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miércoles, 14 de diciembre de 2016

El rector de universidad que copia

Jesús Mota, "El rector multicopista o la virtud de resistir. Silencio administrativo absoluto sobre los casos de plagio que se imputan a Fernando Suárez", El País 14 DIC 2016:

Fernando Suárez Bilbao, rector de la Universidad Rey Juan Carlos, acumula acusaciones de plagio a razón de una por día. Por el momento —pero esto no ha terminado—, cinco profesores reclaman airados su dimisión por la (presunta) estafa de haber copiado alguno de sus estudios; se informó de que había plagiado incluso el trabajo de una alumna de la Complutense (María Reyes Domínguez); los alumnos buscan firmas para exigir que dimita y la Universidad de California ha retirado un artículo del ilustre plagiador porque en el texto había reproducido a otros seis autores. Como en España los casos vidriosos suelen adornarse de una graciosa filigrana irónica, la URJC ha instalado un moderno sistema informático para detectar los plagios en los trabajos de los alumnos. ¿Detectará el artilugio los remiendos en los textos del rector o son más sofisticados?

Dejemos a un lado las lamentaciones morales de rigor sobre la conducta fraudulenta del señor Suárez, quien más que un rector parece una multicopista. Ministros europeos han dimitido “por copiar”, pero en España mantenerse en el cargo por encima de cualquier escándalo es ya una virtud cívica. El señor Suárez, sorprendido in fraganti, consciente del fango de impunidad que nos rodea, confía en sus escudos político-institucionales. Véase, si no: atribuye los infames copieteos a una disfunción, es decir, los equipara a una errata de imprenta. Hay que estar muy seguro de los apoyos políticos para llamar disfunción al (presunto) delito de plagio. El chascarrillo o nonsense es coherente con el cinismo arraigado en algunos entornos de poder que consiste en desviar cualquier responsabilidad personal hacia conceptos o cosas inanimadas. Se podría escribir un tratado psicológico analizando como la crisis financiera de 2007 se atribuyó a la avaricia.

Tiene más chispa su análisis del término plagio. En su opinión, este delito está vinculado a la protección de una propiedad que proporciona un beneficio económico. Pero como nadie —ni el propio rector— sabe cuando una producción propia puede generar un beneficio económico, ni cuando un texto u obra concebido para disfrute personal producirá ganancias en otras manos, el argumento parece un tecnicismo jurídico propio de rábulas.

Mientras el rector se recrea en florituras culteranas para explicar lo inexplicable, las instituciones implicadas callan. El ministerio de Educación y la Dirección General de Universidades despejan a patadas de problema (“son asuntos internos”). Tanto respeto por los asuntos internos es un potente indicador de que el Gobierno no va a iniciar conflicto con un jefe local. En un país más atento por los procedimientos democráticos ya se habría reunido una comisión para investigar al señor Suárez. Aquí, no. Si la irritación amaina, bien; si arrecia, se convoca para cumplir. En cuanto al Consejo de Rectores, la cosa irá para largo. Tanta cautela con los métodos corporativos confirma que la sociedad española carece de instituciones capaces de enfrentarse a problemas reales que afectan a personas sin poder. Luego gimotearemos porque crece el populismo

martes, 9 de junio de 2015

El cortaypega, uno de los males que atacan a la lectoescritura por culpa del auge de los medios audiovisuales e informáticos


Hace poco, Zulema Calderón, profesora de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), encargó a sus estudiantes de primer año de Derecho una pequeña investigación sobre grandes juristas de la historia. Los jóvenes, de entre 17 y 19 años, tenían que escoger entre personajes de la talla del filósofo Aristóteles, el teólogo Santo Tomás de Aquino, el jurista Hans Kelsen o el médico Wendell Holmes y exponer su aportación a las leyes en un artículo de unos 10 folios.

Cumplido el plazo para la entrega de los trabajos, Calderón los sometió al análisis de Ephorus, un software antiplagio que la universidad empezó a utilizar en el curso 2013-2014. El sistema detectó que los artículos de seis de los 40 estudiantes de la clase contenían párrafos copiados de webs que en conjunto suponían más del 40% del texto. En otros ocho trabajos, el porcentaje de copiado se situaba entre el 15% y el 20%.

“Hablé con cada uno de ellos por separado y les mostré la evidencia. Ephorus da un análisis detallado contra el que no cabe excusa”, señala. Pero lo más preo­cu­pante para la profesora fue la reacción de sorpresa de los alumnos ante lo que no consideraban una falta. “La mayoría lo había hecho sin malicia porque no tenía conciencia de que plagiar estaba mal. Los jóvenes de hoy tienen la cultura del copy-paste metida en su ADN y cuesta sacársela. Como es una generación que no lee, tampoco escribe y como escribe mal, copia. Es un círculo vicioso”, sostiene.

Tecnología para el ‘alumno 3.0’

Las universidades no solo están invirtiendo en tecnología para detectar el plagio, sino también para adaptarse a una nueva realidad que es la del estudiante conectado. En la Universidad Europea lo llaman el alumno 3.0. “Nuestro modelo académico se basa en la clase invertida”, dice Silvia Lavandera, responsable de tecnología. “El alumno asimila los contenidos en casa y hace las tareas en el aula, a la que ya no llega a sentarse y escuchar, sino a generar contenidos multimedia: apps, vídeos, mapas…”, precisa. El centro está testando también el uso de las Google Glass: enfermeros graban su día a día en un hospital y transmiten en tiempo real lo que están viviendo a un auditorio de alumnos de estudios de Salud y Biomédica.

La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), por su parte, ha creado un corrector electrónico que permite a los docentes trabajar sobre pruebas escaneadas, hacer marcas con el lápiz electrónico o el teclado, mostrar las correcciones o no a los alumnos y enviarles la nota. También permite que los exámenes tipo test se vuelquen en el programa y se corrijan de manera automática.
Por último, está Revisely, una aplicación que ayuda a los docentes en la tarea de corregir textos: detecta errores gramaticales y faltas de ortografía, y los acompaña de comentarios al margen. Además, proporciona al profesor la posibilidad de anotar sus propias observaciones y recomendar cambios al alumno. El programa nació hace un año en Holanda, donde es utilizado por las universidades de Tilburg y Utrecht, y está tratando ahora de introducirse en España, donde ha recibido 100.000 euros en capital semilla de la aceleradora Impact.

Al igual que Calderón, profesores de todos los niveles educativos se enfrentan a diario a la misma ingrata experiencia. El plagio de documentos académicos ha existido siempre, pero hace 20 años no era tan fácil como ahora. Se podía copiar un libro, pero había que hacerlo a mano, lo que al menos obligaba a una lectura superficial. Ahora, en cambio, la tarea que podía tomar horas se ha reducido a dos toques sobre la pantalla del móvil.

En 2007, la Universidad de las Islas Baleares efectuó una encuesta sobre esta práctica entre estudiantes usuarios del portal Universia. Los investigadores encontraron que seis de cada 10 alumnos aceptaban haber copiado y pegado fragmentos procedentes de una web. Además, nueve de cada 10 afirmaba que esta era una práctica extendida entre sus compañeros.

Frente a esta problemática, las universidades españolas han empezado a blindarse. Al igual que la UFV, muchas han incorporado tecnologías para la detección de plagios, algunas desarrolladas por ellas mismas y otras por terceros. En septiembre pasado, por ejemplo, la Universidad de León informó que pagará 9.000 euros al año por la licencia de Turnitin, un proveedor estadounidense de software antiplagio, aprovechando un descuento del 50% conseguido para sus asociadas por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). La institución leonesa tomó esta medida después de que en una prueba piloto detectara que el 60% de los trabajos de sus estudiantes presentaba algún nivel de plagio.

Turnitin es el sistema más popular en España, entre otras cosas porque puede integrarse en Moodle, la aplicación web de acceso gratuito que utilizan casi todas las universidades españolas para administrar sus campus virtuales. La herramienta compara las frases de los textos analizados con los publicados en 45.000 millones de páginas webs. Luego muestra las partes coincidentes y las fuentes de las que han sido tomadas para que el profesor pueda valorar el grado de similitud.

“Llevamos tres años usando Turnitin”, indica Pedro Pérez Celis, subdirector para asuntos de gestión del conocimiento e infraestructuras de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE. “El primer año, la tasa de copia era alta, pero el último año ha bajado bastante porque el sistema tiene un efecto disuasorio: el estudiante es consciente de que si plagia, lo van a coger”, precisa.

Es una generación que no lee, tampoco escribe y como escribe mal, copia. Es un círculo vicioso
Turnitin informa de que actualmente 31 instituciones educativas usan la aplicación en España. De ellas, 21 son universidades y 14 son escuelas de educación secundaria. En el mercado hay más proveedores: la sueca Urkund, la francesa Compilatio, la británica CopyScape, la polaca Strike Plagiarism y la española Approbo son algunos.

La Universidad Oberta de Catalunya (UOC), 100% online, es de las que ha desarrollado su propia herramienta, aunque esta compara los textos de sus alumnos con documentos de su base de datos. Jordi Durán, jefe de proyectos tecnológicos de la UOC, justifica este modelo porque el tipo de plagio más común es el que se da entre estudiantes del mismo centro. Sin embargo, la institución planea atacar también la copia de Internet.

“Estamos valorando entre Turnitin, Urkund y Strike Plagiarism cuál es la que ofrece mayor cobertura y grado de acierto”, revela Durán. En paralelo, la UOC ha puesto en marcha dos nuevos proyectos de investigación, uno para desarrollar un programa que permita comprobar la autoría de un estudiante a partir de su estilo de escritura, y otro para determinar si los vídeos subidos por sus alumnos contienen imágenes originales o han sido tomadas de otros.

Pero por efectiva que sea la aplicación, Zulema Calderón, profesora de la UFV, advierte de que la solución no debe agotarse en la detección: “Hay que atajar el problema en el origen, es decir, en la voluntad del alumno. Hay que explicarle que plagiar no solo es una falta grave, sino que constituye también una oportunidad de aprendizaje perdida”.

sábado, 29 de enero de 2011

Ley Sinde y Savater

Fernando Savater, "Los colegas de 'Mad Max'", El País, 28/01/2011

Haciéndose eco de una aspiración eterna y universal, escribió Borges: "Creo que un día los hombres merecerán no tener Gobiernos". Y tampoco leyes, reglamentos y cortapisas de cualquier tipo a la libertad. Si todos tuviésemos buena voluntad, nos coordinaríamos sin coacción ni sanción. No hay generación que no haya apetecido ese día sin Gobiernos ni leyes. Después, hartos de esperar, esos mismos aprenden a contentarse con Gobiernos menos malos y leyes mejores. Les fuerzan a tal resignación los desmanes cometidos por quienes en cada momento saben aprovecharse del aplazamiento de esas beatas ilusiones.

Cada nuevo horizonte para la actividad humana reaviva el libertario sueño ancestral. Volvemos al origen, al paraíso intacto: ¡desoíremos a la serpiente y no comeremos de la manzana! Rechacemos por aguafiestas a los que quieren organizar lo inédito con instrucciones y prohibiciones. Que todo comience. Como pasó en el Oeste americano, esa tierra de promisión y por tanto sin ley cuya épica romántica tanto hemos disfrutado en el cine. Claro que hubo víctimas: aparte de los apaches y los sioux, padecieron la alegalidad los granjeros, los comerciantes, los hijos de quienes preferían los arados a las pistolas. Y se beneficiaron de ella terratenientes y ganaderos sin escrúpulos, los más rápidos en desenfundar, los propietarios de garitos y los asaltantes de diligencias. No prosperaron los creadores de lo nuevo hasta que viejas leyes y viejas instituciones reinventadas les libraron de los bandoleros.

Hoy el mundo casi intacto por explorar es Internet. Y vuelve a oírse reivindicar un paraíso no manipulado por Gobiernos, jueces ni agiotistas. Prometen libertad para todos pero no ven o minimizan a los bucaneros y hermandades teleoperadoras de la costa que se aprovechan del desmadre reinante. Los mismos que se niegan a que las instituciones estatales tengan secretos exigen que se borren sus datos personales de Google, anonimato para mí y transparencia para el resto del universo, intercambio libre de descargas... aunque ello perpetúe las redes de abuso de menores o de actividades terroristas que queremos combatir, etcétera... Es la anarquía, por fin, pero no aquella bendita anarquía del apoyo mutuo del príncipe Kropotkin, sino la del futuro desolador de Mad Max, hecha de pillaje, espectáculos brutales y gente asustada que huye de las bandas de matones depredadores. Todo virtual, claro... afortunadamente.

Nos dicen muy ufanos que quienes pretenden proteger la propiedad intelectual con la ley Sinde o cualquiera de sus variantes tienen perdida la batalla de la opinión pública. ¿Por qué será? En primer lugar, desde luego, porque nos gusta coger sin pagar: si los Rolex pudieran bajarse de Internet, nadie pisaría una relojería. Después, muchos guardan un inconfesable rencor a los artistas, gente que cobra por hacer lo que les gusta. ¡Que trabajen aperreados como los demás o que se jodan! Más complejos -y con mayores complejos- están los artistas no rentables, que prefieren renunciar a cobrar con tal de saber que Pérez-Reverte o Alejandro Sanz perderán millones. Y luego vienen los justicieros que denuncian la cultura establecida, como aquel iconoclasta que me dijo que en su época había muchos pintores mejores que Velázquez aunque este predominó porque contaba con el amparo de los reyes. En el Marat/Sade de Peter Weiss, el cruel marqués ya ironiza sobre los malos poetas o los pescadores sin capturas que confían en la revolución para cambiar su suerte y luego la maldicen al ver que tras ella siguen escribiendo ripios o sacando del mar latas y botas viejas. Ahora los hay convencidos de que en cuanto artistas y escritores reputados queden desprotegidos ellos alcanzarán por fin la gloria que merecen. Lo dudo mucho. Lichtenberg dice en un aforismo que "un libro es como un espejo: si un mono se mira en él, el reflejado no podrá ser un apóstol". Internet es el espejo donde se reflejan incontables apóstoles y todos ¡qué monos son!

Se pretende derogar las actitudes legalistas asegurando que son simple y puro miedo. Cierto temor es muy razonable en quien tiene algo que perder: los padres se inquietan porque sus hijos adolescentes desaparecen durante toda la noche, los obreros tiemblan cuando la multinacional anuncia que va a deslocalizar los puestos de trabajo y también el vendedor de discos en un mundo de la música bajada sin coste... No es tranquilizador que sea signo de los tiempos: muchas cosas cambian para peor. Es cierto que las neveras de barras de hielo y las farolas de gas han sido desplazadas por la electricidad o las máquinas de escribir por los ordenadores. Pero algo tienen en común los instrumentos y las fuentes de energía pasadas y presentes: ninguna es gratis. De modo que es normal que uno se pregunte quién va a beneficiarse de las posibilidades de Internet... y a costa de quién.

Pero los que se oponen a la ley antidescargas lo hacen también en nombre del miedo: miedo a la censura en la Red, miedo a la pérdida de libertades, miedo a la pérdida de "democracia" que es un eufemismo por la pérdida de beneficios: las empresas asociadas contra la ley Sinde son meros negocios y claman por la amenaza a sus ganancias. No veo en qué son mejores o menos timoratas que los autores que reclaman sus derechos... Unos temen por la pérdida del fruto de su trabajo, otros por un control que disminuya la irresponsabilidad de sus juguetes o su rentabilidad. Cuestión de intereses contrapuestos, para cuya regulación se inventaron las leyes. La edad tiene poco que ver con este asunto, aunque haya ingenuos o aprovechados que quieran convertirlo en un choque generacional. Aunque no hay dogma más antiguo que tener a la juventud por un mérito moral o una vía de sabiduría: todas las generaciones han creído sucesivamente en él.

La ley llegó al lejano Oeste y con ella la prosperidad y la civilización: ejemplo, Las Vegas. No cabe duda de que las leyes contra las descargas ilegales se abrirán paso también, gradualmente, junto a otras que impidan abusos autoritarios de los censores. Con el tiempo, desaparecerán los "internautas", esa autoproclamada vanguardia neoleninista que considera que Internet es su cortijo. Dentro de unos años, decir "soy internauta" resultará tan raro como decir hoy "soy telefonista" porque se habla por el móvil. Y los políticos que se oponen a la corrupción dejarán de apoyar bobadas oportunistas como la "neutralidad de la Red". ¿Seremos todos entonces artistas creadores, gracias a la democracia online? Malas noticias. Seguirá habiendo suspensos, aprobados y unos pocos sobresalientes. Como le decía el señor de negro de Mingote a la beata inquieta por las novedades conciliares: "Descuide usted que al cielo, lo que se dice al cielo, iremos los de siempre".

miércoles, 10 de marzo de 2010

Contra el copyright

Quien defiende el copyright defiende la criminalización de la sociedad, la privatización del pensamiento, ponerle puertas al campo y braguetón al desnudo espíritu humano. Contra eso está la misma cultura, como demuestran estas citas:

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?.
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

Federico García Lorca, "Medio pan y un libro"

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.


Manuel Machado

De cómo dice el arçipreste que se ha de entender su libro:
Qualquier omen, que lo oya, si bien trovar sopiere,
puede más y añadir et emendar si quisiere,
ande de mano en mano a quienquier quel’ pidiere,
como pella a las dueñas tómelo quien podiere.
Pues es de buen amor, emprestadlo de grado,
non desmintades su nombre, nin dedes refertado,
non le dedes por dineros vendido nin alquilado,
ca non ha grado, nin graçias, nin buen amor complado.
Traducción:
Cualquier hombre que lo oiga, si bien trovar supiese
puede aquí añadir más, y enmendar si quisiese,
ande de mano en mano a cualquiera que lo pidiese,

como pelota [lanzada] a las chicas tómelo quien pudiese.
Pues es de buen amor, prestadlo de buen grado,
no le neguéis su nombre ni os hagáis de rogar al darlo,
no lo deis por dinero, vendido ni alquilado,
porque no tiene gusto ni gracia, ni [hay] buen amor comprado”.


Libro de buen Amor, Juan Ruiz


Debería haber un gran almacén de arte en el mundo al que el artista pudiera llevar sus obras y desde el cual el mundo pudiera tomar lo que necesitara”.

Ludwig van Beethoven

La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus males es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.”

José Martí


Soy un pirata de mí mismo, pongo mis libros para descarga gratuita en mi web y no me molesta que la gente los difunda al máximo en las redes p2p”

Paolo Coelho

Somos grandes copiadores, sin imitación no habría cultura”

Giacomo Rizzolati


Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana, e intercambiamos manzanas, entonces tanto tú como yo seguimos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos ideas, entonces ambos tenemos dos ideas.”

George Bernard Shaw


Aquél que recibe una idea de mí gana en conocimiento sin quitarme nada, como aquél que enciende su vela con la mía recibe luz sin oscurecerme (…) es muy extraño suponer que las Ideas deberían ser Propiedad (…) ¡La Naturaleza, obviamente, quiere que las ideas sean libres! (…) No importa cuánta gente la comparta, una idea no se ‘gasta”


Thomas Jefferson, primer autor de una Declaración de los derechos del hombre.
El cheque cuantifica
el precio del libro de poesíano el de la poesía del libro;
el número de compradores del libro,
no el de lectores de esa poesía;

y en términos de la libertad de mercado

(suponiendo que algo así existe)

cuál es el mercado de la libertad

poética (suponiendo que algo así existe).

El infierno hablador finge

que los poetas se salvan

en la mañana ensimismada. Un hombre

sentado en la calle mendiga

con un sombrero en el suelo, la mano

ni la usa ya, rayo muerto.

El asombro como de estos desastres.

¿Quién paga los derechos del velero

que escribe adiós

en la tarde que no puede volver?


Juan Gelman, "Derechos de autor"


Music is everybody’s possession. It’s only publishers who think they own it.
Traducción libre:
La música nos pertenece a todos. Sólo los editores creen que les pertenece a ellos

John Lennon

No se debería permitir que el Copyright durase un día más de lo necesario para remunerar a los autores lo necesario como para mantenerlos en el negocio

Thomas Macaulay
Simplemente, no puedo entender vuestra actitud, porque aunque repusieran vuestra película, creo que el espectador medio podrá distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo. No tengo claro si yo podría hacerlo también, pero estoy dispuesto, por supuesto, a intentarlo con “todas mis fuerzas”. Decís que el nombre de Casablanca es vuestro y que nadie más lo puede usar sin vuestro permiso, ¿qué pasa con “Hermanos Warner” (Warner Bros)? ¿También eso es vuestro? Es posible que podáis usar el nombre “Warner”. Pero nunca la parte “Hermanos”, profesionalmente, nosotros éramos “Hermanos” mucho antes que vosotros. Incluso antes que nosotros, ha habido otros “Hermanos”: los hermanos Smith, los hermanos Karamazov, Los hermanos Dan… El más joven de los hermanos Warner se llama Jack… ¿También reclama la propiedad sobre este nombre? Porque no es un nombre muy original: se usaba incluso antes de que el naciera. Por otro lado, se me ocurren un par de Jacks (sin contar a Jack, el del cuento de las habichuelas mágicas, y Jack el destripador, que ya en sus tiempos fue bastante famoso). Y para Harry, sin pensarmelo mucho, se me ocurren dos Harrys antes que él: Harry Lighthouse, que tuvo una fama revolucionaria, y Harry Appelbaun, que vivió en la 93, esquina Lexington”.

Groucho Marx, en respuesta a un requerimiento de copyright de la Warner por Una noche en Casablanca

Arturo Pérez Reverte

A ver qué novelista que no sea un demagogo o un cretino se resiste a que lo lean más, en lugares donde el libro de papel no llega por diversas razones. El caso es que mis condiciones para aceptar ese tinglado fueron que el precio en Internet fuera simbólico o lo más bajo posible, que no hubiera publicidad en las páginas, y que pasado un mes la novela desaparecería de la red para iniciar su vida normal en forma de libro. Y así ha sido, o está a punto de ser. Pero lo mejor de la experiencia fue el aspecto delincuente del asunto: cuando la presentación en Madrid, al preguntar un periodista por mis aspiraciones comerciales, respondí que mis aspiraciones comerciales eran que la mayor parte de los lectores se apropiasen de la novela por el morro. O sea, gratis. Lo que quiero es que me lean, dije. Así que recomendé públicamente el pirateo. Haced esto en memoria mía, dije. Por la pati. A qué pasar hambre, si es de noche y hay higueras”.
Víctor Jara, Manifiesto:

Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz
canto porque la guitarra
tiene sentido y razon,

tiene corazon de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas,
aquí se encajó mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera.
Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una alondra
hasta el fondo de la tierra.
Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre sera canción nueva.

martes, 9 de septiembre de 2008

Plagios

Es muy común que algunos autores consagrados recurran al plagio; su fuente se seca, y recurren a la de otros. Eso se llama en tradición poética Culturalismo: ponerse la máscara del personaje con quien más te identificas y darle vida otra vez. Puede hacerse de una manera creativa, usando el monólogo dramático al estilo de Robert Browning, o de forma más pedestre, empedrando un poema de plagios.

La historia del plagio en nuestras letras es enorme; no me atrevo a llamar plagiarios a Berceo o Juan Ruiz ni a otros escritores medievales porque ellos se consideraban artesanos, no artistas. Tampoco a Isidoro de Sevilla, pero sí a Pedro Toledano, Juan Maldonado, Juan Luis de la Cerda, Alfonso Fernández, Lorenzo Ramírez de Prado y Andrés Laguna. Más adelante, el cantante Enrique Bunbury recurre al poeta suicida Pedro Casariego; Lucía Etxebarría, a Antonio Colinas; en la obra de José María y Nacho Cano, es posible encontrar versos y genuina inspiración de Federico García Lorca; Camilo José Cela y Francisco Umbral copiaban que era un primor; Cela recurría con frecuencia a negros para multiplicar su fecundidad de articulista a precio de Nobel. Algo parecido han achacado a Antonio Gala. Hay canciones de Radio futura que son poemas enteros de Edgar Allan Poe y otros de la movida contienen versos enteros de Góngora, Bécquer y Machado. Claro está que algunos plagiarios son excelentes escritores algo envidiosillos, empezando por el mismo Ramón María del Valle-Inclán, como demostró el libro arrojadizo de Julio Casares. Mateo Alemán, que se las sabía todas, hizo que su plagiario, Mateo Luján, transformado en personaje, se arrojase al mar, porque el adagio dice que el plagio perfecto termina matando al modelo, así que no sólo se anticipó al criminal, sino que imitó su segunda parte en la suya y además lo mató. Luis Racionero, Luis Alberto de Cuenca, Quim Monzó, Bryce Echenique etc.