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viernes, 19 de septiembre de 2025

Entrevista con Amenábar sobre El cautivo

  Alejandro Amenábar, una temporada en las tinieblas de Cervantes, en El Mundo, entrevista de Luis Martínez,  7 septiembre 2025:

El director estrena El cautivo, sobre el tiempo que el autor del Quijote pasó prisionero en Argel de Hasán Bajá, con el que supuestamente mantuvo relaciones

Alejandro Amenábar vuelve. Y lo hace como es norma en su filmografía con una historia de, desde y sobre la libertad. Desde Los otros a Mientras dure la guerra pasando por Ágora, Mar adentro o Abre lo ojos, sus personajes pelean por ser exactamente lo que quieren ser y finalmente, son. Contra todos. El cautivo, su última película, es la historia de un superviviente, pero también es el relato de un hombre que se busca. El cautivo es Miguel de Cervantes justo antes de ser el inmortal escritor del Quijote. El cautivo es una película sobre el poder de la ficción para transformar el mundo y sobre el deseo. Y es sobre este último punto sobre el que el director rompe tabúes e insiste en su irrevocable vocación de libertad. ¿Fue Miguel de Cervantes Saavedra un autor queer? La pregunta sorprende, la película más.

Alejandro Amenábar: "Renunciar a la trama homosexual de Cervantes sería como renunciar a mí mismo puesto que yo soy homosexual",

El cautivo tiene algo de regreso después mucho tiempo. Su última película es de 2019.

En verdad, yo no siento que haya sido una ausencia. De por medio dirigí la miniserie La Fortuna, que abordé como una película. Fueron seis meses de rodaje. Es decir, el más largo de mi vida. No siento que haya sido un parón. Lo que sí veo es una fractura. Pero tiene que ver no conmigo sino con el covid. Mientras dure la guerra se estrenó justo antes de la pandemia. Y esta es mi primera película después del confinamiento. Tengo mucha curiosidad por ver qué pasa. El público siempre ha sido muy generoso conmigo y todas mis películas han sido muy bien acogidas. Pero es cierto que los hábitos han cambiado, que el descenso de espectadores es muy significativo.

¿Esta nueva realidad de la que habla le ha condicionado de alguna manera a la hora de abordar su nuevo proyecto?

No. Me considero un director que siempre mira a la platea, hacia el público. Quiero captar la atención, quiero que interese lo que estoy contando. No hago cine exclusivamente para mí. Por lo demás, recuerdo que con la serie me hicieron algún comentario sobre la necesidad de adaptar el lenguaje, de renunciar a planos generales e incidir en los primeros planos... Pero no, eso sería como matarme en vida. No, yo cuento las historias que quiero contar y las cuento como creo que debo contarlas. Lo que sí creo que es nuevo es la incidencia de las redes. Es cierto que la capacidad de atención de la gente ha disminuido y ahora solo se está pendiente de impactos directos y rápidos.

El cautivo, como el propio Quijote, habla de la capacidad de la ficción de cambiar el mundo. ¿Cuánto de Quijote tiene Alejandro Amenábar?

Es verdad que esta historia de Cervantes, que en un principio puede parecerme muy ajena, tiene mucho que ver con mi propia biografía. Cuando era niño y descubrí tanto el cine como la literatura, lo que hacía literalmente era reunir a gente alrededor con los que compartía mi pasión por lo que había visto o leído. Por otro lado, nunca me he sentido llamado, como hace tantos directores ahora, a contar una historia en la que el cine salve mi vida. El cautivo, sin embargo, sí me permite hablar de cómo veo yo el mismo cine. La ficción me ha salvado fundamentalmente del tedio. Me entretiene, me emociona y por eso es tan importante en mi vida. Recuerdo que en la preadolescencia yo era un niño bastante solitario. Cambié de un colegio religioso a un instituto y me sentí un poco desplazado. Y me acuerdo de ir a ver películas solo. El cine me acompañaba entonces y con el paso del tiempo, me ha permitido realizarme y expresarme. Me comunico con el mundo a través de mis películas.

¿Es la libertad el argumento que más le preocupa?

 Sí, siento que mis películas en cierta manera hablan todas de libertad. En Los otros, una mujer tiene que abrir su mente para descubrir que el mundo no es como ella pensaba y en Mar adentro, un hombre se libera en el sentido más radical. La libertad puede ser física, mental, sexual... Todas las formas de libertad han estado en mi ideario como cineasta.

"La libertad puede ser física, mental, sexual... Todas las formas de libertad han estado en mi ideario como cineasta"

¿Y qué piensa cuando el término libertad se convierte en campo de batalla como ocurre ahora mismo?

El problema es cuando la libertad colisiona con la individualidad y la libertad de otras personas y colectivos.

¿Perdón?

Sí, el ejemplo en el que he visto recientemente mayor confrontación entre la libertad de unos frente a la de otros es en el debate entre el feminismo tradicional y el movimiento trans. Hace dos o tres años tampoco yo entendía lo que era el género binario o el género fluido. Conocía gente trans, pero no me había parado a pensar. Recuerdo que para mí fue definitivo ver la serie Veneno de Los Javis para darme cuenta de que las cosas habían cambiado. Y en esta nueva realidad, decía, observas cómo la lucha histórica de las mujeres se da de bruces con la expresión máxima de libertad de otros colectivos. Pero estoy seguro de que las piezas encajarán con el paso del tiempo. Luego, por supuesto, también observas cómo la derecha y la extrema derecha se aprovechan de todo esto para proponer una vuelta nostálgica al pasado, un pasado en el que todo era supuestamente más asumible, más entendible... Creo que hay que luchar por mantener la mente abierta, sobre todo porque mirar hacia el pasado es un viaje imposible.

¿Fue el descubrimiento de su homosexualidad lo que liberó el genio reprimido de Cervantes? De alguna manera, esa es una de las posibles lecturas que se pueden hacer de su película.

Lo que yo me encontré al investigar ese periodo de la la vida de Cervantes en el que estuvo cautivo en Argel es que él se escapó hasta cuatro veces de la muerte entre otras razones por la relación especial que mantenía con su captor, Hasán Bajá. Por otro lado, hay crónicas que hablan claramente de la homosexualidad de este último. Me pareció interesante desde el punto de vista de la dramaturgia. Lo que hago es explorar una tesis que está ahí, que no me he sacado de la manga y de la que se ocupan los estudios cervantinos más respetables. Por otro lado, cuando hablas de un mito de la literatura como Cervantes tienes que ser honesto con el pasado, pero hacerlo siempre desde la ficción porque yo ni nadie estuvo allí para verlo y demostrarlo. Cuando desarrollé el proyecto, me di cuenta de que renunciar a la trama homosexual era como renunciar a mí mismo, puesto que yo soy homosexual. Si no exploraba con toda la honestidad este aspecto de la vida de Cervantes estaría traicionándome.

En cualquier caso, la película deja en manos del espectador casi todo.

Es el público el que completa la película. La reacción del público que ya ha visto El cautivo es muy diversa. Los hay que entienden que estamos sacando a Cervantes del armario, pero otra parte importante de la audiencia lo que cree es que Cervantes era un superviviente y que lo que hace es simplemente, sobrevivir a una situación de poder y peligro.

Pero ¿no es un poco anacrónico aplicar categorías de hoy, como salir del armario, a situaciones del siglo XVI?

Lo es. Por eso digo que es preciso abrir la mente. Tendemos a parcelarlo todo en compartimentos: homosexual, heterosexual, bisexual... La realidad ahora mismo es mucho más compleja. Y estoy seguro que entonces también lo era. Lo que habría que preguntarse es si una noche de sexo con una persona de tu mismo sexo te convierte en homosexual. La sexualidad es mucho más diversa, decía. Puedes vivir en matrimonio, tener hijos y, a lo mejor, mantener una relación especial con otra persona de tu mismo sexo. Es decir, me gustaría huir de conceptos estancos. ¿Estoy diciendo que Cervantes era homosexual? No, estoy diciendo que mantuvo una relación y, sobre todo, una conexión intelectual, que es lo que me importa, con su captor.

Lo cierto es que el tema de la homosexualidad de Cervantes es canónico y hasta Fernando Arrabal, en un texto muy discutido y repudiado por los académicos, se explayó sobre el tema.

Sí, Arrabal, desde su delirio genial, explora otro episodio de su biografía que es cuando se vio obligado a abandonar España. Hasta el siglo XIX no se sabía por qué Cervantes había desaparecido de repente de la sociedad madrileña para aparecer más tarde en Italia. Ahora sabemos que fue por un duelo. Pero sí, por no extenderme y como he dicho, el asunto de la homosexualidad está ahí en los estudios historiográficos más importantes.

"Lo que había que preguntarse es si una noche de sexo con una persona de tu mismo sexo te convierte en homosexual. La sexualidad es mucho más compleja"

La supuesta homosexualidad de Cervantes algunos la relacionan con el hecho de que era un autor poco dado al erotismo, se añade que su matrimonio no fue especialmente feliz...

Sí, todo eso está ahí. Y desde el punto de vista de la exploración dramática a la hora de plantear este guion, me parecía que era la aproximación más interesante.

La película mantiene un empeño claro en no categorizar ni caer en etiquetas. Se diría que ahora mismo hay un empeño en justo lo inverso. Hablaba antes de una especie de vuelta al pasado por parte de algunos. ¿Qué opina del éxito global del pensamiento reaccionario?

En el fondo es una reacción de miedo. Y, como digo a menudo, hay que mirar al futuro sin miedo. Me preocupa ese giro nostálgico, me preocupa ese movimiento de regresión y, sobre todo, me preocupa que se esté produciendo en el vértice del mundo occidental que es Estados Unidos. Ves que en algunos casos, como en la represión de la minoría trans, el discurso de Donald Trump está íntimamente conectado con el de Vladimir Putin. Prefiero no mirarlo con miedo, pero sí con preocupación y siendo muy consciente de que es una realidad. Y también me preocupa que todo esto haya sido gracias al voto de la gente. No me importa compararlo con lo que pasó en Alemania con el nazismo. Es muy preocupante el desprecio de la gente por el sistema democrático.

Antes hablaba de las redes y su influencia en el cine, imagino que se puede decir lo mismo con respecto a la política y todo lo demás.

Sin duda. El auge de la tecnología digital está claro que refuerza muchas conductas antisociales, machistas u homófobas. Lo vimos muy bien en la serie Adolescencia. Tengo la sensación de que buena parte de lo que vemos ahora lo expresé ya en Ágora. Entonces como ahora, da la impresión de que vivamos en un tiempo donde la moderación es salvajemente reprimida. Cuando contemplé el asalto al Capitolio pensé precisamente en el asalto a la biblioteca de Alejandría. Se vivió la misma exaltación de la irracionalidad.

Menciona la actualidad de Ágora, ¿diría que El cautivo, como buena parte de su cine, podría contar como provocación?

En mi cine como en mi vida personal, mi actitud siempre es la misma. Mi lema es: "Déjame que te cuente e intenta comprenderme". Me expreso con la mayor libertad y eso se puede interpretar como provocación, pero en verdad mi voluntad y deseo es ser comprendido por la persona que tengo en frente. Me pasó con Mientras dure la guerra. Al final fue recibida como yo quería que fuera recibida. Fue más difícil en los extremos a derecha e izquierda.

Recuerdo que hasta con hechos históricos como el que la actual bandera fuera imposición de Franco hubo polémica.

Sí, somos de sangre caliente. También pasó con Mar adentro. En general, y aunque me lleve alguna imprecación por la calle, lo que más recibo de todas formas son agradecimientos. La gente se acerca y me agradece lo que he hecho.

La noticia son las imprecaciones. ¿Recuerda alguna dolorosa?

No. Una vez, después de hacer Tesis, se me acercó una persona y me dijo que la película era una mierda. Acabé por invitarle a un café.

¿Se siente pionero tras Mar adentro?

Siempre estuve convencido de que, tarde o temprano, llegaría la Ley de Eutanasia. Ha sido más tarde que pronto, pero llegó. La sociedad ha demostrado ir por delante de la clase política. Es un acto que revela humanidad, y el deseo de morir no es contagioso. Hablamos simplemente de ayudar a alguien a morir con dignidad. Y además es algo a lo que tarde o temprano nos enfrentamos todos.

Dice que el deseo de morir no es contagioso, pero hay mucha gente que sí cree que la homosexualidad es contagiosa, y habla de adoctrinamiento, de prohibir libros...

Es curioso porque desde que empecé a hacer cine siempre me han preguntado cuándo haría una película de temática gay. Pero nunca me había sentado como creador a hablar de esa realidad que forma parte de mi vida. Esta historia me ha dado por fin la ocasión. No soy sospechoso de haber promovido nada ni de vivir obsesionado con ello. De todas formas, sé que habrá gente que se pondrá en contra de la película sin verla y que rechace de plano ir a verla.

"Si las alternativas son o ser de ultraderecha, que es de donde vienen las acusaciones, o ser woke, pues sí soy woke"

¿Qué piensa cuando se convierte en acusación algo tan elemental como defender los derechos de las minorías? Hablo de la acusación de woke que se le viene encima.

Me deja bastante desconcertado y te obliga a tomar partido como en su momento tuvo que hacer Miguel de Unamuno. Inevitablemente, me identifico plenamente con lo woke. Desde luego, si las alternativas son o ser de ultraderecha, que es de donde vienen las acusaciones, o ser woke, pues sí, soy woke.

¿Cuál ha sido su relación con Cervantes y el Quijote a lo largo de su vida?

Desde que empecé a dedicarme al cine siempre he asumido que soy un ignorante. Recuerdo haber leído en el instituto algunas de las Novelas ejemplares y recuerdo haberme reído mucho con El licenciado vidriera, pero no había leído en su totalidad el Quijote hasta que no abordé este proyecto. Y en esta lectura he descubierto su sentido del humor y su optimismo. Con las dos cosas me identifico plenamente.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Biopic sobre Teresa de Calcuta

 Santa, autoritaria, baluarte de los pobres e implacable antiabortista: el festival de Venecia descubre a otra Madre Teresa, en El País, por Tommaso Koch, Venecia - 01 SEPT 2025:

La película ‘Mother’, de Teona Strugar Mitevska, muestra en el certamen un retrato más real de la monja, fruto de 15 años de investigaciones, viajes y entrevistas.

El ser humano no para de equivocarse. Cosas de la vida terrenal, la perfección solo pertenece a los santos. O ni eso: resulta que hasta la inmaculada Madre Teresa de Calcuta caía en fallos, excesos y contradicciones. La monja ya no está aquí para confirmarlo ―o desmentirlo―, pero la cineasta Teona Strugar Mitevska lo sostiene con cierta seguridad: lleva 15 años investigando a su figura, hablando con quien la conoció y trabajó con ella. Y con todo eso filmó Mother, que inauguró la sección Horizontes del festival de Venecia.

Alberto Barbera, director artístico del certamen, lo presentó como “un retrato no convencional”. En efecto, el largo descubre a una mujer comprometida con su misión de ayudar a los pobres a toda costa: incluida la de su entorno. Bondadosa, altruista, enérgica. También severa, autoritaria, inflexible. Y duramente antiabortista. Una sorpresa para muchos. Aunque ya habían surgido voces críticas contra la gestión económica de su orden, y acusaciones de ser amiga de dictadores o no dar cuidado profesional a los enfermos. Quizás la luz tan cegadora de Madre Teresa impidiera ver sus sombras. Aunque las que descubre Mother no pretenden cancelar su mito: la santa, simplemente, era real.

“Todas las dudas planteadas en la película vienen de su diario, que cubre sus periodos oscuros. La verdad, o la realización, nunca es unidimensional. Hay que cuestionar para saber”, apunta la cineasta. La creadora macedonia empezó a investigar a su compatriota ―aunque muchos la crean india, Madre Teresa nació en Skopje― por una serie que le encargó la televisión nacional de su país. Entonces, pudo entrevistar a las últimas cuatro monjas que habían colaborado con la santa. De una filmación, así, surgió otra. “En ese momento, descubrí a la persona verdadera. De golpe, ante mí se alzaba una mujer sorprendentemente moderna: ambiciosa y audaz, una directora ejecutiva, una rebelde, una Robin Hood”, agrega. Siguió leyendo, buscando, investigando y hasta viajando. Pero el núcleo del proyecto nunca cambió: “Las complejidades de su carácter, las anécdotas de las cuatro hermanas y su diario, que revela sus pensamientos íntimos y dilemas más profundos sobre temas fundamentales como el amor, la maternidad, la fe o la ambición”.

De todo ello hay un poco en Mother. La película narra una semana en la vida de Madre Teresa, en agosto de 1948, en Calcuta. Es decir, justo antes de que arranque la leyenda: acaba de pedir permiso al Papa para dejar su monasterio y crear su propia orden. Mientras espera el sí que necesita para socorrer a millones de marginados, se pasa el día ayudando a todos los que pueda. Su entrega a la misión se muestra igual que su fe: ciega. Demasiado importante lo que hay en juego como para admitir concesiones: a sí misma, por supuesto, pero tampoco a su equipo. A la familia solo se le visita una vez cada 10 años: ni la muerte de algún ser querido merece una excepción. Cualquier apego que no sea hacia Dios queda prohibido. El filme insinúa que ella misma pudiera sentir, y reprimir, pulsiones en ese sentido. A una monja le reordena el cuarto, porque recolocarlo a propio antojo también es una pasión vetada. A otra le obliga a devolver una nueva máquina para echar cuentas más rápidamente. “Tenemos que ser precisas”, avisa.

“La secuencia en que rechaza usar esa máquina para mí encierra su esencia. Alguien centrada en lo que cuenta de verdad, consciente de que distracciones externas pudieran desviar su misión. Era la general de un ejército de mujeres, de las que esperaba devoción absoluta, nada menos de lo que se exigía a sí misma. Instituyó un sistema de rotaciones: cada hermana cambiaba de puesto cada dos o tres años, con tan solo una semana de preaviso. No le preocupaban las opiniones de los demás”, agrega la directora. Lo sufre sobre su propia piel una de las monjas en la película. Convoca a la madre superiora entre lágrimas y confiesa un desliz: se ha quedado embarazada. Dice que es amor, se desespera, suplica ayuda. Pero la santa ni se inmuta. Al revés, la aísla. Tanto que la joven, desconsolada, se resuelve a abortar. “Solo lo sabremos tú, yo, y el doctor”, le propone a Madre Teresa. “Y Dios”, responde la implacable santa. El único momento de la película en que sonríe de verdad es cuando el Vaticano al fin le otorga el visto bueno.

“Una hermana nos contó que cada vez que Madre Teresa entraba en un cuarto recolocaba los muebles: era una filosofía de desapego. En las reglas de su orden, insistió en que las monjas no poseyeran nada”, señala Strugar Mitevska. En otra entrevista, una joven monja española le contó que sumarse a la causa de la santa le había dado “libertad”. De las expectaciones de que tuviera casarse con alguien; de afeitarse, algo que odiaba; de tener que llegar a compromisos con ciertas imposiciones de la sociedad. “Lo que me hizo pensar: ‘¿Cuántas mujeres hace 10 años, o más aún hace 100, encontraron libertad dentro de la iglesia? Es una idea controvertida, pero puedo entenderla”.

De ahí que parte de la dureza de Madre Teresa tal vez surgiera como respuesta a la sociedad patriarcal. “Soy una mujer en un sistema regido por hombres”, apunta en el filme. “Hombres, hombres, hombres”, se lamenta en otro momento. Hasta la santa perdía los estribos ante tanta desigualdad. La misma que impulsó a la propia directora a prorrogar tanto este proyecto: “He tenido que cumplir 50 años para tener el valor de un Xavier Dolan [cineasta canadiense] de 18. Esa es la ironía ―y la tragedia― de las mujeres de mi generación: la falta de confianza para ser, hacer, osar". Gracias a Madre Teresa, la cineasta ha abrazado la fe más importante: en sí misma.

domingo, 24 de agosto de 2025

Ryan O'Neal story

 La caída y la redención de Ryan O’Neal, el padre más cuestionado de Hollywood, en El País, por Eva Güimil, 10 JUN 2021:

La estrella de ‘Love Story’ y ‘Barry Lyndon’, tan famoso por sus triunfos en la pantalla como por la terrible historia familiar que han arrastrado sus hijos, ha cumplido 80 años aparentemente reconciliado con sus seres queridos y dispuesto a cerrar, con un episodio feliz, la historia de la familia más turbulenta de la industria del cine

Cuando se menciona a Ryan O’Neal, que en 2021 ha cumplido 80 años, una de las primeras historias que surgen es tan amarga como impactante: trató de ligar con su propia hija en el funeral de su tercera mujer. Y no es un chisme maledicente, ya que la fuente es el propio actor. O’Neal lo reconoció en una larga entrevista con Vanity Fair publicada poco después del fallecimiento de su pareja, Farrah Fawcett. “Acababa de dejar el ataúd en el coche fúnebre y estaba viendo cómo se alejaba cuando una rubia muy guapa se me acercó y me abrazó. Le dije: ‘¿Tienes coche?’. Y ella me dijo: ‘¡Papá, soy yo! ¡Tatum!’. Sólo intentaba ser gracioso con una extraña mujer sueca y resultó que era mi hija”. Una anécdota triste que no es más que el corolario de una relación marcada por un sinfín de desavenencias tanto públicas como privadas. Tatum O’Neal, actriz, ganadora de un Oscar y exmujer de John McEnroe, es la más famosa de su progenie, pero no la única. Con todos ellos ha tenido el intérprete una relación tan difícil que su leyenda como padre conflictivo es casi tan grande como la de actor.

O’Neal nació en 1941 en California, en el epicentro de la industria del espectáculo. Hijo de una actriz y un guionista, parecía destinado a la interpretación, pero su primera pasión fue el boxeo, un deporte en el que su fuerte carácter encontraba una válvula de escape. Su físico privilegiado no tardó en propiciar lo inevitable y a finales de los sesenta ya lucía su cautivadora sonrisa en Peyton Place, el culebrón de moda. O’Neal era insultantemente guapo, pero también un actor brillante, una “estrella monstruosa”, como lo definió Paul Mazursky –que lo dirigió en Fielmente tuya (1996)–. Su gran oportunidad no tardó en llegar. En 1970 el productor Robert Evans le ofreció ser el protagonista de Love Story, un papel que habían rechazado Michael Douglas y Jon Voight. El desmesurado éxito de una película que se convirtió en un fenómeno social le proporcionó una nominación al Oscar y un lugar en la lista A de Hollywood.

Su vida privada era menos luminosa. Todavía no había cumplido los treinta y ya era un divorciado con tres hijos a su cargo: Patrick, fruto de su matrimonio con su compañera en Peyton Place, Leigh Taylor-Young, y Tatum y Griffin, los hijos que había tenido con la actriz Joanna Moore. Moore era una adicta con graves trastornos mentales que provocaron que la custodia de ambos recayese en el actor. “Me casé a los 20 y no tenía la madurez suficiente”, declaró años después. Nadie le quitó la razón.

Tatum, la estrella más joven (y más sola) del mundo

Cuando en 1974 Tatum se convirtió en la persona más joven en ganar el Oscar (con solo diez años, por Luna de papel) su padre, coprotagonista de la película, no se molestó en acompañarla. Estaba en Inglaterra rodando Barry Lyndon mientras su madre permanecía recluida en una institución. Cuando vestida con un pequeño esmoquin que imitaba a los que solía lucir Bianca Jagger –pareja de su padre en aquel momento– subió al escenario para recoger su estatuilla, era su abuelo paterno quien la acompañaba. Era la noche más importante de su corta vida, pero estaba sola, como casi siempre. En aquel momento su lugar feliz era la casa de otra celebridad de Hollywood.

“Tuvieron que conseguir una grúa para sacarme de la casa de Cher porque ella tenía una familia increíble. Tenía a su madre, a sus hermanas, a muchas mujeres increíbles... En mi casa también había mujeres, pero pero iban y venían”, declaró años después a CBS en referencia a la multitud de mujeres que pasaban por la casa del actor durante su infancia. Entre ellas estaban celebridades como Angelica Houston, Joan Collins, Diana Ross o Cybill Shepherd. En alguna ocasión la niña compartía cama con ellas. No había una connotación sexual en ello, pero resultaba tan perturbador que Ursula Andress se vio obligada a poner límites: “No quiero acostarme contigo mientras tu hija está en la cama”, le dijo un día a Ryan O’Neal, como reveló el Daily Mail. Anécdotas como esa llevaron al rotativo británico a preguntarse en 2007 si Ryan O’Neal era “el peor padre de Hollywood”.

O’Neal se había visto obligado a convertirse en madre y padre, y si atendemos a la memorias de Tatum (A paper life, publicadas en 2001), optó por no ser ninguna de las dos cosas. Más bien, fue un compañero de piso muy generoso. En su biografía la actriz cuenta cómo cuando tan sólo tenía 12 años su padre le dio a su por entonces amante Melanie Griffith unos miles de dólares para que se la llevase a París. “Nos drogábamos e íbamos a fiestas salvajes. Un día fumamos todos opio y hachís. Mareada, me dejé caer en la cama. Cuando levanté la cabeza, Melanie se estaba enrollando con un chico y con la actriz Maria Schneider”. Su vida está jalonada de anécdotas escandalosas que no decayeron cuando a los 20 años se casó con otro hombre con tanto talento como demonios internos, el tenista John McEnroe.

Griffin, el infierno que no salió en las revistas

Y así como los escándalos familiares opacaron la carrera de su padre, la fama de Tatum oscureció el infierno por el que también pasó su hermano Griffin. “Yo era el liador de porros de la familia”, declaró en 2015 a People el primogénito de los O’Neal. La larga batalla de Griffin con las adicciones había empezado cuando solo tenía 9 años. “Mi vida ha sido un reino de degradación por las drogas y el alcohol. Tuve que automedicarme toda mi vida porque sentía dolor en todas partes. En mi familia había drogas en cualquier sitio y todos los días. Eran los años sesenta y setenta y Tatum y yo lo pasamos mal”.

La vida de Griffin está plagada de incidentes violentos. Su padre le rompió dos dientes de un puñetazo cuando tenía 18 años y ha pasado por la cárcel por conducir ebrio y disparar al coche (vacío) de su ex novia. Pero ningún episodio fue tan devastador como el que le costó la vida al hijo de Francis Ford Coppola. En 1986 Griffin estaba en Maryland junto a su amigo Gian-Carlo Coppola, participando en la una película del padre de este, Jardines de piedra. En un descanso del rodaje alquilaron una lancha. Tres horas después Gian-Carlo fallecía decapitado tras intentar pasar a toda velocidad entre dos embarcaciones atadas por un cable. En un principio Griffin declaró que era Gian Carlo quien conducía, pero la investigación demostró que era él y que su inexperiencia había sido la causa del accidente. Tal y como informó en su momento el Washington Post, fue absuelto de homicidio involuntario, pero declarado culpable de conducir negligentemente.

En 2008 volvió a terminar en comisaría, pero esta vez le acompañó su padre. Tras una llamada de los vecinos, la policía se presentó en la casa familiar donde se encontraron al actor apuntando a su hijo con un arma. Ese día Farrah Fawcett (a ella llegaremos en el siguiente párrafo) cumplía 60 años y celebraba haber superado un cáncer tras cuatro meses de tratamiento, pero la fiesta terminó en tragedia. Según declaró Ryan O’Neal, su hijo le amenazó con un atizador. El actor fue acusado de agresión con arma de fuego y tuvo que pagar una fianza de 50.000 dólares. La foto de su ficha policial dio la vuelta al mundo en el peor momento. Tras años alejado de papeles protagonistas como los que le encumbraron en Love Story, Qué me pasa doctor o Barry Lyndon, volvía a saborear el reconocimiento del público con un papel en la serie Bones. Casi un premio de consolación para una carrera que en los setenta parecía no tener techo, pero que resultó lastrada por el carácter problemático de O’Neal y un puñado de malas decisiones. Estuvo a punto de ser el boxeador de Campeón y protagonizar El guardaespaldas junto a Diana Ross y Memorias de África con Julie Christie, e incluso de ser Rambo, pero la idea de “revolcarse en guano de murciélago” no le seducía mucho. Y pasar tiempo lejos de Farrah Fawcett tampoco.

Farrah, una historia de amor y decepción que duró décadas

Fawcett fue el gran amor de O’Neal, aunque nunca llegaron a casarse. Su relación se inició cuando el marido de ésta, el actor Lee Majors, le pidió a su amigo que la entretuviera mientras él se iba a trabajar fuera y se prolongó hasta la muerte de ella. Según ellos mismos contaron, la primera noche que salieron juntos se besaron tanto que les sangraron los labios. Empezó así una historia de amor que el actor considera la única real de su vida y de la que nació Redmond, el hijo que iba a demostrarle que las cosas siempre se pueden poner peor. Sus otros hijos habían estado bajo el foco de la prensa por la fama de su padre, pero ahora había una madre celebérrima también en la ecuación. La chica cuya foto enfundada en un bañador rojo había vendido doce millones de copias, el Ángel de Charlie más deslumbrante, un icono pop y la mujer más deseada de América.

Los problemas no tardaron en aparecer. En su libro Both of us: My life with Farrah (”Ambos: mi vida con Farrah”), O’Neal relata un episodio perturbador. Durante una de las interminables peleas a las que conducía el fuerte carácter de ambos, el pequeño Redmond de sólo seis años se presentó en la habitación con su pijama de Winnie-the-Pooh y un cuchillo de carnicero que amenazaba con clavarse en el corazón si sus padres no dejaban de discutir. Pensando en esta escena, el desastre en el que su vida se convirtió años después no sorprende a nadie.

En 2009 su padre resumió entre lágrimas el infierno que era la vida de su hijo. “Ha estado en 13 centros de rehabilitación. Ha tenido una vida terrible. Tiene adicciones que no puede controlar; se duerme en la mesa. Eso no es ser un chico privilegiado. Nunca ha tenido dinero, nunca ha tenido un coche. Ha estado sin salir a la calle durante un año porque la policía no paraba de detenerlo”. Esas “adicciones incontrolables” les habían llevado a ambos a la cárcel apenas un año antes cuando la policía encontró droga en la casa del actor. Según manifestó después, esa droga era de Redmond, pero se declaró culpable de posesión para evitarle el disgusto a una Farrah tan enferma que fallecería apenas meses después (Fawcet falleció el 25 de junio de 2009, el mismo día que Michael Jackson). Redmond acudió esposado al funeral. Una imagen desoladora que no significaba el final de su caída.

En 2018 fue acusado de intento de asesinato tras atacar al azar a cinco hombres. Tras evaluarle, se le diagnosticó esquizofrenia, trastorno bipolar y trastorno de personalidad antisocial. “Las drogas no han sido el problema, sino el trauma psicológico de mi vida entera. Mis experiencias vitales son lo que más me han afectado”, declaró a la web sensacionalista Radar Online tras su detención.

Patrick, la excepción en una familia destrozada

No todos los vástagos de O’Neal le culpan de sus desgracias. La excepción es Patrick, fruto de su matrimonio con la actriz Leigh Taylor-Young. Locutor deportivo de Fox Sports, ganador de un Emmy y exmarido de la actriz Rebecca De Mornay, lleva una vida alejada de los escándalos de la familia. En 2012 concedió una entrevista a la NBC para quejarse porque uno de los programas estrella de la cadena se había burlado de la clase de padre que había sido Ryan. “Tatum escribió un libro sobre lo mal que estaba todo, pero yo podría escribir un libro que podría ser bastante aburrido sobre lo maravillosa que fue mi infancia”, puntualizó. Hace un par de años, y para reforzar su vínculo paternofilial, reflotaron un viejo gimnasio de barrio en Brentwood, como aquellos que frecuentaba O’Neal en su adolescencia y suelen subir fotos a sus redes sociales en las que se puede seguir una relación que se ha vuelto más estrecha desde que Ryan O’Neal fue diagnosticado de leucemia.

El año pasado Tatum trató de fortalecer también su casi inexistente vínculo con Ryan. Una imagen de toda la familia reunida se convirtió en un símbolo de paz entre sus miembros. “Puedo llorar de alegría y gratitud porque todos en esta foto todavía están vivos y hemos sido capaces de reunirnos de nuevo después de tantos años de dificultades. Toda la Costa Oeste está ardiendo, pero si los O’Neal pueden reconciliarse, realmente todo es posible” escribió un emocionado Sean McEnroe.

Pero en 2011 padre e hija ya habían escenificado un acercamiento público durante la docuserie producida por Oprah Winfrey Ryan y Tatum: The O’Neals. Un proceso de reconciliación tras veinticinco años alejados que no fue tal y no pasó de la primera temporada. Ryan O’Neal culpó a la productora por distanciarlos aún más: “Estamos más separados ahora que cuando comenzamos el programa. Gracias, Oprah, por toda tu ayuda”. Como padre ha sido cuestionado, como hombre sincero y directo, no. Un hombre que es consciente de que el de padre ha sido el peor papel de su carrera. Así lo reconoció él mismo: “Soy un padre incompetente”, remataba aquel famoso reportaje de Vanity Fair. “Creo que no estaba destinado a tener hijos. Mira cómo me ha ido: o están en la cárcel o deberían estarlo”. Con 80 años recién cumplidos, la historia aún puede volver a reescribirse.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Konrad Morgen, el justo dentro del crimen nazi

 El insólito policía y juez de las SS que perseguía a sus colegas criminales desde dentro del mismo sistema nazi, en El País, por Jacinto Antón, Barcelona - 20 AGO 2025 

Una biografía recupera la extraordinaria carrera de Konrad Morgen, que llevó a juicio a 200 camaradas corruptos, incluidos comandantes de campos de concentración, y hasta se atrevió a investigar a Eichmann.

Konrad Morgen, con cara de gris oficinista o empollón de instituto y que no resultaba de entrada intimidante ni embutido en su uniforme de las SS, no se parece físicamente en nada al correoso y recio detective de ficción Bernie Gunther, creado por la pluma del añorado escritor Philip Kerr, que también investigaba crímenes desde dentro del sistema policial del III Reich. Pero ese hombre de gafas de culo de botella y aire de anodino burócrata fue alguien real. Un juez y policía de las SS que vivió una vida peligrosísima actuando contra sus propios camaradas de la orden de la calavera en el filo de la navaja del perverso sistema judicial nazi y utilizando lo que quedaba de las leyes en el corrupto y amoral universo hitleriano para investigar y llevar ante los tribunales a la friolera de 200 miembros de la organización.

La lista de Morgen incluye altos cargos y hasta comandantes de campos de concentración, la crème de las SS, de los que arrestó personalmente a cinco, dos de los cuales fueron ejecutados. Actuó contra personajes tan letales, verdaderas serpientes pardas, como Oskar Dirlewanger, líder de la brigada de combatientes más brutal y degenerada de las SS; Karl-Otto Koch, comandante de Buchenwald (arrestó también a su esposa, la famosa Ilse Koch, célebre por su crueldad y lascivia); el coronel Hermann Fegelein, futuro cuñado de Hitler, o Amon Göth, comandante del campo de Kraków-Plaszów, encarnado por Ralph Fiennes en La lista de Schindler. Se atrevió incluso a poner bajo su lupa a Adolf Eichmann, el planificador de la Solución Final, y fue a Auschwitz a investigar corrupción y asesinatos (¡en Auschwitz!), enfrentándose a su exasperado comandante Rudolph Höss, que no conseguía entender el sentido de una investigación policial en medio del mayor crimen perpetrado en la historia de la humanidad.

Morgen (Fráncfort, 1909-1982) logró hacer justicia —al menos un poco de ella— dentro de un mundo en el que la justicia no parecía posible. Cómo lo logró, un poco a la manera de los Intocables con Capone, entrando de lado, es una de las historias más extraordinarias de la época del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Una reciente biografía sobre Konrad Morgen, Hitler’s Crime Fighter (Biteback Publishing, 2024), del historiador británico David Lee, analiza la figura del insólito juez y policía de las SS y, sin esquivar los aspectos controvertidos de su carrera y su personalidad (que han predominado en otros juicios sobre el personaje), se decanta por un veredicto favorable, considerando que su papel de verdadera mosca cojonera de las SS, escondía una auténtica indignación moral ante el Holocausto e incluso un intento de, en la medida de sus posibilidades, poner palos en las ruedas de esa atrocidad.

Alabado por estudiosos como la historiadora Helen Fry, el libro indaga en la sorprendente trayectoria de Morgen, que sobrevivió milagrosamente a su peligrosa labor y a la Segunda Guerra Mundial, y asoma al lector a ese alucinante rosario de los 800 casos abiertos por mor de la tenacidad del juez y policía desde dentro de las SS contra sus propios miembros. Cuesta explicar cómo en el seno del III Reich, en un Estado eminentemente criminal, se podía investigar y procesar (y hasta condenar a muerte: Karl Koch fue fusilado) a elementos que eran parte del propio aparato represivo y asesino del régimen. Pero es que Morgen aprovechaba las rendijas legales que quedaban en la Alemania hitleriana, en la que se solapaban dos ordenaciones: la corriente, la habitual en todos los países civilizados, y las leyes nazis. Morgen no podía investigar y procesar a miembros de las SS por el genocidio que estaban perpetrando, pero sí, paradójicamente, por corrupción o por asesinatos ilegales (esto es, fuera de las órdenes emanadas de la cúpula del Reich, especialmente de Himmler y en última instancia de Hitler). Casi hace reír (la risa negra y sardónica de un Bernie Gunther) imaginar la cara que se le ponía a un oficial de las SS al que Morgen llamaba a declarar por un asesinato injustificado mientras estaba trabajando a destajo ¡en el campo de exterminio de Majdanek!, en el que se liquidó a 360.000 personas, una ratio de 250 al día durante cuatro años. Esa estupefacción es perceptible a lo largo de todas las investigaciones y casos del juez y policía de las SS. Los acusados no dan crédito: entonces, ¿podemos matar de mil maneras horrendas a cientos de miles de personas pero a esa no? ¿Podemos robar a mansalva por toda Europa y despojar a las víctimas hasta de sus dientes de oro, aunque no nos podemos quedar nada?

En la lógica insana de Himmler, recuerda Lee, citando a Peter Longerich, el gran biógrafo del líder nazi, las SS debían actuar “decentemente”, incluso en el crimen. Y, por supuesto, todo el provecho que se extraía de la persecución y el asesinato de los enemigos del Reich debía ir, sin excepción, a las arcas del Estado (y a la caja de las SS). Himmler no quería que le robaran, faltaría más, qué villanía. A eso se agarraba Morgen, que actuaba a las órdenes directas del Reichführer para perseguir a miembros de las SS que se saltaban las normas y el código de honor de la organización. Uno de los problemas que tenía Morgen, espina en el costado de las SS, es que sus testigos de acusación desaparecían rápidamente.

Himmler le obligó a parar varias veces, como en el caso de la investigación de Eichmann por unos diamantes sustraídos: no se le podía detener al estar llevando, se le dijo, una tarea secreta de la máxima importancia para el Führer.

Es discutible (y algunos estudiosos han dudado de sus motivos) qué guiaba en el fondo a Konrad Morgen, al cabo oficial de las SS (tuvo el rango de Sturmbannführer, mayor), miembro del partido desde 1933 y absolutamente imbricado en los mecanismos policiales y judiciales nazis: se le ha visto como un cruzado de la extravagante moralidad de Himmler e incluso se le acusó de haber asistido a un experimento médico de venenos con prisioneros de guerra rusos. Lo que es indiscutible es que se jugó el cuello enfrentándose a poderosos y peligrosísimos altos cargos de la organización —su némesis principal fue Oswald Pohl, jefe del departamento económico y administrativo de las SS— y hasta buscándoles las cosquillas a personajes realmente diabólicos que escapaban a su capacidad punitiva real. Varias veces le pararon los pies —en última instancia el régimen no podía prescindir de sus mejores asesinos— y en una ocasión, en 1942, incluso lo despojaron de su rango y lo enviaron a luchar al frente del Este enrolado como soldado raso en una durísima unidad de combate de las Waffen SS con un altísimo número de bajas (el regimiento de granaderos panzer de las SS Germania, parte de la división Viking), una manera de librarse del enojoso burócrata metomentodo y tocanarices.

Sorprendentemente, Morgen (personaje que está pidiendo a gritos una película) regresó en mayo de 1943 de primera línea —Himmler lo volvió a solicitar para otro trabajito, investigar la corrupción en Buchenwald: su carrera recuerda mucho a la de Bernie, el detective de Kerr— no solo vivo sino como un soldado que cumplió como el mejor y hasta recibió la Insignia de Asalto de Infantería.

La apasionante carrera de Morgen en la sección judicial de las SS, que Lee sigue minuciosamente caso por caso —entre los más alucinantes, el del médico en Buchenwald Waldemar Hoven—, permite observar los singulares meandros de la acción policial y la justicia en el III Reich. El sosias real de Bernie Gunther, el detective de Kerr de cuyas novelas David Lee se declara rendido admirador y del que destaca que hacía frente a similares retos morales, incluso tuvo los mismos jefes que este, como Arthur Nebe, que no veía contradicción alguna en ser detective jefe de la policía criminal (Kripo) y comandante de un grupo de exterminio, el Einsatzgruppe B, con 45.000 muertos a sus espaldas. Tras la guerra, Morgen, que fue desnazificado en 1948, continuó su labor en el ámbito de la justicia y actuó como testigo en diversos juicios contra criminales nazis, incluidos los de Nurenberg. Sus pesquisas permitieron a Morgen ser testigo directo de las atrocidades nazis como el tour que le organizaron por la maquinaria de exterminio de Birkenau o los resultados de la masacre de judíos en la operación Festival de la cosecha, Aktion Erntefest, en Lublin en 1943 mientras investigaba a Christian Wirth, jefe de los campos de la muerte en Polonia.

Su vida personal estuvo marcada por su romance con una mujer, María Wachter, con la que las SS no le permitieron casarse por opositora al régimen, y con la que contrajo matrimonio al finalizar la contienda. David Lee señala que Morgen, que se describía a sí mismo como Gerechtigkeitsfanatiker, un “fanático de la justicia”, no hubiera parecido un tipo tan atractivo como Bernie Gunther: carecía de su cínico sentido del humor berlinés y su existencialismo, y de su agitada vida sentimental; tenía muy arraigados los valores tradicionales alemanes y un fuerte sentido del honor. Pero ambos —el policía real y el ficticio— pusieron sus talentos de sabuesos investigadores al servicio de los más terribles empleadores que

lunes, 9 de junio de 2025

Nueva y desmitificadora biografía del Cid

 El largo camino del Cid: de mercenario saqueador a mito franquista, en El País, por Guillermo Altares, Madrid, 6 jun 2025:

La historiadora Nora Berend relata la construcción de la leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar desde la Edad Media hasta el presente.

En el siglo XI, La Rioja formó parte de la amplia zona deshabitada de la Península que servía de frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. Era un territorio con muy poca gente y muchos peligros. En 1092, un mercenario cristiano no dudó en arrasar aquellos parajes, pese a que pertenecían al rey Alfonso VI. "Cruelmente y sin misericordia incendió todas aquellas tierras arrasándolas por completo de la manera más dura e impía. Devastó y destruyó toda aquella región, llevando a cabo feroz e inhumano pillaje", reza la crónica medieval Historia Roderici. Aquel guerrero implacable se llamaba Rodrigo Díaz de Vivar y ha pasado a la historia como el Cid. ¿Cómo es posible que un mercenario despiadado que vendía su espada sin importarle la religión de aquel a quién servía pasase a convertirse en un mito de la cristiandad y acabase reivindicado por el nacionalcatolicismo del franquismo?

La medievalista Nora Berend (Budapest, 59 años), profesora en el San Catharine College de Cambridge, ha dedicado un libro, El Cid. Vida y leyenda de un mercenario medieval (Crítica, traducción de Beatriz Ruiz Jara), a tratar de explicar el abismo que separa la Historia Roderici —primer relato medieval de las andanzas del Cid, del siglo XII— del famoso poema de Manuel Machado que generaciones de españoles aprendieron de memoria en la escuela —“Por la terrible estepa castellana / al destierro, con doce de los suyos / polvo, sudor y hierro / el Cid cabalga”— y del mito de la Cruzada nacional católica, pasando por el Poema del Mío Cid —un texto sobre el que apenas se tienen datos certeros con el que empieza la literatura castellana—, El Cid de Corneille, que revolucionó el teatro europeo en el siglo XVII, o por la película de 1961 de Anthony Mann con Charlton Heston y Sophia Loren.

La figura de Ramón Menéndez Pidal , el erudito español que se apoderó de la figura del Cid en el siglo XX (también se podría pensar que fue al revés y que el profesor fue poseído por los libros de caballerías), la reconstrucción aventurera de Arturo Pérez Reverte en Sidi o la foto José María Aznar disfrazado de El Cid , que tomó Luis Magán para una serie de El País Semanal en 1987, aparece en el libro de Berend, que no solo describe la figura histórica —tema al que dedica el primer capítulo—; sino que, en realidad, relata el largo camino que va desde la historia a la leyenda.

“Como primer paso, fue fácil transformar la historia de Rodrigo en la de un supuesto líder de una guerra cristiana contra los musulmanes, una transformación que ya tuvo lugar en la época medieval”, explica Nora Berend por correo electrónico. "Los nacionalistas franquistas utilizaron entonces el pasado distorsionado de una 'cruzada' para liberar a España de los musulmanes, con el Cid como su primer líder. El liderazgo de Castilla en la Reconquista fue un elemento clave de la ideología franquista y el Cid fue visto como un patriota castellano. Esto sirvió como modelo para una ' cruzada ' contra los republicanos (o lo que es lo mismo, transformó el pasado medieval en función del presente franquista). Esto formaba parte de la estrategia para legitimar el terror creando una supuesta continuidad De este modo, la causa nacionalista se presentaba como una cruzada religiosa, pretendiendo continuar una ' Reconquista ' medieval. Según esto, el supuesto pasado común de los españoles, a través del cual construyeron su identidad y la misma esencia de la nación española, era cristiano y nacionalista.

Lo sorprendente, como explica Berend en su libro, es que esta metamorfosis comenzó cuando el Cid todavía estaba vivo. "La familia de Rodrigo, sus descendientes y los monjes de San Pedro de Cardeña, entre otros, contribuyeron a la elaboración del mito que lo presenta como el salvador de los cristianos enviado por Dios en los siglos siguientes. Un guerrero sin igual, nunca vencido, de firme fe cristiana y fiel vasallo del rey era un buen modelo a propagar también desde el punto de vista de los reyes posteriores, por lo que su leyenda, en gran medida elaborada en el monasterio de San Pedro de Cardeña, se incorporó a las historias oficiales elaboradas en la corte de Alfonso X y Sancho IV Los monjes crearon la imagen de un Rodrigo santo, aunque el intento de canonización de 1554 al final fracasó. En todos los casos, la leyenda de Rodrigo se transformó en función de las necesidades de los usuarios de la historia.

Aunque el Poema del Mío Cid sigue siendo un profundo misterio, los hechos sobre la vida de Rodrigo Díaz de Vivar están bastante documentados. Fue un guerrero medieval, que nació en torno a la mitad del siglo XI, y murió en 1099 en Valencia, un territorio del que había tomado el control, y que heredó su esposa, Jimena. Estuvo al servicio de los reyes Sancho II y Alfonso VI, aunque fue desterrado y sirvió al Reino de Taifas de Zaragoza. Como escribe, Berend “no distinguía entre amigo y enemigo en función de su credo”. Pero poco a poco, la leyenda se fue espesando y muchas de sus hazañas más famosas —como que ganaron una batalla después de muerto—, aunque sean falsas, se han convertido en reales.

Resulta especialmente interesante el episodio de la Jura de Santa Gadea , un antecedente de la Carta Magna que los nobles ingleses arrancaron a Juan Sin Tierra en el siglo XIII y que se considera un precedente de los derechos democráticos contemporáneos. Según la leyenda, el Cid obligó en la Iglesia de Santa Gadea en Burgos al rey Alfonso VI a jurar que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho II para poder acceder a la corona. Esta jura, explica Berend, se demostró “un precedente de la democracia parlamentaria, emblema de la resistencia frente a la tiranía y símbolo de los controles legales sobre el poder monárquico”. Sin embargo, todo lo relacionado con esta historia es una invención. Lo chocante es que, si el mito llega a circular por otro camino, el Cid podría haberse convertido en un mito de la lucha por la democracia, no solo de una dictadura fascista y luego de la derecha ultramontana.

El interminable debate en torno a la autoría y la composición del Poema del mío Cid refleja los muchos misterios que todavía rodean a esta figura de la que, parafraseando la famosa frase final de El hombre que mató a Liberty Valance, se imprimió la leyenda. "Se trata, evidentemente, de un texto muy importante para la historia literaria castellana. Su datación y autoría han sido muy controvertidas. Lo que está claro es que el monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, debió de influir en su composición, porque el texto presenta a Rodrigo como si en vida hubiera tenido importantes vínculos con el monasterio, cuando no solo no tenemos pruebas de ello, sino que incluso hay pruebas de lo contrario: su donación a San Sebastián de Silos, y la ausencia de rastro alguno de donación a San Pedro. También es evidente que el Cantar transformó significativamente al Rodrigo histórico en héroe cristiano, leal vasallo del rey y patriota castellano. En todos estos aspectos, el Cid del Cantar no es el Rodrigo de la historia”.

El mito del Cid, como ocurre con muchos otros momentos de la Edad Media , ha cobrado un peso creciente en la actualidad, sobre todo para la ultraderecha. Explica Berend: "En muchos países europeos, la Edad Media se ha considerado normalmente un período fundacional, durante el que nació el Estado. Esto en sí es una simplificación, pero hace que los acontecimientos medievales sean especialmente significativos, como si la identidad moderna dependeiera de acontecimientos e ideales de muchos siglos atrás. A lo largo del tiempo, muchos grupos encontraron una afinidad con la Edad Media, atraídos por diferentes elementos, y no solo por razones políticas; por ejemplo, los Prerrafaelitas, el círculo de artistas ingleses del siglo. XIX. Por supuesto, siempre se evoca una visión muy selectiva y distorsionada de la Edad Media. Creo que son los supuestos valores 'nacionales cristianos', la legitimación de la violencia contra los que no se conforman, la idea de que se puede crear una sociedad uniforme lo que atrae a la derecha”.

La relación entre los mitos nacionales y la Edad Media no es ni mucho menos exclusiva de España. Francia con Juana de Arco es uno de los muchos ejemplos que proliferan por Europa. En los Balcanes, un territorio donde el pasado forma parte del presente de una forma muy rotonda, es especialmente significativo. El mito nacional serbio es la batalla de Kosovo en la que, en 1389, las tropas cristianas fueron derrotadas por los otomanos y los serbios perdieron su libertad. Fue profusamente utilizado por el ultranacionalismo serbio en los años ochenta y noventa. Sin embargo, como explica Noel Malcolm en Kosovo. A short History, los documentos no dejan claro lo que pasó y existen muchas evidencias de que hubo musulmanes y cristianos en los dos bandos.

"También hay paralelismos con muchos otros lugares: por ejemplo, el mito húngaro de ser el baluarte de la cristiandad contrasta con los hechos históricos de varios líderes militares húngaros que se aliaron y lucharon junto a los otomanos contra los Habsburgo. Otros ejemplos son los mitos en torno a Juana de Arco en Francia, que ignoran el papel de los borgoñones y de sus propios compatriotas en su muerte para presentar la historia como una lucha contra los invasores; o también Alejandro Nevski, donde los mitos inflan y distorsionan su papel en la lucha contra los alemanes y eliminan el apoyo de los mongoles en su ascenso al poder. Fue la creación de relatos nacionales en siglos posteriores, con 'enemigos' y 'héroes' claros, que anulaban las realidades mucho más complejas del pasado medieval, lo que produjo estos paralelismos”. No solo en España la historia ha sido derrotada por la leyenda.

El Cid. Vida y leyenda de un mercenario medieval.

Nora Berend

Traducción de Beatriz Ruiz Jara

Bsarcelona, Crítica, 2025.

320 páginas.

Dionisio Ridruejo, que pagó el precio de la integridad

 Dionisio Ridruejo y la emoción de la integridad, en El País, por Jordi Gracia, 9 jun 2025:

Se cumple medio siglo de la muerte de Dionisio Ridruejo: figura clave de la cultura fascista española, evolucionó para convertirse en referente político y moral de la lucha democrática contra el franquismo. Recordamos su trayectoria excepcional y destacamos sus mejores libros.

No hay la menor posibilidad de que no ocurra lo que ocurrirá sin duda, y es que todos vamos a acordarnos varias veces al día de que hace 50 años Franco se murió por fin (para algunos de forma claramente prematura). Pero se murió también una cuanta gente más, alguno con el poder desatado de la extorsión sistémica y franquistamente protegida, como es el caso de José María Escrivá de Balaguer, fundador de una de las sectas más poderosas y destructivas de la España contemporánea, el Opus Dei . Pero entre los muchos muertos que debió haber aquel bendito año de gracia hubo otros dos de particular relevancia, Luis Felipe Vivanco —delicadísimo poeta, arquitecto sin trabajo, diarista excepcional aun secreto en su mayor parte— y Dionisio Ridruejo.

No eran ya en el momento de su muerte en 1975 lo que habían sido tiempo atrás, durante la guerra, en plena posguerra y al menos durante los veinte años largos que resistieron en condiciones extremas. Hoy tendemos a reducir el franquismo al Seat 600, las primeras neveras, la pachanga de Los Brincos o la contagiosa La La La pero la primera mitad del régimen ( dos décadas tremendas ) fue la base que hizo del país una comunidad cuajada en el miedo, la prepotencia exhibicionista de los vencedores, el terror de Estado como oxígeno diario, la hipocresía estructural, la mentira como cemento armado civil, la venganza programada en forma de gigantescas y masivas cancelaciones (diríamos ridículamente hoy) y la corrupción política, económica y judicial a escala tan honda que de tan honda parecía normal y rutinaria como la salida del sol, rezar en la escuela (y en todos lados), maltratar sin miedo a los homosexuales o pegar todavía con menos miedo a la mujer (por eso tuvo tantísimo tino Miguel Lorente al titular Mi marido me pega lo normal, el libro que abordaba de frente novela esa violencia que a nadie se le ocurría que era violencia. De hecho, la milagrosa Tiempo de silencio , de 1961, incluye no menos de media docena de palizas a mujeres como hecho meramente consuetudinario…)

Por todas estas causas de control social y amedrentamiento de vencidos y, poco a poco, también de vencedores casi nadie se atrevió a hablar, a disentir, a cuestionar esto o lo otro hasta que aparecieron en escena exiguas minorías, sobre todo de universitarios (o sea, burgueses bien), que empezaron a desengañarse de una paz que presumiblemente no era ni real ni verdadera y activaron una respuesta apenas testimonial pero continuada contra el triunfalismo franquista. Y algunos de ellos empezaron a decirlo en voz audible (decir alta es decir mucho) en sus papeles, sus poemas, sus revistas, sus películas y novelas. Pero para que aquello cuajase y calase en alguna audiencia significativa necesitaron el amparo de un traidor o prototraidor de trayectoria probadísimamente fascista.

Un fascista redimido

Ese referente de los jóvenes fue Dionisio Ridruejo , porque este sí habló en voz alta para llevar al límite la permisividad del régimen con los críticos al régimen que había sido años atrás su casa política y su casa ideológica: había estado en el aparato del poder y la propaganda durante la guerra y en la sala de máquinas del fascismo ideológico que sostuvo una pata del franquismo (la otra pata gigante fue la entusiasta adhesión de la inmensa mayoría de la Iglesia católica).

Las dos casas las fueron dejando desde principios de la década de los cincuenta, precisamente cuando abre la boca tímidamente y con riesgo cierto la alianza de los hijos de los vencedores con algunos pocos hijos de los vencidos. Era atípica aquella dependencia de los Javier Pradera, Enrique Múgica, Ramón Tamames o Fernando Sánchez Dragó de la transformación en marcha de Ridruejo, pero era a la vez indispensable: en él encontraron el testigo, no solo del desengaño del fascismo, sino la combatividad antifranquista del que fue uno de los suyos.

Esa zona de ambigüedad (¿quería reformar el régimen o quería acabar con él?) fue muy fructífera en los años bisagra, cuando las muestras de disidencia todavía podían entenderse como reformismo intrafranquista aunque podían estar siendo ya semillas de antifranquismo militante.

Cuando metieron en 1956 (el año bisagra) a los jóvenes disidentes y al propio Ridruejo en la cárcel para unos cuantos meses nadie se atrevió a decirle dentro que eran militantes comunistas. Se lo dijeron después, y Ridruejo transigió sin aspavientos con ello porque la causa mayor era otra y el principal motor de la resistencia estaba encuadrada en la clandestinidad del PCE, la más eficiente y la mejor organizada, entre otros por Jorge Semprún , inminente amigo de Ridruejo e íntimo amigo de Javier Pradera , entonces solo jovencísimo y lúcido militante comunista que acabaría siendo fundador de la colección El Libro de Bolsillo de Alianza editorial en 1966, y editorialista de referencia de EL PAÍS entre 1976 y 1986.

Camino a Múnich, 1962

El primer síntoma de una debilidad cardíaca congénita lo dio al atravesar indocumentado y a pie los Pirineos para acudir a la convocatoria en Múnich, en junio de 1962, de la más importante reunión del exilio con la resistencia del interior (con el doble de representantes) para armar algo parecido a un programa de acción conjunta para derribar la dictadura o, al menos, para saber qué hacer cuando se acabase ella sola, que es lo que podía pasar y pasó. En Múnich comenzó una parte de la historia que había de desembocar en las primeras elecciones de 1977 y en la redacción de la Constitución de 1978, obviamente sin Ridruejo, pero con la memoria viva del papel de redención propia y liderazgo democrático que había encarnado durante quince años. Su muerte a los 61 años no fue exactamente sorpresiva: durante los primeros meses de 1975 siguió comparando en presentaciones de libros propios y ajenos o actos clandestinos (que no tenían ya nada de clandestinos) con el desvalimiento de quien ya no puede con su alma, muy delgado, la piel sin color y apenas incapaz de hablar en voz alta (y casi ni baja).

Líder moral de EL PAÍS

Aunque pocos se acuerdan, y es bueno que sea así, ese mismo Ridruejo fue el líder moral de este periódico en su primera etapa desde 1976. Jesús Polanco lo había protegido con encargos editoriales bien pagados (eran auxilios económicos disfrazados de trabajo) y ni Javier Pradera ni Jorge Semprún perdieron el contacto con él por una razón secreta y poderosa. Encarnaba de forma especular la misma reeducación ideológica y política que habían emprendido ya Pradera y Semprún en los años sesenta, al asumir abiertamente la naturaleza delirante de los análisis de los dirigentes comunistas sobre España, y los planos directamente demenciales de socavar la estabilidad férrea (militar) del régimen con un par de huelgas que no secundó nadie.

Ridruejo había contado su deserción fascista en libros y ensayos valientes, impulsaba múltiples actividades de resistencia antifranquista (mientras entraba y salía de la cárcel y pagaba multas), precisamente en el mismo momento en que Pradera y Semprún conseguían deshacer íntima y racionalmente el engrudo de lealtad religiosa al partido y emprendían sin saberlo demasiado bien la ruta de la socialdemocracia en la que andaba a tientas también el propio Ridruejo en los sesenta.

Hace ya bastante años, Pradera dejó caer las gafas sobre el gancho de la nariz y mirándome inquisitivamente (con trampa burlona me preguntó dónde creía yo que habría militado Ridruejo de haber podido vivir el posfranquismo: ¿en el ala izquierda de la UCD o en el ala derecha de PSOE?). Ni él ni yo teníamos respuesta, pero la respuesta en realidad está dentro de la pregunta.

Durante sus primeros cinco años, EL PAÍS dedicó un editorial a conmemorar su muerte cada 28 de junio. Los debía redactar sin duda Javier Pradera y el impulso no era espúreo ni anecdótico: había sido el hombre que sometió su propio pasado de fascista integral a la prueba de la integridad de un hombre adulto que aprendió a desmentirse, entenderse y corregir su ensueño bárbaro de fascista. Algunos refinadísimos demócratas del desencanto actual cuestionan la profundidad de su arrepentimiento, como si quisieran evitar el trago de reconocerle a un fascista la capacidad de reeducarse. Es feo porque no hay caso comparable al de este ensayista y poeta en términos de coraje, castigo público, nitidez descriptiva, explicación confesional y convicción pedagógica sobre las virtudes democráticas contra el fanatismo de la fe (da igual qué fe, que diría Vázquez Montalbán).

Cuatro o cinco libros

¿Dónde encontrará el lector de hoy a este ejemplar insólito y único de integridad ética y valentía civil contra el envilecimiento franquista (y el suyo propio)? Lo encontraré en al menos cuatro libros excepcionales, por orden de aparición. Escrito en España (1962), con su sobrecogedor prólogo "Explicaciones" (eran muchas las que tenía que dar), apareció en Buenos Aires en la editorial Losada pero tuvo amplia difusión interna en los circuitos clandestinos, en particular gracias a la segunda edición de dos años después. Fue el mejor análisis de la matriz franquista y su raíz fascista durante cuarenta años al menos, además de promover la solución democrática que tardaría tanto en llegar todavía (incluida la clave autonomista o federalizante). No se equivocaba el humanismo cristiano de José María Valverde cuando pensaba que era “el único gran prosista político de la época”.

Dos: Casi en prosa , en 1972, es un cuaderno con un puñado de poemas despojados de la retórica artificiosa y brillante, pero falsa, o casi siempre falsa, del poeta oficial del franquismo en los primeros años de posguerra. Aquí resuena la inspección sentimental y moral de la intimidad con una apabullante naturalidad verbal y analítica al estilo de la misma evolución que viviría José María Valverde (otro poeta infartado de fascismo nacional-católico en la posguerra) y un poco también al estilo de lo que practicaban los más jóvenes, tipo Gil de Biedma o Ángel González. En realidad, instaló en su poesía la voz aprendida en el tono menor de Josep Pla, ampliamente leída: con su mujer, Gloria de Ros, tradujo el Quadern gris .

Tres: la que quizás es su obra mayor precisamente porque nunca fue obra sino resultado del ingenio editorial. Casi unas memorias aparecieron de forma póstuma en 1976 por iniciativa del editor literario de Planeta, Rafael Borràs Betriú (el mismo que por entonces reorientó su premio de novela hacia ganadores como Jorge Semprún, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Francisco Umbral). Casi unas memorias no pasaba de ser una mezcla de textos, artículos, evocaciones y papeles rescatados de su archivo y hoy está disponible en una más cuidada y escrupulosa edición de Jordi Amat en Península.

Pudo contar en esos papeles dispersos, sin miedo y sin mentiras, su pasado fascista de hombre de poder, y pudo retratar chanchullos, semblanzas temibles, ilusiones destructivas, vocaciones literarias y fanfarrias fascistas porque ya había dado explicaciones del gigantesco dispar que ayudó a promover alimentando el ansia falangista de guerra civil y fomentando el discurso del odio como brillante orador. Según los cronistas de la época, nada menos que el Goebbels español.

También el cuarto es póstumo, Sombras y bultos , editado en 1986 y donde se reunieron semblanzas, perfiles y recuerdos que complementan el memorialismo inacabado por la muerte el 28 de junio de 1975. Algunos se acordarán también de su excepcional y atípica guía, y harán bien, Castilla la Vieja , en dos tomos enormes de Destino publicados en 1973 y con pequeñas confidencias dispersas (por ahí aparecen amigos tan cercanos como Juan Benet, por ejemplo, tesorero del micropartido que fundó Ridruejo), y en el mercado de viejo es encontrable, también en la edición por tomitos y provincia en Destinolibro.

Y, si no he añadido a la lista las fabulosas cartas de Ridruejo —honradas, veraces a contrapelo, analíticas, a veces sentimentales—, no es porque no quiera, sino porque nadie va a encontrar el tomo con ellas que titulé El valor de la disidencia (o lo pagará a 300 euros, según veo en la web), aunque igual sí encuentra un tomito con las Cartas íntimas desde el exilio, 1962-1964 , escritas desde París tras la prohibición de regresar a España por haber participado en el congreso de Múnich. Dado que una buena carta es una mezcla caprichosa de ensayo, artículo, columna, confianza y testimonio, no es extraño que algunas de ellas estén entre lo mejor que escribió sin haber llegado a ver a Franco felizmente muerto. Lo digo yo, pero lo dijo él también, y muy amargamente, en la última entrevista larga que dio, apenas semanas antes de morir.

sábado, 7 de junio de 2025

Fundador de YouTube

 Así ha cambiado Jawed Karim, fundador de Youtube y autor del primer vídeo hace 20 años, en El País, por Constanza Cabrera, 13 feb 2025:

Dos décadas después de crear la plataforma de vídeos, poco se sabe sobre su vida. Oriundo de Alemania y nacionalizado estadounidense, su primer clip marcó un antes y después en la historia de internet.

'Me at the zoo', el primer vídeo de la historia de YouTube

Apenas 19 segundos dura el primer vídeo de la historia de YouTube. En 2005, Jawed Karim ―cofundador de la plataforma junto a Steve Chen y Chad Hurley― se plantó frente a una cámara en el zoológico de San Diego (Estados Unidos) para hablar de las trompas de los elefantes del parque. Aunque la idea original era implementar un sitio para citas románticas, los clips caseros demostraron tener otro tipo de potencial. Al menos, eso fue lo que pensaron en Google. La tecnológica adquirió la plataforma por 1.650 millones de dólares un año después y la revista Time la destacó como el gran invento de la época. En el vigésimo aniversario de su lanzamiento, YouTube sigue cosechando una gran popularidad que se traduce en ganancias que superaron los 50 mil millones dólares en 2024, gracias a la publicidad y a los más de 114 millones de canales que posee en la actualidad.

El primer rostro ―y tal vez el primer youtuber― que marcó un antes y después en los anales de la historia de internet es también el más desconocido. Poco se sabe de la vida de Karim, ingeniero informático de 45 años que arribó a Estados Unidos a principios de los noventa junto a sus padres desde la extinta República Democrática Alemana. Él estuvo presente en la creación de la página y aportó algunas ideas cruciales para que YouTube pasara de ser un simple repositorio de vídeos de aficionados a convertirse en la plataforma de contenido audiovisual más grande y el segundo sitio más visitado del mundo, solo después de Google.

A partir de su vídeo Me at zoo, YouTube creció exponencialmente hasta lo que es ahora, un lugar en donde millones de desconocidos se reúnen para generar y ver contenido. El ingeniero informático conoció a sus socios cuando los tres trabajaban en PayPal en 1999. A menudo sostenían reuniones informales en cafeterías, el apartamento de Karim o en el garaje de Hurley en Menlo Park, California. Desde ese lugar, los veinteañeros registraron a YouTube en Silicon Valley en el día de los enamorados. A pesar de que los tres aparecen como cofundadores de la compañía, Karim figuraba como asesor externo.

Mientras sus socios construían la empresa y se convertían en celebridades de internet y la prensa, él volvió a tomar clases y trabajó para graduarse como ingeniero en informática, carrera que había dejado inconclusa en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, luego de tomar lecciones por correspondencia. Boelof Botha, el socio de Sequoia Capital que lideró la inversión que catapultó al sitio, indicó a The New York Times que hubiera preferido que Jawed Karim se quedara: “Era muy, muy creativo. Hicimos todo lo posible para convencerlo de que aplazara el contrato”.

Para Karim, aparentemente, el mundo académico tenía más atractivo que pilotar un negocio que ha tenido que sortear un camino lleno de quejas sobre derechos de autor y problemas con la regulación de contenido. YouTube también ha sobrevivido a la aparición de otras redes sociales como Instagram o TikTok. En la actualidad, vive en Palo Alto y no suele hacer apariciones públicas.

Así, Karim tomó otro camino alejado del foco mediático. Antepuso sus estudios de postgrado en la Universidad de Stanford a dirigir una de las mayores empresas tecnológicas del momento, que cuenta ahora con más de 122 millones de usuarios activos mensuales. Karim edita en ocasiones la descripción del vídeo Me at zoo para expresar sus opiniones ―de una manera poco usual― sobre la plataforma u otros asuntos. Lo hizo en 2013, cuando YouTube anunció que utilizaría Google Plus para impulsar los comentarios. En esa oportunidad, Karim modificó el texto para que dijera: “¿Por qué diablos necesito una cuenta de Google+ para comentar un vídeo?”. La actual descripción hace referencia al peligro de los microplásticos en el cerebro.

En 2021, YouTube había decidido ocultar los no me gusta de todos sus vídeos, dejando esa cifra visible para el creador de contenido y no para los usuarios. Según declaraciones recogidas por The Verge, él argumentó que la decisión podría hacer colapsar a la plataforma. “La capacidad de identificar fácil y rápidamente el contenido inadecuado es una característica esencial de una plataforma de contenido generado por el usuario. ¿Por qué? Porque no todo el contenido generado por el usuario es bueno”, escribió.

La discreción de Karim tampoco lo alejó del mundo de la tecnología. Tras pasar por YouTube, en 2008 lanzó un fondo de riesgo llamado Youniversity Ventures con los socios Keith Rabois y Kevin Hartz, cuyo propósito es financiar proyectos de universitarios emprendedores. A través de ese fondo, Karim fue uno de los primeros inversionistas de Airbnb, la popular aplicación dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos que ahora está valorada en 85.000 millones de dólares.

La herramienta esencial

Además de convertirse en socio de Sequoia Capital (la misma compañía que impulsó YouTube), Karim ha brindado servicios de asesoría a la página de ventas Milo Inc (comprado por Ebay) y de Eventbrite, un sitio para organizar eventos por la web.

“YouTube es la espina dorsal de todo lo que se mueve en vídeo en internet”, opina Borja González, CEO de Séntisis Intelligence. Pocas plataformas son tan universales porque es consumida por un amplio target de usuarios: desde jóvenes a mayores. “El nivel de contribución que ha tenido desde el punto de vista del consumo de contenidos ha sido bestial”, agrega.

La idea de estos jóvenes es para algunas personas, como Manuel Moreno, experto en redes sociales y director de TreceBits, una herramienta esencial para darse a conocer. “Me sirve como un canal para llegar a nuevas audiencias y mejorar mi marca personal. Es mi estrategia profesional fundamental”, asegura Moreno.

Escritores a la greña

 Unamuno, Pessoa y otras afrentas literarias, en El País, por Javier Rioyo, 09 dic 2014 :

Somos nuestras fobias, envidias, manías y peleas. Somos seres más o menos inteligentes dotados de capacidad de insultar. Alguna vez el insulto se ha cruzado entre las bellas artes y cuando la trifulca alcanza niveles de alta literatura en español es que te llamas Quevedo o Góngora. Hay otros, pero no están al mismo nivel.

En Escritores a la greña, reciente libro de Julián Moreiro, se repasan algunas de las más conocidas greñas de nuestros escritores desde Valle a Bolaño. Un interesante escrutinio de odios literarios de los últimos cien años. No son aquellas barrocas alturas, pero tienen su veneno. Por honrar su 150º aniversario nos detenemos en uno de los más admirados y temidos de los nuestros, Miguel de Unamuno: el más ibérico de nuestros escritores, el más portugués de los castellanos, el más español de los vascos. Nuestro primer “intelectual moderno”, según Juaristi; aquel “terco y coherente”, como le define Egido, o el lúcido viajero por tierras portuguesas de Remesal ha sido el intelectual más admirado, odiado y manipulado del pasado siglo.

Unamuno ni sabía escuchar ni quería. Se sabía por encima de todos; por tanto, esperaba que la relación del resto de los humanos con su obra y su persona fuera, primero, de admiración y, después, de respeto. Cuando escribe de Rubén Darío asegura que aún se le “veían las plumas de indio”. El nicaragüense se ofendió y sorprendió, y le contestó con un elogioso artículo escrito con una de sus “plumas”. El escritor vasco no estaba preparado para la ironía y así se lo contó a su conocido Valle-Inclán. La respuesta de Valle no fue simuladora: "Rubén es glotón, bebedor, mujeriego, holgazán, pero posee todas las virtudes del espíritu: es bueno, generoso, sencillo..., en cambio, usted almacena todas las virtudes de la carne: es frugal, abstemio, casto. Y tiene todos los vicios del espíritu: es usted soberbio, ególatra, avaro, rencoroso".

No estaba solo contra Unamuno. Pío Baroja, experto en descalificaciones, decía que las novelas de Unamuno parecían escritas “para molestar al lector” y no soportaba su costumbre de “agarrar a cualquiera por su cuenta, acogotarle, atarle de pies y manos y convertirle en un oyente mudo”. Donde las dan las toman. A Baroja le dieron por muchos frentes, quizás el más agudo fue Josep Pla: “El defecto de Baroja es que es un hombre que juzga y adjetiva, ligeramente: los lanza como los burros los pedos”.

No están en el libro de Moreiro los desencuentros entre Pessoa y Unamuno. Fue esa una callada y humillante relación para Pessoa y sus amigos a los que ni siquiera se dignó en contestar a sus peticiones de colaboración en la revista de aquellos jóvenes vanguardistas tan peculiares de Orpheu. El maestro se conformó con seguir frecuentando a los consagrados Texeira de Pascoaes, Antero u Oliveira Martins, y pasó olímpicamente de conocer a esos jóvenes “pessoanos”. Ese desdén alimentó un resentimiento que tardó en salir a la luz, pero nunca se le olvidó al joven desasosegado que había leído y admirado su libro por Tierras de Portugal y España. El propio Pessoa decía: “¡Cuesta tanto ser sincero cuando se es inteligente! Es como ser honesto cuando se es ambicioso”.

Un maduro Pessoa demostró su desacuerdo con el bilbaíno y su defensa de que los pueblos ibéricos deben escribir en castellano y dejar a los minoritarios catalán y portugués (Unamuno dixit) para conseguir más público. Respondió Pessoa: "Si se trata de eso prefiero escribir en inglés, que me proporcionará un público más amplio que el castellano. ¿Por qué habría de escribir en castellano? ¿Para que pueda entenderme Unamuno? Es pedir demasiado por tan poco". Se sabía débil y errado, pero no soportaba la inquisición de la estupidez.

viernes, 4 de abril de 2025

Entrevista con Manuela Carmena con motivo de sus memorias

 Manuela Carmena, jurista: “Me llevé una desilusión, creía que los activistas eran los más indicados para la política”, entrevista de Puerto Berna González en El País, 29 mar 2025 

La exalcaldesa de Madrid publica sus memorias. Dice que algunos de los que fueron sus compañeros de viaje en la llamada nueva política no sabían ceder ni escuchar a otros

Manuela Carmena, la mujer que representó la esperanza de la nueva política como alcaldesa de Madrid entre 2015 y 2019, ha escrito unas memorias tan francas como su verbo libre y sin tapujos, que jamás se plegó a los argumentarios. Imaginar la vida. Cuatro décadas transformando lo público (Península) recoge su obsesión por llegar a las personas y ser útil más allá de la burocracia. Y también la carrera de obstáculos en que se convirtió el Ayuntamiento de la capital y el propio espacio de la izquierda. Aquí no hay contemplaciones.

Nacida en Madrid hace 81 años, Carmena participó de joven en movimientos estudiantiles, fue abogada laboralista y más tarde magistrada y jueza antes de recalar en la política. Ha escrito cinco libros en los que aporta su visión sobre los partidos, sus recomendaciones para las generaciones que vienen , y también ha publicado uno de cuentos para niños. Nos recibe en su propia casa con sus proverbiales magdalenas recién horneadas y el café caliente. Se muestra jovial y activa, tanto para explicarnos el secreto de las grandes azaleas de su jardín como para hablar de los fracasos y decepciones que vivió en la nueva política. Sin olvidar enseñarnos con entusiasmo las muñecas de trapo que tejen presos en su proyecto Zapatelas. Por si queremos hacer un regalo.

Pregunta. Ha sido abogada laboralista, jueza y política. Y en todas las facetas que narran se respira una crítica profunda contra la burocracia. Como un teléfono escacharrado. ¿Es el peor mal que ha encontrado?

Respuesta. Me he encontrado que en algo tan precioso como lo público nos atamos las manos, nos ponemos un solo guante en las dos, las dejamos apresadas y no podemos hacer lo que deberíamos, que es tan necesario y fascinante. Si consigues quitar el guante es maravilloso, pero la Administración está llena de gente con las manos metidas en uno solo.

P. En el libro lamenta todo lo que intenté y no pude hacer en el Ayuntamiento. ¿Cree que sembró algo, al menos?

R. Sembré que hay que hacer las cosas de otra manera, con empatía, rompiendo los moldes rígidos y teniendo otra actitud de escucha. Eso fue mayor que los éxitos.

P. Intentó revertir algunas externalizaciones. ¿Cree que la privatización ha perjudicado los servicios públicos?

R. Sin duda. Ha generado una política muy preocupante y es que la Administración se ha convertido en un organismo de control, en lugar de gestión. Y la Administración no es buena en eso. Los funcionarios no son las personas más indicadas para preparar contratos porque tampoco saben hacerlo sin conocer la realidad; se hacen en las oficinas tirando de los anteriores y no con la mirada puesta en su finalidad. En los pliegos de lo público se dicen unas tonterías…

P. Como jueza que fue, ¿la justicia está hoy más politizada?

R. Yo creo que sí. La enorme polarización y la incapacidad de llegar a acuerdos está alimentando el afán de defender cada uno a los suyos, de ver con las gafas de los suyos. Eso está contagiondo la justicia y es muy grave, claro.

P. ¿Se refiere a casos como el de Begoña Gómez o el fiscal general del Estado?

R. Sin duda. Y hay más cosas. Hay que reflexionar sobre la formación de determinados perfiles, sobre el cuarto turno. El juez Peinado [que instruye la causa contra Begoña Gómez] era secretario del Ayuntamiento y no sé hasta qué punto una profesión administrativa puede resultar exitosa para algo tan complejo como es juzgar. Ello supone analizar, escuchar, observar, valorar. El juez debe tener capacidad de percibir los hechos siempre con un respeto enorme a la presunción de inocencia, y yo eso lo echo de menos en instrucciones como la del juez Peinado.

P. ¿Esa burbuja es nueva o ya existía?

R. La judicatura siempre ha estado muy en la burbuja, muy encerrada. Es gente que tiene mucho trabajo y poca posibilidad de ir al cine, de leer, de presenciar cosas, de conocer a otras personas que no tienen nada que ver, de hablar, de comprobar lo que significa la vulnerabilidad, conocer los barrios, las miserias de los inmigrantes. Siempre se ha movido en un nivel muy del papel, no de las caras ni de las personas. Y ahora además se ha tratado de una polarización tremenda en la que cada uno ve solo lo que quiere ver.

P. Usted vivió el franquismo, ¿cómo explica el auge de la ultraderecha hoy?

R. Es un fracaso de las actitudes democráticas. No hemos sabido cuidar la democracia. Yo salí muy preocupada del Ayuntamiento. La oposición hace lo imposible para que el que está en el poder no pueda gobernar y eso no puede ser. Tenemos que buscar medios para trabajar juntos, eso es la democracia. Yo no me quedé en la oposición porque no me apetecía nada y porque no estoy de acuerdo con cómo se hace. Hemos convertido la política en un afán desmedido por quitar al que está en el poder, por impedir que haga algo o lograr que lo haga lo peor posible. Cuántas veces he oído al amigo Almeida reconocer: “Lo hiciste muy bien”. Pero te lo dice cuando no lo oye nadie, es una hipocresía.

Se necesita un cambio en la sociedad: sigan valorándose los principios masculinos de autoridad

P. ¿Le pesa la engaño con la política?

R. No, pero la decepción que produce la democracia por no cuidarla ha hecho que muchos jóvenes miren hacia gobiernos autoritarios. Hemos convertido la democracia en procesos de enfrentamiento dialéctico absolutamente ajenos a la gestión pública.

P. Cuenta que cuando el espacio de Podemos le ofreció la candidatura a la Alcaldía en 2015 , se sintió como si fuera un trofeo. Que si la hubieran conocido de verdad no se lo habrían propuesto.

R. Entonces Esperanza Aguirre iba a volver a presentarse y sentí que no podíamos dejarles siempre el sitio a ellos. Y acepté. Pero pronto me di cuenta de que no tenían ni idea de quién era yo, veían que yo era una roja conocida, pero no sabían cómo era.

P. ¿Si la hubieran conocido no la habrían fichado?

R. Exactamente.

P. Describe lo poco que le gustaron las capillitas que se encontraron en Podemos.

R. Era una gente muy maja, pero muy politizada, y eso me hizo pensar. Antes creía que los activistas eran los más indicados para la política, pero me di cuenta de que no. Me llevé una desilusión. Tenían tan claros los objetivos finales que estos nunca debían desdibujarse en la gestión. Vi una gran dificultad para pactar, para ceder, para ver a los demás. Y eso me produjo inquietud. No pensaba que me iba a pasar, pero el activismo sectariza mucho.

P. Afirma que les pudo la gestión de su parcela, sus camarillas.

R. Les pudo el compromiso de no desviarse de presupuestos que muchas veces no eran correctos. A lo mejor eran deseables, pero no correctos, el activismo escucha muy poco a los otros. No cabía el acuerdo, la mediación. Tengo un respeto enorme por el activismo, pero encontré que no estaba preparado para reformar las estructuras.

P. ¿Cuál es la enfermedad de la izquierda?

R. La izquierda ha vivido un tiempo muy nítido cuando era la representante de la clase obrera. Surgió como tal. Los partidos comunistas y socialistas hicieron algo grandioso que fue dar protagonismo a quienes no eran nadie, a desgraciados que de pronto fueron protagonistas. Eso ha sido extraordinario y ha cambiado el mundo, pero esa identificación ha desaparecido , ya no hay clase obrera como había a finales del siglo XIX y principios del XX. Ahora hay mucha más complejidad, desniveles de desigualdad entre unos países y otros, sectores de inmigración que no están recogidos en la clase obrera, clases medias diferentes y ricos inmensos. Es un panorama nuevo y la izquierda está desorientada. Lo mismo apoya a los verdes que a todas las posibles singularidades de lo sexual, lo binario, no binario, lo que sea y lo contrario. Vive un desconcierto grande y esa representación está atomizada.

P. ¿Y qué puedo hacer?

R. Lo más importante: el objetivo y porvenir de la izquierda no puede ser otro que la igualdad. ¿Cómo? Defendiendo a machamartillo una democracia absolutamente igualitaria, seguir incrementando las cotas de igualdad que habíamos tenido hasta los años ochenta. Ese revival negativo que vivimos desde entonces ha coincidido con el debilitamiento y el descuido de la democracia. Hay que volver a reforzarla. Llenar la sociedad de ella para dar pasos hacia la igualdad.

P. Este era el discurso de Podemos, Más Madrid, Sumar… ¿Por qué implosionó?

R. Por el instrumento. Tú puedes tener el discurso y el instrumento que debes servir para profundizar la democracia. Pero si lo utilizas para consolidar tu posición porque entiendes equivocadamente que la manera de profundizar la democracia es consolidar tu posición: error. La democracia no se consigue así sino muchas veces quedándose fuera, en una oposición blanda que se pueda impregnar de otras realidades. Se siguió el esquema de partido, y todos sus movimientos al generar instrumentos que iban en contra de lo que exigía la democracia la han perjudicado.

P. ¿Por instrumento entiende los partidos que se formaron?

R. Sí, y también la manera de entenderlos. Cuando estuve en el Ayuntamiento, Podemos contrató un camión enorme para exhibir las caras de todos los corruptos. ¡Qué horror! ¿Cómo se les ocurrió hacer eso? Tremendo. Cómo es posible que quien quería fomentar la democracia hiciera algo que no ayuda: señalar, desprestigiar en lugar de intentar analizar y entender. Quería consolidar su posición pensando que era la manera de fortalecer la democracia y no, no se fortalece así sino entendiéndola como una conversación constante. Lo que pasó es que inmediatamente lo hizo Hazte Oír, la extrema derecha, pero empezó Podemos.

P. ¿Le sorprendieron las denuncias contra Errejón ?

R. Me decepcionaron, pero sobre todo me sorprendieron muchísimo. Y me hizo pensar hasta qué punto cuando nos centramos tanto en lo político descuidamos lo personal. No creo que se pueda hacer buena política si no cuidas a los tuyos; la política no es un sacrificio, es una profesión como otra en la que ser cuidador de los tuyos te ayuda.

El castigado [con una orden de alejamiento] es un malo, un cabrón, un maltratador, pero es un ser humano

P. ¿Tiene esperanzas en Sumar?

R. La tengo en singularidades, en gente estupenda que hay por ahí, en profesionales que piensan en su comunidad. Existen y cada vez más, pero necesitan luz, que no les tapen los otros, los que están metidos en política de verdad, que no se dan cuenta de que lo están haciendo mal y que la gente no quiere eso.

P. ¿Hasta qué punto culpa a Pablo Iglesias de lo que ocurrió?

R. Supongo que sí, él estaba entre aquellos cuya esencia fue fijar su propia posición. Eso no ayuda a la democracia.

P. ¿La nueva política fracasó?

R. Sí, dio más importancia a los posicionamientos para hacerla que a hacerla. Es un poco absurdo, pero es como si te empeñas en ir de vacaciones: planificas tanto que no disfrutas, has estado planificando. Se te ha olvidado que lo importante era hacer la nueva política, no posicionarte para hacerla.

P. ¿Es peor la politización de la justicia o la judicialización de la política que vivimos?

R. Las dos cosas son malísimas, pero en las dos hay soluciones. La judicialización de la política es un dispar, pero es razonable que haya control de la Administración por parte de la judicatura. No como se hace hoy, como un abracadabra; el control judicial de la Administración pública está enfermo por cómo se lleva a cabo. Y la politización de la justicia es desastrosa, implica que hay un sector importante de quien debería tener una visión completa que la tiene parcial.

P. ¿Cómo valora la involución machista que vivimos?

R. Por una parte es esperanzadora. El feminismo no podía triunfar si no se modificaban estructuras en la relación entre hombres y mujeres. En el sexo, por ejemplo, se ha avanzado muy poco. El sexo de las mujeres no es igual al de los hombres y no hemos sabido cambiarlo. Las chicas jóvenes me dicen que ellos siguen siendo los que toman la iniciativa. Seguimos pensando que el sexo es la penetración. Cuando yo era joven se hablaba muchísimo más de esas cosas, del clítoris, etcétera, había programas de sexo en la tele, libros, pero ahora ya no se habla. ¿Las chicas disfrutan realmente de las relaciones sexuales con los chicos? ¿Cuánto se dejan llevar por lo que ellos dicen? ¿El acto sexual se diseña con la visión masculina? Yo no oigo ese discurso, no está, y si no se modifica, seguirán dominadas por la manera masculina de practicarlo. Eso falta. Segundo: las estructuras de la familia siguen siendo las mismas, hay que buscarlas más abiertas, más ágiles. La media naranja es mentira, nadie es media naranja, somos todos naranjas independientes y es difícil acoplarnos en un mismo espacio, hay que pensar otro tipo de relación amistosa y familiar, pero no basada en medias naranjas. Y tres: también se necesita un cambio en la sociedad: siguen valorándose los principios masculinos de autoridad. Cuando hablas de la necesidad de quererse, entenderse, sonreírse, abrazarse… la gente se queda sorprendida. Todo eso hay que cambiarlo, y mientras no cambie se hay muchos desajustes.

P. ¿Hasta qué punto la justicia puede siempre actuar en casos como el de Mouliaá, Hermoso, Vermut… ¿Cómo resolverlos?

R. La justicia no es ahí el lugar adecuado. Necesitamos hacer mucha más mediación, más actitud previa a la justicia. Algo muy negativo es que todos los convenios internacionales han dicho que en violencia de género no puede haber mediación, y es un error, es necesario. No digo que no tenga que haber castigo, pero este debe ser más flexible, generar sanciones más adecuadas que nos enriquezcan en lugar de que nos enfrenten. Cuando se obliga a un hombre a dejar el domicilio porque puede ser un peligro para una mujer, algo razonable y necesario, alguien debería encargarse de ese hombre al que dejamos en la calle. Lo peor en el castigo es la indiferencia. Perdona, es un ser humano y vamos a intentar que no se desmorone. Cuando era jueza vivió una experiencia tremenda, eché de su casa a un tío, no quedaba más remedio, ya los dos días se suicidó. El castigado es un malo, un cabrón, un maltratador, pero es un ser humano.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Los cuadernos de trabajo de Ingmar Bergman

 Cuaderno de trabajo I y II’, de Ingmar Bergman: el tumulto de miedo, depresión y angustia del director sueco, en El País, Por Anna Caballé, 2 de diciembre de 2024:

El cineasta esbozó en sus libretas las ideas para sus guiones y documentó sus rutinas. En esos textos, recuperados ahora siguiendo la edición sueca, abordó cualquier conflicto con conmovedora sencillez para dejar constancia de las sombras que le acechaban

Esa mañana Ingmar Bergman permanecía aislado en su casa. Su pareja, Liv Ulmann, se había ido a un festival de cine, él se mantenía, quieto y mudo, a la espera de las primeras críticas de La vergüenza. “Es un placer no tener que enseñarle la cara a nadie. Es un placer poder tener uno su fiebre, su locura y su histeria totalmente a solas”. Una observación jugosa sobre la soledad que, sin embargo, a partir de la estabilidad de su relación con la baronesa Ingrid von Rosen, en 1971, dejaría de hacer, pues ella le aportó paz a su espíritu y una complicidad que transformó su forma de entender el amor y las relaciones de pareja. En la época de su matrimonio con ella (Ingrid, doce años más joven que Bergman, falleció en 1995) filmó sus películas más luminosas, entre ellas Fanny y Alexander, entre muchas otras del mismo periodo, pues su capacidad de trabajo era brutal. En todo caso, Bergman se hallaba en su casa humillado por el malestar físico, sin tener que disimular la intuición de que las críticas no iban a ser favorables.

¿No sería mejor pasarse a la televisión y ahorrarse aquellas experiencias tan penosas que sufría cada vez que ponía en escena una obra en el cine o en el teatro? Las críticas no fueron buenas y en plena revolución juvenil (1968) se le acusó de escapismo. Como tantas otras veces leemos en sus excepcionales Cuaderno de trabajo (1955-2001), mantenidos prácticamente a lo largo de toda su vida profesional, vemos cómo crece la angustia en su interior con todas las consecuencias físicas que le ocasionaba. Se pregunta qué se le exige, porque su compromiso con el arte es suyo y personal: “Yo no quiero contar historias. Quiero liberar tensiones y sucesos secretos”.

Ahí está, en mi opinión, el eje de su objetivo como creador. Porque luego, pese al insomnio, la taquicardia y la preocupación que le generaban las críticas desfavorables y en especial sentir que perdía el favor del público, unas semanas después del disgusto, Bergman ya estaba pensando en el guion de La carcoma (su peor película, en su opinión). “Ponte a trabajar, Bergman, esta es tu fórmula”. Y, en efecto, su trabajo como guionista es la columna vertebral que se desprende de la lectura de las casi mil páginas imprescindibles para los amantes del director.

El motivo de dichas libretas, concebidas con despreocupación de su calidad (aunque la tienen), era depositar en ellas ideas y esbozos de guion de sus películas, de modo que tenemos la oportunidad de conocer cómo trabaja la complejidad de sus tramas y muy en especial la forma de dibujar a sus personajes. Lo primero que hace al pensar en un guion es darles estructura: identidad, pasado y profundidad psicológica. A partir de aquí va desarrollando las tramas. Pero sus cuadernos de trabajo se muestran abiertos asimismo a su cotidianidad y, sobre todo, al tumulto que Bergman llevaba dentro, y que llegamos a conocer con mucha precisión. La existencia de Bergman estuvo marcada por la ansiedad, la depresión, la angustia y el miedo (formidables las páginas que le dedica, casi al final —”yo siempre he tenido miedo”—). Pese a ello, pese a todos sus miedos y a los estados paralizantes que a veces le ocasionaban, desarrolló una trayectoria artística impresionante y personalísima, sobreponiéndose a ese tumulto interior con el que convivía.

Diría que esto es lo más llamativo: la capacidad que muestra el autor y director por la regeneración emocional que conseguía de sí mismo. Es muy interesante asistir al progreso de la escritura de su autobiografía, Linterna mágica, cuya publicación supuso un punto de inflexión. Escrita con la mayor prevención, le proporcionó un gran reconocimiento como escritor. A partir de allí fue como si se hubiera abierto una espita. Siguió la conocida trilogía sobre sus padres (Las mejores intenciones, Niños de domingo y Encuentros privados) y continuaría con esa apasionante veta hasta Saraband. Bergman se mostraba convencido de que la verdad es una cualidad interna que se ve distorsionada en contacto con la realidad exterior y el deseo de agradar a otros. Él se sabía vulnerable al entorno (¿y quién no?) y hace lo posible en la escritura de los Cuadernos por mantener a raya la artificiosidad y el manierismo. Adoro la sencillez con que aborda cualquier conflicto.

Nórdica, en su recuperación de la obra de Bergman, replica la edición sueca. Una edición de una limpieza admirable al cederse todo el protagonismo al autor. Se mantienen los prólogos originales (uno de ellos escrito por Knausgard, con el que el autor de Mi lucha tiene tanto en común). Mi único reparo es la falta de un índice clarificador que informe de la distribución de los años facilitando la consulta. Porque los dos volúmenes son dos pequeñas joyas (mi preferencia descansa en el segundo, el que da fe conmovedora de sus últimos años) y aunque su autor se defina como “un ser espiritualmente inválido” lo cierto es que toda su escritura conserva la peculiar distinción de quien no sintiéndose superior a nadie consiguió serlo.

Cuaderno de trabajo I (1955-1974) , Ingmar Bergman

Prólogo de Dorthe Nors, Traducción de Carmen Montes

Nórdica, 2024, 461 páginas. 27,50 euros

Cuaderno de trabajo II (1975-2001), Ingmar Bergman

Prólogo de Karl Ove Knausgard, Traducción de Carmen Montes

Nórdica, 2024, 525 páginas. 27,50 euros

Nueva biografía de Azorín

 La clave de un escritor retraído: el problema intestinal crónico de Azorín, en El País, por Anna Caballé, 18 marzo de 2025

Una nueva biografía dedicada al autor de ‘La voluntad’ escrita por Francisco Fuster viene a rescatar al personaje, desafiando la indiscutible monotonía de su peripecia vital y ubicándola en el marco más amplio de una escritura infatigable y obsesiva

Ramón Gómez de la Serna en su particular biografía de Azorín, publicada en 1930, lo presentaba como un hombre de espíritu que anhelaba distinguir un ideal literario propio. Se concedió a sí mismo la etiqueta de “pequeño filósofo” que por la precariedad que impone el adjetivo no le comprometía a nada.

Pequeño filósofo enlutado, procedente de una pequeña ciudad levantina y con pequeñas aspiraciones vitales: así podría definirse sucintamente la biografía del escritor, un poco a la manera de cómo procedió Ortega con el humanista Juan Luis Vives: “nació, estudió, escribió, murió”. Se diría que Azorín, pseudónimo de José Martínez Ruiz (Monóvar, 1873- Madrid, 1967) solo confiaba en el camino largo de la vida y, viéndose en él, su mirada quiso reunir lo nuevo y lo antiguo, sobre todo lo antiguo —su verdadera pasión—, con una gran tenacidad descriptiva, más que propiamente narrativa. Frente a la literatura de acción y de personajes, en su obra lo que destaca es el contento del ir viviendo, sin aspavientos y sin mucho que decir, salvo el sedimento espiritual que el tiempo va dejando en las cosas, en las costumbres, en el vivir de pueblos y ciudades. Un prodigio de fineza.

En todo caso, la biografía de Ramón sobre Azorín recorrería todo el espectro afectivo: desde la admiración de 1930 al desprecio mostrado en el ex libris que añadió a su primitiva edición en 1954, donde le acusaba de haber engañado a todo el mundo, cuando su principal interés estaba en conseguir una vida cómoda de rentista de las letras, pactando con quien hubiera que pactar.

Umbral se haría eco de este último juicio de Ramón y en Las palabras de la tribu trataría su literatura de excesivamente limitada y cobarde. Quo vadis, Azorín? ¿Qué se hace del incisivo y memorable autor de La voluntad? Porque lo cierto es que sus primeros libros, artículos e intervenciones políticas prometían un nivel de rebeldía y de compromiso político con su tiempo que muy pronto se deshizo en la minucia de una literatura estática y a menudo decepcionante. “En la permanencia de las cosas está la norma definitiva de la vida” (Don Juan, 1922): esta vendría a ser su filosofía de madurez.

Ahora la biografía del profesor Francisco Fuster, Azorín. Clásico y moderno viene a rescatar al personaje, desafiando la indiscutible monotonía de su peripecia vital y ubicándola en el marco más amplio de una escritura infatigable, obsesiva, vastísima (más de cien libros y unos 5.500 artículos), lógicamente irregular, alentada siempre por una profunda coherencia interna, como ya señaló Andrés Trapiello en un prólogo a sus artículos sobre cine (una de las últimas pasiones de Azorín: podía ver una sesión doble cada tarde).

Lo cierto es que Azorín tenía también un ego que alimentar, a pesar de su timidez y su apocamiento, y lo catalizaría reverenciando el poder constituido, fuera el de Antonio Maura en 1904 o el de Franco en 1940. Reseguir su trayectoria política, como hace Fuster, historiador de profesión, es interesante e instructivo sobre el personaje. En todo caso, para mí la aportación fundamental de la biografía, que elude la hermenéutica tanto de la vida como de la obra, está en la información que proporciona en las últimas páginas fundiendo bios con zoé. Azorín sufrió durante casi toda su vida de un grave problema intestinal crónico (¿enfermedad de Crohn?) que le obligaba a una vida cartuja, exenta del menor exceso o contratiempo y que repercutió tanto en los cambios que experimentaría su físico como en la naturaleza de su carácter retráctil y cohibido.

Como señala Fuster, su fijación con el tema de la enfermedad no era, pues, baladí, sino fruto de una experiencia de sufrimiento y resignación sobrellevadas ambas con el mayor decoro, pero condicionantes, en definitiva, de su personalidad y sus decisiones. Azorín quiere, pero en la mayoría de los casos no puede. No puede mantener una vida pública, por ejemplo. ¿Cómo lo vivió su esposa, Julia Guinda de Urzanqui? Nada sabemos.

Azorín. Clásico y moderno. Francisco Fuster. Madrid: Alianza, 2025

377 páginas, 22,50 euros