I
Francisco Rico, "Un libro divertido y sencillo. El éxito editorial del Quijote no tiene parangón en la historia de las letras europeas", en El País, 27-I-2016:
El éxito editorial del Quijote no tiene parangón en la historia de las letras europeas. La colección canónica del teatro de Shakespeare, el First Folio de 1623, se reimprime nueve años después y no reaparece hasta 1663; en el ínterin, tampoco se publican sino tres obras sueltas, contempladas ya como antiguallas del “old Shakespeare”. En todo el siglo XVII, el escritor ‘nacional’, el poeta italiano por excelencia, es todavía Petrarca, y la Commedia dantesca se asoma a las prensas sólo tres veces.
El Quijote no ha conocido eclipses similares. En sus dos primeros decenios rozó la veintena de ediciones; entre 1625 y 1635 sufrió en Castilla el veto general de estampar novelas y comedias, pero siguió viendo la luz en las traducciones, y desde entonces apenas ha pasado año sin ser impreso, una o muchas veces, en español o en otras lenguas y sin que su valoración dejara de caminar in crescendo. Si Lope de Vega lo juzgaba indigno de merecer unos versos de elogio, con el tiempo se ha vuelto común, casi trivial, otorgarle la etiqueta que Cervantes asignó a otra novela española: “el mejor libro del mundo”. Así lo saludan ya en nuestro milenio encuestas de The New York Times y EL PAÍS, el Club del Libro noruego o The Guardian, avalados por escritores y críticos del máximo prestigio
Cuál es la clave de tan buena estrella no creo que nadie pueda averiguarlo con certeza. El aprecio para una obra de ficción lo consigue el autor con procedimientos literarios, pero la regla general es que el lector no lo conceda por razones literarias, sino, digamos, humanas, del mismo género de las que lo mueven a estimar otras realidades no literarias. Quizá va por ahí la pista más segura para explicar la fortuna universal del Quijote: la fascinación que produce la figura del protagonista (con la silueta de Cervantes al trasluz), siempre radicalmente inverosímil y absolutamente natural. Según la temprana descripción de Guillén de Castro, el héroe despierta inevitable e inseparablemente “lástima y amistad”. El caballero andante loco, desaforado, grotesco, y el Alonso Quijano lúcido, sensato e irreprochable, suscitan idéntica simpatía, y el deleite que provoca la novela consiste notablemente en el ir y venir del uno al otro, entre las acciones nacidas de la locura y las palabras inspiradas por la lucidez. Otro tanto cabría decir de Sancho, y también glosarlo indefinidamente.
El Quijote no ha conocido eclipses en su divulgación. La clave de su estrella no se sabe a ciencia cierta
El Quijote es muchas cosas, que cada época ha valorado en diversa medida. El lector moderno tal vez se impacienta con la novelita pastoral de Cardenio, pero no otro fue el episodio que Shakespeare se complació en escenificar en un drama ¿perdido? No obstante, por encima de contener todas las posibilidades de la futura narrativa, es en primer término una historia cómica, un libro que siempre se ha juzgado enormemente divertido. No faltan la ironía y el gracejo apacible, pero no nos engañemos: el suyo es principalmente un humor de sal gruesa, de slapstick, bromas pesadas, garrotazo y tente tieso. En tal elementalidad, como de dibujos animados, radica considerablemente la excepcional acogida que se le ha dado a lo largo de cuatro siglos. Vale la pena recordar, con el gran Leo Spitzer, que “en Europa Don Quijote es ante todo un libro para niños”.
En línea con esa comicidad primaria está la evidencia de que la novela “es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella”, nada que no se comprenda en seguida: “los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran” (II, 3). El testimonio de Sansón Carrasco parece convincente: si la obra de Cervantes ha sido “tan trillada y tan leída y tan sabida de todo género de gentes”, tiene que ser muy transparente y muy sencilla. En la acción, ni raras enseñanzas ni mensajes trascendentes. Las moralejas y las disquisiciones teóricas son uniformemente las de un sentido común que nadie en sus cabales puede rechazar y a nadie disgustar.
Et pourtant... Sin embargo, en ningún otro libro se ha hallado, como apuntaba Ortega, “tan grande poder de alusiones simbólicas al sentido de la vida”. Conviene aquí tener presente que el Quijote es un texto y es un mito, independiente del texto, no sujeto a él, y que hoy resulta casi imposible abordarlo sin falsillas previas. Las más pertinaces las fijó el romanticismo alemán: el tema de la obra, definía Schelling, es “la lucha de lo real con lo ideal”. ¿Por qué no? A mí me gusta lucubrar que El Quijote ilustra en grado soberano un aspecto esencial de la condición humana: vivir contándonos a todo propósito historias sobre nosotros mismos que se enfrentan con las limitaciones y condicionamientos de las circunstancias. Refútelo quien quiera. Porque, como fuere, la invitación a ir más allá de la letra, y aun a postergarla, forma parte de la grandeza y la vigencia del Quijote.
II
Andrés Amorós, "50 preguntas básicas para acercarse a la obra", en El País, 19-XII-2004:
Cervantes llevaba 20 años sin publicar cuando sacó el 'Quijote'. La obra tuvo un éxito inmediato y enorme. A los dos años ya fue traducida al inglés.
01 ¿Quién escribió el 'Quijote'?
Miguel de Cervantes. Lo del "historiador arábigo" Cide Hamete Benengeli es sólo un marco literario para dar complejidad a la historia, un juego: Cervantes inventa al narrador; éste, a Alonso Quijano, que inventa a Don Quijote, que inventa a Dulcinea
02 ¿Existe un retrato de Cervantes?
Ninguno de los que se han creído es fiable, ni el que preside el salón de la Real Academia. Su autorretrato lo hace él en el prólogo de las Novelas ejemplares: "Éste que veis aquí, de rostro aguileño
". Y en toda su obra.
03 ¿Es la obra de un hombre maduro?
Cervantes tenía casi 58 años cuando salió la primera parte; en aquella época, una edad avanzada. Llevaba 20 años sin publicar; por eso, entre otras cosas, sorprendió tanto su novela.
04 ¿Era un hombre muy culto?
Tuvo cierta educación humanística y le influyó mucho la estancia en Italia. Era gran lector: "Yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles".
05 ¿Fue feliz la vida de Cervantes?
No demasiado: fue cautivo en Argel, tuvo siempre dificultades económicas y problemas con la justicia; intentó pasar a América, pero no le dieron permiso
06 ¿Escribió el 'Quijote' en la cárcel?
Así lo dice en el prólogo de la primera parte: "Se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento". Pero quizá es sólo una metáfora del mundo o alude a lo que le enseñó esa experiencia.
07 ¿Podemos visitar hoy La Mancha de Don Quijote?
Pueden visitarse molinos de viento en Campo de Criptana, Alcázar de San Juan o Consuegra; la presunta casa de Dulcinea en El Toboso; la cueva de Medrano, en Argamasilla de Alba, y la de Montesinos; ventas en Puerto Lápice; el parque natural de las lagunas de Ruidera
Todo esto nos ayuda a evocar las aventuras del caballero.
08 ¿Coincide cronológicamente con Shakespeare?
Murieron los dos en la misma fecha: 23 de abril de 1616. Pero no era el mismo día: en Inglaterra y España se usaban distintos calendarios.
09 Sancho Panza, ¿es un ignorante o un sabio?
Es tan complicado y sutil como Don Quijote: utiliza su locura para engañarle e inventa dos veces a Dulcinea. En sus juicios muestra una auténtica sabiduría popular, con buen sentido práctico e ingenio natural, todo verosímil en alguien de su condición.
10 ¿Qué significó para él Avellaneda?
En 1614, un año antes de que apareciera la segunda parte, publicó él su continuación apócrifa. No se sabe quién fue este escritor. Cervantes se queja amargamente, pero la publicación del libro de Avellaneda le hizo acelerar la conclusión de la segunda parte, en la que le desmiente varias veces.
11 ¿Usa cautelas e hipocresías en su novela?
Muchas; de no hacerlo así, un espíritu tan libre como Cervantes hubiera tenido grandes problemas en aquella España.
12 ¿Qué comen Don Quijote y Sancho?
Lo que se comía en la época: pan con queso y vino; bellotas y avellanas; tocino (comerlo demostraba que se era cristiano viejo), vaca y carnero; cebollas y ajos; gigote (carne picada), salpicón, duelos y quebrantos
El plato nacional era la olla. En la novela se han encontrado hasta 150 formas de preparar los alimentos.
13 ¿Se basa en algún modelo real?
Se han propuesto varios, con el apellido Quijada o Quijano, o personajes trastornados por la lectura. Todo esto no importa demasiado; lo que interesa es lo que realiza artísticamente Cervantes, tenga en cuenta o no esos antecedentes.
14 ¿Es una parodia de las novelas de caballerías?
Sí, pero eso sólo es el punto de partida, el trampolín desde el que se lanza a una historia trascendental.
15 ¿Existieron realmente los caballeros andantes?
En los siglos XIV y XV recorrían Europa muchos caballeros andantes reales, en busca de fama y fortuna. A la altura de 1605, Don Quijote es ya un anacronismo viviente.
16 ¿Tuvo clara desde el principio la estructura de la novela?
Quizá no. Se ha supuesto que pensó primero en escribir una novela corta. Parece claro, en todo caso, que fue madurando su novela al tiempo que la escribía.
17 ¿Es mejor esta novela que las otras obras de Cervantes?
A enorme distancia, aunque él soñó siempre con ser poeta, y detalles de su genialidad se advierten en toda su obra; sobre todo, en los Entremeses y las Novelas ejemplares.
18 ¿Cómo era España cuando se escribe el 'Quijote'?
A comienzos del siglo XVII (reinado de Felipe III), España está pasando de la grandeza del imperio a su decadencia: crisis política, económica, militar y espiritual. "Cervantes, como Don Quijote, es un hombre capturado entre dos mundos, el viejo y el nuevo" (Carlos Fuentes).
19 ¿Refleja esta novela la situación española de su tiempo?
Como toda gran novela, es un documento único para entender la sociedad: los paisajes, los caminos, la vida cotidiana, oficios, fiestas
Y, sobre todo, el sistema de valores y creencias.
20 ¿Aprobaba Cervantes la expulsión de los moriscos?
Tiene muchísimo cuidado de no criticar expresamente esa expulsión (1609), pero no comparte sus motivos y retrata con simpatía al morisco Ricote, al que abraza Sancho, y que suspira por su patria perdida: "Doquiera que estamos, lloramos por España".
21 ¿A qué tipo de lector va destinado?
A cualquier lector, no a los cervantistas ni a los profesores. Cada uno lo apreciará de modo distinto, ya lo sabía Cervantes: "Los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran".
22 ¿Lo pueden leer los niños?
Es una vieja tradición que los niños españoles se vayan familiarizando con el personaje y sus aventuras; naturalmente, en versiones abreviadas y con lenguaje modernizado, para evitar su rechazo. En todo caso, sólo entenderán de verdad la novela cuando sean adultos.
23 ¿Cuántas salidas realiza Don Quijote?
Tres; en cada una, parte de su aldea para volver a ella. La primera dura sólo dos jornadas. En la segunda recorre La Mancha hasta Sierra Morena. En la tercera cruza el Ebro, pasa unos días con los duques, "a la mitad del reino de Aragón", y llega a Barcelona y al mar.
24 ¿Pertenecía Don Quijote a las clases privilegiadas?
Era un hidalgo, el escalón más bajo de la nobleza; tenían algunos privilegios y presumían de su honor, pero solían tener un modesto pasar, cercano a veces a la pobreza.
25 ¿Cuál es el "lugar de La Mancha" donde vivía Don Quijote?
No se sabe: se ha supuesto que podría serlo Argamasilla de Alba, Argamasilla de Calatrava, Mota del Cuervo, Esquivias
La novela es, en esto, voluntariamente imprecisa.
26 ¿Destruye el ideal?
No lo destruye, sino que lo depura, defendiendo en plena edad moderna los mejores valores de la caballería medieval: defensa de los débiles, culto al valor y la honra, fidelidad a su dama
Llamamos hoy 'quijotismo' a la defensa de los principios morales más elevados
27 ¿Está loco Don Quijote?
La lectura de los libros de caballerías le hace confundir la realidad con la imaginación, pero, fuera de esos temas, tiene un excelente criterio. Su locura es un recurso que usa Cervantes para expresar "cierta idea del vivir humano" (Américo Castro).
28 ¿Y se comporta de verdad como un héroe?
Afronta heroicamente reales peligros; por ejemplo, al enfrentarse a los feroces leones: "¿Leoncitos a mí?".
29 ¿Son opuestos Don Quijote y Sancho?
En principio, sintetizan dos modos de ser opuestos; en realidad, son complementarios. A lo largo del relato se contagian; Don Quijote se sanchifica y Sancho se quijotiza (Madariaga).
30 ¿Existió Dulcinea?
Sí existió para Don Quijote, y eso es lo que importa: "Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica o no es fantástica".
31 ¿Qué personaje secundario es retratado con más simpatía?
Don Diego de Miranda, el "santo a la jineta", que encarna las mejores virtudes del erasmismo y la sabia moderación.
32 ¿Escribe bien Cervantes?
Escribe maravillosamente, utilizando, según los personajes y las situaciones, una gran variedad de estilos. Su ideal estilístico lo dice maese Pedro: "Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala".
33 ¿Son importantes los diálogos?
Son uno de los mejores aciertos de la novela. Los personajes quedan perfectamente caracterizados al hablar; sobre todo, Don Quijote y Sancho: "Las almas se desnudan hablando" (Dámaso Alonso).
34 ¿Por qué intercala otras historias?
Para conseguir variedad dentro de la unidad, de acuerdo con la estética barroca, usa todos los géneros de la novela del siglo XVI: pastoril, sentimental, morisca, picaresca, ejemplar
Pero desaparecen prácticamente en la segunda parte.
35 ¿Cuáles son los escenarios de la novela?
En general, La Mancha, Sierra Morena y el camino a Zaragoza y Barcelona.
36 ¿Es mejor la primera parte o la segunda?
Muy superior la segunda parte: el narrador no tiene dudas, aumenta el diálogo, hay menos acción, pero mayor complejidad. Además, otros personajes han leído ya la historia de Don Quijote y falsean la realidad para amoldarla a sus imaginaciones. "La segunda parte del Quijote no es literatura, como no son pintura Las Meninas" (Navarro Ledesma).
37 ¿Puede compararse a algún artista español de su tiempo?
A Velázquez, por su aceptación de la realidad plural, su respeto a la dignidad de cualquier ser humano y la sobria elegancia, sin artificios retóricos.
38 ¿Cuál es el momento más patético?
La muerte de Don Quijote, al final de la novela; al comienzo, su desconcierto cuando no encuentra sus libros, porque le han tapiado el aposento donde los guardaba.
39 ¿Es superior Don Quijote a Cervantes?
Eso es sólo una de las paradojas que le gustaban a Unamuno: obviamente, toda la grandeza del personaje la ha creado Cervantes, no le cayó del cielo sin que él lo advirtiera, como un "ingenio lego".
40 ¿Podemos reírnos leyéndolo?
Debemos reír o sonreír: el humor y la ironía son la clave del Quijote. Pero no se burla, como Quevedo, sino que salva todos los valores de los que se está riendo. Aquí, "la técnica literaria de la libertad es el humorismo" (Pedro Salinas).
41 ¿Tuvo éxito editorial?
El éxito fue inmediato y extraordinario: en el año 1605 se publicaron ya seis ediciones más, y muchos ejemplares se enviaron a las Indias. Nunca hasta entonces se había dado un caso semejante.
42 ¿Tardó en ser traducida a otros idiomas?
Muy poco: al inglés (1607), al francés (1614), al italiano (1622), al alemán
Después de la Biblia, no hay otro libro en el mundo tantas veces editado, traducido y comentado.
43 ¿Fue entendido bien en su época?
Durante los siglos XVII y XVIII se leyó sólo como una obra cómica. A partir del romanticismo europeo se reconoció su valor trascendental.
44 ¿Ha influido fuera de España?
Enormemente. Así lo dicen los narradores ingleses (Fielding, Smollet, Sterne), los románticos alemanes y los grandes novelistas del siglo XIX: Dickens, Stendhal, Flaubert, Galdós, Tolstói, Dostoievski
Cada época ha encontrado nuevos aspectos valiosos.
45 ¿Es una novela realista?
Sí, incluyendo el realismo "de cosas", pero, sobre todo, el realismo "de almas" (Dámaso Alonso): no nos da un documento fotográfico, sino la realidad vital, existencial, de cada personaje.
46 ¿Es la primera novela moderna?
Inaugura la gran novela moderna, que nos da una visión amplia y compleja de una realidad problemática. Se anticipa a muchas técnicas de la novela del siglo XX: perspectivismo, narrador no fiable, incorporación de la crítica, ambigüedad, equívoco
"Eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa".
47 ¿Es una obra desengañada?
Sí, nos muestra que "ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño". Lo define Carlos Fuentes: "Es la primera novela de la desilusión, la aventura de un loco maravilloso que recobra una triste razón".
48 ¿Se anticipa a Freud?
Como todos los grandes relatos, busca en el fondo del alma y descubre misterios, mucho antes de que los estudie la psicología; véase, por ejemplo, la simbólica bajada a la cueva de Montesinos. "Leyendo a Cervantes, me parece comprenderlo todo" (Antonio Machado).
49 ¿Es un símbolo de España?
Así ha sido siempre considerado: "No tuvo España mejor embajador, a lo largo de los siglos, que Don Quijote" (Carpentier). "Él es España" (Dámaso Alonso). Es la expresión de lo mejor de nuestro carácter: nuestra Biblia.
50 ¿Qué lección ética nos da?
La primacía de la ética del esfuerzo sobre la del éxito: "Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible".
III
Manuel Rodrígez Rivero, "Cervantina, cervantesca, cervanteja. En el mundo anglosajón abunda la 'marca Shakespeare', en el hispanohablante, su quijotesco personaje ha eclipsado a Cervantes", El País, 25 SEP 2015:
Leo en el TLS un simpático comentario acerca de la marca Shakespeare: el bardo de los bardos, —el primer escritor de la anglosfera—, y muchos de sus personajes y de sus motivos literarios han sido utilizados, especialmente a partir del siglo XIX, como reclamos para anunciar cosas tan dispares como tabernas, posadas, bancos, refrescos (Coca Cola ya utilizó al dramaturgo en 1927), cervezas, jabones, cigarros puros. Incluso jarabes para la tos, como cierto Transpulmin cuyo pedorrísimo eslogan onomatopéyico no me resisto a reproducirles: to cof or not to cof, that’s the cof, cof. Cervantes, su equivalente hispánico, ha tenido una suerte parecida, pero con variantes. A diferencia del de Stradford-upon-Avon, al inmortal de Alcalá de Henares lo fagocitó la más célebre de sus criaturas. Es verdad que entre los hispanos de ambas orillas es más frecuente el apellido Cervantes que el del Bardo en el mundo anglosajón (para mi sorpresa, en EE UU no hay más de 2.000 Shakespeares), incluyendo el segundo de una de mis amigas más queridas, que anda siempre metida entre joyas, relojes y peridotos; es verdad también que nosotros tenemos un Instituto Cervantes (y hasta un Víctor García de la Concha dentro) y ellos tan solo un British Council; pero también es cierto que en la publicidad abunda más lo quijotesco y sus temas y motivos que el célebre patronímico. El hidalgo y sus manías son poderosos reclamos, entre otras cosas porque en el ADN del personaje están el humor y la melancolía, dos elementos muy propicios a la publicidad y el guiño cómplice. Don Quijote está en marcas de todo el planeta: valga como ejemplo el nombre de los atrabiliarios y cutrísimos (no se los pierdan si tienen ocasión de pasar por Tokio) almacenes de descuento Don Quijote —los popularísimos Donki—, que cuentan con más de 100 sucursales en Japón (y 3 en Hawai) y en los que se puede encontrar desde unas bragas multicolor talla XXXL a un paquete de eficacísimo matarratas. Menos mal que la criatura es de dominio público y su uso es de todos (y no sólo de Paco Rico): imagínense que su marca y su merchandising estuvieran sujetos a copyright, como le pasa al pobre Mickey Mouse después de que en Estados Unidos se aprobara oportunamente una ley que alarga los derechos de Disney sobre su criatura hasta 2019. Y ya verán cómo la multinacional se las arregla para obtener otra prorroguita.
Quijotismos
En su artículo ‘Maners, Morals and the Novel’, del que existe traducción española en dos libros tan importantes como (hoy) lamentablemente inencontrables (Más allá de la cultura, Lumen, y La imaginación liberal, Edhasa), Lionel Trilling, uno de los grandes críticos norteamericanos del siglo XX, afirmaba que toda la prosa de ficción no es más que una variación sobre el tema de El Quijote. Faulkner —entre otros muchos— debía de pensar lo mismo, porque confesó que cada año leía la novela. Estas últimas semanas, y con motivo del próximo cuatricentenario de la muerte del autor, se agolpan en mi mesa varios volúmenes que vienen a aumentar mi ya abundante cervantina: además de la edición “facilitada” de mi querido Andrés Trapiello para Destino —convertida en un pequeño bestseller— y la canónica (Espasa y Círculo de Lectores) del Instituto Cervantes (también de Francisco Rico, who else?), me llega ahora la conmemorativa de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua (Alfaguara), diez años después de la primera y esta vez con prólogo de Darío Villanueva. Al mismo tiempo, recibo la reedición de Don Quijote en el arte y el pensamiento de occidente (Cátedra), de John J. Allen y Patricia S. Finch, rebosante de iconografía de artistas de todos los tiempos, y la nueva edición —tirada especial en un tomo— de Don Quichotte de la Manche en La Plèiade, con prefacio de Jean Canavaggio, el más conspicuo de los cervantistas franceses (su Cervantes lo reedita Austral). Curioso: Ernesto Sábato afirmaba en el prólogo a la edición argentina del Ferdydurke de Gombrowicz que El Quijote se había entendido mejor en aquellos países que habían permanecido a la periferia del Renacimiento (Polonia, Rusia, Noruega), a los que la persistencia de la mentalidad preburguesa habría hecho más receptivos a la “desmesura y sinrazón” del texto cervantino. Pero no es verdad: los franceses, que empezaron leyéndolo como un libro de humor y disparate, acabaron rendidos a él. Por otro lado, y a pesar de la opinión de Nabokov, que lo juzgaba un libro cruel, existen más traducciones de El Quijote al inglés que a ninguna otra lengua, como se sostiene en el Quixote de Ilan Stavans (Norton, 2015), un entretenido ensayo sobre el héroe de la Mancha que me alivió el último e incomodísimo viaje trasatlántico en clase turista y con niño hiperactivo en el asiento trasero. Desde que aterricé no he parado de recomendárselo a mis amigos editores (aún me queda alguno, créanme), a ver si se animan.
Legionarios
Encesto en el cajón de desechables la parte menos memorable de la apabullante avalancha de libros sobre, ante, con, tras, cabe Cataluña, y me tomo un descanso mientras escucho por enésima vez, Johnnie Walker en mano, el álbum Tenor Madness (1956), como homenaje a mi adorado Sonny Rollins en su 85º aniversario. La potencia y lirismo del estupendo saxo tenor (confrontado con John Coltrane, otro gigante) no me impiden recordar, sin embargo, una anécdota chusca que paso a relatarles para aliviarles la jornada de reflexión preelectoral y preplebiscitaria. En septiembre de 1920, pocos días después de que fuera fundada la Legión, se alistaron doscientos voluntarios procedentes de Cataluña. Sobre ellos se pronunció el incontinente Millán Astray de esta guisa: “Y vino el alud de Barcelona, los doscientos catalanes, la primera esencia de la Legión, que bajaron arrasándolo todo y sembrando el pánico por el camino. Era la espuma, la flor y nata de los aventureros. Era el agua pura que brotaba del manantial legionario. ¡Bien venidos, catalanes legionarios; vosotros seréis la base sobre la que se construirá la Legión!” Lo que es la vida.
Final
Según el oráculo Nielsen, las dos penúltimas novelas de Sir Ahmed Salman Rushdie (Shalimar el payaso y La encantadora de Florencia), vendieron entre nosotros poco más de 5.000 y 13.000 ejemplares respectivamente, y su estupenda memoir Joseph Anton, no mucho más de 2.500. Los tres fueron publicados por Random House. Me pregunto cómo se las va a arreglar Elena Ramírez, (Seix Barral, Planeta) para cubrir el anticipo de seis dígitos que, según mis topos, ha pagado (comisionista: Andrew Wylie) por llevarse a su casa Dos años, ocho meses y veintiocho noches, la última novela del escritor angloindio, que empiezo a leer (en pruebas) esta misma noche.
IV
Jesús Ruiz Mantilla, "Mucho Shakespeare y poco Cervantes", El País, 27 de enero de 2016
Los británicos se vuelcan en la celebración del cuarto centenario del bardo, mientras aún no se han presentado los fastos ni las estrategias oficiales para la conmemoración del autor del Quijote
Con mucha seguridad en sí mismo debió escribir William Shakespeare estos dos primeros versos de uno de sus gloriosos Sonetos: “Ni el mármol ni los regios monumentos son más indestructibles que estas rimas”.
Cuando 400 años después, el primer ministro británico David Cameron, lanzaba un artículo a nivel mundial para anunciar que 2016 será un año dedicado en cuerpo y alma a la conmemoración de la muerte de su autor universal, muchas reliquias que no han durado tanto pueden decir lo mismo.
Parece que no ocurre igual con el homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, muerto el 22 de abril de 1616, mientras Shakespeare habría fallecido entre el 23 de abril y el 3 de mayo del mismo año. Aunque la leyenda dice que ambos murieron el 23 de abril. En España, diferentes instituciones se muestran entre ofendidas y preocupadas ante el secretismo con que se llevan las conmemoraciones de Estado. Cuando aún no se han anunciado públicamente iniciativas ni estrategias, algunos califican el debido homenaje a Cervantes de fracaso.
Poco se sabe de los trabajos de la Comisión dedicada al cuarto centenario del autor de Don Quijote. Desde el ministerio de Educación, Cultura y Deporte adelantan que próximamente se anunciarán, pero en varios círculos califican de caótico y poco efectivo su funcionamiento. La prueba es que pasado un mes, apenas nada se sabe al respecto salvo que hay 130 proyectos aprobados, de orden académico, cultural, turístico o educativo.
"El tiempo empieza a correr y la conmemoración de Estado no se conoce", asegura Darío Villanueva, director de la RAE
Desde la Real Academia Española (RAE), advierten de que llevan dos años avisando. Si director, Darío Villanueva, muestra cierta pesadumbre: “El tiempo empieza a correr y la conmemoración de Estado no se conoce mientras que con preocupación vemos como desde el Reino Unido, el primer ministro ha comparecido para anunciar los fastos del año Shakespeare”.
Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, realizó unas declaraciones en octubre de 2015 en las que alertaba sobre el retraso de los trabajos de la comisión. Desde la secretaría de Estado de Cultura mostraron su molestia. Pero cuando va a finalizar enero de 2016 y todavía no se conocen más que leves esbozos, el tiempo le ha dado la razón, pese a que en su última comparecencia para presentar el anuario del Cervantes, García de la Concha atribuyera el retraso al vacío de poder.
Un poco de previsión no hubiese resultado de más. Después de todo, un acontecimiento así puede preverse con siglos de antelación si se toma más o menos en serio. Desde la secretaría de Estado de Cultura no aportan datos económicos concretos más allá de que aplicarán fuertes deducciones de hasta el 90% a patrocinadores por tratarse de un acontecimiento especial, contemplado así por el ministerio de Hacienda. Pero desde instituciones como la RAE también apuntan que a cambio de ese trato fiscal de favor, han retirado una partida presupuestaria específica.
La comisión está formada por diversos organismos. La integran representantes de diferentes ministerios y gobiernos autónomos, así como miembros del Instituto Cervantes, la Biblioteca Nacional, el museo del Prado, Acción Cultural Española o el ayuntamiento de Alcalá de Henares.
La BBC es una de las instituciones públicas implicadas en la conmemoración, al tiempo que no existe ni rastro de RTVE dentro de la estrategia española con Cervantes
La estrategia con respecto a Shakespeare ha arrancado con toda la fuerza de penetración global de la que es capaz el Gobierno británico. El programa Shakespeare lives, anunciado por Cameron en su artículo del día 5, abarca una ofensiva internacional con acciones en 140 países. La parte específicamente española será anunciada hoy en el British Council de Madrid.
Su director, Andy Mackay, destaca que la estrategia de Shakespeare lives trata de acercar la obra del autor de Hamlet principalmente a las nuevas generaciones: “Más allá de emplear brillo de su obra como forma de conocimiento de nuestro idioma, la idea es hacerlo encajar en el mundo de hoy en torno a temas absolutamente contemporáneos, como los problemas de género, la emigración o la democracia”, asegura Mackay.
La difusión de su obra a través de los medios de comunicación –la BBC es una de las instituciones públicas implicadas en la conmemoración, al tiempo que no existe ni rastro de RTVE dentro de la estrategia española con Cervantes- y las nuevas tecnologías son algunos de los pilares del año Shakespeare. “También penetrar en barrios deprimidos y convertir su obra e inspiración en un motor de cambio social”, agrega Mackay. El encuentro entre las obras de ambos autores también será abordado en actividades conjuntas y foros como la Universidad de Alcalá o el Hay Festival de Segovia.
Mientras las comparaciones y semejanzas meramente literarias entre ambos superan cada vez con mayor fuerza la prueba del tiempo, conviene no abordar las de otra índole. Como cuenta el propio Alonso Quijano en un pasaje del Quijote: “Digan lo que quisieren, que desnudo nací, desnudo me hallo. Ni pierdo ni gano, aunque por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí”. Parece que por parte de la comisión del centenario, ya entrado de sobra el año, poco tienen que aportar. Así que estos meses tendremos mucho Shakespeare y poco Cervantes.