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lunes, 24 de marzo de 2025

Frase cierta y memorable, con aplicación ahora, y pensamientos sobre vejez de Pérez-Reverte.

 Los malos tiempos forjan hombres fuertes; los hombres fuertes crean buenos tiempos; los tiempos buenos crean hombres débiles; los hombres débiles crean malos tiempos.

Michael Hoff.

Hemos olvidado enseñar las formas de enseñar a nuestros hijos a soportar y a defenderse del mal inevitable. De las enfermedades, las guerras, la traición, la corrupción, la maldad.

¿Un hombre inofensivo es un hombre bueno? 

Hay canallas inofensivos, hay canallas cobardes y apocados que están ahí agazapados entre tantos, esperando ocasión para meter la mano con la navaja en el tumulto cuando todos miran a otra parte, pero nunca lo harían siendo vistos. No, no, no: la bondad no tiene nada que ver con la ofensividad: se han visto hombres ofensivos, seres humanos ofensivos, violentos, agresivos, que son hombres buenos o mujeres buenas: naturalmente no tiene que ver. El psicólogo Jordan Peterson dice que "los hombres buenos son los que pueden ser peligrosos, pero se contienen. Y si crees que los tipos duros son peligrosos, espera a ver de lo que es capaz un hombre débil". 

Un hombre débil, un hombre inofensivo no es bueno para nadie. La debilidad te hace cobarde y el cobarde es el peor enemigo porque traiciona. Saltará cuando todo el mundo salte, se meterá en el tumulto a meter la mano, a ser posible, sin que sepan que es él. Y hace falta debilidad moral para eso; para ser más riguroso, falta de entereza moral. La falta de integridad moral causa gente mala, gente cobarde, gente ruin, gente bellaca. Mientras que otro, con sus defectos, sus errores, un Pancho Villa que no porque sea un animal deja de ser un tío que sabes dónde encontrarlo y no te va a fallar en ese sentido, por lo que así se gana una cierta admiración por la gente entera y el concreto desdén por la gente que no es capaz de afrontar la vida de cara. 

¿Y es más lamentable el criminal, o quien hace la vista gorda mirando a otro lado? Sin duda este último: muchos criminales pueden ser amigos tuyos; porque el criminal puede tener motivos poderosos para ser criminal, de muchos tipos: venganza, rencor, dinero, ambición, lujuria, sexo... mil razones, todas humanas. Pero el que mira al otro lado es por lo peor, por cobardía, por interés. Por cobardía porque no quiere mojarse o bien porque alguien le engrasó para que lo haga, y los dos casos son deleznables; no, es preferible un criminal con sus errores que queda entero, que lo asume, que sí señor me lo cargué ¿por qué? Porque me calenté y me lo llevé por delante; pues ya está: a la cárcel, con tu pan te lo comes; pero el otro qué tal, que no, que no sé; tendría que ver... Está bueno, quizás, pero luego eso no; los tibios según los evangelios y la Biblia entera serán arrojados del seno del Padre a las tinieblas (Arturo Pérez Reverte).

La senectud tiene una cosa buena y otra mala. Una buena es que ya no tienes pasiones que te arrebaten, ya no tienes estímulos que te violenten, ya no tienes ambiciones; lo que no has hecho, no lo vas a hacer, ni lo que vas a hacer, o casi; y lo que has hecho pues ya está hecho. Entonces, en ese sentido, la vejez (y soy viejo) la vejez tiene una especie de serenidad personal. Cuando has vivido una vida adecuada, no echas en falta ni mujeres guapas ni amigos leales ni viajes ni aventuras; esa parte está colmada, y puedo ir al ocaso como un estoico, como dirían los antiguos. La parte mala es que eso te da una cierta lucidez, no por inteligencia, sino porque lo has vivido. Y ves cosas que no querías ver: ya no ves a una pareja joven que se besa en un parque, sino también cómo van a acabar, cuánto va a durar, quién será el primero que traicione, que mienta, o a los sesenta años seguir juntos y arrancando a pedazos esa ilusión. Entonces no quisiera verlo, no quisiera pensarlo y no puedo evitarlo porque soy mayor y lo he visto. 

Después hay otro punto más que también da la vejez, que es no tener compasión ante la estupidez. Es un tema delicado. ¿Habéis visto la película No mires hacia arriba? El meteorito. Ahí está bastante bien resumido todo, me ahorro el detalle. La idea básica es que, claro, hay gente que tiene desgracias porque tiene mala suerte, o porque se equivoca o porque la vida es muy perra y te da el azar, que tiene muchas ganas de broma. Pero hay gente que tiene desgracias porque, pudiendo, no es capaz de evitarlas; porque no es capaz de dotarse de las herramientas que permiten sobrevivir a la desgracia; porque vive de una manera estúpida ajena a la realidad; porque vive en un mundo virtual de esto o de lo otro y vive ausente de lo que son las cosas que realmente en el mundo importan, hasta que esas cosas golpean. 

Entonces, claro, ¿yo debo sentir compasión porque un cretino o cretina, analfabeto voluntario, no obligado, que vive y le importa todo una mierda, que no ve un telediario y que está pendiente del último novio de Tamara, por ejemplo? No debo tener compasión, porque a ese tío le vayan mal las cosas en la vida, porque cuando llegue el serbio o el bosnio o el Putin se lo pasen por la piedra. Esa falta de compasión ante la estupidez y la ignorancia y ese valorar más lo bueno te hace menos solidario. Digamos que con los años noto que hay cosas que ya no me dan pena que ocurran. Un ejemplo, viene la riada y qué pobre gente tal, qué pena, la vida arruinada. Pero, a ver, donde vive ¿cómo se llama? La Vaguada. ¿Sabes qué es una vaguada, imbécil? Una vaguada es un lugar donde corre el agua: tu casa está construida en la vaguada, entonces ¿cómo te va a extrañar que cada equis años venga el agua y se lleve la casa? Es normal. Si hubieras pensado, mirado, estudiado, comprendido, sabrías que vaguada significa lugar donde corre el agua: no te compres ahí una casa, o no te la hagas. 

Otro ejemplo. Un tsunami, qué horror, en la playa paradisíaca. Y ¿por qué es paradisíaca? Porque hay tsunamis y porque los antiguos al saberlo no hacían casas ahí, por eso era paradisíaco; pero ahora, últimamente, hemos estado haciendo hoteles en ese lugar perdido y cuando llegue el tsunami se llevará por delante el hotel y a quien está dentro. No te quejes, cretino, entérate por qué era paradisíaco ese infierno. A eso me refiero. Intento que no me absorba, que no se apodere de mí, pero ¿puedo evitarlo? No, entonces, claro, entonces la vejez es, como te he dicho, las dos cosas primeras y al mismo tiempo tener ese desdén porque al final te das cuenta y lo he dicho muchas veces: lo peor no es el mal, lo peor es la estupidez: cuenta un malo con mil tontos y son mil malos y un tonto. Yo pensaba cuando era joven que lo malo era Hitler, pero en realidad lo eran los idiotas alemanes que lo jaleaban porque encarnaba el alma alemana: eso es lo peor; no Hitler sino la gente que aplaudía y sin la cual Hitler no era sino un idiota que dijo que nos iba a llevar a la gran Alemania. 

Y en España está pasando igual, mucho también hoy en la vida social. Lo malo no es un fulano estadounidense, ruso o hispanoamericano, no, lo malo no es Abascal o Pablo iglesias, es los que jalean sin un análisis racional intelectualmente poderoso, porque está de moda, o porque es una tendencia, y saldrán cosas que ni siquiera comprendan; no, entonces, por eso, al final la verdad es que la senectud es sobre todo un desprecio profundo por la estupidez y un respeto enorme por la integridad.

Solo es buena la cortesía y la urbanidad que acercan a la gente y no la separan. También es una defensa para evitar la grosería, o que se propasen. Marcar las pautas sociales mantiene una especie de distancia, limita o hace retroceder la humanidad. La cortesía es una herramienta social y defensiva para hacer un mundo mejor, un mundo que no es agradable. A veces hay que ser violento o duro, pero nunca grosero.

Un niño educado que da las gracias no es un niño que hace lo que quiere; no se trata de que el niño coma con la mano, sino de que el padre lo ayude el día de mañana a tener las herramientas sociales adecuadas para que la gente lo respete y él respete a la gente. La educación no es algo arcaico. Perder esas cosas hace al mundo peor. Hablar bien es absolutamente necesario, pero por hablar mal no vas a ser más demócrata ni más liberal. Ni más esto que lo otro; las normas, los códigos, las maneras de comportarte ante la vida, el mundo y los demás son fundamentales. Kill them with kindness dicen los ingleses, mátalos con amabilidad. No es que yo sea mejor persona, sino por puro egoísmo: me hace la vida más fácil. A un camarero por ejemplo, a cualquier sacrificado. Está hasta arriba de llevar la bandeja, es un trabajo durísimo, de los más duros del mundo: Oye, por favor, qué tal, cómo está, bien, tal, mal. Bueno, sí, ya está, cuando puedas por favor nos trae una cerveza y tal. Y eso y después es una propina adecuada al trabajo que hace. No cuesta ningún trabajo y el camarero y cuando vas al día siguiente ese camarero o camarera estará pendiente de ti, te atenderá mejor y dirá el Reverte es un buen chico deja propina o no deja pero es simpático y te pregunta por la familia. Yo qué sé. O sea, hasta para ser egoísta, hasta para ser tácticamente egoísta es útil la amabilidad.

Quintero me preguntó aquello de qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida. 

Yo creo que leer, leer, leer, porque leer entretiene, hace vivir cosas que uno viviría y sobre todo da herramientas para sobrevivir o vivir, y es verdad. El mundo es un lugar peligroso, poblado por muchos hijos de puta, y hay que estar artillado con herramientas de supervivencia. Entonces todo lo que te ayuda ebueno. En un teléfono móvil, de estos que te dan, tenéis tres mil años de civilización; está todo: literatura, ciencia, técnica: es una enciclopedia de bolsillo, es el mundo entero ahí, y no se utiliza más que para matar marcianos, lo que sea, o para mandar WhatsApps y fotos, posturas. Para eso, diablos, utilízalo; o sea, sácale partido a esa herramienta maravillosa que tienes en el bolsillo y que nuestros abuelos no tenían. Son herramientas para vivir y ser mejor, esa es la obsesión. Todavía tengo ilusiones, aún creo que el ser humano tiene lugares donde refugiarse; es verdad que no hay salvación general, no, pero hay islas, lugares, refugios, castillos, grupos donde refugiarse cuando hace el frío de sobrevivir, donde quererse, donde procrear, donde mantener la dignidad del ser humano; o sea, ayudemos a eso en vez de hacer del ser humano individuos aislados o conectados a una pantalla de ordenador; hagamos grupos, no de Whatsapp, que está muy bien, pero bueno no para decir "oye me he tomado una pizza y aquí está la foto", no, sino para decir "oye, estoy solo, estoy cansado, necesito esto, se me ha muerto fulano, ayúdame". Eso debería de ser el mundo y no lo es, y eso me da mucha pena.

Toponimia propicia

 Toponimia divertida, para publicistas de hoy, en El País, por Álex Grijelmo, 19 mar 2025:

Los nombres de lugares dan pistas. No se deberían desperdiciar sus ideas favorables, ni desdeñar las negativas.

Qué poco se explota el valor económico de los nombres de algunos pueblos, aldeas y pedanías. Los congresos y exposiciones suponen un gran foco de visitantes, y por ello cientos de municipios se han afanado en la construcción de rumbosos recintos que puedan acoger tales actos. Sin embargo, muchos desaprovechan la divertida fuerza evocadora de sus topónimos, que serviría para atraer a importantes colectividades empresariales, gremiales, sociales o científicas. Es raro que las agencias de publicidad de hoy en día, con sus facilones juegos de palabras habituales, no le hayan sacado rendimiento a eso.

Por ejemplo, circulaba yo hace poco en coche por Calvarrasa y me preguntaba por qué no se ha celebrado allí, con gran concurrencia, un congreso de peluqueros, ahora que se rapa tanta gente. Claro que ese pueblo salmantino habría de competir con Capileira (Granada) y Barbosa (Portugal). A ver cuál de ellos se decide antes.

Los profesionales de la oftalmología o de la óptica se sentirían muy atraídos si fueran convocados a una convención nacional en Buenavista (Salamanca). Ningún lugar podría resultar más adecuado para una exposición-homenaje a Paco de Lucía que la cántabra Entrambasaguas, ahora que la familia del guitarrista ha recuperado la propiedad de su más famosa composición. Y para un gran encuentro de fabricantes de audífonos qué mejor localidad que Colmenar de Oreja, en Madrid.

A su vez, unas jornadas demoscópicas sobre los indecisos encontrarían su emplazamiento ideal en algún punto situado entre las localidades madrileñas de Pinto y Valdemoro. Y el pueblo vallisoletano llamado Wamba haría bien en promover seminarios de los fabricantes de zapatillas deportivas. Por otro lado, no puede haber espacio más idóneo para un congreso de sexología o de inseminaciones que el lugar salmantino denominado Pajuelas, muy pertinente para la siembra de lo que fuere menester.

No entiendo cómo Pelayos de la Presa (Madrid) no ha sido visto por los asesores de comunicación de Instituciones Penitenciarias como predestinado para albergar una cárcel de mujeres. Igual que el paraje abulense de El Castañar parece el espacio más a propósito donde reunirse y analizar los batacazos relacionados con la Bolsa o con otros accidentes. Y ya están perdiendo tiempo las autoridades de La Muela (Zaragoza) y los publicistas que las asesoren para organizar allí una asamblea de odontólogos. Eso es más obvio aún que la idea de instalar una fábrica de lencería en la ciudad lusa de Braga. A su vez, para una conferencia de sismología no habrá mejor sitio que el pueblo toledano llamado Tembleque.

Se hace raro que ninguna organización sindical haya celebrado todavía un congreso en el monasterio de Las Huelgas (Burgos). Y yo mismo, si tuviera que promover un centro especializado en estudiar el perfil político de Donald Trump, pensaría de inmediato en el parque segoviano de La Boca del Asno, no sé por qué.

Seguro que Elon Musk, siempre tan avispado —más que nada por lo molesto—, sí está pensando en lanzar un ingenio espacial desde el pueblo abulense de Orbita.

Publicitarios: valoren el poder comunicativo del topónimo que da pistas sobre el sitio que nombra. Políticos: no desperdicien las alusiones favorables, ¡pero tampoco desdeñen las negativas! Por esto mismo hace muchos años que me pregunto a quién se le ocurriría construir el aeropuerto de Valladolid en un lugar llamado Villanubla.

Un musulmán explica la islamofobia

 Dan Burmawi

Déjenme explicarles por qué un musulmán conduciría su automóvil contra una multitud de personas inocentes. Yo fui criado como musulmán y sé exactamente por qué sucede esto. No es pobreza, ni opresión, ni siquiera radicalización. Es el resultado lógico de la doctrina islámica en sí.

No importa si eres musulmán o no. Los seres humanos llevamos la culpa muy dentro de nosotros. Sabemos que no somos lo suficientemente buenos y pasamos la vida intentando redimirnos mediante buenas acciones, pensando que con ello desaparecerá la culpa.

El cristianismo, por ejemplo, ofrece una salida a la culpa, una solución que no se basa en tus obras, sino en las de Cristo. La salvación no se gana, se da. Aceptas que no puedes redimirte porque Cristo hizo todo por ti. Eso significa que eres libre. Libre para vivir, libre para construir, libre para servir, libre para amar.

Cuando los cristianos se sienten perdidos, destrozados y necesitan perdón, pueden ir a la iglesia, hablar con un pastor o sacerdote y salir sabiendo que han sido perdonados.

El Islam, por otra parte, no ofrece redención, sino que convierte la culpa en un arma. En lugar de brindarnos salvación, Alá nos expone, nos hace recaer sobre nuestros pecados y nos amenaza con el fuego del infierno y la tortura en la tumba.

El Corán no es un libro de paz, sino un libro de amenazas. Obliga a los musulmanes a obedecer mediante el miedo, la humillación y el castigo.

Entonces, ¿qué sucede cuando un musulmán busca la redención? Trata de ser mejor musulmán. Reza, ayuna, hace caridad, va al Hajj y hace todo lo que Alá ordena. Pero nunca funciona. Lo sé. Yo lo hice.

Y por mucho que reces, por mucho que lo intentes, la culpa nunca desaparece. Porque en el fondo, todo musulmán sabe que no es suficiente. Alá siempre exige más.

Dios ama a quienes mueren luchando contra los infieles. No es una opinión, está en el Corán, en los hadices y en todas las lecciones que se enseñan a los niños.

Por eso los musulmanes, incluso los llamados "moderados", siempre dudan en condenar el terrorismo: saben que Alá exige la yihad. Puede que no estén dispuestos a cometerla, pero no pueden decir que está mal.

Entonces, cuando un musulmán no logra alcanzar la paz a través de los rituales religiosos, tiene dos opciones:

Ríndete, deja de ser devoto y aprende a vivir con la culpa, o comprométete con la yihad porque esa es la única manera de ser fiel a ti mismo.

El Corán lo explica claramente: “Matad a quienes no adoren a Dios ni obedezcan al Profeta” (9:29).

De modo que cuando un musulmán abraza plenamente esta identidad, matar a los infieles no sólo está justificado, sino que es motivo de alegría. Es un acto de:

✔ Salvarse a sí mismo

✔ Obedecer a Allah

✔ Asegurando tu eternidad

✔ Finalmente escapando del peso aplastante de la culpa

Es por esto que un musulmán puede conducir su coche contra una multitud de personas inocentes y no sentir nada más que satisfacción.

Porque por primera vez en su vida, finalmente cree que ha hecho algo digno de redención”.

lunes, 17 de marzo de 2025

La Parte no puede comprender al Todo

 De Rafael Bestard en Quora:

 La Parte no puede comprender al Todo. Por mucho que el Ego hable sobre la unidad de todo lo existente, nunca podrá sentirla, ya que él mismo es parte de la división.

La madurez es emocional. Se hace mucho énfasis en una educación intelectual, pero no en la emocional. No hace mucho tiempo que se tiene en cuenta lo que se llama inteligencia emocional, y, en ese sentido, la humanidad está en pañales. Así, de la misma manera que existen personas con talento para el desarrollo y comprensión intelectual, existen personas que poseen talento para la comprensión emocional. Lamentablemente, no existe un refuerzo positivo a través de la sociedad porque, si se vive en un país de locos, el cuerdo es el loco. Y las personas maduras chocan constantemente con personas inmaduras que, al ser mayoría, suelen incluso condenarlas y apartarlas de la sociedad. 

viernes, 7 de marzo de 2025

China funciona, y empieza a gustar

 "China funciona (y empieza a gustarnos)", en La Marea, por Pablo Batalla Cueto, 6 marzo 2025:

"El gigante asiático ha sabido convertir su sincretismo cultural en un camino hacia la primacía mundial. El modelo atrae adeptos en un Occidente enmarasmado cada vez más atraído por los sistemas que 'funcionan', sea como sea y a costa de lo que sea, de un modo que recuerda a la triple fascinación fascista-estalinista-rooseveltiana de los años veinte y treinta", escribe Batalla.

La religión china no fue revelada una tarde en lo alto de una montaña a un profeta que bajara de ella con un libro grueso bajo el brazo. La cultura del país es sincrética, adepta a la incorporación progresiva de cualquier enseñanza que se considere útil para preservar la armonía cósmica. El confucianismo, el taoísmo y el budismo convergen en el Sanjiao, las «tres enseñanzas» a las que a veces se añade una cuarta: la religión popular china; y sus creyentes saltan de la una a la otra de un modo desconcertante para la mirada abrahámica.

«Tres enseñanzas son mejores que una», afirman, y la misma persona puede ser confuciana en el puesto de trabajo o el seno familiar, en los que prevalezca el ideal jerárquico y de superioridad masculina de esa tradición; taoísta –una tradición más amable con las mujeres– para el cuidado de su salud a partir del taiji-chuan y el qigong, prácticas de búsqueda de la longevidad cuyo objetivo es fortalecer el cuerpo y agudizar la mente; y budista cuando fallece un miembro de su familia, y la inquietud por el más allá lo haga buscar los sutras de un monje de esta confesión, más preocupada que las otras dos por la vida ultraterrena.

La palabra religión, de hecho, no tuvo traducción en chino hasta que el contacto con Occidente obligó a buscarla, a principios del siglo XX. Se acuñó entonces el neologismo zongjiao, que significa «enseñanzas ancestrales (o de clan)».

Gato negro, gato blanco

Con la llegada de Occidente, la modernización y la industrialización, las «tres enseñanzas» empezaron a ser atacadas como supersticiones y un obstáculo al progreso; y más tarde, la revolución maoísta las persiguió con saña. Pero la cosmovisión subyacente a ellas siguió operando en un país cuyo comunismo fue peculiar desde el primer momento: una nueva «enseñanza» que podía, ella también, amalgamarse con otras cuando fuera necesario. Cuando Deng Xiaoping abrió las puertas de China al libre mercado, pronunció célebremente una frase muy sanjiao: «gato blanco o gato negro, lo que importa es que cace ratones».

Deng argumentaba que la economía planificada o de mercado eran meras herramientas para la distribución de recursos y no implicaban necesariamente unas instituciones políticas determinadas: el socialismo podía tener mercado, y el capitalismo planificación. La máxima de los dos gatos se popularizó en 1992, durante la «inspección del sur»: una gira por las provincias meridionales del país durante la cual se reanudó y fortaleció la implementación del programa Reformas y Apertura, que se había detenido después de las protestas de la plaza de Tiananmén.

En los últimos tiempos, el Partido Comunista Chino incorpora un tercer gato a la plantilla de cazadores felinos de ratones: el confucionismo, otrora perseguido, pero ahora recuperado de una manera que cierta anécdota que T. H. Jiang y Shaun O’Dwyer incluyen en un artículo sobre ello ilustra bien. Ocurrió en enero de 2019, en la ceremonia de constitución, en la Universidad de Pekín, de una Asociación Marxista oficialista, pensada para contrarrestar la inquietud neomaoísta, crítica con el capitalismo rojo, que cundía entre los estudiantes.

La primera conferencia del día corrió a cargo de Yang Lihua, un profesor de filosofía china sin experiencia en estudios marxistas, que peroró sobre cómo ser una persona virtuosa a partir de la lectura de un texto confuciano del siglo XII que constituyó la ideología oficial de la China imperial tardía: Reflexiones sobre cosas a mano, de Jinsi Lu. Fue el segundo orador, Sun Xiguo, quien se encargó de conectar tales reflexiones con la doctrina marxista, citando sentencias del neoconfucianismo para interpretar los principios básicos del pensamiento Xi Jinping.

La épica transversal del funcionar

Ratones, cada vez caza más la que aún no es pero va camino de convertirse en la primera potencia mundial. El modelo funciona, e incluso empieza a revelarse capaz de afrontar, con mayor eficacia que Occidente, el mayor desafío de la historia de la humanidad: el cambio climático antropogénico. China ya no solo nos evoca grandes factorías extremadamente contaminantes, sino redes colosales de generación de energía solar, como la construida recientemente en los desiertos de Tengger y Gobi, con capacidad para generar 600 gigavatios de electricidad, superando la mitad de la potencia energética total tanto de Estados Unidos como de Europa. La capacidad total eléctrica de Estados Unidos se sitúa aproximadamente en los 1.100 gigavatios, una cifra similar a la europea.

Hazañas como esta o el campanazo de DeepSeek y el anuncio de otras, como el proyecto Tianwen-3, una misión que, si todo sale bien, traerá en 2028 muestras de Marte a la Tierra antes que la NASA, colocando a China a la vanguardia de la carrera espacial, van dibujando una imagen tan inquietante como pegadiza, que el poder chino, por supuesto, aviva propagandísticamente: la de un Occidente enmarasmado e incapaz, enredado en la maraña irresolutiva de la cháchara democrática, mientras una China creativamente autoritaria se convierte en el «país del futuro» al carecer del lastre que suponen las instituciones democráticas en un tiempo de retos formidables.

Un prochinismo a veces abierto y a veces inconfesable gana adeptos que nunca hubieran creído que lo fueran a ser, y a pesar de no perder la conciencia de todos los aspectos tenebrosos del modelo chino, de la represión de disidentes políticos al genocidio uigur. A China empieza a beneficiarle también el desesperado malmenorismo que expresa bien este tuit de Jónatham F. Moriche: «De los cuatro mayores partidos políticos gobernantes del mundo, tres son rabiosamente ilustrados y fascistas (Rusia Unida, GOP/Likud, BJP) y un cuarto (PCCh), siendo severamente autoritario, no es antiilustrado ni rigurosamente fascista. Ética del mal menor, mal que nos pese».

Nuestro momento histórico comienza a recordar poderosamente a los años veinte y treinta. Aquellas fueron décadas de crisis liberal y atracción promiscua por los modelos que funcionaban, lo hicieran como lo hicieran, y a costa de lo que lo hicieran. Funcionaba, parecía funcionar, el fascismo y funcionaba la URSS, otro «país del futuro» que no solo atraía las simpatías del movimiento comunista internacional, sino las de un más difuso vitalismo heroico que, disintiendo de la forma política de la patria del proletariado, no dejaba de admirar las proezas industriales de aquella raza de «templadores de acero».

El New Deal de Franklin D. Roosevelt, con sus grandes obras públicas, su refundación welfarista del país y sus subvenciones a poetas que cantaran las gestas, fue la versión democrática de aquel anhelo homérico, pero se daban admiraciones híbridas, elogios combinados de dos de las tres épicas, e incluso de las tres –en una época en la que aún no se habían desencadenado o no se conocían los horrores del Holocausto o el gulag–. He ahí, por ejemplo, a Rexford Tugwell, uno de los integrantes del Brain Trust de Roosevelt, que en una ocasión describió al fascismo mussoliniano como «la pieza de maquinaria social más limpia, ordenada y eficiente que he visto en mi vida. Me da envidia». Pero Tugwell también había visitado la URSS en 1927, como parte una delegación comercial, y había vuelto de allá fascinado por la planificación y adepto a un socialismo radical que hizo que se lo empezara a conocer como «Rex the Red».

China, hoy, nos seduce del mismo modo que los gigantes desarrollistas de entonces, pero también vemos a gentes que a veces son las mismas cautivadas con, por ejemplo, El Salvador de Bukele. Su épica de abolición expeditiva de la delincuencia a la fuerza mengua al cocer, forzosamente alberga tinieblas, las visibles y las subterráneas, pero funciona. Y para algunos que cada vez son más, eso empieza a ser todo lo que importa.

sábado, 22 de febrero de 2025

Morofobia

 Morofobia

El racismo contra el moro es específicamente español, con características construidas a lo largo del tiempo y cargas y matices que no existen en ningún otro lado

Najat El Hachmi

21 feb 2025

Hace tiempo que la palabra racismo me parece poco exacta, tal vez por haberse generalizado su uso aplicado a realidades muy distintas entre sí. El término se me antoja ajustado cuando se aplica a sociedades post esclavistas como la americana, donde la raza construida sobre quienes no tienen los rasgos fenotípicos denominados “caucásicos” tiene una historia y un origen bien conocidos. En España el “racismo” más persistente y normalizado es, de hecho, el que han venido sufriendo personas que llevan más de cinco siglos siendo “de aquí”: los gitanos. También existió un antisemitismo atroz con devastadores efectos pero parece que esa animadversión ha caído en desuso. Prueba de ello es que la extrema derecha no solo no muestra rechazo alguno al judío sino que se alinea con el sionismo colonizador de Israel y es favorable, como demuestra la afinidad de Abascal con Netanyahu, a la aniquilación de los palestinos.

Sin embargo hay otro “racismo” muy patrio, muy enraizado en la conciencia colectiva, que tiene orígenes históricos precisos muy nuestros: el rechazo al moro. Sí, al moro, que es un sujeto específicamente español, cuyas características han sido construidas a lo largo del tiempo y tiene cargas y matices que no existen en ningún otro lado. Ni siquiera en Francia, donde el árabe es otra cosa. Porque esa delimitación del otro y sus contornos, los rasgos que lo caracterizan, se desprende de sucesos del pasado que ni siquiera recuerdan quienes hoy discriminan al “moro” pero que han dejado un rastro indeleble en el modo en que se ve a quienes así se etiqueta.

Dejar de usar el término porque nos resulta incómodo por haberse convertido en un insulto no solo no soluciona el problema, sino que lo agrava por disfrazarlo con otros vocablos más correctos pero también más engañosos. No es racismo porque nunca se difundió la idea de que el “moro” era de otra raza, no es xenofobia porque muchos moros con nacionalidad española reciben el mismo trato que los que acaban de aterrizar. No es islamofobia porque se puede ser crítico con el islam sin ser racista y porque este término de uso reciente denota un rechazo a la religión y no a sus practicantes. Los jeques adinerados que se instalan en Marbella no reciben el mismo trato que las mujeres y los niños puestos en la diana por Vox en Murcia. El término más apropiado es morofobia: rechazo y discriminación del moro, que es una persona que se tiene como opuesto y contrario al español y a quien se atribuye maldad intrínseca, deslealtad, atraso y fanatismo religioso.

domingo, 16 de febrero de 2025

El club de los cinco, la película clásica sobre adolescentes

 "Cinco jóvenes hablando durante hora y media: cómo ‘El club de los cinco’ se convirtió en un clásico inesperado", en El País, Eva Güimil, 15 feb 2025:

Hace 40 años se estrenó una película de bajo presupuesto, rostros desconocidos y prácticamente un solo escenario que dinamitaba todo lo que la industria de Hollywood creía saber sobre el cine adolescente

Un cerebro, un atleta, una inconformista, una princesa y un criminal. Hace 40 años, cinco estudiantes que pasaron su castigo sabatino en la biblioteca del Shermer High School cambiaron el cine adolescente en 93 minutos. Más desesperanzada y menos autocomplaciente de lo que se esperaría de una cinta juvenil ochentera, ha influido de manera invaluable en a ficción que a posteriori reflejó esa franja de edad. Fue un éxito de taquilla, Bret Easton Ellis la consideró “una sesión de terapia de hora y media” y aunque funcionó bien en las pantallas de cine, fue un éxito en los videoclubs que empezaban a cambiar la manera de consumir el entretenimiento. Los adolescentes la veían en grupo, se reflejaban en uno de sus personajes y recitaban los diálogos. Como define la crítica Kaia Placa, tenía más que ver con el indie que con el cine mainstream en el que solían englobarse las películas de y para adolescentes.

El club de los cinco es la versión cinematográfica indie del sueño americano: a pesar de todos los obstáculos, se convirtió en una historia de éxito”, afirmó Placa en un largo análisis en Film Independent. “Esta película es a la vez arquetípica y subversiva, con la cantidad justa de sentimentalismo para dejar un sabor dulce en tu boca sin abrumarte. John Hughes hizo, sin grandes recursos de estudio, lo que todo cineasta sueña con hacer: un clásico”.

Ya se había hecho cine adolescente en Estados Unidos. Los jóvenes se habían enamorado de la atormentada arrogancia de James Dean en Rebelde sin causa y dos novelas de S.E.Hinton, Rebeldes y La ley de la calle, se habían adaptado con éxito. Pero lo que John Hughes ofrecía era una visión contemporánea, personajes reales con los que cualquier adolescente se podía identificar. “Hablan como nosotros”, decían los que la veían. Y hablaban como ellos porque la persona que estaba al frente no era mucho mayor que ellos. Cuando empezó a desarrollar el guion, John Hughes era un veinteañero no muy alejado de los personajes que escribía.

Hugues ya había escrito los guiones de ¡Socorro! Llegan las vacaciones uno de los grandes éxitos de Chevy Chase, y Las locas aventuras de un señor mamá, dos taquillazos (ambos de 1983) que ayudaron a que lo escucharan cuando ofreció una historia sobre un grupo de adolescentes recluidos en una biblioteca, un argumento casi teatral y más parecido a 12 hombres sin piedad (1957) que a Desmadre a la americana, la película que en 1978 había fijado el canon de las comedias adolescentes. Para demostrarles su valía como realizador hizo antes la mucho más convencional Dieciséis velas (1984), historia de una adolescente que vive inmersa en un triángulo amoroso mientras su familia, demasiado ocupada por la boda de su hermana, olvida su cumpleaños.

En ella ya había mucho de lo que definió su cine: inadaptados, amores imposibles y Molly Ringwald. Hughes tenía claro que no quería resultar paródico porque, como sentenció en Vanity Fair, “nadie se toma a sí mismo más en serio que los adolescentes”. A Universal le entusiasmó Dieciséis velas y le dio carta blanca para rodar El club de los cinco aunque no la entendían porque “no había pechos desnudos, ni escena de fiesta, ni chicos bebiendo cerveza, las cosas que pensaban que necesitaba una foto película sobre adolescentes”. Sólo cinco jóvenes hablando. Pero era barata: el presupuesto fue apenas un millón de dólares. Hughes se lo puso fácil a sí mismo: tan sólo había una localización y un vestuario, Lo importante eran los diálogos y dar con cinco actores que encajaran en los arquetipos que había diseñado. Sabía que el reparto era tan esencial que prefirió perder dinero, pero asegurarse que tenía la última palabra sobre el elenco. “Solo tengo cinco personas, así que tiene que haber alguna química interesante entre ellas. O funciona o falla por completo”, afirmó años después en una larga historia oral sobre el rodaje.

Además de Ringwald, Hughes tenía claro que quería en el reparto a Anthony Michael Hall, con quien habían trabajado en Dieciséis velas, y ¡Socorro! Llegan las vacaciones. El papel de Emilio Estévez estaba pensado como un jugador de fútbol americano, pero una vez que Estevez estuvo en el proyecto, Hughes lo convirtió en un luchador, deporte que requiere menos envergadura. El papel más complicado para el casting fue el de Bender –si alguien se pregunta si el robot deslenguado de Futurama se llama así por este personaje, la respuesta es sí–, estaba destinado a Nicolas Cage. Universal quería algún rostro famoso en la película, pero Hughes no lo consideró suficientemente atractivo. También estuvo a punto de interpretarlo John Cusack, pero lo descartaron por parecer demasiado buen chico. Cuando apareció Judd Nelson, el papel fue suyo. Era duro, pero vulnerable, tosco pero atractivo. Y peligroso, quizás demasiado: llevó el personaje tan lejos y fue tan despreciable con todo el reparto (especialmente con Ringwald) que estuvieron a punto de despedirlo varias veces.

Molly Ringwald, Ally Sheedy y la coproductora Michelle Manning se opusieron firmemente a un desnudo femenino que según ellas no aportaba nada al guión. Para ganarse las simpatías de Universal, Hughes había escrito una secuencia en la que los chicos espiaban en las duchas a una atractiva profesora de natación sincronizada, un tipo de gamberrada que ya se había visto en comedias desmadradas como Porky’s. “Es sexista y misógino”, le dijeron. Y Hughes la eliminó.

“Y estos niños a los que escupís mientras intentan cambiar sus mundos son inmunes a vuestras consultas. Pero son conscientes de lo que están pasando”. Que una cita de Changes de David Bowie de inicio a la película dejaba claro que para Hughes la música era capital. En plena eclosión de la MTV sabía que un tema principal potente era esencial y que en la adolescencia la música tiene un poder catártico. “Empecé a pensar en la música cuando todavía estaba escribiendo el guión. Quería que se sustentase en la batería y el bajo porque había relojes haciendo tic tac y emociones haciendo tic tac. Elegí a Keith Forsey como compositor porque era baterista. Keith entró y vio el ensayo, habló con los actores, y Don’t You (Forget About Me) fue lo que sacó de aquello”, declaró a la revista Premiere. Como fans de la nueva ola británica, volaron a Inglaterra para encontrar a alguien que la interpretase. “Literalmente caminábamos por las calles por la noche, diciendo: ‘Vale, ¿a quién podemos ir mañana?’. Chrissie Hynde, de The Pretenders, era su primera opción, pero estaba embarazada. Convenció a su entonces marido Jim Kerr, cantante de Simple Minds, para que lo hiciera”, explicó Michelle Manning. Si la canción se ha convertido en un himno de los ochenta no fue menos inspirador su póster, con una foto de Annie Leibovitz que ha sido tan imitada como parodiada.

Se estrenó el 15 de febrero de 1985 y debutó en el tercer puesto de la taquilla, por debajo de la imbatible Superdetective en Hollywood y Único testigo de Harrison Ford. Pero su verdadero impacto se demostró gracias al vídeo (se vendieron más de un millón de copias en Estados Unidos) y a sus reposiciones en televisión. El público la adoró y la crítica se dividió. Hubo quien señaló lo obvio: estaba llena de clichés y hay pocos lugares para la sorpresa. Si al empezar a verla nos hubieran preguntado cómo terminaría, todos habríamos dicho que la princesa se quedaría con el matón y que a medida que se quitasen las capas que definían a sus personajes sus debilidades los igualarían. Hasta sabíamos que Allyson viviría uno de esos momentos en los que una mujer guapa y con personalidad se transforma en vulgar gracias a un cambio de imagen innecesario.

La película que Entertainment Weekly considera la número uno de su lista de las cincuenta mejores películas de instituto influyó de manera invaluable no sólo a los adolescentes sino también a los creadores. Es imposible pensar en los adolescentes parlanchines de The OC (2003-2007) o de Dawson crece (1998-2003) sin el precedente de Hughes. “John Hughes fue vital para ayudarnos a todos a entender que los adolescentes no eran niños grandes y que la adolescencia está separada de la infancia”, dijo el novelista John Green cuando Rolling Stone pidió a un grupo de creadores que hablasen de la influencia de Hughes entre los que escribían para adolescentes. Diablo Cody, guionista de Juno y Young Adult, fue más allá. “Las películas de Hughes, más que influirme como cineasta, me influyeron como persona”.

El club de los cinco dio el pistoletazo de salida a un nuevo fenómeno, antes de que Charlie XCX se apropiase del término brat, los ochenta tuvieron al brat pack, el atajo de mocosos, la inspirada etiqueta que el periodista David Blum hizo uniendo a los jóvenes actores de los ochenta y el rat pack de Frank Sinatra y Dean Martin. Cuarenta años después, el actor Andrew McCarthy, protagonista junto a Ringwald de La chica de rosa (el siguiente proyecto de Hughes tras El club de los cinco y estrenada en 1986) intentó reunirse con los actores que se vieron en ese grupo a pesar de que su trayectorias tenían orígenes muy distintos, en el documental Brats: las jóvenes estrellas de los 80, recientemente estrenado en Movistar. Por él desfilan Anthony Michael Hall, Ally Sheedy, Emilio Estévez, Demi Moore o Rob Lowe. Todos llevan cuatro décadas luchando contra aquella etiqueta que a sus ojos los devaluaba, algunos con éxito como Moore y otros sin haberlo aceptado todavía, como McCarthy.

Las carreras de los protagonistas fueron dispares. Tras La chica de rosa, que Hughes escribió pero no quiso dirigir, la relación entre el creador y su musa se rompió. Sucedió lo mismo con Anthony Michael Hall, que no volvió a trabajar con el director tras La mujer explosiva. Hall sospecha que se debió al romance que ambos actores vivieron durante el rodaje de El club de los cinco y que hizo que el director se sintiese traicionado por sus pupilos, lo que llevó a que el papel de Ferris Buller en Todo en un día (1986) no fuese para él sino para Matthew Broderick. Tanto Ringwald como Hall han tenido carreras por debajo de lo que se esperaba. Ella se fue a Europa y trabajó con Godard en una extraña versión de El rey Lear junto a Woody Allen, es escritora y ha vuelto a la palestra gracias a Feud: Capote vs. The Swans. Hall terminó en producciones de serie B y capítulos televisivos, al igual que Judd Nelson, que sólo brilló en la telecomedia De repente Susan (1996-2000) al lado de Brooke Shields. Ally Sheedy tan sólo tuvo un éxito posterior, High Art, que en 1999 la hizo ganar el Independent Spirit Award a la mejor actriz. La imparable carrera de John Hugues también fue decayendo paulatinamente, más por su propio desinterés que por el de Hollywood, que lo veía como una mina de oro. Todo en un día fue un éxito incuestionable y la gigantesca Solo en casa le permitió vivir desahogadamente hasta su prematura muerte a los cincuenta y nueve años. Dejó tras de sí un puñado de películas que explican a la juventud estadounidense blanca y acomodada de los ochenta mejor que ningún tratado de sociología.

sábado, 15 de febrero de 2025

Crítica de las críticas a la Ilustración

 "Criticar no es destruir: en favor de la Ilustración", en El País, por Miguel Seguró, 14 de febrero de 2025:

El Siglo de las Luces pasa por horas bajas y ha recibido críticas en las últimas décadas, pero estos ataques olvidan la influencia liberadora y revolucionaria de sus ideas.

El café Le Procope es uno de los lugares más visitados del centro de París. Situado en las inmediaciones de la antigua Comédie-Française y de Saint-Germain-des-Prés, el establecimiento abrió en 1686 por iniciativa del siciliano Francesco Procopio dei Coltelli y es, además de una concurrida atracción turística, un lugar de obligada visita para quienes se interesan por la filosofía. No en vano, Voltaire, Montesquieu o Rousseau fueron habituales cafeteros de Le Procope, y cuenta la leyenda que la Encyclopédie nació tras un encuentro entre D’Alembert y Diderot en alguno de sus pomposos salones, e incluso que Benjamin Franklin concibió ahí pasajes de la futura Constitución estadounidense.

Adentrarse en el café Le Procope es en cierto modo regresar al cénit de la Ilustración (siglo XVIII), un periodo llamado de las luces por su gran confianza en la razón, en el conocimiento científico, en el progreso y en la promoción de las libertades políticas. Un periodo que se vio a sí mismo como un tiempo deslumbrante, pero que, sin embargo, tampoco estuvo exento de densas brumas. La Ilustración fue un fenómeno cultural fundamentalmente pensado y procesado por y para hombres en el cual no se contaba con las mujeres en el grado que sería de esperar en un movimiento reformista. En un entorno marcadamente machista, disponer de un salón literario era una de las vías que tenía una mujer para formar parte de ese mundo tan profundamente desigual. Los salones, además, estaban anegados de soberbia, y aunque uno tiende a imaginarse a todas aquellas mentes ilustres tratando del destino del ser humano con la humildad por bandera, la realidad era menos ejemplar de lo figurado.

Robert Peckham, historiador: “La libertad da miedo”

Quien nunca pisó Le Procope fue Immanuel Kant. El autor de las tres Críticas no salió de su ciudad natal, Königsberg, en la cual permaneció toda su vida. Esta pecu­liar característica convertiría hoy a Kant en casi un antisistema: en primer lugar por no caer en la movilidad permanente en la que estamos atrapados, y después porque su sedentarismo militante contradice la creencia de que para ser un cosmopolita y decir cosas relevantes sobre el mundo antes hay que haberlo recorrido. Kant pensó y transformó el mundo sin moverse de su casa. De hecho, Kant es conocido por popularizar uno de los lemas más ambiciosos que todavía existen para moverse por los caminos de la vida: sapere aude, que habitualmente se traduce como “atrévete a saber”. La expresión, formulada por Horacio siglos antes, es la protagonista del escrito kantiano de 1784 Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración? Kant equipara la decisión de delegar la propia capacidad de pensar con la minoría de edad. ¡Es tan cómodo ser menor de edad!, dice el texto al poco de comenzar. Así que ya pueden triunfar todas las revoluciones posibles, que hasta que uno no se atreva a pensar por sí mismo no se producirá ninguna emancipación real.

Actualmente, las cosas se ven de otro modo, y la posibilidad de llegar a pensar por sí mismo (que no significa opinar lo que a uno le dé la gana) parece una fake news. Es más, es el propio ideal de la Ilustración el que pasa hoy por horas bajas. Las razones de esta crisis son diversas, pero la clave de cualquier proceso de ajuste de cuentas con un ideal personal o social se encuentra en la finalidad con el que se hace. Si el ajuste de cuentas se lleva a cabo desde dentro, como cuando nos estiramos en un diván para hablar en canal abierto de lo que nos hace sufrir y queremos transformar, la crítica se convierte en potencialmente renovadora. En cambio, si el ejercicio de revisión se realiza con el fin de hurgar morbosamente en la herida, la crítica toma un carácter más destructivo.

Una de las razones del actual eclipse de la Ilustración se encuentra en las revisiones críticas realizadas por Theodor Adorno, Max Horkheimer, Michel Foucault o Ágnes Heller, que más recientemente ha recogido y ampliado Antoine Lilti en su libro La herencia de la Ilustración. Ambivalencias de la modernidad. Se trata de relecturas que ponen de relieve algunas sombrías contradicciones presentes en el corazón de la Ilustración, y que por eso hay que atender y afrontar. Sin embargo, puede que además de este tipo de motivos más analíticos haya otros que también pesen en el desprestigio actual de la razón ilustrada.

Tras leer ¿La izquierda contra la Ilustración?, de Stéphanie Roza, a uno le queda el runrún de querer saber con qué intenciones se han esgrimido algunas críticas, atendiendo sobre todo a las consecuencias que han comportado algunas de estas, aunque no fueran buscadas. Uno piensa, por ejemplo, en asuntos tan presentes en nuestra cotidianidad política como la tan manida posverdad. ¿Hasta qué punto la proliferación de las posverdades (o también de la hiperemotividad política, la falta de conciencia comunitaria o el menguante respeto institucional) son en parte consecuencia de un exceso de pulsión antiilustrada?

La intuición que recorre el libro de Stéphanie Roza da que pensar: incriminar impulsivamente la Ilustración no tiene nada de emancipador y sí de potencialmente reaccionario, en el sentido de que se alinea, aun sin quererlo, con las tesis y corrientes típicamente antiilustradas. Algunas enmiendas a la totalidad del proyecto ilustrado son tan “totales” que no dejan resquicio para salvar algo de la Ilustración, cuando resulta que es del legado de la Ilustración del que se nutren muchos de los discursos emancipatorios que ponen en duda, precisamente, a la Ilustración. Cuando la crítica se convierte en un fin en sí mismo fácilmente se convierte en una rueda de molino que deja tras de sí un mundo embarrado en su bucle. En ocasiones parece que de tanto postureo posmoderno hemos acabado por contracturar el pensamiento audaz, haciendo de cualquier discurso racional algo sospechosamente anquilosado. Y en estas circunstancias es bastante difícil que el pensamiento no languidezca en sus propias sombras, sin grandes esperanzas de vislumbrar el mundo de otra forma.

Ni tanto ni tan poco: la razón ilustrada tiene indudablemente sus miserias (como cualquier modelo de racionalidad, huelga decir), pero más que un análisis de trazo fino lo que a veces parece que se ha llevado a cabo es una desfiguración integral de la cual acabamos siendo rehenes nosotros mismos, y de la cual quienes más tajada sacan son aquellos que nunca han creído demasiado en las ideas ilustradas. Seamos críticos con la Ilustración, sí, pero seamos también críticos con la crítica de la Ilustración. No vaya a ser que de tanto echarle agua al café se diluya definitivamente la posibilidad de encontrarle el gusto a la Ilustración.

Miquel Seguró Mendlewicz es doctor en Filosofía y licenciado en Humanidades. Su último libro es Vulnerabilidad ( Herder, 2021).

viernes, 14 de febrero de 2025

Malas noticias sobre el calentamiento global

 Detectadas fugas masivas de metano en la Antártida, una posible bomba para el calentamiento del planeta, en El País, por Manuel Ansede, Base antártica Gabriel de Castilla, 12 feb 2025:

Una expedición científica española descubre columnas de gas que brotan del subsuelo marino.

Un equipo de científicos españoles ha detectado en el subsuelo marino de la Antártida “emisiones masivas” de metano, un gas con una capacidad de calentar el planeta unas 30 veces superior a la del dióxido de carbono (CO₂). Los investigadores, a bordo del buque Sarmiento de Gamboa, han observado columnas de metano en el océano de hasta 700 metros de longitud y 70 metros de ancho, según explican a EL PAÍS los geólogos Ricardo León y Roger Urgeles, líderes de la expedición. Estas emisiones desconocidas hasta ahora podrían ser una bomba para el clima del planeta.

Lo que han descubierto es exactamente lo que temían. Los científicos zarparon el 12 de enero en busca de estas fugas masivas, entonces hipotéticas. El compuesto se acumuló en el subsuelo marino hace unos 20.000 años por la descomposición de materia orgánica, en forma de hidratos de metano, un sólido cristalino. “Es como un hielo al cual podrías prender fuego y ardería”, explica Urgeles, del Instituto de Ciencias del Mar, con sede en Barcelona. La teoría decía que el adelgazamiento de la descomunal capa de hielo antártica, iniciado al final de la última glaciación, provoca una disminución del peso sobre la tierra y un levantamiento del continente; y este fenómeno, conocido como rebote posglaciar, favorece los escapes del metano helado oculto durante milenios en el subsuelo marino.

Los investigadores han buscado fugas en los márgenes de la península antártica, una de las regiones del planeta más golpeadas por el calentamiento global, con una subida de la temperatura de más de tres grados en apenas medio siglo. “Hemos estimado que en esta zona hay unas 24 gigatoneladas de carbono acumuladas en los hidratos de metano, una cantidad equivalente a lo que emite toda la humanidad en dos años”, advierte Urgeles.

El metano helado, sólido, se está transformando en gas metano. “Estos fenómenos ya se habían registrado en el Ártico, pero esta es la primera vez que se detecta en la Antártida”, afirma León, del Instituto Geológico y Minero de España. Su equipo se cruzó con dos periodistas de EL PAÍS en la isla antártica Rey Jorge el 8 de febrero, el día en que finalizaron su expedición. Sus resultados, todavía muy preliminares, sugieren que el gas está brotando del subsuelo a lo largo de fallas, a menudo a través de volcanes de fango de cientos de metros de altitud respecto al fondo marino.

El buque Sarmiento de Gamboa, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha surcado los peligrosos mares antárticos durante casi un mes, tomando muestras de agua y sedimentos y realizando radiografías del subsuelo. Los hidratos de metano, semejantes al hielo, son estables a bajas temperaturas y altas presiones, pero con el calentamiento del océano y la disminución del peso del mar —por el levantamiento del continente antártico— se desestabilizan y brota el gas. Las columnas de metano que han observado los investigadores se disuelven a unos 150 metros de la superficie del océano. El futuro análisis de las muestras revelará hasta qué punto se libera el gas a la atmósfera.

Los geólogos Ricardo León y Roger Urgeles alertan de otra amenaza. La inestabilidad de los sedimentos marinos puede generar enormes deslizamientos del talud continental, con potencial de generar tsunamis. “Cuando los hidratos de metano pasan al estado de gas, ocupan un volumen 160 veces mayor. Si no se disipa de manera rápida, puede provocar enormes deslizamientos, como el de Storegga en el Ártico”, subraya Urgeles. El investigador habla del mayor deslizamiento submarino conocido, un movimiento que provocó un tsunami que arrasó las costas del norte de Europa hace unos 8.150 años.

La altura de las olas alcanzó entonces los 20 metros en las islas Shetland de la actual Escocia, pero las huellas geológicas de la catástrofe todavía se pueden encontrar por toda la costa noruega, en Dinamarca e incluso en Groenlandia. “El deslizamiento de Storegga tuvo unas dimensiones similares a las de Andalucía entera y coincidió con periodos de grandes cambios climáticos en la Tierra. Viendo cuándo ocurrió, una de las razones pudo ser que estos cambios generaran una disociación de hidratos de metano y desencadenaran el enorme deslizamiento”, advierte León.

El fenómeno Eloy Moreno

 De funcionario de Castellón a vender dos millones de libros y batir el récord mundial de firmas: el huracán Eloy Moreno. En El País, Adrián Cordellat, 13 de febrero de 2025:

El autor, capaz de arrasar entre públicos de todas las edades con sus novelas y la adaptación a serie de su mayor éxito, ‘Invisible’, culmina su ascenso al batir, con 11.088 volúmenes autografiados en 12 horas, la anterior marca histórica

Son las 18:00 del sábado 8 de febrero, la tarde aún luminosa de un día de invierno casi primaveral, cuando en la madrileña plaza de Callao Anouk de Timary, jueza de Guinness World Record, certifica que el escritor Eloy Moreno (Castellón, 49 años) ha pulverizado el récord del mundo de libros firmados en 12 horas. Autografió 11.088, más de 4.000 por encima de la anterior marca —la logró en 2016 el indio Vickrant Mahajan, con 6.904 libros—. Moreno muestra a los cientos de personas que rodean la carpa donde realizó la hazaña el diploma que da fe de su gesta. Lo hace con una amplia sonrisa. Esa sonrisa que, como bien apunta la jueza, no ha abandonado su cara en las 12 horas de firma. Esa que el autor convertirá muchas veces en risa franca a lo largo de una entrevista con EL PAÍS. Y que, de alguna manera, resume una carrera fulgurante, capaz de vender millones de novelas, juveniles y para adultos, y tratar temas como el acoso escolar.

Un día antes, en unas oficinas de Penguin Random House totalmente volcadas con el evento, el autor de superventas como Invisible, Redes, Tierra o El bolígrafo de gel verde, explica a EL PAÍS la intrahistoria del récord, que se empezó a gestar en la última Feria del Libro de Madrid, tras dedicar más de 1.500 libros en 15 horas de firmas durante un fin de semana: “Las colas eran enormes, así que un poco en broma me pregunté quién tendría el récord. Empezamos a hacer cálculos y pensé que 7.000 se podrían hacer. Y aquí estamos”. El detalle de lanzarse a por el récord dice mucho de la personalidad de Moreno. “Intenté frenarlo por todos mis medios, porque es algo que no se había hecho jamás en nuestra editorial, pero Eloy consigue llevar sus metas mucho más allá y que tú también lo hagas”, afirma Melca Pérez, responsable de comunicación de la División Infantil, Juvenil y Cómic en Penguin Random House. Pero la decisión de buscar la marca histórica también explica el ascenso del escritor, uno de esos milagros editoriales que son como el cometa Halley: solo se ven una vez cada muchos años.

Eloy Moreno, ingeniero informático, se animó a escribir su primera novela, El bolígrafo de gel verde —para adultos, sobre un hombre cualquiera atrapado en su vida cotidiana—, tras ganar varios concursos literarios para aficionados. Por la mañana trabajaba como funcionario en el Ayuntamiento de Castellón. Por la tarde, escribía. Cuando tuvo el libro acabado renunció a buscar editorial. “Pensé: ‘He tardado un año y medio en escribirlo, como tenga que esperar otro año y medio a que un sello me conteste…. Al final ya se me habría olvidado el libro y la ilusión la tenía entonces, cuando acababa de terminarlo. Así que me lancé a publicarlo por mi cuenta”, rememora. Empezó a vender los ejemplares él mismo, uno a uno, en las puertas de diferentes librerías. Llegó a despachar 3.000, más que la inmensa mayoría de los libros publicados en España. El éxito de la novela, que empezó a ocupar conversaciones en redes como Facebook, llegó a una gran editorial, Espasa, que compró los derechos de El bolígrafo de gel verde y lo volvió a publicar.

El resto es historia del mercado editorial. Una tras otra empezaron a llegar las novelas Lo que encontré bajo el sofá (Espasa, 2013), El regalo (Ediciones B, 2015), Invisible (Nube de tinta, 2018), Tierra (Ediciones B, 2019), Diferente (Ediciones B, 2021), Cuando era divertido (Ediciones B, 2022) y Redes (Nube de tinta, 2024), además de varios álbumes ilustrados infantiles y libros de cuentos. Entre todos suman más de 2,5 millones de ejemplares vendidos. Moreno ha logrado crear un fenómeno pocas veces visto, una inmensa comunidad de lectores fieles que no tiene edad y que acude a sus eventos en masa desde todos los rincones de España. Por la firma en Madrid desfilaron familias completas, parejas, grupos de amigas, adultos, jóvenes, adolescentes que temblaban y lloraban mientras esperaban su turno, niños y niñas cargados con sus álbumes ilustrados.

“Muy pocos escritores pueden decir que escriben de verdad para todas las personas”, concede Laia Zamarrón, editora de Eloy Moreno. La directora literaria de Nube de Tinta destaca varios factores que explican su éxito. Por un lado, que siempre toca temas importantes y cotidianos, con los que se puede sentir identificado cualquiera. Por otro, el elemento mágico, presente en casi todas sus novelas, y la carga emocional: “Son libros que se quedan muy dentro y generan una impronta importante”. Por último, la sencillez en el estilo de Moreno. “En los libros de Eloy nunca sobra ni falta una palabra. Eloy tiene un don de escritura clara y bella. No da rodeos. Todo lo que dice es necesario e imprescindible”, apunta.

Esta última apreciación se puede aplicar al propio Moreno. Viste con sencillez —pantalón vaquero, camiseta blanca básica de manga corta, zapatillas deportivas Adidas—, transmite sencillez y en sus respuestas es directo. Sus reflexiones en voz alta son como los capítulos de sus libros: breves. La sencillez, sin embargo, podría verse también como un lastre. No le faltan críticos, lectores que apuntan a la simplicidad de su escritura, a la poca hondura de sus textos. Él no le da mayor trascendencia. Escribe, dice, lo que le gusta leer. “Me agobian los libros con capítulos muy largos y las novelas con demasiadas descripciones. Siento que es un aburrimiento y no deja lugar para la imaginación del lector”. Esa corriente explica en parte que, pese a su triunfo comercial, sea difícil encontrar una entrevista suya en los suplementos culturales. También que nadie parezca esperar su nombre en las galas de los premios más prestigiosos. “Me da absolutamente igual”, afirma. Nuevamente su risa franca. “Cuando escribo un libro pienso en que entre 12 y 100 años lo pueda leer cualquiera. Obras que en principio podrían ser para adultos, como Tierra o El regalo, se leen también en institutos. Y, sin embargo, en el caso de Invisible, que puede parecer más destinado al público juvenil, la mitad de los lectores son adultos”, asegura.

El fenómeno ‘Invisible

Invisible es el título estrella de Eloy Moreno. Esta novela, que centra su atención en el acoso escolar, ha vendido más de un millón de ejemplares —su continuación, Redes, ha superado los 130.000 tras apenas tres meses en las librerías—. “Si el poder de la lectura es transformar personas y transformar sociedades, Invisible y Redes son el mayor exponente de esto”, apunta Laia Zamarrón. Cientos de profesores de Educación Secundaria en España, convertidos en los mejores prescriptores del libro, ya recomiendan a sus alumnos la lectura de Invisible. A su modo, la novela se ha transformado en una especie de medicamento. ¿Le duele la garganta? Tómese paracetamol. ¿Tiene que hablar de bullying? Léase Invisible. “Permite abordar un tema que a un profesor seguramente le costaría hablar directamente. Y a través del libro pueden salir muchas conversaciones. Desde su publicación me ha escrito mucha gente que ha sufrido bullying para darme las gracias porque refleja lo mucho que sufren las víctimas”, señala Moreno.

La novela está conquistando ahora a miles de nuevos lectores gracias a la adaptación a miniserie, realizada por Paco Caballero y disponible en Disney+, donde lleva semanas entre lo más visto de la plataforma. El impacto se pudo apreciar en la firma de libros. Invisible fue, sin lugar a duda, el título más firmado. “La calidad de la serie es brutal. Y sé que es muy raro que un autor te diga eso. Yo creo que no conozco a ninguno”, bromea Moreno, que se involucró en el rodaje e incluso tiene un cameo a modo Alfred Hitchcock en el último capítulo.

La serie ha lanzado al estrellato a sus jóvenes protagonistas, que desataron la histeria colectiva al aparecer por sorpresa en la carpa de Callao, y ha provocado que la fama de Moreno alcance nuevas cotas. Él parece asimilarla con naturalidad. “Si esto me pasa con 20 años, igual me explota un poco la cabeza, lo mismo que si esto hubiese llegado de golpe, pero por suerte ha sido un proceso muy lento, de más de 12 años, así que no me ha afectado demasiado. Hago la misma vida de siempre con la misma gente de siempre”, reflexiona.

Tras batir el récord, se abraza con su mujer y sus dos hijas. También con el equipo de Penguin que le ha acompañado en la aventura, y con los actores y las actrices de la serie. Lo hace en mitad de un ruido ensordecedor, con cientos de personas haciendo retumbar su nombre en pleno epicentro de Madrid ante el desconcierto de los viandantes que pasean ajenos a lo que acaba de ocurrir. “Jo, qué suerte ser la hija de Eloy Moreno”, se escucha comentar a una fan. La piña familiar es la viva imagen de la felicidad. Y Eloy Moreno es la viva imagen de un hombre sencillo que, sin grandes pretensiones, ha sido capaz de enganchar a la lectura a miles y miles de personas, difuminando con su escritura las barreras de la edad.

jueves, 13 de febrero de 2025

P. G. Wodehouse

 Sobre uno de los autores que más me han gustado en mi carrera de lector, el sobrino eterno P. G. Wodehouse:

 "¡Gracias, P. G. Wodehouse!", en El País, 13 de febrero de 2025, por Daniel Gascón:

Hace 50 años falleció el que tal vez haya sido el mejor novelista cómico de siglo XX y un genio del lenguaje

Mañana se cumplen 50 años de la muerte de P. G. Wodehouse, quizá el mejor novelista cómico del siglo XX. Se le recuerda por el mentecato Bertie Wooster y su mayordomo Jeeves, o por el castillo de Blandings, donde el noveno conde de Emsworth se enorgullece de su cerda mientras su hermano Gally aterroriza a todo el mundo con el proyecto de escribir unas memorias. Wodehouse, nacido en 1881, era un hijo del imperio británico. Su padre era magistrado en Hong Kong. Se crio sin mucho contacto con sus padres, entre niñeras y tías (las tías son una fuente constante de terror cómico en su obra). Le encantó el internado y no pudo estudiar en Oxford por motivos financieros. Entró a trabajar en un banco; lo detestaba. Empezó a vender obras a revistas. Trabajó en Broadway y en Hollywood; sus novelas tuvieron mucho éxito. Vivió dos guerras mundiales. Su ficción recrea una Inglaterra idílica y casi invariable, con una clase privilegiada entre excéntrica y cabeza de chorlito. Uno de los episodios más controvertidos de su vida ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Residía con su mujer en Francia; los alemanes los detuvieron. Estuvo internado en Polonia. Le obligaron a hacer cinco emisiones de radio desde Berlín. No era propaganda: “Muchos jóvenes que comienzan su vida me preguntan: ‘¿Cómo se llega a ser prisionero?’ Bueno, hay varias maneras. Mi propio método fue comprar una casa de campo en el norte de Francia y esperar a que llegara el ejército alemán. Probablemente es el plan más sencillo. Tú compras la casa y el ejército alemán se encarga del resto”, decía en la primera emisión. Lo acusaron de traidor; Orwell fue uno de sus pocos defensores. Aunque fue rehabilitado, Wodehouse no volvió a su país; en 1947 se trasladó definitivamente a Estados Unidos. Escribió más de 90 novelas, además de películas, obras de teatro, relatos. Era un autor popular y un escritor de escritores: lo admiraban Auden, Waugh, Kipling. (Sobre él han escrito hace poco Jorge Freire y Daria Galateria; Anagrama ha publicado muchas de sus obras y un ómnibus.) Era tímido, generoso, meticuloso e infatigable. Inventó personajes y situaciones inolvidables, pero era sobre todo un genio del lenguaje, con un talento asombroso para los símiles: “Una vida de almuerzos había hecho que su pecho se desplomara a la entreplanta”, “Parecía una oveja con una pena secreta”, “Una tía llamaba a la otra, como dos mastodontes mugiendo en la ciénaga primigenia”. ¿Dónde empezar? ¿El código de los Wooster? ¿De acuerdo, Jeeves? Cualquier sitio es bueno: como decían Mathew Parris y Stephen Fry en una conversación sobre The Master, es difícil distinguir a Wodehouse de un rayo de sol.

sábado, 8 de febrero de 2025

El gran corruptor Juan March y sus negocios criminales, por David Cot.

 “Nuestra Cruzada es la única lucha en la que  los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos.” Franco pronunciaba estas palabras tan  sorprendentemente honestas en un discurso de 1942 en Lugo. La historia de la guerra civil y de la dictadura franquista representa muchas cosas, pero entre otras, es la historia de un reducido número de personajes y familias que amasaron una fortuna al estar en los círculos de poder del nuevo estado que construyó el general Francisco Franco. 

Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas,  y esta es la última entrega de la serie dedicada a Juan March Ordinas, el mallorquín que fue  el hombre más rico de España. En esta ocasión veremos algunos de sus negocios de posguerra, su  época de oposición al régimen franquista que él mismo había aupado, cómo surgió la Fundación Juan March, y su muerte y herencia. Veamos los últimos años de vida de uno de los hombres más  importantes de la historia de España del siglo XX. 

Negocios de posguerra

Ya vimos que Juan March tuvo un rol crítico en la  guerra civil española y que hizo un gran negocio con ella, gracias a sus préstamos, el tráfico de  armas y el control del comercio exterior. March hizo una apuesta arriesgada con los sublevados,  pero le salió bien y reforzó su papel como hombre más rico de España, eso sí, como un gran patriota  tenía el dinero principalmente en Suiza y Reino Unido. Se convirtió en el séptimo hombre más rico  del mundo según estimaba un diario londinense en 1943 gracias a los beneficios extraordinarios  de guerras. Mientras millones de personas habían muerto, estaban refugiadas, o pasaban toda  clase de penurias, el mercader de la muerte se construyó un palacio en Palma de Mallorca. En los primeros meses de 1939 fundó Aucona para centralizar sus actividades de exportación e  importación, en unos años en los que prácticamente monopolizaba el comercio exterior de España.  También poco antes de terminar la guerra civil fundó en Londres la Juan March & Co. con el  objetivo de controlar el mercado de divisas de España y el comercio con Reino Unido. Servía  de agencia financiera, de bolsa y de cambio de divisas, y entre los directores de esta sociedad  estaba un agente del servicio secreto británico, lo que remarca las buenas conexiones  de March con el gobierno británico. 

En España el capitalista mallorquín ganó mucho  dinero con el estraperlo, la venta de artículos eludiendo el control estatal, aprovechándose  del contexto de miseria de la posguerra. Nunca dejó el contrabando. En los años 50 seguía  traficando con tabaco, e incluso sacerdotes de Estados Unidos le pasaban cigarrillos de  forma ilegal. Eso pese a que, cuando se fundó Tabacalera en 1945 para monopolizar la venta de  tabaco, la familia March poseía en torno al 10%  de las participaciones. Ya vimos en el episodio  sobre los sobornos británicos que Juan March hizo negocios con los dos bandos de la Segunda Guerra  Mundial, aunque principalmente con los aliados, y ganó mucho dinero con el tráfico de armas.

 En este contexto, el hombre más rico de España aumentó las exportaciones de bienes de primera  necesidad. Esto ocurrió entre 1939 y 1942, cuando se produjo en España la hambruna más brutal  de su historia, que provocó la muerte de más de 200.000 españoles. Pero al cerdo capitalista y  traidor de Juan March esto le daba igual. España se había convertido en un estado totalitario, así  que ya no se tuvo que enfrentar a protestas por falta de alimentos como ocurrió cuando había  mallorquines que sufrían de hambre por sus exportaciones durante la Primera Guerra Mundial. Arturo Dixon recogió una anécdota que retrataba perfectamente a Juan March: “Desde Checoslovaquia  llegó a un puerto español un barco con un cargamento de zapatos. Cuando se examinó la carga,  se vio que todos eran del pie izquierdo y que, por lo tanto, no servían. La única persona que  pujó para quedárselos — naturalmente a un precio enormemente bajo— fue Juan March. Poco después  llegó otro barco con un cargamento de zapatos. Esta vez todos eran del pie derecho. Y de nuevo  March los compró a un precio verdaderamente irrisorio. Solo él sabía que los zapatos del  segundo envío hacían juego con los del primero. Además, ambas entregas fueron declaradas por la aduana como «mercancías inacabadas», y por lo tanto, libres de impuestos.” Otra anécdota que refleja el carácter de March viene del que había sido confesor  de Alfonso XIII. En 1945 era un hombre mayor en apuros económicos, y decidió reclamarle  a March todas las promesas económicas que le había hecho por sus favores. Este confesor fue clave en convencer a la empresa francesa, quien tenía el monopolio de venta de tabaco en el  Marruecos español, para que renovasen el contrato de subarrendamiento a March en los años 20. Pero  March nunca le pagó ni se dignó a contestar a la carta. Así de desagradecido era con quienes ya veía que no podía sacar ningún provecho. 

March contra el régimen franquista

Pero las relaciones de Juan March con la dictadura  franquista no siempre fueron buenas. Conforme se consolidaba en su puesto, Franco se irritó cada vez más por las deudas contraídas en la guerra con el mallorquín y no quería permitir que su  pretensión de monopolizar el comercio exterior pusiera en peligro la estabilidad de las finanzas  estatales. March chocó sobre todo con el ministro de Comercio e Industria, Demetrio Carceller, un  falangista favorable al intervencionismo estatal extremo que se enriqueció con comisiones obtenidas del mercado negro y el comercio  exterior, como el tráfico de wolframio y petróleo. Era por tanto un competidor directo de Juan March, y así debe entenderse estos choques dentro de la  dictadura franquista, que era una cleptocracia como ya vimos en el episodio anterior de esta  serie. En 1941 Carceller acusó a March de masón y de provocar escasez de materias en España, y  el ministro de Trabajo José Antonio Girón exigió que lo fusilaran por alta traición. A Valentín  Galarza, ministro de Gobernación, le ordenaron que retirase el pasaporte a Juan March y que lo  pusiera bajo arresto domiciliario. Sin embargo, Galarza era uno de los que recibían los sobornos  británicos directamente de March, y le trasladó la información para que pudiera abandonar el país. March envió una carta a Franco negando las acusaciones y pidiendo ir al Consejo de Ministros  para defenderse, donde podría denunciar la corrupción de dos o tres ministros. El fascismo falangista odiaba a March por representar el arquetipo de capitalista insaciable sin  patria, pero March no había financiado una rebelión militar para instaurar un gobierno que le  pusiera trabas a sus negocios. En julio de 1942, Juan March fue detenido durante unas horas porque  los servicios secretos españoles tenían indicios  de que participaba en una  conspiración monárquica contra Franco. Cuando fue liberado, no se la jugó y huyó  de España para fijar residencia en Lisboa, centro de conspiraciones monárquicas. Otros  monárquicos, como Pedro Sainz Rodríguez y Eugenio Vegas Latapié, quienes ya desde  el día de la proclamación de la República conspiraban contra ella, tuvieron que  trasladarse a Portugal debido a las amenazas de detención por parte de la dictadura  de Franco. Allí también residía José Gil Robles. 

Tras la operación Torch en el norte de  África en noviembre de 1943, la presión privada y pública para restaurar la monarquía en  España aumentó. Juan de Borbón expresó que había llegado el momento de sustituir la dictadura  de Franco, vista como un régimen de transición, y generales monárquicos como Orgaz y Kindelán  pidieron a Franco que abandonase el poder y dejase las formas de gobierno a imitación de  otras extranjeras, en referencia al fascismo, y volviese a formas genuinamente  españolas, la de la monarquía católica. 

March gastó al menos un millón de francos suizos a  favor de Juan de Borbón durante la Segunda Guerra  Mundial. El capitalista creía que lo mejor sería  que la dictadura franquista fuese sustituida por una monarquía aceptada por la izquierda y capaz  de cohesionar España. Básicamente se adelantó a lo que sería luego la Transición. En 1944 la  victoria ya se veía a favor de los aliados, y se formó la Alianza de Fuerzas Democráticas  entre socialistas, anarquistas y republicanos, excluyendo a comunistas. Franco y todo su  régimen temían que, pese a haber ganado la guerra civil, ahora perdiesen el poder. March celebró una reunión con las fuerzas opositoras en el piso de su amante Matilde  Reig. El mallorquín ofreció un cheque y le dijo a Régulo Martínez, presidente de la Alianza,  que pusiera la cantidad que quisiera. Lo que querían los opositores era hacer propaganda para  difundir las corrupciones de Franco y su régimen, pero Juan March se negó porque temía que eso le  costara la vida. Al final, esto quedó en nada, pero Franco se enteró de la reunión. March volvió a Portugal, porque le llegó el soplo de que Franco había expresado  que quería matarlo, y al terminar la Segunda Guerra Mundial fijó su residencia  en Ginebra, Suiza, aunque siguió visitando España muy frecuentemente. En 1946, viendo que el  régimen de Franco estaba para quedarse y que las victoriosas potencias aliadas no se estaban  moviendo para cambiarlo, Juan March comunicó que no iba a dar más dinero a la oposición  monárquica encabezada por Juan de Borbón. 

Juan March no mantuvo una relación estrecha con  Franco al finalizar la guerra civil. Bartolomé March, hijo del banquero, visitaba asiduamente el  palacio de El Prado e implicaba en los negocios familiares al entorno del dictador. Por tanto,  se puede describir la relación entre Franco y March como unmatrimonio de conveniencia. No había  amor ni confianza mutua, sino intereses comunes.   

 Pese a que tuvieron roces importantes, Barcelona Traction, uno de los mayores robos de la historia. Así nació FECSA Francisco Franco supo recompensar bien a Juan  March por su apoyo. El mallorquín se aprovechó de la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial  para tomar medidas hostiles contra empresas extranjeras en suelo español y comprarlas a precio  de saldo. Así lo hizo con la filial mallorquina de General Electric, que a base de hostigamiento  los propietarios vendieron a March en 1942. 

Pero el mayor regalo de la dictadura franquista  a Juan March fue la Barcelona Traction. Estamos hablando de la compañía eléctrica de Cataluña,  conocida popularmente como La Canadiense, que por activos era la tercera empresa más grande  de España y producía el 20% de la electricidad del país. Era un holding con un entramado  empresarial muy complejo y opaco, constituido con capital extranjero que se aprovechaba de esta  estructura para no pagar sus impuestos en España. 

Su accionista principal y dirigente era Dannie  Heineman, un judío de nacionalidad estadounidense y belga que no pudo ejercer un control efectivo  sobre la compañía desde la guerra civil, primero por haber sido colectivizada y después  porque Franco prohibió la compra de divisas a  sociedades extranjeras. El ministerio de Industria  no permitía subir precios en las tarifas,  ni tampoco llevar a cabo nuevas inversiones.  Entre esto y que la compañía cobraba en pesetas que no paraban de devaluarse y debía  pagar a los acreedores en libras esterlinas, el negocio estaba en una situación complicada. Desde 1945 March fue comprando obligaciones de la Barcelona Traction hasta convertirse en  su mayor acreedor. Tras la constitución de la ONU y la exclusión de España de este organismo  internacional, existía un clima muy contrario a las empresas extranjeras del que March se  aprovechó, presentándose como un patriota  español dispuesto a poner su fortuna contra las  oligarquías financieras internacionales de las que él mismo pertenecía. Por ideología y como  recompensa por su contribución en la guerra, a Franco ya le interesaba que una gran empresa  pasase a estar en manos de un capitalista español. 

El 12 de febrero de 1948 un juez de la  localidad tarraconense de Reus declaró en quiebra La Canadiense, después de que hombres  de March presentasen una demanda para reclamar el pago de las obligaciones. Con eso, los intereses  de los acreedores pasaban a ponerse por delante de los accionistas, y el mayor acreedor era  March. Que el mallorquín untó al juez para que fallara a su favor con una medida tan  desproporcionada ni cotiza, porque muchas otras empresas no eran declaradas en quiebra  por simple falta de disponibilidad de divisas. 

Además, a los pocos días de la sentencia,  sin que los accionistas y directivos de la Barcelona Traction pudieran reaccionar  porque no les notificaron a tiempo, un hombre presentó un recurso de apelación. Este  era un secuaz de March, que hizo este movimiento para evitar que los propietarios de la Barcelona  Traction pudieran presentar su propio recurso.  

Inmediatamente hombres de March tomaron el  control de la Barcelona Traction, y hubo negociaciones en vano con Heineman y protestas  de los gobiernos de Bélgica, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, aunque finalmente los  británicos actuaron a favor de su antiguo aliado. 

En enero de 1952 se procedió a la subasta  pública de la compañía. Solo pujó Fuerzas Eléctricas de Cataluña, conocida por sus  siglas FECSA, una empresa creada por Juan March expresamente para la ocasión y que contaba  también con la participación de diversos bancos, como el Santander y Pastor. El precio de compra  de las acciones fue de 10 millones de pesetas, cuando su valoración estimada estaba entre  los 1.000 y 3.000 millones de pesetas. Un robo en toda regla revestido de legalidad. Esta es solo una de las muchísimas pruebas que demuestran que la dictadura franquista fue  una cleptocracia, un gobierno donde primaba el enriquecimiento personal de algunos cercanos al  régimen. El magnate judío podría haber presentado una oferta por el mismo valor o superior  para evitar la venta. Se recurrió en vano la sentencia y los accionistas presentaron distintas  demandas en juzgados de España. Pero en la España de Franco no había independencia judicial, y  nadie podía ir contra el gobierno y contra March. 

El gobierno estadounidense, cuando se negoció  normalizar relaciones diplomáticas con la España franquista, presionó sobre esta cuestión  y advirtió de las consecuencias negativas en la imagen de España entre inversores internacionales,  pero Franco dijo que era una cuestión privada y que no podía hacer nada. Al final, Estados Unidos  proporcionó un crédito de cien millones de dólares a España, y así empezó su proceso de reapertura,  sin que afectase negativamente el caso Barcelona Traction a la atracción de inversiones  extranjeras. El caso terminó en el tribunal internacional de La Haya con una resolución  favorable para los March en 1970, cuando ya Juan March y Dannie Heineman habían muerto. En los años 50, ya en su vejez, Juan March Fundación Juan March, o cómo lavar la imagen de un capitalista corruptor con las manos manchadas de sangre quiso crearse la imagen de benefactor. En  consonancia con ser el más rico de España, era el que más aportaba en campañas benéficas  organizadas por la dictadura, como contra la tuberculosis o para viudas y huérfanos de familias  de militares. Con su dinero manchado de sangre y corrupción, March, sobre todo a través de su  esposa, financió algunas obras caritativas y religiosas, como la construcción del  colegio de los franciscanos en Palma. 

Sin embargo, su mayor acción en este sentido  filántropo fue en 1955. El capitalista mallorquín copió el modo de hacer de los ricos anglosajones  y creó la Fundación Juan March para que su nombre se recordara por generaciones, para lavar su  imagen y para pagar menos impuestos. La Fundación Juan March promueve la formación con becas e  intercambios de estudiantes e investigadores, la elevación y difusión de la cultura, así como  la investigación científica. La constituyó con 300 millones de pesetas y 1.200.000 dólares, siendo la  fundación con más recursos de Europa y equiparable a las grandes fundaciones estadounidenses. En  los años siguientes los March fueron ampliando su capital hasta los 1.000 millones de pesetas. La decisión de formar la fundación vino por sugerencia del catalanista Joan Mascaró,  nacido también en Santa Margalida y que fue trabajador de March, pero que, al acompañar  al hijo de este a estudiar en el extranjero, se licenció en lenguas y se convirtió en uno de los mayores especialistas en sánscrito. Este le envió una carta en 1951 sugiriéndole  imitar el ejemplo de otros millonarios en obras sociales o culturales para que su  nombre se perpetuase en la historia. Juan March quería morir sabiendo que la gente le  lloraría y honraría, y hay que decir que lo consiguió. A su muerte fue recordado por  su fundación y hoy en día mucha gente ni siquiera sabe quién fue realmente Juan March.  

Muerte de Juan March Ordinas

Hablando de su muerte, el 25 de febrero de 1962, su chófer conducía un Cadillac para  llevar a March a una reunión por Madrid, pero un vehículo circulaba en dirección contraria  y chocó violentamente con el coche del hombre más rico de España. El millonario de 81 años se llevó  la peor parte y sufrió numerosas fracturas y un shock traumático, aunque permaneció consciente.  El prestigioso médico catalán Josep Trueta se desplazó expresamente desde Londres para  examinarlo, y también se desplazó desde Barcelona el doctor Puigvert, pero era difícil que  sobreviviera con 81 años y varios traumatismos. 

Modificó el testamento para elevar hasta los  2.000 millones de pesetas el capital de la Fundación Juan March. Mostró algunos signos  de mejoría, pero nadie se atrevía a hacer un pronóstico optimista. Su amante Matilde Reig,  familiares, y ministros de Franco lo visitaron,  y un padre lo confesó y administró los sacramentos  el 4 de marzo. Juan March nunca fue religioso,  pero debió pensar que más valía ser pragmático  y asegurarse una plaza en el cielo por si  existía. En sus últimos días las mejorías  desaparecieron y entró en un estado delirante. 

Finalmente, el 10 de marzo de 1962 falleció  Juan March Ordinas. Se oficiaron misas en Madrid y Palma de Mallorca en las que asistieron  todas las grandes personalidades del momento. La Banca March y FECSA suspendieron sus actividades,  y los barcos de la Transmediterránea ondearon las banderas a media asta. Fue enterrado en el panteón  familiar en Palma de Mallorca, junto a su esposa que ya había muerto unos años antes. La noticia  de su muerte llegó a ocupar primeras páginas en diarios de todo el mundo, que tildaban a March del  hombre más misterioso del mundo y el Rockefeller español. Un becario envió esta carta: “No conocí  a don Juan. Pero difícilmente olvidaré su nombre. Sin su ayuda nunca habría pisado la Universidad.  Le ruego acepte esta pequeña nota de condolencia.” 

Así fue Juan March, en pocas palabras ¿Quién fue, por tanto, Juan March Ordinas? Después  de haber estudiado su biografía, describiría al  mallorquín como un capitalista que no tuvo ningún  escrúpulo para conseguir sus objetivos. Siempre que podía buscaba la colaboración voluntaria de otros o inducirlos a ello mediante sobornos, se valió de la corrupción empresarial y política  para hacerse el hombre más rico de España, pero aquellos que no se sometían a su  voluntad se aseguraba que lo pagasen caro.  

No tenía ninguna moral más que el dinero. March era un hombre que tenía como objetivo y obsesión hacerse siempre más y más rico e  influyente, no llegó un momento en que dijo, vale, estoy feliz con la riqueza que he acumulado  y ahora voy a disfrutar. Azaña lo describía en 1932 como un hombre intrépido, inteligente,  y lleno de rabia. Juan March no era el típico mafioso italiano que actuaba de patriarca de un  clan familiar extenso. Era un hombre solitario, con muchos lacayos a sueldo, y que sabía hacerse  imprescindible y moverse en la política para que sus negocios triunfasen. Se rodeaba de  un equipo de técnicos competentes que le fuesen fieles. Era un mafioso a la española. Era un hombre muy individualista y egocéntrico que solo velaba por sus propios intereses. Por  eso tampoco tuvo inconveniente en proporcionar suministros a dos bandos en guerra, porque lo importante era ganar dinero. Cuando le convenía,  se presentaba al público como alguien preocupado por el patriotismo, la religión, o como un mecenas de artes y ciencias, pero eso no eran más que  maneras de justificar sus acciones y lavar su imagen. Juan March Ordinas fue sin duda uno de  los hombres más listos, ambiciosos, amorales  y más importantes de la España del siglo XX. 

Juan March y la legitimidad de las herencias

El testamento de Juan March declaraba heredero único a su hijo mayor Juan March Servera. Este se  quedó en pleno dominio con el 60% de los bienes, y el usufructo del 40% restante para dos  nietos del patriarca familiar. En cambio,  excluyó de la herencia y solo dejó la legítima  que le correspondía a su hijo menor Bartolomé. 

Juan apenas se relacionó con este hijo, que  las malas lenguas decían que ni era hijo suyo, y en cambio fue el mimado de su madre Eleonor y  recibió todos sus bienes en herencia. Bartolomé era un mecenas y coleccionista, un vividor  alejado del espíritu capitalista de su padre. Quizás por eso Juan March lo repudiaba  y no quiso fragmentar el patrimonio familiar. 

Pero esto no es lo importante. Lo importante es  preguntarse qué legitimidad tiene la herencia de Juan March y que hoy los March sigan siendo una  de las familias más ricas de España. La memoria histórica sobre la Segunda República, guerra  civil y dictadura franquista sigue siendo un campo de batalla ideológico muy importante  porque los beneficiarios del franquismo saben que el reconocimiento de la ilegitimidad del  franquismo y de todas sus acciones criminales es solo un primer paso que luego puede derivar en  la exigencia de políticas de reparación económica y devolución del patrimonio robado, como se  hizo en Alemania a las víctimas del nazismo. 

En el caso de los March, no es solo que  se lucrasen en la dictadura franquista, sino que sus chanchullos ya venían de antes.  Hemos visto a lo largo de la serie de episodios sobre Juan March que la riqueza de los March se  formó a base de la corrupción, el contrabando, el tráfico de armas, la especulación  inmobiliaria, las actividades bancarias, los monopolios ilegales, la exportación de  alimentos mientras se provocaba hambre en España, los asesinatos y la financiación de los golpistas  en la guerra civil, aparte de por supuesto las relaciones laborales propias del capitalismo. Desde mi posicionamiento anarquista, la propiedad privada es en sí misma ilegítima,  porque se basa en desigualdades y las reproduce, en términos tanto de poder como de riqueza  material. No es aceptable que la riqueza, que es el resultado de esfuerzos colectivos  acumulados durante siglos, sea monopolizada por unos pocos y que estos vivan del trabajo de otros.  Pero incluso si no cuestionas la legitimidad de la propiedad privada y con ella las herencias,  creo que si tienes un mínimo de moralidad verás que no puede justificarse la concentración y  perpetuación de la riqueza en una familia que cometió tantas actividades ilegales y muchas  de ellas en contra de la mayoría de españoles. 

El sistema de leyes y gobiernos protege a los  grandes ladrones como Juan March, mientras que  cae todo el peso de la ley sobre los que cometen  pequeños hurtos. ¿Cómo se puede defender esta injusticia? ¿Cómo alguien puede decir sin  que se le caiga la cara de vergüenza que no, que Juan March fue un gran empresario y que su  familia está donde está gracias a que era un genio y trabajó más que nadie, y que si eres pobre será  porque eres un vago? ¿Cómo alguien aún puede caer en el discurso meritocrático del capitalismo? Es indecente que no se aplicase la Ley de Memoria Democrática a la Fundación Juan  March, que lleva el nombre del principal, y más indispensable, financiador del golpe y de  los sublevados en la guerra civil. Pero claro, es más fácil atacar a las élites políticas  y militares que ya no están en el poder que a las élites económicas beneficiarias del  franquismo, que siguen perpetuándose hoy en día. 

La abolición del capitalismo y propiedad  privada creo que es la forma más simple de hacer tabula rasa, porque además pueden  haberse cometido todo clase de atropellos en la formación de la riqueza familiar de cada  uno de nosotros, pero ahora te pregunto a ti qué opinas sobre el debate de la legitimidad  de la herencia de Juan March y blanqueamiento de su figura a través de su fundación, y  sobre el debate de las herencias en general.  

Espero tus reflexiones en los comentarios. En cualquier caso, espero que si te has visto la serie completa sobre Juan March Ordinas  hayas aprendido mucho sobre este personaje tan importante de la historia de España y del que se  habla poco para no enfadar a los March, y espero que te lleve a reflexiones más profundas sobre el sistema en que vivimos que recompensa a tipos sin escrúpulos como Juan March. Si es así, por favor  dale a me gusta y compártelo para ayudar en su  difusión, y suscríbete al programa si eres nuevo. Puedes apoyarme en patreon.com/lahistoriaespana a cambio de beneficios exclusivos, también  en YouTube y Spotify con membresías, o con una donación en la página web del programa, donde  también encontrarás los guiones y fuentes de mis  episodios. Muchas gracias por cierto a Juan Carlos  Traversi por haberse hecho miembro del canal. 

Hacer esta serie ha sido gratificante por todo  lo aprendido, pero también me ha recordado porqué ya no hacía series, por el compromiso de  dedicación y tiempo que suponen. Lo próximo de Memorias Hispánicas quizás serán ya entrevistas a historiadores, que tengo muchas ganas de hacer, así que permanece atento por ello y  mantén las notificaciones activadas o sigue el Discord o canal de WhatsApp.  ¡Gracias por escucharme y hasta la próxima!