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lunes, 17 de noviembre de 2025

Un caso de animación suspendida accidental

 De María Delgado, auxiliar de enfermería:

Durante el 20 de mayo de 1999, en Tromsø, norte de Noruega, Anna Bågenholm, de 29 años, estaba esquiando cuando el hielo se rompió bajo sus pies. Atrapada bajo el agua helada, encontró una diminuta burbuja de aire… y logró respirar durante 40 minutos. Luego, su corazón se detuvo. Permaneció bajo el hielo durante 80 minutos. Cuando los rescatistas finalmente la sacaron, su cuerpo tenía una temperatura de 13,7 °C. Sin pulso. Sin respiración.

Pero los médicos se negaron a rendirse. Dijeron una frase que quedaría grabada en la historia: “Nadie está muerto hasta que está caliente y muerto.” Conectaron su cuerpo a una máquina corazón–pulmón. Hora tras hora, su sangre se fue calentando lentamente… como debe hacerse, no rápida y súbitamente. Y a los 30 °C, su corazón volvió a latir. Contra toda lógica, Anna volvió a la vida. Su cerebro quedó intacto. Aprendió a caminar de nuevo, terminó sus estudios y se convirtió en radióloga. Hoy trabaja en el hospital de Tromsø, el mismo lugar donde fue salvada.

Clínicamente muerta. 80 minutos bajo el hielo. Y, sin embargo, viva. Porque a veces, la ciencia y la determinación humana se niegan a rendirse. Un recordatorio de que incluso cuando todo parece congelado… la esperanza aún puede volver a latir. 

lunes, 3 de noviembre de 2025

Entrevista con el astrofísico Gustavo E. Romero

 Gustavo E. Romero, astrofísico: “Puede consolarse pensando en su existencia como una cierta extensión en el espacio-tiempo que siempre va a estar ahí”, en El País, por Raúl Limón, 8 ABR 2025:

El filósofo y físico argentino cree que puede haber algo más básico que lo conocido en la estructura de la materia y repasa aspectos como la muerte, los viajes en el tiempo y la idea de dios

La conjunción de la física cuántica y la filosofía es común y muchos científicos navegan por ambas disciplinas en la búsqueda de una de las respuestas fundamentales de la existencia: qué somos. Gustavo Esteban Romero, nacido en la ciudad de La Plata (Argentina) hace 60 años, profesor de Astrofísica Relativista en la Universidad Nacional de La Plata, Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y director del Instituto Argentino de Radioastronomía, es uno de ellos. Ha pasado por la Universidad de Sevilla invitado por la Facultad de Filosofía, pero su presencia suscitó de inmediato requerimientos de participación en actos de las facultades de Física y Matemáticas, a los que se sumó sin dudarlo y entre los que concedió esta entrevista donde aborda desde los principios cuánticos hasta conceptos de la vida, la muerte, los viajes en el tiempo o la idea de dios.

Pregunta. ¿La física cuántica explica la realidad?

Respuesta. Es una teoría básica que explica la estructura de la materia y la constitución de los sistemas materiales. Hay otras cosas, como por ejemplo el espacio-tiempo, del cual la mecánica cuántica no se ocupa. Tampoco explica todos los fenómenos de la física. A escala humana, los fenómenos cuánticos desaparecen cuando pasamos a escalas donde hay sistemas muy complejos.

P. ¿Sugiere que hay un sustrato más básico, que hay algo más que desconocemos de esta ontología del mundo a la que se refiere?

R. Hay indicios de que pueda existir algo más fundamental que la mecánica cuántica y el espacio-tiempo, que son los dos grandes elementos constitutivos de nuestra ontología actual. La mecánica cuántica, en su extensión más moderna, que es lo que se llama la teoría cuántica de campos, postula que el sustrato básico del universo son 25 campos que dan lugar a los sistemas materiales que, en última instancia, forman las cosas que vemos. Por otro lado, tenemos al espacio-tiempo, que es descrito por la teoría general de la relatividad. Ahora bien, hay ámbitos de la experiencia que la teoría general de la relatividad no cubre. El propio Einstein ya se dio cuenta de que la teoría predice sus límites, hasta dónde se puede aplicar y en qué casos no se puede ya usar.

P. ¿En qué casos?

R. No se puede aplicar para describir lo que sucede en el centro de los agujeros negros o no se puede aplicar para describir lo que sucedió al comienzo de la expansión cósmica. Cuando se trata de aplicar a esos casos, aparecen infinitos que es una forma matemática de decir que la teoría falla. Eso y otras cosas nos sugieren que quizás haya algo más básico que el espacio-tiempo y que los campos cuánticos, algo de lo cual, quizá, pueda emerger lo que hoy llamamos la realidad.

P. Afirma que los sistemas cuánticos no son ni ondas ni partículas. ¿Qué son?

P. Son sistemas que existen en un ámbito que está muy apartado de la experiencia cotidiana, de los conceptos de onda o partículas de la física macroscópica, a escala humana. Hay propiedades de los sistemas macroscópicos, de los sistemas de la vida cotidiana, que parecen no tener los sistemas cuánticos. Por ejemplo: no parecen tener definido al mismo tiempo lo que nosotros llamamos posición y momento, o sea, no tienen definida la posición y la velocidad de forma simultánea. En ciertos límites, los sistemas cuánticos se comportan en forma similar a una onda y en otros en forma parecida a una partícula. Pero sería un error pensar en ellos con esas imágenes mentales clásicas.

P. También afirma que no existe el colapso de la función de onda, la variación abrupta del estado de un sistema después de haber sido medido.

R. La función de onda que aparece en la mecánica cuántica es un concepto matemático que contiene la información relativa al conjunto de las propiedades del sistema, lo que se llama estado. Pero no puede colapsar porque los objetos matemáticos no pueden colapsar: el número cuatro o una raíz cuadrada o una ecuación no pueden colapsar. Los edificios sí o una escalera o una persona, pero no un objeto matemático. Imagine un dado agitado en la mano. Admite seis estados posibles. Cuando lo pongo sobre la mesa, en las condiciones de contorno de la mesa, una de esas seis posibilidades se materializa. Pero la probabilidad no colapsa, lo que pasa es que hay una evolución del sistema del estado donde no estaban todavía fijadas las condiciones de contorno hacia otro dónde lo están: eso significa que ha habido una interacción. El estado se fija, pero la probabilidad sigue siendo la misma. No hay un colapso de la probabilidad.

Todos los sucesos del universo están determinados desde un principio común. Todos los estados fueron definidos por uno del pasado. En otras palabras, hay un determinismo estricto en el universo

P. ¿Todo está determinado?

R. El entrelazamiento cuántico es una de las propiedades más peculiares y extrañas de la mecánica cuántica. Un sistema cuántico está formado por varios componentes y si hago una determinación del estado de un componente, inmediatamente sé el estado del otro. Son correlaciones instantáneas y no se producen por variables ocultas ni por transmisión de información a una velocidad superior a la de la luz. En un lenguaje cotidiano significaría que todos los sucesos del universo están determinados desde un principio común. Todos los estados fueron definidos por uno del pasado. En otras palabras, hay un determinismo estricto en el universo.

P. ¿No existe el libre albedrío?

R. En mi opinión, hay razones filosóficas para pensar que no existe y que, además, no tiene sentido. Si uno mira el contexto cosmológico, todo el universo era en su origen tan compacto que, básicamente, todos los sistemas estaban en conexión causal unos con otros. Los seres humanos obedecen a las leyes naturales de la misma manera que todo lo que existe, todo lo que es natural. Si no hubiese una relación causal entre mis condiciones y mis actos, sería imposible adjudicarme la capacidad de ejercer actos de acuerdo con mi voluntad. Para que un acto sea libre, para que no sea aleatorio y dependa de mí, debo tener el control sobre ese acto y la única manera de hacerlo es que haya una cadena causal estricta. Todo el mundo puede hacer lo que quiere, lo que no podemos es querer lo que queremos. Los experimentos actuales en neurociencia muestran que la toma de decisiones por parte del cerebro, en general, no están mediados por la conciencia. Los sujetos toman las decisiones, de forma inconsciente, antes de ellos mismos ser conscientes de que han tomado la decisión.

El pasado, el presente y el futuro existen y el conjunto de todos los sucesos que conforman el espacio-tiempo es una totalidad autoexistente

P. Entonces, ¿todo está escrito?

R. No diría que está escrito, sino que está determinado, que no es lo mismo. Estaría escrito si pudiésemos leerlo de alguna manera, pero nosotros no tenemos la capacidad de leerlo ni de proyectarlo hacia el futuro porque los procesos que van ocurriendo son extremadamente complejos, no son lineales y no tenemos posibilidad de predecirlos. Usted espera que yo me comporte de una determinada manera, que no me ponga, de repente, a saltar o a cantar reggaetón. Sigo más o menos la trayectoria que predicen mis eventos previos. Pero los sistemas complejos tienen tantas interacciones no lineales con otros sistemas que es muy difícil predecir su comportamiento. Lo vemos con el tiempo atmosférico, que es mucho más simple que un cerebro. Los meteorólogos pueden hacer predicciones probabilistas con una ventana de, a lo sumo, una semana. Pero pretender hacerlo más allá es prácticamente imposible porque pequeñas perturbaciones en las condiciones iniciales se propagan rápidamente y producen enormes cambios en los resultados.

P. ¿Las partículas tampoco son elementos de la materia sino propiedades, no son esas bolitas que imaginamos dando vueltas en torno a un núcleo?

R. La teoría cuántica de campos, que es la mejor corroborada que tenemos hoy sobre la estructura de la realidad, de la materia, postula la existencia de esos 25 campos que mencionábamos y que admiten excitaciones discretas, que son las partículas. Las puede ver en un sistema de referencia y, en otro, desaparecen. Si usted se mueve de forma acelerada, habrá un flujo térmico y determinadas partículas aparecerán en su sistema de referencia. Pero si se mueve en un sistema inercial, con velocidad constante, esas partículas no están. Nada aparece y desaparece de la nada. Lo que sucede es que las partículas son propiedades de los campos y distintos detectores pueden detectarlas o no. Si en un autobús se fija en la persona que está sentada al lado, no se está moviendo. Si mira desde la calle a esa persona, esta se mueve a cierta velocidad: cambia el sistema de referencia y cambian las propiedades. Lo mismo pasa con las partículas. Los campos cuánticos no desaparecen, siguen existiendo. Lo que tiene la realidad ontológica en última instancia es el campo, las excitaciones se pueden percibir o no de acuerdo al sistema en el cual se está.

En última instancia, ¿qué es lo más simple de lo que está compuesta la realidad? Campos cuánticos que, al interactuar, se excitan y forman esto que nosotros llamamos partículas

P. Pero ¿qué somos? Las moléculas están formadas por átomos y estos, a su vez, por partículas

R. Somos algo mucho más complejo que eso, porque la realidad se va organizando en niveles. Usted tiene propiedades que las partículas que lo conforman no tienen. Las partículas tienen carga eléctrica y usted no. Usted puede pensar, caminar y hablar, pero las partículas no, y tampoco las células, que están en un nivel intermedio, ni los tejidos ni los órganos. Hay funcionalidades y una emergencia de nuevas propiedades a medida que uno asciende en la complejidad. Ahora, cuando va hacia abajo, hacia el sustrato hasta donde sabemos ahora —porque yo dejo abierta la puerta a que haya sustratos aún más más elementales—, lo que tenemos son los campos cuánticos. En última instancia, ¿qué es lo más simple de lo que está compuesta la realidad? Campos cuánticos, que, al interactuar, se excitan y forman esto que nosotros llamamos partículas. Las pensamos como si fuesen cosas, pero en realidad son propiedades. Son como las olas de la superficie agitada del mar. Las olas forman remolinos y formas complejas Ahora piense que, en vez de agua, tiene campos y una tormenta de interacciones muy complejas. Usted, yo, el lector, somos esas tormentas.

P. ¿Entonces somos campos cuánticos?

R. Somos más porque, insisto, hay emergencias de propiedades que no debemos subestimar. Piense de nuevo en un torbellino en el agua: tiene un montón de propiedades, vorticidad, temperatura, cosas que no tienen las partículas que forman el agua. Se van perdiendo las propiedades de las partículas y otras emergen.

P. Con la muerte, con la pérdida de esas propiedades, ¿queda un sustrato cuántico?

R. La muerte es un término que se aplica a los sistemas complejos vivientes. Yo no lo aplicaría a un campo. Si vamos hacia el pasado del universo, esos 25 campos, a medida que la temperatura se va incrementando, a medida que las condiciones se van haciendo más extremas, se empiezan a unir unos con otros. Por ejemplo, el campo electromagnético se une con el campo débil y forman el campo electrodébil. Entonces pasamos a tener menos campos hasta conformar un único gran campo cuántico que sigue existiendo sobre el espacio-tiempo. ¿Cómo de ese campo unificado emergen los demás? No lo sabemos.

P. ¿Sobrevivimos en un estado cuántico?

R. Puede consolarse, quizás, pensando en su existencia como una cierta extensión en el espacio-tiempo que siempre va a estar ahí, en el sentido de que ese espacio-tiempo al ser cuatridimensional y no haber una quinta dimensión en la cual todo ese conjunto evolucione, siempre está ahí. Imagine el nacimiento como un borde espacio-tiempo y la muerte como el otro extremo. Sería como la diferencia entre mi cabeza y los pies: distintos aspectos de una entidad extendida en el espacio-tiempo. Muerte y nacimiento son bordes, como lo es mi piel.

Imagine el nacimiento como un borde espaciotemporal y la muerte como el otro extremo. Sería como la diferencia entre mi cabeza y los pies: distintos aspectos de una entidad extendida en el espacio-tiempo. Muerte y nacimiento son bordes, como lo es mi piel

P. ¿Qué es el eternalismo que defiende?

R. Es la idea de que no es solamente el presente es lo que existe, sino que el pasado, el presente y el futuro existen y que el conjunto de todos los sucesos que conforman el espacio-tiempo es una totalidad autoexistente.

P. ¿Podríamos entonces viajar en el tiempo?

R. Digamos que hay soluciones a las ecuaciones de Einstein que hacen posible el viaje en el tiempo. De hecho, no hace falta algo muy sofisticado. Hay un agujero negro en el centro de nuestra galaxia. Si usted arrojase una sonda con una persona muy cerca del horizonte de sucesos y retornase, ese astronauta volvería al futuro, el tiempo transcurrido en la Tierra durante el viaje es mucho más largo que el tiempo experimentado por la persona que viajó. Hay otras soluciones que no sabemos si se dan en el mundo real, como los agujeros de gusano, que conectarían dos regiones del espacio-tiempo muy separadas. Hay trabajos publicados en la literatura científica donde el universo es una misma entidad autoexistente y la causa que genera el comienzo de la expansión, en realidad, está en el futuro. No digo que sea el caso, sino que es concebible. En realidad, no hay un devenir, sino una relación de antes o después de los sucesos

P. ¿Entonces somos eternos?

R. Eterno no significa ilimitado, sino que uno ocupa una región de un espacio-tiempo que abarca la totalidad, todo lo existente. Uno es una subregión de ese espacio-tiempo y esa subregión no cambia respecto a un súpertiempo. Trate de no pensar en tres dimensiones que van cambiando respecto del tiempo, que es el de la cuarta dimensión, sino en un todo que incluye a esa cuarta dimensión. Es un paquete que no puede cambiar y lo que uno puede establecer son relaciones entre los objetos que están ahí adentro, pero la totalidad no puede cambiar porque el tiempo está ahí dentro como una dimensión más. Lo que yo estoy percibiendo ahora es simplemente un momento, lo que está sucediendo ahora es que su cerebro va integrando distintas clases de sucesos que están relacionados causalmente de tal manera que crea esa ilusión de devenir, pero, en realidad, no hay un devenir, sino una relación de antes o después de los sucesos, no hay una aparición y desaparición de los sucesos.

P. ¿Dios existe?

R. Como suele suceder en filosofía, depende de qué es lo que usted entiende por dios. Si se refiere al dios de los teólogos, un ser supremo creador del universo, pero distinto del universo, que es un agente intencional, omnisciente, omnipotente, benevolente, etcétera, creo que los distintos atributos que se le asignan entran en colisión unos con otros, lo cual hace que sea contradictorio y es imposible que se corresponda con una entidad real. Creo que, en general, los agentes supranaturales que violan lo que hemos establecido en las leyes naturales no existen. Es lo que se llama, desde un punto de vista filosófico, naturalismo: que todo lo existente obedece a las leyes naturales. Yo voy un poco más allá y sostengo el materialismo que, además, sostiene que lo único existente son entidades materiales con las cuales es posible tener interacción y que pueden existir en distintos estados. Eso excluye no solo a dios, sino a cosas como fantasmas, entes espirituales o almas.

Entrevista a la física Sabine Hossenfelder

 Sabine Hossenfelder, física: “Si confías en las matemáticas, somos inmortales”, en El País, Raúl Limón, 2 OCT 2024:

La científica alemana defiende que la información no puede ser destruida y, en principio, es posible que un ser superior, algún día, de alguna manera, la vuelva a ensamblar y la traiga de vuelta a la vida

¿Hay algo después de la muerte? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Somos solo un saco de átomos? La científica Sabine Hossenfelder, nacida en Fráncfort (Alemania) hace 48 años, está convencida de que, si hay una ciencia capaz de encontrar respuestas a las preguntas existenciales de la humanidad, esta es la física. Especializada en física teórica y gravedad cuántica, compagina sus investigaciones al frente del grupo de análisis gravitatorio del Instituto de Estudios Avanzados de su ciudad natal con la divulgación (es la creadora del canal de YouTube Science without the gobbledygook o Ciencia sin palabrería). Su último libro, Física existencial, publicado por Pinolia en español este año, está dirigido a “quienes no han olvidado plantearse las grandes preguntas y no temen las respuestas”.

Pregunta. A todas las personas relevantes de la ciencia que entrevista les pregunta si son religiosas. Usted se define como pagana y agnóstica, pero siempre deja un puente entre ciencia y religión, así que la imito: ¿es usted religiosa?

Respuesta. No. Pero sí creo que la conciencia humana, y la complejidad en general, está más estrechamente entrelazada con el universo en su totalidad de lo que apreciamos actualmente. Es decir, aunque no me adhiero a ninguna religión reconocida, también tengo creencias que no se basan en pruebas.

P. Asegura que la información de una persona, si confiamos en las matemáticas, sigue ahí después de la muerte, dispersa en el universo, para siempre. ¿Somos inmortales?

R. Si confías en las matemáticas, sí. Pero no es una inmortalidad en el sentido de que, después de la muerte, te despertarás sentado en el infierno o en el cielo, las cuales, seamos honestos, son ideas muy terrenales. Es más que, dado que la información sobre ti no puede ser destruida, en principio es posible que un ser superior algún día, de alguna manera, te vuelva a ensamblar y te traiga de vuelta a la vida. Y dado que no tendrías memoria del tiempo que pasa en el medio, ¡que podrían ser 10¹⁰⁰ billones de años!, usted se encontraría en un futuro muy lejano.

P. En el mismo sentido, afirma que nuestra existencia trasciende el tiempo. “Siempre hemos sido y siempre seremos hijos del universo”, escribe. ¿Significa que en la vida y después de ella hay un vínculo permanente con el sistema universal mientras este exista?

R. Piense en la muerte como una gota de tinta que cae en el océano. Usted es la gota y el océano es el universo. Lo que compuso la gota (usted) se esparcirá en el océano (universo) y se volverá irreconocible. Pero nunca desaparece.

P. Si todas las teorías sobre el origen del universo son “pura especulación”, ¿debería descartar la idea del Big Bang?

R. El Big Bang es actualmente la más simple de nuestras teorías sobre el comienzo del universo. Eso la hace la más difícil de descartar. Pero eso no significa que sea correcta. Tal vez la historia real sea más complicada que eso. Nuestras observaciones actuales no pueden decírnoslo. Yo diría que el Big Bang es, en este momento, la explicación científicamente más pragmática, pero creo que es científicamente justificable que creas en otra cosa, como un universo cíclico.

P. ¿Morimos por el aumento de la entropía, el desorden o la incertidumbre de un sistema? ¿Vivimos a causa de la antientropía?

R. Se puede preguntar sobre las causas de la muerte en muchos niveles de explicación. Un médico podría darle una explicación sobre el nivel de fallo orgánico. Un neurobiólogo podría darte una explicación basada en los procesos celulares que contribuyen al envejecimiento. Como física, diría que lo que en última instancia nos mata es nuestra incapacidad para mantener el orden, por lo tanto, es el aumento de la entropía. La antientropía no es un término que usemos en física, pero se podría identificar vagamente con la energía libre, que es lo que se necesita para disminuir la entropía. La principal fuente de energía libre de nuestro cuerpo son los alimentos. Lo usamos para movernos y para mantener las funciones de nuestros órganos, siempre que podamos. Pero los errores se acumulan inevitablemente y, finalmente, nuestros cuerpos tienen un mal funcionamiento que no podemos reparar. Es posible que en el futuro mejoremos mucho en la reparación de nuestros cuerpos y vivamos mucho más tiempo. Y, sin embargo, el aumento de la entropía nos atrapará con el tiempo, porque, en última instancia, hará que la vida sea imposible en todo el universo.

El Big Bang es actualmente la más simple de nuestras teorías sobre el comienzo del universo. Eso la hace la más difícil de descartar. Pero eso no significa que sea correcta

P. Escribe que el futuro es fijo, salvo por eventos cuánticos ocasionales en los que no podemos influir. ¿Qué eventos cuánticos?

R. Por evento cuántico me refiero aquí a cualquier evento cuyo resultado no esté predeterminado. Esta es la característica más distintiva de la mecánica cuántica, que los resultados de algunos eventos son imposibles de predecir. Esto podría ser, por ejemplo, la radiación UV [ultravioleta] que incide en una célula de la piel. ¿Causará, o no, suficiente daño como para crear una mutación cancerosa que te matará dentro de cinco años? Solo podemos predecir la probabilidad de que suceda, pero no podemos predecir con certeza lo que sucederá.

“No he encontrado a Dios en el universo, pero Einstein sí, en la perfección y la belleza de sus leyes”

P. Su libro comienza con la pregunta de un estudiante sobre la teoría de su abuela de que sobrevivimos en un sistema cuántico. Ya que el ser humano está compuesto básicamente por 10 elementos químicos, ¿pueden sus partículas trascender la muerte biológica?

R. Los elementos químicos sobrevivirán durante mucho tiempo y, después de eso, todavía quedan las partículas subatómicas de las que están hechos. La respuesta a la pregunta depende de lo que se haga con el problema de medición en mecánica cuántica. ¿Es posible que alguien (o algo) mida todo el universo? Si crees que sí, la información dentro del universo puede perderse para siempre. Pero creo que no es posible: ¿quién haría la medición? Esta es la razón por la que creo que la información dentro del universo se conserva para siempre, y también lo hace la abuela fallecida.

domingo, 26 de octubre de 2025

Un neurocientífico sufre una experiencia cercana a la muerte y se le caen los palos del sombrajo

 El neurocientífico que vivió una experiencia cercana a la muerte y ahora investiga el más allá: “No hay pruebas de que no exista”, El País, por Daniel Mediavilla, 26 OCT 2025:

Después de haber publicado más de 100 artículos en revistas científicas, Álex Gómez Marín ha vaciado su laboratorio en el que investigaba con animales y ahora colabora con hospitales para estudiar la conciencia humana

Álex Gómez Marín (Barcelona, 44 años) cree en la utilidad de la terapia de constelaciones familiares para superar traumas, en que es posible hablar con parientes muertos a través de un médium o en que hay indicios de que la reencarnación es una realidad. También es doctor en física y ha tenido una carrera científica exitosa, con más de 100 artículos publicados en revistas que van desde la física teórica a la neurobiología, pasando por la cognición y la consciencia humana. Eso le llevó a ser científico titular del CSIC y a dirigir su propio laboratorio, el de Comportamiento de Organismos en el Instituto de Neurociencias de Alicante. Ahora, su laboratorio está vacío y él es el único miembro del equipo; no recibe apenas financiación, y ninguna por las vías habituales.

Gómez Marín nunca tuvo suficiente con las respuestas que le daban los gusanos, las moscas o los ratones con los que trabajaba, ni con las preguntas estrechas y acotadas que suele reclamar la ciencia para obtener resultados fiables. Nunca fue materialista, al menos no del todo, pero una experiencia le hizo abandonar definitivamente ese enfoque científico. En 2021, un sangrado incontrolable en el estómago le llevó hasta el umbral de la muerte. Según el propio científico, más allá, incluso. Desde entonces, quiso transitar por un nuevo camino de conocimiento que atacase las preguntas fundamentales sobre la vida, la muerte y la consciencia que suelen quedar fuera del alcance de la ciencia convencional.

“Estaba en un pozo (un pozo muy parecido a uno que conozco bien). Miré hacia arriba. Vi a tres figuras que me esperaban amorosamente en la luz, esta era amarilla (parecida a la de los animales mitológicos del encuentro interior). El contorno del rostro y cabello de cada una de esas figuras se delineaba a la perfección a contraluz. Sus cabezas configuraban un triángulo perfecto en el círculo de la apertura. Sabía quién era cada uno de ellos; no eran familiares difuntos, sino guías espirituales. No sentí miedo. Me ofrecían una especie de cañas para salir del pozo”. Así cuenta Gómez-Marín su experiencia cercana a la muerte que le cambió la vida en La ciencia del último umbral, un libro que acaba de publicar en el que cuestiona la estrechez de la ciencia que no acepta estos fenómenos como materia de estudio.

En una entrevista en la Casa de Fieras del parque de El Retiro, en Madrid, cuenta que ha cerrado sus investigaciones con animales y ahora trabaja con humanos. “Muchos de estos experimentos no se pueden hacer en laboratorio y colaboramos con hospitales, para poder hacer, por ejemplo, los estudios de testimonios de experiencias cercanas a la muerte”, explica. Ahora, cuenta, hace una investigación todo lo barata que puede, “porque en este país todavía es complicado tener financiación para estudiar la conciencia y, aún más, temas que están en los márgenes”. Y se consuela pensando que “muchas veces, el grueso de la financiación sirve para mantener a tus ratones o tener microscopios, y eso no lo necesitamos”.

Cuando se le plantea soñar, dice que “si tuviera mucho dinero crearía un Instituto para el Estudio de la Conciencia”, porque ahora los científicos interesados en estos temas están “escondidos en distintos institutos. La neurociencia en España tiene un legado de Cajal —muy centrada en anatomía, molecular, en lo minúsculo— y yo estoy en el otro extremo: la conciencia. Un instituto permitiría aglutinar no solo estudios sobre ECM (experiencias cercanas a la muerte) sino muchas otras experiencias marginales y variadas. Hay una historia de estudios parapsicológicos en España —gente que lo hizo bien en sus ratos libres—; si se profesionalizara, podríamos separar la paja del trigo”, plantea.

En su libro, Gómez Marín habla de las personas que creen en la vida más allá de la muerte o en los fenómenos paranormales como una minoría a la que él quiere ayudar a salir del armario. Sin embargo, la realidad es que una gran parte de la población cree en que la muerte no es el final. Él lo reconoce: “Sí, en realidad somos mayoría, pero una mayoría silenciosa que en el colegio o en los medios se encuentra con esta visión de la ciencia ortodoxa materialista. La gente, cuando va a buscar en la ciencia respuestas sobre estos temas, porque ya no los busca en la religión, se ha encontrado con una respuesta un poco despectiva: ¿cómo crees en esto? Y esa gente se ha sentido pequeñita”.

La premisa con la que trabaja Gómez Marín es que, a diferencia de lo que proponen las teorías neurocientíficas más aceptadas sobre la consciencia, como una propiedad emergente que surge del cerebro, donde los procesos neuronales generan nuestros pensamientos o nuestras emociones, este órgano es en realidad una especie de filtro de una conciencia que existe en el universo independientemente del cerebro. Esta hipótesis explicaría, según Gómez Marín, fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte, que suceden cuando no hay actividad cerebral, o algunos experimentos con sustancias psicodélicas, en los que la conciencia se expande cuando la actividad cerebral se reduce.

El investigador barcelonés fue transformado por su viaje al umbral de la muerte, pero asegura que trabaja desde la duda. “Me doy cuenta de que, personalmente, tengo experiencia y un sentimiento que pesa, pero como científico debo mantener la duda metodológica. En mi libro hay partes donde digo “tiene buena pinta” o “hay evidencias que apuntan en esa dirección”, pero no afirmo certezas metafísicas. Algunas hipótesis son muy complicadas y no se desmontan con un solo experimento. No digo que la ciencia demuestre que cuando te mueras irás al cielo. Lo que digo es que durante mucho tiempo, en nombre de la ciencia, se ha dicho que creer en estas experiencias era una locura. Ha habido una especie de dictadura conceptual materialista que ha cerrado el espacio de investigación. Ahora me conformo con que sobre la mesa estén dos opciones: la del cerebro como productor de la conciencia y la del cerebro como permisivo”.

El interés por el más allá es eterno, pero quizá es más novedosa la necesidad de demostrar científicamente que es una realidad. Los éxitos de la ciencia materialista, desde la formulación de la ley de la gravedad a la creación de fármacos contra el cáncer, han convertido a la ciencia en una fuente de autoridad casi irrefutable. La gente ha tenido fe en todo tipo de misterios inverosímiles sin necesidad de comprobarlos, pero ahora también se busca que la ciencia avale lo que desde la experiencia subjetiva se siente como verdadero.

Manuel Sans Segarra, un cirujano catalán jubilado que se ha hecho famoso defendiendo la existencia de una supraconciencia que sobrevive a nuestra muerte, prologa el libro de Gómez Marín. Con su habitual batiburrillo de argumentos en los que recuerda experiencias cercanas a la muerte de sus pacientes, critica que la ciencia se considere el único medio para alcanzar el conocimiento y se apoya en teorías científicas cuánticas a años luz de tener comprobación empírica, Sans Segarra muestra una confianza en el resultado final de este viaje mucho mayor que el de Gómez Marín. Pese a que no existen pruebas de que la supraconciencia sea algo real, quien prologa su libro asegura que ya hay demostración científica.

Algo que está demostrado es que muchas de las personas que experimentan experiencias cercanas a la muerte vuelven transformadas. Menos miedo a la muerte, más conexión con otras personas o con la naturaleza, más esperanza. Además, como el propio Gómez-Marín comenta, la experiencia se vive como algo “hiperreal”, muy distinto de un sueño. Este beneficio es una de las motivaciones de quienes quieren demostrar con nueva ciencia que el fenómeno no es una alucinación y un factor que hace dudar sobre la capacidad de estos científicos para asumir, si es que un experimento así fuese posible, que cuando el cerebro se desintegra no pervive ningún tipo de consciencia. “La ciencia, durante mucho tiempo, ha dado desesperanza. En nombre de la ciencia se decía: ‘Cuando se muera tu abuelito, ya está, no le vas a volver a ver; esto es un hecho científico’. No, queridos, en nombre de la ciencia no se puede decir eso”, dice el investigador, que se lamenta: “Venimos de un desierto de desesperanza”.

En la conversación con Gómez Marín surge un conflicto habitual entre quienes se ciñen a la ciencia materialista y los que creen que hay algo más allá, ya sea el Dios de los cristianos o una supraconciencia ajena a la religión organizada. El científico señala, con razón, los escasos éxitos de la ciencia convencional, la que se ocupa solo de lo medible y trata a los humanos como máquinas complejas, para explicar la consciencia, e, incluso, el rechazo que, desde los tiempos de Galileo, esa ciencia tan exitosa ha tenido hacia la experiencia subjetiva de estar vivo. Sin embargo, ni los agujeros que dejan las teorías cosmológicas supone que tuvo que existir Dios para crearlo todo, ni las carencias de la neurociencia son una prueba de que las experiencias cercanas a la muerte sean una visita real al umbral entre la vida y la muerte.

Espiritismo y visitas a ‘Cuarto Milenio’

La necesidad de esperanza de Gómez Marín, y su aceptación de todo tipo de fenómenos paranormales, abre la puerta a prácticas como el espiritismo. Pese a que la capacidad de los médiums para comunicarse con los muertos ha sido descartada por todo tipo de experimentos, Gómez Marín cree que no hay que cerrarse a la posibilidad de que haya algún médium verdadero. “¿Y si sí?”, pregunta. “Y si hay gente que contacta con espíritus de verdad y una persona que necesita contactar con su familiar difunto, de hecho, contacta, ¿quiénes somos nosotros para decirle que no lo haga? También hay timadores entre los abogados o los periodistas”, remacha.

Gómez Marín alterna visitas a Cuarto Milenio, un programa que mezcla mensajes científicos probados con montajes burdos o teorías conspirativas descabelladas, con publicaciones sobre teoría de la consciencia en una revista de prestigio como Nature Neuroscience. Esta aparente inconsistencia no es distinta de la de grandes figuras que protagonizaron la revolución científica, como Newton o Kepler. El filósofo John Grey afirma que “la ciencia moderna empieza cuando primero vienen la observación y la experimentación, y los resultados se aceptan aunque aquello que muestran parezca imposible”. En su ensayo La comisión para la inmortalización, Grey escribe: “Por paradójico que resulte, el empirismo científico —confiar en la experiencia real y no en principios supuestamente racionales— con mucha frecuencia ha ido acompañado del interés por la magia”. Sin embargo, a falta de que se diseñen nuevos métodos para poner a prueba la naturaleza de la realidad, por ahora, la hipótesis de que el cerebro no produce la realidad, sino que la filtra, parece tan difícil de testar como la teoría de cuerdas.

Carl Sagan hizo célebre una frase que dice que afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. La idea proviene del razonamiento del filósofo David Hume sobre los milagros, incluido en su Investigación sobre el entendimiento humano de 1748. En él, Hume argumentaba que “ningún testimonio es suficiente para establecer un milagro, a menos que el testimonio sea de tal naturaleza que su falsedad fuese aún más milagrosa que el hecho que intenta establecer”. La afirmación del escéptico escocés deja mucho espacio a la subjetividad. Para la audiencia de Sagan, es probable que fuese evidente que las pruebas de los milagros o de la supervivencia de la consciencia no tuviesen nada de extraordinarias. Para un creyente, sin embargo, un pequeño resquicio es suficiente para agarrarse a la existencia de lo sobrenatural.

miércoles, 20 de agosto de 2025

La conciencia sometida a experimentación y Donald D. Hoffman

 Un equipo de la Universidad Politécnica de California ha iniciado un experimento fundado en el famoso de la doble rendija, en el cual la conciencia es un elemento más del experimento.

Sugiere que el Universo podría funcionar como un videojuego, es decir, se materializa (suponiendo que sepamos qué es la materia) solo cuando se observa, algo muy similar al comportamiento de los fotones.

La conciencia es esencial para la simulación. El conocido psicólogo cognitivo Donald D. Hoffman estima que la conciencia no tiene nada que ver con una creación del cerebro: este solo ve la realidad y se conecta a ella, como si fuera un ordenador que se conecta a Internet. Y lo que quiere decir es que la conciencia es algo que ya existe, es una red. La conciencia es universal, y solamente un cerebro inteligente puede conectarse a ella. El investigador estima que la conciencia podría persistir más allá de la existencia física.

El artículo al respecto de la Wikipedia desarrolla estas teorías y es interesante. Si queréis leerlo, en el enlace está.

miércoles, 19 de febrero de 2025

Un estudio publica el genoma que provoca la inmortalidad de la Medusa Turritopsis

 https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2118763119

El nuevo hallazgo ha desvelado los mecanismos genéticos que permiten a esta especie regenerarse a sí misma de forma infinita. Los misterios sobre la inmortalidad se encuentran hoy un paso más cerca de ser comprendidos. Frenar, o incluso detener, el envejecimiento humano es uno de los desafíos científicos más perseguidos a lo largo de la historia. Ahora, un nuevo estudio de un grupo de investigadores españoles de la Universidad de Oviedo ha dado un paso más hacia la comprensión del rejuvenecimiento celular al lograr descifrar el genoma de la llamada medusa inmortal. La Turritopsis dohrnii es la especie que ha permitido al equipo acercarse a las claves del rejuvenecimiento infinito, que publica la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.

En este nuevo estudio, el uso de herramientas bioinformáticas y de genómica comparativa han permitido a los investigadores identificar genes característicos de la medusa inmortal. Estos genes están asociados con la replicación y la reparación del ADN, el mantenimiento de los telómeros, la renovación de la población de células madre, la comunicación intercelular y la reducción del ambiente celular oxidativo.

lunes, 6 de enero de 2025

Los que van por el mar

 La escena donde el astronauta de Interstelar dice aquello de "unos milímetros de aluminio y detrás está el vacío, nada que no nos mate en unos segundos" recuerda a la cita de esa especie de gato de Schrödinger, el filósofo y uno de los siete sabios de la antigua Grecia, Anacarsis el Escita, donde observa un barco que navega y le pregunta a alguien qué grosor tiene el casco de un barco. Al oír la repuesta de que unos pocos centímetros de madera, el sabio concluye: "Entonces hay tres tipos de personas, las vivas, las muertas, y las que van por el mar, porque alguien cuya vida depende de pocos centímetros de madera no está viva ni muerta". Pero pónganse en el lugar de un griego ignorante: quien por ser viajero como el propio Anacarsis ha vivido cosas (costumbres, hechos, fenómenos, objetos, personas, vidas, animales) extrañas en tierras peligrosas, que al regresar después de muchos años y cambiado cuenta a los que nunca se han movido, de forma que estos no tienen manera de creerlo o no, es que (no) ha estado ni entre los vivos ni entre los muertos. Su rostro, como dice la Epopeya de Gilgamesh, "es el de quien viene de lejos". 

Tiene un paralelo con Band of Brothers, cuando el soldado Blithe, uno que está medio traumatizado / deprimido / paralizado por todo lo que está pasando, habla con Speirs, un superior, quien le dice: "¿Sabe por qué se esconde Vd.? Porque tiene esperanza. Pero cuanto antes asuma que ya estamos todos muertos, mejor".

Y con una película bélica de Raoul Walsh, Objetivo Birmania, con Errol Flynn, en la que uno de los comandos paracaidistas que van a saltar a la jungla le pregunta a Errol qué pasaría si el paracaídas no se abre. Y le contesta: "Serás el primero en llegar." 

lunes, 9 de diciembre de 2024

Un teólogo en la muerte, Swedenborg

 Un teólogo en la muerte, de Jorge Luis Borges.

Minicuento

Manuel Swedenborg

Los ángeles me comunicaron que cuando falleció Melanchton le fue suministrada en el otro mundo una casa ilusoriamente igual a la que había tenido en la tierra. (A casi todos los recién venidos a la eternidad les ocurre lo mismo y por eso creen que no han muerto.) Los objetos domésticos eran iguales: la mesa, el escritorio con sus cajones, la biblioteca. En cuanto Melanchton se despertó en ese domicilio, reanudó sus tareas literarias como si no fuera un cadáver y escribió durante unos días sobre la justificación por la fe. Como era su costumbre, no dijo una palabra sobre la caridad. Los ángeles notaron esa omisión y mandaron personas a interrogarlo. Melanchton les dijo:

-He demostrado irrefutablemente que el alma puede prescindir de la caridad y que para ingresar en el cielo basta la fe.

Esas cosas las decía con soberbia y no sabía que ya estaba muerto y que su lugar no era el cielo. Cuando los ángeles oyeron este discurso, lo abandonaron. A las pocas semanas, los muebles empezaron a afantasmarse hasta ser invisibles, salvo el sillón, la mesa, las hojas de papel y el tintero. Además, las paredes del aposento se mancharon de cal, y el piso, de un barniz amarillo. Su misma ropa ya era mucho más ordinaria. Seguía, sin embargo, escribiendo, pero como persistía en la negación de la caridad, lo trasladaron a un taller subterráneo, donde había otros teólogos como él. Ahí estuvo unos días y empezó a dudar de su tesis y le permitieron volver. Su ropa era de cuero sin curtir, pero trató de imaginarse que lo anterior había sido una mera alucinación y prosiguió elevando la fe y denigrando la caridad. Un atardecer, sintió frío. Entonces recorrió la casa y comprobó que los demás aposentos ya no correspondían a los de su habitación en la tierra. Alguno contenía instrumentos desconocidos; otro se había achicado tanto que era imposible entrar; otro no había cambiado, pero sus ventanas y puertas daban a grandes médanos. La pieza del fondo estaba llena de personas que lo adoraban y que le repetían que ningún teólogo era tan sapiente como él. Esa adoración le agradó, pero como alguna de esas personas no tenía cara y otras parecían muertas, acabó por aborrecerlas y desconfiar. Entonces determinó escribir un elogio de la caridad, pero las páginas escritas hoy aparecían mañana borradas. Eso le aconteció porque las componía sin convicción.

Recibía muchas visitas de gente recién muerta, pero sentía vergüenza de mostrarse en un alojamiento tan sórdido. Para hacerles creer que estaba en el cielo, se arregló con un brujo de los de la pieza del fondo, y este los engañaba con simulacros de esplendor y de serenidad. Apenas las visitas se retiraban reaparecían la pobreza y la cal, y a veces un poco antes.

Las últimas noticias de Melanchton dicen que el brujo y uno de los hombres sin cara lo llevaron hacia los médanos y que ahora es como un sirviente de los demonios.

FIN

lunes, 30 de septiembre de 2024

Actividad del cerebro los últimos 7 minutos de la vida y poco antes, dos artículos

Dos artículos recientes:

I

 Paula Gonçalves, "¿Qué actividad muestra nuestro cerebro en los últimos 7 minutos de nuestra vida?" en Meteored Portugal, 30/08/2024: 

¿Qué actividad muestra nuestro cerebro en los últimos 7 minutos de nuestra vida? Esto dicen unos científicos de Canadá. Según diversas fuentes, incluso después de declarar muerta a una persona, su actividad cerebral sigue activa durante otros 7 minutos. ¿Es esto cierto? Según algunos científicos, los últimos 7 minutos de nuestro cerebro sugieren que la vida pasa realmente ante nuestros ojos.

Según un grupo de profesionales médicos de una unidad de cuidados intensivos en Canadá, la actividad cerebral de un paciente continuó durante siete minutos después de que se apagara su sistema de soporte vital.

Informan que las ondas cerebrales continuaron como si la persona estuviera durmiendo, incluso después de que los médicos la declararan clínicamente muerta. Los investigadores también han descubierto que cada paciente puede tener una experiencia muy diferente con la muerte.

El Dr. Sam Parnia, que ha estudiado la conciencia post mortem y examinado casos de paro cardíaco en Europa y Estados Unidos, dice en un artículo publicado en Science Times que el siguiente paso es descubrir formas de monitorear el cerebro cuando está "cerca de la muerte", mejorar la calidad de la reanimación y prevenir mejor el daño cerebral después de que el corazón se reinicie.

"Me sentí como si estuviera en una gran cueva oscura y vi algo de luz al final. Los profesionales de la salud dicen que es una condición médica hasta que el suministro de sangre deje de llegar a los ojos, usted experimentará este tipo de alucinaciones. Es normal para todos los seres humanos." Relato de un paciente que casi pierde la vida tras pasar un periodo en coma.

Los investigadores también observaron el cerebro durante siete minutos para determinar cuánto oxígeno entra cuando la corteza se "conecta" nuevamente y cómo la experiencia se vincula con el funcionamiento real del cerebro. Después de la muerte, observaron la misma actividad en la corteza cerebral y otras áreas del cuerpo del paciente.

La conciencia de una persona puede funcionar incluso después de que su corazón haya dejado de latir

Según Parnia, las personas que han sobrevivido a un paro cardíaco pueden volver a morir mientras están muertas y son devueltas a la vida. Esto significa que un cadáver puede mantenerse en estado de conciencia, incluso si el cerebro solo funciona durante un corto tiempo. Como resultado, es posible que incluso escuchen al personal médico declararlos muertos.

El hecho de que existan pruebas que sugieran que el fallecido pudo haber sido declarado muerto por sus propios médicos es aún más sorprendente. El estudio muestra que las personas que sobreviven a un paro cardíaco pueden volver a la vida después de morir.

Pero ¿qué pasa en los últimos 7 minutos?

Rajalakshmi Tevar desglosó los últimos siete minutos, sugiriendo lo que sucede en el cerebro en cada minuto. Según ella, el primer minuto es una fase cálida y acogedora, en la que recordamos nuestro nacimiento, el hospital, nuestra madre y nuestro padre. El cerebro registra cada evento que ve.

El segundo minuto está dedicado a algunos de los momentos más felices, recuerdos de la infancia, con amigos y familiares. El tercero está dedicado a los compañeros más cercanos y las experiencias amorosas. Del primero al último amor. Cada uno de los recuerdos, el primer beso, los primeros abrazos.

El cuarto minuto trae de vuelta los momentos solitarios y tristes, cuando la mayoría de las personas involucradas en los primeros tres minutos se van. Nos quedan todos los recuerdos de tristeza cuando nos sentimos completamente solos.

El quinto minuto es supuestamente un flashback de los momentos sorprendentes de la vida de la persona, y el sexto está asociado con el juicio, con todos los recuerdos de la vida. En este punto se cree que una persona se juzga a sí misma, si realmente ha vivido una vida buena o mala, si ha hecho buenas o malas acciones hacia los demás. El individuo juzga su carácter y la forma en que interactuó con las personas en su vida.

El último minuto sigue siendo misterioso, impredecible. Incluso aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte no tienen un recuerdo claro de este minuto, nadie ha podido recordar ningún recuerdo en el último momento.

Sin embargo, cuando los científicos investigaron el cerebro, descubrieron algo fascinante. Todas las sustancias químicas del cerebro, como la dopamina, la melatonina y la serotonina, corrían y creaban energía total. Pero aun así, no podían entender por qué sucedía esto.

Según los investigadores, estos 7 minutos son como volver a vivir nuestra vida entera. Es solo una vida pequeña, y todos lo sentiremos algún día, porque la muerte es inevitable.

II

Mariela de Diego, "¿Qué sucede cuando nos morimos? Lo que la ciencia sabe hasta hoy", en Meteorred Argentina, 4 - IX- 2022:

Todos nos vamos a morir. Y a diferencia de otros seres vivos, nosotros lo sabemos. Es un saber que genera angustia y muchos interrogantes. La ciencia busca respuestas y algunos hallazgos –por suerte- no son tan aterradores cómo pensábamos.

La pregunta por la muerte, por el instante final, preocupa al hombre desde el inicio de sus días y durante miles de años la filosofía, el arte y la religión intentaron responder y representar lo que ocurre en el momento en que pasamos de la vida a la muerte.

Por supuesto, la ciencia moderna también va detrás de esas grandes incógnitas. Hoy sabemos que en general, al momento de morir, todos perdemos los sentidos en el mismo orden: primero dejamos de sentir hambre y sed, luego perdemos la capacidad de hablar y después la visión. Los últimos sentidos en apagarse son la audición y el tacto, por eso muchas personas, aunque parezcan estar inconscientes, aún pueden escuchar y sentir lo que sucede a su alrededor en los últimos momentos.

Al momento de morir, todos perdemos los sentidos en el mismo orden: primero dejamos de sentir hambre y sed, luego perdemos la capacidad de hablar y después la visión.

Pero además, con el avance de la tecnología de imágenes, la investigación científica puede conocer con mucha precisión lo que sucede en el cuerpo y en cerebro en el momento que nos vamos de la vida. Y, sorprendentemente, algunos estudios dan cuenta de que no sería una experiencia aterradora. Más bien todo lo contrario.

La enseñanza de las ratas y la psicodelia

En una investigación de la Universidad de Michigan en 2013, se descubrió que las ratas tienen un aumento de la actividad cerebral luego de experimentar la muerte “física”. Y que las ondas gamma del cerebro se presentan más sincronizadas que en el estado normal de vigilia. De aquí se dedujo que, entre la muerte clínica y la muerte cerebral, las ratas pueden experimentar “algo”. Las siguientes preguntas quedaron planteadas: ¿qué es ese algo?, ¿sucede lo mismo en los humanos?

El neurocientífico Chris Timmerman, del Imperial College de Londres, encabezó una investigación en la que se compararon dos experiencias a primera vista diferentes. La hipótesis fue que puede haber similitudes entre lo que sucede en nuestro cerebro al morir y los efectos en la conciencia inducidos por sustancias psicodélicas, o DMT (Dimetiltriptamina), que provoca efectos alucinógenos.

Para el estudio, se compararon los reportes de personas que estuvieron clínicamente muertas por algunos momentos y luego regresaron a la vida. A esto se le llama “Experiencia Cercana a la Muerte” o NDE por sus siglas en inglés.

Línea Mortal

En la película Línea Mortal un grupo de estudiantes de medicina experimenta con el pasaje de la vida a la muerte.

Por otro lado, a un grupo de voluntarios se le suministró DMT, que produce efectos en las funciones cerebrales como la percepción y la cognición. Durante el experimento se midió su actividad cerebral y cuando regresaron a la realidad, se les pidió que describieran la experiencia usando la misma herramienta de verificación que se usa para evaluar las experiencias cercanas a la muerte.

Y ahora viene lo más interesante, ambas experiencias son idénticas.

Tanto unos como otros, describen el momento como una sensación de paz, un estado de unidad con los otros y con el mundo, un estado de trascendencia en el tiempo y el espacio.

La actividad cerebral detectada en los escáneres también resultó llamativa. El líder de la investigación dijo: "Lo que sabemos ahora es que parece haber un aumento de la actividad eléctrica. Esas ondas gamma parecen ser muy pronunciadas y pueden ser responsables de las experiencias cercanas a la muerte.” Es decir que, de acuerdo a este estudio, la experiencia cercana a la muerte resultaría ser sorprendentemente similar a los efectos de un poderoso alucinógeno.

Las preguntas aún están abiertas, pero la ciencia es obstinada. "Es muy interesante lo que está sucediendo en estos días con los escáneres cerebrales y cómo podemos descifrar lo que está pasando en el cerebro. Hay escaneos que se realizan en personas en los que puedes reproducir, si están viendo una película, qué tipo de película están viendo”, explicó Timmerman.

Si alguna vez la humanidad se preguntó cómo se sentiría volar, o poner un pie en la Luna, es probable que pronto el pasaje de la vida a la muerte también deje de ser un misterio. Ojalá. Así por fin, quizá ya no sea tan angustiante saber que nos iremos.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Habitantes de Carcosa. Cartas psicografiadas

          Me presento aquí, no como un alma perdida como dicen algunos, pues consideran que quien se suicida no tiene salvación y deambula por el espacio induciendo a otras personas a hacer lo mismo.

          No soy un alma atormentada, sino un alma que suplica misericordia. Cometí ese acto irreflexivo, impulsado por circunstancias a las que creo que la mayoría de ustedes sucumbirían. Estoy plenamente convencido de que Dios ya me ha perdonado. Soy yo quien no se perdona.

          Debería haber estado más tranquilo, más comprensivo y pedir consejo a la gente. Exponer mis problemas íntimos, pero no. No hice eso y en cambio me encontré rodeado de problemas, que pensé que eran interminables. ¡Y terminé!

          ¿Liquidarme? No. Vivo, estoy vivo y lo peor de todo tengo que soportar las consecuencias de mi terrible acto.

          Me arrojaron a la naturaleza. Estaba a merced de espíritus crueles que me torturaron, empeorando mi sufrimiento. No sabía cómo salir de tanto sufrimiento. De ninguna manera, podría razonar. ¿Pero qué hacer? Estaba totalmente perdido.

          ¿Por qué? ¿Por qué? Yo me preguntaba. Y la respuesta la dieron los espíritus malignos: espera, así lo quisiste, tú lo elegiste.

          No sé cuánto duró mi sufrimiento. Hasta que un día me pareció escuchar un sonido que no era ni un gemido ni un lamento, pues solo escuchaba estos terribles sonidos. Escuché un sonido como de una fina campana, que poco a poco fue aumentando, convirtiéndose en una sinfonía formada por sutiles campanas.

         Todos los gemidos desaparecieron y he aquí un joven se me acercó y me tendió la mano y me ayudó a salir de aquel terrible lugar.

          Me llevaron a una zona de césped donde nos esperaban camillas. Siete de nosotros fuimos rescatados de ese valle donde estábamos, que hoy sé que es el “Valle de los suicidios”.

          Nos llevaron a un hospital. Nos recibieron en la puerta unos mensajeros del más allá que nos pusieron máscaras y nos llevaron a unas habitaciones que estaban en el sótano del hospital para que nos purificáramos de la situación fangosa en la que nos encontrábamos.

          Ay sufrimiento. Si no fuera por esos rescatistas, habría querido morir de nuevo.

          Pero día a día fui mejorando hasta que un día subí a ese hospital con mis heridas ya curadas.

          Fui cada vez mejor. Y hoy, después de tanto tiempo, ya estoy presentable.

          Sé que la imagen que estoy presentando es bastante fuerte. Pero eso es lo que realmente sufrí. Sé que no estará expuesta a quien pidió mi carta. Pero se hace según lo que los espíritus permitieron decir. Fue mucho peor de lo que le expliqué.

          Sólo quiero decir que si alguien tiene sentimientos suicidas, busque ayuda.

          No vale la pena el sufrimiento que sigue a este horrible acto.

          Dios nuestro Padre es quien debe dar las órdenes para el día en que debemos dejar esta prenda que es nuestro cuerpo físico.

          Es demasiado valioso para ser destruido de cualquier manera.

          No vale la pena, repito.

          Jorge.

          Psicografía recibida en 2022. Médium: Catarina.


II

LA VIDA VALE LA VIDA

          Los seres humanos mueren cuando dejan de soñar.

          Eso fue lo que me pasó a mí, había sufrido de depresión por más de dos décadas, entre una crisis y otra traté de reequilibrarme, tuve la ayuda de medicamentos que a veces había que cambiar porque se volvían ineficaces, así que seguí, Necesitaba pelear, eran muchos los que dependían de mí.

          Pasó el tiempo y ya no era yo quien ayudaba, a los niños les crecían alas, cada uno seguía su propio camino, y me encontré solo en una casa enorme que antes había sido ruidosa y feliz, ahora triste y silenciosa, me di cuenta de que yo Ya no soñaba, ya no tenía planes, era como si fuera como una estaca clavada en la tierra. El cuerpo permaneció en la misma posición durante horas, pasando horas acostado sin el más mínimo movimiento.

          Mientras el cuerpo permanecía inerte, la mente trabajaba, como una máquina frenética, sin pausa, los pensamientos zumbaban y me sentía exhausto sin que se hiciera el menor movimiento, la actividad mental lograba cansarme más que si hubiera estado realizando un trabajo manual.

          Así seguí cada día más y más, mi cerebro agitado no daba tregua.

          Pronto empezaron a tomar forma pensamientos suicidas, pensé que ya había hecho todo lo que tenía que hacer, que ya nadie me necesitaba y que el sufrimiento interior aumentaba cada día. Comencé a trazar planes desastrosos para mí, pensando que me libraría de esa situación para siempre.

         Imaginé cómo terminar mi existencia, qué bueno sería ser libre de lo que me atormentaba... Y así todo fue creciendo hasta que un día me llené de coraje y puse fin a lo que hubiera sido mi vida sin sueños.

         ¿Cuál fue la sorpresa que tuve al encontrarme conmigo mismo, a qué te refieres? Había muerto, de eso estaba seguro, lo había arreglado todo yo mismo. ¿No será que no morí?

         Qué tristeza darme cuenta que aún estaba vivo y con tantas cuentas que saldar con Dios. ¿Cuántas deudas se habían adquirido?

          Hoy sigo intentando liberarme de la culpa, atribuyéndolo todo a la tristeza. Esto no sirve de nada, nada me quita el acto demencial que cometí, soy deudor y llegará el día en que tendré que ajustar cuentas con el universo.

          ¿Qué dejo con este informe mío?

          Un consejo: Nunca dejes de soñar, de sentirte útil, de ayudar, de producir, de vivir...

          Si esto lo sientes en el fondo, recuerda que afuera hay un mundo de personas que pueden recibir ayuda de ti, desde el cariño, el cuidado...

          Si un ser humano muere al dejar de soñar, nunca dejes que tus sueños mueran, Dios está contigo y siempre está a tu lado dispuesto a apoyarte.

          Que este Dios que vive dentro de ti te extienda su brazo, déjate llevar por su amor y avanza con Él.

          La vida siempre vale la pena vivirla.

          Mucha luz y recuerda que nada ni nadie te impide soñar.

          Carmen.

         Psicografía recibida en 2023.

         Médium: Débora C.

martes, 19 de septiembre de 2023

Entrevista al Dr. Raymond J. Moody sobre la muerte

Entrevista de Sara Vazquez a Raymond J. Moody, "Psiquiatra, filósofo, médico y especialista en experiencias cercanas a la muerte", La Opinión de A Coruña, 2- XI-2011:

Raymond Moody: "Pitágoras aseguraba recordar ocho de sus vidas pasadas". "Cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad y esta realidad que ahora conocemos, en comparación con la otra, les parece el sueño"

 -¿Cómo cambian las personas al vivir experiencias cercanas a la muerte?

-La gente siente que el propósito original, primigenio, de la vida es aprender a amar. También se convencen de que lo que llamamos muerte es una transición hacia otra realidad.

-¿En todos los casos que ha estudiado la gente regresa de una muerte clínica con recuerdos así o no todos viven estas sensaciones?

-Algunos se acuerdan y otros no. Es curioso que no sabemos por qué hay gente que se acuerda y otra que no. No tiene nada que ver con la edad del paciente, porque gente muy joven y gente muy mayor tiene esas experiencias; tampoco con una enfermedad o herida concreta que les lleve a ese estado; tampoco si eran religiosos o no. Después de muchos años de investigación por muchos doctores en todo el mundo, todavía no hemos sido capaces de identificar por qué algunos sí tienen estas experiencias y otros no.

-¿Las sensaciones y visiones están condicionadas por factores culturales o religiosos?

-Eso es lo que uno piensa de forma abstracta, pero en realidad parece que no. Hay gente que experimenta estos fenómenos en China, Japón, África, en toda Europa y Norteamérica. Y allá donde voy, la narración que hacen es la misma. En todas las culturas dicen que les resulta muy difícil explicarlo con palabras, así que toman prestada terminología de su propia cultura, de su propia religión. Aun así, dicen que lo que narran no es adecuado. Incluso gente con muchos estudios dice que todo es más de lo que se puede explicar con palabras.

-Entonces, ¿no toda la gente que experimenta esto es religiosa?

-No. Tenemos muchos, muchos, muchísimos pacientes que antes de tener esta experiencia no tenían ningún tipo de creencia religiosa.

-¿Y después, sí?

-Sí. Después, la gente vuelve con la convicción de que la vida existe después de la muerte. Aquellos que antes de esta experiencia eran religiosos dicen que han aprendido que no hay ninguna religión particular que tenga ningún monopolio al respecto. Que después de esto sienten que la denominación religiosa o una ideología concreta no tiene ninguna importancia.

-¿Usted es religioso?

-No, no per se. Yo no nací en una familia religiosa, pero a pesar de eso, a lo largo de mi vida, he llegado a aceptar que existe un dios, pero no por creencias religiosas, sino llamémosle una maduración personal de mi proceso de crecimiento. Pero para mí la noción de dios no se conecta con ninguna religión en concreto.

-¿Qué similitudes hay entre estas experiencias y soñar?

-Un montón. De hecho, como todos sabemos, cuando la gente se despierta por la mañana y vuelve a la consciencia, sienten que están volviendo a la realidad. En contraste, los sueños parecen muy poco reales e incoherentes. Pero, cuando alguien tiene una experiencia cercana a la muerte, siente que está volviendo a la realidad. Desde su punto de vista, esta realidad que ahora conocemos en comparación con la otra les parece el sueño. Dicen que el estado de consciencia en el que se entra parece hiperreal en comparación con este. Más real y más coherente que la realidad diaria de nuestro estado de vigilia. En Occidente, Platón ya habló de esto. Decía que el mundo de después de la vida es más real que el mundo real; que, después de esa experiencia, esto parece irreal comparado con aquello.

-Usted creó un instituto para estudiar el contacto con muertos mediante cristalomancia.

-Plutarco o Heródoto los describen en su obra, y Sócrates y muchos de los filósofos antiguos se supone que trabajaban en estos oráculos. Los científicos pensábamos que era o leyenda o fraude. Pero en los años 70, encontraron e hicieron excavaciones en el más famoso de los oráculos y con base en los hallazgos arqueológicos y a antiguos documentos griegos, yo fui capaz de recrear la estructura de cómo funcionaba aquello. Pedí a mis alumnos de Psiquiatría que se graduaban y a mis colegas médicos que participasen en el experimento. Y descubrimos que la gente tenía experiencias vívidas tridimensionales y casi apariciones vivas de los muertos.

-¿No puede ser autosugestión o imaginación?

-¿Qué es imaginación? Para mi gran sorpresa, la gente que tiene esta experiencia lo narra como un suceso real. Esto no prueba que lo sea, pero es bastante sorprendente que así es como la gente lo siente. Aunque las preguntas de si es real o es imaginación probablemente están más allá de la determinación real de la lógica.

-Conoce a gente que afirma haber vivido otras vidas.

-Sí. De nuevo tengo que remontarme a la Filosofía antigua. Pitágoras y Platón eran reencarnacionistas. Pitágoras afirmaba recordar ocho de sus vidas pasadas. Yo creo que es un mito que la reencarnación viene importada de las culturas orientales; lleva en la cultura occidental desde los primeros tiempos. Muchos de los grandes filósofos, incluyendo al gran escéptico, David Hume, en el siglo XVIII, dicen que la única posibilidad coherente de que exista la vida después de la muerte era la posibilidad de volver a nacer en otro cuerpo. Pero por supuesto hay otras teorías.

-¿Es posible diferenciar a un médium de un impostor?

-La gente debe tener mucho cuidado. Sí, hay técnicas de mentalistas que pueden convencerte de que saben cosas de ti que no pueden saber. Pero aparte de trucos, creo que hay individuos que parecen tener un talento extraordinario. De hecho, sabemos que hay niños que nacen con este talento, que afirman hablar con espíritus y ver ángeles. Y para los padres son niños felices, totalmente normales psicológicamente.

-¿Existen los ángeles?

-No tengo ni idea.

-Pero sí hay gente a la que usted da credibilidad que dice haberlos visto. Y a fantasmas.

-Sí. Y muchos estudios médicos han mostrado que un porcentaje alto de gente que ha perdido a un ser querido ha tenido apariciones de sus seres queridos. Y en Psiquiatría esto lo vemos totalmente normal, es parte de un ser humano y algo que nos conecta con la antigüedad. Y solo resulta chocante que la gente aún considera esto algo muy personal y de lo que no se habla abiertamente por si les juzgan mal.

miércoles, 9 de agosto de 2023

Hay vida después de Ingmar Bergman

En 2012, el fallecido gran actor Max von Sydow le dijo a Charlie Rose en una entrevista que Ingmar Bergman le había dicho que lo contactaría después de su muerte para mostrarle que había una vida después. Cuando Rose le preguntó a Sydow si había tenido noticias de Bergman, él respondió que sí, pero optó por no dar más detalles sobre el significado exacto de esta declaración. En la misma entrevista, se describió a sí mismo como un escéptico en su juventud, pero afirmó que esta duda se había ido, e indicó que llegó a estar de acuerdo con la creencia de Bergman en el más allá. 

jueves, 24 de febrero de 2022

Grabada la transición neurológica a la muerte. Se descubre que recordar pasajes de la vida es real.

El Mundo, 24 febrero 2022, "Un "accidente" científico registra la primera 'grabación' de un cerebro moribundo".

 La vida pasa efectivamente ante nuestros ojos antes de morir: descubren que el cerebro desata un "recuerdo de la vida" antes de la muerte

La vida pasa ante tus ojos antes de morir. La poética frase podría cobrar sentido científico tras un descubrimiento accidental. Un grupo de neurocientíficos estonios grabó "por casualidad" una importante descarga de recuerdos en el cerebro de un hombre a punto de morir.

El equipo del doctor Raúl Vicente, de la Universidad de Tartu, en Estonia, sometían a un electroencefalograma a un paciente, de 87 años y enfermo de epilepsia, para estudiar las convulsiones y poder ajustar el tratamiento. Durante la prueba, el paciente sufrió un infarto y murió, de forma que sus últimas señales cerebrales quedaron grabadas. Es la primera vez que se registra la actividad de un cerebro humano en el momento del fallecimiento.

"Medimos 900 segundos de actividad cerebral alrededor del momento de la muerte y establecimos un enfoque específico para investigar qué sucedió en los 30 segundos antes y después de que el corazón dejara de latir", explica el Dr. Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville, en EEUU, coautor del estudio que se publica en la revista Frontiers in Aging Neuroscience.

"Justo antes y después de que el corazón dejara de funcionar, vimos cambios en una banda específica de oscilaciones neuronales, las llamadas oscilaciones gamma, pero también en otras, como las oscilaciones delta, theta, alfa y beta", afirma. Estas ondas cerebrales son patrones de actividad cerebral, y estas oscilaciones se producen en relación con funciones cognitivas, como la concentración, el sueño, la meditación, la recuperación de la memoria, el procesamiento de la información y la percepción consciente, pero también a las asociadas con los recuerdos, explica la revista.

"A través de la generación de oscilaciones involucradas en la recuperación de la memoria, el cerebro puede estar reproduciendo un último recuerdo de eventos importantes de la vida justo antes de morir, similar a los reportados en las experiencias cercanas a la muerte", sugiere Zemmar. "Estos hallazgos desafían nuestra comprensión de cuándo termina exactamente la vida y generan importantes preguntas posteriores, como las relacionadas con la donación de órganos".

"Como neurocirujano, a veces me enfrento a pérdidas. Es indescriptiblemente difícil dar la noticia de la muerte a familiares angustiados", asegura el médico. "Algo que podemos aprender de esta investigación es que, aunque nuestros seres queridos tienen los ojos cerrados y están listos para dejarnos descansar, sus cerebros pueden estar reproduciendo algunos de los mejores momentos que vivieron en sus vidas".

lunes, 19 de julio de 2010

Aldini y Cornish, frankensteins históricos, o la producción científica de zombis

El primero de estos científicos extravagantes, e inspirador de la famosa novela de Mary Shelley, hija de una pareja de anarquistas de la época y amante del famoso poeta, fue el sobrino del descubridor de la pila eléctrica Luigi Galvani, Giovanni Aldini, que viajaba por toda Europa ofreciendo demostraciones de que la electricidad podía galvanizar, esto es, mover los músculos de animales muertos. El 17 de enero de 1803 realizó su demostración más famosa, aplicando 120 voltios sobre el cuerpo de George Forster, un asesino ejecutado; cuando introdujo los polos en la boca y las orejas del muerto, los músculos de su mandíbula se contrajeron y el rostro adquirió la expresión del dolor; además, los ojos se abrieron de par en par. Después puso un polo en la oreja y otro en el recto y el cuerpo comenzó una danza macabra. El suceso fue documentado por el London Times de la época.

En los años 30, un científico superdotado (se licenció con dieciocho años y se doctoró poco después), Robert E. Cornish (1894-1963) que investigaba para la Universidad de California en Berkeley, ideó un sistema para devolver la vida, o un sucedáneo aproximado de ella, a los muertos sin daños orgánicos graves. Para ello perfeccionó los experimentos anteriores del doctor George W. Crile, creando una máquina de girar y balancear cadáveres mientras se inyectaba a los cuerpos una perfusión de sangre canina, adrenalina y anticoagulantes heparina y fibrina; la máquina fue llamada teeterboard. Funcionó; Cornish probó en 1934 la técnica en cinco foxterriers a los que bautizó como Lázaro I, II, III, IV y V. Primero los asfixió con nitrógeno y éter, esperó a que permaneciesen muertos durante diez minutos y utilizó su máquina de reanimación, el teeterboard. Los dos primeros intentos fueron un fracaso más o menos previsto, porque había que perfeccionar las rutinas del procedimiento y ajustar dosis, movimientos y velocidades, así como examinar las autopsias; el primero no revivió; el segundo lo hizo durante ocho horas y trece minutos, tras pasar por un estado de coma inquieto, gimiendo y ladrando, con ayuda de una inyección de glucosa, y los tres siguientes resucitaron, aunque ciegos y con importantes daños cerebrales; vivieron, si esto puede llamarse vida, durante meses, en casa del científico, inspirando, según cuentan, verdadero terror a otros perros. Caminaban lentamente, con rigidez, los ojos vacíos, arrastrando las patas traseras por hemiplejía, y, aunque comían con regularidad, lo hacían sin ganas y no podían quedarse solos. Cornish fue expulsado de la Universidad a causa de la presión de las asociaciones protectoras de animales. Años después, en 1947, había perfeccionado el teeterboard lo bastante como para realizar el experimento con un ser humano. Thomas McMonigle, un prisionero en el corredor de la muerte, se ofreció voluntario; pero el estado de California denegó la petición, porque temían que si tenía éxito habría que ponerlo en libertad. La figura de Cornish inspiró no pocas películas de terror de la época, pero en la actualidad el teeterboard podría perfeccionarse más aún.

Desde hace tiempo se sabe que la hierba loca y la mandrágora, y la datura o estramonio (también llamada túnica de Cristo, trompeta de ángel, burladora, hierba hedionda, del infierno o del diablo y floripondio), así como el veneno del pez globo, sustancias utilizadas por la brujería europea y el vudú antillano, consumidas en dosis apropiadas, pueden causar la muerte aparente y la locura perpetua; estos psicotrópicos son los responsables de los revenants o zombis documentados.