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miércoles, 13 de noviembre de 2024

La verdad sobre los sintecho

De Quora. Por cierto, el vídeo es terrible:

 ¿Cuál es una verdad tan difícil de tragar que la mayoría de la gente nunca entenderá? Que las personas sin techo no siempre tienen la culpa de estar en esa posición.

Luke, un indigente, fue entrevistado en el 2015 por un YouTuber. Él y su esposa quedaron atrapados en la calle luego de una serie de cheques de pagos que fueron perdidos.

Este hombre estaba en Los Ángeles en el momento de la entrevista. Después de contar su historia, empezó a explicar los problemas que le obligaron a quedarse en la calle.

En las calles simplemente no puedes tener posesiones. Todo lo que tienes termina robado. Comida, dinero, herramientas e incluso zapatos. Los zapatos de Luke fueron robados 30 veces según él. Ha aludido a que lo asaltaron 13 veces desde que se quedó en la calle. 10 de las 13 veces en las que fue asaltado, ni siquiera conocía a la persona.

"Siento que estoy cayendo y nunca tocando fondo, o talvez golpeando un fondo que es falso..."

Él, junto a millones de personas, está literalmente atrapado en el frío, solitario, duro, peligroso y extraño mundo de las calles.

No puede conseguir trabajo, ya que se le reconoce como un indigente y, por lo tanto, no será contratado en ningún lugar cerca de él. Tampoco puede conseguir un apartamento sin un trabajo… ni puede conseguir un trabajo sin un apartamento.

Esta declaración es, por sí misma, una paradoja. A mi opinión, estas personas están atrapadas en una paradoja generada por la sociedad que crea una barrera invisible entre ellos y ella.

¿Cuál es la peor parte de esto? Nadie sabe si Luke está vivo.

Ha ganado millones de visitas en Youtube indirectamente a través de un canal tipo blog, pero ese video fue subido en el 2015. Varios comentaristas del vídeo especulan sobre su muerte en los últimos años. Estas declaraciones no pueden ser comprobadas, y no hay registros de personas sin hogar, ni funerales, ni entierros, ni familias que reclamen sus cenizas. Estas personas son estructuralmente invisibles.

Notas al pie

[1] https://www.youtube.com/watch?v=T_c5ff0EEcA

lunes, 2 de septiembre de 2024

Bolsa familia, la exitosa idea de Lula que sacó a Brasil de la pobreza y el Tercer mundo

1 de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "Bolsa familia. La exitosa fórmula de Lula para acabar con la miseria heredada". El País, 1 sept 2024:

Dos tercios de la primera generación de niños que recibieron la ayuda del programa brasileño contra la pobreza prosperaron y la mitad logró un empleo formal

Jesiel Viana es un ingeniero de software brasileño de 34 años que no tiene fotos de su infancia. En aquella época no había celulares, su familia era pobrísima y todo quedaba lejos. Creció en Inhuma (Piauí), una pequeña ciudad de interior en el Brasil más árido y necesitado. La electricidad solo llegó este siglo, cuando él tenía 15 años. Hijo de agricultores —una madre que consigue leer y escribir y un padre analfabeto—, Viana pertenece a la primera generación de los hijos de Bolsa Familia, el programa que sacó a 25 millones de brasileños de la miseria, mitigó el hambre, mejoró la salud… Aquella pequeña ayuda mensual —unos 144 reales actuales, 25 dólares o 23 euros— cambió el destino de esta familia con tres hijos que plantaba frijol y mandioca. Malvivían con lo mínimo y con préstamos a precio de usura. Aquel crío que vio su primer ordenador a los 18, logró una maestría en Ingeniería de Software y es profesor. Su caso puede parecer excepcional pero no lo es tanto, según acaba de certificar un estudio académico.

Los investigadores han constatado que el 64% de la primera generación de hijos de Bolsa Familia son adultos que ya no necesitan ayudas públicas, rompieron el ciclo de la pobreza que a menudo atrapó a sus familias durante siglos. Y la mitad logró algún empleo formal, según el estudio Social mobility and CCT programs: The Bolsa Família program in Brazil (Movilidad Social y los programas de transferencia de dinero: el programa Bolsa Familia en Brasil), publicado en la revista World Development Perspectives (Perspectivas del Desarrollo Mundial). Los autores siguieron a los beneficiarios de 7 a 16 años entre 2005 y 2019 para revisar si de adultos aún necesitaban al Estado para lo más básico.

Bolsa Familia, creado por Fernando Henrique Cardoso y expandido por Luiz Inácio Lula da Silva, es conocido como uno de los programas contra la miseria más eficaces y baratos del mundo. Pese a su éxito, todavía 21 millones de hogares necesitan esta paga mensual —emblema de la política social del Partido de los Trabajadores— cuya cuantía se quintuplicó a partir de la pandemia.

“El programa tiene efectos positivos a largo plazo, son efectos no anticipados. Nadie pensó en eso cuando se creó Bolsa Familia”, explicó al diario Valor Econômico uno de los autores del estudio, Paulo Tafner, director del Instituto Mobilidade e Desenvolvimiento Social. El economista sostiene que el éxito está en que Bolsa Familia impone dos contrapartidas: es obligatorio que los hijos vayan a la escuela y que estén vacunados. Gracias a eso, varias generaciones siguieron estudiando sin tener que trabajar para ayudar a la economía familiar.

Con los años, al Estado le ha salido rentable, según el citado estudio. Aquellos niños contribuyen a las arcas públicas con sus impuestos. Se creó un círculo virtuoso que, de todos modos, no venció las desigualdades. Bolsa Familia funcionó mejor entre los hombres, los blancos y las regiones más prósperas.

Como Viana, millones de brasileños conquistaron —gracias a ayudas públicas y a aprovechar cada oportunidad— una vida inimaginable cuando eran niños. Estas son las historias de cuatro de ellos: el ingeniero informático que creció sin luz en Piauí; una psicóloga y próspera empresaria que empezó a trabajar a los 14, más tarde que sus hermanos; un técnico ayudante de cardiólogo que a los 13 compartía un único par de zapatillas con un hermano y una profesora de inglés y portugués criada por una abuela viuda que una vez al mes lograba darle un capricho, unas galletas rellenas pagadas a crédito.

“Mi abuela nos crio a mis dos hermanos y a mí”, arranca al teléfono. “Era una viuda analfabeta con una pensión mínima, pero dentro de todas las dificultades no dejó que nos faltara nada de lo básico. Bolsa Familia para nosotros no fue cuestión de supervivencia, como para otros, pero nos trajo cierta dignidad”, dice esta carioca que enseña idiomas en dos colegios privados. Con la ayuda, pudo brindarles momentos de felicidad en medio de aquella precariedad. Bolsa Familia significaba hacer un plan especial, ir al parque, un juguete. Quizá estrenar ropa en Navidad. Y un pequeño capricho de vez en cuando. “En aquella época había ambulantes que vendían puerta a puerta un kit de galletas rellenas, o yogures, y se pagaba el mes siguiente”.

A los 18 años, Dos Santos tuvo su primer empleo formal. Y a los 24 entró a la universidad gracias a un préstamo del que le quedan solo dos cuotas por pagar.

“Siempre digo que soy hija de políticas públicas”, recalca Barbosa, la pequeña de tres hermanos criados por una madre sola que trabajó toda su vida en servicios generales y durante un par de años necesitó Bolsa Familia. Con eso, en aquella fase difícil, pudieron comprar material escolar o comer carne alguna vez. El destino de la pequeña empezó a cambiar en tercer o cuarto curso, al entrar en un programa de erradicación del trabajo infantil. Surtió efecto. A los 14 años ganaba dinero como niñera y estudiaba de noche, pero supuso una enorme mejora respecto a sus hermanos: el mayor trabajó desde los 9, el mediano a los 11. “Aquel programa se convirtió en un refugio. Hice kárate, teatro, dibujo, refuerzo escolar, literatura… Me amplió las miras, me dio un repertorio para la vida”.

Barbosa da clase en la universidad y trabaja como psicóloga con niños autistas en la próspera consulta que creó. Es una orgullosa contribuyente. Hija de fundadores del Movimiento de los Sin Tierra, apunta: “Si quiero hacer un análisis bien liberal, diré que aporto 20.000 reales mensuales [3.500 dólares] en impuesto de sociedades a las arcas públicas”. Confía en que ese dinero sirva para dar oportunidades a quien las necesita.

Explica que, con la llegada de Lula al poder, en 2003, familias como la suya dejaron de sentirse desamparadas. Sus vidas cambiaron. Su progenitora, casada a los 14, madre a los 16, cumplió su sueño (con ayuda pública) de comprar una casa de ladrillo, tejas y con baño decente. “Y yo tengo una vida que nunca soñé. Casa propia, coche, un doctorado…”.

El mayor de cinco hermanos, las cosas iban lo suficientemente bien en la familia para que todos estudiaran en colegios privados hasta que todo se torció. Su padre se quedó en paro, le embargaron las cuentas. “Fueron unos años muy complicados”, relata. Lo primero, todos a la escuela pública. Luego, la madre y los hermanos mayores hicieron lo que toda familia brasileña cuando pierde los ingresos: vender empanadillas o dulces en la calle. “Bolsa Familia fue fundamental”, un salvavidas, porque, aunque su padre encontró un trabajo, no llegaba para mantener a los siete.

Zanetti, que siempre fue buen estudiante y trabaja como técnico en estimulación cardiaca artificial, apunta un ejemplo muy claro para ilustrar lo que significa ser pobre. “Cuando yo tenía 13 años, mi hermano y yo estudiábamos en turnos separados. A la gente le parecía raro. Es que no teníamos más que un par de zapatillas de deporte para los dos. Y, claro, sientes vergüenza”. A la escasez material se sumaba la marginación por puro desconocimiento. Aunque en casa tenían una pequeña biblioteca, vivieron años sin documentación ni acceso a los bancos. El apoyo de otros evangélicos fue crucial, añade.

Cuando el primogénito consiguió una beca para la universidad y unas prácticas pagadas, empezó la familia a salir del agujero. Tanto él como sus cuatro hermanos construyeron proyectos de vida, se emanciparon del Estado.

Creció lejos de casi todo, con casi nada en una ciudad agrícola. A los 11 años, el chaval que se convirtió en programador de software trabajaba la tierra y cada noche viajaba 30 kilómetros para ir a clase. El mayor de tres, a los 12 años tuvo su primer pantalón largo —unos jeans—. Comían carne a lo sumo una vez por semana o cuando cazaban algún animal silvestre. Bolsa Familia, que su madre recibió durante más de una década, era esencial porque incluso con eso eran muchas las estrecheces. “Vivíamos con lo mínimo, mis padres no gastaban nada, son evangélicos”.

A los 18 Viana se mudó a otra galaxia, a Brasilia, a casa de un tío suyo. Allí vio la primera computadora de su vida. Trabajó en una gasolinera para ahorrar antes de ir a la universidad gracias a una beca. Recuerda que se matriculó en informática porque “el coste del material era cero”. Al principio estaba perdidísimo. “No entendía ni los conceptos más básicos, pero me daba vergüenza preguntar”, pero siempre tuvo la convicción de que saldría adelante y enorme confianza en sí mismo. Tras ganarse muy bien la vida durante unos años en la capital como ingeniero informático, quiso regresar a casa, a Piauí, uno de los Estados donde más familias reciben Bolsa Familia. Opositó y consiguió una plaza de profesor en un instituto federal donde el alumnado se cree que bromea cuando les cuenta que creció allí cerca con enormes estrecheces. Sin luz, ordenador o fotos.

Las carencias persisten. A veces se lleva a algún estudiante a almorzar a casa con su familia porque si no se quedaría sin comer.

2.º de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "El presidente Lula reformula el exitoso programa Bolsa familia para combatir la pobreza en Brasil", en El País, 3 mar 2023:

El izquierdista mantiene la cuantía de 600 euros que aumentó Bolsonaro y más de 20 millones de familias reciben la paga mensual

Bolsa Familia, el programa contra la pobreza más emblemático de los Gobiernos progresistas de Brasil, recupera ese nombre —el original, con el que alcanzó fama internacional— y reinstaura una serie de requisitos que los beneficiarios no necesitaron cumplir mientras gobernó la extrema derecha. Luiz Inácio Lula da Silva ha presentado este jueves en Brasilia los detalles sobre la paga mensual que reciben unos 22 millones de familias pobres. El Bolsa Familia reformulado tiene dos padres: Lula, que ahora vuelve a exigir que los críos vayan a la escuela, estén vacunados y que las embarazadas se sometan a revisiones prenatales y añade un suplemento por cada hijo menor, y el expresidente Jair Bolsonaro, que aumentó a 600 reales por familia (108 euros, 115 dólares) una cuantía que ahora se mantiene.

El presidente Lula ha destacado que Bolsa Familia “no es un programa de un Gobierno, de un presidente de la república, es de la sociedad brasileña. Y solo funcionará si al sociedad lo fiscaliza”. En la ceremonia de presentación, celebrada en Brasilia, el mandatario ha compartido protagonismo con Isamara Mendes, una joven doctorada en la universidad que ha contado cómo la paga ofreció a su familia oportunidades impensables hasta entonces.

Lula ha creado el nuevo Bolsa Familia y dos pagas suplementarias vía un decreto que debe refrendar el Congreso. Las familias recibirán 150 reales más por cada hijo hasta de seis años, y 50 reales por cada uno entre los 7 y los 18 años. Y vuelve a ser obligatorio cumplir una serie de requisitos que contribuyeron a notables mejoras en las tasas de mortalidad infantil y escolarización.

Bolsa Familia revolucionó la vida de los brasileños que no tenían dinero ni para las necesidades más básicas. Fue uno de los instrumentos clave de las políticas públicas que lograron sacar a millones de la pobreza extrema y de la pobreza a secas. Y además con la ventaja de que era eficaz y, al menos hasta la pandemia, también barato. Suponía un 0,5% del PIB. Con esa inversión, una quinta parte de los beneficiados prosperó hasta dejar de necesitar la ayuda, según un estudio del Instituto brasileño de Movilidad y Desarrollo Social publicado por Folha de S. Paulo hace un año.

A medida que Bolsa Familia empezó a dar frutos, se convirtió en la gran marca electoral de Lula y del Partido de los Trabajadores. Por eso, una de las primeras decisiones de Bolsonaro fue rebautizarlo. Auxilio Brasil se llamaba. Pese a los vaivenes con el nombre, la cuantía se consolidó gracias al oportunismo político y a la pandemia.

El modelo de país que Lula y Bolsonaro propusieron a sus compatriotas en la última campaña electoral difícilmente podrían ser más antagónicos. Un único punto en común destacaba entre una maraña de propuestas diametralmente opuestas: los 600 reales de la paga mensual para los brasileños más necesitados, las familias que viven con hasta 218 reales por cabeza (menos de 40 dólares). En su carrera hacia la presidencia, tanto el izquierdista como el ultraderechista prometieron desde el minuto uno mantener una cuantía fruto de un aumento decidido al calor de la pandemia —Bolsonaro y el Congreso triplicaron lo que se pagaba antes del coronavirus— y mantuvo los 600 reales por motivos electoreros con maniobras parlamentarias para ganarse el favor de los votantes más pobres, un electorado tradicionalmente fiel al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

A Bolsonaro no le funcionó para ganar los comicios. Entre otros motivos porque un breve parón en los pagos, vitales para que millones de familias consigan comer y lo más básico, hizo que la desconfianza de los beneficiarios en él se disparara. Lula en ningún momento sopesó siquiera, al menos en público, volver a la cuantía prepandemia porque hay 33 millones de brasileños que padecen hambre y porque hubiera sido un suicidio político.

El Gobierno lleva dos meses escrutando el listado de beneficiarios que, según denuncia, Bolsonaro engordó en busca de votos. La idea es echar a los usuarios fraudulentos para que entren 700.000 familias que están en lista de espera.

Muestra del inmerso valor político de Bolsa Familia es que Lula decidió dejar la joya de la corona en manos de uno de los suyos, una destacada figura del PT con amplio apoyo en el Brasil más pobre. Wellington Dias, antiguo gobernador de Piauí, uno de los estados más pobres y proporcionalmente con mayor tasa de usuarios del programa, es el actual ministro de Desarrollo Social. La antigua candidata presidencial y hoy ministra de Lula, Simone Tebet, de centro derecha, hubiera deseado la cartera pero el PT lo consideró un escaparate demasiado vistoso que podría impulsar sus opciones en una próxima elección, así que fue enviada a un área con peso pero bastante más gris, el Ministerio de Planificación.

3º de 4:

Naiara Galarraga Gortázar, "Réquiem por Bolsa Familia, el programa de Lula contra la pobreza", El País: 6 nov 2021:

Bolsonaro cancela la ayuda emblema del PT, considerada eficaz y barata, para sustituirla por otra de mayor cuantía pero solo hasta después de las elecciones de 2022

El fin de semana largo en que los brasileños conmemoraron el Día de las Brujas y el de los Difuntos también despidieron a Bolsa Familia, el programa contra la pobreza que revolucionó la vida y sacó de la pobreza a millones de personas necesitadas de lo más básico. 14 millones de familias, incluida la de Rozenilda, están sumidas en la incertidumbre porque ya no recibirán el vital subsidio, que va a ser sustituido por otro rodeado aún de mucha incógnita. Con 28 años y un hijo de dos, es un mar de dudas. “Me han contado que [la nueva ayuda] durará hasta 2022. Me genera inseguridad pensar que tal vez en 2022 ya no la recibamos”, explica desde João Alfredo, en el interior de Pernambuco, en un mensaje telefónico. Ella destina los 170 reales mensuales (26 euros, 30 dólares) que recibe desde hace siete años a pagar las cuentas, como muchos en esa región pobre.

La última transferencia de Bolsa Familia, que fue el gran emblema del Partido de los Trabajadores, entró el viernes 29 en las cuentas bancarias de los beneficiarios, pendientes ahora de unas enrevesadas negociaciones parlamentarias. El plan del Gobierno de Bolsonaro es crear otro programa que ya tiene nombre y promesa de cuantía pero carece de los fondos necesarios. Y algo crucial, duraría solo hasta después de las elecciones presidenciales.

Rozenilda también desconoce si para cobrar tendrá que inscribirse en un registro diferente. La burocracia brasileña está digitalizada hasta niveles insospechados, pero es barroca. Supone un verdadero infierno para quien tiene poca formación y una mala conexión a internet. Rozenilda preferiría que las cosas siguieran como hasta ahora: “Yo creo que Bolsa Familia debería continuar porque está funcionando bien hace años”.

Bolsonaro siempre tuvo la marca Bolsa Familia en el punto de mira; quería cambiarle el nombre como fuera. Antes de la pandemia, cercenó el subsidio. Creado hace 18 años por Lula da Silva al poco de asumir la presidencia, era uno de los mayores programas de transferencia de renta del mundo. Y concita un raro consenso en este Brasil tan polarizado. Los economistas lo consideran eficaz y barato.

Impresiona repasar lo logrado en estas casi dos décadas con un gasto del 0,5% del PIB: sacó a millones la pobreza extrema y de la pobreza a secas (solo en 2017 a 3,4 millones y a 3,2 millones respectivamente, según un estudio), mitigó la inseguridad alimentaria y la desigualdad, aumento la escolarización, redujo los embarazos juveniles, mejoró la salud, creó empleos, etcétera. “Es una maravillosa inversión, la sociedad gana multiplicado lo que invierte con el programa”, escribía estos días el economista Rodrigo Zeidan tras enumerar estudios académicos que avalan esos logros.

Bolsa Familia era un pago directo en dinero pero con requisitos, incluido llevar a los hijos a la escuela y tenerlos vacunados. Y priorizó que las mujeres gestionaran el subsidio familiar. Ese legado ha sobrevivido al lastre que los escándalos de corrupción han supuesto al partido de Lula y de Dilma Rousseff.

Está decidido hace meses que el nuevo subsidio se llamará Auxilio Brasil pero los enormes esfuerzos para conseguir los fondos extras requeridos todavía no han fructificado pese a que los efectos de cualquier parón en los pagos serían devastadores para millones que viven en la miseria.

El plan del presidente es duplicar a 400 reales la cuantía actual (189 reales mensuales de media), pero solo hasta diciembre de 2022. El tinte electoralista es evidente porque para entonces Brasil ya debería haber elegido a su próximo presidente. Lo más probable es que sea un mano a mano entre Lula y él. Se desconoce qué ocurriría entonces con las acuciantes necesidades de los brasileños más miserables.

Durante sus muchos años como diputado, Bolsonaro fue muy crítico con Bolsa Familia. Lo consideraba una máquina formidable de compra de votos. “Tenemos que acabar, hacer una transición [para terminar] con Bolsa Familia porque, cada vez más a menudo, la gente pobre, ignorante, se convierte en un votante comprado por el PT”, proclamó en 2011 en el Congreso. Pese a esa postura y a que llegó al Gobierno con un programa ultraliberal en política económica, su primera reacción ante la pandemia fue implantar un monumental programa de ayudas directas para quienes perdieron su renta, que también benefició a quienes recibían Bolsa Familia. Para los extremadamente pobres, supuso un dineral. Disparó la popularidad de Bolsonaro y por unos meses la pobreza disminuyó, pero ha vuelto con fuerza. También el hambre.

En pleno año electoral, y para animar su menguante popularidad, Bolsonaro asume algo que era anatema hasta hace nada. Para financiar el Auxilio Brasil, el Ejecutivo tendrá que saltarse temporalmente el techo de gasto, paso que su ministro de Economía, Paulo Guedes, respalda. Pero ahora falta que el Ejecutivo y los grupos parlamentarios que lo apoyan den con la fórmula exacta. Todo parece indicar que será filigrana. La subsistencia de millones de familias desde Amazonia, hasta el interior del nordeste o las periferias de las grandes capitales depende en los próximos días y semanas de lo que decidan en Brasilia.

4.º de 4:

Marina Rossi y Afonso Benites: "Bolsonaro cercena el programa Bolsa Familia que redujo la miseria en Brasil", El País, 2 de feb. de 2020:

El Gobierno ha cortado los subsidios del programa emblema de Lula y la lista de espera oficial es de medio millón de familias, aunque las estimaciones indican que es el triple

Ermanda Maria de Sena, de 51 años, tardó 20 minutos en encontrar los carnés con los que recibió las prestaciones sociales durante más de 15 años. “¡Aquí están!”, gritó desde su habitación, antes de salir corriendo y posar para la foto. Fue la primera en inscribirse en el programa Bolsa-Escuela, el precursor del Bolsa Familia, el proyecto estrella de los años en los que el Partido de los Trabajadores (PT) estaba en el poder y que ayudó a reducir la miseria en Brasil.

Ermanda muestra el carné número 01 con orgullo al recordar el día que lo recibió de manos del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Social Democracia Brasileña), que gobernó entre 1994 y 2002. “Estaba embarazada de mi chico”, dice. “Cuando [Cardoso] me dio el carné, lloré”. Era 2001. El mandatario  acudió hasta São José da Tapera, en el noreste de Brasil, para lanzar el programa que les pagaba 15 reales (3,15 euros) al mes —el 8% de un salario mínimo— a las familias que tuvieran niños de hasta seis años y a las mujeres embarazadas o en fase de lactancia identificadas como desfavorecidas.

Han pasado casi 20 años y el programa Bolsa Familia, lanzado en 2003 durante el primer año del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, se enfrenta ahora a la incertidumbre. Pese a que, por primera vez, sus beneficiarios recibieron un pago adicional a finales de 2019 por una promesa de campaña del  ultraderechista Jair Bolsonaro, la subvención va poco a poco perdiendo aliento. Entre julio y octubre del año pasado —último mes con datos oficiales de las nuevas concesiones—, la cantidad de nuevas familias que accedieron al programa, que paga 89 reales per capita (unos 18 euros) se desplomó. A partir de mitad de año, el promedio de las nuevas concesiones, que antes era de 220.000 familias al mes, cayó a menos de 10.000.

El Gobierno promete cambios en el programa, que se convirtió en una marca social y una conquista política vinculada al PT, especialmente en el noreste de Brasil, la zona más pobre del país, donde Lula aún conserva la simpatía de gran parte de la población. Ernanda, la beneficiaria número 01 de la transferencia de renta en Brasil, crió sola —con ayuda de las subvenciones— a sus seis hijos en Alagoas, una región semiárida. Después se casó, sufrió la muerte de su esposo, que era militar, y ahora cobra una pensión de viudedad de casi 3.000 reales (630 euros). Ya no pide ayuda.

Su familia, sin embargo, que ahora vive en la ciudad de Teotônio Vilela, a unos 160 kilómetros de su casa, no ha logrado escapar de la necesidad de la Bolsa Familia. Pero los fondos se hacen esperar. “Son cinco meses ya los que estoy esperando [a que llegue la ayuda], y nada”, afirma uno de sus hijos, Carleandro de Sena, de 27 años. “Todos los meses voy a la secretaría [de Desarrollo Social] y me dicen que vuelva al mes siguiente”, apunta su esposa, Beatriz da Silva, de 22 años. Desempleados y con tres niños, viven con la ayuda de Ermanda y con lo que Carleandro gana como mototaxista.

Ambos están entre el medio millón de familias en la lista de espera para poder recibir esta ayuda social —ese es el número oficial, pero la lista podría ser mucho más alta—. Según el Ministerio de Ciudadanía, en la actualidad existen 494.229 familias inscritas en este registro y que están habilitadas para cobrar la subvención del programa Bolsa Familia.

El ministerio reconoce los recortes de los últimos meses, pero afirma que la inclusión de nuevas familias se normalizará “con la conclusión de los estudios de reformulación de la Bolsa Familia”. Sin embargo, los datos oficiales también podrían estar por debajo de la realidad.

Cálculos realizados por EL PAÍS, a partir de datos públicos, con ayuda de especialistas, arrojan que 1,7 millones de familias, o unas 5 millones de personas, estarían actualmente aptas para acceder al programa de ayuda antimiseria. Son tres veces más de lo que el Gobierno Federal ha anunciado – 494.229 familias —, sin detalles de como llegó a ese número.

El escenario es inédito en la historia del programa. A finales de 2018, Brasil contaba con 13,5 millones de personas en condiciones de miseria, en una tendencia ascendente desde 2015.

“Desde mayo no autorizan el acceso de nuevos beneficiarios”, dice Delmiro Augusto Oliveira Filho, gestor del Bolsa Familia en Inhapi, municipio de 18.000 habitantes en Alagoas, noreste de Brasil. Oliveira Filho explica que los recortes siempre han existido porque, para seguir cobrando la ayuda el interesado tiene que actualizar el registro. Si no lo actualiza, lo pierde. “Lo que no es normal es cerrarles las puertas a los nuevos [necesitados]”, completa Filho, que ve la misma situación en toda la región. En su grupo de WhatsApp con otros gestores del mismo programa en decenas de ciudades, la queja es la misma.

sábado, 9 de enero de 2021

Ricos y pobres en la Epístola de Santiago

El comunismo moral fue fundado por Jesús en el Sermón de la montaña. Pero a Lutero le ponía nervioso la defensa que hace de los pobres y el ataque a la riqueza de la Epístola de Santiago: por eso la excluyó de su Biblia, más que por su defensa del papel de las obras frente a la fe. Esta es una selección de los pasajes controvertidos:

Cap. 2 Hermanos, si realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo glorioso, no hagan diferencias entre personas. 2 Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra también un pobre con ropas sucias, 3 y ustedes se deshacen en atenciones con el hombre bien vestido y le dicen: «Tome este asiento, que es muy bueno», mientras que al pobre le dicen: «Quédate de pie», o bien: «Siéntate en el suelo a mis pies». 4 Díganme, ¿no sería hacer diferencias y discriminar con criterios pésimos?

5 Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman? 6 Ustedes, en cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran ante los tribunales. 7 ¿Y no son ellos los que blasfeman el glorioso nombre de Cristo que ha sido pronunciado sobre ustedes?

8 Obran bien cuando cumplen la Ley del Reino, tal como está en la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo. 9 Pero si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado y la misma Ley los denuncia como culpables. 10 Porque si alguien cumple toda la Ley, pero falla en un solo punto, es como si faltara en todo. 11 Pues el que dijo: No cometerás adulterio, dijo también: No matarás. Si, pues, no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la Ley.

[...] Cap. 5 Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. 2 Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, 3 su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya estamos en los últimos días?

4 El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Han conocido solo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. 6 Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse? Esperen la venida del Señor 7 Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor

lunes, 13 de julio de 2020

El hombre que era más rico que Bill Gates

Un día, yo estaba en el aeropuerto de Nueva York. Me acerqué a un vendedor de periódicos, pues quería comprar un diario, pero, al sostenerlo en mis manos, me di cuenta de que no tenía dinero suficiente y desistí de la idea. De pronto el vendedor me dijo que lo tomara. "No hace falta que lo pagues, yo te lo doy gratis". Yo ni le había preguntado, pero él se dio cuenta, y ante su insistencia, acepté agradecido por el regalo.

Tres meses más tarde me encontré con el vendedor en el mismo aeropuerto, y de nuevo estaba sin cambio para comprar el periódico. "Puedes tomarlo. Estoy compartiendo esto de mis ganancias. Así que no te preocupes, no estaré perdiendo nada". De nuevo lo tomé y le di las gracias.

Diecinueve años después me hice rico y famoso. Cierto día, recordé al vendedor y decidí buscarlo. Después de un mes de búsqueda, finalmente lo encontré. Y cuando pude reunirme con él, le pregunté: "¿Recuerdas que una vez me diste el periódico gratis? Quiero pagar la ayuda que me ofreciste; lo que tú quieras, yo te lo cumpliré". Pero el vendedor se negó y me dio una respuesta que me dejó extrañado. "¿Usted cree que podrá igualar mi ayuda? Yo lo ayudé cuando era un  pobre vendedor de periódicos. Usted está ayudándome ahora que es el hombre más rico del mundo. ¿Cómo podrá su ayuda igualar a la mía?" Y ese día entendí que aquel hombre era más rico que yo, ya que no esperó a tener dinero para ayudarme, sino que lo hizo por bondad cuando probablemente le faltaba para llegar a fin de mes.

Otra anécdota emparentable es la que le ocurrió a Humphrey Bogart con Harry Truman. Bogart, ya cincuentón, iba a tener su primer hijo y se apostó veinte dólares con el Presidente a que sería niña. Pero fue niño. Bogart le envió un cheque de veinte dólares a Washington; pero Truman se lo devolvió endosado al neonato con una carta donde le expresaba cuánto respetaba a un hombre que recuerda sus deudas y las paga.

domingo, 14 de junio de 2020

Pensamientos ajenos sobre pobreza y corrupción

"Va a dejar de haber pobreza cuando dejen de robar, va a haber instituciones cuando dejen de mentir.“ —  Elisa Carrió política argentina 1956

"No hay otra alianza con Dios que No mentir, No robar y No votar contra los pobres.“,  Elisa Carrió política argentina 1956

"Si a vos los de arriba te enseñan a robar, vos vas a robar; si te enseñan a mentir, vas a mentir. ¿Qué hacer con un poder que miente y roba todos los días? ¿Qué puede hacer una maestra y cómo les explica a los chicos que no deben mentir porque sino sus vidas van a ser difíciles, si el chico ve la vida exitosa de los que roban y mienten? Tenemos que tomar esa decisión“ —  Elisa Carrió, 1956

"Era un poco como robar. Era exactamente como robar. Era de hecho, robar. Pero no había ninguna ley que lo prohibiera porque nadie sabía que el crimen existía, ¿y acaso se podía llamar robo cuando nadie echaba de menos lo robado? ¿Y acaso era robar si se robaba a unos ladrones? En cualquier caso, toda propiedad es un robo, salvo la mía" —  Terry Pratchett, 1948

domingo, 26 de abril de 2020

Desahucio trágico

Desahucio mortal en la vida de Alicia

La mujer de 65 años que se suicidó cuando iban a desalojarla de su piso en Madrid ocultó sus problemas a la poca gente que frecuentaba. Daba ropa y comida a la iglesia pese a su precaria situación económica

JUAN DIEGO QUESADA

Madrid 2 DIC 2018 - 13:03 CET

Misa el viernes en la iglesia de San Antón, Madrid, en homenaje a Alicia, la mujer que se suicidó cuando iban a desahuciarla. En vídeo, la historia de la mujer. FOTO: A. GARCÍA | VÍDEO: ATLAS
El hijo la acercaba a casa en coche después de haber pasado la tarde juntos. El chico hacía el amago de subir al apartamento de su madre en un gesto de cortesía, pero ambos convenían que era mejor despedirse en el portal del edificio. Ella compartía apartamento con una amiga que se acababa de quedar viuda y no querían importunarla con una visita inesperada. Así que se daban dos besos y se emplazaban a una próxima ocasión.

De puertas para adentro, Alicia del Moral, la señora elegante de 65 años que hace una semana se suicidó lanzándose desde un quinto piso cuando la iban a desahuciar, vivía encerrada en sí misma, inaccesible, amurallada. Si la realidad tiene dos caras, las personas también.

Alicia frecuentaba salones de baile, donaba ropa y comida a la iglesia y pertenecía a un pequeño círculo de amigas del barrio de Chamberí con las que tomaba café por las tardes, en su condición de jubilada que vivía con holgura tras haber recibido la indemnización de su último trabajo como secretaria de un reputado economista.

Esa era la imagen visible. La opaca era mucho menos amable. Vivía sola (no existía tal amiga viuda), cobraba ayudas sociales y necesitaba soporte económico de su único hijo, un informático al borde de los 30 que también le costeaba el teléfono y la conexión a Internet. Nadie de su reducido entorno sospechó que sobre ella pesaba un desahucio que estaba a punto de expulsarla a la indigencia.

Alicia del Moral

Su desalojo procedió a ejecutarse el martes 27 de noviembre, a las 11.00. El portero del número 1 de la calle Ramiro II barría las escaleras cuando llegaron dos policías municipales, dos funcionarios del juzgado, un cerrajero y un par de representantes de la empresa Apartamentos Galileo, en calidad de propietarios. La comitiva anunció que procedía a echar a la vecina del número 4 de la quinta planta, un estudio de 50 metros, por una deuda de 2.000 euros. Cuatro meses de renta.

El portero se quedó asombrado. Nunca imaginó que esa mujer menuda, de aire aristocrático, era morosa. El cortejo pulsó el telefonillo, sin respuesta. Subió en dos tandas de ascensor hasta la quinta planta. Llamó tres veces a la puerta con idéntico resultado. En ese momento, el portero recibió una llamada. Un pintor le informaba de que una mujer yacía tendida en la acera, como si se hubiera desmayado. Al bajar encontró inmóvil a una mujer en calcetines y pijama. Avisó a los policías. Uno de ellos trató de reanimarla. Al fijarse bien, el portero se dio cuenta de que se trataba de Alicia.

-Es la señora del quinto piso -, le dijo.

-¿Estás seguro?

-Segurísimo.

Dos días después, en la sala de espera del Instituto Anatómico Forense, el único familiar directo de Alicia, su hijo, no era capaz de entenderlo. No había percibido ninguna señal preocupante. Ella nunca le comentó nada. La explicación de que vivía con una amiga le había convencido. Entendía que era la que se hacía responsable del alquiler. De hecho, se preguntaba ahora cómo su madre pudo rentar en una zona cara de la ciudad sin contrato de trabajo ni avalista, que él sepa. A esas alturas, 48 horas después de lo sucedido, ningún amigo o conocido de ella había contactado con él. Nadie parecía echarla en falta.

Alicia no tenía en esta vida a nadie más que a su hijo. Ella también era hija única de una familia acomodada del Madrid de los alrededores de la Gran Vía. Su primer trabajo fue como secretaria en una naviera. Conoció a un muchacho con el que tuvo un niño. Intentaron formar una familia en Las Palmas, a donde se fueron por exigencias del trabajo de él. La aventura isleña fracasó. Dos años más tarde, a principios de los noventa, volvió a Madrid con el hijo, y se instaló en casa de su madre.

Poco después comenzó la etapa más estable de su vida. Trabajó de secretaria particular de un abogado y economista por la zona de Islas Filipinas. El señor estaba encantado con el porte distinguido de Alicia. Ella organizaba su agenda, los almuerzos con gente conocida, cuidaba del protocolo. Ese empleo le hacia feliz. Sin embargo, llegó el día en el que hombre se jubiló e indemnizó a sus empleados antes de echar el cierre.

 Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí
Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí RAMIRO EFE
Por esas fechas perdió a su madre. El hijo, a los 16 años, se mudó a casa de su abuela paterna. Bajo ese techo estudió la carrera. A partir de ahí, según quienes la frecuentaron, Alicia erró por varios empleos inestables que no casaban con su pasado: cuidó enfermos, señoras mayores, fue camarera de piso en un hotel.

Sin casa propia, compartió piso en Vallecas y Cuatro Vientos antes de asentarse seis años, esta vez sola, en el de Chamberí, su última parada. Dadivosa hasta el punto de dar a la caridad lo que no le sobraba, no quería tampoco importunar a su hijo con sus preocupaciones. Impenetrable para los que incluso la conocían íntimamente, ocultó las dificultades por las que atravesaba.

La soledad mata, según Gustavo García, de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. "Es el principal problema de exclusión social desde 2012, sobre todo para personas mayores. La sociedad ha mutado. Y en casos como el de Alicia vemos que La pobreza no se parece a la de antes, a veces es imperceptible", explica.

¿Su gran pasión? El baile. En las pistas coincidió con gente interesante. Un escritor, autor de un manual de escritura para relatos de ficción, la recuerda enigmática. "Había viajado, vivía de una forma más o menos acomodada. Esa era la apariencia", cuenta por teléfono.

Alicia vestía muy bien, era coqueta. Hace tres años ella cambió su gusto y se aficionó al flamenco. Él no le siguió el paso. Desde entonces dice que no se frecuentaban. Conoce los momentos fundamentales de su vida, pero no los detalles. Sabía que no trabajaba aunque daba entender que podía mantenerse sin apuros. En ese punto, la conversación se interrumpe bruscamente: no desea seguir hablando del tema.

La misma actitud hosca muestra el gerente de un garito a 20 metros de casa de Alicia. A toda prisa, dice no recordarla y prohíbe turbar a los clientes preguntando por ella. Igual de esquivos son los responsables de un lugar de salsa. En una discoteca que frecuentó se enrarece el ambiente al mencionar el suicidio. El infortunio espanta.

Una verdad a medias, como todas. El padre Ángel, encargado de la iglesia de San Antón, abierta las 24 horas para alojar a indigentes, organizó el viernes una oración y una misa por Alicia al enterarse de que acudía regularmente a donar ropa y comida a esta parroquia abierta a los pobres. Al cura le emociona la historia porque el motivo que desencadenó su final abrupto es más propio de los que reciben la limosna, menos común en quienes la dan: "Estos son los misterios que nos presenta la vida".

Para finalizar la homilía, un coro de luto riguroso entonó el Sanctus y el Aleluya. La atmósfera sobrecogió a los pocos presentes. Este ha sido el único homenaje público en su memoria. No va a haber entierro ni cremación. El hijo ha donado su cadáver a la ciencia.

domingo, 21 de mayo de 2017

La ciencia asevera que el único secreto del éxito es tener padres ricos

Pablo Pardo, "El sueño americano ha muerto: si naces pobre, seguirás pobre", en El País, 21 de mayo de 2017:

Numerosos estudios cuestionan la idea de que sólo con esfuerzo e inteligencia una persona puede llegar a donde quiera en EEUU

El sueño americano, pero al revés

El edificio, como de 10 plantas, está en la esquina de la calle 16 -la de la Casa Blanca- y la calle K -la calle que tradicionalmente ha sido la sede de los bufetes de abogados que hacen lobby en la capital estadounidense-. Está frente a uno de los dos hoteles Hilton de Washington, a 300 metros del Museo de National Geographic y del selecto University Club, ambos en la 16. En la K, como a otros 300 metros, está el Washington Post, y más cerca, uno de los bares de striptease más reputados de la capital estadounidense, Archibald's, "el club para caballeros más selecto de Washington DC", según dice su propia web. Archibald's está incrustado en la parte de atrás del St. Regis, un hotel en el que la habitación más barata para la noche de hoy, domingo, sale por 582 dólares (547 euros), impuestos y tasas incluidos.Los lugares más destacados, sin embargo, están en la 16. En dirección norte, a 400 metros, está el Jefferson, el hotel más caro de la capital estadounidense, que se autodescribe como "el segundo sitio más exclusivo de Washington". El primero está a 200 metros del edificio, pero en la dirección contraria, hacia el sur, en la esquina de la 16 con la Avenida de Pennsylvania. Es la Casa Blanca.Este edificio es más discreto. Sólo tiene una identificación: K&L Gates, LLP (las siglas en inglés de Sociedad de Responsabilidad Limitada, que es la fórmula legal a la que se acogen los bufetes de abogados, consultoras, y demás empresas que son partnerships). ¿Gates, como Bill, el fundador de Microsoft, el mayor filántropo y millonario del mundo? No, Gates como William, el padre de Bill.Porque Bill Gates es el hijo de William Gates, el cofundador de uno de los 10 mayores bufetes de abogados de Estados Unidos, una empresa que lleva, entre otras, la cuenta de las relaciones con el Gobierno de Microsoft. Su madre, Mary, era miembro del consejo de administración del banco de Montana First Interstate, y del patronato de United Way, una ONG que combate la pobreza. En el patronato, estaba también el presidente y consejero delegado de IBM, John Opel. El joven Gates recibió dos millones de dólares en acciones de su abuelo materno. Asistió a una escuela privada, Lakewood, cuya matrícula costaba tanto como la de Harvard, y allí se hizo amigo del otro cofundador de Microsoft, Paul Allen. Cuando Microsoft creó su primer sistema operativo de éxito, el MS-DOS, la primera empresa que lo adoptó para sus ordenadores personales fue IBM. El consejero delegado de IBM entonces era John Opel.El amigo de Gates, el financiero y (también) filántropo Warren Buffett, la segunda persona más rica del mundo, empezó su carrera como empresario repartiendo periódicos en su Omaha natal. Es cierto. Pero también lo es que su padre, Howard Buffett, era en aquella época el único congresista del estado de Nebraska, en el que está Omaha, en la Cámara de Representantes de EEUU. Ser hijo del único congresista del estado no está mal para lanzar una carrera como inversor.Todas estas anécdotas ponen en cuestión una idea: el sueño americano. O sea, la idea de que, sólo con esfuerzo e inteligencia, una persona puede llegar a donde quiera en la mayor potencia del mundo. Para EEUU, es casi una religión, una seña de identidad. Y lo cierto es que no faltan casos. Steve Jobs y Steve Wozniak, los fundadores de Apple, venían de familias de ingresos altos. Igual que Jeff Bezos, la tercera -o cuarta, según el día- persona más rica del mundo, fundador y dueño del 17% del gigante de las ventas online y de la nube Amazon.O sea, que no hay que irse al otro extremo. El sueño existe. Pero, ¿hasta dónde? ¿Es una realidad o una obra maestra del márketing? A fin de cuentas, en España no hablamos del sueño español, a pesar de que somos el único país donde un señor llamado Amancio Ortega, que dejó la escuela a los 14 años, nacido en Busdongo, en las montañas de León, casi en la raya con Asturias, y criado en Galicia, que sólo se parece a Silicon Valley en las curvas de las carreteras secundarias y a Harvard en lo verde que es la vegetación, puede convertirse en la tercera persona más rica del mundo.

"Cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito"

Ahora, una cantidad creciente de estudios están poniendo de manifiesto que el sueño americano, si es que alguna vez existió, se está extinguiendo. Un equipo dirigido por Raj Chetty, de la Universidad de Stanford, ha publicado en la revista Science un monumental estudio estadístico que declara que la movilidad absoluta -o sea, el porcentaje de niños que van a tener unos ingresos superiores a los de sus padres -ha caído de aproximadamente el 90% en la década de los 40 al 50% hoy."El mayor declive es en la clase media", declara el estudio. Es un dato consistente con dos estudios del nobel de Economía Angus Deaton y su esposa, Anne Case, en 2015 y hace apenas dos meses, en los que revelan cómo la clase media blanca está sufriendo una oleada masiva de muertes por enfermedades asociadas a la pobreza -diabetes- y a la desintegración social -abuso de medicamentos con receta, suicidios y alcoholismo-, que se ha convertido en la mayor crisis de salud desde la II Guerra Mundial, y muy por encima de la epidemia de sida de los 80. Así que el análisis de Science es un paso más en una creciente cantidad de análisis que revelan que, si el sueño americano existió, ahora está muerto y enterrado. La gran diferencia entre este documento y otros es dónde ha puesto el foco. Los cinco investigadores que han escrito el informe se centran en la movilidad absoluta, o sea, en los ingresos. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios miraban a la movilidad relativa.En ese caso, se divide a la sociedad en grupos --normalmente cinco o 10, para hacer más sencillo el cálculo-- en función del nivel de ingresos, y se estudia cuántas personas pueden pasar de un grupo a otro. Por poner un ejemplo, cuánta gente que nazca en el 10% más pobre puede pasar al segundo 10% más pobre. Según Thomas Hertz, de American University, un niño nacido en el decil (es decir, el 10%) más bajo tiene un 31% de posibilidades de permanecer ahí durante toda la vida. Si se amplía la banda al segundo decil inferior (o sea, el grupo formado por las personas que son entre el 80% y el 90% de la gente más pobre), la proporción es del 43%. Pobre eres, y en pobre te convertirás.Los resultados de esos análisis ya habían dejado claro que EEUU es una sociedad con muy poca movilidad social o, como lo planteó en 2002 el profesor de Harvard y experto en esa materia Alan Krueger, "cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito".

Las organizaciones internacionales también habían alcanzado la misma opinión. En 2010, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) situaba a Reino Unido, Italia, y EEUU como los tres países en los que la riqueza de los padres tiene más influencia en la riqueza de los hijos. España era el quinto, tras Francia, y casi al mismo nivel de Alemania. La misma España que los españoles tendemos a despreciar como un país de hijos de papá es más meritocrática, según la OCDE, que EEUU. Y la misma Francia que los estadounidenses critican como un ejemplo de elitismo es más igualitaria que su propio país.Según Krueger, si una familia tiene unos ingresos del doble de la media, tardará cinco o seis generaciones (entre 100 y 120 años) en bajar a la media. En la década de los 80, la Teoría de la Transmisión Intergeneracional del Estatus Económico, del nobel Gary Becker, de la Escuela de Chicago, de orientación liberal, había reducido ese periodo a sólo dos generaciones.Ahora bien, ¿por qué sucede esto? ¿Es porque la economía crece menos y, por tanto, hay menos tarta que repartir? ¿O porque hay menos redistribución? El artículo de Chetty es concluyente: "La mayor parte del declive en movilidad absoluta se debe a una distribución más desigual del crecimiento económico en las décadas más recientes, más que al frenazo de la tasa de crecimiento del PIB". Dicho de forma menos complicada: la movilidad ha crecido porque hay menos redistribución.Esa conclusión es una crítica frontal a la política de Donald Trump y, en general, de toda la Economía de la Oferta, que sostiene que hay que eliminar regulaciones e impuestos, en especial a los contribuyentes con ingresos más altos, para que así el tren corra más deprisa y todos lleguemos más lejos. Es el trickle down economics, la economía del goteo, que prevé que la sociedad se beneficiará de la bajada de impuestos al capital, porque éste generará más trabajo y, también, más recaudación fiscal. La idea fue popularizada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, aunque el vicepresidente con el primero, George W. H. Bush, él mismo un multimillonario, la calificó de "economía de vudú". Pero lo cierto es que hoy en día son las rentas del trabajo las que están más gravadas, mientras que el capital disfruta, tanto desde el punto de vista normativo como en el terreno de las realidades del día a día, de una menor presión fiscal. Un ejemplo: el tipo fiscal de las grandes empresas de EEUU es del 35%, pero el real del 19,4%.

En EEUU hay jubilados que siguen abonando los créditos con los que pagaron la educación.

Pero eso es lo que afirma, también, la OCDE, para la que "la movilidad intergeneracional tiende a ser menor en sociedades con más desigualdad". Entre ellas, según esa organización que está formada por los países más ricos del mundo y algunos emergentes, España... y EEUU.Claro que hay una cosa clara: es más difícil saltar de un nivel de ingresos a otro cuando las distancias son más grandes. O sea, cuando la sociedad es desigual. Un estudio de Chetty publicado en marzo por la Reserva Federal, por ejemplo, revelaba que un estadounidense nacido en el quintil más bajo de la población (es decir, en el 20% más pobre) tenía apenas un 7,5% de posibilidades de llegar al quintil más alto (al 20% más rico). En Canadá, las oportunidades eran del 13,5%. Y en Dinamarca, del 11%. Esos países, no EEUU, parecen ser los nuevos adalides del sueño americano. Pero también es cierto que su desigualdad es mucho menor.Las diferencias entre venir de una familia rica y una pobre son abismales. En otro ensayo, publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica en 2014, Chetty expone una correlación prácticamente de uno a uno entre el nivel de ingresos y los embarazos adolescentes. La vinculación entre renta y asistencia a universidades de élite, sin embargo, sólo se da entre los verdaderamente ricos. Algo comprensible si se tiene en cuenta que la matrícula de un año en Harvard, Princeton, o Stanford supera los 50.000 dólares. Obtener la misma educación que Mitt Romney, el candidato republicano a la Casa Blanca en 2012, costaría hoy unos más de 600.000 euros; en el caso de Barack Obama, la cifra llega al medio millón. Aunque parte de los costes de la educación del ex presidente fueron costeados con becas, Obama no pagó la deuda que había contraído cuando era estudiante hasta 2004, el año en que entró en el Senado. De hecho, en EEUU hay jubilados que siguen pagando los créditos con los que se pagaron la educación. A eso hay que sumar, además, la principal causa de las quiebras personales de los estadounidenses: la sanidad. Todos esos factores lastran el sueño americano. Normalmente, cuando se plantea esta idea y, sobre todo, se cuelga en Twitter, se reciben todo tipo de educados comentarios en los que los lectores invitan al autor a trasladarse a Corea del Norte. Esa sofisticada actitud también tiene una explicación: el sueño americano existe... en la mente de los estadounidenses. Un estudio conjunto del centro de análisis centrista Brookings Institution y de la organización sin ánimo de lucro e independiente especializada en estudios de la opinión pública Pew Research Center, y llevado a cabo en 27 países, revela que los estadounidenses son los que más creen en la meritocracia. Así, un 69% de los ciudadanos de ese país está de acuerdo en que "las personas reciben lo que les corresponde por su inteligencia y habilidades", y solo el 19% cree que para progresar en la vida es "esencial" proceder de una familia de ingresos altos. El sueño americano es una creencia demasiado arraigada como para arrancarla con la realidad.

Hijos de ricos y más creativos

"Los niños de familias ricas tienen 10 veces más posibilidades de ser inventores que los de familias de ingresos medios-bajos", declara Chetty en su estudio para la Reserva Federal. De nuevo, es algo visible, al menos a nivel anecdótico. Ahí está Elon Musk, el empresario e inventor por excelencia del siglo XXI, nacido en Sudáfrica y criado en Canadá y EEUU. Su padre, Errol, tenía, entre otras cosas, una mina de esmeraldas en Zambia, y fue el primer sudafricano en volar sin escalas de su país a Australia en un avión: el suyo.

Musk es parte de la mafia de PayPal, el grupo de emprendedores que crearon esa empresa de medios de pago en 1998 y que, desde entonces, han marcado gran parte de la evolución del mundo de la tecnología. Otro es Peter Thiel, un destacado defensor de Donald Trump. Klaus Thiel, su padre, era un ingeniero alemán que fue mánager en las minas de diamantes de Namibia en los años 70 y 80, un trabajo muy bien pagado, porque entonces ese país estaba ocupado por la Sudáfrica del apartheid -que tenía serios problemas para atraer talento-, y los trabajadores de las minas eran, virtualmente, esclavos negros. En la mafia, sin embargo, no todos eran ricos. Max Levchin, por ejemplo, procede de una familia de clase media.

Larry Page, cofundador de Google, consejero delegado de su matriz, Alphabet, y su principal accionista (lo que le convierte en el noveno empresario más rico del mundo) es hijo de Carl Page, doctor en Computación, y, según la BBC "uno de los pioneros en el desarrollo de la informática y de la Inteligencia Artificial". Su madre, Gloria, también era programadora. Otra figura destacada de la Ciencia estadounidense es Arnold Spielberg, padre del director de cine Steven Spielberg.
La correlación -y, acaso, causalidad- entre riqueza y capacidad de invención es muy importante, porque uno de los problemas que afrontan las empresas en Estados Unidos -y que se está convirtiendo en un obstáculo para los planes de Donald Trump de revitalizar la industria del país- es la escasez de mano de obra cualificada. La meritocracia no funciona si los trabajadores no saben o no pueden llevar a cabo su trabajo, y hay inversores que han preferido irse a Canadá porque allí hay personal mejor formado. La consecuencia, a su vez, es más automatización, para reemplazar a esos trabajadores poco eficientes por robots.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Sin Tapujos. Artículo de Marcelino Lastra

Marcelino Lastra, "Sin tapujos", en Miciudadreal, 21 noviembre, 2016:

Estoy sentado frente a una de las personas más irrelevantes de Ciudad Real. Alguien a quien la sociedad no sabe cómo quitarse de encima cuando lo ve acercarse. Me he cruzado con él infinidad de veces, y detenido unas pocas a intercambiar alguna que otra palabra. Viste limpio; nunca he sentido en su presencia un ápice de mal olor, lo cual es de mucho mérito ya que tiene por hogar la calle y por dormitorio el recinto de cualquier cajero automático.

marcelino-lastra-Tengo mucha hambre- fueron las primeras palabras de nuestro último encuentro, esta vez en la plaza Mayor. Lo invité a entrar en algún sitio a comer algo. Una vez en la mesa le pregunté si le importaría hablarme sobre su situación, su vida, de cómo había llegado a ese punto.

-No, no me importa, siempre y cuando respetes mi anonimato –respondió.

No se llama Sergio, aunque utilizaré este nombre para respetar su voluntad.

-No hay día que no piense en suicidarme. La calle te mata lentamente y lo peor es que lo ves venir.

Un cimbronazo me sacudió el cuerpo. Fui incapaz de articular palabra, de continuar con naturalidad la incipiente conversación. Le hice un gesto de que comiera con calma. En realidad, era una estratagema para sobreponerme. Sergio me lanzó la frase demoledora con toda serenidad, como un ser humano consciente de estar al límite. Fue a mí a quien se le vino el mundo encima. Era yo el que necesitaba la calma.

-Tenía un año cuando mi padre murió, no lo conocí, sufrió un accidente mientras trabajaba. Vivíamos en la barriada de Vista Alegre ¿Sabes cuál te digo? –me preguntó, dando la impresión de esperar una respuesta afirmativa.

-No soy de aquí, Sergio. No tengo ni idea –le respondí.

-Ya no existe. Estaba frente al cementerio. Hoy es un descampado para aparcar coches. Éramos tres hermanos. Mi madre no podía mantenernos y tuvo que llevarnos a la Casa-cuna. Allí me crié hasta cumplir la edad para ir al colegio, lo que significó el retorno a un lugar desconocido para mí.

A su regreso le recibió un hogar roto. Una madre arisca, probablemente sobrepasada por una situación que le venía grande y un hermano mayor –niño también, en cualquier caso- ejerciendo de padre, un oficio que sin duda le venía igualmente enorme a juzgar por las palizas que le propinaba. Por su comportamiento problemático, los hermanos fueron expulsados antes de terminar sus estudios escolares. Sergio no es analfabeto, pero lee y escribe con dificultad.

Comenzó a trabajar de camionero, se casó, tuvo hijos. Realizaba viajes largos, regresando a casa cada dos semanas. Cuando Vista Alegre fue demolido la familia recibió una vivienda social. Así transcurrieron cerca de veinte años hasta que, a la vuelta del que sería su último viaje como camionero, su esposa le contó que un hombre había querido violarla en su ausencia. Se trataba de un íntimo amigo de Sergio. Fue a su encuentro y lo apuñaló en medio de una pelea para vengar la afrenta a su mujer y la traición a una amistad profunda. Pagó con nueve años de cárcel por intento de homicidio. A su salida ya no conseguiría ningún empleo. Al cabo de cierto tiempo su esposa comenzó una nueva relación y le pidió el divorcio. El domicilio familiar fue asignado a su cónyuge. Sergio vivió de alquiler hasta agotarse las últimas ayudas sociales. Se enteró que su exmujer convivía con su pareja y el antiguo piso familiar estaba cerrado. Pidió poder habitarlo para no estar en la calle. Una abogada de oficio le dijo que no podía hacer nada ya que como titular del inmueble sólo aparecía registrada su anterior esposa. Desconoce cómo pudo suceder esto.

Lleva tres años en la calle. Mientras compartía el habitáculo de un cajero automático con otra persona, unos desconocidos entraron, le rompieron una costilla y orinaron  a su compañero.

A nadie la interesa la situación de Sergio ni de los otros “sergios” de nuestra ciudad. No hay que sentirse muy compungidos por ello, al fin y al cabo ¿conoce alguien algún lugar en el mundo donde no suceda lo mismo? Los “sergios” estorban, molestan. Da igual que no huelan. Su mera presencia es un incordio, y lo es porque estamos enfermos de inhumanidad.

Pero es lo que se lleva. Los sofistas modernos han secuestrado nuestra forma de pensar. Sí, los sofistas, aquellos con los que se enfrentaba Sócrates en la antigua Grecia. Aquellos que no buscaban la verdad sino imponer su opinión aún recurriendo a retorcer al límite la realidad de las cosas, cuando no a manipularla y falsearla. Sí, los sofistas, los que hicieron que Sócrates fuera condenado a muerte tomando de sus propias manos la cicuta asesina. Sí, los sofistas, los que al imponer el imperio de la opinión frente al de la verdad pusieron las bases del declive griego ¿No nos resulta familiar?

¿Existe alguna persona más expuesta a todo, a todo lo malo y peligroso de la vida? ¿Alguien más vulnerable -por utilizar un término muy de moda-  que quien no tenga un techo, bajo el que cobijarse, y un plato que llevarse a la boca? No, no lo hay. Entonces, ¿por qué sucede? Es más ¿por qué lo permitimos? Más, todavía ¿por qué les perdonamos la vida cada vez que se acercan a nosotros, endurecemos la mirada – cuando no miramos a otro lado- y nos resistimos a ayudarles con una mísera moneda?

Un compañero de Sergio me recordaba la conversación de un grupo de amigos en una terraza este pasado verano.

-Criticaban con vehemencia la política del gobierno con los refugiados, cuando me acerqué a pedirles una limosna. La mayoría siguió hablando sin ni siquiera mirarme aunque fuera por pura educación, no digo ya por compasión. Si no son capaces de darme ni una moneda de 10 céntimos, ni de ayudarme a tener dónde dormir o a llevarme a la boca algo de comer, ¿qué pretenden con los refugiados? Yo no tengo nada en su contra, pero no dejo de preguntarme ¿qué ven en ellos que no vean en nosotros? ¿Acaso las calamidades que nos han expulsado a la calle no son dignas de tener en cuenta? Deberían vivir en carne propia lo que es sentir que nadie te mire, que todos te esquiven, que traten de desentenderse de ti como si fueras un apestado ¿Puede haber algo peor? Quizá la muerte, y recalco lo de quizás.

¿Qué podemos hacer? ¡Por favor, ayúdanos a salir de esta situación! ¡No nos olvides! – me pidió con los labios e imploró con la mirada.

-No lo haré –respondí en primera persona del singular; quiero pensar, quiero ensoñar, que en realidad lo hice en primera persona, sí, pero del plural. Si esto no nos concierne a todos, ¿qué otra cosa podría hacerlo?

Han tratado de convencernos –y en gran parte lo han conseguido- que la caridad cristiana era hipócrita y debía ser sustituida por la solidaridad. No quiero profundizar hoy sobre los sofismas que suelen respaldar tal afirmación. Sólo diré que a nuestros “sergios” los hemos  instalado mentalmente en tierra de nadie. De tanto creernos el buen funcionamiento de esa supuesta solidaridad hemos arrancado el espíritu caritativo natural de las personas. Hoy, los “sergios” de Ciudad Real carecen de lo uno y lo otro, están absolutamente abandonados a su suerte. Y no hará falta insistir que de continuar por este camino los estaremos condenando al cadalso de la calle. Porque en su caso, la calle es su garrote vil. Y si aceptamos su destino con los brazos cruzados seremos cómplices, cuando no inductores, de una palabra que prefiero no mencionar, pues tengo esperanza de que nuestra cualidad humana nos hará reaccionar a tiempo.

Debemos acabar con la mendicidad en Ciudad Real. No es una cuestión práctica ni estética. Tenemos que hacerlo porque sí. Es una de esas cosas que no necesitan discusión, por eso se las llama imperativos categóricos. Claro que a los sofistas modernos les encantaría argumentar y contra argumentar para convertir nuestra alma en un torbellino de confusión con el fin de paralizarnos. Es su arma favorita de ingeniería social. No se lo podemos permitir.

Sigo sentado frente a él. Le noto inquieto mirando al reloj.

-No hay prisa, disfruta un poco de este momento – le dije inocentemente.

-No puedo perder tiempo, tengo que volver a trabajar a ver si saco algo para la cena -. Y nos fuimos. Sergio aceleró enseguida el paso. Se notaba que tenía prisa por evitar que la noche del invierno lo cogiera por sorpresa.

Tenemos que actuar. No podemos permitir que seres humanos como nosotros sean tratados peor que las mascotas de nuestras casas y con menos amor que los peluches de los niños.

En el artículo del próximo lunes hablaré de ello. De cómo pasar a la acción y tratar de dar luz a la nube negra que hemos creado entre todos al consentir y “normalizar” la existencia de los “sergios” de nuestra ciudad.

viernes, 7 de octubre de 2016

Los remedios científicos contra la pobreza existen. Así lo explica la economista Esther Duflo

Rebeca Gimeno, "Esther Duflo y la ciencia contra la pobreza", en El País Semanal, 7 de octubre de 2016: 

Economista y profesora en el MIT, de 43 años, Esther Duflo ha creado un laboratorio, con un método muy parecido al que emplea en los ensayos clínicos, para diseñar estrategias nuevas en la lucha contra un problema global.

DE PEQUEÑA PENSABA que la vida de los más pobres era “el único tema interesante sobre el que pensar”. Esta francesa ha logrado cambiar las políticas para combatir la pobreza. Su método de investigación se parece al que utiliza la medicina para averiguar si un medicamento funciona.

“Estamos cambiando el mundo. Lo estamos haciendo ya”. Esther Duflo pronuncia estas palabras justo antes de lanzarse a cruzar una calle huyendo de una lluvia torrencial.

Cuesta seguirle el ritmo a esta profesora de economía. Tiene 43 años y acumula premios, incluido el Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, en su despacho del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde aquí lidera una revolución en la lucha contra la pobreza con un enfoque original y radical, dos términos de los que ella rehúye. “Es verdad que al principio nos consideraban unos locos que criticaban a otras personas por lo que hacían: lo mismo de siempre”, admite.

A diferencia de muchos economistas, Duflo no tiene ideas preconcebidas de cómo mejorar la vida de los más pobres, pero sí tiene muy clara la forma de averiguarlo: utilizando pruebas aleatorias controladas, muy parecidas a los ensayos clínicos. “La medicina selecciona aleatoriamente a personas para que se tomen el fármaco y forma dos grupos. Si al final se encuentra alguna diferencia entre ellos se sabrá que se debe al medicamento. Lo que hacemos con las políticas sociales es muy parecido. Imagina que quieres probar cuál es el impacto de introducir tabletas en los colegios. Lo que tienes que hacer es seleccionar aleatoriamente un grupo de escuelas en las que los niños recibirán las tabletas y otro grupo en el que no. Si comparas la evolución de ambos grupos, sabrás cuál es el efecto del programa”.

ESTHER DUFLO CREÓ EN 2003 JUNTO A DOS PROFESORES MÁS EL LABORATORIO DE LA POBREZA (J-PAL). HOY SON UNA RED DE 136 ECONOMISTAS

Para impulsar este tipo de experimentos creó en 2003 junto a dos profesores más el laboratorio de la pobreza (J-PAL). Hoy son una red de 136 economistas dedicada a investigar y evaluar programas a base de pruebas aleatorias. Así es como descubrieron que con un kilo de lentejas gratis para las familias la tasa de vacunación se multiplicaba por seis. O que dar una vaca a los que sufren pobreza extrema y enseñarles a cuidarla (en vez de comérsela) mejoraba notablemente su situación económica al cabo de los tres años. “Los experimentos tardan lo que tarde en aplicarse un programa. En algunos casos hemos estado siguiendo a gente durante 10 años.”

Antes de embarcarse en un ensayo es imprescindible viajar al terreno y conocer los problemas de primera mano. “Me encantan estos viajes, son una recompensa. No creo que fuera posible hacer un buen trabajo sin pasar tiempo en los países en desarrollo. No soy la única economista de mi campo que lo hace”.

La joya de la corona de estos economistas es un experimento para reducir el absentismo escolar. “Lo más efectivo y más barato para que más niños vayan a la escuela es darles una pastilla que les quite los parásitos intestinales”, asegura Duflo con rotundidad. Unos 600 millones de niños en edad escolar están infectados con algún tipo de lombriz según la Organización Mundial de la Salud. Sin el tratamiento adecuado, estos parásitos limitan la absorción de micronutrientes. Los niños simplemente están muy cansados para poder ir al colegio. Curarlos puede reducir el absentismo en un 25% e incrementar sus ingresos en el futuro. La idea convenció al Gobierno de India: 140 millones de niños fueron tratados en las escuelas el pasado 10 de febrero. “Esto es un logro nuestro, es un avance enorme”.

El éxito supone solo una pequeña batalla ganada contra la pobreza. “No hay soluciones milagrosas. No llegaremos nunca a un punto en el que una única teoría resuelva los problemas del mundo. Lo que sí podemos hacer es empezar a comprender algunas piezas del puzle”.

La principal crítica que recibe su investigación es que demuestra que algo funciona en un contexto muy concreto, pero nada más. “Es un argumento coherente al que podemos empezar a responder. Los microcréditos, por ejemplo. Se han realizado siete evaluaciones aleatorias en siete lugares muy diferentes y en ninguna de ellas se ha encontrado ningún impacto. Podemos entonces estar razonablemente seguros de que los microcréditos no son muy efectivos para reducir la pobreza porque lo hemos visto ya siete veces”.

El sector financiero se tomó muy mal en su día estas conclusiones, pero luego algunas entidades empezaron a introducir cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los más pobres. El pragmatismo de Duflo se abre paso en los despachos de los Gobiernos (asesora a una veintena) y las ONG que reclaman políticas basadas en pruebas. “Cada vez hay más gente interesada en los experimentos. Llevamos más de 750 por todo el mundo. Es verdad que hay muchas cuestiones que generan interés sobre las que no tenemos respuestas todavía. Dentro de 20 años sabremos mucho más”.

Es más que probable que para entonces el Nobel de Economía luzca también en su despacho. Hasta en eso esta tímida profesora lideraría otra revolución: sería la segunda mujer en conseguirlo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

119 banqueros españoles cobraron más 166 millones de pesetas viejas en 2014.

"119 banqueros españoles cobraron más de un millón de euros en 2014". En El País, 30-III-2016:

La media de ganancias del colectivo es de 2,39 millones. De ellos, hay dos que cobraron más de ocho

Un total de 119 banqueros españoles obtuvieron una remuneración superior a un millón de euros en 2014, lo que sitúa a España como el quinto país con un mayor número de directivos bancarios con salarios millonarios, por detrás de Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. En concreto, la remuneración media de estos banqueros españoles alcanzó los 2,39 millones de euros, una cifra que supera la media de la Unión Europea, que se situó en 1,9 millones de euros, según un informe de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés).

En total, estos 119 representantes del sector financiero español se embolsaron de forma conjunta más de 284 millones de euros, de los que 134 millones correspondieron a remuneración fija y 150 millones de euros a remuneración variable. Esto supone una reducción respecto a los 133 de 2013, aunque menos que los 100 de 2012.  

De estos altos directivos españoles, 77 cobraron entre uno y dos millones de euros, quince entre dos y tres millones de euros, trece cobraron entre tres y cuatro millones, tres cobraron entre cuatro y cinco millones, seis banqueros obtuvieron una remuneración entre cinco y seis millones, dos cobraron en una horquilla entre seis y ocho millones y dos banqueros superaron los ocho millones de euros.

El país europeo con mayor número de banqueros con una remuneración millonaria es Reino Unido, que cuenta con 2.296 directivos que obtienen una remuneración media de 3,3 millones de euros, seguido de Alemania, con 242 banqueros que cobran una media de 1,7 millones de euros.

En tercer lugar se sitúa Francia, donde 171 de sus banqueros cobraron una media de 1,59 millones de euros, mientras que Italia se sitúa en cuarta posición con 153 directivos que cobraron una media de 1,7 millones de euros.

Los países con un menor número de directivos altamente remunerados en 2014 fueron Croacia y Grecia, con un solo banquero incluido en esta lista y una remuneración aproximada de un millón de euros.

El informe de la EBA también ha puesto de manifiesto que el número de banqueros que obtuvieron una remuneración millonaria se incrementó en un 22% respecto al año anterior, especialmente en la horquilla de entre uno y tres millones de euros.

Asimismo, la autoridad bancaria ha indicado que la remuneración de los banqueros supone un importante coste para las entidades, que representa de media casi la mitad del total de sus costes administrativos.

Efecto del límite de bonos

Por otro lado, la EBA ha abordado en su informe el efecto que ha tenido la limitación a los bonus en la remuneración de los banqueros europeos aprobada en 2014. De acuerdo con esta regla, los bonus de los banqueros no podrán superar la cuantía de la remuneración fija.

Asimismo, si los accionistas del banco lo autorizan, estos bonus podrían llegar a un máximo del doble del salario. El objetivo de estos topes es evitar que los banqueros asuman riesgos excesivos a corto plazo, que según Bruselas están en el origen de la crisis financiera.

La EBA ha destacado que la introducción de esta limitación ha tenido como consecuencia que las entidades han incrementado la remuneración fija de sus directivos. En concreto, la ratio de remuneración variable ha pasado a equivaler un 127% del salario fijo de los directivos, frente al 317% del año anterior.

En su informe, la autoridad bancaria ha afirmado que la introducción de este límite a los bonus "no ha tenido un efecto significativo" en la estabilidad de las instituciones financieras europeas ni en su flexibilidad de costes.

sábado, 19 de marzo de 2016

España persigue fiscalmente a los que tienen hijos

Marcos Iriarte, "¿En qué comunidad está más castigado (fiscalmente) ser padre?", en El Mundo, 19-III-2016:

(Para ver las tablas y estadillos por comunidades, en el enlace)

España además está entre los tres países europeos que menos ventajas fiscales da a la paternidad

Un contribuyente de Navarra con dos hijos paga 842 euros más de IRPF al año que uno del País VascoA nivel europeo, los que más ventajas fiscales obtienen por paternidad son irlandeses y daneses. 

Los hijos traen alegrías, pero también costes. Muchos costes. Y para aliviar el trago económico los hijos desgravan en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en nuestro país. Pero no es igual ser padre -al menos no fiscalmente- en todas las comunidades. Y es que tener hoy dos hijos a tu cargo en Navarra te puede salir hasta 842 euros más caro que tenerlos en el País Vasco, la Comunidad Autónoma que mejor trato da a las familias con hijos en este momento.La diferencia es evidente. Si se parte de una renta media de 26.162 euros, una persona sin hijos pagará 3.853,65 euros en 2016 de IRPF en el País Vasco. Si tiene dos hijos, sólo 1.518. En la comunidad vecina, sin embargo, el ahorro en el IRPF es mucho menor. Una persona sin hijos (con la misma renta antes mencionada) pagará al año 3.988,15 euros. Y si tiene dos hijos, 2.495. Es decir, un ahorro de 1.492,95 euros, pero 842 euros menos que sus vecinos.Así, tras el País Vasco, las CCAA que mejor trato fiscal otorgan actualmente a la paternidad son Asturias (con una deducción anual de 1.920 euros), Andalucía (1.739), Cataluña (1.719) y la Comunidad Valenciana (1.713). Por contra, las que menos deducción de IRPF permiten en 2016 son, la mencionada Navarra, Castilla y León (1.592), Canarias (1.592), La Rioja (1.613) y Castilla-La Mancha (1.613). Madrid, la sexta CCAAEn el caso de Madrid, un soltero sin hijos a su cargo pagará este año por IRPF, 3.812 euros. Y, sin embargo, otra persona que tiene dos hijos a su cargo en esta misma comunidad deberá abonar 2.124. Es decir, 1.688 euros menos. De esta forma, Madrid queda como la sexta comunidad en el ránking de las que más facilidad fiscal ofrecen para los padres hoy en día."Si hablamos de tipos fiscales, la imposición directa observada en el caso de un contribuyente con dos hijos oscila entre el 32,37% y el 35,25%, mientras que ese mismo declarante se movería entre el 39,25% y el 39,64% si no tuviese descendencia", concluye el informe El castigo fiscal a las familias españolaselaborado por el think tank Civismo.

Pero la carga fiscal de ser padre no sólo es muy diferente atendiendo a la comunidad autónoma en la que reside el progenitor.También hay, según Civismo, grandes diferencias por países. Así, "los contribuyentes españoles soportan una carga tributaria que supera holgadamente el nivel de impuestos vigente en otros países de la Unión Europea. De hecho, si analizamos la situación de los 15 países más acaudalados de nuestro entorno, nos encontramos con que España es el país que menos rebaja los tributos a las familias", apunta este informe que se ha elaborado con datos facilitados por la OCDE.En concreto, un contribuyente español con un sueldo medio y dos hijos paga cinco puntos menos de fiscalidad directa que alguien sin descendencia. Muy lejos del 40,98% que se ahorra un contribuyente irlandés con dos hijos sobre otro que no los tiene; o un danés (con un 27,35% menos); un luxemburgués (-24,52%); o un inglés (-20,75%).Es nuestro país, por tanto, el que menos ventajas fiscales aporta a las familias, de los 15 países analizados por el equipo de Civismo. Nos siguen de cerca Suecia (sus contribuyentes con hijos se ahorran un 7,52% más de IRPF que los que no lo tienen) y Portugal (con un ahorro del 9,78%). Dicho de otra forma, el 5% de reducción en el IRPF que reciben los padres españoles está tres veces por debajo de la media del 16,4% de entre los 15 países europeos más ricos.Pero no sólo en la foto de las ventajas (es decir, la de las deducciones que por tener hijos corresponden) sale mal parada España si se compara con sus vecinos europeos. Si analizamos la carga fiscal total que soportan los padres españoles, nuestro país es el tercero que más esfuerzo fiscal exige, sólo por detrás de Francia y Bélgica

lunes, 23 de noviembre de 2015

La engañifa de las pensiones de jubilación

Mnauel V. Gómez e Íñigo de Barrón, "La carta que el Gobierno no quiere que llegue a leer. Los mayores de 50 años iban a recibir un informe con su pensión pública futura. El Ejecutivo lo ha vetado para evitar que se conozcan las bajas prestaciones", en El País, 23 NOV 2015:

El simulador de pensiones solo es fiable para jubilaciones antes de 2019

El Gobierno no va a cumplir con su promesa de enviar una carta a los mayores de 50 años con la pensión privada y pública futura. Lo admitió el propio secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, cuando, el pasado 5 de noviembre, dijo: “Comprometido, pero no realizado”. En lugar de la misiva, Burgos presentó un simulador electrónico, puesto en marcha en la web Tu Seguridad Social, en el que se puede consultar una aproximación de cómo será la prestación de los futuros jubilados con limitaciones y dificultades técnicas. El sector del ahorro privado cree que el Gobierno ha parado la carta para evitar dar malas noticias por motivos electorales.

El compromiso del PP con esta incitativa —que ya se ha hecho en algunos de los principales países de la Unión Europea— viene de lejos. En enero de 2011, el PP pidió en la reunión del Pacto de Toledo, donde se regula la marcha de las pensiones públicas, que se incluyera una recomendación para que se facilitara el conocimiento del importe de las cotizaciones realizadas. El Gobierno de Zapatero, en julio de 2011, poco antes de dejar el poder, contó con el apoyo del PP para aprobar una disposición adicional en la que estableció la obligación de la Seguridad Social de informar a cada trabajador sobre su jubilación, obligación que se extendió a las empresas privadas de seguros y fondos de pensiones.

La propia ministra de Empleo, Fátima Báñez, el 8 de mayo de 2012, resaltó la importancia de facilitar a los ciudadanos información precisa sobre las expectativas de la pensión, para lo que anunció que se crearía una regulación reglamentaria. El 8 de abril de 2014, Burgos, anunció la intención del Gobierno de plasmar el derecho de información sobre la pensión en un “real decreto de próxima aparición”.

Así, se elaboró un borrador de real decreto, sometido a los interlocutores sociales, a la patronal de fondos de inversión y fondos de pensiones, Inverco, y a la de seguros, Unespa. Después de las consultas, se envió al Consejo de Estado.

Todo estaba preparado

Estaba previsto enviar la carta para finales de 2014. Los grandes bancos se lo creyeron y anunciaron campañas comerciales con el lanzamiento de herramientas en las que usarían de gancho la escasa pensión pública para que los clientes la complementaran con sus productos de ahorro.

¿Qué pasó para que la carta no se remitiera? Fuentes consultadas coinciden en que fue desde el palacio de la Moncloa donde se paralizó la misiva ya que incluso llegó a debatirse en la reunión de subsecretarios previa al Consejo de Ministros. Ninguna de esas fuentes duda de que ha sido la voluntad política la que ha dado con la carta en la papelera, porque el real decreto estuvo a punto de salir hace más de un año.

Por una razón u otra, la información nunca llegó y la banca, sin ocultar su enfado, trató de salir del paso con simulaciones del ahorro privado. “Tener esta información es más importante que las ventajas fiscales que se puedan dar a los fondos de pensiones. Los cotizantes tienen derecho a saber lo que pueden esperar del Estado para hacer sus planes y evitar sorpresas desagradables cuando llegue la jubilación”, afirma Pilar González de Frutos, presidenta de la patronal de seguros, Unespa, y ex directora general de Seguros con el PP. Su testimonio refleja el malestar del sector, que no se conforma con el simulador. “La web está bien, pero es insuficiente. El Gobierno debía cumplir lo que prometió y sacar la carta escrita, que es lo que la gente puede entender bien”.

En términos parecidos se expresa Ángel Martínez-Aldama, presidente de la patronal Inverco: “La gente con más de 50 años es la que tiene más dificultad para manejarse con el simulador porque no tiene tanta facilidad con los medios electrónicos. La carta era una obligación del Gobierno; ahora quedará para el siguiente”.

Desde organismos del Gobierno se ha acusado al sector privado de frenar esta iniciativa para que el cliente no viera que es más rentable la pensión pública que la privada. Tanto González de Frutos como Martínez-Aldama niegan que hayan paralizado el proceso. Ambos coinciden en admitir que no fue fácil llegar a una información más o menos homogénea, que siguiera unos parámetros comparables a los de la pensión pública, pero aseguran que al final se alcanzó un consenso técnico. Estaba previsto que los que tuvieran pensión privada recibirían una carta y, de forma separada, el Estado enviaría otra a todos los mayores de 50 años.

Desde la Secretaría de Estado de la Seguridad Social se estuvo tan convencido de que la carta iba a ser realidad, que adjudicó dos concursos a empresas privadas: Mailfactory, se encargaría de imprimir las cartas y los sobres por 251.000 euros; y Unipost, se haría cargo del envío por 1,3 millones, un importe menor a los 2,2 millones por los que se licitó el concurso. En Empleo alegan que la paralización del proyecto no tendrá ningún coste público.

“Los mercados van mal y los tipos de interés están casi en cero, con lo que la rentabilidad de los productos en donde invierten los fondos de pensiones van peor de lo previsto. Por eso es tan importante la carta y la información”, asegura un experto del sector.

Un simulador complejo y limitado

El simulador que ha puesto en marcha el Gobierno no incluye el factor de sostenibilidad. A partir de 2019 será un nuevo parámetro que influirá en el cálculo de la pensión inicial y la ligará a la esperanza de vida a los 67 años. No está incluido porque en su primera versión precisa datos de hasta 2017. Esto hace que la solución que ofrece solo sea fiable para quienes vayan a jubilarse antes de 2019.
Incluso este dato no es válido en todos los casos, porque tampoco se incluyen los topes que tiene la pensión máxima, que en 2015 asciende a 2.560,8 euros en 14 pagas mensuales (2.987,7 en 12), independientemente de lo cotizado (nunca más de una base de 3.606 euros en 12 mensualidades). Un ejemplo, si alguien cotiza por un sueldo de 3.412 euros al mes ahora y lo ha hecho durante los últimos 16 o 17 años, el simulador arroja un dato que supera la pensión máxima. No obstante, se lo advertirá: “Tu pensión puede verse limitada por superar la máxima”.