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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Entrevista a José Mujica, expresidente de Uruguay

José ‘Pepe’ Mujica: “Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco”

A los 89 años, el expresidente de Uruguay ha vencido al cáncer. En esta entrevista con EL PAÍS, realizada en su casa rural de Montevideo, donde aún se recupera de las secuelas del tratamiento, habla de la vida y la muerte, el rencor, la felicidad y su legado político

Entrevista con Pepe Mujica

Rincón del Cerro (Montevideo), El País, 17 nov 2024

En una tarde de 1970, José Pepe Mujica conversa con otros hombres en una mesa del bar La Vía de Montevideo. Un parroquiano reconoce que son guerrilleros Tupamaros y los delata. La policía rodea el lugar. Mujica recibe seis disparos. En el Hospital Militar lo atiende un cirujano que “era un compañero, un tupa por abajo”. “Me da un balde de sangre y me salva. Es como para creer en Dios”, dice Mujica. 54 años después, está sentado en el pequeño salón de su casa rural de Rincón del Cerro, a 15 kilómetros de la ciudad, rodeado de libros, pequeñas esculturas, cuadros y fotografías. Hay una estufa a leña, un televisor pequeño y un par de sillas dispares. Una luz blanca cuelga del techo. Sobre una mesilla hay un vaso de agua y pañuelos de papel. Mujica se levanta la camisa celeste y muestra la gasa que cubre el orificio por donde lo alimentan. “Él es tan raro… Tiene nueve tiros. Cuando le pusieron el cañito encontraron el agujero de un viejo balazo y se lo pasaron por ahí”, dice su esposa, Lucía Topolansky, exvicepresidenta, senadora y diputada.

Mujica se recupera de un cáncer de esófago. “Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las siete de la mañana todos los días. Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así [con los dedos dibuja un círculo grande como una naranja]. Ahora el agujero se tiene que rellenar y yo soy un viejo, tengo 89 años. Hasta que no esté tapado no puedo comer. Hay que mimosearlo hasta que endurezca”.

No oculta su mal humor por las secuelas de la enfermedad, que lo dejan “sin energía”. Pero minutos después será el Mujica de siempre, el político y el filósofo. Un anciano vivaz que mira fijo con sus ojos claros pequeños y a quien es imposible no escuchar con cierto embeleso. Él mismo se define como “un bicho raro” aunque, en tiempos donde abundan los estilos estridentes de los Donald Trump, los Javier Milei y los Jair Bolsonaro, escuchar a Mujica resulta un bálsamo: compone con las palabras, elige los tonos, mide las intensidades.

“En el fondo soy un campesino”; “le di un sentido a mi vida, moriré feliz”; “tengo el destino de la vanguardia”; “la cultura es hija del boludeo”; “me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo”. Mujica dispara frases como aforismos durante la conversación; dos horas en las que hablará de las elecciones presidenciales en su país, de los jóvenes, de sus colegas presidentes, de la extrema derecha y la izquierda, del rencor y de la muerte. Y también de la felicidad. “Le vamos a sacar fotografías mientras habla. ¿Le molesta?”, le preguntamos. “Más me sacó la policía”, responde con picardía.

Pregunta. ¿En algún momento de la vida se le pierde el miedo a la muerte?

Respuesta. La muerte es una señora complicada, que no perdona, que está siempre ahí. Pero, si no existiera la muerte, la vida no sería tan sabrosa, sería un aburrimiento. La muerte hace de la vida una aventura. El único milagro que hay en el mundo para cada uno de nosotros es haber nacido. ¿Por qué? Porque había 40 millones de probabilidades de que naciera otro y te tocó a vos. Pero como vivir es cotidiano, no le damos valor. Es la cosa más valiosa, la aventura de estar vivo. La gran pregunta es en qué gastamos el tiempo en nuestra vida. Porque si se nos va... ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Esa es la gran pregunta personal.

P. ¿Encontró el sentido de la suya?

R. Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido. Y he generado muchos amigos y muchos aliados en esa locura de cambiar el mundo para mejorarlo. Y le di un sentido a mi vida. Me voy a morir feliz, no por morirme sino por dejar una barra que me supera con ventaja. Nada más. No tuve una vida al pedo, porque no gasté mi vida solo consumiendo. Gasté soñando, peleando, luchando. Me cagaron a palos y todo lo demás. No importa, no tengo cuentas para cobrar. Con Lucía gastamos nuestra juventud en toda esta aventura de vivir.

La actualidad política es la adrenalina de Mujica. Por eso no puede evitar referirse a las elecciones. Se lanza sobre el asunto casi sin que le pregunten. Uruguay elegirá presidente el 24 de noviembre, en una segunda vuelta entre el conservador Álvaro Delgado, apadrinado por el presidente, Luis Lacalle Pou, y el candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, el hombre de Mujica que se quedó con la primera vuelta con el 44% de los votos. “Podemos ganar. No es fácil, pero podemos ganar porque tenemos un buen candidato. Hicimos una buena campaña”, dice.

P. ¿Qué piensa de figuras ultras como Trump, Milei o Bolsonaro?

R. Lo de ellos es la culminación de la prédica ultraliberal que se transforma en libertaria. Si el liberalismo es eso, es una mugre. El liberalismo nos trajo el espíritu de relaciones adultas, de respeto a vivir con diferencias; creó una cultura. Ellos reducen el liberalismo a un recetario económico.

P. ¿Se puede frenar el avance de la ultraderecha?

R. La clave está en la moral. El problema es que nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas. Con lo cual estamos construyendo sociedades auto explotadas. Porque vos terminás, tenés un trabajo y te inventás otro porque necesitas más plata. Tenés tiempo para trabajar, pero no para vivir. El mundo está muy lejos de una sobriedad que le garantice tiempo libre para vivir. En mi país somos tres millones e importamos 27 millones de pares de zapatos. Ni que fuéramos ciempiés, es de locos. ¿Nacimos para trabajar nomás? Vos sos libre cuando haces con tu vida lo que a vos se te antoja, que de repente es boludear. ¿Entendiste? Porque la cultura es hija del boludeo.

Para llegar a la chacra de Mujica hay que tomar una carretera de cuatro carriles, luego un camino asfaltado estrecho y enseguida uno de tierra. A unos 200 metros, a mano izquierda, está el Quincho de Varela, punto de reunión de los militantes del Movimiento de Participación Popular, el MPP; más adelante, la escuela rural construida con el dinero que Mujica donó de su salario como presidente. Una tranquera de madera oculta entre las plantas abre a un sendero arbolado. A la derecha, el banco de tapitas de gaseosa en el que sentó en 2015 al rey Juan Carlos. “Tuviste la desgracia de ser rey, te pusieron arriba de un florero”, le dijo entonces. A la izquierda, una galería oscura repleta de cajones con maíz protege la puerta de la casa. La sala donde Mujica pasa la mayor parte del día tiene unos dos metros de ancho por cuatro de largo. Una biblioteca atiborrada la separa de una cocina de campo donde hay una mesa grande con cuatro sillas. Topolansky habla allí por teléfono con alguien a quien da indicaciones sobre cuestiones políticas y su conversación se mezcla con la entrevista. Donde ahora está el sillón de Mujica hubo hasta hace unos días una cama de hospital. “En la habitación no entraba”, dirá más tarde Topolansky.

P. Usted encontró la felicidad en vivir con muy poco…

R. En vivir con sobriedad, porque cuanto más tenés, menos feliz sos.

P. Pero el mundo parece ir en sentido contrario.

R. El mundo va hacia el híper consumo, porque está regido por una ley: multiplicar el consumo de la gente, porque eso es lo que asegura la acumulación. Compre esto, compre lo otro. Nos bombardean, el marketing es un veneno. Te domina, compre esto, compre lo otro. Y eso no es vivir.

P. ¿Y qué es vivir?

R. Vivir es amar, es tener el placer de estar al pedo [perdiendo el tiempo] con otro. Vivir es, cuando sos anciano, jugar al truco con los amigos, hablar de recuerdos. En cada edad hay una escala de sentimientos. Cuando sos joven el amor es volcánico. Cuando sos anciano, es una dulce costumbre. Pero todo eso lleva tiempo, hay que cultivarlo. La relación con los hijos lleva tiempo, lo que más precisa un gurí es cariño y no tenemos tiempo para eso. Que se arregle como pueda. Yo soy un estoico, filosóficamente hablando. Mi definición puede ser la de Séneca: ‘Pobre es el que precisa mucho’. O la de los aymara. ¿Sabés qué es un individuo pobre para los aymara? El que no tiene comunidad, el que está solo.

P. Permítanos una imagen para pensar en la soledad: sus años de cautiverio en una celda minúscula, solo durante semanas.

R. Aprendí a caminar legua adentro, para allá y para acá. Y aprendí el oficio de la misantropía, que me quedó hasta hoy. Hablo mucho conmigo mismo, no me lo pude sacar más. Para mantenerme cuerdo, me puse a recordar cosas que había leído, cosas que había pensado cuando joven. Yo cuando era joven leía mucho. Después me dediqué a cambiar el mundo y ahí no leí nada. No pude cambiar el mundo, pero aquello que había leído de joven me sirvió. Porque una cosa es leer y otra cosa es rumiar lo que has leído. Hoy ando por el campo con el tractor y la cabeza me va dando vueltas. Tengo ojos para ver los teros, para ver los horneros, para ver los ciclos de la naturaleza. En el fondo soy un campesino. Hablo con el que llevo adentro y eso me rescató cuando caí preso y estaba en soledad. Entré a recordar y a recordar y a recordar.

P. ¿Hemos perdido la capacidad de hablar con nosotros mismos?

R. Por culpa de la civilización digital, que va avanzando cada vez más. Yo no lo hice por descubrimiento, lo hice por necesidad. Estaba solo, no tenía nada para distraerme. Entonces acudí a lo que tenía adentro y me encontré con un tesoro: con el tesoro de mi juventud.

El MPP se acomodó a la etapa democrática de inmediato. Y encontró en Mujica a un dirigente carismático. Al inicio, dice Mujica, el partido apoyaba desde la calle a candidatos de otros partidos integrantes del Frente Amplio, como el Partido Comunista y la Democracia Cristiana. “Después hubo una voltereta y los compañeros se calentaron, porque los que arrimábamos a la gente éramos nosotros. Decidieron que alguno de nosotros tenía que ir al Parlamento y me eligieron a mí”, cuenta. Mujica se convirtió en diputado en 1994, en el que fue su primer cargo electivo.

P. Fue muy famosa su imagen llegando al Parlamento en moto.

R. En aquella época iban todos de traje y corbata y yo iba con un jean y en mi moto. Recuerdo que el primer día veo que hay como un alero y se me ocurre dejarla ahí. Enseguida se transformó en el garaje de las motos. Y lo sigue siendo hasta hoy. Fue la obra más positiva que hice en el Parlamento. [Risas]. Increíble, increíble. Además, hubo un periodista que inventó que un milico [militar] me había preguntado si me iba a quedar mucho tiempo y que yo le respondí que ‘cinco años, si me dejaban’. Eso no existió, pero desmentirlo fue inútil. En el mundo entero caminó eso, porque era una mentira genial.

P. En 2009 ganó las elecciones generales con el 54,6% de los votos ¿Se aprende a ser presidente?

R. Eso es una cagada, porque llegás y te encontrás con cosas que no tenés ni idea. Es horrible. Yo primero fui ministro de Ganadería [en 2005, con el Gobierno de Tabaré Vázquez]. Y cuando ganamos las elecciones fui a hablar con los que eran ministros. No me dieron ni una hojilla así. Pero en cuanto vos llegás tenés que discutir la ley del presupuesto. Decí que había un contador [contable] de esos que tienen la camiseta del Estado puesta, que nos dio una mano. Si no, estábamos hasta ahora.

Cuando Mujica dejó la cárcel en marzo de 1985, ya en democracia y después de 13 años preso, sabía que quería comprar una finca en el campo, lejos de la ciudad. “Salimos con Lucía en bicicleta a buscar un lugar. Andábamos recorriendo por todos lados y una tarde entramos por ese camino. Estaban regando. Y yo le dije ‘me parece que nos quedamos acá’. Fue ella a hablar”, explica. “Al salir de la cárcel él se puso en un predio a plantar flores y yo me metí a trabajar en una cantina”, dice Topolansky, “así íbamos juntando pesitos y teníamos un poquito de plata. Entregamos eso y después hicimos cuotas”. En enero de 1986, la pareja estaba mudada. No se fueron nunca más, ni cuando Mujica fue presidente.

P. ¿Por qué se quedaron en la chacra?

R. El Estado me daba un palacete que tiene cuatro o cinco pisos, que para tomar un té tenía que hacer una expedición. Entonces decidí quedarme acá. Yo sé que soy un loco en el tiempo de hoy, pero no tengo la culpa del mundo en el que vivo.

P. ¿Se sorprendía durante sus giras internacionales del protocolo de sus pares?

R. Les tomaba el pelo, porque se complicaban la vida al pedo [sin necesidad]. Porque cuanto más cacharros tenés, más líos tenés. Y más lugares donde te van a afanar [robar].

P. ¿Y qué le decían los presidentes?

R. Me respetaron mucho, pero me tenían por un bicho raro. Cuando fui a hablar con el rey de Noruega [en 2011] me estaban esperando con una corbata. Cuando llego le digo a la delegación: ‘Media vuelta y nos vamos”. Y el tipo echó para atrás, se guardó la corbata y yo fui a hablar con el rey. No estoy en contra de la corbata, sino de que te la impongan. Si a vos te gusta ponerte la corbata, ponete la corbata o ponete un calzón colgado del cogote, hacé lo que se te cante. Y después te ponen una alfombra roja y tenés que caminar como cinco cuadras. Y están los tipos que tocan la corneta. Es feudal eso.

P. ¿Qué líder mundial lo cautivó más?

R. [El brasileño] Lula [da Silva], del cual soy amigo hasta hoy. Y curiosamente, de Barack Obama tengo que hablar bien.

P. ¿Por qué “curiosamente”?

R. Porque era un tipo inteligente y hablaba. Yo estuve tres veces con él y tuve conversaciones muy interesantes. Me reconoció cosas. Le digo que tiene que dar una mano para desarrollar Centroamérica, no frenar la inmigración. Y me dice: ‘Usted tiene razón, pero vaya a convencer a los republicanos acá’. El tipo veía los problemas. Recuerdo que le dije ‘vete de Afganistán’, porque Alejandro Magno se tuvo que ir de Afganistán y hay que ver quién era Alejandro Magno. Hay lecciones que son históricas. No se fueron, y cuando se fueron hicieron un papelón. Pero el tipo lo veía. Además, me hicieron una distinción muy grande. Cuando asumí, mandaron a la señora [Hillary] Clinton, que era la jefa del Departamento de Estado. Siempre mandan a un embajador común y chau. Tal vez les llamó la atención que yo era el guerrillero que estuvo preso y llegó a la presidencia. Había ahí un poco de mística.

P. No era lo habitual que un exguerrillero de izquierda mantuviese buenas relaciones con Estados Unidos.

R. Sí, pero me pidieron hasta un favor. Había un prisionero norteamericano en Cuba que estaba enfermo y tenían miedo de que se muriera. Obama quería mejorar la relación con Cuba, pero estaba ese obstáculo. Fui a hablar con Raúl Castro y le planteé el problema, le dije que les convenía sacarse al prisionero ese de encima. Recuerdo otro encuentro en Cartagena, durante una cena de presidentes [en 2012]. Me agarran y me dicen: ‘Usted se tiene que sentar acá'. Una mesita con cuatro sillas. Bueno, ahí vino el presidente de Colombia [Juan Manuel Santos]. Y después vino… ¿Quién vino al lado mío? ¡Obama! Para hablar conmigo. ¡A la flauta esto! Bueno, ahí estuvimos hablando un rato. Después cuando fui a Estados Unidos me recibieron en la sala esa [el salón Oval]… que es una mierda. No sé por qué le hacen tanta fama.

P. En Brasil está su amigo Lula, pero también tenemos a Milei en Argentina y la crisis en Venezuela no deja de escalar. ¿Cómo ve la deriva de América Latina?

R. El panorama es, desgraciadamente, complicado. Porque nos juntamos muy poco y no existimos en el mundo. Tuvimos una oportunidad con Lula, que es una figura de carácter mundial y tiene cierto prestigio, pero no lo usamos a Lula. En la política internacional nosotros no servimos ni el café. Tenemos que juntarnos para defendernos, pero la agenda nacional nos chupa todo el tiempo. Con la pandemia por la covid no tuvimos ni una reunión de presidentes, ni siquiera nos llamamos por teléfono. Y teníamos el problema de defender la vida de la gente. Más estúpidos no se puede ser.

P. Pensemos en Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, el mismo Lula. ¿Por qué estos líderes no han encontrado herederos?

R. Me aburrí de decir que el mejor dirigente es aquel que cuando desaparece deja una barra que lo supera con ventaja. Porque la vida continúa y la lucha continúa, no termina con nosotros. El dirigente debe sembrar y dar oportunidades para que lo sustituyan. Yo sé que sigo siendo una figura de mucho peso, pero abrí la cancha. Ahora, lo que va a pasar en el futuro, yo qué sé. Yo trataré de que mis compañeros no se sientan coaccionados, que manden y manejen la organización. Por ahora, he tenido éxito con eso. Mi fuerza política fue la más votada en las elecciones.

P. Hace tiempo dijo que a la política le faltaba incorporar el amor. ¿Alguna vez lo tuvo?

R. La política tuvo en el pasado grandes gestualidades de compromiso. Había épica, pero eso ya no existe más. Le planteo la vez pasada al presidente [Luis Lacalle Pou] que tenía que poner parte del sueldo y obligar a la burocracia a que pusiera algo, un 4% o 5 %, para viviendas para los más pobres. Me dijeron de todo. Yo le di más de medio millón de dólares al Plan Juntos [para la construcción de viviendas]. Si estás peleando por la igualdad tenés que tener la delicadeza de sacar algo de tu bolsillo y compartirlo con los que están más jodidos.

P. ¿Cómo definiría la política?

R. La política no es un negocio, es una pasión. O se tiene o no se tiene. Los que estén buscando la ventaja económica que se dediquen al comercio, a la industria. Que ganen, paguen impuestos y que les vaya bien. Pero no entreveren la política con eso, porque no es para hacer plata. Eso es lo que nos está matando.

En su libro José Mujica: La revolución tranquila, Mauricio Rabuffetti describe los años en prisión del expresidente como tiempos de gran sufrimiento. “Fue torturado de forma brutal y sistemática, física y psicológicamente”, escribe Rabuffetti. “Sufrió golpes y humillaciones. Estuvo a media ración de alimentos y agua. Se enfermó de los intestinos y los riñones. Pasó períodos de tiempo imposibles de establecer con exactitud sin contacto con seres humanos. Perdió sus dientes. Su cuerpo llegó al límite de lo soportable. Su psiquis también”. Mujica, sin embargo, nunca buscó desde el poder avanzar sobre sus carceleros, una decisión que le trajo agrias discusiones con las organizaciones de víctimas de la dictadura.

P. ¿Por qué decidió dar vuelta la página?

P. Yo no doy vuelta a la página; no me gasto en cobrar, que es distinto. No se vive de recuerdos y hay cosas que no se pueden cambiar, que son como son. En la vida hay heridas que no tienen cura y hay que aprender a seguir viviendo. Yo sé que hay gente que no me va a acompañar, pero opto por una posición más inteligente y menos sentimental. Por eso no usé el poder para condenar a milicos [militares]. La justicia funcionaba y lo que decidía la justicia estaba bien. Hay gente que hubiera querido más, pero no vamos a cambiar la realidad del pasado, me preocupa lo que viene. Tenemos que buscar que el ayer no nos ponga un obstáculo para el futuro. Yo sé que eso es de una cabeza demasiado inteligente que se pelea con los sentimientos.

P. ¿Hablamos de cerrar heridas?

R. Hay heridas que no cierran y hay que aprender a vivir con ellas.

P. ¿Tiene muchas heridas abiertas?

P. Por supuesto que tengo heridas abiertas, tengo cosas inolvidables, pero no las voy a cobrar. Estuve siete años encerrado en una pieza más chica que esta. Sin un libro, sin nada para leer. Me sacaban una vez al mes, dos veces al mes, a caminar por un patio media hora. Siete años así. Después estuve cinco años más y me dejaban leer ciencias, física, química. Estuve a punto de ponerme loco. Si voy a cobrar las que tengo para cobrar... Dios me libre.

P. ¿Se queda con alguna deuda?

R. ¡Ah! La mente humana sueña mucho más que lo que puede concretar. ¡Ah, hermanito! Hacé memoria en tu cabeza y después me contás. Es así. Logramos algo, pero nos queda mucha cosa en el tintero.

P. ¿Qué les dice a los jóvenes?

R. Que la vida es hermosa, pero que hay que buscar una causa para vivir. No necesariamente la mía, pero hay que tener una causa. Puede ser la música, la ciencia, cualquier cosa. ¿Vivir para pagar cuotas? Eso no es vivir. Porque vivir significa soñar, creer en algo superior, en algo creativo. Que nos irá bien, que nos irá mal, regular.

P. Parece haber una contradicción. En este escenario de desapego que usted plantea es una de las personas más escuchadas.

R. Escuchado, pero no seguido. ‘Es un loco bárbaro, macanudo, pero no sigo la de él’.

P. ¿Por qué cree que se lo escucha, entonces?

R. Porque en el subconsciente saben que tengo razón, pero no pueden. Están prisioneros por el peso de la sociedad consumista en la que vivimos. Hay gente que piensa y dice ‘el viejo tiene razón’, pero ‘marche preso’. Tengo el destino de la vanguardia.

P. ¿Qué le pide hoy a la vida?

R. Que me cure de esta mierda que tengo. Y que pueda seguir ladrando un poco, dando algunas ideas.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Una modesta propuesta de Roberto Vázquez sobre la guerra en general

Respuesta de Roberto Vázquez en Quora:

¿Cuál sería un método infalible para detener cualquier guerra?

Solo hay una manera infalible de detener cualquier guerra, pero les advierto que a mucha gente no le gustará esta respuesta.

En 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial, se propuso añadir una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos en la que cualquier acto de guerra debía ser sometido a un referéndum nacional.

¿Dónde está el elemento repelente para cualquier guerra futura? Bueno, en la misma propuesta se escribió que quien votara a favor de la guerra debía participar en el servicio de reclutamiento del ejército de los EE.UU.

Sin embargo, la propuesta fue rechazada.

Desafío a cualquiera a decir que si esta medida se adoptara a escala mundial todavía habría guerras.

viernes, 10 de septiembre de 2021

La Biblioteca Humana

De Jesús Ordosgoitty:

¿Qué hace que Dinamarca sea tan diferente del resto de los países del mundo? Iniciativas como la "Biblioteca Humana".

Verás, en Dinamarca hay librerías en las que en vez de pedir un libro prestado, puedes pedir a una persona para que puedas hablar con ella por treinta minutos y que te cuenten sobre su vida.

Cada persona tiene una historia detrás, y vienen acompañadas de un titulo: "Sin empleo" "Bipolar" "Trastornos alimenticios" "Refugiado", son tan solo unos de los tantos ejemplos que hay de personas reales y voluntarias que forman parte de esta iniciativa. Al escuchar y entablar conversaciones con ellas, te das cuenta de que nunca hay que juzgar ""un libro por su portada" o en este caso, a una persona.

El objetivo es abordar los prejuicios de las personas ayudándolas a hablar con personas con las que normalmente no se encontrarían. Combatir esos prejuicios, que tanto dañan a nuestra sociedad.

Este proyecto empezó en Copenhague, Dinamarca, y se planea implementar en otras partes del mundo.

Este tipo de cosas, son las que separan a Dinamarca, del resto del mundo.

Unjudge someone - The Human Library Organization

The Human Library challenges stereotypes and prejudices through dialogue.The Human Library is a place where people are books on loan to readers for a chat. 

https://humanlibrary.org/


lunes, 1 de marzo de 2021

Cómo reformar la democracia al estilo europeo (para cagalera de los políticos españoles)

Bernardo Gutiérrez "Ciudadanos elegidos al azar para reformar constituciones", Revista Contexto, 18 de julio de 2018:

La ‘Citizens Assembly’ es la responsable del referéndum que legalizó el aborto en Irlanda y de la nueva carta magna. Ante la crisis de la democracia representativa, los mecanismos de la ‘random democracy’ se abren paso .

El referéndum que legalizó el aborto en Irlanda no fue consecuencia de la actividad parlamentaria. Los partidos políticos tampoco tuvieron nada que ver. Más bien todo lo contrario: los bloques políticos fueron incapaces durante años de afrontar la legalización del aborto, que requería de una reforma constitucional. Los artífices del histórico proceso han sido los 99 ciudadanos elegidos al azar que conforman la Citizens’ Assembly. Y fue precisamente la incapacidad para entenderse entre los bloques políticos del Parlamento lo que llevó al Gobierno, configurado por los liberales del Fine Gael y los laboristas, a poner en marcha los mecanismos de la democracia por sorteo.

Los 99 ciudadanos fueron seleccionados por una empresa especializada en demoscopia, Red C, que recibió del Gobierno el encargo de encontrar una muestra representativa de la sociedad irlandesa. Y, tras aplicar los criterios de representatividad –género, edad, localización y clase social–, Red C conformó un dream team de ciudadanos de a pie con el cometido de realizar, ni más ni menos, la octava enmienda a la Constitución de Irlanda que regula el aborto. Tras una serie de encuentros presenciales, en los que las 99 personas de la Citizens’ Assembly deliberaron pros y contras del cambio constitucional, se llegó a un consenso: agregar una nueva subsección al Artículo 40 de la Constitución de Irlanda, el Artículo 40.3.3.

99 PERSONAS CORRIENTES CON LA MISIÓN DE REFORMAR UNA CONSTITUCIÓN, UNA SITUACIÓN QUE EVOCABA, EN CIERTO MODO, EL LEMA DE “SOMOS EL 99%” 

Y el resto es historia. Un referéndum con un resultado contundente: un 66.9% votó a favor de la enmienda que legalizó el aborto. En realidad, la Citizens’ Assembly de Irlanda tiene un antecedente: la Convención Constitucional. Creada el 1 de diciembre de 2012 para proponer cambios en la Constitución de Irlanda, la Convención Constitucional estaba compuesta por 100 miembros: 29 parlamentarios, 4 representantes de partidos políticos de Irlanda del Norte y 66 ciudadanos elegidos por sorteo. A pesar de que no existía un mecanismo vinculante entre la convención y el Gobierno, el plan discurrió mejor de lo pensado. Los encuentros deliberativos entre la ciudadanía resultaban más productivos y eficaces que las sesiones en el Parlamento, en las que nunca se conseguía avanzar en los temas más polémicos. Ciudadanos y ciudadanas que apenas cobraban las dietas correspondientes a los días de los encuentros llegaban a más acuerdos que los políticos profesionales. Y entonces, se produjo la primera sorpresa: el Gobierno aceptó la propuesta de la Convención Constitucional de convocar referéndum sobre el matrimonio gay. El amplio consenso que se dio en la Convención llevó al Gobierno irlandés a pensar que la sociedad no tenía tantos tabús como el Parlamento. El resultado del referéndum sobre el matrimonio gay asombró a todo el mundo: un 62% votó a favor. Y abrió el camino para una Citizens’ Assembly sin representantes de fuerzas políticas, compuesta exclusivamente por ciudadanos elegidos al azar. 99 personas corrientes con la misión de reformar una constitución, una situación que evocaba, en cierto modo, el lema de “Somos el 99%” de Occupy Wall Street. 

¿Qué se puede aprender del caso irlandés?

Tras el terremoto del Brexit, el escritor belga David Van Reybrouck publicó un texto que se hizo viral: Por qué las elecciones son malas para la democracia. En su artículo, David reivindicaba el sorteo como un mecanismo clave para la salud democrática del nuevo milenio: “La democracia florece al permitir que se escuche una diversidad de voces. Se trata de tener la misma voz, un derecho igual para determinar qué acción política se toma. Para mantener viva la democracia tendremos que aprender que la democracia no se puede reducir únicamente a votar”. Aparte de citar el caso irlandés, David hacía un repaso a experiencias basadas en el sorteo en países como Holanda, Bélgica, Australia o Estados Unidos. Y colocaba sobre la mesa el peso histórico del sorteo, un sistema tan viejo como la democracia, empleado en la antigua Atenas o en ciudades-estado como Florencia. Los jurados populares estadounidenses, sin ir más lejos, son supervivientes de la democracia por sorteo.

Ante la crisis de la democracia representativa, la random democracy vuelve a estar de moda. Cuando Bélgica estuvo bloqueada políticamente, sin gobierno, la ciudadanía acudió al rescate fundando el G1000, una cumbre ciudadana para dirigir propuestas políticas al Parlamento. Cuando los bloques ideológicos de Irlanda entraron en cortocircuito con los asuntos tabú para la moral católica, la ciudadanía se puso de acuerdo para legalizar el matrimonio gay y el aborto. En la Columbia Británica de Canadá, una Asamblea Ciudadana reformó la ley electoral. En Australia, ante la polarización de las fuerzas políticas ante los residuos nucleares, se creó el Jurado Ciudadano sobre Residuos Nucleares. Islandia realizó en 2010 una reforma constitucional profunda con una muestra compuesta de 950 personas seleccionadas de manera aleatoria empleando un sistema de cuotas.

¿Y en España? El G1000 de Madrid, la cumbre ciudadana organizada por el Ayuntamiento de Madrid en 2017, fue la primera acción con respaldo político en esta dirección. El Observatorio de la Ciudad de Madrid, cuyo funcionamiento todavía tiene que ser aprobado por el pleno del Ayuntamiento, está anclado también en el paradigma de la democracia por sorteo. El Observatorio estará formado por vecinos y vecinas elegidos por sorteo, en una muestra representativa de la población. Y tendrá cierto peso, en colaboración con expertos, en las políticas públicas de la ciudad.

LOS CASOS DE ÉXITO COMBINAN LOS MECANISMOS DEL SORTEO Y LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA TEJIDA EN ENCUENTROS PRESENCIALES

La mayoría de los casos de éxito combinan los mecanismos del sorteo y la democracia deliberativa tejida en encuentros presenciales. Birgitta Jónsdóttir, una de las fundadoras del Partido Pirata de Islandia que empujó la reforma constitucional, destaca la importancia de los encuentros presenciales: “Cuando estás en el mismo espacio con personas, ocurre algo completamente diferente. Hay que dar voz a la gente y empoderar”. ¿Los encuentros políticos presenciales usando el sorteo ayudarán a romper las burbujas en las que se han convertido las redes sociales y las endogamias ideológicas?

En un país como España, en el que nunca se ha convocado al pueblo a un verdadero proceso constituyente, la Citizens’ Assembly de la católica Irlanda muestra un posible camino. Si los bloques políticos están enfrentados tras la crisis catalana, el sorteo y la democracia deliberativa podrían romper tabúes. Si la clase política no se pone de acuerdo para reformar la constitución de 1978, la ciudadanía podría encontrar consensos. Si un proceso constituyente es, a día de hoy, una utopía distante, una asamblea ciudadana elegida por sorteo sí podría ser efectiva para aterrizar la Carta Magna española en el nuevo milenio.

AUTOR:

Bernardo Gutiérrez es periodista, escritor e investigador. Ha cubierto América Latina como corresponsal durante más de una década. Es el autor de los libros Calle Amazonas (Altaïr), #24H (Dpr-Barcelona) y Pasado Mañana. Viaje a la España del cambio (Arpa Editores).

viernes, 17 de julio de 2020

Aldous Huxley y la "Democracia"

Aldous Huxley, en su obra El fin y los medios (1937), escribe lo siguiente:

Esencialmente, todas las nuevas morales comunista, fascista, nazi o meramente nacionalista, se parecen mucho entre sí. Todas afirman que los buenos fines justifican los medios; y para todas, los fines consisten en el triunfo de una parte de la especie humana sobre las demás. Todas justifican el uso ilimitado de la astucia y de la violencia. Todas predican la subordinación de los individuos a una oligarquía gobernante, endiosada, que denominan 'el Estado'. Todas predican las virtudes menores, como la temperancia, la prudencia, el coraje y otras; pero todas desacreditan la caridad y la inteligencia, virtudes superiores sin las cuales las virtudes menores son meros instrumentos para hacer el mal con una eficiencia cada vez mayor.... Tanto el capitalismo como el nacionalismo son frutos de la obsesión por el poder, el éxito y la posición social... Deja definitivamente atrás una Europa que, en sus propias palabras, se ha rendido a la idolatría de «divinidades locales como la nación, el partido, la clase o el caudillo endiosado», en la que las masas son «conducidas como rebaños» y «el individuo es reducido a un estado de intoxicada subhumanidad».

Abandona el cinismo que lo había caracterizado, se adentra de manera constructiva en el terreno de la teoría política y la filosofía moral y se pregunta cómo «podríamos desembarazarnos de la maldición de la obediencia pasiva, curar el vicio de la indolencia política y poner al alcance de todos las ventajas de la libertad activa y responsable».

miércoles, 24 de junio de 2020

Entrevista con el economista Benjamin J. Cohen

Miguel Ayuso "Benjamin J. Cohen y la Geografía del poder", en El Confidencial, 25-V-2014:

El mayor experto en economía política explica quién controla de verdad el dinero

El economista estadounidense Benjamin Jerry Cohen es una de las más destacadas figuras académicas de la política económica. No es optimista sobre el futuro

El economista estadounidense Benjamin Jerry Cohen (1937, Nueva York), catedrático de la Universidad de California-Santa Barbara, es una de las más destacadas figuras de la Económica Política Internacional, una disciplina mixta que estudia las relaciones internacionales utilizando teorías y métodos aplicables de la economía política.

Desde que empezara a trabajar como investigador en la Reserva Federal de Nueva York, en 1962, Cohen ha publicado decenas de libros sobre la forma en que la política internacional influye en el devenir de la economía, y ha escrito libros fundamentales para entender las dinámicas financieras internacionales. En su opinión, es imposible explicar la economía sin política, pues ésta nunca es independiente del contexto social en que se desarrolla. 

El profesor ha recibido a El Confidencial en la Fundación Rafael del Pino, donde impartió anoche una conferencia sobre “El desorden monetario que viene”. En su opinión, el mundo va camino de una enorme crisis monetaria que creará un desorden difícil de prever. Y no es optimista sobre las posibilidades que tenemos de frenarla.

PREGUNTA. El próximo domingo 400 millones de europeos están llamados a las urnas para votar a sus representantes en el parlamento de la Unión Europea. ¿Cree que el futuro del euro depende de lo que vayamos a votar o está ya decidido? En otras palabras, ¿quién está a cargo?

RESPUESTA. Es importante saber quién está a cargo del dinero. El sistema de gobernanza de la eurozona es una de las principales razones por las que el euro ha sido menos exitoso de lo que muchas personas esperaban que fuera. La elección del parlamento europeo no va a tener ninguna influencia sobre esto. El euro está manejado, principalmente, por el Banco Central Europeo, y por los ministros de finanzas de la eurozona. El parlamento tiene un rol mínimo en la gobernanza del euro, así que no creo que las elecciones del próximo domingo vayan a cambiar nada. El problema es que la eurozona está gobernada de forma muy pobre, porque las diferentes responsabilidades son compartidas por diferentes grupos y actores: el BCE, los ministerios, el eurogrupo, la comisión… Esta es una forma ineficiente de gobernar, y un gobierno ineficiente sobre la zona monetaria hace que el euro sea más débil.

R. ¿Cuál es el camino para que recuperemos el control de nuestro dinero?

P. Desafortunadamente, las soluciones pueden ser fácilmente descritas, pero alcanzarlas políticamente es muy difícil. Uno de los más grandes problemas de la eurozona es la falta de mecanismos para lidiar con los desequilibrios dentro del grupo. Hay países que lo están haciendo mal y países que lo están haciendo bien. En EEUU pasa algo parecido, somos 50 estados y tenemos una sola moneda, pero tenemos un mecanismo automático de transferencia. Los estados que van bien transfieren su superávit a Washington y el gobierno financia a los estados que van mal. Es un sistema que ha evolucionado durante mucho tiempo, pero funciona de forma automática. No tenéis nada parecido a esto en Europa. Si hablas con cualquier economista que esté familiarizado con la situación te dirá que lo que tiene que hacer Europa es adoptar un mecanismo similar al que tenemos en EEUU. Pero claro, políticamente esto es imposible mientras Europa siga siendo una confederación de estados soberanos y no sea una federación de verdad.

P. Pero estamos yendo justo en la otra dirección. Incluso dentro de los países tenemos problemas de solidaridad entre regiones. ¿Si no conseguimos que haya solidaridad entre regiones de un mismo país, cómo vamos a conseguir que exista entre diferentes países?

R. Es cierto, es un problema de solidaridad. Lo irónico de la unión monetaria europea es que el euro se creó para unir a los países, pero lo que está haciendo es separarlos aún más. Debido a la evolución de países como Grecia o España lo que estamos viendo es que hay menos solidaridad y un menor sentido de comunidad que cuando se creó la moneda única.

P. El año pasado editó un libro bajo el título Power in a changing world (“El poder en un mundo cambiante”) en el que explica cómo el poder económico es cada vez más difuso. ¿Ha perdido EEUU definitivamente la hegemonía?

R. Ninguna hegemonía dura para siempre. Pero llevo en esto mucho tiempo y aún no ha cambiado. Finalicé mis estudios hace 50 años y el primer trabajo que tuve fue como investigador en la Reserva Federal de Nueva York. Lo primero que me dijeron cuando llegué allí en 1962 es que EEUU estaba perdiendo su hegemonía. Fue hace 50 años. El hecho es que EEUU no depende de otros países, es menos poderoso, pero sigue siendo la economía dominante, representa el 24% de la economía del mundo y el dólar sigue siendo la divisa preponderante. Es incuestionable que con el tiempo ha ido perdiendo poder, pero de forma muy gradual y lenta. ¿Por qué? Desde luego no porque los gobiernos estadounidenses hayan sido eficientes. Ahora mismo tenemos un sistema totalmente disfuncional. EEUU no ha perdido la hegemonía por la falta de alternativas.

Si el dólar pierde su importancia ¿qué divisa puede sustituirlo? No el euro, desde luego, tampoco el yen, porque Japón sigue en declive. Posiblemente, la divisa china es la mejor situada, pero no cumple los requisitos necesarios para ser una moneda popular. Para que una moneda sea atractiva como divisa internacional, tiene que respetar las leyes, los contratos y la propiedad privada y  tiene que tener un mercado financiero bien desarrollado que permita a los inversores comprar activos en esa moneda. China no ofrece esto.

P. En un artículo reciente asegura que, hoy en día, muchos estados pueden ser acusados justamente de manipular los tipos de cambio, pero ninguno tanto como China. ¿Puede algo, o alguien, forzar a China a cambiar sus prácticas monetarias?

R. En principio, hay diversas formas de presionar a China, empezando por el Fondo Monetario Internacional. El organismo está autorizado gracias al artículo 4 del acuerdo a ejecutar una firme supervisión, identificar a los países que estén manipulando los tipos de cambio, y hacer saber qué país está haciendo eso y pedirle que cambie sus políticas. Pero la realidad es que el FMI ha sido siempre reacio a molestar a un país tan grande e importante como China. Así que año tras año se ha negado a identificar a China como un país que manipula las divisas. Lo mismo ocurre con el tesoro estadounidense, que está obligado cada seis meses a informar sobre la manipulación de divisas, y nunca ha etiquetado a china como un manipulador.

Todos sabemos que China está manipulando las divisas, pero la realidad política es que nadie quiere ir contra China y crear un conflicto, porque es muy grande e importante. Lo que ocurre es que, al final, la gente se queja de lo que están haciendo los chinos pero nadie toma cartas en el asunto, para no molestar a las autoridades chinas.

P. Tras el estallido de la crisis financiera la comunidad internacional insistió en la necesidad de reformular el capitalismo. Seis años después, ¿ha cambiado en algo el sistema?

A nivel estructural no. Seguimos teniendo un sistema basado en el mercado, que los gobiernos tratan de supervisar o regular. La naturaleza del sistema permanece exactamente igual. Lo que está pasando es muy representativo de lo que Karl Polanyi, un académico muy famoso de mediados del siglo XX, describió en su libro La gran transformación. Hablaba de un doble movimiento. En primer lugar los mercados innovan y, a menudo, esas innovaciones nos llevan a una crisis. Como resultado de esto, la segunda parte del movimiento tiene como protagonistas a los gobiernos, que intentan lidiar con los problemas creados por el mercado a base de regulaciones y nuevas formas de supervisión. Pero entonces los mercados crean nuevas innovaciones.

Lo que vimos en la primera década del siglo XXI fue como los mercados financieros innovaron, particularmente en EEUU, creando todos los instrumentos financieros derivados que nos llevaron a la peor crisis desde los años 30. Los gobiernos han tratado de ponerse al día, creando nuevas formas de regulación, como Basilea III, que impone nuevas regulaciones bancarias o la Ley Dodd-Frank en EEUU, que introduce nuevas formas de regulación, incluida la separación de la banca de inversión de la banca comercial. Son regulaciones introducidas por el segundo movimiento. Pero mucha gente que sabe de esto cree que no van a prevenir nuevas crisis en el futuro. No creo que el sistema haya cambiado, y tampoco creo que cambie. En el tipo de sistema en el que vivimos hoy el poder está ejercido por los actores privados del mercado, las multinacionales principalmente, y ningún gobierno es capaz de controlarlos.

P. Entonces, ¿no hay ninguna manera de cambiar el sistema?

R. Aparte de una revolución marxista, no. Lo mejor que podemos hacer es que nuestros sistemas políticos ofrezcan una regulación suficiente a la actividad mercantil, que aleje al sistema de crisis tan duras como la que estalló en 2008. Es una cuestión de gobernanza efectiva. Hoy en día la mayoría de nuestros gobiernos no son muy efectivos, incluido el mío propio, que está muy dividido. Mientras esto continúe, el balance de poder estará del lado del sector privado, y seguirá tomando riesgos, y mientras se tomen esos riesgos habrá siempre posibilidad de que estalle una crisis. No espero ver un cambio fundamental en la naturaleza del sistema, porque no creo que veamos una revolución, y además no la defiendo. Lo que espero es que nuestros sistemas políticos tengan la suficiente iluminación para introducir las regulaciones necesarias.

P. Como asegura, las grandes multinacionales tienen cada vez más poder ¿Es necesario contar con ellas para cambiar la regulación?

R. La gobernanza formal tiene que venir siempre de los gobiernos nacionales. Es ciencia ficción pensar en un mundo gobernado por las empresas. Así no funcionan las cosas. Los países siguen siendo los únicos que pueden usar legítimamente la fuerza. Esa es la base de la soberanía. A nivel global sólo los gobiernos pueden ejercer el control, pero sabemos que las grandes empresas son muy poderosas y tienen una enorme influencia. La única manera de que esa influencia sea controlada es mediante la cooperación entre gobiernos. De forma individual, los gobiernos tienen muy difícil controlar una multinacional, sólo pueden controlar lo que ocurre dentro de sus fronteras. La jurisdicción de los estados es limitada, pero el dominio de las empresas es global. La única forma para que los gobiernos igualen el poder de las empresas pasa por juntarse y cooperar.  Ahora mismo, el balance del poder está en el lado de las empresas, porque pueden tomar ventaja de las diferencias entre los gobiernos. Sabemos que para ejercer una correcta autoridad sobre estas se necesita una mayor cooperación, y para ello necesitamos un consenso y un liderazgo que no tenemos. Mientras, las empresas podrán ejercer una enorme influencia informal, y aunque los gobiernos sigan siendo los que ostenten el poder formal, las empresas seguirán influyendo en estos, a todos los niveles.

P. Está claro que necesitamos un nuevo Breton Woods, una nueva gobernanza a nivel supranacional, pero nadie está dispuesto a ceder soberanía.

R. Otra vez tenemos que hacer una distinción entre lo que necesitamos y los requerimientos políticos necesarios para llegar a ello. ¿Por qué tuvo éxito Breton Woods y ha durado décadas? Por dos cosas. En primer lugar, porque por aquel entonces había un consenso sobre un aspecto básico: que los tipos de cambios volátiles eran algo malo. Había acuerdo. Pero además había un liderazgo efectivo, una concentración de poder en manos de EEUU y Reino Unido. Compara la situación de antes con la de ahora. En primer lugar, no hay consenso sobre ningún principio básico. Lo que piensa EEUU y la UE es totalmente distinto a lo que piensa China. Por otra parte, el poder es cada vez más difuso. Son 20 países. No hay liderazgo como en 1944. Para que haya una mejora de la gobernanza internacional necesitamos un nuevo consenso y un liderazgo efectivo. No creo que tengamos nada de esto.

P. Hay quien piensa que la caída del comunismo precipitó también la caída en desgracia de ciertas ideas de raigambre socialista que, hoy en día, solucionarían parte de nuestros problemas.

R. Todo depende de lo que entendamos por socialismo. Si socialismo significa sustituir el control del mercado por el del estado, entonces no creo que sea una mejora. Tenemos suficiente experiencia con el capitalismo de estado para saber que no es efectivo. Pero lo que necesitamos es una combinación de dos cosas. En primer lugar, unas regulaciones suficientes, a nivel micro y macro, para que los riesgos y la inestabilidad no sean excesivos. Una regulación para que estemos seguros de que los monopolios no concentren demasiado poder y para que las instituciones financieras no tomen demasiados riesgos. El otro aspecto es una correcta redistribución de la renta, para que aquellos que tienen desventajas en el sistema de mercado tengan una red de seguridad, un sistema en el que la gente esté protegida de la bancarrota y el desempleo, para que la gente con dificultades sobreviva. Esto es lo que necesitamos. Es socialdemocracia más que socialismo. Tenemos que entender que una economía exitosa no es una economía que esté basada únicamente en el mercado, y tampoco en una planificación central, sino una combinación comprometida entre la gestión gubernamental y la iniciativa privada.

P. En su país estas ideas son tremendamente impopulares.

R. Sí. Desafortunadamente, la ideología dominante en EEUU es la que asegura que el gobierno es el enemigo. Pero la gente no entiende hasta qué punto se beneficia de la intervención gubernamental. A la vez que critican al gobierno disfrutan de subsidios, utilizan las infraestructuras que ha creado el gobierno, el Medicare… La realidad es que la gente no está educada sobre lo positivo que un gobierno puede ser.

Es un problema histórico. En EEUU la ideología dominante ha sido siempre el capitalismo de libre mercado, y se ha creado un cierto mito sobre los beneficios de un gobierno mínimo. Pero la realidad es que el gobierno ha estado ahí siempre. Un buen ejemplo, hoy en día, es la reforma del sistema médico, el conocido como Obamacare. Es muy interesante las encuestas que se han realizado, en las que se pregunta a la gente sobre distintos aspectos del Obamacare. Ves lo que han contestado en todas las preguntas, y están de acuerdo con la reforma, pero al final les preguntan si están a favor de Obamacare y dicen “no”. El partido republicano ha convencido a las personas de que Obamacare significa un mayor control gubernamental, y la mayoría de personas en EEUU, desafortunadamente, no están los suficientemente bien informadas como para darse cuenta de que se beneficiarían de Obamacare. En mi país hay mucha gente, la mayoría, que cree que un estado fuerte es por definición un mal estado. Ya lo decía Reagan: “el gobierno no es la solución, es el problema”.

domingo, 14 de junio de 2020

Pensamientos ajenos sobre pobreza y corrupción

"Va a dejar de haber pobreza cuando dejen de robar, va a haber instituciones cuando dejen de mentir.“ —  Elisa Carrió política argentina 1956

"No hay otra alianza con Dios que No mentir, No robar y No votar contra los pobres.“,  Elisa Carrió política argentina 1956

"Si a vos los de arriba te enseñan a robar, vos vas a robar; si te enseñan a mentir, vas a mentir. ¿Qué hacer con un poder que miente y roba todos los días? ¿Qué puede hacer una maestra y cómo les explica a los chicos que no deben mentir porque sino sus vidas van a ser difíciles, si el chico ve la vida exitosa de los que roban y mienten? Tenemos que tomar esa decisión“ —  Elisa Carrió, 1956

"Era un poco como robar. Era exactamente como robar. Era de hecho, robar. Pero no había ninguna ley que lo prohibiera porque nadie sabía que el crimen existía, ¿y acaso se podía llamar robo cuando nadie echaba de menos lo robado? ¿Y acaso era robar si se robaba a unos ladrones? En cualquier caso, toda propiedad es un robo, salvo la mía" —  Terry Pratchett, 1948

martes, 26 de mayo de 2020

La miseria del liberalismo

Cada cierto tiempo se reitera la misma noticia: un niño cae a un pozo e intentan rescatarlo mejor vivo que muerto. Quizá por ello los telediarios no dedican mucho tiempo al periódico asunto en estos tiempos groseros e impíos. Con frecuencia, también, es cansino constatar cómo la banca sigue tomándose la justicia por su mano (suponiendo que banca y justicia no sean lo mismo, como ya demostró Juan March) no solo en cuestión de hipotecas y manipulación judicial, sino también en la extrajudicial, recurriendo a policías públicos para que les hagan el trabajo sucio. Si ya hay jueces ¿para qué recurrir a la mafia? ¿Para qué matar a alguien si podemos subirle el sueldo u otorgarle un mejor cargo? Sillas giratorias. Cuán feo, cuán obsceno es que se desestime la contratación de un ejecutivo bancario porque pide cincuenta milllones en vez de cuarenta y nueve coma nueve, mientras informan de que "se" va a  despedir a la cuarta parte de su personal porque la robotización y la informática ya empiezan a ser los únicos que trabajan en España.

Al respecto me cabían dos esperanzas: la de que el dicho niño siguiera vivo tras trece días sin agua ni alimento, y la de que la banca pagara algo de lo que nos debe o los gobiernos que la babean repartieran la pobreza. Creía más en la primera que en la segunda. Solo hay que ver lo que dicen en el frío foro de Davos, un lugar de la bancaria Suiza que a los especialistas en lengua y literatura solo nos suena porque en sus hoteles se inspiró Thomas Mann para escribir La montaña mágica, suprema metáfora de la impotencia que motivó dos guerras mundiales. ¿Qué hace más daño a la sociedad, pregunto? ¿Un pozo abierto para que caiga un niño o los millares de pozos que abre la banca para que caiga en la miseria la clase media y puedan seguir repartiéndose la parte del león las veintinueve familias que poseen la mitad de la riqueza mundial? 

Ya han nacido dos clases que van aislándose en forma de nuevos estamentos medievales, la que con nuevas palabras llaman hiperburguesía y el precariado. Desaparecida la clase media y del todo alienado el proletariado, que ya solo es un lumpen, por ahí asoman también otros neologismos: poscomunismo, posreligión. Que en francés incluso ya han dejado de ser un neologismo.

En humanidades denominamos justicia poética al final de una historia en que, tras haber perdido, gana a fin de cuentas el bueno; pero ya lo avisó Albert Camus: "En España aprendió mi generación que no siempre ganan los buenos". Hay que llamar a la justicia / política española una justicia antipoética, un barrizal mierdero: el bueno acaso gane en primera instancia, pero al final siempre vencen los malos (si es que los buenos no han muerto de viejos). No es una sociedad garantista; no hay derecho "a un juicio rápido", como dice la enmienda de los useños. Robar a los pobres para socorrer a los ricos es algo que siempre hacen los cabrones de derechas o de izquierdas, llámense Maduro o Rita Barberá. Y por ahí anda alguien rehaciendo refranes: "No es más rico el que más tiene, sino Amancio Ortega". La hiperburguesía es lo que en seudocastellano podríamos llamar gente Premium. Que tiene algo de primero, de pariente, de mío y de ganancia consensuada en el nombre: el fruto de un buen creativo publicitario. Podría haber sido el rótulo de un polo de chocolate. En cuanto a los otros, está claro: no es que los hiperburgueses los quieran menos: es que aman a su dinero más. La excusa que, en otro sentido, sirvió a Bruto para matar a César. Y más o menos lo de Leopoldo II de Bélgica, que se arrogaba el título de civilizar a los negros, pero solo quería su guita. El precariado es eso: los economistas que he visto cuidando viejos, los filósofos que sirven hamburguesas y esos historiadores que limpian retretes. ¿Qué verán mis hijos?


El artículo 16 de la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano (1789) señala que «Una sociedad en la que no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de constitución». Esto es, si los derechos necesitan garantías para no ser papel mojado, el Estado debe extraerlas de los impuestos. Y, habida cuenta de que es insuficiente el control y contrapeso que debe tener el único poder que hace lo que le da la gana, ajeno a la única limitación que tiene, el voto, es el poder legislativo, conviene desarrollar organismos que lo limiten, empezando, por ejemplo, por destruir de una vez por todas las famosas epiqueyas a que da lugar su inviolabilidad, su inmunidad y su aforamiento. Ya que sin justicia es imposible todo progreso, conviene ante todo depurar las estructuras de parásitos morales.

Desde la famosa Constitución de Weimar de 1919 viene siendo un objetivo primordial desarrollar el aparato estatal para cumplir un propósito esencial: hacer más válido al ciudadano. Eso no se puede hacer sin redistribuir la riqueza, sanear su cuerpo y aumentar su educación. Y no se logrará solo con una Constitución de papel. Supone unas políticas de recaudación progresivas para fundar y sostener un estado del bienestar.

En el estado del bienestar moderno se reconocen los derechos de las minorías, empezando por las mujeres (que, en realidad, son mayoría demográfica). Se prohíbe el trabajo infantil, se autorizan las minorías sexuales no lesivas. Se intenta nivelar la diferencia entre partes en el contrato de trabajo y en el suscrito entre empresas y consumidores. En Latinoamérica se han empezado a reconocer los derechos civiles y culturales de las minorías indígenas, algo en lo que los estadounidenses y sudafricanos ya nos llevan alguna ventaja. En estos países incluso se les ha permitido a veces alguna jurisdicción, instituciones y un derecho propios. Un punto de inflexión en dicho desarrollo fue el Convenio 169 de la OIT de 1989, que amparó a pueblos tribales independientes regidos por sus propias costumbres tradicionales o legislación, y a los pueblos indígenas u originarios dentro de países independientes, sometidos con frecuencia a genocidio, como los uigures y tibetanos de China, los rohinyás de Birmania o los maoríes de Australia. 

A finales del XIX y principios del XX el proyecto liberal requería serias correcciones porque solo reconocía la igualdad formal y no la material. Un derecho que trata igual a pobres y ricos, a empresarios y trabajadores, a indígenas y a ciudadanos ordinarios, etcétera, no solo no ofrece soluciones, sino que agrava los problemas: el derecho tiene que reconocer diferencias: las personas no pueden ser vistas todas igual, eso es lo mismo que no verlas, y la justicia necesita quitarse la venda para no ser ciega. Hay que entender que las personas son iguales, pero se desenvuelven en unos contextos tan distintos que es preciso y necesario que el Estado las proteja y regule de algún modo. El derecho liberal se ocupa solo del individuo, pero ¿qué pasa con los colectivos? Los derechos sociales conquistados penosamente son: un máximo de horas de jornada laboral, una edad mínima para el trabajo, el derecho al descanso, el derecho a medidas de protección en el peligro del trabajo, los periodos vacacionales pagados, la indemnización por despido improcedente, el salario mínimo, etc. Para evitarlo la hiperburguesía ha contraatacado creando el precariado y privatizando y vaciando las arcas del Estado para impedir cualquier forma de garantismo. 

Por lo cual debe avanzarse en el reconocimiento de derechos sociales y políticos, no solo con tímidas reformas legislativas y papeleras, sino de forma garantista, con el nacimiento de una serie de instituciones y principios que constituyan un punto de partida y no de detención del derecho: se trata de los llamados derechos fundamentales de segunda generación (la primera fue la de los derechos civiles y políticos del primer constitucionalismo liberal): la salud, el trabajo, el descanso, la vivienda, la educación, la seguridad social, que empiezan a ser concebidos como cuestiones que competen al Estado, ya que son factores que no puede controlar un individuo por sí mismo y ante las cuales debe tener un papel más o menos activo. La pobreza, la enfermedad, la marginalidad, la muerte y otras desventuras comunes en la vida de las personas, son accidentes. Eso quiere decir que cualquiera puede verse afectado por ellas; no dependen, en definitiva, de la voluntad de los sujetos, ni de su diligencia. Siendo este el principio, el Estado, en cuanto organización social colectiva, debe asumir la asistencia a las personas en lo que a estas cuestiones respecta. De ese deber de asistencia derivan derechos sociales que luego se desarrollan en mayor o menor medida en la práctica: derecho a obtener prestaciones sanitarias suficientes en caso de enfermedad, derecho a la educación aun cuando no se cuente con los medios para pagarla, derecho a la vivienda, derecho a una jubilación, a descanso, a pensión de invalidez y viudedad, etc. El estado de bienestar supone acciones positivas del Estado para conseguir estos fines y garantizar así un bienestar colectivo que distribuya, entre todos, el coste de estos accidentes. Es esto lo que llaman los juristas la socialización del derecho. 

La seguridad social responde a un problema cada vez más frecuente, de gran perjuicio social. El individualismo burgués culpabiliza de problemas incontrolables a quien los padece y su entorno familiar. Un accidente, una enfermedad o la vejez son hechos que ponen en situación de vulnerabilidad a la persona que los vive y a quienes tienen que cuidar de ella. El Estado liberal del XIX no respondía a estas cuestiones y lo dejaba a la caridad privada; la religión era más fuerte entonces que ahora. Quien no puede trabajar no recibe ningún tipo de compensación y, quien no tenga medios para subsistir sin trabajar, no puede dejar de hacerlo nunca, sin importar lo avanzado de su edad. Diversos movimientos sociales generaron instituciones para paliar los efectos de estos problemas. Se fundaron mutualidades para acudir en ayuda de los accidentados y otras destinadas a la mantener a los que por edad ya no pueden trabajar. Lo solucionaban gremios, colectivos e instituciones de caridad, y en el siglo XIX meros filántropos en el primer Estado liberal o sindicatos. Esas prestaciones irán fraguando en derechos sociales y, aun estando al principio en manos de colectivos de trabajadores, se van convirtiendo en prestaciones públicas en manos del Estado.

Tras las dos feroces guerras mundiales y sus adyacentes, se abrió la puerta a la socialización de los costes por los daños realizados contra el ser humano en general por la fatalidad. Esta política redujo de forma extraordinaria la marginalidad y la pobreza, aseguró un estándar de vida medio-alto a la mayoría de la población y abrió oportunidades que antes estaban reservadas para las clases altas a sectores extensos de la población. En todo caso, el mérito del estado de bienestar entendido de la manera que expongo no fue tanto el cuánto da o reparte el Estado, sino bajo qué principio: el de la solidaridad (es decir, responder como conjunto social a las desgracias, los accidentes y la mala fortuna de aquellos que la componen).

Quisiera saber de cuánta solidaridad son capaces algunos.

sábado, 23 de mayo de 2020

Discurso del gran jefe indio Seattle, 1855

El Gran Jefe Blanco de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.

Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.

Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.

La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.

Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo.

No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.

¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.

El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.

Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.

¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.

Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.

Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.

Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.

Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.

Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.

La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.

Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.

Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.

¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.

La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

lunes, 18 de mayo de 2020

Discurso, o más bien monólogo, de Greta Thurnberg

Mi mensaje es que os estaremos vigilando. Todo esto está mal. No debería estar aquí. Debería estar de vuelta a la escuela al otro lado del océano. ¿Por qué sin embargo todos ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven? ¡Han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías! Y sin embargo, soy una de las afortunadas. La gente está sufriendo. La gente está muriendo. Ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva... y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas, de crecimiento económico eterno.

Durante más de 30 años, la ciencia ha sido clara como el cristal. ¿Cómo os atrevéis a seguir desviando la mirada y a venir aquí diciendo que estáis haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?

Decís que nos escucháis y que entendéis la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté: no quiero creer eso. Porque, si realmente entendisteis la situación y aún no actuasteis, entonces serías perversos, y me niego a creerlo.

La idea popular de reducir nuestras emisiones a la mitad en 10 años solo nos ofrece un 50% de posibilidades de permanecer por debajo de 1.5 grados Celsius y de reducir el riesgo de desencadenar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano.

El cincuenta por ciento puede ser aceptable para ustedes. Pero esos números no incluyen puntos de inflexión, ni la mayoría de los circuitos de retroalimentación y calentamiento adicional ocultos por la tóxica contaminación atmosférica o los aspectos referentes a la equidad y justicia climáticas. También dependen de que mi generación absorba cientos de miles de millones de toneladas de su CO2 fuera de la atmósfera con tecnologías que apenas existen.

Por tanto, un riesgo del 50% simplemente no nos es aceptable: nosotros somos quienes tenemos que vivir con las consecuencias.

Para albergar un 67% de posibilidades de permanecer por debajo de un aumento de temperatura global de 1.5 grados, las mejores probabilidades concedidas por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el mundo tenía 420 gigatoneladas de CO2 para emitir el 1 de enero de 2018: hoy esa cifra ya se ha reducido a menos de 350 gigatoneladas.

¿Cómo os atrevéis a fingir que esto se puede resolver con "negocios como siempre" y algunas soluciones técnicas? Con los niveles de emisiones actuales, ese presupuesto restante de CO2 desaparecerá por completo en menos de 8 años y medio.

Hoy no se presentarán soluciones o planes que asuman estas cifras, porque estos números son demasiado incómodos. Y todavía no sois lo suficientemente maduros como para decirlo como es. ¿Cómo os atrevéis?  Nos estáis fallando. Pero los jóvenes están comenzando a comprender vuestra traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre vosotros. Y si elegís fallarnos, yo digo: nunca os perdonaremos.

No dejaremos que os salgáis con la vuestra. Justo aquí es ahora donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y el cambio está llegando, os guste o no.

Gracias.

sábado, 9 de mayo de 2020

Solaris

Es el nacionalismo el que impide tratar los problemas humanos básicos en su conjunto, ya que es divisor y corruptor, como todo organismo patógeno que produce fiebre, gangrena y, finalmente, amputación. Un virus que nace chino termina por hacerse mundial y hasta una guerra local se vuelve tan infecciosa que llega a ser planetaria; así que un problema global como el nacionalismo no necesita soluciones particulares o nacionales. El nacionalismo es un mal, no se dude: no en vano ha provocado la mayor parte de las guerras hasta ahora. Ojalá nos demos cuenta de que solo existe la nacionalidad humana, cuyo documento de identidad es el ombligo, no la piel, la cultura, las creencias o el dinero: entonces podremos empezar a solucionar de verdad los problemas médicos, educativos y sociales que acongojan a la especie: nos afectan a todos, aunque creamos que no es así. 

Si hubiera una federación extraterrestre, y La Tierra presentara una solicitud para ingresar en la misma, pienso que nos tratarían igual que la Unión Europea trata a Turquía, que ha sostenido siempre pretensiones parecidas y siempre ha sido rechazada por suscitar problemas semejantes a los que impiden una unión más perfecta, e pluribus unum. Nos rechazarían cortésmente y nos dirían que, ejem (abreviatura de Es Jodido Explicarlo Más)  no reunimos los requisitos mínimos de democracia, libertad, estabilidad, currículum histórico etcétera. Lo menos que se podría pedir a un ente político que lo pretenda es que se tenga por digno para aportar algo y no haya cometido un genocidio ni incurrido en guerra alguna en al menos cien años... quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra: solo se salvan los nórdicos y los suizos, muchos de ellos quisquillosos y escépticos en unirse a clubes que los admitan como miembros.  

Somos violentos, pero solo es porque la maldad se aprende mejor que la bondad; tal vez porque lo que se enseña en la escuela es lo contrario de lo que se enseña en la televisión y en la sociedad. Nadie está exento de violencia, sobre todo de aquella que es la peor de todas aunque la menos "combatida", la violencia intelectual, que consiste en mentir de forma generalizada con ideologías, religiones y demás soluciones perfectas a problemas siempre imperfectos, y en quedarse en las premisas para evitar razonar y llegar a las conclusiones y a los acuerdos. No es extraño que en el seno de cualquier violencia emocional o física se encuentre siempre una mentira, una separación de la verdad. Y el nacionalismo es una.

La mentira más típica es la del ego mayúsculo: el pensar que uno es el todo, y no una ínfima parte de nada. Es el problema que padecen los maltratadores (...y sobre todo los y las maltratadas, que son siempre las víctimas de quienes se creen ser víctimas), los países naciomatones y los hablistanes (el arte no anónimo es, en cierta manera, una forma de volverse paranoico). No sé de dónde nos viene tanta enfermedad espiritual; ¡como si no nos bastase con las materiales!

Un admirable escritor polaco, el más famoso probablemente del siglo XX, discípulo de Swift, el maestro de Voltaire, nos puede aclarar bastante las cosas; usa el humor para relativizarlo todo, pero también escribe a veces parábolas realmente inquietantes, como Solaris. En esta novela unos astronautas humanos estudian un planeta cubierto del todo por un enorme océano que es enteramente un cerebro orgánico, pero completamente ignorante. Los sueños de los astronautas se reflejan como ecos en él y se proyectan en la estación orbital donde moran en forma de tulpas, copias materiales e incluso conscientes de sus obsesiones y arquetipos (la denominación proviene del budismo). Eso produce una gran destrucción en la nave. Pero  como es un supuesto bastante repetido y casi tópico, en la ciencia-ficción (también aparece en Esfera, de Crichton, o en La llegada, y se insinúa en algunos pasajes de Borges y Dick) conviene interpretarlo: acaso cualquier forma que combine elementos irracionales con estructuras organizadas, cualquier construcción cultural con fundamento en la falsedad y la fantasía, incluidas las ideologías, las creencias y las pasiones, son realmente formas de autodestruirnos. E irán creando tulpas, seres que parecen humanos pero no lo son, copias políticas inútiles y huecas. 

Stanislaw Lem, psicólogo, científico y filósofo notable además, se lo tomaba con distanciamiento, con humor. En cuento especuló con que el origen de la vida en la Tierra procedía de un condón usado que había quedado en el cubo de la basura de una nave extraterrestre que había hecho una escala técnica en este planeta hace millones de años. Otro motivo para echarnos de la federación extraterrestre: haber quebrado la normativa medioambiental de la galaxia.

Todo esto se ha dicho hace mucho. Por ejemplo, en El sueño de Escipión. El imperio romano era un sueño, un concepto que pretendía unirnos a todos bajo el abstracto ideal de una misma justicia, o del ecumenismo helenístico, simplemente. Todo eso se derrumbó desde la peste Antonina. En tiempos más actuales los surrealistas dijeron que había que escribir con la indiferencia de un muerto: esa distancia, al contrario de lo que pueda parecer, ofrece la oportunidad de ser más piadosos con nuestra misma especie de lo que somos con nuestro entorno o nuestro planeta, Gaia.

domingo, 26 de abril de 2020

lunes, 27 de enero de 2020

La mona vestida de Zara

No es muy alentador que la única utopía política avanzada que haya podido constituirse realmente sobre la Tierra sea la de los monos bonobos. Vegetarianos, feministas (son matriarcales), igualitarios, antimonógamos, permisivos con los LGBT, pacifistas con los extraños: no hay más que pedir. Solo en la República de Platón se pinta un estado semejante, sumido en la paz que da tener solamente lo compartible y lo necesario. Es más, al contrario que los políticos y los haters, que ni siquiera se reconocen con su nombre, los bonobos pasan la prueba de identificarse ante el espejo perfectamente.

En su sexual y confortable organigrama se encarna aquello que el anarquista americano Henry David Thoreau definía como el gobierno ideal: el que no gobierna en absoluto. Sus ciudadanos han sido educados con tanta perfección que no necesitan gobierno  (y hete aquí por qué los políticos nefastos descuidan siempre la educación: ser innecesarios les quitaría el oficio, causa esta ingénita de su inseparable y paralizante burocracia).

Los antropólogos consideran demasiado evolucionados e inteligentes a los bonobos como para incluirlos en el género homo, fango revuelto,  nada evolucionado y apenas consciente, que dirían los hombres de negro, así que tenemos que consolarnos con ser sus primos. Al menos mientras duren, ya que los persiguen y se los comen a buen ritmo, pese a lo cual han resistido con su bonobo's way of life más de un millón de años; algo tendrán de darwinianos.

Pero los bonobos, pese a que pueden aprender lenguajes de quinientas palabras, nos parecen tontos y atrasados. Quizá porque la cultura, el arte y la ciencia nacen de la violencia, un vicio cuyo origen se disputan dos teorías; la hipótesis del cazador, y la de René Girard, muy sugestiva, según la cual lo violento constaría de tres elementos: el uno, el otro y el deseo de lo que el otro no puede dividir ni compartir a causa de su naturaleza; la evolución de este deseo de todos por aquello que no se puede dividir ni compartir entre todos acaba por destruir mediante la violencia o la guerra ese mismo objeto de deseo, a fin de salvar la sociedad y lo que sí podemos compartir... Si no se simboliza con ritos y mitologías de sacrificio de chivos expiatorios.

Me acuerdo de que Charlton Heston preguntaba a sus compañeros astronautas, recién aterrizados en el Planeta de los simios, por qué habían querido marcharse tan lejos; dos decían que por el deseo de saber, de explorar. Heston, porque no cesaba de preguntarse "si no habría en algún rincón del universo algo mejor que el hombre". Tal vez lo que los tres astronautas iban buscando era simplemente a sí mismos, ya que somos lo único que no podemos compartir. El ego es como cagar: ningún otro lo puede hacer en lugar de uno. Y no hay ego más desarrollado que el del sobrehombre nietzscheano. En cuanto a lo de saber, si a cualquier profesor de alumnos chillones e incorregibles les lees aquello con que Aristóteles comienza su Metafísica: "Es natural en los hombres querer saber", se descojonarían vivos de risa. Algunos lo único que quieren es solamente lo que los bonobos. Quizá no haya que ir más lejos.

Un misántropo inteligente como Swift preguntaba a los virtuosos e impronunciables houyhnhnms, en todo semejantes a los caballos, cómo resolver el problema humano, esto es, el de la existencia emporquerizadora de unos repelentes y destructivos yahoos que por ejemplo ahora están quemando las selvas, extinguiendo ballenas y demás especies, ensuciando el aire y agujereando el ozono. Y como a los caballos les parecía demasiado cruel exterminarlos, proponía castrarlos de jóvenes para que así fueran desapareciendo paulatinamente. No me parece mala solución, si no fuera porque algunos no pueden vivir sin su cosa, sin el gancho que une a la sociedad. Pero con la ayuda del gobierno, no lo duden, pronto desapareceremos: solo hay que ver las ayudas familiares, que no dan ni para pipas, y el índice de despoblación.

Swift observa que en el lenguaje de sus caballos inteligentes no hay manera de mencionar los vicios sino por medio de circunloquios o rodeos; y se muestra en eso muy acertado, pues se ha demostrado científicamente que hay más vocablos para lo malo que para lo bueno: en todas las lenguas humanas se elogia con menos palabras que se insulta, y son más variados y coloridos los matices de lo feo que de lo hermoso. También Platón tiene que ver en eso, ya que para él hay muy pocas maneras de hacer el bien, y por el contrario muchas y muy variadas de hacer el mal.

Tal vez por eso, después de todo, echó a Platón de Siracusa el tirano Dionisio, de la misma manera que él echaba de su República a los poetas: decía cosas demasiado bonitas a la gente, como, por ejemplo, que podían ser bonobos.

viernes, 1 de junio de 2018

Inteligencia colectiva

Varias cabezas piensan mejor que una
ELENA SANZ, El Mundo, 30 may. 2018 01:59

Existen numerosas evidencias científicas que confirman que los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado

Año 1906. Feria de ganado en una campiña al oeste de Inglaterra. Una muchedumbre se agolpa alrededor de un colosal buey. "¡Hagan sus apuestas señores! ¡Atrévanse a adivinar a ojo de buen cubero cuánto pesa el ejemplar por sólo seis peniques!", grita alguien. Un divertido concurso rural que no hubiera tenido la menor importancia si no le hubiera dado por asomarse por allí a un estadista llamado Francis Galton, al que le encantaba analizarlo todo. Aquello despertó su curiosidad. Pidió copia de las 800 apuestas que habían hecho los agricultores y ganaderos locales. Y comprobó que, si las analizaba individualmente, había respuestas de todo tipo, algunas totalmente disparatadas, otras que no andaban demasiado lejos. Pero cuando calculaba la media de las respuestas, ¡'voilà'!, ésta coincidía casi exactamente (con un margen de error de sólo un 1%) con el peso del animal. Así fue como, en una recóndita feria de ganado, Galton llegó a una interesante conclusión: los colectivos son más listos que la mayoría de los individuos por separado. La inteligencia común supera a la de la suma de las inteligencias individuales.Ideas genialesLa teoría de Galton -que publicó la revista 'Nature'- no sólo no ha sido desmentida con el tiempo. Un siglo después, existen aún más evidencias de que en grupo pensamos mejor que solos. Incluso hay iniciativas exitosas basadas en este fenómeno, como las plataformas 'crowdsourcing', que tienen su máximo exponente en Wikipedia, o las iniciativas de co-creación e innovación abierta, que pretenden que surjan ideas geniales pensando en masa. Eso sí, en estos años hemos añadido algunos matices. El más importante de ellos es que las multitudes son más inteligentes que los individuos en muchas ocasiones pero, sobre todo, "en esas situaciones en las que hay opiniones muy diversas (no solamente 'sí' o 'no') y podemos conseguir que las personas las expresen de manera independiente", tal y como le explica a ZEN Bahador Bahrami, neurocientífico y experto en comportamiento humano del University College de Londres. En otras palabras, la inteligencia colectiva funciona mejor cuando ignoramos lo que responden los demás.Si las personas comparten información antes de contestar, empiezan a notarse los efectos de la influencia social, es decir, nuestra "tendencia a cambiar opiniones y preferencias observando lo que otros piensan", aclara Bahrami. Neurocientíficamente tiene sentido: somos animales sociales, y en cierto modo actualizamos nuestras ideas escuchando a los demás. "Nosotros mismos hemos demostrado incluso que somos más fácilmente influenciables cuanta más cantidad de materia gris tenemos en la corteza orbitofrontal lateral del cerebro", explica el investigador. Sin embargo, esta flexibilidad social no nos beneficia a la hora de resolver ciertos problemas en grupo, sino todo lo contrario.ExperimentoLa última prueba de ello la puso sobre la mesa el mes pasado un equipo de investigadores estadounidenses de la Universidad de Harvard y el Instituto de Santa Fe. En su experimento no trabajaban con bueyes sino con tarros de caramelos. Les pedían a distintos sujetos que dijeran una cifra "a ojo" de cuántas golosinas había en los botes. De esta forma, comprobaron que si a los participantes se les informaba de que otros compañeros habían propuesto cifras mucho más altas que las suyas, casi siempre modificaban su respuesta. Con un desastroso resultado, porque al "rectificar", la media se alejaba de la realidad. El cálculo era mucho más atinado cuando nadie compartía información. Dice Bahador Bahrami que también hay que tener en cuenta que la fiabilidad de la inteligencia grupal depende del tipo de problema que se aborde. "Si el asunto requiere conocimientos expertos, entonces los grupos no lo hacen tan bien; pero si la pregunta es una sobre la que cualquiera tiene alguna noción, aunque sea imperfecta, como por ejemplo '¿cuál es la altura de la Torre Eiffel?', ahí los colectivos son sin duda mucho más listos que los individuos por separado", aclara.