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domingo, 16 de noviembre de 2025

Cualquiera tiempo con Franco fue peor.

 Aniversario del 20N. Por qué con Franco no se vivía mejor: cuando el Régimen creía que el papel de la mujer era “encontrar a quién someterse” en El País, por Natalia Junquera, Madrid - 16 NOV 2025:

 Pese al revisionismo histórico y el discurso de la extrema derecha, el desmontaje de la legislación de la dictadura ha llevado a España a la época de mayor libertad y progreso.

“Si quieres identificar una dictadura, es muy sencillo: Todo lo que no es obligatorio está prohibido”. La frase del periodista Iñaki Gabilondo ilustra con lucidez casi cuatro décadas de franquismo, pero la desmemoria, el desconocimiento y el revisionismo histórico que practica y difunde la extrema derecha han provocado que esa distinción no parezca tan evidente para más de un 21% de la población que considera, según una encuesta reciente del CIS, que esos años fueron “buenos” o “muy buenos” para el país. La idea de que con Franco vivíamos mejor se ha expresado en el Parlamento —“Este es el peor Gobierno en 80 años”, declaró el líder de Vox, Santiago Abascal—, y también fue en la sede de la soberanía nacional donde un diputado —Manuel Mariscal, del mismo partido— se jactó de que “gracias a las redes sociales”, los jóvenes están “descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de reconstrucción, progreso y reconciliación”.

La historiadora Carmina Gustrán, comisionada del Gobierno para la celebración de los 50 años de España en Libertad, el programa estatal relacionado con el aniversario de la muerte de Franco, explica que “todos los actos diseñados [más de un centenar] buscan ampliar el conocimiento sobre la dictadura, su miseria económica y moral” y, al tiempo, festejar la “gran transformación” desde la reconquista de la democracia. “Hemos pasado de ser un país que reprimía, encarcelaba y aplicaba terapias de conversión a los homosexuales, a ser un referente mundial en políticas LGTBIQ+. Hemos pasado de la dote para que las mujeres dejaran sus trabajos al casarse, a altas tasas de empleabilidad femenina, con mujeres ocupando cada vez más puestos de responsabilidad en empresas e instituciones. De ser un país de emigrantes, con miles de personas que salían del país cada año, a ser uno de acogida...”.

Estos son algunos de los hitos de esa gran transformación:

“Hágase la ciega, la sorda y la muda”

“Si la mujer es habitualmente de carácter apacible, dulce y bondadosa”, escribía Antonio Vallejo-Nágera, psiquiatra de cabecera del franquismo, “débese a los frenos que obran sobre ella, pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal, cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad”. Amparado en esos estudios que pedían “reformas sociales indispensables para restar adeptos a la causa marxista”, el Régimen se puso manos a la obra en la fabricación de frenos para contener socialmente a las mujeres después de los “excesos” de la República. Como primera medida, “la salud de la raza”, explica el historiador Paul Preston en El holocausto español, “exigía separar a los niños de sus madres rojas” en las cárceles. Las disparatadas teorías eugenésicas de Vallejo-Nágera “se emplearon para justificar el secuestro de niños republicanos” y que no germinara en ellos el peligroso “gen marxista”.

En 1942 se creó el Patronato de Protección a la Mujer para, según el decreto franquista, “apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la religión católica”. La llamada Liga Española contra la Pública Inmoralidad; la Sección Femenina; el consultorio de Elena Francis... todo estaba orientado a sepultar los derechos y libertades alcanzados en la República y recluir a las mujeres en cocinas y paritorios. Curiosamente, la única con poder en las instituciones del Régimen, Pilar Primo de Rivera, al frente de la Sección Femenina, y hermana de José Antonio, fundador de Falange, decía cosas como estas: “La vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular o disimular, no es más que un eterno deseo de encontrar a quién someterse”; “Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador reservado por Dios para inteligencias varoniles”.

En esa reeducación también jugó un papel determinante un consultorio radiofónico ideado como una especie de policía moral que sirvió, durante décadas, para legitimar el franquismo. El libro Las cartas de Elena Francis (Cátedra) recoge cuantiosos ejemplos. A una madre con cuatro hijos que confiesa la infidelidad de su marido, la locutora le aconseja: “Es mucho mejor que se haga la ciega, la sorda y la muda. Procure hacer lo más grato posible su hogar...”. A otra mujer que le habla de las palizas que recibe en presencia de su hija de 10 años, le recomienda: “Sea valiente, no descuide un solo instante su arreglo personal. Y cuando él llegue a casa, esté dispuesta a complacerlo en cuanto le pida...”.

Y la prueba del algodón, el Código Civil y el Código Penal. Con Franco, España volvió a la legislación de 1889. “Artículo 60: ”El marido es el representante de su mujer"; “Artículo 61: ”Tampoco puede la mujer, sin licencia o poder de su marido, adquirir por título oneroso ni lucrativo, enajenar sus bienes, ni obligarse, sino en los casos y con las limitaciones establecidas por la Ley". Es decir, un sistema de tutela similar al de países como Arabia Saudí o Qatar. Además, en mayo de 1942, el franquismo recuperó el delito de adulterio, pero con diferencias según quien lo cometiera porque, aunque “idéntico en su esencia” era “diverso por la gravedad del daño, mucho mayor en la infidelidad de la esposa”. Así, según el Código Penal, cometía adulterio “la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que está casada, aunque después se declare nulo el matrimonio”. Si el adúltero era el hombre, se hablaba de “amancebamiento”. La mujer era culpable siempre; el hombre, solo si tenía a su amante en la casa conyugal.

En 1958, y gracias a la presión de una abogada falangista, Mercedes Formica, conmocionada por el asesinato a puñaladas de una mujer a manos de su marido, se introdujeron algunas reformas en el Código Civil —los cambios fueron conocidos como “la re-formica”—. Como recuerda el historiador Nicolás Sesma en Ni una, ni grande, ni libre, “se equiparó la consideración jurídica del adulterio y se redujo la unilateralidad en la disposición del patrimonio inmobiliario y el régimen de gananciales. Se mantenía, sin embargo, la necesidad de contar con el permiso del marido para la participación en procedimientos legales, la aceptación de herencias y el ejercicio de la función de albacea”. Ya en 1975, el trabajo incansable de otra jurista, María Telo, favoreció nuevos cambios para que las españolas casadas pudieran abrir cuentas en el banco, trabajar y disponer de su salario sin permiso del marido.

La ley del divorcio se aprobó en 1981. La de igualdad, en 2007 (con la abstención del PP). El 3 de diciembre de 1986 se practicó el primer aborto legal en España —se había despenalizado para algunos supuestos—; en 2010 entró en vigor la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. En 2022, la modificación del Código Penal que castiga con prisión de tres meses a un año o con trabajos en beneficio de la comunidad a quienes acosen a las mujeres que deciden abortar. Hoy hay más universitarias (56,8%) que universitarios. En el Gobierno de la nación tres son vicepresidentas y ocho, ministras. En los Ejecutivos regionales hay cinco presidentas; en el Congreso, las mujeres son el 44% del hemiciclo. Una bióloga molecular de León, Sara García, astronauta de reserva, investiga sobre nuevos fármacos contra el cáncer. En 2007, una almeriense de 26 años, Rosa María García-Malea, se convirtió en la primera mujer piloto de caza del Ejército...

A la cárcel por homosexual

En 1954, el Régimen franquista incluyó a los homosexuales en la ley de vagos y maleantes, junto a “los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos mentales o lisiados”. La norma permitía, como “medida de seguridad”, internar a gais en “instituciones especiales, y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”. En 1970, cinco años antes de la muerte de Franco, la ley fue sustituida por la de “peligrosidad y rehabilitación social”. La dictadura los consideraba ahora una especie de enfermos a los que había que “curar” y los separaba en “pasivos” o “activos”. Las lesbianas eran enviadas al manicomio. Entre los represaliados del colectivo, Rampova relataba a este periódico a punto de cumplir 50 años: “En la prisión de Barcelona me enviaron a un pabellón de invertidos para menores. Los presos pagaban a los vigilantes para colarse y violarnos. Luego nos pegaban palizas para demostrar que ellos no eran gais. Venían cinco, seis veces al día. A veces hasta ocho. He tenido más violaciones que relaciones consentidas”. Después de la cárcel, llegaba el destierro. De uno a dos años.

El pasado julio se cumplieron 20 años de la entrada en vigor de la ley del matrimonio igualitario. España fue el tercer país del mundo en aprobarlo.

Ya en 1938, durante la Guerra Civil, el BOE publicó la ley de prensa que estableció un sistema de censura previa “frente al libertinaje democrático”. De acuerdo a la norma, correspondía al “jefe del servicio de prensa de cada provincia”, elegido por el ministro, ”ejercer la censura de acuerdo con las orientaciones que se le dicten". El Ministerio podía “castigar gubernativamente todo escrito que tienda, directa o indirectamente, a mermar el prestigio de la Nación o del Régimen, entorpezca la labor de Gobierno en el Nuevo Estado o siembre ideas perniciosas entre los intelectualmente débiles”. Los mecanismos se fueron perfeccionando para que en España nadie leyera, oyese o viese algo que no fuera del gusto de las autoridades franquistas.

En 1966, siendo ministro de información Manuel Fraga, se aprobó una nueva ley de prensa que pretendía ser más aperturista, lo que no impidió cierres de periódicos como el diario Madrid. Dos años después de la muerte de Franco un decreto estableció: “La libertad de expresión y el derecho a la difusión de informaciones por medio de impresos gráficos o sonoros no tendrá más limitaciones que las establecidas en el ordenamiento jurídico con carácter general”.

Recientemente, sin embargo, en Ayuntamientos gobernados por el PP y Vox se han producido episodios de censura, como la cancelación en Briviesca (Burgos) de la obra El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, que narra, precisamente, la historia de un maestro republicano, Antonio Benaiges, torturado, fusilado y arrojado a una fosa común en 1936.

Una de las charlas del programa España en libertad, titulada Del milagro a la realidad: dictadura, transición y democracia desde la historia económica, desmontó varios mitos alrededor de Franco. “Los países de la Europa Occidental”, explicó Vicente Pinilla, catedrático de historia económica, “tardaron cinco años en recuperar el PIB per cápita previo a la guerra. A España le costó 17″.“En 1975, el gasto público suponía el 11,7% del PIB mientras que la media europea estaba entre el 40% y el 50%”, añadió. Margarita Vilar, doctora en Economía, recordó que en los años sesenta, un trabajador de la misma industria, cualificación y cargo “ganaba tres veces más en Suiza y dos veces más en Alemania” y explicó cómo la ley de bases de seguridad Social, que entró en vigor en enero de 1967 y por la que algunos atribuyen falsamente a Franco la creación del Estado del bienestar, no tenía “nada que ver con las medidas que se aprobaron en democracia para reducir la desigualdad y tratar de cubrir universalmente a la población”. “En aquella ley”, aclaró, “el coste de pago era mucho mayor para el asalariado que para los empresarios”.

Paula Rodríguez, doctora en Economía, se refirió a los engañosos datos de paro durante el franquismo “a costa de expulsar del mercado de trabajo a las mujeres [solo los hombres cuyas esposas no trabajaran fuera de casa podían acceder al llamado subsidio familiar] y por la emigración española”. Después de la primera etapa del exilio, que supuso una mutilación cultural e intelectual (Luis Buñuel, Rafael Alberti, Federica Montseny, Clara Campoamor...), aproximadamente dos millones de españoles abandonaron el país entre 1960 y 1975. La emigración, como recuerda Arturo Lezcano en El país invisible (Libros del KO) fue una especie de Plan Marshall privado [del real España fue excluida por su régimen político]. La dictadura, que en 1941 había llegado a prohibir la emigración por decreto, luego agradeció la generosa aportación de sus remesas.

Sobre la supuesta inteligencia económica de Franco, una anécdota: a principios de los cuarenta fue estafado por un austriaco, Albert Edward Wladimir Fülek Edler von Wittinghausen, que le convenció de que tenía la fórmula para convertir agua, extractos de plantas y otros ingredientes secretos en un combustible superior a la gasolina, la fikelina, como la llamaba cariñosamente el dictador. En su biografía, Paul Preston relata que Franco se apresuró a anunciar que España sería autosuficiente en energía y un país rico exportador de petróleo. Ignacio Martínez de Pisón explica en El estafador que engañó a Franco que la primera ley de protección de la industria nacional durante la dictadura fue precisamente para favorecer el desarrollo de la fikelina, incluyendo la expropiación de unos terrenos a las afueras de Madrid para instalar una fábrica y la construcción de unos tanques subterráneos para almacenar la nueva pócima. Descubierto el engaño, el timador fue encarcelado discretamente y en 1946, deportado a Alemania.

“La dictadura”, resume la historiadora Carmina Gustrán, “fue especialista en tergiversar la realidad. Franco celebró en 1964 sus ’25 años de paz’ cuando lo que se había sufrido en España desde 1939 era fundamentalmente unas políticas de la venganza por las que los franquistas sistemáticamente encarcelaron, asesinaron y robaron a los republicanos y sus familias. Presumió de desarrollo económico sin hablar de los altísimos costes sociales, ni del éxodo rural, ni de las remesas de los emigrantes; ni de la construcción sin planificación en la costa, ni de los barrios de chabolas a las afueras de grandes ciudades sin agua, luz, alcantarillado, escuelas o transporte público”. La historiadora pone un ejemplo más de “los bulos que se repiten de un modo sistemático y con fines políticos”: “Los proyectos de pantanos no son una invención del franquismo. La II República ya tenía un Plan Nacional de Obras Hidráulicas en 1933, promovido por Indalecio Prieto. Franco continuó con el desarrollo de infraestructuras que ya estaban planificadas y para ello utilizó, en muchos casos, mano de obra esclava, de presos mayoritariamente políticos. En la construcción de pantanos, además, se enriquecieron las grandes empresas vinculadas al régimen con prácticas profundamente corruptas y el uso de esa mano de obra esclava”. “El franquismo”, concluye, “fue una máquina de crear infelicidad”.

Hoy, España es un país receptor de emigrantes. Este año ha superado el millón de afiliados latinoamericanos a la Seguridad Social de un total de 21,8 millones de cotizantes. El diario británico Financial Times acaba de describir la economía del país como “la de mayor crecimiento de Europa y una de las más sólidas del mundo desarrollado”.

sábado, 15 de noviembre de 2025

España ayudó a la independencia de EE. UU., algo que nunca agradecieron. Dossier.

I

 Gonzalo Quintero Saravia: «La guerra contra Gran Bretaña que dio la independencia a EE.UU. fue el mayor éxito de España en el siglo XVIII», en ABC, por Manuel Trillo, 9/10/2025:

La sublevación de las colonias británicas se enmarcó en una guerra mucho mayor entre las grandes potencias europeas en la que la participación española fue decisiva, como destaca 'El enemigo de mi enemigo' (Alianza), la última obra del historiador Gonzalo Quintero Saravia.

«La declaración de independencia era una petición de auxilio a Francia y España». El historiador y diplomático Gonzalo Manuel Quintero Saravia (Lima, 1964), autor de 'El enemigo de mi enemigo' (Alianza Editorial), interpreta el documento de los 'padres fundadores' en Filadelfia en 1776 como una forma de internacionalizar la lucha que los colonos británicos en Norteamérica habían emprendido y atraer así a las potencias europeas, sin las cuales la victoria se antojaba imposible.

El año que viene se conmemorarán los 250 años de aquella declaración que daría lugar a los Estados Unidos de América, hoy la primera potencia mundial pero entonces un puñado de pequeñas colonias en un rincón poco prometedor de Norteamérica.

Lo que pasó a la historia como Guerra de la Independencia o Revolución Americana es objeto de revisión por los investigadores, que tratan de situar el conflicto en su verdadera dimensión: una disputa mucho mayor, a escala global, entre los grandes colosos del momento, en la cual la revuelta colonial no pasaba de ser un teatro más. Y la entrada de España en la contienda fue el factor clave que inclinó la balanza.

La llamada Guerra de la Independencia fue «mucho más que eso», afirma Quintero Saravia en una calurosa mañana de septiembre al pie del Palacio Real desde donde Carlos III gobernó medio mundo.

El periodista de ABC Manuel Trillo, autor de 'La conquista española olvidada' (Crítica, 2025), saca a la luz la toma del fuerte inglés de San José en 1781 tras rescatar en EE.UU. el acta de posesión original. Aquí avanza cómo fue su hallazgo

Para empezar, la propia decisión de las colonias de declarar su separación de la metrópoli fue un intento de no ser vistos como unos simples territorios rebeldes, sino como auténticos estados capaces de negociar con Francia y España, señala el experto, doctor en Historia por la Universidad Complutense y en Derecho por la UNED, miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Academia Colombiana de la Historia.

Jugada de riesgo

Apoyar a unos revoltosos que se alzaban contra su rey era una jugada de riesgo, pero la Corte de Carlos III decidió hacerlo en defensa de sus propios objetivos estratégicos, que quedaron por escrito en el pacto con Francia antes de declarar la guerra a Gran Bretaña. El primero de ellos, recuperar Gibraltar, que desde que Gran Bretaña se lo arrebatara en la Guerra de Sucesión española (1701-1713) era una china en el zapato.

Pero los intereses de Carlos III se extendían por muchos otros frentes, a uno y otro lado del Atlántico: recobrar Menorca, reafirmar la presencia en el Caribe, impedir el avance de los ingleses en Centroamérica, revertir sus derechos para el palo de tinte en el Yucatán y expulsarlos de la costa del golfo de México y la Florida.

Los americanos necesitaban imperiosamente a España. «Con Francia sólo no bastaba», recalca Quintero Saravia. La Marina de Luis XVI era inferior a la británica y sólo añadiendo la de Carlos III se conseguiría la superioridad naval. España y Francia sumaban 129 navíos de línea en 1781, frente a los 117 británicos, según Larrie D. Ferreiro, autor de 'Brothers at Arms' (editado en español como 'Hermanos de armas', Desperta Ferro) y finalista del Premio Pulitzer.

Ferreiro sostiene que el dominio de los mares era clave: «La Guerra de la Independencia no se ganó en Yorktown, sino a través de las alianzas marítimas», afirmó en un reciente simposio en el Constitution Hall de Washington, a unos pasos de la Casa Blanca, bajo el título 'España y el nacimiento de los Estados Unidos'.

Dos tercios de EE.UU.

El evento, organizado por el Queen Sofía Spanish Institute, las Daughters of the American Revolution (Hijas de la Revolución Americana) y la Fundación Ramón Areces, en colaboración con la Oficina Cultural de la Embajada española y con el asesoramiento del propio Gonzalo Quintero Saravia, reunió a destacados especialistas y sirvió de aperitivo para los numerosos actos que se avecinan con motivo del 250 aniversario de la declaración de independencia.

Junto al dominio de los océanos, España ofrecía otras ventajas con las que Francia no contaba. Mientras que esta había perdido todas sus posesiones en América del Norte, los españoles disponían de dos tercios de lo que hoy es territorio continental de EE.UU. Gracias a ello, podían proporcionar a las tropas rebeldes los suministros que necesitaban a través de Nueva Orleans y el Misisipi, sorteando el control británico de sus puertos coloniales. Además, los astilleros de La Habana permitían reparar los buques en caso de sufrir daños, «una ventaja táctica monumental», destaca Quintero Saravia.

Del mismo modo, les podían hacer llegar dinero en pesos acuñados en la ceca de Ciudad de México, una divisa muy demandada por los propios americanos ante la devaluación de la suya.

«Con la entrada de España, el bando aliado podía golpear donde quisiera, cuando quisiera y como quisiera», Gonzalo Quintero Saravia

En definitiva, con España en la guerra «el bando aliado hispanofrancés podía golpear donde quisiera, cuando quisiera y como quisiera», mientras que los británicos debían redistribuir ahora sus fuerzas para defender las costas de Inglaterra, Gibraltar o la India, sin poder concentrarlas contra los insurgentes norteamericanos.

En un primer momento, el apoyo español se tradujo en el suministro encubierto de armas, municiones, pólvora, pertrechos, mantas, tiendas de campaña… Ya antes incluso de la primera refriega con los casacas rojas en 1775, comerciantes españoles buscaban armas para los colonos, que se hicieron llegar inicialmente por medio de la empresa Roderique Hortalez et Cie. y luego de la bilbaína Gardoqui e Hijos. A ello se sumarían ingentes sumas de dinero, tanto en forma de subsidios como de préstamos.

En múltiples frentes

A partir de la declaración de guerra en 1779, esa ayuda dejó de ser secreta y España se convirtió en parte beligerante junto a Francia, pasando a llevar la voz cantante. El gobernador de la Luisiana, el malagueño Bernardo de Gálvez, se adelantó al enemigo y le arrebató por sorpresa los fuertes del bajo Misisipi, la Mobila (hoy Mobile, Alabama) y Pensacola (Florida). A su vez, en el norte, los españoles taponaron la acometida británica desde Canadá, primero con una defensa heroica de San Luis (hoy en el estado de Misuri) y luego con la audaz conquista en pleno invierno del fuerte inglés de San José, nada menos que a orillas del lejano lago Míchigan, tras una travesía de cientos de leguas sobre el hielo y la nieve organizada por el teniente de gobernador de la Alta Luisiana, el navarro Francisco Cruzat, como ya expliqué en el libro 'La conquista española olvidada' (Crítica).

Más allá de Norteamérica, la guerra se libró en múltiples frentes de cuatro continentes. Se intentó asaltar Gibraltar, se reconquistó Menorca, se intentó invadir la costa inglesa, se expulsó a los británicos de Centroamérica y el Yucatán, se tomó las Bahamas y sólo el apresamiento del comandante francés impidió apoderarse de Jamaica. En el pulso entre Gran Bretaña y Francia, la lucha se extendió a puntos tan distantes como Senegal o India.

La declaración de independencia fue «una petición de auxilio a Francia y España», según Quintero Saravia

En realidad, la llamada Guerra de la Independencia o Revolución Americana fue una más «de las muchas guerras de competencia imperial en el siglo XVIII entre las potencias europeas» y, en esta ocasión, «el mayor éxito que tuvo España». «Se lograron todos los objetivos menos Gibraltar», destaca Quintero Saravia, que apunta que incluso también este pudo conseguirse, ya que Londres propuso intercambiarlo por Puerto Rico. El conde de Aranda, embajador en París durante las negociaciones de paz, rechazó finalmente el cambalache pues no compensaba hacerse con «ese montón de rocas» -como lo llamaba el conde de Floridablanca, ministro de Estado-, a cambio de permitir que la isla caribeña se convirtiera en una amenaza permanente para las ricas posesiones en América.

Tanto el levantamiento colonial como el conflicto internacional que se desató a continuación hundían sus raíces en el fin de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en la que Francia y España -que se incorporó a última hora-, cayeron derrotadas frente a Gran Bretaña. Los franceses perdieron todos sus territorios en Norteamérica, mientras que los españoles se vieron forzados a entregar la Florida para recuperar La Habana y a hacerse cargo de la Luisiana, un inmenso territorio al oeste del Misisipi con el que Versalles les compensaba por sus sacrificios y que, de caer en manos británicas, habría supuesto una gran amenaza para el corazón del imperio.

En las provincias inglesas, entre tanto, fermentaba el descontento con Londres por hacerles pagar los elevados costes de la victoria sin siquiera preguntarles. Ese rencor larvado estalló en abril de 1775 en Lexington y Concord, en Massachusetts, y enseguida España vio en la revuelta una oportunidad para «reposicionar el legado de la Guerra de los Siete Años», explica Gonzalo Quintero.

«Tomar partido por los rebeldes respondía a la vieja práctica de crear problemas en el territorio de tu enemigo», Gonzalo Quintero Saravia

Para la monarquía española, respaldar a los rebeldes podía ser un peligroso ejemplo para los súbditos de sus propias posesiones. Sin embargo, en ese momento era difícil adivinar que de la emancipación de aquellas colonias, relativamente insignificantes, surgiera la poderosa nación que hoy conocemos como Estados Unidos. La población de Ciudad de México triplicaba, como mínimo, a la de Filadelfia o Nueva York, y mientras en los dominios españoles había ya 19 universidades, en los británicos tan sólo tres centros de educación superior. La autora Eliga H. Gould reduce la América anglosajona de entonces a una mera «periferia» de la española.

Abundando en esta idea, Gonzalo Quintero invita a comparar la modesta casa del gobernador en Boston con la impresionante plaza del Zócalo de Ciudad de México o la plaza de Armas de Lima. En este sentido, recuerda que la declaración de 1776 proclamó trece repúblicas por separado, que no se unieron hasta la Constitución de 1787 y no contaron con su primer presidente, George Washington, hasta 1789. Además, la fórmula republicana únicamente había prosperado antes en territorios pequeños, como Génova, Venecia u Holanda, nunca de grandes dimensiones, por lo que el conde de Vergennes, ministro de Exteriores francés, les auguraba poco futuro. «No se puede pretender que tuvieran la visión de cuál iba a ser la situación 50 años después», señala Quintero Saravia.

Tomar partido por los insurrectos seguía, por tanto, «la vieja práctica entre imperios» de «apoyar problemas en el territorio» del rival, señala el autor de 'El enemigo de mi enemigo', un título cargado sin duda de intención.

Amnesia colectiva

La historiografía estadounidense, aunque en buena medida también la española, condenó al olvido durante siglos la indispensable aportación de España al nacimiento de Estados Unidos. Las causas son variadas. Entre ellas, los roces entre los dos países una vez que se consumó la independencia de las colonias y que ambos pasaron de ser aliados a vecinos a lo largo de miles de kilómetros de frontera y rivales por el dominio de Norteamérica. Pero también la visión deformada de España como «todo lo que no es Estados Unidos», según ha consignado el profesor Richard L. Kagan, participante en el mencionado simposio en Washington.

La Guerra de Cuba de 1898 agudizó esos prejuicios y resucitó la leyenda negra. Ese año se reeditó un libro inglés del siglo XVII que recogía las exageraciones de Bartolomé de las Casas bajo el macabro título de 'Las horribles atrocidades cometidas por los españoles en Cuba. Un relato histórico y verídico sobre la cruel masacre y asesinato de veinte millones de personas en las Indias Occidentales cometidos por los españoles'.

No obstante, hay motivos para un moderado optimismo. La historiografía, a ambas orillas del océano, está tratando de situar en sus justos términos la guerra que dio lugar a a EE.UU. «Se ha ido ampliando el campo de estudio de la Revolución Americana», tanto en el ámbito geográfico como en el de sus protagonistas. Para que eso permee a la sociedad se precisa difusión, algo en lo que contribuye una minoría hispana en EE.UU. que ya alcanza los 60 millones de personas y que «quiere ver reflejada su historia», señala Gonzalo Quintero.

«Cada generación tiene el derecho y la obligación de interpretar su propia historia. No se ve igual el pasado desde una sociedad europea de principios del siglo XIX o del XX que de principios del siglo XXI. Cada generación mira hacia atrás desde donde está y, como el 'desde donde está' cambia, cambia la visión del pasado», afirma. El tiempo dirá si esta generación sitúa el papel de España donde corresponde.

II 

'El enemigo de mi enemigo', de Gonzalo M. Quintero Saravia: al rey lo que es del rey, en ABC, por Manuel Lucena Giraldo, 8/10/2025:

Exploración de conjunto y actualizada de la participación española en la revolución de los colonos estadounidenses. La monarquía hispánica de Carlos III se convirtió en un actor determinante en este conflicto

A finales de 2021, se mostró al público una placa restaurada en Fort Green, Nueva York, en la que se recuerda a los 126 españoles, soldados y marineros, que estuvieron allí, presos de los británicos, durante la guerra de independencia de EE.UU. La placa original fue dada a conocer en 1976, con ocasión de su bicentenario, por el rey Juan Carlos, en una visita oficial que entonces tuvo enorme importancia.

Desgraciadamente, aquel conflicto imperial en el que España fue beligerante entre 1780 y 1783 costó, al menos, 5.000 muertos españoles. El mayor número de bajas, 1.300 hombres, se dio en el ataque contra Gibraltar de 1782.

Autor Gonzalo M. Quintero Saravia Editorial Alianza Páginas 856 Precio 27,50 euros

La mayor batalla de aquella guerra larga, terrible y global fue consecuencia del fallido intento de toma de «ese montón de piedras», como denominó al famoso peñón el conde de Floridablanca. En especial, los muertos se produjeron entre los tripulantes de las 'baterías flotantes', promovidas por el gran marino Antonio Barceló, en aquel último intento español de recuperar la roca.

Otra batalla naval, la del cabo de San Vicente, costosa derrota española, incluyó la explosión del navío Santo Domingo, con la muerte de 600 tripulantes. En 1780, un huracán hundió parte de los barcos que transportaban la primera expedición española al mando del militar Bernardo de Gálvez hacia Pensacola, en Florida. Aunque la acción terminaría con una rotunda y recordada victoria, podrían haberse ahogado unos 500 hombres entre marinos y soldados de refuerzo, procedentes de regimientos acantonados en España o en la América española.

No podríamos decir que la participación española en la exitosa revolución de los colonos estadounidenses haya sido ignorada en la historiografía especializada. En realidad, ha sido un tema clásico y, como muestra este volumen, compilación y obra maestra de la historiografía sobre ella, ha preocupado y hasta obsesionado en diferentes épocas a historiadores y diplomáticos.

Ciertamente las posiciones 'negrolegendarias' en los EE.UU. decimonónicos ignoraron la aportación española en sus orígenes

De lo que carecíamos hasta ahora es de una obra de conjunto y actualizada, una historia global y posnacional de una guerra mundial en la cual una tenue confederación republicana de antiguas colonias británicas en América del norte, una nación todavía sin nombre, sin constitución, sin moneda y unida solo en un dudoso experimento político, logró poner en marcha su existencia.

Ciertamente las posiciones 'negrolegendarias' en los EE.UU. decimonónicos ignoraron cualquier reconocimiento de la aportación española en sus orígenes. Allí inventaron que «el salvaje oeste estaba vacío» (Hollywood hizo el resto) y asumieron con pragmatismo imperialista que el mejor indio (con frecuencia hablante de español y sujeto a algún tratado con España), era el indio muerto.

Aquí, todavía algunos divulgadores, aficionados y polígrafos persiguen una imaginaria conspiración anglosajona que, no es una sorpresa, en este volumen de historia verdadera, trabajada con tesón en archivos y bibliotecas de muchos países, no aparece por ninguna parte. Según el orden de los siete capítulos y, de acuerdo con los argumentos fuertes del libro, la España de Carlos III era una potencia mundial formidable y se comportó como tal durante el nacimiento de EE.UU..

No hay elites viciosas, ni militares traidores, ni marinos cobardes, esos que tanto juego dan a novelistas y resentidos varios. La participación española en la independencia de EE.UU., esta es la historia, constituye una apología del reinado de Carlos III. Impresionan las habilidades diplomáticas de Grimaldi, Aranda o Floridablanca para retrasar todo lo posible otra guerra con Gran Bretaña que había que ganar, su defensa de la razón de Estado y el perfecto cálculo de riesgos.

Es fascinante el ejercicio político de una meritocracia militar y naval hispana abierta al reconocimiento del talento individual multiétnico, característico de la monarquía española. Asuntos de debate como la eficacia asombrosa de la red de espionaje española, la poderosa maquinaria militar y naval –con La Habana como puerto y arsenal decisivo–, o la aportación económica a los rebeldes estadounidenses, cinco millones de reales que en 1795 ya habían sido devueltos, muestran el dinamismo de una relación mutua que, todavía en 1800 imponía una relación fronteriza de miles de kilómetros. Lo que acontece después, la crisis metropolitana española que dará tantas oportunidades a los emergentes EE.UU. de América, será historia de otro siglo.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Estudio sobre la hambruna de la Posguerra. 200.000 muertos.

 Más de 200.000 personas murieron de hambruna en la posguerra "por el franquismo", en El Confidencial, por Paula Corroto, 17/09/2025:

El historiador Miguel Ángel del Arco Blanco publica el ensayo 'La hambruna española', donde pone cifras a la "tragedia colectiva" que vivió el país causada "por decisiones políticas del régimen"

"Menos Franco y más pan blanco" era una frase pintarrajeada en las paredes que se podía leer en los años cuarenta como símbolo de que aún quedaba algo de resistencia. Los niños famélicos poblaban las páginas de Tiempo de silencio, la gran novela de Luis Martín-Santos ambientada en aquella década en Madrid y que, aunque fue publicada en los años sesenta, lo hizo con una veintena de páginas censuradas. El fotógrafo Santos Yubero también dejaría para la historia las imágenes de aquellos años con rostros y cuerpos demacrados. Todos estos testimonios los ha recogido ahora el historiador especializado en el franquismo Miguel Ángel del Arco Blanco poniéndoles cifras y causas en un ensayo estremecedor, La hambruna española (Crítica), que ya antes había sido una investigación académica: Más de 200.000 personas murieron por este motivo principalmente entre 1939 y 1942, y el año 1946. Y no fue, dice Del Arco, ni por la guerra, ni por el bloqueo ni por la sequía, los grandes mitos del franquismo, sino por “decisiones políticas del régimen”.

“Para empezar, no lo podemos llamar hambre, sino hambruna. Y la causa principal fueron las políticas adoptadas por el régimen que duraron toda la década de los 40 y que le interesaban para controlar a la población y enriquecer a los que habían ganado la guerra. No podemos entender esta hambruna sin el concepto de Victoria de los años 40”, afirma sin tapujos en conversación con este periódico. Entre estas decisiones, razona en el ensayo, se encuentran las políticas económicas de la autarquía, que pusieron en marcha ministros falangistas como Juan Antonio Suanzes y Ramón Serrano Súñer -”que incluso denegó la ayuda internacional de la Cruz Roja Americana afirmando que aquí no se pasaba hambre”- para escándalo de otros ministros monárquicos y reaccionarios como el de Hacienda entre 1939 y 1941 José Larraz, pero que era neoliberal en lo económico, y del cual recoge parte de sus Memorias

“Larraz estaba completamente escandalizado, sobre todo con una reunión que hubo en El Pardo en 1941, que fue el año más duro de la hambruna y donde murió más gente que nació. Allí se reunieron los principales ministros económicos, el de Agricultura, el de Transporte, el de Hacienda, el de Industria. El tema monográfico era abastecimientos. Pero no hicieron nada, no cambió nada. Larraz cuenta que aquello fue una tertulia de café. Todo estaba guiado por principios nacionalistas. La idea de la autarquía era que mediante ella España se iba a engrandecer y se iba a construir un imperio. Se pusieron fines políticos por encima de los intereses económicos”, comenta Del Arco. Aquel año de 1941, por cierto, también se estrenaría una película como Raza, con guion del propio Franco.

Otra decisión política que incrementó el hambre fue “el apoyo filofascista del régimen”. “Mientras España se moría de hambre, enviaba materias primas y alimentos esenciales para la supervivencia de las potencias del Eje", apunta el historiador. Ante esta decisión de Franco, los aliados intentaron ahogar a España “como si fuese un torniquete. Aprietas, te abro un poco, te vas desangrando, pero te vuelves a apretar. Para que España no entrara en la guerra. Y esto acaba a partir del año 42, porque España se da cuenta que en diciembre del 41 han entrado los americanos en la guerra, ha pasado Stalingrado y la cosa está cambiando. Ahí Franco se vuelve más cauto. Y entonces, esa neutralidad forzada por los aliados se cumple y hace que lleguen más alimentos directamente de los británicos”, manifiesta Del Arco que insiste en que, en cualquier caso, “entre 1939 y 1941, entre pan e imperio, España eligió imperio” con esas fatales consecuencias. 

Las otras dos razones expuestas en el ensayo son la corrupción y la represión de los vencidos con todo el mercado negro y con todas las cartillas de racionamiento que “no eran gratis y además era un sistema machista, injusto y represor”. “El racionamiento se pagaba y a no todo el mundo le tocaba lo mismo. Es un sistema que diferenciaba entre hombres y mujeres. Ellas recibían el 60% de lo que recibían los varones adultos. Los ancianos recibían el 80% de los varones adultos. Y los niños, también el 60%. ¿Por qué una mujer tiene que comer menos? Y luego, socialmente, están clasificadas en cartilla de primera, que era para los ricos, que reciben menos, de segunda, que son las clases medias, y de tercera. Y hay ciudades y pueblos donde el 80, el 90% son clasificados como pobres. España era pobre, pero esto no era así siempre. En el libro demuestro que hay gente que era rica, o que era acomodada, y sin embargo, tenía una cartilla de tercera. Y, a veces, republicanos, que eran pobres, tenían una cartilla de segunda o de primera. ¿Y quién hacía esto? Los ayuntamientos. Tú la tenías que solicitar y a veces te pedían certificado de buena conducta. O sea, si no te portabas bien, no comías. E imagínate si habías estado en el otro lado en la guerra…”, explica el historiador. "El sistema del racionamiento diferenciaba entre hombres y mujeres. Ellas recibían el 60% de lo que recibían los varones adultos" 

El libro está salpicado de muchos textos literarios, de poesía social -fueron muchos los poetas que denunciaron esta situación (“Madrid es una ciudad de un millón de cadáveres”, que escribió Dámaso Alonso), “pero al régimen la poesía como era tan minoritaria le daba igual”- y entre todos ellos Del Arco destaca lo que le pasó a la madre del poeta leonés Antonio Gamoneda con la cartilla de racionamiento (porque además eran las mujeres las que solían estar en las famosas colas del hambre) y que él cuenta en sus memorias. “En la infancia lo pasó fatal. Su madre era costurera. Tú tenías un tiempo para reclamar tu racionamiento. Y, claro, necesitabas el dinero. Estas mujeres hacían trabajos que tardaban en pagarles y muchas veces les vencía el racionamiento. Esto le pasó a la madre de Gamoneda que le dijo al tío del racionamiento por favor, espérame, espérame, que mañana me pagan. Pero se cumplía el plazo y no le dio los alimentos. Al día siguiente tenía el dinero y no tenía comida”. Y todo esto, quien podía pagar porque fue una década de inflación galopante por el mercado negro y el estraperlo. “Por un lado ayudaba y por otro estrangulaba con la subida de precios… Una barra de pan podía valer en el mercado negro cinco, cuatro, cinco veces más de lo que valía en el racionamiento”, apostilla el historiador.

Andalucía y Extremadura, devastadas

En el libro también se detalla que fueron los niños y los ancianos los que más sufrieron la hambruna, muriendo la gran mayoría por enfermedades infectocontagiosas -la contaminación, la higiene, estado de alimentos…- como la gripe, tuberculosis y neumonías, que hacían estragos, pero también epidemias de difteria, paludismo y tifus, que se desbocaron tras la guerra civil, según muestra en cuadros con datos del INE y del Instituto de Salud Carlos III. Por zonas, las más devastadas fueron Andalucía, Extremadura, Ciudad Real, Albacete y Murcia. Esto también tiene su explicación. “La hambruna tuvo lugar en muchas de esas zonas donde no hubo guerra civil porque fueron controladas por los nacionales desde el principio. Y allí fue muy dura. El franquismo diría que la República había dejado a la gente muerta de hambre, etc, pero yo creo que la razón principal es que son zonas de mayor polarización social. Es decir, donde la estructura de la propiedad está más dividida. Donde hay más divergencias sociales. Más distancia entre ricos y pobres. Galicia, Asturias, Castilla y León, incluso Aragón y Cataluña son zonas socialmente mucho más homogéneas. Pero en las otras la desigualdad es mucho mayor. Y luego está el secano, hay menos producción agrícola. Y también la vivienda es de peor calidad. Y luego está el capital humano, es gente que fue muy castigada desde el principio. Las condiciones de vida fueron muy malas. Y luego estuvo Madrid, que estuvo sitiada… Si eras de Vallecas ya te daban por todos los lados”.

Hambruna buscada

Por todo el ensayo se busca probar que aquella década no fueron los años del hambre que incluso semánticamente no corrigió el régimen. Este siempre asumió (y propagó) que habían sido años muy malos por la guerra que es una manera de “silenciar las muertes por inanición y deformar la realidad”, escribe en el ensayo. “Fue una hambruna, que se define por escasez de alimentos o poder adquisitivo que lleva directamente a un exceso de mortalidad por inanición por enfermedades inducidas por el hambre”, comenta el historiador. Es decir, no es solo que no haya alimentos suficientes sino que no puedes acceder a ellos. “La comparo sistemáticamente con otras hambrunas que hubo en el mundo y especialmente en Europa, para ver que hay patrones similares. Al mismo tiempo hay muchas cuestiones cualitativas, por ejemplo, el abandono de niños, la emigración, las muertes por inanición, el crecimiento de la enfermedad infectocontagiosa, el crecimiento brutal de los precios que impide que la gente no pueda comprar las cosas, no solo que no haya escasez, todo eso encaja dentro de lo que es una hambruna” y que se dio principalmente entre 1939 y 1942 y 1946.

Por otra parte, Del Arco también ha buceado en las cifras que ha sacado de archivos internacionales y nacionales. Las cifras de fallecidos parten de los censos de la época. “¿De dónde sale la cifra de 200.000 muertos por hambruna? Sale de la sobremortalidad. ¿Cómo se estudian las muertes en las hambrunas? Lo que se hace es estudiar la sobremortalidad entre ese año de la hambruna y un año normal anterior, cuando tiene una población similar. Este trabajo viene de investigaciones que han hecho los demógrafos históricos y que ellos no habían identificado como hambruna. Entonces, yo he visto esa cifra y he dicho aquí está la hambruna. Ellos manejaban una horquilla de entre 190.000 y 214.000 fallecidos aproximadamente. Por eso yo digo más de 200.000, que me parece algo asumible”. 

El historiador no quiere que este ensayo se vea como provocador ni de vencedores y vencidos sino que “es una historia trágica, pero es una historia de todos, es una historia de sufrimiento colectivo donde mucha gente salió adelante, muchos sufrieron…”. Y que el franquismo ocultó y le dio unas causas externas mientras intentó explotar propagandísticamente los años sesenta del desarrollismo, las vacaciones en la playa, el 600 y el pisito. “Cuando sabemos que en los años 60 está muchísimo más retirado. Lo dicen las propias memorias de los ministros de entonces. Que Franco sigue ordenando el juego político pero está apartado de las decisiones económicas. Y, sin embargo, en los años 40 sabemos que estaba allí y tenía el timón”. Y mucha gente se murió de hambruna.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Konrad Morgen, el justo dentro del crimen nazi

 El insólito policía y juez de las SS que perseguía a sus colegas criminales desde dentro del mismo sistema nazi, en El País, por Jacinto Antón, Barcelona - 20 AGO 2025 

Una biografía recupera la extraordinaria carrera de Konrad Morgen, que llevó a juicio a 200 camaradas corruptos, incluidos comandantes de campos de concentración, y hasta se atrevió a investigar a Eichmann.

Konrad Morgen, con cara de gris oficinista o empollón de instituto y que no resultaba de entrada intimidante ni embutido en su uniforme de las SS, no se parece físicamente en nada al correoso y recio detective de ficción Bernie Gunther, creado por la pluma del añorado escritor Philip Kerr, que también investigaba crímenes desde dentro del sistema policial del III Reich. Pero ese hombre de gafas de culo de botella y aire de anodino burócrata fue alguien real. Un juez y policía de las SS que vivió una vida peligrosísima actuando contra sus propios camaradas de la orden de la calavera en el filo de la navaja del perverso sistema judicial nazi y utilizando lo que quedaba de las leyes en el corrupto y amoral universo hitleriano para investigar y llevar ante los tribunales a la friolera de 200 miembros de la organización.

La lista de Morgen incluye altos cargos y hasta comandantes de campos de concentración, la crème de las SS, de los que arrestó personalmente a cinco, dos de los cuales fueron ejecutados. Actuó contra personajes tan letales, verdaderas serpientes pardas, como Oskar Dirlewanger, líder de la brigada de combatientes más brutal y degenerada de las SS; Karl-Otto Koch, comandante de Buchenwald (arrestó también a su esposa, la famosa Ilse Koch, célebre por su crueldad y lascivia); el coronel Hermann Fegelein, futuro cuñado de Hitler, o Amon Göth, comandante del campo de Kraków-Plaszów, encarnado por Ralph Fiennes en La lista de Schindler. Se atrevió incluso a poner bajo su lupa a Adolf Eichmann, el planificador de la Solución Final, y fue a Auschwitz a investigar corrupción y asesinatos (¡en Auschwitz!), enfrentándose a su exasperado comandante Rudolph Höss, que no conseguía entender el sentido de una investigación policial en medio del mayor crimen perpetrado en la historia de la humanidad.

Morgen (Fráncfort, 1909-1982) logró hacer justicia —al menos un poco de ella— dentro de un mundo en el que la justicia no parecía posible. Cómo lo logró, un poco a la manera de los Intocables con Capone, entrando de lado, es una de las historias más extraordinarias de la época del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Una reciente biografía sobre Konrad Morgen, Hitler’s Crime Fighter (Biteback Publishing, 2024), del historiador británico David Lee, analiza la figura del insólito juez y policía de las SS y, sin esquivar los aspectos controvertidos de su carrera y su personalidad (que han predominado en otros juicios sobre el personaje), se decanta por un veredicto favorable, considerando que su papel de verdadera mosca cojonera de las SS, escondía una auténtica indignación moral ante el Holocausto e incluso un intento de, en la medida de sus posibilidades, poner palos en las ruedas de esa atrocidad.

Alabado por estudiosos como la historiadora Helen Fry, el libro indaga en la sorprendente trayectoria de Morgen, que sobrevivió milagrosamente a su peligrosa labor y a la Segunda Guerra Mundial, y asoma al lector a ese alucinante rosario de los 800 casos abiertos por mor de la tenacidad del juez y policía desde dentro de las SS contra sus propios miembros. Cuesta explicar cómo en el seno del III Reich, en un Estado eminentemente criminal, se podía investigar y procesar (y hasta condenar a muerte: Karl Koch fue fusilado) a elementos que eran parte del propio aparato represivo y asesino del régimen. Pero es que Morgen aprovechaba las rendijas legales que quedaban en la Alemania hitleriana, en la que se solapaban dos ordenaciones: la corriente, la habitual en todos los países civilizados, y las leyes nazis. Morgen no podía investigar y procesar a miembros de las SS por el genocidio que estaban perpetrando, pero sí, paradójicamente, por corrupción o por asesinatos ilegales (esto es, fuera de las órdenes emanadas de la cúpula del Reich, especialmente de Himmler y en última instancia de Hitler). Casi hace reír (la risa negra y sardónica de un Bernie Gunther) imaginar la cara que se le ponía a un oficial de las SS al que Morgen llamaba a declarar por un asesinato injustificado mientras estaba trabajando a destajo ¡en el campo de exterminio de Majdanek!, en el que se liquidó a 360.000 personas, una ratio de 250 al día durante cuatro años. Esa estupefacción es perceptible a lo largo de todas las investigaciones y casos del juez y policía de las SS. Los acusados no dan crédito: entonces, ¿podemos matar de mil maneras horrendas a cientos de miles de personas pero a esa no? ¿Podemos robar a mansalva por toda Europa y despojar a las víctimas hasta de sus dientes de oro, aunque no nos podemos quedar nada?

En la lógica insana de Himmler, recuerda Lee, citando a Peter Longerich, el gran biógrafo del líder nazi, las SS debían actuar “decentemente”, incluso en el crimen. Y, por supuesto, todo el provecho que se extraía de la persecución y el asesinato de los enemigos del Reich debía ir, sin excepción, a las arcas del Estado (y a la caja de las SS). Himmler no quería que le robaran, faltaría más, qué villanía. A eso se agarraba Morgen, que actuaba a las órdenes directas del Reichführer para perseguir a miembros de las SS que se saltaban las normas y el código de honor de la organización. Uno de los problemas que tenía Morgen, espina en el costado de las SS, es que sus testigos de acusación desaparecían rápidamente.

Himmler le obligó a parar varias veces, como en el caso de la investigación de Eichmann por unos diamantes sustraídos: no se le podía detener al estar llevando, se le dijo, una tarea secreta de la máxima importancia para el Führer.

Es discutible (y algunos estudiosos han dudado de sus motivos) qué guiaba en el fondo a Konrad Morgen, al cabo oficial de las SS (tuvo el rango de Sturmbannführer, mayor), miembro del partido desde 1933 y absolutamente imbricado en los mecanismos policiales y judiciales nazis: se le ha visto como un cruzado de la extravagante moralidad de Himmler e incluso se le acusó de haber asistido a un experimento médico de venenos con prisioneros de guerra rusos. Lo que es indiscutible es que se jugó el cuello enfrentándose a poderosos y peligrosísimos altos cargos de la organización —su némesis principal fue Oswald Pohl, jefe del departamento económico y administrativo de las SS— y hasta buscándoles las cosquillas a personajes realmente diabólicos que escapaban a su capacidad punitiva real. Varias veces le pararon los pies —en última instancia el régimen no podía prescindir de sus mejores asesinos— y en una ocasión, en 1942, incluso lo despojaron de su rango y lo enviaron a luchar al frente del Este enrolado como soldado raso en una durísima unidad de combate de las Waffen SS con un altísimo número de bajas (el regimiento de granaderos panzer de las SS Germania, parte de la división Viking), una manera de librarse del enojoso burócrata metomentodo y tocanarices.

Sorprendentemente, Morgen (personaje que está pidiendo a gritos una película) regresó en mayo de 1943 de primera línea —Himmler lo volvió a solicitar para otro trabajito, investigar la corrupción en Buchenwald: su carrera recuerda mucho a la de Bernie, el detective de Kerr— no solo vivo sino como un soldado que cumplió como el mejor y hasta recibió la Insignia de Asalto de Infantería.

La apasionante carrera de Morgen en la sección judicial de las SS, que Lee sigue minuciosamente caso por caso —entre los más alucinantes, el del médico en Buchenwald Waldemar Hoven—, permite observar los singulares meandros de la acción policial y la justicia en el III Reich. El sosias real de Bernie Gunther, el detective de Kerr de cuyas novelas David Lee se declara rendido admirador y del que destaca que hacía frente a similares retos morales, incluso tuvo los mismos jefes que este, como Arthur Nebe, que no veía contradicción alguna en ser detective jefe de la policía criminal (Kripo) y comandante de un grupo de exterminio, el Einsatzgruppe B, con 45.000 muertos a sus espaldas. Tras la guerra, Morgen, que fue desnazificado en 1948, continuó su labor en el ámbito de la justicia y actuó como testigo en diversos juicios contra criminales nazis, incluidos los de Nurenberg. Sus pesquisas permitieron a Morgen ser testigo directo de las atrocidades nazis como el tour que le organizaron por la maquinaria de exterminio de Birkenau o los resultados de la masacre de judíos en la operación Festival de la cosecha, Aktion Erntefest, en Lublin en 1943 mientras investigaba a Christian Wirth, jefe de los campos de la muerte en Polonia.

Su vida personal estuvo marcada por su romance con una mujer, María Wachter, con la que las SS no le permitieron casarse por opositora al régimen, y con la que contrajo matrimonio al finalizar la contienda. David Lee señala que Morgen, que se describía a sí mismo como Gerechtigkeitsfanatiker, un “fanático de la justicia”, no hubiera parecido un tipo tan atractivo como Bernie Gunther: carecía de su cínico sentido del humor berlinés y su existencialismo, y de su agitada vida sentimental; tenía muy arraigados los valores tradicionales alemanes y un fuerte sentido del honor. Pero ambos —el policía real y el ficticio— pusieron sus talentos de sabuesos investigadores al servicio de los más terribles empleadores que

miércoles, 6 de agosto de 2025

La esclavitud en la América hispana

 [Transcripción corregida de una conferencia sobre la esclavitud en hispanoamérica del profesor (negro) César Pérez Guevara, por desgracia incompleta. Selecciono los mejores comentarios del público y los copio más abajo].

Uno puede creer que la esclavitud tiene algo de bonito; uno lo va a conseguir actuando del modo más deleznable posible, pero siempre se habla de los malvados españoles esclavistas. 

Solo ellos eran los malos.

[Aplausos]

¿Cómo fue que se pudieron repartir estos esclavos aproximadamente entre los países hispanoamericanos, los que alguna vez fueron España? Observamos allí nosotros como para algo tan grande, ¿no?, como fue el virreinato de la Nueva España, que la cosita pequeña que se queda hoy en día, bueno, pequeña en comparación a lo que era el virreinato de la Nueva España, se llama México, fueron 200.000 esclavos en todos esos años (1492-1870). En todos esos años observamos nosotros como en Puerto Rico fueron 77.000, en Santo Domingo 30.000; 21.000 en Centroamérica; entre Ecuador, Panamá y Colombia llegan a 200.000. Venezuela en particular, que eh sobre todo en la etapa de Capitanía General de Venezuela eh comienza a producir muchísimo cacao, pues trae muchísima mano de obra esclava, 121.000. Perú 95.000; Bolivia y Río de la Plata 100.000; Chile, 6.000. ¿Ven ustedes cómo sube el número? No, pero también estoy notando que ustedes están anonadados viendo el número de Cuba (702.000) diciendo, "Pero ya va, ¿cómo es posible que prácticamente, bueno, prácticamente no, los cubanos llevaron un montón de esclavos? ¿Cómo pasó eso? Total, entre 1492 y 1870, 1.552.000 esclavos importados a Hispanoamérica.

Sigamos adelante en estas palabras y vamos a darnos cuenta qué fue lo que ocurrió. Vamos a darle forma, sustancia a estos números.

Cuando uno habla de la historia de la esclavitud, nunca puede dejar de lado, eh, los tipos de esclavitud que existían, el modo en el cual desde la época antigua o desde la edad antigua también había personas que, si bien es cierto no eran esclavos strictu sensu, también, eh, tenían de algún modo, eh, su capacidad de libertad bastante limitada ¿no? Y era el caso de los cautivos.

Cuando uno estudia historia antigua, uno se encuentra siempre con un montón de gente a la que de pronto llegaban unos piratas de la edad antigua, ¿no? No los posteriores que ustedes conocen con sus parches. La edad antigua. La piratería también es bastante antigua y secuestraban personas y pedían un rescate a los familiares o a los reinos de donde venían. El propio Julio César, que ustedes observan allí, fue víctima de esto, obviamente antes de ser el gran dictador romano. Pero también están observando ustedes a Miguel de Cervantes, quien también fue cautivo cuando él estaba en Argel. Eh, duró 5 años Cervantes en Argel cautivo. Eh, obviamente no estaba desarrollando su libertad, ¿no? Al contrario, era un cautivo y son cosas que también hay que observar, que hay que conversar y que yo quiero traerles a ustedes.

Ahora, el mundo hispano tributario totalmente, por supuesto, de Roma, como les he dicho, tal cual como España es la que hace América, es la que crea eso que conocemos como América. Me dirán, "Ya, por ese continente, ya estaba y vivía otra gente. La idea de América, la institución americana, la crea España. Pues Hispania, que luego va a ser España, es creada por Roma. Incluso usted lo puede observar en los cuerpos normativos. Y de los cuerpos normativos del Código de Justiniano van a salir las Partidas de Alfonso X, el Sabio, al cual quizás ustedes hayan escuchado, uno de los grandes reyes de la Edad Media, de los grandes sabios, no solamente gran jurista, historiador, gran político.

Veamos qué dicen las Partidas de Alfonso X el Sabio, ¿no?

Servidumbre es postura o establecimiento que hicieron antiguamente las gentes, por la cual los hombres, que eran naturalmente libres, se hacían siervos y se sometían a señorío de otro contra razón de naturaleza.

Y siervo tomó este nombre de una palabra que es llamada en latín servire, que quiere tanto decir en romance como guardar. Y esta guarda fue establecida por los emperadores, pues antiguamente a todos cuantos cautivaban matábanlos. Mas los emperadores tuvieron por bien y mandaron que no los matasen, más que los guardasen y se sirvieren de ellos. Y hay tres maneras de siervos. La primera es la de los que cautivan en tiempo de guerra, siendo enemigos de la fe. La segunda es de los que nacen de las siervas. La tercera es cuando alguno que es libre se deja vender. Y en esta tercera son menester cinco cosas. La una, que él mismo consienta de su grado que lo vendan. La otra que tome parte del precio. La tercera que sea sabedor que es libre. La cuarta que aquel que lo compra crea que es siervo. Y la quinta, que aquel que se hace vender, que haya de veinte años arriba. 

Esta es la justificación jurídica de la esclavitud en el mundo hispano a partir de Alfonso X el Sabio. Y esta justificación jurídica, la esclavitud, la vamos a tener nosotros en todos los años posteriores y en todas las etapas posteriores. Y los monarcas hispanos van a reformar esto en beneficio del esclavo, que no pasa en ninguna parte del mundo.

¿Cómo? Seguimos viendo.

Sí, como les he dicho (que lamentablemente nunca se habla) pues también observamos nosotros cómo tenían esclavos los musulmanes, ¿no? Y los musulmanes no solamente esclavizaban hombres blancos, que esta es una de las cosas que más sorprende usualmente a la gente cuando uno habla de la historia de la esclavitud, pensar que en esta época en la cual uno está habituado siempre a ver al hombre blanco esclavizando negros, negros esclavizando blancos también en esta época ocurría. ¿Ustedes qué imaginan que pasaba con los cristianos que caían en guerra en contra de los musulmanes? Que los convertían o les daban un dinerito para que se fueran a su casa, no, los hacían esclavos y ya. Y las cosas eran así, ¿no? Uno de cada cuatro esclavos moros, de hecho, era negro, negro, pero negro muy muy negro, ¿no? Entonces, bueno, estamos viendo moros esclavizando negros, ¿no? Gente de África esclavizando a otra gente de África. Un dato curioso que habla Piqueras en su libro Historia de la esclavitud en España, él muestra como en esta época eh se habla de la gran cantidad de esclavos que se establecían en la costa dálmata, a la cual llamaban Esclavonia, y estos pasaron a ser conocidos con el nombre de esclavus, palabra que ha sobrevivido hasta hoy en día, ¿no? Dense cuenta como servi o servus, que es la palabra original en latín, se cambia precisamente por esta práctica, por esta gran cantidad de esclavos que existieron en esta época. Entonces, los musulmanes también tenían esclavos y a mí esto me dio, pero bueno, hasta gracia, ¿no?

Este era como el bestseller de la época eh para los árabes, ¿no? Esto es lo que tú le regalabas a tu esposa cuando, mira, aquí tienes un regalito, ¿no? 10 consejos para comprar hombres y mujeres esclavos. Era el gran libro de la época. Bueno, ¿cómo, cómo puedes elegirlo mejor, cómo te pueden hacer más caso? Bueno, de esto seguro que ustedes no han escuchado porque de esto tampoco se habla. 

Ahora, ¿qué pasa con la esclavitud española? Porque en la esclavitud española eh siempre se habla de que es distinta, porque a pesar de que cree una cantidad de tirria, molestia, encono, enfado por parte de algunos historiadores que definitivamente a pesar de que son españoles, odian España y una cuestión impresionante, ¿no? Me pasa mucho, leer historiadores que son buenos, que son de reputadas universidades, cuyos nombres me reservo porque soy un caballero y no hablo nunca de alguien que esté en ausencia. Pero leyendo grandes análisis, de pronto el odio que tienen les lleva a cambiar la historia, a tergiversar lo que ellos mismos están viendo, ¿no? El tema está, queridos amigos, en que la esclavitud española no es que fuera buena. Vamos, estamos en el 2023. La esclavitud no es buena. Eso no podemos decirlo nosotros. Pero, para el contexto de la época, viendo las barbaries que le hacían a negros en otras latitudes, cuando uno observa que en la esclavitud española incluso se regulaba el número de latigazos, que ya lo vamos a ver, se regulaba, ¿no? Ustedes dirán, "Qué horrible, pero es que les daban latigazos." Imagínense que no tenga regulación. ¿Qué ocurre en una esclavitud? Y pasó eh a más de uno le desollaron la espalda en vida. Eh, cuando nos damos cuenta entonces nosotros que también existía la posibilidad, dado que el esclavo era un ser humano y se reconocía como ser humano de que este terminara siendo manumitido, liberado o pudiera incluso comprar su libertad. Pues esto es lo que hace y esto es lo que explica que cuando ustedes después de esta conferencia vayan a investigar muchísimo sobre la esclavitud en España encuentren cantidad de anglosajones, anglosajones, diciendo que la esclavitud más pacífica, que la esclavitud, mejor dicho, menos mala fue la de los hispanos.

Ahora sé que entonces eh me van a decir a mí, ¿no? Ajá. Hay esa cantidad de gente que se murió en América, eso fue por culpa de la esclavitud que llevó el malvado hombre blanco, invasor, a acabar con esos indiecitos que todos eran tan buenos, que eran la quintaesencia de la bondad y estaban allí viviendo en un paraíso terrenal, no se peleaban entre ellos y todos se querían mucho.

Eh, ¿cómo pasó? Bueno, eh si hubo guerra, por supuesto, hubo guerra de asentamiento, llámenle guerra de conquista como ustedes quieran, pero resulta que de Europa a América, cuando comienza el proceso, ¿no?, de lo que es luego del descubrimiento, la conquista, fue la viruela, fue el tifus, fue la gripe, fue el sarampión y desde África fue la malaria y fue la fiebre amarilla.

Los indígenas no tenían ningún tipo de protección en contra de esto.

Luego, obviamente, hubo pueblos que cayeron como moscas, pero no producto de la esclavitud. Esto es una peste que les ha dado. No tenían defensas para eso.

Entonces, mantengamos las cosas en contexto. ¿Por qué les hago yo a ustedes este señalamiento? Porque entre todas las cosas que a mí me han dicho, cuando doy esta clase de conferencia me hablan, pero es que hubo un gran cambio demográfico y eso es innegable. Somos unos, ¿cómo es que lo dicen? Genocidas.

Bueno, no estamos defendiendo a nadie, estamos hablando de historia y lleva siendo tiempo que hablemos de historia, que hablemos de datos, que hablemos de cifras y hablemos como hombres del siglo XXI que están leyendo estudiando relatos de personas que vivieron hace cinco siglos.

 No digo, ahora, obviamente cuando hablamos de la historia de la esclavitud en el mundo hispano nunca se nos puede quedar por fuera la que creo que no solamente para mí, sino para bastantes personas que se hayan dedicado un poco a leer historia, a estudiar historia, es uno de los seres humanos más importantes de la historia de la humanidad. Decir que la reina doña Isabel la Católica es una de las mujeres más importantes de la historia es minimizarla. No, no, no era mujer, pues claro, pero era un ser humano tamañamente importante que arrastró al mundo desde lo que conocemos hoy en día como Edad Media hasta la modernidad.

Esta mujer es impresionante.Y además, por supuesto, estoy plenamente convencido que ustedes habrán escuchado más de una vez que Isabel la Católica, esta mujer que es la que propicia que a Cristóbal Colón le den el financiamiento para que pueda llegar en el año 1492 a estos nuevos destinos, ella impide, impide a pesar de que acabamos de leer nosotros que según Alfonso X el Sabio se puede esclavizar en guerra.

Ella impide que a los indígenas los esclavicen. ¿Por qué lo hace ella? Obviamente, viéndolo desde una perspectiva netamente pragmática, una perspectiva utilitarista, pues no tendría ningún sentido porque más le valía ser esclavos. Pero es que esta mujer que había eh sido destinataria eh de la bula intercetera que dicta el papa Alejandro VI, pues sabe que ella es la legítima soberana de los nuevost erritorios en tanto y en cuanto evangeliza los naturales que están consiguiendo. Lo dice la bula.

Luego Isabel la Católica, cuando se entera de que se encuentran o se están haciendo esclavos en la nueva tierra, pues entra en cólera, ¿no? Y un señor que estoy plenamente convencido que ustedes han escuchado un montón de veces a lo largo de su vida, de oscuro origen, según era genovés, eh, llegó encadenado para acá por, entre otras cosas, esclavizar a sus hijos, como ella los llamaba, a sus siervos, a sus indígenas.

Y en su Testamento, que también lo dictó un 12 de octubre, de hecho, doña Isabel la Católica pide que protejan a sus hijos, a sus siervos, a sus indígenas, que no se les esclavice. Luego hay gente que ha tratado y ha trabajado muy bien lo que vienen a ser las Leyes de Indias con mi querido amigo Julio Enche y no voy a entrar en esos aspectos porque la regla general en materia de indígenas es que fueran libres. Como veremos dentro de unos minutos, salvo algunos casos puntuales por determinados aspectos, se permitió que algunos indígenas pudieran estar durante alguna etapa en estado de servilidad, pero la regla general so pena de los peores castigos es que los indígenas fueran libres.

Ahora, aquí esta imagen ustedes no la han visto mucho, ¿no? ¿Verdad? Porque en los libros de historia o en las películas que usualmente ustedes observan, siempre ustedes ven hombre blanco esclavizando hombre negro. Punto.

Vamos a hacer un ejercicio mental. Estando consciente de que ustedes han visto la magnitud del tamaño de África como continente, hay quien habla de África como si fuera un país pequeñito. Ah, esa es la gente que viene de África. No, no, no. Eso es un continente gigantesco. Europa cabe varias veces allí. ¿Ustedes de verdad piensan con esta mentalidad del africano como el salvaje, no, como el tonto, como el mentecato y el hombre europeo como el superior, que es lo que se plantea, que cuando llegaba el europeo para allá llegaban los africanos con esa musculatura tan importante que se les conoce y se rendían.

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Comentarios

En el México prehispánico también había esclavitud. En África los mismos reyes africanos vendían a su misma raza a los europeos como esclavos.

Los españoles tenían las leyes más favorables que favorecían a los esclavos para que dejaran de ser esclavos y algunos hasta tenían tierras y esclavos también, algo cómico... También los esclavos de las trece colonias inglesas se escapaban a los virreynatos.

Los españoles al igual que los romanos tenían leyes que los protegían contra los abusos de su amo, los hijos que tenían nacían libres y podían recuperar su libertad si pagaban por ello.

Miremos una clara diferencia mencionando a España por la República Dominicana y por los franceses Haití. Ahí se acabó el debate contra los franceses, y ni contar con los países anglosajones.

La leyenda negra creada por ingleses, franceses y holandeses.

Le faltó el dato de Jamaica, donde había una guarnición española que, ante la invación británica, todos los españoles con las población nativa huyeron y así Jamaica se convirtíó en un reserva de esclavos

Este tipo de confernecias debes hacerla en Venezuela, en Cuba, en México, en Colombia, en Perú... a ver qué te responden.

Los catalanes tenian mucho interes en llevar esclavos a Cuba durante el s. XIX para sus ingenios de azúcar. El gobierno español prohibió la esclavitud en 1850 aprox. Pero los catalanes presionaron al rey de España para poder seguir con ello en Cuba y Puerto Rico.

La trata de esclavos no se pudo desarrollar en España por la simple razón de no poseer colonias africanas que la favorecieran. Fueron portugueses, que sí las tenían, los que la introdujeron en el reinado de Felipe II mientras ambas coronas permanecieron  unidas. Esclavos hubo como resultado de las guerras internas y externas, unos 100.000 o el 1'25% de la población a fines del XVI,  pero el comercio o trata a gran escala como negocio no fue español. Por otro lado, criados, siervos y esclavos se solapaban bastante en la vida diaria, al menos en la Península, y así por ejemplo el esclavo llamado cortado vivía y trabajaba en el comercio libremente por su cuenta teniendo solo que darle a su amo una parte de sus ingresos, algo no tan alejado de lo que podemos ver hoy día. En fin, que el español fue un imperio bastante singular en casi todo, también en esto.

Eso de que la regla era que se protegiera a los indígenas era letra muerta en las colonias como Perú y Bolivia, en estos países hubo un uso como esclavod de los indígenas en las minas de estos dos países donde murieron miles por las malas condiciones del trabajo en ellas. No solo las enfermedades mellaron la población indígena, sino también estos trabajos. La Reina estaba muy lejos de estas tierras para aplicar sus leyes.

Quien quiera disponer de verdad histórica, que lea Imperiofobia de Elvira Roca Barea. Es un libro documentado y no adoctrinado ni por sentimientos ni por intereses de ningún tipo.

La culpa es de los portugueses y de los reinos africanos que hacían negocios con la corona portuguesa.

Isabel la Católica fue uno de los seres humanos más importantes de la historia. El que fuera mujer la hizo aún más fuerte. No hubiera tenido el mismo peso su testamento siendo hombre que siendo mujer. Las enfermedades fueron letales en América pero eran inevitables hubiera llegado quien hubiera llegado, europeos, asiáticos o africanos. En el siglo XXI son difíciles de evitar. En el siglo XV no sabían ni lo que pasaba.

Lo más gracioso es qué la mayoría eran vendidos por otras tribus africanas

Primero- No se puede juzgar acciones pasadas que respondieron a un contexto totalmente distinto al actual. Segundo - Por la cruz o por la espada era el lema... La esclavitud tiene muchos matices.

Gracias por divulgar esto maestro, yo era uno de los que creían que había que avergonzarse del descubrimiento, y ahora estoy orgulloso, menos mal que fuimos nosotros y no los ánglos. ¡El 12 de octubre debería ser una fiesta mundial!

Al hablar de esclavitud en América, hay que recordar 2 cosas:

1) los españoles no podían ir a África a por esclavos, porque África quedaba dentro de la zona de influencia portuguesa. Les estaba terminantemente  prohibido (España evitó siempre guerras con Portugal porque comparten la misma península y es muy mala política tener el enemigo en casa)

Por eso mismo España busca rutas alternativas a la portuguesa para ir a Asia que no fuera bordeando África y por eso mismo tiene que ceder a Portugal tierras que hoy son Brasil.

¿Había tráfico de esclavos? Evidentemente sí; pero no era español.

Tras la guerra de Sucesión, en que un rey francés, Felipe V, acaba sentándose en el trono de España gracias a los ejércitos de su abuelo Luis XIV, España se convierte de facto en un protectorado francés y, en concreto, Felipe V otorga a Francia el comercio de esclavos con América, para lo que Luis XIV crea la Compagnie de Guinée, reservándose la mitad de las acciones. Creo que Carlos III otorga a los ingleses en una tregua la posibilidad de introducir esclavos negros (entre otras medidas comerciales) durante un año.

2) la economía esclavista se basa en la producción de cultivos extensivos que requieren obra de mano esclava. Y esto depende a su vez de tener un mercado donde vender esa producción. Típicamente la caña de azúcar, el tabaco, el algodón.

En Estados Unidos evidentemente hubo esclavos desde la independencia, pero las grandes plantaciones de algodón (que vendían a Inglaterra y a Europa) son posteriores, cuando se inventa la máquina de cardar la semilla de algodón.

Respecto a Cuba y Puerto Rico (en Filipinas no hubo esclavos), su comercio de azúcar dependía  de Estados Unidos, al que vende el 90 % de su producción.

Esto es, depende del desarrollo de los Estados Unidos desde el siglo XIX y, en particular, desde la guerra civil norteamericana. 

De hecho fue la competencia del azúcar inglés lo que hunde el comercio del azúcar español (un 70%)  y hace que los productores de azucar cubanos decidiesen independizarse de España para ser una colonia de Estados Unidos, lo que consiguen en 1898.

La esclavitud hace parte de todas las civilizaciones en todas las razas, la esclavitud de los africanos fue la ultima y la más corta. Así se habla de conocimiento de historia,  sin sentimiento y sin rencores

Me encanta el cuento de que antes de la llegada de los españoles América era un Paraíso y todos se amaban. Si eso hubiera sido así, habrían mandado a los españoles de vuelta a España de una patada, la razón por la que se establecieron virreinatos fue por la participación activa de pueblos nativos, porque eran muy pocos españoles y no conocían el terreno, solos no lo habrían conseguido. Y, aunque van de antiimperialistas y anticolonialistas, negar la existencia y condiciones de esclavitud en la América prehispánica de los pueblos que decidieron apoyar a los españoles es colonialismo e imperialismo de mucha peor clase.

La razón de que una gran mayoría de historiadores españoles se plieguen a las versiones de la historia de España que dan Inglaterra/Francia/Italia es que un camino sencillo para publicar en sus revistas y asistir/ser invitado a sus congresos. Una verdadera traición a la verdad y a su país. Vergonzoso. PD: Mi fuente es un historiador español que no ha caído en la tentación.

lunes, 4 de agosto de 2025

Borrador preliminar de la fallida Constitución Mundial de 1948

 Borrador preliminar de una Constitución Mundial de 1948, por  Robert M. Hutchins, G. A. Borgese, Mortimer J. Adler, Stringfellow Barr, Albert Guérard, Harold A. Innis, Erich Kahler, Wilber G. Katz, Charles H. McIlwain, Robert Redfield, Rexford G. Tugwel.

PREÁMBULO

Los pueblos de la Tierra, habiendo acordado que el progreso del hombre en la excelencia espiritual y el bienestar físico es el objetivo común de la humanidad; que la paz universal es el prerrequisito para la consecución de dicho objetivo; que la justicia, a su vez, es el prerrequisito de la paz, y que la paz y la justicia se mantienen o caen juntas, que la iniquidad y la guerra surgen inseparablemente de la anarquía competitiva de los estados nacionales; que, por lo tanto, la era de las naciones debe terminar y comenzar la era de la humanidad; los gobiernos de las naciones han decidido ordenar sus soberanías separadas en un solo gobierno de justicia, al cual entregan sus armas; y establecer, como establecen, esta Constitución como el pacto y la ley fundamental de la República Federal del Mundo.

DECLARACIÓN DE DEBERES Y DERECHOS

A.

El gobierno universal de justicia, tal como se pactó y prometió en esta Constitución, se funda en los Derechos del Hombre.

Los principios que sustentan los Derechos del Hombre están y estarán permanentemente enunciados en el Deber de toda persona en todas partes, ya sea un ciudadano que comparte las responsabilidades y privilegios del Gobierno Mundial o un pupilo de la Mancomunidad Mundial:

Servir con palabras y hechos, y con trabajo productivo según su capacidad, al progreso espiritual y físico de los vivos y de los que han de venir, como causa común de todas las generaciones de hombres;

Hacer a los demás lo que le gustaría que le hicieran a él;

Abstenerse de la violencia, salvo la represión de la violencia ordenada o concedida por la ley.

B.

En el contexto, por tanto, del deber y servicio social, y de conformidad con la ley no escrita que tanto las filosofías como las religiones denominan Ley de la Naturaleza, y que la República del Mundo se esforzará por ver universalmente escrita y aplicada por la ley positiva:

Será derecho de toda persona, en todas partes, reclamar y mantener para sí y sus semejantes:

Liberación de la esclavitud de la pobreza y de la servidumbre y explotación del trabajo, con recompensas y seguridad según el mérito y las necesidades;

Libertad de reunión pacífica y de asociación, en cualquier credo, partido o sector, dentro de la unidad pluralista y los propósitos de la República Mundial;

Protección de los individuos y los grupos contra la subyugación y el gobierno tiránico, racial o nacional, doctrinal o cultural, con salvaguardias para la autodeterminación de las minorías y los disidentes;

y cualesquiera otras libertades y franquicias que sean inherentes a los derechos inalienables del hombre a la vida, a la libertad y a la dignidad de la persona humana, y que los legisladores y jueces de la República Mundial expresen y especifiquen.

C.

Los cuatro elementos de la vida —tierra, agua, aire y energía— son patrimonio común de la humanidad. La gestión y el uso de las porciones de estos, conferidas o asignadas a propietarios particulares, ya sean privados, corporativos, nacionales o regionales, de tenencia definida o indefinida, de economía individualista o colectivista, se subordinarán en todos los casos al interés inherente del bien común.

sábado, 2 de agosto de 2025

Un diario inédito de la Guerra Civil

 Descubre en Valencia en una caja de zapatos el diario de su padre en la Guerra Civil de la que nunca habló, en El País, por Fernando Miñana, Valencia - 2 AGO 2025:

El hombre contaba con pluma y letra diminuta lo poco que le pasaba o lo que comía. Los ataques falangistas no son más relevantes en sus escritos que la cena o la correspondencia.

“Nos lebantamos a las 8, el día nublado, pero claro, para el desayuno caté, luego me puse [a] hacer un sobre y escribirle una carta a mi novia, pues no tuvimos correo, para la comida arroz con carne y vino, como no hay aceite lo guisan con grasa, después jugamos Izquierdo, Higon y yo algunas partidas a las damas, luego corté una bala para hacer un tubito para una mistera [mechero], a las 5 la cena garbanzos, luego encendimos el fuego y nos pusimos a charlar, a las 7 el enemigo tiró barias bombas de mano y fuego de ametralladora, pero solo fue por minutos, la noche era oscura, a las 9 nos acostamos a dormir”.

Este texto es el resumen del 25 de noviembre de 1937 que hizo el valenciano Vicente Fuster Ruiz (Meliana, 1915; Almàssera, 1999) desde el frente de la Guerra Civil en Córdoba. El soldado joven escribía minuciosamente, con pluma y tintero, con una letra diminuta y cuidada, sus quehaceres de cada jornada. Ahí contaba cada día lo poco que les pasaba o lo que comían. Los ataques del bando falangista parecen anécdotas en este diario. No son más relevantes en sus escritos que la cena o la correspondencia.

La guerra pasó, Vicente regresó a Valencia y siguió su vida. Se casó con Pilar, la novia a la que escribía, y tuvo dos hijos a los que nunca habló de aquellos 758 días en el frente con el ejército republicano. Este hombre murió en 1999. Su mujer, dos meses más tarde. Y al vaciar su domicilio, sacando la ropa de un armario, encontraron una caja de zapatos que escondía 13 libretas en las que había escrito, a modo de diario, todas sus vivencias durante la Guerra Civil.

El hijo no tuvo ánimo para leerlas: “Yo no fui nunca de preguntar y él nunca fue de contar. No recuerdo haber hablado absolutamente nada de la guerra con él”. Lo dejó aparcado durante lustros hasta que, ya en 2022, se puso a transcribir los diarios. Antes, para agilizar el trabajo, se ingenió un artilugio con una lupa incorporada y cada noche se metía en un despacho y echaba un buen rato descubriendo aquellos tiempos silenciados por su padre.

Durante aquellas noches, en la intimidad, pasando bajo la luz de un flexo las páginas de las libretas que Vicente Fuster Ruiz se fabricó entre 1937 y 1939, su hijo fue descubriendo lo que nunca hablaron. “Se explayaba más en esas hojas que en casa. Para mí ha sido muy emocionante. He descubierto cosas de mi padre que no conocía y ahora me pregunto de manera recurrente cómo pudo ser que yo no le preguntara nada”.

Aunque esos apuntes tampoco eran prolijos en detalles. “Él contaba su marchita diaria y poco más”. No encontró pinceladas ideológicas ni debates morales. Solo cotidianeidad. Tanta que llega a ser sorprendente. “A veces contaba que habían llevado a unos muertos al cementerio y la siguiente frase era que habían comido lentejas. Él no ponía ni comas y yo he querido ser fiel a lo que dejó. A mí lo que más me sorprende es que en esos años y en guerra llegara el correo hasta el frente cada día”.

Aquel soldado de la 115.ª Brigada Mixta de Sanidad Militar era muy minucioso. Cada día encabezaba su escrito con la fecha y el número de días que llevaba en el frente. “Él vive los ataques de una forma muy natural. Y he notado como una falta de disciplina, si se tiene en cuenta que estaban en guerra y dentro del ejército: se iban al pueblo, volvían, siempre se quedaba alguno… Compraban corderos y montaban alguna juerga, aunque mi padre, que nunca bebió, no participaba. También me llama la atención que pone que cobraba 310 pesetas mensuales y eso era mucho dinero”.

El hijo, de 79 años, estuvo dos y medio transcribiendo cada palabra de su padre. Un tiempo en el que descubrió que la novia de su progenitor, Pilar Ros, su madre no mucho después, llegó incluso a hacerle una visita. Las estaciones fueron corriendo. De vez en cuanto relataba el bombardeo de “aviones facciosos” o que llevaban la ropa sucia a unas casas del pueblo más cercano. Vicente Fuster Ruiz llegó a la guerra con 22 años y se marchó con 24. La última página de su diario corresponde con su último día en el frente: el 18 de abril de 1939, un martes y el día número 758 con el ejército republicano. Una fecha en la que deja por escrito la emoción del final de la guerra.

“Nos levantamos a las 7,35 de la mañana, el día estupendo y buen sol, estamos impasientes (…) nos dieron la comida, lentejas con carne y tocino, plato lleno y de pan conseguí dos chuscos y medio, comimos estupendo y aún me comí medio plato más de lentejas, estamos esperando nos hagan los salvaconductos, ya tenemos más alegría, unos amigos que están de cocineros a nosotros seis valencianos que somos, once latas de carne en conserva para el camino, esto va muy bien (…), a las 12,40 h., se pusieron a nombrar salvaconductos, Almería, Málaga, Granada, Cádiz y por fin Valencia, el corazón latía con nerviosidad, nos dieron el salvaconducto y entonces descansamos, con mucha alegría cojimos el equipo y a la salida nos dieron un chusco cada uno, estamos arreglados para todo el viaje (…), apenas llegamos a la estación cambiamos un chusco por un litro de vino y nos comimos otro chusco, una latita de carne y nos bebimos el vino, son las 2 h., de la tarde, el tiempo es estupendo, por fin llegó el tren, nos precipitamos todos para subir, ya estamos dentro, al poco emprende la marcha lenta, poco a poco nos vamos acercando por fin a Valencia ¡¡Y PODER VOLVER A VER A TODOS NUESTROS SERES QUERIDOS!!”.

martes, 22 de julio de 2025

Se desclasifican por ley los secretos del franquismo y la Transición

 "El Gobierno desclasifica por ley los secretos del franquismo y la Transición", en El País, Miguel González, 21 JUL 2025:

El anteproyecto que este martes aprueba el Consejo de Ministros sacará a la luz los documentos reservados de 45 años o más.

El Consejo de Ministros dará este martes el primer paso para cumplir la promesa que Pedro Sánchez le hizo al nuevo líder del PNV, Aitor Esteban, el pasado 26 de febrero, en su última pregunta al jefe del Gobierno tras más de dos décadas como diputado. Después de que Esteban le recordara que “no es de recibo continuar con una ley franquista” de Secretos Oficiales, Sánchez le respondió: “Cuente con que en esta legislatura vamos a modificarla”. Será el enésimo intento por cambiar una norma que data de 1968, en plena dictadura, con retoques de 1978, antes de la Constitución. El PNV ha presentado cuatro iniciativas para reformarla, que han sido siempre aprobadas a trámite, para encallar luego en la tramitación parlamentaria. En la pasada legislatura el Gobierno tuvo listo un texto, pero quedó en un cajón cuando se disolvieron las Cortes.

El anteproyecto de Ley de Información Clasificada al que dará luz verde el Consejo de Ministros presenta algunas novedades de última hora. La principal de ellas es el levantamiento del secreto de todos los documentos clasificados hace 45 años o más; es decir, todos los anteriores a 1981, lo que incluye la dictadura franquista y la Transición. Los posteriores a esa fecha se irán desclasificando a medida que cumplan los plazos previstos en la nueva ley: hasta 60 años para los de “alto secreto”; 45 para los “secretos”; entre 7 y 9 para los “confidenciales”; y 4 o 5 para los “restringidos”. Según una disposición transitoria del texto, se dará prioridad a la información relacionada con “graves violaciones de los derechos humanos”. Solo en el caso de que se “aprecie motivadamente y de forma excepcional que perdura la amenaza o el perjuicio para la seguridad y defensa nacional”, podrá mantenerse bajo llave algún documento de esa época y esta decisión deberá revisarse con carácter anual.

Hasta ahora, el Gobierno se había negado a realizar una desclasificación masiva de los documentos secretos del franquismo y la Transición, alegando que supondría una ingente tarea burocrática. El texto elaborado en la anterior legislatura señalaba que esta desclasificación tenía que hacerse caso a caso, de oficio, a petición de una “persona física o jurídica directamente afectada o que pueda justificar un interés profesional”. Además, el solicitante tenía que explicar las razones que justificaban su petición e “identificar pormenorizadamente” la información que quería desclasificar, lo que resultaba imposible si no se conocía el documento de antemano. Con la nueva redacción del texto se eliminan estos obstáculos. “La decisión de no desclasificar, que será excepcional, deberá ser motivada”, agrega.

Estos son los aspectos más destacados del anteproyecto, con los cambios introducidos tras el informe que el Consejo de Estado emitió el pasado viernes:

Cuatro categorías de clasificación. La legislación española se adapta a los estándares de la OTAN y la UE y clasifica la información secreta en cuatro categorías, dependiendo de si su difusión no autorizada puede causar “una amenaza o perjuicio extremadamente grave para la seguridad y defensa nacional” (alto secreto), “grave” (secreto), “relevante” (confidencial) o “de algún tipo” (restringido). Solo el Consejo de Ministros puede clasificar informaciones como de “alto secreto” o “secreto”. Las comunidades autónomas con policías propias o competencias penitenciarias pueden proponer la clasificación de información de su ámbito respectivo. “La información relativa a graves violaciones de derechos humanos no podrá ser objeto de clasificación”, subraya el anteproyecto.

Multas de hasta 2,5 millones de euros por revelar secretos. El texto prevé la imposición de multas de entre 800.001 euros y 2,5 millones a quien difunda o reproduzca, por cualquier medio, información clasificada como “secreto” o “alto secreto”. Por la difusión de información confidencial la multa puede llegar a 800.000 euros y por la restringida, a 30.000. Esta sanción puede imponerse no solo a los funcionarios y cargos públicos que conozcan la información clasificada por razón de su trabajo, sino también a cualquier persona física o jurídica que tenga “acceso fortuito” a la misma y permita que se difunda “por acción u omisión”. La ley no excluye que periodistas y responsables de medios de comunicación puedan ser sancionados, pues se aplica “a toda persona física o jurídica respecto al acceso y divulgación indebidos de información clasificada”. No obstante, el texto subraya que, a la hora de graduar las sanciones, se tendrá en cuenta, como si se tratara de una circunstancia atenuante, pero no eximente, “el ejercicio del derecho a la libertad de información”, una alusión que no figuraba en anteriores versiones del texto. En última instancia, serán los jueces quienes tendrán que decidir si un profesional de la información es sancionado y presenta recurso.

¿Censura previa? Una de las disposiciones del anteproyecto puede interpretarse como una puerta abierta a la censura previa, prohibida por la Constitución. Es el artículo 46 que cita, entre las medidas provisionales, la posibilidad de que “la autoridad competente acuerde motivadamente el cese de la presunta actividad infractora”; es decir, que deje de difundirse la información secreta, Cuando esta decisión se adopte con carácter preventivo, antes del expediente sancionador, agrega, “deberá basarse en la existencia de una urgencia inaplazable para la protección provisional de los intereses implicados”, añade.

Desclasificación automática. Frente a la ley vigente, que convierte en eternos los secretos de Estado, al no prever una caducidad para su clasificación, la gran novedad de la nueva norma es que establece la desclasificación automática trascurridos determinados plazos. La información calificada de “alto secreto” será pública a los 45 años, “pudiendo prorrogarse de manera excepcional y motivada por 15 años más”; hasta un total de 60. La “secreta”, durante 35 años prorrogables a 45. La confidencial, entre siete y nueve años no prorrogables; y la restringida, entre cuatro y cinco no prorrogables. La información procedente de otros Estados u organizaciones internacionales no será objeto de desclasificación automática. Además, una información podrá seguir siendo secreta con carácter indefinido si se aprecia, “motivadamente y de forma excepcional”, que hay razones suficientes para clasificarla de nuevo; es decir, para volver a reiniciar los plazos citados. Esta decisión, no obstante, deberá revisarse anualmente. La proposición de ley presentada por el PNV en el Congreso pedía la desclasificación de los secretos oficiales en un plazo de 25 años, con una prórroga excepcional y motivada de 10; y la de las materias calificadas como reservadas en 10 años.

Bolaños, ‘guardián de los secretos’. El Ministerio de Presidencia, que dirige Félix Bolaños, será el responsable de proteger y tratar toda la información clasificada como de “alto secreto”, “secreto” y “confidencial” en manos del Gobierno. La Autoridad Nacional de Información Clasificada, hasta ahora adscrita al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), dependiente del departamento de Defensa, se trasladará al Ministerio de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Entre sus funciones está no solo la gestión de los correspondientes registros y bases de datos, también podrá conceder o denegar las habilitaciones de seguridad para que personas y empresas puedan acceder a información clasificada y determinados establecimientos sean aptos para custodiarla. Además, se encargará del intercambio de información secreta con otros países u organizaciones internacionales, como la OTAN, la UE o la Agencia Espacial Europea.

Esta reforma supondrá trasladar a La Moncloa la Oficina Nacional de Seguridad (ONS), dotada con un centenar de agentes, que deberán decidir si cambian de destino dentro del CNI o abandonan el servicio secreto para incorporarse al Ministerio de Presidencia. Fuentes gubernamentales admiten que inicialmente esta mudanza puede generar algún problema, pero alegan que se resolverán con el tiempo y argumentan que en la mayoría de los países la Autoridad Nacional de Seguridad está en un ministerio independiente de los que más trabajan con información clasificada: Defensa, Interior y Exteriores.

Los jueces tienen la última palabra. Si el texto se aprueba sin cambios, los jueces ya no podrán dirigirse directamente al Gobierno para pedir la desclasificación de documentos, sino que deberán hacerlo a la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, que a su vez los reclamará al Ejecutivo. Si este se niega a desclasificarlos, los magistrados del alto tribunal podrán examinar la documentación secreta, “guardando absoluta reserva del contenido” de la misma, y decidirán debe remitirse, de manera total o parcial, al juzgado que la reclama y en qué condiciones.

Toda persona que sea titular “de un derecho o interés legítimo o que pueda justificar un interés profesional” podrá pedir que se levante el secreto de una información sin esperar a que se cumpla el periodo de desclasificación automática. La autoridad competente tendrá un plazo de seis meses para resolver. Si no lo hace, se entenderá que la respuesta es negativa y el solicitante podrá presentar recurso ante los tribunales. La clasificación de cualquier información podrá ser recurrida directamente ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Supremo.

lunes, 7 de julio de 2025

El Imperio Británico mató a 165 millones de indios en 40 años entre 1880 y 1920

 "El imperio británico mató a 165 millones de indios en 40 años: cómo el colonialismo inspiró el fascismo", en Izquierda Castellana, 20 abril, 2023, traducido de Ben Norton, "British empire killed 165 million Indians in 40 years: How colonialism inspired fascism", en Geopolitical Economy, 12 de diciembre de 2022:

El colonialismo británico causó al menos 100 millones de muertes en India en aproximadamente 40 años, según un estudio académico.

Y durante casi 200 años de colonialismo, el imperio británico robó al menos $ 45 billones en riqueza de la India, calculó un destacado economista.

Los crímenes genocidas cometidos por los imperios europeos fuera de sus fronteras inspiraron a Adolf Hitler y Benito Mussolini, lo que llevó al surgimiento de regímenes fascistas que llevaron a cabo crímenes genocidas similares dentro de sus fronteras.

El antropólogo económico Jason Hickel y su coautor Dylan Sullivan publicaron un artículo en la respetada revista académica World Development titulado «Capitalismo y pobreza extrema: un análisis global de salarios reales, altura humana y mortalidad desde el largo siglo 16».

En el informe, los académicos estimaron que India sufrió 165 millones de muertes adicionales debido al colonialismo británico entre 1880 y 1920.

«Esta cifra es mayor que el número combinado de muertes de ambas guerras mundiales, incluido el holocausto nazi», señalaron.

Agregaron: «La esperanza de vida india no alcanzó el nivel de la Inglaterra moderna temprana (35,8 años) hasta 1950, después de la descolonización».

India 165 millones de muertos Colonialismo británico

Hickel y Sullivan resumieron su investigación en un artículo en Al Jazeera, titulado «Cómo el colonialismo británico mató a 100 millones de indios en 40 años».

Explicaron:

Según la investigación del historiador económico Robert C. Allen, la pobreza extrema en la India aumentó bajo el dominio británico, del 23 por ciento en 1810 a más del 50 por ciento a mediados del siglo XX. Los salarios reales disminuyeron durante el período colonial británico, alcanzando un nadir en el siglo 20, mientras que las hambrunas se hicieron más frecuentes y más mortales. Lejos de beneficiar al pueblo indio, el colonialismo fue una tragedia humana con pocos paralelos en la historia registrada.

Los expertos coinciden en que el período de 1880 a 1920, el apogeo del poder imperial de Gran Bretaña, fue particularmente devastador para la India. Los censos de población exhaustivos llevados a cabo por el régimen colonial a partir de la década de 1880 revelan que la tasa de mortalidad aumentó considerablemente durante este período, de 37,2 muertes por cada 1.000 personas en la década de 1880 a 44,2 en la década de 1910. La esperanza de vida disminuyó de 26,7 años a 21,9 años.

En un artículo reciente en la revista World Development, utilizamos datos del censo para estimar el número de personas asesinadas por las políticas imperiales británicas durante estas cuatro décadas brutales. Los datos sólidos sobre las tasas de mortalidad en la India solo existen desde la década de 1880. Si usamos esto como línea de base para la mortalidad «normal», encontramos que unos 50 millones de muertes adicionales ocurrieron bajo la égida del colonialismo británico durante el período de 1891 a 1920.

Cincuenta millones de muertes es una cifra asombrosa, y, sin embargo, esta es una estimación conservadora. Los datos sobre salarios reales indican que para 1880, los niveles de vida en la India colonial ya habían disminuido dramáticamente desde sus niveles anteriores. Allen y otros académicos argumentan que antes del colonialismo, los niveles de vida indios pueden haber estado «a la par con las partes en desarrollo de Europa occidental». No sabemos con certeza cuál era la tasa de mortalidad precolonial de la India, pero si asumimos que era similar a la de Inglaterra en los siglos 16 y 17 (27,18 muertes por cada 1.000 personas), encontramos que 165 millones de muertes adicionales ocurrieron en la India durante el período de 1881 a 1920.

Si bien el número exacto de muertes es sensible a las suposiciones que hacemos sobre la mortalidad inicial, está claro que en algún lugar cercano a 100 millones de personas murieron prematuramente en el apogeo del colonialismo británico. Esta es una de las mayores crisis de mortalidad inducida por políticas en la historia de la humanidad. Es mayor que el número combinado de muertes que ocurrieron durante todas las hambrunas en la Unión Soviética, la China maoísta, Corea del Norte, la Camboya de Pol Pot y la Etiopía de Mengistu.

Esta asombrosa cifra no incluye las decenas de millones de indios más que murieron en hambrunas provocadas por el hombre causadas por el imperio británico.

En la notoria hambruna de Bengala en 1943, se estima que 3 millones de indios murieron de hambre, mientras que el gobierno británico exportó alimentos y prohibió las importaciones de granos.

Los estudios académicos realizados por científicos encontraron que la hambruna de Bengala de 1943 no fue el resultado de causas naturales; fue el producto de las políticas del primer ministro británico Winston Churchill.

El propio Churchill fue un notorio racista que declaró: «Odio a los indios. Son un pueblo bestial con una religión bestial».

A principios de la década de 1930, Churchill también admiraba al líder nazi Adolf Hitler y al dictador italiano que fundó el fascismo, Benito Mussolini.

Los propios partidarios académicos de Churchill admitieron que «expresó admiración por Mussolini» y, «si se veía obligado a elegir entre el fascismo italiano y el comunismo italiano, Churchill elegiría sin vacilar el primero».

El político indio Shashi Tharoor, que se desempeñó como subsecretario general de las Naciones Unidas, ha documentado exhaustivamente los crímenes del imperio británico, particularmente bajo Churchill.

«Churchill tiene tanta sangre en sus manos como Hitler», enfatizó Tharoor. Señaló «las decisiones que él [Churchill] firmó personalmente durante la hambruna de Bengala, cuando 4,3 millones de personas murieron debido a las decisiones que tomó o respaldó».

La galardonada economista india Utsa Patnaik ha estimado que el imperio británico drenó 45 billones de dólares de riqueza del subcontinente indio.

En una entrevista de 2018 con el sitio web de noticias indio Mint, explicó:

Entre 1765 y 1938, el drenaje ascendió a £ 9.2 billones (equivalente a $ 45 billones), tomando los ingresos excedentes de exportación de la India como medida y componiéndolos a una tasa de interés del 5%. A los indios nunca se les acreditó sus propias ganancias de oro y divisas. En cambio, a los productores locales aquí se les «pagó» el equivalente en rupias del presupuesto, algo que nunca encontrarías en ningún país independiente. El «drenaje» varió entre el 26-36% del presupuesto del gobierno central. Obviamente, habría marcado una enorme diferencia si las enormes ganancias internacionales de la India se hubieran retenido dentro del país. India habría estado mucho más desarrollada, con indicadores de salud y bienestar social mucho mejores. Prácticamente no hubo aumento en el ingreso per cápita entre 1900 y 1946, a pesar de que India registró el segundo mayor excedente de exportaciones en el mundo durante tres décadas antes de 1929.

Dado que todas las ganancias fueron tomadas por Gran Bretaña, tal estancamiento no es sorprendente. La gente común moría como moscas debido a la desnutrición y la enfermedad. Es sorprendente que la expectativa de vida al nacer de los indios fuera de solo 22 años en 1911. El índice más revelador, sin embargo, es la disponibilidad de granos alimenticios. Debido a que el poder adquisitivo de los indios comunes estaba siendo reducido por los altos impuestos, el consumo anual per cápita de granos alimenticios se redujo de 200 kg en 1900 a 157 kg en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, y se desplomó aún más a 137 kg en 1946. Ningún país en el mundo de hoy, ni siquiera el menos desarrollado, está cerca de la posición que estaba la India en 1946.

Patnaik enfatizó:

El mundo capitalista moderno no existiría sin el colonialismo y el drenaje. Durante la transición industrial de Gran Bretaña, de 1780 a 1820, el drenaje de Asia y las Indias Occidentales combinadas fue de alrededor del 6 por ciento del PIB de Gran Bretaña, casi lo mismo que su propia tasa de ahorro. Después de mediados del siglo 19, Gran Bretaña tenía déficits en cuenta corriente con Europa continental y América del Norte, y al mismo tiempo, estaba invirtiendo masivamente en estas regiones, lo que significaba tener déficits de cuenta de capital también. Los dos déficits se sumaron a grandes y crecientes déficits de balanza de pagos (BdP) con estas regiones.

¿Cómo fue posible que Gran Bretaña exportara tanto capital, que se destinó a la construcción de ferrocarriles, carreteras y fábricas en los Estados Unidos y Europa continental? Sus déficits de la balanza de pagos con estas regiones se estaban resolviendo apropiándose del oro financiero y las divisas ganadas por las colonias, especialmente la India. Cada gasto inusual como la guerra también se puso en el presupuesto indio, y todo lo que India no pudo satisfacer a través de sus ganancias cambiarias anuales se mostró como su endeudamiento, en el que se acumularon intereses.