Desde luego. En todos los países de Europa, salvo Portugal e Islandia, se hablan varias lenguas. En Europa la media anda por cuatro lenguas y pico, pero en los otros continentes son muchas más. En Australia, en México o en la India pasan de cien. La diferencia estriba en que solo en España sucede que sus lenguas son constitutivas del imaginario nacional. Esta es nuestra especificidad, y cuanto antes adecuemos la cultura y la vida en común a este hecho singular mucho mejor. Pero un país tetralingüe no son cuatro países, como una interpretación simplista suele creer. Una taza de café con leche no se puede descomponer en una tacita de café y otra de leche, es otra cosa.

—¿Y qué significa que las cuatro lenguas españolas sean constitutivas del imaginario nacional? ¿Qué imaginario es ese? ¿No ocurre así en el caso de Francia, por ejemplo?

—No lo creo. En Francia se hablan más lenguas que en España: aparte del francés y del occitano (que podríamos comparar con el español y el gallego), tienen el catalán y el vasco, pero a ellas hay que añadir el alemán, el corso y el bretón. Francia es el ejemplo prototípico de centralismo político y cultural: remedando una frase del catecismo de mi niñez, se podría decir que en el país vecino fuera de la lengua francesa no hay salvación. No es ni por asomo la situación española: la vitalidad del catalán es un caso único en Europa para una lengua que no tiene reconocimiento estatal y la del vasco, prácticamente renacido de sus cenizas, lo mismo. En cuanto al gallego, su consideración internacional, como codialecto del portugués y origen del mismo, es evidente.

El imaginario al que me refiero no está elaborado políticamente, hay que construirlo: a mi modo de ver, España debería ser a todos los efectos el país de las cuatro lenguas.

 —Le cito: “Tratar al idioma español –y lo que es peor, a los hispanohablantes nativos– como si fueran invasores representa una tergiversación de la verdad histórica que se trata de legitimar a base de narraciones falsas del pasado y de mapas inventados”. Sin embargo, en algunas comunidades, en Cataluña por ejemplo, el éxito de esa tergiversación es amplio, generalizado, conocido y sufrido. ¿De dónde la fuerza de esas narraciones sesgadas del pasado?

—Tenemos datos históricos abundantes e irrebatibles que demuestran que el español se viene usando como lengua vehicular en el centro de la península ibérica desde la alta edad media y en sus costas (Cataluña, Galicia, Vascongadas, Valencia, incluso Portugal) desde el siglo XVI. Las lenguas vehiculares no se sustentan en ninguna invasión, resultan de una necesidad pragmática. Por eso, donde más intenso ha sido el papel vehicular del español fue a lo largo del camino de Santiago, que nació durante el medioevo, y en las zonas más industrializadas, Cataluña, Valencia y País Vasco, durante los siglos XIX y XX. Esto no quita para que desde el siglo XVIII, con ocasión del cambio de dinastía, se haya querido imponer coercitivamente el español a los hablantes de otras lenguas. Pero si no hubiese sido así, habría dado igual. Los habitantes de la península tienden a reforzar sus lazos de cohesión y esto comunicativamente se ha manifestado en una lengua común.

—¿Lengua común peninsular? ¿Incluye también Portugal?

—Obviamente no. En el siglo XVI el español todavía se sentía en Portugal como una lengua vehicular: sus mejores escritores lo usaban en alguna de sus obras (Gil Vicente, Sá de Miranda o Camoens, por ejemplo: la tendencia continúa modernamente con Pessoa o Saramago), pero desde la ruptura de 1640 ha habido un proceso de distanciamiento consciente. Paradójicamente no alcanzó a Brasil. Hoy día el español y el portugués (en su modalidad brasileira) se sienten en toda Latinoamérica como variedades cercanas e intercambiables, pero no así en Europa. No estoy abogando por volver a la situación del siglo XVI. Aunque personalmente soy iberista (es decir, partidario del acercamiento de España y Portugal), en el momento actual el español es la lengua común en España, pero no en Portugal. Otra cosa es que, por razones fonéticas, los portugueses europeos comprendan mejor el español que a la inversa (es lo que a nosotros nos pasa con el italiano). Si algún día España y Portugal llegan a formar algún tipo de asociación estatal, por ejemplo confederal, habría que articularla sobre la base de la intercomprensión lingüística, que, por otro lado, es el panorama ideal al que deberíamos tender en España en relación con los romances catalán y gallego. Entender la lengua del otro no es una fruslería, representa la mitad de la comunicación.

 —¿Por qué da usted tanta importancia a los mapas? Llega a afirmar que “toda la tragedia de dos guerras mundiales está contenida en los mapas que se imprimían en varios estados europeos antes de la conflagración”.

—Los mapas físicos representan la realidad; los políticos, su caricatura. En los primeros se pinta el mar de azul y la tierra de ocre: es exacto, los peces se ahogarían en la tierra y los conejos en el mar. Pero en los mapas políticos la necesidad de representar una gran complejidad en solo dos dimensiones tergiversa los hechos reemplazándolos por los deseos de quien encarga el mapa. Vemos el mapa de España y parece que la mancha uniforme de color representa un mismo clima, una sola lengua, una única religión… Oiga, ¿pero el catalán no traspasa la frontera de los Pirineos y llega a Perpinyà? Oiga, ¿pero el islamismo no está muy vivo en lugares como Granada o como Vic? Oiga, ¿pero de verdad que en Galicia siempre está lloviendo y que en Benasque alcanzan los 20 grados bajo cero en invierno? Esta manipulación de los mapas, casi siempre interesada, ha provocado innumerables guerras. Por ejemplo, en el siglo XIX se imprimían mapas de la grossdeutsche Lösung (Gran Alemania) y de la kleindeutsche Lösung (pequeña Alemania), la primera con Austria y la segunda sin ella. No hay duda de que la anexión de Austria por Hitler fue la materialización de un mapa imaginario. Algo parecido puede decirse del mapa imaginario del destino manifiesto (Manifest Destiny) promovido por John L. O’Sullivan en 1845 y que justificaba la anexión por EE. UU. de todos los territorios de América del norte comprendidos entre el Atlántico y el Pacífico y su posterior intervencionismo imperialista en Latinoamérica.

 —Castellano, español, ¿son términos sinónimos para usted? ¿Qué término deberíamos usar si queremos hablar con precisión y sin ofender a nadie? Usted nos advierte sobre la reducción del idioma español a la lengua castellana.

—El castellano es uno de los dialectos históricos del español, la koiné vehicular que surge a lo largo del camino de Santiago simultáneamente en Navarra, Aragón, Castilla y León durante la edad media. El origen de la sinécdoque (la parte por el todo) estriba en que fue un gran rey castellano, Alfonso X, el primero que impuso una normativa a dicho idioma y logró que la adoptaran sus vecinos.

 —¿Y cuáles serían los otros dialectos históricos del español?

—El astur-leonés y el navarro-aragonés, en el norte, y el extremeño y el murciano, que los continúan, en el sur. Como derivados directos del castellano tenemos el andaluz y el canario.

 —¿Se puede afirmar, como en ocasiones se afirma, que el español ha sido impuesto siempre de forma coactiva a todos los ciudadanos de las comunidades bilingües como Cataluña, Galicia, Euskadi, Valencia o les Illes?

—En absoluto. El español nunca se ha impuesto coactivamente, el castellano sí. El español es una lengua vehicular, que fue adoptada por personas de lengua materna diferente (primero vasca; luego francesa, gascona, italiana o alemana; más tarde catalana o gallega) por razones estrictamente prácticas y sin renunciar a su idioma materno. La imposición del castellano va ligada al estado moderno, a la regulación de la justicia, de la educación o de la administración y naturalmente adopta la normativa que dicho estado adoptó en el siglo XVIII, de manera paralela a lo que estaba sucediendo en Francia y en Gran Bretaña.

 —En las páginas 37-38 cita usted el Manifest pel català com a única llengua oficial del grupo Koiné. Habla luego de inexactitudes. ¿Cuáles serían las más importantes en ese Manifiesto donde habla de colonizadores lingüísticos?

—La referencia que hago es más que una cita, casi reproduce íntegramente dicho manifiesto.

—Tiene razón, disculpe.

—La razón es que me interesaba dar a conocer a muchos hispanohablantes, que no conocen bien la profundidad del malestar cultural catalán, las razones que se aducen. Tengo que decir que algunas las comparto, otras las comprendo y unas pocas no me convencen. Es a estas a las que Vd. se refiere y mi disenso tiene que ver, sobre todo, con el concepto de colonizadores lingüísticos. Los hispanohablantes que entraron masivamente en Cataluña durante el siglo XX fueron inmigrantes que venían a labrarse una vida mejor y que con su esfuerzo convirtieron a Cataluña en una comunidad mucho más próspera de lo que era. Hoy por hoy representan la mitad de la población: ¿De verdad es viable Cataluña como comunidad política –no entro en si debe ser independiente o no– en la que se ningunea sistemáticamente a la mitad de su población?

 —Fuerzas nacionalistas catalanas parecen (o sin el ‘parecen’) creer que sí, que es viable. De hecho, según los críticos, llevan haciéndolo desde hace más de cuatro décadas.

—También los espartanos creían que podrían tener a los ilotas trabajando eternamente para ellos sin que se les respetasen sus derechos. Pero se rebelaron y Tucídides nos cuenta lo que fue de Esparta.

 —Sostiene usted también que es un error hablar de España como un país multilingüe, que sería mejor usar el término plurilingüe. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué es preferible la segunda opción?

—Multilingüe quiere decir que coexisten varias lenguas (el ejemplo prototípico sería Suiza), plurilingüe que el país se concibe a sí mismo y ante el mundo como un lugar que sería impensable sin la convivencia de varias lenguas. La razón de preferir la segunda opción es que la historia de España es diferente de la de Suiza; España no es un agregado de cantones que hoy siguen siendo monolingües, sino la suma de cuatro reinos bilingües porque uno de los idiomas es vehicular. En Suiza hay cantones que solo hablan alemán y cantones que solo hablan francés: si Luzern y Neuchâtel se separasen, no pasaría nada. Incluso hay ciudades, como Freiburg, en las que el río separa rígidamente a una comunidad de la otra. En España no existe nada parecido: una conformación política basada en la lengua materna de la gente conduciría a una balcanización salvaje y se saldaría inevitablemente con una guerra.

 —Finaliza el capítulo de “Malvados invasores” con estas palabras: “Evidentemente los inmigrantes y sus descendientes tenían poca importancia en comparación con todos los negocios que se estaban montando gracias al buen entendimiento de los conservadores de uno y otro lado del Ebro”. Pero, añade, “tampoco la izquierda estuvo por la labor de atenerse a los hechos y a la verdad: se ve que el materialismo histórico, en España, no es una ideología que interpreta la historia en clave material, sino la historia que se han montado para resolver los problemas echándole cuento a la vida. Así nos va”. ¿Por qué la izquierda no fue capaz de atenerse a los hechos y a la verdad, dos atributos muy importantes de los que suele hacer ostentación? También escribe usted, más adelante: “Haciendo oídos sordos a la realidad, se ha practicado una anormalísima política de sedicente ‘normalización lingüística’, conducente a borrar el español de Cataluña. Y, sorprendentemente, la izquierda española, de manera casi unánime, se ha unido al coro de este vergonzoso lingüicidio que pretende aplastar la comunidad hispanohablante”.

—Pues sí. La izquierda, que históricamente ha sido contraria a la imposición de unos sobre otros y ha defendido consecuentemente a los marginados, desde los obreros hasta las mujeres, siempre tuvo dificultades teóricas con la cuestión nacional, según revelan numerosos textos y ejemplifica la polémica que mantuvieron Rosa Luxemburgo y Lenin. Evidentemente, apoyar procesos de liberación nacional, como el de la URSS o el de China, resulta obvio desde una postura marxista. El problema es qué postura adoptar cuando las naciones que se quieren autodeterminar se prefiguran como estados capitalistas a base de machacar a sus minorías (y hasta a sus mayorías) proletarias. Es sintomático que la facción de la izquierda catalana que ha apoyado y apoya entusiásticamente al nacionalismo radical pertenezca a la misma clase social privilegiada que los líderes de este último. Vienen a ser los mismos perros con distintos collares.

 —Retomo un hilo anterior. ¿A qué llama koiné peninsular? ¿Cómo surgió? ¿Cuál ha sido su papel?

—Llamo koiné peninsular a la variedad romance que surgió en los reinos norteños de la península ibérica a lo largo del camino de Santiago. Se trataba de un romance originariamente vehicular, es decir, creado con finalidad práctica por gentes que podían tener lenguas maternas muy alejadas del latín. Esta variedad no se concibió como nacional, es decir, no representaba a unos frente a otros, sino que se limitaba a facilitar la comunicación. Las comparaciones son odiosas, pero a mí me recuerda al suajili, que es una lengua vehicular de base bantú que utiliza mucha gente como materna en Tanzania y Kenia, y como vehicular en Uganda, Zambia, Mozambique, Somalia, Congo, Burundi, Malawi, Ruanda, etc. Esta lengua es un bantú extraño porque ha perdido los tonos, lo que sin duda facilita su aprendizaje, y ha acabado por tener un sistema fonético muy simple. Ello recuerda de cerca al español, cuyos sonidos vocálicos tienen menos grados de abertura que los de sus hermanos catalanes, franceses, portugueses e italianos. También son más sencillas las consonantes del suahili dentro del grupo bantú, como lo eran las del español medieval en el sistema románico de las sibilantes (pero no así las del castellano, que en la edad media recordaba al catalán y al portugués).

 —¿Cuál sería el uso adecuado de la expresión “lengua propia”? ¿Qué tipo de entidades tienen, hablando propiamente, lengua propia? ¿Los países o los ciudadanos?

—El adjetivo propio en lengua propia no debería significar nada diferente de lo que significa en casa propia, es decir, la mía. Cuando discuto con un amigo y le digo ¿cómo te atreves a insultarme en mi propia casa?, resulta evidente que estamos en mi casa y no en la suya. Pero las casas en sí mismas no son propias, se las apropia alguien cuando pasan a ser de su propiedad. Las lenguas tampoco son propias, son los individuos los que las tienen como propias o no. Y de la misma manera que uno puede tener varias casas propias, puede tener varias lenguas propias. Por ejemplo, yo mismo como ciudadano de la Comunidad Valenciana, tengo el español y el catalán como lenguas propias. Como lenguas maternas, en cambio, tengo el español y el alemán porque son las que hablaba mi madre, que nació en Múnich. Además, hay lenguas que no son propias, pero que usamos por necesidad, según sucede con el inglés de la globalización.

 —Habla en el libro de naciones verticales y nacionalidades horizontales. ¿A qué comunidad y procesos se está refiriendo?

—Estas denominaciones tienen que ver con la Reconquista, que es un proceso histórico que modeló políticamente la península de norte a sur (es decir, en sentido vertical): la nación gallego-portuguesa, la castellano-leonesa, la vasco-navarra, la aragonesa, la catalano-valenciana, etc. Solo la andaluza se ha configurado horizontalmente como nación, porque su origen está en Al-Andalus, el territorio musulmán que los cristianos del norte iban empujando hacia el mar.

Nacionalidad es otra cosa, tiene que ver con la transversalidad resultante de la conveniencia económica y cultural y va ligada a la lengua común.

 —En el apartado “Teoría de la nación”, sostiene que las naciones son invenciones relativamente modernas. ¿Desde cuándo podemos hablar propiamente de naciones? ¿En el caso de España?

—Yo no soy historiador, sino lingüista, pero basándome en los datos de mis colegas entiendo que las naciones no surgen en un momento concreto, sino a lo largo de un proceso de consolidación. No creo que Guifré el Pilós se sintiese de nación catalana, como tampoco don Pelayo sabía que era asturiano. En el caso de España, hay una serie de momentos claros: el compromiso de Caspe (1412), cuando los estados de la Corona de Aragón aceptan una dinastía castellana; el compromiso matrimonial de los Reyes Católicos y el matrimonio de dichos reyes; el cambio de dinastía de los Austrias, que seguían un modelo patrimonial, hasta los Borbones, que se acercan a un modelo estatal (en 1700 Felipe V fue proclamado rey de España ¡en el palacio de Versalles!); la constitución de Cádiz (1812); la constitución de 1978.

Esto es como las relaciones amorosas: ¿cuándo se hicieron pareja María y Juan: cuando se cruzaron sus miradas y se gustaron, cuando empezaron a salir juntos, la primera vez que hicieron el amor, el día de la boda, cuando nació su primer hijo…? La fecha oficial suele ser la de la boda y en el caso de España seguramente fue 1812. No tiene demasiada importancia.

 —¿Cuál es la diferencia entre la concepción funcional de la nación y la concepción étnica?

—La misma que existe entre un concepto científico y una idea religiosa. La concepción funcional es algo que va cambiando con el tiempo, depende de cómo los avatares de la historia van modelando a un determinado grupo humano. La concepción étnica parte del pueblo como entelequia intocable y eterna. Filosóficamente se podría decir que la primera es racionalista y la segunda idealista.

 —Le cito de nuevo: “La política lingüística de las comunidades bilingües, unas más que otras, me recuerda lo que está haciendo el estado de Israel con los palestinos: una canallada, que no está justificada en absoluto por el genocidio de los nazis porque los palestinos no tienen nada que ver con ellos”. ¿Cómo hemos llegado a una situación que usted describe en términos muy críticos?

—Existen varias razones. La principal es que, extrañamente, España es un país en el que solemos inspirarnos en experiencias ajenas sin llegar nunca a comprenderlas en lo fundamental. Un diablo cojuelo que nos pudiese ver levantando el tejado de nuestra historia se sorprendería de que el imperio de las Indias, que tanto se ha criticado, era un imperio premoderno hecho a imagen y semejanza del de Roma, pero sin la flexibilidad religiosa de los romanos. También se sorprendería de que, aunque la política de centralismo administrativo y monolingüismo educativo de los Borbones españoles constituye un pálido reflejo de la que practicaron Luis XIV y sus sucesores jacobinos, la mala fama la tiene el estado español que “se ha convertido en un problema para la democracia europea” (Puigdemont dixit) y no el pulcro estado francés.

Seguramente esta tendencia al masoquismo colectivo es una consecuencia de nuestra condición periférica en el continente. Nos pasa lo mismo que al pueblo ruso, un paralelismo que se ha señalado muchas veces por ambas partes, no sin razón. En una situación como ésta siempre se buscan culpables, y las iras de la impotencia nacionalista xenófoba han recaído en los inmigrantes hispanohablantes, una gente que ha tenido la osadía de conservar la lengua de sus antepasados contra viento y marea. De ahí mi pesimismo: ni los unos se irán ni los otros dejarán de pretender que la mejor Cataluña es la de antes, cuanto más atrás en el tiempo, mejor. Pero Palestina, troceada y sin estado, sigue existiendo.

 —Permítame que insista en una arista ya comentada. La migración a Cataluña de los años sesenta y setenta de los trabajadores/as españoles de otras comunidades, ¿fue una estrategia del régimen franquista, del Estado español, como se quiera decir, para españolizar Cataluña? ¿Hay alguna base histórico-lingüística para hacer esta afirmación?

—Hay fundamentos, tanto históricos como lingüísticos, para afirmar lo contrario. Históricamente el franquismo intentó dificultar la concentración de trabajadores en Barcelona y en su zona de influencia porque fue allí, junto con Valencia, donde más tiempo resistió la II República y donde previsiblemente los inmigrantes iban a encontrar un ambiente más favorable a la izquierda. No se equivocaba: después de la guerra la resistencia antifranquista empezó antes en Cataluña que en el resto de España y, por otro lado, los maquis entraron desde Francia por el valle de Arán.

En cuanto al fundamento lingüístico hay que decir que una buena parte de la emigración hacia Barcelona venía del sur, pero otra procedía de Galicia.

 —Muchos catalanistas, incluidos historiadores, algunos de ellos valencianos, sostienen que el problema de Cataluña (también, tal vez, de Valencia) tiene fecha antigua. Lo asocian al Compromiso de Caspe de 1412, cuando Cataluña –no hablan de la Corona de Aragón propiamente– se vinculó con la dinastía castellana de los Trastámara. ¿Hay alguna base para una afirmación así?

—Ya lo he dicho: ese episodio representa el comienzo del proceso que lleva al estado español, solo que no fue ningún problema. Si a un escocés le dijesen que el Acta de la Unión (1707), por la que se constituye el Reino Unido, ha sido un problema se reiría porque los beneficios para Escocia, derivados del imperio británico, superaron con mucho a los inconvenientes. Si a un estadounidense de Tejas le dijeran que el estado de la estrella solitaria habría hecho bien en permanecer al margen de EE.UU., sus carcajadas se oirían en Nueva York. Son afirmaciones gratuitas propias del Ku Klux Klan y organizaciones racistas por el estilo. El problema, eso sí, es que las rodean de una parafernalia simbólica y folclórica con la que se logra atraer a mucha gente.

Cuestión diferente es la de si, ahora que Gran Bretaña ha salido de la UE y ya no tiene imperio, le conviene a Escocia seguir allí. Pero lo de Cataluña es simplemente incomprensible: ya no existe el imperio español (del que, por cierto, se benefició mucho más que otras comunidades, sobre todo desde el siglo XVIII), pero la conditio sine qua non para seguir en la UE, y se lo han dejado muy claro, es que forme parte de España.

—¿Incomprensible significa aquí irracional? Si fuera así, ¿cómo puede explicarse esta irracionalidad? Una burguesía que siempre se las ha dado de muy europea e ilustrada, ¿representada por unos partidos nacionalistas que no tocan realidad, que viven en el limbo?

—Me temo que pone Vd. el dedo en la llaga. En realidad, incomprensible es mucho más que irracional: el romanticismo del XIX exaltó la irracionalidad, pero como actitud emocional ante la crisis del antiguo régimen, que es lo que le subyace, se comprende. Por eso su consecuencia política más evidente, la explosión de los nacionalismos en Europa, tiene una lógica. Sin embargo, en el siglo XXI lo del independentismo catalán es imposible de entender: lo que lleva destruido se lo echarán en cara muchas generaciones futuras de catalanes y lo que puede lograr es simplemente nada.

 —Cita usted en varias ocasiones a Joan-Lluís Marfany. ¿Qué opinión le merece la obra de este intelectual no siempre justamente reconocido?

—Marfany es un ejemplo de lo que necesita Cataluña. Me admira su independencia intelectual, aunque no coincidamos en muchas cosas, pues él es un catalanista comprometido y yo, que ni siquiera soy catalán, no. Se trata de un historiador de la talla de Vicens Vives o de Reglà. Hace bien en seguir en la Universidad de Liverpool: imagino que en el ambiente irrespirable de Barcelona, donde un tal Torra llegó a dirigir el Centre Cultural Born, Marfany no podría haber hecho nada.

 —Cuando habla usted de lengua trasnacional, ¿a qué se está refiriendo?

—La transnacionalidad es un concepto moderno surgido en economía. Una empresa transnacional crea clones de sí misma adecuados a los entornos en los que se ha instalado y desde los que se toman las decisiones. Por el contrario, las empresas multinacionales son imperialistas, todo se cuece en la sede central. Hasta ahora las lenguas globales como el inglés eran multinacionales. El español, que empieza a ver proliferar varios centros de orientación normativa, está en camino de convertirse en la gran lengua transnacional del momento presente.

 —¿Quiere añadir algo más?

—Solo deseo agradecer a El Viejo Topo la oportunidad que me brinda con esta entrevista. El momento que vivimos en España es muy importante porque hay muchos aspectos convivenciales que no podremos resolver sin una pluralidad lingüística justa y simbólicamente asumida por todos.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Anglosajonofobia

 Una Karen (estereotipo universal, pero sobre todo estadounidense, al parecer):

"Cuando estuvimos en España había demasiados españoles allí. La recepcionista hablaba español, la comida era española. Nadie nos dijo que habría tantos extranjeros"

¿Cuánto tiempo hace que España no hace algo para evitar la presencia de españoles en sus fronteras? ¿Qué han hecho en todo este tiempo? Es todo muy desalentador...

Un grupo de grasientos estadounidenses se quejaba porque después de pasar una semana en Austria todavía no habían visto ningún canguro. En China, como fruto del hartazgo, hay letreros como "solo se permiten estadounidenses acompañados de un adulto" o, en los ferris y puentes, "capacidad: 10 personas o 3 estadounidenses". No extraña que en los EE. UU. sean tan brutos, ya que a los que van a la escuela los matan a tiros.

La verdad, no me extraña nada que los británicos, otros anglosajones, quieran ahora reingresar en Europa, con Gibraltar y todo.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Laberinto catalán, de José Rivero

José Rivero,  Laberinto catalán. En Mi Ciudad Real,  4 septiembre, 2020

Si Gerald Brenan se refirió a los años de la República y la Guerra Civil como el título de su libro daba a entender, El laberinto español, sin duda que al día de hoy podemos hablar con propiedad de otro laberinto, menor en extensión y población, pero de complejidad elevada, como resulta ser el Laberinto catalán.

Fracturas políticas de formaciones que habían estructurado su armadura civil durante años, quiebra social creciente y segregación de los no adictos, procesos de declaración de independencia anticonstitucionales, depresión económica con huida de empresas, descabezamiento –por condena penal y posterior prisión– de líderes políticos, incapacitación del actual titular de la gobernación –Torra, por ratificación de la inhabilitación ya dictada por el TSJC– y un proceso electoral en el horizonte menor.

Todo ello adobado por la reedición del trabajo de Arcadi Espada, Contra Cataluña, que no deja lugar a dudas del posicionamiento que ya anticipaba en 1997 y que hoy ratifica y corrobora, con la contundente afirmación de que “La con­clu­sión es que el nacio­na­lismo es una idea maligna que no debe triun­far”. Que más tarde desmenuza: “no hay una cues­tión más pro­funda o impor­tante que esta. El nacio­na­lismo no pude ganar. Los nacio­na­lis­tas no pue­den ganar. Por­que si ganan sig­ni­fica que gana el mal. Que gana aque­llo que dis­grega. Aque­llo que miente. Aque­llo que ha lle­vado a la ruina sis­te­má­tica a las socie­da­des huma­nas durante muchos mile­nios. No habla­mos solo de Europa. El nacio­na­lismo es el res­pon­sa­ble máximo, junto con la reli­gión, que es su com­ple­mento, de la ruina humana”. Incluso la derivada, no menor y concatenada “El prin­ci­pal esco­llo para que los hom­bres avan­cen es el tri­ba­lismo”. Y como colofón: “La per­sona que piensa en tér­mi­nos iden­ti­ta­rios es alguien que no com­prende bien el mundo, que no advierte, o sí pero con mucha mayor difi­cul­tad, los ses­gos de su punto de vista. Esto es cru­cial, por­que el prin­ci­pal pro­blema que tene­mos las per­so­nas para enten­der el mundo son nues­tros ses­gos. Esta­mos obli­ga­dos a ven­cer­los. Las per­so­nas inmer­sas en un marco abso­lu­ta­mente rígido de creen­cias, e indis­cu­ti­ble, y que fuera del marco no se avie­nen a la dis­cu­sión, sino que expul­san del marco a quien no piense como ellas, esas per­so­nas, aparte de la inmo­ra­li­dad de su razo­na­miento, sufren un impe­di­mento téc­nico para com­pren­der el mundo. Son víc­ti­mas de la seduc­ción tri­bal, o tri­ba­lesca”. Pues este es el escenario y esa la representación.

Las vísperas catalanas de la Diada 2020 se presentan, por tanto, como un auténtico trabalenguas, un verdadero acertijo y un enorme disparate. Por si había dudas previas, sobre todo para todos aquellos que filosofan y pontifican sobre derechos preexistentes, sobre nacionalismos patanegra y sobre derechos preconstitucionales. Que callan en momentos de confusión propia de un sainete o de un vaudeville, e impropia de instituciones democráticas –por poco que lo aparente–.

Basta leer la prensa –y seguro que esos filósofos y pontífices citados antes, pondrán el adjetivo oportuno a esa prensa, para minimizar la situación y simplificar las cosas– en relación con la deriva catalana para concluir juicios similares a los referidos. Lo cierto es que a los tres años del hipogeo del Procés, el laberinto catalán no cesa de enrocarse, como demuestra el gesto entre insólito y esperpéntico de Puigdemont rompiendo el carné del teórico partido en el que militaba el PDeCAT. Para dar paso a una formación, que copia siglas de la coalición de 2017 Junts per Catalunya. Y todo ello con la doble singularidad de haberse proclamado Presidente del nuevo partido, sin haber terminado el proceso congresual y sin haber elegido aún. Hermetismo democrático.

La voracidad política de Cataluña queda clara si visualizamos el proceso de extinción y transformación de la forma gobernante durante años en la comunidad catalana. Y que, bajo el mando, largo mando y largo mandato, del imputado y comisionista Jordi Pujol se denominaba Convergencia democrática de Cataluña (CDC), que coaligada con Unión democrática de Cataluña (UDC), surtió la fórmula del éxito de CiU, tanto en Madrid como en Barcelona. Tras los años de gobierno del tripartito, CiU mutó hacia la insignificancia y hasta su posterior desaparición formal. CDC aventó la formula kennedyana de Artur Más –el heredero de la fórmula Pujol– que aventuró una denominación más aséptica, como esa de PDeCAT. Cuyo último eslabón en la gobernación de la Generalitat, fue el huido y ahora bendecido Puigdemont. La trituración de CDC puede observarse como paralela a la de la propia sociedad catalana. Una fragmentación visible en el campo del centroderecha –que es la forma representada por CDC– y que ha alumbrado formas políticas coexistentes, como el Junts puigdemoniano, el original PDeCAT de David Bonheví, el escindido Partido Nacionalista de Cataluña de Marta Pascal y las plataformas colaterales creadas por Puigdemont desde Waterloo y aún no disueltas.

Mientras se reparten el cadáver de siglas y vísceras, las economía catalana demuestra una fatiga tal que es adelantada por la iniciativa madrileña –espejo donde mirarse–. De tal suerte que la participación catalana en el PIB de España decae, al tiempo que es sobrepasada por la participación de Madrid. De igual forma que –y es mucho más ostensible e ilustrativo– la inversión extranjera en la comunidad de Madrid casi cuadriplica a la catalana, según el estudio realizado por la London School of Economics. Todo ello adobado por los datos publicados por El País (31 agosto, 2020) ‘Cataluña recorto el gasto social un 8,8% durante los años del procés’. Y para postre, un huevo. La crisis esperpéntica realizada el 2 de septiembre por Quim Torra, destituyendo a tres de sus consellers. Que, a juicio de los miembros del PDeCAT, sólo encubre una maniobra de depuración y purga. Por parte de alguien, que pide que caso de ser inhabilitado no se cubre el puesto de President de la Generalitat.

viernes, 17 de julio de 2020

Entrevista a Félix Ovejero

FÉLIX OVEJERO:  "Se han acostumbrado a escupir sobre el resto de españoles"

30 SEP. 2017

ANTONIO HEREDIA

A Félix Ovejero (Barcelona, 1957) le desespera tener que desmontar continuamente las mentiras del nacionalismo pero no son tiempos estos para ponerse de perfil. El pensador aún cree que una izquierda anti independentista es posible en España y responsabiliza al PSOE y Podemos de transigir con el nacionalismo, la forma superlativa de xenofobia.

 ¡Qué aburrimiento esto de Cataluña!

Fíjese. Sí, ojalá pudiéramos estar hablando de poesía. Pero todo parece conducir a lo mismo. Y es obligado no ponernos de perfil. De eso iba, en el fondo, El compromiso del creador, mi penúltimo libro, de la obligación de no ignorar los retos y de mirarlos con afán de verdad.

¿Qué es lo que no se ha querido hacer aquí?

El problema en Cataluña es que nos enfrentamos a una ideología, el nacionalismo, profundamente reaccionario y que se debería combatir como el machismo o el racismo. Y no importa que lo defienda una persona o un millón. Eso no lo hace mejor. En virtud de que participamos de un rasgo étnico o cultural, tenemos unos derechos que negamos a los demás. Para empezar la condición de ciudadano. La idea de que se pueda levantar una frontera y convertir a tu conciudadano en extranjero es, se mire como se mire, una forma superlativa de xenofobia.

Hombre, si el elemento común de una identidad es la lengua entonces los cientos de millones de personas que hablamos español tendríamos una nación.

 ¡Claro! Pero piense que usted vive en Madrid y yo en Barcelona y tenemos más que ver con alguien que vive en París o en Nueva York que con un campesino del valle de Arán o de Limoncito, en Bolivia. La identidad sostenida en la lengua es una patraña incompatible con la buena ciencia. Sin olvidar, claro, que la lengua común y ampliamente mayoritaria de los catalanes es el español.

Siempre se habla de una mayoría silenciosa frente al nacionalismo. ¿Por qué no se manifiesta?

En un artículo de 1996 llamado Mentiras públicas, verdades privadas expliqué siguiendo a Timur Kuran que si estás escuchando a algo que parece que una mayoría sostiene aunque sea una patraña, o te callas o reajustas tus preferencias al gusto del grupo. Mi esperanza es que de ese 10% de discrepantes públicos pasemos al 30%. A partir de ahí el coste de la discrepancia empieza a disminuir y otros se suman para recordar que el rey está desnudo.

Usted culpa a la izquierda.

 La izquierda, por diversas circunstancias, parece arrogarse la autoridad moral para determinar si una causa es noble y ha validado el nacionalismo. No se dan cuenta que no hay ninguna diferencia conceptual entre que unos cuantos catalanes decidan que se marchan con lo que es de todos, una parte del territorio político, a que por ejemplo, los españoles decidamos no contar con Extremadura porque son más pobres. No hay nada más comunista que el territorio político en el que todo es de todos sin que nadie sea dueño en particular de nada. Es sencillamente ser ciudadano, cada uno de nosotros, sea de donde se sea.

¿Por qué la izquierda que ha abanderado la lucha contra el machismo, la igualdad de los homosexuales... se muestra tan complaciente con algo tan discriminatorio como el nacionalismo?

Eso merece un análisis más detallado. Hay una presencia importante de las élites catalanas en la constitución ideológica de la izquierda que legó el franquismo. No hay que olvidar que durante el franquismo tuvimos una situación privilegiada material y socialmente y ahí germina una cohorte que ocuparía una parte importante de los puestos de decisión. Ha facilitado la extensión de un relato falso. Por ejemplo la izquierda sostiene que la Guerra Civil fue una guerra contra el nacionalismo cuando en Andalucía o Salamanca hubo más personas represaliadas que en el País Vasco... Todos esos mitos son falsos. Y luego la persecución de la identidad. En realidad, el problema, por lo menos a partir de los 60, no era tanto publicar en catalán, como publicar a Marx. Repase premios literarios, revistas...

Ese afán de la izquierda por aferrarse a cuestiones como la identidad puede deberse a que la derecha ha ocupado las posiciones socialdemócratas.

Desde luego, pero cualquiera que acuda a la izquierda del siglo XIX y la compare con la del XX, se daría cuenta de que estaba comprometida con el racionalismo y con el progreso, es crítica con la religión y las identidades nacionales. Marx tiene en mente la idea de nación que surge de la revolución francesa como un conjunto de ciudadanos que se compromete a defender sus derechos y libertades, y desprecia las naciones sostenidas en la identidad o la etnia. La izquierda, nuestra izquierda, para ser exactos, ha buscado los peores recambios. Por cierto, que el postmodernismo allanó el camino al extender semillas irracionalistas.

 ¿Qué es una nación?

En el sentido en el que lo usan los nacionalistas es una noción analíticamente estéril y habría que abandonarla como se hizo con el flogisto. La nación es un concepto que los nacionalistas políticos ponen en circulación para hablar en nombre de ella. Los intentos de definir esa idea colapsan. ¿Qué es? Un conjunto de individuos que tienen en común una característica que es objetiva, cultural, y en ese caso es falsa empíricamente, a poco que precisemos la cultura a la que se apela; o es subjetiva, como individuos que creen que son una nación, en cuyo caso es circular. Claro, siempre es posible encontrar personas que comparten visión del mundo. Y aún más los ricos concentrados territorialmente. Pero nadie consideraría hacer un referéndum para romper la comunidad política.

La izquierda ha comprado este identitarismo.

Indudablemente. El problema más importante que tenemos es que ahora, gente como Iglesias y Colau hablan de destrozar España cuando hemos conseguido una nación de ciudadanos y de identidades múltiples (por qué es más importante que yo sea catalán que mi identidad de clase, sexual o religión). ¿Por qué volver a la idea de tribus y comunidades que en realidad son encapsulamientos? No son reales empíricamente. En Cataluña no hay más que un 33% que piensa así y que obligan a la mayoría a ahormarse a la supuesta identidad que, lo repito, es una invención.

 Lo primero que hace la izquierda no nacionalista en sus manifiestos es decir que al menos no son del PP o Ciudadanos. Como si eso fuese una tara.

Esa izquierda con la que yo me he sentido afín sufre de una alergia anti PP que no tiene ningún tipo de justificación. La izquierda debería reconocer que el mejor ejemplo de activismo fue el del PP y PSOE en el País Vasco durante los años de plomo. Eso sí que es luchar por las libertades y no lo de Colau.

 La posición de Colau es poco clara...

En Economía existe un concepto que es el coste de oportunidad (una decisión cuesta respecto a la mejor alternativa que se puede tener). Entonces el coste de oportunidad de Colau es cero porque ¿qué hacía antes de ser alcaldesa? Por eso no firma la participación del Ayuntamiento en el referéndum porque puede perderlo todo si la inhabilitan. Le recuerdo que los del PP y PSOE en el País Vasco se jugaban la vida. Por eso, lecciones de democracia al PP, ninguna.

El cordón sanitario de la izquierda existe.

Claro. El PSOE ha ido cediendo su espacio al PP y ahora lo único que le queda es el nacionalismo. ¿Cómo es posible que en España la izquierda permita que se establezcan barreras por motivos lingüísticos? No se dan cuenta que un médico de Extremadura ya no puede encontrar trabajo en un hospital de Manresa... Claro que para los catalanes nacionalistas es mejor que no venga nadie a desmontarles el chiringuito.

¿Sigue siendo de izquierdas?

Sí. En los últimos años he entablado relación con los discípulos de Gustavo Bueno y en esos chicos hay esperanza para la izquierda... Es una escuela de pensamiento vertebrado que le da sopas con hondas a la gente de la Complutense, que por cierto es malísima. No me extraña que haya salido de ahí lo que ha salido.

¿Y Pedro Sánchez?

 Es un tipo que es inane, inconsistente. Se le nota en cómo habla, en cómo petardea... Vive del eco.
 Dicen que la presencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional aumenta el número de indepes.
Eso es ignorancia. Ha sido un juez que instruía una causa que tenía que ver con el manejo ilegal del censo. Pero la gente no está informada... ¿Acaso se han soliviantado los votantes del PP cuando la policía ha entrado en la sede del partido?

Pero la gente parece no estar contenta de que la Guardia Civil...

Lo que pasa es que se trata de reconocer una realidad que puede ser tensa. Por eso, las declaraciones de los empresarios me parecen vergonzosas. Dicen que hay que ceder en favor de gente que quiere romper una comunidad. ¿Y por qué no en favor de esa mayoría de catalanes olvidada desde hace años? Algunos políticos catalanes se han acostumbrado a escupir sistemáticamente (diciendo que los españoles son unos gandules que nos roban...) sobre el resto de españoles. Lo raro es que no me den dos hostias cuando digo que soy catalán.

Pero los catalanes parecen dispuestos a creerse las mentiras. Y el independentismo ha pasado de un 20% a un 48%...

Es propaganda. Todo empezó con las mentiras de las balanzas fiscales que ya se han desmontado en muchas ocasiones. Hay que repetir el mensaje hasta que cale y se revierta la situación.

¿Hay miedo a lo que pueda pasar mañana?

Esa clase media acostumbrada a venir a manifestarse se va a bajar del burro porque teme que las CUP se vayan a desmadrar. Ese segmento ya estaba menos presente en las últimas diadas... Luego queda esa parte que es Kale Borroka y no hay que olvidar las enseñanzas del País Vasco. Dijeron que si Otegi iba a la cárcel se armaría Troya... Y no pasó nada. Al contrario. La sensación de impunidad hubiera acobardado a los que no estaban con ETA.

¿Ha actuado bien Rajoy?

Su gran error es haber creído las palabras de tipos que decían que no iba a pasar nada. ¡Es que Pinochet estaba al lado de Allende antes de darle el golpe! ¿Cómo Soraya se ha podido tragar los cuentos que le contara esta gente?

Hay gente no independentista que defiende que se celebre un referéndum legal.

¿Y aceptar que hay una unidad de decisión legítima? Es como si dijéramos que los varones vamos a votar y que privamos a las mujeres del derecho al voto. Esas cosas son ilegítimas. No se puede votar privar de derechos a los otros. Eso es chantaje.

 Usted es fundador de Ciudadanos.

 Aquí en Cataluña son héroes morales. Sí creo que han cometidos dos errores: abandonar la socialdemocracia por un proyecto liberal inconsistente y rebajar la crítica al nacionalismo.

¿Qué ha perdido Cataluña en estos años?

Civilización, libertad... Ahora Cataluña es más paleta que antes. Después de la Guerra Civil cualquier persona podía llegar a Madrid o Barcelona e integrarse porque a nadie le importaba de dónde venía. El nacionalismo tuvo que construir una identidad asociada al mito de una visión compartida del mundo, vinculada al idioma... Es absurdo. No tienen en cuenta que han intentado construir una nación étnica sobre un cuadro social y demográfico que no responde a esas expectativas porque la mayoría habla castellano.

¿Hay hueco para otro partido de izquierdas?

En España hay un hueco a la izquierda para un partido que se atreva a decirle a Podemos que han recuperado el carlismo, las comunidades de identidad que son asfixiantes y que además defienden las religiones más reaccionarias. Un nuevo partido debería recuperar un ideario muy sencillo. Igualdad y eficacia. Y que cualquiera en España pueda acceder en su propio país a la posición que sea solo por los méritos requeridos de ese particular oficio; no por si participa de las particularidades de la tribu como es el idioma. Eso es muy difícil de construir.

Ada Colau me dijo que no era independentista.

No es nada. En el momento en el que hubo el atentado en las Ramblas te puedo decir que tanto Colau como Puigdemont estaban desbordados. ¿Qué sabían de gestionar un atentado? Y de pronto tenían que tomar decisiones de adultos y afrontar la idea de que había muertos. Los que viven en esa perpetua adolescencia creen que todo les sale gratis. El día de los atentados, Rajoy debería haber asumido el relato porque estábamos en medio de un ataque terrorista. Pero el Estado estaba acomplejado y la manifestación acabó en manos de la Asamblea Nacional Catalana.

Se habla de la sentencia del Constitucional respecto al Estatut como el origen de todo.

Eso es mentira también. Nadie quería el Estatut. El mismo mes en el que el PSOE empezó a hablar de ello, se había publicado una encuesta en la que se decía que Cataluña era la comunidad más satisfecha con su autonomía... ¡Qué pena tener que estar recordando esta basura de datos! Ahora podríamos estar hablando de poesía...

domingo, 26 de abril de 2020

Los extranjeros nos miran

¿Complejo de inferioridad los españoles? Extranjeros que viven aquí confiesan por qué somos (de verdad) diferentes

Son de Noruega, Reino Unido, Italia, Argentina, Brasil... Acumulan varios años en España y nos tienen calados. Así definen nuestro carácter

¿Existe un español real, más allá de topicazos como "siesta, fiesta y paella"? Sí, existe. Los de la imagen son los actores Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez en la película 'Primos'.

SARA NAVAS

MADRID 21 ENE 2019 - 08:52 CET

Más allá de la veneración por la siesta, la fama de gritones y toda una ristra de estereotipos, se encuentra el español real. Un espécimen único que, con sus luces y sus sombras, se diferencia del resto de ciudadanos del mundo. Hemos hablado con una decena de extrajeros residentes en España y esto es lo que nos han contado sobre la idiosincrasia de los españoles.

Tenemos complejo de inferioridad con determinados temas

Ewan (Escocia, 31 años) trabaja desde hace seis años como guía turístico en Madrid y, entre otras cosas, cree que los españoles son seres sociables, con la virtud de expresarse sin prejuicios y con cierto complejo con episodios del pasado, como la Inquisición. "El que estén a la defensiva cuando se tratan ciertos tópicos como la Inquisición o la colonización demuestra que los españoles tienen cierto complejo de inferioridad. A veces tengo la sensación de que están obsesionados con que otros países hablen constantemente sobre lo malo que fue el imperio español, y no es así. Sin embargo, otros temas como la corrupción los llevan a las mil maravillas. Los españoles asimilan la corrupción política como algo que no es tan importante como para no seguir votando a líderes que han estafado al país. Esto es muy de España, no se ve en otros lugares", comenta a ICON el guía turístico, que por otra parte solo tiene buenas palabras hacia los españoles.

Las familias, por norma general, se apoyan para cualquier cosa sin hacer preguntas, solo por el simple hecho de ser miembro del clan. En Estados Unidos no pasa"

ALEXANDRA ENGEL, ESTADOUNIDENSE QUE LLEVA CINCO AÑOS VIVIENDO EN ESPAÑA

"Son muy sociables y grandes anfitriones. Siempre me he sentido muy bien recibido en España. En una fiesta con españoles en la que apenas conoces a nadie es fácil cruzarte con alguien y hablar, intercambiar números y quedar más adelante para tomar una caña. Esto entre escoceses sería inviable. Los españoles son muy informales y me gusta bastante. Otra de las grandes diferencias que he encontrado entre españoles y británicos es que los primeros hablan con mucha libertad sobre gente de otras razas. Eso en Gran Bretaña está muy mal visto y se considera racista. Vamos, que un británico nunca lo haría. Lo que ocurre es que los españoles habláis sin prejuicios, con más libertad, sobre cosas que un británico puede pensar pero no se atrevería a verbalizar".

Tenemos un arraigado sentido de clan, lo que permite que los miembros de la familia se apoyen siempre

Alexandra Engel nació en Washington (Estados Unidos) hace 29 años y lleva cinco viviendo en España. Trabaja de profesora de Primaria. "Tengo que confesar que los españoles nos dan mil vueltas a los estadounidenses en el arte de disfrutar de la vida. En España no se vive solo para trabajar y ganar dinero. Desde que estoy en España he aprendido a valorar lo verdaderamente importante: disfrutar de la familia y los amigos". Otra faceta que pilló desprevenida a Alexandra es lo tremendamente familiares que son los españoles. "En Estados Unidos no es tan habitual que las familias se reúnan al completo para celebrar eventos como un cumpleaños. En España he descubierto una unión familiar muy fuerte. Aquí está muy arraigado el concepto de familia. Cosa que me parece fenomenal. Las familias, por norma general, se apoyan para cualquier cosa sin hacer preguntas, solo por el simple hecho de ser miembro del clan, ya se trate de un primo segundo o de un sobrino".

Somos muy torpes bailando (sobre todo los hombres)

Carol es una brasileña nacida en Sao Paulo hace 31 años que llegó a España hace 17 años y actualmente trabaja en una tienda de ropa en Madrid. Carol encuentra similitudes claras entre latinos y españoles. "Los españoles son muy cercanos, muy de dar besos y abrazos. Enseguida toman confianza. Al llegar me sorprendió porque eso me hacía sentir como en casa". Pero, según Carol, no en todo se parecen los hombres españoles a los latinos. Una vez más, el complejo y la vergüenza que caracteriza a los españoles salen a la luz. "A los hombres españoles en general les da muchísima vergüenza bailar. Cuando vas a una discoteca ves que ninguno baila. Sin embargo, en Sudamérica todo el mundo baila, hombres y mujeres. En España si una mujer se acerca a un hombre bailando como invitándole a acompañarla normalmente este se incomoda. Esto me hace mucha gracia porque bailar me parece algo muy natural y no entiendo por qué les da vergüenza hacerlo".

Me chocó muchísimo ver que entre los españoles está muy mal visto pronunciar bien inglés. Es algo que me confesaron varios amigos "

BELÉN, ARGENTINA QUE TRABAJÓ TRES AÑOS EN ESPAÑA

Somos la perfecta mezcla entre lo europeo y lo latino

Kara (nacida en Bruselas hace 26 años) reside en España desde hace 20 años y estudia derecho aunque desde hace un año su fuente de ingresos es Instagram: trabaja de influencer. Cuando se le pregunta por aquello que hace únicos a los españoles no tiene ninguna duda. "Lo que diferencia a los españoles del resto de ciudadanos del mundo es, sin ninguna duda, el arte de vivir. Ese arte que tenéis para absolutamente todo. Lo acogedora que resulta la cultura y la gente española. Mezcláis valores europeos (muy metódico y todo organizado) con trazos de carácter latino (el carácter alegre, las sobremesas eternas, la querencia por trasnochar...) para llevaros lo mejor de ambas partes. Esto da como resultado un carácter muy especial, os hace realmente únicos".

Nos acompleja no hablar bien inglés

Belén es una periodista argentina de 30 años que pasó tres trabajando en Madrid. Ahora ya se ha vuelto a su país. En su estancia en España descubrió la baja autoestima que tienen los españoles cuando se trata de hablar otro idioma que no es el suyo. "Me chocó muchísimo ver que entre los españoles está muy mal visto pronunciar bien el inglés. Es algo que me confesaron varios amigos españoles. Según me contaron se debe a que cuando un español se esfuerza por pronunciar bien una palabra en un inglés perfecto el resto del grupo se mofa de esa persona. Este gran complejo que tienen los españoles les lleva a esforzarse en no hablar con propiedad un idioma que no es el suyo para no ser juzgados".

Nuestro deporte nacional es hablar de los demás a sus espaldas. O sea, somos cotillas

Sonia nació hace 38 años en Belgrado, capital de la república de Serbia, pero esta profesional de la comunicación digital ya lleva 20 años en España. Ha vivido en Canarias, Málaga y Barcelona. Cuando habla de los españoles lo hace con conocimiento de causa. "Los españoles son muy optimistas, saben vivir el momento y disfrutar de la vida. Pero tienen un rasgo muy negativo: son los reyes del cotilleo. Cuando llegué de Serbia yo no sabía qué era cotillear. Lo descubrí aquí. En España juzgar y hablar de los demás a sus espaldas es deporte nacional. Tengo que decirlo, los españoles son muy metomentodo".

En Noruega hay un dicho que es "hacer el español"

Pål Ødegård nació hace 43 años en Trondheim (la tercera ciudad más poblada de Noruega), pero este periodista deportivo vive en Valencia desde 2010 junto a su mujer, que es chilena. "En Noruega hay un dicho que es 'hacer el español'. Lo usamos cuando alguien se salta las normas o hace alguna trampita. En mi país somos muy cuadriculados y eso choca mucho con el carácter pillo de los españoles. Otra cosa que definitivamente caracteriza a los españoles es su conexión hacia la tierra en la que han nacido. Sobre todo en aquellos que han nacido en comunidades con lengua propia como la Comunidad Valenciana, Galicia, Cataluña o País Vasco. Tienen mucha nostalgia de su tierra cuando viven fuera y un sentimiento de pertenencia muy arraigado. Creo que a los españoles les marca mucho la ciudad en la que nacen".

En Noruega hay un dicho que es 'hacer el español'. Lo usamos cuando alguien se salta las normas o hace alguna trampita"

PÅL ØDEGÅRD, NORUEGO QUE VIVE EN VALENCIA DESDE 2010

Hemos perdido las buenas maneras en el día a día

Allegra (Brescia, Italia, 38 años) pasó diez años en Madrid antes de volar a México, donde reside desde hace tres años. Una década que además de servirle para calar a los españoles la transformó en uno de ellos. "Al llegar a España me impresionó mucho que los españoles no tienen la costumbre de dar las gracias y pedir las cosas por favor, por lo menos no tanto como sí lo hacemos en Italia. Yo pasé diez años viviendo en Madrid y me convertí en una madrileña más. Sin darme cuenta, dejé de pedir las cosas por favor y cuando hablaba con mi familia me regañaba. Por otro lado, una cosa que me parece superpositiva es que los españoles son muy divertidos. Saben pasárselo bien y reírse de sí mismos. Ahora que estoy en México echo muchísimo de menos el humor español. Aquí es todo más aburrido"

Sabemos reírnos de nosotros mismos

Angela (34 años, Berlín), educadora infantil afincada en Madrid, no tarda ni diez segundos en dar respuesta a la pregunta qué hace únicos a los españoles: “Tienen mucha guasa. Me asombra la capacidad que tienen para bromear hasta límites insospechados en las situaciones más críticas. Muertes, enfermedades, robos, peleas… Nada es intocable cuando se trata de humor y de reírse de las desgracias. Es una gran lección de vida. Cuando vivía en Alemania era impensable hacer bromas con determinadas cosas. Pero desde que estoy en España dramatizo y me agobio mucho menos ante cualquier adversidad. He aprendido a reírme de todo, sobre todo de mí misma, y a tomarme las cosas con calma. Los españoles me han enseñado que nada es demasiado grave como para no hacer humor”.

La juventud es libertina y rebelde

Desde hace 21 años, Edmundo (49 años, Santo Domingo de los Tsáchilas, Ecuador) reside en Madrid, donde trabaja como camionero y ejerce de presidente de la Asociación Social, Cultural y Artística Ecuatoriana de Madrid. "En Ecuador hay mucho respeto hacia los padres en casa y hacia los profesores en las escuelas. Esto contrasta con el carácter un tanto libertino y rebelde de los españoles más jóvenes. Lo veo cada día en el colegio al que van mis dos hijos. Allí los alumnos contestan y se enfrentan a los profesores pasando por alto el respeto a las jerarquías. Lo mismo ocurre con la forma en la que los amigos de mis hijos, que son españoles, se relacionen con sus familias. Responden a los padres y les gritan. Eso me choca, porque no pasa en mi país".

Tenemos miedo a los cambios

Ian Powell nació en Liverpool hace 58 años. Lleva once años trabajando en España como profesor de inglés. Recientemente ha conseguido la doble nacionalidad: británica y española. Y no renuncia a quedarse solo con la española debido a la deriva del Brexit en su país de origen. Él votó por quedarse, perdió y ahora vive con tristeza desde España lo que ocurre en Reino Unido. Ian cree que cogiendo lo bueno de los españoles y lo bueno de los ingleses se conseguiría una ciudadanía muy completa. "El español se esfuerza en ser feliz. Y eso es muy importante. La gente siempre encuentra el camino para ser feliz. Los británicos, sin embargo, estamos siempre cabreados", señala Powel. Pero hay una cosa que no le gusta de los españoles: el miedo al cambio. "Es frustrante ver lo que le cuesta a los españoles tomar una decisión. Tienen mucho miedo a los cambios. Pasa en muchos ámbitos, pero en política se ve muy claro. La gente no cambia su voto a pesar de que el partido al que apoyan sea el más corrupto del mundo. Eso es malo para el país. Los británicos nos cabreamos con los políticos, los echamos y cambiamos el voto sin grandes tragedias".

sábado, 11 de abril de 2020

Necionalismo

No sé si alegrarme ante el hecho, biológicamente inevitable, de que ya no veré la tercera gran crisis de la Edad de Plata de la Estupidez (la Edad de Oro fue la primera mitad del siglo XX, la era de las matanzas mecanizadas o, por usar un cruce de títulos, de las naranjas metálicas; siguió luego la bendita era de los keynesianos socialdemócratas). Muchos y yo mismo anticipábamos que vendría una segunda crisis peor que la primera. No nos hemos equivocado. Pero el motivo no lo podía esperar nadie. Es tan humilde como el que mató a los marcianos en La guerra de los mundos de Wells. Preparémonos, sin embargo, para la tercera gran crisis y mucho peor que vendrá después. Hay peritos (no precisamente economistas, que en el asunto de las predicciones están al nivel de las brujas medievales) que ya prevén el colapso del clima y de los sistemas ecológicos en 2040, una crisis anterior incluso a la posterior de la energía química. 

No creo que una sola crisis baste para llegar a la Edad de Oro del Hombre.  Entre otras cosas, porque las utopías nunca se alcanzan (basta con que curen o hagan más válido, no digo que mejor, al ser humano). Esta crisis económica mundial, suscitada solo por un virus construido ciegamente por la selección natural de lo más apto para perdurar en el cuerpo humano, vaya a suscitar un cambio de paradigma; pero sí creo que será uno de los elementos que se irán sumando para suscitarla.

Se ha hablado de una Constitución mundial, pero eso es prematuro y será sin duda tan insuficiente como la Constitución Europea que Francia intentó colar (una hermosa y utópica vaguedad). Los dirigidos medios de comunicación y de control de masas no le pueden echar ahora la culpa al pueblo para pedirle (más) sacrificios, estrategia manipulativa conocida como doctrina del shock (Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, 2007). Tendrán que recurrir a otros medios, aunque la extrema derecha tendrá siempre en su mano este tipo de argucias. Los estados liberales, por desgracia, se han descapitalizado gracias a las políticas neoconservadoras y ya no pueden recurrir a los fondos que necesitaría una política neokeynesiana en la línea de Alvin Hansen y Andreas Paulsen. Habría que recurrir a las ideas de Stiglitz o Piketty (curiosamente enmudecidos en estos días) para resucitar un intervencionismo que salvase lo más salvable del sistema.



Pero a esto se opone la vigorosa fuerza de la ignorancia, aumentada viralmente (exponencialmente, diríamos) por Internet, ese prodigio de difusión de vídeos e imágenes de gatos que odia las ideas que exijan vocabulario abstracto, un pensamiento multinivel y no unidimensional. 

Y una de las formas que asume esta ignorancia es lo que algunos anarquistas denominan necionalismo (no es un vocablo que haya creado yo). Ni siquiera se la puede denominar ideología: es solo un punto de vista, una pasión y, por tanto, resulta bastante difícil de cambiar, ya que no cuenta con razones para justificarse, sino solo con premisas, prejuicios y demás cosas que empiezan con "pre-". Como no razonan, siempre utilizan las mismas falacias: negar el antecedente, afirmar el consecuente y los demás sesgos cognitivos, sobre todo la petición de principio (incluir como ya cierta la misma "verdad" que se pretende probar). Como dicen los italianos, que en eso son unos maestros, se non e vero e bene trovato / si no es cierto, está bien urdido.  Lo mismo da que da lo mismo, ocho que ochenta, tanto monta y qué más da.

Les resulta, por ejemplo, muy fácil abominar del nacionalismo catalán o del vasco, dicen que han adulterado la historia en Cataluña o en Euskadi y olvidan que antes que ellos la derecha española adulteró la historia de España. Es natural que los que quieren un poder regional, los antiguos carlistas, adopten una fórmula igual que tanto éxito / fracaso ha tenido. ¿Qué puede esperarse de todo nacionalismo si no una mentira, esto es, una visión monocéntrica, tribalista y autista de la realidad? Ya los griegos se burlaban de los que consideraban la luna de Corinto mejor que la de Atenas... pero ellos mismos eran incapaces de unirse sino ante unas amenazas exteriores que implicaban su propia supervivencia como cultura. La lengua es solo un pretexto. El necionalismo nos quiere encerrar dentro de nuestras casas, como en El ángel exterminador de Buñuel, donde los burgueses perdían sus maneras y se brutalizaban al no poder salir de su encierro; la parábola hispánica es La cabina, de Antonio Mercero. Nuestros viejos van a desaparecer tan silenciosamente como las abejas en sus celdillas, o nosotros en medio de los bulos y del Facebook.

¿Qué harán las fuerzas de la manipulación cuando se enfrenten a las masas noqueadas y desorientadas por el cataclismo? ¿Se aprovecharán de la doctrina del shock y crecerán dentro de los necionalismos buitres y rapaces, provocando así la tercera y demoledora gran crisis? ¿Se llegará a un gobierno mundial internacional que tenga competencias y autoridad solo en los intereses fundamentales del ser humano: salud, investigación e industria farmacéutica, enseñanza y gestión medioambiental del globo? Esto suena idealista, pero es lo que hay que hacer, o a lo que se debe llegar.

Nuestros hijos no podrán ya emigrar para repatriar alguna riqueza que fecunde nuestra esterilidad: la crisis es global y el estúpido necionalismo quiere volver a levantar todos los muros y murallas que derribó una época más solidaria que esta. Que emigren los ricos corruptos para depositar sus cohechos y engorden los bancos suizos, casi todos ellos necionalistas o reyezuelos de cualquier cosa, como el tailandés que se ha encerrado en un hotel alemán con veinte concubinas. Ellos y los Países Bajos barren para su país, pero parece que han llegado a un acuerdo, a Dios gracias. Europa debería ser otra cosa, no una Confederación Germánica o un 13, rue del Percebe.

No se le puede echar la culpa al pueblo aprovechando el shock, como se hacía; esta sacudida debe ser un aliciente para cambiar. Y quizá tuvo razón H. G. Wells cuando escribió que "el hombre no vive, ni muere, en vano". Que la esperanza es algo bueno.

O era.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Habla el máximo estudioso de la desigualdad, Piketty

Thomas Piketty: "La motivación económica para pedir la independencia en Cataluña es muy significativa"

Jueves, 12 diciembre 2019, El Mundo:

Thomas Pikkety (Clichy, Francia, 1971) va con prisas. Las huelgas de Francia lo han retrasado. Además, tiene mucha experiencia dando respuestas después del best seller que supuso El Capital en el Siglo XXI (2014). Ahora vuelve con Capital e Ideología (Ed. Deusto), donde pone sus tesis sobre la desigualdad económica a caminar por la historia de la humanidad. Su propuesta para transitar hacia un nuevo capitalismo: un impuesto del 90% a los superricos, una herencia de 120.000 euros para todos a los 25 años y la desaparición de los impuestos indirectos.

"La desigualdad no es económica o tecnológica: es ideológica y política". Ésta es la principal conclusión de su libro. ¿Qué me dice si le digo que la desigualdad es un fenómeno natural?

Bueno, viene de la naturaleza, en el sentido de que todo el mundo es diferente y tiene talentos distintos, pero luego las instituciones desarrolladas por el hombre hacen la diferencia. En algunas instituciones se exacerba la desigualdad inicial, se acumulan grandes concentraciones de riqueza y de propiedades a través de las familias. La gran lección de la historia es que el sistema legal o fiscal o educativo puede suponer una diferencia inmensa en términos de desigualdad. Las élites siempre son conservadores y quieren ver la desigualdad como algo imposible de cambiar. Pero la historia nos demuestra lo contrario.

¿Por qué escribe sobre Cataluña que es "especialmente chocante comprobar que el nacionalismo catalán es más acusado entre las categorías sociales más favorecidas que entre las más modestas"?

El problema de Cataluña es complicado y mi intención no es afirmar que la queja fiscal es la única que existe. Sabemos que hay asuntos relacionados con la forma de gobierno -república versus monarquía, por ejemplo- y hay muchísimos conflictos. Pero a mí me preocupa el tema fiscal y que parte de la motivación para la independencia, no toda, pero una parte importante, sea el afán por mantener más ingresos fiscales dentro de Cataluña.

¿Pero usted se declara sorprendido porque esperaba que en Cataluña los más ricos y educados fueran menos nacionalistas o qué?

Es que es muy chocante que pase esto. Porque si fuera únicamente por la cultura o por la lengua, no esperarías que la relación del separatismo con el nivel de rentas fuera tan fuerte. Que esta relación se de lo que sugiere es que la motivación económica para pedir la independencia es muy significativa. Me gustaría que los independentistas de izquierda clarificasen su postura en lo referente a la solidaridad fiscal. Sé que la gente que defiende la independencia de Cataluña quiere quedarse en la UE y mi pregunta entonces es muy simple: ¿aceptarían seguir pagando las transferencias fiscales a nivel federal europeo o quieren ser una especie de Luxemburgo para atraer más inversión y quedarse los ingresos fiscales para ellos solos? No podemos organizar Europa con un montón de paraísos fiscales que compitan entre sí, necesitamos solidaridad. Estoy seguro de que en California estarían muy contentos de quedarse sus ingresos fiscales, pero tienen que pagar a Washington su impuesto federal y ese es un sistema bueno para tener un proyecto federal más amplio. Y la UE debería ser un proyecto así, no basado en la competencia fiscal de todos contra todos.

Hay gente que dice que la única posibilidad de que su sistema impositivo global se imponga es un gobierno mundial "al estilo chino", para evitar la competencia fiscal entre países...

El sistema chino es muy opaco y muy desigual. En los países postcomunistas, como Rusia y China, puede haber un partido comunista, pero el sistema económico es más capitalista que comunista y de hecho tanto Rusia como China se han convertido en los mejores aliados de los paraísos fiscales y del hipercapitalismo. En estos países algunas personas cercanas al poder se convierten en oligarcas y pueden transmitir toda su riqueza a sus hijos sin ningún tipo de regulación o impuestos. Para mi esta es la peor combinación posible.

¿Y entonces cómo se impone su fiscalidad global?

Creo que se puede hacer a muchos niveles. En España, en Francia... Por supuesto, podemos avanzar mucho si lo hacemos conjuntamente, pero ya se puede hacer mucho a nivel de los países, sobre todo si abandonamos esta visión de que podemos tener circulación libre de capitales sin ningún tipo de regulación, sin ningún tipo de intercambio de información sobre quién, cómo y cuándo transfiere. Ese fue un gran error del Tratado de Maastricht. Estoy a favor de la circulación de las inversiones, pero el tratado no contempla ninguna sanción para los países que no transmiten información fiscal y creo que deberíamos cambiarlo...

Hay más de cien países que intercambian información fiscal...

Pero no sabemos exactamente qué es lo que comparten. No hay ninguna administración fiscal en el mundo, ni en Francia ni en España, que sea capaz de decir qué información tienen y cómo la utilizan. Si queremos que el sistema funcione tiene que haber sanciones vinculantes para los países que no facilitan información. Seguimos en la etapa de hablar de cuentos de hadas, pero hay que cambiar los tratados europeos. Y tenemos ese problema de la unanimidad: algunos países no quieren cambiar esto, quieren tener tratados independientes. No podemos esperar a que la unanimidad llegue para cambiar en Europa.

El énfasis suyo y de sus colegas en el 1% más rico ha capturado la imaginación de mucha gente. Pero la cuestión es: ¿qué pasa con el resto? Podemos tener dos países con el mismo 1%, pero con un 99% restante muy diferente: uno muy desigual y otro no.

En el caso de EEUU, lo que es muy chocantes es que el gran auge de la parte superior de los dueños del 1% de la renta se ve igualado por el 50% inferior. Ha habido un colapso en la participación de la renta nacional. Lo que solía ser un 20% de la renta, ahora es un 10%. Lo cual es aterrador. Se puede explicar por el hecho de que el 1% superior ha acaparado una mayor parte de una economía que no crecía muy rápido. Si hubiera mucho crecimiento igual no hubiera habido un problema. Esa fue la promesa de Reagan en los años 1980. Si la economía crece mucho, entonces todo bien, porque habrá una participación más pequeña, pero de una tarta más grande. Pero si ves el rendimiento de la economía de EEUU en las tres décadas posteriores a Reagan y antes, el hecho es que se ha visto reducido a la mitad. Y eso se debe a muchos factores, incluyendo la falta de inversión pública en la educación, la caída de los salarios... No queremos seguir este camino en Europa, pero no podemos estar seguros de ello porque las fuerzas de la competencia fiscal va en esa dirección.

Le preguntaba por el 99% restante porque hoy, en Francia, en Chile y en Hong Kong, son las clases medias las que protestan...

Sí, por supuesto, la clase media ha sufrido porque han visto un estancamiento de su renta. No un colapso como el que ha sufrido el 50% más pobre en EEUU, pero sí un estancamiento. Y se puede ver en algunos casos que acaban pagando más impuestos que los que están arriba que son capaces de zafarse de sus obligaciones tributarias. Y esto es muy peligroso, porque si la clase media tiene la sensación de que están pagando más que los de arriba, entonces todo el contrato social y el consentimiento fiscal se ve machacado porque puede ser que la clase media diga 'no queremos pagar más' y ya nadie quiera mantener el sistema. Pero este modelo social que tenemos en Europa es el que ha evitado que la desigualdad llegue a los niveles americanos. El sistema europeo es frágil y si no tenemos más cooperación entre nosotros para que el sistema fiscal sea más equitativo, el contrato social se verá amenazado.

Con sus libros siempre se habla mucho de impuestos. Hace poco en un debate con Gabriel Zucman y Emmanuel Saez, Larry Summers, que fue secretario del Tesoro con Clinton, dijo que el impuesto a los ricos que ustedes proponen es "mala política, mala economía y basada en malos datos". ¿Qué opina?

Pienso que Larry Summers es un mal economista en temas de desigualdad. No conoce bien los números, no ha hecho investigación sobre estos temas. Él ya estaba en el poder en tiempos de Bill Clinton en un momento en que había una intensa desregulación financiera y él empujaba para que hubiera cada vez más. Debería ser un poco más humilde a la vista de lo que ha hecho y las consecuencias que tuvo en la crisis financiera y en la desigualdad creciente en EEUU. Siempre ha habido economistas conservadores como Summers. Antes de que se creara el impuesto federal sobre la renta había muchísimos Larry Summers diciendo que no debía existir una fiscalidad progresiva, etc. Y hoy, en 2019, tenemos a Larry Summers, diciendo que no queremos un impuesto federal sobre la riqueza. Pero cuando hoy tienes 100 multimillonarios y había 30 hace 10 años y 10 hace 20 años y este proceso de concentración sigue tanto o más de prisa que el tamaño de la economía, no puedes decir que tener unos tipos impositivos de un 6% o 7% como los que proponen Zucman o Saez sea excesivo. Si ves la tasa de crecimiento de las fortunas es mucho más veloz que la tasa de crecimiento de la economía. Si crecieran a la par, podrías decir que todo el mundo está creciendo, que hay ricos y pobres, pero que todos se están beneficiando, pero aquí hay un desequilibrio enorme y si Summers no es capaz de ver eso debería leer más revistas sobre billonarios y analizar los datos.

El éxito de su primer libro creó problemas a la socialdemocracia, porque los conservadores apenas se sienten aludidos por la desigualdad, les atemorizan más sus ideas sobre impuestos expropiadores. En este libro, la crítica a la socialdemocracia es aún más explícita. La acusa de renunciar a organizar de otra manera la economía global y la superación del Estado-nación...

La socialdemocracia históricamente ha conseguido grandes logros. Comparado con otros proyectos políticos han sido capaces de poner en marcha sistema sociales, fiscalidad progresiva, educación pública, pero ha habido una fuerte limitación empezando en 1980 y 1990 a nivel de la integración europea. Se cometió un error al tener una sola moneda y circulación libre de capitales sin un presupuesto y una fiscalidad común. Estoy a favor de la circulación libre, pero necesitas una fiscalidad común. Los socialdemócratas han estado en el poder en Francia, en Alemania, durante muchísimos años. En Francia entre 1981 y 2017, han estado 20 años en el poder. Cuatro legislaturas con mayoría absoluta. En ese mismo periodo también estaban en el poder en Alemania y nunca se dio una propuesta socialdemócrata explícita para cambiar Europa.

Dice que el hecho de que Mark Zuckerberg tuvo una buena idea comercial con 25 años no justifica que a los 50 o 70 siga controlando Facebook. No cree que este planteamiento puede acabar con las buenas ideas a los 25 años...

Creo que Marc Zuckerberg hubiera estado muy contento de crear Facebook incluso si se le hubiese dicho al principio que en vez de tener 50.000 millones en acciones sólo iba a tener 1.000 millones o cien millones. ¡Cuando eres un estudiante qué más te dan cien millones que un millón! ¡Ya estás motivadísimo! La gran mayoría de los emprendedores útiles no son multimillonarios, son personas que logran acumular un millón o quizás diez millones si tienen muchísimo éxito, pero la idea de que un emprendedor necesita tener billones para que la economía sea eficaz es errónea. Creo que vivimos en sociedades con un nivel de ingresos muy altos...

¿Pero sus tesis conducen a la desaparición del concepto de ahorro que es la base de la acumulación capitalista que critica?

En el caso de Zuckerberg no se trata de los ahorros, se trata de que tuvo una idea muy exitosa, no fue un lento proceso de ahorro, sino que fue una fortuna muy rápida. Este proceso de creación de fortunas rápidas creo que tiene que sustituirse por un flujo de movilidad circular del poder y de la economía, sobre todo para los grandes niveles de acumulación de capital

miércoles, 2 de enero de 2019

Todos le dieran sus hijos

Hay que quitarse el sombrero (los calzones ya se los bajan los políticos del reino) ante los nacioneros catalanes. El vascojudaico Juaristi, que de eso sabe un poco (y encima ha leído a Léon Poliakov, además de las Tablas de la Ley), dice que son aún más estúpidos que los vascos. No lo niego: han conseguido resucitar la momia más enterrada que había en España, la del nacionalismo español, poderoso y tremendo donde los haya; si pretendían independizarse, ahora sí que lo tienen casi imposible. Por idiotas; ni siquiera saben hacer el indio, como Gandhi, y dejarse morir de hambre y danoninos. Ya lo decía Pla: el catalán es cobarde, protestica y caganer.

Sabíamos que los siete enanitos Pujol descendían de un famoso bandolero dieciochesco y que Arthur Mas, por tres ramas distintas, de capitanes esclavistas y negreros (de esos que echaban a los que iban a morir de hambre por la borda, porque el seguro solo cubría "accidentes"). De gente tan respetuosa con las tradiciones del robo, esto se explica, y augura un futuro glorioso a los siete niños de Pujol, como los de Écija, que quieren robar a España, porque los charnegos no tienen nada que hacer en Cataluña, digan lo que digan, si no andan hablando en lengua no internacional y con lacito amarillo. El misoneísmo es lo que nos define a todos los que compartimos península. Y como aquí todos somos misoneístas, nadie quiere mirar hacia adelante y propiciar un acuerdo del que nazca una nueva constitución. El melón no se abrirá y se pudrirá. Ya lo vemos todo el día en TV: el caso es discutir siempre y no llegar nunca a ninguna conclusión, a ningún acuerdo, porque no se busca eso, sino solamente discutir. Eso es lo que se ¿enseña? solamente en TV. Debían negarse a discutir si no se prometía llegar a una solución. Ya lo decía Pedro Calderón de La Barca, que un día luchó contra los catalanes y fue herido:

No riñas por cualquier cosa;
que cuando en los pueblos miro
muchos que a reñir se enseñan,
mil veces entre mí digo:
«Aquesta escuela no es
la que ha de ser». Pues colijo
que no ha de enseñarse a un hombre
con destreza, gala y brío
a reñir, sino a por qué
ha de reñir; que yo afirmo
que, si hubiera un maestro solo
que enseñara prevenido,
no el cómo, el por qué se riña,
todos le dieran sus hijos.

Pero los nacionalistas españoles no les van a la zaga. El sociólogo iraní-católico Santiago Abascal es un divorciado no sé por qué iglesia, pero desde luego no por la romana, y promete hacer grande y ¿libre? a España, porque una no la va a hacer, habida cuenta de que lo único que consigue es dividir aún más a los dizque españoles, que más vale llamar ibéricos, porque solo nos une el amor al jamón. Eso es porque lo que realmente quiere es el reinado absoluto y duradero de la derecha; porque aquí no es liberal como la europea y por tanto le da igual aliarse con el mismísimo Satanás con tal de proseguir sus saqueos y extorsiones de corrupta de siempre. No me extraña que Abascal sea, también en interés propio, un aficionadillo a la ornitología: es un pajarraco de cuidado y en su horda los hay muy semejos.

Los políticos españoles han conseguido tener a la mitad de los jóvenes en paro y a la otra mitad cobrando sueldos minusmileuristas y ahora, antes de enviarnos a la esclavitud de los patrones, como ya pretende el gobierno fascista de Hungría, van a por los otros débiles de la sociedad, los viejos, y les dejarán con unas magras y ridículas pensiones con las cuales no podrán siquiera mantener a esa mitad de jóvenes de las que hablábamos al principio.

Y luego quieren que nos espantemos de que gane la ultraderecha... Lleva mucho tiempo ganando. No quiero presumir de Profetón, como otros hacen, porque entonces lo vio hasta el más ciego, pero ya dije que tras la descomposición inorgánica de la mierda del PP este se iba a despiezar, y eso es lo que ha ocurrido. Ahora lo gobierna un residuo llamado Pablo Casado; su única esperanza es solo ser el primer partido de la derecha, para seguir robando, privatizando y mangoneando, que es lo único que sabe hacer.

Sin duda el gran filósofo de la modernidad, el más influyente en la política de estos tiempos, ha sido Silvio Berlusconi. Nacido del deporte, del espectáculo y de la corrupción. Su principio de que "la verdad no cambia nada" ha sido seguido fielmente por todos los políticos que ya ni siquiera se molestan en mentir, sino que fabulan agradablemente; "hechos alternativos", los llaman. Trump, Putin, Salman, Duterte, Salvini, Rajoy matan directa y desvergonzadamente o, con más elegacia, por omisión (copagos, pensiones, recortes, paro, todas esas cosas que matan viejos, bajan los índices de natalidad y aumentan un 3% en solo un año los de suicidios); y los que no se atreven a tanto se conforman con robar a mansalva y deteriorar con sus excrementos industriales el clima, el paisaje y la casa común. Y es así porque la verdad no cambia nada: han ganado los malos y el mal lo gobierna todo. La corrupción es la norma y la mentira la ética fundamental. "La mayor fuerza que mueve el mundo es la mentira", escribió Jean-François Revel.

Eso es lo que hacen, maldad y no política. No unen, dividen. Se hacen santos llamando malos a los demás. Y es la unión lo que nos hace especie humana. Los criterios éticos les parecen poco modernos, porque todo es fashion, apariencia. Sobre todo los impuestos: hacen como que los pagan, pero los evaden. El fascismo medra cuando hay mentira (esto es, el tipo de violencia intelectual que genera las otras), desgobierno, inestabilidad, crisis económica, desigualdad, poca clase media. Y, sin embargo, lo realmente antiguo son las actuales brutalidad, mentira e idiotez. De la modernidad se ha vuelto a la barbarie, que es posmodernidad solo porque va después del fin, o sea, al principio.

Nos tienen sumergidos en una realidad sin fin que adopta la corrupción como norma y la mentira como ética fundamental. Porque solo si el mal se ha instalado en el poder es posible que los poderosos puedan librarse de las consecuencias de sus maldades y la violencia mental (esa violencia que consiste fundamentalmente en mentir y que origina siempre las otras violencias: la física y la emocional) les parece la única manera de gobernar en inferioridad de ideas, pero en mayoría de fuerza bruta. Y así nos hablan de cambio los que nunca han querido cambiar otra cosa que sus propios niveles de retribución.

martes, 1 de enero de 2019

Entrevista a Jon Juaristi

Fernando Palmero entrevista a Jon Juaristi: "El PSOE es hoy el partido más perjudicial para España"
El País, 29 DIC. 2018 18:56

Nacido en 1951 en Bilbao, Jon Juaristi ha dejado constancia de su trayectoria vital y política en su libro de memorias 'Cambio de destino' (Seix Barral, 2006).

Ensayista, poeta, novelista, filólogo de formación y referente intelectual de toda una generación

Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alcalá de Henares y columnista de 'ABC', ha sido director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes

"Algunos, es verdad", escribió Jon Juaristi en Sacra Némesis (Espasa), "tendremos que irnos a otra parte, pero no porque se nos expulse. Imperará aquí la norma primera de todo conformismo, la que Arzalluz me ha recordado con frecuencia en los últimos meses: si no estás contento, ancha es Castilla. Yo, lo confieso, me siento incapaz de presenciar el apasionante proceso de construcción de la etnia vasca del siglo XXI, de la Euskal Herria nacional, de la utopía abertzale (...) Sé que, fuera de aquí, añoraré las sombras del hayedo de Urquiola, el dulcísimo acento del eusquera de Vizcaya y algún rincón de mi Bilbao castizo, pero eso está indisolublemente unido a un mundo que se acaba, si no se ha terminado ya sin que lo hayamos advertido". Como tantos otros, también él, cuyo nacionalismo de juventud le llevó a formar parte de la primera ETA, tuvo que abandonar el País Vasco a finales de los 90 para instalarse en Madrid. Eran los años del acuerdo de Estella y de la tregua trampa de los terroristas. Entonces, ya denunció la estrategia de la banda y constató cómo, sin disparar un tiro, ETA consiguió una victoria justo cuando estaba a punto de ser derrotada.

¿Ha ganado ETA definitivamente?

ETA ha podido salir impune, pero realmente los que han ganado han sido los nacionalistas. ETA se utilizó para eliminar cualquier posible oposición a la consolidación del privilegio. Franco, que era un gran vasquista, favoreció a los vascos frente al conjunto de los pueblos españoles, por eso, el nacionalismo salió del franquismo bastante preocupado por la posibilidad de una nivelación democrática y, por lo tanto, de una pérdida de los privilegios ancestrales, que vienen de la noche de los tiempos, de Tubal, y van pasando por distintas manifestaciones históricas, incluso por codificaciones forales. El propio nacionalismo español, desde sus orígenes, tuvo una posición muy ambigua. Por un lado, se inventa a los vascos, en el siglo XVI, como comunidad primitiva para justificar que España existía ya en el Paleolítico, para poder decir nosotros venimos de ahí, de ese mamut hablando en euskera. Los vascos, por tanto, tenían que ser miembros necesariamente de la nación española, pero, por otra parte, tenían que mantenerse como un grupo separado del resto de los españoles, y eso crea una comunidad de esquizofrénicos. Una vez que se ha resuelto lo de ETA, que ya todos los partidos políticos son de Euskadi y se ha consolidado el privilegio, han vuelto a ese planteamiento. La definición de la identidad vasca que da el lehendakari Urkullu es que son la nación foral, que es como decir que son el agua seca, porque o eres nación o eres foral. Pero mientras esa situación se mantenga estarán conformes.

¿No es una contradicción que la Constitución legitimara la existencia de los fueros?

No, porque a través de la Constitución del 78 España opta por la fórmula tradicional de la organización de la identidad española, es decir, por la presencia de unas nacionalidades históricas, donde los vascos juegan un papel fundamental. La disposición adicional primera lo que hace es crear una constitución vasca dentro de la Constitución con un contenido indefinible, sin límite para los derechos históricos, que por supuesto no existen, y que pueden actualizarse en el marco del Estatuto. El Tribunal Constitucional ha venido avalando todas las reivindicaciones vascas, porque lo contrario sería ir contra la Constitución.

¿Es lógico que Torra, un representante del Estado, hable la de la vía eslovena y nadie haga nada?

Lo absurdo de esta situación solo tiene parangón en la historia española con lo que ocurrió durante el Sexenio revolucionario. Entonces, tanto los republicanos federalistas como los unitarios estaban de acuerdo en que había que dar la independencia a los vascos, no por una simpatía especial, sino porque mientras existiese el carlismo sería imposible organizar el resto del país. Pero lo más importante era que el partido del Gobierno de la República se sublevó contra la propia República, como ocurrió en el cantón de Cartagena. Pla decía que era lógico que fracasara la República porque estaba dirigida por ampurdaneses, como Estanislao Figueras y Pi i Margall. Es cierto, sin embargo, que el independentismo catalán para mí ha sido una sorpresa, ni siquiera durante la Guerra Civil llegó a este extremo. Companys proclamó la república catalana dentro de una república federal, que no existía, pero su límite era el federalismo. Básicamente, la situación actual es producto de un problema de evasión de responsabilidades penales, de una cadena de escándalos de corrupción. Que se lleve a juicio a la figura más emblemática del catalanismo político de la Transición y sus hijos vayan a la cárcel provocó una conmoción dentro del catalanismo. España nos roba es la denegación por inversión del discurso: no nos roban los Pujol, nos roba España. Y entonces se pone en marcha el independentismo, cosa que produce una enorme alegría a los nacionalistas vascos, porque se dieron cuenta de algo que no habían sospechado nunca: que los nacionalistas catalanes eran incluso más tontos que ellos.

¿Cómo se explica la inacción del Estado?

Más que del Estado, habría que hablar de la inacción de dos gobiernos sucesivos. Primero, el de Rajoy, que hace la payasada de activar el 155 para llamar a las elecciones. Y ahora, el de Sánchez, que llega con una propuesta inversa: hace una moción de censura no para llamar a las elecciones, sino para seguir hasta la eternidad. No creo que esto se pueda explicar si no es con conceptos psiquiátricos, como una locura de poder de personajes muy concretos. En cualquier caso, hoy, el partido más perjudicial para España no es Podemos, ni siquiera son los partidos nacionalistas, es el PSOE, una máquina destructora de todo lo que sea racionalidad política. Con Sánchez en La Moncloa hay un riesgo inminente de ruptura, porque si Torra proclamara la independencia, el presidente no mandaría ni a un sereno para impedirlo. El 6 de octubre del 34, cuando este riesgo de separación no existía, el Ejército envió a sus tropas.

¿Existe cierta connivencia en Europa con el secesionismo de Cataluña?

Ante España, Europa ha tenido siempre una actitud, si no de hostilidad, sí de falta de empatía, salvo que la sangre rebasase un poco los Pirineos. Lo de Cataluña suscita apoyos individuales, pero no pronunciamientos de los órganos de poder europeo. La UE tiene sus aspectos positivos y negativos y uno de los aspectos negativos es que realmente nunca será una nación. En realidad, no se sabe muy bien qué es Europa más allá de una unión aduanera y una estructura que ha ido recogiendo competencias de los Estados nacionales, como se ha demostrado durante la crisis de los refugiados: ¿acaso los Estados que tienen fronteras exteriores no tienen derecho a tener fronteras?

¿Cree que el discurso antiinmigración tendrá mucho recorrido en España?

Tendrá recorrido en la medida que haya una indignación en determinados puntos. Es bastante sintomático lo de El Ejido, donde Vox ha sido el partido más votado. Hay un libro de Mikel Azurmendi de 2001, Estampas de El Ejido, que hacía una descripción bastante realista de la situación, y desde entonces no se ha intervenido, no se han arreglado los problemas fundamentales. La gente puede tener una visión simpática de los inmigrantes hasta que vienen en masa a vivir a la casa de al lado. Vivimos en un planeta bastante convulso, en el que hay un exceso de gente, y no es por ponerme malthusiano, pero la demografía siempre actúa en contra de la democracia y genera una depreciación de la vida humana, porque los recursos no estarán nunca a la altura de los problemas que se plantean. Felipe González solía decir que la mejora de la sanidad pública genera demanda de sanidad pública. La gente ya no va al médico por un problema de apendicitis o un tumor cerebral, va porque en el dedo le ha salido un absceso o está muy angustiado. Esto puede ser comprensivo, pero esta hipertrofia de la sanidad puede acabar con ella, y con los servicios públicos en general.

¿El populismo de Podemos es igual al de Vox?

Vox me parece bastante simplista, no creo que tenga ni siquiera una ideología sistemática, es más bien el partido de la derecha cabreada, de los que van a misa y del pequeño empresario, que están hartos de que le toquen constantemente las narices. Lo que más me molesta de Vox es esa hostilidad al Estado de las autonomías, justo cuando han llegado a hacerse notar gracias a unas elecciones autonómicas. Las autonomías se pensaron para desaguar tensiones, para organizar un reparto vertical del poder y evitar que se concentrase en el Gobierno central y que un partido se identificase totalmente con el Estado. Pero Vox es un problema que se le plantea al PP, no a España en general, y no tiene que ver con el populismo de Podemos, que es un mucho más horizontal, más disperso. Yo lo comparo con el demonio maniqueo, que tiene mil cabezas y ninguna sabe qué piensa la de al lado, pero todas están de acuerdo en andar jodiendo algo. Esta idea de la bestia del Apocalipsis se corresponde con su estructura en círculos, que son círculos infernales, cada uno con su propia versión de lo que debe ser la transformación revolucionaria, desde el anticapitalismo hasta Ynestrillas, que podría haber estado en Podemos en su momento. Creo que el discurso de abdicación del Rey fue una gran torpeza, porque dijo una cosa terrible: me voy porque hay una nueva generación que llama a las puertas y se lo merece todo. No se puede decir eso, la generación no es un sujeto político. Y en aquel discurso se enuncia como si fuese una verdad probada. Una generación no se merece todo, cada una tiene que pasar por un proceso de tribulaciones e irse depurando, acrisolando con el sufrimiento para merecer algo. Y menos una generación que sale de Somosaguas: nos lo merecemos todo, hasta el Rey lo ha dicho. Esa nueva generación no sabe nada del proceso constituyente, y dice cosas como que lo impuso el Ejército y tres o cuatro grupos de extrema derecha y de policías que derramaron mucha sangre. La sangre la derramaron los antifranquistas, como el Grapo o ETA, que jamás luchó por la democracia, su modelo era el del Ejército popular, el modelo Ho Chi Min, para entendernos.

¿Con el bipartidismo vivíamos mejor?

Yo creo que sí. Para un país como éste, el bipartidismo es lo más cercano a un sistema ideal. Ahí estoy con Menéndez Pidal, que hablaba de un partido que represente la tradición y otro el progreso, incluso, si se quiere, la revolución, pero que se entiendan, como en Italia ocurrió con el compromiso histórico entre la democracia cristiana y el Partido Comunista. Hay que acercarse a eso, pero desde luego no con Sánchez y su camarilla, que viven muy contentos con esta situación de fragmentación y enfrentamiento.

¿Qué es el judaísmo cultural o ateo al que se ha referido en algunas ocasiones?

El judaísmo cultural está bastante ligado a la construcción del Estado de Israel y a una cultura israelí de aluvión que asimila elementos de todas las diásporas que llegaron allí. El judaísmo cultural como tal no existe más que en el sentido de judaísmo de síntesis que ha sido en Israel el elemento de cohesión de la sociedad. El judaísmo no es una religión teocéntrica, yo creo que ni siquiera es una religión. Se trata de una especie de ética nomocéntrica, donde la centralidad está en la ley, y el primer mandamiento de la ley es no adorar dioses, y por supuesto dioses indefinibles. Hay una voluntad de no doblar la rodilla ante ninguna imagen de Dios, y eso me parece muy emocionante. El judaísmo es un ateísmo muy refinado, aunque muchos judíos lo nieguen. Uno de los grandes textos del judaísmo, no reconocido como canónico por ninguna de sus ramas, es ese cuento de Kafka del campesino que llega al palacio de la ley y el guardián le dice que no puede entrar y se queda esperando toda la vida. El guardián es Dios y el palacio es la ley. El centro del judaísmo es la Torá, la ley, y no Dios, que es algo indefinible. Ser ateo en el judaísmo no es ninguna rareza, hay muchos practicantes que lo son.

¿Le preocupa el resurgimiento de la judeofobia?

 Jean-Luc Nancy ha dicho recientemente que la propia identidad europea se estructuró sobre la base de la judeofobia, se funda en la negación del derecho a la existencia del judaísmo. Eso ha creado una especie, no de inconsciente colectivo, pero sí de patrón cultural básico en las identidades europeas e incluso en la Europa socialdemócrata y progresista, donde el antijudaísmo se manifiesta como rechazo al Estado de Israel. El último argumento del antisemitismo es el antisionismo, todos los demás han caído: el judeobolchevismo, por razones obvias, la identificación de las altas finanzas y de la banca mundial, los libelos de sangre, y los secuestros de niños ya no se los cree nadie... lo que queda es Israel. Y qué hacen los israelíes, pues según el mito: matar palestinos, y en concreto, matar niños palestinos, como les gusta decir a los antisemitas.

¿Es España antijudía?

No lo ha sido en el sentido estricto, porque no ha sido moderna. Aquí hay un antijudaísmo de tipo religioso, pero los judíos son una minoría muy poco perceptible, ni en Madrid ni en el resto del país.