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sábado, 9 de enero de 2021

Ricos y pobres en la Epístola de Santiago

El comunismo moral fue fundado por Jesús en el Sermón de la montaña. Pero a Lutero le ponía nervioso la defensa que hace de los pobres y el ataque a la riqueza de la Epístola de Santiago: por eso la excluyó de su Biblia., más que por su defensa del papel de las obras frente a la fe. Esta es una selección de los pasajes controvertidos:

Cap. 2 Hermanos, si realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo glorioso, no hagan diferencias entre personas. 2 Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra también un pobre con ropas sucias, 3 y ustedes se deshacen en atenciones con el hombre bien vestido y le dicen: «Tome este asiento, que es muy bueno», mientras que al pobre le dicen: «Quédate de pie», o bien: «Siéntate en el suelo a mis pies». 4 Díganme, ¿no sería hacer diferencias y discriminar con criterios pésimos?

5 Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman? 6 Ustedes, en cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran ante los tribunales. 7 ¿Y no son ellos los que blasfeman el glorioso nombre de Cristo que ha sido pronunciado sobre ustedes?

8 Obran bien cuando cumplen la Ley del Reino, tal como está en la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo. 9 Pero si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado y la misma Ley los denuncia como culpables. 10 Porque si alguien cumple toda la Ley, pero falla en un solo punto, es como si faltara en todo. 11 Pues el que dijo: No cometerás adulterio, dijo también: No matarás. Si, pues, no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la Ley.

[...] Cap. 5 Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. 2 Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, 3 su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya estamos en los últimos días?

4 El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. 6 Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse? Esperen la venida del Señor 7 Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor

lunes, 13 de julio de 2020

El hombre que era más rico que Bill Gates

Un día, yo estaba en el aeropuerto de Nueva York. Me acerqué a un vendedor de periódicos, pues quería comprar un diario, pero, al sostenerlo en mis manos, me di cuenta de que no tenía dinero suficiente y desistí de la idea. De pronto el vendedor me dijo que lo tomara. "No hace falta que lo pagues, yo te lo doy gratis". Yo ni le había preguntado, pero él se dio cuenta, y ante su insistencia, acepté agradecido por el regalo.

Tres meses más tarde me encontré con el vendedor en el mismo aeropuerto, y de nuevo estaba sin cambio para comprar el periódico. "Puedes tomarlo. Estoy compartiendo esto de mis ganancias. Así que no te preocupes, no estaré perdiendo nada". De nuevo lo tomé y le di las gracias.

Diecinueve años después me hice rico y famoso. Cierto día, recordé al vendedor y decidí buscarlo. Después de un mes de búsqueda, finalmente lo encontré. Y cuando pude reunirme con él, le pregunté: "¿Recuerdas que una vez me diste el periódico gratis? Quiero pagar la ayuda que me ofreciste; lo que tú quieras, yo te lo cumpliré". Pero el vendedor se negó y me dio una respuesta que me dejó extrañado. "¿Usted cree que podrá igualar mi ayuda? Yo lo ayudé cuando era un  pobre vendedor de periódicos. Usted está ayudándome ahora que es el hombre más rico del mundo. ¿Cómo podrá su ayuda igualar a la mía?" Y ese día entendí que aquel hombre era más rico que yo, ya que no esperó a tener dinero para ayudarme, sino que lo hizo por bondad cuando probablemente le faltaba para llegar a fin de mes.

Otra anécdota emparentable es la que le ocurrió a Humphrey Bogart con Harry Truman. Bogart, ya cincuentón, iba a tener su primer hijo y se apostó veinte dólares con el Presidente a que sería niña. Pero fue niño. Bogart le envió un cheque de veinte dólares a Washington; pero Truman se lo devolvió endosado al neonato con una carta donde le expresaba cuánto respetaba a un hombre que recuerda sus deudas y las paga.

domingo, 14 de junio de 2020

Pensamientos ajenos sobre pobreza y corrupción

"Va a dejar de haber pobreza cuando dejen de robar, va a haber instituciones cuando dejen de mentir.“ —  Elisa Carrió política argentina 1956

"No hay otra alianza con Dios que No mentir, No robar y No votar contra los pobres.“,  Elisa Carrió política argentina 1956

"Si a vos los de arriba te enseñan a robar, vos vas a robar; si te enseñan a mentir, vas a mentir. ¿Qué hacer con un poder que miente y roba todos los días? ¿Qué puede hacer una maestra y cómo les explica a los chicos que no deben mentir porque sino sus vidas van a ser difíciles, si el chico ve la vida exitosa de los que roban y mienten? Tenemos que tomar esa decisión“ —  Elisa Carrió, 1956

"Era un poco como robar. Era exactamente como robar. Era de hecho, robar. Pero no había ninguna ley que lo prohibiera porque nadie sabía que el crimen existía, ¿y acaso se podía llamar robo cuando nadie echaba de menos lo robado? ¿Y acaso era robar si se robaba a unos ladrones? En cualquier caso, toda propiedad es un robo, salvo la mía" —  Terry Pratchett, 1948

domingo, 26 de abril de 2020

Desahucio trágico

Desahucio mortal en la vida de Alicia

La mujer de 65 años que se suicidó cuando iban a desalojarla de su piso en Madrid ocultó sus problemas a la poca gente que frecuentaba. Daba ropa y comida a la iglesia pese a su precaria situación económica

JUAN DIEGO QUESADA

Madrid 2 DIC 2018 - 13:03 CET

Misa el viernes en la iglesia de San Antón, Madrid, en homenaje a Alicia, la mujer que se suicidó cuando iban a desahuciarla. En vídeo, la historia de la mujer. FOTO: A. GARCÍA | VÍDEO: ATLAS
El hijo la acercaba a casa en coche después de haber pasado la tarde juntos. El chico hacía el amago de subir al apartamento de su madre en un gesto de cortesía, pero ambos convenían que era mejor despedirse en el portal del edificio. Ella compartía apartamento con una amiga que se acababa de quedar viuda y no querían importunarla con una visita inesperada. Así que se daban dos besos y se emplazaban a una próxima ocasión.

De puertas para adentro, Alicia del Moral, la señora elegante de 65 años que hace una semana se suicidó lanzándose desde un quinto piso cuando la iban a desahuciar, vivía encerrada en sí misma, inaccesible, amurallada. Si la realidad tiene dos caras, las personas también.

Alicia frecuentaba salones de baile, donaba ropa y comida a la iglesia y pertenecía a un pequeño círculo de amigas del barrio de Chamberí con las que tomaba café por las tardes, en su condición de jubilada que vivía con holgura tras haber recibido la indemnización de su último trabajo como secretaria de un reputado economista.

Esa era la imagen visible. La opaca era mucho menos amable. Vivía sola (no existía tal amiga viuda), cobraba ayudas sociales y necesitaba soporte económico de su único hijo, un informático al borde de los 30 que también le costeaba el teléfono y la conexión a Internet. Nadie de su reducido entorno sospechó que sobre ella pesaba un desahucio que estaba a punto de expulsarla a la indigencia.

Alicia del Moral

Su desalojo procedió a ejecutarse el martes 27 de noviembre, a las 11.00. El portero del número 1 de la calle Ramiro II barría las escaleras cuando llegaron dos policías municipales, dos funcionarios del juzgado, un cerrajero y un par de representantes de la empresa Apartamentos Galileo, en calidad de propietarios. La comitiva anunció que procedía a echar a la vecina del número 4 de la quinta planta, un estudio de 50 metros, por una deuda de 2.000 euros. Cuatro meses de renta.

El portero se quedó asombrado. Nunca imaginó que esa mujer menuda, de aire aristocrático, era morosa. El cortejo pulsó el telefonillo, sin respuesta. Subió en dos tandas de ascensor hasta la quinta planta. Llamó tres veces a la puerta con idéntico resultado. En ese momento, el portero recibió una llamada. Un pintor le informaba de que una mujer yacía tendida en la acera, como si se hubiera desmayado. Al bajar encontró inmóvil a una mujer en calcetines y pijama. Avisó a los policías. Uno de ellos trató de reanimarla. Al fijarse bien, el portero se dio cuenta de que se trataba de Alicia.

-Es la señora del quinto piso -, le dijo.

-¿Estás seguro?

-Segurísimo.

Dos días después, en la sala de espera del Instituto Anatómico Forense, el único familiar directo de Alicia, su hijo, no era capaz de entenderlo. No había percibido ninguna señal preocupante. Ella nunca le comentó nada. La explicación de que vivía con una amiga le había convencido. Entendía que era la que se hacía responsable del alquiler. De hecho, se preguntaba ahora cómo su madre pudo rentar en una zona cara de la ciudad sin contrato de trabajo ni avalista, que él sepa. A esas alturas, 48 horas después de lo sucedido, ningún amigo o conocido de ella había contactado con él. Nadie parecía echarla en falta.

Alicia no tenía en esta vida a nadie más que a su hijo. Ella también era hija única de una familia acomodada del Madrid de los alrededores de la Gran Vía. Su primer trabajo fue como secretaria en una naviera. Conoció a un muchacho con el que tuvo un niño. Intentaron formar una familia en Las Palmas, a donde se fueron por exigencias del trabajo de él. La aventura isleña fracasó. Dos años más tarde, a principios de los noventa, volvió a Madrid con el hijo, y se instaló en casa de su madre.

Poco después comenzó la etapa más estable de su vida. Trabajó de secretaria particular de un abogado y economista por la zona de Islas Filipinas. El señor estaba encantado con el porte distinguido de Alicia. Ella organizaba su agenda, los almuerzos con gente conocida, cuidaba del protocolo. Ese empleo le hacia feliz. Sin embargo, llegó el día en el que hombre se jubiló e indemnizó a sus empleados antes de echar el cierre.

 Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí
Vista del edificio donde Alicia falleció tras tirarse desde su domicilio en el quinto piso de un bloque de viviendas en la calle Ramiro II número 1, en el distrito de Chamberí RAMIRO EFE
Por esas fechas perdió a su madre. El hijo, a los 16 años, se mudó a casa de su abuela paterna. Bajo ese techo estudió la carrera. A partir de ahí, según quienes la frecuentaron, Alicia erró por varios empleos inestables que no casaban con su pasado: cuidó enfermos, señoras mayores, fue camarera de piso en un hotel.

Sin casa propia, compartió piso en Vallecas y Cuatro Vientos antes de asentarse seis años, esta vez sola, en el de Chamberí, su última parada. Dadivosa hasta el punto de dar a la caridad lo que no le sobraba, no quería tampoco importunar a su hijo con sus preocupaciones. Impenetrable para los que incluso la conocían íntimamente, ocultó las dificultades por las que atravesaba.

La soledad mata, según Gustavo García, de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. "Es el principal problema de exclusión social desde 2012, sobre todo para personas mayores. La sociedad ha mutado. Y en casos como el de Alicia vemos que La pobreza no se parece a la de antes, a veces es imperceptible", explica.

¿Su gran pasión? El baile. En las pistas coincidió con gente interesante. Un escritor, autor de un manual de escritura para relatos de ficción, la recuerda enigmática. "Había viajado, vivía de una forma más o menos acomodada. Esa era la apariencia", cuenta por teléfono.

Alicia vestía muy bien, era coqueta. Hace tres años ella cambió su gusto y se aficionó al flamenco. Él no le siguió el paso. Desde entonces dice que no se frecuentaban. Conoce los momentos fundamentales de su vida, pero no los detalles. Sabía que no trabajaba aunque daba entender que podía mantenerse sin apuros. En ese punto, la conversación se interrumpe bruscamente: no desea seguir hablando del tema.

La misma actitud hosca muestra el gerente de un garito a 20 metros de casa de Alicia. A toda prisa, dice no recordarla y prohíbe turbar a los clientes preguntando por ella. Igual de esquivos son los responsables de un lugar de salsa. En una discoteca que frecuentó se enrarece el ambiente al mencionar el suicidio. El infortunio espanta.

Una verdad a medias, como todas. El padre Ángel, encargado de la iglesia de San Antón, abierta las 24 horas para alojar a indigentes, organizó el viernes una oración y una misa por Alicia al enterarse de que acudía regularmente a donar ropa y comida a esta parroquia abierta a los pobres. Al cura le emociona la historia porque el motivo que desencadenó su final abrupto es más propio de los que reciben la limosna, menos común en quienes la dan: "Estos son los misterios que nos presenta la vida".

Para finalizar la homilía, un coro de luto riguroso entonó el Sanctus y el Aleluya. La atmósfera sobrecogió a los pocos presentes. Este ha sido el único homenaje público en su memoria. No va a haber entierro ni cremación. El hijo ha donado su cadáver a la ciencia.

domingo, 21 de mayo de 2017

La ciencia asevera que el único secreto del éxito es tener padres ricos

Pablo Pardo, "El sueño americano ha muerto: si naces pobre, seguirás pobre", en El País, 21 de mayo de 2017:

Numerosos estudios cuestionan la idea de que sólo con esfuerzo e inteligencia una persona puede llegar a donde quiera en EEUU

El sueño americano, pero al revés

El edificio, como de 10 plantas, está en la esquina de la calle 16 -la de la Casa Blanca- y la calle K -la calle que tradicionalmente ha sido la sede de los bufetes de abogados que hacen lobby en la capital estadounidense-. Está frente a uno de los dos hoteles Hilton de Washington, a 300 metros del Museo de National Geographic y del selecto University Club, ambos en la 16. En la K, como a otros 300 metros, está el Washington Post, y más cerca, uno de los bares de striptease más reputados de la capital estadounidense, Archibald's, "el club para caballeros más selecto de Washington DC", según dice su propia web. Archibald's está incrustado en la parte de atrás del St. Regis, un hotel en el que la habitación más barata para la noche de hoy, domingo, sale por 582 dólares (547 euros), impuestos y tasas incluidos.Los lugares más destacados, sin embargo, están en la 16. En dirección norte, a 400 metros, está el Jefferson, el hotel más caro de la capital estadounidense, que se autodescribe como "el segundo sitio más exclusivo de Washington". El primero está a 200 metros del edificio, pero en la dirección contraria, hacia el sur, en la esquina de la 16 con la Avenida de Pennsylvania. Es la Casa Blanca.Este edificio es más discreto. Sólo tiene una identificación: K&L Gates, LLP (las siglas en inglés de Sociedad de Responsabilidad Limitada, que es la fórmula legal a la que se acogen los bufetes de abogados, consultoras, y demás empresas que son partnerships). ¿Gates, como Bill, el fundador de Microsoft, el mayor filántropo y millonario del mundo? No, Gates como William, el padre de Bill.Porque Bill Gates es el hijo de William Gates, el cofundador de uno de los 10 mayores bufetes de abogados de Estados Unidos, una empresa que lleva, entre otras, la cuenta de las relaciones con el Gobierno de Microsoft. Su madre, Mary, era miembro del consejo de administración del banco de Montana First Interstate, y del patronato de United Way, una ONG que combate la pobreza. En el patronato, estaba también el presidente y consejero delegado de IBM, John Opel. El joven Gates recibió dos millones de dólares en acciones de su abuelo materno. Asistió a una escuela privada, Lakewood, cuya matrícula costaba tanto como la de Harvard, y allí se hizo amigo del otro cofundador de Microsoft, Paul Allen. Cuando Microsoft creó su primer sistema operativo de éxito, el MS-DOS, la primera empresa que lo adoptó para sus ordenadores personales fue IBM. El consejero delegado de IBM entonces era John Opel.El amigo de Gates, el financiero y (también) filántropo Warren Buffett, la segunda persona más rica del mundo, empezó su carrera como empresario repartiendo periódicos en su Omaha natal. Es cierto. Pero también lo es que su padre, Howard Buffett, era en aquella época el único congresista del estado de Nebraska, en el que está Omaha, en la Cámara de Representantes de EEUU. Ser hijo del único congresista del estado no está mal para lanzar una carrera como inversor.Todas estas anécdotas ponen en cuestión una idea: el sueño americano. O sea, la idea de que, sólo con esfuerzo e inteligencia, una persona puede llegar a donde quiera en la mayor potencia del mundo. Para EEUU, es casi una religión, una seña de identidad. Y lo cierto es que no faltan casos. Steve Jobs y Steve Wozniak, los fundadores de Apple, venían de familias de ingresos altos. Igual que Jeff Bezos, la tercera -o cuarta, según el día- persona más rica del mundo, fundador y dueño del 17% del gigante de las ventas online y de la nube Amazon.O sea, que no hay que irse al otro extremo. El sueño existe. Pero, ¿hasta dónde? ¿Es una realidad o una obra maestra del márketing? A fin de cuentas, en España no hablamos del sueño español, a pesar de que somos el único país donde un señor llamado Amancio Ortega, que dejó la escuela a los 14 años, nacido en Busdongo, en las montañas de León, casi en la raya con Asturias, y criado en Galicia, que sólo se parece a Silicon Valley en las curvas de las carreteras secundarias y a Harvard en lo verde que es la vegetación, puede convertirse en la tercera persona más rica del mundo.

"Cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito"

Ahora, una cantidad creciente de estudios están poniendo de manifiesto que el sueño americano, si es que alguna vez existió, se está extinguiendo. Un equipo dirigido por Raj Chetty, de la Universidad de Stanford, ha publicado en la revista Science un monumental estudio estadístico que declara que la movilidad absoluta -o sea, el porcentaje de niños que van a tener unos ingresos superiores a los de sus padres -ha caído de aproximadamente el 90% en la década de los 40 al 50% hoy."El mayor declive es en la clase media", declara el estudio. Es un dato consistente con dos estudios del nobel de Economía Angus Deaton y su esposa, Anne Case, en 2015 y hace apenas dos meses, en los que revelan cómo la clase media blanca está sufriendo una oleada masiva de muertes por enfermedades asociadas a la pobreza -diabetes- y a la desintegración social -abuso de medicamentos con receta, suicidios y alcoholismo-, que se ha convertido en la mayor crisis de salud desde la II Guerra Mundial, y muy por encima de la epidemia de sida de los 80. Así que el análisis de Science es un paso más en una creciente cantidad de análisis que revelan que, si el sueño americano existió, ahora está muerto y enterrado. La gran diferencia entre este documento y otros es dónde ha puesto el foco. Los cinco investigadores que han escrito el informe se centran en la movilidad absoluta, o sea, en los ingresos. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios miraban a la movilidad relativa.En ese caso, se divide a la sociedad en grupos --normalmente cinco o 10, para hacer más sencillo el cálculo-- en función del nivel de ingresos, y se estudia cuántas personas pueden pasar de un grupo a otro. Por poner un ejemplo, cuánta gente que nazca en el 10% más pobre puede pasar al segundo 10% más pobre. Según Thomas Hertz, de American University, un niño nacido en el decil (es decir, el 10%) más bajo tiene un 31% de posibilidades de permanecer ahí durante toda la vida. Si se amplía la banda al segundo decil inferior (o sea, el grupo formado por las personas que son entre el 80% y el 90% de la gente más pobre), la proporción es del 43%. Pobre eres, y en pobre te convertirás.Los resultados de esos análisis ya habían dejado claro que EEUU es una sociedad con muy poca movilidad social o, como lo planteó en 2002 el profesor de Harvard y experto en esa materia Alan Krueger, "cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito".

Las organizaciones internacionales también habían alcanzado la misma opinión. En 2010, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) situaba a Reino Unido, Italia, y EEUU como los tres países en los que la riqueza de los padres tiene más influencia en la riqueza de los hijos. España era el quinto, tras Francia, y casi al mismo nivel de Alemania. La misma España que los españoles tendemos a despreciar como un país de hijos de papá es más meritocrática, según la OCDE, que EEUU. Y la misma Francia que los estadounidenses critican como un ejemplo de elitismo es más igualitaria que su propio país.Según Krueger, si una familia tiene unos ingresos del doble de la media, tardará cinco o seis generaciones (entre 100 y 120 años) en bajar a la media. En la década de los 80, la Teoría de la Transmisión Intergeneracional del Estatus Económico, del nobel Gary Becker, de la Escuela de Chicago, de orientación liberal, había reducido ese periodo a sólo dos generaciones.Ahora bien, ¿por qué sucede esto? ¿Es porque la economía crece menos y, por tanto, hay menos tarta que repartir? ¿O porque hay menos redistribución? El artículo de Chetty es concluyente: "La mayor parte del declive en movilidad absoluta se debe a una distribución más desigual del crecimiento económico en las décadas más recientes, más que al frenazo de la tasa de crecimiento del PIB". Dicho de forma menos complicada: la movilidad ha crecido porque hay menos redistribución.Esa conclusión es una crítica frontal a la política de Donald Trump y, en general, de toda la Economía de la Oferta, que sostiene que hay que eliminar regulaciones e impuestos, en especial a los contribuyentes con ingresos más altos, para que así el tren corra más deprisa y todos lleguemos más lejos. Es el trickle down economics, la economía del goteo, que prevé que la sociedad se beneficiará de la bajada de impuestos al capital, porque éste generará más trabajo y, también, más recaudación fiscal. La idea fue popularizada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, aunque el vicepresidente con el primero, George W. H. Bush, él mismo un multimillonario, la calificó de "economía de vudú". Pero lo cierto es que hoy en día son las rentas del trabajo las que están más gravadas, mientras que el capital disfruta, tanto desde el punto de vista normativo como en el terreno de las realidades del día a día, de una menor presión fiscal. Un ejemplo: el tipo fiscal de las grandes empresas de EEUU es del 35%, pero el real del 19,4%.

En EEUU hay jubilados que siguen abonando los créditos con los que pagaron la educación.

Pero eso es lo que afirma, también, la OCDE, para la que "la movilidad intergeneracional tiende a ser menor en sociedades con más desigualdad". Entre ellas, según esa organización que está formada por los países más ricos del mundo y algunos emergentes, España... y EEUU.Claro que hay una cosa clara: es más difícil saltar de un nivel de ingresos a otro cuando las distancias son más grandes. O sea, cuando la sociedad es desigual. Un estudio de Chetty publicado en marzo por la Reserva Federal, por ejemplo, revelaba que un estadounidense nacido en el quintil más bajo de la población (es decir, en el 20% más pobre) tenía apenas un 7,5% de posibilidades de llegar al quintil más alto (al 20% más rico). En Canadá, las oportunidades eran del 13,5%. Y en Dinamarca, del 11%. Esos países, no EEUU, parecen ser los nuevos adalides del sueño americano. Pero también es cierto que su desigualdad es mucho menor.Las diferencias entre venir de una familia rica y una pobre son abismales. En otro ensayo, publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica en 2014, Chetty expone una correlación prácticamente de uno a uno entre el nivel de ingresos y los embarazos adolescentes. La vinculación entre renta y asistencia a universidades de élite, sin embargo, sólo se da entre los verdaderamente ricos. Algo comprensible si se tiene en cuenta que la matrícula de un año en Harvard, Princeton, o Stanford supera los 50.000 dólares. Obtener la misma educación que Mitt Romney, el candidato republicano a la Casa Blanca en 2012, costaría hoy unos más de 600.000 euros; en el caso de Barack Obama, la cifra llega al medio millón. Aunque parte de los costes de la educación del ex presidente fueron costeados con becas, Obama no pagó la deuda que había contraído cuando era estudiante hasta 2004, el año en que entró en el Senado. De hecho, en EEUU hay jubilados que siguen pagando los créditos con los que se pagaron la educación. A eso hay que sumar, además, la principal causa de las quiebras personales de los estadounidenses: la sanidad. Todos esos factores lastran el sueño americano. Normalmente, cuando se plantea esta idea y, sobre todo, se cuelga en Twitter, se reciben todo tipo de educados comentarios en los que los lectores invitan al autor a trasladarse a Corea del Norte. Esa sofisticada actitud también tiene una explicación: el sueño americano existe... en la mente de los estadounidenses. Un estudio conjunto del centro de análisis centrista Brookings Institution y de la organización sin ánimo de lucro e independiente especializada en estudios de la opinión pública Pew Research Center, y llevado a cabo en 27 países, revela que los estadounidenses son los que más creen en la meritocracia. Así, un 69% de los ciudadanos de ese país está de acuerdo en que "las personas reciben lo que les corresponde por su inteligencia y habilidades", y solo el 19% cree que para progresar en la vida es "esencial" proceder de una familia de ingresos altos. El sueño americano es una creencia demasiado arraigada como para arrancarla con la realidad.

Hijos de ricos y más creativos

"Los niños de familias ricas tienen 10 veces más posibilidades de ser inventores que los de familias de ingresos medios-bajos", declara Chetty en su estudio para la Reserva Federal. De nuevo, es algo visible, al menos a nivel anecdótico. Ahí está Elon Musk, el empresario e inventor por excelencia del siglo XXI, nacido en Sudáfrica y criado en Canadá y EEUU. Su padre, Errol, tenía, entre otras cosas, una mina de esmeraldas en Zambia, y fue el primer sudafricano en volar sin escalas de su país a Australia en un avión: el suyo.

Musk es parte de la mafia de PayPal, el grupo de emprendedores que crearon esa empresa de medios de pago en 1998 y que, desde entonces, han marcado gran parte de la evolución del mundo de la tecnología. Otro es Peter Thiel, un destacado defensor de Donald Trump. Klaus Thiel, su padre, era un ingeniero alemán que fue mánager en las minas de diamantes de Namibia en los años 70 y 80, un trabajo muy bien pagado, porque entonces ese país estaba ocupado por la Sudáfrica del apartheid -que tenía serios problemas para atraer talento-, y los trabajadores de las minas eran, virtualmente, esclavos negros. En la mafia, sin embargo, no todos eran ricos. Max Levchin, por ejemplo, procede de una familia de clase media.

Larry Page, cofundador de Google, consejero delegado de su matriz, Alphabet, y su principal accionista (lo que le convierte en el noveno empresario más rico del mundo) es hijo de Carl Page, doctor en Computación, y, según la BBC "uno de los pioneros en el desarrollo de la informática y de la Inteligencia Artificial". Su madre, Gloria, también era programadora. Otra figura destacada de la Ciencia estadounidense es Arnold Spielberg, padre del director de cine Steven Spielberg.
La correlación -y, acaso, causalidad- entre riqueza y capacidad de invención es muy importante, porque uno de los problemas que afrontan las empresas en Estados Unidos -y que se está convirtiendo en un obstáculo para los planes de Donald Trump de revitalizar la industria del país- es la escasez de mano de obra cualificada. La meritocracia no funciona si los trabajadores no saben o no pueden llevar a cabo su trabajo, y hay inversores que han preferido irse a Canadá porque allí hay personal mejor formado. La consecuencia, a su vez, es más automatización, para reemplazar a esos trabajadores poco eficientes por robots.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Sin Tapujos. Artículo de Marcelino Lastra

Marcelino Lastra, "Sin tapujos", en Miciudadreal, 21 noviembre, 2016:

Estoy sentado frente a una de las personas más irrelevantes de Ciudad Real. Alguien a quien la sociedad no sabe cómo quitarse de encima cuando lo ve acercarse. Me he cruzado con él infinidad de veces, y detenido unas pocas a intercambiar alguna que otra palabra. Viste limpio; nunca he sentido en su presencia un ápice de mal olor, lo cual es de mucho mérito ya que tiene por hogar la calle y por dormitorio el recinto de cualquier cajero automático.

marcelino-lastra-Tengo mucha hambre- fueron las primeras palabras de nuestro último encuentro, esta vez en la plaza Mayor. Lo invité a entrar en algún sitio a comer algo. Una vez en la mesa le pregunté si le importaría hablarme sobre su situación, su vida, de cómo había llegado a ese punto.

-No, no me importa, siempre y cuando respetes mi anonimato –respondió.

No se llama Sergio, aunque utilizaré este nombre para respetar su voluntad.

-No hay día que no piense en suicidarme. La calle te mata lentamente y lo peor es que lo ves venir.

Un cimbronazo me sacudió el cuerpo. Fui incapaz de articular palabra, de continuar con naturalidad la incipiente conversación. Le hice un gesto de que comiera con calma. En realidad, era una estratagema para sobreponerme. Sergio me lanzó la frase demoledora con toda serenidad, como un ser humano consciente de estar al límite. Fue a mí a quien se le vino el mundo encima. Era yo el que necesitaba la calma.

-Tenía un año cuando mi padre murió, no lo conocí, sufrió un accidente mientras trabajaba. Vivíamos en la barriada de Vista Alegre ¿Sabes cuál te digo? –me preguntó, dando la impresión de esperar una respuesta afirmativa.

-No soy de aquí, Sergio. No tengo ni idea –le respondí.

-Ya no existe. Estaba frente al cementerio. Hoy es un descampado para aparcar coches. Éramos tres hermanos. Mi madre no podía mantenernos y tuvo que llevarnos a la Casa-cuna. Allí me crié hasta cumplir la edad para ir al colegio, lo que significó el retorno a un lugar desconocido para mí.

A su regreso le recibió un hogar roto. Una madre arisca, probablemente sobrepasada por una situación que le venía grande y un hermano mayor –niño también, en cualquier caso- ejerciendo de padre, un oficio que sin duda le venía igualmente enorme a juzgar por las palizas que le propinaba. Por su comportamiento problemático, los hermanos fueron expulsados antes de terminar sus estudios escolares. Sergio no es analfabeto, pero lee y escribe con dificultad.

Comenzó a trabajar de camionero, se casó, tuvo hijos. Realizaba viajes largos, regresando a casa cada dos semanas. Cuando Vista Alegre fue demolido la familia recibió una vivienda social. Así transcurrieron cerca de veinte años hasta que, a la vuelta del que sería su último viaje como camionero, su esposa le contó que un hombre había querido violarla en su ausencia. Se trataba de un íntimo amigo de Sergio. Fue a su encuentro y lo apuñaló en medio de una pelea para vengar la afrenta a su mujer y la traición a una amistad profunda. Pagó con nueve años de cárcel por intento de homicidio. A su salida ya no conseguiría ningún empleo. Al cabo de cierto tiempo su esposa comenzó una nueva relación y le pidió el divorcio. El domicilio familiar fue asignado a su cónyuge. Sergio vivió de alquiler hasta agotarse las últimas ayudas sociales. Se enteró que su exmujer convivía con su pareja y el antiguo piso familiar estaba cerrado. Pidió poder habitarlo para no estar en la calle. Una abogada de oficio le dijo que no podía hacer nada ya que como titular del inmueble sólo aparecía registrada su anterior esposa. Desconoce cómo pudo suceder esto.

Lleva tres años en la calle. Mientras compartía el habitáculo de un cajero automático con otra persona, unos desconocidos entraron, le rompieron una costilla y orinaron  a su compañero.

A nadie la interesa la situación de Sergio ni de los otros “sergios” de nuestra ciudad. No hay que sentirse muy compungidos por ello, al fin y al cabo ¿conoce alguien algún lugar en el mundo donde no suceda lo mismo? Los “sergios” estorban, molestan. Da igual que no huelan. Su mera presencia es un incordio, y lo es porque estamos enfermos de inhumanidad.

Pero es lo que se lleva. Los sofistas modernos han secuestrado nuestra forma de pensar. Sí, los sofistas, aquellos con los que se enfrentaba Sócrates en la antigua Grecia. Aquellos que no buscaban la verdad sino imponer su opinión aún recurriendo a retorcer al límite la realidad de las cosas, cuando no a manipularla y falsearla. Sí, los sofistas, los que hicieron que Sócrates fuera condenado a muerte tomando de sus propias manos la cicuta asesina. Sí, los sofistas, los que al imponer el imperio de la opinión frente al de la verdad pusieron las bases del declive griego ¿No nos resulta familiar?

¿Existe alguna persona más expuesta a todo, a todo lo malo y peligroso de la vida? ¿Alguien más vulnerable -por utilizar un término muy de moda-  que quien no tenga un techo, bajo el que cobijarse, y un plato que llevarse a la boca? No, no lo hay. Entonces, ¿por qué sucede? Es más ¿por qué lo permitimos? Más, todavía ¿por qué les perdonamos la vida cada vez que se acercan a nosotros, endurecemos la mirada – cuando no miramos a otro lado- y nos resistimos a ayudarles con una mísera moneda?

Un compañero de Sergio me recordaba la conversación de un grupo de amigos en una terraza este pasado verano.

-Criticaban con vehemencia la política del gobierno con los refugiados, cuando me acerqué a pedirles una limosna. La mayoría siguió hablando sin ni siquiera mirarme aunque fuera por pura educación, no digo ya por compasión. Si no son capaces de darme ni una moneda de 10 céntimos, ni de ayudarme a tener dónde dormir o a llevarme a la boca algo de comer, ¿qué pretenden con los refugiados? Yo no tengo nada en su contra, pero no dejo de preguntarme ¿qué ven en ellos que no vean en nosotros? ¿Acaso las calamidades que nos han expulsado a la calle no son dignas de tener en cuenta? Deberían vivir en carne propia lo que es sentir que nadie te mire, que todos te esquiven, que traten de desentenderse de ti como si fueras un apestado ¿Puede haber algo peor? Quizá la muerte, y recalco lo de quizás.

¿Qué podemos hacer? ¡Por favor, ayúdanos a salir de esta situación! ¡No nos olvides! – me pidió con los labios e imploró con la mirada.

-No lo haré –respondí en primera persona del singular; quiero pensar, quiero ensoñar, que en realidad lo hice en primera persona, sí, pero del plural. Si esto no nos concierne a todos, ¿qué otra cosa podría hacerlo?

Han tratado de convencernos –y en gran parte lo han conseguido- que la caridad cristiana era hipócrita y debía ser sustituida por la solidaridad. No quiero profundizar hoy sobre los sofismas que suelen respaldar tal afirmación. Sólo diré que a nuestros “sergios” los hemos  instalado mentalmente en tierra de nadie. De tanto creernos el buen funcionamiento de esa supuesta solidaridad hemos arrancado el espíritu caritativo natural de las personas. Hoy, los “sergios” de Ciudad Real carecen de lo uno y lo otro, están absolutamente abandonados a su suerte. Y no hará falta insistir que de continuar por este camino los estaremos condenando al cadalso de la calle. Porque en su caso, la calle es su garrote vil. Y si aceptamos su destino con los brazos cruzados seremos cómplices, cuando no inductores, de una palabra que prefiero no mencionar, pues tengo esperanza de que nuestra cualidad humana nos hará reaccionar a tiempo.

Debemos acabar con la mendicidad en Ciudad Real. No es una cuestión práctica ni estética. Tenemos que hacerlo porque sí. Es una de esas cosas que no necesitan discusión, por eso se las llama imperativos categóricos. Claro que a los sofistas modernos les encantaría argumentar y contra argumentar para convertir nuestra alma en un torbellino de confusión con el fin de paralizarnos. Es su arma favorita de ingeniería social. No se lo podemos permitir.

Sigo sentado frente a él. Le noto inquieto mirando al reloj.

-No hay prisa, disfruta un poco de este momento – le dije inocentemente.

-No puedo perder tiempo, tengo que volver a trabajar a ver si saco algo para la cena -. Y nos fuimos. Sergio aceleró enseguida el paso. Se notaba que tenía prisa por evitar que la noche del invierno lo cogiera por sorpresa.

Tenemos que actuar. No podemos permitir que seres humanos como nosotros sean tratados peor que las mascotas de nuestras casas y con menos amor que los peluches de los niños.

En el artículo del próximo lunes hablaré de ello. De cómo pasar a la acción y tratar de dar luz a la nube negra que hemos creado entre todos al consentir y “normalizar” la existencia de los “sergios” de nuestra ciudad.

viernes, 7 de octubre de 2016

Los remedios científicos contra la pobreza existen. Así lo explica la economista Esther Duflo

Rebeca Gimeno, "Esther Duflo y la ciencia contra la pobreza", en El País Semanal, 7 de octubre de 2016: 

Economista y profesora en el MIT, de 43 años, Esther Duflo ha creado un laboratorio, con un método muy parecido al que emplea en los ensayos clínicos, para diseñar estrategias nuevas en la lucha contra un problema global.

DE PEQUEÑA PENSABA que la vida de los más pobres era “el único tema interesante sobre el que pensar”. Esta francesa ha logrado cambiar las políticas para combatir la pobreza. Su método de investigación se parece al que utiliza la medicina para averiguar si un medicamento funciona.

“Estamos cambiando el mundo. Lo estamos haciendo ya”. Esther Duflo pronuncia estas palabras justo antes de lanzarse a cruzar una calle huyendo de una lluvia torrencial.

Cuesta seguirle el ritmo a esta profesora de economía. Tiene 43 años y acumula premios, incluido el Princesa de Asturias en Ciencias Sociales, en su despacho del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde aquí lidera una revolución en la lucha contra la pobreza con un enfoque original y radical, dos términos de los que ella rehúye. “Es verdad que al principio nos consideraban unos locos que criticaban a otras personas por lo que hacían: lo mismo de siempre”, admite.

A diferencia de muchos economistas, Duflo no tiene ideas preconcebidas de cómo mejorar la vida de los más pobres, pero sí tiene muy clara la forma de averiguarlo: utilizando pruebas aleatorias controladas, muy parecidas a los ensayos clínicos. “La medicina selecciona aleatoriamente a personas para que se tomen el fármaco y forma dos grupos. Si al final se encuentra alguna diferencia entre ellos se sabrá que se debe al medicamento. Lo que hacemos con las políticas sociales es muy parecido. Imagina que quieres probar cuál es el impacto de introducir tabletas en los colegios. Lo que tienes que hacer es seleccionar aleatoriamente un grupo de escuelas en las que los niños recibirán las tabletas y otro grupo en el que no. Si comparas la evolución de ambos grupos, sabrás cuál es el efecto del programa”.

ESTHER DUFLO CREÓ EN 2003 JUNTO A DOS PROFESORES MÁS EL LABORATORIO DE LA POBREZA (J-PAL). HOY SON UNA RED DE 136 ECONOMISTAS

Para impulsar este tipo de experimentos creó en 2003 junto a dos profesores más el laboratorio de la pobreza (J-PAL). Hoy son una red de 136 economistas dedicada a investigar y evaluar programas a base de pruebas aleatorias. Así es como descubrieron que con un kilo de lentejas gratis para las familias la tasa de vacunación se multiplicaba por seis. O que dar una vaca a los que sufren pobreza extrema y enseñarles a cuidarla (en vez de comérsela) mejoraba notablemente su situación económica al cabo de los tres años. “Los experimentos tardan lo que tarde en aplicarse un programa. En algunos casos hemos estado siguiendo a gente durante 10 años.”

Antes de embarcarse en un ensayo es imprescindible viajar al terreno y conocer los problemas de primera mano. “Me encantan estos viajes, son una recompensa. No creo que fuera posible hacer un buen trabajo sin pasar tiempo en los países en desarrollo. No soy la única economista de mi campo que lo hace”.

La joya de la corona de estos economistas es un experimento para reducir el absentismo escolar. “Lo más efectivo y más barato para que más niños vayan a la escuela es darles una pastilla que les quite los parásitos intestinales”, asegura Duflo con rotundidad. Unos 600 millones de niños en edad escolar están infectados con algún tipo de lombriz según la Organización Mundial de la Salud. Sin el tratamiento adecuado, estos parásitos limitan la absorción de micronutrientes. Los niños simplemente están muy cansados para poder ir al colegio. Curarlos puede reducir el absentismo en un 25% e incrementar sus ingresos en el futuro. La idea convenció al Gobierno de India: 140 millones de niños fueron tratados en las escuelas el pasado 10 de febrero. “Esto es un logro nuestro, es un avance enorme”.

El éxito supone solo una pequeña batalla ganada contra la pobreza. “No hay soluciones milagrosas. No llegaremos nunca a un punto en el que una única teoría resuelva los problemas del mundo. Lo que sí podemos hacer es empezar a comprender algunas piezas del puzle”.

La principal crítica que recibe su investigación es que demuestra que algo funciona en un contexto muy concreto, pero nada más. “Es un argumento coherente al que podemos empezar a responder. Los microcréditos, por ejemplo. Se han realizado siete evaluaciones aleatorias en siete lugares muy diferentes y en ninguna de ellas se ha encontrado ningún impacto. Podemos entonces estar razonablemente seguros de que los microcréditos no son muy efectivos para reducir la pobreza porque lo hemos visto ya siete veces”.

El sector financiero se tomó muy mal en su día estas conclusiones, pero luego algunas entidades empezaron a introducir cambios para adaptarse mejor a las necesidades de los más pobres. El pragmatismo de Duflo se abre paso en los despachos de los Gobiernos (asesora a una veintena) y las ONG que reclaman políticas basadas en pruebas. “Cada vez hay más gente interesada en los experimentos. Llevamos más de 750 por todo el mundo. Es verdad que hay muchas cuestiones que generan interés sobre las que no tenemos respuestas todavía. Dentro de 20 años sabremos mucho más”.

Es más que probable que para entonces el Nobel de Economía luzca también en su despacho. Hasta en eso esta tímida profesora lideraría otra revolución: sería la segunda mujer en conseguirlo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

119 banqueros españoles cobraron más 166 millones de pesetas viejas en 2014.

"119 banqueros españoles cobraron más de un millón de euros en 2014". En El País, 30-III-2016:

La media de ganancias del colectivo es de 2,39 millones. De ellos, hay dos que cobraron más de ocho

Un total de 119 banqueros españoles obtuvieron una remuneración superior a un millón de euros en 2014, lo que sitúa a España como el quinto país con un mayor número de directivos bancarios con salarios millonarios, por detrás de Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. En concreto, la remuneración media de estos banqueros españoles alcanzó los 2,39 millones de euros, una cifra que supera la media de la Unión Europea, que se situó en 1,9 millones de euros, según un informe de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés).

En total, estos 119 representantes del sector financiero español se embolsaron de forma conjunta más de 284 millones de euros, de los que 134 millones correspondieron a remuneración fija y 150 millones de euros a remuneración variable. Esto supone una reducción respecto a los 133 de 2013, aunque menos que los 100 de 2012.  

De estos altos directivos españoles, 77 cobraron entre uno y dos millones de euros, quince entre dos y tres millones de euros, trece cobraron entre tres y cuatro millones, tres cobraron entre cuatro y cinco millones, seis banqueros obtuvieron una remuneración entre cinco y seis millones, dos cobraron en una horquilla entre seis y ocho millones y dos banqueros superaron los ocho millones de euros.

El país europeo con mayor número de banqueros con una remuneración millonaria es Reino Unido, que cuenta con 2.296 directivos que obtienen una remuneración media de 3,3 millones de euros, seguido de Alemania, con 242 banqueros que cobran una media de 1,7 millones de euros.

En tercer lugar se sitúa Francia, donde 171 de sus banqueros cobraron una media de 1,59 millones de euros, mientras que Italia se sitúa en cuarta posición con 153 directivos que cobraron una media de 1,7 millones de euros.

Los países con un menor número de directivos altamente remunerados en 2014 fueron Croacia y Grecia, con un solo banquero incluido en esta lista y una remuneración aproximada de un millón de euros.

El informe de la EBA también ha puesto de manifiesto que el número de banqueros que obtuvieron una remuneración millonaria se incrementó en un 22% respecto al año anterior, especialmente en la horquilla de entre uno y tres millones de euros.

Asimismo, la autoridad bancaria ha indicado que la remuneración de los banqueros supone un importante coste para las entidades, que representa de media casi la mitad del total de sus costes administrativos.

Efecto del límite de bonos

Por otro lado, la EBA ha abordado en su informe el efecto que ha tenido la limitación a los bonus en la remuneración de los banqueros europeos aprobada en 2014. De acuerdo con esta regla, los bonus de los banqueros no podrán superar la cuantía de la remuneración fija.

Asimismo, si los accionistas del banco lo autorizan, estos bonus podrían llegar a un máximo del doble del salario. El objetivo de estos topes es evitar que los banqueros asuman riesgos excesivos a corto plazo, que según Bruselas están en el origen de la crisis financiera.

La EBA ha destacado que la introducción de esta limitación ha tenido como consecuencia que las entidades han incrementado la remuneración fija de sus directivos. En concreto, la ratio de remuneración variable ha pasado a equivaler un 127% del salario fijo de los directivos, frente al 317% del año anterior.

En su informe, la autoridad bancaria ha afirmado que la introducción de este límite a los bonus "no ha tenido un efecto significativo" en la estabilidad de las instituciones financieras europeas ni en su flexibilidad de costes.

sábado, 19 de marzo de 2016

España persigue fiscalmente a los que tienen hijos

Marcos Iriarte, "¿En qué comunidad está más castigado (fiscalmente) ser padre?", en El Mundo, 19-III-2016:

(Para ver las tablas y estadillos por comunidades, en el enlace)

España además está entre los tres países europeos que menos ventajas fiscales da a la paternidad

Un contribuyente de Navarra con dos hijos paga 842 euros más de IRPF al año que uno del País VascoA nivel europeo, los que más ventajas fiscales obtienen por paternidad son irlandeses y daneses. 

Los hijos traen alegrías, pero también costes. Muchos costes. Y para aliviar el trago económico los hijos desgravan en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en nuestro país. Pero no es igual ser padre -al menos no fiscalmente- en todas las comunidades. Y es que tener hoy dos hijos a tu cargo en Navarra te puede salir hasta 842 euros más caro que tenerlos en el País Vasco, la Comunidad Autónoma que mejor trato da a las familias con hijos en este momento.La diferencia es evidente. Si se parte de una renta media de 26.162 euros, una persona sin hijos pagará 3.853,65 euros en 2016 de IRPF en el País Vasco. Si tiene dos hijos, sólo 1.518. En la comunidad vecina, sin embargo, el ahorro en el IRPF es mucho menor. Una persona sin hijos (con la misma renta antes mencionada) pagará al año 3.988,15 euros. Y si tiene dos hijos, 2.495. Es decir, un ahorro de 1.492,95 euros, pero 842 euros menos que sus vecinos.Así, tras el País Vasco, las CCAA que mejor trato fiscal otorgan actualmente a la paternidad son Asturias (con una deducción anual de 1.920 euros), Andalucía (1.739), Cataluña (1.719) y la Comunidad Valenciana (1.713). Por contra, las que menos deducción de IRPF permiten en 2016 son, la mencionada Navarra, Castilla y León (1.592), Canarias (1.592), La Rioja (1.613) y Castilla-La Mancha (1.613). Madrid, la sexta CCAAEn el caso de Madrid, un soltero sin hijos a su cargo pagará este año por IRPF, 3.812 euros. Y, sin embargo, otra persona que tiene dos hijos a su cargo en esta misma comunidad deberá abonar 2.124. Es decir, 1.688 euros menos. De esta forma, Madrid queda como la sexta comunidad en el ránking de las que más facilidad fiscal ofrecen para los padres hoy en día."Si hablamos de tipos fiscales, la imposición directa observada en el caso de un contribuyente con dos hijos oscila entre el 32,37% y el 35,25%, mientras que ese mismo declarante se movería entre el 39,25% y el 39,64% si no tuviese descendencia", concluye el informe El castigo fiscal a las familias españolaselaborado por el think tank Civismo.

Pero la carga fiscal de ser padre no sólo es muy diferente atendiendo a la comunidad autónoma en la que reside el progenitor.También hay, según Civismo, grandes diferencias por países. Así, "los contribuyentes españoles soportan una carga tributaria que supera holgadamente el nivel de impuestos vigente en otros países de la Unión Europea. De hecho, si analizamos la situación de los 15 países más acaudalados de nuestro entorno, nos encontramos con que España es el país que menos rebaja los tributos a las familias", apunta este informe que se ha elaborado con datos facilitados por la OCDE.En concreto, un contribuyente español con un sueldo medio y dos hijos paga cinco puntos menos de fiscalidad directa que alguien sin descendencia. Muy lejos del 40,98% que se ahorra un contribuyente irlandés con dos hijos sobre otro que no los tiene; o un danés (con un 27,35% menos); un luxemburgués (-24,52%); o un inglés (-20,75%).Es nuestro país, por tanto, el que menos ventajas fiscales aporta a las familias, de los 15 países analizados por el equipo de Civismo. Nos siguen de cerca Suecia (sus contribuyentes con hijos se ahorran un 7,52% más de IRPF que los que no lo tienen) y Portugal (con un ahorro del 9,78%). Dicho de otra forma, el 5% de reducción en el IRPF que reciben los padres españoles está tres veces por debajo de la media del 16,4% de entre los 15 países europeos más ricos.Pero no sólo en la foto de las ventajas (es decir, la de las deducciones que por tener hijos corresponden) sale mal parada España si se compara con sus vecinos europeos. Si analizamos la carga fiscal total que soportan los padres españoles, nuestro país es el tercero que más esfuerzo fiscal exige, sólo por detrás de Francia y Bélgica

lunes, 23 de noviembre de 2015

La engañifa de las pensiones de jubilación

Mnauel V. Gómez e Íñigo de Barrón, "La carta que el Gobierno no quiere que llegue a leer. Los mayores de 50 años iban a recibir un informe con su pensión pública futura. El Ejecutivo lo ha vetado para evitar que se conozcan las bajas prestaciones", en El País, 23 NOV 2015:

El simulador de pensiones solo es fiable para jubilaciones antes de 2019

El Gobierno no va a cumplir con su promesa de enviar una carta a los mayores de 50 años con la pensión privada y pública futura. Lo admitió el propio secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, cuando, el pasado 5 de noviembre, dijo: “Comprometido, pero no realizado”. En lugar de la misiva, Burgos presentó un simulador electrónico, puesto en marcha en la web Tu Seguridad Social, en el que se puede consultar una aproximación de cómo será la prestación de los futuros jubilados con limitaciones y dificultades técnicas. El sector del ahorro privado cree que el Gobierno ha parado la carta para evitar dar malas noticias por motivos electorales.

El compromiso del PP con esta incitativa —que ya se ha hecho en algunos de los principales países de la Unión Europea— viene de lejos. En enero de 2011, el PP pidió en la reunión del Pacto de Toledo, donde se regula la marcha de las pensiones públicas, que se incluyera una recomendación para que se facilitara el conocimiento del importe de las cotizaciones realizadas. El Gobierno de Zapatero, en julio de 2011, poco antes de dejar el poder, contó con el apoyo del PP para aprobar una disposición adicional en la que estableció la obligación de la Seguridad Social de informar a cada trabajador sobre su jubilación, obligación que se extendió a las empresas privadas de seguros y fondos de pensiones.

La propia ministra de Empleo, Fátima Báñez, el 8 de mayo de 2012, resaltó la importancia de facilitar a los ciudadanos información precisa sobre las expectativas de la pensión, para lo que anunció que se crearía una regulación reglamentaria. El 8 de abril de 2014, Burgos, anunció la intención del Gobierno de plasmar el derecho de información sobre la pensión en un “real decreto de próxima aparición”.

Así, se elaboró un borrador de real decreto, sometido a los interlocutores sociales, a la patronal de fondos de inversión y fondos de pensiones, Inverco, y a la de seguros, Unespa. Después de las consultas, se envió al Consejo de Estado.

Todo estaba preparado

Estaba previsto enviar la carta para finales de 2014. Los grandes bancos se lo creyeron y anunciaron campañas comerciales con el lanzamiento de herramientas en las que usarían de gancho la escasa pensión pública para que los clientes la complementaran con sus productos de ahorro.

¿Qué pasó para que la carta no se remitiera? Fuentes consultadas coinciden en que fue desde el palacio de la Moncloa donde se paralizó la misiva ya que incluso llegó a debatirse en la reunión de subsecretarios previa al Consejo de Ministros. Ninguna de esas fuentes duda de que ha sido la voluntad política la que ha dado con la carta en la papelera, porque el real decreto estuvo a punto de salir hace más de un año.

Por una razón u otra, la información nunca llegó y la banca, sin ocultar su enfado, trató de salir del paso con simulaciones del ahorro privado. “Tener esta información es más importante que las ventajas fiscales que se puedan dar a los fondos de pensiones. Los cotizantes tienen derecho a saber lo que pueden esperar del Estado para hacer sus planes y evitar sorpresas desagradables cuando llegue la jubilación”, afirma Pilar González de Frutos, presidenta de la patronal de seguros, Unespa, y ex directora general de Seguros con el PP. Su testimonio refleja el malestar del sector, que no se conforma con el simulador. “La web está bien, pero es insuficiente. El Gobierno debía cumplir lo que prometió y sacar la carta escrita, que es lo que la gente puede entender bien”.

En términos parecidos se expresa Ángel Martínez-Aldama, presidente de la patronal Inverco: “La gente con más de 50 años es la que tiene más dificultad para manejarse con el simulador porque no tiene tanta facilidad con los medios electrónicos. La carta era una obligación del Gobierno; ahora quedará para el siguiente”.

Desde organismos del Gobierno se ha acusado al sector privado de frenar esta iniciativa para que el cliente no viera que es más rentable la pensión pública que la privada. Tanto González de Frutos como Martínez-Aldama niegan que hayan paralizado el proceso. Ambos coinciden en admitir que no fue fácil llegar a una información más o menos homogénea, que siguiera unos parámetros comparables a los de la pensión pública, pero aseguran que al final se alcanzó un consenso técnico. Estaba previsto que los que tuvieran pensión privada recibirían una carta y, de forma separada, el Estado enviaría otra a todos los mayores de 50 años.

Desde la Secretaría de Estado de la Seguridad Social se estuvo tan convencido de que la carta iba a ser realidad, que adjudicó dos concursos a empresas privadas: Mailfactory, se encargaría de imprimir las cartas y los sobres por 251.000 euros; y Unipost, se haría cargo del envío por 1,3 millones, un importe menor a los 2,2 millones por los que se licitó el concurso. En Empleo alegan que la paralización del proyecto no tendrá ningún coste público.

“Los mercados van mal y los tipos de interés están casi en cero, con lo que la rentabilidad de los productos en donde invierten los fondos de pensiones van peor de lo previsto. Por eso es tan importante la carta y la información”, asegura un experto del sector.

Un simulador complejo y limitado

El simulador que ha puesto en marcha el Gobierno no incluye el factor de sostenibilidad. A partir de 2019 será un nuevo parámetro que influirá en el cálculo de la pensión inicial y la ligará a la esperanza de vida a los 67 años. No está incluido porque en su primera versión precisa datos de hasta 2017. Esto hace que la solución que ofrece solo sea fiable para quienes vayan a jubilarse antes de 2019.
Incluso este dato no es válido en todos los casos, porque tampoco se incluyen los topes que tiene la pensión máxima, que en 2015 asciende a 2.560,8 euros en 14 pagas mensuales (2.987,7 en 12), independientemente de lo cotizado (nunca más de una base de 3.606 euros en 12 mensualidades). Un ejemplo, si alguien cotiza por un sueldo de 3.412 euros al mes ahora y lo ha hecho durante los últimos 16 o 17 años, el simulador arroja un dato que supera la pensión máxima. No obstante, se lo advertirá: “Tu pensión puede verse limitada por superar la máxima”.

martes, 26 de mayo de 2015

Los indicadores de pobreza se disparan al 30 % de la población.



Jaime Prats "La población en riesgo de pobreza o exclusión social crece hasta el 29%", en El País, 26 V 2015:

La Encuesta de Condiciones de Vida del INE, con datos de 2013, refleja también una caída del 2,3% en los ingresos familiares

La tasa de personas en riesgo de pobreza o exclusión social sigue avanzando en España y ya representa el 29,2% de la población (era del 26% en 2010). También retroceden los ingresos medios por hogar, que alcanzan los 26.154 euros por familia. Los datos corresponden a la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de los datos del año 2013, el último de la crisis económica.

El 45% no puede salir de vacaciones ni una semana

El indicador de riesgo de pobreza o exclusión es una referencia compuesta de tres conceptos: el riesgo de pobreza (ingresos un 60% inferiores a la mediana); la baja intensidad en el empleo (menos del 20% del potencial laboral) y la carencia material severa. Este último consiste en sufrir al menos cuatro situaciones de una lista: no poder ir de vacaciones ni una semana; no permitirse comer carne o pescado al menos cada dos días, ser incapaz de mantener la vivienda a una temperatura agradable, retrasos en el alquiler o la hipoteca, no tener coche, lavadora o televisión.

Estas son algunas de las dificultades planteadas por los españoles en la encuesta:

El 45% no puede ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año.

El 42% no puede afrontar gastos imprevistos (de 650 euros).

El 10% sufre retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal (alquiler, hipoteca, luz, agua).

El 16% tiene serias dificultades en llegar a final de mes.

La tasa de personas en riesgo de pobreza o exclusión es el principal indicador que usa Eurostat, la oficina estadística europea, para medir el peso de las personas menos favorecidas en una sociedad. Esta referencia (también se denomina Arope, del inglés, at risk of poverty or social exclusion) consta de tres variables: la carencia material severa, la baja intensidad en el empleo o el riesgo de pobreza. De acuerdo con los datos de población de 2013 (46,7 millones), unos 13,6 millones de personas cumplirían alguno de los tres criterios que definen este concepto.

Después de llevar dos años estancada en torno al 27% (en 2011 y 2012), la tasa ha aumentado dos puntos y es tres puntos porcentuales más elevada que la de 2010.

Uno de los tres elementos que integran esta variable es el umbral de pobreza: percibir unos ingresos inferiores a 7.961 euros en el caso de un hogar unipersonal o de 16.719 euros en hogares compuestos de una pareja y dos niños. El porcentaje de población que se encuentra por debajo de este listón de renta (que más que pobreza absoluta mide la desigualdad, es decir, cuánta gente tiene ingresos bajos respecto al conjunto de la población) aumentó el año pasado respecto a la anterior.
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La tasa de riesgo de pobreza (excluidos otros factores de exclusión) se situó en el 22,2% de la población frente al 20% de 2012 (y 20,7% de 2010). El porcentaje aumenta sensiblemente más entre los menores de 16 años, al crecer 3,4 puntos, mientras cae entre los mayores de 65 años un 1%. Como el umbral está bajando debido a la caída generalizada de los ingresos, los colectivos con rentas estables como los jubilados ven mejorada su situación comparada con el resto de la población, lo que explica la mejora de la situación entre los mayores que reflejan las estadísticas.

El informe muestra también cómo los ingresos medios en las familias durante 2013 fueron de 26.154 euros, inferiores en un 2,3% respecto al año anterior. En 2010 eran 29.634 y en 2012 26.154 euro

miércoles, 8 de junio de 2011

Juan Rico y Amat

He estado remozando la biografía de la Wikipedia de Juan Rico y Amat, el liberal doctrinario español, un carca con bastante ingenio y mala hostia. Proeba de ello es esta definición del Socialismo de su Diccionario de los políticos

Como natural consecuencia del Socialismo desaparecerán los ricos y los pobres, pues los capitales serán iguales y, cuando algún socio adelante y aumente el suyo a fuerza de trabajo y de industria, vendrá el equilibrador Socialismo y le tomará sus aumentos para reponer el capital del que desmembró el suyo por sus vicios y holgazanería. Y con tan magnífico sistema el holgazán andará gordo y bien vestido y el trabajador desnudo y extenuado, y unos trabajarán para que coman otros y otros comerán para que unos trabajen, y en las tiendas se darán de balde los géneros al que los necesite, y en las fondas y cafés no llevarán nada por lo que se consuma y no se pagará nada en los teatros y todos los socios estarán contentos y muchos de ellos morirán de felicidad. Dicen los partidarios del Socialismo que la propiedad es un robo y ellos, para castigar a los ladrones propietarios, quieren apoderarse de sus propiedades... (p. 303)

domingo, 13 de marzo de 2011

Vivir con un dólar al día, y vivir con 3.000

Moisés Naïm "Lea este libro" El País, 13/03/2011
         
La revista Forbes acaba de publicar su lista anual de las personas más ricas del mundo. No hay sorpresas. Aumentó el número de milmillonarios, así como su patrimonio promedio (3.500 millones de dólares). Y si bien la mayoría sigue siendo estadounidense, su porcentaje está declinando, mientras aumenta el de los ricos de países pobres. Así es: países como China, Brasil, India, México, Turquía, Ucrania o Rusia producen muchos megamillonarios. Y examinando quiénes son y cómo han hecho sus fortunas, resulta que en estos países pobres estar cerca del Gobierno es una ruta más segura para llegar a la lista de Forbes que estar cerca de los consumidores. El factor crítico del éxito de muchos de estos multimillonarios es el Estado, y no el mercado.

Estudié la lista de los más ricos mientras leía un libro sobre cómo y en qué gasta su dinero la gente que gana un dólar al día, es decir, el 13% más pobre de la humanidad. Es el ensayo más interesante que he leído en mucho tiempo. Se llama Poor Economics (http://pooreconomics.com/) y sus autores son Abhijit Banerjee y Esther Duflo, dos profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts. El libro -que será publicado en inglés en abril y supongo que pronto será traducido a otros idiomas- es asequible a cualquier lector. Está lleno de sorpresas y va a cambiar nuestra manera de pensar sobre la pobreza y lo que se debe hacer para aliviarla.

Los autores son alérgicos a las grandes generalizaciones ("hace falta aumentar la ayuda internacional a los países pobres" o "la ayuda internacional no funciona y es contraproducente"). También son escépticos frente a afirmaciones no sustentadas en datos verificables y son obsesivos en obtener información directamente de los protagonistas del libro: las personas que ganan (y deben vivir) con un dólar al día. Banerjee y Duflo recurren a estadísticas, observaciones, entrevistas y a experimentos controlados que someten a pruebas empíricas las presunciones que se tienen sobre las causas de la pobreza o en las que se basan las políticas gubernamentales destinadas a ayudar a los pobres. Su mensaje central es que estas políticas muchas veces fracasan porque se fundamentan en suposiciones erradas con respecto a los pobres, sus circunstancias y su conducta.

El libro está repleto de resultados que contradicen creencias muy arraigadas. Sus estudios de campo revelan, por ejemplo, que quienes viven con un dólar al día no pasan hambre. Si estuviesen hambrientos gastarían todos sus ingresos en comida. Pero no es así. Los datos que Banerjee y Duflo recogieron en 18 países revelan que la comida representa entre el 36% y el 79% del consumo de los pobres que viven el campo, y entre el 53% y el 74% de quienes viven en las ciudades. Y por cada 1% de aumento en sus ingresos, solo el 0,67% lo consumen en comida. Y ese aumento no se destina a obtener más calorías, sino calorías que saben mejor: "Los pobres gastan el 7% de su presupuesto total en azúcar, que como fuente de calorías es más caro que los granos y carece de valor nutricional". ¿Por qué Oucha Mbarbk, un marroquí en pobreza extrema, hizo esfuerzos extraordinarios para comprar una televisión, una antena parabólica y un aparato para ver películas en DVD? ¿Por qué no es cierto que tener muchos hijos empobrece aún más a los pobres? ¿Y por qué los más pobres necesitan pedir prestado (pagando un interés del 42% anual) para poder ahorrar? ¿Por qué para los niños más pobres ir a la escuela no implica obtener más educación? Cada año mueren 9 millones de niños antes de cumplir cinco años y, de estos, uno de cada cinco muere de diarrea. Son los hijos de quienes viven con un dólar al día. Muchas de estas muertes podrían ser evitadas si se usaran más ampliamente soluciones de rehidratación oral, cuyos ingredientes básicos son sal y azúcar. Sin embargo, esto no pasa. En la India, un tercio de los niños menores de cinco años con diarrea nunca recibe rehidratación oral.

El libro no solo hace preguntas cruciales, sino que ofrece respuestas y también aporta soluciones prácticas. Su conclusión es que la conducta de los pobres responde a incentivos, depende de la información que tienen (con frecuencia insuficiente o errada) y al muy racional manejo que hacen de los enormes riesgos que enfrentan.

No; no son distintos del resto de nosotros. Pero hasta ahora los hemos tratado como si lo fuesen. Lea este libro y verá el mundo de otra manera. Y a los ricos de Forbes también.

sábado, 20 de febrero de 2010

80 millones


Juan José Millás, "80 millones", El País, 19-II-2010:

Tras abrirnos paso a machetazos por el interior de una selva de palabras a la que no llegaba ni la luz del sol, nos ha parecido entender que la solución a la crisis pasa por hacer recuento de cuanto poseemos (nuestro salario, nuestro paro, nuestra jubilación, nuestro piso, nuestro coche, nuestra Seguridad Social, nuestros ahorros), para valorarlo a la baja. Como no es posible devaluar la moneda, será preciso devaluar todo lo demás, incluida la autoestima. Donde creíamos que teníamos cien, deberemos aceptar que tenemos setenta. Quienes medían 1,80, tendrán que conformarse con 1,50. Quienes comían en restaurantes de cuarenta lo harán hasta nueva orden en tascas de diez. Y así de forma sucesiva hasta regresar al tamaño anterior, del que quizá, como de nuestro pueblo, no deberíamos haber salido. Pero no todo disminuirá. Si usted debía mil más los intereses, continuará debiendo mil más los intereses (deuda a la que tendrá que añadir los intereses de los intereses). Parecería lógico que si su piso vale ahora un 20% menos que cuando lo compró, la hipoteca se redujera en un porcentaje similar. Pero no intente usted introducir la lógica donde impera la explotación.


No nos engañemos, pues. Debajo de todos esos discursos enmarañados sólo late una pregunta: ¿a quién empobrecer para recuperar nuestro tamaño verdadero? ¿A quién recortar las piernas, los salarios, las pensiones, las medicinas, la enseñanza? Se trata, como ven, y por muchas palabras que se coloquen sobre el asunto, de una decisión ideológica. En este país hay mucho, muchísimo dinero, ya que la acumulación de capital fue obscena durante los años de la burbuja. Pero está concentrado en unas pocas manos. Déjense de discursos y digan cuánto van a poner de su bolsillo, en este duro regreso a la realidad, esos señores que se jubilan con 80 millones de euros.

lunes, 26 de octubre de 2009

Dos artículos sobre la crisis de El País

Familias hundidas por la crisis

El paro crónico abre un duro panorama de conflictos familiares. EL PAÍS ha recogido testimonios de afectados que quieren explicarse, y también los de aquellos otros a los que el orgullo y la vergüenza impiden incluso pedir ayuda públicamente

JOSÉ LUIS BARBERÍA El País 25/10/2009

Es como si una buena parte de la población estuviera con el agua al cuello braceando nerviosa y respirando con dificultad mientras la marea sigue avanzando. Tras inundar los consabidos sótanos de la precariedad y la exclusión social, la crisis ha alcanzado cotas de la clase media y ha penetrado en estancias tenidas por seguras. La expresión "nunca hubiera imaginado que esto podía pasarme a mí", se recita estos días en una letanía penitente surgida del estupor, la exasperación o la vergüenza. "Hace dos años me ganaba muy bien la vida de autónomo con una pequeña empresa de la construcción. Miraba a la gente que duerme en los bancos de la calle como si fueran marcianos, pero ahora he empezado a comprenderlos porque la distancia que me separa de ellos es ya mínima", dice Mariano Pérez Sandoval, de 47 años, portavoz de la asamblea de parados de Granada.


"Para salir adelante, lo primero es aceptar nuestra condición de pobres", piensa una víctima del desplome

"La clase media optará entre la exigencia del cierre de fronteras o la solidaridad", dice el profesor Pedro Cabrera

"También las personas deberíamos poder declararnos en quiebra", plantea un joven de la asamblea de parados

"Era tan fácil pedir crédito", se lamenta un inmigrante en paro con cuatro hijos y una deuda de 110.000 euros

La crisis ha arrojado al paro a un millón largo de personas en los últimos 12 meses, y hay muchos hogares con todos sus miembros en el desempleo. Trabajadores de la construcción y de la industria casados o en edad de procrear, jóvenes de escasa formación con contratos temporales, mujeres solas con hijos a su cargo, hombres separados y personas mayores tienen preferencia a la hora de ingresar en el nuevo "ejército de los pobres". Y es que, asfixiadas por las deudas y sin alternativa formativa para el recambio profesional, buena parte de estas gentes parecen abocadas a traspasar el umbral de la pobreza -ingresos inferiores al 60% de la renta media- e incrementar ese 20% de pobres (15% en la UE-25) que ha permanecido casi inalterable a lo largo de las tres "décadas prodigiosas" de bonanza económica.

En su informe a la comisión del Senado que analiza la exclusión social, el profesor de Ciencias Políticas de la Pompeu Fabra Sebastián Sarasa advierte del riesgo de que el hambre se instale en hogares de familias con hijos pequeños. Las diferentes Cáritas diocesanas acusan a la Administración pública de practicar la "dimisión de responsabilidades" en los servicios sociales, al tiempo que se declaran incapaces de "sustituir la misión del Estado". Algunos analistas creen que el 40% de los hogares españoles está amenazado en mayor o menor grado por esta crisis.

Sumergirse en el problema para ponerle ojos y rostros a la estadística, tomarle la temperatura a la angustia, palpar la densidad de la devastación, es exponerse a testimonios sobrecogedores, por mucho que se pretenda huir de los casos más tremebundos. En su versión más cruda, la crisis no ha tocado fondo en las colas ante los almacenes de alimentos de Cáritas, en las oficinas municipales de servicios sociales, en los comedores sociales y los albergues, en las asambleas de parados, en las reuniones de afectados por los embargos. Lo que se encuentra en esos circuitos son, sobre todo, gentes que no hacen pie. Algunos aceptan contarlo; otros muchos se niegan, porque la miseria se oculta y camufla frecuentemente, y el orgullo y la vergüenza impiden, a menudo, gritar socorro.

"Nosotros, como los toxicómanos con lo suyo, tenemos que aprender que para salir adelante lo primero es aceptar nuestra condición de pobres", susurra entre lágrimas Jacinto Alejandro Silvente, comercial del sector mobiliario y la decoración de lujo arruinado tras el desplome de la construcción. Este hombre de 57 años, educado en Francia, nada religioso, profesa una devoción absoluta a los voluntarios de Cáritas de Valencia -"nos han salvado la vida", enfatiza-, porque le trataron con "muchísima dignidad" y antes de pedirle la documentación de su caso les llenaron de comida el frigorífico. "Al contrario que en el Ayuntamiento, donde nos citaron para dos meses más tarde, ellos se dieron cuenta de que no teníamos nada para cenar, saben lo que significa un día para el necesitado".

Jacinto vive con su mujer, una hija separada y una pequeña nieta en el piso de su suegra, que falleció hace unos meses. "Compartió con nosotros su casa y su pensión de 600 euros", dice, y en ese momento se interrumpe vencido por la emoción. Tras consultar con la mirada a su mujer, como si lo que se disponía a decir resultara demasiado doloroso o escandaloso, cuenta que al morir su suegra y suprimirse la pensión empeñaron las joyas de la desaparecida en el Monte de Piedad. Durante estos meses terribles de búsqueda desesperada, "conserje o intérprete de idiomas para extranjeros, lo que sea", Jacinto ha hecho un cáncer de vejiga, y su mujer, Ángeles Serrano, de 55 años, ha entrado en tratamiento psicológico. Ella, que siempre dispuso de asistenta en casa, se ofrece como interina por horas.

El seísmo es de tal magnitud que está expulsando de sus hogares a aquellos que, con una economía familiar precaria y poco conscientes de encontrarse en la cuerda floja laboral, se lanzaron a adquirir una vivienda, contagiados por una euforia crediticia desaforada que ha llegado a abarcar el coche, las vacaciones y la televisión de plasma. La pérdida de uno de los dos sueldos, el destinado a la hipoteca, es, en esos casos, la antesala del embargo, el resquebrajamiento del proyecto familiar, la catástrofe. El hacinamiento severo y el subarriendo de habitaciones a precios abusivos se extienden por el país del millón de viviendas vacías. Son las ocho de la noche en un piso de Cáritas del centro de Valencia. El hispano-colombiano Gustavo Adolfo Maldonado, de 34 años, se afana en preparar la cena de sus hijos, cuatro caritas aseadas de 11, 9, 2 y 1 años que corretean por la sala. Falta la madre, Diana, de 30 años. Trabaja de interina en Londres y con lo que gana mantiene a su familia. Salió de España cuando todavía amamantaba a la más pequeña porque, cerradas todas las puertas, Londres, donde vive su hermana, pareció la única vía de supervivencia. No es un caso aislado. La desagregación familiar amenaza particularmente a las parejas inmigrantes en apuros. La falta de red familiar y social obliga con frecuencia a uno de los dos a regresar a su país de origen.

Gustavo vino a España hace nueve años. Trabajaba en la Ford de Almusafes como soldador y ganaba 1.600 euros que, sumados a los 700 que sacaba su mujer en la hostelería, les animaron a embarcarse en un crédito de vivienda de 138.000 euros. "Tres años después, habíamos rebajado la deuda a 110.000, pero llegó la crisis, no me renovaron el contrato y mi mujer perdió el empleo", cuenta con una cadencia dulce y esa elegancia tonal de los latinoamericanos. "Hubo que optar entre comer o pagar la hipoteca. En el banco me indicaron que mis problemas personales no les interesaban". A la espera de los 420 euros de la ayuda posdesempleo y mientras aguarda la orden de desahucio, saca un dinero con el alquiler de su piso. Comenta que, al principio, le costó mucho hacerse cargo de los niños y que todas las mañanas tiene que hacer un esfuerzo para no derrumbarse ante ellos, pero que adora a su mujer. "Como dicen ustedes, hay que tener un par para irse así, a Londres. Nos comunicamos por el Skype de Internet, que le sale casi gratis. Es el único capricho que nos damos: poder vernos y hablarnos. Ella sufre mucho por no poder abrazar a sus niños".

Descomponer la estadística del paro por grupos sociales ayuda a hacerse una idea más cabal de la sociología de la devastación. Y es que los inmigrantes y los jóvenes, víctimas preferentes de la precariedad laboral, soportan tasas del 36% de paro, tres veces más que los autóctonos maduros. Aunque las políticas varían notablemente de una autonomía a otra, las familias de inmigrantes sin permiso de residencia encuentran muchas más dificultades para acceder a las rentas mínimas, excepto en Euskadi, donde existe una suerte de salario social. Los profesionales y voluntarios que trabajan a pie de obra con los más necesitados -no esperen ahí a los sindicatos- alertan de que el grueso de los parados entrará pronto en la segunda fase, caracterizada por el agotamiento de las prestaciones sociales y la acumulación de los problemas.

No es arriesgado suponer que la cronificación del paro abrirá un panorama de conflictos familiares -los divorcios disminuyen, probablemente porque la gente no puede pagárselos, pero aumentan los malos tratos y las rupturas afectivas bajo el mismo techo-; y regreso a la ilegalidad de inmigrantes que necesitan renovar sus contratos de trabajo para poder seguir residiendo en nuestro país. "Dentro de un año habrá aumentado mucho la economía sumergida, la prostitución autóctona y los pequeños robos y atracos", vaticina Mercè Darnell, analista de Cáritas. Es seguro que los 30.000 sin techo que vagabundean en nuestro país encontrarán nuevos compañeros en su viaje a ninguna parte.

"Era tan fácil pedir crédito. Como los alquileres estaban casi tan altos como las cuotas de las hipotecas, parecía cosa de tontos no meterse en un piso", exclama Gustavo Gaytán Ardilla, de 46 años, padre de dos hijos, colombiano de Bogotá, conductor profesional. Al igual que otros "ahogados por las hipotecas", él también se ha unido a grupos alternativos juveniles catalanes que pelean desde hace años por el derecho a la vivienda. Por chocante que pueda resultar la unión de estos inmigrantes autónomos de edad madura con los jóvenes contestatarios barceloneses, hay que creerlos a pie juntillas cuando te dicen, con la emoción en los ojos, que estos muchachos son las únicas personas que les han escuchado y animado a luchar. Escuchar al necesitado merece convertirse en precepto, a la altura de "dar de comer al hambriento" o "visitar al enfermo", que predica la caridad cristiana. Tal es la sensación de invisibilidad y nulidad que ataca a los parados más indefensos.

"El pasado 6 de enero, día de Reyes, Gustavo Gaytán conducía un camión frigorífico cargado de fruta por las inmediaciones de Nápoles, después de haber pasado todas las navidades solo, en la carretera, lejos de su familia. Se encontró en una recta muy larga con final en curva cerrada que salvaba un precipicio. La idea empezó a abrirse paso en su cabeza: "no cojas la curva y acaba con la hipoteca y con todo". Iba lanzado, pero clavó las ruedas en el asfalto en el último segundo porque dice que pensó en sus hijos y en ese matrimonio de españoles que, llevado por su generosidad, le avaló el crédito hipotecario con su propia vivienda y que ahora puede quedarse en la calle, como él. "Me pone enfermo ver lo que están sufriendo por mi culpa, pero no puedo hacer nada. Cuando firmé el crédito llegaba a ganar con las horas extras y los fines de semana hasta 3.800 euros al mes, mientras que ahora, en el taxi, apenas saco 1.200. Mi piso salió a subasta en julio y esto es ya un proceso imparable", dice.

Tal y como lo explican los damnificados, el proceso judicial se desencadena inexorablemente a partir de una serie de cuotas impagadas, aunque los jueces se lo piensen muy mucho a la hora de ejecutar el desahucio. "Embargan tu casa, la sacan a subasta y como no hay subasteros que pujen, el mismo banco se la queda por el 50% de su valor de tasación. Hacen un buen negocio y tú te quedas sin el piso, con la deuda pendiente y con el pago de las costas judiciales que, en mi caso, suponen la barbaridad de 73.000 euros. Es una condena de por vida".

En estos encuentros soplan vientos tempestuosos contra los bancos y los gobiernos. "Que se enteren los políticos: si la gente no paga es porque no puede. Debería caérseles la cara de vergüenza al ver que se embargan casas con niños y que gente adulta tiene que vivir de la pensión de sus padres", alza su voz ronca María Blanca Yaya, de 44 años, vecina de Alfacar (Granada), separada y con un hijo de 16 a su cargo. "Mis clientas tenían a sus maridos en el andamio y cuando la construcción se vino abajo tuve que cerrar mi tienda de ropa. Mi piso sale a subasta el 10 de noviembre", afirma, exasperada.

También a Elena Diéguez se le ha hundido el mundo este año. Maltratada por su marido, separada y con un niño de tres años, vive con 421 euros de la ayuda familiar. "Lo mío es para echarse a llorar y no parar; mi marido no me pasa la pensión y ya no sé qué hacer para conseguir un trabajo", indica esta bilbaína de 35 años, camarera de profesión. Desde que quebró la empresa familiar de la construcción, en el hogar de Celia Díaz Campos, de 39 años, con dos hijos, no entra otro salario que los 480 euros que gana como limpiadora de fin de semana en un hospital. "Estamos en la ruina. Nos han quitado el piso, la maquinaria y los vehículos. Si comemos en casa es gracias a la pensión de mi padre y a la ayuda de mis hermanos". Los anuncios de que las grandes corporaciones repartirán beneficios crispan muchos los ánimos. "También las personas deberíamos poder declararnos fallidas, en quiebra, como en Inglaterra", plantea uno de los jóvenes asamblearios.

"He llegado al punto de que me fallan las fuerzas para seguir buscando trabajo", dice Dora Cubilla, de 38 años. En 2006 dejó su puesto de profesora de matemáticas en un instituto de Buenos Aires para seguir a su marido. La crisis les ha pillado de lleno y como ya no les llega para vivir, ella trata de emplearse en lo que salga, limpiando casas a cuatro euros la hora, lo que sea. "Hasta ahora creía que tener tres hijos era una bendición, pero he descubierto que cuando se trata de buscar trabajo resulta un obstáculo insalvable. Ser mujer y extranjera tampoco ayuda, seguro. Estoy tan desesperanzada", dice, y se aprieta las manos en un gesto nervioso, "que he empezado a dudar de mí misma, de mi capacidad, de mi propia identidad. Y menos mal que aquí, en Castellón, está la Fundación Patim, que nos ayuda mucho", indica. Castellón es un buen exponente del terremoto que ha sacudido nuestro país. En poco más de un año, la provincia que ostentaba el privilegio del pleno empleo técnico -menos del 5% de paro- ha pasado a liderar la destrucción masiva de los puestos de trabajo.

Ahora que no trabaja en la obra, sólo alguna chapuza ocasional, el nigeriano Clive Edosa Uwadiae, un hombretón de 36 años, se levanta todos los días con el cuerpo hecho polvo y una punzada de dolor en la cabeza. Como no puede pagar la hipoteca, trata, infructuosamente, de que el banco se quede con su piso a cambio de la deuda. "Necesito un trabajo para comer y renovar mis papeles", insiste. Por primera vez en los 10 años que lleva en España, Clive no ha enviado este mes a Nigeria los 150 euros que permiten vivir a su numerosa familia. "Sería triste volver, porque mi pueblo sólo es bonito cuando lo miras desde lejos". La cosa se ha puesto imposible para gentes como José Luis Coronado, un antiguo heroinómano con antecedentes que necesita culminar su larga rehabilitación con la estabilidad de un empleo. "El trabajo es la manera de cerrar definitivamente la puerta del pasado. La gente con problemas tiene malos pensamientos cuando está parada y a algunos nos resulta difícil abrirnos a pedir auxilio", indica.

"¿No podéis ayudarnos? No tenemos nada que comer". El alcalde de Yuncos (Toledo), Gregorio Rodríguez (PP), oyó esta súplica desde su despacho un mañana de enero. Surgió así el plan municipal que otorga vales de comida e higiene por valor de dos euros por persona y día a los miembros de las familias en paro empadronadas que no sumen más de 120 euros en subsidios. "Una familia de cuatro miembros se asegura comida por valor de 56 euros semanales sin necesidad de ponerse a la vista de todo el mundo en un comedor social. Es suficiente para sobrevivir haciendo economías y el gasto sólo supone el 1% del presupuesto municipal, nada que no podamos ahorrar reduciendo partidas como la dedicada a las fiestas", indica el alcalde. Su vecino Juan María Sánchez, casado y con un hijo, dice que si comen en casa es gracias a esta ayuda. "Cobro 700 euros de paro y pago 500 de alquiler; el mes que viene tendremos que meternos en una habitación".

Todas y cada una de las personas que los viernes a mediodía recogen su sobre con el vale de comida tienen una historia que contar, pero pocas tan desgraciadas como la de este hombre menudo de 41 años, Antonio López, carpintero encofrador, padre de dos mellizos de ocho años que sale de las oficinas municipales con los ojos enrojecidos. Cuenta que al quedarse en paro se le ocurrió abrir un bar con un préstamo hipotecario avalado con el piso de sus padres. El negocio resultó ruinoso y sus padres se han quedado sin casa. "Vivimos gracias a los 700 euros de la pensión. Busco trabajo, pero también tengo que criar a mis hijos. Mi mujer se suicidó con pastillas hace dos meses. Mirando sus papeles, nos enteramos de que le habían diagnosticado un cáncer. Se ve que no pudo aguantar más, pero nos ha dejado muy solos a los tres".

A riesgo de que sus palabras suenen peregrinas en los estratos más castigados por la crisis, Laia Fábregas, autora del documental 501, que expone las emociones de un grupo de mujeres de mediana edad despedidas de Levi's, pone un toque esperanzador con la idea de que el paro puede ser también una segunda oportunidad individual y colectiva. Economista y hoy directora del Instituto de Cine Catalán, Laia Fábregas sostiene que "la crisis está pidiendo a gritos que pensemos qué sociedad queremos ser". En un plazo más inmediato, el país de la OCDE que más desempleo y trabajo precario crea y que gasta en protección social siete puntos menos que sus vecinos de la zona euro, tendrá que decidir cómo abordar el problema.

"La clase media optará entre dos reacciones básicas: la del miedo y la de la solidaridad. La primera se salda con demandas de cierre de fronteras, penalización de la acogida de inmigrantes irregulares, crecimiento de la población encarcelada y atrincheramiento en los privilegios adquiridos", afirma Pedro Cabrera, profesor de sociología en la Universidad de Comillas. "Si se opta por la solidaridad, deberíamos ir más allá de la beneficencia y de los comedores de caridad e interrogarnos sobre el desastre burocrático de las ayudas, la bajísima dotación de recursos y la descoordinación entre las diferentes áreas de la Administración. Eso significaría reorganizar eficazmente los sistemas de protección social, darles una mayor prioridad presupuestaria y cobrar los impuestos correspondientes a todos aquellos que deben pagarlos", subraya Pedro Cabrera.

Se trata de evitar el desmoronamiento de una parte de la sociedad. Conseguir salir de esta crisis sin el corazón colectivo demasiado encanallado ya sería un triunfo.


La generación 'peter pan' está hipotecada

España tiene casi 8 millones de treintañeros, nacidos al final del 'baby boom' - Están desencantados y altamente endeudados - Son consumistas y buscan en el ocio la nostalgia de su infancia

JOSEP GARRIGA El País, 25/10/2009


En Estados Unidos se les bautizó como kidults -del inglés kid (niño) y adult (adulto)-. En Latinoamérica optaron por un juego de palabras en español, adultescentes, por la unión de adulto y adolescente. Y en España los sociólogos prefieren definirles como treintañeros bajo el síndrome de Peter Pan, mientras que los expertos en mercadotecnia les llaman Generación X. Constituyen, según los últimos datos demográficos del Instituto Nacional de Estadística, el segmento de población mayoritario en España, con casi ocho millones de personas y, en consecuencia, representan una bolsa ingente de consumidores.

La familia y el entorno les presionó para que tuvieran una casa en propiedad

Estos jóvenes han ido retrasando su emancipación por su inestabilidad laboral

Son los últimos hijos del baby boom de los setenta y, en general, todos responden a los mismos patrones. Constituían la generación mejor preparada pero que se ha dado de bruces con un mundo que ha cambiado repentinamente ante sus narices. Ahora deben construirse una nueva realidad y piensan, quizá con razón, que ya están llegando tarde. Son unos jóvenes que rompieron esquemas, abrieron nuevos caminos a base de luchas sociales y, de golpe, se ven amarrados a una hipoteca o, por el contrario, tienen que regresar al nido familiar, a esa casa de la que ansiaban emanciparse. En definitiva, un final de trayecto infernal. Y se dicen: "Yo no entiendo nada".

El único refugio que les queda ahora es su retorno a la etapa juvenil. Pero como retroceder en el tiempo se antoja imposible, mantienen las mismas actitudes y formas de ocio que entonces. Por eso se les llama kidults, adultescentes o Peter Pan.

El problema de los treintañeros arranca -y nunca mejor dicho- de su pecado original: su propio tamaño generacional. No es que nacieran muchos: nacieron demasiados. La tasa de fecundidad alcanzó los 2,8 hijos por mujer fértil. Este estigma les ha marcado desde entonces: masificaron las aulas de las escuelas, después las del instituto, las de la Universidad y, una vez con el título debajo del brazo, las colas de demanda de empleo y las oficinas del paro.

El sociólogo Enrique Gil Calvo apunta que, además de su peso demográfico, los treintañeros heredaron el objetivo de emanciparse con un piso de propiedad, una cultura enraizada en España e Italia, pero no en el norte de Europa, donde el propio Estado promueve y subvenciona el alquiler. "Aquí el Estado del bienestar sólo se entiende para la gente mayor, en ningún caso para los jóvenes", abunda Pau Miret, sociólogo del Centro de Estudios Demográficos. "Y en España las presiones para comprar una vivienda eran muy fuertes y constantes", agrega. El porcentaje de vivienda en propiedad en España se sitúa en el 92% frente al 6% de alquiler.

Pero ¿cómo comprar una vivienda con un contrato temporal y sin estabilidad laboral? La Generación X fue la primera que firmó hipotecas a 35 y 40 años vista. "Se hipotecaban no sólo por el hecho de comprar un piso, sino porque significaba comprarse la emancipación que ansía todo joven. Y los bancos se aprovecharon de este efecto llamada", resume Lorenzo Navarrete, decano del Colegio de Sociólogos de Madrid. A esta presión familiar y social -"con un alquiler estás tirando el dinero", les recriminaban- se sumó la bajada de los tipos de interés y unas entidades financieras que les recibieron con los brazos abiertos.

Sin embargo, su situación se asemeja a la del pez que se muerde la cola. El primer pilar para la transición al mundo adulto es el mercado laboral, porque supone la base para el resto de transiciones. Es decir, la compra de la vivienda, la creación de una familia y los hijos. Pero si el primer pilar no es lo suficientemente sólido o se resquebraja, se hunde el resto y con ello, incluso, la trayectoria vital. De ahí que la edad de emancipación en España se sitúe entre las menores de Europa, en el 45,6% del total de jóvenes. "Poco a poco se multiplica el efecto porque hasta que no consiguen el capital para dar la entrada del piso o un contrato estable van aplazando su salida de casa. Pero continúan pensando que la compra de una vivienda es la mejor inversión, incluso como apuesta biográfica, porque el título universitario no basta", insiste Gil Calvo, que denomina a este grupo Generación H, por la hipoteca. Un informe de Estados Unidos evidencia que los treintañeros representan la primera generación que, en términos relativos, gana menos que la de sus propios padres.

"Es la primera generación en la historia de la humanidad que no ha tenido que hacer lo que hacían sus padres. Y esto crea incertidumbre. Además, les ha fallado el tótem de la vivienda", comenta Gerard Costa, profesor de Marketing Social de la escuela de negocios Esade. Y Navarrete, de acuerdo con este análisis, apunta otra frustración: "Se pelearon por todos y con todo el mundo y, en muchas ocasiones, tiraron la toalla para poder irse. Y ahora casi no disfrutan de esas conquistas sociales que ellos consiguieron. Es una generación a la que debemos mucho y ellos, a su vez, también deben mucho, pero a los bancos".

Este turbulento contexto ha creado, según la mayoría de sociólogos, una generación desencantada, desorientada, perpleja, aplastada, con sensación de pesadez, con enormes y constantes dudas porque el mapa de rutas que trazaron sus padres ya no les sirve y han de orientarse con uno nuevo en blanco y con unos valores diferentes. "Es una generación desencantada, que no se ha adaptado, que podría romper pero no lo han hecho y esto comporta un desgaste. Pero yo el eje lo veo por las dudas ya que se han encontrado sin red de protección y tienen una sensación de oportunidad perdida", resume Gerard Costa.

Los treintañeros casados que buscan descendencia calcan, en su mayoría, esos parámetros de constantes dudas, considera Gil Calvo. ¿Sabré hacer bien de padre?, se preguntan. "Están atemorizados por hacerlo mal. Pero incapaces de imponer autoridad a los hijos optan por mimarles y por sobreprotegerles. Los protocolos de sus padres no les sirven y ahora carecen de manual de uso", comenta. Pero incluso en ellos -la pareja- se da una contradicción: culturalmente son transgresores y modernos pero sociopolíticamente conservadores. "Es una mezcla contradictoria y ambivalente", añade este sociólogo.

Ese conservadurismo se aprecia también en su inmovilismo laboral y en su visión del mundo del trabajo. Para sus padres el éxito y progreso profesional representaban una meta; en cambio, los treintañeros tienen otra escala de valores y dan mayor importancia a otra serie de elementos como el ocio y a colmar sus emociones. De ahí que, como subraya Costa "las empresas hayan entrado a degüello en este segmento de edad".

La eslóganes publicitarios de la tienda de muebles Ikea reflejan, con exactitud, la situación personal y el estado de ánimo de los treintañeros. "Donde caben dos, caben tres" no iba destinado a las parejas que querían ser padres sino a los treintañeros llamados boomerang, los que regresan a casa de sus padres después de una etapa frustrada y frustrante de emancipación. Y los hay en número. "Redecora tu vida", era un anzuelo para esta generación que no entiende nada perpetuo y desencantada, señala Pilar Alcázar, periodista y autora del libro Entre singles, dinkis, bobos y otras tribus, sobre las oportunidades de negocio destinadas a estos grupos de treintañeros. Y por fin, "La República independiente de tu casa", es sinómino de búsqueda de emancipación, incluso en el seno del hogar. También va dirigido a quienes viven solos. Y la Generación X es la más abundante. Según la última EPA, del tercer trimestre de 2009, en España hay 539.300 viviendas unifamiliares de personas activas en este segmento de edad.

El consumo de los treintañeros va ligado sobre todo al ocio entendido como retorno y nostalgia de la etapa juvenil, porque implica también un cambio de valores. "Antes estaba mal visto que una persona tuviese un punto infantil, le llamaban niñato, pero ahora es diferente", añade Alcázar. "Es un segmento más consumidor. Cuando era joven entrevió estas cosas, pero lo disfrutó con limitaciones. Ahora lo puede hacer con amplitud", incide Costa. Y Navarrete apunta su explicación sociológica: "El síndrome de Peter Pan es la garantía de mantener la equidistancia entre sentirse integrado y, al tiempo, también libre. Aun pensando ya como adultos conservan más actitudes y atributos juveniles. Una lucha contracultural". También es cierto que los términos juventud y juvenil se han estirado e incluyen a personas de 34 años que son y se sienten jóvenes.

Los estudios de mercado y, en definitiva, los hábitos consumistas de estos treintañeros no fallan. En Barcelona, por ejemplo, se han agotado las famosas muñecas Baby mocosete. No las han comprado los padres para sus hijos, sino la mamá para su disfrute. El pasado fin de semana, la película de dibujos animados Vicky el Vikingo batió record de taquilla. La mayoría de espectadores eran treintañeros con su prole. Lo mismo sucedió en 2005 con Mortadelo y Filemón. Los ejemplos se extienden a los musicales de Mecano, Abba o Queen. O a la reedición de filmes como Star Wars. O a los anuncios: la recuperación del espot en blanco y negro del gel Legrain-París y el "Anda, los donuts". Y cómo no, a la play station o el Scalextric.

"En cuanto al ocio son unos jóvenes que gastan mucho. Pero ahorran en cosas prácticas, porque no dejan que les tomen el pelo. Utilizan las compañías aéreas low cost o los outlet de ropa. Pero, en cambio, gastan mucho en satisfacer sus emociones y en caprichos", afirma Alcázar. Y Gerard Costa lo ejemplifica: "La figura de Jockey de Batman cuesta más de 200 euros y ha sido todo un éxito. Y los de Tim Burton se agotaron". El Baby mocosete supera también los 200 euros.
¿Y la jubilación?

España tiene una pirámide de edad embarazada, porque predominan los treintañeros que suman 7,9 millones de personas. De ellos, el 18% procede de la inmigración. La estadística del INE arroja un dato preocupante: el envejecimiento paulatino de la población y las repercusiones para los cuatro pilares del Estado del bienestar: las pensiones, el sistema nacional de salud, la educación y las ayudas sociales. De no aumentar el ritmo de nacimientos, España puede convertirse en un país de viejos y sin jóvenes que coticen a la Seguridad Social. Y además, la gente vive mucho más día a día.

Sin embargo, parece que este problema no inquieta sobremanera a los actuales treintañeros. Según una encuesta del grupo asegurador Caser, sólo el 46% de los entrevistados cree que la Seguridad Social -sanidad y pensiones- tendrá dificultades en el futuro, frente a una media total del 69%. El 11% cree que desaparecerá y el 35% que el Estado reducirá las prestaciones.