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domingo, 13 de abril de 2025

Prensa turca e israelí en ladino o judeoespañol

 El bustan judeoespañol, en JotDown, por Berta Ares Yáñez

Aterricé en el aeropuerto de Ben Gurion una madrugada de julio de 1996. Había recibido una Beca MAEC para estudiar en la Universidad de Tel Aviv y desarrollar un proyecto de investigación. Este consistía en bucear en diferentes archivos del país para establecer una relación de la prensa en judeoespañol, y luego analizar la función que una parte determinada de esta prensa había desempeñado durante la creación del Estado. En aquel entonces, este país todavía no tenía medio siglo de existencia.

Lo que más me llamó la atención nada más llegar fue el afán absoluto de expresión que se vivía en sus calles, donde todo se discutía y matizaba. Cualquier tema de actualidad era causa de debate en el que cada cual marcaba su línea ideológica. Prueba de ello eran las innumerables pancartas expuestas en los comercios y en los balcones de las casas, o las pegatinas que se exhibían en todo tipo de vehículos, en los cascos de moto o en las carpetas de los universitarios. Antes de Twitter, pancartas y pegatinas eran los soportes ideales para el eslogan. 

Cuando llegué, el país estaba de luto. Isaac Rabin había sido asesinado hacía apenas unos meses por un ultranacionalista opuesto al proceso de paz y a los Acuerdos de Oslo. A su entierro había acudido Bill Clinton, quien en su discurso de despedida acabó con un «Shalom, jaber» (Adiós y paz, amigo). Esta frase se convirtió en el eslogan mayoritario de los pacifistas y de los que querían mantener vivo el proceso de paz. A esta consigna le siguieron «Jaber, ata jaser» (Amigo, haces falta) y «Jaber, ani zojer (Amigo, yo recuerdo). Algunos recortaban las frases y hacían collage con las pegatinas: «Shalom, ata jaser» (Paz, haces falta). 

Tras estos eslóganes iniciales hubo muchos más, que cada uno argüía desde su posición ideológica. Los tres más claros eran el izquierdista «Un pueblo fuerte hace la paz», el conservador «Paz, con prudencia», y el ortodoxo «Una generación de arrepentimiento traerá la paz». Al final, todo derivaba en dos modelos de redención: el laico «Una generación entera pide la paz», y el ortodoxo «Generaciones enteras solicitan al Mesías». Se temía entonces la existencia de una guerra civil, y las instituciones colgaban carteles en los que se leía «Opiniones diferentes sí, guerra de hermanos no».

También los problemas caseros se aireaban en pegatinas y pancartas. La compañía nacional de autobuses Eged —creada en su día por fuerzas sindicales y a cuyo volante estaban, al menos así me dijeron, curtidos soldados— expresaba sus desacuerdos con el entonces presidente Benjamin Netanyahu, a quien todos llaman «Bibi»: «Bibi no respeta pactos», «Eged en tu camino, Bibi en el camino que no».

Pegatinas de izquierda a derecha: Shalom, jaber (paz, amigo), Shalom, ata jaser (paz, haces falta), Dor shalem doresh shalom (una generación entera pide la paz).

Como ahora sucede con las redes sociales, entonces las consignas avivaban debates que parecían inaplazables, pero que tarde o temprano se desvanecían sin pena ni gloria. Veinticinco años después, el proyecto de paz está completamente abandonado, dejado a la lógica del capitalismo.

La diversidad de opciones e ideologías existentes antes de la fundación de Israel como Estado moderno en 1948 también es mucho mayor de lo que cabe suponerse en la actualidad. Es algo evidente cuando se lee la prensa de la época, en la que también se observa la continua metamorfosis que experimenta el país —y las variaciones de voto en las urnas— a medida que llegan diferentes oleadas de inmigrantes judíos, especialmente desde la creación del Estado y hasta finales de los noventa, tras la caída del muro de Berlín. 

Llegan de Alemania, Polonia, Rusia, Ucrania, Rumanía, Grecia, Bulgaria, Yemen, Etiopía, Argentina, México, Irak, Marruecos, Francia, Estados Unidos, y un largo etcétera de países. A modo de ejemplo diré que durante mi estancia allí, la televisión pública subtitulaba simultáneamente en los dos idiomas oficiales, el hebreo y el árabe, pero también en ruso, cuya población era entonces mayoritaria.

He escrito inmigrante y es un error llamarlo así. El término adecuado es olé (en masculino; olá, en femenino; olím, masculino plural; olot, femenino plural), pues no es un movimiento migratorio al uso, sino una aspiración sionista. Significa «el que sube a Israel». 

Si sumamos a la necesidad de expresión y comunicación, la diversidad ideológica existente, podemos comprender la abundantísima cantidad de publicaciones periódicas surgidas durante los años de fundación del Estado.  

Sin embargo, cuando empecé mi trabajo no existía una bibliografía que las reuniera, más allá del extraordinario trabajo que entonces desarrollaba el centro asociado a la Universidad de Tel Aviv, el Institute for the Study of Jewish Press; pero no tenían casi referencias de la prensa sefardí. 

Seguí buscando, pues sabía que miembros de la comunidad judía expulsada de Sefarad habían sido los encargados de introducir la imprenta en tierras del Imperio otomano. Contaba al menos con la referencia del primer periódico en ladino del que entonces había constancia: el Shaare Mizrah, fundado en 1845 por Raphael Uziel.

El Big-Bang de mi investigación, por así llamarlo —meses después de búsqueda de diarios en la Biblioteca Nacional y otros centros culturales, sin apenas éxito—, tuvo lugar cuando me lancé de lleno a investigar los archivos del Ben-Zvi Institute. Allí había un montón de información dispersa sobre publicaciones periódicas en judeoespañol y también ejemplares físicos procedentes de diversos lugares de la diáspora sefardí: especialmente de Bulgaria, de Nueva York, de la antigua Yugoslavia y de los territorios que formaban o estuvieron sometidos al Imperio otomano, como Salónica (Grecia), Estambul e Izmir (Turquía), y también de territorios de la llamada Erez Israel, especialmente en Jerusalén. 

Los periódicos impresos en Estambul a veces llevaban el nombre de la ciudad en españolico «Istambul», pero tampoco era raro encontrarlos con el topónimo «Costa», que es como los sefardíes de origen griego se referían a la antigua Constantinopla.  

Una vez hallado y ordenado el material, delimité la investigación a las publicaciones distribuidas en Israel y a un país de diáspora, el elegido fue Turquía. En total, analicé una veintena. Explicaré brevemente lo que hallé. Dividiré mi exposición en dos partes: una primera parte dedicada a la descripción de la prensa en judeoespañol distribuida en Turquía, y una segunda parte dedicada a la descripción de la prensa en judeoespañol distribuida en Israel. 

Esta segunda parte tiene como colofón un aliciente especial: está traducida al judeoespañol por el académico de la RAE en Israel Moshe Shaul, una de las personas vivas que mejor conocen y más ha cuidado este tesoro lingüístico.

La gran pegatina reza: «No tenemos en quien apoyarnos, sólo en nuestro Padre que está en los cielos».

Los medios en Turquía: del drama de la guerra mundial a la asimilación

Una publicación será clave en la historia de la comunidad sefardí que decide no emigrar y prefiere quedarse en Turquía durante el delicadísimo periodo que comprende la Segunda Guerra Mundial y la posguerra: La Boz de Türkiye. 

Bajo la dirección de Albert Cohen, esta publicación periódica de frecuencia quincenal comienza a publicarse el 1 de agosto de 1939, y de forma ininterrumpida hasta su cierre en 1949. Con sede en Estambul, mantuvo diversas corresponsalías y tuvo acceso a información internacional de calidad procedente de fuentes sobre el terreno, a través de la Agencia Telegráfica Judía —de la que el director de esta publicación era representante en Turquía— y de la Overseas News Agency, ambas dirigidas por Jacob Landau. 

Esta publicación hace un repaso del estado de los judíos en diferentes lugares en los que el nazismo se ensaña. El que expongo a continuación es un fragmento del suplemento especial titulado «Israel en el Galouth» (Israel en la diáspora), publicado el 15 de febrero de 1944:

La aniada 1943 fue un anio de destruccion y de ruinas, de muerte y de exterminacion. Miles y milarias de nuestros hermanos fueron hundidos en mares de miserias, angustias y matansas, cienes de comunidades judias fueron enteramente destruidas; cienes de miles de seres humanos fueron integrados en manos de persecutores sin que sus hermanos en los paises liberos puedan hacer nada por salvarlos. El Judaismo en Europa ocupada fue enteramente destruido. Esta destruccion fue el mas grande golpe dado a nuestra nacion en el mundo entero. La entera elita de sus hijos y de sus aglomeraciones, las mas mejores intelligencias, las mas grandes fuerzas creaderas del Judaismo Occidental, fueron atemados. En algunos paises los Judios fueron literalmente atemados fisicamente; en otros paises, ellos fueron deportados, exilados y matados. La mas grande parte de los exilados murieron en los wagones, otros no yegaron mismo a la frontera, siendo ellos fueron torturados y asasinados. Los jovenes fueron tomados a los travajos forsados, en fabricas o en fraguas, de fortificaciones en la Francia o en el fronte oriental. Los que no pueden travajar fueron matados sin otra forma de proceso

La Boz de Türkiye desempeñó una función esencial para la seguridad de las comunidades judías en la todavía joven república turca, inmersa en un intenso proceso nacionalista y cuya posición durante la guerra fue inicialmente de neutralidad, luego de relaciones diplomáticas con la Alemania nazi y finalmente su posición se decantó por los aliados. 

Esta publicación desempeñará un papel de mediador y portavoz entre el Estado, la sociedad turca y las comunidades judías dispersas por el país. Con un estilo sencillo y claro, el contenido se distribuye entre noticias y reportajes sobre las comunidades judías asentadas a lo largo y ancho del planeta. Al igual que se hace eco de las principales noticias sociales y políticas de carácter mundial, tampoco descuidan el contenido dedicado a la tradición. 

Sin embargo, el movimiento nacionalista de la joven república no ve con buenos ojos estas actividades cosmopolitas y de singularidad cultural. De hecho, durante estos años se prohíbe a la ciudadanía mantener cualquier actividad independiente o asociación afiliada al extranjero. 

Algunos miembros de la comunidad judía tienen que enfrentarse a acusaciones de otros ciudadanos. Comienza a extenderse el rumor de que los judíos «mantienen una postura de indiferencia ante los hechos del país». Se les critica que empleen el judeoespañol en detrimento del turco. En este difícil contexto, el equipo editorial decide poner en marcha una campaña de difusión con un doble mensaje: 

El primero es: «Somos turcos, hablemos el turco». Tratan de mentalizar a sus lectores de que en la calle solo deben hablar turco, incluso entre ellos. Les avisan que no deben auto marginarse ni diferenciarse hablando otras lenguas. 

El segundo mensaje es: «Formamos parte del pueblo judío». A través del contenido se fomenta el sentido de pertenencia a esta comunidad milenaria y se sugiere que se hable judeoespañol en casa.

Entre los colaboradores de La Boz de Türkiye destacan Abraham Galante —un reputado escritor y periodista admirado por Atatürk—, quien defendió la lealtad de las autoridades judías como elemento indispensable en la construcción del Estado turco; y Abraham Elmaleh, quien años después será dirigente de la comunidad sefardí en Jerusalén.

Como señalé, esta publicación da cuenta de lo que acontece en el mundo. Tiene a sus lectores bien informados. El tono no es sensacionalista, sino que procura el análisis reposado. La situación de los judíos en Europa se agrava de día en día, por tanto, la situación es muy delicada. 

Se hacen eco de las noticias trágicas relativas a la guerra en Europa, pero también de las procedentes de Palestina, muchas de las cuales dan cuenta del desarrollo social y comercial del yishuv (asentamiento en Eretz Israel). 

El periódico hace una amplia cobertura de la guerra y de la dramática situación de sus correligionarios. Parecen llegar a casi todos los rincones. Veamos, por ejemplo, lo que escriben sobre los judíos en Finlandia, en una noticia de mayo de 1944: 

La situacion de los Judios resfuidos en Finlandia se amejoro considerablemente desde el trocamiento del governo en Marso ultimo segun un raporto de stokcholm. Algunos resfuidos que se topaban en un campo de concentracion en una isla del golfo de Finlandia, mientras la perioda del gobernamiento precedente, fueron transferados en ariendas agricoles en Tavastland. El campo fue serrado a precipio del autonio y los Judios fueron autorisados a establecerse en dos communas de la region onde ellos se topavan en mesura de ganar su vida, independientemente de los reglamientos del servicio del Travajo. Los resfuidos judios en cuenta de 117, fueron autorisados desde el mez de Deciembre a vivir en no importa cuala partida del pais onde los extranjeros tienen la permision de morar sin restricciones

Peores noticias, noticias fatales, llegan de la vecina Salónica. Al leer el fragmento que destacaré a continuación, no puedo sino preguntarme si Hannah Arendt estaba informada del proceso que había tenido lugar en Grecia, quince años antes de que ella misma atendiera el juicio de Eichmann para escribir su artículo en The New Yorker en 1963, y que tantas pesadumbres le acarreó. Quizá ella no, pero sí los lectores de La Boz de Türkiye, quienes debieron de leer con una enorme tristeza la crónica del corresponsal Baruch Schiby con fecha 1 de octubre de 1946. Se titula, «El judaísmo exterminado en Grecia. Un proceso histórico». Algunos fragmentos:

Los evenementos de Palestina no permitieron a la prensa Judia mundiala de prestar toda la atencion querida a un proceso unico en la historia del pueblo judio que se desarrollo en el empesijo de este mez en Salonique. Se trata del proceso de los Judios que se avian metido al servicio de los Allemanes mientras la ocupacion nazi. Vital Hasson, Leon Simon (Tipouz), Jacques Alabala, Edgar Cugue, etc y que servieron el enemigo mortal de nuestro pueblo con mas ardor que los mas feroces S.S. […] La prensa greiga locala entendio toda la importansa historica del proceso. Es por cualo antes y despues de este, los journales de Salonico le consacraron colonas entereras. La “Makedonia”, el mas grande journal de la Maccedonia, le consacro mismo medias paginas enteras. […] Fue establecido en el tribunal que si los acusados no se uvieren metido al servicio de los nazis de la manera que ellos lo hicieron, la mitad o al menos 20.000 judios de Salonica pudieren ser salvados. Los acusados provocaron dunque la muerte gracias a sus sola actividad de estos 20.000 Judios

A diferencia de la prensa escrita en hebreo que entonces se publica en Palestina, La Boz de Türkiye no participa activamente de la teoría de que el yishub o asentamiento en Eretz Israel —«Tierra de Israel» en relación al territorio israelita bíblico— podría ejercer una presión moral sobre las naciones del mundo para salvar a la judería europea durante la guerra. También hay una especie de silencio administrativo en torno a temas candentes como los actos de violencia cometidos por algunos correligionarios bajo el mandato británico o las medidas políticas tomadas por los mandatarios contra la inmigración que llegaba a Palestina. 

No hicieron suyo el eslogan entonces extendido «Inmigración, defensa y asentamiento»; pero tampoco descuidaban la necesidad de consejo que podrían necesitar los conciudadanos que tenían el deseo de «subir» a Eretz Israel.

Escribían con mucha diplomacia y cuidado para mantener las relaciones con su país anfitrión, Turquía; para «cimentar la unión y predicar la harmonía», como ellos mismos señalan entre sus objetivos. Y podemos decir que lo lograron. Hacia finales de la década de los cuarenta, y gracias a las buenas relaciones que la comunidad ha ido forjando con las autoridades turcas, puede observarse una mayor apertura en materia de libertad de expresión que a su vez provocará una verdadera explosión de publicaciones en ladino. Precisamente, esta nueva oleada de publicaciones acabará arrinconando a La Boz de Türkiye, que deja de publicarse en 1949.

La primera publicación en aparecer fue Atikva (1947), cuyo nombre de cabecera en hebreo significa «Esperanza», como el himno nacional de Israel, y es el primer periódico judeoespañol distribuido en Turquía esencialmente sionista. Su director, Sabetay Leon, emigrará a Israel en 1949, donde se incorpora al partido presidido por Ben Gurión (Mapai). Le sigue Salom (1948), fundado por Abraham Leon, que todavía se publicaba cincuenta años más tarde. Otras cabeceras son Sabat (1947) reconvertido tres años más tarde en La Vara (1950), ambos bajo la dirección de Mose Benbassat, de carácter laico y modernizador. 

Otro semanal político e independiente es La Luz (1950), creado bajo la dirección de Eliezer Menda y Robert Balli. Luego, ambos se separan y el primero funda La Vera Luz (1953), y el segundo La luz de Turkiya (1953). Ambos se describen como continuadores de La Luz para adjudicarse a sus lectores. 

La Vera Luz es un periódico conservador, dirigido por el talmudista Eliezer Menda. El gran Rabinato, la comunidad, las noticias que llegan de la creación del Estado de Israel y la política internacional son los temas que definen el carácter del periódico, cuyo interés principal es el de contener al máximo el deseo de asimilación de los correligionarios que quedaban en Turquía. Por otro lado, La luz de Turkiya se apoya más en sostenes comerciales y sus noticias son más variadas, con especial atención a las informaciones que llegan de Israel. Su línea editorial se apoya prácticamente en su totalidad en la cuestión del antisemitismo. 

Finalmente, otros dos periódicos son: La Boz (1952), que tuvo una breve duración y reducida plantilla; lo dirigía M. Levi-Belman, un periodista mordaz que utilizaba este medio para criticar las decisiones tomadas por los dirigentes de la comunidad. Y El Tiempo (1957) del ortodoxo Levi Belman: conservador, antisionista, crítico con la gestión de la comunidad y observante estricto de la ley, denuncia toda reforma o ápice de liberalismo ante una comunidad que a sus ojos se torna abiertamente laica y asimilada.

«Opiniones diferentes sí, guerra de hermanos no»

(la pegatina del gato que alguien puso encima dice así: (¡Hay un gato nuevo en la ciudad! Y la verdad, tanto Tel Aviv como Jerusalén eran ciudades muy gatunas).

Los medios en Israel. La forja de un Estado

Buena parte de los periódicos en judeoespañol que se publican en Israel durante la Creación del Estado son dirigidos por y para sefardíes recién llegados de Turquía. Tres ejemplos de periódicos, independientes pero efímeros, son La Boz de Israel, La Boz de Jerusalaim y La Unión. Otros recibieron ayudas de grupos políticos con los que simpatizaban, así sucede con Libertad, afín al partido Herut; y El Avenir, Deretcho al Buto y Faktos afines al Mapai, los dos últimos explícitamente propagandísticos. Dos periódicos de mayor duración fueron apoyados parcialmente por partidos políticos: La Verdad, por el centrista General Zionists, y El Tiempo, por Mapai. 

El denominador común de estas publicaciones es el de facilitar a la vez que influir en el proceso de absorción de los inmigrantes (olím) sefardíes en Israel, al proporcionar la máxima información sobre su nueva patria, incluidas las explicaciones de problemas tan complejos que enfrenta el nuevo país como la internacionalización de Jerusalén, la educación secular en clara confrontación con la religiosa, las diferencias no superadas entre askenazis y sefardíes, y el contexto político en el Oriente Medio.

El periódico que gozó de un mayor protagonismo en la orientación de esta comunidad inmigrante fue El Avenir, subvencionado por Mapai o Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel, que lideraba Ben Gurion. Este periódico se publica, además de en ladino, en otros cinco idiomas simultáneamente: yidis, francés, húngaro, búlgaro y rumano.

Su oponente fue La Verdad, un periódico crítico con la administración laborista, especialmente con el sistema de favoritismo, amiguismo y clientelismo que, señalan, campaba en la política. El término empleado, de origen ruso, y que se ha incorporado al hebreo para describir esta práctica es «proteksia».  

Este extendido uso de la «proteksia» —el libro Israel: Pluralism and Conflict del sociólogo Sammy Smooha trata esta cuestión—, desmoralizó a un buen número de inmigrantes hasta el punto de que hubo quien regresó a su país de origen, o cambió la dirección de su migración hacia Estados Unidos. El hecho de que judíos decidan «bajar» de Israel, es decir, irse del país y abandonar la idea del yishuv es una preocupación constante del nuevo Estado, desde entonces y todavía hoy.

Como en toda la prensa mundial, pero quizá con mayor importancia en un contexto de continuo conflicto bélico como el que viven los israelíes al arrancar su Estado, las columnas de humor y las novelas por entregas o folletín, fuente la primera de catarsis y la segunda de evasión, son decisivas. 

Solo el periódico Libertad —afín al partido Herut, procedente del movimiento paramilitar Irgun—prescinde del humor: mecanografiado y con grapas, austero, sin fotografías, este semanal dirigido expresamente a los inmigrantes recién llegados a Israel busca minar el trabajo del partido en el gobierno y suele incidir en el aumento de discriminación sobre los sefardíes en todos los ámbitos de la vida política, profesional y cotidiana.

El partido en el poder subvenciona otras publicaciones menores, también en judeoespañol y también dirigidas al olé procedente de Turquía: Deretcho al buto, que significa «directo al grano», aparece en 1959, y Faktos en 1961. Ambas tienen muy buena calidad de impresión y son gratuitas. Con ellas pretenden hacer sordina para las voces críticas.  

Pero lo mejor es reproducir el texto resumen de mi investigación y que el erudito Moshe Shaul tradujo al judeoespañol para su publicación en 1998 en Aki Yerushalayim, la más importante revista cultural en ladino, que se editó en papel desde 1979 a 2016. Valga a modo de resumen y conclusión. Espero que disfruten del color y musicalidad de este precioso lenguaje.

La prensa en djudeo-espanyol. La kreasion del estado de israel 

Kuando el eskritor espanyol Miguel de Unamuno oyo avlar por primera vez de la existensia del djudeo-espanyol, el se maraviyo al deskuvrir ke esta lengua pudo mantenerse biva, malgrado la falta de kontakto fiziko de los djudios sefaradis kon Espanya. El yego a la konkluzion ke una lengua ke proviene del rekuerdo i de la nostaljia devia poseder una ermozura espesiala i romantika. Otra konkluzion suya, aun ke yerrada, fue ke el djudeo-espanyol meresia ser alavado por no ser uzado para la redaksion de periodikos. 

El se yerro siendo ke ya avia desdel siglo XIX una muchidumbre de periodikos en djudeo-espanyol, publikados en Saloniko, Estambol, Izmir, Sofia i Viena i mas tadre en New York i Tel Aviv, por dar algunos eshemplos solo. No en vano fueron los ekspulsados de Espanya i Portugal los ke yevaron la imprimeria al Imperio Otomano. Eyos fueron tambien los primeros en este imperio a imprimir livros, aun ke al prinsipio sovresalieron los djeneros rabinikos i relijiozos i es solo en el siglo 19 ke se empeso a publikar romanes i livros de otros djeneros literarios ansi ke periodikos tambien en djudeo-espanyol. Desde su prinsipio la prensa djudeo-espanyola okupo un lugar importante en la vida kulturala de los sefaradis, sigun lo prova el echo ke en Saloniko onde los sefaradis resivian edukasion i kultura en fransez, italiano i alman, la lektura del djudeo-espanyol era embezada solamente para poder meldar los jurnales i algunas orasiones en ladino. 

Es posible ke kon la prensa eskrita, el djudeo-espanyol se alesho del kamino romantiko imajinado por Unamuno a kaminos mas pragmatikos, ma esta fue una eleksion de los ke no kijeron enmudeser frente a la istoria. Ansi fue despues del establesimiento del Estado de Israel onde de 1948 i asta los anyos 60, uvo a lo menos una diezena de periodikos redaktados enteramente en djudeo-espanyol, kon karakteres latinos, organizados i redaktados en sus mayoria por jurnalistas i colaboradores de orijin turko. 

Algunas de estas publikasiones partieron de inisiativas privadas i se mantuvieron independientes, del punto de vista politiko i ekonomiko, de kualker partido. Ansi fue kon «La Boz de Israel» (1949) i «La Boz de Yerushalayim» (1953-1954). Otras publikasiones fueron finansadas por partidos politikos i redaktadas i dirijidas por sus miembros. De este modo nasio el jurnal «Libertad» (1950) del partido Herut enkavesado por Menahem Bejín, i los ke eran finansados por el MAPAI, enkavesado por David Ben Gurion: «El Avenir» (1949- 1950), «Deretcho al Buto» (1959) i «Faktos» (1961). Djuntos kon esto los dos periodikos kon mas grande tiraje i durasion eskojeron el kamino de en medio: no fueron prensa de partido aun ke eran partidistas; no estuvieron finansados yenamente por sus partidos ma resivieron de eyos ayudo ekonomiko. Estos son: «La Verdad» (1950-kontinua en 1965) ke apoyava la politika de lo Sionistas Jenerales i «El Tiempo» (1950-1967) ke fue todo el tiempo portavoz de la politika del Mapai, el partido socialista al poder. 

Al marjen de los argumentos kontra i en favor de una prensa en djudeoespanyol o en otra lengua afuera del ebreo –tema sovre el kual uvo una fuerte polemika en los primeros anyos despues de la kreasion del Estado- se puede afirmar kon yena seguridad ke la prensa dirijida a los sefaradis, i mas konkretamente a los orijinarios de Turkia, a la fin de los anyos 40 i durante toda la dekada de los 50, kumplio una importante funksion, esensiala para la buena marcha del paiz: ayudar al ole (imigrante) a integrarse en su mueva vida en Israel. Komo? Ofresiendo kursos de ebreo, dando a konoser al ole el programa sionista, manteniendolo informado sovre todo tema de interes a la vida en Israel, i aziendolo partisipar en los diversos debates politikos ansi ke en los prinsipales akontesimientos ke tenian lugar adientro i afuera de las frontieras de Israel. 

Komo prensa dedikada a la formasion i integrasion del ole, eya no kijo i no pudo tener una influensa direkta en la politika nasionala. Ma los jurnales djudeo-espanyoles reflektaron en sus pajinas los prinsipales debates ke tuvieron lugar al seno del publiko israeli, ofresiendo a sus lektores diferentes pozisiones i opsiones politikas. Eyos denunsiaron tambien a traves de sus pajinas las difikultades ke enfrentavan a los olim, para ke el governo i los lideres politikos tengan yena konosensia de la situasion a traves de la prensa. De este modo, fueron munchas las linyas dedikadas a la internasionalizasion o no de Yerushalayim, a la edukasion laika o relijioza en las eskolas, a las diferensias entre eshkenazis y sefaradis, a la politika internasionala, sovre todo en el Oriente Medio, i fundamentalmente a los problemas atados al yishuv i al aresentamiento de los imigrantes en el nuevo estado. 

Es interesante sinyalar las diferentes pozisiones de los dos prinsipales periodikos: «El Tiempo», dirijido por Yitshak Ben Rubi, i «La Verdad», dirijido por Yitshak Yaesh. Los dos se preokuparon enormemente de elevar el moral de los olim i fasilitarles sus integrasion sosial: ma mientres ke «El Tiempo» apoyo siempre la politika del governo dirijido por Ben Gurion, «La Verdad» adopto kontinualmente una pozision de kritika enverso esta politika. Uvo entonses en la prensa opiniones diferentes i mizmo kontrarias i no solo un uniko punto de vista, lo ke kreo una situasion de rikeza komunikativa i ekspresiva. 

El premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, apuntava ultimamente ke la fleksibilidad de la lengua espanyola desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Ke diria el gran eskritor kolombiano frente a la rikeza i fleksibilidad del djudeo-espanyol en su larga trajektoria? Ke diria del karakter umano ke esta lengua estuvo dezvelopando? El djudeo-espanyol no enmudesio en Israel sino ke al kontrario: si en un primer momento esta prensa kumplio una importante funksion sosiala, formando i ayudando a los olim, sin pedrer el karakter periodistiko propio, al pasar los anyos esta prensa se esta konvertiendo ademas, en un dokumento istoriko de imenso valor. No solo porke en eyos se arekojeron para siempre los artikolos i las opiniones de tantos jurnalistas i kolaboradores, ke las muevas jenerasiones podran meldar, sino tambien porke en eyos se reflektan los akontesimientos de kada dia en la konstruksion del Estado de Israel.

Notas

(1) En farsi, la lengua de los persas, «bustan» hace referencia al huerto doméstico, compuesto por árboles frutales y hierbas aromáticas. Una importante obra de teatro en judeoespañol representada en las últimas décadas en el Teatro Nacional de Israel con gran éxito se titula Bustan sefaradí, del escritor y político Yitzjak Nabon, y recrea los años treinta del pasado siglo en uno de los barrios sefardíes de Jerusalén.

(2) Publicado originalmente en «AKI YERUSHALAYIM» Revista Kulturala DjudeoEspanyola, Anyo 19, 1998, nº57, pp.27-29.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Jorge Semprúm, Monografía y antología

 La gran aventura europea de Jorge Semprún, en El País, suplemento Babelia, andrea Aguilar y Jordi Amat, 9-XII-2023. El original, con gran aportación  fotográfica, aquí.

Vida y obra se entrecruzan en este mapa del escritor y político. Desde el Madrid republicano hasta la Grecia de la dictadura, pasando por la Francia de la resistencia o el campo de concentración de Buchenwald, en sus libros y guiones dejó constancia de su intenso recorrido por el Viejo Continente y la historia del siglo XX

El 10 de diciembre se cumplen cien años del nacimiento de Jorge Semprún (Madrid, 1923-París, 2011). Su vida, marcada por el exilio de su familia en julio de 1936, tuvo dos ejes centrales: la política y la escritura, que le llevaron a trazar un extenso mapa por la Europa del siglo XX. En sus libros y guiones —escritos casi en su totalidad en francés— Semprún empleó como material literario su experiencia en la Resistencia contra los nazis y en el campo de concentración de Buchenwald, sus casi diez años en la clandestinidad como dirigente del Partido Comunista en la España franquista, su expulsión del PCE y también sus años como ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González. Este recorrido por lugares clave en su biografía permite, a través de una selección de citas tomadas de sus trabajos literarios y cinematográficos, recordar su historia y su obra.

Madrid

Nacido el 10 de diciembre de 1923, en julio de 1936 abandonó la ciudad con su familia. No regresó hasta 1953, cuando vivió como clandestino, bajo el alias Federico Sánchez, entre otros nombres, y trabajó para el Partido Comunista Español desde Madrid hasta 1962. Su siguiente estancia en la ciudad fue como ministro de Cultura entre 1988 y 1991.

Biriatou

A finales de agosto de 1939 vio España como exiliado por primera vez desde esta pequeña localidad en la frontera. Aquí se encuentra una lápida de homenaje al escritor.

La Haya

La familia Semprún se instaló en la capital holandesa a fines de 1936, donde su padre, José María Semprún fue agregado de negocios de la embajada de la República española hasta el final de la Guerra Civil

París

Se traslada como estudiante en febrero de 1939 y en 1945 regresa. Será en esta ciudad donde mayormente viva hasta su muerte en 2011.

Borgoña

Como miembro de la Resistencia a la ocupación nazi de Francia, formó parte del grupo Jean-Marie Action, hasta ser detenido en 1943.

De Compiègne a Buchenwald

El tren de deportados partió el 27 de enero de 1944 con 1583 hombres. La mayoría, como Semprún, eran resistentes contra la ocupación nazi que habían sido detenidos. El tren llegó al campo de concentración el día 29. A los presos les correspondió la numeración que iba del 43870 al 45048. Sobrevivieron 867.

Buchenwald

Apresado e interrogado por la Gestapo, llegó al campo de concentración próximo a Weimar en 1944.

Suiza

En las inmediaciones de Locarno pasó los últimos meses de 1945, y trató por primera vez de escribir sobre su experiencia en Buchenwald.

Praga

Visitó la ciudad durante sus años en el Partido Comunista de España. En un castillo de la ciudad fue expulsado del PCE en 1964.

Bucarest

A Bucarest viajó con La Pasionaria en enero de 1956 en tren desde Praga.

Salzburgo

En 1964 recibe el Premio Formentor en esta ciudad por su primer libro 'El largo viaje', que escribió en sus años de clandestinidad.

Grecia

Guionista de 'Z' (1969), la película que le valió una nominación a los Oscar presenta de una forma ficticia los hechos que rodearon el asesinato del político demócrata griego Grigoris Lambrakis en 1963 y está basada en la novela de Vasilis Vasilicós.

Madrid

A la izquierda, placa que recuerda el domicilio de Semprún en el número 12 de la calle Alfonso XI de Madrid. A la derecha, única foto de sus años de clandestinidad en España.

A la izquierda, placa que recuerda el domicilio de Semprún en el número 12 de la calle Alfonso XI de Madrid. A la derecha, única foto de sus años de clandestinidad en España.

“Había abandonado esta calle una mañana de julio de 1936, para las vacaciones de verano. Había vuelto en 1953, paseante inquieto, a finales del mes de junio, en el curso de mi primer viaje clandestino a España: primera salida de Federico Sánchez”

(….)

“Así medio siglo después de haber abandonado el barrio del Retiro —el parque, el museo, el jardín botánico, la iglesia de San Jerónimo, las calles residenciales la tienda de Santiago Cuenllas, el hotel Gaylord’s— después de dos guerras, el exilio, Buchenwald, el comunismo, algunas mujeres, unos cuantos libros, resulta que he regresado al punto de partida”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“El escaparate de esta mercería totalmente olvidada, emergía en la noche, y sus luces proclamaban el nombre irrisorio: La Gloria de las Medias. En el cataclismo de los años, de las guerras, de los exilios, del universo entero, la permanencia insólita, probablemente irónica, de esta mecería de barrio, con su nombre grandilocuente, era el único lazo con un pasado remoto, tal vez inasequible. Tanto más remoto cuanto que esta tienda, este nombre tan sólo había conservado la esencia inalterable y fugitiva de los días de antaño. Como si en el momento en que iba a perderme de nuevo, seguir siendo un extraño en mi propio país —¿y por qué no serlo, por otra parte?, ¿no se es por definición extraño en el mundo?, ¿no es esta extrañeza al mundo la condición misma de la emergencia de lo humano?—, como si en aquel momento mismo, la aparición de esta mercería su permanencia humilde y testaruda me permitieran no solo recuperar mi memoria, sino también, paradójicamente a primera vista, reencontrar las raíces de mi extrañeza fundamental que me constituyera como personaje de mi propia vida”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“En este periplo imaginario, sin embargo, todo empieza y concluye ante Las meninas de Velázquez. Mi vida está ligada a esta obra fascinante, se aparta de ella y vuelve a ella sin cesar, encontrándola siempre en su camino”.

(…)

“Desde 1953, año de mi primer retorno clandestino a Madrid, me he plantado muy a menudo ante el cuadro de Velázquez, le he consagrado horas de meditación contemplativa. Diversas circunstancias han concurrido en esta predilección. Los recuerdos de infancia, sin duda. Razones menos íntimas, también, impuestas en realidad por las condiciones de la vida clandestina”.

“En los primeros tiempos, el Prado era un lugar ideal para matar el tiempo, para hacer vivir los tiempos muertos. Y en el Prado el emplazamiento de Las meninas era privilegiado.

En aquella época, la tela de Velázquez se exponía en una sala del museo que le estaba reservada. Allí se encontraba, en su sombrío fulgor, suntuosamente aislada, entenebrecida por la pátina de los siglos. La sala de Las meninas tenía una particularidad: un gran espejo a la derecha del cuadro, si se miraba de frente. Aquella superficie reflectante —y tal vez reflexiva— permitía reproducir el juego de puntos de vista que el cuadro propone de manera tan evidente como enigmática. Pero aquel espejo de la sala de Las meninas tenía otra virtud: permitía vigilar fácilmente el entorno. Sin que se hiciera nada —o mejor dicho, como si se estuviera observando el cuadro en aquel espejo, para recomponer los efectos sutiles de inversión de situaciones que aquel induce insidiosamente— podía comprobarse si alguien te había seguido”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“En 1953, durante mi primer viaje clandestino a Madrid, había visitado a Aleixandre, gran poeta, gran personaje del exilio interior. Lo había visitado con el nombre de Grador. Había fingido ser un hispanista francés que trabajaba en una tesis sobre la poesía española del siglo XX. Buen tema de tesis, por otra parte. Vicente Aleixandre vivía en una casita de un barrio residencial de la periferia, al norte de la ciudad. Las calles llevaban nombres de árboles y flores. La suya se llamaba ‘Velintonia’ que es otro nombre, como se sabe, para la sequoya. La conversación había sido apasionante, al menos para mí”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

Calle Concepción Bahamonde, número 5

“Siempre te ha hecho gracia eso de vivir en Concepción Bahamonde: la cárcel de Ventas está ahí, a la vuelta de la esquina. Bueno, también te hacía gracia, unos años antes, vivir en la Travesía del Reloj. Bajabas a veces a la peluquería y estaba el barbero afeitando a los soldaditos de guardia en el Tribunal Especial del coronel Eymar, de la calle del Reloj. Si te llegan a coger en esa época, treinta metros escasos separaban tu diminuto ático —con azotea y vista panorámica sobre el paisaje del norte de Madrid, pero por su reverso velazqueño, o sea, por el reverso del perfil que a Velázquez se le ha ocurrido pintar —, treinta metros separaban ese domicilio clandestino del tribunal que habría de juzgarte. Luego, en Concepción Bahamonde, a finales de los años 50, lo que tenías a mano era la cárcel de Ventas”.

“Pero es la noche del 17 de junio de 1959 y has entrado en Marqués de Mondéjar, hacia Concepción Bahamonde. De pronto, al acercarte al portal del número 5 de Concepción Bahamonde, comprendes con toda claridad por qué has decidido venir a dormir aquí, a pesar de que Simón conozca este domicilio clandestino. Habías vuelto, por tanto, a esta casa de Concepción Bahamonde, número cinco, para no dejarle solo a Simón, para no abandonarle. Para que entre Simón y tú siguiese habiendo, como un secreto compartido, este lazo, este vínculo, esta relación. Y es que Simón sabe dónde estás. Conoce esta habitación, con su cama de hierro, su armario, su mesilla de noche. Conoce la habitación contigua, en la que trabajas: una mesa, una silla, la máquina de escribir, algunos libros. Conoce estas dos habitaciones diminutas, desnudas. Él ha vivido en esta casa de Concepción Bahamonde antes de que tú vivas en esta casa. Y cuando tú dejes de vivir en esta casa, Julián Grimau vivirá en esta casa”.

[Autobiografía de Federico Sánchez. Planeta, 1977].

“¿Azar simbólico o guiño del destino? Como quiera que sea, el edificio en el cual estaban instalados los servicios de mi ministerio había sido construido en el solar de un antiguo circo. Durante mi infancia, allí se alzaban las instalaciones permanentes del Circo Price, que tan a menudo había frecuentado con mis hermanos. Más tarde cuando el circo fue derribado, se construyó un edificio de una modernidad relativamente sobria, no demasiado insólita en le paisaje urbano circundante. Albergaba los servicios del Banco Urquijo.

Aunque fuera objetivamente inocente, este emplazamiento no dejaba de tener su irónica significación. Podía servir de advertencia. Porque los juegos de circo y los imperativos de rentabilidad constituyen dos límites, dos obstáculos en los que pueden quebrarse las políticas culturales”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“Eran las 12 de la noche en la entrada de la La Moncloa y yo me preguntaba en el silencio de mi fuero íntimo si Jaime Gil de Biedma, gran poeta, compañero de largos paseos e interminables conversaciones nocturnas, no se había equivocado por una vez. Había vaticinado, al final de uno de sus Poemas morales escritos bajo el franquismo, que ‘de todas las historias de la Historia / la más triste sin duda es la de España / porque termina mal…'

¿Y si la historia de España, por una vez, no terminara mal?”

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“Por la noche, sin embargo, a veces en el frescor parsimonioso y provisional de una brisa del norte, volvía a encontrar el ambiente de antaño. Gracias a los amigos de antaño, claro está. Volvía a encontrarme con algunos de ellos para cenar, en la terraza de un restaurante que frecuentábamos desde hacía años, La Ancha. Volvía a encontrarme allí en el ambiente característico de las interminables conversaciones nocturnas: el espíritu de Madrid”.

“En La Ancha, una vida más tarde, varias muertes más tarde, alguien murmuró que sólo nos faltaba Domingo. Nos miramos y era verdad. Había sido nuestro amigo, a veces incluso el vínculo entre nosotros, la amistosa conciencia de nuestra amistad”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

Biriatou

“Pediría que me enterraran en el pequeño cementerio de Biriatou. En este lugar frontera, posible patria de apátridas, entre una y otra pertenencia —la española, que es de nacimiento, con toda la imperiosidad, arrolladora por momentos, de lo que es evidente; la francesa, que es de elección, con toda la incertidumbre, a veces angustiosa, y el apasionamiento—, en esta antigua tierra de Euskal Herria. Un lugar para que mi ausencia se perpetúe”

[Adiós, luz de veranos... Tusquets, 1998].

La Haya

Iglesia de Parkstraat

“Ocurrió, en efecto, que el sacerdote de la Parkstraat que pronunció el sermón de la misa mayor se despachó con una diatriba de inusitada violencia contra los rojos españoles, llamando a la guerra santa contra ellos, a la cruzada de la fe contra los enemigos de la Iglesia.

Mi padre no conocía lo suficiente la lengua holandesa como para entender aquella prédica guerrera en sus detalles y matices. Así y todo, captó que el cura había hablado de España y de los rojos españoles. Al concluir la misa, mientras salíamos de la iglesia, me pidió que le resumiera la encendida soflama de cura, cosa que hice con la mayor precisión posible.

Cuando concluí mi detallado resumen, mi padre se detuvo ante la reja que dejaba a la Parkstraat. Estaba lívido; su mirada traslucía desesperada ira”.

[Adiós, luz de veranos... Tusquets, 1988]

París

Boulevard Saint-Michel

“La panadera del bulevar Saint-Michel, mujer de lengua larga e ideas cortas —curvas, más bien: torcidas, quiero decir—, me había expulsado, con una frase que pretendía ser hiriente (’español del ejército derrotado’) de la comunidad de los elegidos. Mi detestable acento no sólo me había impedido obtener el panecillo o el croissant que deseaba, sino que también me había desgajado de la comunidad lingüística, que es uno de los elementos fundamentales de un vínculo social, colectivo. Tomé una decisión de inmediato. En circunstancias como ésas, no es recomendable remolonear. Disimular, darle largas al asunto con la esperanza que todo se arregle: no se arregla nunca. Así pues, acepté ser rechazado. Soy un extranjero, muy bien; seguiré siéndolo, pensé. Con todo, para que esa decisión íntima, repentina, tan apremiante como la chispa de la gracia —si me fío de los que experimentaron dicha chispa o, al menos, la convirtieron en un gratificante tema literario—, fuese realmente eficaz, mi condición de extranjero no debía ser ostensible, perceptible para cualquiera. Debía ser una virtud secreta, y para ello tenía yo que dominar la lengua francesa como un autóctono”.

[Adiós, luz de los veranos... Tusquets, 1998].

“Había en el Liceo Henri IV dos cursos de filosofía. El profesor de uno de los cursos era Maublanc, un marxista. El otro era Bertrand, un racionalista crítico”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Rue Balise-Desgoffe

“Con El hombre sin atributos, de Musil, había encontrado, en efecto, Los sonámbulos, de Hermann Broch, en la biblioteca de Édouard-Auguste Frick de la Rue Balise-Desgoffe, en París. Frick era un ginebrino erudito, rico y generoso, amigo del grupo Esprit, que nos había alojado durante varios meses a mi hermano Álvaro y a mí. Disponía de una biblioteca extraordinaria, de la cual una buena parte era en lengua alemana. Yo había ido engullendo los volúmenes por decenas”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

“En 1942, en el Café de Flore, lo que me llamó la atención fueron la silueta y el andar de Simone Kaminker. También ella se movía entre las mesas, y aquel día yo no podía distinguir su rostro. No vi realmente su rostro hasta tres años más tarde, en 1945, el verano de mi regreso, en la terraza de ese mismo café. La pequeña Kaminker había cambiado de nombre, pero su mirada no desmentía su andar altivo, danzante que creaba alrededor de su silueta espacio móviles de luz y de silencio, y que ya me habían llamado la atención la primera vez”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Rue de Vaugirard

“Es la antevíspera del 1 de mayo: el 29 de abril, por lo tanto. Por la tarde, para ser del todo exactos. Llegué en el transcurso de la tarde del 29 de abril a París, a la Rue de Vaugirard, en un convoy de la misión de repatriación del padre Rodhain”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Keystone-France / Gamma-Rapho / Getty Images

“Una breve borrasca de nieve se abatió sobre las banderas del 1 de mayo.

Yo estaba en la esquina de la Avenue Bel-Air y la Place de la Nation. Iba solo, veía desfilar la marea de manifestantes, rematada por las pancartas, las banderas rojas. Oía el rumor de los cantos antiguos.

Había vuelto. Estaba vivo”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

“Fue en el Petit Schubert del Boulevard Montparnasse donde bailé con Odile por primera vez, unos días después de mi regreso. Después de la noche en vela de Eisenach.

Estaba otra vez la trompeta de Armstrong, todas las trompetas del paraíso. Estaba la noche en vela, el alcohol, la insensata esperanza de una vida reiniciada. Estaba Odile M., que era la prima de uno de mis amigos de adolescencia. Tras una cena conversaciones, risas, una discusión confusa en casa de unos desconocidos, en la Avenue de Saxe, en torno a Albert Camus, acabamos juntándonos una pandilla en le Petit Schubert, pasada la medianoche”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

“Lees tu dirección de entonces y te pones a reír silenciosamente. Aquel apartamento en el que viviste fugazmente había sido el de André Breton. Y éste te lo traspasó, cuando se mudó a otro piso más grande en la misma casa. Era un apartamento-taller de pintor, con la amplia vidriera del estudio orientada a la luz del norte que era la luz de Montmartre, por cierto. Llegaste un día con 250.000 francos de entonces, céntimos de hoy, que era el precio del traspaso. Te abrió la puerta André Breton ue era parecidísimo al poeta André Breton, tal y como sale en las fotos, de las historias ilustradas del surrealismo. Bueno casi todos los poetas que has conocido tenían aires de poeta”.

[Autobiografía de Federico Sánchez. Planeta, 1977].

“Te acordarías de tu primer encuentro con Pasionaria.

Fue en París, en 1947

¿En primavera? Tal vez, no es imposible. Crees recordar que fue uno de esos días de París, con aguacero, de que hablara César Vallejo. En todo caso, fue en el local de que disponía la dirección del partido en la avenida Kléber. El local fue clausurado en septiembre de 1950, cuando el gobierno francés prohibió las actividades del partido español en Francia y puso fuera de la ley vuestras organizaciones. Pero incluso antes de la ilegalidad, antes de que las citas con los camaradas se hicieran en un parque, a la salida de un metro, en un apartamento discreto —o en la acera de la plaza de la República, delante de los escaparates de La Toile d’Avio, cuando se tratara de los dirigentes del PSUC, que no parecían conocer en París otro lugar para encontrarse, y, de hecho, sabes de camaradas llegados de Cataluña, de forma imprevista, y con algún recado urgente, a los cuales les bastaría tomar contacto con situarse estratégicamente frente a aquel trozo de acera de la plaza de la República, a esperar que pasara, inexorablemente, acudiendo a alguna cita, alguno de los dirigentes del PSUC— incluso, decías, antes de la ilegalidad del año 50, ese nombre de Kléber ira aureolado de algo de misterio”.

[Autobiografía de Federico Sánchez. Planeta, 1977].

“A nadie le agrada lo que yo pienso sobre España. Creo que ni a mí mismo me agrada. ¡La desgraciada España, la España heroica, la España del corazón sobre la razón! Se ha convertido en la conciencia lírica de la izquierda. Un mito de viejos combatientes. 14 millones de turistas viajan a España. España meca del turismo o leyenda de la guerra civil. Todo mezclado con Lorca. Yo ya estoy harto de Lorca. ¡Mujeres estériles, dramas rurales, ya estoy harto de la leyenda de España!”

[Discurso que pronuncia en su piso parisino Diego Mora, personaje protagonista de la película La guerra ha terminado (1966), dirigida por Alain Resnais con guion de Jorge Semprún].

‘La guerra ha terminado’ (1966)

Director: Alain Resnais. Guion: Jorge Semprún. Intérpretes: Yves Montand, Ingrid Thulin y Geneviève Bujold.

Borgoña

“Fue en 1943. En otoño, en la comarca de Semur-en-Auxois. En un recodo del río había una especie de presa natural que retenía el agua”.

“El alemán estaba solo, teníamos nuestras Smith and Wesson. La distancia que nos separaba de él era la correcta, lo teníamos perfectamente al alcance de nuestras armas. Se podía recuperar una moto, una metralleta.

El joven alemán se ha vuelto de espaldas, se dirige a pasos cortos hacia su motocicleta, inmóvil en el caballete.

Entonces empuño el arma con ambas manos. Apunto a la espalda del alemán, aprieto el gatillo de la Smith and Wesson. Oigo a mi lado las detonaciones del revólver de Julien, que ha disparado varias veces, él también”.

[Ejercicios de supervivencia. Tusquets, 2016].

“Julien era mi compañero de rondas en el maquis de la comarca, donde repartíamos las armas que nos habían lanzado en paracaídas por cuenta de ‘Jean-Marie Action’, la red de Henri Frager para la cual yo trabajaba. Julien conducía los coches Citroën y las motocicletas a toda velocidad por las carreteras de los departamentos de Yonne y de Côte-d’Or, y compartir con él la emoción de las carreras nocturnas era una maravilla. Con Julien les tomábamos el pelo a las patrullas de Feld. Pero Julien cayó en una trampa, se defendió como un demonio. Su última bala de la Smith and Wesson fue para sí mismo: se la disparó en la cabeza”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

“Yo había ido al Tabou con Julien. Les llevábamos a los resistentes del Tabou un suministro de explosivos plásticos con vistas a no recuerdo qué operación de sabotaje. Estábamos en el calvero del Tabou, anochecía. Yo me había sentido un poco apartado, releía un capítulo de La esperanza. Era un libro que siempre llevaba metido en la bolsa. Había acabado impregnándose del olor nauseabundo y persistente del explosivo plástico”.

[Aquel domingo. Tusquets, 1999]

Épiazy

“La casa de Irène Chiot era una antigua granja, con varias dependencias rodeando un corral herboso. Eran las doce, más o menos. La antevíspera habíamos volado un tren de municiones de la Wehrmacht, en Pointigny, y uno de los miembros de nuestro equipo desapareció. Yo fui a Laroche-Migennes, donde teníamos apoyos: escondites, buzones, un grupo de choque bien armado. Pero Georges V. seguía desaparecido. No hubo modo de restablecer el contacto con él. Algunos indicios hacían temer que lo hubieran detenido. De regreso en Épiazy, al alba, tras una noche en blanco, dormité unas horas en el cuarto que ocupaba habitualmente.

Retrato de Irène Chiot, que prestaba apoyo a la Resistencia y en cuya granja fue detenido Jorge Semprún por la Gestapo. Fue torturada en Auxerre y deportada. Murió pocos en el campo de concentración de Bergen-Belsen pocas semanas después de la liberación.

Retrato de Irène Chiot, que prestaba apoyo a la Resistencia y en cuya granja fue detenido Jorge Semprún por la Gestapo. Fue torturada en Auxerre y deportada. Murió pocos en el campo de concentración de Bergen-Belsen pocas semanas después de la liberación.

Musée de la Résistance Groupe Bayard

Eran las doce, más o menos; me desperté con la boca pastosa. Pensé en Georges V., desaparecido. Me encaminé a través del patio hacia el edificio que albergaba la cocina: necesitaba que Irène me preparara un café.

Pero, claro, nos había visitado la Gestapo”.

[Ejercicios de supervivencia. Tusquets, 2016].

Tusquets, 2016.

Auxerre

“Había descubierto mi cuerpo de nuevo, su realidad por sí misma, su opacidad, también su autonomía en la sublevación, a los diecinueve años, en Auxerre, en un chalet de la Gestapo, en el transcurso de los interrogatorios.

De repente mi cuerpo se volvía problemático, se despegaba de mí, vivía de esta separación, para sí, contra mí, en la agonía del dolor. Los esbirros de Haas, el jefe de la Gestapo local, me colgaban en el aire, con los brazos estirados hacia atrás y las manos sujetas en la espalda por unas esposas. Me sumergían la cabeza en el agua de la bañera, que ensuciaban deliberadamente con desperdicios y excrementos.”

[Ejercicios de supervivencia. Tusquets, 2016].

“Fue pocas horas después de la salida. Apenas comenzábamos a darnos cuenta de que no se trataba de una broma pesada, de que iba a ser preciso, en realidad, permanecer así días y noches, apretados, prensados, ahogados. Algunos viejos empezarían ya a gritar, enloquecidos. No lo aguantarían, se iban a morir. En verdad, tenían razón, en realidad algunos iban a morir”.

(...)

“Hay gente en el andén de la estación, y acaban de comprender que no somos un tren como cualquiera. Han debido de ver agitarse las siluetas a través de las aberturas cubiertas con alambre de espino. Hablan entre sí, señalan el tren con el dedo, parecen excitados. Hay un chaval de unos diez años, con sus padres, justo ante nuestro vagón. Escucha a sus padres, mira hacia nosotros, agacha la cabeza. Luego se va corriendo. Luego vuelve también corriendo, con una piedra enorme en la mano. Al poco se acerca a nosotros y arroja la piedra, con todas sus fuerzas, hacia la abertura cerca de donde estamos. Nos echamos hacia atrás, deprisa, la piedra rebota en los alambres, pero por poco le da en la cara al chico de Semur”.

[El largo viaje. Seix Barral, 1965 / Tusquets, 2004].

Campo de Buchenwald

“Pues el prisionero que fui yo, el número 44.904, era un joven comunista de veinte años que tuvo sus experiencias en Buchenwald durante dieciséis meses como militante de la organización secreta. Que, una vez finalizado el periodo de cuarentena en el barracón 62 del campo pequeño, trabajó en la oficina de estadística del trabajo, es decir en uno de centro de poder neurálgicos de aquella organización interna. Por supuesto yo no pertenecía a la troika dirigente del Partido Comunista de España en Buchenwald, pero como yo era el único de todos mis camaradas que dominaba el alemán, se me encomendó esa tarea de gran responsabilidad. Así conocí algunos problemas, algunas actividades y también algunos secretos de la resistencia antifascista en Buchenwald”.

[’Weimar-Buchenwald’, dicurso pronunciado en el Teatro Nacional de Weimar el 9 de abril de 1995, recogido en el volumen Pensar Europa. Tusquets, 2006].

Bloque 56, Campo pequeño

“Doblemente enclaustrada, esta parte del recinto interior estaba reservada al periodo de cuarentena de los recién llegados. Reservada a los inválidos —el bloque 56 en particular— y a todos los deportados que todavía no habían sido integrados en le sistema productivo de Buchenwald.

Me acercaba los domingos por la tarde, todas las tardes de domingo de aquel otoño, en 1944, tras la lista del mediodía, tras la sopa de fideos de los domingos. Saludaba a Nicolai, mi compañero ruso, el joven bárbaro. Charlábamos un poco. Más valía estar a buenas con él. Que él me considerara a buenas con él, mejor dicho. Era el jefe del Stubendienst, el servicio de intendencia del bloque 56. Era también uno de los cabecillas de las pandillas de adolescentes rusos, salvajes, que controlaban los tráficos y los repartos de poder en el Campo Pequeño.

Nicolai me consideraba de confianza. Me acompañaba hasta los camastros en los que se pudrían Halbwachs y Maspero”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Semisótano sala de los contagiosos

“Solo en la voz se desplegaban esas emociones demasiado fuertes, como olas de un mar de fondo que removieran la superficie de aguas aparentemente tranquilas. Era el miedo de no ser creído, sin duda. De, ni siquiera, ser oído. Pero resultaba del todo creíble. A ese superviviente del Sonderkomando de Auschwitz le oíamos perfectamente”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Plaza

“Estábamos concentrados, treinta mil hombres inmóviles, en la plaza mayor donde pasaban lista, y los de la SS habían levantado en medio los andamios para la horca. Estaba prohibido mover la cabeza, bajar la vista. Era preciso que viéramos morir a aquel compañero. Le veíamos morir”.

[El largo viaje. Seix Barral, 1965 / Tusquets, 2004].

Crematorio

“Las hice entrar por la puertecita del crematorio, que llevaba al sótano. Acaban de comprender que no era una cocina y, de repente, enmudecieron. Les enseñé los ganchos donde colgaban a los deportados, pues el sótano del crematorio también servía de sala de tortura. Les enseñé los látigos y las porras. Les enseñé los montacargas que subían los cadáveres a la planta baja, directamente delante de la hilera de hornos. Subimos a la planta baja y les enseñé los hornos. Ya no tenían nada que decir. No más risas, ni conversaciones, ruidosa pajarera: silencio. Suficientemente pesado, suficientemente espeso como para desvelar su presencia detrás de mí. Me seguían, como una masa de silencio angustiado, de repente. Sentía el peso de su silencio a mis espaldas.

Les enseñé la hilera de hornos, los cadáveres medio calcinados que habían quedado en su interior. Casi no les hablaba. Les nombraba sencillamente las cosas, sin comentarios. Después las hice salir del crematorio, al patio interior rodeado de una alta empalizada. Una vez ahí, ya no dije nada, nada en absoluto. Les dejé que vieran. Había en medio del patio, un amasijo de cadáveres que superaba con mucho los tres metros de altura. Un amasijo de esqueletos macilentos, torsionados, con ojos de espanto”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Letrinas del Campo Pequeño

“Sin embargo, pese al vaho mefítico y al olor pestilente que envolvían constantemente el edificio, las letrinas del Campo Pequeño era un lugar convivencial, una especie de refugio donde encontrarse con compatriotas, con compañeros de barrio o de maquis; un lugar donde intercambiar noticias, briznas de tabaco, recuerdos, risas, un poco de esperanza; algo de vida en suma. Las letrinas inmundas del Campo Pequeño eran un espacio de libertad: por su propia naturaleza, por los olores nauseabundos que desprendían, a los S.S. y a los Kapos les repelía acudir al edificio, que se convertía así en el sitio de Buchenwald donde el despotismo inherente al funcionamiento mismo del conjunto concentracionario se hacía sentir menos”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Casa de Goethe

“Contemplo el sol de abril sobre el césped que baja hasta el Ilm. Contemplo la casita de campo de Goethe. Oigo el susurro profuso de los pájaros a mi alrededor: la vida reiniciada, en suma. Sin embargo un sentimiento inexplicable se podera de mí: estoy contento de volver, como acaba de decir Rosenfeld. Tengo ganas de volver a Buchenwald, entre los míos, entre mis compañeros, los aparecidos que regresan de una larga ausencia mortal ”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Suiza

“Yo vivía en Solduno, aquel invierno, en las inmediaciones de Locarno. Mi hermana Maribel había alquilado una casa en el valle de la Maggia, al sol de Tesino, para que yo pudiera descansar. Y escribir también” (...)

“En Ascona, en el Tesino, un día soleado de invierno en diciembre de 1945, me encontré ante la tesitura de tener que escoger entre la escritura o la vida”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

Praga

“Me gustaría recordar brevemente a Rescheke, Busse y Bartel. Los conocí en la oficina de estadística del trabajo de Buchenwald, adonde acudían con frecuencia para discutir con el capo Willi Seifert y también con Josef Frank, uno de sus colaboradores. A Frank se lo condenó a muerte en Praga en el proceso contra Rudolf Slansky. Se le ahorcó y sus cenizas se esparcieron en una carretera abandonada y cubierta de nieve. Josef Frank, Pepikou, como le llamaban su compatriotas checos, confesó haber trabajado en Buchenwald para las SS y la Gestapo. Una declaración falsa, por supuesto, engañosa obtenida mediante tortura”.

[’Una tumba en las nubes’, discurso por la recepción del premio de los libreros alemanes en Frankfurt en 1994, recogido en Pensar Europa. Tusquets, 2006].

“En 1964 regresé a Praga con un pasaporte francés a nombre de Camille Salagnac…. Era mi último viaje con pasaporte falso. En las cercanías de Praga, en un antiguo castillo de los reyes de Bohemia, durante una larga reunión del Ejecutivo —apelación perfectamente merecida por una vez, puesto que realmente me ejecutaron— acababan de expulsarme del Partido Comunista de España”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

En el momento mismo en que Pasionaria pide la palabra, en que, alisándose un mechón de pelo blanco, rebelde, colocaba en la mesa la cuartilla que iba a leeros, en ese mismo momento, se han abierto de par en par las puertas del gran salón y han entrado varios camareros de chaquetilla blanca y guante inmaculado.

Silenciosos y diligentes, se acercan a la mesa y comienzan a retirar los ceniceros llenos de colillas, las botellas de agua mineral y de zumo de naranja medio vacías. Diligentes y silenciosos, colocan en la larga mesa ceniceros limpios, vasos limpios, botellas frescas de agua mineral, grandes garrafas de zumo de naranja.

Con un aire de desagrado y de impaciencia, Pasionaria espera que terminen para hacer uso de la palabra.

Te quedan, pues, unos instantes de respiro …

Pero Pasionaria está hablando.

Mientras andabas perdido en tu memoria, mientras evocabas una imposible conversación verídica con ella, Pasionaria ha tomado la palabra. Está leyendo la cuartilla que tenía preparada, con su espléndida voz metálica, rugosa y armoniosa. Está fulminando contra vosotros los rayos de la cólera. Está hablando en nombre del Espíritu-de-Partido, el sacrosanto Espíritu-de-Partido. Está diciendo que sois, Fernando y tú, ‘intelectuales con cabeza de chorlito”.

[Autobiografía de Federico Sánchez. Planeta, 1977].

“En Praga, el último día, anduve recorriendo, con el temor angustiado de no volver a verlos nunca más, los lugares privilegiados de mi memoria de la ciudad. Así, fui a la tumba de Franz Kafka, en el nuevo cementerio judío de Strasnice. Fui a ver el cuadro de Renoir, expuesto en la Galería Nacional, en el recinto del Castillo”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

“En enero de 1968 los conservadores habían sido descartados de la dirección del partido comunista checoeslovaco. Empezaba una nueva era. El pueblo podía hablar una vez más después de años de silencio, de pasividad, de indiferencia y de desprecio. Se había hecho la prueba. El socialismo vive en la libertad de las masas como el pez vive en el agua. Pero el mismo día que llegué a Praga fui testigo de la invasión del país por 600.00 mil hombres y 6.000 tanques de los ejércitos del Pacto de Varsovia”.

[Guion de La confesión (1970)].

Director: Costa Gavras. Guion: Jorge Semprún. Basado en la autobiografía 'La confesión' de Artur London. Intérpretes: Yves Montand, Simone Signoret, Michel Vitold.

Bucarest.

“Dolores Ibárruri, que regresaba de no sé qué congreso en Berlín Este en el tren especial de la delegación rumana —aquel año, Dolores había instalado sus cuarteles de invierno en Bucarest—, iba a pasar por la estación de Praga el día siguiente mismo. Acordamos en consecuencia que yo también tomaría ese tren oficial, si los rumanos no tenían nada que objetar, para acompañar a la Pasionaria a Bucarest, exponerle durante el viaje las críticas del grupo de Carrillo y esperar su veredicto, que yo comunicaría a la vuelta al núcleo parisino del Buró Político del PCE.

Sea como fuere en el interminable viaje del tren especial de Praga a Bucarest me pasé una buena parte del tiempo con Kafka y Milena, aquel mes de enero de 1956, pocas semanas antes del que el XX Congreso del Partido Comunista Ruso empezara a desvelar, parcialmente todavía, con una prudencia dialéctica extrema, la realidad kafkiana del universo estalinista”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993].

Salzburgo

“Algunas semanas más tarde, en otro castillo, esta vez en Salzburgo, que no había pertenecido a los reyes de Bohemia sino a la familia de los príncipes de Hohenlohe, se me iba a entregar el Premio Formentor de Literatura por El largo viaje. Otra vida comenzaba sin documentación falsa. Y aún no estaba seguro de no sentir nostalgia de la antigua, nostalgia al menos de la aventura y de la fraternidad de aquella otra vida”.

[Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets, 1993]

“Cuando Barral me haya entregado el ejemplar español de El largo viaje, cuando sostenga el volumen en mi mano, mi vida habrá cambiado. Y uno no cambia de vida impunemente, sobre todo cuando el cambio se hace a sabiendas, con una conciencia aguda y clara del acontecimiento, del advenimiento de un porvenir distinto, en ruptura radical con el pasado, cualquiera que le sea el curso que le está reservado”

(...)

“Carlos Barral me explica la singularidad del libro que sostiene en la mano y que va a entregarme.

Resulta, en efecto, que la censura franquista ha prohibido la publicación de El largo viaje en España. (…) Barral ha encargado la realización de un ejemplar único de mi novela. El formato, la encuadernación, el número de páginas, la sobrecubierta ilustrada: todo es conforme al modelo de la futura edición mexicana. Salvo un detalle: las páginas de mi ejemplar de hoy están en blanco, vírgenes de cualquier carácter de imprenta”.

[La escritura o la vida. Tusquets, 1995].

“Habíamos conversado mucho sobre los problemas políticos e históricos de Grecia, que en cierto modo, enlazaban con los de España. Costa-Gavras era un emigrado griego, Montand un emigrado italiano; había una complicidad que hizo que los proyectos se encadenaran”.

[Vivir es resistir. Tusquets, 2014].

“Cualquier coincidencia con los hechos, los muertos y los supervivientes con la realidad no es casualidad. ES VOLUNTARIA. Jorge Semprún / Costa-Gavras”.

[Nota en los créditos de Z, (1969)].

“El señor subsecretario de agricultura acaba de recordarles que para el mildiu son necesarios tres sulfatados preventivos. Al igual que el mildiu, las enfermedades ideológicas deben combatirse en forma preventiva. Estas, como el mildiu, son debidas a la acción de gérmenes mórbidos y parásitos de diversas especies. Por tanto, la pulverización de los hombres, por los medios más apropiados, es indispensable. Las escuelas, en este caso, son nuestro primer objetivo. Es allí, si ustedes me permiten la metáfora, donde los brotes jóvenes no han alcanzado los 12 o 15 centímetros. La segunda pulverización debe hacerse poco antes o poco después de la floración. Se trata, evidentemente, de la universidad, de la juventud obrera y la época del servicio militar es el mejor momento para aplicarla y salvar el árbol sagrado de la libertad nacional de la infección de este mildiu ideológico. Este año los panfletos lanzados desde aviones, hablan a nuestros campesinos de otra clase de enfermedad ideológica que comienza a hacer estragos en nuestro país”.

[Diálogo del gendarme en el guión de Z (1969)].

“Tres años de cárcel por haber retenido y difundido documentos oficiales. Al mismo tiempo los militares prohibían el pelo largo, las minifaldas, Sófocles, Tolstoi, Eurípides, romper los pasos a la rusa, hacer huelgas, Aristófanes, Ionesco, Sartre, Albee, Pinter, la libertad de prensa, la sociología, Beckett, Dostoievski, la música moderna, la música popular, las matemáticas modernas y la letra Z que en griego antiguo quiere decir está vivo”.

[Discurso final de la película Z (1969)].

Créditos

Formato y coordinación: Guiomar del Ser

Dirección de arte y diseño: Fernando Hernández

Programación: Alejandro Gallardo

Edición gráfica: Aitor Sol y Beatriz Palomo

Fotografía de apertura: Uly Martín

Dossier censura franquista

 Dossier sobre censura franquista.

Los 1.786 libros condenados al ‘infierno’ por Franco, en El País, Paco Cerdà, 22 feb 2025

Una investigación descubre las novelas y ensayos del Fondo Marxista que la dictadura prohibió y encerró en el depósito de la biblioteca central militar

Bajo el nombre de Fondo de Literatura Marxista han permanecido escondidos en el infierno de la biblioteca central del Ejército español casi 2.000 libros. Allí llevaban desde el comienzo de la dictadura franquista, cuando fueron requisados por las fuerzas del bando nacional en las bibliotecas de ateneos republicanos, sindicatos, partidos políticos, bibliotecas municipales y colecciones personales. Eran libros peligrosos, inmorales. Libros opuestos al Movimiento Nacional. “Lecturas disolventes” para las almas de aquella España nueva que se soñaba grande y libre.

Muchos otros libros habían sido quemados en piras de fuego de aroma inquisitorial —un bibliocausto todavía muy desconocido— o destruidos y luego convertidos en pasta de papel ante la escasez reinante. Sin embargo, estos 1.786 ejemplares fueron puestos a buen recaudo. Primero, custodiados en el cuartel general franquista de Salamanca. Después, encerrados en armarios metálicos del Archivo de la Guerra de Liberación, en los documentos relativos a la Zona Roja. Más adelante, en la secretaría de la biblioteca central militar. Y, finalmente, ocultos en sus depósitos, con la etiqueta “Reservado” y del todo invisibles desde aquel lejano 1939. Pero ahora, al fin, gracias al ensayo Libros en el ‘infierno’ (Silex Magnum), ya se sabe qué libros componían esta colección única en España. Y había mucho más que libros de Lenin, Bakunin, Koprotkin y Marx. Mucho más que el Balance del primer Plan quinquenal de Stalin o las loas al movimiento stajanovista de la URSS.

El fondo, investigado por Inocencia Soria y Fernando Torra —que han sido directores técnicos de la biblioteca Central Militar—, constituye una elocuente radiografía de las novelas que el franquismo quiso censurar; de los diseños artísticos de una vanguardia que la dictadura quería alejar; de las ideas emancipadoras y los movimientos revolucionarios que el nuevo régimen quiso invisibilizar. Y todo empieza con la literatura de ficción: casi 300 novelas que los autores de este ensayo van recorriendo casi una a una de un modo detectivesco.

Está Manhattan Transfer de John Dos Passos y El lobo estepario de Hermann Hesse. Está el pacifismo de Los generales mueren en la cama, del canadiense Charles Yale Harrison, un alegato de cómo la guerra mata a los soldados en las sucias trincheras y deja a los generales morir en la cama. Está también la utopía socialista de El año dos mil, donde el estadounidense Edward Bellamy presenta una sociedad con igualdad salarial y jubilaciones a los 45 años. Y está El frente de guerra femenino, de Adolf Arthur Kuhnert, dedicada al sufrimiento femenino en la retaguardia y a la lucha de las mujeres alemanas contra las miserias a las que abocan las mentiras de la patria.

A veces los textos son censurados por fijarse demasiado en lo social. Es el caso del alemán Kurt Münzer, que firmó con el seudónimo de Georg Fink su exitosa novela Tengo hambre para retratar al proletariado de los barrios pobres de Berlín, o el caso de Schkid: la república de los vagabundos, de Grigori Belyj y Leonid Panteleev, que trata de los miles de niños que mendigaban en las calles rusas y delinquían para sobrevivir.

En otras ocasiones, las tramas de estos libros prohibidos suben de voltaje y se centran en el terrorismo político, como sucede con las Memorias de un terrorista, de Boris Savinkov, traducida al español por Andreu Nin, o con las negras obras del escritor ruso Roman Borisovich Gul, que narra las historias reales de Yevno Azef, un agitador, terrorista y agente doble que usó la violencia y que su autor contaría en Savinkov (los lanzadores de bombas), Azef (los lanzadores de bombas), Azef, agente provocador y El terrorista Savinkov.

Este Fondo Marxista purgado por el franquismo es un viaje por las editoriales más avanzadas y activas de los años veinte y treinta en España. Sellos como Cenit, Zeus, Tierra y Libertad, Dédalo, Fénix, Morata, Gráfica Socialista, Ediciones Europa-América o Aguilar. También muestra el elenco de intelectuales y escritores de prestigio que traducían al español las novelas más exitosas de otros idiomas, como Francisco Ayala, Cipriano Rivas Cherif, César Vallejo, Wenceslao Roces, Tatiana Enco de Valero o Márgara Villegas. Pero este infierno marxista representa, especialmente, un recorrido visual por las portadas, las maquetaciones y las tipografías de aquella época de modernidad con sus principales exponentes.

El cartelista e ilustrador Ramón Puyol Román y sus cubiertas de trazos geométricos o puramente tipográficas. Josep Renau y su discurso renovador con un fotomontaje tan deudor del constructivismo ruso. El anarquista Manuel Monleón y su estilo realista. Gabriel García Maroto, ayer modernista y hoy vanguardista. El neocubismo de Manuel Ballester. El cartelista de vanguardia Manuel Benet. John Heartfield, inventor del fotomontaje político y tan próximo al dadaísmo. Santiago Pelegrín y sus influencias surrealistas o expresionistas inspiradas en el caricaturista George Grosz. El genio comprometido del comunista polaco Mariano Rawicz y su compatriota y tipógrafo Mauricio Amster, un adelantado en el diseño gráfico. Y el ilustrador anarquista Carles Fontserè. Y Ramón Gaya, y Alberto Sánchez, y Pompeyo Audivert y muchos otros artistas.

Todos ellos aportaban su talento para alumbrar títulos condenados a este infierno como La caballería roja de Isaac Babel o España, república de trabajadores, donde el periodista soviético Iliá Ehrenburg criticaba la tibieza con que la República española estaba afrontando el cambio social en una España de siervos y curas. También aparecen en esta colección de libros requisados Los rebeldes, primera obra de Sándor Márai en español, algunas novelas sociales del escritor rumano Panait Istrati, conocido como el Gorki de los Balcanes, la literatura de combate del sindicalista italiano Giovanni Germanetto en Memorias de un barbero, o La calle sin sol: novela de una huelga en el Japón, un best seller de Sunao Tokunaga que encumbró la literatura proletaria nipona de entreguerras.

En español destacan nueve títulos de Ramón J. Sender, el autor más censurado, y otros libros como Valor y Miedo, veinte historias de Arturo Barea con la Guerra Civil de fondo, o Los de ayer, donde Rafael Vidiella narra las peripecias del anarquista Bernabéu en el barrio chino de Barcelona en 1917. También por los bajos fondos de Barcelona se mueve Un film (3000 metres), con la escritura más experimental de Caterina Albert bajo el seudónimo de Víctor Català. De calado propagandístico es el Auca del nen català, antifeixista i humà, dibujada por Josep Obiol.

El apasionante recorrido que Inocencia Soria y Fernando Torra realizan por cada volumen los conducen también a los sellos, los exlibris y las dedicatorias que llevan casi quinientos libros. Hay una valiosa primera edición de Viento del pueblo, poesía en la guerra, de Miguel Hernández, con el sello del Socorro Rojo, y otros volúmenes con marcas de pertenencia a las Juventudes Libertarias, a hogares culturales, a bibliotecas de comandancias, batallones o compañías militares, o hasta a La Dona a la Reraguarda de Girona. Resulta entreñable leer marcas y mensajes en estos volúmenes que reflejan el orgullo que el movimiento obrero sentía por sus bibliotecas. Dos ejemplos: “Cuida el libro con el mismo cariño que el SRI te lo entrega”; “Los libros son fuente de saber. El Sindicato Nacional Ferroviario espera de tu cultura, trates bien este que pone en tus manos”.

Hay muchos libros dedicados a mano para personajes como Fernando de los Ríos, Margarita Nelken, Ramón J. Sender o Julián Zugazagoitia, lo cual permite rastrear el origen concreto del volumen. Dos ejemplos más: con la frase “A Don Francisco Largo Caballero, jefe admirable y esperanza del pueblo español en estas horas de heroica angustia, su amigo Pablo Suero” le dedica su obra España levanta el puño. O Emili Granier-Barrera, traductor de la primera edición catalana del Manifest del Partit Comunista, dedica el volumen al filósofo y pedagogo “Joaquim Xirau, exegeta subtil de Marx a Catalunya, amb la millor devoció amical”.

Aparte del castellano, en este Fondo de Literatura Marxista hay libros en francés (447), catalán (106), ruso (78), alemán (47), inglés (39), italiano (15) y un ejemplar en checo, en portugués, en danés y en árabe. Lo del libro árabe tiene su gracia. Los delirios censores del primer franquismo llevaron a condenar ese volumen en árabe titulado Propaganda roja, cuando en realidad documentaba la actuación de las tropas británicas en Palestina y Jerusalén en 1938. Era un rojo inofensivo, pero fue condenado a las llamas secas de este infierno militar.

Todas aquellas páginas vetadas habían estado, poco antes, al alcance de obreros y campesinos. Sin embargo, subrayan los autores, “el franquismo asumió con fervor el discurso de la jerarquía eclesiástica ultramontana y del conservadurismo más reaccionario sobre los libros y la cultura” y los apartó de las masas por el peligro que siempre entraña leer. Ya sea a Dostoievski, a John Reed o a Victor Serge. Ya sea Un patriota 100 por 100 del americano Upton Sinclair o La bolchevique enamorada de la soviética Alexandra Kollontai. Más de ochenta y cinco años durmieron secuestrados por el polvo y las tapas cerradas. Ahora, tras una temporada en el infierno, han vuelto a renacer.

II

Manual de la represión franquista para la destrucción de una cultura, en El País, Jordi Amat, 27 ene 2024:

Nueva documentación descubre cuál fue la actuación sistemática de la represión de la dictadura contra escritores y periodistas con argumentos políticos y morales y desmiente tópicos revisionistas

Si se tenía que llamar de nuevo a las puertas de la autoridad, se enviaba otra carta más. Desde finales de la década de los cuarenta, desde que Álvaro Retana recuperó la libertad, sus intentos fracasados con la censura de la dictadura franquista se contaban por decenas. En sus peticiones para poder editar había usado toda clase de descaradas estrategias y apenas habían servido de nada. Que si el autor del original era su hijo, que si el mismo texto ya se había publicado durante la dictadura de Primo de Rivera, que si no había nada de inmoral porque en el fondo buscaba la redención del lector mostrando el vicio, que si moralina, que si Franco, que la falsa y reiterada amenaza que le publicarían en América Latina. Y no, no autorizaban, pero él persistía.

Por entonces su popularidad ya solo era un sueño de hacía medio siglo, pero los recortes de prensa que guardaba de esa época dorada y los elogios de una crítica caducada seguían siendo el motor de una triste esperanza. En su día se había sentido como la primera celebrity gay de la cultura española, como un heredero de Oscar Wilde (así lo afirmaba él mismo). Mientras trabajaba como funcionario en el Tribunal de Cuentas, antes que lo depurasen durante la Segunda República, llegó a ganar 60.000 pesetas al año gracias a los más de cien libros que publicó. Nunca fue una cuestión de calidad, sino de popularidad: la fascinación por la variante turbia del sensacionalismo galante. Escribía novelas de quiosco que, entre el folletín y el morbo, exploraban territorios de moral y sexualidad heterodoxa. Hay sociedades que lo toleran y otras que lo reprimen.

La marginación de Retana en el franquismo, la que acaba de documentar José Martínez Rubio, es un espejo grotesco donde se refleja una perversidad mucho más peligrosa que la de los libros que la censura no le dejó publicar. Es el mundo que retrató Martínez de Pisón en la excelente Castillos de fuego. La homosexualidad estaba prohibida en la calle por ley y en el papel por una censura de moralización pervertida.

Todavía a finales de 1964, con 75 años, estaba desesperado. Volvió a escribir al Director General de Información. ¿Cómo podían prohibirle por tercera vez la obra La virtud de cristal si era una adaptación de Shakespeare? Y, como en otras ocasiones, hizo un informe sobre argumentos inmorales de obras que había visto representadas y que la censura sí había autorizado: “incesto de una madre y un hijo”, “otro incesto de dos hermanos”, “protagonista invertido”, “hermana, hermano y madre, enamorados de un profesor”, “adulterio, inversión sexual, etc” (La gata sobre el tejado de zinc), “prostitutas”, “amores y extravíos sexuales de una toxicómana, un tuberculoso y otro personaje igualmente tarado” (esta última era Largo viaje hacia la noche). En este caso logró lo que pretendía y doce años después del primer intento, lo consiguió.

Pero, a pesar de la revitalización del género del cuplé, que le permitió publicar de nuevo en prensa (con pseudónimo, claro), él ya estaba hundido. En su testamento diseñó la escenografía de su funeral. “Mi cadáver con el rostro cubierto por un pañuelo y envuelto el cuerpo en una sábana pues entre ellas pasé las mejores horas de mi vida”. Pero lo mejor sería el cartel que acompañaría al féretro: “A mis pies se colocará una cinta con los colores de la bandera española y un cartelito que diga: MIERDA PARA LOS QUE QUEDAN”.

Dura represión

“Debemos condenar y condenamos al procesado ÁLVARO RETANA Y RAMÍREZ DE ARELLANO, como autor de un delito de ADHESIÓN A LA REBELIÓN, con las circunstancias agravantes de perversidad y trascendencia de los hechos realizados, a la PENA DE MUERTE”. Así consta en la sentencia del procedimiento sumarísimo contra Retana dictada el 17 de agosto de 1939. El comodín de la rebelión, la obsesión enfermiza con la perversidad.

Había sido detenido cuatro meses antes por indicación del Marqués de Portago. Cárceles de Yeserías, Porlier, Conde Toreno, el Fuerte de San Cristóbal en Pamplona. El Consejo de Guerra que lo condenó, presidido por Pablo Alfaro Alfaro, no desaprovecho la oportunidad de señalar que se trataba de un “antiguo escritor pornógrafo”. La principal prueba en su contra había sido una carta que envió al jefe del SIM de Madrid durante la guerra civil. Se ofrecía para conservar en su casa material religioso incautado, por ejemplo una custodia que redecoraría con el retrato de una cupletista y tres rosas con los colores de la bandera republicana. Esa carta, en la que describía un sacrilegio entre infantil y mitómano, lo condenó. Pero dos meses después de haber sido sentenciado, la pena le fue conmutada: 30 años de reclusión. Finalmente el 18 de mayo de 1948, cuando ya estaba en libertad condicional, fue indultado. Empezó su lucha con la censura.

El franquismo contra Álvaro Retana tiene como base documental los 72 expedientes de censura que se conservan en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. La información sobre la peripecia penal la ha obtenido estudiando expedientes conservados en el Archivo General e Histórico de Defensa. Documentación de este segundo archivo es la base de Las armas contra las letras de Juan A. Ríos Carratalá, que el 20 de febrero acudirá la vista previa por la demanda interpuesta contra él y otras personas por el hijo de Antonio Luis Baena Tocón, secretario judicial del Juzgado Especial de Prensa que instruyó el procedimiento contra el poeta Miguel Hernández: una amenaza preocupante a la investigación rigurosa sobre la España contemporánea.

El historiador en el archivo. Años pidiendo expedientes que se están catalogando desde hace más de dos décadas, horas y horas leyendo diligencias, providencias, indagatorias, testimonios, autos, actas, sentencias o actuaciones judiciales. Datos, procesos, reconstruir lo ocurrido. No ganar una batalla perdida. Explicar qué ocurrió. Es un trabajo que recupera los nombres de víctimas y victimarios. No es un legajo excepcional que aparece en el Rastro. Datos y un patrón. La mecánica de la máquina. Sistematizando este material de archivo, Carratalá ha compuesto un estudio durísimo sobre derrotados que también perdieron en las historias de la cultura. Entre la burocracia represiva emergen decenas de periodistas perdidos y escritores olvidados, plumillas o dibujantes que no tuvieron la oportunidad de exiliarse o que decidieron quedarse en España porque no tenían las manos manchadas de sangre. Pero la máquina represiva, metódica, les destrozó su vida profesional. Y algunos condenados a muerte fueron rápidamente ejecutados, después de procesos judiciales sin garantías de ningún tipo.

Aspectos de la máquina de destrucción cultural del franquismo ya han sido bien estudiados. Josep Benet fue pionero en la descripción del caso catalán al mostrar la meticulosidad del desmantelamiento integral de todo un sistema cultural . El clásico de Manuel Abellán Censura y creación literaria en España es de 1980. Para la depuración académica sigue siendo referencia El atroz desmoche de Jaume Claret. Pero no existía una monografía sobre la represión pura ejercida sobre escritores y periodistas. La mina del horror era y es ese Archivo General e Histórico de Defensa. Carratalá evidencia ahora cómo el franquismo fue implacable a la hora de usar los consejos de guerra como estrategia para acabar con la libertad de expresión y así, sobre el temor y la muerte, afianzar la dictadura.

Tres casos

Los vecinos del número 30 de la calle Ríos Rosas demostraron un coraje cívico poco frecuente en la inmediata postguerra. Ellos también ser destacados porque fueron justos a pesar del terror. Avalaron al vecino del segundo izquierda en un escrito colectivo que ratificaron en el juzgado. “En varias ocasiones impidió que en esta casa hubiese que lamentar el menor desmán o abuso, ni sufriéramos los firmantes la más mínima molestia, a pesar de conocer nuestro ideario derechista y de saber que, con regularidad, se venían celebrando actos y reuniones religiosas en uno o varios cuartos del inmueble”. Pero al Juzgado Militar de Prensa le interesaron poco estos testimonios porque el secretario instructor adscrito buscaba pruebas para inculpar en hemerotecas y archivos incautados. No tardó en encontrarlas para procesar al caricaturista José Robledano Torres.

Las actas de la Asociación Profesional de Periodistas, por ejemplo. El 18 de octubre de 1936 se reunieron y, ante la amenaza del avance de las tropas insurrectas en dirección a Madrid, se nombraron comisarios de guerra: uno de ellos era Robledano. Y Chaves Nogales, que estaba allí, sería uno de los dos reunidos que se encargarían de organizar la aportación de aquel comité de guerra al Ejército Popular. Pero es que Robledano, “de antiguas y exaltadas ideas marxistas”, había publicado 21 dibujos en Claridad, “órgano de prensa de Largo Caballero”. El testimonio de un alférez durante la instrucción era contundente: “su labor no puede menos de calificarse como la más violente y soez que se ha hecho en un diario de España”. Pena de muerte conmutada gracias a la actuación de su mujer, que se encargó de sacar de la cárcel los dibujos que pintó su marido.

Nadie se preocupó por la suerte de Javier Bueno. Su acelerado periplo judicial es la “crónica de un fusilamiento anunciado”. A los cuatro días del fin de la guerra, fue extraído de la delegación diplomática donde estaba refugiado. Ojo con este detalle. Es una violación del espacio de las embajadas que, contra lo dicho por el relato revisionista, no se produjo durante el período republicano, pero sí se normalizó en 1939. Luego apaleado. Luego lo llevaron a la prisión de Porlier. Como se le consideraba en parte autor intelectual de la Revolución de Asturias, en su caso no faltaron los informes del delegado falangista en Gijón o del comisario de Oviedo. “En toda su actuación periodística ha demostrado ser uno de los mayores enemigos de España y de los más incondicionales al servicio de Moscú”. Fue condenado a muerte por adhesión a la rebelión. Fue fusilado el 27 de septiembre de 1939. Su causa fue incautada y su familia tuvo que trasladarse a un garaje. Por aquellos días su mujer seguía encarcelada por haber contraído matrimonio civil con el director de Avance.

Aunque sufrió una tragedia, el poeta Germán Bleiberg, detenido por una delación, sobrevivió. Su delito era haber recogido firmas, a los dieciséis años y durante su veraneo en Aranjuez, contra el golpista general Sanjurjo. Fue detenido en mayo de 1939, un mes después del suicido de su padre. En la cárcel colaboró en actividades de reducción de penas, como otros poetas que escribieron versos ensalzando a Franco y pueden leerse en el volumen Musa redimida. Y en su caso, más allá de cómo despotricó contra él la portera de la finca donde vivía, seguro que ayudó el aval del príncipe del fascismo lírico Dionisio Ridruejo. El documento se conserva en el expediente de Bleiberg. “Certifico que conociendo dicha persona mi ideología y filiación falangista no rehuyó mi compañía en ningún caso, ni cometió acto alguno que revelase una intención de desagrado para lo que pudiéramos llamar la posición nacional”. Salió de la cárcel de Alcalá de Henares en 1943 y no tardó en marcharse de España.

Son solo tres casos, pero la suma de Las armas contra las letras evidencia que no hubo piedad para los derrotados. La guerra continuaba. No hacía falta que hubiesen cometido delitos de sangre. La legislación de la victoria también tuvo como propósito la destrucción física de una cultura.

El último cuplé

El primer libro que Álvaro Retana intentó que le autorizasen después de haber sido indultado fue La Fornarina y su tiempo. El tema era la vida teatral de principios de siglo, centrada en géneros de revista. La protagonista era uno de los fetiches del autor, la cupletista Consuelo Vello Cano. En la inmediata postguerra ese género popular, del que él mismo había sido letrista, tampoco gozaba de prestigio alguno. En una conferencia sobre la educación de la mujer, Pilar Primo de Rivera dijo ellas debían aprender a cantar romances, canciones regionales o cantos gregorianos y así ellas “desechen de sus casas los horribles cuplés de moda”. Retana lo intentó en 1948, 1949, 1955, 1960. No eran un problema los amores de Fornarina con un famoso periodista. Era la atmosfera. “El libro arrastra barro, pero un barro de homosexualismo y de invertidos que da miedo. NO DEBE PUBLICARSE”.

Esa era la idea que la máquina de destrucción cultural del franquismo tenía sobre Retana. No importaba lo que argumentaba en las cartas que mandaba en las autoridades, cuando redactaba recursos o incluso introducía diálogos en rescrituras ensalzando a Franco o incluso a la censura. Nada. “Me parece imposible poner en circulación una novela cuyos protagonistas son hetairas, invertidos y viciosos, como esta que nos ocupa, por lo cual propongo que NO SE AUTORICE”. Más. “¿Qué hay en la producción de Retana, y concretamente en esta obra, que vaya más allá de la repetición temosa de un lamentable desfile de tristes chulos desvalidos y prostitutas jubiladas, que en sus grotescos desvaríos se tratan de marqueses y de embajadores para engañar la pobretería que les aflige?”.

Otro recurso y otra carta y otra petición. Y más indignación. A otros, a pesar de su pasado (Pérez de Ayala, Jardiel Poncela, Carrere) o a pesar de la moral de sus novelas (vaya con la última de Zunzunegui), sí les dejaban publicar. Su suerte profesional, más que la literaria, solo cambió en parte tras el estreno de El último cuplé (1957) protagonizada por Sara Montiel. Aquel género musical, cuyo ambiente era su auténtico mundo, volvió a popularizarse gracias a la película y aquel hombre desahuciado por la historia empezó a vivir de los royalties de viejas canciones con su letra. Esa era su principal fuente de ingresos cuando murió en 1970. Con el pseudónimo “Carlos Fortuny” colaboraba en ABC como erudito de la cultura del cuplé e intentó que, ahora sí, se autorizasen algunos de sus libros de historia.

El 8 de septiembre de 1958 entregó a censura la antología comentada Medio siglo de cuplés firmada por “Carlos Fortuny”. Con supresiones parecía que sí iba a autorizarse. Dos informes así lo señalaban, pero en uno de los dos otro funcionario añadió un comentario con un lápiz rojo: “Todo esto es mugre”. Pidió que se hiciese la consulta con el jefe de sección. Conclusión: denegado.

El franquismo contra Álvaro Retana. Escdritos inéditos, José Martínez Rubio Renacimiento, 2024 404 páginas. 23,66 euros

José Martínez Rubio

El franquismo contra Álvaro Retana

Álvaro Retana, escritor galante y celebridad gay de principios de siglo XX, se convirtió en el emblema de una nueva modernidad literaria, tan provocadora como popular y tan liberadora como problemática. Fue un escritor audaz, rebelde, escandaloso, con una mirada en la que la homosexualidad, o la bisexualidad aparecían en un tono hedonista y celebratorio, alejado de condenas morales o análisis psicopatológicos. Ya en el franquismo, Álvaro Retana desapareció de un sistema literario controlado manu militari por la dictadura y fue lentamente olvidado por un público que no pudo escapar a la modulación cultural producida de manera sistemática por las instituciones del régimen, con su pacatería y su crueldad, con su mediocridad y su sectarismo. Este libro recupera la figura literaria de Álvaro Retana en los años más oscuros de su vida. Retana llegó a publicar 16 obras entre 1939 y 1970, año de su muerte. Sin embargo, el escritor entregó a la censura hasta 55 títulos distintos, la mayoría de los cuales no ha visto la luz todavía. Este trabajo analiza e interpreta el afán de un escritor por sobrevivir a la dictadura, a través de los 72 expedientes de censura en los que quedaron atrapados la mayor parte de sus escritos. Este libro supone un intento por completar la visión de un escritor oscurecido e invisibilizado por el franquismo.

Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945), Juan A. Ríos Carratalá, Renacimiento, 2024, 416 páginas. 26,51 euros

Juan Antonio Ríos Carratalá

Las armas contra las letras

La Guerra Civil no terminó en 1939. El victorioso Ejército franquista protagonizó una represión que se cebó en colectivos como los periodistas, los escritores y los dibujantes republicanos. El ensayo analiza un conjunto representativo de los consejos de guerra seguidos contra quienes hicieron uso de la libertad de expresión y fueron condenados por el supuesto delito de rebelión militar. Los correspondientes sumarios muestran la voluntad de aniquilar al enemigo o buscar su muerte civil, así como el espanto de una farsa jurídica caracterizada por el cinismo y la mediocridad de unos vencedores ajenos a cualquier intento de reconciliación. La Ley de Memoria Democrática, del 20 de octubre de 2022, declaró estos consejos de guerra «ilegales e ilegítimos» y sus sentencias «ilegales y radicalmente nulas» (arts. 4 y 5). El ensayo ejemplifica las razones de esta calificación legal y evidencia que la relación entre las armas y las letras de aquella España no debe circunscribirse al período 1936-1939, pues la Victoria fue una nueva y cruel etapa de la guerra donde las armas franquistas buscaron la erradicación de las letras republicanas. «Los periodistas, junto con los políticos y los policías, fueron las 3 P de la más feroz represión franquista». Cristina Martínez, Información

sábado, 15 de febrero de 2025

Entrevistas y reseñas de la biografía de Julián Casanova sobre Franco, por Guillermo Martínez y José Andrés Rojo

 I Entrevista:

Julián Casanova, biógrafo de Franco: “En España, en 1945, sabían que la represión era una inversión de futuro”,  en La Marea, por Guillermo Martínez, 2 marzo 2025:

Una biografía para la gente que no sabe apenas sobre Franco. Ese es el propósito que se fijó Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, cuando comenzó a preparar una de sus obras culmen. La editorial Crítica acaba de publicar esta monografía que condensa cuatro décadas de investigación de Casanova en torno al franquismo. Como él mismo dice al final del libro, “tiene que ser posible, 50 años después, volver la vista a ese pasado y no buscar solo aprobación o condena”. En esta dilatada conversación, el historiador repasa algunos de los momentos decisivos de Franco y de la España más reciente.

No es fácil abordar en una entrevista la figura de Franco, que usted ha narrado de forma profusa y largamente documentada en su biografía de casi 500 páginas. Empecemos por el principio. ¿Cómo influyó en Franco su paso por África? En su obra afirma que aquello lo elevó a “categoría de héroe nacional”.

El caso de África y los africanistas solo se entiende en julio de 1936, ahí encuentran la culminación al embrutecimiento que venían experimentando. Jugaron tres factores cruciales. Pensaban que el desastre del 98 español había sido causa del liberalismo y la mala política; y que ellos necesitan otro tipo de políticos porque se sienten desamparados. Por otro lado, que Azaña eliminara los méritos de guerra como forma de ascenso hizo que todos reaccionaran. Ahí Franco ya llevaba muchos años destinado en África, y él siempre dijo que le dejó una huella indeleble.

Estamos ante una de las carreras militares más rápidas del ejército español en el siglo XX. Cuatro meses después de desembarcar en Melilla en 1912 fue nombrado teniente; el 1 de febrero de 1914 ascendió a capitán; en 1917, a comandante; en 1923, a teniente coronel; en 1925, a coronel; y en 1926, el 3 de febrero, con 33 años, era ya general de brigada. ¿Qué tenía Franco de excepcional?

Tenía una planificación de todo eso, aunque se da una reinvención de su figura después. África fue la universidad de Franco. Mientras muchos están en los despachos, él se hace con esa figura de hombre valiente y bravo. Es un ascenso común en otros militares que sí lucharon en la Primera Guerra Mundial, pero es extraño que eso pase con un español. Por eso, hay que ver a África como una guerra de brutalización y no solo colonial.

De todas formas, si Franco hubiera desaparecido en 1936, no hubiera quedado ni una biografía sobre él. Otros muchos militares ya tenían la suya propia, pero a Franco le llegan como hagiografías cuando ya es Generalísimo en las que le trataban como a un santo, y ya se sabe que los santos están predestinados desde el nacimiento a llevar la corona.

La llegada de la Segunda República en 1931 y las decisiones de Manuel Azaña crearon en Franco un sentimiento de desafección al nuevo régimen democrático. ¿Hasta qué punto esto impulsó la sublevación en 1936?

La reforma militar impulsada por Azaña es clave para entender la sublevación. Si ves el nombre de las calles tras la victoria de los sublevados, todo eran nombres de tenientes, coroneles o capitanes que en su mayoría habían pasado por África. Franco pensaba que la República había realizado un gran agravio, más allá del espíritu de cuerpo que pueda llegar a sentir. Luego vendría otra reinvención contra la República, como que era la antipatria y que quería romper la unidad de España. De hecho, en las proclamas de los pronunciamientos militares del 36 no aparece ninguna mención a la religión, aunque poco después la Guerra se torne en cruzada. Esa es otra reinvención.

Sobre esto que comenta de la cruzada, dice que “obispos, sacerdotes y religiosos comenzaron a tratarlo como un enviado de Dios para poner orden en la “ciudad terrenal” y Franco acabó creyendo que, efectivamente, tenía una «relación especial con la divina providencia”. ¿Los españoles realmente lo vieron como el nuevo mesías?

Caló bastante porque la Iglesia hizo mucho por ello. En mi monografía La iglesia de Franco expliqué cómo se elaboró la teoría de la cruzada, que fue una simbiosis entre catolicismo y militarismo al principio, y luego entre catolicismo y fascismo hasta 1945. También hay que ubicar este fenómeno en su contexto y como una reacción al anticlericalismo, otro de los ejes fundamentales de la historia de la España contemporánea.

«El fascismo es como una religión política, y Franco la va llenando con ritos muy importantes que conectan con la tradición de muchas personas»

Elevar un golpe de Estado que provoca una Guerra Civil a concepto de cruzada solo puede pasar si alguien lo legitima, y eso lo hizo la Iglesia. Para mí, la imagen más clara de eso es la cesión por parte de la Iglesia de su Palacio Episcopal en Salamanca, donde Franco tuvo su primer cuartel general. El fascismo es como una religión política, y Franco la va llenando con ritos muy importantes que conectan con la tradición de muchas personas. Yo diría que a la altura de 1939 ya es un mesías para muchos.

El 19 de abril de 1937 promulgó el decreto de unificación entre Falange y los Tradicionalistas. Boina roja carlista y camisa azul falangista pasaba a ser el uniforme oficial, y se institucionalizó el saludo romano. Se creaba el partido único. ¿Esto significó una forma de quitarse del medio a posibles competidores por el poder? En sus manos quedaba ejército, iglesia y el partido.

Serrano Súñer le hizo saber a Franco que necesitaba un estado a la italiana y la alemana, con una construcción administrativa coercitiva, y en la política para eso se necesita un partido único. En abril de ese año Franco ya ha visto que militarmente no es bueno tener un poder por debajo en forma de requetés y milicias falangistas, por lo que se decanta por la militarización de la política y la creación de un partido milicia. Es paradójico también porque este partido llamado a ser de masas lo crea sin ellas, a diferente de Italia y Alemania, aunque llegarán tras el triunfo de la Guerra.

La paz de Franco transformó la sociedad, destruyó familias enteras, rompiendo las redes básicas de solidaridad social, e impregnó la vida cotidiana de miedo, prácticas coercitivas y de castigo”, comenta en la biografía. Al mismo tiempo, el régimen levantó más de 100 campos de concentración estable con 500.000 prisioneros de guerra en espera de ser clasificados, reeducados y castigados. ¿De dónde procedía tanta venganza hacia los perdedores?

En parte, es fruto de la contemporaneidad. En todos los países fascistas se destruye claramente a la izquierda. Si la universidad fue África, para Franco la tesis doctoral es la Guerra Civil, donde dejaron bien claro que ante cualquier intento de negociación, la rendición incondicional es la única salida. En el libro me detengo en explicar cómo esa venganza llegó hasta el último momento de la dictadura, y también intento desterrar esa idea de que los dictadores no estaban en la parte sucia de la historia, manchados de fango, como también se intentó dar a entender de Stalin o Hitler. En España, en 1945, sabían que la represión era una inversión de futuro.

Justo ese año el dictador promulgó la Ley de Referéndum, la cuarta de las Leyes Fundamentales de la dictadura. Se convirtió en regente vitalicio de una monarquía sin rey. ¿Cómo se desarrolló la relación entre el franquismo y la monarquía a lo largo de la dictadura?

Al principio de la dictadora hay algunos monárquicos en España que piensan que debe ser don Juan quien ocupe el trono. En cambio, Carrero Blanco y Franco lo dejaron bien claro desde el principio: o se estaba con ellos o contra ellos. En 1945 y 1946, don Juan todavía tenía algunas posibilidades de hacer algo, pero muy pronto pactan que su hijo será educado e irá a las academias militares en España.

Más tarde, con la llegada del Opus Dei, Laureano López Rodó dirá que a partir de entonces se emprendió toda una larga marcha hacia la monarquía, que en ningún caso estaba previsto en el guion que fuera liberal. 

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, España se convirtió en refugio placentero para nazis perseguidos por las fuerzas aliadas. ¿Le pasó factura al dictador el haber recibido apoyo y haber apoyado un régimen cuyo objetivo era el exterminio de los judíos?

Nunca le llegó a pasar factura, ni a nivel social ni internacional, porque el anticomunismo protagonizó las alianzas muy pronto tras el término de la Segunda Guerra Mundial. En 1953 se firmaron los pactos con Estados Unidos, y también llegó el Concordato con el Vaticano. El mismo Franco lo dijo cuando lo consiguió: “Al fin he ganado la guerra”.

Para aquellos años, la costa mediterránea de España se había convertido en el paraíso para auténticos criminales de guerra que estuvieron detrás del Holocausto y las políticas de exterminio en muchos países. La Iglesia salvó a muchos de ellos por ser católicos, sobre todo croatas y eslovacos.

En la biografía señala que Franco “sabía que la corrupción a escala masiva garantizaba lealtad y fidelidad personal”, y que “eligió las armas antes que alimentar a la población”. ¿Era realmente el franquismo un régimen de orden y disciplina?

Lo era, pero también de autovigilancia. Una vez despejado el camino mediante la represión, vendría la delación. Una casa cualquiera en Madrid ya no necesitaba policía para saber si ahí vivía algún rojo, porque los vecinos lo comunicarían.

Años antes de 1960 entraron los tecnócratas del Opus Dei al Gobierno. ¿Cómo sacaron de la bancarrota al régimen?

Carrero le dijo a Franco que la única forma de salvar la economía era racionalizar la administración e introducir cambios, y hacer caso a instituciones internacionales tachadas antes de liberales y masonas, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo.

Realizan un Plan de estabilización muy duro que crea una migración hacia el exterior muy fuerte, la gente se aprieta el cinturón y el PIB crece como consecuencia de las profundas desigualdades. Nadie dudó de que esta liberalización de la economía y modernización no traería ningún cambio en la estructura política, y así ocurrió.

No hay que infravalorar el desarrollismo porque les permitió reinventarse de nuevo. Primero habían desterrado el comunismo de España, y ahora era el momento de cambiar la alpargata por el coche, el estraperlo por la televisión, la miseria por la nevera.

Mucha gente defiende hoy la dictadura precisamente por este cambio en la economía.

Eso es lo que utilizan algunos para decir que el franquismo fue mejor que la democracia actual, porque todo lo demás lo vendieron como necesario. El golpe era legítimo y provocado por los desmanes de la República, la Guerra Civil era necesaria, y luego hubo que poner orden. Más tarde llegarían los pantanos y la Seguridad Social, y el desarrollismo. A la gente le funciona pensar eso y con eso es con lo que se quedan.

En los años 60 comenzaron las movilizaciones estudiantiles por opositores que no habían vivido la Guerra Civil, y los llamados “curas rojos” utilizaban sus prédicas para alentar al pueblo. El régimen no comprendió muy bien cómo hijos de los vencedores podían ser opositores, pero lo que más le fastidió a Franco fue la disidencia en la Iglesia. La modernización no solo trajo liberalización, sino asociaciones de vecinos, luchas de las mujeres… Y eran movimientos que no querían la revolución, sino alcantarillas y unos barrios obreros dignos. También se da un éxodo a la ciudad. Hay 3,5 millones de personas que van al extranjero a trabajar, pero 5,4 millones de personas cambian del mundo rural al urbano. En los pueblos la gente estaba controlada, en las ciudades ya no tanto.

Después llegó un repunte de ETA y la conflictividad laboral con “huelgas que derivaban en enfrentamientos con la Policía y con muchos huelguistas torturados y en la cárcel”. ¿Cuándo se empieza realmente a resquebrajar el régimen?

Lo hace en 1969, cuando estalla el caso Matesa. Ahí hay un repunte del sector falangista que reacciona contra los tecnócratas y denuncia un caso de corrupción relacionado con el Opus. Carrero decide hacer una limpia y, en contra de lo que parecía, echa a todos los falangistas del Gobierno. Ese año también culminan las nuevas Comisiones Obreras, los curas rojos, y ETA ha comenzado a matar. Se da una conflictividad importante que no deja de crecer hasta el asesinato de Carrero en 1973.

Desde el exterior siguen con mucho detalle lo que sucede, y sobre todo a Estados Unidos le preocupa la posterior caída de Salazar en Portugal y la Dictadura de los Coroneles en Grecia.

Pero el régimen siguió reprimiendo.

Para entonces todavía nadie estaba pensándose cambiar de chaqueta, así que la represión continúa. Se ve en el Tribunal de Orden Público, que desde 1974 a 1976, porque desapareció en enero de 1977, tiene más expedientes de depuración abiertos que en todos los años que había estado vigente desde su creación a finales de 1963.

«Pensar que los defectos de la democracia son herencia del franquismo y la Transición me parece mucho decir si uno analiza la historia más reciente de España. Yo no soy partidario de pensar que hay un pecado original en la Transición que seguimos pagando medio siglo después«

Por último, este 2025 se conmemoran los 50 años del fallecimiento de Franco. Medio siglo después, ¿hasta qué punto considera que la democracia actual en España es heredera de la dictadura?

Aquí quizá yo tenga una apreciación algo diferente a la mayoritaria. Pienso que la Transición fue muy difícil, que no fue inmaculada, que se hizo desde arriba y hubo conflictos, muertos y tensiones que modelaron toda esa época. Con la democracia y la entrada en la Unión Europea, la sociedad civil y política ya ha tenido muchos años para que haya cambiado eso.

Pensar que los defectos de la democracia son herencia del franquismo y la Transición me parece mucho decir si uno analiza la historia más reciente de España. Yo no soy partidario de pensar que hay un pecado original en la Transición que seguimos pagando medio siglo después. Me parece que el presentismo es más poderoso que la historiografía, y vivimos en un momento en que, en lugar del conocimiento, se estimula la ignorancia y es fácil decir simplezas y volver a consignas que yo pensaba superadas.

II Reseña:

Julián Casanova, historiador: “Lo bueno que hizo Franco lo hicieron las democracias sin tortura ni pena de muerte”, José Andrés Rojo, en El País, suplemento Babelia, 14-II-2025:

El catedrático de Historia Contemporánea publica una nueva biografía del dictador, un sólido retrato que muestra desde su paso por África y la ayuda de Hitler al inicio de la Guerra Civil hasta el esencial papel de la Iglesia en el régimen

Dice Julián Casanova (Zaragoza, 1956) que la historia conduce “por muchas calles y direcciones” y que solo se entiende a través de una “indagación profunda” en los hechos del pasado. En Franco, Casanova construye un retrato del dictador para el siglo XXI en casi 400 páginas con 30 capítulos breves y muy ágiles, que ha completado con un álbum fotográfico que da cuenta de los personajes que lo rodearon, una rigurosa cronología y un amplio comentario bibliográfico. Hay algo en Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, que lo convierte en una rara avis dentro de su oficio: los largos periodos de tiempo que ha enseñado fuera de España, en Estados Unidos pero sobre todo en Budapest y Viena en la Central European University, y su afán por intervenir en la discusión pública, ya sea en las redes o en los medios de comunicación tradicionales. Ha estudiado y escrito sobre el anarquismo, la República o la Guerra Civil, pero también sobre Europa rota tras la Gran Guerra, la Revolución Rusa o la violencia que ha marcado el siglo XX. Dice que “es posible explorar el pasado sin buscar una condena o una absolución”: “No se puede poner a nadie en una sala de juicio porque la bondad o la maldad de los personajes no es un concepto histórico”. De Francisco Franco comenta que “no fue un personaje carismático”, pero que frente a otros, que sí lo fueron, murió en su cama y tuvo un entierro faraónico, “y habrá que explicar por qué”.

Pregunta. ¿De dónde viene Franco?

Respuesta. Nace en 1892 en una familia gallega que estuvo largo tiempo vinculada a la Armada en un momento en que España ha perdido las colonias y en la que pertenecer a la Armada ya no supone ninguna gloria. Su padre, que abandona a la familia justo cuando él inicia sus estudios en Infantería, no es nunca una referencia en su vida; su madre es para él la bondad. Su formación es la típica que hubiera tenido en la Galicia de finales y principios de siglo un hijo de militares, una mezcla de tradición castrense y catolicismo. Nada extraordinario hubiera sucedido si Franco no pasa por África.

P. ¿Es entonces África una de las claves?

R. Me di cuenta de que todos los dictadores de su época habían pasado por la I Guerra Mundial, y él no. Y África fue para él algo muy similar a aquella experiencia. Franco ha dicho que la Academia Militar de Toledo, a la que entró en 1907, hizo de él un hombre, y su hija ha recordado que allí sufrió humillaciones. A África llega en 1912, tras salir de la Academia con un expediente poco prometedor, y está hasta 1926, y le deja una huella indeleble.

P. ¿En qué sentido?

R. Entendió que allí se estaban partiendo el pecho por la patria y los políticos los tenían abandonados, y empezó a inventarse un personaje que se sostenía en el heroísmo, en el “todo lo hago por mi patria”. Ascendió de manera rapidísima por méritos de guerra.

P. Llegó a ser general con 33 años.

R. El ascenso rápido por méritos de guerra es importante para entender el odio que le tuvo a Azaña cuando en su reforma militar echó abajo este tipo de promoción. También lo odió por cerrar la Academia General Militar, que creó la dictadura de Primo de Rivera y de la que Franco fue director. Ahí entramos ya en la zona de los agravios. Los fue acumulando y los irá soltando a lo largo de su vida, y puede hacerlo porque llega a tener un poder con el que nunca había soñado.

P. ¿En qué momento lo obtiene?

R. Sin el golpe de Estado, tal como le salió, porque él no era el principal de los implicados, y sin la guerra, tal como le empezó a ir a partir de octubre, cuando fue elegido por los suyos jefe del Gobierno del Estado español, Franco no hubiera sido tan importante. Antes de 1936, solo era un héroe de guerra más, el general de división más joven de Europa.

P. ¿Qué importancia tuvo que al inicio de la guerra fuera quien contactó con Hitler?

R. Sin estar en Marruecos, la carta que le envía a Hitler nunca hubiera existido. Tuvo acceso a algunos alemanes allí que le permitieron llegar a él. Cuando su emisario llega a ver al Führer con la carta no le dice que se la envía Franco, sino un general español que está en dificultades tras dar un golpe de Estado contra la revolución. Y es entonces cuando Hitler muestra interés. Ya lo había explicado Preston: el ascenso a la cúspide del poder de un nadie más que nadie se produce porque sabe jugar la carta de la internacionalización y consigue pasar las tropas por el Estrecho y la ayuda de Hitler. Dos semanas después de empezar todo, alemanes e italianos ya se han puesto de acuerdo para que todas las armas pasen por Franco. Mola, Queipo de Llano y los demás quedan descartados. Tras la toma del Alcázar, que le da fama, empieza otro Franco.

P. ¿El Franco político?

R. En Zaragoza, en la Academia, con los múltiples agasajos que recibe, empieza a ver la miel del poder político. Que, claro, tiene que estar subordinado al poder militar. Y ya no piensa en otra cosa.

P. ¿Qué significa su victoria?

R. Que no tiene que demostrar nada. A él lo quieren porque ha ganado la guerra y librado a España de los comunistas.

P. ¿Qué tipo de régimen y de personaje construye durante la guerra?

R. Cuando se convierte en el jefe se da cuenta de que los militares rebeldes no tienen ningún plan. Serrano Suñer le dice que gobierna un Estado campamental y que necesita un Estado moderno: nazi, fascista, con un partido único. Franco tiene que conjugar la tradición militar de la que viene con el muy importante peso del catolicismo que lo apoya y con una fuerza nueva, la de Falange, que no ha llegado a ser un partido de masas. Franco fue construyendo su régimen mientras guerreaba.

P. ¿Y eso qué importancia tuvo?

R. Le permitió darse cuenta de la importancia de la religión y de los ritos. No solo sirve la propaganda, hacen falta los rituales. Y los ritos se realizan en torno a los mártires. Es lo que Gentile llama la religión política del fascismo. Los mártires empiezan a aparecer por todas partes, y los lugares de memoria.

P. Tras el final de la II Guerra Mundial, Franco se reinventa de nuevo.

R. El fascismo y la Iglesia, esa combinación para mí es la clave, y repartir juego, sin olvidar a los militares que estuvieron con él. Sabe que, por mucho fascismo y por mucha Iglesia, sin los militares que están a su lado no va a durar nada. Son los tres grandes ejes que van a marcar la historia de España. Cuando uno de ellos tiene que desa­parecer, con la derrota del fascismo en la guerra, Franco recibe de Carrero Blanco un informe en el que le dice que desde fuera no los van a echar, así que de lo que se trata es de mantener el orden y aguantar.

P. ¿Qué ha ocurrido mientras tanto dentro del país?

R. Franco se ha dedicado seis años a limpiar España y ha liquidado al enemigo interno, que está en el cementerio o en el exilio. Franco consigue en la posguerra, en medio del hambre y la represión, explicarle a la gente que él no tiene nada que ver en todo eso. Y consigue también transmitir que la monarquía que don Juan representa es la monarquía liberal que ha llevado a España a un fracaso rotundo, así que hace bien en saltarse la línea dinástica. Y conservar el poder.

P. ¿Cómo lo consigue?

R. La parte más sucia de las dictaduras no la llevan los dictadores. Kershaw, en su biografía de Hitler, inventó un término que yo lo aplico a Franco: “En la dirección del Führer”. El Führer no tenía que recordarle a nadie lo que tenía que hacer. Y lo mismo pasa con Franco.

P. Dice que los años cincuenta son la edad dorada de la tiranía.

R. Le doy mucha importancia a la guerra de Corea. Es el punto de inflexión que les permite a los poderes occidentales darse cuenta de que la Unión Soviética fue un aliado contra el fascismo pero que en ese momento es el enemigo. Franco lo capta de inmediato. Ese cambio es clave; el otro es el amigo americano. Que entiende que Franco más Salazar más lo que ocurre en Grecia son decisivos para controlar el Mediterráneo. El año 1953 es clave: se firma el concordato con el Vaticano y los acuerdos con Estados Unidos. Sabe que ya nadie lo va a tocar y, a partir ahí, ancha es Castilla. Para la corrupción y para todo.

P. ¿Qué ocurre con la llegada del Opus Dei al poder a finales de los cincuenta?

R. El Opus, desde un enfoque weberiano, hizo en un país sin protestantismo lo que produjo la ética protestante: racionalizar la Administración y el Estado para modernizar el capitalismo, y lo hizo sin abandonar el autoritarismo.

P. ¿Y los sesenta?

R. Conseguir aguantar con los grandes cambios que se producen entonces tiene mucho mérito. Además de recurrir a la represión, deja trabajar a la gente del Opus y, además, se produce una edad dorada del falangismo con gente del Movimiento tipo Fraga. Hasta que en 1969 sale a la luz Matesa, y se airea un caso de corrupción que toca a la Falange: el régimen se parte por arriba. Todos los estudios de las dictaduras muestran que estas solo caen por las luchas internas entre los que mandan. De la dictadura saco una conclusión clara: todos los personajes que rodean a Franco son masculinos, y tienen una doble moral. De los 119 ministros que tuvo, no hubo ninguna mujer, pero tampoco en la vida personal tenían relevancia: en las cacerías se sentaban en otro sitio, no comían con los hombres. Era una mentalidad cuartelera, pero pasada por África. Había misoginia en la forma de gobernar, en las leyes, en el desprecio y la subordinación de la mujer.

P. ¿Y la oposición?

R. Antes de la aparición de Comisiones Obreras, la oposición está en la catacumba. El sindicalismo clásico de la UGT y la CNT y los partidos políticos están desmontados, tienen un miedo terrorífico. Lo que surge es una nueva mentalidad que ya no va a luchar para echar a Franco y hacer la revolución. Esto lo captó Santos Juliá, lo captó Javier Pradera. Los nuevos eran gente de izquierda, pero ya no peleaban por la conquista de la Bastilla. Con un ejército unido, eso no se puede hacer. La verdadera oposición estaba en las asociaciones vecinales de barrio, en los curas obreros que por primera vez hablan de socialismo, en CC OO y en una decena de grupúsculos revolucionarios maoístas que aún creían que se podía hacer algo. Pero se veía que no iba a poder ser.

P. A Franco se lo defiende diciendo que fue un modernizador.

R. Que haya hoy quienes desde la ultraderecha quieren revitalizar a alguien que ya la mayoría de la gente sabía que no había hecho ningún bien a la historia de España, me permite creer que una biografía como esta pueda servir para hacer pensar. Hacer pensar, no adoctrinar. La gran peculiaridad de nuestra historia es que durante las tres décadas en las que en la Europa occidental se consolida la democracia y el Estado social de derecho, España está fuera de eso. Si Franco hubiera muerto en 1945, hoy sería recordado como un fascista.

P. ¿Hasta cuándo se mantuvo la represión?

R. Hasta el final. El Tribunal de Orden Público, el TOP, se crea en 1963 y se disuelve en enero de 1977. Todas las cosas buenas que hizo Franco las hicieron las democracias occidentales sin necesidad de torturas, de cárcel, de políticas de exclusión, de penas de muerte. Si la democracia no sabe explicar estas cosas, eso es otro problema: la historia sí lo hace.

P. Su biografía de Franco aparece en el contexto de una ácida polémica sobre los actos programados para celebrar su muerte.

R. Creo que 50 años después de la muerte de una persona que estuvo 40 años en el poder y que marcó la vida de España es un buen momento para explicarles a los ciudadanos muchísimas cosas. La fecha merece una conmemoración y que la gente pueda saber qué fue la dictadura de Franco. Un Gobierno, socialista o no, democrático no debe tener en 2025 ninguna duda sobre esto. Tenemos una peculiaridad, y no está en Sánchez, sino en un PP que nunca va a participar en esto, en una derecha que no ha sabido abordar nunca con libertad un pasado que también perteneció a la derecha de otros países europeos. Podría mirarse en Adenauer, en la democracia cristiana, para entender que a estas alturas todo lo que sea fascismo o autoritarismo no vale.

Franco, Julián Casanova, Barcelona: Crítica, 2025, 528 páginas. 22,90 euros.