I
Un tsunami de ira desborda a la sociedad de Marruecos. En El País, por Juan Carlos Sanz, Tánger - 03 OCT 2025:
Las protestas de los jóvenes para reclamar mejoras sociales reflejan el malestar acumulado por la desigualdad económica en un país en crecimiento que se dispone a organizar eventos deportivos globales
Hace poco más de dos años, Jadiya Ryadi, dirigente histórica de la Asociación Marroquí para los Derechos Humanos (AMDH), reconocía en medio de una minoritaria concentración ante la sede del Parlamento en Rabat la escasa capacidad de convocatoria de sus protestas sociales. “Hace mucho tiempo que no logramos reunir a mucha gente en las manifestaciones”, admitía la responsable de la AMDH, organización que ejerce como conciencia crítica tolerada del país magrebí. “Pero el malestar ya ha generado un movimiento en marcha, aunque aún no está organizado. El descontento no deja de crecer, a mucha gente ya no le llega para comer”, remachaba, “y la gota está a punto de desbordar el vaso”.
El pasado miércoles, la muerte de tres manifestantes en el área metropolitana de Agadir, en el sur de Marruecos, en los disturbios registrados en un puesto policial que cientos de jóvenes intentaron asaltar, mostró que el tsunami de la ira ciudadana ya se ha desbordado en la sociedad marroquí. Las protestas que han convulsionado el país en la última semana fueron impulsadas inicialmente por sectores de jóvenes de clase media y convocadas, a través de redes como TikTok o plataformas de juegos en línea como Discord, por el grupo GenZ 212: un nombre que hace alusión a la Generación Z o posmilenial (nacidos entre 1995 y 2010) y el prefijo telefónico internacional de Marruecos.
Las fuerzas de seguridad intervinieron para disolver las concentraciones no autorizadas, pero sin contundencia. Las movilizaciones han continuado también durante la noche del jueves, aunque con menor intensidad que en la jornada anterior. En Tánger, las marchas se desplazaron hacia la periferia de la capital del norte ante el masivo despliegue de seguridad, patente también en el aeropuerto Ibn Batuta. En Tetuán, antigua capital del Protectorado español sobre Marruecos, una multitudinaria manifestación coreó las consignas de las reivindicaciones juveniles, donde ondeaban banderas festivas de personajes del cómic manga y no las viejas enseñas revolucionarias, como sucedió en Nepal y Perú recientemente.
A partir del lunes y el martes se fueron sumando a las movilizaciones jóvenes de sectores desfavorecidos, de ese 25% de marroquíes de entre 15 y 24 años que ni estudia ni trabaja. Ese grupo engloba a los hinchas juveniles de los equipos de fútbol que se enfrentan cada fin de semana con los antidisturbios y a los marginados de las barriadas periféricas y los pueblos aislados. En Marruecos, el 55% de los menores de 30 años piensa en emigrar por razones económicas, según el Barómetro Árabe, el principal estudio social para el norte de África y Oriente Próximo.
El Gobierno ha contabilizado al menos 354 personas heridas en los disturbios registrados el miércoles en 23 provincias, de los que 326 son miembros de las fuerzas de seguridad, con daños en 446 vehículos, incluidos 271 coches policiales, así como la destrucción de 80 instalaciones privadas y públicas. Las protestas han cobrado mayor intensidad en el sur del país, donde en septiembre fallecieron ocho mujeres embarazadas a las que se practicaron cesáreas en un hospital de Agadir, unas muertes atribuidas por medios locales al mal estado del material anestésico.
Las movilizaciones de GenZ 212 surgieron precisamente para exigir mejoras no solo en la sanidad, sino también en materia de educación y empleo, así como para denunciar la corrupción en la Administración. El 72% de los ciudadanos reconoce que las prácticas fraudulentas están muy extendidas, según la encuesta elaborada por el organismo oficial Instancia Nacional de Probidad, Prevención y Lucha contra la Corrupción.
Muchos de los jóvenes que se manifiestan estos días en las calles de Marruecos con la bandera del reino jerifiano dan vivas al rey Mohamed VI, pero exigen la dimisión del primer ministro, el conservador Aziz Ajanuch (en la noche del jueves los manifestantes la reclamaron abiertamente). El jefe del Gobierno se muestra ahora dispuesto a responder a las demandas de los jóvenes y a abrir, según informa Efe, “un diálogo y un debate dentro de las instituciones y los espacios públicos” y a “acelerar la implementación de políticas públicas que respondan a las demandas sociales”.
Mientras el Ejecutivo intentaba aplacar la ira juvenil, el monarca de la dinastía alauí presidía un acto religioso en la principal mezquita de Rabat para conmemorar el 26º aniversario de la muerte de su padre, el rey Hasán II, fallecido el 23 de julio de 1999. Mohamed VI ha multiplicado en las últimas semanas sus apariciones públicas tras sus vacaciones de verano en la costa mediterránea del norte del país. Algunos de los actos a los que ha asistido tienen que ver con las ingentes inversiones ante la celebración del Mundial de Fútbol de 2030, que Marruecos coorganiza con España y Portugal.
“Es inconcebible que un país que se dispone a organizar una Copa del Mundo de Fútbol tolere este sufrimiento”, decía el campesino Said Ait Mehdi hace un año ante los restos de su casa en una aldea del Atlas, donde la mitad de las viviendas resultaron destruidas por el terremoto que golpeó el Alto Atlas en 2023. Ait Mehdi fue juzgado y encarcelado a comienzos de este año tras haber encabezado concentraciones ante el Parlamento en Rabat por el retraso en la reconstrucción de las casas dañadas por el seísmo.
II
Las protestas de jóvenes en Marruecos para exigir mejoras en sanidad y educación derivan en disturbios en varias ciudades. La Fiscalía de Casablanca anuncia la detención de 24 personas, seis de ellas menores, por bloquear una carretera. En El País, EFE / El País, 3-X-2025:
Las protestas juveniles convocadas desde el sábado en Marruecos para exigir reformas en los sectores de la educación y la sanidad, y que habían sido prohibidas por las autoridades, derivaron este martes en disturbios en varias ciudades del país. La Fiscalía de Casablanca ha anunciado la detención de 24 personas, entre ellas seis menores, tras bloquear el pasado sábado la vía rápida interna de Casablanca, en el marco de estas protestas juveniles. Asimismo, el martes fueron presentados ante la Fiscalía 37 manifestantes y el ministerio público decidió procesar a 34 de ellos en libertad provisional y a tres en prisión preventiva.
Las protestas se han registrado después de que el pasado septiembre murieran ocho mujeres embarazadas a las que practicaron cesáreas en el hospital Hassan de la ciudad sureña de Agadir. Las ocho muertes —provocadas, según algunos medios locales, por el mal estado del anestésico— sacaron a la luz las carencias del sistema de salud público. El director del hospital y la directora provincial de salud fueron despedidos. Pero eso no frenó la convocatoria de manifestaciones pacíficas en varias ciudades del país.
Tras las muertes de Agadir nació en las redes sociales un grupo anónimo que se autodenomina GENZ 212 (generación Z) y que usa en su nombre los tres dígitos del prefijo telefónico internacional de Marruecos (+212). La generación Z abarca a las personas nacidas aproximadamente entre finales de los noventa y principios de 2010. El grupo reivindica mejoras en la educación y la sanidad pública. También critica el gasto en grandes infraestructuras destinadas al Mundial de Fútbol de 2030, que coorganiza Marruecos junto a España y Portugal. Uno de los lemas de las protestas señala: “Hay estadios, ¿pero dónde están los hospitales?”.
El pasado 23 de septiembre el semanario marroquí Tel Quel denunció que se estaba impidiendo por la fuerza las manifestaciones. “Este episodio”, señalaba la revista, “es sintomático e ilustra una realidad: las protestas en torno a la crisis hospitalaria están creciendo, pero las autoridades prefieren la represión a las respuestas estructurales”.
El Gobierno marroquí se reunió este martes de urgencia y emitió un comunicado en el que manifiesta su “disposición a escuchar y comprensión de las reivindicaciones sociales” y su intención de responder a ellas de “forma positiva y a través del diálogo y el debate”. Pero, mientras tanto, las manifestaciones siguen prohibidas y la policía ha detenido a decenas de jóvenes.
En Marruecos, las autoridades no suelen ofrecer cifras sobre el número de manifestantes. Y mucho menos cuando las protestas no están autorizadas. Pero, más allá del número de asistentes a las protestas, resulta muy indicativo del malestar ciudadano el hecho de que las protestas se hayan extendido por varias ciudades.
El martes los jóvenes recurrieron a la violencia contra las fuerzas públicas, después de tres días de intentos de protesta bajo una fuerte prohibición de las autoridades y el prolongado silencio del Gobierno marroquí. Las primeras señales de enfrentamiento surgieron el domingo pasado, cuando un grupo de jóvenes encapuchados, supuestamente parte de GENZ 212, bloquearon temporalmente una autopista en Casablanca, lo que terminó con el arresto de 24 participantes. A esta cifra se suman otras 37 detenciones en Rabat.
El martes, los disturbios se extendieron a ciudades como Inezgane (sur), Ait Amira (sur), Beni Melal (centro), Temara (cerca de Rabat) y Oujda (este), causando un número indeterminado de heridos y detenidos, además de daños materiales.
El censo de 2024 señala que el segmento joven entre 15 y 30 años representa una cuarta parte de la población total del país, que ronda los 37 millones, mientras que la tasa de desempleo juvenil (15-24 años de edad) alcanzó el 47% en el segundo trimestre de 2025, según estadísticas del Banco Central.
La última vez que se produjeron manifestaciones de este tipo fue en noviembre de 2016, cuando el vendedor ambulante Mouhcine Fikri falleció triturado dentro de un camión de la basura en Alhucemas. Fikri intentaba recuperar la mercancía que le acababa de confiscar la policía. Aquello despertó el sentimiento de humillación de los más débiles hacia el Estado, dio lugar a manifestaciones que se saldaron con cientos de detenidos a lo largo de varios meses.
III
Tres muertos en Marruecos en el asalto a un cuartel durante las protestas que reclaman mejoras en sanidad y educación. En El País, por EFE / El País, Rabat / Madrid - 02 OCT 2025
Las autoridades de la localidad sureña de Laqliaa aseguran que los agentes actuaron en “legítima defensa” y abrieron fuego para repeler el ataque.
Tres personas murieron este miércoles en Laqliaa, en el sur de Marruecos, durante un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real, en el quinto día de protestas juveniles que sacuden varias localidades del país. Los efectivos de la Gendarmería abrieron fuego para repeler el ataque, según informaron las autoridades locales de la prefectura de Inezgane-Ait Melloul.
Las mismas fuentes indicaron que los atacantes intentaron apoderarse de municiones, equipo y armas de servicio del personal de la Gendarmería: “Los efectivos de la Gendarmería de Laqliaa se vieron obligados a usar sus armas de servicio en la noche del miércoles 1 de octubre de 2025 en legítima defensa para repeler el asalto al puesto de la Gendarmería Real”, apuntaron.
Más de dos tercios de los participantes en los actos violentos eran menores, según datos oficiales. Los disturbios se han registrado en 23 provincias y han provocado daños en 446 vehículos —entre ellos 271 coches policiales—, así como la destrucción de 80 instalaciones privadas y públicas, según el Ministerio del Interior marroquí difundidos este jueves.
Las protestas comenzaron el pasado sábado de forma pacífica en grandes ciudades como Rabat, Casablanca y Tánger, pero pronto se extendieron a otras zonas urbanas y rurales. A partir del martes por la noche derivaron en actos violentos, con enfrentamientos contra las fuerzas del orden que causaron decenas de heridos, daños materiales y cientos de detenciones.
Las protestas se han registrado después de que el pasado septiembre murieran ocho mujeres embarazadas a las que practicaron cesáreas en el hospital Hassan II, de la ciudad sureña de Agadir. Las ocho muertes —provocadas, según algunos medios locales, por el mal estado de los anestésicos— sacaron a la luz las carencias del sistema de salud público. Las manifestaciones fueron convocadas en la plataforma digital Discord por un grupo anónimo autodenominado GENZ 212 (generación Z, en referencia a quienes tienen entre 12 y 28 años), que incorpora en su denominación los tres dígitos del prefijo telefónico internacional de Marruecos (+212).
Además de Laqliaa, los disturbios se produjeron también en Sidi Bibi, otra pequeña localidad en la región de Agadir, y en Salé (vecina de Rabat), Tánger (norte), Tarudant (sur) o Kenitra (al sur de Rabat), según testimonios de periodistas en el lugar y vídeos compartidos en las redes.
En la ciudad de Salé, vecina de Rabat, en el barrio de Amal, un grupo de personas atacó e incendió una agencia bancaria y un comercio cercano. En Tánger, un restaurante de comida rápida perteneciente a una importante cadena internacional fue atacado, con su fachada destrozada y sus instalaciones dañadas, según informa el sitio digital Le360. En el poblado de Sidi Taibi, a unos 37 kilómetros al norte de Rabat, otro grupo apedreó un autobús y atacó una agencia bancaria, según informó un periodista local.
La Fiscalía de Marruecos ha advertido este jueves que los implicados en los disturbios pueden enfrentarse a penas de hasta cadena perpetua. El jefe del Departamento de la Acción Pública en la Fiscalía marroquí, Ahmed Wali Alami, afirmó este jueves en declaraciones a la agencia oficial MAP que estas acciones no están amparadas por la libertad de expresión y constituyen delitos sancionados con severas penas de prisión. Explicó que las condenas para delitos de violencia, vandalismo e incendios oscilan entre 10 y 20 años de cárcel, pero pueden alcanzar los 30 años e incluso la cadena perpetua si van acompañados de circunstancias agravantes.
La última vez que se produjeron manifestaciones de este tipo fue en noviembre de 2016, cuando el vendedor ambulante Mouhcine Fikri falleció triturado dentro de un camión de la basura en Alhucemas. Fikri intentaba recuperar la mercancía recién confiscada por la policía. Aquello despertó el sentimiento de humillación de los más débiles hacia el Estado y dio lugar a manifestaciones que se saldaron con cientos de detenidos a lo largo de varios meses.
El rifeño desempleado Naser Zafzafi se convirtió en líder de aquel movimiento llamado el Hirak del Rif, que tomó forma a finales de 2016 y durante 2017. Tras varios meses de protestas, Zafzafi fue condenado a 20 años de cárcel, acusado de atentar contra la seguridad del Estado. El rey Mohamed VI, que suele indultar en distintas festividades a miles de presos, nunca aplicó la medida de gracia a Zafzafi.
IV
La revuelta de los jóvenes Z deja una herida generacional abierta en Marruecos: “No estudio para emigrar”, en El País, por Juan Carlos Sanz, Leqliaa (Marruecos) - 04 OCT 2025
Los disturbios sociales pierden fuerza entre un paisaje de destrucción en el área metropolitana de Agadir, donde las fuerzas de seguridad abatieron a tiros a tres manifestantes que asaltaban un puesto policial
El imán —un funcionario estatal en Marruecos— llamaba a la calma durante el rezo de este viernes desde el almimbar de la mezquita de la avenida central de Leqliaa (90.000 habitantes), población satélite de Agadir, en la costa sur del país. “Protestar para reclamar derechos es legítimo”, argumentaba el clérigo musulmán en el principal sermón de la semana, “pero el Corán prohíbe la violencia y la destrucción”. A dos centenares de metros del templo —en cuyo exterior oraba una comunidad mayoritaria de hombres de mediana edad, abrumada por el futuro de sus hijos—, los muros tiznados por el fuego daban testimonio del asalto al cuartel de la Gendarmería. Cientos de jóvenes intentaron incendiar el puesto policial en la noche del miércoles. Tres de ellos cayeron muertos por disparos de las fuerzas de seguridad en el incidente más sangriento de la multitudinaria revuelta social de los jóvenes de la generación Z, un movimiento sin precedentes en el país magrebí en una o dos décadas.
“La parafarmacia Sherezade ha resultado indemne, pero la farmacia ha quedado completamente calcinada”, explicaba Mohamed, un vecino de 55 años, en el centro de Inezgán (140.000 habitantes), capital de la prefectura provincial que incluye Leqliaa. Paredes y escaparates ennegrecidos en el Banco Postal, vidrieras apedreadas en el supermercado Marjane (propiedad de la familia real), señales de tráfico rotas en cada esquina, componían un paisaje de destrucción. Estas conurbaciones fabriles y comerciales del Marruecos real, en vívido contraste con los hoteles y urbanizaciones de lujo de las playas de Agadir, muestran ahora la herida generacional que se ha abierto en el país norteafricano, donde los más jóvenes, los nacidos en los últimos tres decenios, han dicho basta.
“Claro que simpatizo con GenZ 212 (el movimiento en redes sociales que convocó la protestas hace una semana). Queremos una mejor sanidad, para que no vuelva a haber muertes por negligencia en los hospitales públicos, pero sobre todo necesitamos mejor educación”, razonaba Hissam, de 23 años, estudiante de Filología Árabe en la entrada a la facultad de la Facultad de Letras de Agadir, mientras mostraba sonriente su ortodoncia metálica dental a lomos de una motocicleta. Las protestas han cobrado mayor intensidad en el sur del país, donde en septiembre fallecieron ocho mujeres embarazadas a las que se practicaron cesáreas en el hospital regional de Agadir, unas muertes atribuidas por medios locales al mal estado del material anestésico.
“Las movilizaciones ya parecen haber terminado aquí. Esperamos que el Gobierno cumpla su palabra y apruebe inversiones sociales”, se despedía Hissam. Otros alumnos del Campus de Humanidades preferían callar, a pesar de que el despliegue policial se ha reducido considerablemente en toda la zona tras el estallido de la noche del miércoles.
De las áridas barriadas populares periféricas se pasa sin apenas solución de continuidad a las praderas de los campos de golf, al vergel que rodea junto a la costa el palacio real de Agadir, uno de los que el rey Mohamed VI tiene a su disposición en las principales ciudades del reino jerifiano. Como en la mayoría de las grandes urbes, el grupo español ALSA gestiona aquí el servicio municipal de autobuses. Como en los destinos turísticos punteros, cadenas como Iberostar o Riu controlan hoteles de cinco estrellas en primera línea de una playa de casi 10 kilómetros que invita a memorables paseos.
Un país de dos velocidades
Al cumplir 26 años de reinado, Mohamed VI llamó en su discurso anual de la Fiesta del Trono a evitar una ruptura económica y combatir las desigualdades. Dos meses antes de que estallara la actual revuelta juvenil, que se ha extendido por casi todas las urbes y regiones, el monarca de la dinastía alauí afirmó que no hay cabida para un Marruecos “de dos velocidades”, y que las políticas públicas deben contribuir a mejorar la situación de los ciudadanos. El soberano hizo hincapié en las diferencias entre territorios. Ahora se abre también una fractura generacional, precisamente con una reivindicación juvenil que reclama, como el mismo Mohamed VI dijo, “políticas públicas inclusivas” y la mejora de los servicios sociales, la sanidad y la educación.
En el campus universitario de Agadir —en la nueva urbe surgida tras el terremoto que arrasó la antigua ciudad costera en 1960 y se cobró más de 10.000 muertos—, los estudiantes regresaban al mediodía de este viernes a sus casas en el comienzo del fin de semana. Haula, de 18 años, vive como un sueño sus primeros días en la Facultad de Letras, donde aspira a convertirse en profesora de inglés. “Quiero quedarme en mi país, no estudio para poder emigrar a Canadá o Australia”, aseguraba convencida, “pero para eso el Gobierno tiene que aumentar el presupuesto para Educación”.
En las últimas marchas de la protesta, los jóvenes han reclamado la dimisión del Gobierno presidido por el conservador Aziz Ajanuch, al que acusan de priorizar las grandes inversiones para el Mundial de Fútbol de 2030, que Marruecos coorganiza con España y Portugal, en detrimento del gasto social, en particular en Educación y Sanidad.
Las manifestaciones pacíficas se reanudaron en la tarde del viernes en decenas de ciudades marroquíes, esta vez con el visto bueno de las autoridades y encuadradas de cerca por las fuerzas de seguridad. Rabat, Casablanca, Tánger, Fez o Tetuán fueron escenario de las marchas convocadas por GenZ 212 para redoblar las exigencias sociales de los jóvenes.
La revuelta de los jóvenes parece haberse apaciguado en las últimas horas, como predicaban este viernes ulemas e imanes al servicio del Estado. GenZ 212, un movimiento juvenil surgido en redes como TikTok o plataformas de juegos en línea como Discord, ha dirigido al Palacio Real una lista de reivindicaciones en un giro político del movimiento social. Es el memorial de agravios de una generación que espera ser oída en un Marruecos que crece con la celeridad de sus nuevas autopistas y líneas ferroviarias de alta velocidad, pero que deja atrás a campesinos aislados del Atlas o a los también bereberes del Rif. Y, como ahora se observa, a muchos de quienes no han cumplido aún los 30 años.
Algunos ciudadanos han llevado flores al cuartel de la gendarmería de Leqliaa, y el Ministerio del Interior sostiene que los agentes actuaron en legítima defensa. Para que la muerte de los tres manifestantes no arroje sombras de duda sobre el Estado en la represión de las protestas, que se han saldado con cientos de heridos y más de 400 detenidos, Amnistía Internacional ha solicitado este viernes la apertura de una investigación sobre el “uso excesivo de la fuerza” por parte de las fuerzas de seguridad. La protesta social más extendida registrada en Marruecos desde la Primavera Árabe en 2011, que forzó una reforma constitucional prodemocrática, ha dejado una huella de ira. En el calcinado puesto policial próximo a Agadir, un fuerte con torres almenadas de inspiración colonial francesa, Marruecos se afana ahora en pasar otra página de trágica memoria.
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