I
Me presento aquí, no como un alma perdida como dicen algunos, pues consideran que quien se suicida no tiene salvación y deambula por el espacio induciendo a otras personas a hacer lo mismo.
No soy un alma atormentada, sino un alma que suplica misericordia. Cometí ese acto irreflexivo, impulsado por circunstancias a las que creo que la mayoría de ustedes sucumbirían. Estoy plenamente convencido de que Dios ya me ha perdonado. Soy yo quien no se perdona.
Debería haber estado más tranquilo, más comprensivo y pedir consejo a la gente. Exponer mis problemas íntimos, pero no. No hice eso y en cambio me encontré rodeado de problemas, que pensé que eran interminables. ¡Y terminé!
¿Liquidarme? No. Vivo, estoy vivo y lo peor de todo tengo que soportar las consecuencias de mi terrible acto.
Me arrojaron a la naturaleza. Estaba a merced de espíritus crueles que me torturaron, empeorando mi sufrimiento. No sabía cómo salir de tanto sufrimiento. De ninguna manera, podría razonar. ¿Pero qué hacer? Estaba totalmente perdido.
¿Por qué? ¿Por qué? Yo me preguntaba. Y la respuesta la dieron los espíritus malignos: espera, así lo quisiste, tú lo elegiste.
No sé cuánto duró mi sufrimiento. Hasta que un día me pareció escuchar un sonido que no era ni un gemido ni un lamento, pues solo escuchaba estos terribles sonidos. Escuché un sonido como de una fina campana, que poco a poco fue aumentando, convirtiéndose en una sinfonía formada por sutiles campanas.
Todos los gemidos desaparecieron y he aquí un joven se me acercó y me tendió la mano y me ayudó a salir de aquel terrible lugar.
Me llevaron a una zona de césped donde nos esperaban camillas. Siete de nosotros fuimos rescatados de ese valle donde estábamos, que hoy sé que es el “Valle de los suicidios”.
Nos llevaron a un hospital. Nos recibieron en la puerta unos mensajeros del más allá que nos pusieron máscaras y nos llevaron a unas habitaciones que estaban en el sótano del hospital para que nos purificáramos de la situación fangosa en la que nos encontrábamos.
Ay sufrimiento. Si no fuera por esos rescatistas, habría querido morir de nuevo.
Pero día a día fui mejorando hasta que un día subí a ese hospital con mis heridas ya curadas.
Fui cada vez mejor. Y hoy, después de tanto tiempo, ya estoy presentable.
Sé que la imagen que estoy presentando es bastante fuerte. Pero eso es lo que realmente sufrí. Sé que no estará expuesta a quien pidió mi carta. Pero se hace según lo que los espíritus permitieron decir. Fue mucho peor de lo que le expliqué.
Sólo quiero decir que si alguien tiene sentimientos suicidas, busque ayuda.
No vale la pena el sufrimiento que sigue a este horrible acto.
Dios nuestro Padre es quien debe dar las órdenes para el día en que debemos dejar esta prenda que es nuestro cuerpo físico.
Es demasiado valioso para ser destruido de cualquier manera.
No vale la pena, repito.
Jorge.
Psicografía recibida en 2022. Médium: Catarina.
II
LA VIDA VALE LA VIDA
Los seres humanos mueren cuando dejan de soñar.
Eso fue lo que me pasó a mí, había sufrido de depresión por más de dos décadas, entre una crisis y otra traté de reequilibrarme, tuve la ayuda de medicamentos que a veces había que cambiar porque se volvían ineficaces, así que seguí, Necesitaba pelear, eran muchos los que dependían de mí.
Pasó el tiempo y ya no era yo quien ayudaba, a los niños les crecían alas, cada uno seguía su propio camino, y me encontré solo en una casa enorme que antes había sido ruidosa y feliz, ahora triste y silenciosa, me di cuenta de que yo Ya no soñaba, ya no tenía planes, era como si fuera como una estaca clavada en la tierra. El cuerpo permaneció en la misma posición durante horas, pasando horas acostado sin el más mínimo movimiento.
Mientras el cuerpo permanecía inerte, la mente trabajaba, como una máquina frenética, sin pausa, los pensamientos zumbaban y me sentía exhausto sin que se hiciera el menor movimiento, la actividad mental lograba cansarme más que si hubiera estado realizando un trabajo manual.
Así seguí cada día más y más, mi cerebro agitado no daba tregua.
Pronto empezaron a tomar forma pensamientos suicidas, pensé que ya había hecho todo lo que tenía que hacer, que ya nadie me necesitaba y que el sufrimiento interior aumentaba cada día. Comencé a trazar planes desastrosos para mí, pensando que me libraría de esa situación para siempre.
Imaginé cómo terminar mi existencia, qué bueno sería ser libre de lo que me atormentaba... Y así todo fue creciendo hasta que un día me llené de coraje y puse fin a lo que hubiera sido mi vida sin sueños.
¿Cuál fue la sorpresa que tuve al encontrarme conmigo mismo, a qué te refieres? Había muerto, de eso estaba seguro, lo había arreglado todo yo mismo. ¿No será que no morí?
Qué tristeza darme cuenta que aún estaba vivo y con tantas cuentas que saldar con Dios. ¿Cuántas deudas se habían adquirido?
Hoy sigo intentando liberarme de la culpa, atribuyéndolo todo a la tristeza. Esto no sirve de nada, nada me quita el acto demencial que cometí, soy deudor y llegará el día en que tendré que ajustar cuentas con el universo.
¿Qué dejo con este informe mío?
Un consejo: Nunca dejes de soñar, de sentirte útil, de ayudar, de producir, de vivir...
Si esto lo sientes en el fondo, recuerda que afuera hay un mundo de personas que pueden recibir ayuda de ti, desde el cariño, el cuidado...
Si un ser humano muere al dejar de soñar, nunca dejes que tus sueños mueran, Dios está contigo y siempre está a tu lado dispuesto a apoyarte.
Que este Dios que vive dentro de ti te extienda su brazo, déjate llevar por su amor y avanza con Él.
La vida siempre vale la pena vivirla.
Mucha luz y recuerda que nada ni nadie te impide soñar.
Carmen.
Psicografía recibida en 2023.
Médium: Débora C.
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