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martes, 18 de noviembre de 2025

Inventario de las interjecciones del español

 abajo

abracadabra

abur

acción

achachay

achalay

adelante

adentro

adiós

adiós mis vacaciones

afuera

agua y resina (aguantarse y resignarse)

agur

ah

ahijuna

aire

ajá

ajajá

ajajay

ajo

ajo, agua y tomate (acortamiento de a joderse, a aguantarse y a tomárselo con calma)

ala / hala

albricias

aleluya

alerta

al habla

alirón

aló

alto

a más ver

amalaya

amén

anda

anda la osa

Ángela María

ánimo

ah

ah del castillo

ah la juventud

ahí va

ajo

ajo y agua

ar

aro

arrarray

arre

arrea

arriba

arsa

arsa pilili

ascuas

atatay

atchís

atención

atiza

atrás

aúpa

auxilio

ax 

ay

ayayay

ay de mí

ay de ti

ay madre

ay mamita

ay mamacita

a ver

bah

bang

banzai

barajo

bárbaro

basta

bingo

bla

blablablá

bravo

buaaa

buah

buen día

buenos días, tardes

buen provecho

buu

buenas

buenas noches

bueno

buf

bum

ca

cabalito

cachís

caguendiós

cagontó

calma

canastos

caracho

caracoles

carajo

caramba

carambola

carape

caray

caray con

cáscaras

cáspita

cataplum

catapum

ce

chachi

chachi piruli

chao

chapó

chas

chau

che

chévere

chin-chín

chisss

chist

chitón

cho

chucho

chus

cielos

cielo santo

claro

clo

coche

cochi

cojones

cómo

cómo no

cómper (abreviatura de con permiso)

concho

con Dios

contra

coño

corcho

córcholis

crac

Cristo

cuchicuchi

cuenta

cuidado

cuidado que se lo repetí

cuz, cuzcuz

demonio

demontre

de nada

Deo gracias

desde luego

desde luego que

despacio

diablo

diantre

dichosos los ojos

dingdong

Dios

Dios bendito

Dios me valga

Dios mío

Dios nos guarde

Dios nos libre

dulces sueños

ea

eh

ejem

ele

en absoluto

encantado

en fin

enhorabuena

entonces

epa

épale

equilicuá

estúpido

eureka

evohé

exacto

faltaría más

fantástico

favor

feliz Navidad

fir

firmes

fo

formidable

forte

fuera

Gerónimo

graaa...

gracias

gracias a Dios

gua

gualá

guarda

guarte

guay

guay del Paraguay

guau

ha

hala

hale

he

hecho

hey

hi

hin

híjole

hola

hombre

hopo

hosanna

hostia

hostias

huesque

huiche

Huichó

huifa

hum

hurra

huy

huy el auto

iuju

ja

Jajajá

jajay

jaque

jaque mate

jau

Jesucristo

Jesús

Jesús bendito

Jesús, María y José

jo

jobar

joder

jolín, jolines

jope

jopelines

jopo

josús

justo

justito

lagarto lagarto

la madre que lo parió

la madre que lo trajo

la puta madre

largo

lástima

la Virgen

lechugas

leñe

listo

lo que faltaba

macanudo

madre de Dios

madre del amor hermoso

madre mía

maldición

maldita sea

malhayas

mamola

marramiau

mecachis

mecachis en la mar

me cago en

me cago en diez

me cago en todo

me cago en la leche

miau

mierda

milagro

mil disculpas

mine

mira

mira por dónde

mira que eres tonto

mondo

moste

mucho gusto

mujer

mutis

muú

nanay

narices

ni cagando

ni qué...

ni qué leches

ni hablar

ni hablar del peluquín

ni soñando

ni loco, muerto, borracho, de broma, por asomo, por casualidad

no faltaba más

no fastidies

no hay de qué

no las merece

no lo sé, Rick, parece falso

no me digas

no me jodas

nota bene

no te...

no te jode

no te joroba

ñam

ñam ñam

oh

oh Dios

oh sorpresa, maravilla, cielos

oiga

ojalá

ojo

ojo avizor

ojú

ok

okay

ole

olé

opa

órdiga

oxte

ostras

ostras Pedrín

ox

oxte

oye

ozú

paciencia

padrísimo

paf

pam

pardiez

palabra

palabra de honor

paso

patata

pena, lástima de universidad

pelillos a la mar

perfectamente

perfecto

permiso

plas

plis-plás

pobre

porca madonna

por estas

porfa

por fin

por las barbas de

por los clavos de Cristo

por mis cojones

porsupu

por supuesto

presente

pchs

pse

pst

puaf

puaj

pucha

pues sí que

puf

puff

pum

pumba

puñeta

qué

que aproveche

qué cojones

que Dios te bendiga

quedo

qué duda cabe

qué leches

¿qué lo que? (acortamiento de qué es lo que pasa)

qué rayos

que te den

que te jodan

qué va

quia

quíta, quita

quiúbole

ratatatá

rayos

rayos y centellas

recórcholis

rediez

rediós

salud

salute

salve

sanseacabó

santa Madre de Dios

seguro

señor

sniff

silencio

sip

sipi

so

socorro

sopla

sorpresa

suerte

sus

sus y al toro

ta

tarará

tararira

tate

toc toc

todo lo contrario

toma

toma ya

tranqui

tu madre

tu padre

tururú

tus tus

uau

uf

uh

ui

upa

ups

uste

uy

uyuyuy

vae...

vale

válgame Dios

vamos

vaya

vaya con

vaya lío

vaya por Dios

vaya que nos ha sacado los cuartos

vaya que sí

vaya si nos ha sacado los cuartos

vaya usted con Dios

venga

venga ya

velay

velay el muchachito

velay con el muchachito

verdad

vete a saber

victoria

Virgen santa

vítor 

viva

vive Dios

vualá

ya lo creo

ya quería

y dale

yey

y listo

y ya está

y punto

y un cuerno

y un rábano

yupiii

y vuelta y dale

za

zambomba

zapateta

zape

zas

zasca

viernes, 7 de noviembre de 2025

Argot carcelario venezolano

 El submundo carcelario venezolano, y el de su mafia o tren de Aragua, tiene sus propias reglas y, por tanto, un lenguaje particular. Se necesita conocerlo para entender algunos de sus valores y comportamientos. Copio un diccionario de su habla carcelaria y un texto con ella que sirve para ilustrarla:

I

 Diccionario de la PRAN Academia española, por Tamoa Calzadilla, 19/08/2014:

A

 – Achicharrao: es un preso que no recibe visita, que no le importa a nadie. 

Alta: máximo gobierno, los luceros del alto gobierno son pranes de otras secciones

B

Base: atestiguar y argumentar contra alguien que está en “tela de juicio”.

Batanero: el que roba dentro de la cárcel. El castigo es apuñalarle las manos varias veces. Las marcas, mal cicatrizadas por lo general, lo persiguen a donde es trasladado. Al verle las manos cualquier preso sabe que es un batanero.

Beta: un sector que es gobernado por un carro.

Boca cosida: cuando un preso acaba de ser traslado y se siente en desventaja o quiere protestar por esa otra condición, se cose los labios y declara huelga de hambre y “brazos caídos”. Nadie puede arremeter contra esa persona

Bugui: es una carpa, cuarto especial, hecho de pura tela, que cuesta unos 5 mil bolívares.

C

Caleta: escondite de armas y dinero en efectivo

Carro: gobierno dentro de la cárcel, ajeno a guardias, custodios y director. Los cambios de carro son golpes de Estado, que se producen en reyertas con muertos y heridos. Un pran deja de serlo cuando es asesinado por otro que ocupa su lugar con otros luceros.

Castigos: la idea es provocar sufrimiento: “puñaladas sobre puñaladas, tiros sobre tiros”. Abren heridas sin cicatrizar. Pueden aplicar el “reventarle las piernas”, que es dispararle en ambos miembros inferiores; “guindar”: cuelgan con una soga al cuello a alguien hasta que casi desfallece. Solo en ese momento lo sueltan.

Centrales: se denominan así a los reclusos que llegan trasladados de cárceles cercanas a Caracas, como Yare o El Rodeo. Están en desventaja delante de los oriundos del sector a donde llegan, que serían los guaros, llaneros, orientales, y otros.

Causa: con esta palabra denominan dos cosas clave. Una causa o varias “causas” son sus compañeros de delitos (cómplices de la fechoría que son procesados en un mismo expediente). Pero también es una causa lo que el preso paga periódicamente al pran y su “carro” por vivir en ciertas zonas y disfrutar de algunos “privilegios”; por ejemplo, los que venden chucherías y drogas deben pagar por eso. Una causa especial es lo que pagan adicional para una celebración del Día de la Madre o por colocar unos cajones para la discoteca.

Cincuenta cincuenta (50-50): es un balazo en el centro del estómago; “si te mueres, te moriste y si vives, aprendes que tienes que pagar a tiempo”.

Cochinos: en algunas cárceles hay corrales con inmensos cochinos a quienes se les lanzan pedazos humanos para desaparecer un cadáver. Al día siguiente, en el pase de número, presos dan la vuelta de la fila para volver a ser contados y que nadie note la falta. Al cabo de un mes, algún privado de libertad se le acerca a un guardia y les informa de una supuesta fuga la noche anterior, para justificar la falta.

Chigüireo: humillación, vejación, incluso con las visitas.

Chocones: los presos que no siguen rutina o “la manchan” a cada rato.

F

Falsa: Es un cacho. Aquella mujer que va de visita y se une sentimentalmente a un recluso que ya tiene mujer. El castigo para ellas se produce una vez termina la visita. Afuera, las “punteras” pueden apuñalarlas, cortarles el cabello y desnudarlas.

G

Garita: lugar desde donde los reclusos cuidan armados, por guardias periódicas, que nadie “se coma la luz” a ninguna hora del día y la noche. El que se duerme en una garita, se muere.

Gandules: también denominados “brujas”, “escoria”, “basura”, se drogan todo el día. No respetan reglas.

L

Lírica: un chisme que corre entre la población y puede traer problemas graves para sus protagonistas. “Se borró la lírica” es que se acabó el chisme después de una “tela de juicio”.

Luceros: secundan al pran, conforman con él un sistema de gobierno que se llama carro.

Luz: una regla. Comerse la luz es irrespetarla. Delito que puede costar la vida instantáneamente.

M

Malandreo: El grupo de reclusos que no quieren trabajar. Sin embargo, las mujeres del grupo de “trabajadores” y del “malandreo” pueden ser amigas y unirse en algunas causas, fuera de la cárcel.

Mancha: faltar a la rutina es un error que puede costar la vida. “Mancharla” es desobedecer las leyes carcelarias que imponen los presos.

Melaza: Es la sangre. Uno de los códigos es que el recluso puede golpear a su mujer lo que quiera; pero si le saca melaza recibe castigo.

 N

Número: todos los días, las autoridades oficiales del penal pasan número y revisan que no falte un privado de libertad. Los custodios los hacen enumerarse y pasar frente a ellos para ser contados. El pran de cada letra decide si el preso puede bajar a contarse o debe sacar la mano por la ventana. Hay números que se pasan con nombre y apellido, cuando se sospecha de alguna fuga o muerte. En ese caso, se llama por número, nombre y apellido y cada recluso en su turno responde “¡Preso!” y levanta la mano (en lugar de decir “presente” dicen “preso”.

O

Orden cerrado: imposición nueva en el sistema carcelario por parte del ministerio, les dan formación militar e ideológica, los obligan a cantar himnos a favor del gobierno, Chávez y la revolución. Repiten consignas, les dan principios, doctrina, cantan a favor del socialismo, marchan, dan vueltas con pasos redoblados.

P

Pacificación: significa “pranificación” para los reos. Es una negociación en la que las autoridades del ministerio le dicen al pran de una cárcel: “¿qué quieres?” y él pide: mujeres, discoteca, piscina, sonido, lo que sea, a cambio de no matar a nadie ni alborotar a los periodistas con reyertas y muertos. Si él cumple, tiene sus beneficios y todo parece tranquilo.

Pagar la cana: Las mujeres que financian la prisión de sus compañeros. Se encargan de llevar semanalmente el dinero para pagar por la comida y lo que sea necesario, a los líderes carcelarios.

Paria: que no pelea, no tiene armas, “no habla duro” y la regla dice que nadie debe meterse con él. Quien lo hace, es asesinado por la población penal.

Parquero: es la persona que guarda las armas y el dinero en la caleta

Pista: por donde se camina. “Se vacila su pista” es que puede caminar libremente. Gran privilegio.

Pran: líder carcelario [lo que el kie o madre superiora en España o el don o capo en la mafia]. En algunos penales hay un pran principal y varios secundarios, por sectores que le rinden cuentas. También le llaman “Papa”. 

Población: todos los reos que están dentro de un penal. 

Puntera: Es líder de las familiares, la principal y cuida que se cumplan la reglas, para que aún afuera de las rejas nadie “se coma la luz”.

R

Rutina: es la ley de la cárcel, impuesta por los mismos presos. Tiene que ver con el respeto a la visita, guardias para cuidarse entre ellos mismos, pagos y comportamiento en general. No está escrita.

Sistema: es cuando se cumple solo lo que le provoca al pran, que no siempre se lleva por “la rutina”.

Revolucionar: Trabajar, trajinar y conseguir dinero dentro de la prisión.

Rutinaria: Las que no faltan a una visita, son conocidas porque siempre llevan comida, participan de la pernocta y hacen vigilias y protestan cuando es necesario.

T

 – Tela de juicio: en medio de un círculo, todos de pie y frente al carro, se juzga a un preso por su actuación y se toma decisión con respecto al castigo que recibirá.

Testigo: el que acusa y señala en el juicio. Su sinónimo es “pajúo”. Muy mal visto. Es de las peores palabras o acusaciones en un penal.

V

Varones: cristianos evangélicos, con sus propias leyes. Caminan más libremente por los penales y suelen ayudar a trasladar presos de un lado a otro por alguna necesidad 

Visita: familiares y amigos que acuden a la cárcel en los horarios establecidos y en ocasiones pernoctan. Es ley que se respeten por encima de todo: en algunos penales no pueden mirarse a los ojos, no se piropean mujeres, no se presentan ante ellos sin camisa o descalzos.

W

Warner: En algunas cárceles, cada lunes a las 11 de la mañana es el momento del cobro de causas y otras deudas. A eso le llaman “Lunes de Warner”. El que no tiene para pagar recibe un castigo: puñaladas y tiros en partes del cuerpo y en cantidades que decide el pran. Ahí se cobran las “causas”. “El juego del terror”.

Y

Yensi: es el órgano sexual masculino.


II

"Amor tras las rejas: Conozca la historia de amor entre un pran y su mujer", en Runrun.es, por Luisana Solano, 20 - V- 2012:

Fuera de las cárceles, “la visita” también impone su ley. “Cuando las otras ven que eres guerrera, te ganas su confianza”, relata la novia de un recluso líder. “Las ‘punteras’ conforman el pranato de las mujeres” es el nombre de este trabajo que cuenta la historia de amor entre un pran y su mujer.

Tamoa Calzadilla.- La primera vez que se cerró la puerta de la celda a sus espaldas, Paula se tapó con las manos el rostro y lloró. Largo. Se tuvo que sentar. La recibió un “pran” con “una pistola inmensa”. Su hermano estaba preso en medio de un mamotreto de bloques, bajo normas, códigos y leyes que apenas ella alcanzó a oír mientras hacía la cola. No se trae comida así, no se viste así, no puedes hacer esto. No. no.

“Una vez adentro, a mi hermano lo esperaba alguien y de ese alguien me enamoré”. Cuatro meses después eran novios. Su hermano está libre, pero ella no tanto: se quedó prendada de Humberto y de su condena. Ya cumplieron dos años de amores. “Me convertí en una rutinaria“.

Quiere decir que no falta a una visita; participa en todas las actividades que organizan las familiares: “Si hay que amanecer allá amanezco. Siempre me quedo en la pernocta. Ya todos me conocen. Cuando las otras ven que eres rutinaria y guerrera, te ganas su confianza”. 

Confianza es el carnet perfecto para poder estar tranquila, porque “así como hay pranes adentro, hay pranes afuera, entre las mujeres. Se llaman ‘punteras‘, son las principales, pues, las que mandan. Llevan tiempo y saben cómo es todo, observan mucho y a la salida de la visita imponen también sus leyes, sus normas de conducta. No te puedes comer la luz adentro porque pagas afuera”.

Paula explica que, por lo general, un preso es el marido de alguien. “Pero hay mujeres que entran ahí sólo a buscar hombres y esas son las ‘falsas‘, es decir, que no es la mujer de él, la que todos conocen. Cuando se pilla a una de esas, esperan a que salga y entonces la joden, le dan puñaladas, le cortan el pelo y la desnudan. Eso lo ordenan las punteras“.

La historia de amor que vive con Humberto no arrancó sencilla: “Yo empecé como ‘falsa‘, fue un riesgo que corrí. Sabía que él tenía una novia, pero tenía problemas con ella. A mí me salvó que era rutinaria, por mi hermano, y cuando las punteras se dieron cuenta y fueron a decir algo, todo quedó como una calumnia, nadie les creyó y no me pasó nada”.

Amor y control. “¿Que cómo me enamoré de él? Chica, y cómo no hacerlo, eso es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ese es el tipo que yo siempre soñé. A ese hombre se le iluminan los ojos cuando me ve; yo soy su todo: su norte, su sur, su este y oeste. Me dice que soy preciosa. Me admira, porque de alguna manera lo que él tiene es por mí. Él ahí es jefe, tiene su cuarto aparte, sus cosas. Yo me muevo, soy una guerrera dentro de la cárcel y él está donde está es por mí y él me lo dice y me lo agradece. Está orgulloso de mí. Él me dice que mi exmarido estaba loco por no tratarme como princesa y no valorarme. Y tiene razón. Me gusta que no me engaña, yo sé muy bien quién es él y él sabe quién soy yo. Ah, ¿que qué va a pasar cuando él salga de ahí? Bueno yo veré, si él va a seguir en malos caminos, yo no sé qué pase; mientras tanto, no le falto nunca. Me llama durante la semana (él tiene un teléfono inteligente). Me dice que me ama. ¿Qué más puedo yo pedir?”.

En efecto, la vida le cambió y sus familiares la ven cómo está dedicada en cuerpo y alma a su novio. Ella ha organizado viajes de visita en grupo, desde donde vive hasta la cárcel: “Yo he contratado taxis. Salimos a las 12 am a buscarlas a todas las que viven cerca y a las 2:30 am ya estamos haciendo la cola. A las 4:30 am empiezan a repartir los números. A las 7:30 am abren la puerta y a las 8:30 am estamos adentro, para aprovechar todo el tiempo posible, hasta las 4 pm que se termina”.

A Paula no le extraña que tantas mujeres se enamoren de reclusos y mantengan una relación estable. “El preso es particularmente especial, no tiene a nadie. Pero además necesita de alguien que le ‘pague la cana‘. Ellos ven a una mujer sola que llega a la visita y se la batallan para ver con quién se queda. Pero a la vez, hay mujeres que les gusta esa vida. Hay unas tan arrechas que le matan al novio allá adentro y al mes ya están empatadas con otro”.

Hay una explicación adicional, que confirma el mito: “Sí, vale, es completamente cierta la fama de la fogosidad de los presos. Muchacha, eso es desde que uno llega. ¡Bueno, pues!, a cada rato y con qué ganas. Ganas de preso, pues. Ahí se presenta la situación es con los que no reciben a nadie, porque tienen que irse a las escaleras o a otra parte. Uno no va a estar ahí teniendo sexo y ellos escuchando”.

Pero advierte que esos encuentros tienen sus consecuencias: “Es como una cultura del preso el no usar condón. Entonces esas mujeres quedan preñadas a cada rato. Ahorita en diciembre se preñó todo el mundo”.

Golpes de rutina. En las fotografías subidas a la red social Facebook, Paula y Humberto se muestran como un par de novios más; de mejillas juntas, acostados, abrazados y compartiendo días de sol. Un “te amo, linda” en cada comentario; un “te extraño” el Día de las Madres (porque ella decidió pasarlo con sus hijas) y abrazos y retratos de amigos en común que comparten penurias y celebraciones entre rejas.

Sin embargo, no son pocas las cosas que le recuerdan a Paula que no todo son corazones: “A mí no me ha pasado nunca, pero hay quien llega y consigue que su marido está con una ‘falsa’ en otro cuarto y hay peleas, gritos. También pasa mucho que los hombres les pegan a sus mujeres. Y nadie se mete; sólo si se come la luz y le saca melaza (sangre)”.

Como la comida del comedor la consideran “terrible”, ella cocina y le lleva la alimentación de toda la semana. Él tiene nevera y microondas. Además, cuenta que las mujeres deben llevar el dinero para pagar la “causa” semanal. En el área de trabajadores cuesta unos 150 bolívares; y en la zona de “malandreo” es más baja: como 70 o 100 bolívares. “Los días especiales se pagan hasta 200 bolívares. Igual que en casos como visita de niños y eso”. En la “fosa” están los “gandules”, los que no pueden estar en ninguna parte, está la escoria, los que deben dormir con un cuchillo bajo el brazo para defenderse. Ahí no se paga. 

Paula sabe que hay cosas que Humberto no le dice. Pese a que la mayoría de la población está armada, aún se producen los “coliseos“, esa suerte de acto romano en que un par de reclusos pelea a cuchillo ante la mirada de todos: “Él no me dice, pero yo sé que sí pasa. El otro día yo estaba a punto de entrar a verlo y me llamó para que le comprara urgente pega loca para ponerle en el labio a alguien, herido de arma blanca”.

Las mujeres de los presos no están solas, se tienen unas a otras. Pueden organizar la cena de un 24 de diciembre, una vigilia o el transporte para la visita. Así como hay cosas que ellos no les dicen, ellas también se callan. Por ejemplo, el castigo de las “falsas“. 

[Nota: Paula y Humberto no son los nombres verdaderos de los protagonistas de esta historia.]

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Juan Carlos Peinado, un juez que no sabe escribir, por Álex Grijelmo

Juan Carlos Peinado, un juez que no escribe bien, en El País, por Álex Grijelmo, 5 NOV 2025:

Es difícil entender que alguien con esas carencias haya llegado a magistrado del juzgado de instrucción número 41 de Madrid.

El juez Juan Carlos Peinado no sabe escribir bien. Desconoce los usos de las mayúsculas, de la puntuación, las concordancias, la oportunidad de los gerundios, la relación entre oraciones, el hilo narrativo. El lenguaje claro no va con él.

Se hace difícil asumir que alguien que sufre esas carencias haya llegado a magistrado-juez del juzgado de instrucción número 41 de Madrid, desde el que ha encausado a un ministro y a la esposa del presidente.

La exposición de 32 folios mediante la que elevó al Supremo su acusación de falso testimonio y malversación contra Félix Bolaños, firmada el 23 de junio, es un desorden expositivo que empieza con una frase de 166 palabras nada menos (un párrafo entero: 12 anchas líneas), a la que sigue otra de 161 (el segundo párrafo completo, de 13 largos renglones).

(Esta columna suma hasta aquí 138 palabras en total, para que ustedes se hagan una idea).

El citado segundo párrafo del auto contiene siete comas de más, derramadas a voleo; en el tercero (de 6 líneas), sobran cinco. En el cuarto (de 8), seis comas… y así sucesivamente. En otra frase ¡de 26 líneas! se esparcen 21 comas incorrectas, que junto con lo intrincado de la redacción convierten la lectura en un suplicio. Comas entre sujeto y verbo, entre verbo y complemento. Comas absurdas.

Frases tan enrevesadas oscurecen las argumentaciones, incluso si se releen los párrafos para discernir entre las oraciones principales y las extensas aposiciones, con incongruencias como esta: “Se tuvo la necesidad procesal de proceder a la apertura de una pieza separada (…) derivada de la indicada apertura de pieza separada”.

Pero en los folios 8 y 9, que recuerdan la regulación del falso testimonio, la puntuación se vuelve impoluta. Eso lleva a sospechar (y a confirmar) que procede de mano ajena, por un cortapega de otras resoluciones similares. Sin embargo, en el folio 10 reaparece el lío; y después de otros tres folios impecables, en la página 15 regresa el desastre: “(…) Que ese hecho, fue negado, por dicha persona, Raúl Díaz Silva, cuando declaró, en dos ocasiones, como testigo y bajo juramento, los días 14 y 28”. (...) “Y lo que constituye el indicio principal, para que, se eleve, esta Exposición razonada, por el delito de falso testimonio en causa Judicial, además de por el delito de Malversación”.

El folio 21 recoge la declaración de un testigo, pero con 96 líneas de seguido, sin delimitar los turnos de palabra; sin rayas de diálogo ni punto y aparte alguno, casi siempre sin el signo de apertura de interrogación y a veces con él pero sin el de cierre, de modo que con frecuencia no se distingue quién inquiere y quién contesta.

Esos mismos errores se repiten en el auto que el mismo juez firmó el 23 de septiembre, donde se lee un fundamento segundo con una frase de 220 palabras en la que no soy capaz de discernir cuál es el verbo principal.

Alguien se preguntará por qué me fijo en este magistrado y no en otros. Ah, ¿hay otros que redactan igual? Más a mi favor. Porque entonces se hace aún más imprescindible que el Poder Judicial desempolve el Informe para la modernización del lenguaje jurídico (2010) y exija a todos los jueces su cumplimiento. Y que el acceso a la carrera judicial incluya pruebas por escrito que evalúen la capacidad para razonar con claridad, sobre un papel y no con respuestas orales y memorísticas que se lleva el aire. Habría venido bien interceptar a tiempo la incompetencia lingüística (termómetro de otros males) de quienes con palabras argumentan, condenan o absuelven; y cuya negligencia expositiva constituye un desprecio a los ciudadanos y da pistas acerca del caos mental con el que se supone hacen justicia.

lunes, 13 de octubre de 2025

Indoeuropeos de J. P. Mallory

 ‘Indoeuropeos’, de J. P. Mallory, la búsqueda fascinante y rocambolesca de un idioma, en Babelia, suplemento cultural de El País, por Daniel Gascón, 8 OCT 2025:

Más de tres mil millones de personas, en torno a la mitad de los habitantes de la Tierra, hablamos lenguas surgidas de una raíz común. Desde hace dos siglos y medio hay investigaciones para descubrirla: es una historia de nuestra civilización

Más de tres mil millones de personas, en torno a la mitad de los habitantes de la Tierra, hablamos lenguas surgidas de una raíz común. De la India a Irlanda, de Lituania a Grecia, de Italia a Rusia, y por supuesto también en América, Oceanía y África, nos comunicamos en lenguas que hace cinco mil años eran la misma: el protoindoeuropeo. Es origen de 12 subramas principales y unas 450 lenguas: del urdu al kurdo, del gaélico al gallego, del armenio al bengalí. En Indoeuropeos. La revolución científica que está reescribiendo la historia, J. P. Mallory, catedrático emérito en Arqueología Prehistórica de la Queen’s University de Belfast, elabora un panorama riguroso y erudito de las investigaciones que, a lo largo de más de dos siglos, han tratado de descubrir quiénes, dónde y cuándo hablaban esa lengua. Es el hombre adecuado para hacerlo: autor del clásico In Search of the Indo-Europeans (1989) y de The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and the Proto-Indo-European World (2006), escrito con Douglas Adams, ofrece un estado de la cuestión y el resumen del trabajo de una vida. La aparición de este volumen lleno de información, hipótesis y refutaciones a menudo humorísticas, y escrito con un dominio apabullante de disciplinas muy diversas, ha coincidido con la publicación de Proto, de la periodista Laura Spinney, que tiene un aire más divulgativo y todavía no se ha traducido al castellano.

Aunque había observaciones previas (y algunos encuentran alusiones en la Biblia), la historia de la búsqueda del indoeuropeo comienza con una conferencia de 1786, en la Royal Asiatic Society of Bengal, donde sir William Jones señaló el parentesco entre el sánscrito, el latín y el griego (y el gótico y el céltico). Hegel consideraba que ese instante equivalía al descubrimiento de un mundo nuevo. La historia de las investigaciones que cuenta Mallory está llena de inteligencia, pasión, genios, chalados y racistas. Las ramificaciones y sus conexiones con la cultura y el desarrollo tecnológico —el carro, el arado, la domesticación de los animales, las similitudes en mitologías lejanas— son fascinantes; los parecidos léxicos, aunque resulten conocidos, asombrosos.

En el camino aparecen expertos de diversas disciplinas: sobre todo lingüistas y arqueólogos, pero también estudiosos de la antropología y la mitología; ha tenido figuras brillantes como la lituana Mariana Gimbutas y ha sufrido manipulaciones nacionalistas. Cada disciplina presenta tendencias diversas y a veces enfrentadas, y ninguna técnica —desde el análisis de las divisiones de las lenguas o su carácter más o menos arcaico hasta el examen de las formas de los enterramientos o las técnicas de alfarería— puede aportar por sí sola una solución convincente.

La lengua, la genética y la cultura no siempre están unidas; las formas en que las lenguas coexisten o se imponen son múltiples. En un primer momento, la opción considerada más verosímil para la zona en que se hablaba originalmente el protoindoeuropeo era la estepa póntica, al norte del mar Negro (ahora con frecuencia inaccesible para los investigadores, a causa de la invasión rusa de Ucrania): la domesticación del caballo y su utilización para la conquista solía ser la hipótesis preferida de los lingüistas. Arqueólogos nazis, que tergiversaban o malinterpretaban el término “ario”, postulaban un origen más septentrional, en el norte de Europa.

Más tarde, sobre todo a partir de evidencias arqueológicas, estudiosos como Colin Renfrew apuntaban a Anatolia y al desarrollo de la agricultura. Mallory, en In Search of the Indo-Europeans, se decantaba en minoría por la estepa. En los últimos años, los avances en la investigación genética han renovado lo que sabemos de las migraciones y poblaciones prehistóricas: es la revolución a la que alude el título. Parecen apoyar la idea de que el origen está en la estepa, en una cultura denominada Yamnaya. Es también lo que argumenta Mallory, aunque cautelosamente: la evidencia es escasa y ciertas interpretaciones pueden ser discutibles. Algunas hipótesis descartadas han regresado con fuerza en esta aventura tan rocambolesca como fascinante.

James Patrick Mallory, Indoeuropeos. La revolución científica que está reescribiendo su historia. Traducción de Diego Suárez Martínez. Despertaferro, 2025, 456 páginas. 27,95 euros

martes, 29 de julio de 2025

Perífrasis y sinónimos para decir "tonto" en español

 Estas primeras expresiones son selección de la adorable Spain Sprinkles. No se limitan solamente a significar, sino que cuentan toda una película y, muy importante, ayudan a disimular con ingenio y humor la referencia a que alguien es tonto:

“Tienes menos luces que un barco pirata”, "una patera", "un socavón", "una narcolancha", "un carro de Eroski" o "el dormitorio de un topo"

"No es el lápiz más afilado del estuche"

"Tiene la bombilla fundida"

"Le falta una patata para el kilo"

"Eres la razón por la que el champú trae instrucciones"

"Le falta riego" o "no le llega la sangre al cerebro"

"Le falta un verano"

"La inteligencia lo persigue, pero él va más rápido", de los Luthiers.

"No era de los que levantaban la mano en clase"

"Tiene pinta de aplaudir cuando aterriza el avión"

"A este lo mandas a espiar y toca el timbre"

"El ascensor no llega al ático"

"Hay luces encendidas, pero no hay nadie dentro"

"No le gira bien el plato del microondas"

"Sus padres son hermanos", muy bruta 

"Desconectado, con el wifi emocional un poco débil"

"Navega sin brújula", "GPS" o "con la batería al 2% "

"El mundo todavía no está listo para tus ideas"

Una IA suministra otras: "No llega a fin de mes", "Tiene menos idea que una piedra".

Sinónimos: tonto, bobo, idiota, estúpido, insensato, necio, memo, simple, zopenco, ceporro, lelo, mentecato, majadero, imbécil, zote, lerdo, cretino, fatuo, atolondrado, atontolinado, tontaina, babieca, bobalicón, empanado, mastuerzo, soplagaitas, bobalias, botarate, boquiabierto, atontado, gil, gili, gilipuertas, gilipollas, panoli, panarra, obtuso, palurdo, sandio, estólido, capullo, piernas, cabezón, bodoque, mendrugo, cazurro, pasmado, patán, pazguato, pardillo, pelele, pedorro, pandero, pavisoso, papanatas, papamoscas, petardo, pasmarote, adoquín, orate, deficiente, subnormal, aturdido, inepto, inútil, ignorante, rudo, tocho, limitado, chiquilicuatre, corto, torpe, bruto, tontucio, descerebrado, lobotómico, bausán, vaina, pánfilo, marmolillo, zafio, tarado, turulato, vacaburra, tocino, mamón, mamerto, mameluco, mamacallos, mongólico, zonzo, cenutrio, meliloto, estulto, beocio, efesio, gaznápiro, porro, lipendi, celestial, mamarracho, chirimbaina, zascandil, soso, desaborido / esaborío, e incluso expresiones más informales como "cabeza hueca", "caído de la cama, de la esfera, de la hamaca, de la mata, del catre, del níspero, del palto, del zarzo", o "no dar más de sí". En Aragón: morrofiemo, carnuz, samarugo, pansinsal, desustanciao; en La Mancha: licenciao, censo, bacín.

Con  animales o plantas: merluzo / merluza, besugo, percebe, cernícalo, burro, borrico, asno, acémila, cabestro, chorlito, ganso. Melón, alcornoque, berzas o berzotas, membrillo, tontolhaba. Frases hechas: tonto de capirote (es decir, graduado o doctor), ser un licenciado, un tonto del bote, cabeza de chorlito. Metafóricos y creativos: un tontaco o peinabombillas, apocado o cagalindes, un inútil o habahelá, uno que siempre se equivoca o pataliebre, un pelmazo o cansalmas.

Del boxeo: sonado. De la carpintería: tarugo. 

De Hispanoamérica: pendejo, lentejo, gafo, abismado, dundo, dundeco, adundado, guachinango, opa, cocoliso, abombado, zanguango, paparulo, asnúpido, boludo, pelotudo, huevón, bachilín, agilado, soroco, tolongo, cabeceburro, papafrita, otario, tarúpido, tarado, guanaco, meso, cojudo, desorejado, noneco, maje, zurumbo, turro, tolete, zapallo, pinacate, turuleco, topado, zopilote.

Selección del clásico José María Iribarren: no saber ni jota, no saber cuántas son cinco. No saber de la misa la media / mitad, sacar lo que el negro del sermón (por un cuentecillo proverbial que venía a decir que un negro entró en una iglesia y salió después de escuchar el sermón con los pies fríos y la cabeza caliente, lo primero porque iba descalzo, lo segundo por esforzarse en balde para entender lo que decía el predicador).

-Cuando el burro toma la linde, la linde se acaba, pero el burro sigue.

-Te sobra un cromosoma.

-Le faltó oxígeno al nacer.

-No tiene dos dedos de frente.

-No ser el cuchillo más afilado del cesto.

-No tener todos los patitos en fila, o se le salieron patitos de la fila.

-Le faltan 10 segundos de microondas.

-¿Eres tonto o te entrenas?

-Le falta un golpe.

-Es la vieja de la cuenta.

-Tener las neuronas justas para respirar o para no cagarse encima.

-Ser más corto que la picha de un virus, que las muletas de un cocodrilo o que las mangas de un sujetador.

-Está en la higuera.

-Donde no hay mata, no hay patata.

-Donde no hay, no roban.

-Ser más tonto que Abundio / Pichote, que fue a la vendimia y de postre se llevó uvas, o vendió el coche para comprar gasolina, o paseaba las vacas en brazos.

-Tuviste un golpe pediátrico.

-Le falta un hervor.

-Un poco más tonto, y no nace.

-Le derrapan las neuronas.

-Ser más basto que un polo de chorizo.

-Ser más lento que un desfile de cojos.

-Más tonto que (ni) de encargo.

-Donde no hay luz no hay contador.

-No se pueden pedir peras al olmo.

-Es más corto que el rabo de una boina o que las mangas de un chaleco.

-Hay días tontos, y tontos todos los días.

-Le queda un centrifugado.

-Aunque llegue pronto se le nota el retraso.

-Está más espeso que las natillas de alquitrán.

-Es más tonto que un perro chiquito.

-Le falta un par de caramelos en el frasco.

-No le llega agua al tanque.

-Más bruto que un caballo de palo.

-Lo único que tiene en la cabeza es pelo.

-Es más cerrado que una caja fuerte.

-Está en la higuera, o en el limbo.

-No ve más allá de sus narices, no tiene inquietudes

-Se cae de un guindo

-No eres más tonto porque no entrenas

-Es más tonto que un pollo sin cabeza.

-Eres más tonto y naces sin cabeza.

-Eres más tonto que mis pelotas / cojones, que llevan veinte años juntas y no se hablan.

-Tu árbol genealógico tiene forma de circunferencia.

-No está acabado o está sin terminar.

-Te has quedado como las vacas mirando al tren.

-Un poco más y nace botijo. Es más simple que el funcionamiento de un botijo.

-Tiene una gotera en la azotea.

-A este lo segaron verde.

-Se sacó el DNI a la segunda.

-Juega con uno menos.

-Si vas por coca a Colombia te traes pepsi.

-Este da pa una subvención.

-No es la farola que más alumbra.

-En un concurso de tontos, lo descalifican por jugar con ventaja.

-Aún espera su premio Nobel.

-De pequeño bajaba de la cuna de cabeza.

-Hace tiempo que no paga la factura de la luz.

-Se perdió varios capítulos de Barrio Sésamo.

-Usa la cabeza solo para peinarse.

-Ser como el sastre del Campillo / que cosía de balde y ponía el hilo.

viernes, 11 de julio de 2025

Sinismos en español

Provienen de las lenguas de China, en especial las más habladas: el mandarín y el cantonés, este último por el gran comercio de Cantón con Filipinas, Perú, Europa y América. Los he recogido de una tesis de la Universidad de Granada de Yifan Zhang, Los sinismos en español (2022):

Kung-fú, taichí, mahjong, taoísmo, ying, yang, satén, lorcha, sangley, chop suey, chow-chow, caolín, sampán, yuan, feng shui, chinchín ("por favor, por favor", antes de brindar), (los portugueses y otros países utilizan cha, de otro dialecto), tifón (a través del inglés), ketchuplichi (un fruto y árbol de fruto comestible); ginseng, wok (sartén para saltear alimentos); charolshar pei (raza de perros de piel color arena y muy arrugada); tofu, panda... En Perú hay muchos: kion (jengibre), sillao (salsa de soja), fumanchú (un juego, literalmente "palma hacia arriba o hacia abajo", que dio lugar al famoso personaje),  chaufa (plato a base de arroz), taypá (plato de comida abundante), mimpao (pan chino relleno), wantán (masa de harina para hacer wantán frito o tequeños), tacu-tacu (plato a base de frijoles y arroz), tusán (persona nacida en Perú pero de padres chinos), shantung (tipo de tela de seda especial), gojichi, taikonauta (el astronauta chino), kunquat (naranja de China), hutón, pinyintaodazibao (periódico mural en grandes caracteres), lavado de cerebro, tigre de papel, tierra quemada, rollito de primavera etc.


viernes, 13 de junio de 2025

Las preposiciones compuestas en español.

 Las preposiciones compuestas son naturales en el español. Las más usadas son las dobles: "por entre", "para con", "de entre", "por sobre", "de a" etc. Por ejemplo: "de por sí", "de por vida", "tras de ti", "de a pie", "por de pronto", "Me preguntaron por a quién votaría", "Sufrió ataques que llegaron hasta a acusaciones de hereje / acusarlo de hereje"…

También las hay triples: " en contra de", "de por entre", "de por en medio". Su función es precisar y deslindar nociones, por lo cual ningún verbo rige (o selecciona) necesariamente preposiciones compuestas. Algunas preposiciones compuestas se usan incluso como adverbios ("en contra"; "por contra" = "por el contrario", galicismo). En la parte sur de Hispanoamérica se usa, por ejemplo, "de a poco" con el significado de "poco a poco", que es la forma empleada en España. Si solo se usa en el actual dialecto castellano del español "a por" es porque permite distinguir la causa de algo diferente, la búsqueda, que no se puede indicar si se usa solo "por": "Voy por Paco" (a causa de Paco o en lugar de Paco) no se distingue de "Voy por Paco" (a buscar a Paco). En español lo resolvemos de esta manera: Voy por Paco (a causa de o en lugar de) y Voy a por Paco (voy a buscar a Paco, exclusivamente).

Hay un trabajo interesante, pero solo liminar e incompleto (como él mismo declara) sobre estas construcciones de Ignacio Bosque. La gramática más moderna hoy piensa que las preposiciones son el núcleo verdadero de los sintagmas preposicionales. Otra investigación interesante sería buscar en el CORDE las primeras apariciones de esta y otras semejantes construcciones.

Destino del español en EE. UU.

 El destino manifiesto del español en Estados Unidos, en El País, por Eduardo Lago, 13 de junio de 2025:

EE. UU. será en un futuro no muy remoto el país con más hispanohablantes, una tendencia que sus actuales circunstancias políticas no interrumpirán.

Estados Unidos no se entiende sin el español. Se trata de un hecho incontestable. Históricamente, llegó a lo que es hoy territorio norteamericano antes que el inglés. El texto literario más temprano que da cuenta de una zona del futuro país, la Florida, es la Historia de la Nueva México, de Gaspar Pérez de Villagrá, publicado en 1610. El destino americano del español lo ilustra bien una coincidencia simbólica: en 1492, fecha en que los continentes separados por el Atlántico cobraron conciencia de su mutua existencia, completando así en su plenitud la imago mundi , vio la luz la Gramática de Elio Antonio de Nebrija, la primera de la lengua.

La trayectoria del español tras su llegada al continente americano se ajusta a una serie de tropismos de signo muy diversos. El primero fue la dispersión por un inmenso territorio, la América en español, que Bolívar soñó como una entidad política indivisible, pero que acabó desgajándose en una veintena de naciones unidas por una lengua común. El tropismo siguiente, particularmente acusado hoy, apunta en dirección norte, cuando en virtud del Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado en 1848, tras una conflagración con su vecino del norte, México cede a Estados Unidos una inmensa parte de su territorio nacional. Sus habitantes quedaron entonces atrapados en un nuevo enclave nacional y con ellos el idioma. La toponimia da testimonio de una pervivencia cuyo simbolismo no se puede ocultar: Nevada, Los Ángeles, Colorado, Santa Cruz, Santa Fe, San Francisco. California era el nombre de una isla habitada por mujeres de raza negra, súbditas de la reina Calafia, lugar descrito por Garci Rodríguez de Montalvo en Las Sergas de Esplandián , novela de caballerías publicada en 1510. La historia del español en América se construye como un palimpsesto hecho de silencios que subrayan la invisibilidad con que la lengua de Castilla encontró su destino americano. Otra clave de tropismo viene marcada por el momento en el que el centro de gravedad literaria de la lengua se desplaza de la península a la otra orilla del Atlántico, cuando Rubén Darío, adalid del modernismo hispánico, se convierte en el piloto del idioma. Un siglo después, otro gran poeta americano, el chileno Pablo Neruda, da cuenta de los sentimientos contradictorios que despertó la herencia recibida cuando escribe: “Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… (...) Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

El desplazamiento del español en dirección norte lo subraya un hecho de particular relevancia. Según datos de The Hispanic Council, corroborados por el Instituto Cervantes, en 2060 Estados Unidos será el segundo país con mayor número de hispanohablantes, después de México, y todo apunta a que en un futuro no muy posterior pasará a ser el primero, convirtiéndose en el nuevo centro de gravedad del idioma. Es importante señalar que las circunstancias políticas del momento no interrumpirán esta tendencia. Si acaso, supondrán un paréntesis temporal, ya que los fenómenos que rigen el uso de la lengua no se pueden legislar.

Hace casi dos décadas, siendo director del Instituto Cervantes de Nueva York, postulé seis tesis acerca del español de Estados Unidos que, dada la complejidad del fenómeno, conviene revisar. 

La primera sigue teniendo validez. En Estados Unidos, el español es a la vez una lengua materna, hablada por más de 45 millones de personas, y la lengua extranjera más estudiada por los norteamericanos, que necesitan de manera urgente comunicarse con una ingente masa laboral que no habla inglés. 

En segundo lugar, planteé la cuestión del bilingüismo, que ha perdido validez. La potencia del español como vehículo de comunicación de un mosaico de culturas de origen latinoamericano es innegable, pero no se puede afirmar, como hice entonces, que Estados Unidos es un país bilingüe y, como consecuencia de ello, bicultural. Las culturas hispánicas y la lengua en que se expresan juegan un papel secundario. 

En tercer lugar, es cierto que en Estados Unidos se ha consolidado una suerte de latinitas , identidad forjada en relación directa con el idioma. Las comunidades latinas de Estados Unidos son un conglomerado heterogéneo resultante del encuentro de los hispanos nacidos en el país con los emigrantes que han ido llegando sin cesar de las más diversas regiones del Caribe, América Central y Sudamérica. Las distintas culturas nacionales tienden a relacionarse entre sí de manera espontánea, y están creando una entidad híbrida de signo panhispánico, claramente diferenciada de las de los países originarios. Se trata de un fenómeno en pleno proceso, y tardará en cristalizar, pero hace tiempo que son palpables numerosos rasgos de la nueva identidad. El fenómeno ha cambiado de signo últimamente, pasando simbólicamente de la “eñe” a la “equis”. El termino latinx (pronunciado latinex) subraya el relegamiento del español: la lengua prioritaria de los latinx no es el español, sino el inglés. 

La cuarta tesis sigue siendo válida. Como se apuntó, el centro de gravedad del español continúa de manera inexorable su desplazamiento en dirección norte. Estados Unidos está destinado a ser el país con el mayor número de hispanohablantes de todo el mapa iberoamericano en un futuro no muy remoto. 

La quinta tesis es discutible. No está claro, aunque hay opiniones encontradas al respecto, que en Estados Unidos el español sea un vehículo de afirmación y resistencia. Cabe decir que ha perdido fuerza debido a que no es la lengua de las nuevas generaciones, los latinx

Por último, hay que tener en cuenta un fenómeno de gran interés. De modo discontinuo y un tanto abrupto, continúa avanzando espontáneamente el proceso de cristalización de una nueva variedad de nuestra lengua: el español de Estados Unidos. El fenómeno, en extremo volátil, resulta todavía imposible de fijar.

Como corolario de tan compleja situación, un asunto candente: la batalla por el prestigio cultural, algo que se puede calibrar bien en el ámbito de la literatura. La 84.ª Feria del Libro de Madrid tiene como protagonista a Nueva York. La importancia de la ciudad como punto de encuentro de todas las culturas hispánicas con las autóctonas, tanto latinas (o hispanohablantes) como latinx (o anglófonas), no se puede exagerar. Un tropismo reciente de particular importancia protagonizado por el español en Estados Unidos es su imparable expansión por todo el territorio nacional. No se trata solo del vigor que tiene nuestra lengua en lugares como Nuevo México, Miami o California, donde su presencia es ubicua, sino de su penetración en todas las zonas rurales del país. Volviendo a la literatura, el caso de Nueva York da buena medida de la situación, pero no es el único. Escritores de origen mexicano, caribeño, centroamericano o procedentes del Cono Sur se dan cita en múltiples lugares de Estados Unidos. 

Dos factores de relieve singular juegan un papel determinante: el auge de los programas de escritura creativa en español, como los de Iowa, Austin, Boston o la Universidad de Nueva York, y el papel de las editoriales independientes que publican en nuestro idioma, cada vez más numerosos. Su presencia en la Feria del Libro de Madrid como síntoma de lo que está ocurriendo en todo el país es algo a celebrar, aunque es preciso señalar, pese a que duela, lo irrelevante de su influencia en el mapa general de la cultura. El establishment literario estadounidense apenas es consciente ni se hace eco de la existencia de los programas y editoriales que acaba de mencionar. En este sentido, sí cabe hablar del español como territorio de afirmación y resistencia, aunque por ahora la única lengua literaria que de verdad cuenta es el inglés, idioma en que se expresan los escritores latinx , como Julia Álvarez, Sandra Cisneros , Junot Díaz o Francisco Goldman.

Eduardo Lago es escritor y traductor. Su último libro es La estela de Selkirk (Galaxia Gutenberg).

sábado, 7 de junio de 2025

Conectores en argumentación jurídica

 Conectores en la Argumentación Jurídica

El presente texto tiene como objetivo dar a conocer los conectores que se utilizan dentro de la Argumentación Jurídica. Dichos conectores no son otra cosa que palabras que sirven para hilar una idea y con ello mejorar la tarea argumentativa.

Los juristas contemporáneos han definido a los conectores de argumentos o marcadores de discurso como las unidades lingüísticas que tienen como fin guiar (de acuerdo con las distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas) las inferencias que se realizan en la comunicación. De lo anterior se colige que un conector es una palabra de relación y de orientación que articula las informaciones y las argumentaciones de un texto; su objetivo es señalar de manera explícita con qué sentido van encadenándose los diferentes fragmentos oracionales del texto.

A continuación, se clasifican los distintos conectores:

1.- Conectores indicadores de una premisa o de un antecedente lógico:

Del examen anterior se advierte (u observa) que... 

Como es indicado por 

La razón es que 

Por las siguientes razones 

Se puede inferir de 

Se puede derivar de 

Se puede deducir de 

En vista de que 

Conforme a 

Dado que 

A causa de 

Porque 

Se sigue de 

Como muestra 

En ese contexto 

Bajo esa tesitura 

En ese tenor 

En tal caso 

Puesto que 

Ya que 

Como 

En tanto que 

Dado que 

Por Cuanto 

Viendo que 

A juzgar por 

2.- Conectores conclusivos o indicadores de conclusión:

Por lo tanto 

Por ende 

Así

De ahí que

En consecuencia

Por consiguiente

Se desprende que

Como resultado

Ello autoriza a concluir que

De lo que se sigue que

Luego

De lo que se concluye que 

Lo cual apunta hacia la conclusión de que

De ello resulta necesario admitir

Así es dable llegar a la conclusión de que

Consecuentemente (o consiguientemente)

Entonces 

Entonces es fuerza concluir que

De ahí que deba arribarse a la conclusión de que

3.- Conectores de reafirmación o de resumen:

En efecto

Efectivamente

Cierto es que

Ciertamente

En síntesis

En breve

Dicho en forma breve

Para terminar

En otros términos

En suma

En resumidas cuentas

En fin

Total

Después de todo

Al fin y al cabo

4.- Conectores aditivos o adicionadores de argumentos:

Asimismo (o Así mismo)

Además

También

Igualmente 

De igual manera 

De igual modo

Del mismo modo

De manera similar

De modo semejante

Adicionalmente

A mayor abundamiento

5.- Conectores organizadores o divisores de argumentos

Por una parte

Por otra parte

Por otro lado

En un aspecto

En otro aspecto

Visto como

Apreciado bajo un enfoque

A su vez

En primer lugar

Primeramente

En segundo término

Por otra parte

A su vez

Asímismo

Igualmente

De igual modo

De igual manera 

Del mismo modo

Por otra parte

En primer lugar

6.- Conectores diferenciadores o modalizadores de argumentos:

De hecho (o de facto)

De derecho (o de iure)

En realidad 

En el fondo

A decir verdad, en esencia…

7.- Conectores contraargumentativos:

Pero 

Empero

Mas 

Sin embargo

Aun así

No obstante

Con todo

Aun cuando 

Si bien 

A pesar de todo

Pese a todo

Aunque

Si bien 

Ni aun así

Antes bien

Ahora 

Ahora bien

Eso si

8.- Conectores de contraste o para contraponer argumentos:

En cambio

Por el contrario

Al contrario

De todos modos

A pesar de todo

Pese a todo

Si bien

Si bien es cierto 

Si bien es cierto que, tampoco lo es menos que…

Antes bien

De todas maneras

De todas formas

9.- Conectores de reafirmación, de síntesis o resumen:

En efecto

En breve

Dicho en forma breve

Para terminar

En otros términos

En suma

En resumidas cuentas

En fin 

Total

Después de todo

Al fin y al cabo

10.- Conectores consecutivos de causa o de conclusiones intermedias (no finales):

De manera que 

Por lo que 

Por lo tanto

Por ende

Así que 

Así pues 

De ahí que

En consecuencia

Por consiguiente 

Consecuentemente o consiguientemente

Se desprende que 

Luego

Entonces

Resulta que

A causa de 

Ya que

Como resultado se concluye que

Ello autoriza a concluir 

De lo que se sigue que 

De lo que se concluye que

Lo cual apunta hacia la conclusión de que

De ello resulta necesario admitir 

Luego entonces

Resulta que

A causa de

Por ello

Por eso

Por ese motivo

Por tal motivo

Dicho motivo

Por esa razón 

Así pues 

Pues

Por tanto

Puesto que

Lo cual prueba que

Por esta razón

De ello puede inferirse que

Lo cual significa que

Lo cual permite (o autoriza a) inferir que

Se advierte u observa que

Entonces es fuerza concluir que

De ahí que deba arribarse a la conclusión de que

Lo cual muestra (o prueba) que

Luego resulta necesario dejar establecido que…

11.- Conectores ejemplificativos o de ejemplificación:

Es decir

Por ejemplo

En otras palabras 

Como si

Como

12.- Conectores reformuladores rectificativos:

Mejor dicho

Más bien 

Dígase que

Aclárase que 

Es de aclararse que

13.- Conectores reformuladores explicativos:

O sea 

Es decir

Esto es

A saber

Dicho en otras palabras

O en otros términos significa que

jueves, 5 de junio de 2025

Palabras que despistan, Álex Grijelmo

 Palabras con pistas falsas, en El País, Álex Grijelmo 2 abr 2025:

'No pienses en un elefante' y “no veas ahí la palabra mano” surten el mismo efecto. No hay manera de escapar de esos conceptos una vez que el cerebro los ha procesado

Desentrañamos, el significado de muchas palabras porque sabemos mirar dentro de ellas. La primera vez que alguien se haya topado con el término “cantautor” habrá entendido que menciona a quien interpreta sus propias creaciones. Si oímos “flotel”, imaginamos un hotel flotante, quizás anclado en la bahía; y en “amigovio” deduciremos que alguien se mueve con agrado en esa difusa frontera.

Pero a veces las palabras compuestas nos dan pistas falsas. Sucede en “metaverso” , pues ahí entendemos de forma intuitiva “más allá del verso” y no, frente a lo que se pretendía, “más allá del universo”. Y aunque conozcamos esta voluntad, seguimos viendo versos en ese término cada vez que sale a nuestro encuentro, queremos o no.

Otro tanto sucede con VioGén, acrónimo del observatorio español que coordina la lucha y la protección frente a la violencia machista. Por mucho que se pretende relacionar “vio” con violencia, y “gen” con género, el proceso cognitivo que produce ese término nos lleva al vocabulario médico, por el influjo del segundo elemento, como pasa por ejemplo en “oncogén”: genes cuya activación puede desatar un proceso canceroso. Además, VioGén suena al oído hispano igual que Biogen, empresa multinacional dedicada a la biotecnología.

Todo eso pasa también con otros dos vocabularios que están asaltando los medios: “manosfera” y “robotaxi”.

En el primero no queda más remedio que ver la palabra “mano”; y en el segundo, la voz “robo”. Son significados que se activan sin voluntad en la mente de cualquier hablante del español, y que contaminan desde ese momento la percepción psicológica y tal vez el juicio al que induce el vocablo. Del mismo modo, el sintagma “un marmolista lento” se activa por debajo del umbral de percepción la palabra “talento” ( Gerry TM Altmann, La ascensión de Babel. Una incursión en el lenguaje, la mente y el entendimiento. Ariel, 1999; pág. 83). Y esto nos ofrece una percepción positiva del marmolista.

El “robotaxi” pretende ser un robot taxi, un vehículo que lleva pasajeros sin que nadie lo conduzca. Pero el elemento “robo” salta de inmediato y activa la percepción negativa, sobre todo si el receptor del mensaje ha sufrido antes alguna tropelía en un taxi conducido por un ser humano.

A su vez, la voz “manosfera” (compuesta como “blogosfera” y “fachosfera”) designa a las cibercomunidades de tendencias misóginas y antifeministas. Se forma a partir de la voz inglesa man (hombre), y en aquella lengua sí se favorece la intuición del significado: manosphere: el mundo de los hombres (llamado así en 2009, cuando aún no había pasado de la masculinidad al machismo). Sin embargo, al llegar ese término al español despunta el elemento “mano”, que no podemos dejar de percibir. No pienses en un elefante (George Lakoff, 2006) y “no veas ahí la palabra mano” surten el mismo efecto. ¿Cómo no pensar en un elefante o en una mano si no hay manera de escapar de esos conceptos una vez que el cerebro los ha procesado?

Alternativas como “metauniverso” (para “metaverso”), “ProteFem” (y no “VioGén), “taxibot” (en lugar de “robotaxi”) y “machosfera” o “cafreesfera” (en vez de “manosfera”) ayudarían a procesar mejor lo que se intenta transmitir. Porque “metaverso” da un falso toque poético a lo que representa; “VioGén” vuelve frío lo que debería ser acogedor; “robotaxi” hace desconfiar del precio que cobrarán y “manosfera” quita gravedad al término sin condenar el condenable fenómeno que nombra.

El uso político excluyente del lenguaje, Álex Grijelmo

 El lenguaje excluyente de Junts, en El País, Álex Grijelmo, Madrid -21 de mayo de 2025:

Sus portavoces no muestran ningún reparo en invisibilizar en sus expresiones a las personas no independentistas.

Los políticos independentistas catalanes suelen duplicar el género de los sustantivos en plural relativos a personas para que nadie quede excluido en los significativos (aunque esté incluido en los significados); una práctica prescindible desde el punto de vista lingüístico pero comprensible si se ve desde el punto de vista de la comunicación política de hoy, por el mensaje feminista que transmite. Así, dicen “catalanes y catalanas” o “trabajadores y trabajadores”. Creen que de ese modo no se invisibiliza a las mujeres. Pero los mismos portavoces no muestran reparo en invisibilizar con sus expresiones, ahora sí en el significado, a los no independentistas, al margen de su género gramatical, cuando se trata de hablar acerca de lo que ellos entienden por “Cataluña” y “los catalanes”. En tales casos, usan esos términos para presentar su sentir como si ambos significativos señalaran un grupo homogéneo; como si no hubiera catalanes que piensen y voten de otra manera. Es decir, hablan de su Cataluña y de sus catalanes, pero no con posesivos sino con artículos, excluyendo así a los demás.

Uno de los últimos ejemplos lo proporcionó Miriam Nogueras, portavoz de Junts, quien el 7 de mayo declaró que el proyecto de reducción de la jornada laboral se diseñó “sin contar con la opinión de los catalanes”, y solo atendiendo a “la opinión de los sindicatos españoles”.

Nogueras pretendía denunciar la ausencia de su partido en las negociaciones destinadas a reunir una mayoría suficiente para sacar adelante el proyecto. Pero en vez de decir “sin la opinión de Junts”, o “sin nuestra opinión”, eligió “sin la opinión de los catalanes”. Una vez más, la parte propia se adueñaba del todo, olvidando así a los demás.

Se trata de una práctica de manipulación lingüística que ya le conocimos aquí al dictador Franco, quien hablaba de sus enemigos como “los enemigos de España”.

En efecto, una parte de “los catalanes” representados en el Congreso no ha sido consultada sobre la citada ley. Pero eso no implica que se haya orillado la opinión de “los catalanes”, expresión que debería incluir a los representados por Sumar y por el PSOE (PSC). Por tanto, no se puede denunciar que “los catalanes no han sido consultados” sino acaso “algunos” de ellos.

En esta ocasión, además, Nogueras excluyó al otro partido independentista: Esquerra Republicana de Catalunya, que sí apoyará la ley ya cuyos miembros también les retiraba el adjetivo “catalanos”. Claro, tan habituados están los de Junts (y los de Esquerra, aunque aquí lo sufran) a excluir a los no independentistas en sus discursos, que ya les sale la trampa de natural, como de oficio.

A esto se añade la referencia de Nogueras a “los sindicatos españoles” (para contraponerlos a la locución “los catalanes”), una maniobra de invisibilización de aquellos miembros y dirigentes de las organizaciones sindicales que son tan ciudadanos de Cataluña como ella. Porque los sindicatos “españoles” resultan ser los mayoritarios en esa comunidad y representan en toda regla a los afiliados catalanes, también excluidos en su frase.

Los independentistas se han retratado así muy a menudo en su lenguaje público, al confundir la realidad con la idea que quisieran legítimamente conseguir. Aplican las técnicas lingüísticas que ya empleaban los nazis (véanse los libros al respecto de Victor Klemperer o Jean Pierre Faye) y que un partido democrático como Junts debería apresurarse a evitar para no parecer lo que no es; porque si no lo hace acabará siendo lo que parece.

Añoranza del pluscuamperfecto, por Álex Grijelmo

 Añoranza del pluscuamperfecto, en El País, Álex Grijelmo, 28 de mayo de 2025:

Este tiempo verbal va desapareciendo del lenguaje periodístico, en el que la pobreza abunda, paradójicamente

El pretérito pluscuamperfecto representa el tiempo más lejano en nuestro reloj gramatical, porque se sitúa antes que cualquier otro pasado: “Mi hermana se propuso arreglar mi ordenador, sin saber que ya lo había donado yo a la ciencia” (indicativo). “Habría corrido el maratón si no hubiera bebido tanto” (subjuntivo).

Los gramáticos han querido que lo denominamos así, con apariencia de sincera admiración: plus-quam-perfecto; porque supera a esa perfección de andar por casa que exhiben los tiempos simplemente perfectos como “he venido” o “escribió”.

Se llaman tiempos perfectivos o perfectos aquellos en los cuales la acción se ha completado, a diferencia de los tiempos en que eso no ha sucedido ya los que denominamos “imperfectos”. “Terminé” es un tiempo perfecto. “Terminaba”, “terminaría” o “termino” no entrar en ese cajón, porque con ellos no damos la acción por rematada. Eso causa la paradoja de que “hoy ha hecho un día desagradable y lluvioso” se considera un tiempo perfecto.

Pero claro, aquí “perfecto” no significa que algo haya alcanzado el mayor grado de bondad o excelencia, sino que ha pasado de la ideación a la ejecución, y por tanto se ha perfeccionado. Y unos verbos son más perfectos que otros (más-que-perfectos) únicamente porque la acción que muestran había acabado antes.

Del nombre “pluscuamperfecto” tiene alguna culpa el latín, pues en aquella lengua el verbo perficio (de per-facio) significa “llevar a término una acción”. Y perfectio se refería a lo que se había concluido. Para los romanos, una casa estaba perfecta si la habían acabado; eso tenía su lógica. No podemos considerar perfecta una vivienda a la que aún no le han puesto la puerta.

Nebrija denominó a este tiempo en su gramática castellana “el más que acabado”, lo que en las escuelas de hoy se habría comprendido mejor que el latinajo enmascarado.

Y en efecto: si tenemos un verbo acabado como “cenó”, este lo fue antes: “Mi prima ya había cenado cuando cenó en tu casa”. Por tanto, perfeccionó la cena dos veces.

En fin, con todo esto pretendía crear cierto cariño hacia el pluscuamperfecto, para que los lectores distraídos lo valoren como se merece y sientan un dolorcillo cuando les explique ahora que va desapareciendo del lenguaje periodístico. Por ejemplo, en esta frase: "La distribución de ayuda humanitaria en Gaza (...) comenzó ayer en la Franja. En medio de todas las dudas (...), Israel informó del comienzo de ese reparto de alimentos entre los gazatíes".

Ahora bien, ¿primero informó Israel y luego se distribuyó la ayuda? ¿O fue al revés? En este segundo caso, valdría la pena haber escrito: "La distribución de ayuda humanitaria en Gaza comenzó ayer en la Franja. En medio de todas las dudas (...), Israel había informado del comienzo de ese reparto de alimentos entre los gazatíes". Y en el supuesto contrario, “La distribución de ayuda humanitaria en Gaza ya había comenzado en la Franja cuando (...) Israel informó del comienzo de ese reparto”.

De igual modo, le convenía el pluscuamperfecto a esta otra narración: "La presidencia polaca de la UE aplazó la votación, a la vista de que no estaba asegurada la unanimidad. Al menos siete países expresaron sus reservas". Habría sido mejor “al menos siete países habían hablado sus reservas”, pues esta acción precedió a la otra.

Como habrán visto, en estos dos ejemplos, igual que en otros que se leen cada día, se muestra un mismo tiempo perfectivo para referir dos hechos no simultáneos (o asíncronos). La sintaxis relajada abunda en la pobreza de la comunicación actual (es una pobreza muy abundante, valga el contrasentido), y eso dista mucho de lo que hoy en día se puede considerar perfección.

Malentendidos lingüísticos, Álex Grijelmo

 Malentendidos por un contexto equivocado, en El País, Álex Grijelmo, 4 jun 2025:

Los errores ocurren cuando alguien vuelca sobre un mensaje la interpretación más próxima a él, y no la del emisor.

Muchos malentendidos de las relaciones personales se deben a que las mentes lingüísticas de los hablantes viven en diferentes contextos, aunque se encuentran a un metro el uno del otro.

Si nos invitan a una cena y nos dicen que vendrán otras dos parejas y al llegar encontramos a dos hombres ya dos mujeres conversando entre sí, pensaremos que los cuatro forman dos parejas mixtas. Solo con una adecuada información contextual descubriremos que no; tal vez después de haber metido la pata tres o cuatro veces.

Esto último no se deberá a un sesgo heteropatriarcal, sino a un proceso cognitivo llamado juicio de probabilidad, que aplicamos cuando, al faltarnos el contexto real, imponemos el nuestro. Ese mecanismo falla a veces, pero al cerebro humano le sale a cuenta el pequeño margen de error: examine con detalle todas las posibilidades en cada situación, y cada rato resultaría angustioso y lento.

Si llegamos a una isla desierta y vemos tres cigüeñas rojas de una en una, creeremos que todas las cigüeñas de esa isla son rojas, aunque se trate de las únicas tres cigüeñas rojas de la isla. Ahora, una vez que somos conscientes de haber aplicado la interpretación falsa, en la siguiente ocasión similar no activaremos ese prejuicio porque lo habremos suprimido del cajón de las experiencias pertinentes.

La frase “mi hermana salió de la cafetería y se dirigió al banco” admite dos interpretaciones de “banco”. Si quien la oye o lee no dispone de más contexto, activará en su mente la experiencia más próxima o más intensa. Supongamos que ha estado hace poco en una entidad financiera. Sin remedio, imaginará que la mujer salió de la cafetería para ir a una sucursal; y solo deseará esa idea si le cambia el contexto: "Mi hermana salió de la cafetería y se dirigió al banco. Después se sentó en él y se comió unas rosquillas".

Por el contrario, si el interlocutor sabe que la hermana suele sentarse en un banco del parque, recreará esa imagen y solo la anulará en el caso de que la frase continúe de otro modo: "Mi hermana salió de la cafetería y se dirigió al banco. Allí sacó dinero, pero no pudo comer las rosquillas".

El papa Francisco incluyó en su primer mensaje en Instagram este ruego: “Rezad por mí”. Eso admitía dos sentidos: 1. “Rezad en mi favor”. 2. “Rezad en mi lugar”. La opción 1 es la más probable según nuestra experiencia, y la que aplicaremos sin dudar. Ahora, si luego nos presentan como más adecuado para el caso la opción 2, se producirán la sorpresa y el efecto chistoso, como sucedió entonces: "Ha dicho que recemos por él. Lleva dos días en Italia y ya quiere que le hagan otros el trabajo".

Con ese mecanismo de acierto o error juegan los humoristas. Pero a veces se llega a malentendidos que producen dolor, a causa de que el hablante no se expresa con claridad y el oyente confunde el mensaje en función de su memoria, sus prejuicios, sus deseos o sus miedos. Es decir, su contexto.

Por ejemplo, cuando alguien recibe un wasap que dice “No quiero perder el tiempo contigo” y lo interpreta como “No me interesas nada” y no con el sentido que le había dado el emisor de “avancemos deprisa en la relación porque lo tengo muy claro”. De ese modo, el pesimismo del receptor activa su falso presagio de rechazo.

En situaciones así, acerca de las cuales quedan ustedes advertidos con esta columna, un mismo mensaje admite dos interpretaciones opuestas pero verosímiles. Y por eso es crucial no terminar ahí la conversación, sino explicar el emisor lo ocurrido y comprender el receptor lo explicado. Y ya de paso, reírse ambos por el error. A ser posible, tras hablar de ello con calma en un banco.

viernes, 9 de mayo de 2025

Funciones sociales del eufemismo

  Funciones sociales del eufemismo a partir de la muestra de Pedro J. Chamizo Domínguez.

Un eufemismo se usa también para:

1. Ser cortés o respetuoso → «mi señor esposo» para «mi marido»

2. Elevar la dignidad de una profesión u oficio: «chef» para «jefe de cocina»

3. Dignificar a una persona que sufre alguna enfermedad minusvalía o situación penosa → «mayores» para «viejos» 

4. Atenuar una evocación penosa → «exhalar el espíritu» para «morir»

5. Ser políticamente correcto → «tercer mundo» para «países pobres»

 6. Permitir manipular los objetos ideológicamente → «embrión» para «feto» 

7. Evitar agravios étnicos o sexuales → «de etnia gitana» para «gitano/ a»

8. Nombrar un objeto o una acción tabú: «Dios y la religión, objetos o acciones sexuales, fluidos corporales o partes del cuerpo, lugares u objetos sucios, peligrosos o temibles, la muerte o enfermedades» → «ostras» para «hostias», «pasar la noche con» para «tener un coito», «axila» para «sobaco», «necrópolis» para «cementerio», «hemorroides» para «almorranas» 

Breve antología del insulto

 Breve antología del insulto, por Marcos Pereda

Lo sientes nacer en un espacio indeterminado de tu estómago. Lentamente. Al principio es poco menos que un borborigmo amorfo, el equivalente en sonido de las criaturas fungosas de Lovecraft. Poco a poco se va componiendo, de manera lánguida, deliciosa, puliendo las aristas. Dibuja el alcance, paladea el impacto. Asciende desde tus más profundas entrañas, toma aire en los pulmones, saca fuerzas de tu corazón, se encamina hacia tu boca. Subglotis, glotis, epiglotis, cuerdas vocales que cimbrean alegres el adecuado tono. Y llega hasta tus labios. Pam. Seco, sonoro, contundente. Miradas aterradas, pequeños gritos que se ahogan, gestos de incredulidad, a lo mejor cierta sonrisa condescendiente. Notas como si te hubieses quitado un peso de encima. Qué bien sienta.

No manejo el dato, pero tengo pocas dudas de que las primeras palabras expresadas con claridad por la boca de algo que podemos denominar homo sapiens serían un insulto. Posiblemente llamando feo a su interlocutor, o por el estilo. Y es que si de aguzar el ingenio y forzar las meninges se trata lo de la falta de respeto es campo insuperable…

Lo podemos constatar desde la antigüedad. La Epopeya de Gilgamesh, la narración épica más ancestral conocida, está trufada de insultos. Insultitos, podríamos decir, cosas como «hediondo» apareciendo aquí y allá para solaz de G. R. R. Martin, imagino (o de Cristina Macía, su traductora, vaya). Brota también, de forma paralela, la mímica para acompañar a estas palabras. Ya desde los textos homéricos se coloca la mano abierta con los dedos muy extendidos y separados entre sí, la palma dirigida directamente a quien se está injuriando. Esto se utiliza aún en Grecia, así que cuidado si están de vacaciones y pretenden pedir cinco copas en un pub, porque pueden salir a hostias…

Como les digo, imprecaciones sin mayor maldad, más allá de desear que te pudras en los infiernos y toda tu parentela perezca. Pero sin calidad rítmica, sin magia. Para eso debemos esperar a los romanos, que eran unos tipos mucho más pragmáticos, y con un estilo decadente casi desde el principio que vuelve loco al amante de lo corrompido. Una civilización que deja plasmado, en los famosos restos de Pompeya, el relieve de un pene rodeado por la leyenda HIC HABITAT FELICITAS («aquí se encuentra la felicidad»). Ya ven, los poetas de los urinarios públicos tienen sus propios clásicos. Pues bien, estos romanos sí que nos legaron ciertas creaciones interesantes en el muy noble arte del insulto. Cosas como planissimus (el que se pasa de plano, de llano… el tonto, vamos), verbero (quien merece azotes como castigo, no como placer) o el muy sonoro furcifer, que designa al ladrón (prueben a repetirlo…. furcifer… furcifer… se le llena a uno la boca). Además serán los romanos quienes entreguen al mundo un insulto aun hoy muy utilizado, aunque desprovisto de su contexto: pathicus. O cabrón, vaya.

¿Echan de menos los muy eufónicos insultos ibéricos? Pues no deberían porque los hay, y conocidísimos. Tenemos idiotas censados desde el siglo XIII (el insulto, no las personas, que aparecen ya en el principio de los tiempos), tenemos imbéciles desde 1524, zoquetes desde 1655 (aunque dado su origen árabe es probable que el término u otro similar se usase durante toda la Edad Media), tarugos desde 1386, y pendejos desde la época de los Trastámara. Por cierto que con este último ha ocurrido algo desafortunadamente habitual cuando del noble arte del insulto hablamos: se ha perdido su significado original. Porque un pendejo es un pelo que brota del pubis. No me negarán que es una bella forma de faltar al respeto.

Pero hay más, algunos con su explicación y todo. El primer gilipollas de la historia de España, por ejemplo, dicen que fue un ministro de Hacienda, inaugurando a juicio de algunos glosadores una larga relación entre el cargo y la consideración. Esto, quede claro, no lo afirma el autor del texto, ¿eh?, no se me vengan arriba.

Resulta que don Baltasar Gil Imón de la Mota tenía un cierto complejo por sus orígenes humildes. Extraño, quizá, porque pese a eso nuestro Gil había logrado ganarse, entre el siglo XVI y el XVII, la confianza de dos reyes (Felipe III y Felipe IV) y otros tantos validos (el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares), ascendiendo en la alta sociedad madrileña hasta puestos tan importantes como los de contador mayor de cuentas o gobernador del Consejo de Hacienda. Pero, ay, no tenía un titulazo de esos de poner en la tarjeta de visita y dejar a todo el mundo boquiabierto. Así que, hombre emprendedor, decidió que iba a emparentar con las altas dignidades vía prole. Dos hijas nada menos, Fabiana y Feliciana (otras fuentes dicen que tres), a quienes buscaba casar con alguien de buen copete, por lo que no perdía oportunidad, fiesta o sarao para exhibirlas como si de preciado trofeo se tratasen. Sucede que, al parecer, las muchachas no eran demasiado agraciadas pero, sobre todo, resultaban algo estólidas, por lo que la insistencia de don Baltasar resultaba ya comidilla y chanza entre los pisaverdes (los pijitos…otro insulto a recuperar) de la Corte. Hasta tal punto que cuando se veía aparecer a padre y herederas por la puerta de los bailes todos cuchicheaban. Por ahí vienen don Gil y sus pollas (una forma despectiva de referirse a las muchachas jóvenes en la época), decían. O, abreviando, por ahí llegan los Gil-y-pollas. Ya ven. De ahí al infinito, que se non è vero è ben trovatto.

Ni siquiera los eclesiásticos se libran de ese gustirrinín que deja en el cuerpo un insulto bien lanzado. Lo que no es de extrañar, ojo, que ya la Biblia recoge todo un reguero de imprecaciones dichas con acierto, y hasta el mismo Jesús, nos cuentan los evangelistas, tenía a veces en los labios un «hipócrita», «serpiente» o «malvado» presto a brotar…

Mi intercambio dialéctico preferido en este campo data del siglo VIII, y tiene como protagonistas a Elipando, un arzobispo de Toledo, y a Beato de Liébana, el monje autor de los «Comentarios al Apocalipsis» que luego serán profusamente copiados, e iluminados, durante toda la Edad Media (de hecho esos tomos serán conocidos como Beatos). Todo muy El nombre de la rosa, para entendernos. Pues bien, estos dos tipos tenían una polémica bastante gorda en torno al año 785 (invierno arriba o abajo) sobre una herejía que se llama adopcionismo y que, básicamente, permitía a Elipando vivir cojonudamente en el Toledo musulmán mientras otros cristianos, entre ellos Beato, chupaban frío y humedad en las tierras del norte. Se hacen una idea. El caso es que el amable intercambio epistolar que se dedicaron los sujetos contiene algunas de las mejores muestras de hostias dialécticas que jamás fueran creadas. Elipando dice de Beato que era un milenarista (al parecer esto era cierto, y Beato convenció a la alta sociedad lebaniega para que esperasen el fin del mundo en un monte durante una especie de fiesta rave que acabó con todos satisfaciendo sus apetitos) y Beato le contesta, cuidado, que Elipando es el cojón del Anticristo. Ojo, el Cojón del Anticristo. Detengámonos en el término y analicémoslo. Luego pensemos dónde se sitúa el tal cojón y las cosas que podrá ver durante toda la eternidad. Escalofriante. Elipando, ni corto ni perezoso, dice de Beato que tiene la boca hedionda y es fetidísimo (lo que en la Edad Media parece poca ofensa, la verdad) y después le llama antifrasto, que es un insulto muy elegante y distinguido, demostrando gran inteligencia y una puntería aguda al dirigirlo a quien lleva por nombre Beato (la antífrasis consiste en afirmar lo contrario de lo que se quiere decir, con lo que nuestro Elipando viene a señalar la ironía de que alguien llamado Beato sea un pecador de la pradera). Todo un arsenal, como ven los lectores, de dialéctica postpatrística y mala leche.

Escribiendo faltas de respeto

Si lo del insulto es género literario de por sí, y a estas alturas nos va quedando bien claro, es menester pensar que quienes mejor lo manejen sean los propios escritores, ¿verdad? Y de entre todos podemos destacar a los gigantes del Siglo de Oro español, no en vano reúnen dos grandes facultades que los hacen gigantescos creadores de ofensas: su maravilloso dominio del lenguaje y su gran condición de hijos de puta resentidos, envidiosos y crueles.

Seguramente el más conocido en estos menesteres sea Quevedo, en quien convivían admirablemente todas las características antes señaladas. A Góngora le llamaba desde bujarrón hasta marrano (por tener sangre sucia, no por cerdo… aunque ya entrados en materia al bueno de don Francisco no creo que le importase el equívoco), además de lo de la nariz (también por lo hebraico) y otras pequeñas minucias más mundanas, como comprar la casa donde vivía para luego desahuciarlo, cual si de un banco cualquiera se tratase. Pero no era el único. El mismo cordobés no dudaba en responderle, tachándolo de ignorante, borracho o cojo (acertaba dos de tres). También solicitó, en una ocasión, las traducciones que hacía Quevedo del griego para leerlas con su ojo ciego (el que es poeta es poeta)… es decir, para limpiarse el culo con ellas (con perdón del copista, aclaramos). También reparte a Lope, de quien dice que es un necio, un zote, un tagarote (el escribano de un notario… coincidirán conmigo en que llamar notario a un poeta es el insulto más grave de todos los recogidos aquí). El Fénix trufa sus comedias con perlitas de todo tipo, desde babieca hasta sandio, pasando por zamacuco, tuturuto, sansirolé, mamacallos (razonen el significado específico de este), tolondro, cipote (ejem) o estólido, que es uno de los que más utilizo en mi vida diaria. Ah, también se mete con alguien llamándole zurdo, para que vean cómo cambia la historia. Y de Cervantes qué decir… leer El Quijote es encontrarse con toda una retahíla de desprecios y repulsas. Claro que, como dice Sancho Panza, «no es deshonra llamar hijo de puta a nadie cuando cae debajo del entendimiento de alabarle». Un poco lo que hacen hoy algunos, que pasan del «usted» al «qué tal, cabronazo» con (insultante) facilidad.

Emilia y Benito

Luego los grandes escritores tienen ese je ne sais quoi que les hace responder raudos con un insulto certero en momentos de máxima tensión. Porque esa, y no otra, es la mayor muestra de genialidad que se puede exponer. Como aquella vez que Emilia Pardo Bazán se cruzó con Benito Pérez Galdós en una escalera (ambos traían detrás toda una historia que acabó mal, porque menudos dos torrentes, amigos) y le espetó, muy digna, «viejo chocho», a lo que don Benito respondió, con toda su tranquilidad y su cara de billete de mil pesetas, lo mismo pero cambiando el orden de los términos.

Claro que el campeón invicto de los insultos fue un belga catolicote y aburrido que firmaba como Hergé. Vale, en las páginas de los veintitrés álbumes protagonizados por el sosainas de Tintín no hay sexo, no hay muerte (y cuando la hay aparece representada con diablillos naíf), no hay demasiada sangre. Pero insultos…vaya, en eso Hergé mostró tener una enorme inventiva, y una mala uva que se agradece un montón. Ambrosía para los paladares más exigentes, sí, cuando Archibaldo Haddock saca a relucir su muy extenso lenguaje, seguramente aprendido en tabernas (igual hasta en burdeles) de barrios portuarios por medio mundo. Un total de doscientos sesenta y cinco insultos hay censados en las quince aventuras donde aparece Haddock, lo que nos da una maravillosa media de casi dieciocho por libro. Extensa lista que destaca, además, por su originalidad: desde anacoluto hasta grotesco polichinela, pasando por Atila de guardarropía, logaritmo, mujik, Mussolini de carnaval, coloquíntido, zapoteca de truenos y rayos o, mi preferido, bachi-buzuk de los Cárpatos. Ojo, muchos de ellos definen realidades poco o nada ofensivas (un bachi-buzuk, por ejemplo, es un mercenario otomano) con lo que podemos inferir otra de las características principales del insulto: su intención. No importa qué llames al otro, sino hacerlo con el tono correcto.

El Hergé español, al menos en cuanto a los insultos, es sin duda (en pie todos, por favor, y aplaudan con fuerza) Francisco Ibáñez. Sus creaciones están salpicadas de ofensas bien dichas, destacando las descacharrantes últimas viñetas que (casi) siempre muestran a sus personajes persiguiéndose en una orgía de violencia física y verbal que hoy sería sin duda censurada por traumática para los niños. Berzotas, merluzo, alcornoque, botarate, mentecato… a uno se le llena la boca de miel solo con decir esas palabras. Lo mejor, háganme caso, es repasar la obra de este artista genial para disfrutar con la luminosidad de sus insultos.

Delicias endémicas

Si hay algo que une a toda la humanidad, por encima de credos, procedencia o ideologías, es su tendencia natural por insultar a sus semejantes. Lo cual no quita, evidentemente, para que cada cultura tenga sus propias formas de cagarse en los muertos ajenos, muchas veces en base a criterios de carácter geográfico, evolutivo o, simplemente, en atención al capricho del momento.

Existen una serie de bases que pueden resultar intercambiables en todo el mundo. Las palabras, por ejemplo, que se refieren al pene (cazzo), a la vagina (figa) o a la vida pública de la progenitora (figlio di puttana), todos en italiano. También, claro, las maldiciones familiares (el serbio «me cago en todos los de la primera fila de tu funeral» me parece especialmente acertado) o las que te invitan amablemente a irte a ciertos lugares o realizar ciertas actividades (en francés te dicen va te faire mettre y claro, como suena tan bien, te cuesta hasta ofenderte).

Pero después hay toda una caterva de particularidades idiomáticas e incluso regionales que merece la pena destacar. Algunas, de tan repetidas, hasta parecen haber perdido su significado original, como las inglesas asshole o motherfucker, con cuya traducción literal quizá deberíamos solazarnos cada vez que las escuchamos en una serie. Los daneses, ese país con unicornios y contratos únicos, tienen una expresión bastante gráfica que es kors i røven, y que significa literalmente «(que te metan) una cruz por el culo». Ya ven, tanto Kierkegaard para esto. En el educadísimo idioma japonés nos pueden decir kuttabare y nos tenemos que joder, o llamarnos manuke y a lo mejor no lo entendemos, por tontos. Y los habitualmente chiflados rusos también extienden esa extravagante visión del universo a sus imprecaciones, con cosas tan llamativas como yob tvoyu mat (que puede significar, dependiendo del contexto, desde el literal «he besado a tu madre» hasta «vete fuera de mi vista»…ya me dirán la relación) o júy (que lo mismo sirve para hablar del pene que para designar a un imbécil).  

Con el otro lado del Atlántico compartimos el uso del castellano y la mala baba para insultar. Ya hablamos, oh sí, de los pendejos, pero también están los boludos, los perros, los huevones, la chingada, el verraco o el chimpapo. Incluso tenemos gozosas expresiones compuestas, hallazgos felicísimos de nuestro maravilloso idioma que, una vez más, usamos sin tener en cuenta su significado literal. Así, que te manden a la «concha de tu madre» o a comer un «pingo» resulta toda una experiencia. Hay que aplaudir desde aquí el esfuerzo que la conocida serie Narcos ha hecho para dar a conocer por todo el mundo alguna delicatessen verbal como «hijueputa» (hay que decirlo más), «gonorrea» o «sapo». Gracias, mil veces gracias, han enriquecido ustedes profundamente mis cenas de amigos.

También tenemos, por último, diferentes formas de entender las faltas de respeto dependiendo de los lugares de estas dos Españas, una te helará el corazón, donde te estén mandando a esparragar. Así, por ejemplo, si aquí en Cantabria le dicen que es usted un palajustrán sepa que lo llaman liante, que sí, que tiene mala idea, algo parecido a un talingón, o a un venigoso; y si lo tildan de mondregote le están haciendo saber que se lo tiene usted muy creído, pedazo de imbécil. Ah, las mujeres tienen sus insultos propios, claro, por lo de la paridad, y así las rámilas son hembras de mucho genio, las lumias son aquellas (sobre todo niñas) algo sabihondillas y repelentes, y bardaliega será la que gusta de pasar mucho tiempo detrás de los bardales o las zarzas, preferentemente en posición horizontal y acompañada…

En Galicia llamarán parvo al poco espabilado, y será babayu cuando pase a Asturias, babarrión en Cantabria o kaiku al llegar a Euskadi. Al mismo tipo le llamarán ababol en Aragón, faba en Catalunya, borinot en Valencia o penco en Andalucía. Si logra arribar, quién sabe cómo, hasta los pueblos de la montaña palentina se referirán a él como aberado, Por el camino le habrán escupido un bolo en Toledo, un fato en Valladolid y un zurumbático si se cruzó con Pérez-Reverte a la salida de la Real Academia de la Lengua. Al final toda una vuelta a España de lo más entretenida y didáctica. Aunque igual ni se ha dado cuenta, el muy estafermo.

Ya ven, mis queridos gaznápiros, que esta es materia extensa y de mucho solaz, por lo que nos apena especialmente tener que dejarla aquí, recién expuestos los grandes principios de nuestras tesis y apenas avanzada la investigación sobre el terreno. Eso sí, la certeza de haber contribuido a un enriquecimiento de su vocabulario más irrespetuoso es recompensa suficiente para nuestro esfuerzo.

Sean originales en sus reuniones familiares y de amigos. Insulten con creatividad.

jueves, 8 de mayo de 2025

Técnicas para desarrollar la lectura que sí funcionan

 Aprender siete palabras relativamente cultas a la semana y leer por parejas: así pueden llegar los alumnos a ser lectores competentes, en El País, por Ignacio Zafra, Valencia -08 de mayo de 2025:

El psicólogo cognitivo Héctor Ruiz Martín explica qué técnicas funcionan y cuáles no, según la ciencia, para que niños y adolescentes entiendan bien lo que leen.

Los estudiantes que, pese a saber leer, no tienen una comprensión lectora mínimamente aceptable son más de lo que suele pensarse. Entre el 5% y el 10% del alumno sufre dificultades congénitas (dislexia del desarrollo) y requiere más apoyo. Pero muchos otros que no las sufren tampoco alcanzan un desempeño adecuado. Tanto a los 9 años como a los 15, el 25% de los chavales españoles no alcanzan el nivel mínimo de competencia lectora, según las evaluaciones internacionales PIRLS y PISA, lo que lastra su trayectoria académica y profesional. El neurociéntifico y psicólogo cognitivo Héctor Ruiz Martín acaba de publicar ¿Cómo aprendemos a leer? Y cómo enseñar a leer según la ciencia (Fundación Internacional para la Enseñanza de las Ciencias). Un libro que analiza cómo descodifica y comprende el cerebro humano los textos, y en el que ofrece a los chavales, a sus familias ya la escuela información sobre qué técnicas funcionan y cuáles no para que los estudiantes aprendan a leer bien y se enfrenten a puedanse, a medida que avanzan en las etapas educativas, a obras cada vez más complejas. El libro se basa en los hallazgos de más de 400 investigaciones que han abordado en profundidad la cuestión en las últimas décadas. Pese a ello, no es raro encontrar en las aulas ejemplos de técnicas que la ciencia no aconseja ―como la lectura por turnos en voz alta―, mientras que otras que dan mejor resultado ―como un método específico de lectura por parejas― resultan bastante desconocidas.

El lenguaje oral es, según definición del psicólogo evolutivo estadounidense David Geary, un conocimiento “biológicamente primario”. Su aprendizaje en la primera infancia se produce de forma aparentemente espontánea, simplemente por la inmersión de los niños en una comunidad de hablantes. Esto sucede porque el cerebro cuenta con unas estructuras especializadas (entramados neuronales) destinadas a incorporar esa habilidad. Se trata de una característica que acompaña al homo sapiens desde sus orígenes, hace unos 200.000 años, y es producto de un proceso evolutivo que comenzó seguramente con nuestros antepasados ​​homínidos y se fue perfeccionando por la ventaja adaptativa que proporciona. La lectura y la escritura son, en cambio, un invento cultural muy reciente, y forman parte de lo que Geary llama conocimientos “biológicamente secundarios”. El cerebro no cuenta, en cambio, con mecanismos especializados para aprender a leer, pero consigue hacerlo, con esfuerzo, gracias a su plasticidad. La diferencia es importante, dice Ruiz, porque algunas corrientes educativas abogan por exponer a los niños y niñas al lenguaje escrito, sin llevar a cabo una enseñanza expresa, en la creencia de que aprenderán a descifrarlo como hacen con la lengua oral, algo que carece de base científica. Una parte de los chavales logrará aprender así, pero en realidad, añade el psicólogo, lo hará más bien a pesar del método.

Las investigaciones muestran que el aprendizaje de la lectura empieza por el lenguaje oral, y lo que se ha dado en llamar conciencia fonológica. Los niños tienen que darse cuenta de que el flujo lingüístico continuo que escuchan está formado, en realidad, por unidades más pequeñas , la palabra, la sílaba y el fonema (los sonidos del habla son limitados; entre 20 y 40 en casi todas las lenguas). Y una vez que son capaces de descomponerlos (saber que 'sal' está formado por los sonidos 's', 'a', 'l') pueden aprender a representarlos con letras, escribirlos y leerlos.

Liberar la atención

El siguiente paso, que se logra por medio de la práctica, consiste en ir mejorando el proceso de descodificación hasta automatizarlo. Lograrlo, explica el psicólogo cognitivo, permite al nuevo lector liberar la llamada memoria de trabajo ―“el espacio mental en que sostenemos la información a la que estamos prestando atención en cada instante”― y poder centrarla en comprender los mensajes que está leyendo. La suma de fluidez en la descodificación y comprensión lingüística conducen, simplificando, a una buena comprensión lectora.

Ambos elementos resultan necesarios. "Si no hay automatización en la descodificación, es muy probable que al lector le resulte costoso cognitivamente leer, lo cual no le ayudará a disfrutar de la lectura. Y ello, sumado a las dificultades para comprender lo leído, repercutirá negativamente en su motivación para leer", afirma Ruiz. Alcanzar dicha fluidez no es, sin embargo, suficiente. Alguien puede no comprender un texto por no tener unos conocimientos mínimos sobre el tema ―muchos lectores españoles se perderían, por ejemplo, leyendo la crónica de un partido de béisbol―. Y hay que contar, además, con un vocabulario lo bastante amplio para no estar tropezando continuamente durante la lectura. Varias investigaciones ―como la publicada en 2011 por Norbert Schmitt, profesor emérito de lingüística aplicada en la Universidad de Nottingham, Reino Unido― sugieren que si se desconocen más del 2% o el 5% (según los autores) de las palabras de un texto, la comprensión lectora se ve notablemente mermada, y se tiende a perder la motivación para seguir leyendo.

La amplitud del vocabulario de los niños es muy desigual. La marca, de entrada, el nivel socioeconómico y educativo de sus padres (las diferencias ya se observan a los tres años). Ese desequilibrio léxico es uno de los factores que están detrás de lo que los investigadores han bautizado como crisis de cuarto de primaria. A los 9 o 10 años casi todos han aprendido a automatizar la descodificación. Pero los que conocen más palabras están motivados para leer y tienden a hacerlo más, lo que les lleva a volverse más expertos y seguir ampliando la brecha con sus compañeros menos aventajados, que, en paralelo, van sintiendo un creciente desapego hacia la lectura. La psicología del aprendizaje llama efecto Mateo a este proceso por la frase bíblica: “Al que más tiene, se le dará, y al que menos tiene incluso se le quitará”―. Un estudio clásico mostró que a los 10 años los lectores más voraces leen hasta 4 millones de palabras al año, mientras que los menos inclinados a hacerlo leían 60.000 (el artículo fue publicado en 1988 por el psicólogo de la educación Richard C. Anderson, y es probable que las cifras hayan variado por los cambios en los hábitos lectores, pero la diferencia entre lo que leen los chavales sigue siendo sin duda enorme).

Aprender palabras de forma específica

Para compensar la desigualdad por razones familiares, Ruiz plantea, según lo que han mostrado algunas investigaciones, que aparte de las palabras que los chavales aprenden de forma natural y practicando solos la lectura ―deduciéndolas del contexto o consultando su significado―, la escuela les enseña de forma explícita siete palabras nuevas de registro culto relativamente a la semana. Eso haría unas 350 al año y 3.500 a lo largo de la escolaridad obligatoria, lo que según dichas investigaciones tiene un impacto “relevante” en la comprensión lingüística. 

Las palabras ―según una clasificación popularizada por expertos como Isabel L. Beck, de la Universidad de Pittsburgh― pueden dividirse en tres grupos. 

El primero está formado por las de uso más común, que el hablante de una lengua normalmente conoce, como casa, rápido, o pensar

El grupo III lo integran palabras específicas de ciertas disciplinas, como célula o antonomasia, que los chavales aprenden en las asignaturas correspondientes. 

La propuesta de Ruiz se dirige por ello a las del grupo II, más sofisticadas que las del primer grupo, pero lo bastante habituales en la lengua escrita (en obras literarias, artículos de prensa o ensayos) como para condicionar la comprensión lectora, como exhausto, indulgente, buque o atribular. No vale la pena, añade, perder mucho tiempo en discutir si una palabra forma o no parte del grupo II, ya que se trata de una clasificación flexible. La idea no es que las aprendan memorizando su definición del diccionario, sino utilizándolas en diversas actividades.

El psicólogo recomienda varias estrategias para promover la lectura fuera del aula. Entre ellas: recomendarles lecturas y permitir también que los chavales las escojan, pero manteniendo un grado de asesoramiento para que su complejidad les suponga un reto y al mismo tiempo no los desmotive―; evitar darles algo a cambio de leer ―algunas investigaciones apuntan que puede ser contraproducente, por ejemplo, en caso de chicos que ya leían, si dicha recompensa se implanta y después se retira―; facilitar el acceso a los libros ―a través, por ejemplo, de una buena biblioteca escolar―; o seguir leyendo con ellos en casa en voz alta, aunque ya sepan hacerlo ―para darles un modelo de lectura fluida y tener la oportunidad de comentar con ellos lo leído, trabajando así la comprensión―.

Técnicas tradicionales poco efectivas

Algunas de las técnicas utilizadas en clase para enseñar a leer, resultan, según las investigaciones, poco recomendables. Es el caso de la lectura en voz alta por turnos ―los lectores competentes tienden a aburrirse, y los que tienen dificultades lo pasan muy mal, y lo habitual es que una parte de la clase desconecte cuando no le toca leer―. O que cada estudiante lee en silencio su propio libro sin ninguna actividad posterior ―los buenos lectores lo aprovechan, pero no es tan útil para quienes más necesitan mejorar, que en algunos casos pueden limitarse a simular que leen y sentirse frustrados por no poder hacer lo mismo que sus compañeros―.

La ciencia sí respalda, en cambio, señala Ruiz, varias técnicas (orientadas sobre todo a la primaria), como la lectura pareada. Se forma una pareja con un estudiante más competente que el otro (lo ideal es que el primero sea de un curso superior, para evitar avergonzar al que menos sabe). Ambos empiezan a leer en voz alta simultáneamente, de forma que el más avanzado sirve de apoyo al otro. Cuando este quiere continuar solo, toca la muñeca de su compañero, para que lo siga en silencio. Y el más competente solo vuelve a leer en voz alta cuando se le vuelve a hacer un gesto o vea que su compañero se ataca. Otra técnica efectiva es la lectura repetida, en la que los chavales leen un texto varias veces hasta hacerlo con soltura. Lo ideal, dice el psicólogo cognitivo, es darle un propósito, como exponer la lectura al final en público (o a otra persona), para lo cual pueden usarse poemas o textos teatrales. Y, también en este caso, los chavales pueden practicarlo por parejas o en grupos pequeños, potenciando así una vertiente social de la lectura que también facilita el aprendizaje.

Hay maneras de hacer más eficaz la lectura en silencio de toda la clase, prosigue Ruiz. Como ofrecer a los chavales un trueque: dicho rato de lectura, que puede ser media hora, se les ofrece como alternativa a tiempo de clase estándar, reforzando la idea de la lectura como una actividad vinculada al disfrute. Pero a cambio se les pide que al terminar demuestren que efectivamente han leído ―por ejemplo, rellenando un breve cuestionario, que según explica Ruiz diversas plataformas proporcionan para cientos de libros, organizados por capítulos, y apenas lleva dos o tres minutos completar―. Entre los métodos que según la ciencia dan buenos resultados figura también la llamada lectura coral. En ella se elige un texto de 200 o 300 palabras, el maestro adelanta el vocabulario que puede resultar más complicado, y tras hacer él una primera lectura, que los estudiantes siguen en silencio, se repite con toda la clase (incluido el maestro) leyéndolo en voz alta al unísono.