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miércoles, 8 de octubre de 2025

Apólogo del pozo

 Un abogado le vendió un pozo a un profesor jubilado. Dos días después, el abogado regresó y le dijo: "Le he vendido el pozo, pero no el agua. Si quiere usarla, tendrá que pagarme un extra". 

El profesor, con una sonrisa tranquila, respondió: "Justo de eso quería hablarle. Si el agua es suya, tiene hasta mañana para sacarla de MI pozo. Porque, de lo contrario, me veré obligado a cobrarle un alquiler". El abogado, visiblemente avergonzado, balbuceó: "Pero... ¡sólo estaba bromeando!". 

Entonces, el profesor, con serena sabiduría, concluyó: "¡Y pensar que fuimos profesores como yo los que formamos a abogados como usted! Usted busca ganar, yo busco educar".

Cuando la lógica de la escuela supera la astucia de los tribunales.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Faltan profesores

 ¿Por qué faltan profesores?, en El País, Nacho Meneses, 19 SEPT 2025:

Según la Unesco, se necesitan 4,8 millones de docentes en Europa y Norteamérica, y 44 en todo el mundo. Expertos y sindicatos coinciden en la necesidad de una reforma en profundidad del sistema

La sucesión de eventos pertenece a un colegio privado de Madrid, pero podría corresponder a cualquier otro centro escolar: a los pocos días de comenzar el curso, los padres reciben una notificación por la app del centro en la que se les notifica que “la profesora (X) causa baja como docente de Ciencias”, nombrando a una sustituta. Pero al día siguiente vuelve a hacer lo mismo porque esa sustituta también causó baja, y aún sucederá de nuevo con dos personas más. En todos los casos se trata de profesionales que han sido llamados para cubrir una interinidad en un centro público.

La preocupación no es solo española. La Unesco ya advertía en un estudio publicado el pasado mes de abril de que faltan 44 millones de docentes en todo el mundo y que Europa y América del Norte, pese a tener bajas tasas de natalidad, se enfrentan a un déficit de casi cinco millones de profesores. El informe, elaborado junto con la Fundación SM, subraya que el problema no se limita a la cantidad, sino también a la capacidad de atraer y retener el talento.

España, aun sin cifras oficiales precisas, muestra síntomas claros: aulas masificadas, aumento de las bajas laborales, abandono temprano de la profesión y un riesgo evidente de que la educación pierda su capacidad de compensar las desigualdades: “La escuela va a dejar de cumplir ese papel porque no podrá reducir las diferencias sociales. El profesorado no tiene tiempo y su mayor carga de trabajo le impide personalizar la enseñanza, lo que repercutirá en una menor calidad de vida futura para los estudiantes”, sostiene Mayte Ortiz, directora de la Fundación SM. Algo que, añade, terminará por repercutir en la sociedad: “Los individuos están menos educados y tienen menores oportunidades, y ello tendrá un alto coste económico en los sistemas educativos (con un mayor gasto en formación y contratación) y otros retos sociales”.

La OCDE y el Informe Talis (2018) añaden un factor generacional que agrava aún más el escenario: la edad media del profesorado, que en España se sitúa en casi 46 años en la etapa de Secundaria (y un 21 % que supera los 55). En poco más de una década, la jubilación de estos profesionales puede dejar al sistema sin relevo suficiente, especialmente en áreas críticas como Matemáticas (en 2023, más de 720 plazas se quedaron sin cubrir, según el Monitor de Educación y Formación de la Unión Europea), lenguas autonómicas o Filosofía y, de forma muy acusada, en la Formación Profesional, donde CC. OO. advierte de que se repiten oposiciones con plazas desiertas y bolsas interinas vacías en especialidades clave como Sistemas Informáticos, Electromecánica de vehículos, Sistemas Energéticos, Electricidad y Electrónica o Industria Alimentaria, por citar algunos.

Escasez de profesores y abandono temprano

La falta de estabilidad laboral, los salarios poco competitivos respecto a otras profesiones a las que podrían acceder con cualificaciones similares, el agotamiento y la sobrecarga burocrática, entre otros aspectos, han hecho que cada vez menos jóvenes se planteen la docencia como una opción de futuro, un desequilibrio que amenaza con convertirse en estructural. Pero hay más: “Las [actuales] cargas de trabajo y ratios de alumnado son inasumibles si se quiere hacer bien el trabajo, y ello obliga a los educadores a asumir jornadas laborales muy por encima de las reguladas sin que estén ni reconocidas ni pagadas”, reclaman desde la Federación Estatal de Enseñanza de CC. OO.

El sindicato, además, señala la elevada temporalidad (por encima del 30 %) como uno de los factores determinantes a la hora de explicar el poco atractivo de la profesión docente para desarrollar un proyecto vital a largo plazo. “La temporalidad, en el caso español, es gravísima, muy por encima de la de otros países. No se puede consentir que carezcan de estabilidad”, esgrime Ortiz. “Esas peores condiciones laborales (que son fijos discontinuos, que ahora te contrato por horas, ahora te cambio, después te quedas en el paro) hace que los jóvenes no encuentren aquí la flexibilidad que todo el mundo busca desde la pandemia, y que profesiones como la educación, la hostelería o la sanidad no tienen”.

El informe de la Unesco señalaba también que la tasa de abandono docente se ha duplicado en la última década, pasando de apenas el 4,6 % en 2015 al 9 % en 2022, y de forma más acusada entre los profesores más jóvenes. Ahora bien, ¿qué razones explican este fenómeno? “En España hay peculiaridades importantes. Tiene que ver, por ejemplo, con los continuos cambios legislativos, que repercuten negativamente en la falta de tiempo del profesorado y les obliga a volver a preparar continuamente sus programaciones y planificaciones; pero hay mucho más”, explica Ortiz.

Dar clase siempre ha sido mucho más que impartir conocimientos, pero ahora mismo la diversidad en las aulas es tal, y los niveles son tan diferentes, que los profesores necesitarían contar con la mitad de los alumnos que ahora tienen para poder adaptarse a sus necesidades: cada vez hay más niños que no hablan bien la lengua, o que en la escuela hablan una lengua diferente a la que usan en su casa; o niños que se incorporan a la escolaridad obligatoria con un nivel muy inferior y que necesitan adaptaciones”, argumenta la responsable de la Fundación SM. “Y tiene que ver con otro aspecto, y es que socialmente les hacemos responsables de muchísimas tareas que no son solo de la escuela. ¿Cuántas veces nos dicen los padres “que se encargue la escuela”? La familia debería colaborar más con la función educativa y delegar menos en los centros”. Los profesores, incide, se encuentran con que no cuentan con el respaldo que, de alguna manera, deberían de ofrecerles las familias, y eso les hace caer en mayores desencantos.

Transformar la formación del profesorado

En este abandono juegan también un papel relevante otros factores. Entre ellos, la falta de una carrera docente bien definida con retos e incentivos o la gran desconexión que existe entre la capacitación inicial que han recibido en las facultades y las necesidades reales que se encuentran en el aula. Por eso, desde CC. OO. abogan por revisar la formación de los futuros enseñantes, permitiendo una formación más práctica con presencia en centros educativos y un reconocimiento adecuado para las personas que tutoricen (en horas y salario). Pero también “que se diseñe un itinerario específico de Secundaria para los futuros educadores y se fomente la vocación docente en el sistema universitario, integrándola en las distintas titulaciones y no solo en las específicas”.

No obstante, unos y otros señalan también la necesidad de reformar el acceso a la profesión. “Algo estaremos haciendo mal cuando en las últimas oposiciones se quedó un porcentaje altísimo de gente”, se pregunta en voz alta Ortiz. “Y luego, al tener x plazas sin cubrir, entonces sí tiramos de los que suspendieron. Pero si no nos valen para incorporarles a la función pública, tampoco deberían valer para dar clase. Porque no es que tiren de listas de interinos, es que también hay listas abiertas”. En CC. OO. abogan también por un cambio profundo, haciendo hincapié en la naturaleza de las pruebas: “Las oposiciones, de manera general, han de actualizarse y ajustarse a un modelo más competencial, centrado en las capacidades pedagógicas y didácticas de los aspirantes, con una fase de prácticas más planificada y formativa, y que disponga de los recursos necesarios”.

Para afrontar esta situación de escasez, Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, apuntaba recientemente a soluciones creativas como la de permitir dar clase a los alumnos universitarios, un plan que no solo requeriría un cambio legislativo poco probable, sino que también se enfrenta al escepticismo de muchos expertos. Para Ortiz, sin ir más lejos, esta nunca puede ser la solución a los problemas de la profesión docente, ya que “no tienen la formación didáctica necesaria. No es lo mismo saber matemáticas que enseñarlas; un buen matemático no tiene por qué ser un buen profesor”. En CC. OO. señalan que se trata de “ocurrencias que buscan alejar el debate de la realidad, crear titulares sin sentido y no abordar de verdad un tema que debe tratarse con reflexión y rigor”.

¿Cómo revertir la tendencia?

Dar la vuelta a esta situación requiere un plan integral de medidas que involucre a múltiples actores: sociedad, academia y responsables políticos y sindicales, y que para Ortiz debería comenzar por aumentar el porcentaje del Producto Interior Bruto destinado a Educación, que según la Unesco debería de superar el 6 % (y que en España no llega al 5).

Aunque la mejora salarial no tiene por qué ser el punto más crítico, sí que es importante. Así, desde CC. OO. reivindican la consideración más alta dentro de la función pública (A1) para todos los cuerpos docentes, así como un aumento considerable de la oferta de empleo público que realmente reduzca la temporalidad existente; mientras que Ortiz recuerda cómo muchos países ofrecen incentivos para la contratación y la retención en función del reto que tengan que superar en su trabajo.

También hay que prestar atención al tema de las evaluaciones, que deberían de ser un instrumento de desarrollo profesional y acompañar al educador desde que llega. Una tutorización a cargo de un compañero o compañera sénior para que sepa que no está solo y le prepare para lo que se va a encontrar en el aula”, defiende la experta.

La UNESCO, a través del Equipo Especial Internacional sobre Docentes para Educación 2030, y la Fundación SM, publicaron en octubre pasado un decálogo de medidas para transformar la educación con recomendaciones clave que, además de los aspectos aquí tratados, propugna medidas como “cuidar el bienestar integral de las y los docentes”, “crear una cultura colaborativa en las comunidades educativas”, “apoyar la autonomía y libertad académica” o “crear un modelo de desarrollo profesional que atraiga, forme y retenga a las y los mejores docentes”.

viernes, 19 de septiembre de 2025

Es imposible dar clase a los ACNEEs

 “Hay días que es imposible dar clase”: los alumnos que necesitan apoyo aumentan el doble de rápido que los recursos para atenderlos, en El País, Ignacio Zafra, Valencia - 18 SEPT 2025:

El número de estudiantes que requieren apoyo supera el millón tras incrementarse un 75% en seis años, según un informe de CC. OO. Los fondos para atenderlos lo hacen solo un 31%, tensionando sobre todo la enseñanza pública.

Un agujero se ha ido abriendo silenciosamente en los últimos años en el sistema educativo español, especialmente en la enseñanza pública. El número de alumnado con necesidades de apoyo educativo, una categoría oficial que engloba a los estudiantes con discapacidad, con dificultades de aprendizaje (como la dislexia y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad), así como a chavales llegados de otros países que desconocen el idioma o se hallan en situación de vulnerabilidad socioeconómica, ha aumentado un 75% desde el curso 2017-2018. Ha pasado de 621.000 a más de un millón, según el informe de inicio de curso elaborado por Comisiones Obreras, que se basa en las estadísticas del Ministerio de Educación. El presupuesto específico para atenderlos ha crecido, en cambio, mucho menos: apenas un 31%, debido, sobre todo, a la insuficiente inversión de las comunidades autónomas. La consecuencia, advierte el sindicato y coinciden docentes, orientadores y familias, es que la atención que reciben es, en muchos casos, pobre, y que el cansancio y la frustración se extiende entre las plantillas de escuelas e institutos.

“Los profesionales de la educación sienten cada vez mayor sobrecarga. Quieren y hacen su trabajo con dedicación, motivación y esfuerzo, pero se necesita bajar las ratios e incrementar el número de profesionales, con más recursos y más inversión para atender con calidad y equidad al alumnado”, señala la Federación de Enseñanza de CC. OO. Del total de 1.088.413 estudiantes que oficialmente requiere apoyo, 249.494 son alumnos con necesidades educativas especiales (generalmente significa que presentan algún tipo de discapacidad); 386.345, con dificultades específicas de aprendizaje; 394.034, están en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y 58.540, tienen altas capacidades.

El rápido aumento de las cifras es producto, de un lado, del incremento de chavales que se incorporan al sistema procedentes de otros países, parte de ellos con desconocimiento del idioma, desfase curricular, o un contexto económico familiar precario, y del otro, de la mejora en la detección de trastornos y dificultades de aprendizaje. Y la situación es grave, señala el informe de CC. OO., porque España ya partía antes de dicho incremento de un déficit estructural. Muchos de los programas de atención a la diversidad, como las aulas de acogida para niños y adolescentes extranjeros fueron desmanteladas con la crisis económica de 2008, sobre todo a partir de 2012.

Un ejemplo de falta de recursos es el que están viviendo los docentes del instituto público Agra de Raíces, en Cee (A Coruña), que tiene cerca de 400 alumnos. El curso pasado, el personal especializado de apoyo con el que contaban, dos especialistas de Pedagogía Terapéutica, otra de Audición y Lenguaje que tenía asignadas dos horas semanales en el centro, y una cuidadora estaban volcados en garantizar la atención de los dos chavales con necesidades educativas especiales matriculados en el centro. “Su horario estaba completo con estos niños, quedando en gran medida desatendidos aquellos que tienen necesidades específicas de apoyo educativo, como dislexia o TDAH”, explica una docente que actúa como portavoz de buena parte del claustro y pide no ser identificada.

Este curso, el centro coruñés ha incorporado, en el conjunto de la secundaria, aparte de a otros chavales con necesidades de apoyo educativo, a tres alumnos con necesidades educativas especiales, lo que representa un incremento del 150%. Alguno de ellos requiere, además, muchos cuidados. “Y lo que nos encontramos al volver al centro el 1 de septiembre es que no solo no nos habían ampliado los recursos, sino que nos habían quitado a una de las especialistas de Pedagogía Terapéutica (PT) y las dos horas de Audición y Lenguaje”, explica.

Las familias organizaron protestas, y la Xunta accedió a reponer a la PT, pero nada más. Para colmo, el profesorado esperaba que en primero de la ESO, donde tienen un total de 55 alumnos, se formaran tres grupos, pero la administración ha creado solo dos clases. Una está a máximos, con 30 estudiantes, y la otra a 25. “Hay días que es imposible dar clase. Por su condición, alguno de nuestros estudiantes puede tener una crisis, hay que acompañarlo fuera del aula para que se recupere, y no tenemos manos”, asegura la docente. Para asistir a los chavales que más ayuda necesitan, el instituto ha articulado uno de los apaños con los centros educativos de toda España acostumbran a afrontar la falta de recursos. “Los niños están siendo atendidos por el profesorado de forma voluntaria. Realizamos tareas de acompañamiento, de higiene, de vigilancia, y hasta de alimentación, que no nos corresponden y para las que no estamos cualificados”, afirma la profesora. Preguntada al respecto, la Xunta afirma que sus técnicos están “analizando las necesidades [del centro] por si fuera necesario ampliarlos”.

Desequilibrio entre pública y privada

La escuela pública acoge a tres de cada cuatro estudiantes con necesidades de apoyo educativo, 8,3 puntos por encima de lo que le correspondería en función de su tamaño en el conjunto de la red educativa, que es el 66,9%. En concreto, a la escuela pública va el 72,5% del alumnado con dificultades específicas de aprendizaje; el 75,4% del alumnado con necesidades educativas especiales, y el 79,5% del que se encuentra en situación de vulnerabilidad socioeconómica. La situación más equilibrada es la de los estudiantes con altas capacidades, con un 64% de la matrícula (tres puntos por debajo de lo que le tocaría, de hecho; un sector de los centros privados y concertados destacan en su publicidad que están especializados en ese tipo de alumnos).

En primaria el desajuste por redes educativas es todavía mayor. La pública acoge al 77,5% (9,75 puntos más de lo que le correspondería), la concertada al 21,7% (6,5 puntos menos), y la privada, al 0,8%, muy por debajo de su peso en el conjunto de la red escolar, que es del 4%.

El profesorado ha notado el incremento del alumnado con necesidades de apoyo educativo en todas las etapas, “desde Infantil a Bachillerato y Formación Profesional”, afirma Antoni Prefaci, orientador de secundaria, logopeda, psicólogo sanitario y presidente de la Asociación de Familiares de Niños y Adolescentes con Déficit de Atención e Hiperactividad (Afnadah) de Gandía (Valencia). “La diversidad, en sí misma, es una riqueza. Pero sin los recursos adecuados se convierte en una enorme losa y un gran reto para los centros”. Su crecimiento se debe, de un lado, al aumento de los estudiantes extranjeros, parte de los cuales necesitan apoyo “para aprender el idioma o para ponerse al día en contenidos curricular muy diferentes”. Y, del otro, a una mejor detección de las dificultades. Antes, muchos más casos pasaban desapercibidos. Quedaban ocultos bajo el manto del fracaso escolar, y, al mismo tiempo, su presencia en el aula no reclamaba una atención específica por parte del profesorado.

“Hoy se identifican mejor los trastornos del espectro autista, el TDAH, la dislexia, los trastornos del lenguaje, o las dificultades emocionales. Y eso es una gran noticia. El problema es que si no se acompaña de una mayor dotación de recursos, ello nos lleva a un cuello de botella: detectamos más casos, pero no siempre podemos darles la atención que requieren”, prosigue Prefaci.

Territorios que apenas los identifican

Muchos estudiantes con necesidad de apoyo continúan, además, sin ser detectados. El informe de CC. OO. plantea un cálculo indirecto para estimarlos. En el caso del alumnado en situación de desventaja socioeconómica, recurre a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre “carencia material y social severa” en población en edad escolar para concluir que hay al menos 297.545 chavales sin incluir en las estadísticas oficiales de Educación, es decir, el 43% del total. Muy por encima de dicho porcentaje se sitúan algunos territorios, como Aragón (89%), Castilla-La Mancha (87%), y Andalucía (77%). En el caso del alumnado con dificultades específicas de aprendizaje, el estudio recurre a investigaciones sobre prevalencia de los distintos trastornos para estimar que 863.496 niños y adolescentes que los padecen pasan por debajo del radar de la administración, un 69% del total. Aparecen especialmente mal parados, en esta categoría, según el cálculo de CC. OO., Andalucía (que “no proporciona datos de ninguna casuística social del alumnado”), País Vasco (que dejaría de contabilizar al 86,5%), y Aragón (85%).

Alicia Vílchez, madre de dos niñas con dislexia que estudian en Granada, dice que es cierto que los centros “están faltos de recursos y las clases están masificadas”. Pero, por su experiencia en primaria y, peor todavía, en secundaria, cree que a buena parte del profesorado también le falta formación al respecto. “Conocimientos, estrategias y recursos para trabajar con niños con dificultades. No solo dislexia, sino TDAH, necesidades educativas especiales, etcétera. Nos encontramos con una barrera muy grande, y es muy difícil para una familia luchar contra eso”. “Hablan mucho de inclusión, y tenemos una normativa muy buena”, añade Vílchez, “pero no la están cumpliendo, y quienes se llevan la peor parte son los niños con dificultades, porque el sistema no les acompaña”.

martes, 9 de septiembre de 2025

La lectura nos mejora

 Un experto explica las diferencias en el cerebro entre las personas que saben leer y las que no: "Las palabras son los ladrillos del pensamiento", en El País, Cadena SER 7/09/2025:

Héctor Ruiz, neurobiólogo y autor del libro 'Cómo aprendemos a leer' se pasa por los micrófonos de 'A Vivir' para explicar cuál es el efecto que tiene la lectura sobre nuestro cerebro.

¿Cómo afecta la lectura a nuestro cerebro?

Hace unos días, la influencer española María Pombo publicó en sus redes un vídeo en el que afirmaba que "hay que superar que hay gente a la que no le gusta leer". Además, la creadora de contenido se dirigió a los aficionados a la lectura para trasladarles que "no son mejores" porque les guste leer.

A partir del comentario de la influencer, se ha desatado un debate en redes acerca del efecto que puede tener el hábito de la lectura sobre el cerebro y sobre si, verdaderamente, se puede considerar que aquellas personas que leen asiduamente consiguen desarrollar más su capacidad intelectual y memorística.

En A Vivir ha estado Héctor Ruiz, neurobiólogo y experto en el ámbito de la memoria, para hablar sobre la lectura y sus efectos en nuestro cerebro. Lo primero que ha destacado el científico es que cuando se trata el tema de la lectura no hablamos de una idea en sí misma, sino que tenemos que analizar este concepto midiendo numerosos parámetros, como la velocidad de lectura o el nivel de comprensión lectora, entre otros.

¿Cómo afecta la lectura en nuestros cerebros?

Ruiz afirma que, ciertamente, "sí existen diferencias" entre el cerebro de una persona habituada a la lectura y el de una que no lo es. Esa diferencia se identifica en diferentes apartados de nuestro cerebro, que se adaptan para poder aprender a leer, estas, agrupadas, forman una sección cerebral conocida como "caja de letras". Dicha sección adapta partes del cerebro dedicadas a la identificación de objetos y las utiliza para aprender a conocer las letras y palabras que leemos.

Héctor Ruiz destaca que, obviamente, uno no puede identificar solo con la observación de un cerebro "si este es de una persona culta o no". El neurobiólogo indica que, para analizar esta faceta, "debemos desplazarnos al mundo de la psicología" y que "los conocimientos que obtengamos de la lectura dependerán de qué obras leamos". Aun así, Ruiz confirma que "la lectura es una de las formas más sencillas y poderosas de acercarse al conocimiento" y que el leer más o menos "va a marcar diferencias en tu cognición".

Amplitud de vocabulario

Y si hablamos del mundo de la lectura tenemos que adentrarnos de forma más específica en el conocimiento de las palabras. Héctor Ruiz señala la importancia de la lectura para ampliar nuestro vocabulario, un elemento esencial. El neurobiólogo dice que "las palabras son los ladrillos del pensamiento" y que la mejor forma de conocer nuevas palabras es fijarse en los textos escritos, donde se suele hacer una selección más variopinta de palabras que en la comunicación oral.

Alternativas a la lectura

Muchas personas que no tienen el hábito de la lectura, según Ruiz, no lo tienen porque les cuesta decodificar los textos. Para este tipo de personas, el audiolibro puede ser una buena alternativa, aunque el científico afirma que no debemos usarlo "sin estar concentrados en él".

lunes, 1 de septiembre de 2025

Fabricación de vulnerables al discurso ultra por medio de la enseñanza

 Las chicas sacan cada vez más ventaja a los chicos en educación: “Para algunos, estudiar resta masculinidad”, en El País, por Ignacio Zafra, Valencia - 17 AGO 2025:

Los expertos advierten de que se está creando una “infraclase” social de jóvenes muy poco formados, con un sombrío futuro laboral y especialmente vulnerables a los discursos ultras

Puestos unos detrás de otros, los datos abruman. A pesar de que nacen menos niñas que niños, un desequilibrio que tiene su raíz en la adaptación evolutiva humana y hace que en las etapas de enseñanza obligatorias, Primaria y ESO, haya un poco más de chicos (51,5%) que de chicas (48,5%), pasado ese punto las alumnas superan a los alumnos en casi todos los indicadores educativos. Y lo hacen cada vez más. Repiten menos (6 puntos). Se gradúan más en Secundaria (7 puntos). Cursan más Bachillerato (7 puntos). Van más a la universidad (representan el 56,8% frente al 43,2% de los alumnos, una diferencia 2,5 puntos mayor que 10 años antes). Y, una vez en las facultades, se titulan más (60,9%-39,1%). Los chicos son mayoría en Formación Profesional. Pero su predominio, enorme en el Grado Básico ―un programa pensado para que los chavales que van mal terminen la ESO―, se reduce en el Grado Medio y casi se difumina en el Grado Superior.

[Estadillo con el alumnado matriculado en el sistema educativo, Curso 2022-2023]

[Estadillo con los Resultados del Informe PISA: 2009-2022]

Los alumnos conservan ventaja en el ámbito de las matemáticas (y por extensión, en las titulaciones técnicas). Pero esta es cada vez menor. Entre 2009 y 2022 las alumnas españolas redujeron a casi la mitad los 19 puntos que los chicos les llevaban en el examen de matemáticas del Informe PISA, la gran evaluación internacional que organiza la OCDE. En ese mismo periodo, los estudiantes solo recortaron un 14% los 29 puntos de ventaja que ellas les llevaban en habilidad lectora. Unos y otras han reducido su tasa de abandono escolar temprano ―el porcentaje de la población de 20 a 24 años que tiene, como mucho, el título de la ESO y no está estudiando― en las últimas dos décadas. Pero ellas lo han hecho, proporcionalmente, más. El abandono de las chicas está ahora en el 10% y el de los chicos, en el 15,8%. Los chavales representan, además, el 72% del alumnado diagnosticado oficialmente con Trastorno de atención.

[Estadillo de alumnado diagnosticado con Trastornos de la atención por sexos]

[Estadillo con Estudiantes titulados en estudios de grado en la universidad]

Sin ese vuelco educativo respecto a la situación de hace unas décadas no habría sido posible el cambio que se ha producido en el mercado laboral. La brecha salarial por hora trabajada en España se ha reducido a la mitad desde principios de siglo (hasta el 9,4% en 2022), y virtualmente ha desaparecido en la franja de edad más joven, la de 20 a 30 años. Ello no significa, sin embargo, que las mujeres no sigan sufriendo una fuerte desigualdad.

Si se comparan los salarios de forma ajustada, es decir, con hombres y mujeres de características similares (incluido el nivel educativo), la brecha permanece casi estancada desde 2014 en el 10%, señala Ángel Martínez, de Analistas Financieros Internacionales (AFI), que apunta como motivos al injusto reparto de los cuidados en el ámbito familiar y a la penalización que imponen las empresas al hecho de que ellas concilien más.

[Estadillo con la Evolución de la brecha salarial de género en salario por hora]

El elevado nivel de fracaso escolar masculino ―uno de cada seis jóvenes de 20 a 24 acabó como mucho la secundaria, y ese porcentaje es aún mayor en las franjas de edad inmediatamente superiores― implica el riesgo de que se consolide una especie de “infraclase formativa”, advierte el sociólogo Miquel Àngel Alegre, en un contexto en el que, a diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, España ofrece muy pocas oportunidades de trabajo para personas sin cualificación. O las ofrece solo en sus modalidades más precarias.

Además de afrontar un futuro sombrío, estos jóvenes resultan especialmente vulnerables a los “discursos de agravio” de corte neomachista que responsabiliza de su situación al feminismo, arrastrándolos a posiciones políticas de extrema derecha, alerta el politólogo Oriol Bartomeus. Un tipo de mensaje, difundido por influencers ultras a través de las redes sociales, que tienen “una penetración muy fuerte entre los chicos de 14 a 25 años”, añade.

Diferencias biológicas en la adolescencia

¿A qué se debe la disparidad en los resultados académicos de chicas y chicos? ¿Y cómo debería actuar el sistema educativo para reducir el fracaso de los segundos?

Los especialistas señalan, respecto a la primera pregunta, que hay una base biológica, pero que es pequeña, y sobre la misma se erigen grandes estructuras culturales que tienen una influencia mayor. El biólogo y experto en neuroeducación David Bueno destaca que, por término medio, las chicas maduran un poco antes que los chicos. Y que el desarrollo que experimentan ambos durante la adolescencia ―la etapa en la que “ensayan para ser adultos” y en la que se concentra el fracaso escolar― está condicionada por los cambios físicos y cerebrales que experimentan. Las chicas tienen un poco más de oxitocina, una neurohormona que ha sido descrita como “la hormona de la socialización”. “Eso supone que van a tender a ensayar más la socialización que los chicos, porque es lo que les pide el cerebro”, dice Bueno.

Los chicos, por su parte, tienen un poco más de testosterona. Ello, sumado a un mayor desarrollo, en términos generales, de la musculatura, les lleva en mayor medida a “intentar sobresalir respecto a los demás, es algo muy biológico”. Debido a esos cambios, los chavales tienen una mayor propensión “a la actividad física, a moverse” ―lo que no quita que a las chicas también les guste el deporte, ni que los chicos adolescentes no tiendan a la socialización―, y a buscar “juegos competitivos, donde puedan destacar o medirse con sus compañeros y compañeras”.

Un choque de dos grandes estructuras

Las diferencias son sutiles, prosigue Bueno, mucho menos pronunciadas que en otras especies animales. Pero sobre ellas opera una socialización y unas fuerzas culturales que dan lugar a unas divergencias en el comportamiento entre chicos y chicas “que no son en su origen biológicas, pero en cierta forma acaban siéndolo porque quedan implantadas en el cerebro”.

La socióloga de la educación Aina Tarabini señala que el mayor abandono escolar de los chicos ―que no es de todos los chicos, subraya, sino que se da más en clases sociales precarizadas, en chavales de origen migrante y que se distribuye desigualmente según el tipo de centro educativo― debe analizarse en el marco de cómo se construyen las identidades masculinas y femeninas. Y en el choque de dos grandes estructuras de poder: el patriarcado y la cultura escolar. “El patriarcado construye una forma de masculinidad dominante, competitiva, fuerte, individualista, que a menudo tiende a extender la idea de una supuesta mayor inteligencia innata de los chicos, pero al mismo tiempo más perezosa, menos pulcra. Unos discursos que atraviesan los medios de comunicación, la socialización familiar y escolar, los grupos de iguales, y que crean identidades”. Enfrente, por su parte, “la cultura escolar dominante premia la obediencia, la constancia, la pulcritud”. Y ese encontronazo, continúa la profesora de la Universidad de Barcelona, “genera un conflicto de identidades en algunos perfiles de chicos para los que estudiar resta masculinidad”.

La solución, agrega, pasa por transformar la cultura escolar con una mirada feminista, “que genera mayores posibilidades de ser para todos y para todas, y amplía el significado de qué quiere decir ser buen estudiante”.

La cultura escolar premia actitudes prototípicamente femeninas

“La escuela”, prosigue Miquel Àngel Alegre, sociólogo y director de proyectos de la Fundació Bofill, “ha sido tradicionalmente un espacio de valorización de actitudes o aptitudes prototípicamente asignadas al género femenino. La capacidad de planificación, de adaptación, de cuidado, de apoyo, de trabajo en equipo, de autonomía, también de docilidad”. Todas ellas, dice Alegre, están muy alineadas con la cultura escolar y son en cierto sentido opuestas a otra serie de actitudes prototípicamente masculinas: “A las típicas etiquetas con las que nos referimos con frecuencia a los chicos en clase: son más movidos, desafiantes, indisciplinados, competitivos, tienen actitudes inmaduras, etcétera”. “Mi hipótesis es que esto, que siempre ha sido así, cada vez lo es más. Esos roles tradicionalmente femeninos cada vez encajan mejor en la cultura escolar, y se bonifican más. Y lo contrario ocurre con las actitudes prototípicamente masculinas”.

El sociólogo resalta que al hablar de competencias o actitudes prototípicamente femeninas o masculinas no quiere decir que sean algo innatas a ellas o ellos, sino algo “que la sociedad reproduce y que también reproduce el sistema educativo”. “Más allá de los contenidos curriculares o los libros de texto, que se han ido depurando bastante, existe todo un currículo oculto, que es el que se construye a través de la relación cotidiana en el aula, y que de alguna manera va construyendo esas competencias prototípicamente de chicos y de chicas”, afirma.

Desafiar al profesor

A ras de aula, Isabel Saturno, directora del instituto público Sanje, en Alcantarilla (Murcia), ve algo parecido a lo que apuntan los expertos. “En términos generales, las chicas tienen mejor comportamiento y más interés por los estudios, bastante más. No sé a qué se debe. Quizá nosotras tenemos más interiorizado el concepto de autoridad y de respeto. Hacia el padre, la madre, el profesorado…”. Daniel, que está cerca de cumplir 15 años y en septiembre empezará cuarto de la ESO en un instituto público de Valencia, afirma, por su parte, que las chicas “de normal, están más atentas en clase, hablan menos, y si hablan, en cuanto el profesor les dice que paren, suelen parar y no vuelven a hablar. Entre los chicos no es tanto así”. Entre ellos, opina, sacar buenas notas o ser estudioso no es algo que necesariamente dé puntos. Y en cambio, “que un chico desafíe al profesor delante de toda la clase puede generar respeto, porque no todos son capaces de hacerlo; admiración igual no, pero se le reconoce carácter”, añade.

Las soluciones educativas a la masculinización del fracaso escolar no son fáciles, advierten los expertos, porque buena parte de la construcción de los roles de género tienen lugar más allá de las paredes de la escuela. Pero sí hay varias cosas que el sistema puede hacer. Para empezar, señala Lucas Gortazar, director de Educación en EsadeEcPol, no ser tan rígido con el itinerario de la ESO: “Debería haber un sistema de excepciones más claro que los docentes y centros educativos aplicaran con mayor flexibilidad”. Ya existen programas, como la FP Básica y la diversificación curricular ―que adapta los contenidos y agrupa las materias―, que han demostrado su eficacia para evitar el fracaso escolar, y en los que se matriculan, sobre todo, chicos de familias de clase trabajadora, con una sobrerrepresentación de los de origen extranjero. Pero en sus mejores versiones implican un número reducido de chavales por aula y profesorado especialmente motivado para la tarea. En otras palabras, más recursos.

También puede ayudar, sigue Gortazar, un tipo de enseñanza más competencial. Algo que sobre el papel ya prevé la actual legislación educativa, pero que en la práctica, debido a que los cambios en la práctica docente requieren tiempo, y a que los currículos han mantenido una enorme cantidad de contenidos, avanza despacio.

Que el profesorado crea en estos alumnos

Ese enfoque más competencial, que supone que además de contenidos la escuela dedique más esfuerzos a que los estudiantes adquieran otro tipo de habilidades y destrezas, debería aplicarse, plantea Miquel Àngel Alegre, en dos sentidos. Por una parte, reforzando para el conjunto del alumnado las competencias “socioemocionales y metacognitivas en las que, en principio, se puede pensar que las chicas tienen más ventaja que los niños”. Como la capacidad de planificarse, de autorregularse, de ser autónomos, o si se quiere, de autodisciplina. Y por otra, “incorporando competencias más asociadas tradicionalmente a los varones de clase trabajadora, como pueden ser las profesionales”. Es decir, “desacademizar un poco la ESO y profesionalizarla un poco más”, a través de unas competencias relacionadas normalmente con la tecnología, afirma el sociólogo. Y, a la vez, incorporar a la forma de plasmar las clases más actividades que utilicen ejemplos “muy cercanos al día a día y a las vivencias tanto de los chicos como de las chicas”.

Gortazar y Alegre coinciden en un último factor que puede ayudar: elevar las expectativas de los docentes sobre lo que los alumnos que son, de entrada, menos académicos o más disruptivos con la disciplina académica, son capaces de conseguir. “Es decir, que crean más que también los niños movidos, indisciplinados, más liantes, más provocadores, más físicos, pueden tener perspectivas de éxito educativo”, dice Alegre, trabajándolo tanto en la formación inicial (universitaria) del profesorado como en la continua. El fundamento de ello es que la investigación ha mostrado ―en lo que se conoce como efecto Pigmalión, por el mito del rey griego que se enamoró de Galatea, la estatua que había esculpido, y esta acabó cobrando vida― que las altas expectativas de un docente sobre lo que un estudiante puede conseguir influyen positivamente en sus posibilidades de lograrlo.

miércoles, 6 de agosto de 2025

Lema de la educación

 Palabras del maestro Cecilio Acosta:

"Enseñe lo que se entienda; enseñe lo bueno; enseñe lo útil; enseñe a todos. Y eso es todo"

lunes, 4 de agosto de 2025

Técnica del interrogatorio no explícito. La elicitación.

 Es una técnica que se usa en contrainteligencia para sonsacar información de forma inteligente e indirecta. Nunca hay que preguntar, porque eso pone en guardia, tanto más si se sabe que se trata de un interrogatorio. En este caso se trata de disipar la animosidad con diversas tácticas. Pero si no se trata de un interrogatorio formal, solo hay que afirmar, no preguntar. Porque las respuestas a afirmaciones no activan salvaguardias ni desconfianzas. Por ejemplo, imagínense que uno va con un conductor de Uber a un sitio y luego van a volver. Se sube al coche y dice: "Leí en una encuesta que los conductores de Uber son los que reportaron mayor satisfacción laboral de entre todos los trabajadores del país..."

Eso solo fue una afirmación. Pero el conductor va a girarse y a decir: "¿En serio? ¿Dónde viste eso? Ja, ja" Y ahí empieza la conversación. Después él dice: "No, en realidad es terrible. Hago esto y lo otro y ellos se quedan con el dinero". Entonces se aplica la segunda fase de esta técnica, la incredulidad, que consiste en decir algo como: "No puede ser. Una empresa no puede tratar así a su gente". Y él: "Claro que sí". Y empieza a contar una historia que probablemente nunca contaría a un cliente, o expondrá algún caso concreto de su experiencia. "No vas a creer lo que me pasó hace un par de semanas" Es información que no daría a un cliente, sino a un amigo. Y lo que haces es activar en su cerebro el "modo amigo", propicio a la confidencialidad. Y ni siquiera le hiciste una sola pregunta. Y, como dicen los estafadores y expertos en mercadotecnia / marketing y ventas,  nombrar a la persona por su nombre muy seguido y sonreír siempre hace que entren en confianza. Las personas muy sociables son tratadas con familiaridad porque justamente hablan de esa manera con la gente, de manera natural y sin intención de manipular sino  amistosamente; y la gente les cuenta sus cosas sin conocerlos y los recuerdan siempre cuando los ven y los saludan como si los conocieran de toda la vida. Un maestro o profesor debe ejercer esta táctica con sus alumnos, elicia respuestas de ellos para fomentar la participación. Hablar directamente a la mente es una estrategia poderosa. La mente es como un espectador silencioso, observando todo sin ser notada. Cuando logras comunicarte con ella de manera directa, utilizando mensajes subliminales que solo ella puede entender, es como si la pillaras desprevenida. La conciencia puede estar distraída, pero la mente capta el mensaje y lo procesa de manera profunda. Es una forma de conexión más allá de las palabras, un diálogo silencioso que puede tener un impacto significativo en nuestra percepción y comportamiento.

 Con ese ejemplo concreto se está empatizando con lo más común que hace la gente, que es la queja. Es volcar hacia afuera lo que no le gusta, el disgusto, el desagrado por algo y normalmente el negativismo. La queja es el clásico alimentar el cuerpo del dolor y es una dinámica de retroalimentación con ese patrón de baja frecuencia. Muchos viven de él, y ciertamente, quien lo usa con un propósito, no pierde energía, pero en general para muchos escuchar a gente quejosa y que constantemente habla de lo que no les gusta es tedioso y un robo de energía.

Eso es la "elicitación" (del latín elicitus, "inducido" y elicere, "atrapar") que se refiere al acto de extraer o extraer información, ya sea conocimiento, emociones, opiniones o datos, de una persona o fuente. En el ámbito de la seguridad informática, la elicitación es una técnica para obtener información confidencial de forma sutil, a menudo a través de conversaciones aparentemente inofensivas. En psicología, la elicitación (anglicismo por suscitación o inducción) se refiere a la transferencia fluida de información entre personas a través del lenguaje. También se utiliza en la ingeniería de requisitos para comprender las necesidades de los usuarios en el desarrollo de software

martes, 3 de junio de 2025

Guía para preparar la PAU

 Guía para preparar la PAU, oposiciones y otros exámenes: los trucos de los expertos para estudiar, en El País, por Isabel Rubio, 31 MAY 2025:

Guía para preparar la PAU o selectividad

Llega junio, un mes clave para miles de estudiantes que se preparan para la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Pero no solo ellos: muchas otras personas también se enfrentan al reto de estudiar, ya sea para oposiciones, certificaciones u otros exámenes.

EL PAÍS ha contactado con ocho expertos en neurociencia, memoria, psicología del aprendizaje y técnicas de estudio para conocer qué trucos sirven para estudiar mejor.

Planificar el estudio por escrito

José María Bea, memorizador de élite y fundador de la Escuela de la Memoria, aconseja hacer una planificación por escrito con descansos incluidos, “para obligarnos a cumplirla”. Lo ideal es adaptar el plan y horario de estudio a cada asignatura, ya que algunas requieren ejercicios prácticos y otras, resúmenes o esquemas, como señalan la psicóloga Tania M. Mondéjar Palomares y el psicopedagogo Ángel Luis González Olivares, ambos del servicio de orientación y asesoramiento psicológico y psicopedagógico de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).

Distribuir el estudio en varias sesiones

Lauren E. Bates, profesora asistente en la Universidad de Pittsburgh y coautora de varias investigaciones sobre métodos para optimizar las habilidades de estudio, aconseja espaciar las sesiones de estudio. Según cuenta, el espaciado depende del tiempo disponible para estudiar: para exámenes a corto plazo (una o dos semanas), es mejor repasar cada dos o cuatro días; para períodos largos (dos o tres meses), una o dos semanas es lo ideal.

Cuántas horas estudiar al día

No es tanto cuestión del número de horas como de la calidad de la sesión y la constancia, según Bea. “Con cuatro o cinco horas de estudio se consiguen maravillas, si es un trabajo que se hace diariamente”, afirma. Incluso con dos o tres horas se pueden ver “resultados excelentes, sobre todo si durante el curso hemos sido constantes en el estudio y llevamos todo al día”.

Comenzar con el tema más fácil y ponerse metas

Para vencer la pereza inicial de ponerse a estudiar, Bea sugiere empezar por el tema más fácil y establecer un pequeño ritual —como poner música o preparar un café— que marque el inicio del estudio. Rodrigo Quian Quiroga, profesor de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) e investigador del grupo de Percepción y Memoria del Hospital del Mar Research Institute, sugiere ponerse metas. Por ejemplo, tener un deadline para hacer una actividad y dar un respiro a las horas de estudio. “Si sé que tengo un partido de fútbol en un par de horas, trataré de aprovecharlas al máximo”, comenta

No estudiar mucha información de golpe

“Imagina que tienes dos semillas: una la riegas a diario con la cantidad justa de agua, y la otra recibe 10 litros de golpe. ¿Cuál crecerá mejor?”, pregunta Bea. La mente “funciona igual”. Saturarla con demasiada información en poco tiempo “impide que procese adecuadamente los datos y, en lugar de mejorar, se bloquea”. Según el experto, la memoria inmediata es muy eficaz para razonar, pero solo puede manejar unos pocos datos a la vez: “Si le damos demasiados de golpe, la ‘ahogamos’ como a la semilla”.

No dejar todo para el último momento

“Dejarlo todo para el último momento puede ser eficaz en el corto plazo, pero sólo si el temario a estudiar es asequible en pocas horas”, afirma Héctor Ruiz Martín, director de la International Science Teaching Foundation, investigador en psicología cognitiva del aprendizaje y autor de los libros ¿Cómo aprendemos? y Conoce tu cerebro para aprender a aprender. En caso contrario, “el aprendizaje resulta superficial y desestructurado, lo que dificulta recuperarlo durante el examen”. Como explica Bates, alguien que estudia la noche antes del examen puede sentir que conoce bien el material, pero “esa sensación de familiaridad con el contenido es diferente de tener un verdadero conocimiento del mismo”. En psicología cognitiva, esto se llama una ilusión de fluidez. Esta concentración intensa y de última hora “parece efectiva, pero no lo es”.

Poner la información en contexto

A Quian le resulta útil poner los hechos en contexto: “Nunca olvidaré que la batalla de Chacabuco fue en 1817, no porque haya memorizado la fecha, sino porque sé que ocurrió un año después de la declaración de la independencia de Argentina”. Esto no solo facilita el recuerdo, sino que le permite comprender mejor las circunstancias de la batalla. Ferran Ballard, profesor y director de The Brain School, sugiere además la interrogación elaborativa: preguntarse ¿por qué es esto cierto? o ¿de qué manera se relaciona esto con lo que ya sé? para conectar el contenido nuevo con el conocimiento previo y crear una comprensión más profunda.

Esquemas, mapas conceptuales y tarjetas de memoria

El estudio debe ser activo y elaborativo, según Kepa Paz-Alonso, investigador Ikerbasque y líder del grupo de investigación sobre lenguaje y control de la memoria en el Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL). Recomienda tomar notas, hacer esquemas y usar el “recuerdo repetido”: estudiar un tema, cerrar el material y tratar de recordar activamente lo aprendido.

El experto asegura que repetir este proceso ayuda a fijar mejor la información y puede duplicar lo que se recuerda a largo plazo. Por su parte, Mondéjar y González recomiendan usar mapas conceptuales, resúmenes y tarjetas de memoria, como aquellas que muestran una pregunta por un lado y la respuesta por el otro, y que se repasan en intervalos de tiempo para facilitar el recuerdo.

Tarjetas de estudio

Ruiz recomienda las apps que sirven para crear “flashcards” y autoevaluarse periódicamente. “Las flashcards contienen una pregunta y su respuesta, y nos permiten ponernos a prueba y comprobar la respuesta de inmediato”, explica. También se pueden hacer con cartulina, pero las apps “organizan automáticamente las preguntas según nuestro desempeño, facilitando que repasemos las que llevamos peor y organizando una práctica espaciada en el tiempo, lo cual es lo más efectivo para aprender”.

Transformar conceptos en imágenes

“Nuestro cerebro es visual, por lo que transformar conceptos en imágenes mentales, esquemas o pictogramas puede convertirse en algo realmente útil para memorizar”, afirma Ballard. Existen técnicas mnemotécnicas como el método de loci, que consiste en imaginar un recorrido por lugares conocidos donde se coloca mentalmente la información, o la técnica pegword, que funciona asociando cada número con una palabra visual muy concreta que luego se engancha mentalmente con el contenido que quieres recordar. Según Bates, estos métodos son especialmente eficaces para memorizar grandes cantidades de información.

Hacer pausas frecuentes

Al estudiar, los expertos consultados aconsejan realizar pausas tras cada entre 25 y 50 minutos. Esto se debe a que la concentración disminuye después de aproximadamente 30 o 40 minutos de estudio intenso, según Mondéjar y González. Alternar sesiones de estudio con breves descansos de cinco a 10 minutos “mejora la atención y la productividad”. Ambos expertos recomiendan además un descanso más largo cada 90 minutos. En los descansos cortos, Bea sugiere caminar, tomar un café, hacer estiramientos o escuchar música relajante. En cambio, aconseja evitar “actividades que puedan quedar a medias, como recoger la casa o leer un libro, porque podríamos seguir pensando en ellas al volver a estudiar, logrando el efecto contrario al deseado”.

Apagar el móvil y otros consejos para evitar distracciones

Paz-Alonso recomienda tener un espacio de estudio habitual, libre de distracciones y sin el móvil cerca —preferiblemente apagado y fuera de la habitación—. También sugiere apagar el ordenador. Quian propone además estudiar en una biblioteca o un café, donde no haya distracciones. El silencio es ideal, pero si no es posible, Ballard aconseja usar auriculares con cancelación de ruido o escuchar música neutra sin letra. En cuanto a las distracciones internas —como pensamientos o tareas pendientes—, el experto recomienda tener un papel cerca para anotarlas, ya que esto “permite al cerebro soltarlas sin riesgo de olvido”.

El truco de un memorizador de élite para mejorar la concentración

“La concentración es algo que todos deberíamos entrenar, porque vivimos en un mundo lleno de estímulos y distracciones, que han hecho que se reduzca notablemente nuestra capacidad”, explica Bea. El experto detalla uno de sus ejercicios favoritos. Consiste en sentarse frente a una pared y fijar la mirada en un punto, visualizando un “0” en ese lugar. En cuanto se sea consciente de que se está pensando en cualquier otra cosa, hay que sumarle uno, y visualizar un “1”, luego un “2”, un “3” y así sucesivamente. Bea explica que si se practica este ejercicio de forma regular, rápidamente se consigue reducir el número de distracciones, lo que indica que la capacidad de atención se está fortaleciendo.

Quitarse horas de sueño para estudiar y otros errores

Uno de los peores errores es acostarse tarde y quitarse horas de sueño para estudiar. Así lo indica Bea, que explica que se resiente mucho la memoria y no se asimilan bien los conocimientos. Para él, es fundamental identificar cuándo estamos “cansados y la cabeza no da más de sí”. “A veces compensa echarse una pequeña siesta para retomar el estudio con energía”, añade. También es un error forzarse a estudiar pensando que solo por pasar horas frente al libro se aprende. Como explica Quian, cuando el cerebro está cansado, es más eficaz despejarse con una caminata u otra actividad antes que seguir estudiando.

No subrayar todo ni memorizar sin entender

Entre los errores frecuentes, los expertos mencionan subrayar todo el texto, copiar literalmente las frases al hacer resúmenes y limitarse a memorizar sin comprender ni aplicar los conceptos. Para evitar leer y releer sin reflexionar, Bea sugiere preguntarse qué se ha leído al terminar un apartado e intentar explicarlo en voz alta con palabras propias. Bates aconseja también explicar lo aprendido a otra persona, ya que “si cuesta explicarlo, es señal de que hay que repasar”.

Dormir entre siete y ocho horas

“Un error garrafal es quedarse estudiando toda la noche antes de un examen”, afirma Quian, que explica que al hacerlo, la información no se consolida correctamente. Los expertos consultados recomiendan dormir entre siete y ocho horas y cuidar la calidad del sueño, evitando cafeína y pantallas por la tarde. Durante la fase de sueño profundo, o sueño REM, es cuando nuestro cerebro guarda lo que ha aprendido durante el día, según Bea: “Si no descansamos lo suficiente, tendremos peor memoria”.

Suplementos para la memoria

No hay evidencia sólida que respalde la efectividad de los suplementos para mejorar la memoria y, además, existen preocupaciones sobre su seguridad, según Bates. “Por desgracia, ningún suplemento alimentario ni ningún medicamento pueden mejorar nuestra memoria, a pesar de que haya quienes los vendan prometiendo tal cosa”, asegura Ruiz. Paz-Alonso añade que “en general, mantener una dieta sana y equilibrada asegura obtener las vitaminas y minerales necesarios para un buen funcionamiento”.

Evitar bebidas energéticas

Los expertos coinciden en los riesgos asociados a las bebidas energéticas. Mondéjar y González advierten que pueden aumentar la ansiedad, dificultar el sueño y afectar la salud cardiovascular. Bates aconseja priorizar un buen descanso y técnicas de estudio en lugar de depender de ellas. Paz-Alonso aclara: “No significa que tomar un café por la mañana o un refresco en algún momento sea negativo, pero el consumo excesivo no beneficia el estudio, solo genera una sensación momentánea de concentración con un coste posterior”.

La importancia de hidratarse

Para mantener la energía durante sesiones largas de estudio, los expertos aconsejan una buena alimentación y mantenerse hidratado con agua. “La deshidratación, aunque sea ligera, puede afectar mucho la concentración y la memoria”, afirma Bea. El memorizador recomienda tener siempre una botella de agua a mano y beber pequeñas cantidades con frecuencia durante el estudio.

Trucos para manejar los nervios y la ansiedad

Para manejar la ansiedad ante los exámenes, Quian recomienda entrenarse mentalmente en situaciones similares a las reales, como hacen los atletas profesionales al visualizar escenarios de alta presión para prepararse. Además de realizar pruebas con un cronómetro y sin apuntes, Ballard aconseja visualizar el éxito y cambiar el diálogo interno (“me estoy poniendo nervioso” por “me estoy activando para rendir bien”). Mientras que Mondéjar y González recomiendan no anticipar los resultados y realizar deporte o hobbies para desconectar, Bates aconseja hacer ejercicio aeróbico, practicar meditación y técnicas de relajación, contar con apoyo social y recurrir a la respiración profunda durante el examen.

jueves, 8 de mayo de 2025

Técnicas para desarrollar la lectura que sí funcionan

 Aprender siete palabras relativamente cultas a la semana y leer por parejas: así pueden llegar los alumnos a ser lectores competentes, en El País, por Ignacio Zafra, Valencia -08 de mayo de 2025:

El psicólogo cognitivo Héctor Ruiz Martín explica qué técnicas funcionan y cuáles no, según la ciencia, para que niños y adolescentes entiendan bien lo que leen.

Los estudiantes que, pese a saber leer, no tienen una comprensión lectora mínimamente aceptable son más de lo que suele pensarse. Entre el 5% y el 10% del alumno sufre dificultades congénitas (dislexia del desarrollo) y requiere más apoyo. Pero muchos otros que no las sufren tampoco alcanzan un desempeño adecuado. Tanto a los 9 años como a los 15, el 25% de los chavales españoles no alcanzan el nivel mínimo de competencia lectora, según las evaluaciones internacionales PIRLS y PISA, lo que lastra su trayectoria académica y profesional. El neurociéntifico y psicólogo cognitivo Héctor Ruiz Martín acaba de publicar ¿Cómo aprendemos a leer? Y cómo enseñar a leer según la ciencia (Fundación Internacional para la Enseñanza de las Ciencias). Un libro que analiza cómo descodifica y comprende el cerebro humano los textos, y en el que ofrece a los chavales, a sus familias ya la escuela información sobre qué técnicas funcionan y cuáles no para que los estudiantes aprendan a leer bien y se enfrenten a puedanse, a medida que avanzan en las etapas educativas, a obras cada vez más complejas. El libro se basa en los hallazgos de más de 400 investigaciones que han abordado en profundidad la cuestión en las últimas décadas. Pese a ello, no es raro encontrar en las aulas ejemplos de técnicas que la ciencia no aconseja ―como la lectura por turnos en voz alta―, mientras que otras que dan mejor resultado ―como un método específico de lectura por parejas― resultan bastante desconocidas.

El lenguaje oral es, según definición del psicólogo evolutivo estadounidense David Geary, un conocimiento “biológicamente primario”. Su aprendizaje en la primera infancia se produce de forma aparentemente espontánea, simplemente por la inmersión de los niños en una comunidad de hablantes. Esto sucede porque el cerebro cuenta con unas estructuras especializadas (entramados neuronales) destinadas a incorporar esa habilidad. Se trata de una característica que acompaña al homo sapiens desde sus orígenes, hace unos 200.000 años, y es producto de un proceso evolutivo que comenzó seguramente con nuestros antepasados ​​homínidos y se fue perfeccionando por la ventaja adaptativa que proporciona. La lectura y la escritura son, en cambio, un invento cultural muy reciente, y forman parte de lo que Geary llama conocimientos “biológicamente secundarios”. El cerebro no cuenta, en cambio, con mecanismos especializados para aprender a leer, pero consigue hacerlo, con esfuerzo, gracias a su plasticidad. La diferencia es importante, dice Ruiz, porque algunas corrientes educativas abogan por exponer a los niños y niñas al lenguaje escrito, sin llevar a cabo una enseñanza expresa, en la creencia de que aprenderán a descifrarlo como hacen con la lengua oral, algo que carece de base científica. Una parte de los chavales logrará aprender así, pero en realidad, añade el psicólogo, lo hará más bien a pesar del método.

Las investigaciones muestran que el aprendizaje de la lectura empieza por el lenguaje oral, y lo que se ha dado en llamar conciencia fonológica. Los niños tienen que darse cuenta de que el flujo lingüístico continuo que escuchan está formado, en realidad, por unidades más pequeñas , la palabra, la sílaba y el fonema (los sonidos del habla son limitados; entre 20 y 40 en casi todas las lenguas). Y una vez que son capaces de descomponerlos (saber que 'sal' está formado por los sonidos 's', 'a', 'l') pueden aprender a representarlos con letras, escribirlos y leerlos.

Liberar la atención

El siguiente paso, que se logra por medio de la práctica, consiste en ir mejorando el proceso de descodificación hasta automatizarlo. Lograrlo, explica el psicólogo cognitivo, permite al nuevo lector liberar la llamada memoria de trabajo ―“el espacio mental en que sostenemos la información a la que estamos prestando atención en cada instante”― y poder centrarla en comprender los mensajes que está leyendo. La suma de fluidez en la descodificación y comprensión lingüística conducen, simplificando, a una buena comprensión lectora.

Ambos elementos resultan necesarios. "Si no hay automatización en la descodificación, es muy probable que al lector le resulte costoso cognitivamente leer, lo cual no le ayudará a disfrutar de la lectura. Y ello, sumado a las dificultades para comprender lo leído, repercutirá negativamente en su motivación para leer", afirma Ruiz. Alcanzar dicha fluidez no es, sin embargo, suficiente. Alguien puede no comprender un texto por no tener unos conocimientos mínimos sobre el tema ―muchos lectores españoles se perderían, por ejemplo, leyendo la crónica de un partido de béisbol―. Y hay que contar, además, con un vocabulario lo bastante amplio para no estar tropezando continuamente durante la lectura. Varias investigaciones ―como la publicada en 2011 por Norbert Schmitt, profesor emérito de lingüística aplicada en la Universidad de Nottingham, Reino Unido― sugieren que si se desconocen más del 2% o el 5% (según los autores) de las palabras de un texto, la comprensión lectora se ve notablemente mermada, y se tiende a perder la motivación para seguir leyendo.

La amplitud del vocabulario de los niños es muy desigual. La marca, de entrada, el nivel socioeconómico y educativo de sus padres (las diferencias ya se observan a los tres años). Ese desequilibrio léxico es uno de los factores que están detrás de lo que los investigadores han bautizado como crisis de cuarto de primaria. A los 9 o 10 años casi todos han aprendido a automatizar la descodificación. Pero los que conocen más palabras están motivados para leer y tienden a hacerlo más, lo que les lleva a volverse más expertos y seguir ampliando la brecha con sus compañeros menos aventajados, que, en paralelo, van sintiendo un creciente desapego hacia la lectura. La psicología del aprendizaje llama efecto Mateo a este proceso por la frase bíblica: “Al que más tiene, se le dará, y al que menos tiene incluso se le quitará”―. Un estudio clásico mostró que a los 10 años los lectores más voraces leen hasta 4 millones de palabras al año, mientras que los menos inclinados a hacerlo leían 60.000 (el artículo fue publicado en 1988 por el psicólogo de la educación Richard C. Anderson, y es probable que las cifras hayan variado por los cambios en los hábitos lectores, pero la diferencia entre lo que leen los chavales sigue siendo sin duda enorme).

Aprender palabras de forma específica

Para compensar la desigualdad por razones familiares, Ruiz plantea, según lo que han mostrado algunas investigaciones, que aparte de las palabras que los chavales aprenden de forma natural y practicando solos la lectura ―deduciéndolas del contexto o consultando su significado―, la escuela les enseña de forma explícita siete palabras nuevas de registro culto relativamente a la semana. Eso haría unas 350 al año y 3.500 a lo largo de la escolaridad obligatoria, lo que según dichas investigaciones tiene un impacto “relevante” en la comprensión lingüística. 

Las palabras ―según una clasificación popularizada por expertos como Isabel L. Beck, de la Universidad de Pittsburgh― pueden dividirse en tres grupos. 

El primero está formado por las de uso más común, que el hablante de una lengua normalmente conoce, como casa, rápido, o pensar

El grupo III lo integran palabras específicas de ciertas disciplinas, como célula o antonomasia, que los chavales aprenden en las asignaturas correspondientes. 

La propuesta de Ruiz se dirige por ello a las del grupo II, más sofisticadas que las del primer grupo, pero lo bastante habituales en la lengua escrita (en obras literarias, artículos de prensa o ensayos) como para condicionar la comprensión lectora, como exhausto, indulgente, buque o atribular. No vale la pena, añade, perder mucho tiempo en discutir si una palabra forma o no parte del grupo II, ya que se trata de una clasificación flexible. La idea no es que las aprendan memorizando su definición del diccionario, sino utilizándolas en diversas actividades.

El psicólogo recomienda varias estrategias para promover la lectura fuera del aula. Entre ellas: recomendarles lecturas y permitir también que los chavales las escojan, pero manteniendo un grado de asesoramiento para que su complejidad les suponga un reto y al mismo tiempo no los desmotive―; evitar darles algo a cambio de leer ―algunas investigaciones apuntan que puede ser contraproducente, por ejemplo, en caso de chicos que ya leían, si dicha recompensa se implanta y después se retira―; facilitar el acceso a los libros ―a través, por ejemplo, de una buena biblioteca escolar―; o seguir leyendo con ellos en casa en voz alta, aunque ya sepan hacerlo ―para darles un modelo de lectura fluida y tener la oportunidad de comentar con ellos lo leído, trabajando así la comprensión―.

Técnicas tradicionales poco efectivas

Algunas de las técnicas utilizadas en clase para enseñar a leer, resultan, según las investigaciones, poco recomendables. Es el caso de la lectura en voz alta por turnos ―los lectores competentes tienden a aburrirse, y los que tienen dificultades lo pasan muy mal, y lo habitual es que una parte de la clase desconecte cuando no le toca leer―. O que cada estudiante lee en silencio su propio libro sin ninguna actividad posterior ―los buenos lectores lo aprovechan, pero no es tan útil para quienes más necesitan mejorar, que en algunos casos pueden limitarse a simular que leen y sentirse frustrados por no poder hacer lo mismo que sus compañeros―.

La ciencia sí respalda, en cambio, señala Ruiz, varias técnicas (orientadas sobre todo a la primaria), como la lectura pareada. Se forma una pareja con un estudiante más competente que el otro (lo ideal es que el primero sea de un curso superior, para evitar avergonzar al que menos sabe). Ambos empiezan a leer en voz alta simultáneamente, de forma que el más avanzado sirve de apoyo al otro. Cuando este quiere continuar solo, toca la muñeca de su compañero, para que lo siga en silencio. Y el más competente solo vuelve a leer en voz alta cuando se le vuelve a hacer un gesto o vea que su compañero se ataca. Otra técnica efectiva es la lectura repetida, en la que los chavales leen un texto varias veces hasta hacerlo con soltura. Lo ideal, dice el psicólogo cognitivo, es darle un propósito, como exponer la lectura al final en público (o a otra persona), para lo cual pueden usarse poemas o textos teatrales. Y, también en este caso, los chavales pueden practicarlo por parejas o en grupos pequeños, potenciando así una vertiente social de la lectura que también facilita el aprendizaje.

Hay maneras de hacer más eficaz la lectura en silencio de toda la clase, prosigue Ruiz. Como ofrecer a los chavales un trueque: dicho rato de lectura, que puede ser media hora, se les ofrece como alternativa a tiempo de clase estándar, reforzando la idea de la lectura como una actividad vinculada al disfrute. Pero a cambio se les pide que al terminar demuestren que efectivamente han leído ―por ejemplo, rellenando un breve cuestionario, que según explica Ruiz diversas plataformas proporcionan para cientos de libros, organizados por capítulos, y apenas lleva dos o tres minutos completar―. Entre los métodos que según la ciencia dan buenos resultados figura también la llamada lectura coral. En ella se elige un texto de 200 o 300 palabras, el maestro adelanta el vocabulario que puede resultar más complicado, y tras hacer él una primera lectura, que los estudiantes siguen en silencio, se repite con toda la clase (incluido el maestro) leyéndolo en voz alta al unísono.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Mal uso de YouTube en las aulas

 Los riesgos del mal uso de Youtube en las aulas alertan a padres y expertos: “El cole no es para ver dibujos”, en El País, por Jordi Pérez Colomé, 6 de mayo de 2025:

La famosa plataforma de vídeos se ha convertido en un recurso universal en las escuelas, pero su utilización tiene peligros poco conocidos por los profesores.

“¿Quieres saber cuánto vale tu coche?”, preguntó un niño de cinco años a su padre cuando regresaban del colegio en el automóvil. La frase es de un anuncio muy común en Youtube que protagoniza un periodista del motor. El pequeño había visto el anuncio antes de un vídeo de la plataforma en clase. El padre comparte la anécdota con EL PAÍS sin más detalles para evitar problemas en su centro, pero días antes había habido una pequeña “guerra civil” en una reunión entre profesores y padres sobre el uso de Youtube. “El uso de pantallas en el cole es un parche habitual”, dice otro padre que estuvo en esa reunión. “En los días de lluvia les ponen dibujos sin supervisión y el cole no es para eso”, añade. Otros padres, en cambio, no creían que ver unos dibujos en línea fuera de un problema.

Youtube es la mayor plataforma de vídeo del mundo y la segunda página de internet más visitada. En los colegios españoles es un recurso más usado de lo que parece, más aún en semanas de lluvias como las vividas recientemente, pero los profesores no son siempre conscientes de cómo evitar sus riesgos. En la plataforma hay millones de canales muy distintos, incluso entre los infantiles, que se reproducen automáticamente si no lo impides, y la publicidad que aparece depende de varios factores. Saber de antemano cómo evitar estos problemas es crucial.

“Sé de centros donde por rutina los niños se toman el desayuno en clase con un vídeo de dibujos, lo que escapa a mi comprensión”, dice Clara Marín, profesora y madre en Murcia. “Lo de la también lluvia lo he escuchado. Los colegios no están preparados”, añade. Cada profesor o monitor opta por la mejor solución que tiene a mano, y Youtube es la más sencilla: es accesible, es gratis y tiene de todo.

Pantallas y riesgos

“Hay dos problemas con Youtube”, dice Oana Goga, directora de Investigación en el Instituto Nacional de Investigación en Ciencias y Tecnologías Digitales (Francia) y experta en amenazas digitales. "Uno es mirar Youtube como niños y la otra los peligros de los anuncios y la propia plataforma. Son dos riesgos distintos", añade.

El primer caso es puro tiempo de pantalla, dice Goga. “No está recomendado para niños de menos de seis años estar más de 20 minutos delante de una pantalla, aunque yo no soy experto en eso”, explica. El segundo problema tiene más relación con la publicidad y el contenido. "Un motivo por el que los anuncios pueden hacer daño a los niños es que sus capacidades cognitivas aún no están del todo desarrolladas. Antes de los tres años, no pueden distinguir un anuncio de un programa, así que no activan las defensas mentales que sí tenemos los adultos cuando vemos publicidad", explica Goga.

Uno de los padres consultados recuerda cómo su hijo descubrió qué era un anuncio en la tele de un hotel durante un viaje: "Nuestra generación veía la tele y estaba acostumbrada a los anuncios. Pero la primera vez que mi hijo estuvo expuesto a anuncios fue en un viaje y me preguntaba qué eran esos anuncios de juguetes, chucherías".

“Hay dos umbrales”, dice Goga. "Los pequeños no pueden distinguir los anuncios y luego les es difícil ver la intención comercial . No entienden que un vendedor quiera vender y diga que su juguete es el mejor". Por eso la televisión convencional tiene tanta regulación. En Youtube, los anunciantes no pueden poner anuncios a los niños mediante segmentación personificada. Pero hay otras vías. "No está prohibida la publicidad contextual, donde no apuntas al usuario concreto, sino a un contenido particular que ese usuario consumirá. Es posible hacer una lista de dibujos populares en España y pedir a Youtube que ponga tus anuncios solo ahí", añade Goga.

Para la experta, este segundo tipo de anuncios es el más delicado: los que se ponen en dibujos animados porque saben que serán consumidos por niños. "No hay revisión de esos anuncios. Pueden anunciar algo terrible, que dé miedo, y no hay transparencia, no sabemos como sociedad qué anuncios ven los niños", lamenta.

Quién pone el anuncio

Hay profesores que ponen los dibujos desde su cuenta de Google: si han estado mirando muebles o coches, la publicidad tendrá relación con eso y los niños la verán. Ahí puede aparecer cualquier cosa y la mejor opción es que el adulto responsable esté ahí para cortarlo o pasar rápido.

Pero no ocurre siempre. “Los niños son un objetivo muy jugoso para los anunciantes”, dice la profesora Clara Marín. "Yo pongo primero el vídeo en mi ordenador para ver si hay un anuncio, para que no lo vean. Yo no estoy logueada con mi cuenta, pero igual lo está la profe anterior, pero el anuncio no lo pongo nunca. Solo comparto la pantalla cuando empieza el vídeo que quiero que vean, que además he visto la noche antes".

No todos los profesores tienen el mismo cuidado. También los centros pueden tener encargados de informática que paguen cuentas corporativas de Youtube o se suscriban a contenidos que específicamente han pensado que son útiles para los más pequeños. “Es importante tener cuentas corporativas de Youtube, no personales”, dice Usmel González, maestro de Infantil y Primaria que ejerce ahora de profesor de historia en Secundaria en un colegio asturiano. "Así todo lo que buscas a nivel personal no venta. Y el contenido siempre es educativo. Pueden añadirse además varias capas que no dejen nada que no sea contenido blanco", señala.

Hay en el fondo un problema de conocimiento digital, cree González. "Los cursos de competencia digital para los profesores se han hecho rápido, para tapar huecos, y no se ha hecho bien. Consigues un título que te da una competencia digital que en realidad no es útil. Hay muchos profesores que, con buena intención, no tienen la formación suficiente como para usar Youtube con los críticos. Falta mucha formación", añade.

Todo esto no significa que con contenidos bien escogidos y acompañados mientras ven los vídeos, tengan un sentido educativo para los escolares. "Puede estar muy bien cuando hay un apoyo del profesor que va guiando o comentando el vídeo. La pantalla no es mala en sí, es su uso", dice González.

Hay una confusión notable entre las competencias digitales que puede requerir el currículo y la jungla en la que se ha convertido hoy en internet. Los profesores, sin una formación específica, navegan ya menudo buscando la solución más fácil. “A los niños de infantil no necesitas ponerle un vídeo del pollo Pepe para aprender los números”, explica Marín. "Cuando algunas madres se quejan, hay profesoras que les dicen que eso es lo que gusta a los niños. Pero no es un criterio. Aunque los profesores están saturados, hay que saber que desarrollar la competencia digital no es poner un vídeo de Youtube", añade.

viernes, 18 de abril de 2025

Dos programas educativos que están bajando al mínimo el fracaso escolar en España

 Dossier sobre dos programas educativos que bajan al mínimo el fracaso escolar, al parecer

Los dos programas educativos que están bajando al mínimo el fracaso escolar en España (y al principio generaron rechazo), en El País, por Ignacio Zafra, Reinosa -18 de abril de 2025:

La FP básica y la diversificación curricular fueron mal recibidas por la izquierda y la derecha respectivamente. Ahora todas las comunidades apuestan por ellos.

En las frías calles de Reinosa están preocupadas por Donald Trump. Como en medio mundo, pero más que la media. La población del sur de Cantabria vive en gran medida de una gran factoría siderúrgica, que los vecinos siguen llamando la Naval o simplemente “la fábrica”, aunque su nombre ahora es Forgings & Castings. Sobre ella, sobre el municipio, y sobre toda la comarca sobrevuela el temor al impacto de los aranceles al acero aprobados por Estados Unidos. Del tema se habla aquí en todas partes, también en el instituto público Montesclaros, un centro de referencia en los estudios de Formación Profesional vinculados a la industria, implantados hace medio siglo. Los chavales hacen prácticas en la factoría, y muchos cuentan con trabajar en ella, como sus padres y abuelos. Son en cierta forma, afirma su director, “hijos de la fábrica”, que tiene cerca de 700 empleados, 900, si se le suma la escisión que mantiene el anterior nombre de Sidenor, lo que equivale a más del 10% de los 8.570 habitantes de Reinosa.

De los 670 estudiantes del instituto Montesclaros, 200 cursan FP en alguno de sus tres niveles. Uno de ellos, Eder, es un ejemplo del cambio que está experimentando el grado básico, el primer peldaño de la Formación Profesional. De ser la opción a la que los institutos mandaban a los chavales que iban mal para que pudieran terminar la ESO (que sigue siendo la razón principal para que lleguen a sus aulas), a ser una vía en la que los propios alumnos también pueden solicitar adscribirse porque prefieren una enseñanza más práctica. Para ello deben cumplir algunos requisitos, como tener 15 años, la edad de Eder. "Aquí hay clases teóricas, pero también vamos al taller. Es más entretenido que estar en clase todo el día", afirma. Cuando acabe los dos cursos que duran el grado, el adolescente espera hacer el grado medio y el superior de Mecanizado. Y después, entrar a trabajar “en la Naval de Reinosa”, como su padre y su hermano. A la espera de los efectos que pueda tener la guerra comercial declarada por Estados Unidos, su expectativa no es descabellada. La inserción laboral de los graduados en FP en los Montesclaros ronda el 90%, asegura el jefe de estudios Antonio Díez, y uno de los problemas con los que ha de lidiar el profesorado es que muchas veces los contratan antes de acabar el ciclo superior. La relación con el tejido industrial de la zona es tan cercana que a veces son los técnicos de las fábricas los que se acercan a los modernos talleres del instituto a reparar la maquinaria.

La FP de grado básico generó inicialmente rechazo entre la izquierda. Del mismo modo que los programas de diversificación curricular ―que van dirigidos a chavales con dificultades de aprendizaje e implican una adaptación de los contenidos― lo hicieron en las filas de la derecha. Ambas vías educativas se han convertido, sin embargo, en claves para reducir el fracaso escolar en España ―sobre todo entre los chicos, que son los que más fracasan―.

El país ha rebajado su tasa de abandono escolar temprano (jóvenes de 18 a 24 años que tienen como mucho la ESO y no están estudiando) al mínimo histórico del 13%, cuando en 2014 era del 22%, y en 2004, del 32%. Y ha elevado al 80% el porcentaje de la población entre 20 y 24 años que ha terminado, al menos, la enseñanza secundaria postobligatoria (Bachillerato o FP de grado medio) cuando en 2014 solo llegaba al 66%, y en 2004, al 61%. En ambos casos, aunque ha mejorado, el alumno extranjero presenta peores datos (en abandono educativo temprano, el 29,5%). Cantabria tiene la menor tasa de abandono (5,5%) después del País Vasco (5%). Y el mayor porcentaje de jóvenes de 20 a 24 años que han terminado al menos la secundaria superior (90%, como Euskadi).

En paralelo a la reducción del fracaso escolar, el alumno de FP básica ha aumentado un 32% desde su implantación en 2015, casi el triple de lo que ha crecido el número de estudiantes de la ESO, hasta rozar los 62.000 (aunque solo el 56% logra terminar los estudios). Y en el primer año de su reimplantación, un 8% de los chavales de tercero de la ESO estudiaban en el programa de diversificación curricular.

La FP básica generó inicialmente recelos en la izquierda por ser segregadora. En parte porque, con el primer diseño que hizo el PP, terminarla no suponía obtener el título de la ESO, recuerda Alonso Gutiérrez, responsable del gabinete de estudios de la Federación de Enseñanza de CC. OO. Cataluña, por ejemplo, rehusó implantarla, y su peso en los centros educativos catalanes ha sido testimonial hasta ahora; algo que la Generalitat, presidida por el socialista Salvador Illa, ha decidido cambiar, doblando, hasta las 2.000, el número de plazas de nuevo ingreso el curso que viene.

Los programas de diversificación curricular no agradaban al PP, que en la anterior ley educativa los reorganizaba situándolos en segundo y tercero de la ESO (en vez de en tercero y cuarto, como estaban hasta entonces). Ello hacía que los chavales se reincorporasen a la ESO ordinaria en el último curso, con lo que muchos se estrellaban y no lograban titularse. Tras la aprobación de la Lomloe y la vuelta al esquema de cursos original, el porcentaje de alumnado matriculado en dichos programas ha aumentado rápidamente hasta doblarse al que había con la normativa del PP. Y cuatro de las cinco autonomías donde más peso ha alcanzado la diversificación están gobernadas por el PP (Canarias, Extremadura, La Rioja y Andalucía; en la quinta, Castilla-La Mancha, están los socialistas).

Casi todos siguen estudiando

Moisés Sánchez, 39 años, da clase de diversificación, en el ámbito ―la agrupación de asignaturas que caracterizan al programa― lingüístico-social del instituto público Az-Zait de Jaén. "La principal diferencia con los grupos ordinarios es que aunque todo el alumno debería tener una atención personalizada, con estos estudiantes es aún más importante, y eso solo se puede conseguir con ratios pequeñas. Yo tengo nueve alumnos cuando en una clase estándar tendría 27". La dedicación que exige una enseñanza más competente, en el que todos los contenidos están ligados a la vida real, hace que el esfuerzo sea, con todo, mayor que en una clase ordinaria, asegura. Como también lo es la satisfacción, mientras que aquí el porcentaje de éxito se acerca al 100%, y la mayoría continúa estudiando un ciclo medio de FP”.

El grado básico de FP sigue recibiendo críticas por segregador, aunque cada vez menos. “Mientras haya un profesor, una familia o un estudiante que piense que la Formación Profesional de grado básico es peor estaremos siendo tan catetos como cuando pensábamos que la Formación Profesional en su conjunto era una vía de segunda con respecto al Bachillerato y la universidad”, afirma la ex secretaria general de FP Clara Sanz. "Los estudiantes de grado básico adquieren las mismas competencias de salida que en la ESO y, además, obtienen un primer título profesionalizante. Y no es para los malos estudiantes, sino para aquellos que no quieren una vía tan académica, sino que prefieren aprender haciendo".

II

España reduce al mínimo histórico el abandono educativo gracias a la FP y los programas de refuerzo, en El País, por Ignacio Zafra, Valencia -28 de enero de 2025:

El país mejora, con una tasa del 13%, el nivel alcanzado durante la pandemia, cuando las restricciones sanitarias paralizaron la hostelería, llevando a muchos jóvenes de 18 a 24 años a volver a estudiar

España ha reducido a su mínimo histórico la tasa de abandono escolar temprano, esto es, el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que ha abandonado los estudios sin haber obtenido al menos un título de Bachillerato o de FP. La tasa se situó en 2024 en el 13%, según ha informado el Ministerio de Educación con datos del Instituto Nacional de Estadística. El indicador mejora siete décimas respecto al año anterior y supera la frontera del 13,3% fijada en 2021, en plena pandemia del coronavirus , cuando las restricciones sanitarias impuestas en sectores económicos que suelen contratar a jóvenes cualificados, como la hostelería, impidieron a muchos de ellos trabajar y, en un efecto no previsto de la covid, les impulsaron a volver a estudiar.

El dato confirma, de un lado, la extraordinaria transformación que ha experimentado España, tanto a nivel formativo como económico, en las últimas dos décadas. Hace 20 años uno de cada tres jóvenes españoles de dicha franja de edad había dejado los estudios teniendo, como mucho, el título de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La reducción del abandono tiene, además, el mérito de coincidir con un buen momento del empleo; Durante mucho tiempo, la tasa mejoraba en periodos de crisis y volvía a subir cuando la economía se reactivaba. “Desde 2018 hemos reducido la tasa en cinco puntos y, lo que es más importante, hemos dado oportunidades de formación a los jóvenes de nuestro país para mejorar sus vidas y su futuro”, ha escrito en X la ministra de Educación, Pilar Alegría.

El abandono presenta grandes diferencias por género; en las mujeres es del 10%, mientras que en hombres alcanza el 15,8%. Y también por territorios: País Vasco y Cantabria tienen tasas del 5% y el 5,5% respectivamente, mientras que al otro extremo se sitúan Murcia, con el 18,2%, y Baleares, el 20,1%. Entre ellos se encuentran Navarra (9,9%), Asturias y Madrid (10,5%), Castilla y León y Galicia (10,8%), Aragón (11,9%), Comunidad Valenciana (12,9%), Extremadura (13%), Canarias (13,1%), Cataluña (13,7%), Castilla-La Mancha (14,6%), Andalucía (15,5%), y La Rioja (17%).

Al mismo tiempo, el dato plantea cuestiones menos optimistas. Pese a su gran mejora, España sigue siendo el segundo país de la UE con más abandono solo por detrás de Rumanía. Y está lejos no solo de miembros de la Unión históricamente más desarrollados, como Países Bajos (6,2%), sino de otros más parecidos, como Portugal (8%). La evolución de la tasa de abandono española en los años recientes muestra, además, lo difícil que resulta, llegado a un punto, continuar reduciéndola con rapidez. A medida que se van realizando mejoras educativas de, digamos, alcance general, el porcentaje de los adolescentes que siguen abandonando sin tener una titulación que les permita afrontar con un mínimo de garantías el mundo del trabajo, se va concentrando en perfiles sobre los que resulta más complejo actuar por pertenecer, por ejemplo, a entornos próximos a la exclusión social o presentar otras dificultades específicas. “Los jóvenes procedentes de hogares con bajos niveles de estudio prácticamente cuadriplican la media del abandono educativo prematuro en España”, afirma el sociólogo Miguel Ángel Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Bofill. Atender a los colectivos más desfavorecidos exige políticas de refuerzo educativo que, en muchos casos, deben ir acompañadas de otras medidas de carácter social.

La mayor dificultad para reducir el abandono a partir de cierto punto se observa también en la evolución del conjunto de la Unión Europea. En 2014, España tenía una tasa de abandono del 21,9%, y la ha reducido desde entonces en un 40%. En el mismo periodo, la UE, que partía de una situación mucho mejor (11,1%), la ha reducido un 14,4% (hasta el 9,5%, si bien el dato corresponde a 2023 porque el de 2024 todavía no se ha publicado). La disparidad entre los países europeos es, por otra parte, elevada, y ofrece algunos resultados inesperados. La menor tasa de abandono en la UE se da, por ejemplo, en Croacia (2%, seguida de Irlanda, con el 4%). Mientras que la locomotora económica europea, Alemania, presenta un nivel mucho peor, del 12,8%, que ha aumentado un 35% entre 2014 y 2023.

Miguel Recio, que ha sido director de instituto y ha ocupado diversos puestos educativos, entre ellos el de responsable del gabinete de estudios de la federación de enseñanza de CC OO, señala que el hecho de que los chavales sigan estudiando y no abandonen dependen en gran medida de una serie de condiciones educativas, como tener el título de la ESO, que haya plazas gratuitas de FP y Bachillerato, o programas para el alumno extranjero de incorporación tardía. “Y estos factores presentan en España resultados en clara mejora: menos repetidores y más graduados con ESO, más plazas públicas de FP, más programas de apoyo y refuerzo para estudiantes en desventaja... lo que ayuda a bajar esta tasa ya compensar el crecimiento del alumnado extranjero, que entre el curso 2018-2019 y el 2023-2024 fue del 52,6% en la ESO”.

Recio se refiere al hecho de que el abandono educativo de los chavales extranjeros casi triplica, con datos de 2023, el de los autóctonos ―debido, en buena medida, al solapamiento que a menudo se produce entre alumnado extranjero y estudiantes de hogares socioeconómicos y culturalmente desfavorecidos, así como de la dificultad derivada del idioma―. De los 127.813 estudiantes que la ESO ha ganado en los últimos cinco cursos (lo que representa una subida del 6,5%), 92.077 (el 72%) tenían nacionalidades distintas a la española. Recio cree que el éxito de que pese a ello haya una proporción cada vez mayor de adolescentes y jóvenes que siguen estudiando está relacionado con las políticas del Ministerio de Educación, financiadas en buena medida con fondos de la UE, que han aumentado el número de plazas de FP y han puesto en marcha programas de refuerzo como el PROA+.

Un mercado laboral más exigente

Junto a dichas mejoras educativas, entre las que Ainara Zubillaga menciona también el hecho de que los docentes gestionen cada vez mejor la diversidad de las aulas y los centros educativos aborden de forma cada vez más colectiva el desafío de su alumno en riesgo de fracaso escolar, la directora de Educación de la Fundación Cotec considera clave el cambio productivo experimentado por España en los últimos 20 años. "La realidad del mercado laboral que llevó en 2004 a tasas tan elevadas de abandono educativo temprano, como la burbuja inmobiliaria, ya no está. Ahora tenemos un mercado laboral que, teniendo muchos defectos, está mucho más orientado al conocimiento, tiene un alto componente de digitalización, y plantea una mayor exigencia formativa. Ya no es tan sencillo esto de: 'abandono el sistema educativo y encuentro algo en lo que trabajar".

España, prosigue Zubillaga, está transformando su tradicional estructura formativa en forma de reloj de arena ―con un porcentaje importante de población con educación superior y otro igualmente destacado de personas sin apenas estudio― gracias al desarrollo de la parte media, que es la vinculada a la cualificación profesional. “Creo que la diversificación que ofrece la Formación Profesional, desde la Básica ―pensada para que los chavales que van mal terminen la ESO― hasta los ciclos formativos medios y la superior, es una de las claves que están cambiando el escenario”.

III

La gran vía de rescate educativo funciona a medio gas: solo la mitad de los alumnos que empiezan una FP Básica consiguen el título, en El País, por J. A. Aunión, Madrid -18 de noviembre de 2022 

En Madrid y en Asturias son poco más de dos tercios los que aprueban los dos cursos de estos ciclos cuatro años después de empezar. Los profesores reclaman especialización y ratios más bajas.

La formación profesional de grado básico es la principal vía de rescate para aquellos alumnos de secundaria que tienen más papeletas para llegar al final de la educación obligatoria (16 años) sin título alguno. Tras años de ajustes en su diseño (con algún que otro cambio de nombre), estos ciclos han alcanzado un formato de dos cursos , combinando enseñanzas más académicas con las profesionales, que numerosos especialistas consideran ya bastante adecuado. Sin embargo, ya pesar de la mejora paulatina de las cifras, sigue arrastrando una gran losa: la mitad de los chavales que los empiezan —a los 15, 16 o, excepcionalmente, a los 14 años— no consigue acabarlos con éxito, es decir, con el título profesional y el de secundaria obligatoria que les permitiría seguir estudiando una FP de grado medio o, si lo prefiere, el Bachillerato .

Así se desprende de las últimas estadísticas del Ministerio de Educación, que señalan que de todos los alumnos que comenzaron una FP Básica en el curso 2016-2017 , únicamente el 49,3% había conseguido graduarse cuatro años después. “El resto se puede considerar, casi con toda seguridad, abandono; es casi imposible que alguien lo consiga pasados ​​cinco o seis años”, explica la catedrática de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares Francesca Salvá Mut. El resultado, en todo caso, es muy parecido al que pudo observar ella misma entre los alumnos de FP Básica de Mallorca que empezaron en 2015-2106; el 54,6% había abandonado después de tres años.

Investigadores como Salvá Mut y profesores de a pie de esta etapa, como Ismael Colino, explican que el objetivo de estos programas no es nada fácil, pues se trata de reenganchar en el sistema a unos adolescentes que suelen presentar grandes desfases curriculares y un fuerte rechazo hacia lo académico. Y precisamente por eso echan en falta los recursos necesarios para poder sacar adelante. Para empezar, reclaman clases pequeñas: “Es necesario bajar las ratios [el número de alumnos por profesor] ​​para que se pueda trabajar con los estudiantes de una manera más personalizada”, reclama Luis García Domínguez, director del instituto Puerta Bonita de Madrid y presidente de la Asociación de Centros de Formación Profesional-FPEmpresa.

De hecho, aunque la estadística no permite establecer una relación directa entre las ratios y los resultados de los estudiantes de FP de grado Básico en todas las autonomías, lo cierto es que la comunidad que tiene más alumnos por clase en estas enseñanzas (una media de 17 entre los cursos 2016-2017 y 2019-2020) es la que también presenta la peor tasa de éxito en esta estadística elaborada por el ministerio: 37,3%. Se trata de la Comunidad de Madrid. La siguiente en la lista es Asturias, con un 38,7%, pero con una ratio, esta vez, ligeramente por debajo de la media: 11,25 estudiantes por clase.

Preguntada la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid por estos datos, un portavoz responde que, como la estadística de los resultados en FP Básica es “incompleta” —faltan los datos de Cataluña y Murcia, y los de la Comunidad Valencia no son representativos para el curso 2019-2020—, la comparación entre comunidades les parece “injusta”. Sobre la ratio de alumnos por aula en estos estudios —estadística que sí está completa, con todas las comunidades, y deja igualmente a Madrid al final de la cola— , señala que sus números cumplen con la ley.

Un portavoz de la consejería asturiana, por su parte, explica que los datos de abandono en FP Básica corresponden a los primeros pasos de estos ciclos (que sustituyeron a la versión anterior, los Programas de Cualificación Profesional Inicial que constaban de un curso obligatorio y otro voluntario) y que ahora los resultados han mejorado. Además, recalca que Asturias tiene una de las tasas de titulación en la ESO más altas de España, lo que “supone que hay poco alumnado susceptible de matricularse en los grados de FP Básica, y esta está poco desarrollada en el Principado”. Lo cierto es que por cada 100 alumnos asturianos de 3º y 4º de ESO, hay cinco en FP de grado Básico, la proporción más baja de toda España, con una media de 8 estudiantes de estos programas por cada 100 matriculados en el segundo ciclo de secundaria obligatoria.

En el siguiente gráfico se compara, en todas las comunidades con datos de resultados en la estadística ministerial, la tasa de éxito de los alumnos que comenzaron un ciclos en 2016, la media de estudiantes por unidad de ese curso y de los tres siguientes, y la proporción de jóvenes matriculados en la FP de grado básico con respecto a los que están en los dos últimos años de la ESO.

En todo caso, hay factores cruciales que pueden marcar la diferencia en estos programas, pero que se escapan a las estadísticas. Por ejemplo, la implicación de los profesores y su preparación para atender unas clases que en muchas ocasiones tienen más que ver con intentar que los alumnos recuperen la autoestima, que adquieran unos compromisos y unos hábitos básicos de trabajo y recuperen la confianza en las bondades de tener unos estudios, que con los contenidos concretos de las materias o incluso los rudimentos básicos para ejercer tal o cual oficio.

Primer objetivo: “Que sean responsables”

“Hay casos y casos, claro, pero estamos hablando de chavales que muchas veces son incapaces de ser puntuales, tienen algunos problemas de gestión de la ira, no consiguen mantener un compromiso a medio, largo plazo… Nuestro primer objetivo en FP Básica es que adquieran ese compromiso, que sean responsables”, explica Colino, profesor del ámbito profesional del área de Electrónica en el instituto público Leonardo Da Vinci de Madrid. Y añade: "Los profesores técnicos de FP tendríamos que tener un refuerzo para enseñar en estos ciclos. Venimos de una bolsa de trabajo en la que nos puede tocar grado Básico, pero también FP de grado medio o superior y no tiene nada que ver. Tenemos conocimientos avanzados en la materia, pero carencias en el lado de las competencias pedagógicas y psicológicas".

Luis García Domínguez va más allá, y reclama esa especialización también para los docentes que imparten las materias comunes. "Es necesario tener profesores con capacidad de acercamiento a la persona, que trabaje codo con codo, que desarrollen su pedagogía de manera activa, trabajando por retos o proyectos. No es idóneo cualquier profesor, sino aquel que comprenda la situación", insiste. Precisamente por eso, añade, esos docentes deberían ver reconocido su esfuerzo tanto en carga lectiva, con menos horas de clase, como económicamente. “Necesitamos profesores excelentes, pues son los estudiantes con más necesidades”, remata.

La gran criba, según la experiencia de Colino, se produce en el primero de los dos cursos que conforman los ciclos de FP de grado básico. Una percepción que coincide con las investigaciones de Salvá Mut —que dicen un 21,6% de los alumnos mallorquines había pensado abandonar a los 2 o 3 meses de iniciar el curso; que 31,9%, de hecho, lo dejó entre 1º y 2º, y otro 22,7% hizo lo mismo más tarde— y da una de idea de adónde podrían los esfuerzos de mejora. También coinciden impresiones a pie de aula e investigación en otro punto: “Los alumnos que están estudiando una especialidad que no es la que preferían, sino en la que pudieron entrar, tienen muchas más posibilidades de abandonar”, señala la catedrática. Y Colino añade: “Hay chavales que igual preferían peluquería, pero acaban viniendo a electrónica porque les pillaba más cerca de casa o porque su familia insistió en que tiene más salidas laborales... Esos chicos al final se matriculan, pero sin interés”.

Oferta de oferta

La falta de oferta de cursos de FP básica, en unas edades en las que los desplazamientos largos pueden generar rechazo o, directamente, reducir las posibilidades de elección, ha sido señalada también en distintas investigaciones entre los problemas de estas enseñanzas. De los 4.643 centros públicos que imparten secundaria, un poco más de la mitad, 2.341, ofrecían en el curso 2020-2021 estos ciclos, según los datos de Educación. Y solo lo hacen un 20% de los concertados.

Colino recuerda que muchos de los chavales que abandonan la FP de grado básico acaban, tarde o temprano, matriculados en los centros de educación de adultos; algunos, de hecho, pasan directamente. Algunos de ellos conseguirán finalmente obtener el título de ESO y una parte probablemente seguirá avanzando en sus estudios, pero muchos otros no. El 22% de los jóvenes españoles de 25 a 34 años tiene solo el título obligatorio y otro 5,5% se quedaron por el camino antes de conseguirlo.

IV

De estar condenado al fracaso escolar a estudiante universitario: “Éramos lo peor del 'insti', pero tuve la suerte de encontrar algo que me gustó”, en El País, J. A. Aunión, Santibáñez el Bajo -22 ago 2022:

El cacereño Saúl Barroso cuenta su trayecto desde el programa de enseñanza profesional alternativa a la ESO a la carrera de Magisterio

A Saúl Barroso, un joven cacereño de 24 años, le llegó “la edad del pavo un poco fuerte”. Cuenta que un día, en el instituto, él y otro compañero descolgaron la pizarra de la clase y la tiraron por la ventana. Entonces, entre sanciones y suspensos, con 13 y 14 años, ni se le pasaba por la cabeza la posibilidad de estudiar una carrera. Pero ahí está, una década después, terminando Magisterio. Ha llegado a ese punto por el camino largo, el que lleva de los cursos alternativos a la ESO, pensados ​​para los chavales en serio riesgo de fracaso escolar, a la FP de grado medio, de allí a la FP de grado superior y, finalmente, a la universidad. El caso de Saúl es poco común, pero da la razón a quienes llevan años defendiendo que los caminos educativos alternativos, para aquellos que no encajan en el esquema general , no deben cerrar ninguna puerta, sino que, muy al contrario, han de facilitar que el que quiera pueda seguir avanzando en sus estudios.

Barroso se matriculó en un PCPI (programa de cualificación profesional inicial, así se llamaban estos cursos, hoy es la FP de grado básico) de jardinería, después de repetir el segundo curso de la secundaria obligatoria, la ESO. Fue por decisión de su padre, profesor y educador social del mismo instituto en el que estudiaba, el Gabriel y Galán, en el municipio cacereño de Montehermoso.

Allí dio clases Rubén Gonzalo en estos programas alternativos (hoy lo sigue haciendo) que ofrecen los rudimentos básicos de un oficio a la vez que se avanza en las materias instrumentales de lengua, matemáticas y ciencias. “Cuando llegan, les preguntan qué saben hacer, en qué son buenos, y la mayoría responde: 'En nada”, explica Gonzalo. “Así que, lo primero que hay que conseguir es que recuperen la autoestima y, después, la emoción y las ganas de aprender”, añade.

Entre los últimos coletazos de esa violenta edad del pavo, los padres de Saúl tuvieron que pelear mucho aún para que terminara los dos cursos del programa. "Éramos lo peor del insti los que estábamos allí, la gente problemática. La verdad es que a mí me resultó fácil aprobar", cuenta Barroso.

Todo, tanto lo académico como lo profesional, está adaptado en estas enseñanzas a un alumno que llega con importantes carencias de aprendizajes previos y graves problemas de actitud. Y por ahí vienen algunas de las críticas que se vierten contra ellas desde su creación hace más de tres lustros : que, casi regalados, estos títulos se pueden convertir en puertas falsas para acceder a cada nuevo escalón educativo, devaluando el sistema en general. Por el lado contrario, el otro gran reproche es el de quienes creen que se trata de vías de segregación para quitarse de encima a los alumnos más difíciles.

Las cifras, en todo caso, apuntan más hacia posibles problemas de segregación, de los que advierte el profesor de la Universidad del País Vasco Pello Aramendi (el 16% de los alumnos de FP básica son extranjeros, mientras que son el 9,8% en la ESO), que al coladero que temen algunos. De media, se deriva a la FP básica en torno al 8% de los alumnos, según las últimas cifras del Ministerio de Educación. De ellos, lo terminan poco más de la mitad.

Jesús Alemán Falcón y María A. Calcines Piñero, especialistas del grupo de investigación de Educación Inclusiva de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria , defienden lo que consideran una buena herramienta que, con las adaptaciones y mejoras que se han ido introduciendo, “refuerza la equidad del sistema educativo e incrementa su capacidad inclusiva”.

El último cambio normativo establece que los que lo aprueban consiguen automáticamente el título de la ESO; hasta hace dos años, pude obtener ese diploma, pero solo si los profesores consideraban que el chaval había alcanzado un nivel equivalente al de la secundaria obligatoria; si no, el título de FP básica daba acceso al grado medio, pero no al bachillerato. Sin cifras oficiales sobre unos y otros, lo cierto es que el 61,8% de los titulados en un grado básico hace cuatro cursos se matricularon inmediatamente en el siguiente escalón de la FP (algo más de 11.000 personas) y un 1,2% en bachillerato (unas 230 en toda España).

Cuando Saúl Barroso empezó a estudiar un grado medio en Plasencia (se desplazaba cada día desde su pueblo, Santibáñez el Bajo, a 27 kilómetros), él era el único que llegaba desde un ciclo básico (el resto se había sacado la ESO por la vía ordinaria). Empezó, de nuevo, empujado sobre todo por la presión paterna. Pero en un ámbito que ya había elegido él mismo y que le apasiona desde pequeño (era un ciclo de Técnico en Actividades Físicodeportivas en el Medio Natural), pronto empezó a sentir un impulso propio, una motivación nueva. "Tuve la suerte de encontrar algo que me gustó. La verdad es que me encantó —yo siempre he sido muy deportista— y me lo saqué a la primera. Y era duro, ¿eh?, nos exigían... Pasamos 10 o 12 de toda la clase", cuenta el joven.

En este punto ya se había animado del todo, así que la decisión de saltar después a un curso de Técnico Superior en Actividades Físicodeportivas fue ya plenamente suya. Como lo fue la idea que se le metió un poco más tarde en la cabeza: llegar a la universidad.

"Solicité plaza para Ciencias del Deporte en toda España, pero no me cogieron. Eché también para Fisioterapia, pero tampoco me daba la nota. Y en la tercera opción, Magisterio, es la única que me cogieron, así que me fui a Burgos, a pasar frío", bromea. Igual que el título de FP de grado medio da acceso directo al grado superior, este lo da a la universidad, pero compitiendo, con la nota media obtenida en el ciclo, por las mismas plazas en cada carrera contra los que llegan del bachillerato y la Selectividad.

Pueden presentarse a la EBAU, a los solicitudes voluntarios, para subir nota, pero Saúl lo descartó: “Ni me lo planteé. [Llevaba] desde segundo de la ESO sin dar muchas cosas…, no tenía base”. Confiesa que, después de cuatro años estudiando Magisterio en la especialidad de Educación Especial, ya falta de un puñado de asignaturas para terminar el próximo curso, lo que más le ha costado son las matemáticas y el inglés.

El profesor Rubén Gonzalo suele contar una historia personal a sus alumnos para animarles a saltar sin miedo de la FP a la universidad, como hizo él mismo: "El primer año lo van a pasar fatal, pero si aguantan, el segundo año van a ser de los mejores, en cuanto lleguen las asignaturas aplicadas. Eso me pasó a mí en Ingeniería [Técnica Agrícola]: del montón de abajo, pasé a sacar matrículas de honor, porque yo estaba harto de estar con los mecánicos". desmontando motores y mis compañeros no sabían ni lo que era un pistón”.

En el ámbito educativo, en el que las expectativas de los estudiantes y de sus familias influyen tanto, la falta de referentes puede convertirse en un problema grave, y más en un contexto que suma despoblación, aislamiento y falta de oportunidades. Saúl, sentado en la terraza de un bar de Santibáñez (un pueblo de 748 habitantes), repasa lo que han ido estudiando sus amigos y la mayoría se decantó en su día por la formación profesional; casi nadie se planteaba los estudios universitarios y, los que al final lo han hecho, han llegado, como él, a través de la FP. “Aquí hay poco trabajo y lo que hay es sobre todo en el campo”, explica el joven

Según las últimas cifras disponibles, el 65,3% de los alumnos que terminan la FP básica se matriculan en los tres años siguientes en un grado medio. El 47,3% de los graduados en estos últimos pasan al grado superior y un 26% da el último salto hasta la universidad . Sin estadísticas al respecto, es fácil suponer que serán muy pocos los que hayan hecho el camino completo, como Saúl.

En todo caso, aunque insiste en recordarles a sus alumnos que, si quieren abierto, tienen ese recorrido, Gonzalo reivindica la FP como fin en sí mismo, su atractivo propio por unas salidas laborales que, incluso, han hecho que cada vez haya más titulados universitarios estudiando grados superiores . "Yo quería dejar de estudiar porque me aburría. Y sacaba buenas notas. Al final me metí a la FP y me alegre cada día porque me cambió la vida", dice el profesor del instituto público de Montehermoso, un pueblo de 5.600 habitantes a 21 kilómetros de Santibáñez el Bajo.

Si es necesario que el profesorado de FP básica “conozca bien a sus estudiantes y muestre cercanía hacia los mismos”, como recalcan los especialistas canarios Alemán y Calcines, a Gonzalo no hace falta que se lo digan. Sabe perfectamente que sus alumnos “aprenden haciendo” y que en general solo hay que esperar un poco para que sientan la cabeza y quieran ya formarse para poder trabajar: “En cuanto se echan novia y se quieren sacar el carné del coche”.

Cada año, Gonzalo usa una herramienta que se llama “mapeo del territorio aula”. "Empiezo a preguntarles: ¿qué música te gusta? ¿Qué aficiones tienes? ¿Qué haces cuando sales de aquí? ¿Con quién vives, con tus padres, tus abuelos? Saco información muy buena. Por ejemplo, a mí no me gusta la pesca, pero al que le guste le pregunto que cómo están los lucios...", explica.

A Saúl Barroso le ha gustado siempre el boxeo y las artes marciales. Y cuando se le pregunta por su idea de convertirse en maestro, inmediatamente le viene a la cabeza un profesor de Educación Física que, en el instituto, le solía hablar del tema, le preguntaba, le daba folletos y artículos… “Se llamaba Javi y me motivó muchísimo, muchísimo. Siempre se paraba a hablar un ratito conmigo”. También se acuerda de Ángel Luis, el profesor de Anatomía del grado medio que estudió en Plasencia ―”tenía 50 años y era un armario. Controlaba muchísimo. Realmente captaba tu atención en las clases”―, de Mamen ―“una persona magnífica”―. Se queda pensando, y remata: “He tenido muchos buenos profesores, la verdad”.

V

Al campus desde la FP: el 13,2% de los estudiantes recién llegados a la universidad son titulados en ciclos superiores, en El País, por J. A. Aunión, Madrid -27 de junio de 2022:

Más de un tercio de los alumnos que terminan una formación profesional de grado superior en las ramas de actividades deportivas y servicios socioculturales se matriculan al año siguiente en un grado.

Los caminos que llevan hasta la universidad no son infinitos, pero sí variados. Aparte del recorrido clásico que pasa por el Bachillerato y la Selectividad , y de las más alternativas de las pruebas específicas de acceso para mayores de 25 y 40 años, el título de Formación Profesional de grado superior es desde hace años una importante vía de entrada. Este curso que está a punto de terminar, el 13,2% de los alumnos recién llegados a los campus procedían de la FP, la proporción más alta desde 2012-2013 (entonces fueron el 11,4%), el primer año disponible en la estadística facilitada por el Ministerio de Universidades.

De hecho, las también estadísticas apuntan a que una parte nada desdeñable de los estudiantes se plantean los estudios de FP superior, principalmente, como un peldaño en su camino hacia el campus: uno de cada cinco titulados se matricula en algún grado universitario al año siguiente de sacarse el ciclo de grado superior. Y la cifra supera ampliamente el tercio de los titulados en algunas ramas profesionales: en la de Actividades físicas y deportivas ha oscilado entre 2016 y 2020 del 34,4% al 39,9%; y en la de Servicios Socioculturales ya la Comunidad (donde se enmarcan ciclos como Técnico en Educación infantil o en Integración Social), del 37,6% al 38%, según los datos del Ministerio de Educación sobre el seguimiento de los graduados en Formación Profesional .

La FP superior ha superado ya hace años el estigma de enseñanza de segunda que tradicionalmente ha pesado sobre estos estudios. Lo ha conseguido en gran parte gracias a las perspectivas profesionales que abre ( el 22,7% de las ofertas publicadas en 2020 estaban dirigidas a estos titulados, según un informe de Adecco ) y las posibilidades que dan para seguir formándose, ya que sus ciclos, una vez aprobados, dan acceso directo a la universidad. Hasta 2010, en cada carrera se establecía un cupo reservado a los alumnos procedentes de la FP superior, pero desde entonces compiten con su nota media por las mismas plazas que los bachilleres recién titulados que llegan por la vía de la Selectividad. Los procedentes de formación profesional también pueden presentarse a los solicitudes voluntarios de la Evau para subir nota (ejercicios siempre sobre asignaturas de Bachillerato); el año pasado lo hicieron 21.597, un 70% más que en 2015 (12.774).

En todo caso, esa cifra no es la de todos los que llegan cada año a la universidad desde FP, pues quienes aspiran a una carrera con una nota de corte baja oa un campus privado (donde el aprobado es suficiente para entrar en la inmensa mayoría de los casos), se pueden ahorrar perfectamente la Selectividad. De hecho, en este curso que está a punto de terminar, entraron desde FP 45.839 estudiantes que supusieron ese 13,2% de todos los recién llegados. Cuando se eliminó el cupo reservado para la vía de acceso de FP, entre 2010 y 2011, el porcentaje saltó de un año para otro del 9,8% al 14,5% . Sin embargo, la cifra se estabilizó entre el 11% y el 12% hasta el año pasado, 2020-2021, el primero que arrancaba en mitad de la pandemia, que subió al 12,5%, para volver a crecer al año siguiente hasta el 13,2%. El responsable de FP de la Federación de Enseñanza de CC OO, Rodrigo Plaza, señala que detrás de esas cifras está con toda seguridad el aumento del número de aprobados (las Administraciones acordaron levantar la mano a la hora de evaluar para compensar las dificultades ocasionadas por las medidas de confinamiento) y el empeoramiento de las cifras del paro por la crisis sanitaria ; Si no hay empleo, parece mejor idea seguir estudiando que quedarse en casa.

Educación física, Magisterio y carreras sanitarias.

El detalle de la estadística oficial solo permite saber, por áreas de conocimiento y para las universidades públicas presenciales, a qué tipo de carreras se dirigen los titulados en FP. En todo caso, los datos cuadran con el ámbito de procedencia de los graduados, pues más de la mitad están en carreras de Ciencias Sociales y Jurídicas, donde se encuadran las titulaciones más relacionadas con los ciclos de Servicios Socioculturales ya la Comunidad y Actividades Físicas y Deportivas. De hecho, si bajamos más al detalle de la mano de un estudio en la Complutense sobre los alumnos de que empezaron la carrera en 2017, se puede ver que las cifras más altas de estudiantes nuevos que no venían del Bachillerato estaban en las facultades de Trabajo Social (39,7% del total) y Educación (25,3%). La Complutense no ofrece la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, conocida tradicionalmente como INEF.

Pero el proceso que conduce a este grado es algo que tienen perfectamente identificado desde hace tiempo en los centros de FP. Luis García Domínguez, director del Instituto Público Puerta Bonita de Madrid, presidente de la asociación FP-Empresa y miembro del Comité Español de la Asociación Europea de Centros de FP, lo explica así: “Son chicos que han venido de Bachillerato con una nota baja, o que llegan desde una FP de grado medio [a la que se accede después de la enseñanza obligatoria], a los que va a ser muy difícil entrar directamente en el grado de INEF y, de alguna manera, por este camino evitan la Evau”. Y añade: "También hay quien hace este tipo de ciclos deportivos que no quiere ejercer en este ámbito, sino acceder a una oposición de policía o de bombero. Pero al terminar, en un momento dado, se sienten con fuerzas y deciden seguir porque consideran que una carrera universitaria les va a abrir más puertas".

Tanto este ámbito como el de Servicios Socioculturales —“También es común estudiar el ciclo de educación Infantil para seguir después con Magisterio”, dice García Domínguez— comparten igualmente que su grado de inserción laboral no es tan alto como en otras ramas, añade. Otros ciclos en los que muchos alumnos empiezan con un ojo ya puesto en la universidad, termina, son los del ámbito sanitario. Con cifras más moderadas, las estadísticas también respaldan esta percepción: entre 23,7% y el 26,9% de los titulados entre 2016 y 2020 se matricularon al curso siguiente en la universidad. Y las cifras oficiales del ministerio señalan que el 17,8% de los recién llegados este curso a las carreras de Ciencias de la Salud de las universidades públicas presenciales procedían de FP.

En las privadas, de las que no hay cifras desagregadas, las proporciones podrían ser incluso mayores en algunos ámbitos, teniendo en cuenta que la nota media de acceso no suele ser un problema y que muchos de estos campus son menos reticentes que los públicos a convalidar, como contempla la ley, una parte de lo aprendido ya durante los estudios de FP. “Mientras en las universidades públicas el promedio se sitúa entre 15 y 26 créditos reconocidos (con un máximo de 54 créditos en una titulación), las universidades privadas se mueven entre 36 y 39 créditos, llegando en una de ellas a los 90 créditos”, dice un trabajo coordinado en 2020 por el profesor emérito de la Politécnica de Madrid Francisco Michavila bajo el título La relación entre la Formación Profesional y la Universidad .

De hecho, cada vez más campus privados que ofrecen títulos de FP de grado superior a través de fundaciones señalan de antemano vías consecutivas de ciclos de FP y carreras con las correspondientes convalidaciones, apunta Rodrigo Plaza. Entre las recomendaciones del trabajo de Michavila, está la de “establecer criterios objetivos para que las universidades y centros de FP de grado superior determinen las materias y el alcance de los reconocimientos” y, en general, buscar fórmulas claras de convalidaciones tanto para los titulados de ciclos formativos que cursan una carrera como para los titulados universitarios que estudian FP superior, que también los hay .