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domingo, 16 de noviembre de 2025

Cualquiera tiempo con Franco fue peor.

 Aniversario del 20N. Por qué con Franco no se vivía mejor: cuando el Régimen creía que el papel de la mujer era “encontrar a quién someterse” en El País, por Natalia Junquera, Madrid - 16 NOV 2025:

 Pese al revisionismo histórico y el discurso de la extrema derecha, el desmontaje de la legislación de la dictadura ha llevado a España a la época de mayor libertad y progreso.

“Si quieres identificar una dictadura, es muy sencillo: Todo lo que no es obligatorio está prohibido”. La frase del periodista Iñaki Gabilondo ilustra con lucidez casi cuatro décadas de franquismo, pero la desmemoria, el desconocimiento y el revisionismo histórico que practica y difunde la extrema derecha han provocado que esa distinción no parezca tan evidente para más de un 21% de la población que considera, según una encuesta reciente del CIS, que esos años fueron “buenos” o “muy buenos” para el país. La idea de que con Franco vivíamos mejor se ha expresado en el Parlamento —“Este es el peor Gobierno en 80 años”, declaró el líder de Vox, Santiago Abascal—, y también fue en la sede de la soberanía nacional donde un diputado —Manuel Mariscal, del mismo partido— se jactó de que “gracias a las redes sociales”, los jóvenes están “descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de reconstrucción, progreso y reconciliación”.

La historiadora Carmina Gustrán, comisionada del Gobierno para la celebración de los 50 años de España en Libertad, el programa estatal relacionado con el aniversario de la muerte de Franco, explica que “todos los actos diseñados [más de un centenar] buscan ampliar el conocimiento sobre la dictadura, su miseria económica y moral” y, al tiempo, festejar la “gran transformación” desde la reconquista de la democracia. “Hemos pasado de ser un país que reprimía, encarcelaba y aplicaba terapias de conversión a los homosexuales, a ser un referente mundial en políticas LGTBIQ+. Hemos pasado de la dote para que las mujeres dejaran sus trabajos al casarse, a altas tasas de empleabilidad femenina, con mujeres ocupando cada vez más puestos de responsabilidad en empresas e instituciones. De ser un país de emigrantes, con miles de personas que salían del país cada año, a ser uno de acogida...”.

Estos son algunos de los hitos de esa gran transformación:

“Hágase la ciega, la sorda y la muda”

“Si la mujer es habitualmente de carácter apacible, dulce y bondadosa”, escribía Antonio Vallejo-Nágera, psiquiatra de cabecera del franquismo, “débese a los frenos que obran sobre ella, pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal, cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad”. Amparado en esos estudios que pedían “reformas sociales indispensables para restar adeptos a la causa marxista”, el Régimen se puso manos a la obra en la fabricación de frenos para contener socialmente a las mujeres después de los “excesos” de la República. Como primera medida, “la salud de la raza”, explica el historiador Paul Preston en El holocausto español, “exigía separar a los niños de sus madres rojas” en las cárceles. Las disparatadas teorías eugenésicas de Vallejo-Nágera “se emplearon para justificar el secuestro de niños republicanos” y que no germinara en ellos el peligroso “gen marxista”.

En 1942 se creó el Patronato de Protección a la Mujer para, según el decreto franquista, “apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la religión católica”. La llamada Liga Española contra la Pública Inmoralidad; la Sección Femenina; el consultorio de Elena Francis... todo estaba orientado a sepultar los derechos y libertades alcanzados en la República y recluir a las mujeres en cocinas y paritorios. Curiosamente, la única con poder en las instituciones del Régimen, Pilar Primo de Rivera, al frente de la Sección Femenina, y hermana de José Antonio, fundador de Falange, decía cosas como estas: “La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular o disimular, no es más que un eterno deseo de encontrar a quién someterse”; “Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles”.

En esa reeducación también jugó un papel determinante un consultorio radiofónico ideado como una especie de policía moral que sirvió, durante décadas, para legitimar el franquismo. El libro Las cartas de Elena Francis (Cátedra) recoge cuantiosos ejemplos. A una madre con cuatro hijos que confiesa la infidelidad de su marido, la locutora le aconseja: “Es mucho mejor que se haga la ciega, la sorda y la muda. Procure hacer lo más grato posible su hogar...”. A otra mujer que le habla de las palizas que recibe en presencia de su hija de 10 años, le recomienda: “Sea valiente, no descuide un solo instante su arreglo personal. Y cuando él llegue a casa, esté dispuesta a complacerlo en cuanto le pida...”.

Y la prueba del algodón, el Código Civil y el Código Penal. Con Franco, España volvió a la legislación de 1889. “Artículo 60: ”El marido es el representante de su mujer"; “Artículo 61: ”Tampoco puede la mujer, sin licencia o poder de su marido, adquirir por título oneroso ni lucrativo, enajenar sus bienes, ni obligarse, sino en los casos y con las limitaciones establecidas por la Ley". Es decir, un sistema de tutela similar al de países como Arabia Saudí o Qatar. Además, en mayo de 1942, el franquismo recuperó el delito de adulterio, pero con diferencias según quien lo cometiera porque, aunque “idéntico en su esencia” era “diverso por la gravedad del daño, mucho mayor en la infidelidad de la esposa”. Así, según el Código Penal, cometía adulterio “la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que está casada, aunque después se declare nulo el matrimonio”. Si el adúltero era el hombre, se hablaba de “amancebamiento”. La mujer era culpable siempre; el hombre, solo si tenía a su amante en la casa conyugal.

En 1958, y gracias a la presión de una abogada falangista, Mercedes Formica, conmocionada por el asesinato a puñaladas de una mujer a manos de su marido, se introdujeron algunas reformas en el Código Civil —los cambios fueron conocidos como “la re-formica”—. Como recuerda el historiador Nicolás Sesma en Ni una, ni grande, ni libre, “se equiparó la consideración jurídica del adulterio y se redujo la unilateralidad en la disposición del patrimonio inmobiliario y el régimen de gananciales. Se mantenía, sin embargo, la necesidad de contar con el permiso del marido para la participación en procedimientos legales, la aceptación de herencias y el ejercicio de la función de albacea”. Ya en 1975, el trabajo incansable de otra jurista, María Telo, favoreció nuevos cambios para que las españolas casadas pudieran abrir cuentas en el banco, trabajar y disponer de su salario sin permiso del marido.

La ley del divorcio se aprobó en 1981. La de igualdad, en 2007 (con la abstención del PP). El 3 de diciembre de 1986 se practicó el primer aborto legal en España —se había despenalizado para algunos supuestos—; en 2010 entró en vigor la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. En 2022, la modificación del Código Penal que castiga con prisión de tres meses a un año o con trabajos en beneficio de la comunidad a quienes acosen a las mujeres que deciden abortar. Hoy hay más universitarias (56,8%) que universitarios. En el Gobierno de la nación tres son vicepresidentas y ocho, ministras. En los Ejecutivos regionales hay cinco presidentas; en el Congreso, las mujeres son el 44% del hemiciclo. Una bióloga molecular de León, Sara García, astronauta de reserva, investiga sobre nuevos fármacos contra el cáncer. En 2007, una almeriense de 26 años, Rosa María García-Malea, se convirtió en la primera mujer piloto de caza del Ejército...

A la cárcel por homosexual

En 1954, el Régimen franquista incluyó a los homosexuales en la ley de vagos y maleantes, junto a “los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos mentales o lisiados”. La norma permitía, como “medida de seguridad”, internar a gais en “instituciones especiales, y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”. En 1970, cinco años antes de la muerte de Franco, la ley fue sustituida por la de “peligrosidad y rehabilitación social”. La dictadura los consideraba ahora una especie de enfermos a los que había que “curar” y los separaba en “pasivos” o “activos”. Las lesbianas eran enviadas al manicomio. Entre los represaliados del colectivo, Rampova relataba a este periódico a punto de cumplir 50 años: “En la prisión de Barcelona me enviaron a un pabellón de invertidos para menores. Los presos pagaban a los vigilantes para colarse y violarnos. Luego nos pegaban palizas para demostrar que ellos no eran gais. Venían cinco, seis veces al día. A veces hasta ocho. He tenido más violaciones que relaciones consentidas”. Después de la cárcel, llegaba el destierro. De uno a dos años.

El pasado julio se cumplieron 20 años de la entrada en vigor de la ley del matrimonio igualitario. España fue el tercer país del mundo en aprobarlo.

Ya en 1938, durante la Guerra Civil, el BOE publicó la ley de prensa que estableció un sistema de censura previa “frente al libertinaje democrático”. De acuerdo a la norma, correspondía al “jefe del servicio de prensa de cada provincia”, elegido por el ministro, ”ejercer la censura de acuerdo con las orientaciones que se le dicten". El Ministerio podía “castigar gubernativamente todo escrito que tienda, directa o indirectamente, a mermar el prestigio de la Nación o del Régimen, entorpezca la labor de Gobierno en el Nuevo Estado o siembre ideas perniciosas entre los intelectualmente débiles”. Los mecanismos se fueron perfeccionando para que en España nadie leyera, oyese o viese algo que no fuera del gusto de las autoridades franquistas.

En 1966, siendo ministro de información Manuel Fraga, se aprobó una nueva ley de prensa que pretendía ser más aperturista, lo que no impidió cierres de periódicos como el diario Madrid. Dos años después de la muerte de Franco un decreto estableció: “La libertad de expresión y el derecho a la difusión de informaciones por medio de impresos gráficos o sonoros no tendrá más limitaciones que las establecidas en el ordenamiento jurídico con carácter general”.

Recientemente, sin embargo, en Ayuntamientos gobernados por el PP y Vox se han producido episodios de censura, como la cancelación en Briviesca (Burgos) de la obra El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, que narra, precisamente, la historia de un maestro republicano, Antonio Benaiges, torturado, fusilado y arrojado a una fosa común en 1936.

Una de las charlas del programa España en libertad, titulada Del milagro a la realidad: dictadura, transición y democracia desde la historia económica, desmontó varios mitos alrededor de Franco. “Los países de la Europa Occidental”, explicó Vicente Pinilla, catedrático de historia económica, “tardaron cinco años en recuperar el PIB per cápita previo a la guerra. A España le costó 17″.“En 1975, el gasto público suponía el 11,7% del PIB mientras que la media europea estaba entre el 40% y el 50%”, añadió. Margarita Vilar, doctora en Economía, recordó que en los años sesenta, un trabajador de la misma industria, cualificación y cargo “ganaba tres veces más en Suiza y dos veces más en Alemania” y explicó cómo la ley de bases de seguridad Social, que entró en vigor en enero de 1967 y por la que algunos atribuyen falsamente a Franco la creación del Estado del bienestar, no tenía “nada que ver con las medidas que se aprobaron en democracia para reducir la desigualdad y tratar de cubrir universalmente a la población”. “En aquella ley”, aclaró, “el coste de pago era mucho mayor para el asalariado que para los empresarios”.

Paula Rodríguez, doctora en Economía, se refirió a los engañosos datos de paro durante el franquismo “a costa de expulsar del mercado de trabajo a las mujeres [solo los hombres cuyas esposas no trabajaran fuera de casa podían acceder al llamado subsidio familiar] y por la emigración española”. Después de la primera etapa del exilio, que supuso una mutilación cultural e intelectual (Luis Buñuel, Rafael Alberti, Federica Montseny, Clara Campoamor...), aproximadamente dos millones de españoles abandonaron el país entre 1960 y 1975. La emigración, como recuerda Arturo Lezcano en El país invisible (Libros del KO) fue una especie de Plan Marshall privado [del real España fue excluida por su régimen político]. La dictadura, que en 1941 había llegado a prohibir la emigración por decreto, luego agradeció la generosa aportación de sus remesas.

Sobre la supuesta inteligencia económica de Franco, una anécdota: a principios de los cuarenta fue estafado por un austriaco, Albert Edward Wladimir Fülek Edler von Wittinghausen, que le convenció de que tenía la fórmula para convertir agua, extractos de plantas y otros ingredientes secretos en un combustible superior a la gasolina, la fikelina, como la llamaba cariñosamente el dictador. En su biografía, Paul Preston relata que Franco se apresuró a anunciar que España sería autosuficiente en energía y un país rico exportador de petróleo. Ignacio Martínez de Pisón explica en El estafador que engañó a Franco que la primera ley de protección de la industria nacional durante la dictadura fue precisamente para favorecer el desarrollo de la fikelina, incluyendo la expropiación de unos terrenos a las afueras de Madrid para instalar una fábrica y la construcción de unos tanques subterráneos para almacenar la nueva pócima. Descubierto el engaño, el timador fue encarcelado discretamente y en 1946, deportado a Alemania.

“La dictadura”, resume la historiadora Carmina Gustrán, “fue especialista en tergiversar la realidad. Franco celebró en 1964 sus ’25 años de paz’ cuando lo que se había sufrido en España desde 1939 era fundamentalmente unas políticas de la venganza por las que los franquistas sistemáticamente encarcelaron, asesinaron y robaron a los republicanos y sus familias. Presumió de desarrollo económico sin hablar de los altísimos costes sociales, ni del éxodo rural, ni de las remesas de los emigrantes; ni de la construcción sin planificación en la costa, ni de los barrios de chabolas a las afueras de grandes ciudades sin agua, luz, alcantarillado, escuelas o transporte público”. La historiadora pone un ejemplo más de “los bulos que se repiten de un modo sistemático y con fines políticos”: “Los proyectos de pantanos no son una invención del franquismo. La II República ya tenía un Plan Nacional de Obras Hidráulicas en 1933, promovido por Indalecio Prieto. Franco continuó con el desarrollo de infraestructuras que ya estaban planificadas y para ello utilizó, en muchos casos, mano de obra esclava, de presos mayoritariamente políticos. En la construcción de pantanos, además, se enriquecieron las grandes empresas vinculadas al régimen con prácticas profundamente corruptas y el uso de esa mano de obra esclava”. “El franquismo”, concluye, “fue una máquina de crear infelicidad”.

Hoy, España es un país receptor de emigrantes. Este año ha superado el millón de afiliados latinoamericanos a la Seguridad Social de un total de 21,8 millones de cotizantes. El diario británico Financial Times acaba de describir la economía del país como “la de mayor crecimiento de Europa y una de las más sólidas del mundo desarrollado”.

lunes, 13 de octubre de 2025

El influjo de Jung en la cinematografía

 Carl Jung: lo que compartimos y no sabemos qué es. En El País, por Juan Arnau, 4 OCT 2025:

Para el psiquiatra lo inconsciente es insondable y oscuro pero subyace un orden: los arquetipos, cuya huella artística más profunda se encuentra en el cine.

La literatura es la herramienta más eficaz para entender la mente. Poetas, novelistas y mitógrafos son los que mejor han entendido las inclinaciones que desencadenan el deseo, la idea fija, las ambiciones y obsesiones que acechan la psique. La mente no está hecha de neuronas, está hecha de sueños, imaginación y poesía (a veces oscura). Esta premisa narrativa hizo que la psiquiatría dinámica de finales del XIX se centrara en las historias clínicas para entender los entresijos de la demencia. Un tiempo en que los médicos escuchaban a sus pacientes y no se limitaban a recetar fármacos. El relato como agente de sanación. El laboratorio no puede entender la psique, mientras que Cicerón o Kafka sí pueden hacerlo. “Quien quiera conocer el alma humana llegará desgraciadamente a saber muy poco de ella por boca de la psicología experimental”, escribe Jung. Y recomienda renunciar a la ciencia exacta, a la bata del laboratorio, y, al modo de un Dostoievski, vagabundear por el mundo observando pasiones, delirios y extravagancias de la humana fantasía, “por los terrores de las prisiones, los manicomios y los hospitales, por las turbias tabernas arrabaleras, los burdeles y casas de juego, por los salones elegantes, las bolsas, los mítines socialistas, las iglesias y las sectas fanáticas, viviendo en carne propia amores, odios y todas las formas de la pasión.”

Kant consideraba que la psicología jamás podría ser una ciencia, pues era incapaz de sustentarse en las matemáticas. Tampoco podía ser una disciplina experimental, dada la dificultad de observarse a uno mismo. El flujo temporal de la experiencia interior carece de la estabilidad mínima para una observación eficaz. Kant expresa como ningún otro ese rechazo tan ilustrado a la introspección: “Jugar a espiarse a uno mismo es invertir el orden natural de los poderes cognitivos. El deseo de investigarse a uno mismo o es ya una enfermedad de la mente (hipocondría) o es una forma de contraerla y terminar en un manicomio”. La observación de otras mentes está igualmente plagada de dificultades. Para Kant, la psicología solo puede aspirar a ser una descripción del alma (un relato) en contraposición a la ciencia. Desgraciadamente, los primeros psicólogos quisieron desmentir a Kant y, llevados por el deseo arrebatador de ser “ciencia”, optaron por matematizar la mente. La consecuencia ha sido devastadora. Hoy en los programas de las facultades de psicología no se estudian los sueños, la imaginación, los mitos o la poesía, se limitan a hacer encuestas.

Hay algo que compartimos los seres humanos y no sabemos qué es. Esa fue la gran intuición de Jung, que permea la cultura contemporánea desde que en 1916 publicara “La estructura del inconsciente”. La idea, como todas las ideas, no era nueva, la había formulado in extenso Carl Gustav Carus, médico y pintor del romanticismo alemán, y el joven Edvard von Hartmann, pero Jung logró ponerla sobre el tapete de la Europa intelectual de entreguerras y, desde entonces, ha dado mucho juego en el arte, la literatura, el cine, la clínica y la filosofía.

Lo inconsciente es insondable y oscuro, pero subyace un orden: los arquetipos. Una herencia platónica que ofrece un marco simbólico para entender las motivaciones ocultas. A diferencia del inconsciente personal de Freud, Jung sostiene que dicho ámbito más allá de la conciencia contiene patrones universales de experiencia que se expresan en mitos, sueños, religiones y narraciones. Toda una mina para los guionistas. Arquetipos como el Héroe, la Sombra, el Sabio, la Madre, el Trickster y el Anima/Animus son formas simbólicas que estructuran la experiencia en todas las culturas. Un descubrimiento que no solo ha influido en la psicoterapia y la psicología compleja clínica, sino también en la teoría literaria, la mitología comparada, los guiones cinematográficos, el diseño de videojuegos y la publicidad.

Jung tuvo una visión amplia e integradora de la psique. Aunque se formó como psiquiatra, su interés por lo simbólico, numinoso y trascendente lo llevó a estudiar religiones comparadas, alquimia y astrología. Esa actitud enciclopédica es su gran valor. Reconoció en el budismo, el hinduismo y el taoísmo modelos útiles para entender la mente que la psicología occidental había ignorado. Lector del I Ching, los Yogasūtra y el Libro tibetano de los muertos, combinó sus análisis con textos alquímicos que abordan las metamorfosis del alma, abriendo la puerta a una psicología donde lo sagrado es una dimensión interior de la psique y no algo religioso. Una visión secular que permite reinterpretar los símbolos religiosos no desde el dogma ortodoxo, sino como imágenes vivas del alma.

El arte como alquimia mental y manifestación de lo inconsciente. La obra de Jung ha dejado una huella reconocible en pintores visionarios como Max Ernst, expresionistas abstractos como Mark Rothko (el lienzo como revelación interna), surrealistas como Leonora Carrington o Remedios Varo (lo esotérico femenino), y artistas chamánicos como Joseph Beuys, que conciben el arte como sanación y ritual. También advertimos su influencia en novelistas como Doris Lessing y Philip K. Dick, en Hermann Hesse (que fue amigo suyo) y en las obras formalmente revolucionarias de James Joyce (Ulises, Finnegans Wake). Pero donde ha dejado una huella más profunda es en el cine. En El resplandor de Stanley Kubrick, Jack Torrance es poseído por contenidos inconscientes y el Hotel Overlook funciona como espacio simbólico que activa su sombra y su locura. Ingmar Bergman explora en Persona la disolución de las fronteras del yo, la fusión de las identidades de las protagonistas refleja el arquetipo de la sombra y el proceso de individuación. La máscara social de la “persona” se desmorona y revela los conflictos inconscientes de la psique. Algo parecido hace Christopher Nolan en Inception y Memento, o Aronofsky en Pi, Black Swan o The Fountain. La confrontación con la sombra, la disolución del ego y la búsqueda de una totalidad interior se han convertido en temas recurrentes de los guionistas. Los protagonistas atraviesan crisis que los enfrentan a fuerzas arquetípicas (el sabio, el héroe, la madre o el ánima), traduciendo al lenguaje fílmico símbolos del inconsciente colectivo. No sorprende que el cine sea hoy un ritual laico para la exploración del alma.

Juan Arnau es filósofo, ensayista y colaborador de EL PAÍS. Su último libro se titula ‘La meditación soleada’ (Galaxia Gutenberg, 2024).

Sobre la inutilidad y peligros de cualquier ideología.

 De Tomasini, en Quora:

Yo siempre desconfío de las ideologías. No porque me crea más listo que Marx, Adam Smith o el vecino del quinto que vota lo mismo desde que Franco era un chaval, sino porque he comprobado que, en sí mismas, las ideologías son como las navajas suizas: ni buenas ni malas… hasta que alguien decide abrir la hoja equivocada.

De niño, mientras otros recitaban el catecismo, yo estaba ocupado en sobrevivir al puré con huesos que me servían en el comedor. Aquello sí era ideología: la ideología de la mala cocina. Y, como toda ideología, estaba sostenida por una comunidad de fieles que decían: “cómetelo, que alimenta”. Igualito que cuando los políticos nos sirven leyes frías y nos obligan a tragarlas con sonrisa.

Dato curioso: el término ideología fue inventado en 1796 por Destutt de Tracy, un francés que quería crear una ciencia de las ideas. Acabó siendo insulto: Napoleón llamó a los ideólogos “charlatanes inútiles”. Yo no sé tú, pero me siento identificado. De hecho, si me hubieran dado un euro cada vez que alguien me llama “ideólogo de pacotilla” por escribir en internet, ya tendría para pagar una ronda de Coca-Colas (sí, mi droga legal más peligrosa).

Lo divertido es que las ideologías funcionan como ropa de segunda mano: a algunos les queda bien, a otros les aprieta, y siempre hay alguien que se la pone solo para aparentar. Yo, por ejemplo, nunca me sentí cómodo en ninguno de los tres disfraces más comunes: ateo, comunista, anarquista. No porque no respete a quienes los usan, sino porque no me gusta que me clasifiquen como si fuera un Pokémon. ¿Qué sigue? ¿Que me lancen una Pokéball en el metro con el grito de “¡socialdemócrata, te elijo a ti!”?

La cuestión es que las ideologías son como los paraguas. Si las coges en el momento justo, te salvan de la tormenta. Pero si sigues llevándolas abiertas cuando ya salió el sol, lo único que logras es parecer idiota. Lo mismo pasa con el nacionalismo, el feminismo, el liberalismo o el madridismo: depende de cuándo y cómo lo uses. Y cuidado, porque algunos han terminado en guerras, hogueras y tertulias de televisión (que, para mí, es la peor forma de violencia).

En mi historia, nunca fue un manifiesto el que me salvó, sino pequeños actos prácticos: la tía que me acogió a regañadientes, el amigo que me prestó un sofá, la psicóloga que fingía que entendía mis cartas interminables. Ellos no me recitaron a Bakunin ni a Ayn Rand: me dieron techo, pan y, a veces, paciencia. Y eso me enseñó que, más allá de las ideologías, la supervivencia depende de gestos concretos.

En sí mismas las ideologías no son ni buenas ni malas: son como cuchillos, mariposas o suegras. Todo depende de en qué momento decidas sacarlas a pasear. Lo malo es que siempre habrá alguien que, por llevar la contraria, intente cortar filetes con el borde romo o cazar mariposas con un martillo.

sábado, 4 de octubre de 2025

Elena Mujina, la gimnasta más destrozada de la historia

 Yelena, Elena (o Lena) Múkhina (o Mújina). El destino más trágico en la historia de la gimnasia

Elena Vyacheslavovna Mukhina se hizo famosa de la noche a la mañana, en 1978, al ganar el Campeonato Mundial de Concurso Completo. Dos años después, sufrió una grave lesión que la dejó postrada en cama durante 26 años.

Mukhina nació el 1 de junio de 1960 en Moscú. Elena perdió a su madre a los cuatro años, quemada cuando se incendió su casa, y a su padre, a los cinco años, porque la abandonó para casarse por segunda  vez y terminó en la cárcel como responsable del incendio. Fue criada por su abuela Anna Ivanovna, una mujer muy exigente y poco afectiva. Desde pequeña, a diferencia de sus compañeros que soñaban con ser patinadores artísticos, Elena quería ser gimnasta. Y así lo consiguió: "Un día, una mujer desconocida apareció en clase. Se presentó como Antonina Pavlovna Olezhko, Maestra de Deportes. Y dijo: "Si alguien quiere unirse a la sección de gimnasia, que levante la mano". Casi grité de alegría", recordó. La excepcional motivación, talento, trabajo y tenacidad de Mukhina la consolidaron de inmediato. Sus éxitos no pasaron desapercibidos, y el Dinamo de Moscú contrató para entrenarla al renombrado Alexándr Yuriévich Eglit. Pero Eglit trabajaba en el CSKA de Moscú y no quería abandonar a sus alumnos, aunque la admitió con 14 años en el club CSKA para estudiar maestría en deportes, y en 1974 invitó a su colega Mijail o Mikhail Klimenko para que añadiera a su pupila a su propio grupo. Klimenko, quien anteriormente solo había entrenado a hombres, vio a Lena Mujina en acción y aceptó. Desde entonces toda la corta carrera de Elena Mukhina estuvo ligada a este entrenador, que reaparecerá a menudo en sus pesadillas.


La gimnasia femenina entonces había pasado a ser acrobática con las riesgosas innovaciones de Olga Kórbut. En dos años Lena logró un avance increíble, y para el verano de 1976 tuvo la oportunidad de asistir a los Juegos Olímpicos de Montreal. Su programa, de combinaciones únicas, se denominó "cósmico". Pero las autoridades temían llevarla a Canadá por la irregularidad de sus actuaciones.

Mukhina sufrió su primera lesión grave a los 15 años. En 1975, durante la Espartaquiada celebrada en Leningrado, Lena Mujina aterrizó torpemente de cabeza en un foso de espuma. Las radiografías revelaron que la caída le había desgarrado las apófisis espinosas de sus vértebras cervicales. Y aunque Lena fue hospitalizada, todos los días, tras las visitas médicas, Klimenko venía a recogerla y la llevaba al gimnasio, donde le quitaba el collarín ortopédico, tan necesario para su recuperación, y Mukhina entrenaba hasta la noche. Unos días después, notó un entumecimiento en las piernas durante el entrenamiento y una extraña sensación de debilidad que se acentuaba. 

El momento de gloria de Mukhina llegó al año siguiente. En el Campeonato de la URSS quedó segunda en el concurso completo, y compitió en el Campeonato Europeo de Atletismo Senior en Praga, donde perdió por un estrecho margen ante la reconocida gimnasta rumana Nadia Comaneci en la prueba individual y ganó tres medallas de oro en aparatos individuales, cautivando a jueces y aficionados con su excepcional técnica. Además Lena realizó ahí por primera vez el complejo elemento en las barras asimétricas que posteriormente llevó su nombre: el bucle Mukhina.

En 1977, mientras entrenaba en casa, antes del Campeonato Mundial, Mukhina se golpeó el costado con la barra inferior de las asimétricas y se le astillaron las costillas. "Sentí como si me las hubiera fracturado", dijo Lena más tarde. "Pero después, tras permanecer sentada en el tatami diez minutos, semi inconsciente, seguí entrenando en suelo y viga. Cuando las cosas se pusieron realmente mal, fui a ver a mi entrenador, pero él solo murmuró entre dientes: 'Siempre estás buscando una excusa para no hacer nada'".

En 1978, dos semanas antes de los Juegos Juveniles de la Unión Soviética, Mukhina se dislocó completamente el pulgar en las barras paralelas y se lo recolocó ella misma apretando los dientes y cerrando los ojos. Sin embargo no acabaron ahí las lesiones: en el calentamiento previo de la competición citada calculó mal su carrera (la limpieza había borrado las marcas de tiza del suelo del gimnasio), se cayó tras un salto y se golpeó la cabeza. El coreógrafo, para evitar llamar la atención de los entrenadores, le trajo sales aromáticas a escondidas y Mukhina, al bajar de cada aparato, ocultaba el algodón con las palmas de las manos.

La carrera de Mukhina culminó en 1978. Ganó el título de gimnasta más fuerte del país y posteriormente el Campeonato Mundial de Francia. Primero ganó el título por equipos y un día después se proclamó campeona general, derrotando, entre otras, a la campeona general de los Juegos Olímpicos de 1976, Nadia Comăneci. Se clasificó para la final en tres de los cuatro aparatos, y obtuvo otro conjunto completo de medallas ganando la plata en barras asimétricas y en la viga de equilibrio, y compartiendo el oro en suelo con la bicampeona olímpica Nellie Kim, de Montreal. Elena Mukhina se convirtió en la cuarta gimnasta soviética, tras Galina Shamrai, Larisa Latynina y Lyudmila Turishcheva, en proclamarse campeona mundial general.

Pero su tensión desmesurada no podía pasar desapercibida. Cuando Mukhina se cruzaba con otra gimnasta periódicamente en el gimnasio parecía desganada y lloraba a menudo. Una vez dijo que ni siquiera podía cruzar toda la avenida frente al Complejo Deportivo CSKA antes de que cambiara el semáforo; simplemente no tenía fuerzas. Mientras tanto, su programa libre en prácticamente todos los aparatos seguía siendo el más difícil del mundo.


En el otoño de 1979, Mukhina se rompió una pierna durante una exhibición en Inglaterra. Llevó una escayola seis semanas, pero, al quitársela, se descubrió que los huesos rotos se habían separado. Los reposicionaron y le volvieron a colocar la escayola, pero al día siguiente su entrenador insistió en que volviera al gimnasio a practicar con aparatos y aterrizara en los ejercicios con una sola pierna. Dos meses después de que le quitaran la escayola, ya estaba realizando todas sus rutinas.

Klimenko siempre estaba increíblemente nervioso antes de las competiciones: me acosaba”, recordó Mukhina. “Probablemente porque entendía perfectamente que su propio bienestar y su carrera dependían directamente de si yo entraba o no en la selección nacional. Yo, en cambio, era… Soy extremadamente responsable con mi entrenamiento. Hubo momentos en que, para bajar de peso, corría por la noche y luego iba al gimnasio por la mañana. Y, sin embargo, me decían constantemente que era una imbécil y que debería alegrarme de que alguien se fijara en mí y me diera una oportunidad."

Lena llegó a su último campamento de entrenamiento en Minsk a principios de julio de 1980, pero con dolor en tobillos y rodillas por sobrecarga y bursitis en la mano. El equipo de gimnasia de la URSS se preparaba para los Juegos Olímpicos y su entrenador Klimenko había viajado a Moscú un par de días (pues se rumoreaba que Mukhina podría no ser incluida en el equipo principal, y Klimenko había ido a defender a su alumna en la cima). Lena estaba trabajando de forma independiente y, durante un entrenamiento, decidió probar una combinación nueva en suelo, un salto Thomas. La idea era que, tras una voltereta y un salto muy difícil (voltereta y media, con giro de 540 grados) el aterrizaje no fuera de pie, como era usual, sino de cabeza, en voltereta. Pero el impulso de la gimnasta falló al no alcanzar la altura suficiente, y, ante las miradas del entrenador principal del equipo femenino Aman Shaniyazov, la entrenadora estatal Lidiya Ivanova y el entrenador de acrobacia (nadie más había en el gimnasio), se estrelló contra el suelo de mentón y se fracturó el cuello. Simplemente, según uno de los entrenadores, no se impulsó con la pierna lesionada durante la carrera. Pero siguió con el entrenamiento tres días, e ingresó al fin con una vértebra cervical dañada en el hospital 19 de Moscú.

Durante los primeros ocho años se sometió a varias cirugías. La primera, de columna, se realizó tan solo un día después de la lesión en Minsk; duró varias horas, pero el resultado (debido en gran medida a la demora) fue decepcionante: como su cerebro había permanecido en compresión severa mucho tiempo, Mujina quedó tetrapléjica, completamente paralizada de cuello para abajo.

En el verano de 1985, Elena fue derivada al artista circense y especialista en rehabilitación de discapacidades músculo-esqueléticas Valentin Dikul. Pero fue hospitalizada de nuevo un par de meses después por fallo de ambos riñones. Una operación posterior le desarrolló una fístula en el costado que persistió un año y medio. En cada ocasión, los médicos luchaban por sacar a Mukhina del largo coma postoperatorio; su cuerpo se negaba a luchar por la vida.

"Tras tantas cirugías, decidí que, si quería vivir, tenía que escapar de los hospitales", contó Lena. "Y me di cuenta entonces de que necesitaba cambiar radicalmente mi enfoque de la vida. Que debía dejar de envidiar a los demás y aprender a disfrutar de lo que tenía a mi alcance. De lo contrario, podría volverme loca. Me di cuenta de que los mandamientos 'no pienses mal', 'no actúes mal' y 'no tengas celos' no son solo palabras. Que existe una conexión directa entre ellos y cómo se siente una persona. Empecé a sentir estas conexiones. Y reparé en que, comparada con la capacidad de pensar, la incapacidad de moverme es algo insignificante..."

"Claro, al principio me compadecí muchísimo. Sobre todo cuando volví a casa por primera vez después de la lesión, donde había caminado y donde todo aún requería que alguien estuviera de pie. Además, casi todos los que venían a visitarme me preguntaban: "¿Piensas demandarme?".

Le dieron un pequeño departamento donde la niña fue atendida en toda su vida posterior y se hizo una mujer. Durante todo este tiempo nunca se rindió. Pero incluso algunos años después de la caída terrible solo podía sentarse en una silla, sostener una cuchara y escribir un poco. Los profesores acudían a ella, le daban conferencias y le ponían exámenes. Así logró graduarse en el Instituto de Educación Física de Moscú.

Cuando ocurre una lesión siempre surge la pregunta de quién tiene la culpa. Cuando le preguntaron a Lena qué pensaba sobre eso, respondió evasivamente: "Le enseñé a Klimenko que puedo entrenar y competir con cualquier lesión...". "Todo me había conducido a ello. No estaba preparada física ni emocionalmente. Mi lesión era de esperar; fue un accidente que se podía haber anticipado. Era inevitable. Me habían dicho más de una vez que me rompería el cuello haciendo ese elemento. Me había lastimado gravemente varias veces, pero él solo respondió que la gente como yo no se rompe el cuello".

Según una entrevista de Larisa Latynina a Mijail Klimenko, este quedó devastado por su lesión. Ya no esperaba que fuera incluida en la lista del equipo olímpico soviético y, aunque no cabía duda de que el equipo femenino soviético de gimnasia ganaría el oro en los Juegos Olímpicos de Verano, como ya había sucedido en juegos anteriores y era lo habitual, Klimenko quería que Mukhina entrenara para que él se convirtiera en "entrenador de una campeona olímpica". Y, tras estos acontecimientos, Klimenko no fue a visitarla, siguió un tiempo trabajando en el Club Deportivo Central del Ejército y después emigró a Italia. Dicen que estaba conmocionado y aterrado por lo sucedido. Elena sufrió al pensar que la había olvidado. Un amigo común intentó congraciarlos, pero él nunca se atrevió a quedar con ella en persona. Nunca más volvieron a verse.

No sabían o no querían saber entonces el precio que Elena estaba pagando por estos entrenamientos. Ni que cada vez que salía del hotel para entrenar nunca apartaba la vista de los coches que pasaban, calculando automáticamente el tiempo que tardarían en frenar si se lanzaba bajo sus ruedas. Y se fijaba en la repisa de la ventana de su habitación para calcular cómo saltaría para asegurarse. Cuando lo contó a una compañera en una conversación, esta le preguntó horrorizada por qué no había dejado antes la gimnasia.

"No sé", respondió. "Soñé que me caía varias veces. Me vi siendo sacada del pasillo y sabía que tarde o temprano sucedería. Me sentía como un animal azotado a lo largo de un pasillo interminable. Pero seguía volviendo al pasillo. Debió de ser el destino. No se puede disputar con el destino."

¿Se sintió ofendida? No en apariencia. Cuando la amiga se enteró de su muerte, recordó que una vez la llevaron a su casa y recordó sus palabras. «No hace falta que me ayuden», objetaba Lena con calma a su intento de ajustar las almohadas o acercar algo. «No debería acostumbrarme demasiado a la ayuda de los demás».

Mukhina no buscó nunca a los periodistas. Incluso un breve periodo de exposición pública, cuando el presidente del COI Juan Antonio Samaranch le entregó la Orden Olímpica, máximo galardón del movimiento olímpico (1983), fue bastante doloroso para ella en sentido físico y psíquico. Pese a sus terribles condiciones, Mukhina logró mantener la capacidad de hablar con notable calma sobre cualquier tema y llamar a las cosas por su nombre. Por tanto, todo ese descarado espectáculo de la ceremonia del premio, con visitas de periodistas y fotógrafos a su pequeño apartamento, no le gustó y, de hecho, la ofendió. Consideraba a los medios de comunicación hipócritas y ostentosos y siempre que pudo los rehuyó.

Era insoportablemente difícil describir su condición con palabras. Elena no podía estar de pie ni sentada ni sostener una cuchara; ni siquiera marcar un número de teléfono. Para poder leer algo, recurría a un truco comprobado y eficaz: pedía a alguien que fijara un papel con texto en la pared, a la altura de sus ojos. Al hablar por teléfono apoyaba la oreja en el auricular y podía hablar así por un buen rato.

Aprendió a refugiarse en sí misma en un mundo irreal para las personas sanas, donde rastreaba las cadenas de los orígenes y de la herencia. Creía sinceramente que una persona podía tener varias vidas en diferentes líneas temporales. Afirmaba ver no solo el pasado, sino también el futuro de las personas con las que interactuaba. Hablaba de ello con placer. Esta pasión (pero, ¿se puede llamar pasión cuando esencialmente se convirtió en vida?) tuvo diversas consecuencias, incluso graves, para quienes la rodeaban. Fue Mukhina quien una vez disuadió a una de sus amigas cercanas de enviar a su hijo recién nacido con una cardiopatía grave al hospital. La convenció de que el bebé simplemente no sobreviviría. Como resultado, varios años después, el niño fue sometido a cirugía, pero la familia se desintegró: el padre del niño nunca pudo perdonar ni a Mukhina ni a su esposa la llegada tardía del niño al hospital. La visión centrada en sí misma de Elena pudo malograr una vida ajena.

Como me contó una amiga cercana, el ánimo de Mukhina se deprimió notablemente al enterarse de que su antiguo entrenador había regresado a Moscú desde Italia, donde había trabajado durante muchos años. Se negó rotundamente a reunirse con Klimenko, quien seguía siendo para ella el fantasma más aterrador de su vida pasada. Lena también quedó devastada por la muerte de su abuela en la primavera de 2005. Se negó a ingresarla en una residencia de ancianos, pese a que la anciana de 90 años requería cuidados constantes; aunque ya estaba perdiendo la cabeza y sentía que se moría, le gritaba constantemente a su nieta: "¡No te dejaré. Ven conmigo!".

Mukhina también sobrevivió a esta pesadilla. Cuando Anna Ivanovna falleció, solo pidió una cosa: que, llegado el momento, bajo ninguna circunstancia la enterraran junto a su abuela. Y que no se le realizara ninguna autopsia. Que la dejaran sola. Apenas hablaba con su padre. Él mismo, todavía no anciano, solo empezó a visitar la casa tras enterarse de que Mukhina, gracias al increíble esfuerzo de muchas personas por ella, había conseguido una pensión presidencial personal. Y siguió viniendo. Por dinero...

Quizá simplemente estaba cansada de vivir. De buscar constantemente una respuesta a por qué algo, que no fuera la vida humana, podía ser tan valioso en su país. Incluso en conversaciones con sus seres más cercanos, básicamente solo dos amigos, Mukhina nunca se permitió quejarse de su destino. Aunque, pensándolo bien, qué aterrador era que la única variedad en su vida fuera una ocasional excursión en silla de ruedas al pasillo o a la cocina, con el único propósito: ver qué sucedía allí, más allá de las paredes de la habitación donde había pasado 26 años.

Elena Mukhina murió el 22 de diciembre de 2006. Se celebró un servicio conmemorativo en su honor el 27 de diciembre. Y está enterrada en el cementerio Troekurovskoye de Moscú.

Elena nunca tuvo a nadie que la protegiera. Y eso la convirtió en una víctima propicia para el cruel sistema del estado. 

Referencias

Elena Vaitsekhovskaya, "Elena Mukhina: Una tragedia de 26 años ". Sport-Express, 26 de diciembre de 2006.

Andrey Uspensky, "Mukhina's Loop ", Novaya Gazeta, núm. 38, 29 de mayo de 2003.

domingo, 21 de septiembre de 2025

La distopía perfecta es el espectáculo total

 De Pablo Pereira Magnere en Quora:

Hacia Dónde Vamos

CAPÍTULO IV: EL ESPECTÁCULO TOTAL

Cuando convertimos literalmente todo en entretenimiento

Cientos de hombres haciendo fila para participar en "challenges" sexuales públicos filmados para TikTok. Bienvenidos al Coliseo Digital, donde los gladiadores se ofrecen voluntariamente.

Guy Debord escribió en 1967: "Toda la vida se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos." Lo dijo hace más de medio siglo, pero subestimó completamente la participación voluntaria y entusiasta de la población en su propia degradación.

El Coliseo Digital: Panem et Circenses 2.0

Las redes sociales recrearon la mecánica exacta del Coliseo Romano con eficiencia que habría impresionado a los césares. Ya no necesitas construir anfiteatros o entrenar gladiadores. Cada usuario lleva su arena en el bolsillo.

La fórmula romana: panem et circenses (pan y circo). Las plataformas la perfeccionaron:

Pan digital: Dopamina constante (likes, comments, shares)

Circo digital: Contenido infinito de personas destruyéndose por entretenimiento

Diferencia crucial: en Roma, los gladiadores eran esclavos forzados. En nuestro coliseo, se ofrecen voluntariamente. Compiten por la oportunidad de ser sacrificados públicamente ante el pulgar arriba o abajo de un emperador digital llamado: EL ALGORITMO.

El Ring Como Coliseo: Jake Paul y el Deporte-Espectáculo

Jake Paul (un youtuber con cero experiencia en boxeo profesional) ha generado más dinero peleando que campeones mundiales con décadas de entrenamiento. Su última pelea contra Mike Tyson, de 58 años, generó 60 millones de espectadores. No por la técnica, sino por el espectáculo.

El tránsito del youtuber al boxeador-evento completa el círculo de Debord: ya no vemos deporte para entender la técnica, sino técnica para sostener el espectáculo.

Los combates se programan por narrativa, no por ranking; por storyline, no por mérito deportivo. Millones aprenden que la competencia real importa menos que la capacidad de fabricar atención.

Si tu KPI es pay-per-view y trending topics: victoria aplastante. Si tu KPI es excelencia deportiva y legado: derrota por decisión unánime.

La Mecánica del Squid Game Real: MrBeast y la Pornografía de la Miseria

Jimmy Donaldson (MrBeast) perfeccionó algo que el Squid Game de Netflix solo pudo imaginar: la explotación del sufrimiento real disfrazada de entretenimiento benevolente.

La mecánica es idéntica en ambos casos:

Squid Game (ficción):

    Identificar sujetos vulnerables: Personas desesperadas por dinero

    Magnificar su sufrimiento: Cámaras enfocando la desesperación

    Ofrecer salvación: Juegos que prometen millones

    Documentar la degradación: Cada muerte se convierte en entretenimiento para la élite

    Monetizar la tragedia: La élite paga por ver sufrimiento

MrBeast (realidad):

    Identificar sujetos vulnerables: Sin techo, familias en crisis, discapacitados

    Magnificar su sufrimiento: La cámara obsesiona sobre su desesperación

    La intervención mesiánica: MrBeast aparece como salvador tecnológico

    Documentar la gratitud: Lágrimas y agradecimientos = contenido emocional

    Monetizar el altruismo: Millones de views, patrocinios, mercancía

La diferencia: uno es ficción que critica este sistema, el otro es reality que lo celebra.

MrBeast ha dado millones en "caridad" mientras genera decenas de millones documentándola. La pregunta ética que nadie hace: ¿Si no pudiera grabarlo, lo haría?

La Inversión Kierkegaardiana del Bien

Kierkegaard distinguía entre ética y estética precisamente por esto: la acción ética genuina no requiere audiencia. Se realiza porque es correcta, no porque genere validación externa.

MrBeast invirtió esta lógica completamente. Su "generosidad" es inherentemente performativa: existe solo en tanto puede ser vista, consumida, y monetizada. No es caridad—es teatro usando personas reales como actores involuntarios.

Más perturbador: ha normalizado que la ayuda debe ser espectacular para ser válida. Miles de actos genuinos de generosidad (personas que ayudan sin cámaras, sin publicidad, sin monetización) se vuelven "invisibles" comparados con la caridad espectacularizada.

La Complicidad de Masas

El verdadero horror no está en MrBeast, está en nosotros. 438 Millones de suscriptores (al momento de escribir esto) consumen este contenido sintiendo que participan en algo positivo. "Al menos está ayudando," dicen, normalizando un sistema donde la dignidad humana se subordina al entretenimiento.

Es la estupidez perfecta: se siente como virtud mientras perpetúa el vicio.

En un mundo sano, la generosidad genuina sería más valorada que la performativa. En nuestro estúpido mundo: MrBeast gana más dinero "ayudando" de lo que trabajadores sociales, médicos, o maestros ganarán en toda su vida combinada.

El mensaje implícito es claro: el bien solo vale si es visible, cuantificable, y viral.

La Gamificación Total de la Existencia

Toda actividad humana se convirtió en contenido gamificado:

Sexo gamificado: Influencers femeninas compitiendo por récords de 1000 encuentros en 24 horas, convirtiendo intimidad en deporte espectatorial

Generosidad gamificada: MrBeast monetizando caridad

Tragedia gamificada: Personas grabando accidentes y tragedias en lugar de ayudar

Educación gamificada: TikTok reduciendo el conocimiento a clips de 30 segundos

Política gamificada: Candidatos compitiendo por tweets virales, no mejores políticas

La Política-Espectáculo: El Miedo Profético de Cabral

Facundo Cabral advirtió: "Le tengo miedo a los idiotas, porque son muchos y pueden elegir un presidente."

Donald Trump perfeccionó la estupidez política reconociendo que la política ya había sido completamente gamificada. Su genialidad diabólica fue entender algo fundamental:

    Ser coherente es menos importante que ser memorable

    Ser correcto es menos útil que ser viral

    Ser presidencial es menos efectivo que ser entretenido

Su presidencia fue una temporada extendida de reality show con consecuencias nucleares. No era política, era entretenimiento de masas con poder de declarar guerras. Todos los días tenemos un nuevo y mejor episodio que hace que olvidemos el de ayer.

Trump versus el establishment woke no es una batalla ideológica maniquea entre buenos y malos, es batalla entre dos formas de estupidez performativa por dominar el mismo ecosistema de atención.

El Algoritmo Como Emperador Final

En el Coliseo Romano, el Emperador decidía vida o muerte con el pulgar. En nuestro coliseo, el algoritmo cumple esa función, pero es más cruel que cualquier césar: nunca muestra piedad, nunca se sacia, nunca dice "suficiente."

Los gladiadores digitales, desesperados por aprobación algorítmica, continúan escalando hasta que no queda nada más que sacrificar.

Y nosotros (la audiencia morbosa) aplaudimos cada degradación, convencidos de que somos espectadores inocentes cuando en realidad somos los cómplices necesarios.

Quizás por eso Juego del Calamar tiene ya tres temporadas y sigue batiendo récords: no estamos viendo ficción distópica. Estamos viéndonos en nuestro espejo presente pero con mejor producción.

Pero la gamificación total de la vida era solo la preparación para algo mucho más siniestro: el momento cuando cuatro profecías distópicas convergen en una sola realidad que ningún profeta anticipó completamente.

viernes, 19 de septiembre de 2025

Vida extraterrestre

 ¿Y si al universo no le apetece que haya vida en otros planetas? "Cada vez parece más difícil encontrar vida inteligente", en El Mundo, Ricardo F. Colmenero, 19 septiembre 2025:

Emma Stone dice que cree en los extraterrestres, Hollywood se vuelca en la temática alien, el 30% de los españoles opina que ya nos han visitado... Pero el astrofísico Miguel Ángel Sabadell advierte: "Podemos ser un simple efecto colateral".

En 1891, encontrar vida extraterrestre era facilísimo. A la viuda multimillonaria Anne Émilie Clara Goguet se le ocurrió ofrecer a través de la Academia de Ciencias francesa una recompensa de 100.000 francos a quien se comunicara por primera vez con otro mundo… siempre que no fuera Marte, porque era demasiado fácil. También lo veía muy fácil el magnate del periodismo William R. Hearst, que envió un telegrama a un conocido astrónomo: «Telegrafíe inmediatamente 500 palabras sobre la posible existencia de vida en Marte». A lo que el astrónomo contestó: «Lo ignoramos»... repetido 250 veces.

En 1924, los científicos intentaron persuadir a todas las estaciones de radio de EEUU para que apagaran sus transmisiones durante el año de máximo acercamiento a Marte, para poder escuchar con claridad las conversaciones marcianas. Y está claro que algo esperábamos cuando la tripulación del Apolo 11 dejó en la Luna el mensaje: «Aquí, unos hombres procedentes del planeta Tierra pisaron por primera vez la Luna en julio de 1969. Vinimos en son de paz en nombre de toda la humanidad». Casi un siglo después, seguimos esperando noticias y, en la Tierra, no sólo no ha cundido el desánimo, sino que parece haber vuelto la extraterrestremanía, justo cuando la NASA acaba de anunciar que ha descubierto posibles rastros de vida –antigua, eso sí– en Marte.

Pixar ha elegido temática galáctica con Elio este 2025. Steven Spielberg saca otra de ovnis para 2026, y Ridley Scott vuelve con Alien en 2027. En Venecia, Emma Stone la lio con la presentación de Bugonia, en la que interpreta a una ejecutiva farmacéutica secuestrada por dos jóvenes que la acusan de ser una extraterrestre que intenta destruir la Tierra. «Lo reconozco y lo digo: creo en los extraterrestres. ¿Cómo sabéis que yo no soy una?», soltó Emma Stone a la prensa, y rescató una reflexión del astrónomo Carl Sagan: «La idea de que estemos solos en este vasto universo en expansión es bastante narcisista».

El 30% de los españoles cree que los alienígenas han llegado a la Tierra y un 14% que el hombre no llegó a la luna.

En su novela Contacto, Sagan expone el absurdo de tanto espacio vacío. «Pero, ¿en qué punto damos por hecho que al universo le apetece que haya más vida?», le responde Miguel Ángel Sabadell, licenciado en Astrofísica por la Universidad Complutense de Madrid, y doctor en Física Teórica por la Universidad de Zaragoza. «No tiene por qué ser su destino final. No tiene por qué ser un imperativo cósmico. ¿Porque estamos nosotros? Podemos ser un simple efecto colateral en unas condiciones extraordinarias de organización de la materia. El universo no es teleológico hacia la vida. No tiene obligación de que aparezca vida. Estamos dando por hecho que al universo le apetece que haya vida. El universo es como es, y no como a ti te gustaría que fuera, y no es narcisista pensarlo. Los que dicen que vivimos en un universo lleno de vida, lo que tienen es miedo a estar solos en el universo. Es una postura emocional, es un ‘No me gustaría que estuviéramos solos’, que no te apetece, o no lo consideras emocionalmente satisfactorio».

Aunque a medida que los terrícolas vamos siendo conscientes de nuestra pequeñez en el Universo, se van disparando los believers. El año pasado la revista Nature Astronomy entrevistó a 1.000 científicos, la mitad de ellos astrobiólogos, y el 58,2% veía probable la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra. Otra encuesta entre los lectores de Muy Interesante realizada en 2006 elevaba la cifra hasta el 70%. Mientras que en una encuesta publicada en 2024 por la Fundación BBVA, el 30% de los españoles no sólo creía que los extraterrestres existen, sino que ya nos habían visitado.

Con En busca de vida fuera de la Tierra. Hipótesis científicas sobre la vida en el universo y el misterio de su ausencia (Pinolia), Sabadell expone que, al mismo tiempo que somos más conscientes de nuestra pequeñez, también somos más conscientes de nuestra rareza. «Vida simple puede haber, a nivel bacteriano, a nivel unicelular, porque sabemos que la vida a ese nivel es muy robusta. Encontramos bacterias viviendo en ácido sulfúrico, en los reactores nucleares. Otra cosa es que haya vida inteligente, porque las condiciones son mucho más estrictas, y me parece cada vez más complicado».

Un repaso rápido. Necesitamos agua, pero no un mar entero que impida que se construya tecnología; necesitamos una estrella cerca del centro de su galaxia, con unos niveles de radiación soportables. Quizá también un planeta cercano como Júpiter, con la masa justa y a la distancia correcta que nos barra los asteroides y evite extinciones masivas. Y un satélite grande como la Luna, que mantenga el eje del planeta estable, sin variaciones caóticas en el tiempo, y con una sucesión regular de estaciones durante millones de años. «Es que no somos conscientes de que el universo no es amigable al ser humano. Nosotros estamos aquí porque tenemos una capa que llamamos atmósfera, y que nos protege de los peligros que hay en el espacio exterior», explica Sabadell.

"Si suponemos que la vida surgió por azar no nos queda más remedio que aceptar que es un fenómeno muy, muy raro", Miguel Ángel Sabadell

Pero unas buenas condiciones tampoco son suficientes. Luego está la teoría de la sopa primigenia, que sostiene que la vida se originó a partir de una serie de moléculas orgánicas producidas por la reacción química de elementos presentes en la atmósfera (amoniaco, metano e hidrógeno) al entrar en contacto con el agua del océano aún caliente, y bajo la acción de los rayos del sol. Otra idea es que parte de esos compuestos orgánicos llegaron a lomos de asteroides. «¿No resultaría irónico que seamos extranjeros en nuestro propio planeta?», se pregunta Sabadell. La idea de Panspermia, que significa semillas en todos lados o vida ubicua, ya fue formulada por Jöns Jakob Berzelius en 1834. «Si suponemos que la vida surgió por azar no nos queda más remedio que aceptar que es un fenómeno muy, muy raro; o bien, podemos pensar que algo se nos escapa, alguna propiedad de la materia que permite que la vida aparezca de manera rápida y sencilla».

Y luego está el problema de la evolución. «Los homínidos aparecieron por culpa de un movimiento tectónico en el que las selvas se convirtieron en sabanas y tuvieron que bajarse de los árboles. La desaparición de los dinosaurios permitió que los mamíferos dominaran. Si no llega a caer un meteorito quizá habría un dinosaurio inteligente respondiendo a estas preguntas».

Lo único que podemos sacar en claro de toda esta polémica es que no sabemos muy bien cómo buscar vida en entornos diferentes a la Tierra. Por una razón muy simple: «No sabemos lo que hay que buscar», resume. «Nuestra única referencia es la vida que hay a nuestro alrededor, pero quién nos asegura que la vida extraterrestre tenga que parecerse a la nuestra».

–¿Y si la vida es una IA y, como afirma el filósofo Nick Bostrom, los humanos somos la simulación de un superordenador creado por una inteligencia superior?

–Pero eso no te soluciona el problema del origen de la vida. Antes era Dios, ahora lo hemos cambiado por un superordenador. Y asumimos más lo del superordenador porque culturalmente es nuestro. Estamos viviendo nuestro propio mito cultural y tecnológico. En el siglo XIX los extraterrestres viajaban por el universo utilizando globos de aire caliente porque era la tecnología que tenían. O los que dicen que nos visitaron los extraterrestres en épocas pasadas porque una imagen parece un cosmonauta actual. Lo que estás haciendo es proyectar tu cultura sobre lo que estás viendo.

"Nuestra única referencia es la vida que hay a nuestro alrededor, pero ¿quién nos asegura que la vida extraterrestre tenga que parecerse a la nuestra?" Miguel Ángel Sabadell

Sagan proponía que había millones de civilizaciones en nuestra galaxia, lo que dio lugar a la paradoja del físico Enrico Fermi, quien tras unos cuantos cálculos llegó a la conclusión de que, si los ET existieran, ya deberían habernos visitado hace tiempo y varias veces. Entonces, ¿por qué no los hemos visto? ¿Debemos concluir que no existen? Para Robert A. Freitas Jr., experto en nanorobots e investigador del Institute for Molecular Manufacturing de California, decir eso es un error. Y para ilustrarlo pone el ejemplo de los lemmings. Cada hembra tiene tres camadas al año de alrededor de ocho crías. Eso quiere decir que, en pocos años, su masa podría ser como la de toda la biosfera del planeta, es decir, la Tierra tendría que estar plagada pero, aquí en España, no los vemos, por lo que deberíamos concluir que no existen. Para Freitas, el error del razonamiento de la paradoja de Fermi descansa en dos premisas: la primera es que, si existen los alienígenas, deberían estar aquí. La segunda, que, si están aquí, deberíamos verlos.

Una posible explicación es que no hayan llegado porque el viaje espacial es inviable por tecnología o por su duración. Quizá toda la vida inteligente está condenada a vivir hasta su extinción en su microcárcel planetaria. Hemos pensado en la criogénesis, pero aún no sabemos cómo congelar a seres de sangre caliente y resucitarlos. Además, ¿quién ha dicho que los extraterrestres deban tenerla? Tampoco hay razón alguna para creer que la esperanza de vida de los alienígenas sea parecida a la nuestra. ¿Por qué no pueden vivir 3.000 años? En el universo, propone Sabadell, podrían existir seres como los señores del tiempo de la longeva serie de ciencia ficción británica Doctor Who, una raza que ve todo lo que es, lo que fue, lo que será y todo lo que podría ser en el tiempo y en el espacio. Por desgracia, contactar con ellos sería imposible: ni nosotros seríamos de su interés.

Pero ahí seguimos, buscando. Enviando sondas. Y rastreando el universo con radiotelescopios. «La probabilidad de tener éxito buscando extraterrestres es difícil de estimar, pero si nunca buscamos, las posibilidades de éxito son cero», resuelve Sabadell.

A Arthur C. Clarke, autor de 2001: una odisea en el espacio, que hubiera humanoides en otros planetas le parecía una idea ridícula: «En ningún lugar de la galaxia hay criaturas que confundiríamos con seres humanos, excepto en una noche muy oscura». Algo que el prestigioso antropólogo Loren Eiseley expresó de forma muy elocuente: «En ningún lugar del espacio, ni en un millar de mundos, habrá hombres con los que compartir nuestra soledad. Puede haber sabiduría, puede haber poder… pero en la naturaleza de la vida y en los principios de la evolución tenemos nuestra respuesta. Hombres, en algún lugar y más allá, no habrá ninguno jamás».

La actitud humana más dañina y menos confiable.

 De Henyke Huryve, en Quora:

Entre todos los seres humanos, la actitud más dañina y menos confiable sería la negación deliberada de la verdad cuando se conoce.

No me refiero a la ignorancia. Esta puede ser inocente y hasta fértil cuando se reconoce. Hablo de esa actitud que, por conveniencia, miedo o poder, elige distorsionar lo evidente, ocultar lo justo, o fingir que no sabe lo que sabe. Es una forma de traición al diálogo, a la memoria, y a la posibilidad de construir juntos.

Esta negación puede manifestarse: como cinismo, cuando se ridiculiza la esperanza o la ética… como ingenuidades. También la Manipulación, cuando se usa el lenguaje para confundir en vez de esclarecer. Y no me olvidaré de mencionar la Indiferencia, que sería cuando se elige no mirar el sufrimiento ajeno, aunque esté frente a los ojos.

Y lo paradójico… es que esta actitud suele disfrazarse de inteligencia o pragmatismo, pero en realidad erosiona la confianza, la empatía y la posibilidad de transformación. Como todos sabemos, la verdad no siempre es cómoda…

martes, 9 de septiembre de 2025

Individuos y átomos

 De Enrique Casanovas, en Quora

Dices: "es como negar que somos personas porque estamos hechos de átomos".

Hay algo interesante para decir al respecto.

Como sabemos, la teoría atómica fue postulada por Leucipo y Demócrito allá por el año 400 antes de Cristo.

Lucrecio, poeta romano que vivió en el siglo I a. C., adoptó esta teoría para explicar, en su De Rerum Natura, la diversidad del mundo natural.

Ahora, lo interesante es que su coetáneo, Cicerón, se interesó por esa teoría y habría sido él quien, a partir del griego ἄτομος (indivisible), acuñó la palabra individuus de donde, naturalmente, viene nuestro "individuo".

De allí, a considerar a los individuos como los "átomos" que conforman la sociedad, hay un solo paso.

Siendo así, sin un Leucipo y un Demócrito no tendríamos individuos y, tal vez, nuestra sociedad sería menos "individualista".

De hecho, las culturas que no recibieron el influjo grecolatino, como la china, pasan por ser menos individualistas.

¿Será casualidad?

jueves, 14 de agosto de 2025

La escasa estrategia de las autojustificaciones según Maquiavelo

 El problema: ¿por qué nos justificamos y por qué eso nos destruye? ¿Te ha pasado?

¿Alguien te acusa de algo injusto o distorsiona tus intenciones? ¿Cuál es tu instinto inmediato? Dar explicaciones, justificar cada detalle, aclarar malentendidos, rogarles que entiendan tu versión de los hechos. 

Parece racional, parece justo, parece humano; pero es precisamente ahí cuando cedes tu poder.

¿Por qué? Porque, al justificarte automáticamente, aceptas dos cosas peligrosas:

Primero, que la otra persona tiene la autoridad para juzgarte.

Segundo, que necesitas su aprobación para sentirte limpio.

 Entras en un juego emocional que ya había comenzado contigo en desventaja. Maquiavelo lo comprendió hace siglos. La percepción del poder no depende de la verdad, depende de la narrativa. Y, ya que quien domina la narrativa domina la percepción, quien domina la percepción domina el resultado. Cuando te apresuras a justificarte, el mensaje es claro: "Estoy nervioso. Intento demostrar algo. Necesito que me creas." Eso es un alegato autojustificativo.

Para tu atacante esto es como el olor a sangre para un depredador. Ahora, detente y piensa. ¿Cuántas veces has visto a personas inocentes intentando desesperadamente explicarse, pero aún así consideradas culpables? Esto sucede porque en la mente de la gente quienes se defienden demasiado parecen débiles o esconden algo. Es injusto, pero es cierto. Este es el error fundamental.

Creer que la explicación limpia tu imagen. No es así. Simplemente confirma que has aceptado el juicio de la otra persona como válido. Has puesto tu destino en manos de quien te acusó. Y peor aún, has demostrado que te importa demasiado su opinión. Esto es munición emocional. De ahora en adelante verás que hay un camino diferente, un camino frío, estratégico y psicológico. Un camino que no busca ser comprendido, sino respetado, que no implora aprobación, sino que crea una presencia tan inquebrantable que cualquier acusación se desvanece. Este es el truco maquiavélico: nunca te justifiques.

Cuando dejes de reaccionar, como la mayoría de la gente, sentirás algo extraño, un peso que se levanta. Es como salir de una prisión invisible que tú mismo construiste. Por eso es justificarse un clamor por la aceptación de quién eres. Pero el verdadero poder no exige aceptación, exige respeto silencioso. El principio maquiavélico: silencio y reversión del ataque.

Maquiavelo escribió que es mejor ser temido que amado si no es posible ser ambas cosas. Esto aplica directamente a lo que estamos discutiendo. Puedes ser amado por explicarlo todo e intentar ser comprendido, pero nunca serás temido. Y en los juegos de poder, quienes no son temidos son manipulados. Cuando decides no justificarte nunca, envías un mensaje contundente. No reconozco tu cancha. No juego en tu terreno. Esto genera incomodidad inmediata en quienes te atacan, pues esperaban una pelea emocional, una oportunidad para desestabilizarte. En cambio, ofreces silencio o peor aún, indiferencia.

Imagina, alguien dice, "Eres arrogante."La respuesta normal sería, "No soy arrogante. Me malinterpretaste solo."

Pero el operador maquiavélico sonríe, mira con calma y responde: "Interesante punto de vista." Y lo deja ahí, sin defensa, sin súplica de comprensión. No hay prisa por limpiar su nombre. Este silencio es desconcertante porque rompe el guion emocional. El acusador esperaba resistencia. Sin ella se siente solo en el escenario hablando con eco. Esto le hace preguntarse, ¿reaccioné de forma exagerada? ¿Todos me ven como el inestable? Así es como se invierte la narrativa. Y cuando respondes con una sutil inversión, el impacto es aún mayor. ¿Te acusan de ser manipulador?

Respondes: "Es curioso cómo la gente llama manipulación a lo que no puede controlar". Te llaman frío; Respondes: "Es extraño cómo la calma da tanto miedo". Esto convierte la acusación en un reflejo del propio acusador. Este es el principio. No te defiendas. Mantén una presencia inquebrantable. Si es necesario, devuelve el ataque como un espejo. Resultado, te vuelves impredecible, difícil de alcanzar emocionalmente. La gente empieza a pensarlo dos veces antes de atacarte, no porque te expliques bien, sino porque pareces peligroso. Esta estrategia crea un efecto dominó. Quienes te acusan parecen desesperados y quienes observan se sienten respetados. No ganaste por demostrar tu inocencia, ganaste porque nunca entraste en la contienda. 

Ejemplos de la vida real, cómo aplicarlos en diferentes áreas de la vida. 

Uno, en el trabajo. Estás en una reunión y alguien rechaza tu propuesta. No creo que tu estrategia esté bien pensada. La mayoría de la gente intentaría justificarse: "No, mira, pensé en cada punto..." Y perdería el control de la situación. El operador maquiavélico responde: "Gran observación. ¿Cómo lo harías diferente?" Ahora el acusador está bajo presión. La narrativa cambia. Ahora necesita demostrar que tiene algo mejor mientras tú mantienes la calma.

Dos, en las relaciones con tu pareja. Ella dice: "No te importo". Es instinto natural: "¿Qué quieres decir?". "Lo hago todo por ti. ¿Recuerdas cuando yo...?" Pero esto solo valida las emociones de la otra persona.

El enfoque maquiavélico; una mirada tranquila, un tono suave. Así es como te sientes; ahora, el peso del drama recae en quien hace la acusación. A menudo, esta persona se siente exagerada porque no alimentaste la lucha emocional. 

Tres, en redes sociales. Alguien comenta: "Eres falso, solo quieres que te vean". Lo habitual es un largo mensaje explicándote, pero publicas algo público y enigmático. "Es curioso como la verdad molesta más que las mentiras". De repente dejas de estar a la defensiva, tienes el control de la narrativa.

Otros ejemplos incluyen lidiar con jefes hostiles, familiares controladores o amigos competitivos. En todos los casos la lógica es la misma. No reacciones emocionalmente. Quien controla la emoción controla el resultado. Esta técnica no se trata solo de callar, se trata de controlar la energía emocional del momento. Quienes hablan primero e intentan justificarse pierden de vista la situación. Quienes guardan silencio o responden con calma e invertidamente se ganan el respeto. Con la práctica notas un poderoso efecto secundario. La gente empieza a pensarlo dos veces antes de acusarte o provocarte, porque ahora saben que no eres un blanco fácil, eres un espejo peligroso.

La transformación final: no más modo defensivo. Cuando eliminas la necesidad de justificarte, cambias por completo la percepción que el mundo tiene de ti. Dejas de ser reactivo y te vuelves estratégico. Desde ahora en adelante, tu comportamiento debe seguir tres principios: 

Uno, silencio calculado. No todo ataque merece una respuesta. El silencio es más desconcertante que cualquier argumento.

Dos, respuesta breve y neutral. Al hablar, usa frases que cierren la conversación, no que la prolonguen: Interesante punto de vista. Así lo ves. Es interesante pensar así. 

Tres, reversión elegante. Si decides responder, hazlo de forma que exponga la debilidad de la otra persona sin parecer vengativo. 

Es extraño como la confianza molesta a tanta gente. No se trata de ser frío ni insensible, se trata de ponerte por encima de la necesidad de validación. No intentas caerle bien a todo el mundo. Estás construyendo una imagen de estabilidad emocional y una presencia poderosa. Las personas que necesitan besarse constantemente son vistas como inseguras. Quienes mantienen una postura y rara vez se justifican son vistos como personas con autoridad. El mundo respeta a quienes parecen tener control absoluto sobre sí mismos porque eso es poco común. 

Cuando dominas esta práctica sucede algo interesante. Tus enemigos se sienten incómodos porque no pueden tocarte. Tus amigos te respetan más porque sienten que eres sólido. El público, los colegas, los socios empiezan a defenderte sin que se lo pidas. Esta es la llamada victoria sin guerra. No luchas, no te agotas, no te justificas, simplemente existes con tanta confianza que cualquier ataque en tu contra parece pequeño, frágil y desesperado. 

Aplícalo hoy. La próxima vez que alguien intente acusarte o provocarte, respira hondo, calla y recuerda: "No te debo explicaciones. Yo controlo la narrativa." Porque el poder no está en convencer a los demás, el poder está en no tener que hacerlo nunca. Esta es la libertad que pocos tienen y ahora puede ser tuya.

Más recientemente esto es lo que se llama comunicación asertiva. Hay varias técnicas de argumentar o contraargumentar a aquella persona emocionalmente descontrolada, no para ridiculizarla, sino para ayudarla a que se dé cuenta de su mal proceder y evitar que escale el conflicto. Una frase "comodín" para desarticular es que "las opiniones se pesan, no se cuentan". 

Un dato muy interesante es que, justamente, nadie puede estar totalmente justificado. Y es un gran problema epistemológico, ya que no importa cuánto sepas y cuál sea tu campo de conocimiento, porque la pregunta escéptica siempre puede dar lugar a la incertidumbre. Así que, si nos justificamos más, podemos caer en el famoso regreso o círculo vicioso haciendo que las explicaciones se vuelvan fallidas e ineficaces. Psicológicamente, el impacto es peor, porque no estamos hablando de un campo puramente lógico, donde la disputa terminaría por acordar cómo sería ese sistema o estructura, sino que es una disputa contra otra persona. Cuanta menos explicación, quien entre en duda es el contrincante.

lunes, 11 de agosto de 2025

Las lágrimas de Lula

 Las lágrimas de Lula, en Página 12, por Jorge Majfud, 11 de agosto de 2025:

En una reunión en la casa de gobierno de Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se emocionó hasta las lágrimas al informar que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Brasil volvió a salir del Mapa del Hambre. 

En la fábrica donde trabajaba de joven, recordó, “los compañeros siempre me ofrecían algo para comer. Yo decía que no tenía hambre, pero por dentro imaginaba mordiendo aquel sándwich. Me quedaba en silencio, con vergüenza de admitir que estaba con hambre, y volvía a trabajar”.

No soy propenso a promover o a conmoverme con las emociones de políticos en público. Por lo general no creo en sus lágrimas de telenovela mientras administran un imperio que masacra niños en algún rincón del mundo o matan de hambre a viejos jubilados en algún rincón de su propio país. También los psicópatas, incapaces de sentir empatía, aprenden a llorar y a fingir emociones profundas. Las lágrimas ante las cámaras de los periodistas suelen ser lágrimas de cocodrilo, cuando no de autocompasión. Las agencias publicitarias tienen toda una sección consagrada al género.

No es este el caso. A Lula le creo esas lágrimas y esa emoción, porque, como estudiante solo en Montevideo, también supe lo que es pasar cinco días sin comer y mentirle a mis compañeros que no tenía hambre.

Porque su sufrimiento de pobre es verdadero y verificable.

Porque, en los hechos, no en las meras promesas, Lula sacó a 30 millones de la pobreza a principios de siglo y ahora ha vuelto a sacar 20 millones otra vez, luego de sufrir un encarcelamiento que se probó fue una persecución política para evitar que fuese candidato a las elecciones de 2018.

Porque, con sus aciertos y errores, Lula no solo ha demostrado ser la figura política más importante de la historia de Brasil en el último siglo, sino también de América Latina.

Porque, bien o mal, Lula gobernó para el pueblo y no para la clase esclavista que siempre lo compra y lo secuestra todo, desde los capitales hasta los créditos por cualquier progreso científico, tecnológico, social, ético o moral. Esa clase esclavista que en Estados Unidos crearon las corporaciones que aún rigen el mundo y en Brasil dominaron la política del “café con leche”, primero, y del látigo financiero después.

Porque, con sus limitaciones, a Lula no le ha temblado la conciencia para condenar el genocidio más brutal de lo que va del siglo, negado por los mayores poderes mundiales, por la hipocresía de sus marionetas y por la cobardía, el miedo o el interés mezquino de no pocos de abajo.

Porque Lula es un ejemplo necesario que el mundo debe considerar cuando todos viven pendientes del ego de un millonario nacido millonario y sin emociones, más allá de su propio narcisismo, de su sadismo social, de sus deseos sexuales y del poder ilimitado de los dueños del látigo.

lunes, 4 de agosto de 2025

La financiación del estado es esencial

 De Quora

Los estados necesitan dinero para funcionar y para establecer políticas. ¿Por qué cobrarles más a los que más tienen? Porque son los que más pueden pagar sin alterar su calidad de vida ni el desarrollo de sus proyectos personales y porque se busca —o se debería buscar, al menos— que nadie, por más desafortunado que sea, sufra privaciones tan grandes como para no poder desarrollarse ni unas carencias que hagan de su vida un martirio. Dicho de manera más corta: por justicia.

Lo que vos criticás se justifica con un mínimo de decencia: que un milmillonario pague más y con eso se financien políticas públicas que impidan que haya niños muriendo de hambre o de enfermedades tratables o curables es una simple cuestión de decencia, y ahí ya no estamos en eslóganes sino en casos concretos de millones de personas que gracias a los Estados hoy se curan y años atrás no. Además, de lo que decís se desprende que no debe existir la salud pública, ni la educación pública ni prácticamente nada, porque implica sacarle a unos para darle a otros. ¿Y los sueldos de los policías para garantizarles sus fortunas a los ricachones que no querés gravar se pagan con el dinero de todos? ¿Y los de los jueces?

Eso dejando de lado el eslogan de que la plata de alguien es el fruto de su trabajo, como si no existieran herencias, o como si eso fuera independiente del trabajo de otros. ¿O te creés, por ejemplo, que los que se enriquecieron con los smartphones fueron los que crearon lo que después fue empaquetado y apropiado por privados? ¿De dónde salió la pantalla táctil? ¿De la cabeza de Steve Jobs? ¿De los ingenieros de Apple? Desde ya te adelanto que no.

Si querés profundizar en qué es la justicia, leé, por ejemplo, la Teoría de la justicia de John Rawls, el filósofo político más importante del último siglo. Eso debería hacerte cuestionar tu sentido de justicia.

Propongo que releas lo que escribió Eliana. En ningún momento ella dice que hay que "quitar a alguien el fruto de su trabajo para dárselo a otro". Me cuesta creer que de un comentario tan claro se incurra en una interpretación tan torcida.

Se trata simplemente de que el que gana más pague más que el que gana menos para que el Estado pueda funcionar.

Hay algo importante que considerar: Ganar menos no es sinónimo de trabajar menos. Un albañil que trabaja doce horas diarias gana muchísimo menos que un futbolista de élite; un influencer de tik tok puede ganar muchísimo más que un científico o un docente universitario.

El mercado no recompensa necesariamente al que trabaja más o mejor. Pero la justicia social, que no es solo "un eslogan", ni siquiera busca "quitarle todo" al que gana más y mucho menos cuestiona el valor generado a cambio de la ganancia. Simplemente le pide al que más gana que contribuya con un poco más al bien común.

Me apena que se apele a ciertas falacias como la del hombre de paja ("regalar a otro el fruto del esfuerzo de uno") para bastardear una idea que ha sido fundamentada desde muy distintos ámbitos ideológicos: Desde la doctrina social de la Iglesia hasta movimientos sociales, políticos, económicos y filosóficos que sería largo detallar aquí.

Es evidente que estamos en un momento de la humanidad en que ya el más tibio reformismo genera reacciones. Muy triste…

viernes, 13 de junio de 2025

Destino del español en EE. UU.

 El destino manifiesto del español en Estados Unidos, en El País, por Eduardo Lago, 13 de junio de 2025:

EE. UU. será en un futuro no muy remoto el país con más hispanohablantes, una tendencia que sus actuales circunstancias políticas no interrumpirán.

Estados Unidos no se entiende sin el español. Se trata de un hecho incontestable. Históricamente, llegó a lo que es hoy territorio norteamericano antes que el inglés. El texto literario más temprano que da cuenta de una zona del futuro país, la Florida, es la Historia de la Nueva México, de Gaspar Pérez de Villagrá, publicado en 1610. El destino americano del español lo ilustra bien una coincidencia simbólica: en 1492, fecha en que los continentes separados por el Atlántico cobraron conciencia de su mutua existencia, completando así en su plenitud la imago mundi , vio la luz la Gramática de Elio Antonio de Nebrija, la primera de la lengua.

La trayectoria del español tras su llegada al continente americano se ajusta a una serie de tropismos de signo muy diversos. El primero fue la dispersión por un inmenso territorio, la América en español, que Bolívar soñó como una entidad política indivisible, pero que acabó desgajándose en una veintena de naciones unidas por una lengua común. El tropismo siguiente, particularmente acusado hoy, apunta en dirección norte, cuando en virtud del Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado en 1848, tras una conflagración con su vecino del norte, México cede a Estados Unidos una inmensa parte de su territorio nacional. Sus habitantes quedaron entonces atrapados en un nuevo enclave nacional y con ellos el idioma. La toponimia da testimonio de una pervivencia cuyo simbolismo no se puede ocultar: Nevada, Los Ángeles, Colorado, Santa Cruz, Santa Fe, San Francisco. California era el nombre de una isla habitada por mujeres de raza negra, súbditas de la reina Calafia, lugar descrito por Garci Rodríguez de Montalvo en Las Sergas de Esplandián , novela de caballerías publicada en 1510. La historia del español en América se construye como un palimpsesto hecho de silencios que subrayan la invisibilidad con que la lengua de Castilla encontró su destino americano. Otra clave de tropismo viene marcada por el momento en el que el centro de gravedad literaria de la lengua se desplaza de la península a la otra orilla del Atlántico, cuando Rubén Darío, adalid del modernismo hispánico, se convierte en el piloto del idioma. Un siglo después, otro gran poeta americano, el chileno Pablo Neruda, da cuenta de los sentimientos contradictorios que despertó la herencia recibida cuando escribe: “Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… (...) Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

El desplazamiento del español en dirección norte lo subraya un hecho de particular relevancia. Según datos de The Hispanic Council, corroborados por el Instituto Cervantes, en 2060 Estados Unidos será el segundo país con mayor número de hispanohablantes, después de México, y todo apunta a que en un futuro no muy posterior pasará a ser el primero, convirtiéndose en el nuevo centro de gravedad del idioma. Es importante señalar que las circunstancias políticas del momento no interrumpirán esta tendencia. Si acaso, supondrán un paréntesis temporal, ya que los fenómenos que rigen el uso de la lengua no se pueden legislar.

Hace casi dos décadas, siendo director del Instituto Cervantes de Nueva York, postulé seis tesis acerca del español de Estados Unidos que, dada la complejidad del fenómeno, conviene revisar. 

La primera sigue teniendo validez. En Estados Unidos, el español es a la vez una lengua materna, hablada por más de 45 millones de personas, y la lengua extranjera más estudiada por los norteamericanos, que necesitan de manera urgente comunicarse con una ingente masa laboral que no habla inglés. 

En segundo lugar, planteé la cuestión del bilingüismo, que ha perdido validez. La potencia del español como vehículo de comunicación de un mosaico de culturas de origen latinoamericano es innegable, pero no se puede afirmar, como hice entonces, que Estados Unidos es un país bilingüe y, como consecuencia de ello, bicultural. Las culturas hispánicas y la lengua en que se expresan juegan un papel secundario. 

En tercer lugar, es cierto que en Estados Unidos se ha consolidado una suerte de latinitas , identidad forjada en relación directa con el idioma. Las comunidades latinas de Estados Unidos son un conglomerado heterogéneo resultante del encuentro de los hispanos nacidos en el país con los emigrantes que han ido llegando sin cesar de las más diversas regiones del Caribe, América Central y Sudamérica. Las distintas culturas nacionales tienden a relacionarse entre sí de manera espontánea, y están creando una entidad híbrida de signo panhispánico, claramente diferenciada de las de los países originarios. Se trata de un fenómeno en pleno proceso, y tardará en cristalizar, pero hace tiempo que son palpables numerosos rasgos de la nueva identidad. El fenómeno ha cambiado de signo últimamente, pasando simbólicamente de la “eñe” a la “equis”. El termino latinx (pronunciado latinex) subraya el relegamiento del español: la lengua prioritaria de los latinx no es el español, sino el inglés. 

La cuarta tesis sigue siendo válida. Como se apuntó, el centro de gravedad del español continúa de manera inexorable su desplazamiento en dirección norte. Estados Unidos está destinado a ser el país con el mayor número de hispanohablantes de todo el mapa iberoamericano en un futuro no muy remoto. 

La quinta tesis es discutible. No está claro, aunque hay opiniones encontradas al respecto, que en Estados Unidos el español sea un vehículo de afirmación y resistencia. Cabe decir que ha perdido fuerza debido a que no es la lengua de las nuevas generaciones, los latinx

Por último, hay que tener en cuenta un fenómeno de gran interés. De modo discontinuo y un tanto abrupto, continúa avanzando espontáneamente el proceso de cristalización de una nueva variedad de nuestra lengua: el español de Estados Unidos. El fenómeno, en extremo volátil, resulta todavía imposible de fijar.

Como corolario de tan compleja situación, un asunto candente: la batalla por el prestigio cultural, algo que se puede calibrar bien en el ámbito de la literatura. La 84.ª Feria del Libro de Madrid tiene como protagonista a Nueva York. La importancia de la ciudad como punto de encuentro de todas las culturas hispánicas con las autóctonas, tanto latinas (o hispanohablantes) como latinx (o anglófonas), no se puede exagerar. Un tropismo reciente de particular importancia protagonizado por el español en Estados Unidos es su imparable expansión por todo el territorio nacional. No se trata solo del vigor que tiene nuestra lengua en lugares como Nuevo México, Miami o California, donde su presencia es ubicua, sino de su penetración en todas las zonas rurales del país. Volviendo a la literatura, el caso de Nueva York da buena medida de la situación, pero no es el único. Escritores de origen mexicano, caribeño, centroamericano o procedentes del Cono Sur se dan cita en múltiples lugares de Estados Unidos. 

Dos factores de relieve singular juegan un papel determinante: el auge de los programas de escritura creativa en español, como los de Iowa, Austin, Boston o la Universidad de Nueva York, y el papel de las editoriales independientes que publican en nuestro idioma, cada vez más numerosos. Su presencia en la Feria del Libro de Madrid como síntoma de lo que está ocurriendo en todo el país es algo a celebrar, aunque es preciso señalar, pese a que duela, lo irrelevante de su influencia en el mapa general de la cultura. El establishment literario estadounidense apenas es consciente ni se hace eco de la existencia de los programas y editoriales que acaba de mencionar. En este sentido, sí cabe hablar del español como territorio de afirmación y resistencia, aunque por ahora la única lengua literaria que de verdad cuenta es el inglés, idioma en que se expresan los escritores latinx , como Julia Álvarez, Sandra Cisneros , Junot Díaz o Francisco Goldman.

Eduardo Lago es escritor y traductor. Su último libro es La estela de Selkirk (Galaxia Gutenberg).

lunes, 9 de junio de 2025

Dionisio Ridruejo, que pagó el precio de la integridad

 Dionisio Ridruejo y la emoción de la integridad, en El País, por Jordi Gracia, 9 jun 2025:

Se cumple medio siglo de la muerte de Dionisio Ridruejo: figura clave de la cultura fascista española, evolucionó para convertirse en referente político y moral de la lucha democrática contra el franquismo. Recordamos su trayectoria excepcional y destacamos sus mejores libros.

No hay la menor posibilidad de que no ocurra lo que ocurrirá sin duda, y es que todos vamos a acordarnos varias veces al día de que hace 50 años Franco se murió por fin (para algunos de forma claramente prematura). Pero se murió también una cuanta gente más, alguno con el poder desatado de la extorsión sistémica y franquistamente protegida, como es el caso de José María Escrivá de Balaguer, fundador de una de las sectas más poderosas y destructivas de la España contemporánea, el Opus Dei . Pero entre los muchos muertos que debió haber aquel bendito año de gracia hubo otros dos de particular relevancia, Luis Felipe Vivanco —delicadísimo poeta, arquitecto sin trabajo, diarista excepcional aun secreto en su mayor parte— y Dionisio Ridruejo.

No eran ya en el momento de su muerte en 1975 lo que habían sido tiempo atrás, durante la guerra, en plena posguerra y al menos durante los veinte años largos que resistieron en condiciones extremas. Hoy tendemos a reducir el franquismo al Seat 600, las primeras neveras, la pachanga de Los Brincos o la contagiosa La La La pero la primera mitad del régimen ( dos décadas tremendas ) fue la base que hizo del país una comunidad cuajada en el miedo, la prepotencia exhibicionista de los vencedores, el terror de Estado como oxígeno diario, la hipocresía estructural, la mentira como cemento armado civil, la venganza programada en forma de gigantescas y masivas cancelaciones (diríamos ridículamente hoy) y la corrupción política, económica y judicial a escala tan honda que de tan honda parecía normal y rutinaria como la salida del sol, rezar en la escuela (y en todos lados), maltratar sin miedo a los homosexuales o pegar todavía con menos miedo a la mujer (por eso tuvo tantísimo tino Miguel Lorente al titular Mi marido me pega lo normal, el libro que abordaba de frente novela esa violencia que a nadie se le ocurría que era violencia. De hecho, la milagrosa Tiempo de silencio , de 1961, incluye no menos de media docena de palizas a mujeres como hecho meramente consuetudinario…)

Por todas estas causas de control social y amedrentamiento de vencidos y, poco a poco, también de vencedores casi nadie se atrevió a hablar, a disentir, a cuestionar esto o lo otro hasta que aparecieron en escena exiguas minorías, sobre todo de universitarios (o sea, burgueses bien), que empezaron a desengañarse de una paz que presumiblemente no era ni real ni verdadera y activaron una respuesta apenas testimonial pero continuada contra el triunfalismo franquista. Y algunos de ellos empezaron a decirlo en voz audible (decir alta es decir mucho) en sus papeles, sus poemas, sus revistas, sus películas y novelas. Pero para que aquello cuajase y calase en alguna audiencia significativa necesitaron el amparo de un traidor o prototraidor de trayectoria probadísimamente fascista.

Un fascista redimido

Ese referente de los jóvenes fue Dionisio Ridruejo , porque este sí habló en voz alta para llevar al límite la permisividad del régimen con los críticos al régimen que había sido años atrás su casa política y su casa ideológica: había estado en el aparato del poder y la propaganda durante la guerra y en la sala de máquinas del fascismo ideológico que sostuvo una pata del franquismo (la otra pata gigante fue la entusiasta adhesión de la inmensa mayoría de la Iglesia católica).

Las dos casas las fueron dejando desde principios de la década de los cincuenta, precisamente cuando abre la boca tímidamente y con riesgo cierto la alianza de los hijos de los vencedores con algunos pocos hijos de los vencidos. Era atípica aquella dependencia de los Javier Pradera, Enrique Múgica, Ramón Tamames o Fernando Sánchez Dragó de la transformación en marcha de Ridruejo, pero era a la vez indispensable: en él encontraron el testigo, no solo del desengaño del fascismo, sino la combatividad antifranquista del que fue uno de los suyos.

Esa zona de ambigüedad (¿quería reformar el régimen o quería acabar con él?) fue muy fructífera en los años bisagra, cuando las muestras de disidencia todavía podían entenderse como reformismo intrafranquista aunque podían estar siendo ya semillas de antifranquismo militante.

Cuando metieron en 1956 (el año bisagra) a los jóvenes disidentes y al propio Ridruejo en la cárcel para unos cuantos meses nadie se atrevió a decirle dentro que eran militantes comunistas. Se lo dijeron después, y Ridruejo transigió sin aspavientos con ello porque la causa mayor era otra y el principal motor de la resistencia estaba encuadrada en la clandestinidad del PCE, la más eficiente y la mejor organizada, entre otros por Jorge Semprún , inminente amigo de Ridruejo e íntimo amigo de Javier Pradera , entonces solo jovencísimo y lúcido militante comunista que acabaría siendo fundador de la colección El Libro de Bolsillo de Alianza editorial en 1966, y editorialista de referencia de EL PAÍS entre 1976 y 1986.

Camino a Múnich, 1962

El primer síntoma de una debilidad cardíaca congénita lo dio al atravesar indocumentado y a pie los Pirineos para acudir a la convocatoria en Múnich, en junio de 1962, de la más importante reunión del exilio con la resistencia del interior (con el doble de representantes) para armar algo parecido a un programa de acción conjunta para derribar la dictadura o, al menos, para saber qué hacer cuando se acabase ella sola, que es lo que podía pasar y pasó. En Múnich comenzó una parte de la historia que había de desembocar en las primeras elecciones de 1977 y en la redacción de la Constitución de 1978, obviamente sin Ridruejo, pero con la memoria viva del papel de redención propia y liderazgo democrático que había encarnado durante quince años. Su muerte a los 61 años no fue exactamente sorpresiva: durante los primeros meses de 1975 siguió comparando en presentaciones de libros propios y ajenos o actos clandestinos (que no tenían ya nada de clandestinos) con el desvalimiento de quien ya no puede con su alma, muy delgado, la piel sin color y apenas incapaz de hablar en voz alta (y casi ni baja).

Líder moral de EL PAÍS

Aunque pocos se acuerdan, y es bueno que sea así, ese mismo Ridruejo fue el líder moral de este periódico en su primera etapa desde 1976. Jesús Polanco lo había protegido con encargos editoriales bien pagados (eran auxilios económicos disfrazados de trabajo) y ni Javier Pradera ni Jorge Semprún perdieron el contacto con él por una razón secreta y poderosa. Encarnaba de forma especular la misma reeducación ideológica y política que habían emprendido ya Pradera y Semprún en los años sesenta, al asumir abiertamente la naturaleza delirante de los análisis de los dirigentes comunistas sobre España, y los planos directamente demenciales de socavar la estabilidad férrea (militar) del régimen con un par de huelgas que no secundó nadie.

Ridruejo había contado su deserción fascista en libros y ensayos valientes, impulsaba múltiples actividades de resistencia antifranquista (mientras entraba y salía de la cárcel y pagaba multas), precisamente en el mismo momento en que Pradera y Semprún conseguían deshacer íntima y racionalmente el engrudo de lealtad religiosa al partido y emprendían sin saberlo demasiado bien la ruta de la socialdemocracia en la que andaba a tientas también el propio Ridruejo en los sesenta.

Hace ya bastante años, Pradera dejó caer las gafas sobre el gancho de la nariz y mirándome inquisitivamente (con trampa burlona me preguntó dónde creía yo que habría militado Ridruejo de haber podido vivir el posfranquismo: ¿en el ala izquierda de la UCD o en el ala derecha de PSOE?). Ni él ni yo teníamos respuesta, pero la respuesta en realidad está dentro de la pregunta.

Durante sus primeros cinco años, EL PAÍS dedicó un editorial a conmemorar su muerte cada 28 de junio. Los debía redactar sin duda Javier Pradera y el impulso no era espúreo ni anecdótico: había sido el hombre que sometió su propio pasado de fascista integral a la prueba de la integridad de un hombre adulto que aprendió a desmentirse, entenderse y corregir su ensueño bárbaro de fascista. Algunos refinadísimos demócratas del desencanto actual cuestionan la profundidad de su arrepentimiento, como si quisieran evitar el trago de reconocerle a un fascista la capacidad de reeducarse. Es feo porque no hay caso comparable al de este ensayista y poeta en términos de coraje, castigo público, nitidez descriptiva, explicación confesional y convicción pedagógica sobre las virtudes democráticas contra el fanatismo de la fe (da igual qué fe, que diría Vázquez Montalbán).

Cuatro o cinco libros

¿Dónde encontrará el lector de hoy a este ejemplar insólito y único de integridad ética y valentía civil contra el envilecimiento franquista (y el suyo propio)? Lo encontraré en al menos cuatro libros excepcionales, por orden de aparición. Escrito en España (1962), con su sobrecogedor prólogo "Explicaciones" (eran muchas las que tenía que dar), apareció en Buenos Aires en la editorial Losada pero tuvo amplia difusión interna en los circuitos clandestinos, en particular gracias a la segunda edición de dos años después. Fue el mejor análisis de la matriz franquista y su raíz fascista durante cuarenta años al menos, además de promover la solución democrática que tardaría tanto en llegar todavía (incluida la clave autonomista o federalizante). No se equivocaba el humanismo cristiano de José María Valverde cuando pensaba que era “el único gran prosista político de la época”.

Dos: Casi en prosa , en 1972, es un cuaderno con un puñado de poemas despojados de la retórica artificiosa y brillante, pero falsa, o casi siempre falsa, del poeta oficial del franquismo en los primeros años de posguerra. Aquí resuena la inspección sentimental y moral de la intimidad con una apabullante naturalidad verbal y analítica al estilo de la misma evolución que viviría José María Valverde (otro poeta infartado de fascismo nacional-católico en la posguerra) y un poco también al estilo de lo que practicaban los más jóvenes, tipo Gil de Biedma o Ángel González. En realidad, instaló en su poesía la voz aprendida en el tono menor de Josep Pla, ampliamente leída: con su mujer, Gloria de Ros, tradujo el Quadern gris .

Tres: la que quizás es su obra mayor precisamente porque nunca fue obra sino resultado del ingenio editorial. Casi unas memorias aparecieron de forma póstuma en 1976 por iniciativa del editor literario de Planeta, Rafael Borràs Betriú (el mismo que por entonces reorientó su premio de novela hacia ganadores como Jorge Semprún, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Francisco Umbral). Casi unas memorias no pasaba de ser una mezcla de textos, artículos, evocaciones y papeles rescatados de su archivo y hoy está disponible en una más cuidada y escrupulosa edición de Jordi Amat en Península.

Pudo contar en esos papeles dispersos, sin miedo y sin mentiras, su pasado fascista de hombre de poder, y pudo retratar chanchullos, semblanzas temibles, ilusiones destructivas, vocaciones literarias y fanfarrias fascistas porque ya había dado explicaciones del gigantesco dispar que ayudó a promover alimentando el ansia falangista de guerra civil y fomentando el discurso del odio como brillante orador. Según los cronistas de la época, nada menos que el Goebbels español.

También el cuarto es póstumo, Sombras y bultos , editado en 1986 y donde se reunieron semblanzas, perfiles y recuerdos que complementan el memorialismo inacabado por la muerte el 28 de junio de 1975. Algunos se acordarán también de su excepcional y atípica guía, y harán bien, Castilla la Vieja , en dos tomos enormes de Destino publicados en 1973 y con pequeñas confidencias dispersas (por ahí aparecen amigos tan cercanos como Juan Benet, por ejemplo, tesorero del micropartido que fundó Ridruejo), y en el mercado de viejo es encontrable, también en la edición por tomitos y provincia en Destinolibro.

Y, si no he añadido a la lista las fabulosas cartas de Ridruejo —honradas, veraces a contrapelo, analíticas, a veces sentimentales—, no es porque no quiera, sino porque nadie va a encontrar el tomo con ellas que titulé El valor de la disidencia (o lo pagará a 300 euros, según veo en la web), aunque igual sí encuentra un tomito con las Cartas íntimas desde el exilio, 1962-1964 , escritas desde París tras la prohibición de regresar a España por haber participado en el congreso de Múnich. Dado que una buena carta es una mezcla caprichosa de ensayo, artículo, columna, confianza y testimonio, no es extraño que algunas de ellas estén entre lo mejor que escribió sin haber llegado a ver a Franco felizmente muerto. Lo digo yo, pero lo dijo él también, y muy amargamente, en la última entrevista larga que dio, apenas semanas antes de morir.