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viernes, 18 de abril de 2025

Dos programas educativos que están bajando al mínimo el fracaso escolar en España

 Dossier sobre dos programas educativos que bajan al mínimo el fracaso escolar, al parecer

Los dos programas educativos que están bajando al mínimo el fracaso escolar en España (y al principio generaron rechazo), en El País, por Ignacio Zafra, Reinosa -18 de abril de 2025:

La FP básica y la diversificación curricular fueron mal recibidas por la izquierda y la derecha respectivamente. Ahora todas las comunidades apuestan por ellos.

En las frías calles de Reinosa están preocupadas por Donald Trump. Como en medio mundo, pero más que la media. La población del sur de Cantabria vive en gran medida de una gran factoría siderúrgica, que los vecinos siguen llamando la Naval o simplemente “la fábrica”, aunque su nombre ahora es Forgings & Castings. Sobre ella, sobre el municipio, y sobre toda la comarca sobrevuela el temor al impacto de los aranceles al acero aprobados por Estados Unidos. Del tema se habla aquí en todas partes, también en el instituto público Montesclaros, un centro de referencia en los estudios de Formación Profesional vinculados a la industria, implantados hace medio siglo. Los chavales hacen prácticas en la factoría, y muchos cuentan con trabajar en ella, como sus padres y abuelos. Son en cierta forma, afirma su director, “hijos de la fábrica”, que tiene cerca de 700 empleados, 900, si se le suma la escisión que mantiene el anterior nombre de Sidenor, lo que equivale a más del 10% de los 8.570 habitantes de Reinosa.

De los 670 estudiantes del instituto Montesclaros, 200 cursan FP en alguno de sus tres niveles. Uno de ellos, Eder, es un ejemplo del cambio que está experimentando el grado básico, el primer peldaño de la Formación Profesional. De ser la opción a la que los institutos mandaban a los chavales que iban mal para que pudieran terminar la ESO (que sigue siendo la razón principal para que lleguen a sus aulas), a ser una vía en la que los propios alumnos también pueden solicitar adscribirse porque prefieren una enseñanza más práctica. Para ello deben cumplir algunos requisitos, como tener 15 años, la edad de Eder. "Aquí hay clases teóricas, pero también vamos al taller. Es más entretenido que estar en clase todo el día", afirma. Cuando acabe los dos cursos que duran el grado, el adolescente espera hacer el grado medio y el superior de Mecanizado. Y después, entrar a trabajar “en la Naval de Reinosa”, como su padre y su hermano. A la espera de los efectos que pueda tener la guerra comercial declarada por Estados Unidos, su expectativa no es descabellada. La inserción laboral de los graduados en FP en los Montesclaros ronda el 90%, asegura el jefe de estudios Antonio Díez, y uno de los problemas con los que ha de lidiar el profesorado es que muchas veces los contratan antes de acabar el ciclo superior. La relación con el tejido industrial de la zona es tan cercana que a veces son los técnicos de las fábricas los que se acercan a los modernos talleres del instituto a reparar la maquinaria.

La FP de grado básico generó inicialmente rechazo entre la izquierda. Del mismo modo que los programas de diversificación curricular ―que van dirigidos a chavales con dificultades de aprendizaje e implican una adaptación de los contenidos― lo hicieron en las filas de la derecha. Ambas vías educativas se han convertido, sin embargo, en claves para reducir el fracaso escolar en España ―sobre todo entre los chicos, que son los que más fracasan―.

El país ha rebajado su tasa de abandono escolar temprano (jóvenes de 18 a 24 años que tienen como mucho la ESO y no están estudiando) al mínimo histórico del 13%, cuando en 2014 era del 22%, y en 2004, del 32%. Y ha elevado al 80% el porcentaje de la población entre 20 y 24 años que ha terminado, al menos, la enseñanza secundaria postobligatoria (Bachillerato o FP de grado medio) cuando en 2014 solo llegaba al 66%, y en 2004, al 61%. En ambos casos, aunque ha mejorado, el alumno extranjero presenta peores datos (en abandono educativo temprano, el 29,5%). Cantabria tiene la menor tasa de abandono (5,5%) después del País Vasco (5%). Y el mayor porcentaje de jóvenes de 20 a 24 años que han terminado al menos la secundaria superior (90%, como Euskadi).

En paralelo a la reducción del fracaso escolar, el alumno de FP básica ha aumentado un 32% desde su implantación en 2015, casi el triple de lo que ha crecido el número de estudiantes de la ESO, hasta rozar los 62.000 (aunque solo el 56% logra terminar los estudios). Y en el primer año de su reimplantación, un 8% de los chavales de tercero de la ESO estudiaban en el programa de diversificación curricular.

La FP básica generó inicialmente recelos en la izquierda por ser segregadora. En parte porque, con el primer diseño que hizo el PP, terminarla no suponía obtener el título de la ESO, recuerda Alonso Gutiérrez, responsable del gabinete de estudios de la Federación de Enseñanza de CC. OO. Cataluña, por ejemplo, rehusó implantarla, y su peso en los centros educativos catalanes ha sido testimonial hasta ahora; algo que la Generalitat, presidida por el socialista Salvador Illa, ha decidido cambiar, doblando, hasta las 2.000, el número de plazas de nuevo ingreso el curso que viene.

Los programas de diversificación curricular no agradaban al PP, que en la anterior ley educativa los reorganizaba situándolos en segundo y tercero de la ESO (en vez de en tercero y cuarto, como estaban hasta entonces). Ello hacía que los chavales se reincorporasen a la ESO ordinaria en el último curso, con lo que muchos se estrellaban y no lograban titularse. Tras la aprobación de la Lomloe y la vuelta al esquema de cursos original, el porcentaje de alumnado matriculado en dichos programas ha aumentado rápidamente hasta doblarse al que había con la normativa del PP. Y cuatro de las cinco autonomías donde más peso ha alcanzado la diversificación están gobernadas por el PP (Canarias, Extremadura, La Rioja y Andalucía; en la quinta, Castilla-La Mancha, están los socialistas).

Casi todos siguen estudiando

Moisés Sánchez, 39 años, da clase de diversificación, en el ámbito ―la agrupación de asignaturas que caracterizan al programa― lingüístico-social del instituto público Az-Zait de Jaén. "La principal diferencia con los grupos ordinarios es que aunque todo el alumno debería tener una atención personalizada, con estos estudiantes es aún más importante, y eso solo se puede conseguir con ratios pequeñas. Yo tengo nueve alumnos cuando en una clase estándar tendría 27". La dedicación que exige una enseñanza más competente, en el que todos los contenidos están ligados a la vida real, hace que el esfuerzo sea, con todo, mayor que en una clase ordinaria, asegura. Como también lo es la satisfacción, mientras que aquí el porcentaje de éxito se acerca al 100%, y la mayoría continúa estudiando un ciclo medio de FP”.

El grado básico de FP sigue recibiendo críticas por segregador, aunque cada vez menos. “Mientras haya un profesor, una familia o un estudiante que piense que la Formación Profesional de grado básico es peor estaremos siendo tan catetos como cuando pensábamos que la Formación Profesional en su conjunto era una vía de segunda con respecto al Bachillerato y la universidad”, afirma la ex secretaria general de FP Clara Sanz. "Los estudiantes de grado básico adquieren las mismas competencias de salida que en la ESO y, además, obtienen un primer título profesionalizante. Y no es para los malos estudiantes, sino para aquellos que no quieren una vía tan académica, sino que prefieren aprender haciendo".

II

España reduce al mínimo histórico el abandono educativo gracias a la FP y los programas de refuerzo, en El País, por Ignacio Zafra, Valencia -28 de enero de 2025:

El país mejora, con una tasa del 13%, el nivel alcanzado durante la pandemia, cuando las restricciones sanitarias paralizaron la hostelería, llevando a muchos jóvenes de 18 a 24 años a volver a estudiar

España ha reducido a su mínimo histórico la tasa de abandono escolar temprano, esto es, el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que ha abandonado los estudios sin haber obtenido al menos un título de Bachillerato o de FP. La tasa se situó en 2024 en el 13%, según ha informado el Ministerio de Educación con datos del Instituto Nacional de Estadística. El indicador mejora siete décimas respecto al año anterior y supera la frontera del 13,3% fijada en 2021, en plena pandemia del coronavirus , cuando las restricciones sanitarias impuestas en sectores económicos que suelen contratar a jóvenes cualificados, como la hostelería, impidieron a muchos de ellos trabajar y, en un efecto no previsto de la covid, les impulsaron a volver a estudiar.

El dato confirma, de un lado, la extraordinaria transformación que ha experimentado España, tanto a nivel formativo como económico, en las últimas dos décadas. Hace 20 años uno de cada tres jóvenes españoles de dicha franja de edad había dejado los estudios teniendo, como mucho, el título de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La reducción del abandono tiene, además, el mérito de coincidir con un buen momento del empleo; Durante mucho tiempo, la tasa mejoraba en periodos de crisis y volvía a subir cuando la economía se reactivaba. “Desde 2018 hemos reducido la tasa en cinco puntos y, lo que es más importante, hemos dado oportunidades de formación a los jóvenes de nuestro país para mejorar sus vidas y su futuro”, ha escrito en X la ministra de Educación, Pilar Alegría.

El abandono presenta grandes diferencias por género; en las mujeres es del 10%, mientras que en hombres alcanza el 15,8%. Y también por territorios: País Vasco y Cantabria tienen tasas del 5% y el 5,5% respectivamente, mientras que al otro extremo se sitúan Murcia, con el 18,2%, y Baleares, el 20,1%. Entre ellos se encuentran Navarra (9,9%), Asturias y Madrid (10,5%), Castilla y León y Galicia (10,8%), Aragón (11,9%), Comunidad Valenciana (12,9%), Extremadura (13%), Canarias (13,1%), Cataluña (13,7%), Castilla-La Mancha (14,6%), Andalucía (15,5%), y La Rioja (17%).

Al mismo tiempo, el dato plantea cuestiones menos optimistas. Pese a su gran mejora, España sigue siendo el segundo país de la UE con más abandono solo por detrás de Rumanía. Y está lejos no solo de miembros de la Unión históricamente más desarrollados, como Países Bajos (6,2%), sino de otros más parecidos, como Portugal (8%). La evolución de la tasa de abandono española en los años recientes muestra, además, lo difícil que resulta, llegado a un punto, continuar reduciéndola con rapidez. A medida que se van realizando mejoras educativas de, digamos, alcance general, el porcentaje de los adolescentes que siguen abandonando sin tener una titulación que les permita afrontar con un mínimo de garantías el mundo del trabajo, se va concentrando en perfiles sobre los que resulta más complejo actuar por pertenecer, por ejemplo, a entornos próximos a la exclusión social o presentar otras dificultades específicas. “Los jóvenes procedentes de hogares con bajos niveles de estudio prácticamente cuadriplican la media del abandono educativo prematuro en España”, afirma el sociólogo Miguel Ángel Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Bofill. Atender a los colectivos más desfavorecidos exige políticas de refuerzo educativo que, en muchos casos, deben ir acompañadas de otras medidas de carácter social.

La mayor dificultad para reducir el abandono a partir de cierto punto se observa también en la evolución del conjunto de la Unión Europea. En 2014, España tenía una tasa de abandono del 21,9%, y la ha reducido desde entonces en un 40%. En el mismo periodo, la UE, que partía de una situación mucho mejor (11,1%), la ha reducido un 14,4% (hasta el 9,5%, si bien el dato corresponde a 2023 porque el de 2024 todavía no se ha publicado). La disparidad entre los países europeos es, por otra parte, elevada, y ofrece algunos resultados inesperados. La menor tasa de abandono en la UE se da, por ejemplo, en Croacia (2%, seguida de Irlanda, con el 4%). Mientras que la locomotora económica europea, Alemania, presenta un nivel mucho peor, del 12,8%, que ha aumentado un 35% entre 2014 y 2023.

Miguel Recio, que ha sido director de instituto y ha ocupado diversos puestos educativos, entre ellos el de responsable del gabinete de estudios de la federación de enseñanza de CC OO, señala que el hecho de que los chavales sigan estudiando y no abandonen dependen en gran medida de una serie de condiciones educativas, como tener el título de la ESO, que haya plazas gratuitas de FP y Bachillerato, o programas para el alumno extranjero de incorporación tardía. “Y estos factores presentan en España resultados en clara mejora: menos repetidores y más graduados con ESO, más plazas públicas de FP, más programas de apoyo y refuerzo para estudiantes en desventaja... lo que ayuda a bajar esta tasa ya compensar el crecimiento del alumnado extranjero, que entre el curso 2018-2019 y el 2023-2024 fue del 52,6% en la ESO”.

Recio se refiere al hecho de que el abandono educativo de los chavales extranjeros casi triplica, con datos de 2023, el de los autóctonos ―debido, en buena medida, al solapamiento que a menudo se produce entre alumnado extranjero y estudiantes de hogares socioeconómicos y culturalmente desfavorecidos, así como de la dificultad derivada del idioma―. De los 127.813 estudiantes que la ESO ha ganado en los últimos cinco cursos (lo que representa una subida del 6,5%), 92.077 (el 72%) tenían nacionalidades distintas a la española. Recio cree que el éxito de que pese a ello haya una proporción cada vez mayor de adolescentes y jóvenes que siguen estudiando está relacionado con las políticas del Ministerio de Educación, financiadas en buena medida con fondos de la UE, que han aumentado el número de plazas de FP y han puesto en marcha programas de refuerzo como el PROA+.

Un mercado laboral más exigente

Junto a dichas mejoras educativas, entre las que Ainara Zubillaga menciona también el hecho de que los docentes gestionen cada vez mejor la diversidad de las aulas y los centros educativos aborden de forma cada vez más colectiva el desafío de su alumno en riesgo de fracaso escolar, la directora de Educación de la Fundación Cotec considera clave el cambio productivo experimentado por España en los últimos 20 años. "La realidad del mercado laboral que llevó en 2004 a tasas tan elevadas de abandono educativo temprano, como la burbuja inmobiliaria, ya no está. Ahora tenemos un mercado laboral que, teniendo muchos defectos, está mucho más orientado al conocimiento, tiene un alto componente de digitalización, y plantea una mayor exigencia formativa. Ya no es tan sencillo esto de: 'abandono el sistema educativo y encuentro algo en lo que trabajar".

España, prosigue Zubillaga, está transformando su tradicional estructura formativa en forma de reloj de arena ―con un porcentaje importante de población con educación superior y otro igualmente destacado de personas sin apenas estudio― gracias al desarrollo de la parte media, que es la vinculada a la cualificación profesional. “Creo que la diversificación que ofrece la Formación Profesional, desde la Básica ―pensada para que los chavales que van mal terminen la ESO― hasta los ciclos formativos medios y la superior, es una de las claves que están cambiando el escenario”.

III

La gran vía de rescate educativo funciona a medio gas: solo la mitad de los alumnos que empiezan una FP Básica consiguen el título, en El País, por J. A. Aunión, Madrid -18 de noviembre de 2022 

En Madrid y en Asturias son poco más de dos tercios los que aprueban los dos cursos de estos ciclos cuatro años después de empezar. Los profesores reclaman especialización y ratios más bajas.

La formación profesional de grado básico es la principal vía de rescate para aquellos alumnos de secundaria que tienen más papeletas para llegar al final de la educación obligatoria (16 años) sin título alguno. Tras años de ajustes en su diseño (con algún que otro cambio de nombre), estos ciclos han alcanzado un formato de dos cursos , combinando enseñanzas más académicas con las profesionales, que numerosos especialistas consideran ya bastante adecuado. Sin embargo, ya pesar de la mejora paulatina de las cifras, sigue arrastrando una gran losa: la mitad de los chavales que los empiezan —a los 15, 16 o, excepcionalmente, a los 14 años— no consigue acabarlos con éxito, es decir, con el título profesional y el de secundaria obligatoria que les permitiría seguir estudiando una FP de grado medio o, si lo prefiere, el Bachillerato .

Así se desprende de las últimas estadísticas del Ministerio de Educación, que señalan que de todos los alumnos que comenzaron una FP Básica en el curso 2016-2017 , únicamente el 49,3% había conseguido graduarse cuatro años después. “El resto se puede considerar, casi con toda seguridad, abandono; es casi imposible que alguien lo consiga pasados ​​cinco o seis años”, explica la catedrática de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares Francesca Salvá Mut. El resultado, en todo caso, es muy parecido al que pudo observar ella misma entre los alumnos de FP Básica de Mallorca que empezaron en 2015-2106; el 54,6% había abandonado después de tres años.

Investigadores como Salvá Mut y profesores de a pie de esta etapa, como Ismael Colino, explican que el objetivo de estos programas no es nada fácil, pues se trata de reenganchar en el sistema a unos adolescentes que suelen presentar grandes desfases curriculares y un fuerte rechazo hacia lo académico. Y precisamente por eso echan en falta los recursos necesarios para poder sacar adelante. Para empezar, reclaman clases pequeñas: “Es necesario bajar las ratios [el número de alumnos por profesor] ​​para que se pueda trabajar con los estudiantes de una manera más personalizada”, reclama Luis García Domínguez, director del instituto Puerta Bonita de Madrid y presidente de la Asociación de Centros de Formación Profesional-FPEmpresa.

De hecho, aunque la estadística no permite establecer una relación directa entre las ratios y los resultados de los estudiantes de FP de grado Básico en todas las autonomías, lo cierto es que la comunidad que tiene más alumnos por clase en estas enseñanzas (una media de 17 entre los cursos 2016-2017 y 2019-2020) es la que también presenta la peor tasa de éxito en esta estadística elaborada por el ministerio: 37,3%. Se trata de la Comunidad de Madrid. La siguiente en la lista es Asturias, con un 38,7%, pero con una ratio, esta vez, ligeramente por debajo de la media: 11,25 estudiantes por clase.

Preguntada la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid por estos datos, un portavoz responde que, como la estadística de los resultados en FP Básica es “incompleta” —faltan los datos de Cataluña y Murcia, y los de la Comunidad Valencia no son representativos para el curso 2019-2020—, la comparación entre comunidades les parece “injusta”. Sobre la ratio de alumnos por aula en estos estudios —estadística que sí está completa, con todas las comunidades, y deja igualmente a Madrid al final de la cola— , señala que sus números cumplen con la ley.

Un portavoz de la consejería asturiana, por su parte, explica que los datos de abandono en FP Básica corresponden a los primeros pasos de estos ciclos (que sustituyeron a la versión anterior, los Programas de Cualificación Profesional Inicial que constaban de un curso obligatorio y otro voluntario) y que ahora los resultados han mejorado. Además, recalca que Asturias tiene una de las tasas de titulación en la ESO más altas de España, lo que “supone que hay poco alumnado susceptible de matricularse en los grados de FP Básica, y esta está poco desarrollada en el Principado”. Lo cierto es que por cada 100 alumnos asturianos de 3º y 4º de ESO, hay cinco en FP de grado Básico, la proporción más baja de toda España, con una media de 8 estudiantes de estos programas por cada 100 matriculados en el segundo ciclo de secundaria obligatoria.

En el siguiente gráfico se compara, en todas las comunidades con datos de resultados en la estadística ministerial, la tasa de éxito de los alumnos que comenzaron un ciclos en 2016, la media de estudiantes por unidad de ese curso y de los tres siguientes, y la proporción de jóvenes matriculados en la FP de grado básico con respecto a los que están en los dos últimos años de la ESO.

En todo caso, hay factores cruciales que pueden marcar la diferencia en estos programas, pero que se escapan a las estadísticas. Por ejemplo, la implicación de los profesores y su preparación para atender unas clases que en muchas ocasiones tienen más que ver con intentar que los alumnos recuperen la autoestima, que adquieran unos compromisos y unos hábitos básicos de trabajo y recuperen la confianza en las bondades de tener unos estudios, que con los contenidos concretos de las materias o incluso los rudimentos básicos para ejercer tal o cual oficio.

Primer objetivo: “Que sean responsables”

“Hay casos y casos, claro, pero estamos hablando de chavales que muchas veces son incapaces de ser puntuales, tienen algunos problemas de gestión de la ira, no consiguen mantener un compromiso a medio, largo plazo… Nuestro primer objetivo en FP Básica es que adquieran ese compromiso, que sean responsables”, explica Colino, profesor del ámbito profesional del área de Electrónica en el instituto público Leonardo Da Vinci de Madrid. Y añade: "Los profesores técnicos de FP tendríamos que tener un refuerzo para enseñar en estos ciclos. Venimos de una bolsa de trabajo en la que nos puede tocar grado Básico, pero también FP de grado medio o superior y no tiene nada que ver. Tenemos conocimientos avanzados en la materia, pero carencias en el lado de las competencias pedagógicas y psicológicas".

Luis García Domínguez va más allá, y reclama esa especialización también para los docentes que imparten las materias comunes. "Es necesario tener profesores con capacidad de acercamiento a la persona, que trabaje codo con codo, que desarrollen su pedagogía de manera activa, trabajando por retos o proyectos. No es idóneo cualquier profesor, sino aquel que comprenda la situación", insiste. Precisamente por eso, añade, esos docentes deberían ver reconocido su esfuerzo tanto en carga lectiva, con menos horas de clase, como económicamente. “Necesitamos profesores excelentes, pues son los estudiantes con más necesidades”, remata.

La gran criba, según la experiencia de Colino, se produce en el primero de los dos cursos que conforman los ciclos de FP de grado básico. Una percepción que coincide con las investigaciones de Salvá Mut —que dicen un 21,6% de los alumnos mallorquines había pensado abandonar a los 2 o 3 meses de iniciar el curso; que 31,9%, de hecho, lo dejó entre 1º y 2º, y otro 22,7% hizo lo mismo más tarde— y da una de idea de adónde podrían los esfuerzos de mejora. También coinciden impresiones a pie de aula e investigación en otro punto: “Los alumnos que están estudiando una especialidad que no es la que preferían, sino en la que pudieron entrar, tienen muchas más posibilidades de abandonar”, señala la catedrática. Y Colino añade: “Hay chavales que igual preferían peluquería, pero acaban viniendo a electrónica porque les pillaba más cerca de casa o porque su familia insistió en que tiene más salidas laborales... Esos chicos al final se matriculan, pero sin interés”.

Oferta de oferta

La falta de oferta de cursos de FP básica, en unas edades en las que los desplazamientos largos pueden generar rechazo o, directamente, reducir las posibilidades de elección, ha sido señalada también en distintas investigaciones entre los problemas de estas enseñanzas. De los 4.643 centros públicos que imparten secundaria, un poco más de la mitad, 2.341, ofrecían en el curso 2020-2021 estos ciclos, según los datos de Educación. Y solo lo hacen un 20% de los concertados.

Colino recuerda que muchos de los chavales que abandonan la FP de grado básico acaban, tarde o temprano, matriculados en los centros de educación de adultos; algunos, de hecho, pasan directamente. Algunos de ellos conseguirán finalmente obtener el título de ESO y una parte probablemente seguirá avanzando en sus estudios, pero muchos otros no. El 22% de los jóvenes españoles de 25 a 34 años tiene solo el título obligatorio y otro 5,5% se quedaron por el camino antes de conseguirlo.

IV

De estar condenado al fracaso escolar a estudiante universitario: “Éramos lo peor del 'insti', pero tuve la suerte de encontrar algo que me gustó”, en El País, J. A. Aunión, Santibáñez el Bajo -22 ago 2022:

El cacereño Saúl Barroso cuenta su trayecto desde el programa de enseñanza profesional alternativa a la ESO a la carrera de Magisterio

A Saúl Barroso, un joven cacereño de 24 años, le llegó “la edad del pavo un poco fuerte”. Cuenta que un día, en el instituto, él y otro compañero descolgaron la pizarra de la clase y la tiraron por la ventana. Entonces, entre sanciones y suspensos, con 13 y 14 años, ni se le pasaba por la cabeza la posibilidad de estudiar una carrera. Pero ahí está, una década después, terminando Magisterio. Ha llegado a ese punto por el camino largo, el que lleva de los cursos alternativos a la ESO, pensados ​​para los chavales en serio riesgo de fracaso escolar, a la FP de grado medio, de allí a la FP de grado superior y, finalmente, a la universidad. El caso de Saúl es poco común, pero da la razón a quienes llevan años defendiendo que los caminos educativos alternativos, para aquellos que no encajan en el esquema general , no deben cerrar ninguna puerta, sino que, muy al contrario, han de facilitar que el que quiera pueda seguir avanzando en sus estudios.

Barroso se matriculó en un PCPI (programa de cualificación profesional inicial, así se llamaban estos cursos, hoy es la FP de grado básico) de jardinería, después de repetir el segundo curso de la secundaria obligatoria, la ESO. Fue por decisión de su padre, profesor y educador social del mismo instituto en el que estudiaba, el Gabriel y Galán, en el municipio cacereño de Montehermoso.

Allí dio clases Rubén Gonzalo en estos programas alternativos (hoy lo sigue haciendo) que ofrecen los rudimentos básicos de un oficio a la vez que se avanza en las materias instrumentales de lengua, matemáticas y ciencias. “Cuando llegan, les preguntan qué saben hacer, en qué son buenos, y la mayoría responde: 'En nada”, explica Gonzalo. “Así que, lo primero que hay que conseguir es que recuperen la autoestima y, después, la emoción y las ganas de aprender”, añade.

Entre los últimos coletazos de esa violenta edad del pavo, los padres de Saúl tuvieron que pelear mucho aún para que terminara los dos cursos del programa. "Éramos lo peor del insti los que estábamos allí, la gente problemática. La verdad es que a mí me resultó fácil aprobar", cuenta Barroso.

Todo, tanto lo académico como lo profesional, está adaptado en estas enseñanzas a un alumno que llega con importantes carencias de aprendizajes previos y graves problemas de actitud. Y por ahí vienen algunas de las críticas que se vierten contra ellas desde su creación hace más de tres lustros : que, casi regalados, estos títulos se pueden convertir en puertas falsas para acceder a cada nuevo escalón educativo, devaluando el sistema en general. Por el lado contrario, el otro gran reproche es el de quienes creen que se trata de vías de segregación para quitarse de encima a los alumnos más difíciles.

Las cifras, en todo caso, apuntan más hacia posibles problemas de segregación, de los que advierte el profesor de la Universidad del País Vasco Pello Aramendi (el 16% de los alumnos de FP básica son extranjeros, mientras que son el 9,8% en la ESO), que al coladero que temen algunos. De media, se deriva a la FP básica en torno al 8% de los alumnos, según las últimas cifras del Ministerio de Educación. De ellos, lo terminan poco más de la mitad.

Jesús Alemán Falcón y María A. Calcines Piñero, especialistas del grupo de investigación de Educación Inclusiva de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria , defienden lo que consideran una buena herramienta que, con las adaptaciones y mejoras que se han ido introduciendo, “refuerza la equidad del sistema educativo e incrementa su capacidad inclusiva”.

El último cambio normativo establece que los que lo aprueban consiguen automáticamente el título de la ESO; hasta hace dos años, pude obtener ese diploma, pero solo si los profesores consideraban que el chaval había alcanzado un nivel equivalente al de la secundaria obligatoria; si no, el título de FP básica daba acceso al grado medio, pero no al bachillerato. Sin cifras oficiales sobre unos y otros, lo cierto es que el 61,8% de los titulados en un grado básico hace cuatro cursos se matricularon inmediatamente en el siguiente escalón de la FP (algo más de 11.000 personas) y un 1,2% en bachillerato (unas 230 en toda España).

Cuando Saúl Barroso empezó a estudiar un grado medio en Plasencia (se desplazaba cada día desde su pueblo, Santibáñez el Bajo, a 27 kilómetros), él era el único que llegaba desde un ciclo básico (el resto se había sacado la ESO por la vía ordinaria). Empezó, de nuevo, empujado sobre todo por la presión paterna. Pero en un ámbito que ya había elegido él mismo y que le apasiona desde pequeño (era un ciclo de Técnico en Actividades Físicodeportivas en el Medio Natural), pronto empezó a sentir un impulso propio, una motivación nueva. "Tuve la suerte de encontrar algo que me gustó. La verdad es que me encantó —yo siempre he sido muy deportista— y me lo saqué a la primera. Y era duro, ¿eh?, nos exigían... Pasamos 10 o 12 de toda la clase", cuenta el joven.

En este punto ya se había animado del todo, así que la decisión de saltar después a un curso de Técnico Superior en Actividades Físicodeportivas fue ya plenamente suya. Como lo fue la idea que se le metió un poco más tarde en la cabeza: llegar a la universidad.

"Solicité plaza para Ciencias del Deporte en toda España, pero no me cogieron. Eché también para Fisioterapia, pero tampoco me daba la nota. Y en la tercera opción, Magisterio, es la única que me cogieron, así que me fui a Burgos, a pasar frío", bromea. Igual que el título de FP de grado medio da acceso directo al grado superior, este lo da a la universidad, pero compitiendo, con la nota media obtenida en el ciclo, por las mismas plazas en cada carrera contra los que llegan del bachillerato y la Selectividad.

Pueden presentarse a la EBAU, a los solicitudes voluntarios, para subir nota, pero Saúl lo descartó: “Ni me lo planteé. [Llevaba] desde segundo de la ESO sin dar muchas cosas…, no tenía base”. Confiesa que, después de cuatro años estudiando Magisterio en la especialidad de Educación Especial, ya falta de un puñado de asignaturas para terminar el próximo curso, lo que más le ha costado son las matemáticas y el inglés.

El profesor Rubén Gonzalo suele contar una historia personal a sus alumnos para animarles a saltar sin miedo de la FP a la universidad, como hizo él mismo: "El primer año lo van a pasar fatal, pero si aguantan, el segundo año van a ser de los mejores, en cuanto lleguen las asignaturas aplicadas. Eso me pasó a mí en Ingeniería [Técnica Agrícola]: del montón de abajo, pasé a sacar matrículas de honor, porque yo estaba harto de estar con los mecánicos". desmontando motores y mis compañeros no sabían ni lo que era un pistón”.

En el ámbito educativo, en el que las expectativas de los estudiantes y de sus familias influyen tanto, la falta de referentes puede convertirse en un problema grave, y más en un contexto que suma despoblación, aislamiento y falta de oportunidades. Saúl, sentado en la terraza de un bar de Santibáñez (un pueblo de 748 habitantes), repasa lo que han ido estudiando sus amigos y la mayoría se decantó en su día por la formación profesional; casi nadie se planteaba los estudios universitarios y, los que al final lo han hecho, han llegado, como él, a través de la FP. “Aquí hay poco trabajo y lo que hay es sobre todo en el campo”, explica el joven

Según las últimas cifras disponibles, el 65,3% de los alumnos que terminan la FP básica se matriculan en los tres años siguientes en un grado medio. El 47,3% de los graduados en estos últimos pasan al grado superior y un 26% da el último salto hasta la universidad . Sin estadísticas al respecto, es fácil suponer que serán muy pocos los que hayan hecho el camino completo, como Saúl.

En todo caso, aunque insiste en recordarles a sus alumnos que, si quieren abierto, tienen ese recorrido, Gonzalo reivindica la FP como fin en sí mismo, su atractivo propio por unas salidas laborales que, incluso, han hecho que cada vez haya más titulados universitarios estudiando grados superiores . "Yo quería dejar de estudiar porque me aburría. Y sacaba buenas notas. Al final me metí a la FP y me alegre cada día porque me cambió la vida", dice el profesor del instituto público de Montehermoso, un pueblo de 5.600 habitantes a 21 kilómetros de Santibáñez el Bajo.

Si es necesario que el profesorado de FP básica “conozca bien a sus estudiantes y muestre cercanía hacia los mismos”, como recalcan los especialistas canarios Alemán y Calcines, a Gonzalo no hace falta que se lo digan. Sabe perfectamente que sus alumnos “aprenden haciendo” y que en general solo hay que esperar un poco para que sientan la cabeza y quieran ya formarse para poder trabajar: “En cuanto se echan novia y se quieren sacar el carné del coche”.

Cada año, Gonzalo usa una herramienta que se llama “mapeo del territorio aula”. "Empiezo a preguntarles: ¿qué música te gusta? ¿Qué aficiones tienes? ¿Qué haces cuando sales de aquí? ¿Con quién vives, con tus padres, tus abuelos? Saco información muy buena. Por ejemplo, a mí no me gusta la pesca, pero al que le guste le pregunto que cómo están los lucios...", explica.

A Saúl Barroso le ha gustado siempre el boxeo y las artes marciales. Y cuando se le pregunta por su idea de convertirse en maestro, inmediatamente le viene a la cabeza un profesor de Educación Física que, en el instituto, le solía hablar del tema, le preguntaba, le daba folletos y artículos… “Se llamaba Javi y me motivó muchísimo, muchísimo. Siempre se paraba a hablar un ratito conmigo”. También se acuerda de Ángel Luis, el profesor de Anatomía del grado medio que estudió en Plasencia ―”tenía 50 años y era un armario. Controlaba muchísimo. Realmente captaba tu atención en las clases”―, de Mamen ―“una persona magnífica”―. Se queda pensando, y remata: “He tenido muchos buenos profesores, la verdad”.

V

Al campus desde la FP: el 13,2% de los estudiantes recién llegados a la universidad son titulados en ciclos superiores, en El País, por J. A. Aunión, Madrid -27 de junio de 2022:

Más de un tercio de los alumnos que terminan una formación profesional de grado superior en las ramas de actividades deportivas y servicios socioculturales se matriculan al año siguiente en un grado.

Los caminos que llevan hasta la universidad no son infinitos, pero sí variados. Aparte del recorrido clásico que pasa por el Bachillerato y la Selectividad , y de las más alternativas de las pruebas específicas de acceso para mayores de 25 y 40 años, el título de Formación Profesional de grado superior es desde hace años una importante vía de entrada. Este curso que está a punto de terminar, el 13,2% de los alumnos recién llegados a los campus procedían de la FP, la proporción más alta desde 2012-2013 (entonces fueron el 11,4%), el primer año disponible en la estadística facilitada por el Ministerio de Universidades.

De hecho, las también estadísticas apuntan a que una parte nada desdeñable de los estudiantes se plantean los estudios de FP superior, principalmente, como un peldaño en su camino hacia el campus: uno de cada cinco titulados se matricula en algún grado universitario al año siguiente de sacarse el ciclo de grado superior. Y la cifra supera ampliamente el tercio de los titulados en algunas ramas profesionales: en la de Actividades físicas y deportivas ha oscilado entre 2016 y 2020 del 34,4% al 39,9%; y en la de Servicios Socioculturales ya la Comunidad (donde se enmarcan ciclos como Técnico en Educación infantil o en Integración Social), del 37,6% al 38%, según los datos del Ministerio de Educación sobre el seguimiento de los graduados en Formación Profesional .

La FP superior ha superado ya hace años el estigma de enseñanza de segunda que tradicionalmente ha pesado sobre estos estudios. Lo ha conseguido en gran parte gracias a las perspectivas profesionales que abre ( el 22,7% de las ofertas publicadas en 2020 estaban dirigidas a estos titulados, según un informe de Adecco ) y las posibilidades que dan para seguir formándose, ya que sus ciclos, una vez aprobados, dan acceso directo a la universidad. Hasta 2010, en cada carrera se establecía un cupo reservado a los alumnos procedentes de la FP superior, pero desde entonces compiten con su nota media por las mismas plazas que los bachilleres recién titulados que llegan por la vía de la Selectividad. Los procedentes de formación profesional también pueden presentarse a los solicitudes voluntarios de la Evau para subir nota (ejercicios siempre sobre asignaturas de Bachillerato); el año pasado lo hicieron 21.597, un 70% más que en 2015 (12.774).

En todo caso, esa cifra no es la de todos los que llegan cada año a la universidad desde FP, pues quienes aspiran a una carrera con una nota de corte baja oa un campus privado (donde el aprobado es suficiente para entrar en la inmensa mayoría de los casos), se pueden ahorrar perfectamente la Selectividad. De hecho, en este curso que está a punto de terminar, entraron desde FP 45.839 estudiantes que supusieron ese 13,2% de todos los recién llegados. Cuando se eliminó el cupo reservado para la vía de acceso de FP, entre 2010 y 2011, el porcentaje saltó de un año para otro del 9,8% al 14,5% . Sin embargo, la cifra se estabilizó entre el 11% y el 12% hasta el año pasado, 2020-2021, el primero que arrancaba en mitad de la pandemia, que subió al 12,5%, para volver a crecer al año siguiente hasta el 13,2%. El responsable de FP de la Federación de Enseñanza de CC OO, Rodrigo Plaza, señala que detrás de esas cifras está con toda seguridad el aumento del número de aprobados (las Administraciones acordaron levantar la mano a la hora de evaluar para compensar las dificultades ocasionadas por las medidas de confinamiento) y el empeoramiento de las cifras del paro por la crisis sanitaria ; Si no hay empleo, parece mejor idea seguir estudiando que quedarse en casa.

Educación física, Magisterio y carreras sanitarias.

El detalle de la estadística oficial solo permite saber, por áreas de conocimiento y para las universidades públicas presenciales, a qué tipo de carreras se dirigen los titulados en FP. En todo caso, los datos cuadran con el ámbito de procedencia de los graduados, pues más de la mitad están en carreras de Ciencias Sociales y Jurídicas, donde se encuadran las titulaciones más relacionadas con los ciclos de Servicios Socioculturales ya la Comunidad y Actividades Físicas y Deportivas. De hecho, si bajamos más al detalle de la mano de un estudio en la Complutense sobre los alumnos de que empezaron la carrera en 2017, se puede ver que las cifras más altas de estudiantes nuevos que no venían del Bachillerato estaban en las facultades de Trabajo Social (39,7% del total) y Educación (25,3%). La Complutense no ofrece la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, conocida tradicionalmente como INEF.

Pero el proceso que conduce a este grado es algo que tienen perfectamente identificado desde hace tiempo en los centros de FP. Luis García Domínguez, director del Instituto Público Puerta Bonita de Madrid, presidente de la asociación FP-Empresa y miembro del Comité Español de la Asociación Europea de Centros de FP, lo explica así: “Son chicos que han venido de Bachillerato con una nota baja, o que llegan desde una FP de grado medio [a la que se accede después de la enseñanza obligatoria], a los que va a ser muy difícil entrar directamente en el grado de INEF y, de alguna manera, por este camino evitan la Evau”. Y añade: "También hay quien hace este tipo de ciclos deportivos que no quiere ejercer en este ámbito, sino acceder a una oposición de policía o de bombero. Pero al terminar, en un momento dado, se sienten con fuerzas y deciden seguir porque consideran que una carrera universitaria les va a abrir más puertas".

Tanto este ámbito como el de Servicios Socioculturales —“También es común estudiar el ciclo de educación Infantil para seguir después con Magisterio”, dice García Domínguez— comparten igualmente que su grado de inserción laboral no es tan alto como en otras ramas, añade. Otros ciclos en los que muchos alumnos empiezan con un ojo ya puesto en la universidad, termina, son los del ámbito sanitario. Con cifras más moderadas, las estadísticas también respaldan esta percepción: entre 23,7% y el 26,9% de los titulados entre 2016 y 2020 se matricularon al curso siguiente en la universidad. Y las cifras oficiales del ministerio señalan que el 17,8% de los recién llegados este curso a las carreras de Ciencias de la Salud de las universidades públicas presenciales procedían de FP.

En las privadas, de las que no hay cifras desagregadas, las proporciones podrían ser incluso mayores en algunos ámbitos, teniendo en cuenta que la nota media de acceso no suele ser un problema y que muchos de estos campus son menos reticentes que los públicos a convalidar, como contempla la ley, una parte de lo aprendido ya durante los estudios de FP. “Mientras en las universidades públicas el promedio se sitúa entre 15 y 26 créditos reconocidos (con un máximo de 54 créditos en una titulación), las universidades privadas se mueven entre 36 y 39 créditos, llegando en una de ellas a los 90 créditos”, dice un trabajo coordinado en 2020 por el profesor emérito de la Politécnica de Madrid Francisco Michavila bajo el título La relación entre la Formación Profesional y la Universidad .

De hecho, cada vez más campus privados que ofrecen títulos de FP de grado superior a través de fundaciones señalan de antemano vías consecutivas de ciclos de FP y carreras con las correspondientes convalidaciones, apunta Rodrigo Plaza. Entre las recomendaciones del trabajo de Michavila, está la de “establecer criterios objetivos para que las universidades y centros de FP de grado superior determinen las materias y el alcance de los reconocimientos” y, en general, buscar fórmulas claras de convalidaciones tanto para los titulados de ciclos formativos que cursan una carrera como para los titulados universitarios que estudian FP superior, que también los hay .