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sábado, 21 de diciembre de 2024

Entrevista a Baltasar Garzón

 Rafa de Miguel, "Baltasar Garzón: “Hoy tengo mis dudas, más que razonables, sobre el sistema judicial español”", El País, 18-XII-2024:

El exmagistrado visita Londres para recordar el ‘caso Pinochet’, 25 años después. A punto de la edad de jubilación, anuncia su intención de reclamar al Tribunal Supremo que le devuelva su condición de juez

El despacho londinense de abogados Guernica 37 Chambers, fundado por Almudena Bernabéu y Toby Cadman, trabaja por todo el mundo en defensa del Derecho Internacional Humanitario. Cuando se han cumplido 25 años de la resolución del caso Pinochet, el bufete ha querido convocar a la comunidad jurídica de la capital británica a un encuentro con Baltasar Garzón (Jaén, 69 años), el exmagistrado que demostró al mundo que era posible llevar al terreno práctico los principios de la justicia universal.

Garzón ha charlado con EL PAÍS en los jardines de Middle Temple, uno de los cuatro barrios de Londres que agrupan despachos jurídicos cargados de tradición y solera.

Pregunta. Pinochet volvió a Chile, y murió en la cama. ¿Mereció la pena?

Respuesta. La historia judicial de Chile cambió, se abandonó una impunidad que era rampante. Oír entonces al candidato Joaquín Lavín, y a toda la derecha chilena, que era pinochetista, reclamar la entrega del dictador porque querían juzgarlo ellos fue ya un avance impresionante.

P. Hoy el caso Pinochet es reconocido en todas partes como la demostración de que la justicia universal era algo más que un principio bienintencionado.

R. La jurisdicción universal tiene un alcance muy importante. Es el último bastión de las víctimas para que se haga justicia. Cuando todo fracasa, siempre habrá un juez que, dentro de un sistema que reconozca el principio de jurisdicción universal, pueda actuar para evitar impunidad. Pero es que además, como ocurrió en este caso, se avanza en el propio país de origen de tal modo que ya no hay vuelta atrás.

P. Y, sin embargo, 25 años después, esa cierta idea de la justicia está en entredicho, al contemplar Ucrania o Gaza.

R. Nunca va a ser fácil la persecución de crímenes horrendos cuando afectan a países o líderes de países que van a poner trabas. La prueba la tenemos hoy con las órdenes de detención contra Vladímir Putin o contra Benjamin Netanyahu. De nuevo se ha puesto en cuestión la tarea del Tribunal Penal Internacional.

P. Sugieren algunos que es un riesgo lanzar un órdago que no vas a poder sacar adelante.

R. Claro que es un riesgo. Porque se pueden producir avances, como pasó con Pinochet, o con Hissène Habré del Chad, al que se conocía como el Pinochet africano, que fue juzgado y condenado. Pero cuando la justicia universal fracasa, se corre el riesgo de que haya un retroceso, aunque no por eso la puedes dejar de aplicar.

P. Porque a esos niveles, la justicia también tiene algo de política…

R. Cuando países como Francia, Reino Unido, Italia o Alemania cuestionan un organismo internacional que ellos contribuyeron a crear [ya han anticipado que no aplicarán la orden de arresto contra Netanyahu] y que financian, todo lo que desarrolla ese organismo se pone en tela de juicio. Es paradigmático que un país como Estados Unidos, que nunca reconoció al Tribunal Penal Internacional e incluso actuó frontalmente contra la institución durante la época de George W. Bush, diga ahora [el presidente Biden] que la decisión contra Putin está muy bien y que la apoyan. Y, sin embargo, la de Netanyahu la vean como una barbaridad. Hay un juego político evidente, pero eso ocurre en todos los organismos judiciales internacionales, donde, por más que se quiera, siempre habrá un componente no estrictamente jurídico, como podría haber en el derecho interno de un país.

P. Hoy ya no parece claro tampoco eso último…

R. Sí, yo también cuestiono que ahí, en el ámbito doméstico, la jurisdicción sea tan aséptica e independiente como algunos afirman. Ahora se conoce como lawfare, pero desde siempre ha habido una clara intención de instrumentalización del derecho con fines políticos o económicos.

P. El término en sí es objeto de polémica en España.

R. Recuerdo que todas las estructuras judiciales y políticas conservadoras en España saltaron al unísono cuando oyeron el término por primera vez, para decir que era mentira.

Mi caso puede ser un ejemplo de pre-lawfare. A mí se me sometió a tres procesos y, diez años después, el Comité de Derechos Humanos de la ONU, por unanimidad, dice que fue una sentencia parcial, arbitraria, sin previsibilidad penal, y que aun así se me condenó. Hoy, después de una decisión que es vinculante, yo no he recuperado mi posición.

P. ¿Quiere recuperar su condición de juez?

R. Lo he pedido, y como no se me ha concedido, reclamaré ante el Tribunal Supremo. Se condenó a un juez por una interpretación del derecho que se ha visto que era perfectamente válida y que internacionalmente está sustentada en firmes principios. Pero bueno, cuando llegue el momento, veremos. Y si no, pediré al Consejo General del Poder Judicial que se cumpla el dictamen del comité.

P. ¿Hay una confabulación de los jueces contra el Gobierno en España?

R. Yo no puedo decir que haya una confabulación judeo-masónica contra todo el mundo por parte de los jueces y fiscales, en contra del Gobierno actual, pero lo que sí puedo decir, y me remito a los hechos, que son reiterados, es que muchas decisiones van siempre en un sentido determinado.

P. Pero un juez investiga, y la instancia superior le permite seguir adelante. ¿No es eso el funcionamiento normal de las instituciones?

R. Hay determinadas acciones que te ponen en esa tesitura de preguntarse qué está ocurriendo aquí. Las investigaciones prospectivas son tremendas. Yo discrepo de lo que está ocurriendo con la investigación del juez [que investiga a Begoña Gómez, Juan Carlos] Peinado y la aquiescencia parcial de la Audiencia Provincial. Respeto la independencia judicial, pero creo que ambas son equivocadas. ¿Cuáles son los hechos reales que se imputan a esta persona? Si no hay una consistencia mínima, unos indicios, una línea de investigación… tienes que cerrarla. Aunque sea la mujer del presidente del Gobierno.

P. ¿Cree que no habrá consecuencias penales?

R. Vamos a ver en qué queda todo esto, porque van cambiando los elementos de investigación, y el único elemento que permanece es la persona [Begoña Gómez]. Y eso es muy peligroso. Cuando te centras en la persona y no en los hechos, corres el riesgo de caer en el derecho penal del enemigo [el término acuñado por el penalista alemán Günther Jakobs para definir el derecho que persigue personas, no hechos delictivos].

P. ¿Desconfía del sistema judicial español?

R. Toda mi vida fue enfocada a ejercer como juez, no como abogado. Pero cuando la vida se tuerce y te juegan una mala pasada, tienes que seguir adelante y reinventarte. Hoy tengo mis dudas, más que razonables, sobre el sistema judicial español. No sobre las personas. Conozco muchos jueces, fiscales y funcionarios que no es que sean buenos, son lo siguiente. Sin horas, sin vacaciones, volcados en su servicio público. Pero eso no quiere decir que, por los derroteros que vamos, el sistema sea el más idóneo y tenemos la obligación de ser conscientes en beneficio de todos.

P. Cambiando de asunto. Julian Assange, el fundador de Wikileaks, a quien usted representó, acabó admitiendo un delito para no ser entregado a Estados Unidos.

R. Nosotros no le aconsejamos que tomase esa decisión, pero la comprendimos. En definitiva, ahora él se está recuperando, todavía sigue firme con sus principios. Yo estoy contento por verlo él con su familia.

P. Fue un asunto en el que se implicó usted mucho.

R. Me afectó mucho porque el ataque a la libertad de expresión y la libertad de acceso a la información fue brutal. Y siempre tendré que decir que hubo mucho apoyo inicialmente, pero después se cuestionó más por la persona que por el fondo de la cuestión. Decían que Julian era una persona muy conflictiva, y yo respondía, ¿y qué tiene eso que ver?

sábado, 7 de diciembre de 2024

Entrevista al dialectólogo Ángel López García-Molins

 Salvador López Arnal, "Las lenguas de España", en El Viejo Topo núm. 409, febrero 2022

Catedrático emérito de Lingüística en la Universidad de Valencia, entre las obras de Ángel López García-Molins cabe citar El rumor de los desarraigados (1985, Premio Anagrama) y El sueño hispano ante la encrucijada del racismo contemporáneo (1991). Centramos nuestra conversación en su libro Repensar España desde sus lenguas (2020).

—¿Cuántas lenguas tiene España?

—Ya se sabe que en esto de las lenguas pasa como con los colores: hay una serie de colores básicos, pero si uno se empeña aparecen, como setas, muchos más. Los pintores o los diseñadores de moda no hablan simplemente de rojo, abundan los matices como granate, coral, carmín, cereza, púrpura, bermellón, frambuesa, etc. Pues con las lenguas pasa lo mismo: hay gente que se empeña en diferenciar el rumano del moldavo como la hay que quiere distinguir el valenciano del catalán o el andaluz del castellano. Los lingüistas nos echamos las manos a la cabeza, pero los intereses políticos que animan estas divisiones infinitas nos suelen dejar al margen. Si uno se empeña, siempre podrá ver dos lenguas donde solo existe una sin más que alzar la bandera de algunos referentes que se designan con una palabra distinta: ¿no ve que nosotros decimos espill y ellos, mirall? Pues bien, técnicamente en España solo hay cuatro lenguas viables: español, catalán, gallego y vasco.

—¿Viables?

—Viables significa, en los términos establecidos por Heinz Kloss (1904-1987), que o bien están suficientemente diferenciadas (Abstandssprachen) o bien están suficientemente elaboradas (Abbausprachen) o ambas cosas. Estas lenguas son el fundamento de las cuatro instancias políticas que hicieron España y que aparecen claramente reflejadas en su escudo: el reino de Castilla, la Corona de Aragón, el reino de León y el reino de Navarra.

—Recoge en su ensayo una cita de La hispanibundia. Retrato español de familia, de Mauricio Wiesenthal. ¿Qué es eso de la hispanibundia?

—Es un neologismo afortunado de Wiesenthal que me he apresurado a adoptar. Está formado sobre el sufijo abundancial –bundo y su cualitativo –bundia, que aparecen en palabras como nauseabundo, errabundo, meditabundo/meditabundia, tremebundo, vagabundo, moribundo/moribundia, gemebundo.

Un hispanibundo es un hispano que muestra su condición en exceso y lo que la palabra hispanibundia viene a significar es que los ciudadanos españoles estamos dándole vueltas siempre a nuestra condición hispana, ya sea para exaltarla, para lamentarla o para rechazarla. La anécdota atribuida a Bismarck, quien se supone decía que España era el país más fuerte del mundo porque llevaba siglos intentando destruirse y no lo había conseguido, probablemente es falsa, pero da en el clavo. Como dirían los italianos: se non è vero, è ben trovato.

—Abre el capítulo “Un país peculiar” con una pregunta: ¿Es España un país diferente? Su respuesta: “Pero, aunque culturalmente España difiere apenas de los demás países europeos, hay un asunto en el que ciertamente es diferente y es la cuestión de las lenguas”. ¿En dónde radica exactamente nuestra diferencia? ¿No hay también muchos otros países con varias lenguas?

—Desde luego. En todos los países de Europa, salvo Portugal e Islandia, se hablan varias lenguas. En Europa la media anda por cuatro lenguas y pico, pero en los otros continentes son muchas más. En Australia, en México o en la India pasan de cien. La diferencia estriba en que solo en España sucede que sus lenguas son constitutivas del imaginario nacional. Esta es nuestra especificidad, y cuanto antes adecuemos la cultura y la vida en común a este hecho singular mucho mejor. Pero un país tetralingüe no son cuatro países, como una interpretación simplista suele creer. Una taza de café con leche no se puede descomponer en una tacita de café y otra de leche, es otra cosa.

—¿Y qué significa que las cuatro lenguas españolas sean constitutivas del imaginario nacional? ¿Qué imaginario es ese? ¿No ocurre así en el caso de Francia, por ejemplo?

—No lo creo. En Francia se hablan más lenguas que en España: aparte del francés y del occitano (que podríamos comparar con el español y el gallego), tienen el catalán y el vasco, pero a ellas hay que añadir el alemán, el corso y el bretón. Francia es el ejemplo prototípico de centralismo político y cultural: remedando una frase del catecismo de mi niñez, se podría decir que en el país vecino fuera de la lengua francesa no hay salvación. No es ni por asomo la situación española: la vitalidad del catalán es un caso único en Europa para una lengua que no tiene reconocimiento estatal y la del vasco, prácticamente renacido de sus cenizas, lo mismo. En cuanto al gallego, su consideración internacional, como codialecto del portugués y origen del mismo, es evidente.

El imaginario al que me refiero no está elaborado políticamente, hay que construirlo: a mi modo de ver, España debería ser a todos los efectos el país de las cuatro lenguas.

 —Le cito: “Tratar al idioma español –y lo que es peor, a los hispanohablantes nativos– como si fueran invasores representa una tergiversación de la verdad histórica que se trata de legitimar a base de narraciones falsas del pasado y de mapas inventados”. Sin embargo, en algunas comunidades, en Cataluña por ejemplo, el éxito de esa tergiversación es amplio, generalizado, conocido y sufrido. ¿De dónde la fuerza de esas narraciones sesgadas del pasado?

—Tenemos datos históricos abundantes e irrebatibles que demuestran que el español se viene usando como lengua vehicular en el centro de la península ibérica desde la alta edad media y en sus costas (Cataluña, Galicia, Vascongadas, Valencia, incluso Portugal) desde el siglo XVI. Las lenguas vehiculares no se sustentan en ninguna invasión, resultan de una necesidad pragmática. Por eso, donde más intenso ha sido el papel vehicular del español fue a lo largo del camino de Santiago, que nació durante el medioevo, y en las zonas más industrializadas, Cataluña, Valencia y País Vasco, durante los siglos XIX y XX. Esto no quita para que desde el siglo XVIII, con ocasión del cambio de dinastía, se haya querido imponer coercitivamente el español a los hablantes de otras lenguas. Pero si no hubiese sido así, habría dado igual. Los habitantes de la península tienden a reforzar sus lazos de cohesión y esto comunicativamente se ha manifestado en una lengua común.

—¿Lengua común peninsular? ¿Incluye también Portugal?

—Obviamente no. En el siglo XVI el español todavía se sentía en Portugal como una lengua vehicular: sus mejores escritores lo usaban en alguna de sus obras (Gil Vicente, Sá de Miranda o Camoens, por ejemplo: la tendencia continúa modernamente con Pessoa o Saramago), pero desde la ruptura de 1640 ha habido un proceso de distanciamiento consciente. Paradójicamente no alcanzó a Brasil. Hoy día el español y el portugués (en su modalidad brasileira) se sienten en toda Latinoamérica como variedades cercanas e intercambiables, pero no así en Europa. No estoy abogando por volver a la situación del siglo XVI. Aunque personalmente soy iberista (es decir, partidario del acercamiento de España y Portugal), en el momento actual el español es la lengua común en España, pero no en Portugal. Otra cosa es que, por razones fonéticas, los portugueses europeos comprendan mejor el español que a la inversa (es lo que a nosotros nos pasa con el italiano). Si algún día España y Portugal llegan a formar algún tipo de asociación estatal, por ejemplo confederal, habría que articularla sobre la base de la intercomprensión lingüística, que, por otro lado, es el panorama ideal al que deberíamos tender en España en relación con los romances catalán y gallego. Entender la lengua del otro no es una fruslería, representa la mitad de la comunicación.

 —¿Por qué da usted tanta importancia a los mapas? Llega a afirmar que “toda la tragedia de dos guerras mundiales está contenida en los mapas que se imprimían en varios estados europeos antes de la conflagración”.

—Los mapas físicos representan la realidad; los políticos, su caricatura. En los primeros se pinta el mar de azul y la tierra de ocre: es exacto, los peces se ahogarían en la tierra y los conejos en el mar. Pero en los mapas políticos la necesidad de representar una gran complejidad en solo dos dimensiones tergiversa los hechos reemplazándolos por los deseos de quien encarga el mapa. Vemos el mapa de España y parece que la mancha uniforme de color representa un mismo clima, una sola lengua, una única religión… Oiga, ¿pero el catalán no traspasa la frontera de los Pirineos y llega a Perpinyà? Oiga, ¿pero el islamismo no está muy vivo en lugares como Granada o como Vic? Oiga, ¿pero de verdad que en Galicia siempre está lloviendo y que en Benasque alcanzan los 20 grados bajo cero en invierno? Esta manipulación de los mapas, casi siempre interesada, ha provocado innumerables guerras. Por ejemplo, en el siglo XIX se imprimían mapas de la grossdeutsche Lösung (Gran Alemania) y de la kleindeutsche Lösung (pequeña Alemania), la primera con Austria y la segunda sin ella. No hay duda de que la anexión de Austria por Hitler fue la materialización de un mapa imaginario. Algo parecido puede decirse del mapa imaginario del destino manifiesto (Manifest Destiny) promovido por John L. O’Sullivan en 1845 y que justificaba la anexión por EE. UU. de todos los territorios de América del norte comprendidos entre el Atlántico y el Pacífico y su posterior intervencionismo imperialista en Latinoamérica.

 —Castellano, español, ¿son términos sinónimos para usted? ¿Qué término deberíamos usar si queremos hablar con precisión y sin ofender a nadie? Usted nos advierte sobre la reducción del idioma español a la lengua castellana.

—El castellano es uno de los dialectos históricos del español, la koiné vehicular que surge a lo largo del camino de Santiago simultáneamente en Navarra, Aragón, Castilla y León durante la edad media. El origen de la sinécdoque (la parte por el todo) estriba en que fue un gran rey castellano, Alfonso X, el primero que impuso una normativa a dicho idioma y logró que la adoptaran sus vecinos.

 —¿Y cuáles serían los otros dialectos históricos del español?

—El astur-leonés y el navarro-aragonés, en el norte, y el extremeño y el murciano, que los continúan, en el sur. Como derivados directos del castellano tenemos el andaluz y el canario.

 —¿Se puede afirmar, como en ocasiones se afirma, que el español ha sido impuesto siempre de forma coactiva a todos los ciudadanos de las comunidades bilingües como Cataluña, Galicia, Euskadi, Valencia o les Illes?

—En absoluto. El español nunca se ha impuesto coactivamente, el castellano sí. El español es una lengua vehicular, que fue adoptada por personas de lengua materna diferente (primero vasca; luego francesa, gascona, italiana o alemana; más tarde catalana o gallega) por razones estrictamente prácticas y sin renunciar a su idioma materno. La imposición del castellano va ligada al estado moderno, a la regulación de la justicia, de la educación o de la administración y naturalmente adopta la normativa que dicho estado adoptó en el siglo XVIII, de manera paralela a lo que estaba sucediendo en Francia y en Gran Bretaña.

 —En las páginas 37-38 cita usted el Manifest pel català com a única llengua oficial del grupo Koiné. Habla luego de inexactitudes. ¿Cuáles serían las más importantes en ese Manifiesto donde habla de colonizadores lingüísticos?

—La referencia que hago es más que una cita, casi reproduce íntegramente dicho manifiesto.

—Tiene razón, disculpe.

—La razón es que me interesaba dar a conocer a muchos hispanohablantes, que no conocen bien la profundidad del malestar cultural catalán, las razones que se aducen. Tengo que decir que algunas las comparto, otras las comprendo y unas pocas no me convencen. Es a estas a las que Vd. se refiere y mi disenso tiene que ver, sobre todo, con el concepto de colonizadores lingüísticos. Los hispanohablantes que entraron masivamente en Cataluña durante el siglo XX fueron inmigrantes que venían a labrarse una vida mejor y que con su esfuerzo convirtieron a Cataluña en una comunidad mucho más próspera de lo que era. Hoy por hoy representan la mitad de la población: ¿De verdad es viable Cataluña como comunidad política –no entro en si debe ser independiente o no– en la que se ningunea sistemáticamente a la mitad de su población?

 —Fuerzas nacionalistas catalanas parecen (o sin el ‘parecen’) creer que sí, que es viable. De hecho, según los críticos, llevan haciéndolo desde hace más de cuatro décadas.

—También los espartanos creían que podrían tener a los ilotas trabajando eternamente para ellos sin que se les respetasen sus derechos. Pero se rebelaron y Tucídides nos cuenta lo que fue de Esparta.

 —Sostiene usted también que es un error hablar de España como un país multilingüe, que sería mejor usar el término plurilingüe. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué es preferible la segunda opción?

—Multilingüe quiere decir que coexisten varias lenguas (el ejemplo prototípico sería Suiza), plurilingüe que el país se concibe a sí mismo y ante el mundo como un lugar que sería impensable sin la convivencia de varias lenguas. La razón de preferir la segunda opción es que la historia de España es diferente de la de Suiza; España no es un agregado de cantones que hoy siguen siendo monolingües, sino la suma de cuatro reinos bilingües porque uno de los idiomas es vehicular. En Suiza hay cantones que solo hablan alemán y cantones que solo hablan francés: si Luzern y Neuchâtel se separasen, no pasaría nada. Incluso hay ciudades, como Freiburg, en las que el río separa rígidamente a una comunidad de la otra. En España no existe nada parecido: una conformación política basada en la lengua materna de la gente conduciría a una balcanización salvaje y se saldaría inevitablemente con una guerra.

 —Finaliza el capítulo de “Malvados invasores” con estas palabras: “Evidentemente los inmigrantes y sus descendientes tenían poca importancia en comparación con todos los negocios que se estaban montando gracias al buen entendimiento de los conservadores de uno y otro lado del Ebro”. Pero, añade, “tampoco la izquierda estuvo por la labor de atenerse a los hechos y a la verdad: se ve que el materialismo histórico, en España, no es una ideología que interpreta la historia en clave material, sino la historia que se han montado para resolver los problemas echándole cuento a la vida. Así nos va”. ¿Por qué la izquierda no fue capaz de atenerse a los hechos y a la verdad, dos atributos muy importantes de los que suele hacer ostentación? También escribe usted, más adelante: “Haciendo oídos sordos a la realidad, se ha practicado una anormalísima política de sedicente ‘normalización lingüística’, conducente a borrar el español de Cataluña. Y, sorprendentemente, la izquierda española, de manera casi unánime, se ha unido al coro de este vergonzoso lingüicidio que pretende aplastar la comunidad hispanohablante”.

—Pues sí. La izquierda, que históricamente ha sido contraria a la imposición de unos sobre otros y ha defendido consecuentemente a los marginados, desde los obreros hasta las mujeres, siempre tuvo dificultades teóricas con la cuestión nacional, según revelan numerosos textos y ejemplifica la polémica que mantuvieron Rosa Luxemburgo y Lenin. Evidentemente, apoyar procesos de liberación nacional, como el de la URSS o el de China, resulta obvio desde una postura marxista. El problema es qué postura adoptar cuando las naciones que se quieren autodeterminar se prefiguran como estados capitalistas a base de machacar a sus minorías (y hasta a sus mayorías) proletarias. Es sintomático que la facción de la izquierda catalana que ha apoyado y apoya entusiásticamente al nacionalismo radical pertenezca a la misma clase social privilegiada que los líderes de este último. Vienen a ser los mismos perros con distintos collares.

 —Retomo un hilo anterior. ¿A qué llama koiné peninsular? ¿Cómo surgió? ¿Cuál ha sido su papel?

—Llamo koiné peninsular a la variedad romance que surgió en los reinos norteños de la península ibérica a lo largo del camino de Santiago. Se trataba de un romance originariamente vehicular, es decir, creado con finalidad práctica por gentes que podían tener lenguas maternas muy alejadas del latín. Esta variedad no se concibió como nacional, es decir, no representaba a unos frente a otros, sino que se limitaba a facilitar la comunicación. Las comparaciones son odiosas, pero a mí me recuerda al suajili, que es una lengua vehicular de base bantú que utiliza mucha gente como materna en Tanzania y Kenia, y como vehicular en Uganda, Zambia, Mozambique, Somalia, Congo, Burundi, Malawi, Ruanda, etc. Esta lengua es un bantú extraño porque ha perdido los tonos, lo que sin duda facilita su aprendizaje, y ha acabado por tener un sistema fonético muy simple. Ello recuerda de cerca al español, cuyos sonidos vocálicos tienen menos grados de abertura que los de sus hermanos catalanes, franceses, portugueses e italianos. También son más sencillas las consonantes del suahili dentro del grupo bantú, como lo eran las del español medieval en el sistema románico de las sibilantes (pero no así las del castellano, que en la edad media recordaba al catalán y al portugués).

 —¿Cuál sería el uso adecuado de la expresión “lengua propia”? ¿Qué tipo de entidades tienen, hablando propiamente, lengua propia? ¿Los países o los ciudadanos?

—El adjetivo propio en lengua propia no debería significar nada diferente de lo que significa en casa propia, es decir, la mía. Cuando discuto con un amigo y le digo ¿cómo te atreves a insultarme en mi propia casa?, resulta evidente que estamos en mi casa y no en la suya. Pero las casas en sí mismas no son propias, se las apropia alguien cuando pasan a ser de su propiedad. Las lenguas tampoco son propias, son los individuos los que las tienen como propias o no. Y de la misma manera que uno puede tener varias casas propias, puede tener varias lenguas propias. Por ejemplo, yo mismo como ciudadano de la Comunidad Valenciana, tengo el español y el catalán como lenguas propias. Como lenguas maternas, en cambio, tengo el español y el alemán porque son las que hablaba mi madre, que nació en Múnich. Además, hay lenguas que no son propias, pero que usamos por necesidad, según sucede con el inglés de la globalización.

 —Habla en el libro de naciones verticales y nacionalidades horizontales. ¿A qué comunidad y procesos se está refiriendo?

—Estas denominaciones tienen que ver con la Reconquista, que es un proceso histórico que modeló políticamente la península de norte a sur (es decir, en sentido vertical): la nación gallego-portuguesa, la castellano-leonesa, la vasco-navarra, la aragonesa, la catalano-valenciana, etc. Solo la andaluza se ha configurado horizontalmente como nación, porque su origen está en Al-Andalus, el territorio musulmán que los cristianos del norte iban empujando hacia el mar.

Nacionalidad es otra cosa, tiene que ver con la transversalidad resultante de la conveniencia económica y cultural y va ligada a la lengua común.

 —En el apartado “Teoría de la nación”, sostiene que las naciones son invenciones relativamente modernas. ¿Desde cuándo podemos hablar propiamente de naciones? ¿En el caso de España?

—Yo no soy historiador, sino lingüista, pero basándome en los datos de mis colegas entiendo que las naciones no surgen en un momento concreto, sino a lo largo de un proceso de consolidación. No creo que Guifré el Pilós se sintiese de nación catalana, como tampoco don Pelayo sabía que era asturiano. En el caso de España, hay una serie de momentos claros: el compromiso de Caspe (1412), cuando los estados de la Corona de Aragón aceptan una dinastía castellana; el compromiso matrimonial de los Reyes Católicos y el matrimonio de dichos reyes; el cambio de dinastía de los Austrias, que seguían un modelo patrimonial, hasta los Borbones, que se acercan a un modelo estatal (en 1700 Felipe V fue proclamado rey de España ¡en el palacio de Versalles!); la constitución de Cádiz (1812); la constitución de 1978.

Esto es como las relaciones amorosas: ¿cuándo se hicieron pareja María y Juan: cuando se cruzaron sus miradas y se gustaron, cuando empezaron a salir juntos, la primera vez que hicieron el amor, el día de la boda, cuando nació su primer hijo…? La fecha oficial suele ser la de la boda y en el caso de España seguramente fue 1812. No tiene demasiada importancia.

 —¿Cuál es la diferencia entre la concepción funcional de la nación y la concepción étnica?

—La misma que existe entre un concepto científico y una idea religiosa. La concepción funcional es algo que va cambiando con el tiempo, depende de cómo los avatares de la historia van modelando a un determinado grupo humano. La concepción étnica parte del pueblo como entelequia intocable y eterna. Filosóficamente se podría decir que la primera es racionalista y la segunda idealista.

 —Le cito de nuevo: “La política lingüística de las comunidades bilingües, unas más que otras, me recuerda lo que está haciendo el estado de Israel con los palestinos: una canallada, que no está justificada en absoluto por el genocidio de los nazis porque los palestinos no tienen nada que ver con ellos”. ¿Cómo hemos llegado a una situación que usted describe en términos muy críticos?

—Existen varias razones. La principal es que, extrañamente, España es un país en el que solemos inspirarnos en experiencias ajenas sin llegar nunca a comprenderlas en lo fundamental. Un diablo cojuelo que nos pudiese ver levantando el tejado de nuestra historia se sorprendería de que el imperio de las Indias, que tanto se ha criticado, era un imperio premoderno hecho a imagen y semejanza del de Roma, pero sin la flexibilidad religiosa de los romanos. También se sorprendería de que, aunque la política de centralismo administrativo y monolingüismo educativo de los Borbones españoles constituye un pálido reflejo de la que practicaron Luis XIV y sus sucesores jacobinos, la mala fama la tiene el estado español que “se ha convertido en un problema para la democracia europea” (Puigdemont dixit) y no el pulcro estado francés.

Seguramente esta tendencia al masoquismo colectivo es una consecuencia de nuestra condición periférica en el continente. Nos pasa lo mismo que al pueblo ruso, un paralelismo que se ha señalado muchas veces por ambas partes, no sin razón. En una situación como ésta siempre se buscan culpables, y las iras de la impotencia nacionalista xenófoba han recaído en los inmigrantes hispanohablantes, una gente que ha tenido la osadía de conservar la lengua de sus antepasados contra viento y marea. De ahí mi pesimismo: ni los unos se irán ni los otros dejarán de pretender que la mejor Cataluña es la de antes, cuanto más atrás en el tiempo, mejor. Pero Palestina, troceada y sin estado, sigue existiendo.

 —Permítame que insista en una arista ya comentada. La migración a Cataluña de los años sesenta y setenta de los trabajadores/as españoles de otras comunidades, ¿fue una estrategia del régimen franquista, del Estado español, como se quiera decir, para españolizar Cataluña? ¿Hay alguna base histórico-lingüística para hacer esta afirmación?

—Hay fundamentos, tanto históricos como lingüísticos, para afirmar lo contrario. Históricamente el franquismo intentó dificultar la concentración de trabajadores en Barcelona y en su zona de influencia porque fue allí, junto con Valencia, donde más tiempo resistió la II República y donde previsiblemente los inmigrantes iban a encontrar un ambiente más favorable a la izquierda. No se equivocaba: después de la guerra la resistencia antifranquista empezó antes en Cataluña que en el resto de España y, por otro lado, los maquis entraron desde Francia por el valle de Arán.

En cuanto al fundamento lingüístico hay que decir que una buena parte de la emigración hacia Barcelona venía del sur, pero otra procedía de Galicia.

 —Muchos catalanistas, incluidos historiadores, algunos de ellos valencianos, sostienen que el problema de Cataluña (también, tal vez, de Valencia) tiene fecha antigua. Lo asocian al Compromiso de Caspe de 1412, cuando Cataluña –no hablan de la Corona de Aragón propiamente– se vinculó con la dinastía castellana de los Trastámara. ¿Hay alguna base para una afirmación así?

—Ya lo he dicho: ese episodio representa el comienzo del proceso que lleva al estado español, solo que no fue ningún problema. Si a un escocés le dijesen que el Acta de la Unión (1707), por la que se constituye el Reino Unido, ha sido un problema se reiría porque los beneficios para Escocia, derivados del imperio británico, superaron con mucho a los inconvenientes. Si a un estadounidense de Tejas le dijeran que el estado de la estrella solitaria habría hecho bien en permanecer al margen de EE.UU., sus carcajadas se oirían en Nueva York. Son afirmaciones gratuitas propias del Ku Klux Klan y organizaciones racistas por el estilo. El problema, eso sí, es que las rodean de una parafernalia simbólica y folclórica con la que se logra atraer a mucha gente.

Cuestión diferente es la de si, ahora que Gran Bretaña ha salido de la UE y ya no tiene imperio, le conviene a Escocia seguir allí. Pero lo de Cataluña es simplemente incomprensible: ya no existe el imperio español (del que, por cierto, se benefició mucho más que otras comunidades, sobre todo desde el siglo XVIII), pero la conditio sine qua non para seguir en la UE, y se lo han dejado muy claro, es que forme parte de España.

—¿Incomprensible significa aquí irracional? Si fuera así, ¿cómo puede explicarse esta irracionalidad? Una burguesía que siempre se las ha dado de muy europea e ilustrada, ¿representada por unos partidos nacionalistas que no tocan realidad, que viven en el limbo?

—Me temo que pone Vd. el dedo en la llaga. En realidad, incomprensible es mucho más que irracional: el romanticismo del XIX exaltó la irracionalidad, pero como actitud emocional ante la crisis del antiguo régimen, que es lo que le subyace, se comprende. Por eso su consecuencia política más evidente, la explosión de los nacionalismos en Europa, tiene una lógica. Sin embargo, en el siglo XXI lo del independentismo catalán es imposible de entender: lo que lleva destruido se lo echarán en cara muchas generaciones futuras de catalanes y lo que puede lograr es simplemente nada.

 —Cita usted en varias ocasiones a Joan-Lluís Marfany. ¿Qué opinión le merece la obra de este intelectual no siempre justamente reconocido?

—Marfany es un ejemplo de lo que necesita Cataluña. Me admira su independencia intelectual, aunque no coincidamos en muchas cosas, pues él es un catalanista comprometido y yo, que ni siquiera soy catalán, no. Se trata de un historiador de la talla de Vicens Vives o de Reglà. Hace bien en seguir en la Universidad de Liverpool: imagino que en el ambiente irrespirable de Barcelona, donde un tal Torra llegó a dirigir el Centre Cultural Born, Marfany no podría haber hecho nada.

 —Cuando habla usted de lengua trasnacional, ¿a qué se está refiriendo?

—La transnacionalidad es un concepto moderno surgido en economía. Una empresa transnacional crea clones de sí misma adecuados a los entornos en los que se ha instalado y desde los que se toman las decisiones. Por el contrario, las empresas multinacionales son imperialistas, todo se cuece en la sede central. Hasta ahora las lenguas globales como el inglés eran multinacionales. El español, que empieza a ver proliferar varios centros de orientación normativa, está en camino de convertirse en la gran lengua transnacional del momento presente.

 —¿Quiere añadir algo más?

—Solo deseo agradecer a El Viejo Topo la oportunidad que me brinda con esta entrevista. El momento que vivimos en España es muy importante porque hay muchos aspectos convivenciales que no podremos resolver sin una pluralidad lingüística justa y simbólicamente asumida por todos.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Entrevista a José Mujica, expresidente de Uruguay

José ‘Pepe’ Mujica: “Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco”

A los 89 años, el expresidente de Uruguay ha vencido al cáncer. En esta entrevista con EL PAÍS, realizada en su casa rural de Montevideo, donde aún se recupera de las secuelas del tratamiento, habla de la vida y la muerte, el rencor, la felicidad y su legado político

Entrevista con Pepe Mujica

Rincón del Cerro (Montevideo), El País, 17 nov 2024

En una tarde de 1970, José Pepe Mujica conversa con otros hombres en una mesa del bar La Vía de Montevideo. Un parroquiano reconoce que son guerrilleros Tupamaros y los delata. La policía rodea el lugar. Mujica recibe seis disparos. En el Hospital Militar lo atiende un cirujano que “era un compañero, un tupa por abajo”. “Me da un balde de sangre y me salva. Es como para creer en Dios”, dice Mujica. 54 años después, está sentado en el pequeño salón de su casa rural de Rincón del Cerro, a 15 kilómetros de la ciudad, rodeado de libros, pequeñas esculturas, cuadros y fotografías. Hay una estufa a leña, un televisor pequeño y un par de sillas dispares. Una luz blanca cuelga del techo. Sobre una mesilla hay un vaso de agua y pañuelos de papel. Mujica se levanta la camisa celeste y muestra la gasa que cubre el orificio por donde lo alimentan. “Él es tan raro… Tiene nueve tiros. Cuando le pusieron el cañito encontraron el agujero de un viejo balazo y se lo pasaron por ahí”, dice su esposa, Lucía Topolansky, exvicepresidenta, senadora y diputada.

Mujica se recupera de un cáncer de esófago. “Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las siete de la mañana todos los días. Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así [con los dedos dibuja un círculo grande como una naranja]. Ahora el agujero se tiene que rellenar y yo soy un viejo, tengo 89 años. Hasta que no esté tapado no puedo comer. Hay que mimosearlo hasta que endurezca”.

No oculta su mal humor por las secuelas de la enfermedad, que lo dejan “sin energía”. Pero minutos después será el Mujica de siempre, el político y el filósofo. Un anciano vivaz que mira fijo con sus ojos claros pequeños y a quien es imposible no escuchar con cierto embeleso. Él mismo se define como “un bicho raro” aunque, en tiempos donde abundan los estilos estridentes de los Donald Trump, los Javier Milei y los Jair Bolsonaro, escuchar a Mujica resulta un bálsamo: compone con las palabras, elige los tonos, mide las intensidades.

“En el fondo soy un campesino”; “le di un sentido a mi vida, moriré feliz”; “tengo el destino de la vanguardia”; “la cultura es hija del boludeo”; “me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo”. Mujica dispara frases como aforismos durante la conversación; dos horas en las que hablará de las elecciones presidenciales en su país, de los jóvenes, de sus colegas presidentes, de la extrema derecha y la izquierda, del rencor y de la muerte. Y también de la felicidad. “Le vamos a sacar fotografías mientras habla. ¿Le molesta?”, le preguntamos. “Más me sacó la policía”, responde con picardía.

Pregunta. ¿En algún momento de la vida se le pierde el miedo a la muerte?

Respuesta. La muerte es una señora complicada, que no perdona, que está siempre ahí. Pero, si no existiera la muerte, la vida no sería tan sabrosa, sería un aburrimiento. La muerte hace de la vida una aventura. El único milagro que hay en el mundo para cada uno de nosotros es haber nacido. ¿Por qué? Porque había 40 millones de probabilidades de que naciera otro y te tocó a vos. Pero como vivir es cotidiano, no le damos valor. Es la cosa más valiosa, la aventura de estar vivo. La gran pregunta es en qué gastamos el tiempo en nuestra vida. Porque si se nos va... ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Esa es la gran pregunta personal.

P. ¿Encontró el sentido de la suya?

R. Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido. Y he generado muchos amigos y muchos aliados en esa locura de cambiar el mundo para mejorarlo. Y le di un sentido a mi vida. Me voy a morir feliz, no por morirme sino por dejar una barra que me supera con ventaja. Nada más. No tuve una vida al pedo, porque no gasté mi vida solo consumiendo. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar. Con Lucía gastamos nuestra juventud en toda esta aventura de vivir.

La actualidad política es la adrenalina de Mujica. Por eso no puede evitar referirse a las elecciones. Se lanza sobre el asunto casi sin que le pregunten. Uruguay elegirá presidente el 24 de noviembre, en una segunda vuelta entre el conservador Álvaro Delgado, apadrinado por el presidente, Luis Lacalle Pou, y el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, el hombre de Mujica que se quedó con la primera vuelta con el 44% de los votos. “Podemos ganar. No es fácil, pero podemos ganar porque tenemos un buen candidato. Hicimos una buena campaña”, dice.

P. ¿Qué piensa de figuras ultras como Trump, Milei o Bolsonaro?

R. Lo de ellos es la culminación de la prédica ultraliberal que se transforma en libertaria. Si el liberalismo es eso, es una mugre. El liberalismo nos trajo el espíritu de relaciones adultas, de respeto a vivir con diferencias; creó una cultura. Ellos reducen el liberalismo a un recetario económico.

P. ¿Se puede frenar el avance de la ultraderecha?

R. La clave está en la moral. El problema es que nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas. Con lo cual estamos construyendo sociedades auto explotadas. Porque vos terminás, tenés un trabajo y te inventás otro porque necesitas más plata. Tenés tiempo para trabajar, pero no para vivir. El mundo está muy lejos de una sobriedad que le garantice tiempo libre para vivir. En mi país somos tres millones e importamos 27 millones de pares de zapatos. Ni que fuéramos ciempiés, es de locos. ¿Nacimos para trabajar nomás? Vos sos libre cuando haces con tu vida lo que a vos se te antoja, que de repente es boludear. ¿Entendiste? Porque la cultura es hija del boludeo.

Para llegar a la chacra de Mujica hay que tomar una carretera de cuatro carriles, luego un camino asfaltado estrecho y enseguida uno de tierra. A unos 200 metros, a mano izquierda, está el Quincho de Varela, punto de reunión de los militantes del Movimiento de Participación Popular, el MPP; más adelante, la escuela rural construida con el dinero que Mujica donó de su salario como presidente. Una tranquera de madera oculta entre las plantas abre a un sendero arbolado. A la derecha, el banco de tapitas de gaseosa en el que sentó en 2015 al rey Juan Carlos. “Tuviste la desgracia de ser rey, te pusieron arriba de un florero”, le dijo entonces. A la izquierda, una galería oscura repleta de cajones con maíz protege la puerta de la casa. La sala donde Mujica pasa la mayor parte del día tiene unos dos metros de ancho por cuatro de largo. Una biblioteca atiborrada la separa de una cocina de campo donde hay una mesa grande con cuatro sillas. Topolansky habla allí por teléfono con alguien a quien da indicaciones sobre cuestiones políticas y su conversación se mezcla con la entrevista. Donde ahora está el sillón de Mujica hubo hasta hace unos días una cama de hospital. “En la habitación no entraba”, dirá más tarde Topolansky.

P. Usted encontró la felicidad en vivir con muy poco…

R. En vivir con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos feliz sos.

P. Pero el mundo parece ir en sentido contrario.

R. El mundo va hacia el híper consumo, porque está regido por una ley: multiplicar el consumo de la gente, porque eso es lo que asegura la acumulación. Compre esto, compre lo otro. Nos bombardean, el marketing es un veneno. Te domina, compre esto, compre lo otro. Y eso no es vivir.

P. ¿Y qué es vivir?

R. Vivir es amar, es tener el placer de estar al pedo [perdiendo el tiempo] con otro. Vivir es, cuando sos anciano, jugar al truco con los amigos, hablar de recuerdos. En cada edad hay una escala de sentimientos. Cuando sos joven el amor es volcánico. Cuando sos anciano, es una dulce costumbre. Pero todo eso lleva tiempo, hay que cultivarlo. La relación con los hijos lleva tiempo, lo que más precisa un gurí es cariño y no tenemos tiempo para eso. Que se arregle como pueda. Yo soy un estoico, filosóficamente hablando. Mi definición puede ser la de Séneca: ‘Pobre es el que precisa mucho’. O la de los aymara. ¿Sabés qué es un individuo pobre para los aymara? El que no tiene comunidad, el que está solo.

P. Permítanos una imagen para pensar en la soledad: sus años de cautiverio en una celda minúscula, solo durante semanas.

R. Aprendí a caminar legua adentro, para allá y para acá. Y aprendí el oficio de la misantropía, que me quedó hasta hoy. Hablo mucho conmigo mismo, no me lo pude sacar más. Para mantenerme cuerdo, me puse a recordar cosas que había leído, cosas que había pensado cuando joven. Yo cuando era joven leía mucho. Después me dediqué a cambiar el mundo y ahí no leí nada. No pude cambiar el mundo, pero aquello que había leído de joven me sirvió. Porque una cosa es leer y otra cosa es rumiar lo que has leído. Hoy ando por el campo con el tractor y la cabeza me va dando vueltas. Tengo ojos para ver los teros, para ver los horneros, para ver los ciclos de la naturaleza. En el fondo soy un campesino. Hablo con el que llevo adentro y eso me rescató cuando caí preso y estaba en soledad. Entré a recordar y a recordar y a recordar.

P. ¿Hemos perdido la capacidad de hablar con nosotros mismos?

R. Por culpa de la civilización digital, que va avanzando cada vez más. Yo no lo hice por descubrimiento, lo hice por necesidad. Estaba solo, no tenía nada para distraerme. Entonces acudí a lo que tenía adentro y me encontré con un tesoro: con el tesoro de mi juventud.

El MPP se acomodó a la etapa democrática de inmediato. Y encontró en Mujica a un dirigente carismático. Al inicio, dice Mujica, el partido apoyaba desde la calle a candidatos de otros partidos integrantes del Frente Amplio, como el Partido Comunista y la Democracia Cristiana. “Después hubo una voltereta y los compañeros se calentaron, porque los que arrimábamos a la gente éramos nosotros. Decidieron que alguno de nosotros tenía que ir al Parlamento y me eligieron a mí”, cuenta. Mujica se convirtió en diputado en 1994, en el que fue su primer cargo electivo.

P. Fue muy famosa su imagen llegando al Parlamento en moto.

R. En aquella época iban todos de traje y corbata y yo iba con un jean y en mi moto. Recuerdo que el primer día veo que hay como un alero y se me ocurre dejarla ahí. Enseguida se transformó en el garaje de las motos. Y lo sigue siendo hasta hoy. Fue la obra más positiva que hice en el Parlamento. [Risas]. Increíble, increíble. Además, hubo un periodista que inventó que un milico [militar] me había preguntado si me iba a quedar mucho tiempo y que yo le respondí que ‘cinco años, si me dejaban’. Eso no existió, pero desmentirlo fue inútil. En el mundo entero caminó eso, porque era una mentira genial.

P. En 2009 ganó las elecciones generales con el 54,6% de los votos ¿Se aprende a ser presidente?

R. Eso es una cagada, porque llegás y te encontrás con cosas que no tenés ni idea. Es horrible. Yo primero fui ministro de Ganadería [en 2005, con el Gobierno de Tabaré Vázquez]. Y cuando ganamos las elecciones fui a hablar con los que eran ministros. No me dieron ni una hojilla así. Pero en cuanto vos llegás tenés que discutir la ley del presupuesto. Decí que había un contador [contable] de esos que tienen la camiseta del Estado puesta, que nos dio una mano. Si no, estábamos hasta ahora.

Cuando Mujica dejó la cárcel en marzo de 1985, ya en democracia y después de 13 años preso, sabía que quería comprar una finca en el campo, lejos de la ciudad. “Salimos con Lucía en bicicleta a buscar un lugar. Andábamos recorriendo por todos lados y una tarde entramos por ese camino. Estaban regando. Y yo le dije ‘me parece que nos quedamos acá’. Fue ella a hablar”, explica. “Al salir de la cárcel él se puso en un predio a plantar flores y yo me metí a trabajar en una cantina”, dice Topolansky, “así íbamos juntando pesitos y teníamos un poquito de plata. Entregamos eso y después hicimos cuotas”. En enero de 1986, la pareja estaba mudada. No se fueron nunca más, ni cuando Mujica fue presidente.

P. ¿Por qué se quedaron en la chacra?

R. El Estado me daba un palacete que tiene cuatro o cinco pisos, que para tomar un té tenía que hacer una expedición. Entonces decidí quedarme acá. Yo sé que soy un loco en el tiempo de hoy, pero no tengo la culpa del mundo en el que vivo.

P. ¿Se sorprendía durante sus giras internacionales del protocolo de sus pares?

R. Les tomaba el pelo, porque se complicaban la vida al pedo [sin necesidad]. Porque cuanto más cacharros tenés, más líos tenés. Y más lugares donde te van a afanar [robar].

P. ¿Y qué le decían los presidentes?

R. Me respetaron mucho, pero me tenían por un bicho raro. Cuando fui a hablar con el rey de Noruega [en 2011] me estaban esperando con una corbata. Cuando llego le digo a la delegación: ‘Media vuelta y nos vamos”. Y el tipo echó para atrás, se guardó la corbata y yo fui a hablar con el rey. No estoy en contra de la corbata, sino de que te la impongan. Si a vos te gusta ponerte la corbata, ponete la corbata o ponete un calzón colgado del cogote, hacé lo que se te cante. Y después te ponen una alfombra roja y tenés que caminar como cinco cuadras. Y están los tipos que tocan la corneta. Es feudal eso.

P. ¿Qué líder mundial lo cautivó más?

R. [El brasileño] Lula [da Silva], del cual soy amigo hasta hoy. Y curiosamente, de Barack Obama tengo que hablar bien.

P. ¿Por qué “curiosamente”?

R. Porque era un tipo inteligente y hablaba. Yo estuve tres veces con él y tuve conversaciones muy interesantes. Me reconoció cosas. Le digo que tiene que dar una mano para desarrollar Centroamérica, no frenar la inmigración. Y me dice: ‘Usted tiene razón, pero vaya a convencer a los republicanos acá’. El tipo veía los problemas. Recuerdo que le dije ‘vete de Afganistán’, porque Alejandro Magno se tuvo que ir de Afganistán y hay que ver quién era Alejandro Magno. Hay lecciones que son históricas. No se fueron, y cuando se fueron hicieron un papelón. Pero el tipo lo veía. Además, me hicieron una distinción muy grande. Cuando asumí, mandaron a la señora [Hillary] Clinton, que era la jefa del Departamento de Estado. Siempre mandan a un embajador común y chau. Tal vez les llamó la atención que yo era el guerrillero que estuvo preso y llegó a la presidencia. Había ahí un poco de mística.

P. No era lo habitual que un exguerrillero de izquierda mantuviese buenas relaciones con Estados Unidos.

R. Sí, pero me pidieron hasta un favor. Había un prisionero norteamericano en Cuba que estaba enfermo y tenían miedo de que se muriera. Obama quería mejorar la relación con Cuba, pero estaba ese obstáculo. Fui a hablar con Raúl Castro y le planteé el problema, le dije que les convenía sacarse al prisionero ese de encima. Recuerdo otro encuentro en Cartagena, durante una cena de presidentes [en 2012]. Me agarran y me dicen: ‘Usted se tiene que sentar acá'. Una mesita con cuatro sillas. Bueno, ahí vino el presidente de Colombia [Juan Manuel Santos]. Y después vino… ¿Quién vino al lado mío? ¡Obama! Para hablar conmigo. ¡A la flauta esto! Bueno, ahí estuvimos hablando un rato. Después cuando fui a Estados Unidos me recibieron en la sala esa [el salón Oval]… que es una mierda. No sé por qué le hacen tanta fama.

P. En Brasil está su amigo Lula, pero también tenemos a Milei en Argentina y la crisis en Venezuela no deja de escalar. ¿Cómo ve la deriva de América Latina?

R. El panorama es, desgraciadamente, complicado. Porque nos juntamos muy poco y no existimos en el mundo. Tuvimos una oportunidad con Lula, que es una figura de carácter mundial y tiene cierto prestigio, pero no lo usamos a Lula. En la política internacional nosotros no servimos ni el café. Tenemos que juntarnos para defendernos, pero la agenda nacional nos chupa todo el tiempo. Con la pandemia por la covid no tuvimos ni una reunión de presidentes, ni siquiera nos llamamos por teléfono. Y teníamos el problema de defender la vida de la gente. Más estúpidos no se puede ser.

P. Pensemos en Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, el mismo Lula. ¿Por qué estos líderes no han encontrado herederos?

R. Me aburrí de decir que el mejor dirigente es aquel que cuando desaparece deja una barra que lo supera con ventaja. Porque la vida continúa y la lucha continúa, no termina con nosotros. El dirigente debe sembrar y dar oportunidades para que lo sustituyan. Yo sé que sigo siendo una figura de mucho peso, pero abrí la cancha. Ahora, lo que va a pasar en el futuro, yo qué sé. Yo trataré de que mis compañeros no se sientan coaccionados, que manden y manejen la organización. Por ahora, he tenido éxito con eso. Mi fuerza política fue la más votada en las elecciones.

P. Hace tiempo dijo que a la política le faltaba incorporar el amor. ¿Alguna vez lo tuvo?

R. La política tuvo en el pasado grandes gestualidades de compromiso. Había épica, pero eso ya no existe más. Le planteo la vez pasada al presidente [Luis Lacalle Pou] que tenía que poner parte del sueldo y obligar a la burocracia a que pusiera algo, un 4% o 5 %, para viviendas para los más pobres. Me dijeron de todo. Yo le di más de medio millón de dólares al Plan Juntos [para la construcción de viviendas]. Si estás peleando por la igualdad tenés que tener la delicadeza de sacar algo de tu bolsillo y compartirlo con los que están más jodidos.

P. ¿Cómo definiría la política?

R. La política no es un negocio, es una pasión. O se tiene o no se tiene. Los que estén buscando la ventaja económica que se dediquen al comercio, a la industria. Que ganen, paguen impuestos y que les vaya bien. Pero no entreveren la política con eso, porque no es para hacer plata. Eso es lo que nos está matando.

En su libro José Mujica: La revolución tranquila, Mauricio Rabuffetti describe los años en prisión del expresidente como tiempos de gran sufrimiento. “Fue torturado de forma brutal y sistemática, física y psicológicamente”, escribe Rabuffetti. “Sufrió golpes y humillaciones. Estuvo a media ración de alimentos y agua. Se enfermó de los intestinos y los riñones. Pasó períodos de tiempo imposibles de establecer con exactitud sin contacto con seres humanos. Perdió sus dientes. Su cuerpo llegó al límite de lo soportable. Su psiquis también”. Mujica, sin embargo, nunca buscó desde el poder avanzar sobre sus carceleros, una decisión que le trajo agrias discusiones con las organizaciones de víctimas de la dictadura.

P. ¿Por qué decidió dar vuelta la página?

P. Yo no doy vuelta a la página; no me gasto en cobrar, que es distinto. No se vive de recuerdos y hay cosas que no se pueden cambiar, que son como son. En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo. Yo sé que hay gente que no me va a acompañar, pero opto por una posición más inteligente y menos sentimental. Por eso no usé el poder para condenar a milicos [militares]. La justicia funcionaba y lo que decidía la justicia estaba bien. Hay gente que hubiera querido más, pero no vamos a cambiar la realidad del pasado, me preocupa lo que viene. Tenemos que buscar que el ayer no nos ponga un obstáculo para el futuro. Yo sé que eso es de una cabeza demasiado inteligente que se pelea con los sentimientos.

P. ¿Hablamos de cerrar heridas?

R. Hay heridas que no cierran y hay que aprender a vivir con ellas.

P. ¿Tiene muchas heridas abiertas?

P. Por supuesto que tengo heridas abiertas, tengo cosas inolvidables, pero no las voy a cobrar. Estuve siete años encerrado en una pieza más chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer. Me sacaban una vez al mes, dos veces al mes, a caminar por un patio media hora. Siete años así. Después estuve cinco años más y me dejaban leer ciencias, física, química. Estuve a punto de ponerme loco. Si voy a cobrar las que tengo para cobrar... Dios me libre.

P. ¿Se queda con alguna deuda?

R. ¡Ah! La mente humana sueña mucho más que lo que puede concretar. ¡Ah, hermanito! Hacé memoria en tu cabeza y después me contás. Es así. Logramos algo, pero nos queda mucha cosa en el tintero.

P. ¿Qué les dice a los jóvenes?

R. Que la vida es hermosa, pero que hay que buscar una causa para vivir. No necesariamente la mía, pero hay que tener una causa. Puede ser la música, la ciencia, cualquier cosa. ¿Vivir para pagar cuotas? Eso no es vivir. Porque vivir significa soñar, creer en algo superior, en algo creativo. Que nos irá bien, que nos irá mal, regular.

P. Parece haber una contradicción. En este escenario de desapego que usted plantea es una de las personas más escuchadas.

R. Escuchado, pero no seguido. ‘Es un loco bárbaro, macanudo, pero no sigo la de él’.

P. ¿Por qué cree que se lo escucha, entonces?

R. Porque en el subconsciente saben que tengo razón, pero no pueden. Están prisioneros por el peso de la sociedad consumista en la que vivimos. Hay gente que piensa y dice ‘el viejo tiene razón’, pero ‘marche preso’. Tengo el destino de la vanguardia.

P. ¿Qué le pide hoy a la vida?

R. Que me cure de esta mierda que tengo. Y que pueda seguir ladrando un poco, dando algunas ideas.

martes, 5 de noviembre de 2024

Tierra arrasada. Origen de la guerra

 Alfredo González Ruibal, premio nacional de ensayo: “Las fosas comunes son testimonio del más profundo fracaso humano”, en El País, 4 - XI - 2024:

El arqueólogo gallego ha recibido el reconocimiento por ‘Tierra Arrasada’, un recorrido por la violencia desde el Paleolítico hasta hoy

Afredo González Ruibal (Santiago de Compostela, 48 años) ha escrito una historia de la violencia para decirnos que, en realidad, somos una especie bastante pacífica. La buena noticia de Tierra Arrasada (Crítica, 2024), galardonada con el Premio Nacional de Ensayo de este año, es que, aunque dedica más de 400 páginas a relatar guerras, masacres, torturas y decapitaciones, esto ocuparía, en extensión, mucho menos espacio que una historia de la paz. “Es normal que ciertos episodios de violencia extrema llamen nuestra atención, pero la realidad es que los seres humanos hemos sido capaces de controlar la violencia excesiva de forma exitosa a lo largo de periodos muy largos de tiempo”, dice a EL PAÍS en una cafetería cercana a la Ciudad Universitaria de Madrid.

Ruibal es arqueólogo en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC y está especializado en el estudio del conflicto. Ha realizado trabajo de campo en Italia, Brasil, Sudán, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Somalia, India y Yibuti. Tierra arrasada es una historia de la violencia a través de los restos materiales arqueológicos, donde los protagonistas son hombres, mujeres, ancianos y niños, antes que generales, políticos, divisiones o gobiernos. Como la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, Ruibal no ha querido “escribir sobre la guerra, sino sobre seres humanos en guerra”. Buscaba crear “un libro que haga repulsiva la mera idea de la guerra”. Y parece que lo ha conseguido.

Pregunta: El libro empieza desmontando el cliché de que la prehistoria es el periodo más brutal de la historia humana.

Respuesta: Es una tesis que se ha defendido en libros muy famosos como Los Ángeles que llevamos dentro, de Steven Pinker. Uno de los problemas con estos estudios es que el material etnográfico utilizado para demostrar que las sociedades estatales complejas tienden a controlar la violencia está muy influido por las condiciones históricas en que se recopiló.

P: ¿En qué sentido?

R: Mucha de la documentación que tenemos de sociedades tribales modernas está condicionada por el impacto del colonialismo o con las depredaciones del capitalismo. Pensar que los yanomamö [grupo indígena que habita en las selvas tropicales de la Amazonía] son una cultura inherentemente violenta porque, cuando se les estudió en los sesenta y setenta, mostraban comportamientos violentos, no tiene en cuenta que en esos momentos estaban siendo explotados, masacrados y vivían en un contexto de desestructuración social. No sabemos cómo funcionaban esas culturas antes de tener contacto con sociedades esclavistas o con el capitalismo.

P: ¿Qué tipo de violencia existía entre los primeros grupos humanos?

R: El conflicto era de baja intensidad, no había nada parecido a lo que hoy entendemos por batallas. Había violencia colectiva que involucraba a distintos grupos y, en momentos específicos, podía escalar a formas extremas, como masacres que afectaban a toda una comunidad. Ahí están los ejemplos de Jebel Sahaba o Nataruk, en África. Sin embargo, estos eventos eran puntuales y afectaban a comunidades pequeñas, no existía la idea de exterminar a un grupo entero, como en un genocidio. Lo más habitual era que el conflicto tomara la forma de razias: atacar al vecino, matar a dos o tres personas, robar sus posesiones y luego enfrentar la venganza de ese vecino.

P: Las masacres en el Paleolítico eran excepcionales. ¿Se vivía mejor en la época de cazadores-recolectores?

R: En otros periodos de la prehistoria, es difícil determinar si la vida era mejor o peor que en la actualidad. Sin embargo, la vida de los cazadores-recolectores era bastante buena, la verdad. Numerosos estudios recientes indican que su salud era excelente, su alimentación mejor que la nuestra y que, una vez superada la alta mortalidad infantil, su esperanza de vida no difería significativamente de la del ser humano moderno.

P: Usted defiende que la aparición del pensamiento simbólico fue fundamental para el desarrollo de la violencia.

R: Es probable que la violencia organizada haya surgido al mismo tiempo que otros comportamientos característicos de los seres humanos modernos, como la decoración corporal, hace unos ciento cincuenta mil años. Además, es muy posible que esto se deba a que los humanos anatómicamente modernos tienen una mayor capacidad para el pensamiento simbólico, pueden comunicar mensajes complejos a través del lenguaje y sus formas de sociabilidad y cooperación son más sofisticadas.

P: ¿Qué implica esto en cuanto a la violencia?

R: La cooperación puede utilizarse tanto para objetivos pacíficos como violentos: por ejemplo, pintar en Altamira o organizar una razia. Niveles más altos de pensamiento simbólico también implican un mayor desarrollo de la identidad colectiva, y pocas cosas han causado tantos muertos a lo largo de la historia como la noción de pertenencia a un determinado grupo.

P: Es de suponer que en esta época también nacen las grandes rivalidades entre grupos.

R: Transmitir de generación en generación que los vecinos son nuestros enemigos requiere el desarrollo del lenguaje, fundamental tanto para organizarse en la guerra como para la paz. Los rituales de resolución de conflictos son muy importantes en todas las sociedades tradicionales y, a veces, muy complejos y elaborados. Esto requiere una habilidad cognitiva que seguramente no poseían los presapiens.

P: Está bien documentado que la forma en que se cometen las muertes a menudo busca dejar una impresión duradera.

R: Existen métodos de violencia que son altamente efectivos para dejar una marca en la memoria colectiva y disciplinar a la sociedad. Por ejemplo, en España, la Guerra Civil dejó un legado de miedo que persistió durante décadas, impidiendo que las personas hablaran o se manifestaran políticamente sobre los asesinatos ocurridos hace 80 años. Este fenómeno también se observa en contextos prehistóricos. En el suroeste de Estados Unidos, a comienzos del primer y segundo milenio d.C., se registraron formas de violencia extrema como descuartizamientos, torturas y canibalismo.

P: ¿Qué significan las fosas comunes para el ser humano?

R: Las fosas comunes son quizás el mayor testimonio del más profundo fracaso humano y de la ruptura de la convivencia. En una fosa común no solo se evidencia un asesinato, sino que, como gesto simbólico, representa algo terrible: se elimina la memoria de las víctimas, impidiendo que sean recordadas como individuos y no simplemente como una masa amorfa. De hecho, las fosas comunes se han utilizado como un mecanismo para borrar la memoria desde el Neolítico, y no parece que la situación esté mejorando.

P: Otra cosa que sorprende en el libro es leer que, al igual que la guerra, la decapitación es una invención cultural.

R: Tiene un componente cultural y simbólico muy importante. Muchas sociedades consideran que nuestra cabeza y nuestro rostro es nuestra interfaz con el mundo, la manera en que nos relacionamos con los demás a través de la gestualidad, entre otras cosas. Arrancar la cabeza al enemigo es una forma de arrancarle el alma, de arrebatarle su identidad. Esta costumbre de decapitar cabezas aparece en lugares tan distintos como la Edad del Hierro europea y los Illongotes de Filipinas hasta el siglo XX.

P: ¿Cuál es la relación entre violencia y masculinidad?

R: Están estrechamente relacionadas. En Europa, por ejemplo, la expansión de los indoeuropeos trajo consigo una cultura material y principios culturales centrados en la violencia y la guerra. Además, se desarrolló una cultura muy androcéntrica. Esto se refleja en las lenguas que distinguen entre masculino y femenino, considerando el masculino como género neutro. La relación entre androcentrismo, patriarcado y violencia es muy clara.

P: ¿Por qué se impone este tipo de cultura?

R: Existen lugares donde esto no sucede. No sucede en Siberia, en las tribus de cazadores-recolectores del Amazonas, ni en muchas sociedades matrilineales del oeste de África. Hay numerosas excepciones. Sin embargo, solemos enfocarnos en una historia lineal que va de sociedades más simples a más complejas, de tribus y bandas a estados, dando la impresión de que este proceso es universal. En realidad, existe una enorme diversidad, y la pérdida de esta diversidad es muy reciente.

P: Algo que uno averigua leyendo Tierra Arrasada es que no se mata a los hombres igual que a las mujeres.

R: Eso fue una de las cosas que me sorprendió al escribir el libro: es un patrón casi universal. Se observa en contextos muy diferentes, incluso en la prehistoria. La violencia contra los hombres suele ser de tipo militar, como muertes en combate o ejecuciones. En cambio, en situaciones de conflicto, la violencia contra las mujeres tiende a ser ensañada, con cuerpos despedazados o torturados. Este fenómeno persiste hasta hoy; por ejemplo, la violación sigue siendo un arma de guerra. En la última guerra en Etiopía, se violaron a 200.000 mujeres.

P: Ha escrito un libro en el que recoge todos los horrores producidos a lo largo de la humanidad para demostrar que, en realidad, el ser humano es una especie pacífica.

R: La idea principal del libro no era narrar una historia de la violencia con mayúsculas, sino escribir una historia que permitiera empatizar con las víctimas de la violencia. Sin embargo, al contar estas historias a escala global, uno llega a la conclusión de que nos dejamos llevar por episodios de violencia extrema. Aunque es normal que estos episodios llamen nuestra atención, tienen el problema de ofrecer una visión algo distorsionada y pesimista del ser humano.

P: ¿Es posible imaginar un futuro en el que no exista la guerra?

R: De hecho, ese futuro utópico ya ha existido. Así como surgió la guerra, podría desaparecer.

P: ¿Cuál es el camino?

R: Es crucial identificar los mecanismos culturales que evitan que nos matemos y que, en caso de conflicto, no recurramos a formas aberrantes y descontroladas de violencia. El caso de Europa tras la Segunda Guerra Mundial es un ejemplo exitoso de cómo implementar medidas sociales, económicas y culturales para prevenir la violencia. Un elemento que suele funcionar muy bien, y que sería importante recordar en la actualidad, es la redistribución de la renta y la promoción de la igualdad. A menudo se piensa que la pobreza y la escasez son las principales causas de la violencia y los conflictos, pero en realidad, lo determinante es cómo se distribuyen los recursos, la redistribución equitativa de los recursos.

domingo, 5 de mayo de 2024

La cultura mexicana está avasallando a los estadounidenses

José Luis Ávila, en El País, 5 de mayo de 2024, "Zyanya Mariana Mejía y el Cinco de Mayo: “Los estadounidenses están siendo avasallados por la cultura hispana”

¿Fiesta de estereotipos o puente cultural entre México y Estados Unidos? EL PAÍS conversa con la escritora, poeta y académica mexicana sobre las distintas lecturas de una celebración que tiene mucho que ver con los dolores de la migración

Cada Cinco de Mayo en Estados Unidos la fiesta tiene un motivo: México. Se conmemora el triunfo del desaventajado ejército mexicano frente a las tropas francesas en la Batalla de Puebla de 1862, cuando el emperador Napoleón III pretendía apoderarse del territorio de la ex colonia española e imponer a Maximiliano de Austria como gobernante. Las tropas comandadas por el general Ignacio Zaragoza ganaron la batalla, pero no la guerra. Maximiliano se convirtió en emperador de México hasta que el país logró recuperar su independencia tres años después.

Es un hecho histórico que tiene un fuerte mensaje antiimperialista abrazado por los mexicanos nacidos o inmigrantes en Estados Unidos a mediados del siglo XX. El tiempo pasó, y distintos factores hicieron de esta efeméride una fiesta bicultural, que hoy también está impulsada por las fuerzas del mercado. Bloomberg publicó que ese día las ventas de cerveza superan los 745 millones de dólares, y no cualquiera, cerveza mexicana. También 68.5 millones de toneladas de aguacate se venden para preparar guacamole.

Este acontecimiento de los mexicoestadounidenses no ha estado desprovisto de polémicas porque en años recientes ha aumentado la animosidad política en torno a la inmigración. Los no latinos que se suman a la celebración muchas veces lo hacen promoviendo estereotipos o mofándose de la cultura mexicana. En 2017, se celebró en la Universidad de Baylor (Texas) la fiesta Cinco de Drinko, a la que los estudiantes asistieron disfrazados de sirvientas y trabajadores de la construcción. También son varios los programas de la televisión estadounidense que han sido señalados por difundir comentarios o representaciones fuera de lugar. Se ponen un poncho, un sombrero y una margarita en mano para caricaturizar a México. En este sentido, analizamos el tema con la académica, escritora y poeta, Zyanya Mariana Mejía, maestra en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana.

Pregunta. ¿Cuál es el verdadero origen de la festividad del Cinco de Mayo en Estados Unidos?

Respuesta. Después de la guerra, el movimiento chicano influyó en ‘Tin Tan’ y este en el movimiento. Su traje de pachuco va a regresar a Estados Unidos como una identidad mexicana. En los años 60, se produce otro movimiento chicano muy importante, registrado en varios cómics, que se va a extender hasta los 70. El recuerdo de la batalla de Puebla como una festividad muy importante está vinculada a estos movimientos que ocurren del otro lado de la frontera, por eso en México no es relevante.

P. ¿Cómo se vincula el éxito de la cerveza Corona en Estados Unidos con el posicionamiento de la fiesta del Cinco de Mayo en Estados Unidos?

R. En los ochentas, los Estados Unidos cambiaron su economía. Comienza la globalización, que alcanza su apogeo en los noventas. Ello implica que el mercado comienza a hablarle a una serie de minorías y exaltarlas. Ocurrió un fenómeno muy interesante. No tengo un libro al respecto, pero he podido constatarlo en otras expresiones de la cultura pop. Los norteamericanos para desplazar a las comunidades afroamericanas ensalzaron a los hispanos. Desde el punto de vista económico, el grupo más poderoso de la comunidad latina en Estados Unidos es el mexicano. Todo esto tiene que ver con la fiesta del Cinco de mayo y su relevancia.

P. Sin embargo, en los últimos años la fiesta del Cinco de Mayo ha generado toda clase de antipatías hacia lo hispano en Estados Unidos...

R. Estoy convencida que lo simbólico tiene raíces económicas. Obama trató de incluir a los mexicanos, y lo digo entre comillas porque fue el presidente que más mexicanos deportó. No lo hizo en el discurso, pero sí en términos fácticos. Trump, por su parte, sí tuvo una línea discursiva en contra, pero los expulsó en menor medida, aunque de forma simbólica eliminó el español de toda la comunicación oficial de la Casa Blanca. La última academia de la lengua castellana que se funda en América fue en Estados Unidos porque es el segundo idioma que más se habla en ese país. Si consideras que los hispanos nos reproducimos más que los Wasp (como se le conoce al grupo de blancos anglosajones y protestantes de clase alta estadounidense), y le añades que muchos estadounidenses jóvenes están viviendo fuera del país, en México y toda América Latina porque aquí tienen mejor calidad de vida, quienes se quedan son una población que no quiere a los blancos. La política de persecución hacia estas minorías responde mucho al miedo de ser desplazados culturalmente por eso atacan los símbolos de lo hispano.

P. ¿Hablamos de racismo?

R. La cultura Wasp, la cultura europea y la cultura occidental en general tienen a valorar la seriedad. Hay que recordar que en la Edad Media, reírse era una cosa de niños idiotas y de locos. La gente valiosa no se reía. Pero qué crees, en México nos reímos hasta de la muerte. Tenemos ideas muy diferentes de lo que es la risa o a la seriedad. Por otro lado, en la serie Modern Family, el personaje de Sofía Vergara es el arquetipo de lo que piensan los norteamericanos y la cultura Wasp de los latinos. Las mujeres tienen curvas y son más inteligentes que ellos, aunque no sepan hablar bien inglés y sus familiares sean narcos. Crear este arquetipo de manera mediática te dice que sí son racistas, pero están siendo avasallados por la cultura hispana.

El personaje de Sofía Vergara es el arquetipo de lo que piensan los norteamericanos y la cultura Wasp de los latinos. Las mujeres tienen curvas y son más inteligentes que ellos, aunque no sepan hablar bien inglés y sus familiares sean narcos. Crear este arquetipo de manera mediática te dice que sí son racistas

P. Entonces, ¿la fiesta del Cinco de Mayo podría leerse como una conquista de la cultura mexicana en Estados Unidos? ¿Ha producido un puente entre ambos países?

R. Un puente, no. Con la llegada de López Obrador hay un reconocimiento con bemoles, contradicciones y claroscuros, de estas minorías mexicanas que tienen el deseo de regresar al país como ‘vencedores’. No se volvieron gringos, aunque ya no son mexicanos tampoco. Es muy curioso. No se asumen como Wasp, pero se sienten más cercanos a México. Por eso subieron las remesas, y fiestas como las del Cinco de Mayo se han vuelto tan relevantes. Sin embargo, tienes a la banda enfrentándose a la gentrificación en Mazatlán, o en la colonia Roma de la Ciudad de México, ya se dice: “Si quieres que acabe la gentrificación, ponle más chile a la salsa”. Existe la necesidad de recuperar una intensidad que la cultura Wasp no puede soportar, y la fiesta del Cinco de Mayo es de una intensidad brutal. El escritor chileno Roberto Bolaño, que llegó a vivir en México, decía que la cultura mexicana es muy vital y de allí su relación con la muerte. Quizás eso también tenga que ver.

P. ¿Asociar la fiesta del Cinco de Mayo con la borrachera y el baile forma parte de una falsa moralidad?

R. Los franciscanos señalaban a los mexicas de honrar la pobreza porque fueron incapaces de ver la austeridad bélica. Goethe cuando estuvo en Italia dijo que la sensualidad de los italianos le encantaba y le aterrorizaba a la vez. Creo esta es la misma lógica de los norteamericanos. No es la primera vez que ocurre. Colón deseaba los cuerpos desnudos de los indígenas, pero los acusaba de caníbales. La cultura Wasp desea y teme a la cultura hispanoamericana. Estoy convencida que la fiesta del Cinco de Mayo, que va de convocar a los mexicanos nacidos en Estados Unidos o inmigrantes, es una forma de decir ‘estamos vivos’ a pesar de los muertos que dejé en el desierto. Al mexicano no le importa mucho lo que esté festejando porque sabe que la fiesta es transitoria. Si se llama 15 de septiembre, Cinco de Mayo, Día de Muertos, no nos parece importante, lo relevante es el ritual, este sí es eterno.

P. ¿Fiestas como las del Cinco de Mayo se convierten en formas de reivindicar el duro golpe de la migración?

R. Confucio decía que la salud de una sociedad radicaba en darle sentido a sus rituales. Para el mexicano beber y bailar es regenerar los lazos sociales, los vínculos con la comunidad, incluso solucionar lo que haya que solucionar, por eso muchas celebraciones terminan en pleitos. También la fiesta está asociada al capitalismo, la venta de cerveza y comida mexicana, pero nuestra cultura no necesita expresarse en Estados Unidos a través de una fiesta. Los restaurantes más caros de ese país son mexicanos. Hemos alcanzado un nivel de notoriedad que ya no necesitamos de una efeméride. De todas todas, la relación de Estados Unidos con México es muy ambivalente. Hay una idea de cultura vieja que ve al joven nuevo, que económicamente es más fuerte, pero no mejor que tú.

P. ¿Qué opinas de los miles de estadounidenses que se están mudando a México?

R. La mayoría de estos nómadas digitales quieren vivir en México, pero sin mexicanos. La cultura Wasp, sobre todo la generación que vino después de la caída del Muro de Berlín, se ve así misma como la única potencia y la mejor, pero crecieron y se dieron cuenta que la economía de su país ya no es la misma. Se mudan a la Roma para vivir como en Brooklyn, pero sin que les cueste como en Brooklyn. No les interesa la cultura sino perseguir un nivel de vida que ya no pueden tener en Estados Unidos y creen merecer. Si no aprenden a vivir y respetar la cultura de los mexicanos, habrá enfrentamiento. La gente está dejando de ir a la Roma o la Condesa porque ya no parece México. Hay mucho hartazgo.

domingo, 14 de abril de 2024

Entrevista a Joan Baez

Entrevista de Carlos Marcos a Joan Báez, en El País, hoy 14 de abril de 2024, "Joan Baez revela lo que nadie sabía sobre su vida: “Fue devastador contarlo, pero ahora estoy en paz”

La veterana cantante destapa en un documental que sufrió abusos de su padre, que empezó con terapias con 16 años o que estuvo enganchada a los ansiolíticos. “Tengo más de 80 años y quiero dejar algo sincero”, dice a este periódico

Joan Baez asegura que sufrió abusos por parte de su padre cuando ella era una niña. A Joan Baez la llamaban “mexicana idiota” en el colegio. Joan Baez empezó a ir a terapia con 16 años. Joan Baez estuvo ocho años enganchada a los ansiolíticos. Joan Baez salió horrorizada de su noviazgo con Bob Dylan. Joan Baez tenía una relación con su hermana Mimi, también cantante, basada en el poder y los celos. Joan Baez tuvo una pareja mujer durante dos años. Joan Baez padeció Trastorno de Identidad Disociativo, neurosis y ataques de pánico durante décadas.

Joan Baez (Nueva York, 83 años) sonríe desde su casa de Los Ángeles en una charla por vídeo con este periódico cuando se le pregunta por qué ha decidido abrirse en canal y contar al mundo todo esto que solo sus íntimos (si acaso) conocían. “¿Sabes? Tengo más de 80 años y quería dejar algo sincero. Di las llaves de mi intimidad a Karen [O’Connor, cineasta] y ya no había vuelta atrás. Si quería cambiar algo desesperadamente ya había tomado la decisión y no podía volver atrás”. La cantante habla del documental Joan Baez I Am Noise, un palpitante recorrido por su vida donde la activista se desangra viajando a las oquedades de su alma. La cinta, de casi dos horas, se estrena en el BCN Film Fest el 23 de abril y en salas desde el 26 del mismo mes.

Baez habla sentada en el salón de su hogar, donde se ven cuadros y una chimenea. Lleva gafas, el pelo corto y blanco y exhibe un semblante apacible con momentos en los que estalla la carcajada y otros en los que se pone a cantar en español, aunque ella no lo hable. Se nota que se ha quitado un peso de encima contando su historia más recóndita. “Cuando estuvo terminado el documental lo vi unas 10 veces y no sentí nada. Entonces me di cuenta de que lo veía protegiéndome, porque hay demasiada tristeza y confesión. Entonces, un día, me relajé, cociné unas palomitas y me senté a verlo. Fue devastador, pero ahora estoy en paz”.

Aparte de las crudas confesiones, el documental traza una panorámica de la gigantesca figura cultural de Baez, con una carrera que abarca seis décadas y que la convirtieron en la gran dama del folk social y en figura relevante de la contracultura de los sesenta. Fue ella la primera que dio una oportunidad a Bob Dylan. Sin su olfato para detectar el talento del creador de Blowin’ In The Wind, es muy posible que Dylan hubiese tardado más en explotar. “Estaba en el Gerde’s Folk City, en Nueva York. De pronto, apareció en el escenario un chico andrajoso a más no poder y empezó a soltar sus letras. Me dejó petrificada. Su talento me embriagaba como una droga. Yo le llevaba a los conciertos, le invitaba a subir y la gente le abucheaba. Yo les decía: ‘Por favor, escúchenle’. No tardaron mucho en cambiar de opinión”, cuenta. Formaron un dúo arrebatadoramente atractivo. “Él necesitaba una madre, alguien que le bañara y le cantara canciones. Y yo necesitaba cuidar a alguien”, cuenta.Tuvieron una relación que acabó cuando Dylan, ya subido al éxito, llegó a Londres en 1965 y ella lo acompañó. “Creo que lo que le pasó a Bobby cuando se hizo famoso fue que pasó página y se alejó de todo el mundo. Fue un cambio muy brusco”, cuenta en el documental. Y añade: “Tanta droga y tanta virilidad no iban conmigo. Ellos estaban en otra dimensión, yo era la rarita del folk que los acompañaba. No pintaba nada allí. Fue horrible”.

Baez se hizo famosa de la noche a la mañana. En 1959, con 18 años, actuó en el Netwport Folk Festival y todo cambió. “Por la razón que fuera, tenía la voz adecuada en el momento adecuado. Y eso me catapultó a la estratosfera”, señala. Mucho antes, su padre, Albert Baez (un relevante físico mexicano, coinventor del microscopio de rayos X), había inculcado a Joan y a sus dos hermanas una conciencia social. “Mi padre nos llevaba a muchos lugares para que viéramos que todos éramos iguales. Nos hacía reflexionar sobre la brecha entre ricos y pobres”. Su madre, irlandesa, era una recalcitrante pacifista. Ese fue el germen de la Baez comprometida. Los cinco formaban una familia de cuáqueros.

Ya muy popular, Baez estuvo en todas. El documental muestra imágenes de ella en manifestaciones junto a Martin Luther King, en protestas contra la guerra de Vietnam, llevando de la mano a la escuela a niños negros mientras miembros del Ku Klux Klan les intimidaban ocultos en sus capirotes… Hay momentos emocionantes, como cuando madres negras, segregadas y pobres, abrazan a una joven Baez por derrochar tanto coraje en su defensa. Mientras, la cantante lidiaba con sus problemas psicológicos. Cuando una adolescente Joan acudió al primer psicólogo, este les advirtió a los padres: “Su hija carga con numerosos problemas emocionales, sensación de insuficiencia, complejo de inferioridad. Los síntomas podrían deberse a un trastorno psicológico y emocional”.

“Estábamos todos demasiado locos como para hablar de salud mental”, reflexiona hoy la artista. “Eran los 60, con una combinación loca de cosas: Vietnam, el servicio militar obligatorio, la lucha por los derechos civiles… Lo bueno es que si eras músico estabas todo el día ocupado. No tenías tiempo para otras cosas”. Habla durante I am noise de su “eterna condena”: pagar por disfrutar. “Sabía que después de disfrutar de un buen momento, iba a venirme abajo. Y así en un bucle infinito”. Aunque muy atenuado, afirma que todavía perdura.

La acogedora y potente voz Baez conformó la banda sonora de las marchas y manifestaciones en los sesenta de la lucha por los derechos civiles con canciones tradicionales como We Shall Overcome, Oh, Freedomo All My Trials. También con versiones de temas de Dylan, como A Hard Rain’s A-Gonna Fall, When the Ship Comes In o Blowin’ In The Wind. Reconoce que el activismo pasó a ser una adicción. Se sentía mal cuando no tenía ninguna causa que defender. Y entonces la guerra de Vietnam terminó. Y ahora qué. Liberada de ese peso, en 1975 publicó un álbum no político, el que está valorado como su mejor trabajo, Diamonds and Rust. La canción que da título al disco ofrece una disección poética, unas veces cruel, otras romántica, de su relación con Dylan.

Baez confiesa hoy que ha hecho las paces con Dylan “espiritualmente”, ya que “hace décadas” que no tienen contacto. “No estoy molesta. Tuve lo mejor de él. Nos dio mucho con sus canciones. Cuando sentí que lo malo se había derretido, le escribí una carta. Le dije: ‘Gracias por los años sesenta, qué canciones escribiste. Gracias por nuestra relación. Lo único que siento ahora es gratitud”, cuenta. Todavía está esperando una respuesta. Ella es cuatro meses mayor que él.

Cuando la artista dice que para realizar el documental dio las llaves de su intimidad se puede interpretar de forma literal. Baez guarda en un cuarto de su casa cientos de recuerdos, entre ellos las casetes con las grabaciones en voz de las sesiones de terapia de toda la familia. Con 50 años, la cantante se sometió a una sesión de hipnosis para rescatar sus recuerdos. Lo hizo en parte empujada por su hermana Mimi, que le desveló que había sufrido abusos por parte del padre. En 1991, Baez escribió una brutal carta a sus padres, que desvela en el documental: “Queridos papa y mamá. Ha llegado la hora de contaros la verdad, que me he negado a deciros hasta ahora...”. Entonces acusa a su progenitor de haber abusado de ella. Albert, el padre, se defendió: “Hay muchos casos de psiquiatras que ayudan a recordar a sus pacientes cosas que no ocurrieron. Se llama síndrome de la mentira falsa”. Y Baez responde en el documental: “Nunca estás segura del todo, pero así es el proceso de recuperación. No puedes saber lo que pasó exactamente. Pero tengo dos dedos de frente y sé que ciertas cosas pasaron de verdad, otras solo a medias, y otras son conjeturas. Pero, aunque el 20% fuera real, fue suficiente para causar los estragos que causó. Solo que no tengo pruebas”.

La artista cuenta hoy con un rostro que proyecta bondad que ha perdonado a su padre. “Fue difícil y me llevó tiempo, pero sí, le perdoné. Recuerdo llevarle a pasear en una silla de ruedas cuando él ya tenía más de 90 años [murió en 2007 con 94 años]. A mí no me gustan los musicales, pero a él mucho, así que me acordé de uno, paré la silla y se lo canté. Le dije: ‘Esto es lo mejor que puedo hacer ahora mismo’. Tengo una carta de él enmarcada que me escribió en esa época, cuando era muy mayor. Dice: ‘Me levanta el ánimo cuando te veo’. Esas cosas bonitas no las decía cuando era joven, pero de mayor las dijo”. De la foto familiar de cinco miembros (los padres y las tres hijas) solo queda ella.

Responde con humor a cómo consiguió librarse de su adicción de ocho años a los ansiolíticos: “Bueno, en realidad el responsable de que lo dejara fue el presidente Carter. Prohibió esas pastillas maravillosas y ya no las podía conseguir en ningún sitio, así que las dejé”.

Joan Baez se retiró de las giras en 2019. Desde entonces solo se ha subido a un escenario para tocar una o dos canciones en conciertos benéficos. Esta foto pertenece al último, el 26 de febrero pasado en el Carnegie Hall de Nueva York, por el Tibet. 

Joan Baez se retiró de las giras en 2019. Desde entonces solo se ha subido a un escenario para tocar una o dos canciones en conciertos benéficos. 

Ella, que luchó tanto por las injusticias, asiste hoy pesarosa a la peligrosa deriva mundial: “Creo que nadie podría haber escrito un mejor guion sobre el ascenso del nuevo fascismo. Nunca pudimos imaginar que ese idiota de Trump, aupado por unos seguidores que deben ser aún más estúpidos que él, llegara al poder. Yo lo llamo avalancha maligna e intento evitarla encontrando mi lugar. Una de las cosas principales para mí es estar en paz en el lugar donde vivo. Me refiero al tema del calentamiento global. Miro por la ventana y veo y escucho a los pájaros. Oh, dos tercios de los pájaros ya no están. Si dejo que eso me rompa el corazón, me quedo inmóvil y no puedo seguir. Así que salgo al campo, me siento y trato de escuchar al único pájaro. No espero a todo el coro. Es solo uno, pero muy hermoso”.

Baez se retiró de las grandes giras en 2019, precisamente en España, Madrid, en un concierto delicioso en el Teatro Real donde la acompañó a la percusión su único hijo, Gabriel Harris (54 años), fruto de su matrimonio con el activista David Harris, fallecido en 2023. “No echo de menos las giras. Hice muchas y es agotador. Desde entonces solo he subido al escenario alguna vez para tocar una o dos canciones. Suficiente”. Se levanta temprano, hace la cama, practica gimnasia (luce muy en forma), medita, desayuna los huevos frescos que le dan sus propias gallinas y se pone a trabajar en un libro de poesía que publicará pronto. Y baila. Le encanta pasear sola por el campo, con su perro. Se pone en los auriculares a los Gipsy Kings y baila. Hasta que aparezca el único pájaro cantor.

martes, 19 de septiembre de 2023

Entrevista al Dr. Raymond J. Moody sobre la muerte

Entrevista de Sara Vazquez a Raymond J. Moody, "Psiquiatra, filósofo, médico y especialista en experiencias cercanas a la muerte", La Opinión de A Coruña, 2- XI-2011:

Raymond Moody: "Pitágoras aseguraba recordar ocho de sus vidas pasadas". "Cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad y esta realidad que ahora conocemos, en comparación con la otra, les parece el sueño"

 -¿Cómo cambian las personas al vivir experiencias cercanas a la muerte?

-La gente siente que el propósito original, primigenio, de la vida es aprender a amar. También se convencen de que lo que llamamos muerte es una transición hacia otra realidad.

-¿En todos los casos que ha estudiado la gente regresa de una muerte clínica con recuerdos así o no todos viven estas sensaciones?

-Algunos se acuerdan y otros no. Es curioso que no sabemos por qué hay gente que se acuerda y otra que no. No tiene nada que ver con la edad del paciente, porque gente muy joven y gente muy mayor tiene esas experiencias; tampoco con una enfermedad o herida concreta que les lleve a ese estado; tampoco si eran religiosos o no. Después de muchos años de investigación por muchos doctores en todo el mundo, todavía no hemos sido capaces de identificar por qué algunos sí tienen estas experiencias y otros no.

-¿Las sensaciones y visiones están condicionadas por factores culturales o religiosos?

-Eso es lo que uno piensa de forma abstracta, pero en realidad parece que no. Hay gente que experimenta estos fenómenos en China, Japón, África, en toda Europa y Norteamérica. Y allá donde voy, la narración que hacen es la misma. En todas las culturas dicen que les resulta muy difícil explicarlo con palabras, así que toman prestada terminología de su propia cultura, de su propia religión. Aun así, dicen que lo que narran no es adecuado. Incluso gente con muchos estudios dice que todo es más de lo que se puede explicar con palabras.

-Entonces, ¿no toda la gente que experimenta esto es religiosa?

-No. Tenemos muchos, muchos, muchísimos pacientes que antes de tener esta experiencia no tenían ningún tipo de creencia religiosa.

-¿Y después, sí?

-Sí. Después, la gente vuelve con la convicción de que la vida existe después de la muerte. Aquellos que antes de esta experiencia eran religiosos dicen que han aprendido que no hay ninguna religión particular que tenga ningún monopolio al respecto. Que después de esto sienten que la denominación religiosa o una ideología concreta no tiene ninguna importancia.

-¿Usted es religioso?

-No, no per se. Yo no nací en una familia religiosa, pero a pesar de eso, a lo largo de mi vida, he llegado a aceptar que existe un dios, pero no por creencias religiosas, sino llamémosle una maduración personal de mi proceso de crecimiento. Pero para mí la noción de dios no se conecta con ninguna religión en concreto.

-¿Qué similitudes hay entre estas experiencias y soñar?

-Un montón. De hecho, como todos sabemos, cuando la gente se despierta por la mañana y vuelve a la consciencia, sienten que están volviendo a la realidad. En contraste, los sueños parecen muy poco reales e incoherentes. Pero, cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad. Desde su punto de vista, esta realidad que ahora conocemos en comparación con la otra les parece el sueño. Dicen que el estado de consciencia en el que se entra parece hiperreal en comparación con este. Más real y más coherente que la realidad diaria de nuestro estado de vigilia. En Occidente, Platón ya habló de esto. Decía que el mundo de después de la vida es más real que el mundo real; que, después de esa experiencia, esto parece irreal comparado con aquello.

-Usted creó un instituto para estudiar el contacto con muertos mediante cristalomancia.

-Plutarco o Heródoto los describen en su obra, y Sócrates y muchos de los filósofos antiguos se supone que trabajaban en estos oráculos. Los científicos pensábamos que era o leyenda o fraude. Pero en los años 70, encontraron e hicieron excavaciones en el más famoso de los oráculos y con base en los hallazgos arqueológicos y a antiguos documentos griegos, yo fui capaz de recrear la estructura de cómo funcionaba aquello. Pedí a mis alumnos de Psiquiatría que se graduaban y a mis colegas médicos que participasen en el experimento. Y descubrimos que la gente tenía experiencias vívidas tridimensionales y casi apariciones vivas de los muertos.

-¿No puede ser autosugestión o imaginación?

-¿Qué es imaginación? Para mi gran sorpresa, la gente que tiene esta experiencia lo narra como un suceso real. Esto no prueba que lo sea, pero es bastante sorprendente que así es como la gente lo siente. Aunque las preguntas de si es real o es imaginación probablemente están más allá de la determinación real de la lógica.

-Conoce a gente que afirma haber vivido otras vidas.

-Sí. De nuevo tengo que remontarme a la Filosofía antigua. Pitágoras y Platón eran reencarnacionistas. Pitágoras afirmaba recordar ocho de sus vidas pasadas. Yo creo que es un mito que la reencarnación viene importada de las culturas orientales; lleva en la cultura occidental desde los primeros tiempos. Muchos de los grandes filósofos, incluyendo al gran escéptico, David Hume, en el siglo XVIII, dicen que la única posibilidad coherente de que exista la vida después de la muerte era la posibilidad de volver a nacer en otro cuerpo. Pero por supuesto hay otras teorías.

-¿Es posible diferenciar a un médium de un impostor?

-La gente debe tener mucho cuidado. Sí, hay técnicas de mentalistas que pueden convencerte de que saben cosas de ti que no pueden saber. Pero aparte de trucos, creo que hay individuos que parecen tener un talento extraordinario. De hecho, sabemos que hay niños que nacen con este talento, que afirman hablar con espíritus y ver ángeles. Y para los padres son niños felices, totalmente normales psicológicamente.

-¿Existen los ángeles?

-No tengo ni idea.

-Pero sí hay gente a la que usted da credibilidad que dice haberlos visto. Y a fantasmas.

-Sí. Y muchos estudios médicos han mostrado que un porcentaje alto de gente que ha perdido a un ser querido ha tenido apariciones de sus seres queridos. Y en Psiquiatría esto lo vemos totalmente normal, es parte de un ser humano y algo que nos conecta con la antigüedad. Y solo resulta chocante que la gente aún considera esto algo muy personal y de lo que no se habla abiertamente por si les juzgan mal.

lunes, 24 de julio de 2023

Entrevista con el hijo y editor de Rafael Cansinos Asséns.

 Alfredo  Valenzuela entrevista al hijo único de Rafael Cansinos Asséns, su homónimo Rafael Cansinos, «A Borges le fascinaba el parentesco entre mi padre y Rita Hayworth», en Abc de Sevilla, 21 de  mayo de 2006:

Hijo del mítico escritor sevillano Rafael Cansinos Assens y pariente de la legendaria Rita Hayworth, el editor Rafael Cansinos ha emprendido la edición de obras inéditas u olvidadas de su padre, como «Bellezas del Talmud» o su traducción de «Risa roja», de Andreyev

-¿Cuál es el mejor recuerdo que guarda de su padre?

-Su obra. Cuando murió yo tenía solo seis años. Su obra me habla hoy.

-Los escritores tienen mala fama como padres, ¿qué tal fue el suyo?

-Trabajó mucho hasta el final de sus días. Su territorio me estaba vedado hasta que llegaba la noche. Creo que es una historia muy repetida en las biografías infantiles.

-¿Relee sus obras con frecuencia?

-No, con frecuencia no, pero sí releo cosas porque trabajo con ellas, preparando ediciones y cosas así.

-¿Cree, como decía Borges, que su padre fue uno de los más grandes escritores de nuestra cultura?

-Durante mi juventud pensaba que no, me había hecho a la idea de que mi padre era uno de tantos, pero un día me lo dijo Borges en persona, y pude comprobar que lo decía en serio.

-¿Alguna vez ha presumido de ser sobrino, aunque lejano, de Rita Hayworth?

-Ya que me ha citado a Borges le contaré que este parentesco a él le fascinaba. Yo le oí cantar canciones de Gilda. Me preguntaba con un interés infantil, de mitómano, si yo conocía a Rita, si la trataba. Le expliqué que Rita, aunque vivía, estaba muy malita y ya no pertenecía a este mundo. Esto le apenó mucho. Con estas cosas se nace, no es ningún mérito del que uno pueda vanagloriarse. La familia de mi abuelo no tenía muy buen concepto de la del padre de Margarita, por ser gente de la farándula. Ya ve usted las vueltas que da la vida. Esta maravillosa actriz norteamericana nos ha quitado para siempre a todos los «Cansino» la pole position del apellido familiar. Aunque eso sí, Borges, además de canciones de Rita, se sabía de memoria fragmentos enteros de obras de mi padre.

-¿Qué sintió cuando Sevilla, por fin, le dedicó una calle a Cansinos Assens?

-Perplejidad, me enteré cuando ya estaba inaugurada. Creo que se organizó una grimpola entre el Ayuntamiento y algunos intelectuales sevillanos por la localización de la calle. Me tenían que haber consultado. La calle de Cansinos Assens debería haberse situado en la zona de la Alameda, en el entorno de la calle Tinaja, que fue donde transcurrió la infancia del escritor. Todos descartaron esta zona por ser desde hace mucho un espacio de prostitución y de trapicheo. Un error garrafal: era el lugar más adecuado por muchas razones.

-¿Qué otras cosas cree que se deberían hacer para restablecer su memoria?

-Desde la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens vamos a coordinar muchas acciones.

-¿Queda mucho inédito de Cansinos?

-Muchísimo.

-¿Y se irá publicando todo eso?

-En forma de libro solo una parte. La otra también la conocerán los investigadores, o cualquier lector curioso, en el website de la Fundación.

-¿Cree vigente la obra crítica de Cansinos?

-No entiendo mucho de esto. Ahora los universitarios están muy interesados en este tipo de crítica impresionista que hacía Cansinos. Hay incluso quien la valora por encima de la académica.

-¿Rescataría la obra de algunos de los escritores que desfilan por las memorias de su padre de los que hoy permanecen olvidados por completo?

-Dentro del proyecto Arca Ediciones quizá rescatemos alguna obra de estos olvidados, pero de momento vamos a publicar solo títulos que consideremos comerciales. Por eso hemos empezado con la antología hebraica Bellezas del Talmud, y con la Risa roja de Andreyev, una novela que denuncia el horror de la guerra.

-¿Cree usted en las raíces hebraicas de su familia, como postulaba su padre?

-Sin ánimo de ofender a todos aquellos a los que les molesta el judaísmo de mi padre, y buscan argumentos para negarlo, minimizarlo o ridiculizarlo, la mayoría porque no les gusta ver a Cansinos en el lado semita, le diré antes que nada que los judíos sienten veneración por sus antepasados y están siempre presentes en sus vidas y en su recuerdo y forman parte de su ser como pueblo. Su pregunta precisa también de una aclaración: estar en la línea de descendencia de hebreos no significa absolutamente nada, y mucho menos lo convierten a uno en judío. Hay que ser serios con estas cosas para no herir los sentimientos de los judíos ortodoxos. Mi padre era judío por convicción, y así le aceptan como uno de los suyos los judíos laicos e incluso muchos ortodoxos. El que tuviera antepasados judíos, como muchos españoles, no es relevante, aunque yo sí creo en ello, como creía él basándose en evidencias, y, por supuesto, no tengo ningún inconveniente en reconocer que me siento ligado a esa pertenencia y orgulloso de la misma.

-Jesús Pardo, en sus memorias, insinúa que Cansinos traducía a los rusos ayudándose de la traducción al francés, ¿cree que se trata de una maledicencia?

-Jesús Pardo, cuando conoció a Cansinos, era sólo un currinche de veintipocos años y, por los datos que da sobre la casa en la que nací, me parece que no le dejaban pasar mucho más allá del recibidor. Dice que un día visitó a Cansinos y éste tenía encima de una mesa una traducción del ruso a medio hacer, con la edición original rusa a un lado y al otro una versión francesa. Le puedo aclarar a Pardo, por la fechas de las que habla, que el autor que traducía era Andreyev, y que los originales que utilizó están reseñados, sin mayor secreto, en la introducción de Cansinos a las Obras Escogidas que publicó Aguilar en 1955. Yo no diría que Pardo sea un malediciente, porque todo esto forma parte del juego de sus memorias y porque esa maledicencia no es suya, se ha contado ya varias veces, aunque sí añade abono pestífero. Es impensable que Cansinos entrara en un juego de superchería. Su categoría moral estaba muy por encima de esas bobadas. Leyendo las portadas, las introducciones y las notas a sus traducciones es muy fácil seguir su procedimiento como traductor. A él no le costaba nada explicar que traducía a veces del francés o del inglés, y exponía los motivos.

-También dice Pardo que su padre alardeaba de sus veinte idiomas...

-Me temo que don Jesús se confunde en esto también, ya que no eran veinte, sino setenta las lenguas en las que mi padre podía saludar al sol. Conociendo su falta de vanidad, estoy seguro de que era rigurosamente cierto. La obra de Pardo es muy buena literatura, pero él es un periodista que ha oído demasiadas campanas a lo largo de su vida para que ahora nos las cuente todas de seguido con visos de verosimilitud.