Álex Grijelmo, "Comentaristas en fuera de juego", El País, 13-IX-2015:
Volvió el fútbol, y con él ese lenguaje tópico, a veces incorrecto. A veces faltón. A veces vulgar.
La Liga ha regresado, y con ella el estadio “absolutamente abarrotado”, como si existiera la opción de que estuviera a veces “abarrotado a medias”. Vuelve el Madrid a medirse al Barça, pese a que nadie ha prohibido que se mida con él, que es lo correcto. Cada partido “arranca” y sólo “arranca”, pues están castigados “empieza”, “comienza” o “se inicia”.
Los porteros no se situarán entre los palos sino “bajo palos” (y sin artículo), quizá porque “bajo palos” suena solemne como aquello de “bajo palio”. Se incursionará un delantero en “ese área” o “en el otro área”, y no en “esa área” o “la otra área”. Algún equipo marcará “en el tiempo de descuento” y no en el tiempo añadido, sin que el comentarista parezca percatarse de que un jugador puede marcar en los minutos que se suman pero no en los que se restan.
Además, el equipo que va el primero aumentará un día su ventaja y oiremos que es “más líder”; por tanto, que es “más el primero”, del mismo modo que el portero menos batido sería “más el portero”.
Y escucharemos de nuevo esas confusas concordancias verbales: “Si el Atlético ganase, se pondrá líder” (en vez de “se pondría”); o “si el Atlético gana, se pondría líder” (en vez de “se pondrá”). O sea, que no se oyen mucho las combinaciones certeras: “si ganase se pondría”, “si gana se pondrá”.
Cuando el resultado continúa inalterado en el marcador (que no “inalterable”, salvo que el partido haya terminado), dirá el narrador que “sigue valiendo el gol de Fulano”, como si se pudieran anular los goles unos minutos después de concedidos y por tanto fuese noticia que siguieran valiendo.
Curiosa costumbre del periodismo deportivo español con ese uso insistente del término “colegiado”
Un jugador cambia el balón desde la banda izquierda a la derecha, o viceversa, y alguien proclamará entonces que “ha invertido el juego”, lo que significaría atacar de repente contra la propia portería. Y nos contarán que un futbolista que se retira lesionado “cojea visiblemente”, lo cual induce a pensar que se puede cojear sin que se note.
Los árbitros serán siempre “colegiados”, aunque se trate de una competición internacional y procedan de países donde no estén organizados en un colegio. (Curiosa costumbre del periodismo deportivo español con ese uso insistente del término “colegiado”, a menudo como primera referencia. Los médicos también son colegiados, pero nadie dice “fui al colegiado y me prescribió una gastroscopia”).
En fin, volvió el fútbol; y con él, ese lenguaje tópico, a veces incorrecto, reiterativo, a veces absurdo. A veces faltón. A veces vulgar (“el Madrid ha palmao con el Rayo”, “se la ha comido el portero”). Pero también lógico, porque el fútbol es una suerte de probeta donde se reproduce la realidad entera. Y todo lo que ocurre en el fútbol sucede también en la vida. Incluido el descuido del idioma.
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