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sábado, 4 de octubre de 2025

Elena Mujina, la gimnasta más destrozada de la historia

 Yelena, Elena (o Lena) Múkhina (o Mújina). El destino más trágico en la historia de la gimnasia

Elena Vyacheslavovna Mukhina se hizo famosa de la noche a la mañana, en 1978, al ganar el Campeonato Mundial de Concurso Completo. Dos años después, sufrió una grave lesión que la dejó postrada en cama durante 26 años.

Mukhina nació el 1 de junio de 1960 en Moscú. Elena perdió a su madre a los cuatro años, quemada cuando se incendió su casa, y a su padre, a los cinco años, porque la abandonó para casarse por segunda  vez y terminó en la cárcel como responsable del incendio. Fue criada por su abuela Anna Ivanovna, una mujer muy exigente y poco afectiva. Desde pequeña, a diferencia de sus compañeros que soñaban con ser patinadores artísticos, Elena quería ser gimnasta. Y así lo consiguió: "Un día, una mujer desconocida apareció en clase. Se presentó como Antonina Pavlovna Olezhko, Maestra de Deportes. Y dijo: "Si alguien quiere unirse a la sección de gimnasia, que levante la mano". Casi grité de alegría", recordó. La excepcional motivación, talento, trabajo y tenacidad de Mukhina la consolidaron de inmediato. Sus éxitos no pasaron desapercibidos, y el Dinamo de Moscú contrató para entrenarla al renombrado Alexándr Yuriévich Eglit. Pero Eglit trabajaba en el CSKA de Moscú y no quería abandonar a sus alumnos, aunque la admitió con 14 años en el club CSKA para estudiar maestría en deportes, y en 1974 invitó a su colega Mijail o Mikhail Klimenko para que añadiera a su pupila a su propio grupo. Klimenko, quien anteriormente solo había entrenado a hombres, vio a Lena Mujina en acción y aceptó. Desde entonces toda la corta carrera de Elena Mukhina estuvo ligada a este entrenador, que reaparecerá a menudo en sus pesadillas.


La gimnasia femenina entonces había pasado a ser acrobática con las riesgosas innovaciones de Olga Kórbut. En dos años Lena logró un avance increíble, y para el verano de 1976 tuvo la oportunidad de asistir a los Juegos Olímpicos de Montreal. Su programa, de combinaciones únicas, se denominó "cósmico". Pero las autoridades temían llevarla a Canadá por la irregularidad de sus actuaciones.

Mukhina sufrió su primera lesión grave a los 15 años. En 1975, durante la Espartaquiada celebrada en Leningrado, Lena Mujina aterrizó torpemente de cabeza en un foso de espuma. Las radiografías revelaron que la caída le había desgarrado las apófisis espinosas de sus vértebras cervicales. Y aunque Lena fue hospitalizada, todos los días, tras las visitas médicas, Klimenko venía a recogerla y la llevaba al gimnasio, donde le quitaba el collarín ortopédico, tan necesario para su recuperación, y Mukhina entrenaba hasta la noche. Unos días después, notó un entumecimiento en las piernas durante el entrenamiento y una extraña sensación de debilidad que se acentuaba. 

El momento de gloria de Mukhina llegó al año siguiente. En el Campeonato de la URSS quedó segunda en el concurso completo, y compitió en el Campeonato Europeo de Atletismo Senior en Praga, donde perdió por un estrecho margen ante la reconocida gimnasta rumana Nadia Comaneci en la prueba individual y ganó tres medallas de oro en aparatos individuales, cautivando a jueces y aficionados con su excepcional técnica. Además Lena realizó ahí por primera vez el complejo elemento en las barras asimétricas que posteriormente llevó su nombre: el bucle Mukhina.

En 1977, mientras entrenaba en casa, antes del Campeonato Mundial, Mukhina se golpeó el costado con la barra inferior de las asimétricas y se le astillaron las costillas. "Sentí como si me las hubiera fracturado", dijo Lena más tarde. "Pero después, tras permanecer sentada en el tatami diez minutos, semi inconsciente, seguí entrenando en suelo y viga. Cuando las cosas se pusieron realmente mal, fui a ver a mi entrenador, pero él solo murmuró entre dientes: 'Siempre estás buscando una excusa para no hacer nada'".

En 1978, dos semanas antes de los Juegos Juveniles de la Unión Soviética, Mukhina se dislocó completamente el pulgar en las barras paralelas y se lo recolocó ella misma apretando los dientes y cerrando los ojos. Sin embargo no acabaron ahí las lesiones: en el calentamiento previo de la competición citada calculó mal su carrera (la limpieza había borrado las marcas de tiza del suelo del gimnasio), se cayó tras un salto y se golpeó la cabeza. El coreógrafo, para evitar llamar la atención de los entrenadores, le trajo sales aromáticas a escondidas y Mukhina, al bajar de cada aparato, ocultaba el algodón con las palmas de las manos.

La carrera de Mukhina culminó en 1978. Ganó el título de gimnasta más fuerte del país y posteriormente el Campeonato Mundial de Francia. Primero ganó el título por equipos y un día después se proclamó campeona general, derrotando, entre otras, a la campeona general de los Juegos Olímpicos de 1976, Nadia Comăneci. Se clasificó para la final en tres de los cuatro aparatos, y obtuvo otro conjunto completo de medallas ganando la plata en barras asimétricas y en la viga de equilibrio, y compartiendo el oro en suelo con la bicampeona olímpica Nellie Kim, de Montreal. Elena Mukhina se convirtió en la cuarta gimnasta soviética, tras Galina Shamrai, Larisa Latynina y Lyudmila Turishcheva, en proclamarse campeona mundial general.

Pero su tensión desmesurada no podía pasar desapercibida. Cuando Mukhina se cruzaba con otra gimnasta periódicamente en el gimnasio parecía desganada y lloraba a menudo. Una vez dijo que ni siquiera podía cruzar toda la avenida frente al Complejo Deportivo CSKA antes de que cambiara el semáforo; simplemente no tenía fuerzas. Mientras tanto, su programa libre en prácticamente todos los aparatos seguía siendo el más difícil del mundo.


En el otoño de 1979, Mukhina se rompió una pierna durante una exhibición en Inglaterra. Llevó una escayola seis semanas, pero, al quitársela, se descubrió que los huesos rotos se habían separado. Los reposicionaron y le volvieron a colocar la escayola, pero al día siguiente su entrenador insistió en que volviera al gimnasio a practicar con aparatos y aterrizara en los ejercicios con una sola pierna. Dos meses después de que le quitaran la escayola, ya estaba realizando todas sus rutinas.

Klimenko siempre estaba increíblemente nervioso antes de las competiciones: me acosaba”, recordó Mukhina. “Probablemente porque entendía perfectamente que su propio bienestar y su carrera dependían directamente de si yo entraba o no en la selección nacional. Yo, en cambio, era… Soy extremadamente responsable con mi entrenamiento. Hubo momentos en que, para bajar de peso, corría por la noche y luego iba al gimnasio por la mañana. Y, sin embargo, me decían constantemente que era una imbécil y que debería alegrarme de que alguien se fijara en mí y me diera una oportunidad."

Lena llegó a su último campamento de entrenamiento en Minsk a principios de julio de 1980, pero con dolor en tobillos y rodillas por sobrecarga y bursitis en la mano. El equipo de gimnasia de la URSS se preparaba para los Juegos Olímpicos y su entrenador Klimenko había viajado a Moscú un par de días (pues se rumoreaba que Mukhina podría no ser incluida en el equipo principal, y Klimenko había ido a defender a su alumna en la cima). Lena estaba trabajando de forma independiente y, durante un entrenamiento, decidió probar una combinación nueva en suelo, un salto Thomas. La idea era que, tras una voltereta y un salto muy difícil (voltereta y media, con giro de 540 grados) el aterrizaje no fuera de pie, como era usual, sino de cabeza, en voltereta. Pero el impulso de la gimnasta falló al no alcanzar la altura suficiente, y, ante las miradas del entrenador principal del equipo femenino Aman Shaniyazov, la entrenadora estatal Lidiya Ivanova y el entrenador de acrobacia (nadie más había en el gimnasio), se estrelló contra el suelo de mentón y se fracturó el cuello. Simplemente, según uno de los entrenadores, no se impulsó con la pierna lesionada durante la carrera. Pero siguió con el entrenamiento tres días, e ingresó al fin con una vértebra cervical dañada en el hospital 19 de Moscú.

Durante los primeros ocho años se sometió a varias cirugías. La primera, de columna, se realizó tan solo un día después de la lesión en Minsk; duró varias horas, pero el resultado (debido en gran medida a la demora) fue decepcionante: como su cerebro había permanecido en compresión severa mucho tiempo, Mujina quedó tetrapléjica, completamente paralizada de cuello para abajo.

En el verano de 1985, Elena fue derivada al artista circense y especialista en rehabilitación de discapacidades músculo-esqueléticas Valentin Dikul. Pero fue hospitalizada de nuevo un par de meses después por fallo de ambos riñones. Una operación posterior le desarrolló una fístula en el costado que persistió un año y medio. En cada ocasión, los médicos luchaban por sacar a Mukhina del largo coma postoperatorio; su cuerpo se negaba a luchar por la vida.

"Tras tantas cirugías, decidí que, si quería vivir, tenía que escapar de los hospitales", contó Lena. "Y me di cuenta entonces de que necesitaba cambiar radicalmente mi enfoque de la vida. Que debía dejar de envidiar a los demás y aprender a disfrutar de lo que tenía a mi alcance. De lo contrario, podría volverme loca. Me di cuenta de que los mandamientos 'no pienses mal', 'no actúes mal' y 'no tengas celos' no son solo palabras. Que existe una conexión directa entre ellos y cómo se siente una persona. Empecé a sentir estas conexiones. Y reparé en que, comparada con la capacidad de pensar, la incapacidad de moverme es algo insignificante..."

"Claro, al principio me compadecí muchísimo. Sobre todo cuando volví a casa por primera vez después de la lesión, donde había caminado y donde todo aún requería que alguien estuviera de pie. Además, casi todos los que venían a visitarme me preguntaban: "¿Piensas demandarme?".

Le dieron un pequeño departamento donde la niña fue atendida en toda su vida posterior y se hizo una mujer. Durante todo este tiempo nunca se rindió. Pero incluso algunos años después de la caída terrible solo podía sentarse en una silla, sostener una cuchara y escribir un poco. Los profesores acudían a ella, le daban conferencias y le ponían exámenes. Así logró graduarse en el Instituto de Educación Física de Moscú.

Cuando ocurre una lesión siempre surge la pregunta de quién tiene la culpa. Cuando le preguntaron a Lena qué pensaba sobre eso, respondió evasivamente: "Le enseñé a Klimenko que puedo entrenar y competir con cualquier lesión...". "Todo me había conducido a ello. No estaba preparada física ni emocionalmente. Mi lesión era de esperar; fue un accidente que se podía haber anticipado. Era inevitable. Me habían dicho más de una vez que me rompería el cuello haciendo ese elemento. Me había lastimado gravemente varias veces, pero él solo respondió que la gente como yo no se rompe el cuello".

Según una entrevista de Larisa Latynina a Mijail Klimenko, este quedó devastado por su lesión. Ya no esperaba que fuera incluida en la lista del equipo olímpico soviético y, aunque no cabía duda de que el equipo femenino soviético de gimnasia ganaría el oro en los Juegos Olímpicos de Verano, como ya había sucedido en juegos anteriores y era lo habitual, Klimenko quería que Mukhina entrenara para que él se convirtiera en "entrenador de una campeona olímpica". Y, tras estos acontecimientos, Klimenko no fue a visitarla, siguió un tiempo trabajando en el Club Deportivo Central del Ejército y después emigró a Italia. Dicen que estaba conmocionado y aterrado por lo sucedido. Elena sufrió al pensar que la había olvidado. Un amigo común intentó congraciarlos, pero él nunca se atrevió a quedar con ella en persona. Nunca más volvieron a verse.

No sabían o no querían saber entonces el precio que Elena estaba pagando por estos entrenamientos. Ni que cada vez que salía del hotel para entrenar nunca apartaba la vista de los coches que pasaban, calculando automáticamente el tiempo que tardarían en frenar si se lanzaba bajo sus ruedas. Y se fijaba en la repisa de la ventana de su habitación para calcular cómo saltaría para asegurarse. Cuando lo contó a una compañera en una conversación, esta le preguntó horrorizada por qué no había dejado antes la gimnasia.

"No sé", respondió. "Soñé que me caía varias veces. Me vi siendo sacada del pasillo y sabía que tarde o temprano sucedería. Me sentía como un animal azotado a lo largo de un pasillo interminable. Pero seguía volviendo al pasillo. Debió de ser el destino. No se puede disputar con el destino."

¿Se sintió ofendida? No en apariencia. Cuando la amiga se enteró de su muerte, recordó que una vez la llevaron a su casa y recordó sus palabras. «No hace falta que me ayuden», objetaba Lena con calma a su intento de ajustar las almohadas o acercar algo. «No debería acostumbrarme demasiado a la ayuda de los demás».

Mukhina no buscó nunca a los periodistas. Incluso un breve periodo de exposición pública, cuando el presidente del COI Juan Antonio Samaranch le entregó la Orden Olímpica, máximo galardón del movimiento olímpico (1983), fue bastante doloroso para ella en sentido físico y psíquico. Pese a sus terribles condiciones, Mukhina logró mantener la capacidad de hablar con notable calma sobre cualquier tema y llamar a las cosas por su nombre. Por tanto, todo ese descarado espectáculo de la ceremonia del premio, con visitas de periodistas y fotógrafos a su pequeño apartamento, no le gustó y, de hecho, la ofendió. Consideraba a los medios de comunicación hipócritas y ostentosos y siempre que pudo los rehuyó.

Era insoportablemente difícil describir su condición con palabras. Elena no podía estar de pie ni sentada ni sostener una cuchara; ni siquiera marcar un número de teléfono. Para poder leer algo, recurría a un truco comprobado y eficaz: pedía a alguien que fijara un papel con texto en la pared, a la altura de sus ojos. Al hablar por teléfono apoyaba la oreja en el auricular y podía hablar así por un buen rato.

Aprendió a refugiarse en sí misma en un mundo irreal para las personas sanas, donde rastreaba las cadenas de los orígenes y de la herencia. Creía sinceramente que una persona podía tener varias vidas en diferentes líneas temporales. Afirmaba ver no solo el pasado, sino también el futuro de las personas con las que interactuaba. Hablaba de ello con placer. Esta pasión (pero, ¿se puede llamar pasión cuando esencialmente se convirtió en vida?) tuvo diversas consecuencias, incluso graves, para quienes la rodeaban. Fue Mukhina quien una vez disuadió a una de sus amigas cercanas de enviar a su hijo recién nacido con una cardiopatía grave al hospital. La convenció de que el bebé simplemente no sobreviviría. Como resultado, varios años después, el niño fue sometido a cirugía, pero la familia se desintegró: el padre del niño nunca pudo perdonar ni a Mukhina ni a su esposa la llegada tardía del niño al hospital. La visión centrada en sí misma de Elena pudo malograr una vida ajena.

Como me contó una amiga cercana, el ánimo de Mukhina se deprimió notablemente al enterarse de que su antiguo entrenador había regresado a Moscú desde Italia, donde había trabajado durante muchos años. Se negó rotundamente a reunirse con Klimenko, quien seguía siendo para ella el fantasma más aterrador de su vida pasada. Lena también quedó devastada por la muerte de su abuela en la primavera de 2005. Se negó a ingresarla en una residencia de ancianos, pese a que la anciana de 90 años requería cuidados constantes; aunque ya estaba perdiendo la cabeza y sentía que se moría, le gritaba constantemente a su nieta: "¡No te dejaré. Ven conmigo!".

Mukhina también sobrevivió a esta pesadilla. Cuando Anna Ivanovna falleció, solo pidió una cosa: que, llegado el momento, bajo ninguna circunstancia la enterraran junto a su abuela. Y que no se le realizara ninguna autopsia. Que la dejaran sola. Apenas hablaba con su padre. Él mismo, todavía no anciano, solo empezó a visitar la casa tras enterarse de que Mukhina, gracias al increíble esfuerzo de muchas personas por ella, había conseguido una pensión presidencial personal. Y siguió viniendo. Por dinero...

Quizá simplemente estaba cansada de vivir. De buscar constantemente una respuesta a por qué algo, que no fuera la vida humana, podía ser tan valioso en su país. Incluso en conversaciones con sus seres más cercanos, básicamente solo dos amigos, Mukhina nunca se permitió quejarse de su destino. Aunque, pensándolo bien, qué aterrador era que la única variedad en su vida fuera una ocasional excursión en silla de ruedas al pasillo o a la cocina, con el único propósito: ver qué sucedía allí, más allá de las paredes de la habitación donde había pasado 26 años.

Elena Mukhina murió el 22 de diciembre de 2006. Se celebró un servicio conmemorativo en su honor el 27 de diciembre. Y está enterrada en el cementerio Troekurovskoye de Moscú.

Elena nunca tuvo a nadie que la protegiera. Y eso la convirtió en una víctima propicia para el cruel sistema del estado. 

Referencias

Elena Vaitsekhovskaya, "Elena Mukhina: Una tragedia de 26 años ". Sport-Express, 26 de diciembre de 2006.

Andrey Uspensky, "Mukhina's Loop ", Novaya Gazeta, núm. 38, 29 de mayo de 2003.

sábado, 6 de septiembre de 2025

La mentira del deporte

 Sinner: "Djokovic es un ejemplo de resiliencia. Eso nadie puede negarlo. Pero también nos enseñó que el sistema puede usar tu imagen hasta destruirla si no encajas con lo que esperan de ti. Yo lo he visto. Todos lo hemos visto. Y no quiero que mi carrera dependa de eso. Yo quiero que dependa solo de mi tenis." [Djkovic cargó con la etiqueta de villano frente a Federer y Nadal]

 Pregunta: "¿Está diciendo que el tenis manipula la imagen de los jugadores según convenga?"

 Sinner: "Lo que digo es que el tenis es un espectáculo, y como todo espectáculo tiene guionistas. Pero yo no voy a leer un guion que no escribí"

domingo, 20 de septiembre de 2015

El incorrecto lenguaje de los comentaristas deportivos

Álex Grijelmo, "Comentaristas en fuera de juego", El País, 13-IX-2015:

Volvió el fútbol, y con él ese lenguaje tópico, a veces incorrecto. A veces faltón. A veces vulgar.

La Liga ha regresado, y con ella el estadio “absolutamente abarrotado”, como si existiera la opción de que estuviera a veces “abarrotado a medias”. Vuelve el Madrid a medirse al Barça, pese a que nadie ha prohibido que se mida con él, que es lo correcto. Cada partido “arranca” y sólo “arranca”, pues están castigados “empieza”, “comienza” o “se inicia”.

Los porteros no se situarán entre los palos sino “bajo palos” (y sin artículo), quizá porque “bajo palos” suena solemne como aquello de “bajo palio”. Se incursionará un delantero en “ese área” o “en el otro área”, y no en “esa área” o “la otra área”. Algún equipo marcará “en el tiempo de descuento” y no en el tiempo añadido, sin que el comentarista parezca percatarse de que un jugador puede marcar en los minutos que se suman pero no en los que se restan.

Además, el equipo que va el primero aumentará un día su ventaja y oiremos que es “más líder”; por tanto, que es “más el primero”, del mismo modo que el portero menos batido sería “más el portero”.

Y escucharemos de nuevo esas confusas concordancias verbales: “Si el Atlético ganase, se pondrá líder” (en vez de “se pondría”); o “si el Atlético gana, se pondría líder” (en vez de “se pondrá”). O sea, que no se oyen mucho las combinaciones certeras: “si ganase se pondría”, “si gana se pondrá”.

Cuando el resultado continúa inalterado en el marcador (que no “inalterable”, salvo que el partido haya terminado), dirá el narrador que “sigue valiendo el gol de Fulano”, como si se pudieran anular los goles unos minutos después de concedidos y por tanto fuese noticia que siguieran valiendo.

Curiosa costumbre del periodismo deportivo español con ese uso insistente del término “colegiado”
Un jugador cambia el balón desde la banda izquierda a la derecha, o viceversa, y alguien proclamará entonces que “ha invertido el juego”, lo que significaría atacar de repente contra la propia portería. Y nos contarán que un futbolista que se retira lesionado “cojea visiblemente”, lo cual induce a pensar que se puede cojear sin que se note.

Los árbitros serán siempre “colegiados”, aunque se trate de una competición internacional y procedan de países donde no estén organizados en un colegio. (Curiosa costumbre del periodismo deportivo español con ese uso insistente del término “colegiado”, a menudo como primera referencia. Los médicos también son colegiados, pero nadie dice “fui al colegiado y me prescribió una gastroscopia”).

En fin, volvió el fútbol; y con él, ese lenguaje tópico, a veces incorrecto, reiterativo, a veces absurdo. A veces faltón. A veces vulgar (“el Madrid ha palmao con el Rayo”, “se la ha comido el portero”). Pero también lógico, porque el fútbol es una suerte de probeta donde se reproduce la realidad entera. Y todo lo que ocurre en el fútbol sucede también en la vida. Incluido el descuido del idioma.

viernes, 24 de agosto de 2012

Hondos misterios: ¿quién ganó realmente los Tours 2001-2007?


Tomado de por ahí:

La decisión del ciclista Lance Armstrong de no defenderse ante la Agencia Antidopaje de EEUU, que le investigaba por el consumo de sustancias prohibidas y que ahora previsiblemente le quitará los siete Tour que ganó, abre un debate acerca de quiénes deberían ser declarados ganadores de esas competiciones.

Normalmente, cuando el ganador del Tour es suspendido por dopaje, el segundo clasificado es proclamado campeón. Así ocurrió cuando Andy Shleck fue declarado vencedor del la edición de 2010 tras la sanción a Contador o cuando el español Óscar Pereiro ganó el de 2006 tras el positivo por testosterona del primer clasificado, el estadounidense Floyd Landis.

En esta ocasión, casi todos los segundos clasificados de los Tours que ganó Armstrong (y en ocasiones el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto y hasta el séptimo) están salpicados también por escándalos de dopaje. Será la organización del Tour la que tendrá que decidir quién se queda en cada caso con el maillot amarillo.

Tour de 1999: El segundo clasificado fue el suizo Alex Zülle, implicado en el llamado Caso Festina y que fue detenido después de que se descubriese que su equipo tenía un sistema organizado y continuo de dopaje. Él mismo reconoció haberse dopado. El siguiente clasificado aquel año fue el español Fernando Escartín.

Tour de 2000: La edición de este año es el caso más significativo. Los siguientes clasificados fueron el alemán Jan Ullrich y el español Joseba Beloki, ambos implicados en la Operación Puerto contra el dopaje -Ullrich, de hecho, fue suspendido, algo que no ocurrió con Beloki-; el cuarto, Moreau, formaba parte del Caso Festina; el quinto, Roberto Heras, estuvo suspendido dos años por dopaje y desposeído de su victoria en la Vuelta de 2005; el sexto, Virenque, también estuvo implicado en el Caso Festina; el séptimo, Santiago Botero, figuraba en la lista de la Operación Puerto. Fernando Escartín, que terminó octavo, es el primer ciclista 'limpio'.

Tour 2001: Volvió a repetirse el podio con Ullrich y Beloki. El cuarto fue el kazajo Kivilev.

Tour 2002: Beloki fue segundo y Rumsas, que ha sido condenado por dopaje, tercero. El cuarto fue Santiago Botero y quinto, el español Igor González de Galdeano, también implicado en la Operación Puerto. El primer 'limpio' sería el sexto, el portugués José Azevedo.

Tour 2003: Ullrich volvió a ser segundo; tercero terminó Vinokourov, que posteriormente estuvo dos años suspendido por dopaje; el cuarto, Tyler Hamilton, estuvo implicado en la Operación Puerto. El quinto clasificado ese año fue el español Haimar Zubeldia.

Tour 2004: El segundo clasificado fue el alemán Andreas Klöden, que pasó por equipos salpicados por escándalos de dopaje (T-Mobile o Astana), pero nunca dio positivo a pesar de haber sido acusado.

Tour 2005: El segundo cajón del podio lo ocupó el italiano Ivan Basso, que fue suspendido por dos años por la Operación Puerto; el tercero fue Paco Mancebo, implicado en la misma operación; cuarto fue Vinokourov; quinto terminó Levi Leipheimer, que dio positivo en 1996. El sexto, Rasmussen, fue expulsado del Tour de 2007 por su propio equipo cuando iba primero tras mentir sobre sus lugares de entrenamiento y saltarse controles de dopaje. El séptimo fue Cadel Evans, que ganó la ronda de 2011.

jueves, 21 de abril de 2011

De copas con el Madrid

De Madrid al cielo / porque es notorio / que va al cielo quien sale / del Purgatorio. El Madrid gana una copa y luego la chafarra, qué torpes.  Ni siquiera una inglesa que ansía ver a la niñata Catalina vestida de blanco, esa que enseñaba el culo por la ventana de la resi de señoritas, podría soportar la curva de glucemia merengue; y precaución, que el amante de Cibeles, Atis, no Atletis, acabó sin cojones, que no descojonado, y capón del copón; le pueden robar las pelotas cuando se vuelvan a ver. Que tengan cuidado, los sincuitados. ¿Qué va a decir la Virgen de la Almudena cuando ese Cristiano Galahad, en nombre de los otros blancos e inmaculados caballeros, le traiga el Santo Grial menos chulo que un ocho tumbado? Gilipuertas.

domingo, 8 de agosto de 2010

Deporte alienante


RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO, "¡Y qué afán de ganar y ganar!", El País, 07/08/2010

La cultura en general y especializadamente la cultura de estadio ha sido siempre, de manera congénita, un instrumento de des-subjetivación política y de control social. Así ha sido en Roma desde el Panem et circenses; y sobre Grecia tenemos el testimonio, indirecto y tardío, de Luciano de Samosata -nació ya en la era cristiana, bajo el dominio del Imperio Romano-, que, en su diálogo Anacarsis o de la gimnasia, se remonta a los tiempos de Solón, al que nos pinta como hospitalario receptor y gentil acompañante de un escita, seguramente rico, Anacarsis, que baja hasta Atenas con el deseo de conocer la cultura y las instituciones de la Hélade. Hay que decir que por "gimnasia" no entiende Luciano solamente la habitual -no sé si cotidiana- de los particulares, sino también la de un estadio -con multitud de espectadores, ya se entiende-; pero en lo que dice de esto último puede haber influido, o por lo menos así lo parece, su conocimiento de los grandes estadios o los circos de la Roma imperial, pues, por añadidura, el texto menciona ya, con veinte siglos de anticipación, la mayoría de los tópicos y gratuidades racionalizadoras y moralizadoras que se reúnen en las actuales apologías del deporte, con la pintoresca coincidencia de que Solón -o más bien el Solón de Luciano de Samosata- las esgrima con la misma inclinación defensiva y encarecedora. Pero Anacarsis no se convence en absoluto por las razones de Solón, y sigue pareciéndole una total indignidad que amigos que no tienen ningún disgusto se peleen rebozados en grasa, en arena, en barro, haciéndose a veces mucho daño y luego sigan tan amigos. A mí esto me ha recordado siempre al Marqués de Bradomín, en la Sonata de estío, de Valle-Inclán, en el pasaje en que dice: "La raza sajona es la más despreciable de la tierra. Yo al ver los puñetazos pueriles y grotescos en la cubierta de la goleta, descubrí una nueva versión de la vergüenza: la vergüenza zoológica".

Que el deporte, actividad sin contenido alguno y sin más objetivo que el de la redundancia de la victoria como fin en sí mismo, haya podido transformarse en contenido principal, por no decir único, de esa mala pasión que es todo patriotismo arroja la más vidriosa sospecha sobre el patriotismo en general, incluido el solo aparentemente no lúdico; ambos, con singular indiferencia respecto de lo cruento o incruento, pertenecen al mismo pragma y tienen el mismo origen. El acreditado grupo de filólogos y antropólogos franceses sobre la cultura griega, formado en torno al gran maestro Gernet, remite dicho origen a los juegos funerarios; por ejemplo, los de las exequias de Patroclo, en la Ilíada, canto XXIII. Parece ser que a toda la subsiguiente y diversificada derivación funcional e institucional puede asignársele por clave la palabra "agón", que yo describiría como relación de competición y de controversia. Yo no he leído nada de Gernet, pero dispongo de la obra de otro miembro del grupo, Marcel Detienne, Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, que tiene precisamente a Gernet como el autor incomparablemente más citado, con hasta 45 referencias, de las cuales transcribo aquí la que me parece más idónea y autosuficiente: "En el estudio Droit et sociéte L. Gernet escribe: 'El derecho que empieza a aparecer en escena no lo hace como una técnica especial y profesional: emana, ya como tal, de la vida de los juegos; hay continuidad entre la costumbre agonística y la costumbre judicial". Lo cual apunta al hecho de que el agón se traslada de la competición deportiva a la controversia judicial, pero al fin se conserva en cuanto oposición entre dos partes: en el estadio hay una lucha de cuerpos, en el juzgado hay una de palabras. El extraordinario hallazgo de Gernet sobre el primitivo origen del derecho conforme al esquema de "partes" del agón tiene toda la importancia histórica de un modelo de derecho procesal que pervive todavía hoy: la fórmula dual de controversia entre "acusación" y "defensa" queda perpetuada en el nombre mismo fijado en el derecho: "juicio contradictorio".

No podría haber sido más que la siempre perspicaz e hiperactiva presidenta de la Comunidad de Madrid la que agarrase al vuelo la posibilidad de explotar publicitariamente la ya de por sí desaforadamente delirante explosión de victoria entre los españoles, decidiendo hacer con ella márquetin de Estado, mediante la exposición de la Copa de Oro en la Puerta del Sol, para que todos los madrileños pudiesen adorarla como si fuese el Santísimo Sacramento. Naturalmente, no podía ser más que la auténtica de oro y no una de yeso bañada en purpurina, porque esta sería tan fraudulenta a efectos de irradiar Gracia Santificante como una hostia de cartulina blanca recortada en forma de círculo, y nuestra siempre fidedigna lideresa podría tal vez dar gato por liebre en cualesquiera baratas laicidades o profanas batallitas de una vida política en estado de creciente pequeñez, pero nunca en un rito que ella misma, desde su incontestable Fe en España, desde su congénita y profunda españolez, ha querido instituir con carismática categoría sacramental. Por último, para representar al equipo triunfador, no se ha puesto una camiseta de color rojo, que es, por así decirlo, el color titular de la selección, sino que ha preferido endosar una camiseta verde y con el número 1, lo cual está, en sentido objetivo, enteramente puesto en razón, dado que eran el color y el número de Casillas, que no solo ha sido capitán del equipo, sino también uno de los grandes "héroes" de la Selección. Pero en esto tampoco puede excluirse la motivación de una arrière pensée de nuestra siempre rápida y avispada presidenta, sugerida por el azar de que Casillas sea nativo de la provincia de Madrid, en el sentido de aprovechar el dato para dejar un poco de lado a los catalanes, demasiado numerosos en la Selección y con sus propios "héroes", y sobre todo el otro capitán, aunque en África fuera de servicio, Puyol, con su gol de cabeza viniendo desde atrás, como el tebano Pelópidas en Leuctra contra los espartanos. La publicidad que buscaba nuestra siempre omnipresente hiperpresidenta quería ser central, no, en modo alguno, periférica, y solo la que, por feliz coincidencia, se le ofrecía con el castellano Casillas podía ser, para ella, verdadera publicidad de la ya descaradamente designada como "Marca España".

La explotación publicitaria que por obra del Estado y no menos por los medios de comunicación ha tenido esta famosa Victoria de España, rematada por el obsceno culto de la Puerta del Sol, en que los adoradores de la Copa de Oro recordaban a los de la procesión del Corpus de Toledo, que más que a adorar al Santísimo -cosa que puede hacerse en cualquier parte- parecen haber ido a adorar esa secular montaña labrada en oro y pedrería que es la custodia de Arfe, no puede dejar de provocar un repeluco hacia el deporte en general como el que le hizo decir a Leon Bloi: "Creo firmemente que el deporte es el medio más seguro para producir una generación de cretinos dañinos". A veces, en efecto, tan dañinos como los nazis, acerca de los cuales José Ignacio Barbero en su excelente introducción a su propia selección de distintos autores, que titula Materiales de sociología del deporte, nos da esta información: "Hitler convirtió los Juegos Olímpicos en un asunto de vital importancia para el Estado, en una oportunidad histórica para mostrar al mundo los logros del nacional-socialismo y del Tercer Reich"; y en nota a pie de página da una cita de un manual de Kurt Münch: "Todo atleta y deportista del Tercer Reich debe servir al Estado... El deporte alemán es, en el sentido total del término, político". Todos conocen las acciones y propósitos políticos, inmensamente criminales, que a continuación se perpetraron por mano de los propios seguidores de esa doctrinaria concepción de los deportes.

En fin, el patriotismo es una mala pasión, que, con la ya más arriba mencionada indiferencia ante lo cruento o lo incruento (que me parece que al menos en el fútbol hace sólo 30 años no era así) se sustenta y perpetúa en el hecho de que la Victoria, deportiva o guerrera, sea el único o máximo instrumento de autoafirmación colectiva. La mera idea de "lo colectivo" muchos la ennoblecen, porque no es personal; lo personal suele ser arbitrariamente tachado de individualismo y egoísmo; lo colectivo, en cambio, pertenece al Nosotros. Convendría, por tanto, señalar que el Nosotros no sólo en la gramática es tan persona como el Yo, sino también, por añadidura, como se ha visto en la unanimidad del Totalitarismo, muchísimo peor persona.

martes, 27 de julio de 2010

Iniesta, un ejemplo

Enrique Yunta, "Gran reserva manchega", en ABC de hoy:

El héroe de España es manchego y vive plácidamente en Cataluña sin que nadie le reproche su deje. Como otros tantos, aterrizó en Barcelona siendo un crío, presumiendo orgulloso de sus orígenes sin que ello le haya supuesto algún problema. A estas alturas ya todo el mundo sabe que hay un lugar de la Mancha cuyo nombre siempre será recordado, un pueblo llamado Fuentealbilla en el que nació una estrella eterna.

En una de sus frases redondas, Pep Guardiola definió a la perfección a Iniesta: "Es un ejemplo para las generaciones del fútbol base. No lleva pendientes, no se pinta el pelo. Tenga más o menos minutos, nunca se queja y siempre juega bien", concluyó. "Hasta el momento, no me ha llamado la atención llevar nada de eso", se defiende. Faltan Iniestas en España ya no sólo por su talento, que también, sino por su humildad, valores que le inculcaron en una casa sin estridencias alejada del lujo, hijo de padre albañil y madre para todo. Aprendió lo que cuesta ganarse la vida y cargó un coche de maletas después de despuntar en el clásico torneo de niños de verano, de Brunete a La Masía, de Albacete al paraíso.

Iniesta es un tipo corriente, tan natural en su discurso que no parece futbolista, alejado siempre de los focos, incómodo con un micrófono de por medio aunque parece que cada vez se suelta un poco más. "No me privo de ir a un sitio si me apetece, aunque me pare la gente", confiesa, consciente de que los aficionados son fundamentales en su éxito. Vive en Sant Feliu, tiene cinco perros (otro en Fuentealbilla) y está al corriente de lo que sucede lejos de los campos de fútbol ya que sigue la actualidad con detalle. Además, domina perfectamente las nuevas tecnologías, colecciona películas y series y lee con frecuencia en las concentraciones, práctica en desuso en su gremio. Es Andrés Iniesta, un español más, un joven con principios que presume de vestir "ropa normal, tipo Zara", y que no casa bien con las bebidas alcohólicas.

Sin embargo, y pese a este último detalle, siente un arraigo tan íntimo hacia su pueblo que se ha animado a crear una iniciativa empresarial para que Fuentealbilla esté en todo el mundo si es que no lo está ya. Las Bodegas Iniesta asoman en el mercado del vino y en otoño se esperan los primeros frutos. La bodega ha generado una decena de puestos de trabajos fijos (está al frente su padre) y otros eventuales, otro gesto para enamorar a un vecindario que no puede tener mejor representación.

martes, 16 de febrero de 2010

Lo que es el deporte

Kaká: "Sólo el talento no gana la Champions"

Por supuesto, la gana el dinero, millones, invertido. Hace tiempo que el fútbol dejó de ser un deporte para ser sólo un negocio, o ni siquiera eso: es un mero pretexto para hablar... o para no hablar de lo que más nos preocupa. ¿Qué es? Ah, ya caigo: el dinero. El Madrid, lleno de jugadores preciosos, que no valiosos, perderá, claro está.

domingo, 10 de febrero de 2008

Gasol

Gasol ha fichado por los Lacustres de Los Ángeles y vive Dios que ya ha empezado a hacer de las suyas, pardiez. Este chico, cuyos 2'13 parecen sacados de un lecho de Procusto o de un cuadro de El Greco, se desmelena ante los aros y encima tiene buen tiro exterior. Habrá que verlo.

miércoles, 2 de enero de 2008

El deporte bien entendido

El deporte, pseudorreligión (tiene sus propias catedrales deportivas) u opiáceo que a tantos aliena, consiste en su forma más degradada en el espectáculo sadomasoquista de una humillación; de ahí sus contenidos nacionalistas y fascistoides. Si se trata de batir marcas, o lo que llaman con anglicismo records, ¿qué pasará cuando no sea posible pasar de lo físico? ¿Mejorar genéticamente los cuerpos? ¿Inventar nuevas drogas? Hay por ahí un libro, el Guiness, que consigna marcas estrafalarias, como la mayor cantidad de bofetadas que ha sufrido una persona sin interrupción o la cantidad de espaguetti que puede uno comer y otras sandeces semejantes, tanto da de sí la necedad; sólo se baten en ese libro records de estupidez. ¡Si al menos esas panduergas ayudaran a una ONG!

El verdadero deportista compite contra sí mismo o contra la miseria moral y social; no hay nadie más heroico que el deportista que se adorna no sólo de coraje físico, sino de algo menos visible de lo que es residuo, el coraje moral; pero eso no vende, no es moderno; véase un ejemplo, el de Robert Richter. ¿Verdad que no suena? Pues fue una auténtica figura del ciclismo alemán y mundial allá por los años treinta. Y su figura no es recordada (¡buscad a ver si hay algo sobre él en Internet!) ¿Por qué? Pues porque se negó a levantar el brazo para saludar a lo nazi en su propia tierra y a llevar el maillot con la cruz gamada, pese a las temendas presiones que sufrió. Algo parecido a lo que hizo el alcalde de su pueblo, un tal Konrad Adenauer. Era entrenado por un judío al que apreciaba sinceramente; el pobre hombre tuvo que luchar contra viento y marea para sostener sus creencias y para lograr que le pudiera entrenar su amigo, siempre sin avergonzarse ni abjurar de sus principios, y señalando que los franceses, como los ingleses y los alemanes, sólo pertenecían a la raza humana; eso era tener carácter, eso era ser un auténtico deportista moral. Al final, como no podía ser menos, fue asesinado por sus compatriotas, que no podían soportar a un puro espécimen de la raza aria con ideas nada, pero que nada arias. Lo mismo cabe decir de otros prohombres como el negrata Cassius Clay o el anglosajonata Armstrong. Esa gente sabe verdaderamente lo que es sufrir y por eso posee la escala exacta que mide lo que verdaderamente importa.

El verdadero deportista es uno más en el campo, luchando en un equipo de rugby para cubrirse de barro, no de gloria, y para ser aplastado por la mole de cualquier montaña o derribado por cualquier camión con forma humana, dejándose la sangre y algunos dientes en la arcilla. Es aficionado o amateur, no profesional; es jugado, no contemplado; es, a fin de cuentas, juego; y por eso posee una dimensión cognoscitiva y moral que hace conocer al otro, al adversario, y no sólo al camarada, y notiene nada que ver con ese sucedáneo televisivo que padecemos, que no es un deporte, es un espectáculo o un negocio, pero no deporte. ¡Apuntaos al club de la lucha, aunque no exista!